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Capítulo 1
No logro digerir de igual manera el argumento tuyo que explica éste nuevo amorío tuyo,
pero pretendo ahora hacer una pausa junto a un énfasis para enjuiciar al supuesto
caballero que se jacta de poder dictar el porvenir y que cree saberlo todo por conocer, de
una manera supuesta, el significado de la palabra amor; puedo afirmar que es un
farsante, él degrada al oficio que es sin más duda o antelación, el de dar paso al sacrificio
sin importar el cómo con tal de defender a aquello acreedor de lo antes citado, y, ¡
Qué causa mayor en cuestión de nobleza que la verdad! denuesto a toda palabra
que provenga del silencio que rodea a esa lengua tan parecida a la del famoso ofidio, que
desde tiempos bíblicos es sinónimo de burla y engaño; Conozco su ignorancia mujer, él
carece de las coyunturas requeridas para concebir que el amor jamás será aquel rodeado
de la lujuria, del salvajismo que impone la duda del paradero de la muerte, te advierto que
sus promesas de continuar aún después del final de los tiempos del mismo dios que es
eterno, son vacías. A la gente de su calibre se le es heredado el conocimiento del caos y
el orden pero lo desperdician en el descaro amargo de glorificar a aquellas almas
impropias, impuras y culposas por oponerse a la verdad que revela la espada de la
justicia cuando se es levantada, justo como en aquellas jornadas de lucha y sangre ya
olvidadas por la amnesia impuesta por más ni menos que el reflejo de sus ambiciones
viles y egoístas.
No quiero que me mancilles por esto, que me laceres ahora, no lo mereces, no
menoscabes el respeto mutuo si existe alguno, no me hagas convertir esto en un mitin,
que habrá murmullos ásperos entre personas. Nimia tu postura ante esto me parece, que
ya tienes la visión obnubilada, no seas un pedante, mujer, ya es suficiente, de tu perorata.
Tampoco seas reacia, ni refutes y mejor busca un diccionario, no seas una persona tan
soez, que la realidad es subjetiva, gofa, seré ímprobo, indolente para amar, indulgente,
repleto de ideas inefables, inextricables, ajado, mustio, nunca mustio, muy oneroso, jamás
en penuria de amor, aunque me sea una expresión muy parafasia, muy presuntuosa,
petulante; puede que sea procaz mi afirmación, pero es una presea muy acertada,
profusa en cuestión de argumentos.
Tu promisión me parece idónea en lo mínimo posible, muy refutada, tiendes a revocar,
con ese sibilino incomprensible, con ese subrepticio de por medio, pero muy breve,
suntuoso, no trato de tañar, no soy ufano para jugar, y soy bienquisto, trato de superar
esta yactura, eres una persona estólida, que alguna vez amé. Soy una persona flébil, pero
tú una sicofanta, espero ser perspicuo, suspicaz, recalcitrante.
Realmente tiendes a denostar; me encuentro laso, un poco litri, quiero pignorar el perdón,
pero, morigerarme, arredrar a mi reflejo, a ti, con un odio de facundia, con actitud de
zaino, supino de ti igualmente, quiero ser rozagante con mi esencia.
Te dedico esta diatriba, ininteligible, pero a la vez si lo es, pero te advierto, las palabras no
germinan como antes:
Quiero que sepas que ya no esperaré al florecimiento de éste amor, ya que a cada
bocanada de aire que tomo para así continuar con mi poema, una espina se alza desde el
más profundo rincón de mi austeridad, abriéndose camino desde mi sangre al peto que
cubre mi pecho. Espero comprendas lo fatídico de la situación, me cansa tu vista, tu
discurso tiende a lo repetitivo y a lo nefasto, está mal redactado y contiene
contradicciones mañosas. Prefiero morir a seguir con ésta relación de espejo. Siento que
te alejas, siento cómo al tocarte, mi piel se vuelve áspera, marchita y finalmente muere.
Tu brillo ha perdido esa gracia, tu caminar demuestra putería, tu maquillaje es denso
como como la amargura de tu expresión.
Has perdido tu honor, te has puesto una armadura. Has roto tu promesa de ser mujer,
mujer de todos y mujer de nadie. Volteas el rostro cuando te dibujo, quemas con el
tiempo, las marcas de mis ternuras. Espero y algún día entiendas que la gente se cansará
de repetir merienda, de admirar, día tras día, el mismo marco que aprisiona a la pintura.
Notarán que las pinceladas se desploman, perdiendo así, todo el color. Ojalá y encuentres
a alguien que esté dispuesto a morir por algo tan subjetivo, demacrado, débil y carente de
todo detalle relevante. Te deseo suerte encontrándote en ese laberinto de emociones.
Déjame decirte que si se llora por tu persona, las lágrimas son ácidas. Si se te escribe
una canción, carece de un ritmo elegante o singular, si se te escribe un poema carece de
técnica y pasión. Las estatuas de tu imagen se derrumban, ya que lastiman la vista, tus
palabras son una atmósfera que descoñeta al ser en el primer momento en que entra en
sintonía con tal ruido que sale de tus morros, hace badallar al pensamiento por su densa
manera de ponerte en un estado céntrico con respecto a todo, yo creo que tus palabras
no valen ni un solo trozo de moneda, no merece el tiempo perdido, siquitrillan a la propia
vida y a su significado.
Espero nunca verte con un aureola allá en las calles del edén o donde sea que Dios nos
vaya a tirar cuando yertos, si te allá comprenderé que no fui una mejor persona que vos,
ambos estaremos en posición de esclavitud por el mismo diablo traidor.
Nunca te mereciste un purasangre como yo o cualquier hombre que se respete y tenga un
poco de conciencia entre lo maquiavélico y lo santo, te diré algo mujer, te has podrido por
dentro por una demasía de tiempo que las entrañas de tu fruto se han esparcido por las
praderas que es tu piel, haciéndola falsa, amarga a la vista y corrosiva a aquel que toca el
fragmento de lo que tú llamas cuerpo, considero en verdad que algún día morirás, de
hambre, de hambre intelectual, sé que lo harás algún día por la delgadez con la que miras
a la vida y la cuestionas, siendo así nunca se te hará un monumento a tu imagen, vida y
obra, no quedará nada, tendré que encontrar la manera de vadear lo que me lastima, de
hacerte al olvido de una vez, pero lo que te pido, por una última ocasión es que no
confundas mi derrota, mi tristeza con la tuya, te pido que vengas a mí en aquel lejano día
cuando seas curiosa, cuando tengas el valor de conquistarme y cuando no uses
máscaras de rubor, cuando ya no seas una mujer libre entre el denso aire; pero si no
puedes cambiar, enserio, no me quieras, no me escribas, no me llames, no me hables, no
te contentes con mi presencia, no te quedes con hambre por las nostalgias, no te olvides
a ti misma por no olvidar mi rostro, no limites tus tardes tranquilas entre paredes,
esperándome; No te quedes a la orilla del mar, que ningún barco llegará a su destino. No
me recites tus destiempos. Si no tienes voz propia, no quiero que me invites, que me
pienses, que te quedes viendo las rosas, que yo no soy de los que aman por correo; no
desperdicies tu tiempo en mi soledad, no entres al balcón, porque no habrá cielo, no
habrá noche, no habrá cantares, no existirá estrella alguna que no sea la luna, no entres
al balcón que yo soy la luna, no me beses, no me tientes, no me toques si no es con
canciones salidas del más profundo odio, no me imagines contigo, porque nunca lo
estaré.
Debajo de la resonante voz, se oculta, aquella sonrisa propia, forzada. Melodías insulsas
he dedicado a tu persona, es conspicuo mujer, no necesitas compendio, no se permite
confluir. Para finiquitar esta carta, me agradaría destruir la moderna personalidad tuya,
sus capillas tan barrocas, inversamente proporcional a lo minimalista, falsas,
supersticiosas, soberbias, idas y frágiles, incultas, ruidosas, con contrastes que juro jamás
tener en posesión, sin conciencia, moral y con burla, pero no hay gracia en su parecer,
asolada por su propia fuerza, atollada en el proceso de penitencia, bosquejos hecho
pintura.
Déjame decirte algo, nunca tiendas a caldear, la cháchara podría alargarse a lo infinito,
pero me tiendo a abocanar las despedidas, dogmáticamente es así, ya me mostrarás
amor en mi epitafio, porque por ahora no quiero que guardes razones para odiarme, no
brinques el charco si es de mis lágrimas, rómpelo sin desgana, no me menciones que
nunca existí, pero lo más importante de todo es... el no amarme, el no quererme, el
olvidarme, también.
¨Capítulo 2¨
Un resuello en la noche,
Grita un amor fallido.
De tiempo un derroche,
Pues fue amor de Cupido.
Habilidad ha perdido.
Un día tan corriente como cualquiera, ya acostumbrado a ver la llovizna impactar en frente
de mis ojos, solo permito que la vida pase como el caer de una hoja ya marchita, me
encuentro penando en las noches sin conciliar el sueño, y por dentro me cuestiono el por
qué la vida no es igual sin tu amor.
Bienvenida seas austeridad, otra palabra suya indigna, vacía, ella dice tenerlo todo, pero
dime tú; si es plebeya hasta en su propio reino, cómo seré su caballero; si se prohíbe
soñar, cómo seré su acompañante en las sombras; cómo siente la felicidad, si siempre va
al mismo río a llorar para ahogar tus penas, cómo vive su vida si la oración siempre se le
dicta. Me pesa su ceño, siento el odio en su mirada, no lo comprendo, mi
único acto fue el amarla sin desgana, ahora por eso el que supuestamente entrega
perdón al arrepentido me ha arrebatado mis alas, por haberme enamorado de aquella
diabla que alguna vez fue la más guapa de entre los ángeles, mucho más tentativa y con
más resplandor.
Sin rumbo, sin viento a mi cometa, sin motivo ni razón para existir, arrebatado de mi alma
el elixir, solamente espero al viento y su tormenta, me siento como un poeta que no sabe
rimar, un pintor sin pincel, tal escultor sin cincel, en los ecos estoy, sin nadie a quien
amar; No tengo estandarte por quien luchar, ya no tengo nada, ni motivos por qué
marchar, mejor me voy a perder a la ensenada.
Ella y yo fuimos inmiscibles, dos necesitados del corazón, más nos unieron lazos
invisibles que nos dejaron sin razón, ¡Ay preciosa mía!, ¡Qué difícil es escribir un poema al
colibrí! Si por ella a la soledad fui a residir, no importando, las veces en que mi corazón a
ella le abrí; Tal como mar seco, mis flores marchitaron y mis rimas se perdieron en el eco.
Soledad mía, soledad amiga, mi fiel acompañante y fiel amante, tú que mi amor nunca
niegas te digo que escribir una canción con la flor marchita es como perder la vocación de
vivir, soledad mía, a veces me siento tal mentira al no sentir el fuego de la existencia,
siento que de mi corazón te apropias y sin embargo mi amor nunca derrochas, soledad
amiga, ella y yo fuimos mentiras de balada a media noche, un sueño imperfecto, espejos
rotos.
Pretendo el olvido, olvidar en una tarde mientras veo la caída del sol y el nacer de la luna,
si no es así, olvidar solamente en minutos, mientras bebo el café o me acuesto a dormir,
pero si pese a todos mis esfuerzos el recuerdo me invade, deberé arrancar a la fuerza de
mi ser y pensamiento en un acto sagaz y fugaz su imagen junto a todo el arte que
sobresale, el sentir de su tacto en mis carnes, el sentimiento encontrado… No puedo
olvidarla, sus memorias me definen le dieron sentido a mi vida, sin ellas todo pasaría sin
más, ¿Qué creen que es fácil mi trabajo? Describir algo es fácil sí, pero hacerlo con una
intención poética no, nunca lo es. ¿Cómo viviré entonces? Si gracias a ella yo existí.
¨Capítulo 3¨
Un disparo ha interrumpido el silencio, fulminó ésta noche tranquila para empezar una
madrugada de un dolor tan intenso, no para el perpetrador, ni para el muerto, pues muerto
está, sino para su amante; Las caricias, los poemas, las canciones, las mañanas pegados
juntos de la mano, el café compartido, la pelea matutina, el beso antes de partir a la
rutina, el compararla con la luna, con las maravillas del cielo. Las tardes de espera
incesantes, cortantes tal navajas entre las llamas de la pasión, el tiempo invertido, de
tratar de conocer, aquellos lares inexplorados del ser; Aquellas ovas que relatan las
hazañas que en su vida realizó para simplemente recibir su atención, esos besos que
dejaron marcas en el tiempo, en su cuerpo; Aquellas noches de cansancio por tanto amar,
el rose que una vez sus carnes tuvieron, se detuvo, ya no están
Todas las experiencias alguna vez vividas se perdieron en el olvido de aquel viudo que
sediento de vino y tristeza, quiso el mismo destino, pero a la larga, simplemente se
acobardó.
Un día nos uniremos, un día la verdad fallará nuestro favor, la compasión volverá a
nuestras acciones, verdadero amor acechará las calles…
… Estoy en confusión, no puedo decidir entre la vida y lo que quieren que sea yo, pues el
sistema solo crea más sistema, desearía que estuvieras aquí mi amor para guiarme en
esta oscuridad que reina, un día, veré lo que es vivir y recordaré lo que es sentir.
Una palabra nos clasifica, nos entierra, nos eleva, a pocos pero a la vez a todos, mientras
haya riqueza habrá paz, mientras haya silencio no habrá amor, los ladrillos nos separan,
me encierran en este inframundo, de desesperanza, sabes que aún te amo.
Algún día, capturaré el momento en la que la ignorancia murió, habrá realidad en el
mundo, las notas no cederán, no se romperá la rima ni el pensamiento, dejaremos de
luchar y dejaremos las ideas vacías, no nos perderemos en el momento, veremos
perspectiva, la libertad no será cuento de historiadores.
Le dedicare una sonrisa a la muerte, mi vida y obra, espíritu y nobleza, y puede que tal
vez me deje libre, libre para vivir de nuevo, pero esta vez de manera más lene, con
motivos intrínsecos y varios.
Obsesión.
No me quieras.
Yo predigo.
Verte a la distancia es un regalo, el poder apreciar ese baile con tanta precisión, suavidad,
estilo propio, rítmico, acertado, tersando esos músculos tuyos que ponen en situación de
envidia a cualquier mujer.
Me pregunto a dónde llevará obsesión, si alguna vez escucharás mis lamentos
disfrazados de canciones de amor, mis gritos de dolor transformados en risas y melodías
que tratan de acompañar tu danza antes descrita, es difícil, necesitaría de la ayuda de un
ángel para tocar algo tan puro.
Soy consciente de que un día, una de mis hojas se la llevará el soplido que ejerce de los
pulmones del destino. Cruzando los mares que ningún marinero en su sano juicio siquiera
se atrevería a pronunciar su nombre, a través de criaturas feroces de fantasía y
sobreviviendo la tempestad de la humedad. El papel entonces tocaría nuevamente la
tierra, buscando su camino entre las espinas de las rosas, que son la ruta a tu palacio.
Para no hacerte la travesía larga, el escrito llegaría a tus manos, entonces verías la letra y
partitura de la canción que acompañaría a tu danza tan magnífica que ejecutas cada vez
que caminas, que hablas o ríes, obsesión llegarán a las tiernas yemas de tus dulces
dedos, la luz reflejará que desde el primer día que me topé en el mismo camino que el tu
cuerpo recorría, mi corazón empezó a palpitar al mismo ritmo que el tuyo.
Sería una composición digna de ser vista por el mismo creador, ya que ser testigo de ella
le generaría hasta a él, una sensación de envidia.
Habríamos entonces roto todas las barreras y por consiguiente, encontrado la manera de
unir los lazos que parecían tan distantes, tan improbables, sé que éste amor está
destinado a ser, por las barreras que se nos ponen amor, por los contratiempos. Espero
que cuando esa parte de mí esté en tus manos te des cuenta del sentimiento de
admiración y ternura que siento por ese rostro, aunque no me mire, aunque no me mire,
aunque tus labios no toquen los míos, aunque tu nariz no huela mi rastro, aunque tus
oídos no escuchen cada vez que mencione tu nombre, yo, te seguiré amando amor, te
seguiré escribiendo.
Mujer de culto.
¡Ay Mujer de culto! Si supieras cuántas palabras te oculto por miedo a que descubras que
yo, un simple escritor, ha sido cautivado por tu belleza interior. Mujer de culto, tan basta
en pensamiento y nobleza, sin falta de carisma o de firmeza. Mujer que eres mi aire, mi
deseo, mi amor de espejo. Déjate llevar por mis manos, por tan suave y sagaz cortejo, tú
que miras por la ventana, esperando el amor.
Aquí me tienes doncella mía, haciendo de todo un poco para que usted sonría, ya que veo
que a la vida le has perdido su color.
Mujer.
¡Oh mujer!
De antemano pido perdón por haberte denigrado, el hombre en su lamentosa intención de
entenderte, de amarte y adorarte te ha quitado tu trono de dama.
Tengo que confesar también que mi oficio es el de escritor, pero soy uno muy malo, que
se la pasa pensando en vos y en cómo revolucionaste la palabra tan monótona, subjetiva
e insulsa que llamamos belleza.
He tenido tiempo pues, de reflexionar, investigar y analizar las reliquias que la naturaleza
nos ha entregado y en mi búsqueda de patrones y figuras encontré la rosa.
Tu más viva imagen, comparable pero jamás un igual, por más digna que parezca.
En su tallo tu elegancia, tu pasión, tu fortaleza; en su meneo el ritmo de tus pasos,
espinas por todas sus colinas que representan los caminos a tus palacios. Dentro del
reino la más desafiante torre, hecha con las mismas perlas del collar de la virgen y en su
cima, algo traído del cielo.
Volviendo a la rosa, en las venas de sus hojas yace tu complejidad y en su color el matiz
de tus prendas, su más pura esencia es el aroma de tu rastro casi ido al fin del día.
¿No es el regalar flores entonces el más puro acto de amor y respeto? ¿No sería la
demostración de que el hombre es capaz de notar, apreciar y admirar aquellos detalles
que Dios te otorgó en su sabiduría?
Es que mujer, si no has venido a refutar la existencia de Dios, ¿A qué has venido?
Supongo yo que el señor al vernos en nuestra penuria y soledad, se apiadó y creó a, más
que un supuesto complemento, la base y la razón de existir del hombre.
Tu dejas una huella resplandeciente en cada una de las caricias y gracias a tu toque, el
hombre adquirió su máxima forma, el ser caballero.
¡Oh mujer! ¡Tienes la textura de los labios de la vida en tu mano!
Una última características de la rosa quiero agregar, aunque la rosa sea para nosotros
nuestro más grande tesoro, la rosa en su marchitamiento nos recuerda que nunca
podremos tenerte, sin importar la admiración o apego que sintamos. Seremos por siempre
cautivos.
Prisioneros hasta la muerte, ya que nunca podremos tocarte porque hay que recordar que
las cosas más agraciadas no se observan ni se magrean, únicamente se sienten.
Además de eso nos hace ser conscientes de nuestra propia efimericidad y que nunca,
nunca, por más que intentemos, nos quedaremos en la ensenada del más grande océano
al querer de retratar tu rostro.
La petición de un casi yerto. (Inspirado en el escrito ¨Utopía¨ de Eduardo Galeano)
Me asomé a la ventana y miré el río de verdad detrás del monte de neblina traicionera,
conociendo así la situación real, en donde las torres de marfil sangran al derrumbarse, en
donde las sombras del miedo rodean hasta el recién nacido, en donde las ruedas del
dolor nunca llegan a su extinción, en donde el abuelo recuerda aquellas glorias de paz.
Vociferé que me sacaran y me salvaran de la vida, que aquí las catedrales son tratadas
como palacios y las montañas como luz de estela de cometa, las calles se tiñeron de
rosas plásticas, la espera se convirtió en tormenta, la desgracia en soledad y la muerte la
única solución si hablo con sinceridad. Seré transparente pues, cogeré el fusil más
próximo al destino que es la guerra, búscame en la vereda del solitario o mejor nombrada
colina del cementerio.
Despierto y me encuentro encadenado a las tardes de charlas eternos en el recinto de
ésta vida, mi sonrisa se encontraba ida, podía ver incluso a las tristes morenas, odié esas
tardías cubiertas de constantes desamores vestidas de fiel dolores, mi corazón para
entonces se había dormido, un último deseo pedí antes de morir:
Deseé que algún día la gente ya no orquestara odio, ya que todos sentirían el dolor ajeno,
gracias a mi deseo, si dios lo cumpliese, el silencio no estará presente en cada reunión,
pues ya no habría opresión y si hay silencio, sería porque la gente se pondrá al fin a
pensar lo que pretende comunicar.
Si mi petición se vuelve ley, la paz no será leyenda de historiadores y las armas se
convertirán en cuento de cuenta cuentos, el olvido se volverá a desnudar revelando el
recuerdo, la gente no verá a la calaca, no se verán obligados a besarla, pues los ósculos
a ella tendrán cualidad de opción más no de religión, la paloma se postrará en la estatua
de la libertad sin cagarle encima como de costumbre, los talones de la gente no serán
manchados por la tinta de la nota roja, el color negro ya no existirá, pues la oscuridad
siempre estará iluminada por las ideas de la gente.
Al enamorado se le otorgará el derecho de entrar en un estado de pronoia y sus
promesas dejarán de ser apócrifas. Podremos ver al tiempo convertirse en mujer,
entonces y solo entonces empezarán a adorar a lo que siempre estuvo ahí. Las cadenas
no serán necesarias para unir a dos amantes, pues los amantes se aman a pesar de la
distancia, del no verse por una larga temporada, los amantes no necesitan grilletes y
candados para estar pegaditos, boca con boca.
Me haces daño.
No te tenía y terminé hablando de ti al forastero de turno, al cantinero, preguntando a todo
ser vivo acerca de tu paradero, tú que eres la esencia del existir, motivo de imaginar,
escribir y morir. Nosotros siempre fuimos dependientes de la austeridad, destinos bajo las
leyes del tiempo, a una relación de puente elevado.
Cada vez que oigo tu nombre, en mí ocurre un silencioso resuello.
Así como te pienso, así te escribo, así te espero, te culpo por ser ladrona de mi tiempo ya
que mis ojos lo confirman cuando se pierden en los tuyos, sigo sin embargo, ausente de
fortuna, aquí preguntándome, en dónde te encontrarás, en qué tanto querrás contarme y
si acaso deseas besarme.
Nunca entendí el cómo puedes cantar sin corazón alguno, si yo lo tengo y tú tienes el mío,
no comprendí tampoco la razón ni el motivo de amarte, a ti y a tu amor fugitivo.
Sigo de todas formas con ésta sensación adentro del cuerpo que me susurra que eres mi
huerto, mi desierto y mi encanto que me mantiene callado mientras tu cuerpo me acaricia
con lentitud.
Me tienes loco, tal como mar seco, como flor marchita y como rimas que se perdieron en
el eco. Me haces sentir como sinónimo de mentira al no sentir la vida propia.
Eres dueña de mi corazón, de mi alma te apropias y con odio y furor mi amor derrochas.
Me haces daño mujer, me haces daño, más daño que cualquier veneno, fuego o disparo.
Lo tengo claro, me has sablazado toda la existencia.
Divagaciones
En un mundo de suposiciones y exteriores, vestí mis mejores prendas para pescar tu
mirada, quiero conocerte mujer, deseo profundamente que me explores y te obsesiones
con mis misterios.
Te contemplo, te describo, con las mismas palabras, pues no existen más en el haber de
la lengua, de cualquier lengua, provocas más bien, sensaciones que llenan de placer al
cuerpo, mi cuerpo; sin mirarme, sin tocarme, sin hablarme, sin estar cerca, has hecho que
me vuelva todo un iluso en el amor.
Pues bien mujer, decide ya, de entre toda la gente que se impone ¿No ves acaso que
hasta en los muros escribo tu nombre?
Me tienes más loco que aquel que jura hablar con la luna, entonces yo diré, que hablo con
un ángel, que a escondidas se escapa del edén solo para el deleite de mis ojos, se
desnuda y se baña en la sinfonía del sonido perpetuo que es el silencio mismo, todo
mundo atento mientras el agua recorre su piel, ella en todo su saber me puede ver, me
permite apreciarla, no por acto impuro de seducción, sino porque ella desea que yo la
conozca en su forma más pura y agraciada que el de arriba le obsequió.
Yo ya no puedo seguir de éste modo, teniendo que callar lo que mi mente me dicta gritar,
tu cuerpo fuerte y joven como al principio de los tiempos del amor, tu solo ves y callas la
experiencia que la vida te ha dado, cuántos relatos te habrás guardado mujer, cuántos
relatos…
Agradable ante el tacto imagino que sería tu carne, seduces al cuerpo para que no pare
de soñar, tus finas capas de cristal que demuestran clase. Tú forma tan simétrica. Te veo
acompañada de adornos que solo sirven para que la gente no murmure que acaparas
todo el brillo del sol en tu caminar, adornos, que son lo que la gente mortal llama cuerpo.
Ellos no pueden ver más allá del egoísmo de la lujuria y el erotismo, no aprecian el arte, lo
bello, que se esconde detrás la superficie de tu alma.
En los caminos de la vida me encontré, a una mujer, que sin quererlo, sin hace nada en
verdad, pues nunca me hablo, me miró a mis ojos, nunca me tocó ni por accidente, mucho
menos me amó como yo lo hice.
Empecé pues a escribir acerca de su superficie, he ganado tantos premios por ellos,
premios otorgados por mi ego, pues no tengo planeado, revelar tal belleza, soy egoísta.
Eso sería repetirme demasiado, el silencio ya quiere entrar en escena, ya le tengo harto,
con tato verbo hacia ella que parece no tener fin, pero es que yo soy de esos amantes
primerizos, que entregan todo por recibir nada a cambio, pero a mí ya no me importa lo
que digan los demás, yo sabré todas mis culpas y dolores y cuando me toque rendirle
cuentas a Dios, le diré que no me arrepiento de haberla amado de la forma que la amé,
que preferí no haberla conocido, que haber explorado sus rincones y odiarla, por no haber
visto mi reflejo en su pensamiento o sentimiento.
¿Y de qué escribiré entonces? Me quedaré muerto del hambre por no realizar mi oficio,
que es sin más dilación el expresar a la raza humana entera que la belleza se encuentra
en todas las formas e ideas, sean abstractas o no. Quiero refutarle a todo aquel ateo de
mi religión, que la diosa que adoro es dueña y señora de toda lo que sea nombrado con
un sinónimo de hermoso y que ella en su sano juicio dotó una parte de ella para que esto
sea así y que ella no es no es más que una mujer ornamentada y glorificada a montones
por un solo corazón que es el de éste humilde poeta. No me pesa en el alma, no me
causa sueño, desgana o rabia alguna el que ella no me quiera como yo, o que ponga
barreras entre los dos cuando la distancia parece minúscula, casi inexistente. Ella sabe
que yo sé, que si logro tocarla aunque sea por un efímero instante, ella no podrá dejar de
quererme y renunciará entonces a su trabajo que es el de crear vida.
Siento que ésta historia ha llegado a su fin, no hay necesidad de prolongar el adiós, hay
que tomarlo entonces como lo que fue, un amor tan fugaz, tan corto como la fogata que
arde en la noche, que con sus risos envuelve lo oscuro y lo transforma en un concierto
natural despampanante y que a la larga, no deja nada más que el rastro de lo que una vez
fue deleite para pocos.
Si fuese yo escritor, te escribiría cada madrugada, pues me tienes en las noches perdidas
sin sueño por pensar en aquello que si no fue una oportunidad de abrir el vuelo hacia algo
más que una tarde de caricias, un eterno suplicar de besos entre las almas de nosotros
dos mortales unidos nada más que por la simple casualidad de los dados y caminos que
un supuesto dios existente no se ha propuesto y procurado otorgarnos. Si yo ya estoy
cansado de nunca poder cerrar mis ojos, espero que en tus fantasías dentro de vuestra
inconsistente mente dormida, te puedan llegar mis aires de conquistador, si bien no
español de esos que en los libros de historia se conciben, de aquellos que se ríen ante la
penitencia del castigo de la soledad en compañía, de esos que no enamoran a la primera,
sino que nunca son capaces de hacerlo en realidad pues su sentir es que si se te
enamora completamente no habrá nada más que una rutina que pondrá nada más que las
cuerdas al cuello, de esos que aunque la gente ya esté sangrante del oído de tanta
incoherencia y subjetiva ecolalia por tanto hablar de vos que sos dama, no se contiene.
Decide mujer, de una vez, la joya que colgará de tu cuello y reposará en tu pecho, de toda
la gente, tengo que decir, que yo soy el que menos está dotado de ti, dígase también,
belleza, tanto en el ámbito simétrico y conceptual del pensamiento y rostro. Palabra dicha
pero nunca escrita en el ego de la mente o de la brisa del aire, momento eterno, eternidad
pasajera, esto no es más que un coqueteo de espalda sin intención de recibir respuesta,
un tiro de burla al delito original que es el amarte sin tanto pétalo cubriendo tus carnes. Un
beso fugaz te pido mujercita, de esos que te hacen sentir lleno de vida y gracia, un rayón
de labios si prefieres. Te busco y te busco pero tú siempre tan distraída, perdida, me
pregunto yo si no puedes escapar al jardín que da pie a mi ventana. Te noto a diario, en
las lejanías, entonces me pongo a escribir sobre tu presencia que es un agasajo, ¿No ves
que me tienes arrastrando el ala? Mujer decide ya, si deseas conocerme, o no