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Sombra errante

—¡¡Holaaa!!... —el grito parecía prolongarse la cima de esa sima, podía ver cierto
indefinidamente a través de la nada en donde resplandor apagado. Era la primera cosa vista
él se encontraba. por él en varios siglos; además de la —hasta ese
momento— perenne tiniebla en donde se
—... movía desde hacía tantísimo tiempo.

—No he hablado con nadie en largo largo —Ave Maria, gratia plena, Dominvs tecvm... —
tieeempo... se oyó, esta vez más claramente y menos
entrecortado.
—Ave Maria, gratia plena... mvlieribvs et...
—él alcanzaba a oír ciertas voces con palabras El sonido parecía venir desde la parte de
entrecortadas. arriba de la sima, la cima de la sima; pero él
no podía contestar por la potencia aplastante
— Hola, hola, holaaa... ¡No los veo!... ¿dónde de la bestia. Además —de haber podido
están! gritar— el barro legamoso en donde se
encontraba habría ahogado todos los intentos.
—...
Entonces, la bestia lo soltó de golpe y lo lanzó
—Sigan hablándome. Háblenme de esa ave vigorosamente hacia la cima de la sima. El
llamada María, ¿es bonita?... aterrador bramido brotado de la bestia
mientras hacía esto habría hecho levantarse de
—No he visto nada ni a nadie desde hace largo los féretros a todos los finados del cementerio
largo tiempoooo, son las primeras voces oídas más grande.
por mí en años; sigan hablándome, por
favooor —él gritaba con cierto tono de —¡¡¡Aaaaaaaah!!! —gritó él al sentirse libre de
esperanza ahogada, rayano casi con la las garras de la bestia y oír tan espantoso
desesperación. estrépito.

—... —In nomine Iesv, dixit nomen tvo —dijo el


hombrecillo de mediana edad sentado
Pasó el tiempo y el corro de voces repentinamente al lado de él.
monocordes de palabras ininteligibles no
volvió a oírse. La nada infinita Como si de rápido parpadeo se tratara, la
—tétrica, silenciosa— volvió a imponer el realidad donde estaba se había transformado
intransigente rigor. otra vez, pero ahora de modo radical. De
pronto se encontraba en cierta especie de
De pronto, por primera vez en siglos, él sintió estancia soterrada, en medio de doce ojos
algo. ¡Dolor! Grandísimo dolor, penetrante, observándolo.
perforante; como si las garras de cierto
enorme animal lo atravesaran y lo arrastraran —Hola, hola; perdóname, pero no entiendo
hacia otro sitio —o mejor dicho, hacia otro no- las palabras dichas por ti —dijo él con tono
sito—. En pocos instantes pasó de estar en la emocionado por poder hablar con seres
nada infinita —por donde se movía libre e vivientes y hablantes.
infinitamente adonde le placiera— a estar
atrapado, constreñido, como en el fondo de —¡Cállate y deja en paz a esta chica!
cierta estrecha pero abismal sima, llena de
barro ligero y limoso; sin poder moverse, sin —¿Chicaaa?, ¿me hablas a mí?
tampoco ya poder hablar. A lo lejos, como en —dijo vacilante al oír tan perentorio
mandato—, ¡hablas español! —se le escapó de respiraba nada de nada desde hacía siglos y
la boca al reparar en ese hecho sorprendente. siglos. Tiago era el primer asombrado al
reparar en ese hecho, pero trató de calmarse y
—¡Cállate y responde!, ¡Si tienes nombre, acató la orden de hacer silencio.
dínoslo ahora mismo!
Docenas de lámparas de aceite dispersas acá y
—¡Tiago!, ¡Tiago!... mi nombre es Tiago. — allá proporcionaban la claridad necesaria
dijo, feliz de poder decir algo. Evos enteros como para poder dar algo de resplandor a los
habían pasado y Tiago casi no se acordaba de rostros de los presentes. Así pasó el tiempo y
tener nombre. No tenía ocasión de decirlo; las mismas palabras en ese idioma extraño se
por eso, por demasiado tiempo, para él solo repetían cíclicamente sin cambiar ni jota de
existió el simple solitario yo. Ese yo se llamaba sitio (si tenían jotas esas palabras). De hecho,
Tiago, pero tanta había sido para él la Tiago ya se las había aprendido de memoria y
soledad… ya ni el nombre era capaz de las repetía con ellos en voz baja, tales eran las
acordarse. ganas de hablar de Tiago..

—¿Tiago? —dijo poco convencido el hombre —Este caso es bastante atípico —intervino la
de mediana edad; calvo, pero de amplias viejecita setentona sentada en la hilera de
barbas—, extraño nombre siendo maldito atrás— más de hora y media ha pasado,
como eres. rezando avemaría tras avemaría y el demonio
está como si la cosa no sería con él. ¿Cómo es
— Pero si yo no le he hecho nada, ¿cómo me posible esto?
llama maldito?
—Sí, es verdad —contestó el hombre sentado al
—¿No me has hecho nada, eh? Pero si hace lado de esa señora—. Hace poco más de hora
nada me salibabas y me gritabas «córvido del y media estaba salivándonos certeramente a la
infierno», ¿tampoco me hacías nada entonces? cara y respondía con blasfemias y gritos
Pero eso no importa, ¡basta de chácharas y horrendos a cada palabra dicha por nosotros...
vete ya de esta chica, no tenemos todo el día! ¿y ahora?... da la impresión de estar
confortable entre nosotros, y si lo dejáramos
—No, espera, espera... No te entiendo. Yo no hasta nos daría conversación.
soy malo. Jamás te había dicho nada de esas
cosas. —¿Demonio yo? Ja, ja, ja, ja —Tiago no logró
contener esa carcajada de risa nerviosa de los
—¡Sí!, ciertamente debió ser la anciana madre momentos tensísimos—, hablan como los
de mi madre, ¡ja! popistas: el orbe entero tiene esto claro: los
demonios no existen, sino son invenciones de
Tiago sentía morir dentro de sí todas las los popistas para amedrentar a los débiles
esperanzas anheladas. Esa gente era sólida mentales y sacarles el dinero.
pared de piedra, no le creerían nada de nada.
Ante la impotencia de no poder hablar (tras —¿Popistas?, ¿no conozco el significado de esa
tanto tiempo de haber deseado hacerlo y no palabra? —dijo el joven de la primera fila,
encontrar a nadie para ello), miró alrededor interviniendo por primera vez.
de sí y vio a seis personas encorvadas más
atrás, contestando o asintiendo a la jeringoza —Popistas era como se llamaba,
de palabras proferidas por el hombrecito de despectivamente, a los cristianos fieles al
amplias barbas. El sitio era como cierta padresantísimo de la época de la gran
especie de estancia soterrada, acondicionada conflagración del Armagedón, hace más de
para servir de morada de emergencia. El dos mil años —explicó el hombrecito de las
denso vapor de ese ambiente cerrado lo podía barbas.
respirar Tiago, gran experiencia para él: no
—En mi vida había oído de ese tal mencionada, veinteañera ella, de pelo castaño
«padresantísimo» —acotó Tiago—, al jefe de los y ojos verdes claros. ¿Pero cómo es esto
popistas lo llamaban «Pope» o «Romano posible?, pensó.
pontífice», si mi memoria no me engaña.
—Yo había oído... —intervino la señora anciana
—Casi hablas con la verdad, padre de la de antes— de ciertos viejos libros de teología
mentira; pero, como bien sabes, al vicario de donde se explicaban interesantes teorías sobre
Cristo ya no se le dice más «Romano almas errantes: almas de hombres no
pontífice», habiendo sido Roma devastada en arrepentidos de ciertos pecados cometidos,
ese gran bombardeo desde ciertas plataformas pero no siendo ellos tan malos como para
exosféricas, en la ya mentada conflagración, rechazar completa y definitivamente a Dios.
hace más de dos mil años atrás. No existiendo
ya Roma, no podía haber más obispo de —Ideas bastantes peregrinas, por cierto
Roma; pero vicario de Cristo habrá mientras —contestó el hombre sentado al lado de la
exista el Orbe. Hoy le decimos viejita.
preferentemente «padresantísimo» o «papa»,
como bien sabes. —¡Cállate, viejo!, o esta noche dormirás en el
catre con el perro. —replicó la viejecita—. No
—Perdóneme, padre —intervino la joven sé si serán peregrinas o no; pero, a este (por
orante de la primera fila—; pero, si mi Tiago), las oraciones no le hacen para nada
memoria no me falla, la devastada por esas mella... ahora mismo estamos totalmente
plataformas espaciales había sido Londres y atascados.
no Roma, primer objetivo del contragolpe
atómico. Como era la capital del imperio, Tiago pensó para sí: «esta gente no parece
debió ser desde Roma donde el emperador tener gran aprecio por el consenso y la
Divinisanctis, el anticristo, apretó el botón de democracia, ¿serán así todos los vivientes de
la devastación total. hoy o solamente los popistas?».

—Sí, tienes razón. Los detalles históricos se le —No estoy al tanto de esos libros, pero si no
escapan ya a mi cansada mente. están en el seminario donde se trasladó la sede
apostólica, o bien se han perdido para
—Entonces, ¿vosotros sois popistas? siempre, o bien jamás han existido.
—extrapoló Tiago con cierta tristeza.
—Bien, ¿y cómo nos enteramos? Si no
—Preferimos el nombre de católicos o separamos a Tiago de esta chica, no veo cómo
cristianos; pero, sí, tenemos la misma fe de los vamos a poder retomar las riendas del
mártires así llamados «popistas». Y ahora exorcismo.
dinos, Tiago, ¿cómo hacemos para sacarte de
esta chica? Tiago abrió grandemente los ojos —o más bien
los de la posesa—, y pensó: «¡Emperador
—Perdone, pero no comprendo... magnanísimo!, ¿estoy a siglos adelante del mío
o estoy en el medievo? ¿Acaso ha dicho
—¿Nooo? —le cortó el hombrecito a media exorcismo esa señora? ¿Habrá también por
frase, acercándole el espejo de la pared al allí merodeando chamanes africanos?». Dijo
rostro— ¿entonces este rostro te pertenece a esto como por acto reflejo, pero no tenía la
ti? menor idea de cómo en ese espejo aparecía
reflejada la imagen de la jovencita veinteañera.
Tiago se paralizó y desorientó grandemente,
no siendo asimismo capaz de contestar. En el —Ciertamente, si hablamos por teléfono con
espejo, en vez de reflejarse el rostro recordado padresantísimo él sabrá cómo debemos
de antaño, aparecía el de la jovencita proceder. Él es el más sabio de todos los
ancianos de la Iglesia; y, además, a él siempre —Si en verdad has estado vivo y eres alma
le asiste el Paráclito. Eso es parte de la santa fe errante —concedió el hombrecito de amplias
de la Iglesia. barbas, no del todo convencido—, con bastante
probabilidad fallecerías en la Gran masacre:
—Bien, deberemos retomar el exorcismo tanto las bombas atómicas lanzadas a escala
mañana, si finalmente logramos hablar por global por Divinisactis (el Diablo lo tenga
teléfono con padresantísimo. Las llamadas consigo) como los lanzamientos de proyectiles
telefónicas con la Santa Sede Soterrada son atómicos de las potencias del Consorcio
complicadas, hay pocos aparatos de ambos asiático mataron a casi todos los hombres del
lados de las líneas y hablar con padresantísimo planeta, la friolera de treinta mil millones de
podría demorar varias horas, si no días. almas.

—No, por favor —intervino Tiago—: abajo mío —Era inevitable —dijo la viejecita— existiendo
se esconde cierta bestia, negra como la noche las armas atómicas, creadas por el hombre, era
y rabiosa como perro hidrofóbico; y, no sé inexorable la devastación del planeta. Tarde o
cómo, pero tiene el poder de atraparme con temprano iba a acontecer, bien por el acto
garras enormes y hacerme padecer irreflexivo del hombre loco pero con poder,
grandemente; ¿acaso no existe más la RAE? bien por el acto libre y meditado del hombre
malvado y poderoso; se apretaría el botón de
—¿La RAEEE? —dijeron varios. la propia devastación... en esta carrera de la
calamidad llegó primero el hombre del mal
—Sí, es el sistema satelital para hablar de modo con todo el poder: Divinisactis.
instantáneo con persona de todo el planeta y
con las colonias de Marte y otros satélites; Red —Bien, se ha hecho ya demasiado tarde
de Aero-no-sé-cómo y exo-no-sé-dónde, no —dijo el hombre de barbas— por hoy
logro hacer memoria del significado de las terminamos. Dejémonos de filosofías baratas y
siglas. vayámonos a descansar. ¡Vosotros, paren con
los rezos!, retomaremos al cabo de mi llamada
—Red de Aerollamadas Exoplanetarias — por teléfono a padresantísimo.
aseveró el acompañante de la anciana.
Tiago hizo cierto ademán de desesperación.
—Sí, ese era el nombre. Negó con la cabeza y miró a los presentes,
como pidiéndoles estar todavía algo más de
—Toda esa tecnología se perdió con la gran tiempo con ellos. En el fondo de la sima lo
explosión del Armagedón. El décimo de los estaba esperando la bestia, y él lo sabía. Poco
anticristos de la Bestia, el emperador tiempo pasó y sintió como si se deslizara otra
Divinisactis, activó el lanzamiento de las ojivas vez hacia esa hondonada de barro legamoso,
atómicas, devastando con ellas todo el haz del como si la ciénaga, inmisericorde, se lo tragara
planeta Tierra. Desde entonces también poco a poco. En el camino hacia el fondo del
hemos perdido todo contacto con las colonias abismo la gran bestia volvió a atraparlo con la
exoplanetarias; y, hoy por hoy, las llamadas enorme garra; y, esta vez, con más ferocidad
entre las fortificaciones soterradas son a través todavía, le provocó grandísimo dolor,
de redes de cableado telefónico, no existe otro significativamente mayor al de antes.
medio de llamada por la radiación sobre la faz
del planeta. Tan solo hacer ese cableado costó —¿Les dijiste algo de mí, asesino! —le gritó la
gran cantidad de víctimas al escaso resto de voz horrible y llena de maldad mientras lo
hombres sobrevivientes de las explosiones atenazaba todavía más férreamente con la
atómicas. garra.

—¿Divinisactis?, ese era el nombre del


emperador en mi tiempo. Este relato continuará...

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