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El término de inteligencia emocional, fue utilizado por primera vez en 1990, por los
psicólogos John Mayer de la Universidad de New Hampshire y Peter Salovey de la Universidad de
Harvard. Se empleó para describir las cualidades emocionales que parecían tener importancia para
el éxito. Estas incluyen: La empatía, la expresión y comprensión de los sentimientos, el control de
la ira, la independencia, la capacidad de adaptación, la simpatía, la capacidad de resolver los
problemas en forma interpersonal, la persistencia, la cordialidad, la amabilidad y el respeto.
Cabe resaltar que con anterioridad hubo trabajos pioneros que sirvieron de base para
los planteamientos de Mayer y Salovey entre ellos tenemos:
• Thordike, definió a la inteligencia social, como la habilidad para comprender y dirigir a los
hombres y mujeres, y actuar sabiamente en las relaciones humanas. A partir de este
planteamiento empezó a evolucionar el concepto de inteligencia emocional.
2) Modelo de Bar-On
Factores
3. Asertividad: habilidad para expresar libremente nuestras emociones sin herir los sentimientos
de los demás.
Facilitadores
3. Responsabilidad social: para comportarse en las relaciones grupales y sociales con los demás y
con el entorno.
3) Modelo de Goleman
Este modelo parte de que la inteligencia emocional es una habilidad para reconocer y regular las
emociones en uno mismo y en los demás (Goleman, 2001), de manera que la inteligencia
emocional se refiere a una serie de habilidades relacionadas con el éxito en la vida, entre éstas se
encuentra el autocontrol, el entusiasmo, la perseverancia y la capacidad para motivarse a sí
mismo. Este modelo contiene cinco componentes básicos:
1. Autoconocimiento emocional: conocimiento de nuestras propias emociones y de cómo nos
afectan. Es muy importante conocer el modo en el que el estado de ánimo influye en nuestro
comportamiento, e identificar fortalezas y debilidades.
3. Automotivación: dirigir las emociones hacia un objetivo permite mantener la motivación y fijar
la atención en las metas y objetivos.
En la formación aún se les indica a los alumnos que es mejor no relacionarse mucho con los
pacientes y que no “se involucren emocionalmente”, situación compleja para ellos porque son
seres humanos que sienten y se mueven por emociones. Los médicos durante sus estudios y ya
como profesionistas viven cotidianamente situaciones de muerte y sufrimiento, podríamos decir
que “esto es su materia prima” y deben de afrontarlas de manera adecuada, ayudando al paciente
y a la familia, al mismo tiempo que se protegen del sufrimiento. Otra situación a la que se
enfrentan es el trabajo emocional, es decir el personal de salud y los alumnos de Medicina deben
expresar emociones impuestas por las normas organizacionales (escuela, hospitales, unidades de
atención primaria, etc.) pero que no representan sus verdaderos sentimientos, ocasionando de
esta forma la llamada disonancia emocional y el síndrome de Burnout, que una de sus
características es la despersonalización y el maltrato hacia los pacientes. Por ello, la insistencia en
la educación emocional para mitigar el posible desgaste de las relaciones que los médicos
establecen con los pacientes y sean capaces de identificar las emociones y sentimientos que lo
mueven, y tengan un correcto manejo de ellas, de forma que si lo logran, podrán conducir las
emociones de los pacientes, y lo más importante podrá ayudarlo a manejarlas correctamente, en
lugar de evitarlas.
Asimismo, la regulación de emociones juega un punto importante, cuando un médico tiene que
dar una mala noticia a un paciente requiere la habilidad de evitar dar respuestas emocionales
descontroladas. Los pacientes siempre están al tanto de lo que dice el médico, incluso con su
lenguaje no verbal. Por ello, ahora se busca que desde la formación los alumnos puedan aprender
la autorregulación de las emociones negativas pero además de las positivas, planteamiento que
implica un paso más allá; consiste en percibir, sentir y vivenciar un estado afectivo sin ser
abrumado o llevado por él, y ser capaz de dominarlo. Si estamos conscientes de que emoción y
pensamiento se encuentran sólidamente unidos, la enseñanza del manejo de las emociones les
permitirá a los alumnos utilizar las emociones al servicio del pensamiento, esto les ayudara a
razonar de forma más inteligente y tomar mejores decisiones.
Asimismo, la ciencia nos explica que la inteligencia emocional no es una moda, sino una forma de
entender las habilidades de los alumnos y una manera de relacionarse con los otros (compañeros
y/o pacientes). Los psicólogos y educadores están de acuerdo en que las emociones son
adaptativas sólo cuando la información que proporcionan es atendida, interpretada, comprendida,
utilizada y gestionada con eficacia de manera que durante una respuesta emocional, los sistemas
cognitivos, fisiológicos y de comportamiento son a distintos niveles, con el in de preparar al
individuo para adaptarse al cambio. Por ello, las emociones también tienen una función
adaptativa.
Hay estudios que se realizaron como los de Tamblyn que llevó a cabo un seguimiento de médicos
recién licenciados durante varios años en Canadá (Tamblyn, Abrahamowicz, Dauphinee, 2007).
Este estudio mostró una relación entre sus habilidades de comunicación clínica, evaluadas
mediante un examen oficial del Consejo Médico de Canadá, y las denuncias posteriores registradas
ante las autoridades médicas. En concreto, los médicos cuyos resultados en la prueba de
habilidades de comunicación estaban en el cuartil inferior tuvieron un riesgo significativamente
mayor de denuncias por parte de los pacientes. El caso de las denuncias médicas puede parecer
anecdótico, pero, en este estudio, el 17% de los médicos tuvo al menos una denuncia en un
periodo de seguimiento de 10 años. España tampoco ha sido inmune a este proceso iniciado en
países como Estados Unidos o Gran Bretaña, como muestra el dato de que las demandas a los
profesionales de la medicina se han cuadruplicado en los últimos diez años.
Estos resultados y similares han provocado que, tanto las universidades como las instituciones
médicas, hayan focalizado su atención en la mejora de las habilidades emocionales y sociales del
personal médico.
Un dominio de estas habilidades por parte de los profesionales mejora la precisión y rapidez a la
hora de diagnosticar a los pacientes, así como los niveles de satisfacción laboral de los propios
médicos. Ambos aspectos, a su vez, suelen estar relacionados en un circuito que se retroalimenta.
Por otra parte, los médicos con más emociones positivas y más felices son más empáticos con sus
pacientes y comenten menos errores.
España es, por fortuna, uno de los países líderes en la investigación en IE, así como en el desarrollo
de programas para mejorar las habilidades emocionales y sociales de las personas tanto en la
escuela como en diferentes instituciones y organizaciones públicas como privadas. En este sentido,
sería un proceso casi natural poder trasladar este conocimiento sobre el dominio de las
habilidades emocionales y sociales a la formación de los profesionales de la medicina para que la
calidad de nuestro sistema sanitario siga mejorando al mismo ritmo que los países de nuestro
entorno más cercano.
Cardona y Chinchilla (1999) señalan que las competencias directivas son una herramienta esencial
para asegurar la competitividad, consideran a la inteligencia emocional como una competencia de
eficacia personal, que son aquellos hábitos que facilitan una relación eficaz de la persona con su
entorno.
10. La confianza en sí mismo: Animar a los demás a que acepten mayores niveles de riesgo y de
logro.
Desde esta perspectiva, Goleman destaca que “La aptitud emocional es importante sobre todo en
el liderazgo, papel cuya esencia es lograr que otros ejecuten sus respectivos trabajos con más
efectividad. La ineptitud de los líderes reduce el desempeño de todos: hace que se malgaste el
tiempo, crea asperezas, corroe la motivación y la dedicación al trabajo, acumula hostilidad y
apatía” (Goleman, 1998). Un directivo en el área de la salud debe ser capaz de manejar
situaciones complejas a partir del conocimiento profundo de las necesidades humanas, sus
expectativas, problemas de salud individuales y colectivos, salud mental, entre otros, para lo cual
es necesario, capacidad para comprender (empatía), saber generar confianza entre las personas
que dirige (desarrollo de personas), saber escuchar, comunicar de forma convincente, generando
ilusión, entusiasmo y compromiso en las personas, a través de objetivos y proyectos (Pereda et al.,
2016).
En este sentido, el gerente de salud con inteligencia emocional tendrá mayor capacidad para
equilibrar el incremento en la demanda de los servicios de salud y el recurso humano existente,
además de promover el desarrollo del talento humano a través de la actualización, el monitoreo y
la sistematización que se maneja en los establecimientos de salud (Camacho-Rocha et al., 2015).
La inteligencia emocional le permitirá conocer sus fortalezas y debilidades para explotar las
primeras y neutralizar las segundas, controlar sus emociones y sentirse motivado con lo que hace,
por lo cual será capaz de manejar situaciones complejas de relaciones y comportamientos
humanos. Asimismo, tendrá la habilidad para establecer relaciones basadas en la comprensión y
en la confianza entre la gente que dirige; practicará la escucha y genera entusiasmo y compromiso
en la gente.
Es un modelo teórico que resume los elementos, la estructura y los procesos implicados para
entender las experiencias afectivas en contextos laborales. Estudia las influencias de estas
experiencias afectivas en el comportamiento y actitudes del trabajador.
El modelo teórico se ilustra en el esquema siguiente, está constituido por una serie de eventos que
explican la dinámica afectiva del trabajador (Velazco et al., 2017).
Características Conductas
del entorno en el dirigidas por el
trabajo juicio
Conductas
Disposiciones dirigidas por
afectos
1. Reacciones afectivas:
Se trata en concreto, de aquellos estados más o menos intensos, más o menos duraderos
y más o menos placenteros que se originan como reacción a uno o más acontecimientos
ocurridos en contextos laborales.
Para la teoría de los acontecimientos afectivos, el afecto no puede entenderse como un rasgo
estable siendo por ello lo fundamental la experiencia del afecto como algo dinámico que va
variando a lo largo del día a día en el trabajador.
2. Eventos en el trabajo
Así mismo, dentro del contexto organizacional se están produciendo continuamente eventos de
los cuáles algunos tienen algún grado de significación afectiva. Los autores enfatizan la idea de que
dichos acontecimientos significativos son causas proximales de las reacciones emocionales que se
dan en el trabajo a la vez que serían causas distales de comportamientos y actitudes laborales.
Esos eventos en primera instancia, son evaluados en función de su relevancia para el bienestar del
trabajador o por su relación con las metas y los valores personales (Frijda, 1993) y segundo, una
evaluación más específica en relación al evento centrada en las consecuencias del mismo, dando
lugar a respuestas emocionales discretas como la tristeza, la rabia o la alegría (Smith & Pope,
1992).
De este modo, las reacciones afectivas serían mediadores (mecanismo por el cuál un proceso
influye en un segundo proceso) entre los acontecimientos y el comportamiento.
3. Actitudes en el trabajo
Siguiendo la teoría de las actitudes (Eagly & Chaiken, 1993), la AET contempla las actitudes como
evaluaciones generales en términos de favorabilidad-desfavorabilidad que están influenciadas
tanto por las experiencias afectivas con el objeto actitudinal como por las características del
propio entorno de trabajo (e.g., el clima o cultura organizacional).
Entonces, según la TAE, el trabajador construye sus actitudes al momento en que éstas son
requeridas consultando en su memoria experiencias anteriores la información relevante,
especialmente experiencias afectivas con el objeto actitudinal, así como información cognitiva
(Wilson & Hodges, 1992).
4. Tipos de conductas
La teoría sugiere que para comprender la relación entre el afecto y el comportamiento del
trabajador habría que incluir la distinción entre comportamientos dirigidos por el afecto (CDA) y
aquellos comportamientos dirigidos por el juicio o las actitudes (CDJ) (Velasco et al., 2017).
Comportamientos dirigidos por afecto (CDA) Comportamientos dirigidos por juicio (CDJ)
Se dan en el trabajo como respuesta directa a Están directamente influenciados por la
las experiencias afectivas evaluación general del propio trabajo u
organización
Sin que exista mediación en la relación entre
las experiencias afectivas y las actitudes
Se podría esperar que estos CDA sean de corta Suelen ser comportamientos que derivan de
duración y de gran variabilidad decisiones bien consideradas.
Estarían influidos por estados de ánimo y Son comportamientos más estables que los
emociones discretas, que han sido activadas CDA.
por el contexto laboral, distintos de las
actitudes que un trabajador haya podido
generarse sobre su trabajo u organización.
5. Disposiciones:
Las disposiciones se encargan de influenciar la forma en que los acontecimientos producen
reacciones afectivas; es decir, que dichas disposiciones serían moderadores en la relación entre
acontecimientos y afecto.
6. Características del entorno de trabajo:
En la teoría se da soporte al planteamiento sobre los individuos como agentes activos que
interactúan de forma dinámica con su entorno influenciando y dejándose influenciar por éste
(Kohn & Schooler, 1982). Para la AET, el ambiente laboral puede tener un efecto indirecto sobre
las experiencias afectivas, aumentando o bien disminuyendo las probabilidades de que
determinados acontecimientos ocurran y consiguientemente que generen una reacción
emocional. A la vez, las características del entorno también podrían ejercer un efecto directo
sobre los componentes cognitivos de las actitudes. Sin embargo, ha de tenerse en cuenta que esta
doble influencia está expresada en términos generales por lo que no hay que confundir esta idea
con la de que cada característica del ambiente en el trabajo incluye siempre influencias directas e
indirectas a la vez.
Es necesario aclarar conceptos fundamentales para saber que implican estos por separado
y conjunto.
Por otra parte, el liderazgo implica conocer las propias emociones y saber qué significa
cada una de ellas para tener la capacidad de entender cómo pueden impactar en la
jornada diaria y poder así controlarlas. Asimismo, un líder debe presentar determinadas
cualidades que serán la clave para distinguir uno bueno de uno malo.
Además de tener formación, es necesario que un buen líder tenga las características
emocionales que se mencionan a continuación. Si no es inteligente emocionalmente, no
logrará motivar a su equipo. Por lo tanto, podemos afirmar que hay una estrecha relación
entre inteligencia emocional, formación y liderazgo. Para llegar a ser un buen líder hay
que dominar diversos aspectos relacionados con el desarrollo de la inteligencia emocional.
Así en el ámbito empresarial como en La cadena de suministro o supply chain que como
bien sabemos es el proceso que se genera desde que el cliente realiza un pedido hasta
que el producto o servicio ha sido entregado y cobrado. Por tanto, comprende la
planificación, ejecución y control de todas las actividades relacionadas con el flujo de
materiales y de información desde la compra de materias primas hasta la entrega final del
producto al cliente, pasando por su transformación intermedia, se ha evidenciado que un
líder o jefe de empresa aplica la Inteligencia Emocional, si se observan las siguientes
características en su gestión:
1. El autoconocimiento o autoconciencia.
2. El autocontrol o autorregulación, son dos de los principales, y pasan por un trabajo
previo de introspección por parte del líder.
3. La motivación.
4. La empatía.
5. Las habilidades sociales.
Por lo tanto, un líder no se deja guiar por sus emociones, sino que reflexiona sobre las
razones, expone las consecuencias y presenta un análisis del problema y una solución
conveniente.
3) Motivación: “canalizar las emociones para alcanzar las metas” La Motivación es otro
pilar fundamental ya que quienes poseen potencial para ser líderes tienen la capacidad de
motivarse por un objetivo: tener logros. En la gerencia Supply Chain, motivar es uno de los
principales aspectos a desarrollar en sus mandos medios y superiores: dado que es una
manera de lograr el compromiso y la pasión por lo que hacen los colaboradores. En este
sentido, la motivación no solo se logra con incentivos económicos. Hay otras formas que
logran el mismo efecto, entre ellas: clima laboral, capacitaciones, felicitaciones formales e
informales luego de desarrollar una tarea. El hecho de alcanzar logros les motiva y los
impulsa por una razón: la pasión por su trabajo. Normalmente, estas personas buscan los
desafíos creativos, la constante formación y el orgullo de un trabajo bien realizado. Por lo
tanto, emplean su energía en hacer mejor las cosas y crecer profesionalmente. Estar
motivado es la clave para poder animar a los demás trabajadores. Y si los empleados están
felices y motivados con su puesto de trabajo, los resultados serán mucho mejores. Por lo
tanto, es el líder quien tiene la llave para animar a los demás integrantes de la empresa,
gracias a su capacidad motivadora.
4)Empatía: “reconocer y leer emociones de los demás”, todas las cualidades que se
integran en la inteligencia emocional esta es la más reconocible. La empatía es
la capacidad que tiene alguien de ponerse en el lugar o situación de otra persona. Para el
liderazgo, esta cualidad no significa adueñarse de las emociones ajenas y complacer a los
demás, sino considerar las emociones y sentimientos de sus empleados para tomar
decisiones correctas. Una escucha activa ayudará a que los empleados trabajen mejor y a
generar confianza en la compañía. La gerencia Supply Chain debe tener acercamientos
para tratar personalmente con los colaboradores y así evaluar lo que acontece como:
problemas personales, problemas familiares, número de hijos, dedicación en el tiempo
libre, clima laboral de la organización, etc., en sí, llegar a conocerlos. De esta manera se
pueden detectar estados de ánimo que no son comunes para proceder o anticipar alguna
sugerencia que beneficie al colaborador.
5) Habilidades Sociales: “relacionarse con los demás e influir en ellos”, no solo hay que
referirse a ser amistoso. Se trata de conducir a las personas hacia un objetivo común y
hacia la dirección que se desee. Normalmente, quienes poseen esta característica, suelen
despertar simpatía en los demás y tienen un amplio círculo de conocidos. Esta red de
conocidos es muy beneficiosa, y puede ser de gran ayuda en multitud de situaciones.
Compartir diferentes espacios en actividades es otro de los aspectos que no debe
descuidar la gerencia Supply Chain; por ejemplo, organizar una tarde deportiva, convidar
una cena, realizar una capacitación,…, son acciones que permiten relacionarse para lograr
en el colaborador su compromiso y apoyo; así se fomenta el desarrollo del equipo. En las
situaciones de relax es cuando se conoce plenamente a un colaborador, pues este actúa
en forma espontánea.
En resumen, que un líder sea emocionalmente inteligente implica que puede mantener el
control de las situaciones de estrés, por lo que no se deja llevar por él, sino que puede
analizar esas situaciones estresantes con calma para resolverlas de una manera más
eficiente y rápida. De este modo puede practicar el estilo de liderazgo positivo y utilizarlo
con éxito. En sí, se ha explicado que el manejo de la inteligencia emocional en el ámbito
laboral es una prioridad si se desea lograr un alto rendimiento, pues la parte humana es la
que hace a la empresa más que la inversión económica. La satisfacción debe ser
considerada como un motor tanto dentro del personal como con respecto a la clientela.
Por ello, el coeficiente intelectual se imbrica con el emocional para dar una persona
integral. Así, la inteligencia lógico-matemática y la lingüística se coadyuvan con la anterior,
ya que las relaciones interpersonales y sociales, es decir, las facultades comunicativas y
persuasivas, hacen de los empleados grandes líderes, que subsanan posibles problemas en
las empresas, por ello, la inversión en espacios de motivación y recreo son una obligación,
si se busca el mejoramiento global. Dentro de esta propuesta, el Supply Chain, es donde
se construye la eficiencia personal y de gestión; es lo que se comprende como la nueva ola
empresarial.
«La capacidad de percibir y controlar los propios sentimientos y saber interpretar los de los
demás».
Desde este nuevo punto de vista, los famosos test estandarizados que miden el coeficiente
intelectual no representan ni la inteligencia global de una persona, ni su posible potencial. Durante
una de las charlas ofrecidas por TED (una importante ONG norteamericana para la difusión del
conocimiento), Daniel Goleman, afamado psicólogo y autor del libro Inteligencia emocional, dejó
bien clara su postura respecto al CI: “La correlación entre el coeficiente intelectual y la empatía
emocional, el sentir con la otra persona, es nula. Están controlados por distintas partes del
cerebro”.
Tras estas apreciaciones, surge una pregunta: ¿Cuál es el papel de las emociones en todo esto? Si
tenemos en cuenta los diferentes tipos de inteligencia que se identifican en el trabajo de Gardner,
se deduce que la inteligencia emocional es la capacidad que tiene un individuo para adaptarse e
interaccionar con el entorno a raíz de sus propias emociones. Por lo tanto, el desarrollo de esta
inteligencia no implica regular las emociones, sino tener la capacidad de poder hacerlo, y para ello
es necesario aprender ciertas habilidades prácticas, conocidas como competencias emocionales.
Por todo ello, el mundo empresarial se ha subido al carro de esta tendencia. Y ha encontrado en la
inteligencia emocional una importante herramienta para comprender la productividad laboral de
sus empleados, los requisitos del liderazgo, así como el éxito y fracaso de las organizaciones.
• Gestión del talento: con objeto de hacer realidad la visión, el líder debe ser capaz de
motivar, atraer y retener. La estrategia debe renovarse cuando sea necesario para encauzar los
esfuerzos de los trabajadores y lograr así los objetivos organizacionales.
• Innovación: otra de las prioridades del líder consiste en favorecer el camino para que los
trabajadores no se queden estancados en métodos más tradicionales, promoviendo así nuevas
vías de mejora. El objetivo es que se valore y potencie el aprendizaje y la innovación, no solo la
reducción de costes.
• Coordinación y alianzas: las relaciones entre departamentos, áreas y funciones son cada
vez más estrechas en el ámbito organizacional. En este sentido, el papel del líder es básico a la
hora de facilitar la coordinación interna, especificando los roles y funciones de cada trabajador.
• Valedor ético: la responsabilidad social cobra cada vez más importancia entre las
organizaciones, y se exige que estas sean proactivas en este sentido. Hoy en día, el prestigio no se
construye solo a base de enriquecimiento y éxito, sino también a través de la implicación social,
por lo que el líder debe actuar de acuerdo a todas estas premisas éticas.
Como conclusión, podemos afirmar que la inteligencia emocional proporciona un beneficio doble:
por un lado, contribuye a mejorar el bienestar y la felicidad de los trabajadores, y por otro,
estimula la productividad en las empresas y organizaciones, sean del tipo que sean, el objetivo
principal del proyecto es el de ayudar a que las personas desarrollen las habilidades propias de la
inteligencia emocional para que alcancen su máximo rendimiento. Tal y como apunta Goleman, la
inteligencia emocional se puede desarrollar y aprender. Por ello, las organizaciones llevan años
incluyendo dentro de sus planes formativos el estudio de estas habilidades.
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