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Es un negocio lucrativo. Tal y como están las bolsas, es un valor de refugio, pero ese refugio es
a costa de miles de personas, para las que un incremento del 120% en el precio del arroz o el
trigo es una auténtica tragedia. Por ejemplo, en Camerún, una familia emplea el 50/60% de sus
ingresos en comida, nosotros apenas el 20% (gracias en parte a los subsidios de la EU que son la
parte del león del presupuesto europeo).
La desnutrición es una tragedia que va más allá de la pérdida de vidas humanas. El hecho de que
miles de niños estén desnutridos, conlleva unas graves carencias nutricionales, que también
afectan a sus desarrollo intelectual. Por ejemplo, la carencia de ácidos grasos omega-3 para una
óptima función cerebral. Si ni siquiera pueden comprar grano, para qué pensar en
alimentos nutricionalmente más densos.
El aumento del consumo por China e India
Un argumento habitual de quienes defienden la utilidad estos fondos, es que la demanda
mundial de alimentos se ha disparado por culpa de China y de la India y no por la especulación.
Es cierto, pero solo en parte. Los datos actuales no avalan del todo esa hipótesis, y no justifican
por sí solos la subida en el precio total.
Un aspecto que también podría estar jugando un papel importante en la subida de precios de
ciertos alimentos, es la producción de biocombustibles (bioetanol o biodiesel), masivamente
subvencionada en algunos países.
Como digo, los mecanismos a futuro que funcionaban antes eran importantes, porque en
sociedades tan especializadas como las nuestras, en las que la población agraria es un porcentaje
pequeño del total, necesitamos cierta estabilidad en la producción para garantizar el
abastecimiento. Esos mecanismos, garantizan ingresos al agricultor, beneficio al asegurador y
abastecimientos a la población.
El grave problema es que desde principios de siglo, se ha abierto la puerta a gente que no es del
negocio. Ellos solo ven números en una pantalla de ordenador, y jamás verán o han visto un
grano de arroz o trigo en la realidad. En realidad, se ha mezclado la inversión y controlada
especulación productiva (los graneros y los stocks) con la inversión de índices y mercados. El
problema es que la naturaleza tiene sus ritmos, que dejan de formar parte de estos índices de
mercado.
Lo único que cuenta para muchos especuladores, son sus opciones a futuro, es decir lo que creen
o esperan que ganarán. No tienen silos, no almacenan el grano, no conocen a los agricultores, no
les transmiten información de cómo van los precios y por supuesto, nunca, nunca, nunca, pasan
hambre.
Millones de personas, sí.