Está en la página 1de 39

Aprobar una oposición es difícil…

pero tú vas a conseguirlo

El libro que las academias no quieren que leas.

Vicente Chicote
Este libro está dedicado a mi familia, que son mi

energía para llevar a cabo todo lo que me propongo


Introducción

Antes de nada, quiero darte las gracias por leer este libro.
No me ha resultado fácil escribirlo, pero no por falta de tiempo o de
ganas, sino por una cosa llamada “el síndrome del impostor”
Aunque en general es bastante desconocido, entre los
emprendedores se habla mucho de ello, y estoy convencido de que
todos en alguna ocasión lo hemos padecido.
Es, tal y como lo define la Wikipedia “ un fenómeno psicológico en el
que la gente es incapaz de internalizar sus logros y sufre un miedo
persistente de ser descubierto como un fraude.
A pesar de las pruebas externas de su competencia, aquellos con el
síndrome permanecen convencidos de que son un fraude y no
merecen el éxito que han conseguido.
Las pruebas de éxito son rechazadas como pura suerte,
coincidencia o como el resultado de hacer pensar a otros que son
más inteligentes y competentes de lo que ellos creen ser. “
Es algo muy común entre aquellos que quieren aventurarse a
emprender un negocio, pero piensan que no merecen cobrar por los
servicios que prestan, ya que no son los mejores en su campo.
Pues bien, eso me ocurría a mí. Jamás se me habría ocurrido
pensar en aconsejar y guiar a opositores hacia su ansiada plaza.
En el fondo, ¿quién soy yo para decirle a nadie cómo estudiar para
sacarse la oposición?
Un simple funcionario de carrera, al igual que otros cientos de
miles.
En este punto, y gracias a mi interés por el mundo del
emprendimiento y sus constantes batallas contra este síndrome,
descubrí que, en buena lógica, no hace falta ser el número uno para
poder enseñar lo que sabes.
Ni el número dos. Ni siquiera el tres. Basta con que sepas más que
otros.
Imagínate el conocimiento sobre un tema concreto como una
inmensa pirámide.
El que más sabe sobre eso está en la cúspide. Es el más top en su
campo. Nadie sabe más que él… pero solo hay uno.
En la base se encuentran todos aquellos a los que les gusta el tema
pero no saben nada de nada. Puede que lo hayan descubierto
recientemente, o que no puedan dedicarle nada de tiempo ni
esfuerzo. Esos son muchísimos.
Sin embargo, si tú te interesas en especial por una materia, o le
dedicas mucho tiempo porque es tu hobbie o trabajas de ello, puede
que no seas el mejor, pero seguro que tampoco estás abajo del
todo.
Te encuentras en un punto intermedio entre estas dos posibilidades,
y cuanto más sepas más arriba estarás.
¿Qué significa eso? Pues que a la hora de valorar nuestras
habilidades y conocimientos, solemos compararnos con los que
tenemos por encima.
Les admiramos, sabemos quienes son y somos conscientes de que
nos superan.
Sabemos que nuestro conocimiento y experiencia palidecen
comparados con los suyos, y nos avergüenza que alguien más
pueda hacer esa misma comparación o pensamos que nadie optaría
por escucharnos a nosotros, habiendo otros mejores, o incluso nos
abochorna pensar qué dirán aquellos que están por “encima” de
nosotros.
Pero no pensamos en todos aquellos que están por debajo, y a
quienes podríamos ayudar. Al menos a llegar a nuestro nivel.
De hecho, es más sencillo que alguien que te ve cercano confíe más
en tí, que hace poco estuviste dónde está él ahora, que en los gurús
que pueblan las alturas, y cuyo conocimiento es tan elevado que no
están siquiera interesados en enseñar las cosas básicas, para
principiantes.
Pues en ese punto estaba yo, indeciso sobre si lanzarme a escribir
el libro, cuando entendí que podía ayudar a mucha gente con él.
Tampoco es cuestión de contarte toda mi vida, pero quizá te ayude
saber que todo empezó hace más de quince años.
Trabajaba como recepcionista de hotel, y aunque el empleo me
gustaba, notaba que no me llenaba. Necesitaba más. Así que
intenté algo que siempre me había gustado: ser bombero municipal.
Me apunté a una academia, estudié, hice deporte y entrené con
vista a las pruebas, investigué sobre formas de mejorar mi
capacidad de estudio, leí los libros de Ramón Campayo, Tony Buzan
y otros sobre memorización, estudio y preparación de
psicotécnicos… pero no bastó.
Suspendí las físicas la primera vez que me presenté (maldita
cuerda)
Seguí intentándolo, y aunque las técnicas que había aprendido
parecían útiles, había demasiadas y no me centré en ninguna en
concreto.
Cometí el error de querer probarlo todo. Bueno, al menos ví qué
funcionaba de manera inmediata y qué requería más dedicación y
aprendizaje.
Luego me presenté a las oposiciones para Policía Nacional
estudiando por mi cuenta, y aunque aprobé el exámen de
conocimiento, renuncié a seguir el proceso. No era lo que yo
buscaba.
Me volví a presentar a las de bombero, pero esta vez autonómicas,
y aunque pasé las físicas sin problemas y aprobé las teóricas con
buena nota no fue suficiente.
Que coja plaza la persona que está justo por encima de tí en la lista
es bastante frustrante. Y eso es justo lo que me ocurrió. Te lo cuento
porque es probable que no apruebes a la primera, pero eso no debe
desanimarte ni hacer que tires la toalla.
Más bien al contrario. Ahora tienes conocimiento acumulado y la
experiencia de acudir a una oposición. Esa fue mi motivación para
presentarme a algunas a las que no deseaba realmente optar. Pero
me sirvió para ver cómo funcionaban diferentes oposiciones, y me
preparó para afrontar las siguientes.
Después me presenté a la oposición para Policía Local. En la
Academia descubrí que me iba a gustar ese trabajo, así que me
olvidé por completo de los bomberos y decidí centrarme en eso.
En la Academia también usé las técnicas y métodos que te explico
aquí, y obtuve la mejor nota de mi promoción, aunque luego una
rebaja de nota colectiva a toda mi clase me puso en el segundo
puesto, justo una décima por debajo del primer alumno.
Pero ese no iba a ser el fin de mis oposiciones: mientras pasé de un
municipio a otro mediante concursos de méritos no hubo mayor
problema pero, después de casi catorce años de profesión, y aún
siendo interino, tuve que prepararme otra oposición para conseguir
mi plaza en propiedad (sí, en algunas partes de España hay policías
interinos. No tiene sentido, pero es así…)
Conseguí mi plaza fija por fín.
Por suerte, no había olvidado las técnicas y métodos que me habían
hecho sacar tan buena nota en el pasado.
Así que, después de mucho pensarlo, me he puesto manos a la
obra, nunca mejor dicho, para plasmarlo todo en un libro que
condense lo que sé, y que sirva de ayuda a otros que quieren
recorrer el mismo camino y encontrar su hueco en la Administración.
No creo que este libro por si solo te sirva para conseguir tu plaza,
pero sí puedo asegurarte que si interiorizas lo que aquí te explico, tu
estudio experimentará un salto de calidad.
Aprenderás más rápido y mejor.
Pero no te relajes, porque aún así vas a tener que poner mucho de
tu parte. Vas a tener que ponerlo TODO de tu parte.
Las oposiciones son una competición. Para que unos ganen, otros
tienen que perder. Un juego de suma cero. Así que deberás hacer
un sacrificio para superar al resto de opositores que ahora mismo
están estudiando lo mismo que tienes que estudiar tú, que puede
que tengan circunstancias personales más ventajosas o que estén
dotados de una memoria e inteligencia fuera de lo común.
Que nada de eso te obsesione, pero tampoco lo desprecies. Tienes
que estar entre los mejores. Tu plaza depende de ello.
Si comparamos la oposición con una maratón, aprender lo que te
enseño este libro te situará unos metros más adelante en la línea de
salida. Partirás con ventaja, pero si no mantienes el ritmo, si aflojas
en tu esfuerzo, la ventaja obtenida se diluirá.
Así que no quiero entretenerte más, tienes mucho trabajo por
delante.
Lee el libro, usa lo que viene en él, disfruta al ver los primeros
cambios y… A POR TODAS!!!
Organización del estudio

Cuando tomas la importante decisión de prepararte unas


oposiciones, lo primero que se suele sentir es excitación y alegría.
Sabes que va a ser difícil, pero te visualizas con tu objetivo
cumplido, satisfecho con tu plaza y sabedor de la tranquilidad y
alegría que eso te proporcionará a tí, tu familia y tus amigos.
Pero al poco llega el primer bajón: puede que ya hayas leído los
títulos de los temas que vas a tener que aprenderte, y puede que
muchos de ellos te suenen a chino, aunque estás convencido de
que tú vas a poder con eso y más.
El bajón de verdad empieza cuando tienes delante de tí el temario,
en hojas o en formato electrónico, y ves que el conjunto suma miles
de hojas.
¿Es posible que alguien se aprenda eso?
Bueno, cientos de miles de funcionarios te pueden afirmar que sí,
aunque no es fácil.
Así que, lo primero que debes hacer, antes de empezar a aplicar las
técnicas y métodos que te voy a enseñar en este libro, es
organizarte.
Como me dijo mi mejor amigo, que coincide que también es mi
hermano: “con un buen planteamiento, puedes conseguir lo mismo o
incluso más, que tirando solo de corazón”
Por muchas ganas y urgencia que tengas por ponerte a estudiar, es
mejor que primero te organices, porque eso va a redundar en un
beneficio futuro para tí que no tendrá precio.
Si sabes qué temas debes estudiar, qué extensión tienen y cuando
(aproximadamente) vas a tener que examinarte, entonces debes
hacerte un calendario de estudio.
Puedes comprarte una agenda, hacerte una hoja de cálculo o
hacerlo en una hoja de cálculo online, como Google Sheets
(personalmente prefiero esta última opción por su comodidad,
potencia y versatilidad)
Debes establecer cuantos temas vas a estudiar cada semana, y
repartirlos en días en función de su extensión y complejidad.
Claro, algunos no sabrás lo difíciles que son hasta que no los
empieces, pero para eso harás una cosa antes.
Resérvate los primeros diez o quince días para leerte todo el
temario.
En este punto debes pensar que, o me he vuelto loco o te estoy
tomando el pelo, pero ni lo uno ni lo otro.
Sin estress, sin agobios, coge la primera página del tema 1 y
empieza a leer.
Pero ni se te ocurra intentar memorizar nada. Ahora solo vas a
hacer una lectura rápida, sin pretensiones, como si de un libro se
tratara.
Ve realizando pequeñas anotaciones al final de cada tema,
indicando cómo de difícil te ha parecido y si recuerdas alguna
mención a otro tema que ya hayas leído (no pasa nada si no lo
recuerdas, ahora estamos calentando)
Mucha, muchísima gente, se lanza a estudiar desde el primer día sin
hacer este sencillo, pero imprescindible ejercicio.
Al leerlo todo del tirón vas a empezar a habituarte al lenguaje usado,
vas a ver que muchos temas están interrelacionados y, sobretodo,
vas a saber qué temas te van a ser más sencillos y cuales te van a
costar más.
Esto último te será de gran utilidad a la hora de configurar el
calendario de estudio que te comento más arriba.
Para hacerlo debes de tener en cuenta varias premisas básicas:
La primera es ¿cuánto tiempo estás dispuesto a dedicarle?
No tiene nada que ver como se prepara la oposición alguien de
veinti pocos años, con la carrera terminada y que vive con sus
padres que alguien casado, con hijos y trabajando a jornada
completa.
Y entre estos dos extremos, podemos encontrarnos las más
variadas situaciones personales.
Por tanto, y atendiendo a las tuyas propias, y siendo realista, vas a
reservar un tiempo cada semana para conseguir tu sueño.
Y dentro de cada día elegido o disponible para estudiar, señalarás
qué horas vas a dedicar al estudio.
No hace falta que seas excesivamente rígido en este punto. Tu
calendario de estudio debe ser flexible. No te marques objetivos
excesivamente rígidos, porque sino cualquier fallo o imprevisto te
frustrará y te descolocará todo el planning posterior.
Cuando ya sepas el tiempo que podrás ponerte a estudiar, y antes
de distribuir los temas entre los días marcados, debes estudiarte el
tema 1.
Ahora sí, empezarás con una lectura rápida y completa del tema, tal
y como hiciste con la primera lectura global que te recomiendo
arriba.
Debes apuntar cuánto estudias, para hacer una estimación de tu
velocidad de aprendizaje.
Puedes hacerlo a mano en una libreta o usando alguna app como
Toggl.
A partir de aquí, y usando el método Pomodoro, al cual le dedico un
capítulo íntegro, empieza a aprenderte este tema.
Lee con calma, prestando atención a lo que dicen los párrafos y
subrayando lo que creas que es más importante.
No te pases con el subrayado; un poco está bién y destaca las ideas
claves del texto o las palabras principales, demasiado convertirá tus
textos en un festival de colores que hará imposible que te
concentres.
Recuerda que “si todo es importante, nada es importante”
Piensa en un extenso campo poblado de amapolas.
Cada amapola es la metáfora de una idea del tema que estás
estudiando.
Todas y cada una de ellas tienen bonitos pétalos de un brillante
color rojo, un llamativo centro negro y largo tallo de un precioso
verde esmeralda.
Ahora míralas a ras de suelo ¿alguna destaca por encima de las
demás? No, todas las que puedes ver están al mismo nivel. Por
supuesto que las hay más pequeñas, pero están eclipsadas por la
masa de amapolas mayores, todas iguales.
Tu texto no debe ser así. Si alguna idea no es importante, no le
otorga la esencia al texto, no la destaques.
Marca solo aquellas que definen con claridad lo que estás leyendo,
y no aquello que proporciona información complementaria.
Si, cuando vuelvas a leerte el texto más adelante, crees firmemente
que alguna otra idea debe ser señalada, entonces adelante. La
experiencia que adquirirás durante el estudio te ayudará a distinguir
unas de otras.
Cuando ya lo tengas señalado, prepárate un esquema, pero que
solo incluya los conceptos subrayados.
¿Echas en falta una idea principal, sin la cual parece que el tema no
está completo? Genial, pues añádela. De la misma manera, si en
este punto crees que algo está de más, no tengas miedo de
suprimirlo.
Con este este esquema hecho, vas a empezar a memorizar.
Ha llegado la hora de los mapas mentales. Haz uno con tu esquema
como base. Sigue las recomendaciones que te doy en el capítulo
que le dedico.
Ahora tienes una poderosa herramienta de memorización, así que
céntrate en ella.
Para fijar los conceptos más esquivos, puedes ayudarte de la
creación de historias (lo verás un poco más adelante, en el libro) o
crear coloridas y llamativas visualizaciones de lo que quieres
aprenderte.
Cuando lo hayas repasado unas cuantas veces, intenta, mirando el
mapa mental solo como referencia, explicar el tema en voz alta,
como si fueras un profesor o ponente que ayuda a otros a entender
el tema que te quieres aprender.
Este proceso, que vas a repetir para cada tema, te habrá llevado un
tiempo determinado, así que ahora, sabiendo la extensión del tema
y el tiempo invertido, podrás calcular aproximadamente cuántas
horas te tomará estudiar todo el temario.
Además, como ya tienes una idea de qué temas son más difíciles, a
estos dales un tiempo extra de estudio, porque probablemente lo
necesites.
Cada cinco o seis temas, prográmate un repaso de los temas
anteriores, y cada quince aproximadamente, un repaso global de
todo lo estudiado.
Ten en cuenta que, como ya lo has estudiado, te será más fácil
leerlo y repasarlo, pero no debes dejar de hacerlo, porque de esta
manera combates la curva del olvido, haciendo que lo estudiado
permanezca por más tiempo y de manera más consistente en tu
memoria.
Así que ahora, con tu planning realizado, tus ganas a tope, y las
técnicas y métodos de este libro, ponte a estudiar para conseguir tu
sueño.
Método Pomodoro

Cómo te comerías un elefante?


Pues a trocitos!
Cuando te enfrentas por primera vez a un temario es casi imposible
no sentirse abrumado por toda la cantidad de materia que tienes
que aprenderte.
Bueno, en realidad ese es el primer error.
Aunque vas a tener que memorizar mucho, hay parte que es “paja”
Es texto introductorio o complementario, que abulta, pero que no
debes aprenderte.
Y luego tienes que saber que le vas a dedicar muchas horas… pero
no todas seguidas.
Y aquí es donde entra en juego este método.
Si de todas las técnicas y métodos de este libro pudiera quedarme
solo con uno, elegiría este sin dudarlo.
Es tan sencillo de usar, tan práctico y de resultados tan inmediatos
que sorprende nada más empezar a usarlo.
Se basa en que la atención que nuestro cerebro puede poner en
algo tiene un límite, y eso es un problema, porque es el factor que
más influye en nuestro aprendizaje
Pero eso tú ya lo sabías.
No hacía falta que viniera yo a contarte que después de varias horas
de estudio ininterrumpido, parece que la cabeza te va a estallar y
que ya eres incapaz de memorizar nada más.
Y es cierto.
Cuando el cerebro se satura, cuando presta demasiada atención
durante un tiempo prolongado, se agota.
Y al igual que cuando entrenas llega un punto en que no puedes
correr más porque las piernas no te responden, cuando estudias tu
cerebro también se cansa, y sus capacidades se ven disminuidas.
Pero existe una manera de hackear ese proceso de agotamiento.
Y es tan sencilla como la adivinanza que te he propuesto al empezar
este capítulo.
El Método Pomodoro consiste en distribuir el tiempo de estudio para
que así, mediante pequeñas pausas, nuestro cerebro tenga tiempo
de asimilar lo aprendido y pueda relajarse, descansar, antes de
afrontar otra sesión de estudio.
Debes tener un cronómetro a mano.
No hay que obsesionarse con cumplir los tiempos que te diré al
segundo, pero tampoco debes saltarte descansos ni alargar
sesiones.
Empieza con una sesión de estudio de 25 minutos.
Pero de estudio concentrado y focalizado.
Apaga las notificaciones del móvil y presta toda tu atención al texto
que debes estudiar.
Vuelve a releer la “Organización del estudio” para repartirte
adecuadamente la materia y así maximizar tu tiempo y capacidad.
Cuando hayan pasado los 25 minutos, entonces tómate cinco (y
solo 5) minutos de descanso.
El reposo tiene que ser mental, intelectual, así que nada de ponerse
a ver la televisión o ver el móvil desesperadamente.
Es un buen momento para que pasees un poco y que circule la
sangre por todo tu cuerpo, haz algunos estiramientos suaves, bebe
agua…
Y cuando acaben los cinco minutos, ponte de nuevo frente a los
apuntes o el libro y prepárate para pasar otros veinticinco minutos
de estudio eficaz.
Este esquema de estudio es muy sencillo de seguir y tiene una
eficacia tremenda.
Cuando alguien me pregunta consejos para estudiar mejor este es
el primero que ofrezco.
Sin dudarlo.
Pero no te vas a pasar toda la sesión de estudio repitiendo estos
intervalos indefinidamente.
Cuando hayas repetido este ciclo cuatro veces, entonces el
descanso que debes tomarte es de media hora.
Treinta minutos que puedes aprovechar para comer algo, hacer
deporte, comprobar el móvil… Lo que sea, pero que te relaje y te
permita prepararte para el siguiente ciclo.
Vas a ver como dos ciclos aplicando el Método Pomodoro (es decir,
cuatro horas de estudio) te cunden mucho más que una sesión
maratoniano de todo un día de estudio ininterrumpido.
La primera vez que recomendé este método a alguien a quién no
conocía directamente fue a través de Instagram.
Una chica que oposita para agente de medio ambiente (y que ojalá
haya conseguido su plaza mientras lees estas líneas, al igual que
acabarás haciendo tú) preguntó si alguien podía echarle una mano.
Como no tiene mucho tiempo para estudiar, aprovecha las
vacaciones y hace jornadas intensivas, durante todo el día, de
estudio.
Intensivas y extensas.
Entre ocho y nueve horas cada día.
Agotador.
Tanto es así, que cuando lleva la mitad le empiezan los dolores de
cabeza y las molestias de espalda.
Y estos dolores, una vez que han comenzado, cuesta mucho
librarse de ellos, y estudiando desde luego no se van.
Así que le contesté, explicándole brevemente el Método Pomodoro.
Se lo resumí mucho, y le hice hincapié en la importancia de los
descansos.
Todos tenemos tendencia a estudiar pegados al móvil pendientes de
sus notificaciones, aunque sea de forma inconsciente, lo cual es un
error garrafal.
¿O acaso no miras el móvil cuando ves por el rabillo del ojo que te
ha llegado un mensaje?
Pero es que mirarlo en exceso durante nuestro tiempo de descanso
también lo es.
Queremos que el cerebro descanse, y así no lo logramos.
En fin, que a los dos días la chica respondió a lo que yo le había
dicho.
No podía estar más contenta.
Había conseguido pasar dos días estudiando desde la mañana
hasta la tarde-noche y, aunque estaba cansada, no había notado
ninguna de las molestias de los días anteriores.
Incluso aprovechó la pausa larga de media tarde y se fue a correr un
rato.
Lo dicho, no podía estar más satisfecha con el consejo.
Así que ahora, aún sin haber leído el resto de técnicas, métodos y
consejos de este libro, ya sabes qué probar lo primero de todo.
Incluso puedes seguir leyendo este libro durante las pausas largas,
y así seguir aprendiendo a cómo mejorar tu manera de estudiar para
conseguir subir puestos en tu oposición a la vez que ya te vas
familiarizando con el temario.
Por cierto, no te lo he comentado durante el capítulo, pero para
llevar el control de los ciclos, lo más sencillo y práctico que puedes
hacer es instalarte una app de las muchas que hay para ello.
Ahora no te eches las manos a la cabeza diciéndome “pero si
acabas de decir que no esté pendiente del móvil”
Déjame que te lo aclare.
No debes permitir que las notificaciones del móvil te distraigan de tu
foco principal, que debe ser estudiar, así que te propongo que
apagues todas los avisos que producen las redes sociales y las
aplicaciones de mensajería.
Así, lo único que te sacará de tu estado de concentración será la
aplicación de Pomodoro, avisándote de que ya debes descansar,
pero sigues estando localizable mediante llamada telefónica, por si
ocurre alguna urgencia y es necesario que te avisen rápidamente.
Mapas mentales

Hace muchos años, cuando decidí que iba a estudiar una oposición
lo primero que hice fue conseguir el máximo de temario posible.
Cuando tuve todos aquellos megas de información a mi disposición
pensé que era imposible aprenderse todo aquello.
Pero como conocía el Método Pomodoro, que ya hemos visto, pues
me puse manos a la obra.
Para que te sitúes, yo nunca antes había estudiado nada de
legislación.
Tengo un pasado de “ciencias puras”
En el Instituto hice matemáticas, física, química…
Probé suerte en la Universidad con Informática de Gestión.
Y finalmente me hice Técnico Superior en Desarrollo de
Aplicaciones Informáticas.
¿Que para qué te cuento todo esto?
Para que entiendas mi sofoco cuando abrí por primera vez la
Constitución, el Código Penal y la Ley de Régimen Jurídico y
empecé a leer aquellos textos.
Se me vino el mundo al suelo.
Si aprenderme todo aquello me resultaba a priori imposible por la
cantidad de materia, cuando ví el contenido creí que no lo lograría.
Y es que, de repente , intentar asimilar términos jurídicos se me
hacía muy cuesta arriba.
Así que, buscando cómo hacer aquella información más “digerible”
dí con un libro de Tony Buzan.
Hablaba sobre los mapas mentales.
También se les llama mapas conceptuales.
Lo leí, aunque las promesas que hacía acerca del método me
parecían exageradas.
He visto que en la portada de la nueva edición del libro pone
“aprende a usar la herramienta de pensamiento más poderosa del
universo”
¿Entiendes lo que quiero decir cuando me refiero a que es un poco
exagerado?
He de reconocer que empecé a probarlo sin demasiada fe en los
resultados que podía obtener.
A primera vista me parecía un poco “infantil”
Pero cuando hice el primero siguiendo las indicaciones que te daré
a continuación, y ví como era capaz de memorizar mucho más
rápido que simplemente leyéndome la normativa, tuve claro que los
mapas mentales iban a convertirse en un pilar de mi estudio desde
aquel instante.
En el primero resumí la estructura de la Constitución.
Sus partes, títulos, secciones y capítulos y los artículos que los
componen, así como las fechas más importantes.
Me sorprendió cómo era capaz de aprender tan rápido algo tan poco
atractivo para mí.
Con solo un par de repasos, era capaz de recordar todo el mapa.
Desde entonces no he dejado de usarlos nunca.
Incluso ahora, ya siendo policía, les he encontrado utilidad en
multitud de ocasiones, cuando es necesario aprenderse nueva
legislación.
Sin ir más lejos, los recientes cambios normativos sobre los VMP
(Vehículos de Movilidad Personal) han hecho necesario aprenderse
sus definiciones, características, limitaciones y normativa que los
regula.
¿Adivinas qué técnica he usado para tener claro cómo se regulan?
Exacto: un mapa mental.
El fundamento científico de esta técnica es muy sencillo y muy
intuitivo.
De hecho, es el mismo fundamento de algunas de las otras técnicas
y métodos de este libro, y que te explico en otras secciones.
Es curioso ver como se conocen perfectamente cuales son las
mejores maneras de aprender, y la educación formal empieza a
implementar estos conocimientos en las aulas, pero en muchas
(todas?) las academias de estudio de oposiciones tiende a dejarse
de lado.
Según la pirámide del aprendizaje del doctor William Glasser, lo que
vemos se queda en nuestra memoria en un porcentaje mucho más
alto que lo que simplemente leemos.
Así que esta técnica transforma la información de manera que no
solo la leas, sino que pases a visualizarla.
Ponerla en práctica es sencillo.
Empieza con un concepto o idea principal.
Sitúalo en el centro de una hoja.
A partir de él, dibuja flechas radiales a su alrededor, una por cada
concepto secundario que se derive del principal.
Después debes hacer lo mismo con cada uno de los conceptos
secundarios.
Junto a los conceptos, o en sustitución de estos, puedes usar
imágenes, iconos o representaciones gráficas de cualquier tipo.
Tambíen puedes, en las flechas que relacionan los conceptos,
escribir particularidades que distingan unos tipos de relación de
otros.
Para cada concepto, es útil que uses un color. Al menos, el mismo
color para aquellos que tienen algún tipo de semejanza.
Como se suele rodear cada concepto con una elipse que lo engloba,
pues pinta el interior de la misma.
También es útil que juegues con la letra: mayúsculas para los
conceptos más importantes, diferentes colores para aquellos que
quieras destacar, etc…
Y por supuesto, lo mismo para las relaciones entre conceptos.
A mí personalmente, me gusta dibujar flechas negras con alguna
indicación sobre ellas si es necesario.
Prefiero no sobrecargar el mapa con colores.
Pero eso ya es una cuestión personal.
Prueba cosas, hasta que encuentres qué es lo que a tí te funciona.
No hay límite al número de conceptos que puedes añadir (aparte del
límite físico que te impone el tamaño del papel, por supuesto).
Pero para conseguir el máximo potencial de esta técnica, otros
elementos deben entrar en juego.
Te los explico.
Es muy fácil caer en la tentación de usar apps o software para
elaborar los mapas mentales, pero te lo desaconsejo.
Tener que hacerlos a mano, pensando dónde ubicar cada concepto,
teniendo cuidado al situarlo para no entorpecer la escritura de
conceptos nuevos.
Tener que dibujar la relación entre ellos.
Darle color “a la vieja usanza” mediante lápices de colores o
rotuladores.
Dibujar tú mismo los iconos que los representen.
Todo son pequeños gestos que ayudarán a afianzar el mapa en tu
memoria.
Puedes hacerlo a mano y luego volver a hacerlo en formato digital,
pero sea como fuere, empieza dibujándolo tú mismo.
Iba a poner algún ejemplo, pero es absurdo que te ponga nada aquí
cuando, con solo poner “mapas mentales” en Google podrás contar
con miles de ellos, que ilustran a la perfección lo que te he explicado
en este capítulo.
Verás que, cuando empieces a usarlos y descubras su potencial, te
engancharán.
Mira, si me lo permites te contaré una anécdota que me parece muy
ilustrativa acerca de los mapas mentales.
Tuvo lugar cuando estaba haciendo la Academia de Policía.
Era un día en que, a la segunda hora, teníamos un exámen.
Entre otros temas, entraba el Reglamento de Armas.
Qué tipos de armas se corresponden con qué licencias y qué tipos
de guías deben tenerse para poder ser usadas.
La gente, en general, era reacia a dejarse los apuntes.
Sobretodo aquellas personas que los tenían muy bien organizados,
limpios y esquematizados.
Yo no tenía tantos reparos en ese sentido.
Pues bien.
Cuando llegué al aula ese día, mi compañero de pupitre ya estaba
allí.
Cómo éramos (y seguimos siendo) buenos amigos, lo primero que
me dijo al sentarme fue:
-Mira qué esquema he conseguido del Reglamento de Armas!!! Es
fantástico. ¿Quieres una fotocopia?
Mi respuesta, conteniendo la risa por la sorpresa, fue:
-Muchas gracias, pero yo ya lo tengo, y en color. ¿Lo quieres?
Resulta que mi amigo, para hacerme un favor, me ofrecía una
fotocopia de mi mapa mental sobre el Reglamento.
Se lo debí dejar a alguien que me lo pidió al verlo, y resulta que se
fueron pasando el mapa entre compañeros hasta que, oh
casualidad!, me fue ofrecido a mí.
Ese es el poder de los mapas mentales.
Mucha información, organizada de manera visual para facilitar su
memorización y resumida.
Crear historias

Desde siempre al hombre le ha gustado contar historias.


Las leyendas y mitos han servido para transmitir enseñanzas desde
el principio de los tiempos.
Cuando la inmensa mayoría de la gente era analfabeta, y por tanto
no podía aprender leyendo, los cuentos servían para pasar
conocimientos de generación en generación.
Puede que estemos genéticamente predispuestos a aprender
mediante las historias, o que el uso desde los albores de la
humanidad nos haya moldeado de esa manera.
Pero lo cierto es que recordamos mucho mejor las cosas cuando
están ligadas a una historia que cuando son simplemente datos
inconexos.
Sentimos una inclinación natural hacia las historias.
Así que, ¿por qué no aprovechar esa característica que todos
tenemos?
¿Por qué no hacer que juegue a nuestro favor y nos permita sacar
ventaja sobre los demás opositores?
Verás que esta técnica no es tan sencilla de implementar ni tan
inmediata como alguna de las otras que te he explicado.
Pero no te desanimes.
Una vez consigas incorporarla a tus rutinas de estudio, verás lo útil y
potente que resulta.
El secreto para sacarle partido es hacer que tus historias sean
memorables.
Debes usar en ellas el máximo número de detalles posible, e
involucrar tantos sentidos como puedas.
Dales vida, movimiento, color, sonido, olor, emoción…
Si aunamos todos esos elementos, crearás historias con tanto poder
mnemotécnico que se fijarán a tu mente como una gominola a los
dientes.
Usa tu imaginación para dotar a tus historias de colorido,
extravagancia y humor.
Y ahora no me digas que eres de esos que no tienen imaginación.
Todos tenemos un hervidero de ideas en la cabeza, solo tienes que
dejarlas fluir.
Permítete tener pensamientos “raros”, absurdos, porque esos serán
los que recuerdes con más claridad pasado el tiempo.
Fíjate en los Monty Python.
Por si no los conoces, son un grupo humorístico británico, cuyo
humor absurdo roza lo esperpéntico.
Pero precisamente eso es lo que les dió fama mundial.
Películas como “La vida de Brian”, “Los caballeros de la mesa
cuadrada” o “El sentido de la vida” son buena muestra de ello.
Pero lo que hacen ellos es tan sencillo como poner elementos
normales fuera de su lugar habitual.
Hacer comportarse a personajes de manera normal en situaciones
extrañas.
Para construirte historias que te permitan retener ese temario que
hasta hoy no soportas ni siquiera leer de lo aburrido que es,
construye una historia con sus elementos y añadele el humor, lo
absurdo, el color, movimiento… y verás cómo lo ves con otros ojos.
¿Por qué no probamos con un pequeño ejemplo?
Pongamos que quieres memorizar la estructura de la Constitución
Española.
Imagínate que estás frente al Parlamento, cuna de la Carta Magna.
Te dispones a subir las escaleras para entrar en el interior, pero
tienes que sortear a los dos leones de bronce del Congreso.
Están a dos patas, abrazados, besándose apasionadamente
mientras se acarician la melena el uno al otro.
Parece que se quieren mucho y que la cosa va a ir a más.
Se diría que están en los preliminares .
Una vez llegas arriba, un enorme podio bloquea la entrada.
En lo más alto, se encuentra un tipo vestido de atleta, delgado, muy
delgado.
Pero su mano derecha es gigantesca. Le llega hasta el suelo.
Cuando te acercas te da un cuaderno, que pone “Deberes”. Te
preguntas porqué te pone deberes a estas alturas un tipo tan
extraño.
Despides al tipo sobre el número uno , con su gigante mano
derecha , te guardas el cuaderno de deberes y te dispones a entrar.
Dos puertas gigantes te impiden el paso.
Buscas, pero no encuentras forma de abrirlas. Son completamente
lisas.
A excepción de una corona situada enmedio de las dos . Te
acercas y la giras, a ver qué pasa… ZAS! las puertas se abren con
un tremendo quejido de sus bisagras.
Es ensordecedor.
¿Vas viendo como funciona?
¿A que si ahora te pregunto de qué trata el Título segundo de la
Constitución me dirás “la Corona” sin dudarlo?
Como te he dicho, este método es más largo y laborioso que los
otros, pero su eficacia está fuera de toda duda.
Y cuanto más extrañas sean más memorables serán.
Lo bueno es que te sirve tanto para estudiar la oposición como para
memorizar la lista de la compra.
Cuando la hayas practicado unas cuantas veces verás como te
toma menos tiempo imaginarte fábulas fantasiosas con los
elementos que quieras memorizar.
Control de los nervios. Respiración táctica

Estar nervioso antes de un exámen es normal.


Estar nervioso antes de hacer una oposición es lo lógico. Te vas a
jugar a un exámen todos los meses de estudio y sacrificio. Si eso no
te pone un poco nervioso es que o tienes un don o tienes un
problema.
Pero una cosa es estar nervioso o nerviosa, y otra muy diferente es
sentir pánico hasta tal punto que que te quedes bloqueado.
Está claro que si has estudiado lo suficiente, y eres consciente de
que te sabes el temario, tu nivel de tranquilidad será mayor que el
de aquellos opositores que no le han dedicado suficiente tiempo o
que, por circunstancias personales, no han podido estudiar con la
diligencia y concentración adecuadas.
Pero eso no te vuelve invulnerable. Vas a sentir las mariposas en el
estómago cuando entres a la sala a examinarte, y esos nervios te
van a acompañar hasta el momento en que te pongan la hoja
delante o que enciendas el ordenador.
A partir de ahí, si te lo sabes bien te concentrarás y empezarás a
contestar. Si no tienes ni idea es probable que te levantes y decidas
que no quieres perder más el tiempo.
Pero la inmensa mayoría nos encontramos en un punto medio: te
sabes algunas cosas, pero otras no las tienes tan claras, y es
entonces cuando te entran los sudores, la inseguridad y la ansiedad.
Ese es el peligro de los nervios: que por no saberte algo, te
bloquees y seas incapaz de plasmar en el exámen todo lo que has
aprendido.
Es en ese punto dónde la técnica que te voy a mostrar te va a venir
como anillo al dedo.
Es de una sencillez casi abrumadora. Cuando te la explique es
probable que te venga a la memoria algo parecido que tú ya haces
de forma más o menos inconsciente cuando te pones nervioso.
Si alguna vez has hecho apnea, puede que también te suene.
Al tema.
Consiste en tomar aire durante 4 segundos. Debes contar el tiempo
mentalmente, de forma pausada y deliberada, pero adaptándolo a tu
capacidad.
Si ves que cuando vas por el tres ya no puedes meter más aire en
tus pulmones, entonces acelera un poco la cuenta.
Mantenlo dentro de tus pulmones durante cuatro segundos. De
nuevo, cuenta lenta y deliberadamente el tiempo.
Ahora, venciendo la urgencia de respirar, debes soltar el aire
pausadamente durante otros cuatro segundos, vaciando así tus
pulmones, pero sin tener que llegar a forzar para expulsar lo poco
que te quede.
Y ahora la parte más difícil, pero más útil: mantente con los
pulmones vacíos y sin coger aire durante otros cuatro segundos.
Al principio puede que esta parte te sea más difícil, sobretodo si no
estás acostumbrado.
Pero no te preocupes, porque en los pulmones siempre queda un
remanente de aire, con oxígeno suficiente para que puedas
aguantar esos cuatro segundos, y más.
Una vez llegados a este punto, debes comenzar de nuevo el ciclo:
inspira contando hasta cuatro, mantén el aire otros cuatro segundos,
expúlsalo lentamente, mantén tus pulmones sin aire durante cuatro
segundos.
Esta sencilla técnica hará que tu corazón lata más despacio, lo cual
te hará disminuir la sensación de nervios y de ansiedad.
No entraré a explicar los procesos fisiológicos ni la respiración a
nivel celular, pero la estabilización de los niveles de oxígeno y
dióxido de carbono en tu sangre, te proporcionarán una sensación
de alivio casi inmediato.
Lo bueno de esta técnica es que produce resultados inmediatos y
puede ser usada siempre que sientas miedo, ansiedad o nervios.
Te ayudará a serenarte y a afrontar los retos de la vida con mayor
perspectiva.
Eso sí, te recomiendo que la practiques en cuanto hayas leído estas
líneas, así ya conocerás las sensaciones, sobretodo la de
mantenerte con los pulmones vacíos, y te será aún más útil.
La actitud para aprobar

Todo lo que aprenderás en este libro te servirá para poder estudiar


más y mejor, así que si te aplicas, te esfuerzas y pones de tu parte,
irás superando a tus compañeros de oposición.
Al fin de al cabo, una oposición es una carrera, en la que la posición
de llegada importa, y mucho.
Aquí no vale con lo de “lo que cuenta es participar”, porque en la
oposición no va a haber premio de consolación.
Si fallas te quedas sin nada, y tienes que volver a armarte de
paciencia, valor y ánimo para poder enfrentarte de nuevo a ella.
Y tienes que hacerlo.
Suspender y retirarse no tiene sentido.
Aprobar sin plaza y no volver a intentarlo, aún menos.
No te dejes influir por esos que alardean de haber conseguido su
plaza a la primera.
Los hay, pero es más común intentarlo y no pasar a la primera.
En mi primera oposición suspendí.
En la segunda aprobé sin nota (y muy cerca de la plaza), cosa que
da aún más rabia.
En la tercera aprobé, y quedé el cuarto.
¿Y qué? Te dice eso algo de mí.
Que no tiré la toalla, pero poco más. Fallar a la primera no te hace ni
peor ni mejor que cualquier otro opositor.
Pero para aprobar vas a tener que sacrificar cosas.
Tiempo de ocio, tiempo con tu familia, tiempo con tus amigos,
tiempo, tiempo, tiempo…
Lo “único” que vas a tener que sacrificar es tiempo.
Es fácil decirlo, pero muy complicado llevarlo a cabo. Todos nos
lanzamos a estudiar la oposición como quién se tira a una piscina de
bolas: saltando y con los brazos abiertos, con ilusión y con
optimismo.
Pero, créeme, esa actitud no dura siempre.
El cansancio, las tentaciones, el aburrimiento… te harán mella tarde
o temprano.
Pero si ya sabes que eso va a ocurrir. Que es normal. Que nos ha
ocurrido a todos. Entonces ya no te enfrentas a esas barreras
mentales: las asumes y las dejas pasar lo mejor que puedas.
Las oposiciones incluyen siempre el estudio de la normativa
relacionada y, a no ser que seas una de esas personas a las que les
entretiene leer y memorizar leyes (me pareció ver que estaban
considerados como seres mitológicos...) se te va a hacer largo y
pesado.
Pero por eso estás leyendo este magnífico libro. Para encontrar
fórmulas que te lo pongan más fácil.
Esa es la actitud!
No rendirse ni resignarse ante las dificultades.
Buscar ayuda está bien, no debemos tener miedo de hacerlo.
Otra cosa sobre la que tienes que estar prevenido es tu entorno.
Es bueno que digas que estás preparando una oposición. Hay gente
que lo lleva en secreto, pero personalmente me parece un error.
Va a provocar que te pregunten constantemente, que en las
reuniones familiares o con amigos salga el tema, que todo el mundo
te de consejos de como preparalas, que te hagan bromas sobre
funcionarios… en fín, que vas a tener que armarte de paciencia.
Pero no todo es malo, porque esos ánimos que te van a dar, esas
preguntas que te van a hacer, úsalas en tu beneficio.
Que te sirvan de recordatorio de que no debes bajar la guardia, que
no debes aflojar y que les vas a demostrar que mereces esa plaza
por la que tanto estás luchando.
Incluso puedes pensar en ellos y en cómo impresionarles con tus
conocimientos.
Y dependiendo de a qué te presentes, ten en cuenta que la historia
no acaba al aprobar la oposición: después viene el periodo en la
academia, dónde deberás aplicar, más aún, los principios que te
cuento en este libro.
Cuando hice la academia de Policía Local, terminé primero de mi
promoción (aunque una reducción de nota a toda mi clase me hizo
quedar en segunda posición, pero esa historia ya te la he contado al
principio del libro)
Para mí fue un orgullo que mi tutor lo anunciase en clase ante mis
compañeros, pero no fue suerte, ni un regalo.
Cada tarde, después de las clases, acudía a la biblioteca y
permanecía allí unas cuantas horas, repasando lo dado ese día,
estudiando para futuros exámenes y haciendo resúmenes,
esquemas y mapas mentales.
Así un día tras otro.
Mis notas medias rozaban el 9, e incluso en algunas materias, como
Derecho Penal, subían al 9,9
Y todo era debido al estudio. Constante, paciente y sistemático.
Y al uso de todas las técnicas y métodos que te cuento aquí.
Te las explico porque las he probado. Mucho. Y funcionan.
A veces no podía estar mucho tiempo porque tenía otras
obligaciones, pero aún así me las apañaba para rascar alguna hora
de estudio.
Aunque fuese solo media hora.
Era cuestión de tener una sola prioridad clara y focalizarse con
todas las fuerzas.
Si pudieras elegir tener una cualidad por encima de cualquier otra,
¿cual escogerías?
Después de mucho tiempo de ver qué funciona y qué no, lo tengo
meridianamente claro: la constancia.
Ni el talento, ni la suerte, ni la memoria, ni cualquier don que creas
tener o desees te servirán de nada si no eres constante.
Más bien al contrario: si en lo único que destacas es en ser capaz
de marcarse un objetivo y perseguirlo sin desfallecer y sin desviarte
del camino, te puedo decir sin miedo a equivocarme que
conseguirás aquello que te propongas, aunque no te parezca
posible en un principio.
Conclusión

He escrito este libro con una sola cosa en mente: ayudarte a hacerte
más fácil el estudio de la oposición.
Vas a conseguir estudiar más y mejor, por lo que te va a cundir más
el tiempo que te quede hasta la convocatoria.
Pero es deliberadamente breve, para que te lo leas del tirón y
puedas empezar a ponerlo en práctica inmediatamente.
Puede que conozcas alguna otra técnica o método, o que también
quieras consejos e información sobre la organización de tu zona de
estudio, tipos de aprendizaje, saber cuál es el factor más importante
a la hora de aprender…
Así que estoy preparando un segundo libro que ahondará en todos
estos aspectos, para que no solo seas mucho mejor opositor, sino
que puedas aconsejar y guiar, si quieres, a aquellos que empiezan y
que, como nosotros en su momento, no tenían muy claro cómo
orientarse en esta carrera de fondo que es una oposición.
Mientras lo termino, léete este libro, interiorízalo y, sobretodo, ponlo
en práctica. Los resultados hablarán por sí mismos.
Un saludo y mucho ánimo para los exámenes.

También podría gustarte