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Asi Se Habla - Claves para Ser U - Josue de Andres y Marcos Bello
Asi Se Habla - Claves para Ser U - Josue de Andres y Marcos Bello
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MARCOS BELLO Y JOSUÉ DE ANDRÉS
Así se habla, claves para ser un buen comunicador
Y a Scarlett Johansson.
Los autores
INDICE
GUARDA
DEDICATORIA
INDICE
PRÓLOGO
ENTRENANDO LA MEMORIA Parte I
COMO DOMINAR LOS NERVIOS Parte I
ENTRENANDO LA MEMORIA Parte II
COMO DOMINAR LOS NERVIOS Parte II
COMO ELABORAR UN BOSQUEJO Parte I
INTRODUCCIONES EFICACES
LA ENTREVISTA
USO EFICAZ DE LA VOZ
COMO ELABORAR UN BOSQUEJO Parte II
COMO MEJORAR LA VOZ
EL FACTOR SORPRESA (SINFONIA 94 EN SOL MAYOR)
HAYDN, MARTIN LUTHER KING Y LA REPETICION
SIN PRISA PERO CON PAUSA
EL HABLA QUE FLUYE
CHUCHO VALDES. IMPROVISACION Y ORATORIA
EL ARTE DEL ENSAYO
SEA OBSERVADOR
BUEN LECTOR, MEJOR ORADOR
INTRODUCCION AL STORYTELLING
PELIGRO. REDES
UN POCO DE NEMOTECNIA
LAS CENIZAS DE WALT
PREPARESE PARA LAS INTERRUPCIONES
DAR CERA, PULIR CERA
DEDIQUE TIEMPO A APRENDER DE LOS MEJORES
SORIA Y OLÉ
¿Y SI TE PIDEN QUE LO HAGAS TU?
TIEMPO DE HABLAR, TIEMPO DE CALLAR
MIRADAS
SU CUERPO HABLA
PNL
CONCLUSIONES EFICACES Parte I
CONCLUSIONES EFICACES Parte II
LAS TRES E
CONCLUSION
CONTRAPORTADA
PRÓLOGO
Hay una vieja leyenda contada por Plinio el viejo que tuvo lugar en
los tiempos de la Grecia clásica. La historia de Zeuxis y Parrasio.
Cuenta como, una vez cada cuatro años, en Atenas se intentaba
determinar quién era el mejor pintor del imperio griego. Tras una
serie de eliminatorias, llegaron a la final dos contendientes. Zeuxis,
natural de Heraclea, y Parrasio, de Efeso.
El juez, algo nervioso, le pidió por última vez que descorriera el paño
que cubría su pintura, amenazándole con que, de no hacerlo de
inmediato, no tendría más remedio que adjudicar el premio a Zeuxis,
quien se alzaría con el título de mejor pintor de Grecia durante los
siguientes cuatro años.
Lang Lang comenzó a tomar lecciones de piano con solo 3 años con
la profesora Zhu Ya-Fen. A los 5 años ganó el Concurso de Piano
de Shenyang y tocó en su primer recital público. Cuando tenía 9
años de edad, intentó hacer una audición para entrar en el Central
Conservatory of Music de Beijing, y, al tener dificultades con sus
lecciones, fue expulsado del estudio de su tutor de piano por,
atentos al dato, "falta de talento”.
Si usted es una mente brillante, tipo Anxo Pérez, quien con apenas
30 años tiene cinco titulaciones universitarias, habla 9 idiomas, toca
9 instrumentos, tiene un par de best-sellers publicados, es traductor
del mismísimo presidente de los Estados Unidos, actúa en películas,
y ha trabajado para el FBI… este manual de oratoria puede
directamente mandarlo lejos, muy lejos. Quizá incluso al pueblo sin
civilizar donde nació el padre de Lang Lang.
Por último le animamos a que sea valiente, decidido y, una vez leído
este libro, se introduzca activamente en el apasionante mundo de la
oratoria. Hablar en público le abrirá aspectos nuevos de su propia
personalidad y puede estimular ámbitos de su vida que ni imagina.
Si desarrolla su actividad profesional como abogado, una buena
oratoria le ayudará a incrementar la cantidad y calidad de sus
clientes. Si su área de trabajo es la gestión comercial, venderá más
y mejor si domina las estrategias de comunicación. Y si es un
ministro religioso salvará más almas. Si alguien muere y no se
salva, acuda a nosotros y con gusto le devolvemos el dinero del
libro.
LOS AUTORES
ENTRENANDO LA MEMORIA Parte I
Para hacerse una idea del reto, un lector medio que se pusiera a
leer la Biblia en voz alta desde el principio, dedicándole unas 10
horas al día, tardaría unas dos semanas en leerla completamente.
Lo cual representa 140 horas hablando sin parar. ¿Se imagina
aprenderse todo eso de memoria?
Les he contado esta historia para hablar acerca de una de las cosas
más maravillosas que poseemos los seres humanos: la memoria.
Como dice el libro Mysteries Of The Mind, “La memoria amplía
nuestro mundo. Sin ella la vida carecería de continuidad, y por la
mañana veríamos a un extraño en el espejo. Cada día sería un
episodio aislado; no podríamos aprender del pasado ni prever el
futuro”.
Tranquilo, que a lo largo del libro nos vamos a ir ocupando del resto.
ENTRENANDO LA MEMORIA Parte II
Hace unas semanas les contamos la historia de Cornelius Van Der
Steen, el pequeño monje belga que se aprendió la Biblia entera de
memoria. Seguro que su relato nos asombró, pero lo cierto es que
no es ni mucho menos el único caso de gente capaz de sacar el
máximo partido a su capacidad retentiva. Hay gente capaz de
hazañas incluso mayores. De hecho, de nuestro país,
concretamente de Albacete, es oriundo Ramón Campayo, el cual
ostenta todos los records internacionales de memorización. En
cierta ocasión, el amigo Ramón fue capaz de recordar el orden
exacto de 500 palabras entre 23.200 que escuchó a lo largo de tres
días consecutivos. Sin duda, alguien poco recomendable para
pedirle dinero, pensando que algún día se olvidará de la deuda.
De nada.
COMO ELABORAR UN BOSQUEJO Parte I
▪ Utilice una frase célebre . Que guarde clara relación con el tema,
claro. La frase de Gandhi “Vive como si fueras a morir mañana” es
preciosa, pero quizá no sea la mejor para iniciar una conferencia en
la planta de oncología de un hospital. Una afirmación contundente,
bien declamada, con la que las personas que le escuchan puedan
sentirse identificadas, sin duda sería una baza a su favor.
Existe gente con una increíble capacidad para hablar durante horas
de un tema, sin consultar ningún tipo de nota. Alguien que puede
dar fe de ello es la periodista de la NBC Andrea Mitchell. Esta
veterana reportera recuerda en sus memorias como, en una
ocasión, tuvo la oportunidad de entrevistar nada menos que a Fidel
Castro. Recién empezada la entrevista, le formuló al difunto líder
cubano una pregunta de apenas 30 segundos, y éste le estuvo
respondiendo… durante 45 minutos.
Si, por el contrario, uno escribe todo su bosquejo con el mismo tipo
de letra, sin establecer ninguna división fácilmente identificable a
simple vista, corre el riesgo de que, con los nervios, al mirar el papel
uno vea tan solo un conjunto de letras inconexas y se pierda. El
perderse en el guion tan solo servirá para aumentar su nerviosismo,
lo cual le hará más difícil retomar el hilo de la conferencia. Eso sin
duda le pondrá aún más nervioso, mirará al papel pero las letras le
parecerán manchas borrosas. Vendrán más nervios, un ataque de
pánico, el consiguiente paro cardiaco… Bueno, quizá todo eso no
pase. Pero, ¿por qué arriesgarse?
¿Será esto extrapolable para los que nos toca hablar en público?
Permítame que lo piense… ¡Ya lo tengo!
Pero hay otra serie de situaciones ante las cuales algunos oradores
no saben cómo reaccionar. Por ejemplo, imaginé que estando usted
en el escenario, irrumpe en la sala un tipo desnudo y se pone a
corretear por el patio de butacas. Algunos oradores piensan que,
para evidenciar que uno controla la situación, lo mejor es seguir
hablando como si nada hubiera pasado. Pero no. Bastante difícil es
retener la atención del auditorio en circunstancias normales, como
para hacerlo con un tío en pelotas corriendo por los pasillos.
Cualquier cosa que diga, aunque sea la cura para el cáncer, va a ser
ignorada por la concurrencia.
A pesar de que, minutos antes, una voz en off advirtió a todos los
asistentes que apagaran sus teléfonos móviles o los pusieran en
silencio, tan solo transcurrieron unos segundos, cuando, apenas
habían sonado dos arpegios y el sonido de un smartphone adulteró
la audición con un politono desagradable fuera de lugar.
Hace ahora algunos años, fui un día con la familia a una especie de
recital en el que actuaba un amigo de mi hija. El chaval, un
simpático niño brasileño que tendría por aquel entonces unos doce
años, tenía que subir al escenario y recitar un par de páginas de un
antiguo libro de poesía. Estuvimos hablando con él antes de
empezar el evento, y la verdad es que el pobre crio estaba como un
flan. Tratamos de tranquilizarlo diciendo que le iba a salir muy bien,
lo típico, y el padre me dijo, sin que nadie lo oyera, que estaba
deseando que acabase aquello, porque el chico llevaba semanas
obsesionado con su actuación.
Ensayo, ensayo, ensayo. Una de las claves del éxito de todo buen
conferenciante. Igual que usted no estaría cómodo de ayudante de
un lanzador de cuchillos que no hubiera ensayado antes, su
auditorio se incomodará si nota que no ha ensayado previamente su
conferencia. Pero, como tantas otras cosas, para que el ensayo
cumpla su propósito hay que hacerlo de la manera correcta.
Hay algo que usted está haciendo ahora mismo, que los animales
no pueden hacer, una sexta parte de la humanidad tampoco porque
no ha aprendido, y los concursantes de Mujeres, Hombres y
Viceversa pueden hacer, pero con dificultad. ¿Qué es? Leer.
Como última sugerencia, las historias que mejor funcionan son las
que le han sucedido a uno mismo. Esto es porque cuando alguien
nos confía algo personal, tendemos a confiar en esa persona de
manera instintiva.
Está claro que, entre conocer algo, conocer algo bien, y conocerlo
perfectamente, puede haber un abismo. En nuestros artículos
insistimos muchos en que, para un orador, es crucial conocer las
cosas con total exactitud. De hecho, el mismo vocablo “conocer”
tiene diversas acepciones que pueden inducir a confusión. Si no me
cree, lea las acepciones que recoge la RAE en su diccionario. La
entrada 5, por ejemplo, utiliza la definición “experimentar, sentir
algo”. Ejemplo: “Alejandro Magno no conoció la derrota”. Y la
acepción número 6, sorprendentemente, apunta el significado de
“tener relaciones sexuales”. Por eso, en algunas traducciones de la
Biblia, leemos en el Génesis que “Adán llegó a conocer a Eva y ella
llegó a estar encinta de Caín”.
“Uno por uno es uno, uno por dos, dos, uno por tres…” en fin, usted
ya sabe cómo continúa. Y seguro que, si tuviera que leerlo en voz
alta, (haga la prueba), lo haría acompañándose de su
correspondiente entonación musical. Y es que, lo crea o no, detrás
de las famosas tablas de multiplicar hay una importante regla
nemotécnica.
Seguro que lo que dijo fue precioso, a juzgar por la reacción de los
que estaban a su lado en el escenario, pero tristemente, ni los miles
de personas que abarrotaban el famoso parque, ni los 78 millones
de espectadores que hasta 2012 habían visto la película en el cine,
supieron nunca cuáles fueron sus palabras.
Si no quiere usted imitar al señor Gump, le animamos a que,
mientras está dando su conferencia, no compita con el sonido de un
avión, ni con el llanto de un bebe encabritado, ni con la tos perruna
de un fumador senior ni con otras interrupciones similares. En estas
coyunturas, mantenga la calma y guarde silencio. Espere a que el
ruido boicoteador cese. En el caso del avión, de una ambulancia, de
un camión de bomberos o del afilador, el sonido cesará en breve;
por eso solo se trata de callar, y quizás sonreír al auditorio
demostrando que controla la situación.
Dar cera…
Pulir cera…
El autor no fue otro que el icónico Steve Jobs, uno de los ejemplos
más singulares de éxito tras el fracaso, unos de los personajes
sobre los que más ríos de tinta se han vertido. En esta ocasión
encandiló a su público con una disertación brillante, inteligente y
reflexiva que podríamos colocar en el olimpo de las ponencias o
discursos. Me estoy refiriendo al discurso que pronunció en la
Universidad de Stanford el 12 de Junio de 2005.
“Se cuenta que, en los años 20, cuando Albert Einstein empezaba a
ser conocido por su teoría de la relatividad, era con frecuencia
solicitado por las universidades para dar conferencias. Dado que no
le gustaba conducir, y sin embargo el coche le resultaba muy
cómodo para sus desplazamientos, contrató los servicios de un
chófer, el cual resultó ser un amante de la física y, a pesar de no
tener estudios, entraba siempre a escuchar sus conferencias.
Adiós
MIRADAS
Todos sabemos mirar a los ojos cuando hablamos con una persona,
pero, ¿cómo se mira a los ojos de un grupo de cincuenta, cien, o mil
personas? Bien, en primer lugar, no piense que debe mirar a CADA
persona de su auditorio. Lo más práctico es escoger un puñado de
caras amables, en diferentes puntos del patio de butacas, y dirigirse
a ellos a lo largo de la conferencia.
Nos vemos
SU CUERPO HABLA
Mire, si quiere un buen consejo para saber qué hacer con sus
manos, ahí va: olvídese de ellas. Céntrese en su conferencia, y,
sorpresa, las manos se le moverán solas. Como cuando discute con
su pareja, habla de futbol con los amigos, o incluso como cuando
habla por teléfono. Las manos simplemente se mueven de manera
automática al ritmo de la conversación. Solo deberá preocuparse si
alguien le hace ver que ha adoptado un gesto que repite de manera
inconsciente una y otra vez, como tocarse el pelo, subirse las gafas,
o juguetear con los anillos. Incluso hay gestos que además de
recurrentes son desagradables, como hurgarse en los oídos, en las
fosas nasales o acomodarse el tema, ya me entiende. Si ese es su
caso, igual sí debería plantearse lo de dejar los brazos detrás del
escenario.
Empresas como Disney aplican muy bien la técnica del PNL. Siendo
como es un gigante empresarial que engloba parques infantiles,
estudios de cine, tiendas de mercadeo, etc., tiene un ejército de
trabajadores que, si por algo destacan, es por la magnífica atención
que siempre dan al cliente, y por las ganas de ayudar al público.
¿Casualidad? En absoluto. Parece que la PNL funciona en este
marco.
Muchas veces, las personas que, cuando vamos a un
establecimiento nos atienden de mala manera, no siempre es
porque estén estreñidos o tengan menos vida sexual que un
playmobil. Frecuentemente tienen una actitud negativa porque no
son capaces de alterar sus patrones o mapas de conducta para
crear un ambiente de trabajo agradable.
Así que, lejos del “Chim-pom“ final del pasodoble español, las
cuidadas e impresionantes conclusiones de las sinfonías de
Beethoven nos deben inspirar como modelo a copiar. Escúchelas y
reconozca el ingente trabajo que hay implícito en lograr esos
maravillosos desenlaces.
THE END
LAS TRES E
Seguro que esto tiene un nombre súper molón en inglés, pero viene
a ser lo que nuestras madres toda la vida han llamado LAS TRES B
que debíamos buscar al comprar algo: que fuera bueno, bonito y
barato.
Ahora, piense en cualquiera de los miles de conferencias, discursos,
tesis, sermones y charlas que se presentan cada día alrededor del
mundo. Es posible que usted mismo tenga que ponerse delante de
un público hoy, mañana, o en unos pocos días. Pues puede que le
interese saber que, no importa si va a hablar de la crisis del
petróleo, de las profecías del apocalipsis, o de la reproducción en
cautividad del berberecho salvaje, existe una regla similar a la
anteriormente mencionada. Todas y cada una de esas
intervenciones, para tener éxito deben cumplir tres parámetros.
Todos y cada uno de ellos, cada uno con su estilo, han sabido sacar
el máximo partido a esa herramienta tan maravillosa que tenemos
los seres humanos, y que no posee ninguna otra especie animal: el
habla.
Sabemos que muchos de ustedes que han tenido a bien leer este
libro, a pesar de haber demostrado un gusto exquisito para la
lectura, jamás llegarán al nivel como oradores de los antes
mencionados. Pero tampoco se trataba de eso. Tan solo hemos
intentado que descubran que para hablar en público no hay que
tener un don especial. Cualquier persona que se esfuerce, y aplique
las técnicas adecuadas, puede llegar a ser un orador más que
correcto. Y lo más importante, puede conseguir que el hablar en
público deje de ser un suplicio, y se convierta en algo agradable.
Déjennos para concluir contarles la historia de otro personaje
histórico de la antigüedad. Se trata de Demóstenes, ciudadano
griego nacido en Atenas en el año 322 A.C.
Era tartamudo.
Creo que no hace falta decir mucho más. Si, como decíamos en la
introducción de este libro, no ha sido usted bendecido con un don,
no se preocupe. El esfuerzo y la constancia a veces pueden llevarle
más lejos que el talento natural. Vaya aplicando poco a poco las
sugerencias que haya encontrado más interesantes, y cuando tenga
más o menos dominado un aspecto de la oratoria, intente
perfeccionar otro diferente. La oratoria es un campo fascinante en el
que nunca se deja de aprender. Incluso el mejor orador del mundo le
diría que el mejor discurso de su vida aún está por llegar.
Cuídese,
JAL, MBL
¡GRACIAS!
ashthebook@gmail.com