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EL GRAN TABLERO MUNDIAL LA SUPREMACÍA ESTADOUNIDENSE Y SUS IMPERATIVOS GEOESTRATÉGICOS

Zbigniew Brzezinsky (1998)

Actual supremacía EEUU se destaca por:


 Rapidez con la que ha surgido
 Alcance global
 Por la manera en que se ejerce.

Las bases de las ambiciones geopolíticas estadounidenses en expansión la proporcionó la rápida industrialización de la
economía del país.

La primera guerra mundial fue aún, sobre todo, una guerra europea, no una guerra global. Pero su carácter
autodestructivo marcó el principio del fin de la preponderancia política, económica y cultural de Europa sobre el resto
del mundo.

La era europea en la política mundial llegó a su fin en el transcurso de la segunda guerra mundial, la primera guerra
verdaderamente global.

Los 50 años siguientes estuvieron dominados por la lucha entre los EEUU y la Unión Soviética por la supremacía global.

La dimensión geopolítica no podía haber quedado más clara: América del Norte versus Eurasia disputándose el mundo.
El ganador dominaría verdaderamente el globo.

El éxito de la contención por parte de EEUU de los intentos del bloque euroasiático para lograr un control objetivo sobre
toda Eurasia, durante los cuales ambas partes evitaron hasta el final colisionar militarmente de manera directa por
temor a una guerra nuclear, llevó a que el resultado de la lucha se decidiera finalmente por medios no militares. La
vitalidad política, la flexibilidad ideológica, el dinamismo económico y el atractivo cultural se convirtieron en las
dimensiones decisivas.

La coalición liderada por EEUU mantuvo su unidad, mientras que el bloque sino-soviético se dividió en menos de dos
décadas.

El resultado se debió también al hecho de que el lado estadounidense demostró ser económica y tecnológicamente
mucho más dinámico, mientras que la Unión Soviética se fue estancando gradualmente y no pudo competir con
efectividad ni en crecimiento económico ni en tecnología miliar. A su vez el declive económico llevó a la desmoralización
ideológica.

El resultado final estuvo también influenciad de manera significativa por consideraciones culturales. Los EEUU eran
percibidos, en sentido amplio, como una representación del futuro, como una sociedad digna de admiración y que
merecía ser emulada. En cambio, Rusia era culturalmente menospreciada por la mayoría de sus vasallos centroeuropeos
y más aún por su principal aliado oriental, cada vez más activo, China.

La Unión Soviética terminó por explotar y fragmentarse, cayendo como víctima no tanto de una derrota miliar directa
sino de una acelerada desintegración producida por presiones económicas y sociales.

LA PRIMERA POTENCIA GLOBAL.

El colapso de su rival dejó a los EEUU en una posición única: se convirtieron, simultáneamente, en la primera y única
potencia realmente global.

El ejercicio del poder estadounidense se deriva en gran medida de la organización superior, de la habilidad para
movilizar con rapidez vastos recursos económicos y tecnológicos con propósitos militares, del vago pero significativo
atractivo cultural del American way of life y del franco dinamismo y la inherente competitividad de las élites sociales y
políticas estadounidenses.

También viejos imperios compartían estos atributos, como por ejemplo el Imperio Romano.

Tres grandes causas llevaron finalmente al colapso del Imperio Romano.


1) El imperio creció demasiado como para poder gobernarlo desde un único centro.
2) El prolongado periodo de orgullo imperial generó, al mismo tiempo, un hedonismo cultural que gradualmente
socavó la voluntad de grandeza de la elite política.
3) La inflación sostenida minó también la capacidad del sistema de mantenerse a sí mismo sin sacrificios sociales y
los ciudadanos ya no estaban preparados para hacerlos.

La decadencia cultural, la división política y la inflación financiera conspiraron para que Roma se volviera vulnerable
incluso ante los barbaros de las regiones vecinas. Según los criterios actuales, Roma no era verdaderamente una
potencia global sino una potencia regional. El imperio chino también sería clasificado como potencia regional según los
actuales criterios.

Otro imperio, el Imperio Mongol, después de mantenerse durante dos siglos, desde 1206 hasta 1405, desapareció sin
dejar huella.

A partir de entonces, Europa se convirtió tanto en el centro del poder global como en el foco de las principales luchas
por poder global. En el transcurso de tres siglos, un dominio global genuino a medida que el poder europeo llegaba a
cada uno de los continentes del globo y se mantenía en ellos.

Sin embargo, el dominio europeo-occidental no significó que Europa Occidental hubiera alcanzado el poder global. La
realidad básica era la de una supremacía global de la civilización europea junto a una fragmentación del poder
continental europeo.

Los estados europeos no solo se disputaban los dominios de ultramar sino también la hegemonía dentro de la propia
Europa. La consecuencia geopolítica de ello fue que la hegemonía global de Europa no se derivó de la hegemonía en
Europa de una única potencia europea

En resumen, Roma ejerció su dominio en gran medida a través de una organización militar superior y del atractivo de su
cultura. China se apoyó mucho en una burocracia eficiente para gobernar un imperio basado en la idea de una identidad
étnica compartida, reforzando su control mediante un sentimiento de superioridad cultural muy desarrollado. La base
del dominio del Imperio Mongol fue la combinación de unas avanzadas tácticas militares para la conquista con una
predisposición a la asimilación. Los británicos, y también los españoles, holandeses y franceses, consiguieron la
preeminencia a medida que su bandera siguió los pasos de su comercio, reforzando además su control con una
organización militar superior y con la formación de la superioridad de su cultura. Pero ninguno de esos imperios fue
realmente global. Ni siquiera Gran Bretaña fue una potencia realmente global. No controló a Europa, sino que
simplemente la equilibró. Una Europa estable era crucial para la preeminencia internacional británica, y la
autodestrucción de Europa marcó, inevitablemente, el fin de la primacía británica.
En cambio, el alcance y la penetración del poder global estadounidense en la actualidad son únicos.

El dinamismo económico estadounidense proporciona la precondición necesaria para el ejercicio de la primacía global.
China y Rusia carecen de los medios necesarios para ejercer una influencia política sustancial en el mundo o para llegar a
ejercerla a corto plazo.

En resumen, los EEUU tienen la supremacía en los cuatro ámbitos decisivos del poder global:

1) En el militar su alcance global es inigualado


2) En el económico siguen siendo la principal locomotora del crecimiento global
3) En el tecnológico mantienen una posición de liderazgo global en los sectores punta de la innovación, y
4) En el cultural, pese a cierto grado de tosquedad, disfrutan de un atractivo que no tiene rival.

Todo ello da a los EEUU una influencia política a la que ningún otro Estado se acerca.

La combinación de los cuatro ámbitos es lo que hace de los EEUU la única superpotencia global existente.

EL SISTEMA GLOBAL ESTADOUNIDENSE

El poder global estadounidense se ejerce a través de un sistema global cuyo diseño es netamente estadounidense y que
refleja la experiencia doméstica de ese país. En esa experiencia doméstica resulta central el carácter pluralista de la
sociedad estadounidense y de su sistema político.

La supremacía estadounidense está apuntalada por un elaborado sistema de alianzas y de coaliciones que atraviesan,
literalmente, el globo. La alianza atlántica, encarnada institucionalmente en la OTAN, vincula a América a los Estados
más influyentes de Europa, haciendo de EEUU un participante clave incluso en los asuntos intraeuropeos. Los vínculos
políticos y militares con Japón ligan a la más poderosa economía asiática a los EEUU. EEUU desempeña un papel central
en las organizaciones multilaterales panamericanas existentes. También debe incluirse como parte del sistema
estadounidense la red global de organizaciones especializadas, particularmente las instituciones financieras
internacionales. El FMI, el Banco Mundial, se consideran representantes de los intereses globales y de circunscripción
global. En realidad, sin embargo, son instituciones fuertemente dominadas por los EEUU.

A diferencia con los imperios anteriores, este vasto y complejo sistema global no es una pirámide jerárquica. Los EEUU
están situados más bien en el centro de un universo interconectado, un universo en el que el poder se ejerce a través de
la negociación constante, del diálogo, de la difusión y de la búsqueda del consenso formal, pese a q el poder, en el
fondo, se origine en una única fuente: en Washington DC.

La supremacía estadounidense ha producido, or lo tanto, un nuevo orden internacional que no sólo duplica sino que
también institucionaliza en el exterior muchas de las características del propio sistema estadounidense. Sus
características básicas incluyen:

- Un sistema de seguridad colectiva que incluye mandos y fuerzas integrados (OTAN, Tratado de seguridad entre
EEUU y Japón, etc.)
- Cooperación económica regional (APEC, TLC) e instituciones especializadas de cooperación global (BM, FMI,
OCM),
- Procedimientos que hacen hincapié en la toma de decisiones por consenso, aunque dominadas por EEUU.
- Una preferencia por la participación democrática dentro de alianzas claves.
- Una rudimentaria estructura constitucional y judicial global (q va desde el tribunal internacional de justicia al
tribunal especial para juzgar los crímenes de guerra en Bosnia).
La mayor parte de este sistema surgió durante la guerra fría como consecuencia de los esfuerzos estadounidenses para
contener a su rival global, la Unión Soviética.

En la actualidad, esta hegemonía global estadounidense sin precedentes no tiene rival. Pero, seguirá siendo así en el
futuro?

CAPITULO 2: EL TABLERO EUROASIATICO

Para los EEUU, Eurasia es la principal recompensa geopolítica. En la actualidad, una potencia no euroasiática ostenta la
preeminencia en Eurasia y la primacía global de los EEUU depende directamente de por cuánto tiempo y cuán
efectivamente puedan mantener su preponderancia en el continente euroasiático.

La manera en que EEUU gestione Eurasia resulta crucial.


La potencia que domine Eurasia podrá controlar dos de las tres regiones del mundo más avanzadas y económicamente
más productivas.

Alrededor del 75% de la población mundial vive en Eurasia y la mayor parte de la riqueza material se concentra también
en ella. Eurasia concentra las tres cuartas partes de los recursos energéticos conocidos. También es el lugar donde están
situados la mayor parte de los Estados del mundo políticamente activos y dinámicos. Los dos aspirantes más poblados
del mundo a la hegemonía regional y a la influencia global son euroasiáticos. El poder euroasiático acumulado supera
con creces al estadounidense. Afortunadamente para los EEUU, Eurasia es demasiado grande como para ser una unidad
política.

Eurasia es, por tanto, el tablero en el que la lucha por la primacía sigue jugándose.

El alcance de la hegemonía global de los EEUU es ciertamente importante, pero su profundidad es escasa y está limitada
por constricciones tanto domésticas como externas. La hegemonía estadounidense involucra el ejercicio de una
influencia decisiva pero no de un control directo. El propio tamaño y la diversidad de Eurasia, así como el poder de
algunos de sus Estados, limita la profundidad de la influencia estadounidense y el alcance de su control sobre el curso de
los acontecimientos.

Las maniobras, la diplomacia, el establecimiento de coaliciones, la cooptación y el despliegue deliberado de los propios
recursos políticos se han convertido en los ingredientes clave para ejercer con éxito el poder geoestratégico en el
tablero euroasiático.

GEOPOLÍTICA Y GEOESTRATEGIA.

La geografía política sigue siendo un aspecto muy importante en los asuntos internacionales. La situación geográfica
sigue siendo el punto de partida para la definición de las prioridades externas de los Estados-naciones y el tamaño del
territorio nacional sigue siendo también uno de los principales indicadores de status y poder.

Las élites nacionales gobernantes han ido reconociendo cada vez más que existen factores diferentes a los territoriales
que son más cruciales en la determinación del estatus internacional de un Estado o del grado de influencia internacional.
La habilidad económica y su traducción en innovación tecnológica pueden ser también criterios clave en la
determinación del poder. No obstante la situación geográfica tiende aún a determinar las prioridades inmediatas de un
Estado, y cuanto mayor sea su poder militar, económico y político, mayor será el radio, más allá del territorio de sus
vecinos inmediatos, de los intereses geopolíticos vitales, de la influencia y de la participación de ese Estado.

La geopolítica se ha desplazado desde la dimensión regional a la global, considerando que la preponderancia sobre todo
el continente euroasiático es la base central de la primacía global.
El punto de partida la formulación de la geoestrategia estadounidense para la gestión a largo plazo de los intereses
geopolíticos estadounidenses en Eurasia debe centrarse en los jugadores clave y en una adecuada evaluación del
terreno. Para ello es necesario dar dos pasos básicos:

1) Identificar a los Estados euroasiáticos geoestratégicamente dinámicos que tienen la capacidad de causar un
desplazamiento potencialmente importante en la distribución internacional del poder y descifrar las metas
externas de sus respectivas élites políticas, así como las consecuencias probables de sus intentos probables de
alcanzarlas, y localizar a los Estados euroasiáticos clave desde el punto geopolítico.
2) Formular políticas específicas estadounidenses para desviar, cooptar y/o controlar a esos Estados, para
preservar y promover los intereses vitales estadounidenses, y conceptualizar una geoestrategia más extensa que
establezca a escala global la interconexión entre las políticas estadounidenses más específicas.

En pocas palabras, la geoestrategia euroasiática de los EEUU debe incluir un control resuelto de los Estados dinámicos
desde el punto de vista geoestratégico y una cuidadosa gestión de los Estados catalíticos desde el punto de vista
geopolítico, de acuerdo con los intereses gemelos de los EEUU de preservar a corto plazo su poder global único y
transformarlo a largo plazo en una cooperación global cada vez más institucionalizada.

JUGADORES GEOESTRATÉGICOS Y PIVOTES GEOPOLÍTICOS

Los jugadores geoestratégicos activos son los Estados con capacidad y voluntad nacional de ejercer poder o influencia
más allá de sus fronteras para alterar el estado actual de las cuestiones geopolíticas.

Los pivotes geopolíticos son los Estados cuya importancia se deriva no de su poder y de sus motivaciones sino más bien
de su situación geográfica sensible y de las consecuencias que su condición de potencial vulnerabilidad provoca en el
comportamiento de los jugadores geoestratégicos. Muy a menudo, los pivotes geopolíticos están determinados por su
geografía, que en algunos casos les da un papel especial, ya sea el de definir las condiciones de acceso de un jugador
significativo a áreas importantes o el de negarle ciertos recursos. Identificar y proteger a los pivotes geopolíticos
euroasiáticos clave de la posguerra fría es también, por lo tanto, un aspecto crucial para la geoestrategia global
estadounidense.

Rusia sigue siendo uno de los principales jugadores estratégicos, pese al estado de debilidad en que se encuentra.
Mantiene unos objetivos geopolíticos ambiciosos.

China es otro jugador clave. China ya es un poder regional significativo y susceptible de albergar mayores aspiraciones,
dada su historia como potencia importante y la concepción del Estado chino como centro del mundo. Su ímpetu
económico le dará mayor poder material e incrementará sus ambiciones.

Esta lista de jugadores geoestratégicos y pivotes geopolíticos no es ni permanente ni fija. En el futuro, algunos Estados
podrían añadirse o excluirse de ella.

OPCIONES FUNDAMENTALES Y RETOS POTENCIALES.

La identificación de los jugadores centrales y de los pivotes clave ayuda a definir los grandes dilemas políticos de los
EEUU y a anticipar los principales desafíos en el supercontinente euroasiático. Éstos pueden resumirse en cinco grandes
temas:

1) Qué clase de Europa deberían preferir, y por lo tanto promover, los EEUU?
2) Qué tipo de Rusia interesa a los EEUU? Cómo pueden actuar al respecto?
3) Cuáles son las perspectivas de que en Asia Central surjan unos nuevos “Balcanes” y qué debería hacer los EEUU
para minimizar los riesgos resultantes.
4) Hacia qué papel en el Lejano Oriente debe impulsarse a China?
5) Qué nuevas coaliciones euroasiáticas podrán surgir? Qué debe hacer para impedir su formación?.

Una geoestrategia estadounidense de largo alcance para Europa tendrá que considerar explícitamente los temas de la
unidad europea y del establecimiento de una asociación real con Europa.

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