Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
El Univercidad Gua
El Univercidad Gua
Ir a la navegación Ir a la búsqueda
«Universidad de San Carlos» redirige aquí. Para otras acepciones, véase Universidad de
San Carlos (desambiguación).
Universidad de San Carlos de Guatemala
Escudo Universitario
La frase en latín significa: «La Academia Guatemalteca de San
Carlos, notable entre las demás del orbe»12
Sigla USAC
Lema Id y enseñad a todos
Tipo Pública y Autónoma
Fundación 31 de enero de 1676 (346 años)
Fundador Carlos II de España
Localización
Dirección Ciudad Universitaria 11.ª
Avenida, Zona 12
Guatemala, Guatemala
Ciudad Universitaria, zona 12,
Campus
Ciudad de Guatemala
Coordenadas 14°34′58″N 90°33′10″O
Administración
Rector Walter Mazariegos Biolis
Academia
Estudiantes 235,212 (2019)
Colores
Azul y negro
académicos
Sitio web
[1]
La Universidad de San Carlos de Guatemala (también conocida y llamada por sus siglas:
USAC) es la universidad más grande y antigua de Guatemala, siendo además la única
nacional en ese país centroamericano. Esta es la cuarta universidad fundada en América.
Fue establecida en la Capitanía General de Guatemala durante el periodo virreinal y se
mantuvo como la única de Guatemala hasta 1954.a Para el año 2021 la USAC ocupó el
lugar 151 en el QS Latin American University Rankings de la clasificación académica de
universidades de Latinoamérica, y el segundo lugar en Guatemala.3
Índice
1 Historia
o 1.1 Primera época: Universidad Real y Pontificia de Guatemala
o 1.2 Primeros Graduados y enseñanza de ciencias
o 1.3 Las reformas borbónicas
o 1.4 Traslado de la Antigua Guatemala a la Nueva Guatemala de la Asunción
o 1.5 Segunda época: Academia de Ciencias
o 1.6 Tercera época: Universidad pontificia
o 1.7 Cuarta época: La Universidad durante la Reforma Liberal
1.7.1 La Universidad durante el gobierno de Manuel Estrada Cabrera
1.7.2 Gobierno de Carlos Herrera (1920-1921)
1.7.3 Década de 1920
o 1.8 Quinta época: La Universidad después de la Revolución de Octubre
1.8.1 Tras la contrarrevolución de 1954
1.8.2 El caso Nottebohm y el decano de la Facultad de Derecho
1.8.3 Formación de universidades privadas
1.8.4 Fomento de la Medicina Veterinaria
1.8.5 Investigaciones de la historia guatemalteca
o 1.9 Represión y decadencia
1.9.1 Caso EXMIBAL
1.9.2 Gobiernos militares de Laugerud y Lucas García
1.9.3 Quema de la Embajada de España en Guatemala
1.9.4 Asesinato de estudiantes en el campus central
1.9.5 Venta de estupefacientes en el campus central, decada de los
80s
1.9.6 Constitución de 1985: elección de Magistrados
1.9.7 Protestas populares de 1985 y toma militar del Campus Central
1.9.8 Muerte de dirigentes estudiantiles en 1989
1.9.9 Cooptación de la Asociación de Estudiantes Universitarios
2 Alumnos distinguidos
3 Rectores Magníficos
o 3.1 Rectores de las primeras épocas
o 3.2 Rectores de la autónoma Universidad de San Carlos de Guatemala
4 Facultades
o 4.1 Junta directiva
o 4.2 Decano
5 Unidades Académicas
6 Clasificación a nivel latinoamericano y mundial
7 Véase también
8 Notas y referencias
o 8.1 Notas
o 8.2 Referencias
o 8.3 Bibliografía
9 Bibliografía adicional
o 9.1 Declive de la Asociación de Estudiantes Universitarios y Huelga de
Dolores
10 Enlaces externos
Historia
Primera época: Universidad Real y Pontificia de Guatemala
San Carlos Borromeo, obra de Giovanni Figino en la Biblioteca Ambrosiana. La
Universidad de San Carlos fue fundada bajo su protección el 31 de enero de 1676.6
Fue hasta la segunda mitad del siglo XVI cuando aparecieron las primeras iniciativas para
establecer estudios más allá del adoctrinamiento religioso y la alfabetización que
acompañaba a ello. El primer obispo de Guatemala, Francisco Marroquín, solicitó
aprobación real para fundar una cátedra de gramática, en ella se enseñaría latín, que era la
lengua utilizada por la cultura letrada de la época. Este hecho ha sido el argumento más
utilizado para perpetuar el mito fundacional que vincula directamente al primer obispo de
Guatemala con los antecedentes de la Universidad de San Carlos.b
Hacia el final de su vida, en 1562, Marroquín decidió dejar en su testamento un caudal para
fundar un colegio, el de Santo Tomás de Aquino, en donde se impartieran cátedras de
gramática, artes o filosofía y teología. Los beneficiarios de esta obra pía sería los hijos de
españoles pobres, ya que éstos no podían trasladarse a ciudades donde había universidades
reales, como México. La heredad del obispo ha sido interpretada también como el origen de
la universidad. Sin embargo, el prelado tenía muy clara la diferencia entre un colegio —
residencia de estudiantes, con o sin cátedras— y un a universidad o Estudio General, donde
se otorgaban grados. Al respecto, el historiador John Tate Lanning afirma que: «Este
testamento es tan bien conocido que algunos que ni siquiera lo han visto han leído en él
muchas cosas que no están allí. En ninguna parte menciona Marroquín una universidad,
mucho menos declara intención de establecer alguna...»9 Lo que sí está documentado es que
el alcalde Pedro Crespo Suárez al morir, donó veinte mil pesos para la institución de
cátedras de la universidad «que se está gestionando».10
Según el historiador Domingo Juarros, Marroquín dejó rentas para fundar un colegio en que
se recibieran doce colegiales y que hubiera cátedras de Filosofía y Teología, nombrando
como encargados al deán de la Iglesia Catedral y al prior del Convento de Santo
Domingo.11 Los dominicos cedieron un área en el atrio de su templo para que se
construyeran algunas aulas y la Real Audiencia propuso que los frailes impartieron cátedra
en las mismas sin cobrar por algunos años, pero los eclesiásticos se opusieron e inclusive
no permitieron que los franciscanos lo hicieran.11
El rey Felipe IV autorizó al colegio de Santo Tomás para que se aprobaran cursos y se
otorgaran grados en la institución, lo que aprovechó el obispo Juan Zapata para otorgar
grados de doctores al déan Felipe Ruiz del Coral y a los frailes Francisco Cevallos y Alonso
Guirao, O.P., y de bachilleres a los hermanos Tomás y Ambrosio Díaz del Castillo.14
Tras varias décadas, alegatos y peticiones, el rey Carlos II expidió una real cédula, con
fecha de 31 de enero de 1676, que dio licencia a la capital del Reino (situada entonces en la
Antigua Guatemala) para fundar una universidad real o Estudio General, como se
denominaba también a este tipo de instituciones. Esta sería la tercera universidad real y
pública de la América hispánica, y la segunda en la Nueva España.c Tras un conflictivo
proceso de organización y cinco años después de expedida la cédula real, la Universidad de
San Carlos inició las lecciones de cinco de sus nueve cátedras, el 7 de enero de 1681, con
más de sesenta estudiantes matriculados y siendo rector el Doctor José de Baños y Soto
Mayor, arcediano de la Catedral, Predicador del Rey de España y Doctor de la Universidad
de Osuna.10d La universidad fue inaugurada bajo el patrocinio de San Carlos Borromeo,
dictando sus estatutos don Francisco Saraza y Arce, copia de los de México que, a su vez,
eran adaptación de los de la Universidad de Salamanca en España.
Algunos de los catedráticos electos no tomaron posesión de sus sillas, debido a sus
ocupaciones como procuradores y su pronta salida del reino, otros porque consideraron que
su nueva categoría, como "interinos" y no como "propietarios" de la cátedra, no eran digna
de su prestigio, y uno más, el catedrático de medicina, nunca llegó a Guatemala porque se
encontraba en la Real Universidad de México leyendo otra cátedra.e
Cánones
Leyes
Medicina
Teología Escolástica
Teología Moral
Dos cursos de lenguas
La Real Universidad de San Carlos Borromeo recibió la aprobación papal por bula del 18
de junio de 1687, diez años después de su fundación y seis años después de que
comenzaran las clases.
La admisión a la Universidad no era sencilla: estaban excluidos de ella los negros, los
chinos, los morenos, los mulatos y los que hubieren sido penitenciados por el Santo Oficio
o que ellos mismos hubieren incurrido en esa desgracia.15 Los aborígenes sí tenían derecho
a matricularse y a obtener grados y consta que hubo entre ellos algunos que lucieron su
talento en las materias que cursaron.15
En 1660 llegó a Santiago de los Caballeros de Guatemala el impresor José de Pineda Ibarra.
Entre sus muchos trabajos, su imprenta producía tarjetas de graduación universitaria, en las
que se hacía constar los temas sobre los cuales versaría el examen de los graduados, la
fecha y hora en que sostendrían la prueba y los nombres de las autoridades universitarias y
de las personas a quienes se dedicaba el acto académico.17
En 1763, el provincial de la Orden Franciscana recibió una carta de sus superiores en donde
se le ordenaba implantar nuevos métodos en los estudios regulares;16 en esa carta se
recomendaba el texto de Physica experimental del fraile Fortunato Brixia y el provincial
escogió al fraile franciscano José Antonio de Liendo y Goicoechea para reformar la
educación de la Universidad e introducir la ciencia —química, física, anatomía y
matemática— y la tecnología de su época a la misma.16
El inicio del declive del poder de la Iglesia Católica en Guatemala ocurrió con la
publicación de las reformas borbónicas de la corona española en 1765, las cuales que
pretendían recuperar el poder de la corona sobre las colonias y aumentar la recaudación
fiscal.19. Con estas reformas se crearon los estancos para controlar la producción de las
bebidas embriagantes, el tabaco, la pólvora, los naipes y el patio de gallos. La real hacienda
subastaba el estanco anualmente y un particular lo compraba, convirtiéndose así en el
dueño del monopolio de cierto producto. Ese mismo año se crearon cuatro subdelegaciones
de la Real Haciendo en San Salvador, Ciudad Real, Comayagua y León.20
Dr. José Felipe Flores, eminente médico (1751-1824). Llegó a ser protomédico de la
Capitanía General de Guatemala y médico personal del Rey de España.
La influencia de la Iglesia
católica en el Reino de
Guatemala en 1773 se
evidencia por esta
descripción que se hizo en
1774 de los efectos del
terremoto:
«A este horrísono sonido de
[los retumbos] de la tierra,
respondían como haciendo
coro con ella, los angustiados
ciudadanos, con dolorosos
gemidos y tristes voces; y si
bien el conjunto y
desconcertada multitud [...],
era destemplado eco que
resonaba desapacible a los
oídos humanos, formarían sin
duda las más dulces
consonancia y agradable
música a los divinos; porque
todas eran clamores y
deprecaciones al Cielo para
templar los rigores de su
justificado enojo. Unos
repetía en devota canción el
Trisagio: Santo Dios, Santo
fuerte, etc.: medio que, desde
los famosos temblores que en
el siglo V afligieron a
Constantinopla, [...] acreditó
eficaz Dios, para suspender
las ejecuciones de su ira, en
las turbaciones de la tierra.
[...] Otros, implorando la
intercesión de la Reina de la
Gracia y de los Santos,
solicitaban, a empeños de su
piedad, el remedio. Todos,
por firmar con Dios las paces,
contendían porfiadamente
expiar, en el Santo
Sacramento de la Penitencia,
sus culpas: aplicáronse a este
ministerio muchos
sacerdotes; [...] pero no
fueron suficientes y al que no
alcanzaba el logro de la
confesión sacramental, [...]
no tenía rubor en gritar sus
culpas. Y, pasando del
sacramento a la virtud de la
penitencia, unos se herían
reciamente los pecho, otros
los rostros, y muchos,
ordenados en pública
procesión, castigaban con
sangrientas disciplinas sus
cuerpos.»
Los Terremotos de Santa Marta de 1773 destruyeron la capital del reino de Guatemala y el
Capitán General Martín de Mayorga decidió el traslado de la capital a un nuevo solar. Las
autoridades universitarias se opusieron al traslado a una nueva ciudad, debido a que todos
los bienes de la institución estaban en la antigua capital del reino, y un traslado significaría
una considerable pérdida económica; el edificio de la Universidad y Colegio Tridentino,
construidos por el Dr. Juan González Batres sufrió pocos daños, los cuales se pudieron
reparar. El único peligro que tenía la estructura era la pared sur de la Catedral, apenas del
otro lado de la calle, y que había quedado inclinada hacia la Universidad.27
A finales del siglo XVIII y los primeros años del siglo XIX existían además de tres actos
académicos de ordenanza, los siguientes requisitos para optar al capelo de doctor:
Una vez cumplidos los requisitos anteriores, se fijaba la fecha para la «Apertura de
Puntos», en la cual un niño abría al azar una página de la Instituta del emperador Justiniano
I, y sobre ella debería disertar el candidato; este era encerrado en el «general de la
Universidad» que era el salón de actos de la institución, y allí, incomunicado, escribía su
disertación en latín.32 El siguiente acto era «La Fúnebre», que se realizaba en la sala
capitular de la Iglesia Catedral, el que accedía al recinto previa requisa de posibles armas;
cuando el acto concluía satisfactoriamente, generalmente a eso de la media noche, se
quemaban cohetillos para celebrarlo.33 Por último, se realizaba el acto de «la Borla», que
era el acto solemne en el que el nuevo doctor recibía su capelo en la nave central de la
Catedral, apadrinado por un prominente caballero de la sociedad colonial y tras presentar
una oración en latín ante el público que quisiera asistir.33
Escudo colonial de la Universidad de San Carlos de Borromeo.
En 1806, el presbítero Rafael José Luna, cura de San José, tuvo la idea de utilizar las ruinas
de la antigua catedral como parroquia; en 1814 el cabildo eclesiástico resolvió aceptar la
petición y en 1819 se iniciaron algunos trabajos de remodelación del edificio, derrumbando
partes arruinadas, como los campanarios. Los trabajos se detuvieron por un tiempo, hasta
que se reiniciaron en 1832. Al terminar los trabajos, la parroquia de San José se trasladó del
antiguo edificio de la Universidad de San Carlos a la antigua catedral, en donde ha estado
desde entonces.34
Actos de Graduación
«Pude presentarme solicitando ser admitido al primer acto literario para el grado de
doctor, que llamaban repetición.
Elegí al Dr. Dávalos para que fuera mi padrino. El oidor se prestó con gusto y salimos
juntos en su coche, a distribuir las invitaciones por toda la ciudad.El edificio de la
Universidad estaba de gala. El salón de actos adornado con un cortinaje de damasco
carmesí; los corredores regados con hojas de pino y en la puerta principal una marimba,
que tocaron sin interrupción dos indios mientras duró la fiesta. En presencia del numeroso
claustro y de la lucida concurrencia de personas particulares invitadas, pronuncié mi
oración con despejo y facilidad facilidad y en seguida contesté a los argumentos que me
propusieron tres doctores. Mis respuestas parecieron completamente satisfactorias y fui
aprobado por unanimidad de votos. Al día siguiente me impusieron el capelo y quedé
incorporado en el claustro como licenciado en derecho civil por la Universidad.
Me ocupé empeñosamente en prepararme para el examen que llaman fúnebre, que como de
costumbre debía efectuarse en la sala de sesiones del Cabildo Metropolitano. Salí con toda
felicidad de aquel certamen literario, que no era ya un acto de fórmula como la repetición.
Sujetos competentes me preguntaron durante seis horas, y me propusieron cuestiones graves
de jurisprudencia civil. A las doce de la noche, un repique en la Catedral y el estallido de
muchos cohetes dobles anunciaron a mis amigos y al público mi triunfo literario. Era la
costumbre. Así se enaltecía a la ciencia, se le daba prestigio a los ojos del pueblo y se
colocaba a los hombres de letras en un puesto eminente en la escala social. A ese resultado
contribuían también las ceremonias y el aparato con que se imponía la borla a los
laureados.
En un elevado anfiteatro, decorado con un cortinaje de damasco carmesí, estaban las
bancas destinadas al cancelario, doctores y bachilleres que formaban el claustro. En el
fondo se levantaba el dosel con las armas de la Universidad, y un sillón que debía ocupar el
presidente de la Audiencia y capitán general del Reino. Una numerosa orquesta situada en
la nave lateral derecha, iba a hacer oir al comenzar la ceremonia. Precedidos por los
maceros que abrían paso entre el gentío que llenaba la iglesia, salimos de la sala capitular
en número de más de cuarenta individuos, entre doctores y licenciados universitarios. Dos
bedeles llevaban en bandejas de plata las propinas y pañuelos de seda destinados a los
miembros del instituto.
Al final del acto, que yo había dedicado en latín a Jesucristo me ví ataviado con aquella
muceta de seda encarnada, vistosamente bordada de oro; cubierta la cabeza con el bonete
de terciopelo negro, sobre el cual brillaba la borla y resplandeciendo en mi mano el rubí
que adornaba el anillo doctoral».
—Tomado de: Milla y Vidaurre, José (1984). Memorias de un Abogado, Colección Textos
Modernos'. Guatemala: Editorial Escolar Piedra Santa.3839
El poder de la Iglesia Católica y del Clan Aycinena -al que pertenecía el rector y un buen
número de funcionarios del gobierno de Carrera- en el régimen conservador quedó
ratificado con el Condordato de 1854, por medio del cual Guatemala otorgaba la educación
del pueblo guatemalteco a las órdenes regulares de la Iglesia Católica, se comprometía a
respetar las propiedades y los monasterios eclesiásticos, autorizaba el diezmo obligatorio y
permitía que los obispos censuraran lo que se publicaba en el país; a cambio de ello,
Guatemala recibía gracias para los miembros del ejército, permitía que quienes hubiesen
adquirido las propiedades que los liberales habían expropiado a la Iglesia en 1829 las
conservaran, percibía impuestos por lo generado por las propiedades de la Iglesia, y tenía el
derecho de juzgar con las leyes guatemaltecas a los eclesiásticos que perpetraran
crímenes.41 Este concordato fue planificado por Juan José de Aycinena y Piñol, entonces
ministro de gobierno y rector de la universidad, ratificado en primera instancia por el
ministro de gobernación justicia y asuntos eclesiásticos, Pedro de Aycinena y luego por el
presidente de la República, el capitán general Rafael Carrera, que en 1854 fue elegido
presidente vitalicio de Guatemala.
Los doctores de la Pontificia Universidad de San Carlos Borromeo vestían traje talar en los
días de ceremonia. Usaban capelo y borla, precedidos por los maceros y seguidos por
bedeles.42 En la Pontificia Universidad se enseñaban las ciencias teológicas y las
escolásticas, así como el derecho romano y las ciencias médicas. Se cursaba allí mismo la
filosofía y el latín, y en algún tiempo la lengua k'ach'ikel.42
En la clase de lógica los estudiantes defendían el pro y el contra, y aprendían latín sin
ningún atisbo de positivismo. El estudio de la historia de Guatemala era mínimo y no había
sino conocimientos muy superficiales de geografía, gramática y matemáticas.42
Y el acto era solemne, en verdad. Allá, bajo el dosel presidencial, el señor Rector, algunos
individuos del claustro de doctores, y la persona o personas á quien se le dedicaba el acto; en
las tribunas, los invitados de categoría, y en la galería nuestros compañeros del alma mater.
Y cuando aquel concurso estaba reunido, entrábamos, rapaces temblorosos, con una capa
vieja de gro, cuyo alquiler nos costaba un peso, un bonete universitario bamboleándose sobre
la coronilla y con un libro bajo el brazo, á tomar asiento al pie de la cátedra y sufrir allí un
examen.
Aquello era una especie de pugilato intelectual, una batalla entre el sustentante y los réplicas,
en la que se lanzaban silogismos á mansalva y tratábamos de destruir las falacias o deshacer
las conclusiones de nuestro contrincante.
El acto duraba una hora, pasada la cual el sustentante iba á arrodillarse ante el señor Rector y
a prestar el juramento en latín, quedando así incorporado en la orden de bachilleres.42
—Ramón A. Salazar, Recuerdos de mi Juventud 1896.
Dado el Concordato de 1852 con la Santa Sede, la carrera clerical era la más conveniente.
Con un poco de aplicación, fortuna e influencias, los sacerdotes seculares podían obtener
un buen curato, lo que les representaba renta cuantiosa, buena casa, criadas, regalos,
dominio absoluto sobre los feligreses, y participación activa en el gobierno del lugar.44 El
resto de estudiantes se dividía entre Derecho y Medicina.45
No existía la carrera de ingeniería como tal, pero sí había agrimensores que tenían que
recurrir á maestros particulares, pues la profesión era lucrativa.46 Las cátedras de la
Universidad de San Carlos se obtenían por oposición, sistema de que tuvo que prescindirse
después porque convenía apartar de ellas á ciertos catedráticos renuentes a las ideas
modernas. 46
Tras la Revolución de 1871, la derrota de los conservadores hizo tomar un rumbo distinto a
la enseñanza técnica superior: nuevamente se expulsaron las órdenes regulares, se
confiscaron sus bienes y la educación tomó un carácter laico que perduró hasta 1944. Se
fundó la Escuela Politécnica en 1873 para formar ingenieros militares, topógrafos y de
telégrafos, además de oficiales militares. En julio de 1875 Barrios extinguió la Pontificia
Universidad de San Carlos Borromeo y en su lugar creó la Universidad Nacional de
Guatemala, con las Facultades de Jurisprudencia y Ciencias Políticas y Sociales, y
Medicina y Farmacia; la ley orgánica y reglamentaria de instrucción pública decretaba que,
en esta última, el estudio de la fisiología debía efectuarse de una manera filosófica, con
todas las teorías modernas sobre la ciencia y, en cuanto fuese posible, de modo
experimental.48 En 1877 el gobierno fundó la Universidad de Occidente, la cual contaba con
la Escuela Facultativa de Derecho y Notario de Occidente.49 y en 1879 fundó la Biblioteca
Nacional de Guatemala.5051 Y en 1879 se crearon las facultades de Ingeniería, Filosofía y
Literatura.g
Durante la presidencia del general Manuel Lisandro Barillas Bercián (1885-1892) se fundó
la Escuela Facultativa de Medicina de Occidente y se otorgaron becas para estudiar en el
extranjero a los mejores estudiantes de la Facultad de Medicina tanto de la Universidad
Nacional como de la Universidad de Occidente.5253
El 21 de marzo de 1893, durante el gobierno del general José María Reyna Barrios, el
decreto legislativo 193 dispuso que las juntas directivas de las facultades de la Universidad
Nacional serían nombramientos del ejecutivo lo mismo que los catedráticos de las escuelas
facultativas. Las facultades no procederían a elegir sus juntas directivas y no podían sacar
cátedras a oposición.54