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Arte tradicional africano ‘AiBerTo Costa ROMERO D= TEIADA aArte primitive? El término uprimitivow he perdido validez en la antropologis moderna, pero persiste en iz historia del arte y, sobre todo, entre los coleccio- nistasy en el mercado de antigiedades. En la his- torie del arte tiene dos acepciones diferentes (linrow, 19588). En primer lugar, se refiere alas ‘fases iniciales de un periods que, en su desarro- lio posterior, sleanza un grado superior de complejidad; asi son clasficaces, por ejemplo, los pintores italianos, flamencos o cstalanes inme- diatamente anteriores al Renacimiento, El segun- ddo grupo incluye as obras de are producidas en sociedades consideradas uno civizadasn, es decir, aquellas que ignoraban los principios estéticos vigentes en el mundo occidental: este citerio pre- senta un amplio margen de ambigiedad. {Qué tienen en comin esos pueblos alos que llarnamos primitives, qué base teériea puede esta- blecerse para proceder a una clasifieacién que permita situar su produccién artsticg en un con- texto homogéneo? Para cisponer de citerios com- parativos, los antropélogos evolucionistas han sugerido algunos rasgos culturaiessignificativos que procederemos a examinar 3 continuacién: conocimiento o gnorancla de Is eseritura, grado de complejidad de fa estructura socal, nivel tec- nolégico (primitivo es equivalente 2 «sin meca- nlzars] y,@ efectos de ia calidad artistica, destre- za en la realizacién de los objetos. os dgrafos,es decir los que car do entraron en contacto por bos pue an de escriturs ci primera ver con les europeos, son considerados primitivesy han sido abjeto de estucic dela etno- logia desde su establecimiento como disciplinz acacémica. Pero algunas cultures agrafas no eran tales, lo cual no ha impedide su mantenimiento dentro de Ia categoria de primitivos: ast, los batak de Sumatra guardan libros que utiizan en rites de adivinacién (Feasts, 1962), los aztecas, rmixtecas y mayas tenian, antes de a legada de los espaioles, un sistema pictogréfico de esc tura de gran befieza, Considerar la organizacién social simple, en oposicién 3 nuestras modernas sociedades com- plejes, parece que permite un criterio diferencia dor Sin embargo, slguncs pueblos de un nivel de subsistencia precarlo, como les aborigenes aus ‘ralianos, poseen un sistema de parentesco muy soficticado, que obliga @ los individuos a some- terse a numerosas reglas y tables, En otras casos, de nuevo en la América precolombina, los con- quistadores hallaron organizaciones politicas 5 scottre mobs, Togo Maternidad yore. congo semejantes a fo que hoy consideramos estacos, ‘on una pirdmide de poder establecida, una iciente y un sistema de tributos negra, las jefaturas con centralizade, En Afri tolaban extensos territories, poseian ejercites y, fen algunos casos, habitaban en ciudades de gran tamato, Dei nv ‘nia cbtencién de alimentes, cidn, is capacidad militar y, en consecuencia, le demografa la organizacion de un pueblo. Ladi diclonal en edades de Piedra del Bronce y tecnolégico dependen Is eficacis salud dela poble del Hierro parece definir un marco, pero la situa ciémreal muestra que tampoco este criterio es cl tificador Ls Venus de Willendorf, obra maestra edie siglo un delarte paleoiitico, ecupaba hae (ugar en los libros de arte primitive junto 2 otras piezas de los diferentes periods prehistaricos, perc hoy ls prehistoria mantlene en les textos un jad del ugar propio, Per otra parte, durante | Bronce se establecieron los rasgos que conside amos definitorios de a cvs turayelurbanismo. Nuestr origenes sedeben al impulse sopetaria y en Egipto en compesinas dotadas de pesar de ser socieda medias técnicos elem sideradas primitives felante, la wadicién arque- fad del Hierro desde los el principio de {los xis antes de Cristo hast Epoca Clsica, Ene! Africa sudsahariana también estaban en la Edad del Hierro cuando aparecie ‘om jos europeos. jEran tan diferentes cuitural= mente ios afticancs y los griegos dela Edad Oscu- ra? incluso sociedad de la Edad Media no dejabe de tener una economia y uns cultura similares 2 las dels Edad del Hierro, La sociedad romnics ere ‘mayoritariamenteiletrad2 yla ca imagineria de las iglesias estab destinada a unas personas que leian en ias pinturas y esculturas los princlpios de sufe. Con fundamento, LeviStrauss decis que etnéloge podia sentirse cémodo aplicande su metodoiogis al arte griego anterior al siglo vy 2 asta a Escuela de Siena Lévi- fa pintura italia STaAUSS, 1968), La destreza no depende solamente dea inte ilidad manual, sine también igencia y dela Ge los meio disponibles. Son infriores los escl- toves de las tribus africanas y ocesnicas alos europeos? En lasislas de! Pacifico los artistas empleaban dtlles de piecra, concha, dientes de ‘ata, abrasives ce arena...Las herramientas obi- gaban 2 un esfuerzo suplementatio a fos excul tores, 8 quienes un trabajo cuidadoso llevaba ‘meses 0afos: hay que imaginarlo que tarcarian enlaislade Pascua en fnalizar una de esos gigan- ‘es09s modi de pledra voleanica. Por esta razon lz legada de los utensilios de hierroy acero alters bsolutamente el cancepto del tiempo y de la importancis de las esculturas, mucho mis fécler Ge produc En los lugares en donde el use del ie- habitual, como en e! continente aticana, lasheramientas europeas, de mejor calidad, tar de arte, aunque impacto tue m: Con frecuencia se itlvos son incapacs eco uma mirada 3 las pro- figura de hacer escuit nas muestra que ex clones muy esquemsti wradas por ios mota del norte de Toga, y representacio: s de personajes en actitudes com- nes muy pleas, como las esculturas produ | bajo Congo. Cuande Leo Frobenius se enter 16 por primera vez a las esculturas de bronce de atribuyé su fabriczci6n a un grupe perdide de 305 que se habrian extraviado en ls lejanas ri costas de Aftica, pues na puda creer que los auto- jos de los afreanos que res fuesen los antepa ie rodeabar, Ei estilo es una elecci6n social més que une imposicion técnica © una limitacién intelectual Poresta razon un escultor dela islas Marquesas, entrevistado a principios de siglo por el antropé- (ogo Ralph Linton, dijo que hacer esculturas reaistas disponiendo de herramientas Ge acero facil, pero que el resultado era estéticamente estéril (Linton, 19586). Aunque es indudable que determinadas representaciones naturalistas son convincentes y hermoszs, sobre todo cuando la complejidad de las actitudes y de los gestos obii- ga al artista a poseer una gran habilidad técnica yuna visién muy exacta deta forma, el escultor de las Marquesas exponia su criterio sobre la opo- sicién permanente entre andlsisy sintesis,es decir, entre una descripeién pormenorizada de lo visi ble ysu construccién estética, Otros criterios pedrian ser ensayados para establecer una distincién entre los pueblos lla~ ‘mados primitives y los que no son considerados asi, pero la conclusién no seria diferente: los pue- blos primitivos lo son gracias 2 una clasificacién convencional, pues pacos de ellos comparten ras {gos comunes en cantidad suficente para ser cen tificamente significativos. Esta generalizacin arbitraria es en el Africa sudsahariana especial: mente visible: en ella conviven pueblos de carac les diversas, desde cazador jaderos trashumantes fupos con un teristicas cultura recolectores némadas, yy agricultores sedentario, hasta gr grado notable de urbanizacién:iguaimente diver- sos om os sistemas politicos, que incluyen peque fas agrupaclones emparentadas e igualitarias, _y también jefaturas con reyes dvinizeados El cardcter convencional dela clasificacién se advierte mas claramente cuando se contem- pla desde la perspective de la expansién europea Desde el sigic xv, cuando comienza la bisqueda porios portugueses dela ruta de Oriente, fa con- ‘quista de América durante el siglo xvi y hasta el conccimiento razonablemente completo del mun- do ene! xix, los pueblos que han idoincorporén- ose han sido, con las excepciones evidentes de las civilizaciones dela india, la China y el Japén, considerados primitivos. tos franceses ilustrados escubrieron al ebuen salvajer yo incorporaron ‘ala mitologia occidental este ideal del paraiso sigue todavia vigente, desplazendo a los viajeros modernos 2 los lugares supuestamente menos contaminados.¥ esos lugares existen: as las tie~ rras altas de la gra sia. de Nueva Guinea no fue- ron exploradas hasta los afios treinta, y la parte occidental de la isla, Irian Jaya, oculta valles de muy dificil acceso donde viven poblaciones en extremo aislamiento. La formacién de las colecciones {Como llegaron las obras de arte producidas por esas culturas lejanas a las colecciones euro peas? Desde el principio, los exploradores reco- gieron objetos en los lugares donde sus andan- 225 les conducian, considerandotos curiosidades producides por fos pueblos paganos. En Barcelo- na, Colén ya regalé las primeras piezas america- nasa los Reyes Catélicos. Luego, entre 1519 9 1526, Hernan Cortés envid a Espafia por lo menos tres cargamentos de objetos de la corte de Moctezu- ma, que fueron expuestos en Toledo y Valladolid. Una parte de la coleccién fue trasladada Flandes, donde fue contemplacs por Alberto Du 0, 2 quien debemos las primeras palabras elo- 2g08. Carlos |abse- loses sobre los nuevos hall piezas a sus familiares, a su t qui con dv Margarita su hermano menor, feranda|, que luego fue emperadar de Alemania. Este recibié por lo menos once abjetos de los que, depasita- dos en el castillo de Ambrds, se conservan algu- nos; posiblemente sean los expuestes en et ‘Museum fir Velkerkunde de Viena. El resto dela coleccién fue dispersada y parte de sus elemen- {os se hallan en diversos museos europeos. Las piezas que permanecieren en Espafa fueron des- ‘ruidas en los incendies de los palacios reales en Jos cigios xvii y xvi (CABELIO, 1994). El ejemplo de esas tempranas colecciones americanas es indicative del destino que sufrie- ron los objetos fruto de los primeros viajes y de! valor que se les otorgaba. No fue hasta finales del siglo xix cuando las muestras etnograficas fueron consideradas testimonios valiosos del pasa- doy se iniiaron campahias sistematicas de reco gida con ia finalidad de dotar a las colecciones piblicas de un patrimonio clentifico. Esta ten- 7 dencia se acentué en nuestro siglo cuando, a su cardcter documental, se afiadié su consideracién como obras de arte y adquitieron un precio en el mercado de las antigtiedades, Pero, sin duda, 1a desidia y a escasa consideracién provoca- ‘on la pérdida de cbjetos fundamentales. incluso en la segunda mitad del siglo xvi, cuando las expediciones eran cuidadosamente planificadas ytenian objetivos cientificos definidos, las colec- clones sufrian mutilaciones y dispersiones. Es ef caso de las piezas recogidas porel capitin Cook y su tripulacién en el transcurse de sus viajes por cl Pacifico, que hoy se hallan, probablemente men- guadas, en diversos museos y colecciones priva- das. En Madrid, afortunadamente, +| Museode la Marina conserva una pequeiia muestra de las aventuras de los espafioles por el Pacifico y el Museo de América un canjunto notable de las. cosechas de Alejandro Mi gay Cuadra y otros navegantes, en esas coleccio spina, Arteags, Bode. nes se encuentran objetos precioses, come las mascares dela costa noroeste de América manto de plumas de Hawai requisedo por Este- Martinez aun barco inglés en Nutka, fa actual Vancouver, en 1779. Bel continente africano también se reco- gleton objetos desde las primeras exploraciones ‘enacentistas. Diego Cao, en 1486, trajo martiles el Congo; a corte francesa yla casa Médicis guar- daban entre sus tesoros abjetos africanos. En algunos ca50s eran producidos directamente para suventa alos europeos, lo que muestra le precoz predisposici6n de los artistas su trabajo: saleros, recipientes para especies, cucharas... todo en marfil y realizado con gran ‘raesria. Este arte, lamado genéricarenteeafro- Portugués», ha requerido un estucio cuidadoso Bara establecerelorigen de cada una de as pie. 225 (Bassam! y Fac, 1988). Ejemplares de los pi- eros objets recogidos en Afica se hallan repat- tidos por los museos europeos, que heredaron ios fondos de los viejos gabinetes de curiosidades, un efemplo es ef Mus ta Atanasius Kircher habia fundado doscientos fos antes Peta, en fechas anteriores a sigio x2 el cone cliente de Aficaselimitaba a poco mis de su franja costera, de manera que os escasos objetos 4e use tradicional que llegaron a manos de ios tmarifos, comerciantes © misioneros lo hicieron siguiendo, desde interior, el misma camino que él marfily los esclavos. Estos eran proporciona- dos por Jefes locales que, en muchos casos, con- siguieronriqueze y poder politico sobre extensos territorios merced a este trifico. Tras el reparte de Africs entre las naciones europeas en 1885 ‘empezé [a lenta colonizacién del inmenso cont rete, en un proceso que se prolongs hasta des pues de la primera guerra mundial. Pasielamen- te las méscaras y esclturas fueron abanéonande os reductos de los bosques y las sabanas, unas veces de forma forzada y otras, mis frecuentes, vendidas voluntaelamente por sus propiet Con la pércida de os protetipas y modelos el tra- bale de los artistas fue perdiendo calidad, de manera que, 3 finales de ios silos 50, el arte producide en el seno de as sociedades todavia tradlcionaies mostraba una decadencia lamen- table Los antropélogos consideraron que el arte atricano habia legado a su fin os artistes eran incapaces de producrpiezas como las antiguas y los viejos objetos se hallaban ya iejos de Afica, En palabras de Denise Pauime wla fuente afrca- na esté practicarente agotadar (Pave, 1962). Perola realidad era algo diferente: a forma- ln de as jévenes nacionesafricanas en la déca- da de los sesentaaceleré un cambio que se halla- ba larvado, un proceso de aculturacin que habia ido ceclendo lentamente desde ios primerostem= 08 de a colonizacén, Las nuevas estructura pot. Ucas yel esfuerzo de las clases dirigentes por modernizar sus paises produjeron un profundo desconcierto social que todavia persiste. Una de sfue las con rdado durante ciones y de los que se sentian casi desvin- fiat me 1 dogér Mall cer un negocio oenviara un hijo 2 cursarestudios ‘en Europa justficaba la pérdida de los tesoros de! linaje. Los jévenes convencian a fos vigjos de a necesidad de la operacién, pues las antiguas escul tures siempre podian, como en efecto lo eran, ser radicin asilo sustituidas por otras nuevas y ‘enla previsto. El siguiente paso lo daban los ier pre activos comerciantes africancs que estaban en ta puerta de la casa esperendo cerrar ef negocio. Deesa manera han slidoa la luz objetos asides: conocidos. Por ejemplo, hace unos veinte aios cempezaren a legar a los mercados internaciona lestas grandes esculturas hemba procedentes de! sureste del Congo el antiguo Zaire, que habian sido guardadas, en algunos casos, mas de doscientos alos; hasta entonces s6lo se conocian unos pocos sJemplaes en los museos europeos,ysecreia que correspondian z obras précticemente dnicas Otto ejemplo muy significative en el incre mento de ia apreciacién estética y el valor comer: cial de los objetes africanos es el de las escultu- ras dogdn, que fueron saliendo de su lugar de diagara, en Mali, desde los siglo, El pais dog6n esté forma origen, Ban afios de nu do por dos llenuras separadas por un inmen: ‘ocoso de geometria Severs y paisaje lunar por primera vez, produce efugiz jando se vi lv le, Los dagen ronailien el siglo xv, probablemente pars hur de jazandoa los antiguos habi- tos, islamizacién, des ‘antes, os tellom, y mezcléndose con ellos: a su vez, habian sustituide a los originales habitantes del acantilado, los toloi. La secuencis cultural fue establecida por las excavaclones rea- lizadas por arquedlogos de la universidad holan- desa de Utrecht hace treinta afios, pero cuando cel capitin Louis Desplagnes llegé, en 103, 5¢ igno- raba casi todo sobre estos pueblos. Desplagnes se hlzo con algunas esculturas, hoy en el Musée de Homme de Paris, y se refiere en sus escritos alas cuevas funerarias dela pared del acantilado, ‘que los dogén dicen estar llenas de restos huma- nos pertenecientes a sus antecesores en el lugar, los teller. En 1907 Leo Frobentus visité Band gra yrecogis figuras dogon, pero ningun teller, aligual que las expediciones Griaule-Dieterlen y Ia muy famosa entre Dakar y Djibouti de os aos trcinta; en ella participé el poeta surealista Miche! Leics, que asi descubrié su vocacién de etnétogo. En maye de 1935, Denise Pauime escribe en elcampamento de treli: «He visitado varios pue bios y visto estatuas de brazos levantados impo sibles de conseguir» (PavLie, 19922). Los dogén, entonces, se desprendian dificimente de sus rados, pero Paulme se hizo con algu- tras, tanto tellem como objetos nas conocidas obras dogén. £l relate de cémo consiguié una de elas es conmovedor, El objeto estaba semienterrado, yy s6lo sobresalia la cabeza: «Respecto ala gran festatua hay que precisar que no la hemos roba- do, la gente nos ha permitido cogerla sin atre- verse 2 tocatla, pues el culto habia sido abando- nado... Cuando Ia escultura salié, tenia un nudo en la garganta, tenia ganas de llorar (PaULMe, 19928). Elprimer europeo que visi 2 Bandisgars pare procurarse objetos con una finalidad comercial fue Pierre Langlois, quien entre 1950 y 1954 reco gié muchos elemplares de a escultuce antigua de acantilado, sefalando ademas ios emplazarien: tos exactos, Con el producto de sus exploracion: risina de serealiz6 un Marcas le primera publicacién que present6 una docu: mentacién razonable sobre la escuitura de los tellem, A Langlois le siguleron Henti Kamery su esposa Héléne; esta bitime, hoy Héléne Leloup, ha publicado recientemente un grueso volumen esta- bleciendo la ubicacién de cada uno de los estilos el acantilado y de las lanuras superior e inferior, asi come la cronalogia de muchos objetos(Le10UF, 1994). Mas adelante, una vez Mali consigui independencia de Francla, los comerciantes aft cenos registraron minuclosamente las cuevas y Jos santuarios, vaciéndolos de su contenido. Los objetos siguieron el destino habitual de todas las obras de arte, y pueden ser hoy admirados en las colecciones pablicas y privadas occidentales ‘ard, on un eatiélogo que fue, de hecho, 9 Estas historias no deberian de sonar extra #5 a oldos ce os europeos, que siempre han ven- ido sus obras de arte. EI sentido del patrimonio cultural es demasiado reciente para que haya arraigado en todas las conciencias. Para un aft. ano, las mascarasy esculturas carecen de signi. Ficado fuera de su context de culto tradicional, Yuna vez deteriorada o envejecida porel uso, una pieza puede ser abandonada 0 vendida, Por otra Parte, las esculturas permanecen en el interior dellas casas y sélo son vistas por sus propietarios ues pertenecen al ambito dela privacidad: por esta razén los aticenos nunca visitan fos muse- 05 en donde se guardan sus antiguos objetos, Pues para ellos han perdido la raz6n de su exis. tencia (Some, 1990). Paradéjicamente la venta de 225 obras ha permitido su preserva y su in sién en la historia del arte, dela que hubleran per- Imanecido al argen de haber seguido en los gee res de origen, Algunas esculturas han salido de sus escon- Jebsé santo, costs ww zc dltes seculares por otras causas, siendo las més frecuentes les {105 movimientosceligiosos regeneradores, tan comunes en Africa. Un caso bien estudiado es #1 del culte Masse, desatroliado en el pais senufo después dela segunda guerra mundial, Test. 808 yactoresal mismo tiempo fueron Michel Con, vers y Gabriel Clamens, misioneros en Costa de Marfil que marraron sus experlencias (Convers y Gor, 1991; Convers, 1997). En aquellos tiempos, 1946, a socledad secreta Foro controlaba la vide ‘eligioss y social de los senufo. Ei Poroobligaba 2 los hombres a una mitancia lena de abligacio. es que duraba veintiin afos, transcurridos los cuales accedian ala categoria de eviejoso ello les Nberaba del trabajo en os camposy les dotaba de autoridad y prestigio. Un visionario, Mpen! Dem. belle, surge enlaregin de San, en Mal, asegu. rand haber sido llamado por un hombrecllo sali. do del tronco de un srbot de arte El personaje le transmite uns princpios que debe divulgar a 10d €l pueblos mbizs en los habitos culturaies Costade mart serie de barn con la esterlidad de las mujeres, cént <2s para provocar la lluvia y recomendaciones para instaurar la paz en el mundo: obediencia > los ancianos, prohibicién del aduiterio, prohibicién del uso abusive de veneno y, sobre todo, erradi ‘

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