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Paper Los Siete Locos (Seminario Eser) - Cucco, Sánchez Pirra, Turienzo Dannenberg, Pérez Cáceres
Paper Los Siete Locos (Seminario Eser) - Cucco, Sánchez Pirra, Turienzo Dannenberg, Pérez Cáceres
Patrick Eser
Cintia Cucco, Oriana Sánchez Pirra, Dolores Turienzo Dannenberg y Darío Pérez Cáceres
Partiremos del eje de la experiencia urbana en torno a "lo real y lo inédito", tal como
se plantea en “Paisajes emocionales. (Figuración de la subjetividad en Los siete locos –
Los lanzallamas de Roberto Arlt)”, de Analía Capdevila. Comprendiendo tanto las confi-
guraciones urbanas y sus efectos en las experiencias del personaje, como las subjetivi-
dades y su respectiva configuración del espacio exterior: "La vida interior de Erdosain
se encuentra determinada por el vínculo que el personaje mantiene con el entorno, esto
es, con el espacio cambiante de la Metrópolis." (Capdevila, 2013: 5).
Sinopsis
Los siete locos es la segunda novela de Roberto Arlt, editada en 1929. Un narrador
en tercera persona, eventualmente un cronista que recibe el relato de los hechos, foca-
liza principalmente en Remo Erdosain presentando tanto la acción como el estado
mental de los personajes. Erdosain es un empleado administrativo de una azucarera
con sede en Buenos Aires, de la cual es despedido por el robo de 600 pesos. Tras el
despido Erdosain, en su búsqueda por pagar el dinero robado, deambula por Buenos
Aires hasta llegar a la quinta del Astrólogo, a quien visita para pedirle la suma. El Astró-
logo invita a Erdosain, dado el perfil inventivo de Remo, a una sociedad secreta cuyo
objetivo es impulsar un movimiento revolucionario indefinido, una “ensalada rusa” de
bolcheviques, fascistas y militares financiada económicamente por una serie de prostí-
bulos. Luego de encontrarse con que Elsa, su esposa, lo abandona por un militar, a Er -
dosain se le ocurre la idea de secuestrar a Gregorio Barsut, primo de Elsa y robarle di -
nero de una herencia. Le propone el plan al Astrólogo y lo llevan a cabo exitosamente,
Seminario Arquitectura, cine y literatura: un triángulo de diseños del espacio urbano; Dr. Patrick Eser
Cintia Cucco, Oriana Sánchez Pirra, Dolores Turienzo Dannenberg y Darío Pérez Cáceres
consiguiendo un cheque por 20.000 pesos, sin embargo Erdosain es engañado al pre -
senciar una actuada ejecución de Barsut. Erdosain ocupa la pensión en la que vivía
Barsut con parte del dinero del secuestro. El personaje, varias veces nombrado como
un asesino de catafórica, queda entusiasmado y vacilante entre la idea de la violenta
revolución, la recapitulación de sus angustias existenciales y la idea de realizarse como
individuo por medio de un crimen. La resolución del crimen de Erdosain y el destino del
resto de los miembros de la sociedad secreta serían presentados en Los lanzallamas,
editada en 1931.
Paisajes inéditos
camente bajo la forma de esas regiones de salinas o desiertos que en los mapas están
reveladas por óvalos de puntos, tan espesos como las ovas de un arenque” (2001:13)
“Como una nube de gas venenoso(...) penetrando murallas y atravesando edificios,
sin perder su forma plana y horizontal (...) (2001:13)
*La entrada a este espacio imaginado-la zona de la angustia- se realiza a través de
un espacio concreto y real.
*La ciudad acompaña y decodifica la experiencia del sujeto moderno atravesado por
la angustia que es lo que caracteriza al personaje urbano:“Por la calle Chile bajó hasta
Paseo Colón.Sentíase invisiblemente acorralado. El sol descubría los asquerosos inte-
riores de la calle en declive” ( 2001: 12).
“(...) se deslizaba a la sombra de las altas fachadas y de los verdes plátanos, que en
los blancos mosaicos descomponían su sombra en triángulos” (16)
*El mundo urbano tiene un volumen, un peso y un color específico que se relaciona
con la identidad del personaje, con su subjetividad.
*A través de la percepción geométrica describe el martirio del hombre moderno fren-
te al poder del entorno. Proliferación de formas geométricas.
“En el patio, bajo el recuadrado cielo azul” (17)
**Buenos Aires es la Babilonia Antigua, foco del vicio y la disipación. La ciudad, su
arquitectura es una ciudad “canalla”.
*La arquitectura urbana es el infierno para hombres como Erdosain: “(...) bajo el sol
amarillo caminó por las aceras de mosaicos calientes en busca de los prostíbulos más
inmundos” (17), la ciudad moderna con “esas calles magníficas en su arquitectura” son
“negadas a los desdichados” (26)
*Los personajes sobrellevan el peso de un medio hostil, de la deshumanización del
trazado lineal y la saturación de la forma geométrica.
«Crestas puntiagudas de ciudades modernas, cemento, hierro, cristal, enturbian un
momento la quietud de Erdosain. Pero él quiere escaparse de las presiones de cemen-
to, hierro y cristal, más cargadas que condensadores de cargas eléctricas. Las jazz-
bands chillan y serruchan el aire de ozono de las grandes ciudades»
*Laberinto callejero, la agresividad de los colores que contrastan con la negrura ge -
neral: el azul metileno, los rayos verdes del cobre, el amarillo que ciega la vista.
*El espacio urbano guarda relaciones con la conciencia individual.
Al inicio de este capítulo, que sigue a la negativa de Ergueta a prestarle dinero, Er-
dosain se pierde por otra parte de la ciudad. Buscando desligarse de sus preocupacio -
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nes por un rato, camina por calles que parecen de una ciudad diferente. En esa parte
de Buenos Aires, es como si todo lo que él conoce, no tuviera lugar. Ese otro mundo
dentro de la misma ciudad está negado a los desdichados, y él espera, también a las
desdichas.
El lugar que describe da cuenta de las dos cosas: por un lado, la blancura de las cor-
tinas y las veredas, el oro de las barandas de los balcones y las plantas de las entradas
le hacen pensar “¡Qué distinto debía ser el amor a la sombra de esos tules [los visillos]
que ensombrecen la luz y atemperan los sonidos” (Arlt, 2009: 47), como si esas cons -
trucciones velaran por la tranquilidad de sus ocupantes; por otro lado, nota cómo las
plantas están “protegidas” por murallas o verjas, y cómo las ventanas son de “Cristales
cuyo espesor debía tornar aguanosa las imágenes de los transeúntes”. De esta forma,
la arquitectura que observa marca un claro límite entre el adentro y el afuera. Las rejas
y los vidrios gruesos son obstáculos para ver el interior de esas casas, responden a la
noción de que hay otro de quien protegerse y ocultarse.
No obstante, “su pensamiento se bifurcaba hacia una calle oscura”. Si bien la cami-
nata por esas calles lo sosiegan en un principio, su pena sigue allí y cuando se asoma,
cambia el paisaje:
La pena, como uno de esos arbustos cuyo desarrollo se acelera con la elec-
tricidad, crecía en las honduras de su pecho retrepándole hasta la garganta.
Detenido pensaba que cada pesar era un búho que saltaba de una rama a
otra de su desdicha. Él debía seiscientos pesos con siete centavos y aunque
quería olvidarse de ello poniendo sus esperanzas en Barsut o en el Astrólogo,
su pensamiento se bifurcaba hacia una calle oscura. Hileras de luces parecían
apoyarse en las cornisas. Abajo llenaba el cajón de la calle una neblina de pol-
vo. Pero él caminaba hacia el país de la alegría, olvidado de la Limited Azuca-
rer Company (Arlt, 2009: 47).
No podía recordarlo. Pero veía un gran marco de ébano cuyos biseles para-
lelos retrepaban hacia un cielo raso blanquísimo, que volcaba su luz de yeso
sobre una marina: cierto siniestro puente de madera, bajo cuyos contrafuertes
ciclópeos hervía una multitud de hombres borrosos, manchados por sombras
rojizas, y que acarreaban grandes bultos frente a un proceloso mar de hierro
colado, sanguinolento, del que se levantaba en ángulo recto un muelle de pie-
dra obstaculizado de fraguas, rieles y guinches (Arlt, 2009: 49).
En relación a los espacios que denominamos como "Lo bajo" en la novela, voy a
centrarme en dos: los dos “hogares" de Erdosain, el que comparte con Elsa y aquella
pensión en donde termina luego de su abandono.
Ambos deberían ser, dentro de la experiencia, espacios de refugio o descanso del
afuera, de aquel afuera amenazante de la Metrópolis. Pero estos recovecos no esca-
pan de esta lógica, son espacios perturbadores.
Ambos son descriptos como espacios estrechos y vacíos. Algo que también impera
aquí, a diferencia de los espacios de las altas urbes, es el silencio; aunque este no con-
cibe un rasgo positivo.
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La quinta de la potencialidad
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Por último veremos otro de los “paisajes reales” centrales en la novela: La quinta
del Astrólogo en Temperley. La descripción puntual del edificio contrasta enormemente
con el resto de los espacios del texto, se trata de una construcción “achatada” a pesar
de tener dos pisos y de elevarse en medio de la espesura de los árboles. La casa se
encuentra rodeada de vegetación, tanto silvestre como jardines, y acompañada por un
molino y una caballeriza. El narrador se detiene en el estado de decaimiento de estos
elementos: “la rueda del molino giraba su cojera de tres paletas sobre un prisma de hie-
rro oxidado, y más allá, sobre la caballeriza, se distinguían los cristales azules y rojos
de una mampara destruida por el orín”, “ Aunque chato, éste tenía dos pisos, con ruino-
sa balconada en el segundo y un descascarado juego de columnas griegas en el recibi-
miento, hasta donde trepaba una destruida gradinata, guarnecida de palmeras”. La yux-
taposición de estos elementos plantea un entorno en el cual la casa no resulta vertical y
de un mayor valor, sino que genera una sensación de horizontalidad caótica, pero en la
cual ninguno de estos elementos desentona.
Este estado de periferia con respecto a Buenos Aires está presente en el estado
de la quinta en sí mismo. No se trata de una ruina inhabitable, pero su cercanía con la
naturaleza hace que los objetos por un lado decaigan en su carácter funcional, tal como
el molino oxidado, pero al mismo tiempo que conforman una fuerte imagen sensorial,
plagada de colores primarios como el verde de las plantas, el rojo de las tejas, el azul
de los vidrios e incluso el aroma casi visible de las rosas. Este espacio de contrastes
armónicos entre columnas griegas, orines y hierbas es el único en el cual sería posible
imaginar la destrucción de la ciudad. Es allí donde personajes tan disímiles como Erdo-
sain, el Mayor, el Rufián Melancólico o El Astrólogo son expulsados o huyen de la ciu-
dad moderna. Y siendo el Astrólogo mismo un cocoliche, una “ensalada rusa” concep-
tual, su morada lo refleja totalmente.
la gradinata y Erdosain, agobiado, cruzó la quinta. Cuando volvió la cabeza en las tinie-
blas, la ventana iluminada ponía un rectángulo amarillo suspendido en el centro de la
oscuridad.” Volviendo a los contrastes de luz y sombras y poniendo en duda los alcan-
ces de esta potencia creadora.
- Erdosain se mueve en la ciudad dando cuenta del estado de la velocidad del trans-
porte moderno mientras deambula sin rumbo, ensimismado en sus pensamientos. Este
gesto lo acerca notablemente al concepto de flâneur de Walter Benjamin, sin embargo,
Erdosain no pasea plácidamente. ¿Qué tanto se acerca o se aleja este personaje de
este concepto?
Bibliografía
CAPDEVILA, Analía, 2013, “Paisajes emocionales. (Figuración de la subjetividad en Los siete lo-
cos – Los lanzallamas de Roberto Arlt)” en Argus-a, Vol. II, Ed. N° 8, Buenos Aires.
Seminario Arquitectura, cine y literatura: un triángulo de diseños del espacio urbano; Dr. Patrick Eser
Cintia Cucco, Oriana Sánchez Pirra, Dolores Turienzo Dannenberg y Darío Pérez Cáceres