Queridos hermanos: Sean bienvenidos a la casa de Dios. Seguimos celebrando la
Pascua de Cristo, con el cirio encendido, los cantos y los «aleluyas» que manifiestan nuestro gozo por la resurrección de Jesús, que sigue siendo la Buena Noticia. La liturgia de este Tercer Domingo de Pascua insiste en que en la muerte de Jesús no hubo fracaso sino Gloria: todo sucedió exactamente como debía haber sucedido. Todo ha sido un éxito, el mayor de todos los éxitos de la historia. En la persona de Jesús resucitado todo resucita: no hay fantasmas, todo gana vida nueva, todo tiene sentido, todo se convierte en gloria. Seguros de la presencia del Resucitado aquí y ahora en medio de nosotros, pongámonos de pie y vivamos con gozo la fiesta de nuestra fe.
Moniciones a las lecturas
Primera lectura (Hechos de los apóstoles 3, 13-15. 17-19)
Hoy leemos parte del importante discurso misionero del apóstol Pedro, uno de los cinco suyos que ofrece el libro de los Hechos de los Apóstoles. El de hoy termina con un importante mensaje que debemos escuchar nosotros con mucha atención. Salmo responsorial (Salmo 4) Oremos con el salmo 4, pidiendo al señor que nos muestre su rostro, diciendo todos: Segunda lectura (1 Juan 2, 1-5) Este año leemos como segunda lectura, casi todos los domingos de Pascua, la primera carta de Juan. Hoy nos hace importantes recomendaciones para nuestra vida cristiana. Debemos escucharlas con mucha atención. Evangelio (Lucas 24, 35-48) Inmediatamente después de la escena de los discípulos de Emaús, que leíamos el domingo pasado, escuchamos hoy la primera aparición del Resucitado al grupo de sus discípulos. Con el canto del aleluya preparémonos para escuchar los detalles de esta aparición. ORACION DE LOS FIELES. (pan de la palabra)
Presentación de las ofrendas
Jesucristo hoy se ha aparecido a sus discípulos. Con el pan y el vino ofrezcamos a Dios nuestro anhelo de conocerle y ser sus testigos en el mundo. Comunión También a nosotros Jesús se nos muestra glorioso en el Pan y el Vino, para que nosotros podamos alimentarnos de su Cuerpo y su Sangre. Acerquémonos a comer del Pan que nos da la vida eterna. Final Ahora llega el momento de ir a hacer vida la Palabra que hemos escuchado en esta Santa Misa. Vayamos a hacer presente a Cristo en medio del mundo, comenzando por nuestros hogares. Cristo ha resucitado, verdaderamente ha resucitado el Señor, ¡Aleluya! ¡Feliz semana para todos!