Está en la página 1de 3

Obra de teatro, el amor de Dios.

Dialogo
Araceli: Estoy muy cansada, ya acabé de lavar la ropa. ¿Amor que vamos a comer?
Enemigo 1: Tu hablándole bien y el ignorándote,
Araceli: ¡Juan te estoy hablando, hazme caso!
Enemigo 1: Le interesa más lo que está viendo
Araceli: ¡Con razón, mira las porquerías que estás viendo, por eso no me haces caso!
Enemigo 2: Que no te moleste
Juan: No me molestes mujer, como enfadas.
Enemigo 1: recuérdale que es un flojo
Araceli: ¡Eres un flojo, nada más te la pasas perdiendo el tiempo!
Enemigo 2: Es una fodonga que no te hable así
Juan: ¡Y tu una fodonga, ya me tienes arto, no puedo estar en paz un momento ni en mi propia casa!
Enemigo 1: No te dejes, manda al flojo trabajar
Araceli: ¡Lárgate a trabajar, deja de estar allí echándote, sin hacer nada!
Enemigo 2: No dejes que te mande, esa loca
Juan: Tú no me tienes que decir lo que tengo que hacer, si trabajo o no es mi problema, a ti que te
importa
Araceli: ¡Eres un bueno para nada, por eso nadie te da trabajo, porque eres un inútil!
Enemigo 2: Déjala hablando está loca vámonos a divertir
Araceli: ¡Mejor me largo, porque eres insoportable, ni quien te aguante vieja loca!
Enemigo 1: Córrelo, no le importas, ya se va con otra.
Araceli: ¡Si ándale ya lárgate, de seguro tienes una amante, viejo borracho, inútil!
Enemigo 2: cállala, dale el avión,
Juan: ¡siii, ya cállate loca!
Enemigo 2: Tomate una cerveza, te vas a sentir mejor
Juan: Me voy a comprar una cerveza, para sentirme mejor, y olvidarme de esta horrible vida
Enemigo 2: Si es lo que necesitas, pero tómale bien.
Juan: Esto es lo que necesito, ¡Ahh esto es vida!
Enemigo 2: Tómale más, como los machos
Juan: Si soy un macho y a mi ninguna vieja me dice lo que tengo que hacer
Enemigo 2: Tú eres el rey, y puedes hacer lo que tú quieras.
Juan: Yo soy el rey y puedo hacer lo que yo quiera, a mí nadie me manda, con dinero y sin dinero yo
sigo siendo el rey, ajua.
Enemigo 2: síguele, vas bien, toma más. Siéntate allí.
Juan: Yo estoy bien, todos están mal.
Enemigo 2: Ese que paso te vio feo
Juan: Qué me miras eh qué me miras, soy o me parezco.
Enemigo 2: párate, y golpéalo
Juan: Te voy a dar tu merecido
Enemigo 2: ¡Jaja inútil!, no te puedes ni parar
Juan: Soy un inútil, no me puedo ni parar,
Enemigo 2: Ya vez no sirves para nada, hasta tu mujer te lo dice.
Juan: Tiene razón mi mujer, no sirvo para nada, soy un tonto.
Enemigo 2: Por eso tu mujer no te ama, nadie te ama.
Juan: ¡Mi mujer no me ama, soy un fracaso, no valgo nada!
Predicador: ¡Hola amigo!, ¿Todo bien?
Enemigo 2: No lo oigas, viene a burlase de ti.
Juan: A ti que, ¿Tu qué quieres o qué, te vienes a burlar de mí?
Predicador: Tranquilo amigo, yo solo quiero ayudarte.
Enemigo 2: No le hagas caso, córrelo, tu estas bien.
Juan: Mira vete de aquí, yo estoy bien, no necesito la ayuda de nadie, yo soy el rey y hago lo que
quiero.
Predicador: No amigo, no estás bien, tú necesitas Dios.
Enemigo 2: Tu no necesitas a Dios, tú necesitas más cerveza, dinero.
Juan: Yo no necesito a Dios, lo que necesito es dinero, además tú qué vas a saber de mi vida
Predicador: Yo no te conozco, pero Dios si te conoce, y está interesado en tu vida.
Enemigo 2: No es cierto, tú ya lo conoces y así estas bien.
Juan: Mira, yo ya conozco a Dios y no necesito que me vengas a hablar de él, así estoy bien.
Predicador: Dale la oportunidad a Dios de entrar a tu corazón, él te puede cambiar y sabe lo que
necesitas.
Enemigo 2:, Está mintiendo, córrelo.
Juan: Mejor vete de aquí, yo ya tengo mi religión y no me interesa escucharte.
Predicador: Yo no te vengo a hablar de religión, sino de un Dios todo poderoso que te ama más que
nadie y que dio su vida por ti, y que quiere restaurar tu vida.
Enemigo 2: No le creas, eso no se puede
Juan: Eso no se puede, lo he intentado y no puedo
Predicador: Pero Dios si puede y él quieren sacarte de esa condición, en Dios todo es posible.
Enemigo 2: No lo escuches, no es cierto
Juan: Tú puedes cambiar y para eso necesitas a Dios en tu corazón, acompáñame hacer esta
oración…
Enemigo 2: ¡Nooo, qué haces tonto!.
Predicador: ¿Cómo te sientes?
Juan: Bien.
Predicador: Ven levántate. Esto que acabas de vivir es el amor de Dios, ya no estás solo, Dios ahora
va contigo y ha empezado a cambiar tu vida, solo necesitas permanecer cerca de él y confiar con
todo tu corazón, ve a tu casa compártelo con tu familia, la gente tiene saber lo que Dios ha hecho en
tu vida, y necesitas ir a la iglesia para que Dios siga obrando en tu corazón y en tu vida, Dios te ama
seguimos en contacto.
Juan: ¡Mujer, mujer!
Enemigo 2: Mira como viene, de seguro viene de ver a otra.
Araceli: ¡Mira como vienes borracho y apestoso, vete de aquí! de seguro fuiste a ver a la otra.
Juan: No mujer, espérame, déjame contarte lo que me ha pasado, ¡me hablaron de Dios!
Enemigo 2: Que no te hable de eso, lo que importa es el dinero.
Araceli: Por favor David, nosotros necesitamos pláticas religiosas, sino dinero.
Juan: No mujer, por favor tranquila, escúchame, he experimentado algo diferente en mi corazón, algo
inexplicable y quiero cambiar, quiero hacer las cosas bien.
Enemigo 2: No le creas, miente, eso no va a pasar.
Araceli: ¡Uy no me lo has dicho mil veces no va a pasar! eres un mentiroso siempre haces lo mismo.
Juan: ¡Por favor mujer, créeme! algo ha cambiado en mí y te lo voy a demostrar, porque te quiero, y
Dios me ama y él me dará las fuerzas para cambiar.
Enemigo 2: Ignóralo no le creas.
Araceli: ¡Sí ajá, pues ya veremos!

También podría gustarte