Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
2
Página
Agradecimientos
Dirección de Traducción
Scherezade
Traducción e Interpretación
Corrección de Estilo
Lectura Final
Cande34
Diseño de Imagen
Scherezade
3
Página
Índice
Tessa Dare Capítulo 15
Sinopsis Capítulo 16
Capítulo 1 Capítulo 17
Capítulo 2 Capítulo 18
Capítulo 3 Capítulo 19
Capítulo 4 Capítulo 20
Capítulo 5 Capítulo 21
Capítulo 6 Capítulo 22
Capítulo 7 Capítulo 23
Capítulo 8 Capítulo 24
Capítulo 9 Capítulo 25
Capítulo 10 Capítulo 26
Capítulo 11 Capítulo 27
Capítulo 12 Epílogo
Capítulo 14
4
Página
Tessa Dare
T
essa Dare es autora de novelas históricas románticas. Sus libros
han ganado numerosos premios, entre ellos Romance Writers of
Award ® RITA. La revista Booklist la nombró una de las “nuevas
estrellas de la novela histórica” y sus libros han sido contratados para
traducirlos a diez idiomas.
S
e solicita su presencia en el romántico Castillo Twill para la boda
de la señorita Clio Whitmore y… y… ¿?
● No la besa.
—O
h, señorita Whitmore. Solo mire este horrible
lugar.
Clio reprimió una sonrisa. Su doncella era una maravilla con las
tenacillas para rizar, pero su capacidad de imaginación morbosa era
verdaderamente incomparable.
La señorita Clio Whitmore había sido criada por buenos padres, con
los beneficios de la educación y una atención cercana al decoro y estaba
comprometida para casarse con el joven diplomático más prometedor de
Inglaterra. No era el tipo de mujer temeraria que merodeaba por
callejones peligrosos a medianoche con una pistola descargada en su
bolsillo, en busca del canalla más infame de Londres.
Había lucido mal. Tan mal. Pero no tan mal como esto.
No hubo respuesta.
—Todavía no.
8
Página
Clio se inclinó más cerca de la puerta. Escuchó sonidos provenientes
desde dentro. El chirrido de patas de sillas por el suelo. El ocasional golpe
hueco.
Mirando hacia atrás, tal vez debería haber dado una respuesta
diferente. Tal como: “Define largo”.
Bueno, todo eso terminaba hoy. A partir de este momento, ella era la
señorita Wait-No-Longer2.
—¿Una señal?
—Una palabra que grite si está en peligro. Algo como “Tánger” o… tal
vez “muscadinia”.
Oh, muscadinia.
Un nudo corredizo.
Al parecer, su ánimo había caído tan bajo como ella había temido.
Él levantó la mirada.
—¿Señorita Whitmore?
—Sí. Sí, soy yo. —Avanzó en pequeños pasos, levantando una palma
abierta en un gesto de paz—. Es la señorita Whitmore. Es Clio. Sé que
hemos tenido nuestras diferencias. No estoy segura de si hemos tenido algo
más excepto diferencias. Pero estoy aquí para usted. Y se lo ruego, por
favor reconsidere.
—Reconsiderar. —Le dio una mirada dura—. Quiere decir que deje
de…
Caray. Clio debería haber sabido que eso iba a venir. Mentalmente,
recorrió todo lo que sabía de su vida en los últimos años. La mayor parte
provenía de los periódicos y casi todo era horrible. Rafe Brandon se había
ganado una reputación de ser despiadado en un combate de boxeo y
descarado en todas partes. Su resistencia en el dormitorio era casi tan
legendaria como su rapidez en el cuadrilátero. Lo llamaban la Sombra del
Diablo.
—Probablemente.
La risa era una buena señal, ¿no? Los hombres que se reían no se
ahorcaban. No debería molestarle a Clio que se estuviera riendo de ella.
—Pero, ¿qué iba a pensar? Usted está ahí arriba sobre la viga, la
cuerda, el nudo corredizo… —Hizo un gesto hacia la evidencia—. ¿Qué
más podría estar haciendo?
Una vez, cuando Clio había sido una niña pequeña, había visto una
pelea a puños en la aldea local. Un hombre comprando avellanas desafió
a un comerciante sobre la honestidad de sus escalas. Los dos discutieron,
gritaron… un enfrentamiento estalló. Nunca olvidaría la forma en que la
atmósfera cambió en un instante. Todos en la vecindad lo sintieron. El aire
se picó con peligro.
—¿Una señal?
—Sí. Una señal. —Se adelantó antes de que pudiera preguntar más—.
No habría tenido necesidad de venir aquí en absoluto si hubiera dejado
alguna otra forma de llegar a usted. Traté llamando a Harrington.
—Seguramente no va a…
15
Página
—¿Beber eso? —Él levantó el vaso mientras lo vaciaba en un largo
trago y golpeaba el vaso en la superficie de la mesa—. Tres veces al día.
—Oh.
—Gracias.
—Es lo mejor que puedo hacer. Como puede ver, no estoy instalado
para recibir visitas sociales.
—Sí, bueno. Sobre esas firmas… —Clio retorció los papeles enrollados
en su mano.
Él se alejó de la mesa.
Ayudó.
—Ideal para una boda, entonces. —Su voz se apretaba con esfuerzo.
—Supongo que podría serlo. Para alguien. Pero estoy de camino allí
hoy y pasé para…
—Informarme. —Elevación.
—Sí, y también…
Él siguió:
Él cayó al suelo.
Rafe la miró.
Siempre había estado en desacuerdo con ella, desde que eran niños.
Él había sido un demonio impulsivo y de modales ásperos. Y ella había sido
la imagen de una rosa inglesa, con su cabello rubio, ojos azules y delicada
complexión. Gentil y hospitalaria y también de buenos modales.
Y eso tenía que ser lo que la hacía tan malditamente tentadora para
desarmarla.
—Puedo leer.
Algo.
—Estos no son válidos —dijo él—. Piers tendría que firmarlos primero.
No.
—Es por eso que está aquí. ¿Quiere que firme esto?
—Sí.
—Exactamente.
20
Página
Rafe bajó la cabeza y lanzó un bombardeo de golpes al saco de
boxeo. Esta vez, no estaba simulando una demostración. Su cerebro
trabajaba mejor cuando su cuerpo estaba en movimiento. Luchar lo
llevaba a un enfoque más nítido y necesitaba eso ahora.
¿Por qué demonios Clio querría romper este compromiso? Ella era una
debutante de la sociedad, criada para un matrimonio ventajoso de la
forma en que los caballos pura sangre eran criados para correr. Una
magnífica boda con un rico y guapo marqués debería ser su sueño más
anhelado.
—Lo sé.
Dejó que sus puños cayeran a sus costados y se giró hacia ella,
respirando con fuerza. Sus pulmones se llenaron con aroma a violetas.
Maldita sea, incluso olía dulce.
—No lo creía.
—Estaba enferma. 22
Página
—Cierto. Entonces hubo una guerra que resolver y otra después de
esa. Ahora que todos estos tratados en Viena están cerrados, está camino
a casa.
—No. No lo haré.
Ella no respondió.
—Tú vas a querer eso también. —Soltó su brazo con un apretón, luego
tiró de su barbilla—. Presta atención a mis palabras. Te veré casada con mi
hermano dentro de un mes, incluso si tengo que planear la maldita boda
yo mismo.
25
Página
—¿Qué? —Se sacudió—. ¿Tú, planear la boda?
—Ahora casi estoy lamentando que eso no vaya a suceder —dijo ella,
alejándose—. Porque eso sería divertido.
26
Página
Capítulo 2
—¿Q
ué habitación crees que preferirán
Daphne y Sir Teddy?
Clio suspiró. Era verdad. Si había una puerta cerrada y una vela con la
que leer, Phoebe estaba contenta. Pero Daphne salió a su madre…
imposible de impresionar.
No perfecto.
Daphne la detuvo.
—Yo voy primero, sabes. Tal vez vayas a ser una marquesa dentro de
un mes y quizás yo soy tu hermana menor. Pero ya que estoy casada y soy
una dama, tomo prioridad. Por al menos algunas semanas más.
—Es lindo, ¿cierto? —dijo Daphne—. Bastante grande. Solo pienso que
sería mejor si no fuera tan… tan viejo.
Su hermana barrió a Clio con una mirada que hizo que su nuevo
vestido se sintiera desaliñado y andrajoso. Luego chasqueó su lengua en
una imitación aterradoramente fiel a mamá.
Sí.
Mientras Clio salía para saludarlo, la silueta de Rafe se hizo cada vez
más y más grande en su visión. Y se sintió poniéndose más rosada en
respuesta.
—Esta es una sorpresa —dijo ella—. Y veo que has traído amigos.
—Ellingworth es el perro.
—¿Tienes un perro?
—No. Piers tiene un perro. —La miró como si ella debería saber esto.
—Este es Bru…
—Oh, no.
—Oh, sí.
Él se encogió de hombros.
—Bien podría haberlo sido. Hasta que él regrese, tengo todo el peso
de su fortuna y su título a mi disposición.
Él miró el castillo.
—No me conoces tan bien como crees que lo haces, Rafe Brandon.
—Yo… —Ella cruzó los brazos y luego los descruzó—. No veo que eso
importe.
Rafe podría no saber una maldita cosa sobre planear bodas, pero
sabía una cosa o dos —o doce— sobre mujeres.
Él asintió.
—¿Qué demonios fue todo eso? —preguntó, tan pronto como Clio
estuvo fuera del alcance del oído—. ¿Quién es este Montague?
Acordamos que actuarías como mi valet.
—Bueno, ¡eso fue antes de que viera este lugar! Vaya, míralo.
—Lo he visto.
El castillo era impresionante, Rafe tenía que admitirlo. Pero había visto
mejores. Había sido criado en mejores.
—Ese es mi sombrero.
Rafe lo miró.
Rafe maldijo.
—Bruiser.
—¿Sí?
—No es una chica. Es una mujer de clase. Una que pronto será una
dama. Y no, no me gusta.
—Sé que tienes un gusto por esas de cabello rubio y exuberantes. Pero
normalmente no te gustan tan saludables —dijo Bruiser—. No tan… ¿cuál es
la palabra?
Piers se casaría con Clio. Era una verdad que todos habían crecido
sabiendo. El emparejamiento simplemente tenía sentido. Era lo que sus
padres habían querido. Era lo que Piers quería. Era lo que Clio quería,
incluso si lo había olvidado temporalmente.
43
Página
Y era lo que Rafe quería también. Lo que necesitaba.
Todo.
44
Página
Capítulo 3
P
or una vez, Clio estuvo agradecida por la naturaleza quisquillosa
de su hermana.
—Muy bien. Si necesita cualquier cosa, solo tiene que llamar a las
criadas. —Cerrando la puerta detrás de ellos, Clio dirigió a Rafe al otro
lado del pasillo hacia la Alcoba Azul—. Confío en que esta…
—¡Síííí!
—No lo hice.
Ella hizo una pausa, escuchando los nuevos sonidos. Los agudos
sonidos de armarios abriéndose y cerrándose.
Una por una, tiró las almohadas de la cabecera de la cama hacia los
pies del colchón, donde se amontonaron en un montón desordenado.
Clio suspiró.
—Esa es otra cosa. —Se había movido hacia el lavabo ahora. Sin
duda para encontrar fallas con la palangana4 o para preguntar por qué
eran dos… Dios nos librara, ¡dos!, barras de jabón—. Ya no respondo a ese
título. No habrá más “mi lord”. Ni de ti, ni de los sirvientes.
—Lord Rafe. —Su voz se tensó en los bordes mientras recogía otro
cojín—. Estoy tratando de ser servicial. Pero esta es mi casa, no un almacén
en Southwark. Y estoy, por el momento, de todos modos, todavía
comprometida con Lord Granville. A menos que pretendas disolver el
compromiso firmando esos papeles esta noche…
—No.
Y aun así…
—No te preocupes —dijo él—. Una vez que te hayas casado con mi
hermano, mantendré mi distancia de ti también.
Él se volvió hacia ella y, por primera vez desde que había entrado al
castillo, no había movimientos inquietos. Su mirada dejó de vagar y se
centró, oscura e intensa, en ella.
—Ahí está.
Pero ella había soportado todo sin quejarse, desesperada por ser
considerada satisfactoria, mucho menos perfecta. Cuando había tenido
diecisiete —o diecinueve o incluso veintitrés años—, Clio habría
dado todo por escuchar esas palabras.
—No.
—Montague…
—No.
—Porque lo haré.
—No.
50
Página
Rafe y Clio dijeron la palabra al mismo tiempo. Un grito de
desesperación mutuo y primitivo.
—Sr. Montague.
—Absolutamente.
Lo cual era decir que tanto él como Bruiser se las arreglaron para usar
la cuchara adecuada para la sopa y no volcaron ninguna sopera.
—¿Disfrutaste la sopa?
Rafe hizo crujir los nudillos debajo de la mesa. Siempre había odiado
estas cenas formales, desde que tenía edad suficiente para ser permitido
en la mesa del comedor. La comida era combustible para él, no una razón
para horas de ceremonia. Uno pensaría que una costilla de cordero se
había graduado de Cambridge o se había convertido en un teniente
naval, por toda la suntuosidad que recibía.
Podía sentirse poniéndose cada vez más inquieto y eso nunca era
buen augurio.
Por el amor de Dios. Rafe no podía creer que esa cosa en realidad
estuviera funcionando. ¿Daphne Whitmore siempre había sido tan tonta?
No podía recordarlo. La última vez que la había visto, había sido un poco
más que una niña.
Él se aclaró la garganta.
—La misma —dijo Bruiser—. Lord Granville desea que todo esté listo
antes de su regreso. Así puede casarse con la señorita Whitmore sin
demora.
—La señorita Whitmore puede tener cualquier cosa que ella desee
—dijo—. Cualquier cosa en absoluto. Ningún gasto será escatimado.
Daphne la desestimó.
¿El padrino?
Nada de mujeres.
—Yo veo una razón, querida hermana. Veo ocho años dignos de
razones.
Golpe.
La gente miró.
56
Página
Él se apartó de la mesa y se puso de pie.
—Si me disculpan.
57
Página
Capítulo 4
P
ara el momento en que Rafe se había apresurado escaleras
arriba, tomado al perro, bajado por las escaleras para llevarlo
rápidamente a realizar sus necesidades, luego lo había cargado
de regreso tres pisos arriba por las escaleras de piedra y depositado cerca
de la chimenea de su recámara, él había perdido el filo volátil de su ira.
—Muy bien. —Dio dos pasos, luego se detuvo y se giró sobre sus
talones—. ¿Y el salón estaría…?
—Derecha.
¿O era a la izquierda?
Clio.
—Uf.
58
Página
Ella retrocedió con la fuerza del impacto, como un saltamontes
saltando del flanco de un caballo galopante.
—Lo lamento.
—Estoy bien.
Ella podría estar bien, pero Rafe necesitaba un momento. Tan solo en
el breve instante de su colisión, sintió como si hubiese sido marcado por su
cuerpo. La huella de exuberante y curvilínea calidez permaneció en
lugares inconvenientes.
Tocó su brazo.
Dios. Había una gran cantidad de cosas que necesitaba y una buena
mitad de ellas estaban concentradas en ese gesto solitario. Se dijo a sí
mismo que no le diera demasiada importancia a su amabilidad. Ella había
59
Página
sido criada para ser la anfitriona consumada, siempre pensando en la
comodidad de sus huéspedes.
Ella suspiró.
—Eso fue hacerte un favor. —Él igualó su paso a medida que giraban
para cruzar una galería larga y estrecha—. Estaba pensando en la fiesta
de cumpleaños donde sumergí tus guantes en el ponche.
—Ah, sí. Y también hubo esa ocasión cuando tenía ocho y tú once, y
chamuscaste mi vestido con un ascua. —Lo sesgó con una mirada—. Pero
eso no fue nada comparado a cuando me humillaste en el tenis de interior
esa semana lluviosa en Oakhaven. ¿Ganar cuatro veces consecutivas? La
cúspide del comportamiento impropio de caballeros.
Él frunció el ceño.
—Sí, lo hice.
—¿Cuándo?
—¿Sabes qué es muy divertido? Las bodas. —Dios Santo. Las cosas
que salían de su boca esta semana—. Solo dale una oportunidad a esto.
Tendrás cada complacencia con la que podrías soñar jamás. Palomas
liberadas en el aire. Cisnes en el estanque. Pavos reales vagando por los
jardines si los quieres.
—Quiero decir, habría plumas por todas partes. Sin mencionar sus
desechos.
—Sin pájaros. Olvida que dije algo acerca de pájaros. —Frotó una
mano sobre su rostro—. Lo que intento decir es esto. Tendrás todo lo que
quieras y nada que no quieras. No escatimaremos en gastos.
Era justo como Bruiser dijo. Una boda era como un combate de
campeonato y la cabeza de Clio todavía no estaba en cuadrilátero.
Necesitaba probarse algunos vestidos, planear un menú o dos, empezar a
imaginarse a sí misma como la admirada y envidiada novia del brazo de
Piers. Triunfante. Victoriosa.
Lo intentó y falló.
—No es solo una casa grande y lujosa lo que estoy buscando. Es…
—Miró hacia la esquina y suspiró—. No lo entiendes.
Él se quedó inmóvil.
—La semana.
—¿Qué?
Por supuesto, luego venía la parte difícil: hacer que Rafe viera lo que
el Castillo Twill significaba para ella.
—Pero…
—De prisa.
65
Página
Mientras se dirigían hacia un pequeño y oscuro hueco de la escalera,
Clio agarró su mano más fuerte y trató de ignorar la estúpida emoción que
corría a través de ella cada vez que su piel se encontraba con la de él.
—Son mazmorras.
—Esa es una idea maravillosa. Pero no. Si voy a mantener este lugar,
necesito generar ingresos. Sin ofender a los pobrecitos, pero no hay mucho
dinero en los orfanatos.
Clio tomó la lámpara, fue hacia la pared del fondo y contó las
piedras.
La miró, sorprendido.
—No es que te siga a ti. Sigo los periódicos. A menudo estás en ellos.
Para ella, Rafe siempre había sido una gran fuente de fascinación. En
medio de su jardín cuadrado de sociedad cortés y cuidadoso, había
crecido una enredadera salvaje y rebelde que se rehusaba a ser domada.
Quería entenderlo. Quería saber por qué se había alejado de ese mundo y
adónde había ido y si era feliz allí.
Ella se estremeció.
—Nombre estúpido.
La agarró.
69
Página
—Esta vez, yo iré adelante.
—¿Secreto doloroso?
—Oh, sí. Mis demonios internos. El actual tormento oscuro que se lleva
pequeñas partes de mi alma. Eso es lo que buscas. Piensas que si me
mantienes aquí en tu bonito castillo y me mimas con dieciséis almohadas,
aprenderé a amarme a mí mismo y dejaré de someter a mi cuerpo a tan
horroroso abuso.
—Aquí está.
—¿En dónde diablos estamos? —Era tan grande y alto, llenaba casi
todo el espacio.
Alzó la mirada.
—Sí.
—¿Puedes alcanzarla?
71
Página
Se estiró y agarró la palanca de hierro antiguo. Su enorme mano
encajó en la palanca como si estuviera hecha para él.
Lo sacó del rincón justo a tiempo para ver. De una ranura del pasaje
abovedado, una puerta de hierro comenzó a descender. Como una
mandíbula enorme y de dientes filosos mordiendo la piedra.
—Regresa.
—Oh… es algo.
Él sacudió la cabeza.
74
Página
Capítulo 5
—H
e elaborado una lista de diecisiete tareas. Y
un calendario.
¿Qué edad tenía la chica ahora? ¿Dieciséis años o algo así? Si Rafe
hubiera elaborado una lista de tareas a la edad de Phoebe, solo podría
imaginar que se habría visto de este modo:
2. Perseguir chicas.
Fin de la lista.
—Tengo tinta.
—¿Pan tostado5?
—Me refería a este tipo. —Con una sonrisa, Clio pasó un plato de
panes tostados blancos y marrones.
5Juego de palabras ya que en inglés toast hace referencia, por una parte, a tostada, pan
tostado, pero también significa brindis.
76
Página
—Oh. —Daphne tomó uno blanco e inmediatamente lo apuntó hacia
Rafe, como un arma con mantequilla—. Pero empiece a pensar, milord,
debería comenzar a escribir un borrador.
A sus mujeres.
No era que hubiera habido muchas mujeres en los últimos tiempos. Sin
duda ese era parte de su problema de agotamiento.
—¿Qué hay de las flores? —preguntó Clio—. ¿Las flores son una de las
diecisiete cosas?
Rafe suponía que las flores eran tan buen inicio como cualquier otra
cosa.
Había batallado esos primeros años con tutores en casa, pero en Eton
se había quedado detrás de otros chicos de su edad. Había estado
avergonzado de sentarse en las clases, no habiendo completado su
trabajo del día, incapaz de concentrarse en lo que sucedía a su alrededor.
Era un bribón indisciplinado y rebelde, sus profesores estaban de acuerdo.
Así que Rafe interpretó el papel que le asignaron. Comenzó peleas y las
ganó. Prefería ser expulsado por pelear que por estupidez.
—No me digas.
Tan pronto como Rafe hubo dicho las palabras, Clio levantó un
puñado de flores.
Él se acercó a ella.
—Y estoy cooperando.
—¿Hay una flor que sirve como declaración de guerra? —Clio arrancó
una de las amarillas y esponjosas flores de la tierra y se giró hacia Rafe—.
Qué interesante. Me pregunto si enviamos un ramo de estas a Napoleón.
¿O a lo mejor es como retar a un hombre con una bofetada con un
guante?
¿Qué había con los sonrojos de ella? Nunca podía resistir provocarlos.
Cuando veía ese color en su mejilla, lo hacía sentir que había hecho algo
bien. Como un pequeño estandarte elevado con las palabras escritas: Bien
Hecho, Tú.
—¿Y el tanaceto?
—Bueno, sí. En los países bajos, quizá. En los países altos, es una
invitación a cantar tirolés.
—Dijiste que es mi boda. Dijiste que podía tener lo que fuera que yo
quisiera.
Debió haber sido la discusión, porque Rafe rara vez se sentía de este
modo fuera de una pelea. Ingenioso. Resuelto. Poderoso. Consciente de
todo al mismo tiempo. El rubor de pétalo de rosa en su piel contra su
blanco vestido. La pulcritud de su muñeca haciendo contraste con los
enredados tallos de las flores. La brisa que atrapaba un mechón rizado de
su cabello y lo giraba en un baile. La delicada dulzura de las violetas.
Dioses, sálvenme.
Rafe dijo:
84
Página
—Es el perro.
Los truenos distantes volvieron a resonar. Solo que esta vez, el trueno
ya no estaba tan distante y el castillo estaba incluso más lejos.
—Una torre de vigilancia, una vez —dijo ella—. Ha sido usada para
almacenar lúpulos6 durante los pasados cientos de años. Pensé que esto
sería de más ayuda para Ellingworth.
—Ahí. ¿Le ajustará? Lo jalaremos de vuelta al castillo una vez que deje
de llover, luego almacenaremos esto en la cochera. De esta forma, los
sirvientes pueden llevarlo a caminar.
Clio frunció las solapas y tiró del abrigo más apretado a su alrededor.
La cosa debía pesar cuatro kilos, al menos. La lana todavía estaba cálida
con el calor de su cuerpo. Pero la mejor parte era cómo olía, intensamente
maravilloso e intensamente Rafe. Inhaló profundamente, respirando a
escondidas los aromas a café, piel, aceite de gaulteria. Y ese vago
almizcle que era exclusivamente suyo. Ella nunca antes había estado tan
plenamente envuelta por el aroma de otra persona. Se sentía íntimo de
algún modo.
Se rio de sí misma.
Ella dijo:
—Aceptable.
—Sí. El Castillo Twill está un poco lejos de Londres, pero solo aquí en
Kent podemos vender nuestro producto a innumerables bares. Hay
abundante espacio de almacenamiento bajo el castillo.
—Bien. —Puso los ojos en blanco—. Como quieras. Son bodegas. Y son
perfectas. El plan completo es perfecto. Incluso tú debes admitirlo.
Durante los últimos ocho años, ella había estudiado no solo etiqueta
extranjera y acontecimientos mundiales, sino también noticias agrícolas y
administración de fincas. Su madre aseguraba que todo era en aras de
convertirse en la novia perfecta. Ella debía estar preparada para conversar
con su marido sobre cualquier tema que pudiera interesarle o concernirle.
—¿Y piensas que una mujer no puede dirigir una fábrica de cerveza?
¿O es solo que no crees en mí?
—Sé que la hay. Por eso quería que firmaras los documentos de
disolución. Si vamos a empezar a producir cerveza el próximo año,
necesitamos comenzar a construir ahora. Eso significa que necesito mi dote
sin cargas y cuanto antes mejor. El arquitecto no comenzará los planos sin
pago.
—¿Cómo es eso?
Perfecta.
—Quiero decir lo que estoy diciendo. —Él puso las manos en sus
hombros, volteándola para enfrentarlo—. Mírame.
90
Página
Lo miró. No fue fácil. Él estaba tan cerca y era tan grande. Tuvo que
inclinar la cabeza hacia atrás, exponiendo la longitud vulnerable de su
garganta al frío aire húmedo. Su pulso latía como un conejo indeciso.
—Sé que ha sido una larga espera —dijo él—. Sé que hay chismes.
—Sobre todo —dijo él—, sé lo que se siente ser el caballo negro. Tener
a todos apostando contra ti, descartándote. Y sé la reivindicación que
sentirás cuando finalmente ganes. Cuando camines por el pasillo en tu
gran vestido con volantes, del brazo de uno de los hombres importantes de
Inglaterra, y todas esas malas lenguas chismosas se convertirán en cenizas.
Créeme… —Sus manos grandes apretaron los hombros de ella—. El triunfo
es dulce. Es tan malditamente dulce.
Sus ojos verdes eran casi negros y su voz era tan sincera. Y una
profunda y solitaria parte de ella quería creerle.
—Lo sé. Soy un estúpido bruto sin educación. La próxima vez, habla
lentamente y usa palabras más pequeñas.
—Puedo explicarlo.
—…y tu perro…
—No es mi perro.
—¿Qué concluirían?
93
Página
Capítulo 6
—¿A
mantes? —preguntó Rafe.
—Está por todo nuestro alrededor —dijo ella, subiendo los pocos
escalones que faltaban hacia el segundo piso—. Solo mira.
—Es algo encantador, ¿no crees? —Ella trazó un corazón con la punta
de su dedo—. Tantas parejas a través de los años. Me pregunto quiénes
fueron todas ellas.
—No tallas nada en piedra. —Ella negó con la cabeza—. Por supuesto
que no.
La miró, molesto.
Él soltó una risita. Maldición. Era lista. Y quizás no tan inocente como su
apariencia sugeriría. Aun así, jamás podría predecir el tipo de
pensamientos que se removían en su mente en este momento.
Sostenerla.
Protegerla.
Más.
—Piers —dijo él—. Piers sería el tipo de tallar tus iniciales en el muro,
junto con las suyas.
—Bueno, ese soy yo. —Le dio a sus hombros un empujón juguetón—.
He pasado años perfeccionando estos reflejos. El amor puede dar todos los
golpes que quiera, pero siempre me las he arreglado para esquivarlos.
—Hasta ahora.
La verdad era que Rafe dudaba que el amor lo atrapara alguna vez.
Perdía el interés en las cosas con demasiada facilidad. Siempre había sido
de este modo. Sus estudios, tareas, clubs… también amigos y amantes.
Luchar mantenía su cuerpo y buen juicio ocupados porque el desafío
cambiaba en cada encuentro. Era la única ocupación que había
conseguido capturar y mantener su fascinación.
—Imposible.
96
Página
—No es imposible. Él debió haber cambiado en este tiempo que
estuvo lejos. Yo también he cambiado. Me he vuelto mayor y he crecido…
Bueno, solo he crecido. —Su voz se hizo más baja—. He ganado peso
desde la última vez que él me vio.
—En ocho años, no has respondido ninguna de mis notas —dijo ella—.
Jamás has devuelto ninguna de mis llamadas. Hasta que te apareciste
aquí, no habías aceptado ni una sola de mis invitaciones. E hice muchas.
Rafe había asumido que ella hacía el esfuerzo por obligación. ¿Por
qué otra razón una dama trataría al separado y desprestigiado hermano
de su prometido de tal modo? Todos esos saludos en fiestas, deseos de feliz
cumpleaños, invitaciones a cenas familiares… Tuvieron que ser mera
obligación, había razonado él. A lo mucho vinieron de una esencial dulzura
en su carácter. Perturbarla con respuestas no deseadas parecía una forma
mediocre de regresarle el gesto.
—En serio.
Dios, sí. Por favor. Suficiente con este concurso de parloteo. Dame
algo que hacer.
Maldito infierno.
Cuando sus labios tocaron por primera vez los de ella, Clio estaba
segura de que había habido algún error.
Y dulce. Tan dulce. Su boca rozó la de ella, una y otra vez, cada beso
un poco más persistente que el último. Una nube de aliento y anhelo se
formó entre ellos. Su propia pequeña y secreta tormenta.
Tan real.
Página
Para su sorpresa, él no la presionó para más que besos. No la acarició
o la tocó en ninguna de las formas que las chicas buenas eran advertidas
que los chicos malos tratarían de hacer. Oh, podía sentir el poder pulsando
por su cuerpo, la necesidad enrollarse caliente y tensa en sus músculos. Él
quería más. Quería todo.
—Soy un bastardo.
Su barbilla se agachó.
—¿No?
—Debería haber superado esto para ahora —dijo él—. Pensé que lo
había hecho, maldita sea.
—¿Besarme?
Clio no sabía bien como tomar esto. Rafe la deseaba. La deseó por
años, pero no porque la encontrara especialmente deseable y atractiva.
La deseaba porque pertenecía a Piers. Aparentemente, ella podía ser un
rostro de troll repugnante y abultado y no le importaría. Todavía querría
besarla por horas en la lluvia.
—Me besaste.
¿Nada? Para él, tal vez. Pero ese beso no se había sentido como
nada para ella.
Clio lo sabía. Había una razón por la que había sido conocida como
la debutante más afortunada de su temporada. Porque no solo se había
convertido en la prometida del soltero más codiciado de la alta sociedad,
sino que todos sabían que ella no habría tenido ninguna oportunidad con
él si sus padres no lo hubieran arreglado años atrás. Si hubiera tenido una
temporada normal, podría no haber sido besada en absoluto.
—Sé que solo ha sido una cuestión de meses desde que murió, Rafe. Y
has estado solo. Cuando mi propia madre murió, habría estado perdida sin
mis hermanas. —Ella se impuso—. ¿Quieres hablar?
—No.
104
Página
—¿Estás seguro? A veces ayuda.
Dolor secreto.
Clio podía verlo. Y tal vez —solo tal vez—, si lo mantenía aquí un poco
más, empezaría a admitirse eso a sí mismo.
O
lvidemos que alguna vez sucedió.
No había ayudado.
Lo peor de eso era que más bien le gustaba Clio enojada. Se paraba
un poco más alta, subiendo su barbilla un poco más arriba. Sus ojos tenían
fuego. Si él hubiera sido su entrenador hacia un combate de boxeo, habría
estado sintiéndose seguro.
—La señorita Whitmore está lista para ser deslumbrada —dijo Rafe,
mirando en su dirección—. Ella me lo dijo. El otro día.
Buen Dios.
—Ambas.
—Sí —dijo.
Ante la mirada de Rafe, ella extendió sus dedos para revelar una
nueva figura. La apertura arqueada en el centro se adaptaba,
precisamente, a las proporciones de la vidriera de colores delante de ellos.
Clio rio.
—Y un ramo. —Bruiser arrancó las flores del jarrón y las puso en sus
manos—. Justo aquí.
—Están goteando.
Daphne dijo:
—No sé dónde piensas ubicar una orquesta en esta iglesia —dijo Clio
desde algún lugar bajo su mantel.
—Yo… eh…
Phoebe asintió.
Tan pronto como hubo dicho esto, un rayo de luz se coló por la
ventana de vitral sobre el altar. Una columna de oro luminoso e impotente
envolvió a Clio en su calidez. Su claro cabello brillaba. Su piel resplandecía.
Sus ojos azules tenían la profundidad e intensidad del lapislázuli. Incluso el
estúpido mantel de encaje fue transformado en una cosa de delicada
belleza.
—¿Qué pasa? —Clio los miró—. Todos están viendo. ¿Me ha crecido
una segunda cabeza?
—Es un grillete con bola, ¿ven? —Se rio, mostrando el grillete y los
eslabones de hierro—. Eso es lo que a esta boda le está faltando.
—Debo irme. —Con una brusca reverencia hacia las damas, se volteó
para hacer su salida—. Ocúpate del perro mientras no estoy —le dijo a
Bruiser.
Él no se giró.
116
Página
Capítulo 8
—¿A
dónde dijo Lord Rafe que se iba de nuevo?
—Ordené más carbón —dijo Clio—. Eso debe ser lo que llegó. Este
castillo es tan ventoso, incluso en el verano.
¿Cervecería Twill?
—Desde que Lord Rafe está fuera, estuve pensando que deberíamos
usar esta mañana para el decimoctavo punto en mi lista.
—¿Qué, querida?
Oh, querida.
119
Página
—Phoebe, querida. Eso es muy amable de tu parte, pero estoy segura
de que no es necesario.
—Si Clio tiene alguna pregunta, puede venir a mí. Soy una mujer
casada ahora.
—Sí, pero estás casada con un inglés. Y como el Sr. Montague nos ha
recordado en los jardines, Lord Granville ha estado viviendo en el
continente desde hace algunos años. Si va a mantener a su marido
satisfecho, Clio también tendrá que ser muy versada en los caminos de las
mujeres continentales. Fui capaz de localizar un par de libros en francés.
Estaban ilustrados.
Malos modales o no, Clio puso el codo sobre la mesa. Luego enterró
la risa en su palma.
—De verdad.
—Sí, pero no fueron muy útiles. Y las palabras que usan son ridículas.
Todo esto habla de pliegues y barras y botones. ¿Estamos copulando o
cosiendo cortinas?
En ese momento, Clio se alegró de tener una excusa para reír en voz
alta.
—Al final, tuve que hacer una referencia cruzada con mis compendios
de flora y fauna.
cabeza.
Página
—No vamos a tener esta conversación, gatita. El marido de Clio será
la mejor persona para instruirla en la… eh…
—Bueno, Lord Rafe —dijo Clio. Porque parecía que algo debía ser
dicho y la había dejado en desventaja—. Ha regresado.
—He regresado.
—¿Qué es?
—No.
Esto era lujuria y ella entendía el poder de ello ahora. Cada parte de
su cuerpo tamborileaba con deseo.
Sabía que nada más podía salir de ello y aun así, de algún modo, ese
conocimiento hizo poco por reprimir sus imaginaciones. Sino todo lo
contrario.
—No puedo imaginar cuál podría ser tu gran secreto. Ya nos hemos
decidido por el lugar, reunido con el pastor y planeado el desayuno para
esta boda imaginaria que nunca tendrá lugar. Hemos discutido
banderines, gaita, pavos reales en el jardín…
—¿Solos?
Oh, Dios.
124
Página
Él abrió las puertas del salón de música de golpe. Clio estuvo aliviada
de ver de un vistazo que estaba lleno de gente. No estaban demasiado
terriblemente solos.
—Cuarteto de cuerdas.
—Yo…
—¿Después de qué?
—Hay más.
—Oh, mi dios.
—Oh, Rafe.
—Solo les dije que envíen lo mejor —dijo Rafe—. No sé una maldita
cosa acerca de ese lenguaje de las flores.
—No importa.
Decían: Me importa.
Fuera lo que fuera, ella temía que pudiera estar funcionando. Por
primera vez desde que la idea de los planes de boda había sido tramada,
se encontró sintiendo un toque de entusiasmo de novia. ¿Caminar por el
pasillo de la capilla frente a todos sus amigos y familia, flotando en una
nube de brillo de cuerdas de arpa y agarrando dos docenas de perfectas
flores de invernadero…?
—Seguramente, debe haber una flor o dos que te gusten —dijo él.
—Ven a ver.
Pasteles.
—Se desperdiciarán.
Ella lo miró.
—No, gracias.
—¿De verdad?
—Entonces deja que Daphne, Phoebe y Teddy elijan por mí. O hazlo
tú. El pastel es para los invitados, no para la novia.
—Tú lo hiciste.
—Solo lo que son descritos para ser. Cuando comes pastel, haces
sonidos.
Él asintió.
Todo.
—Mmm.
—Lo digo en serio. Nadie podría probar este pastel y fallar en hacer
sonidos de pastel. Tú pruébalo. Ya verás.
—Prueba el pastel.
Ella se movió más cerca y él dio un paso en retirada. Por fin, ella lo
tenía a él a la defensiva.
—Oh, tú.
Ella arremetió una tercera vez, pero sus reflejos eran demasiado
rápidos para ella, como siempre. Él no solo esquivó la cucharada de
pastel, sino que atrapó su muñeca, prohibiéndole golpear otra vez.
—Es todo —dijo él, llegando hasta un pastel adornado con fresa por
algo de munición propia—. Esto está sucediendo. Ahora es real.
Ella se lanzó hacia el lado, pero él era demasiado rápido para ella.
Glaseado salpicó su cabello y rostro, como metralla azucarada.
—Es mío.
134
Página
Capítulo 9
C
uando Clio se dobló, el corazón de Rafe dio una patada
en sus costillas.
¿Qué podría haber habido en ese pastel? ¿Un tenedor? ¿Un cuchillo?
Zaz.
No eran los pasteles lo que ansiaba. Era esto. Esta cercanía. Esta
suavidad. Esta dulzura que no venía de azúcar hilada y algodón de
azúcar, sino de ella.
136
Página
Solo de ella.
Pero ella era tan preciosa y fresca; y no solo dulce, sino la perfecta
suma de tarta. Su pecho tembló con risa y sus pechos bailaron bajo su
pecho. Maldición, él no se había reído así con nadie en años. Tal vez
nunca lo había hecho.
—Rafe…
—Hay algo aquí también —mintió. Pasó su lengua por su pómulo. Era
más deliciosa que cualquier glaseado. Más tentadora que cualquier
pastel.
137
Página
—¿Eso es todo?
No lo es.
No es tuya.
—Yo…
—No tengo que estarlo. —Ella luchó por una posición sentada—.
Podría no estar comprometida con un trazo de la pluma.
—¿Qué es?
Él maldijo.
—Oh, caray.
139
Página
Bueno. El pastel de ciruela había estado allí, en el suelo.
La imagen era tan cómica: el rostro aplanado del feo bulldog viejo,
olfateando sobre el plato vacío.
—No sé. —Se sentó y arponeó sus manos por su cabello—. Podría
serlo. Nunca lo he escuchado antes.
—Más le vale. —Rafe solo agitó más fuerte—. ¿Me escuchas, sorda
cosa vieja? Maldito seas, perro. No te me mueras ahora.
—Por supuesto.
—Rafe, mírame.
Era tarde y todos los demás se habían ido a la cama horas atrás. Pero
Rafe permanecía encerrado en la habitación con Ellingworth, por lo tanto,
Clio aún estaba sentada aquí.
Durante el curso del día, había encontrado una hora libre para darse
un baño y cambiarse sus ropas manchadas con pastel. Al menos el caos
del accidente de Ellingworth la había salvado de hacer explicaciones para
eso. Todo lo que había necesitado hacer fue levantar las manos y decir: “El
perro” y todos habían parecido satisfechos.
—Las buenas noticias son que le han dado una dosis de algún
purgante. El anillo debería —Él se aclaró la garganta—, aparecer dentro
de unos pocos días.
—Sea como sea, Rafe. Nunca pondré ese anillo en mi dedo otra vez.
—Lo lavaremos.
—No por donde ha estado —dijo ella—. Bueno, en parte por donde
ha estado, pero sobre todo, porque no me casaré con Piers.
Él suspiró.
bien.
Página
—Sí.
—¿De nuevo?
—Nada sobre lo que emocionarse. Correcto. Esa eres tú, Clio. Hazme
un favor, ¿lo harías? Dile eso a mi…
—¿A tu qué?
—Nada. No importa.
Maldito.
No puedo dejar que algo salga mal bajo mi cuidado. No he tenido otra
Página
opción más que tomar las responsabilidades de marqués en su ausencia.
Pero cuando mi hermano venga a casa, tengo la intención de entregar
todo en la misma condición que lo recibí. Entonces he terminado.
—Oh mi Dios.
—¿Qué?
—Eso es. —Ella se volteó hacia él—. Soy el perro. Por eso te has metido
en todos estos problemas. Es porqué estás tan empeñado en mantenerme
comprometida. En tu mente, soy el perro. Pertenezco a Piers y no estás
demasiado unido a mí, pero no quieres que algo salga mal bajo tu
cuidado. Necesitas entregarme en la condición que me recibiste.
—Clio, espera.
145
Página
Ella apretó su mano libre en un puño. Cómo despreciaba esas
palabras. Eran el total de su vida, esas dos palabras: Clio, espera.
—Bien podría serlo. Soy una fiel cosa pequeña babeando que quieres
mantener viva, así Piers puede venir a casa y darme una palmadita en la
cabeza. Quizás, lanzarme una galleta.
—¿Dejarás de seguir con lo del perro? —Él se cubrió los ojos con una
mano—. Es tarde y no estoy diciendo las cosas bien. Pero si de algún modo
te has formado la impresión de que no te veo como una hermosa mujer
inteligente y notable, necesitamos aclarar eso de inmedia…
—Mi pasado es irrelevante. Sí, tal vez Piers pudo haberse casado con
una dama más elegante y más dotada. Pero nunca podrá encontrar a
una mejor. No lo sabes, Clio. La gente tira las palabras “fiel” y “bondadoso”
como si fueran cualidades comunes. Pero no lo son. Son tan raras. Un
hombre podría buscar en el mundo y no encontrar a otra tú.
—¿Mi conveniencia?
Ella sacudió su cabeza. ¿Quién era esta perfecta y virtuosa mujer que
él estaba describiendo? Ciertamente, no Clio. Cada vez que él la había
besado, ella le había correspondido. Y había pasado horas soñando este
momento. Estar a solas con él, de noche. En su recámara. Con sus grandes
y capaces manos por todo su cuerpo.
147
Página
Quizás él no entendía eso.
Ella avanzó hacia él, ubicando sus manos contra la ancha extensión
de su pecho.
Él contuvo la respiración.
—No lo vas a hacer. No vas a hacer nada. Esta vez, yo haré todo.
Tampoco Clio. Ella había nacido en una familia amorosa, pero era la
familia incorrecta para abrazos. Daphne daba abrazos superficiales:
abrazo flojo, unos golpecitos enérgicos en la espalda y listo. A Phoebe no
le gustaba ser abrazada para nada.
Pero había algunas cosas que Clio amaba más en su vida que un
cariñoso abrazo. Era buena en ellas también. Pasó sus palmas de arriba
abajo por su espalda, persuadiendo la tensión de sus músculos.
148
Página
—Podrías devolverme el abrazo —dijo.
—No lo arruinaste.
Podía fingir todo lo que quisiera que no estaba haciendo luto. Clio lo
sabía. Recordaba la manera en que él había lucido cuando llamó a la
Casa Granville poco después de la muerte del marqués. Su rostro había
lucido las marcas de una brutal golpiza, pero sus ojos mostraban que su
verdadero dolor estaba muy dentro. Ella deseaba haber tenido el coraje
de abrazarlo entonces.
—Detente.
Amaba saber que tenía este efecto en él. Este era Rafe Brandon, uno
de los hombres más feroces, fuertes y aterradores de Inglaterra. Y ella, la
señorita Clio Whitmore, lo tenía de rodillas.
Sí.
Lo quería a él.
—Rafe.
—Hola.
Oh, no.
Y no se veía contento.
151
Página
Capítulo10
A
leluya.
Ahora tendría que ser llamado por el villano que era. Podía renunciar
a toda la farsa del planeamiento de boda. Le permitiría a Sir Teddy darle
un tiro a las primeras nieblas del amanecer… y si resultaba muerto,
mutilado o simplemente desgraciado, se escabulliría. Desaparecería de la
felicidad futura de Clio y Piers, para siempre.
Bien.
—Tome estas.
152
Página
Rafe solo se quedó mirando al hombre. ¿Era esto alguna parte del
código de duelo que nunca había aprendido? Pensaba que la bofetada
de un guante era la forma habitual de retar a un hombre, pero tal vez
había una nueva moda: entregarle botas.
Clio puso las manos sobre los hombros de Teddy y le dio la vuelta
hacia la puerta.
Por el pasillo, los gritos de Daphne estaban creciendo cada vez más
frenéticos.
—Oh, gracias a Dios. —Le echó los brazos alrededor del cuello a su
marido y lo besó en la mejilla.
Clio asintió.
Rafe resistió la tentación de sugerir ponerle al buen Sir Teddy una bola
y una cadena.
—¿Qué debería hacer con estas? —Rafe seguía sosteniendo las botas
en sus manos.
Ella asintió.
—No hay nada que hacer, además de dosificarlo con opiáceos todas
las noches. En ese caso, la cura sería peor que la enfermedad. Realmente
ha mejorado en el último año. Era más grave al inicio del matrimonio.
—Sí. —Su mirada se inclinó hacia un lado—. Sin embargo, por extraño
que parezca, le envidio esa dificultad.
—¿Por qué?
lo que has estado fallando en ver todo este tiempo, Rafe. Una boda es
Página
más que la organización del evento perfecto o tener todo lo que es mejor.
Se trata de dos personas prometiendo estar al lado de la otra a través de
todo lo que es peor. Es compromiso y amor incondicional.
—Eso no es justo.
Sabía que era injusto. Ella había sido demasiado joven y educada
para creer que no tenía otra opción. Luego, Piers la había dejado
colgando durante años. Y Rafe era difícilmente quién para hablar de
obligación social cuando se había alejado de todo.
—Lo dudo.
—Los vestidos. —Bruiser le dio un golpe en el brazo—. Ahí están tus dos
palabras. Los vestidos. Han llegado. Y son magníficos.
Al día siguiente, Clio se despertó temprano. Tal vez sería más exacto
decir que apenas durmió. Sabía que Rafe también estaría despierto
temprano. Siempre lo estaba.
—Por supuesto.
Clio sabía que su hermana tenía un baúl lleno de cordel arriba, pero
se ponía nerviosa si pasaba más de unos pocos días sin adquirir más. En
158
Página
algún lugar de Yorkshire, había una fábrica de cordel que prosperaba solo
con la costumbre de Phoebe.
Caray.
Clio había temido que pudiera haber sido el caso y aquí estaba la
confirmación. Hizo todo lo posible para mantener la calma.
—Sí, lo hice. Nos habíamos quedado hasta tarde con el perro, para
estar seguros de que no sufría ningún efecto negativo por la torta. Luego
nos pusimos a hablar.
—Ya veo.
El día estaba bien. Por fin, la lluvia había cesado. Sí, el suelo bajo los
pies estaba fangoso, pero el sol estaba subiendo de manera constante en
el cielo. Clio echó hacia atrás la capucha de su capa para tomar la
calidez del sol.
Seguro.
Clio mantuvo esa mano entre las suyas mientras caminaban por un
sendero entre un campo de cebada por un lado y tréboles por el otro.
160
Página
—¿Qué opinas del lugar?
—Porque te invitaría.
—No saludó.
—Sí, lo hizo.
162
Página
—Levantó una mano. No la movió de un lado a otro. Eso no es
saludar.
—He estado trabajando por un par de horas. —Miró por encima del
hombro—. Creo que en su mayoría está terminado.
A medida que se movían a través del bar, ella podía oír los susurros.
—Lo vi pelear una vez, sabes. En Brighton. Hizo una exhibición para el
regimiento justo antes de que nos enviaran a la península.
Hizo lo que le pidió Phoebe y ella sacó las manos hacia abajo,
ensanchando sus dedos para revelar una red de cadena en la forma de
un castillo. El trozo de cuerda que Rafe había agarrado se había
convertido en una torre que se elevaba en el centro y había torretas en
cada lado.
—Mejor así —dijo Rafe—. En la pared, solo sería una cuerda. Phoebe
es quien lo hace especial.
Su frase no parecía tener mucho efecto sobre Phoebe, pero tomó por
sorpresa a Clio. Un punto sensible latió en su corazón. Igual que un dolor de
muelas, solamente que yendo un poco más abajo.
—¿Ah sí?
—¿Por qué no? Los campos de lúpulo podrían requerir una inversión
inicial, pero los agricultores tendrán un mercado listo para su cosecha.
166
Página
—Asumiendo que el cultivo no falle. —Él empujó un trozo de queso en
su boca.
Ah, así que se refería a darle una lección. Eso era más bien dulce.
Ridículo e innecesario, pero dulce.
—Te puedo decir cuál es cuál a simple vista. Esta es la cerveza oscura.
—Ella asintió enfrente de cada una—. Esta es la fuerte y la amarga. Pero no
voy a beber hoy.
—Es una taberna. Es, por definición, el lugar para beber. —Él empujó
la cerveza oscura hacia ella.
—¿Y…? —estimuló.
—¿De dónde salió todo eso? —preguntó. Pero sus ojos enunciaron
una pregunta ligeramente diferente. Preguntaban: ¿De dónde saliste tú?
Solo esperando.
—Sí.
—¿Por qué?
—Tengo una apuesta conmigo mismo. Para ver si puedo hacer que te
vuelvas de diez tonos de rosa.
—No espere el rey —le dijo el hombre más cercano a ella, mirando
por encima del hombro a las cartas en su mano.
—¿Qué demonios está mal con ella? —dijo un hombre al otro lado de
la mesa—. ¿Es medio idiota?
—Tiene más ingenio que tú. —El repartidor se volvió sobre el resto de la
baraja y revolvió a través de esta—. Está en lo correcto. Ningún rey de
diamantes. Si no se encuentra en la baraja, ¿dónde está?
172
Página
Capítulo 11
O
h, sí. Rafe podría matarlo. Podría demoler a ese pedazo de vil
escoria apestosa. Fácilmente. Con una mano.
—¿Sabes quiénes son estas dos damas? —dijo, tanto para informarle a
la escoria y para recordarse a sí mismo de mantener un poco de control
sobre la cortesía—. Ambas son sobrinas del conde de Lynforth. La señorita
Whitmore es la terrateniente local y pronto se casará con mi hermano, Lord
Granville.
Era más viejo ahora. Más sabio, esperaba. ¿Pero cuando se trataba
de escorias como esta? No menos furioso.
173
Página
Estaba más cerca de perder el control de lo que había estado en
años.
—Oh, sé quién eres, Brandon. Tuviste suerte en tu día. Pero todo eso
ha terminado ahora, ¿no es así?
—¿Es así? Veamos qué tienes, entonces. —El hombre se hizo sonar el
cuello y sacudió sus puños—. He estado en una o dos peleas. Acepto el
desafío.
—Así que los chismes son ciertos —se burló el borracho—. Estás
arrastrado por la corriente. Corriendo asustado.
—Dije, no peleo con aficionados como regla. Pero toda regla tiene sus
excepciones.
Rafe la oyó.
174
Página
Sus ojos nunca dejaron los del estafador de naipes, pero la oyó. Y a
pesar de que no podía tranquilizarla, no necesitaba preocuparse. Él sabía
muy bien lo que estaba en juego en esta situación; para ella y para él.
—Esto fue toda culpa nuestra por interrumpir el juego de naipes —dijo
ella valientemente—. Señores, tienen nuestras sinceras disculpas. ¿No es
así, Phoebe?
—Yo… Este…
—No lo creo. —Rafe liberó al hombre y cayó al suelo y yació allí. Justo
como la escoria que era.
Los tres salieron del pueblo sin detenerse o hablar, todo el camino
hasta que llegaron al camino rural.
—No es nada.
Ella sonrió.
Aceite de gaulteria.
178
Página
Se quedó inmóvil por un momento, teniendo en cuenta su efecto en
ella.
A veces, creía ella, era posible ver el futuro. Sin necesidad de cruzar
una palma con plata; ninguna bola de cristal requerida. Todo lo que
tomaba era el coraje de mirar hacia dentro de tu propio corazón y ser
honesto sobre lo que encontrabas allí.
Lo que ella vio hoy fue lo siguiente: Por el resto de su vida, incluso si
vivía para ver un centenar de veranos, cada vez que oliera gaulteria,
pensaría en Rafe Brandon. La calidez de su abrigo, el atisbo diabólico en su
sonrisa y la dulce forma en que la había besado bajo la lluvia.
—Mañana volveré para suavizar las cosas —dijo él—. Y le pagaré los
daños al dueño de la taberna.
Tan pronto como las palabras salieron de ella, se estableció una idea.
Su mente comenzó a girar más rápido que una rueda hidráulica.
—¿Un socio?
—Sí. Alguien que tenga una buena relación con los campesinos y
comerciantes. Alguien con un nombre conocido en los bares y tabernas a
lo largo de toda Inglaterra. —La emoción aumentó en su pecho y lo miró a
los ojos—. ¿Supongo que no conoces a alguien así?
—No.
180
Página
—Vamos, Rafe. Esto podría ser perfecto. Podríamos… Podríamos
llamarla “Devil’s Own Ale”9. Para hacer publicidad, podrías ir por toda
Inglaterra, perforando jarras en las paredes de las tabernas. Te daría una
parte de las ganancias.
—¿Quieres contratarme?
—¿Por qué no? En algún momento, tienes que iniciar una carrera.
—Pero…
Fin de la conversación.
9 Devil’s Own Ale: La traducción al español sería algo así como “La cerveza del diablo”.
Página
La mataría ver que eso le sucediera a Rafe.
—¿Cómo es eso?
Sacudió su cabeza.
—Leí los relatos de tus peleas, Rafe. Y no solo porque leía periódicos y
resultabas estar en ellos. Los buscaba. Leí todo sobre las treinta y cuatro
rondas en tu combate con Dubose. Las revistas relataban cada detalle sin
aliento. Cada golpe y moretón.
—Odio la forma en que la gente habla de ti. Incluso en ese bar hoy, la
forma en la que todos saltaron para abrir espacio y hacer apuestas. Como
si fueras una criatura inhumana destinada a sangrar y sufrir para su
diversión, ni mejor que un gallo de pelea o un oso para hostigamiento. ¿No
te molesta?
—Si estás buscando a alguien que te diga quién eres, puedo hacer
eso.
La ignoró.
—No, realmente.
—Bien.
—¿Estás excusándote?
—Woof.
184
Página
Capítulo 12
—S
al ya —gritó Daphne—. Ha pasado mucho
tiempo.
Golpe.
Golpe.
—No, yo… —Se dio cuenta de que estaba luchando por respirar,
componiendo sus palabras.
Entonces fue el grito de Clio lo que había oído. Su mejilla estaba roja y
sus ojos —bueno, el único que podía ver— se veía lloroso. Maldición.
Él bajó su voz.
—¿Golpes?
Su boca se torció.
—Sonidos sordos.
Oh, él vio.
—Yo… Eso es… —No tenía palabras. Ninguna que pudiera pronunciar
en voz alta.
Ojos, Rafe.
188
Página
El otro par.
Ella dijo:
—¿Dos veces?
—Sí, dos veces. —Hizo una mueca—. Gracias por echar sal a la herida.
—¿Por qué haría alguna broma? Pensé que estaba toda emocionada
por planificar la boda.
—Es más que suficiente por hoy. —Se volvió y arrastró los pies por el
corredor, en dirección a la entrada.
—No estás de mal humor, ¿cierto? —gritó Daphne tras ella—. Quería
ayudar, ya sabes. —Miró a Rafe, luego se encogió de hombros y sonrió—.
Me lo agradecerá después. Lo verás. De vez en cuando, todos
necesitamos un poco de motivación.
Motivación.
190
Página
Rafe se estaba sintiendo motivado. Para hacer precisamente qué, no
lo sabía. Pero estaba muy motivado de hacer… algo. Lo que fuera. Su
sangre tronaba a través de sus venas.
Golpe.
La voz de Rafe.
Se arrodilló a su lado.
—¿Así que es por esto que no comiste pastel ayer? —La tomó del
codo, estabilizándola—. ¿No puedes estar preocupada de que Piers te
juzgue por tus medidas?
Rafe maldijo.
—Mi madre quería lo mejor para mí. Y sé que Daphne tiene buenas
intenciones. Somos familia.
Ella no respondió.
—Pero yo…
—Muy bien —se las arregló para decir—. Ahora que has hecho tu
punto, puedes bajarme.
—Mi recámara está casi al final. Un poco más lejos. —A estas alturas,
estaba disfrutando mucho esto, deseaba estar a kilómetros de distancia—.
Ahí. La que está a la derecha. Cuidado con el marco de la puerta.
195
Página
Capítulo 13
S
anto Dios, esa cama.
—¿Puedes manejarlo?
—Lo siento.
… lo que parecían ser varios miles por venir. Buen Señor. ¿Las modistas
ganaban salarios por botón en estos días?
Oh Dios.
198
Página
Dio un paso atrás, examinó el nudo y lo encontró al final de los
cordones. Cuando atrapó la arandela entre el índice y el pulgar, sintió
como si tomara los hilos sueltos de su cordura. Un tirón y estaría
completamente desenredado.
La sacó de todos modos. Había ido demasiado lejos para hacer otra
cosa.
—Eso está mejor. Gracias. —Se volvió hacia él, con los brazos cruzados
sobre el corpiño de su vestido flojo—. Hasta esta semana, no había
probado un pastel en años. Es muy curioso, ¿verdad? Cómo si se te niega
algo una y otra vez, con el tiempo empiezas a decirte que no lo querías en
primer lugar.
—Mi madre siempre decía lo mismo. Era una niña buena. Sin
embargo, para una marquesa, no era lo suficientemente buena.
—Hay una posibilidad sólida de eso mismo. Soy su hermano, y soy uno
de esos hombres.
—Debido a que cada hombre tiene una mujer que fue su primera
fantasía adecuada. La primera en la que pensó, día y noche. La primera
que lo despertó de un sueño, duro y doloroso. —Él encontró su mirada—. Tú
eras esa mujer para mí.
Ella parpadeó.
—¿De verdad?
nada de esto.
Página
—Pero dijiste que era debido a Piers. Me deseabas porque estabas
envidioso de él y no tenía realmente nada que ver conmigo.
—Entonces… tú… ¿no estás atraído por mujeres rubias, de ojos azules,
de exuberantes curvas?
Cielos.
Oh, Dios. Tal vez todas sus confesiones simplemente habían sido
mentiras para calmar sus sentimientos. Había sido una tonta por creer que
él la encontraba irresistible. Aquí estaba, de pie al alcance de su brazo,
disfrutando la vista de su cuerpo medio desnudo…
Resistiendo.
—No.
Con una gran mano, él atrapó sus muñecas. Las presionó de nuevo en
el lugar y las sostuvo ahí, aprisionándola efectivamente en el pilar de la
cama.
—No te muevas.
—Estás esculpida como una diosa griega. —Su mirada se alzó para
atrapar la suya—. Y el infierno que es, tu cuerpo es la tercera cosa más
atractiva de ti. Justo después de tu mente ingeniosa y tu amoroso corazón.
Oh, ella ya quería más. Clio se reclinó contra el pilar de la cama para
sostenerse.
—Hazlo —dijo él, liberando una de sus manos—. Hazlo por mí.
—No hay nadie —dijo—. Nadie sabrá. Nadie verá. Haz lo que yo no
puedo. Solo por esta vez.
Ella asintió.
Las palabras la hicieron sonreír. Por una vez, no estaba siendo una
buena chica. Estaba siendo muy pícara y le gustaba.
207
Página
A él también le gustaba.
Por favor.
Ella tembló.
—Rafe…
Era lo más cercano que ella alguna vez había estado de ser valiosa.
—Clio, no podemos…
Anna.
Él se resistió.
—¿Qué es esto?
—Nunca hubieras sabido que estaba aquí. —Él ladeó su cabeza para
admirar el techo—. Este castillo es realmente algo.
210
Página
Capítulo 14
—D
ebemos discutir las esculturas de hielo —dijo
Daphne más tarde esa noche.
—¿Debemos?
—Eso terminó mal —dijo Phoebe—. Uno envenenado, otro murió por
daga.
—Arruinas todo.
Phoebe tenía razón. Nada bueno saldría de esto… esto lo que fuera
entre ella y Rafe. No podía llamarlo precisamente una historia de amor. La
palabra amor nunca se había pronunciado y no habían hecho nada tan
irreversible que no pudiera ser dejado de lado.
Él tenía que firmar esos papeles, sin demora. Simplemente debía. Para
aliviar su conciencia, nada más. Piers podría no haberla tratado con
cualquier particular ternura y tal vez su compromiso era una mera
formalidad, pero tenía que estar mal dejar caer tu vestido para un hombre
sin dejar de estar comprometida con otro.
—¿A esta hora? Qué misterioso. —Ella rompió el sello y abrió la carta—
. Es una invitación.
—Sí, pero esta vez será diferente —dijo Daphne—. Podemos decirles a
todos acerca de los planes de la boda. Entonces sabrán que está
sucediendo realmente en esta ocasión.
—Sí, pero es por eso que debes venir —dijo Daphne—. Así comienzas
a aprender cómo ocultarlo.
Phoebe lo consideró.
—No.
215
Página
Ya habían completado cuatro vueltas al perímetro de murallas del
castillo. No era suficiente. Rafe aún sentía la suavidad de ella aferrándose
a sus dedos. Todavía la saboreaba en sus labios. Todavía escuchaba sus
suaves gemidos y suspiros resonando en sus oídos.
Lo que había hecho con Clio esta tarde había estado muy mal.
Con los años, había aprendido a controlar sus impulsos, tirar sus
golpes. Pero cuando ella había dejado el vestido de encaje deslizarse por
su cuerpo, dejando al descubierto la ropa más fina que el diablo pudiera
tejer… Invitando; no, rogando por su tacto…
—Tienes que pedir más vestidos —dijo Rafe—. Los mejores. Unos que
encajen.
—¿Qué es eso?
217
Página
—Amor.
Rafe maldijo.
—Si la señorita Whitmore cree que Lord Granville la ama, todo este
esfuerzo podría ser diferente.
—Mi hermano es como nuestro padre. Los Granville están influidos por
las emociones de la misma manera en que los Alpes se mecen por la brisa.
¿Cómo se supone que voy a convencerla de que Piers está enamorado?
—No sé, Rafe. Pero hay un método de larga tradición que voy a
someter a tu consideración. Durante miles de años, los hombres lo han
utilizado con gran efecto. Se llama mentira.
—¿Una condición? —Sus cejas se fruncieron y Rafe casi pudo ver los
pequeños engranajes girando detrás de estas—. Es… —Ella bajó la voz—.
¿Es serio?
—Maldito idiota.
—Te prepararé para esto. —Él comenzó a patear las costillas de Rafe.
—Tu futuro está en juego aquí. Puedo salir y encontrar otro luchador,
pero tú eres todo lo que tienes. Y ya has luchado suficientes combates
para conocerte, si tienes alguna posibilidad de derrotar a Dubose, tienes
que quererlo. Tienes que querer más de lo que quieres cualquier cosa en
este mundo.
221
Página
Rafe cerró sus ojos y se vio a sí mismo en el suelo después de luchar
con Dubose. Ojos picando, cabeza dura. Su visión borrosa por el sudor y la
sangre. La multitud alrededor de él cantando y pidiendo que el árbitro
contara los últimos momentos de su reinado como campeón.
¿Enamorado de Clio?
Pero nada podría venir de eso. Rafe era solo un poco de emoción
para ella y su toque solo podía significar la ruina para Clio. Había hecho su
reputación y ahora tenía que vivir con ello. Lo más peligroso de todo, ella
tenía una manera de destruir su control duramente ganado.
223
Página
Capítulo 15
E
n la biblioteca media hora más tarde, Rafe miró con nostalgia la
botella de cristal de brandy. Podría haber necesitado un trago
fuerte en este momento. Pero para lo que fuera que Clio quería
hablar, tenía que mantener la cabeza clara.
—Yo…
Incluso una vez que se hubo levantado de la silla, no sabía qué hacer
con sus manos. Siguieron queriendo ir en su dirección.
224
Página
Se cruzó de brazos y las guardó estrechamente. Tenía que contenerse.
Dijo:
—Muy bien —dijo Bruiser, con ese acento petimetre afectado—. Pero
por supuesto, lo haremos.
—Tal vez no, pero todos ellos quieren lores. No importa lo que hayas
hecho en tu vida, siempre serás el hijo de un marqués. Nacimiento y linaje
son todo para la alta sociedad.
Sí, el nacimiento y el linaje eran todo para la alta sociedad. Y esa era
precisamente la razón por la que Rafe los despreciaba. Preferiría ser
juzgado por sus logros.
—Debemos. Rechazarlo.
Con una maldición, Rafe salió al pasillo, girando justo a tiempo para
ver a Clio dirigirse a la biblioteca.
La siguió dentro.
—¿Tiene que ser ahora mismo? Tengo que escribir esta respuesta, si no
te importa. El mensajero ha estado esperando durante una hora. —Se
sentó ante la mesa.
—Por supuesto que entiendo. —Ella suspiró, y luego dejó que la pluma
hiciera ruido en el papel secante—. En realidad, no entiendo en absoluto.
Durante ocho años, he llegado a ti con una invitación tras otra. No sé
cómo puedes decir que nadie te quiere en estas cosas. Yo te quiero en
estas cosas. Siempre lo he hecho.
vestido con un frac negro y brillantes botas altas? ¿Que quedara de pie en
Página
la parte superior de la escalera, ser presentado a la sala como Lord Rafe
Brandon de Somerset? ¿Que te buscara en la habitación llena de gente y
me dirigiera a ti? —Se rio entre dientes—. ¿Pedirte un baile?
Bien, maldición.
Así que eso era exactamente lo que había estado esperando que
sucediera. Y ahora se había burlado de ella por atreverse a pensarlo.
Odiaba hacerle daño, pero tal vez era lo mejor. Esa pequeña escena
que se había imaginado nunca iba a ocurrir. No podía.
—Tienes razón. Sé que no es cierto. Y eso hace que duela aún más.
—No te pediré que asistas al baile. Sin embargo, deberás firmar esos
papeles de la disolución antes de que me vaya.
—Oh, adoro los juegos de salón —dijo Daphne—. Son todos tan
perfectamente malvados. Si no tienen besos, hay que andar a tientas con
los ojos vendados o sentarse unos en el regazo de otros.
229
Página
—Estaba pensando en un juego de salón en particular. Lo aprendí
durante mi tiempo en el continente —dijo Montague.
Clio dijo:
Pero Clio estaba cansada de pensar en Rafe y Piers. Por una vez,
estaba lista para hablar de sí misma.
Daphne gimió.
230
Página
—Que sea un poco menos obvio.
—Eso es… bueno, maldita sea. No sé qué decir a eso. Excepto que
estoy un poco apenado.
Maldición.
—Lord Rafe, ¿está diciéndonos que presenció ese beso con sus
propios ojos? —Daphne no se molestó en ocultar su escepticismo.
—Cambié de opinión.
—¿De verdad?
233
Página
Cambourne no tenía nada más que decir. Tampoco nadie más.
—¿De Clio?
—Sí, de Clio.
Daphne se rio.
C
lio esperó hasta la medianoche.
Era el momento.
Contuvo la respiración…
Y lo giró en la cerradura.
Clic.
Y moviéndose.
—Clio.
—¿Sí, Rafe?
—¿Clio?
—¿No es obvio?
Oh, su rostro. Clio deseó ser mejor dibujante, así podría haber
conservado esa atónita mirada para siempre.
—No. Los llaman así por no importarle la virtud de una dama y arruinar
sus posibilidades de ser feliz. Mi vida está en juego. Y tú me mentiste.
—Dije que Piers te ama. ¿Por qué es tan malditamente difícil de creer?
—Eso no es posible.
Ella asintió.
Para ser justos, se suponía que ella estaba en su propia casa. Muy
bien. Él podría ser quien se fuera. No solo de esta recámara, sino del
castillo. Si fuera a ensillar su caballo en este momento, podría estar en
Southwark al amanecer.
—No, no particularmente.
Dios santo. Estaba duro como una piedra, duro como el acero y luego
estaba la firmeza de la erección actual de Rafe, la cual superaba
completamente su previa experiencia, sospechaba que podría ser de
interés para la ciencia.
La luz del fuego jugaba sobre su rostro, acariciando su mejilla con más
242
—¿Por qué?
Con él.
Dulce cielo.
La había besado varias veces y cada beso había sido mejor que el
anterior. ¿Pero ser besado por Clio? Este era un territorio nuevo,
inexplorado.
Con las mujeres, Rafe sabía que por lo general era solo un escape.
Cuando llegaban a su cama, las mujeres huían de algo. Expectativas,
decoro, aburrimiento, un matrimonio infeliz… a veces todo lo anterior. Por
eso había cortado los lazos antes de su última pelea. Había superado la
diversión de ser una especie de semental sexual al que las damas acudían
por un imprudente paseo salvaje. La próxima vez que comenzara un
affaire, se había dicho a sí mismo, sería con una mujer que no estuviera
huyendo de nada. Él quería una mujer que corriera hacia él.
—Dime por qué estás aquí conmigo. ¿Por qué estamos haciendo
esto?
No podía evitar sentirse abrumado. Su piel era tan suave bajo sus
dedos. Más suave que los pétalos, algodoncillo, nubes, sueños. Y en medio
de toda esta suavidad de ensueño, su pezón se acercaba a un apretado
nudo rojizo, simplemente rogando por atención.
Sí.
Tan.
Malditamente.
Bueno.
Y entonces ella lo besó con una dulzura que le dieron ganas de llorar.
Esto era todo lo que había soñado desde la edad de quince años. Era
tan apasionada, tan sensible a su toque. Y por mucho que quisiera entrar
en ella y gastar todo ese deseo frustrado durante tanto tiempo, quería aún
más lo que vendría después.
—Sí.
—No estés asustada. Seré cuidadoso. Voy a ser tan bueno contigo.
Ahora que la tenía en sus brazos de esta manera, nunca la dejaría ir.
El cajón superior.
Buen Dios. Estaba a centímetros del corazón de ella. Todo ese dulce
calor apretado.
249
Página
Capítulo 17
—L
os papeles —repitió.
—Por favor —rogó—. Solo tienes que firmarlos primero. Entonces soy
libre y no habrá dudas ni remordimientos.
Esto al fin iba a suceder. Ellos finalmente iban a suceder, ella y Rafe.
Clio se sentía como si hubiera estado esperando este momento, no por
días o años, sino toda su vida.
—¿Qué?
—Es por esto que viniste a mí en Southwark. Es por eso que has dejado
que te bese, te vea, te toque… Eres demasiado tímida para enfrentarte a
él y hago un villano conveniente.
¿Jamás?
—Ya no eres una niña. —Se inclinó sobre ella, apoyando las manos
sobre el colchón. Con una mano en cada lado de sus caderas—. Eres una
mujer. Veinticinco años, una señora de propiedad y fortuna. Podrías haber
roto este compromiso en cualquier momento. Escrito una carta hace
mucho tiempo. Pero no lo hiciste. Has puesto a tu familia a través de esta
farsa de una semana de planes de boda solo para ahorrarte una
conversación incómoda.
Ella dijo:
Clio no sabía nada de golpes bajos. Pero sabía que no podía dejar
que la conversación terminara así.
—Lo hiciste, ¿cierto? Dejaste que pusiera mis manos grandes y ásperas
por todo tu cuerpo.
¿Podía ser más egoísta? Estaba aquí confesando sus sentimientos por
Rafe, pero no estaba pensando en las emociones de Rafe en absoluto.
Y lo hacía.
Ella era una tonta por no haberlo visto antes. De eso se trataba esta
semana. No de la carrera de Rafe. No de su conveniencia.
Él cedió.
254
Página
—Simplemente no puedo tomar a su prometida. No después de todo
lo demás.
—Si solo fuera así de simple. —Luchó por levantarse en los codos—.
Tomé a su padre, Clio. Fui el responsable de la muerte del marqués.
Estudió la mesa.
—Pastel. Y cerveza.
Ella pinchó el pastel con el tenedor, jugando con las bayas del relleno
y haciendo reventar una en su boca. Cuando tragó, sus ojos se cerraron
involuntariamente.
Dulce chica.
—¿Qué sucedió?
Ella se rio.
—Lo supe enseguida —le dijo a Clio—. Él también. Tan pronto como
las palabras salieron, pude verlo en esos fríos ojos. Había cruzado una línea
y no habría vuelta atrás. Me dijo que saliera de su casa. Desde ese día en
adelante, fuimos extraños. Sin herencia. Sin hogar. Sin familia.
Ella tragó.
—¿El marqués?
Asintió.
Él sacudió su cabeza.
»El día que peleé con Dubose —continuó—, lo vi ahí. Y por primera
vez, pensé… si ganando por cuatro años consecutivos no lo impresiona,
¿qué haría el viejo si me veía perder?
—Y perdiste.
—Gravemente.
—Se fue a casa sin decirme una palabra. Esa noche, tuvo un infarto.
Ya sabes el resto. Nunca se recuperó. Muerto en una semana.
—Así que fui a la casa. Me paré junto a su cama. Estaba medio ido
ya, al parecer. Debilitado, confundido. He visto a muchos luchadores estar
mal, pero nunca había visto a un hombre pasar de indomable a frágil tan
rápidamente. No sabía dónde estaba o cuándo. Solo seguía diciendo: “mi
hijo”. Una y otra vez, “mi hijo, trae a mi hijo”. Yo… —Rafe aclaró la emoción
de su garganta—. Le dije que Piers estaba en Viena. No pareció entender.
—Tal vez lo estaba. Tal vez me amaba después de todo. Tal vez asistía
a todas esas peleas con la esperanza de que yo viniera de la multitud y
llegara a él. —Rafe soltó su mano—. Solo sé que después todo pareció tan
estúpido. Todos esos años de ser malo en todas las formas que podía
manejar, amontonando azufre en mi reputación diabólica solo para
molestarlo. Tanto orgullo obstinado y tiempo perdido.
—¿Eso crees?
—Tengo que creer eso. O de lo contrario lloraría cada vez que pienso
en los últimos ocho años.
Él pensó en eso.
No se molestó en negarlo.
—Dices que Piers no siente ninguna pasión por ti. Tal vez tienes razón;
honestamente, no lo sé. Pero él y nuestro padre eran tan parecidos. No
puedo dejar de lado la posibilidad de que mi hermano se preocupa por ti,
profundamente. En alguna reservada y distante manera Granville. Tanto
que perderte podría destrozarlo.
—Sé que desprecias que te indiquen esperar. Pero son solo un par de
semanas. Si quieres terminarlo, no me interpondré en el camino. Solo no
puedo ser quien dé el golpe.
Él dijo:
—No como un perro, como un luchador. Bruiser tuvo esta idea de que
deberíamos entrar en la planificación de la boda de la misma manera en
que él prepararía a un boxeador para una pelea de campeonato. Poner
tu cabeza en el ring, aumentar tu confianza. Así podrías imaginarte
victoriosa.
—Bueno, eso explica algunas cosas. Como los cumplidos. Y los besos.
Y esa ridícula mentira sobre Piers en mi debut. —Cubrió sus ojos con una
mano—. Tan embarazoso. Solo querías aumentar mi confianza. Y luego
esta noche yo…
264
Página
—Y luego esta noche casi estuviste arruinada. —Él apartó su mano de
su rostro—. Siempre te he deseado. Es una de las razones por las que
mantuve mi distancia. Eres malditamente demasiado tentadora y no está
en mi carácter resistir.
Seguramente no podía dudar sobre eso. Incluso si creía que Rafe era
capaz de engañar, tenía que haber sentido su lujuria por ella esa noche.
Cada caliente y firme centímetro de esta.
Por otra parte, considerando que había recibido nada más que
insultos casuales y abandono de su familia, compañeros y novio destinado
en los últimos años… hasta el punto de enfermarse de hambre… Rafe
supuso que un poco de conversación sucia y una incitación a mordidas en
partes blandas podrían no ser el gesto de confianza que ella ansiaba.
Maldición. Rafe nunca había sido ningún tipo de erudito, pero esta
semana, realmente había sido un idiota.
—Así que la gran boda de los sueños de cada chica —dijo él—,
donde flotas por el pasillo como un ángel y demuestras a todos los
chismosos que se equivocaron. Esa no es la victoria que quieres.
—No. No lo es.
265
Él asintió.
Página
—Entonces termina tu pastel y porter. Y veremos lo de hacerte más
fuerte.
266
Página
Capítulo 18
C
lio no tenía la menor idea de lo que Rafe tenía en mente.
Llevaron lámparas en mano y se movieron al salón, donde él
despejó las pequeñas mesas y sillas para hacer un espacio
abierto.
Ella se rio.
—Sé que no. Pero dale una oportunidad. El tiempo para la cortesía ha
terminado. Tienes que ser más ruda, Clio. Entender el poder en tu cuerpo y
cómo utilizarlo.
—Sí, lo hago.
Pero tenía que intentarlo. Rafe aseguraba que quería pagar sus
deudas con Piers. Sabía que su anhelo era mucho más profundo que eso.
Necesitaba una familia. Conexión duradera. Y si iba a tener alguna
posibilidad en ello, Clio no podía pedirle luchar sus batallas. Tenía que
aprender a tomar sus propios golpes.
—Bien. —Soltó sus muñecas y la rodeó para pararse detrás de ella. Sus
manos se movieron para ajustar su cráneo—. Ahora rueda un poco tu
cabeza de atrás hacia adelante. Estira tu cuello.
—Aquí.
Él chasqueó la lengua.
—No, así no. Te romperás el pulgar. —Él desplegó sus dedos y los hizo
un ovillo de nuevo, esta vez colocando su pulgar en el exterior.
Ella asintió.
Su frente se arrugó.
—¿Qué es eso?
—Clio…
—Muy bien —dijo, jadeante. Pero “muy” era una palabra demasiado
cortés. Esto era boxeo a puño limpio, después de todo—. Malditamente
bien. Malditamente bien.
Él sonrió.
—¿Cuál es ese?
El boxeo profesional era más que violencia bruta o rebelión para él.
Era un oficio que había trabajado por años para dominar. Tal vez incluso
271
un arte.
Página
—Gracias —dijo—. Por tomarte el tiempo para enseñarme.
Él levantó la almohada.
—Um… —Estaba sin aliento de todo el boxeo—. Oh, Dios mío. Piers,
Yo…
—No, no. Tu postura se fue mal. —La corrigió con sus manos,
colocando una palma entre sus omóplatos y la otra en su vientre—.
Recuerda, puedes hacer esto. No tienes diecisiete. Eres una mujer. Una
fuerte.
—Yo…
272
—Oh, muy bien. —Se arrojó en la silla más cercana y apoyó sus pies.
—Lo que has estado diciendo que Piers hará. —Él dobló sus manos
debajo de su cabeza—. Me prometiste que estaría nada más que aliviado.
Incluso encantado.
Ella suspiró.
—¿Ves? Cuando eres honesta contigo misma, incluso sabes que ese
no va a ser el caso. —Se puso de pie de nuevo—. Así que no va a decir
“estupendo”. Va a decir algo como… —Moduló su voz a un barítono
aristocrático—. Por supuesto que nos casaremos. Fue decidido cuando
éramos niños. Hemos estado comprometidos por años.
—Entonces tenía diecisiete. Poco más que una niña. No entendía que
tenía elecciones. Y ahora que lo hago… elijo de otra manera.
—¿Por qué?
Ahora ni siquiera importaba lo que ellos sentían el uno por el otro. Rafe
amaba a Piers. Quería la oportunidad de ser un buen hermano y Clio no
quería quitar eso. Así que fuera lo que fuera esto que compartían los dos…
Clio asintió. Él tenía razón, ella no quería pretender que eran otras
personas. Quería ser nadie más que ella misma y quería serlo con él.
Quería a Rafe.
275
Página
No porque era peligroso o indómito o malo, sino porque esto se sentía
tan correcto.
Oh, Dios.
—¿Q-Qué?
—No será tan malo. Esas cosas no pueden ser evitadas para siempre.
No si vas a tener tu debut la próxima temporada.
277
Página
—Nadie me va a cortejar. ¿Por qué debería tener un debut en
absoluto?
—No sabes cómo es para mí. —La cabeza oscura de Phoebe giró y el
mechón de cabello se deslizó de los dedos de Clio—. Lord Rafe, vas a venir
con nosotros mañana, ¿cierto?
—No es una buena idea. Hay una razón por la cual me fui de tu baile
de debut. Estoy fuera de mi elemento en esas cosas. Inquieto. Y cuando
me pongo inquieto… es cuando el diablo en mí se alza. Gente resulta
herida.
Él suspiró.
278
R
afe no durmió en toda la noche.
Y Clio.
No, este era el momento perfecto para irse. Después de haber hecho
todo lo que pudo y antes de que jodiera nada. Se había asegurado de
que su hermano tuviera la oportunidad de ganarla de regreso y, para ser
honesto, eso era probablemente más de lo que Piers merecía.
Ese día, cuando entró por la puerta casi a mediodía, la recepción fue
más tibia. Oh, un buen número asintió o gritó en su dirección. Pero el
estado de ánimo general en el lugar era incierto. Nadie sabía muy bien
qué hacer con un campeón vencido.
O'Malley se burló.
Rafe asintió
Disponible.
Y a partir de ahí, sería igual que todos sus otros encuentros. Rápido y
duro y, al final, poco satisfactorio.
—Rafe Brandon, bastardo poco fiable. —Salem Jones salió del cuarto
de atrás de la posada. En sus brazos, llevaba un pequeño baúl que dejó en
una mesa cercana.
—Creo que estás aquí por esto. —Jones dio unas palmaditas en el
baúl—. El resto está en la parte trasera. Déjale saber al camarero dónde los
quieres.
Rafe casi había olvidado las cosas, para ser honesto. Le había pedido
a Jones que guardara estos baúles para cuando saliera de las
habitaciones del Harrington. No quería el desorden en el almacén mientras
estaba entrenando.
Se rio para sus adentros. Justo cuando había tomado una decisión de
olvidarla. Ella lo había seguido, incluso aquí.
—Un momento.
Rafe se dejó caer en una silla, pidió otra pinta de cerveza negra,
envió una botella de vino a la “señorita” que iba a pasar la noche sola… y
luego hizo algo que no había hecho voluntariamente en años.
Se puso a leer.
Vamos a dar una cena el próximo jueves. Si no tiene otros planes esa
noche, sería muy bienvenido.
No obstante, Rafe leyó carta tras carta, nota tras nota, leyendo cada
palabra que ella había escrito, desde un saludo hasta una despedida.
Para cuando levantó la cabeza y se frotó los ojos somnolientos, el cielo
284
estaba oscureciéndose.
Página
Las notas eran tan cortas, tan inconsecuentes. Pero cuando se
miraban juntas, su peso era aplastante.
Ella había llegado a él, una y otra vez. Nunca dejándolo vagar muy
lejos. Lista para darle la bienvenida cuando fuera que decidiera aparecer.
Era tan irónico. De joven, nunca había sentido que encajara. Ahora,
entre mayor se hacía, más podía ver los rasgos de los Brandon que había
heredado. Cualidades como la ambición, el orgullo y la terca negación a
admitir cualquier sentimiento hasta que era malditamente muy tarde.
Lo cual era el por qué, ahora que finalmente había leído estas misivas,
no podía quedarse quieto por otro momento. Le debía una deuda más
grande que un baile. Incluso si no podía ser el hombre que necesitaba,
285
—No tan rápido. —La gran mano de Finn O’Malley palmoteó la suya—
. Si quieres eso de vuelta, tendrás que luchar conmigo por ello.
—Estará aquí.
—Son las once y media. Tal vez algo sucedió que cambió sus planes.
Ella había querido buscarlo más temprano ese día, asegurarse de que
verdaderamente asistiría. No quería que Phoebe estuviera decepcionada.
Pero él no había ido al desayuno y luego ella había estado demasiado
ocupada con sus hermanas, preparándose para el baile. Para cuando fue
a buscarlo a mediodía, él ya se había ido. Bruiser dijo que probablemente
la vería en el baile, pero quién podría saber la verdad.
Se les unió Sir Teddy, quien llevaba dos copas de ponche y Daphne,
quien las saludó con un delicado ceño fruncido.
—No.
—Déjala ser —dijo Clio. No estaba de humor para tolerar los cuidados
de Daphne.
Esta noche entera era un error y era culpa de Clio. Debería haber
protegido a su hermana. Phoebe no estaba lista para esto. Tal vez nunca lo
estaría.
—Es por su propio bien, Clio. Tiene que acabar con el hábito.
Ah. Esa era probamente la verdadera razón por la que habían sido
invitados aquí esta noche. Para proveer un poco de inútil especulación y
diversión. Una broma.
Sencillamente no le importaba.
Tal vez la habían desgastado. O tal vez los veinticinco eran una edad
mágica en la que una mujer entraba en posesión de sí misma. Cualquiera
289
Página
que fuera la razón, a ella verdadera y genuinamente no le importaba ni
una pizca.
Por ella.
—Señorita Whitmore.
—Lord Rafe.
Él era un bailarín muy capaz. Tenía sentido que lo fuera. Moverse con
coordinación y gracia era parte de su trabajo.
—También me lo pregunté.
Cuando ella no pudo soportar mirarlo —y cuán extraño era eso, que
mirarlo era lo que más quería hacer y, aun así, le costaba cada pizca de
coraje que pudiera reunir—, notó una sombra púrpura apenas visible en su
mejilla izquierda. Y sus llenos y sensuales labios estaban incluso más llenos
de lo usual en un lado.
Se encogió de hombros.
—No fue nada que no hubiera hecho diez veces de nuevo para llegar
aquí esta noche. Pero no puedo quedarme mucho tiempo. Solo vine a
darte el baile que debía. Y a despedirme.
—¿Despedirte?
—Por supuesto, pero… ¿por qué? Piers estará en casa dentro de una
o dos semanas. Querrás verlo y yo… —Su pecho se desinfló—. Simplemente
no entiendo por qué tienes que irte tan pronto.
Él sacudió la cabeza.
—Atenderías. —Se movió más cerca, hasta que ella estuvo a punto de
desmayarse con su calor y su aroma limpio y masculino—. Me dejarías
entrar, Clio. ¿No es así? No podrías rechazarme.
Él los detuvo.
Él no notó el cumplido.
—¿Por qué tu estómago está vacío? ¿No comiste antes del baile?
—Eso no…
—Respóndeme.
—Al desayuno.
—¿Aún no?
Dios mío. Clio nunca lo había visto llevar una expresión tan severa. Su
ceño fruncido podría haber partido una nuez.
—Hay un orden en estas cosas. Tal vez has estado fuera de circulación
por tanto tiempo que lo has olvidado. Pero no vamos en manada hacia el
buffet como si fuéramos gaviotas. Tomamos la cena de acuerdo a nuestra
precedencia. Empezando desde aquel con mayor rango hasta el menor.
Daphne lo corrigió.
Daphne sonrió.
Página
—Esta es la sociedad.
—Pero no lo harás. —Su profunda voz la hizo temblar hasta las plantas
de los pies. La rabia apenas controlada irradiaba de él—. No esta noche.
Cuando yo estoy por aquí, no esperas bailes. No te quedas con hambre. Y
seguro como el infierno que no vas al final de ninguna fila.
Por todos los cielos. Era una lucha no estar al borde del desmayo una
vez más. Pero no quería que esto fuera el final de su noche.
Golpe.
297
Página
Capítulo 20
B
ueno. Eso era todo.
Él también lo sabía.
—Le pregunté. Dijo que estaría más molesta si no iba detrás de ti.
—Si dejas estos establos sin mí, te seguiré. A pie. En la lluvia. Sin una
capa. Caminaré todo el camino a Southwark si hace falta. —Parpadeó
una gota atrapada en sus pestañas—. Así que si estás preocupado por mi
salud y bienestar, Rafe Brandon, mejor que…
Aun así… cuando dijo la frase "un cuarto para mi esposa", ella saltó
por la oportunidad de acurrucarse cerca de su lado.
Una vez que les habían mostrado la parte de arriba, él les dio órdenes
a las chicas de servidumbre.
Él se encogió de hombros.
—Sobre lo ocurrido. Rafe, solo quería darte las gracias. Eso fue
brillante. Todo.
—Es tu cuñado.
—Lo sé.
Su oscura mirada se trabó con la suya. Tan intensa, que la sintió desde
el otro lado de la habitación.
Pum. Su corazón se estrelló contra su caja torácica con tal fuerza, que
perdió el aliento.
—Disculpe, señor.
Oh, Rafe.
—Revisa el bolsillo.
Ella deslizó una mano por el bolsillo del pecho de su abrigo y alcanzó
algo dentro. Sus dedos se cerraron sobre un paquete de papeles.
Los papeles.
—No lo hiciste.
Él asintió.
303
Página
—Preparen una cena para mí abajo, si pueden. Bajaré en un instante.
—Pero no es eso por lo que vine al baile esta noche —dijo—. Quería…
Bajó su voz.
—Ya lo hice.
Y Clio no estaba molesta por ello ni un poco. Tal vez esto no era lo que
él había planeado, pero para ella era mil veces mejor que cualquier vals.
—Bueno. Para cualquier bien que te haga, ahora eres una mujer
independiente. Libre de ir adonde quieras y hacer lo que quieras.
305
Página
Capítulo 21
C
lio contuvo la respiración. Por un breve y terrible momento,
no pasó nada.
Ni siquiera un parpadeo.
—No. —Presa del pánico, presionó los dedos sobre sus labios, fruncidos
porque estaban al borde de destruirla—. No digas esa palabra. Tomaré
cualquier otra palabra que comience con “e”, pero no esa. Escribir,
enjuagar, estremecer, estrangular…
—Oh. Bueno, eso está bien. Y mucho mejor que cualquiera de mis
sugerencias.
Sí.
Ella lo sabía.
10Juego de palabras. En inglés, Clio se refiere a palabras que empiezan con “w”.
Continuando con ese juego, calentar se escribe “warm” en inglés.
307
Página
—No hay manera de evitarlo —dijo él, retrocediendo y yendo a la
cama—. Puede que no sea lo que querías, pero… Viniste detrás de mí bajo
la lluvia, toda mojada y temblando. Y debería haberte enviado de vuelta,
pero soy demasiado impulsivo para el bien de nadie. Especialmente el
tuyo.
—Rafe…
—Pero no hay forma de negarse ahora. —Hizo una pausa, con una
almohada en la mano, sosteniéndola como escudo—. No tienes opción.
—No.
—¿Estás segura?
Así lo hizo.
Ella se volvió hacia él, vestida con un traje húmedo y delgado como
un papel. Se aferraba a ella, pegado a cada curva, todo más que
translúcido. Santo Dios. Su mirada vagó de sus pezones endurecidos a la
dulce llamarada de sus caderas, con el triángulo de color ámbar oscuro
de la sombra que guardaba su sexo.
—Lo siento —dijo él. Necesitaba darse prisa con esto o ella agarraría
un resfriado—. ¿Por qué no haces el resto tú misma y te metes en la cama?
Terminaré y me uniré a ti.
Ella asintió y Rafe se dio la vuelta, dejándose caer en una silla junto al
fuego para poder quitarse las botas. Después de despacharlas, se levantó
y trabajó en el resto. En cuestión de segundos, se había quitado el chaleco
y la camisa, luego se quitó los pantalones. Sosteniendo sus ropas en una
bola frente a él, se volvió.
—¿Puedo…?
—Sí.
—¿Todo?
—¿Más cálida?
Ella asintió.
Una invitación.
—Confío en ti.
—Está bien. —Él la extendió más con sus pulgares—. Está perfecto. Eres
perfecta.
—Quiero esto.
—No pares. Amo esto. Te amo. Solo hay… mucho de ti para amar, eso
es todo. Sé paciente.
Se paciente.
316
Página
Cuando su clímax se rompió, también lo hizo su control. Empujó
profundo, esperando que su placer cubriera cualquier dolor.
Se dijo a sí mismo que fuera lento, fuera más amable. Tal vez debería
retirarse y terminar con su mano. Pero tampoco podía convencerse de
hacerlo. Había esperado demasiado por ella y había agotado cada pizca
de paciencia y todo lo que quedaba era esta necesidad pura e
implacable. Su inminente orgasmo era como un jinete en su espalda,
azotándolo más y más rápido.
Al final, decidió que una carrera a la meta era la forma más amable.
Ella aseguró sus brazos alrededor de sus hombros y cerró sus piernas en
la parte baja de su espalda. Y cuando se corrió dentro de ella, fue
vertiginoso. Alucinante.
Y dulce.
318
Página
Capítulo 22
L
a mañana trajo una irónica comprensión. Una que Clio estaba
curiosamente preparada para enfrentar.
—¿A menos que haya soñado todo esto? —Él lanzó una mirada
significativa hacia la cama—. Estoy bastante seguro de que debemos.
—Recuerdo.
—¿Bien…?
Pero a menos que fuera un actor muy bueno, también parecía estar
disfrutando de su cuerpo.
321
Página
Sus ojos recorrieron cada una de sus curvas. Mientras ella jalaba la
camisa por encima de su cabeza, dejó que sus pechos rozaran su mejilla. Él
contuvo el aliento en un siseo agudo.
—No.
Le ardían las mejillas. Pero Clio había propuesto este juego. No podía
desobedecer ahora. Así que miró.
—¿Cómo?
—¿Así?
—Ahora así.
—Clio. Dios.
—Ponte de pie —le dijo—. Abre las piernas y ponte a horcajadas sobre
mi regazo.
323
Página
Ella hizo lo que le pidió, trabajando rápidamente. Su media se
enganchó en la tapicería de la silla. No le importó.
Él jugó con su pulgar en círculos tortuosos, justo donde sabía que ella
lo sentiría más. Su aliento acariciaba su cabello.
—Sí.
—Entonces tómala.
325
Página
Ella se dejó caer sobre él, un poco más abajo cada vez, tomando su
amplitud dura en deliciosos incrementos hasta que su regazo descansó
sobre él.
Y lo hizo.
—Eso no salió como planeé —dijo ella cuando por fin hubo
recuperado el aliento—. Se suponía que debía estar dándote a ti placer
lascivo.
Y algo más.
328
Página
Capítulo 23
R
afe contrató un carruaje para que llevara a Clio a casa. Él se
fue a caballo. Podría haber compartido el coche con ella, pero
tenía sus razones para ir solo. En primer lugar, sabía que tenía
que estar adolorida por su noche de pasión. ¿Dos horas con ella en un
espacio oscuro y pequeño? No podría mantener sus manos lejos de ella.
Había mucho que hacer. Una vez que hubiera instalado a Clio en el
castillo, necesitaba poner en movimientos las cosas con los procuradores.
Montaría hasta Dover y esperaría a Piers. No iba a ser un día de playa
saludar a su hermano con la noticia de que su novia ya no era su novia.
Pero Rafe no quería que la noticia le llegara de parte de alguien más.
Mientras tanto, había otros obstáculos que librar. Tales como su ajuste
de cuentas con Sir Teddy Cambourne.
Ella dijo:
—¿Libros de cocina?
330
Página
—Sígueme la corriente. Ya verás. —Ella abrió el primero, un volumen
de un azul desgastado, en la lista de contenidos—. Este es el libro de
cocina de mi madre, comprado cuando se casó. —Luego abrió el
segundo en la misma página—. Esta es la nueva edición que recibí en mi
cumpleaños número dieciocho. Si miras los dos uno al lado del otro, son en
su mayor parte iguales, pero no idénticos. ¿Puedes encontrar la diferencia?
Él la miró inexpresivamente.
—Contén ese pensamiento. Hay más. —Lo siguiente que hizo fue
sacar un pedazo de tela y lanzárselo—. Aquí.
—Solo míralo. Piensa en ello. —Ella balanceó los dedos de sus pies un
poco.
—Es zaraza —dijo ella—. Cuando éramos niños, era lo último tener
algodón indio importado. Para las cortinas, chales y colchas. Las
almohadas. Pero ahora, las fábricas usan algodón local y graban la zaraza
aquí. Ya nada es importado.
331
Página
Él frunció el ceño.
—¿Podemos ir al grano?
—Por supuesto que no. —Se rio un poco—. Rafe, te lo estoy pidiendo a
ti.
—Pensé que podrías dudarlo —dijo ella—. Estoy preparada para ello,
de hecho. —Le mostró una sonrisa traviesa—. Prepárate para ser
deslumbrado.
Deslumbrado.
—Olvida todo lo que dije el otro día sobre jarras de metal en las
paredes. —Fue hacia la entrada de la oficina—. Imagina tu nombre en la
puerta. Justo aquí. Lord Rafe Brandon, Socio en Cervecería Brandon.
—Clio…
Profundizó su voz:
—O cerveceros.
Ella salió de detrás del pomo para darle al bulldog una afectuosa
caricia.
334
Página
—De hecho, las reuniones con escuderos son improbables. Con
abogados no. Con procuradores sí.
Procuradores. Infiernos.
—Pero esa es la mejor parte. No estarías aquí todo el tiempo. Una vez
que el negocio del día esté concluido, estarías libre para caminar por los
campos o para consultar con el barrilero sobre nuevos barriles o para
saborear la última infusión. Puedo prometerte toda la cerveza que puedas
beber. E incluso lanzaré mi corazón a la oferta. —Apareció para sentarse
en el escritorio ante él, sus pies colgando—. ¿Y bien? ¿No estás un poco
tentado?
¿Tentado?
—¿Y bien?
—Está fuera de discusión por ahora. Tengo que regresar al ring. Tan
pronto como estemos casados, volveré a entrenar y…
Amor. Maldita sea, él había estado esperando una vida entera para
escuchar eso. Pero cada vez que ella decía la palabra, su instinto era
esquivarla.
—Razón uno. Podrías ser asesinado. —Ella las contó con sus dedos—.
Dos, podrías ser mutilado. Tres, podrías asesinar o mutilar a tu oponente.
Cuatro, podrías ser arrestado, con cargos de disturbios y asalto,
transportado a Australia y no te volveríamos a ver nunca más. Esas son
cuatro excelentes razones, Rafe. Cuatro.
Él suspiró bruscamente.
—Y vi con mis propios ojos lo que Dubose te hizo a ti. Todavía puedo
imaginármelo, Rafe. Cada golpe. —Ella deslizó un dedo por la fuerte curva
de su nariz, luego posó una dulce caricia en su mejilla—. Cada herida.
—Es por eso que no puedo terminar mi carrera de esa forma. Necesito
probarme a mí mismo, a todos, que no soy solo un peleador demacrado.
¿Mucho más?
Sus manos se flexionaron a sus costados. ¿Qué era más que ser el
maldito mejor boxeador de Inglaterra? La mayoría de las personas
considerarían eso un logro impresionante.
—¿Cuántas personas pueden decir que son los mejores? ¿En cualquier
cosa? —Él bajó su voz—. Ya hemos hablado de esto. No necesito ser
rescatado del deporte que amo. Pensé que entendías eso. Pensé que me
entendías a mí.
—Solo una vez. Solo una vez me gustaría saber cómo se siente que
valga la pena hacer planes. Pasé ocho años hecha a un lado por el bien
de la carrera de tu hermano. Y ahora, incluso después de todo lo que
compartimos anoche, me doy cuenta que también voy segunda en tu
vida.
Él sacudió la cabeza.
—Es una buena idea para algún día, una vez que nuestro ingreso esté
asegurado. Pero lo dijiste tú misma. No hay mucho dinero en huérfanos.
Y Rafe necesitaba ganar dinero. Más nada, quería proveer para ella.
Mantenerla a salvo y darle la vida que se merecía. Vivir de su dote y el
ingreso del castillo sería posible, suponía él. Pero su orgullo demandaba
que también contribuyera.
Se sentía seguro de poder hacer eso una vez que regresara al ring.
Pero, ¿en esta restrictiva jaula de habitación? Solo podría fallar.
—Pierdes el interés.
Se encogió de hombros.
Maldita sea.
—Ella no quiere…
340
Página
Capítulo 24
E
n realidad, que le ajustaran más vestidos con volantes era lo
último que Clio quería hacer esa mañana. Pero ella y Rafe
necesitaban algo de espacio entre ellos y esta parecía la mejor
manera.
Pero sabía que no lo decía en serio. Y ella debería haber sido más
sensata que ponerlo en un punto así, en un lugar tan lejos de sus fortalezas.
Pero lo que admiraba de él era que Rafe entendía eso sobre sí mismo.
Había encontrado sus propias maneras no solo de tener éxito, sino de
florecer. Si quería construir una vida con él, necesitaría entender y respetar
eso también.
—Más o menos.
Clio se volteó hacia Daphne y dijo las palabras que sabía que su
hermana había deseado escuchar por años.
—Hazme hermosa.
No sabía qué demonios estaba mal con él, pero si tenía alguna
decencia, dejaría de imponerla en Clio.
Cierto.
Ni golpes sordos.
—Exquisita.
Cada vez que Rafe lo veía, Piers se parecía más y más a su padre.
Alto. Fuerte, pero esbelto. Su cabello oscuro había recogido unas pocas
nuevas hebras de plata. Hombros cuadrados como un estante, con ese
refinado y aristocrático rostro —nariz intacta y todo— como su único
adorno.
—Acerca de padre.
Oh, Jesús.
Piers besó a “su” novia, justo frente a todo el mundo y no había ni una
maldita cosa que Rafe pudiera hacer al respecto. Excepto aullar en su
interior y sangrar.
—Debería haber hecho eso hace años —dijo Piers tras levantar su
cabeza—. Quería.
Rafe maldijo.
—¿Y ahora?
A lo mejor esta escena era algo mágica. Rafe siempre había sabido
que había mucho que debería admirar de Piers. Pero en este momento,
realmente le agradaba su hermano.
Daphne intervino.
—¿Disculpa?
Rafe sabía que él era quien estaría rogando por disculpas. Pero tenía
que soltarlo y no podía esperar.
—Yo…
—¡E
llingworth! Ellingworth, cariño, ¿estás aquí?
Pobre Ellingworth.
Pobre Rafe.
—Maldición.
—Oh, no.
Inmóvil.
Rafe.
Rafe no levantó su cabeza. Pero Clio sintió que sabía que ella estaba
allí.
—¿Está…?
—No tardará mucho ahora. Esta es la manera de los perros. —Su voz
era baja y sin emoción mientras acariciaba la oreja del perro—.
Exactamente como ellos son. Saben cuándo es su momento. Así que se
alejan y encuentran un lugar tranquilo para…
Rafe dijo:
—Jesús y todos los santos. —Bruiser se les unió, por una vez sin
molestarse en esconder su abierto y común acento—. No ahora. ¿Cómo
puede hacernos esto ahora? Seguramente hay algo que se pueda hacer.
Rafe asintió.
—Lo sé.
—Traté —dijo Rafe con voz ronca—. Hice mi mejor esfuerzo, pero
debería haberlo sabido…
—Es un milagro.
—Parecería que está feliz de que esté en casa. —Sus ojos atraparon
los de ella—. ¿Tú estás feliz de que esté en casa?
—Yo…
—Rafe, espera.
Esto eran tan Piers. No era suficiente que hubiera sido el hijo favorito
de su padre. No era suficiente que hubiera regresado de algún tipo de
misterioso y elegante trabajo al servicio de la Corona y probablemente
sería condecorado con títulos y laureles. No era suficiente que tuviera a la
más hermosa novia en toda Inglaterra lista para caminar por el pasillo con
él este preciso día.
—¿Adónde vas? —La voz de Clio hizo eco hacia él desde el fondo de
la escalera.
La interrumpió.
vuelta atrás.
Página
—Tú… —Lo alcanzó con unas pisadas en los escalones—. ¿Crees que
he cambiado de parecer?
—Clio, muévete.
—No.
—Muévete o te moveré.
¿Qué?
359
Página
La pregunta lo atrapó completamente fuera de guardia. Sí,
recordaba su combate con Espinoza. Recordaba cada detalle de cada
una de sus peleas. Pero eso fue tres años atrás. ¿Cómo podría
posiblemente tener algo que ver con cualquier cosa?
—Allá abajo. Te veías tan… quise… Y luego ahí estaba él. He pasado
no sé cuántos meses deseando y queriendo que mi hermano regresara a
casa. Esperando redimirme. Y cuando te tocó, quise golpearlo en el rostro.
—Esa es la parte más molesta. Ni siquiera puedo estar enojado con él.
—Formó un puño y golpeó el escritorio—. Solo míralo. Era suficiente que
fuera un diplomático. Arriesgó su vida al servicio de la Corona.
360
No lo sabía, en realidad. Sabía que ella seguía diciendo eso, pero era
solo tan malditamente difícil de creer. Cada vez que trataba de metérselo
en la cabeza, su corazón intentaba hacer una loca avería en su pecho.
No tenía sentido.
—Sí, Piers es una buena persona. Sí, parece que se preocupa por mí
más de lo que pensé. Sí, quizás hasta es un héroe. Estoy aliviada más allá
de cualquier cosa de verlo de vuelta en Inglaterra a salvo y estoy tan
contenta que haya regresado a casa cuando lo hizo. Ahora ya no habrá
ninguna duda.
Dios. No lo había sabido hasta ese momento, pero esto era lo que
había estado anhelando toda su vida. No reclamar, sino ser reclamado.
Irrevocablemente. Sentirse libre de amar y ser amado, sin el inminente
miedo a que unas pocas palabras impulsivas pudieran terminarlo todo.
»Eres mío. —Clio volvió a decirlo. Porque se sentía tan bien y porque su
necesitada y afligida expresión no pudo evitar tocar su corazón—. Mi
héroe. Mi amor. Mi futuro marido, espero.
Ella asintió.
Pasó tan rápido. Sus labios cayeron en los de ella y sus brazos la
atrajeron a un apretado abrazo. Sus bocas se unieron en un beso tan feroz,
tan necesitado, que ni siquiera un susurro habría cabido entre ellos.
—Te necesito. —Su voz era oscura. Sus dedos encontraron y trazaron
sus partes más íntimas—. Aquí. Ahora.
—Sí.
Ella envolvió una pierna sobre sus caderas, arrastrándolo más cerca.
Ella movió su pelvis, moliéndose contra él en formas que los hicieron gemir
a ambos.
Él se empujó profundo.
Su corazón se hinchó.
—¿En verdad?
—En verdad.
364
—Clio, no.
—Lo sé. Pero, ¿cómo podría afirmar que te amo y luego pedirte que
escojas entre tu único hermano y yo? No necesitarías escoger en absoluto,
si esperamos.
—Puedo durar unos pocos meses más. —Ella acarició su mejilla—. Será
diferente ahora. Esta vez, sé que valgo la espera.
—Oh, eso sería demasiado fácil. Te estoy pidiendo que hagas algo
mucho peor. Ve a pasar tiempo con tu hermano.
366
Página
Capítulo 26
—¡C
lio, Clio! —Daphne la alcanzó en el corredor, sin
aliento y sonrojada. Colocó sus manos en los
hombros de Clio—. ¿Vi a Lord Granville y a Lord
Rafe montados en sus caballos y marchándose?
Ahí estaba. Las palabras estaban fuera y ni siquiera habían sido tan
difíciles de pronunciar. Si se las había arreglado para aguantar cuando le
informó a Piers su decisión, definitivamente podría transmitirle las noticias a
su familia cercana.
Clio sacudió la cabeza. Por el amor a los cielos, Piers había aceptado
las noticias con menos melodrama que esto.
—Se terminó.
—Ríete todo lo que quieras, pero esta siempre será tu falla. —Su
hermana soltó su lengua—. Dejaste que esto se alargara por demasiado
tiempo, cuando deberías haber sido fuerte todos estos años. Eres
demasiado complaciente.
Lo pensó.
Daphne sonrió.
—Ese es el espíritu.
Esperó hasta que Daphne y Sir Teddy se hubieran ido. Y luego fue
hacia la recámara más cercana, alzó ambos brazos y bajó la palanca.
—Sé que una vez que te vayas, te extrañaré —le dijo Clio a su
hermana—. Estoy anticipando extrañarte.
—En realidad, sí. Puede que todavía sea una solterona. Puede que
nunca sea una señora o siquiera una esposa. Puede que siempre seas
socialmente superior. Pero soy dueña de mi propio castillo. En esta
propiedad, yo hago las reglas. Y hoy, me siento un poco medieval.
Así que, parecía que había entendido la verdad sobre Clio. Rafe
había ganado la ronda, ¿no?
Era hora.
—No me siento culpable por ello —dijo—. Estoy lejos de ser perfecto,
pero soy mejor amando a esa mujer de lo que tú jamás podrías aspirar a
serlo. La conozco de formas que tú no. La necesito de formas que nunca
entenderías. Y lucharía para estar con ella, hasta mi último aliento. —Tomó
una profunda inspiración para calmarse—. Pero ella no quiere que
peleemos. Quiere que seamos amigos.
—Solo escúchame. No soy muy bueno con los discursos, pero tengo
cosas que decir de vez en cuando. Si la carrera de lucha me ha enseñado
algo, es que los amigos son fáciles de conseguir. Los verdaderos
oponentes, los rivales que te fuerzan a trabajar más duro, a pensar más
rápido, a ser mejor de lo que pensabas que podías ser, esos son raros. Si
eso es lo que somos el uno para el otro, ¿por qué cambiarlo?
374
Página
Capítulo 27
O
cho años, cuatro meses y dieciséis días después de aceptar
por primera vez la propuesta de matrimonio de Lord Piers
Brandon, Clio le hizo una visita al hombre en sus nuevas
oficinas en la Cámara de Lores.
—¿Conservarlo?
Él empezó a objetar.
Ella sonrió.
Ella asintió.
RB+CW
¿O sí?
Esperar por Rafe era más difícil de lo que alguna vez había sido
esperar por Piers. Extrañaba todo él: su impaciencia, su consideración, su
fuerza, su toque, su aroma. Pero estos meses no habían sido tiempo
perdido. Para distraerse, se había lanzado de lleno al trabajo, logrando
más en menos tiempo de lo que nadie —incluida Clio— habría
sospechado. Esperaba que Rafe hubiera hecho lo mismo.
—¿Crees?
—Eso parece.
—No lo sé. Pero justo tuve una noticia el otro día… —Hojeó entre un
montón de papeles en su escritorio hasta que encontró el que buscaba—.
Ah. Aquí está.
Oh, cielos.
—¿De verdad?
—Sí —dijo ella—. ¿Por qué estás aquí? ¿No irás a verlo?
—¿Los dos? Absolutamente no. Una lucha no es lugar para una dama.
—Porque lo amo —dijo ella, rompiendo el vítreo silencio con las únicas
palabras que poseían suficiente traumatismo—. Y deberías venir conmigo
porque tú también lo amas.
Piers hizo la pregunta mientras iban por el camino Old Kent, en algún
lugar cerca de Gravesend. Como si solo estuvieran continuando la
conversación que habían pausado dos horas atrás, en su oficina.
—Clio, espera.
Clio, espera.
—Muévase.
Rafe.
¿Temprano?
—¿No?
—Tú… no.
Le echó un vistazo.
—Lo vas a vencer, Rafe. Sé que lo harás. Eres el hombre más fuerte y
valiente que conozco y tienes el más grande corazón. Apoyaste mis
sueños. Yo creo en los tuyos. Recupera tu título.
Ella no entendía.
—¿Quien, ciertamente?
Dios mío. Qué raro. ¿Era esa su prima Elinor? ¿Qué en la tierra podría
estar haciendo en una lucha?
—Dijiste que tu color favorito es el verde. Espero que esa fuera una de
las verdades.
—Es todo para ti. El anillo. Los invitados. El periódico. Lo siento, pero
pensé que ya habías sufrido suficientes de estas preparaciones. Y no tenía
la paciencia para hacer invitaciones adecuadas.
Él asintió.
13 Ring: en inglés, la palabra hace alusión tanto al escenario de las luchas como a
un anillo.
384
Página
Lanzó un vistazo a Piers, quien apenas la había alcanzado.
Piers dijo:
—¿Una exhibición?
386
Página
Epílogo
¿P
odría ser él?
—Por una vez, ¿dejas a los peones hacerlo? Tengo algo para ti arriba.
Lo guió hacia una mesa elegante para dos, puesta con la más fina
vajilla, plata y cristal.
—Ahora las sorpresas. Aquí está la primera. —Quitó una tela para
revelar un barril de roble, listo para usar—. La primera destilación oficial de
la Champion Pale Ale. ¿Listo para probarla?
—No digas eso todavía. Puede que sea terrible. Pero al menos me
siento un poco más segura de que la segunda sorpresa será deliciosa.
—Removió la brillante cúpula de su fuente, revelando un pastel de nuez
acaramelado—. ¿Qué es una cerveza sin pastel?
—La hay. Pero es mejor si esperamos hasta que terminemos con estas
dos.
Ella se rio.
Ella le parpadeó.
—Realmente no lo sé.
—¿De verdad?
—Vamos, Clio. Has estado actuando misteriosa por las últimas dos
semanas.
—Rafe…
Ella también.
390
Página
Mientras sus labios se encontraban, un lánguido suspiro escapó de su
garganta. Él sabía a cerveza y olía a esa mezcla familiar de cuero y
gaulteria. Lo había extrañado tanto y había llegado a casa ni un día más
tarde… su esencia casi se había desprendido de la camisa con la que
dormía en la noche. Pasó sus dedos por su cabello, acercándolo más.
—Rafe.
—Mmm.
Él lo miró.
—¿Un perro?
—Sí.
Ella sonrió.
—Bien.
—¿Tiene nombre?
—Todavía no.
—¿Celosa?
No era solo grande en cuerpo, tenía el más grande y leal corazón. Ella
sabía que este hombre tenía suficiente amor para una esposa, un
hermano, algunas cuñadas, amigos, un cachorro también… y otros más.
E
n la cúspide de su primera temporada
en Londres, la señorita Madeline Gracechurch era tímidamente
hermosa y talentosa con un lápiz de dibujo, pero
irremediablemente torpe con los caballeros. Estaba segura de ser un
fracaso deprimente en el mercado del matrimonio londinense. Entonces
Maddie hizo lo que generaciones de señoritas tímidas y torpes han hecho:
se inventó un novio.
Un novio escocés. Uno que era apuesto y honorable y fiel a ella, pero
convenientemente nunca cerca. Maddie vertió su corazón escribiéndole
al imaginario Capitán Mackenzie carta tras carta… y al pretender estar
devastada cuando fue (no en verdad) asesinado en batalla, se las arregló
para evitar las presiones de la sociedad londinense por completo.
Hasta que años después, este amante montañés con falda escocesa
de su imaginación aparece en persona. El verdadero Capitán Logan
MacKenzie llega a su puerta… apuesto como nada, pero no
completamente honesto. Está herido, cansado, en posesión de sus
cartas… y listo para cumplir cada promesa que Maddie nunca pretendió
cumplir.
394
Página
Te esperamos con muchas más
Lecturas en:
395
Página