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0 1465308530 ElPoderDeLasConversaciones - JDCV
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¿Recuerdan los actos del habla? Cuando conversamos hay una danza en que
se promete, se declara, se afirma, se ofrece y se pide, y es en esa danza que
transcurren las conversaciones. Ahora, esa danza se produce dentro de un cierto
espacio emocional y desde un cuerpo que “sostiene” o no lo dicho: el texto
siempre está acompañado del contexto, que en este caso está dado por la
emocionalidad y corporalidad con que decimos lo que decimos.
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significados y sobreentendidos. Una danza cuyo compás cambia a medida que el
habla pasa de un interlocutor a otro.
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objetos y el mundo que me rodea, muestro mis discursos, mi historia, mi
cultura, develando el Observador que soy.
I. CONVERSACIONES Y QUIEBRES
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También puede pasar que nos juzguemos a nosotros como los responsables
del quiebre, y le damos rienda suelta a la generación de juicios con respecto a
nosotros: “como soy de tonta”, “si seré estúpido”, “Cuándo aprenderé” “eso me
pasa por bruto”…
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v El dominio de la temporalidad: ¿Los efectos del quiebre son
pasajeros o son permanentes?
Los seres humanos tenemos una capacidad infinita para contarnos historias
acerca de lo sucedido y cuando estamos metidos en este tipo de conversación,
podemos construir un sinnúmero de explicaciones, justificaciones, y narrativas que
sostengan nuestros juicios. Si no estamos atentos podríamos quedar presos de
nuestras historias de por vida. Esto se torna en un círculo vicioso que puede limitar
nuestra capacidad de acción. Las historias basadas en juicios personales
pueden, frecuentemente, ser una poderosa fuerza conservadora, a su vez
limitante, que nos invita a no salir de este relato.
Entonces en vez de ir a las acciones que podrían hacerse cargo del quiebre,
estas conversaciones llevan a explicaciones y más explicaciones de lo que
sucedió.
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2. La conversación para la coordinación de acciones
La conversación para coordinación de acciones nos permite hacernos cargo
de los quiebres que nos suceden en la vida. Son conversaciones que nos invitan a
actuar sobre ellos y nos dan herramientas para superarlos. Uno de los propósitos
fundamentales de esta conversación es lograr que algo pase, y para eso
generamos acciones futuras, involucramos a otros y buscamos elementos que nos
permitan hacernos cargo de las consecuencias que el quiebre ocurrido nos
genera.
Para que esto suceda contamos con algunos de los actos del habla que
favorecen el accionar y coordinar acciones con otros: los pedidos, las ofertas y las
promesas. Cuando digo “te pido que me ayudes a terminar este informe porque
me di cuenta de que yo solo no voy a poder terminarlo”, estoy en una
conversación de coordinación de acciones.
Sin duda una de las formas más efectivas de hacerle frente a los quiebres que
nos suceden en la vida es pedir ayuda. Sin embargo encontramos a muchas
personas con dificultad para pedir ayuda, quizás debido a los siguientes juicios:
Si pido ayuda:
• Muestro debilidad…
• Me pueden decir que no y me sentiré rechazado…
• Se darán cuenta que no soy autosuficiente…
• Quedará a la vista que no sé…
• Me veré obligado a brindar ayuda a quien me ayudó y por lo tanto,
pierdo independencia…
El ser humano es social y por su naturaleza está hecho para estar con y para
los otros; por tanto, es crucial generar redes conversacionales que nos permitan la
participación y la coordinación de acciones con otros. La emoción que sostiene la
coordinación de acciones entre las personas es la confianza.
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3. La conversación de posibilidades
Algunas veces nos encontramos en situaciones en las que no tenemos
claridad sobre las acciones que debemos realizar para hacernos cargo de los
quiebres que nos suceden. Cuando esto ocurre, tenemos la opción de iniciar otro
tipo de conversación. Esta es la conversación de posibilidades.
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4. La conversación para posibles conversaciones
Algunas veces las personas sentimos que debemos conversar con otro sobre
algún tema en particular, sea porque tenemos una conversación pendiente, un
tema por cerrar, algo que pedir, un límite por poner, en fin… y en ese instante, a
juicio nuestro, nosotros o la persona con la cual debemos tener la conversación
para la coordinación de acciones, siente o sentimos que no estamos abiertos o
listos para ella, o suponemos que será una conversación difícil que puede
desviarse del objetivo inicial. Es ahí cuando sentimos que necesitamos un
contexto o antesala que permita la fluidez de dicha conversación.
A veces es nuestro estado de ánimo el que impide que la gente converse con
nosotros. Esta conversación exige normalmente situarnos en una emocionalidad
del respeto mutuo, requiere apertura y plena disposición para legitimar a nuestro
interlocutor como un observador diferente de mí, válido y legítimo a su vez.
5. La conversación de reclamo
Cuando en una relación, alguien se siente perjudicado por el incumplimiento
de una oferta, o de una promesa, puede entrar en una conversación de reclamo.
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Hacemos una distinción acá entre reclamo y queja. El reclamo aparece
cuando alguien no cumplió las condiciones de satisfacción de una promesa o
de un ofrecimiento. El reclamo aparece como una conversación de coordinación
de acciones para reparar el daño y para abrir nuevas posibilidades.
La queja se refiere al malestar que nos genera la acción de otro u otros, sin
centrarse en un hecho en particular o basándonos en expectativas que nosotros
tenemos, sin que los demás las supieran. La conversación de la queja es un tipo
de conversación de juicios personales y no va a la acción, como el reclamo, sino
que se queda en un cierto inmovilismo. Frecuentemente solo sirve como
desahogo.
En la queja esa promesa es inexistente; nos quejamos de algo que nadie nos
ha prometido. Nos quejamos por un deseo o expectativa insatisfecha que no ha
visto la luz a través de un pedido concreto.
También puede ser que yo haga el reclamo y decida terminar la relación, por
ejemplo con un proveedor que no cumple.
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Si yo soy quien reclamo porque la otra persona no ha hecho lo que juzgo que
debió hacer, hago un juicio sobre su identidad pero igualmente puedo entrar en
una conversación personal sobre mí mismo. “Fui muy tonto en confiar en esa
persona”, “¿No cumplió porque cree que soy fácil de engañar?” o “¿Por qué no
establecí claramente todo lo que necesitaba establecer?
Pareciera que una vez que los seres humanos nacemos y aprendemos un
lenguaje que nos permite articular lo que conocemos como ‘conversación’ en el
sentido que hemos venido desarrollando a lo largo de este texto, vamos creyendo
que el conversar pasa afuera de nosotros, que es un proceso transaccional y/o
quizás funcional. A medida que las conversaciones se convierten entonces en
espacios externos a la reflexión, se empobrece nuestro propio mundo interior.
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Esas conversaciones con nosotros mismos nos pueden abrir o cerrar
posibilidades de maneras de las que a veces ni siquiera llegamos a ser
conscientes. A lo mejor esas conversaciones nos llevan a sentir que no podemos
o que no seremos capaces y nos hunden en la resignación. O nos alientan a
intentarlo y nos dicen que somos capaces y nos llenan de entusiasmo. Sean
cuales sean, nuestras conversaciones personales definen qué tipo de Observador
somos y las acciones que podemos tomar o no en el mundo.
Para identificar nuestra forma de relacionarnos con otros basta con reconocer
las conversaciones que somos capaces de sostener; de ahí la importancia de
convertirnos en Observadores de la forma como conversamos.
Una comunidad —al igual que una familia o una Organización— es una red de
conversaciones. Existe una serie de prácticas, juicios, compromisos, explicaciones
y eventos históricos que son compartidos por un colectivo humano. Ese trasfondo
determina las conversaciones que son posibles y las que no y hace que se vayan
creando determinados estándares sociales y predeterminados usos y costumbres,
que nos constituyen como los seres sociales e históricos que somos. Es desde ahí
que surge nuestro ser conversacional y relacional.
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CONVERSACIONES
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• La conversación de • Las conversaciones de
propósito, en donde la persona trae reclamo: en donde hay posibilidades
sus talentos, habilidades y dones y le de realizar:
pone voz a algo más grande que su Ø Reclamos legítimos:
propio paso en el hacer y se permite con pedidos y solicitudes
solo ser. provenientes de un
incumplimiento o falla a una
• La conversación con quienes promesa establecida
ya no están, el traer a nuestro previamente, o también;
presente nuestros compañeros de Ø Reclamos implícitos,
vida, que hoy están en un plano que se dan producto de amplias
diferente al terrenal. promesas, que se constituyen y
pactan a través del tiempo, (por
• El intencionar: es aquella ejemplo cuando una pareja hace
conversación dirigida, con el “votos” en su boda)
propósito de movilizar la energía
con un propósito definido. • Las conversaciones de
feedback: de reconocimiento a la
• La conversación con la madre labor realizada, exaltando virtudes y
tierra, la “pachamama”, honrar la acciones y también de mejora,
sabiduría de lo esencial, de los cuando se requiere exaltar
elementos, del abuelo fuego, de la oportunidades a desarrollar o
pureza del aire, la limpieza del agua, cambiar con sus evidentes espacios
la fertilidad de la tierra… de aprendizaje.
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Nuestras conversaciones, con los otros o con nosotros mismos, determinan
quiénes somos en el mundo. Y sin embargo nuestra sociedad genera pocos
espacios donde podamos aprender a conversar. Pareciera que se da por hecho
que el mero proceso de hablar permite las habilidades necesarias para la
conversación.
Postulamos que el mundo conversacional es mucho más que dos personas
hablando e intercambiando conocimientos. Una conversación es el encuentro de
dos mundos, y la riqueza de este encuentro depende mucho de la manera, como
cuando conversamos, podemos transformarnos y transformar a otros.
Y acá, podemos dejar varias preguntas: ¿Qué tipo de conversaciones
sostengo con los otros? ¿Qué conversaciones sostengo conmigo mismo? ¿Cómo
podría relacionarme si no sé compartir? ¿Si no estoy dispuesto a aprender del
otro? ¿Si no desarrollo conversación que generen confianza? ¿Cómo converso de
lo que me duele? ¿Qué conversaciones me son difíciles de sostener? ¿Cómo mi
cuerpo me sostiene en esas conversaciones que son importantes para mí?
¿Desde qué emociones converso? ¿Cuáles de mis conversaciones me abren
camino? ¿Cuáles me cierran posibilidades? ¿Cuáles me permiten nuevas formas
de hacer y ser? ¿Cuáles permiten salir el ser grande que hay en mí?
Poder conversar sobre lo que nos importa, nos inquieta o nos impide lograr lo
que queremos, nos desafía e invita a traer a la conversación una emocionalidad,
un lenguaje y una corporalidad que dé lugar legítimo a la validación del otro,
respetando su ser como un Observador distinto de mí.
Son las conversaciones las que forman el tejido social de nuestras relaciones.
Conferencia Julio Olalla, escrito por Lucila Mejía y José Luis Varela
y editado por
Paz Zagal y Juan Pablo Contreras
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