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La gran brecha de competencias


Optimizar el talento para el futuro del trabajo
(The Great Skills Gap)
Jason Wingard y Christine Farrugia • Stanford UP © 2021 • 312 páginas

Recursos Humanos / Capacitación y Desarrollo


Sociedad / El futuro del trabajo

Ideas fundamentales
• Los avances en la tecnología afectan directamente el lugar de trabajo y la forma en que las universidades
educan a los estudiantes para satisfacer las necesidades de los empleadores.
• La evolución del trabajo no está procediendo exactamente como la gente predijo.
• Las habilidades blandas son fundamentales para el futuro del trabajo.
• Algunas carreras seguirán siendo a prueba de robots en el futuro inmediato.
• El aprendizaje continuo debe ser más ampliamente aceptado.
• Las universidades y las empresas están desarrollando diversas formas de cumplir con los requisitos del
aprendizaje permanente.
• Dados los altos costos y la cuestionable aplicabilidad de la educación formal, algunas empresas están
prestando renovada atención a los programas de aprendizaje.
• Sea cual sea la solución que encuentren las universidades y los empresarios para ayudar a formar a los
futuros trabajadores, los cambios son inevitables.

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Reseña
A medida que la tecnología se vuelve omnipresente en el lugar de trabajo, los tipos de empleos disponibles
cambiarán. El decano emérito de la Universidad de Columbia, Jason Wingard, y la directora de investigación
Christine Farrugia han recopilado 23 perspectivas de líderes empresariales y académicos que exploran los
retos de la capacitación de la fuerza laboral. Los colaboradores del libro cubren una serie de temas como la
necesidad de un aprendizaje continuo a lo largo de la vida y cómo las instituciones académicas están yendo
más allá de un título de cuatro años. Los ensayos ofrecen soluciones perspicaces para ayudar a las empresas,
académicos y líderes políticos a mantener el ritmo del cambio.

Resumen

Los avances en la tecnología afectan directamente el lugar de trabajo y la forma en


que las universidades educan a los estudiantes para satisfacer las necesidades de
los empleadores.

A medida que la tecnología –en particular, la inteligencia artificial y la automatización– modifica el lugar
de trabajo, las universidades y las empresas deben colaborar entre sí para encontrar mejores soluciones.
La evolución de las necesidades de personal de los empleadores debería repercutir en qué y cómo enseñan
las universidades. Hoy día, algunos empleadores importantes evitan por completo los grados académicos y
contratan con base en un conjunto de habilidades específicas.

“En el futuro del trabajo, la habilidad de la educación superior y de la industria para


trabajar en colaboración y productivamente es primordial.”

Los cambios que conlleva la automatización implican que los empleados deben tener un mayor pensamiento
crítico y capacidad de resolución de problemas. La educación superior, a su vez, necesita determinar cómo
proporcionar esa agilidad mental. Las personas también viven y trabajan más tiempo ahora, lo que les obliga
a aprender nuevas habilidades, o nuevas formas de aplicar sus habilidades, para seguir siendo empleables.

La evolución del trabajo no está procediendo exactamente como la gente predijo.

La relación empleador-empleado evolucionó mucho entre las décadas de 1980 y 2010. Ese periodo marcó el
comienzo de la era de la contratación de empleados independientes, en donde las empresas contratan para
cubrir necesidades de personal, pero sin ninguna obligación de proporcionarles prestaciones, ni siquiera
un mínimo de seguridad laboral. Sin embargo, Walmart, el mayor empleador privado de Estados Unidos,
descubrió en 2014 que su estrategia de reducción de costos laborales hasta el hueso la dejó incapaz de
competir cuando el mundo del comercio minorista se digitalizó. Esa constatación la llevó a invertir 3.000
millones de dólares para aumentar salarios y programas de capacitación. Del mismo modo, las afirmaciones
de que el trabajo gig, como conducir para Uber, por ejemplo, pronto superaría a todos los demás tipos de
empleos, no han resultado ciertas. Estas y otras cuestiones enfatizan por qué el debate sobre el futuro del
trabajo está lleno de contradicciones, y la facilidad con la que las evoluciones aparentemente inevitables del
trabajo pueden cambiar de dirección a medida que cambian la voluntad política y la dinámica del poder.

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Las habilidades blandas son fundamentales para el futuro del trabajo.

Aunque el avance tecnológico es inevitable, los robots no van a sustituir a los humanos; más bien, cambiarán
las funciones que muchos humanos desempeñan. Como prueba, la tasa de desempleo fue la más baja de los
últimos 50 años a finales de 2019. Según una investigación del McKinsey Global Institute sobre cómo la IA
y la tecnología cambiarán la fuerza laboral en los próximos 10 a 15 años, las habilidades sociales y cognitivas
superiores seguirán siendo primordiales, a pesar del aumento de la necesidad de conocimientos técnicos.

La IA y las tecnologías de automatización están sustituyendo a trabajadores humanos en la realización de


tareas repetitivas. Por ello, los futuros empleados deben tener suficientes habilidades técnicas, pero también,
habilidades blandas. Mercedes-Benz, por ejemplo, cuenta con trabajadores humanos que operan brazos
robóticos. Esto maximiza la fuerza del incansable robot, al mismo tiempo que garantiza que el juicio humano
permanece en juego.

“Aunque la IA es buena para responder preguntas … los humanos son mejores para
hacerlas.”

El McKinsey Global Institute identificó varias ideas que los individuos, las empresas y los educadores
podrían utilizar para enfocar la educación en el futuro. En primer lugar, descubrieron que los futuros
empleados necesitarán ser más creativos. La investigación recomienda reformar la educación STEM, que
incluye ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas, por sus siglas en inglés, para convertirla en STEAM:
añadiendo una A para las artes. Esta combinación de creatividad y tecnología ya se está implementando
en institutos y universidades de todo el país. Por ejemplo, el Instituto Tecnológico de Massachusetts, con
su tradición de que los estudiantes trabajen en múltiples disciplinas, ofrece un programa combinado de
ingeniería y narrativa.

Un énfasis renovado en las humanidades ayudará a que las oportunidades de empleo sean a prueba de
robots. Una forma de ayudar a los estudiantes a reforzar sus habilidades blandas es ampliar la idea de las
humanidades, pasando de un grupo de silos a un enfoque más integrado entre disciplinas. Este enfoque
usaría los conocimientos y habilidades generales aprendidas en una educación humanista, pero exigiría
habilidades específicas. En lugar de que un profesor edite y comente los trabajos de los estudiantes,
estos aprenderían a editar y, por tanto, a interiorizar los conocimientos de estructura, lógica y sintaxis.
Esto requiere un cambio en la estructura organizacional de las universidades, pero también una mayor
aportación de los empresarios a los dirigentes universitarios.

Algunas carreras seguirán siendo a prueba de robots en el futuro inmediato.

Es probable que algunos trabajos sigan estando totalmente en manos humanas, ya sea por la naturaleza
del propio trabajo o por la opinión pública. Por ejemplo, la opinión pública debe apoyar la sustitución de
profesores humanos por robots. La investigación de McKinsey muestra que siempre habrá demanda de
humanos para ocupar puestos de dirección, capacitación o enseñanza. También se encontró que los robots
probablemente permanecerán al margen para ocupaciones como diseñadores de interiores, terapeutas,
músicos y servicios comunitarios.

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El aprendizaje continuo debe ser más ampliamente aceptado.

La necesidad de formación continua representa el siguiente camino. La forma en que las personas se
capacitan para el empleo debe cambiar. Aunque un título de una carrera de cuatro años ya no garantiza
que se tengan las habilidades que necesita un empleador, quienes no cuenten con ningún tipo de estudios
superiores seguirán siendo quienes más riesgo corren de ser despedidos debido a la automatización. Los
colegios comunitarios y las universidades deben ofrecer más formas para que los estudiantes pasen con
facilidad de una carrera de dos años a una de cuatro, y de programas de grado a programas de certificación
de habilidades específicas. Algunos estados y empresas ya apoyan los cursos combinados de preparatoria y
universidad, proporcionando en algunos casos créditos de cursos universitarios. El costo de las titulaciones
universitarias más formales también es un problema en un mundo en el que la gran mayoría de los
trabajadores necesitarán educación o capacitación adicional para seguir siendo empleables.

“Los cursos basados en competencias que están vinculados a la demanda de los


empleadores y que pueden impartirse de formas alternativas, como por ejemplo en línea,
tienen el potencial de ayudar a cerrar las brechas de competencias existentes y preparar
a los jóvenes para los empleos del futuro.”

Chris Dede, de la Universidad de Harvard, cree que la actual generación de estudiantes, con una vida
estimada de 90 a 100 años, trabajará hasta mediados de los 70 años. A lo largo de su vida laboral,
los trabajos evolucionarán, desaparecerán y cambiarán debido a la globalización, los problemas
medioambientales y la tecnología. Una de las cuestiones más importantes que deben hacer las universidades
es redefinir los modelos de educación continua. Dede cree que el enfoque tradicional de la educación debe
cambiar para inculcar en todos los estudiantes la aceptación de una continua actualización profesional. Los
adultos que ya forman parte de la población activa deben aprender la misma lección, ya que se enfrentan a
retos similares. Los trabajadores a mitad de carrera tienen que pivotar hacia una perspectiva de aprendizaje
permanente, ya que la tecnología supera rápidamente sus habilidades.

Las universidades y las empresas están desarrollando diversas formas de cumplir


con los requisitos del aprendizaje permanente.

La velocidad de los desarrollos tecnológicos requiere que los trabajadores profesionales se mantengan al día
de los últimos avances. En algunos casos, grupos de capacitación en línea están trabajando directamente
con las empresas para crear la capacitación pertinente. Otras empresas también están creando sus propios
cursos en línea. En Texas, el Project Quest apoya a los estudiantes con una formación intensiva y paga cursos
en áreas de alta demanda. El análisis de nueve años de datos mostró que, en promedio, los participantes
ganaban 5.000 dólares más que los estudiantes que no participaban.

Las universidades están entrando en el mercado ofreciendo educación en línea que proporciona al
estudiante microcredenciales, y también exploran otras opciones que podrían ayudar a satisfacer las
necesidades de los estudiantes y egresados actuales. Por ejemplo, los programas de cuatro semanas de la
Escuela Wharton de la Universidad de Pensilvania enseñan sobre la alfabetización digital de datos y modelos
computacionales, a la vez que atraen estudiantes para la universidad.

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“Empleadores y empleados buscan oportunidades educativas continuas y de bajo costo
en conjuntos de habilidades específicas que les permitan pivotar hacia nuevas carreras o
mantenerse relevantes en sus funciones actuales.”

También se está dando una colaboración entre empresas y universidades. Starbucks está trabajando
con la Universidad Estatal de Arizona para ayudar a los baristas a tomar clases para obtener créditos
universitarios. AT&T tiene un programa similar con Georgia Tech. Este tipo de colaboraciones puede ayudar
cuando la recualificación se convierte en algo primordial para los empresarios y los trabajadores. En el
futuro, las universidades pueden crear programas de aprendizaje continuo, a los que los ex alumnos pueden
volver, a intervalos, para actualizar sus habilidades. Algunas universidades ya ofrecen a los egresados acceso
continuo a los recursos de aprendizaje digital.

Dados los altos costos y la cuestionable aplicabilidad de la educación formal,


algunas empresas están prestando renovada atención a los programas de
aprendizaje.

En 2019, la organización Credential Engine contabilizó 738.000 oportunidades de certificación, tanto


formales como informales, en diferentes niveles, desde grados técnicos hasta superiores, en Estados Unidos.
A pesar de esta asombrosa cifra, los empleadores a menudo siguen encontrando que los nuevos empleados
carecen de habilidades técnicas, blandas o ambas. Empujar a más personas hacia carreras de cuatro años no
es la mejor solución para este dilema. El costo de títulos universitarios deja a muchos estudiantes con una
gran deuda que les cuesta trabajo pagar con sus salarios. Muchos otros estadounidenses empiezan, pero no
terminan la universidad debido al costo y la dificultad de equilibrar los estudios con la necesidad de trabajar
para pagar los gastos familiares.

A la luz de estas cuestiones, algunos defienden la idea de recuperar los programas de aprendizaje, lo que
ayudaría a reducir la deuda asociada a los títulos de educación superior y proporcionaría capacitación
práctica a los empleados. Varios países de Europa ya incorporan programas de aprendizaje en los programas
de educación superior. En Estados Unidos, el Harper College de Illinois colabora estrechamente con
Motorola Solutions para ofrecer programas de aprendizaje en el puesto de trabajo remunerado en el ámbito
de la ciberseguridad, en combinación con cursos en la universidad.

“Se necesitan cambios profundos para que los jóvenes puedan prosperar en el trabajo.”

La creación de otros programas de aprendizaje de grado de ese tipo requiere cambios en las políticas
estatales y federales actuales. Por ejemplo, los gobiernos podrían crear incentivos para que las empresas
compartan la carga de los costos de dichos programas. En Carolina del Norte, cuando un estudiante está
en un programa de aprendizaje registrado, el estado paga su matrícula en el colegio comunitario. Los
cambios en las políticas estatales podrían permitir a los aprendices recibir créditos de cursos por lo que
aprenden en el trabajo. Virginia tiene actualmente un programa que exige a los colegios comunitarios dar
créditos académicos a las personas que completen un programa de certificación de aprendiz registrado y
autorizado por el estado. Los gobiernos también deberían facilitar a los colegios y universidades la creación y
el patrocinio de programas de aprendizaje. Al cambiar los criterios de registro, los gobiernos pueden ayudar
a las universidades a aumentar la cantidad y el tipo de programas que ofrecen.

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Sea cual sea la solución que encuentren las universidades y los empresarios para
ayudar a formar a los futuros trabajadores, los cambios son inevitables.

La tecnología será un factor disruptor o transformador del mundo del trabajo, cambiándolo
inevitablemente. En el caso de la disrupción, la nueva tecnología sustituirá a los trabajadores. Un buen
ejemplo es el caso de los obreros de las fábricas que quedan aislados del mercado laboral cuando sus fábricas
cierran. A estas personas se les dificulta imaginar una vida sin el trabajo de manufactura que pasaron años
haciendo, y probablemente no tienen educación superior. Incluso si esos trabajos se limitan a transformarse,
en lugar de desaparecer, las universidades y las empresas tendrán que encontrar formas de enseñar a los
trabajadores nuevas habilidades que se ajusten a las oportunidades creadas por los avances tecnológicos.

“La tecnología ha transformado el trabajo cotidiano en épocas anteriores; sigue


haciéndolo en la actualidad, y seguirá haciéndolo en el futuro.”

Aunque los trabajadores necesitarán habilidades técnicas para entrar en la fuerza de trabajo, las habilidades
que proporciona un buen programa de humanidades seguirán siendo importantes. Con la diversidad de la
fuerza laboral, que aumentará en todos los sectores demográficos, las universidades e institutos tendrán que
encontrar nuevas formas de llegar a los trabajadores y educarlos. También se enfrentarán a un número de
adultos mayores que trabajan y que necesitarán renovar sus habilidades. Para ello, tendrán que coordinarse
con los empleadores para asegurarse de que ofrecen la capacitación pertinente que satisfaga las necesidades
de esos empleadores en los próximos años. Esto también garantizará que la educación superior siga siendo
importante para los estudiantes en el futuro.

Sobre los autores


Jason Wingard es decano emérito y profesor de la Escuela de Estudios Profesionales de la Universidad de
Columbia, donde Christine Farrugia es directora de iniciativas de investigación.

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