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La muerte de Sarpedón, Patroclo y Héctor

Las muertes de Sarpedón, Patroclo y Héctor muestran una serie de paralelismos y diferencias
tanto a nivel argumental como estructural que comentaremos a continuación.

El episodio que narra la muerte del licio Sarpedón en el canto XVI de la Ilíada es el que con
toda probabilidad más diferencias muestra con respecto a las muertes ilustres de los siguientes
héroes. El fragmento en cuestión comienza con la imprecación del hijo de Zeus a los guerreros
licios para que se enfrenten con valentía a los aqueos, mientras que él mismo se dirige a
Patroclo en su carro de combate. Una vez ambos héroes se hallan prestos para combatir,
Homero procede a describir su posición y actitudes a través de un símil muy elocuente que
compara a ambos héroes con buitres que se ciernen sobre sus víctimas y que da muestra de su
fiereza y arrojo. No obstante, la defunción del héroe licio a manos del compañero de armas de
Aquiles carece de cualquier efecto dramático que se pueda atisbar en los pasajes que narran los
decesos de Patroclo y Héctor, dado que la narración de la misma e bastante escueta, quizás
como una muestra de la poca importancia de la muerte de Sarpedón en el argumento de la obra.
En cambio, el fragmento de la muerte de Patroclo incluido en el mismo canto que la anterior,
muestra algunas diferencias sustanciales, si bien también ciertas semejanzas, con respecto a la
defunción del héroe previamente reseñada. El pasaje en cuestión se abre con la matanza de
varios héroes a manos del propio Patroclo en términos puramente cinematográficos para luego
dar paso a su enfrentamiento con Héctor, descrito a través de otro símil revelador que compara a
ambos héroes con un león y un jabalí que se disputan un manantial en la cima de una montaña.
Al igual que sucedía con la muerte de Sarpedón, la narración del deceso de Patroclo no posee
tampoco algún efecto dramático, pero esto no se debería quizás a una escasa relevancia del
personaje en cuestión en el argumentario de la Ilíada, dado que Patroclo posee un rol capital en
dicha obra, sino porque quizás el verdadero responsable de su muerte no sea tanto Héctor, que
se encarga de asestarle el golpe final, o Euforbo, el hijo de Pantoo, quien le hiere por primera
vez; sino Febo Apolo, quien tras empujarle al suelo consigue dejar al héroe malherido y ciego
para que así resulte más fácil a Héctor matarlo. Otra diferencia sustancial con respecto al relato
anterior la hallamos en la jactancia del hijo de Príamo frente al moribundo Patroclo, quien le
vaticina su futura muerte a manos de Aquiles, un hecho conocido más que de sobre para todos
los oyentes de la obra en tiempos de Homero y en lo siglos posteriores. No obstante, el autor
introduce una novedad para reforzar el interés de los oyente al referir la incredulidad de Héctor
ante lo vaticinado por Patroclo.
Finalmente, la muerte de Héctor, narrada en el canto XXII, muestra algunas similitudes con la
de Patroclo, pues tras la fatigosa persecución perpetrada por Aquiles contra Héctor alrededor de
las murallas de Troya y la muerte del troyano a manos de Aquiles, el fragmento termina con la
misma fórmula que el anterior, con un jactancioso Aquiles mofándose de las ambiciones de
Héctor contra los aqueos y Héctor vaticinando la futura muerte de Aquiles.

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