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Argumento

El día 4 de noviembre del año 1843, a las 4 de la tarde, fusilaron en la plaza


pública del municipio de Ilamatepeque o Ilama, en el departamento de Santa
Bárbara, Cipriano Cano y Doroteo Cano, ambos habían sido acusados de usar
magia entre las personas del pueblo donde vivían y también fueron acusados
de ser cercanos con el demonio, debido a esto se creyó que eran capaces de
convertirse en animales para causar desacuerdos con los ciudadanos del
pueblo. También de introducirles tortugas en el estómago a sus enemigos para
lograr matarlos.
Estas acusaciones fueron presentadas al alcalde Gervasio Lázaro, quien tuvo
presión por los notables de la comarca y el cura, formulo un juicio en contra de
los hermanos Cano y los llevo hasta el paredón de fusilamiento.
La sentencia que se desenterró en 1901 por el escritor Tobías Rosa, incluía no
solo la supresión de la vida de los réprobos y los herejes, sino que el escarnio
de los cadáveres en las calles de villorrio.
Como enseñanza para los habitantes del pueblo se ordenó mediante un
documento castigas con cien zurriagazos a quienes consideraban como
discípulos de los brujos.
Como era de esperarse en pueblo que era remoto esa sentencia se cumplió al
pie de la letra sin cambiar ninguna palabra. Los habitantes de Ilamatepeque
fueron hasta a la cabecera departamental para dar conocimiento a las
autoridades superiores, pero lamentablemente no fue a tiempo ya que cuando
dichas autoridades se hicieron presentes en Ilama exigiendo a las personas
que eran prisioneras estas lastimosamente ya se encontraban bajo tierra en
una colina próxima a la corriente del rio Ulúa. Esto fue considerado un crimen
colectivo, todo el pueblo fue sometido a un juicio homicida.
En el año 1847 este expediente fue suspendido debido a la tesis de la
ignorancia y la superstición que fueron las principales promotoras de dicho
asesinato. Dicho decreto contiene una gran advertencia para los habitantes del
pueblo que es: si declinaron el castigo a la ejecución de un hecho que la ley
condena, es con la condición de vivir subordinados y sometidos a su rígida y
puntual observancia.
No obstante, el asesinato de los campesinos de Ilama no fue debido a la
ignorancia y la superstición, como fue establecido en la Cámara de Diputados
que fue indulto a favor de todo el municipio. Pero no puede afirmarse que el
alcalde Gervasio Lázaro, el escribano Juan A. Lopez, el cura y los jefes de las
principales comarcas, eran ignorantes a todo esto. Estas personas conocían
las ideas democráticas y revolucionarias de los encausados. Ya que estos
participaron en el ejercito de Morazán. Lo hermanos estaban condenados a
morir para expiar el crimen de haber seguido a su jefe en el intento de
transformar las instituciones caducadas.

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