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INTRODUCCIÓN

En los regímenes dictatoriales latinoamericanos, es conocido que la violación de


derechos humanos se llevaba a cabo de manera masiva y sistemática como
política de Estado. Por ello, una vez superada la dictadura, observamos que uno
de los problemas más complejos a los que se enfrentan los procesos de
reinstitucionalización democrática – como se lleva a cabo en el Perú – es la
superación y solución de las violaciones a los derechos humanos ocurridas en los
últimos años.

Una de las características centrales de las graves violaciones a los derechos


humanos es su ejecución desde el poder o con la complacencia del mismo, por lo
que resulta común en estos casos que se asegure la impunidad de los autores de
estos hechos, a través de la utilización perversa de las instituciones y los poderes
públicos como el Poder Judicial y el Congreso. En consecuencia, es común que
en estos casos se activen procesos penales destinados a lograr la impunidad antes
que la sanción efectiva de los responsables.

DEFINICIÓN DE IMPUNIDAD

Impunidad, del vocablo latino impunitas, es un término que refiere a la falta de


castigo. Se conoce como castigo, por otra parte, a la pena que se impone a aquel
que ha cometido una falta o un delito.

Esto quiere decir que, cuando hay impunidad, la persona que ha incurrido en una
falta o un delito no recibe la pena que le corresponde por su accionar. De esta
forma no se sanciona ni se enmienda su conducta.

Por ejemplo: “Los vecinos se reunieron en la plaza para exigir que se ponga fin a
la impunidad”, “No voy a aceptar que haya impunidad en un caso tan

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trascendente”, “El asesino goza de impunidad y todavía puede caminar con total
libertad”.

Puede entenderse la impunidad como la evasión o el escape de la sanción que


implica una falta o un delito. Lo habitual es que la impunidad se produzca
cuando, por motivos políticos o de otro tipo, una persona que es responsable de
haber violado la ley no recibe el castigo correspondiente y, por lo tanto, sus
víctimas no reciben ninguna reparación.
Tomemos el caso de un vendedor de automóviles que estafa  a los compradores.
Las víctimas y sus abogados sostienen que, de acuerdo a la ley, al delincuente le
corresponde una pena de cuatro años de prisión. El juez a cargo de la causa, sin
embargo, considera que no hay pruebas suficientes para condenar al vendedor y
lo absuelve. Las víctimas sostienen que se trata de un caso de impunidad y que el
estafador sobornó al juez para comprar su libertad.
La impunidad suele asociarse a los ricos y famosos, en especial a casos de
evasión fiscal, dadas las tácticas que muchas estrellas utilizan para no pagar
todos los impuestos que les corresponde, lo cual vuelve la balanza aún más a su
favor en lo que a fortuna se refiere.
Por lo general, los casos que quedan impunes se caracterizan por la frustración y
la sensación de impotencia de las personas afectadas. Esto ocurre especialmente
en los crímenes que no logran resolverse, ya sea por corrupción o por falta de
evidencias, ya que alguien pierde la vida de una forma horrible y sus familiares y
amigos deben soportar que los culpables gocen de su libertad y, por si fuera
poco, continúen cometiendo asesinatos.
Otro tipo de casos que muchas veces acaban en la absoluta impunidad no
incluyen violencia directa, sino negligencia, que puede tener consecuencias aún
peores. Un ejemplo fue el fallecimiento de Florencia Mesa, una niña de 7 años

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que jugaba inocentemente en una hamaca cuando el desprendimiento de la
estructura le quitó la vida dé un fuerte golpe en el cráneo. Los padres declararon
que la plaza no se encontraba en buenas condiciones y las pericias consiguieron
determinar que el desgaste de los juegos era alarmante; sin embargo, nadie fue
señalado como responsable directo.
Existe un especial miedo casi cultural a que los maleantes queden impunes,
aunque muchas de las personas que han debido atravesar casos como el de la
pobre Florencia Mesa aseguran que después de unos años la lucha se enfoca en
que no haya más víctimas y no en una mera venganza al mejor estilo la ley del
talión. La impunidad es grave porque demuestra que la justicia no es perfecta y
eso deja en evidencia que el Estado no nos puede proteger siempre y que
tampoco puede garantizarnos soluciones a todos nuestros problemas sociales.
Es importante subrayar que la impunidad no siempre responde a la falta de
principios por parte de las autoridades, sino que puede surgir como consecuencia
de un crimen muy bien planeado, que no deje las suficientes pruebas como para
que se siga el rastro de sus autores.
Causas De Impunidad

Las Causas De Impunidad son circunstancias personales que impiden la


aplicación de la sanción dejando subsistentes todos los elementos del delito por
los cuales el autor del hecho deja de ser considerado delincuente por razones de
utilidad pública, política criminal y/o oportunidad política aunque conservando
su responsabilidad civil.

Esas circunstancias son las que rodean a la “persona del autor y que, por lo tanto,
solo le afectan solo a él y no a los demás participantes del delito.” (Muños

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Conde). Por eso, en puridad, a estas circunstancias se debe denominar: Causas
Personales de Impunidad.

Una Causa De Impunidad hace que un acto típicamente antijurídico imputable a


un autor culpable no se le considere delincuente.

Funciones y características de la impunidad

Bajo la definición de impunidad como el deseo del poder absoluto y el ejercicio


de ese poder, la tipificación que presentamos se realiza de acuerdo a cinco
características/funciones de la impunidad:
• Etimológica; ausencia de castigo

• Como acto; violatoria de los derechos humanos

• Como factor causal; contexto posibilitador

• Como factor perpetuador; culturización

• Como estrategia de poder, control social

La impunidad como ausencia de castigo

Desde esta utilización de la impunidad como ausencia de castigo, podemos


distinguir tres tipos de impunidad: la penal, la moral y la histórica.

Impunidad penal: Es la prolongación de una situación de injusticia ejercida


contra las personas víctimas de un crimen de lesa humanidad en el ámbito local
de la procuración de justicia: inadecuado marco normativo, ausencia de
investigación, no ejercicio de la acción penal, mala integración de la
averiguación, parcialidad de los jueces, etc.

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Impunidad moral: Es la complicidad social que se realiza a través de la ausencia
de sanción moral, la cual se ejerce socialmente a través del silencio, la
minimización del hecho y la culpabilización a las víctimas.

Impunidad histórica: Se plantea como un acto de borramiento simbólico a través


de los discursos y mitos institucionalizados (verdad oficial) sobre un crimen de
lesa humanidad ejercido por el Estado. Este se realiza a través del olvido, la
tergiversación de los hechos, la negación y la mentira institucionalizada.

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La impunidad como violación a los derechos humanos

• Asociar el fenómeno de la impunidad con los delitos de lesa humanidad no es


tan obvio ni sencillo como parece. Pero en el lapso histórico de diversidad de las
acciones en las Américas desde los años sesentas, estos crímenes han sido
elevados a la categoría de lesa humanidad en tanto representan un daño genérico
de carácter universal que atenta contra la dignidad de los seres humanos en tanto
raza.

• Advenimiento moral dentro del derecho internacional que supone el


reconocimiento de crímenes por parte del Estado y el cuestionamiento del Orden
que legitima estados de excepción o democracias incipientes, frágiles, donde este
tipo de crímenes son realizados por ausencia, complicidad o aquiescencia de
normas, instituciones o personas del Estado.

• La impunidad no es sólo un dejar hacer o dejar pasar, sino un acto racional y


deliberado de violencia y violación a los derechos humanos. Supone el
reconocimiento del estatuto de la tercera victimización, ejercida por la
impunidad prolongada y que afecta a la integridad física, psicológica y legal de
las personas víctimas y sus familiares de forma permanente, así como de la
sociedad en su conjunto. Supone un problema de salud pública, seguridad
ciudadana y de procuración de justicia.

La impunidad como contexto posibilitador

• Los estímulos ambientales: Son los “escenarios comportamentales”, por


ejemplo; las cárceles y los centros de detención clandestinas.

• Las situaciones de poder: “Uno de los factores que con más facilidad desata los
comportamientos violentos es la posibilidad de realizarlos”, por ejemplo; cuando
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el torturador pertenece a una corporación policial, a un grupo paramilitar o
cuente con la atribución de poder por parte de algún mando superior.

• La presión grupal: Uno de los elementos más desencadenantes lo constituye la


presión grupal. Un campesino incorporado a un cuerpo de autodefensa civil o a
un grupo paramilitar puede verse obligado por la presión grupal a participar en
actos de violencia como emboscadas, masacres y tortura.

La impunidad como cultura perpetuadora

• Desde la lógica del poder, un estado de opresión directa tiene que dejar paso a
su legitimación social. La legitimación social ha sido un tema clásico dentro de
la teoría social y política contemporánea, abordada por grandes pensadores como
Rousseau, Weber y Habermas, también las reflexiones e investigaciones que se
han realizado desde la psicología social, y en particular, desde la psicología
política.

La impunidad como cultura perpetuadora

• Los regímenes autoritarios, y anteriormente colonizadores, se distinguen por


una intencionalidad explícita de continuidad, esto es, se asume una visión
conservadora del status quo, para lo cual se desarrollan una serie de aparatos que
garanticen la continuidad en el poder de una persona, grupo o sistema.

Históricamente la impunidad ha servido como un factor de inestabilidad


sociopolítica, donde ante los vacíos de poder, se impone un sistema totalitario.

La impunidad es el caldo de cultivo de un sistema autoritario, y éste a su vez


necesita de una serie de aparatos que den continuidad, tanto al sistema como a
las estructuras que lo sostienen.

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La Impunidad como control social

1) Se vehiculiza a través del miedo colectivo

2) Genera resentimiento social y fragmentación del tejido comunitario (lazo


social).

• Una cultura del miedo como parte de la impunidad, posibilita el control social.

La cultura del miedo, como la del terror, está basada en el ejercicio de la


violencia como forma de regulación social frente al “malestar”:

• Opera en las víctimas a través del silencio, la culpa y la parálisis, suponiendo


esto una forma de control social en tanto desmantela la subjetividad
sometiéndola a un nuevo mandato: ¡no hablarás! Es este silencio forzado, a
veces, la única forma de sobrevivencia psicológica. El silencio aísla y culpabiliza
a la propia víctima, desresponsabilizando al perpetrador.

La Impunidad como control social

• De aquí que la ausencia de justicia (penal, moral e histórica) favorezca el


resentimiento social, y con esto, la descomposición del tejido comunitario,
desintegrando lazos y vínculos de solidaridad y confianza.

• En muchos de los casos y de las condiciones socioculturales, el resentimiento,


supone la entrada en el círculo vicioso de la violencia, el poder y la impunidad.
Esto facilita la estigmatización de estos sectores sociales como grupos
inadaptados o antisociales, produciendo una forma de control social,
básicamente a través de procesos psicosociales como el prejuicio social.

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Efectos de la impunidad

Los efectos más visibles de la impunidad se manifiestan en el ámbito jurídico y


político, en particular con la negación del Estado de derecho: Si el Estado es
quien aplica las políticas de represión y ejerce la impunidad, está negando,
abiertamente, su razón de ser como la instancia encargada de garantizar los
derechos humanos, de ejercer justicia. Si es el Estado es el responsable de
procurar y administrar la justicia, y es, al mismo tiempo, el que crea los
mecanismos de impunidad, ¿en quién se puede creer?

Si a este hecho le sumamos el problema de que el Estado, para evadir sus


responsabilidades, “pone” la falta en las víctimas y, en vez de investigar y
sancionar a los culpables, crea procesos judiciales contra quienes denuncian[5];
entonces, ¿a dónde se puede acudir para denunciar y exigir el castigo a los
responsables, la reparación de los daños?

Los fenómenos descritos van creando un escenario jurídico-político que favorece


las actitudes clandestinas, y hace que la sociedad se mueva entre dos órdenes: el
legal, formalizado como Estado de derecho, y otro informal que se maneja en la
práctica. Esto permite no sólo diluir la función del Estado -si él no ejerce justicia
alguien tendría que hacerlo-, ya que se deja un supuesto vacío institucional que
puede ser llenado por la justicia privada; sino enviar el mensaje de que es mejor
callar, ya que el silencio es una forma de sobrevivencia.

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CONCLUSIÓN

Los límites a las leyes de amnistía y la negación de sus efectos jurídicos, no sólo
encuentran respaldo en el ordenamiento constitucional, sino también en el marco
de las obligaciones internacionales del Estado Dominicano en materia de
derechos humanos.

Tanto la doctrina de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, como


del Comité de Derechos Humanos, resulta consistente en señalar que tales leyes
contradicen el deber de garantía de los derechos humanos expresada en los
tratados antes señalados.

Ello en la medida que impiden la investigación y sanción de los responsables,


afectando los derechos de acceso a la justicia y la verdad, garantías judiciales y
reparación. De este modo, ambos órganos de protección recomiendan a los
Estados dejar sin efecto estas normas y cumplir con el deber de garantía.

BIBLIOGRAFÍA

 Organización De Las Naciones Unidas – Comité De Derechos Humanos


(http://www.ohchr.org/spanish/bodies/hrc/
 Convención interamericana de derechos humanos.

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 Corte interamericana de derechos humanos. Jurisprudencia.
( www.corteidh.or.cr).

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ANEXOS

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