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Arte del cine.

Algunos argumentarían que no puede existir el “cine de arte”, ya que el cine en sí es


un arte, considerado “el séptimo”, ya que engloba el resto de las expresiones artísticas
es una sola. Sin embargo, desde hace varias décadas el término se ha popularizado y
ha servido para señalar a determinadas obras cinematográficas que se alejan por
completo de lo establecido por Hollywood y buscan crear algo distinto y más profundo,
acorde a los ideales del inicio de la creación fílmica. 

¿Qué es el cine de arte?

Los expertos en cine suelen referirse con "cine de arte" a las obras alejadas del
entretenimiento Hollywood dirigido a las masas y que se enfoca más en la expresión
del director, estableciendo ya sea con un realismo social, o un enfoque en lo metafísico
como los sueños, los pensamientos y la perspectiva de los personajes. Por lo general
su narrativa no es tan obvia o sencilla (a veces sin una meta clara) y le pide a la
audiencia participar dentro del proceso artístico para llegar a sus propias conclusiones. 

La razón por la que se separa de Hollywood y se le determina de arte, es porque


el cine “dejó” su aspecto artístico al desarrollarse la industria del cine para las masas,
simplificándolo y estableciendo una base constante para sus historias. El cine de arte
busca ir más allá y evolucionar el arte. 

Los siguientes son sólo algunos ejemplos de lo que se le puede considerar cine de


arte, siendo algunas de las más importantes de la historia, con algunas recientes que
se pueden encontrar muy fácil.

Rashomon - Akira Kurosawa 

Akira Kurosawa es considerado uno de los genios más grandes del cine, saliendo de
la convención del cine para establecer su propia visión. Rashomon es un thriller de
crimen que sigue la historia del asesinato de un samurai, y presenta la versión de los
hechos a través de distintos testigos, creando así una historia con varios narradores
poco confiables, que además profundiza en diferentes aspectos sociales y culturales de
Japón, sin mencionar que la cinematografía aún sigue siendo aclamada por su enfoque
en la fantasía, la exageración del cine y las emociones a través de él.

The House that Jack Built - Lars Von Trier

Cerramos con otro hombre que se enfoca a un cine muy particular y que con cada cinta
toma un estilo de narrativa sólido, como si fuera un autor que sigue una saga de
libros. Lars Von Trier llega a su punto más crudo y horrendo con esta cinta que
presenta la historia de un asesino serial, mientras intenta justificar sus acciones. A
momentos parece que Von Trier es quien habla a la audiencia haciendo una especie de
confesión, por lo que es su obra más personal y no se enfoca en el ser un asesino, sino
en los horrores del mundo y la honestidad.

El cine, como arte, es la forma en que las sociedades se narran sus historias,
problemas, coyunturas o circunstancias a través del discurso audiovisual. El cine es el
reflejo del tiempo en que vivimos, de nuestras preocupaciones y nuestros anhelos a
nivel personal o colectivo.

Según la RAE, “la arquitectura es el arte de proyectar y construir edificios”. Pues bien,
si aplicamos esto al cine, podríamos asimilarlo a la construcción de aquel escenario
donde se rueda una toma. Por ejemplo, el “El Gabinete del doctor Caligari” se
encuentra prácticamente grabado en interiores, lo que también conlleva la preparación
del escenario donde se va a desarrollar la historia.
Cine épico

Los términos cine épico o película épica se refieren a un género cinematográfico en el


que las películas suelen ser grandes producciones, con una temática normalmente
dramática. El apelativo de «épico», aquí aplicado al cine, deriva de las grandes
historias y personajes de la novela épica, y si bien normalmente se emplea para hablar
de las así llamadas películas «de capa y espada», también se suele usar el término
cuando se habla de los grandes westerns, ciertas películas fantásticas y también
algunas películas históricas.

Los comienzos del Cine Épico

Las películas épicas se caracterizan por sus presupuestos desmesurados, sus


grandilocuentes decorados, sus repartos, la gran profundidad de campo y, en
ocasiones, por sus efectos especiales. En los primeros años, la tecnología limitaba a
los cineastas, pero a medida que iba mejorando, dieron rienda suelta a su imaginación.
El cine épico tiene sus raíces en Europa, más concretamente en Italia, donde las cintas
se inspiraban en la historia clásica del país para hacer películas extravagantes. Enrico
Guazzoni (1876 – 1949) utilizó unos 5000 extras y gastó un total de nueve bobinas
para su Quo Vadis? (1912).
Giovanni Pastrone (1883 – 1959) filmó Cabiria (1914), que mostraba un centenar de
extras y unos decorados espectaculares.

Las películas épicas italianas de espada y gladiadores tuvieron una gran influencia en
las producciones de Hollywood e inspiraron a Cecil B. DeMille (1881 – 1959) para su
primera versión de Los diez
mandamientos (1923), más de dos horas de
espectáculo que muestra la vida de Moisés.

Cuatro años más tarde, DeMille dirigió la


espectacular película épica de inspiración
bíblica, Rey de reyes (1927), sobre la vida y la
muerte de Jesucristo, con un reparto de miles
de personas.

La Primera Guerra Mundial hizo que las producciones europeas quedaran un poco


paradas, pero los directores estadounidenses, sin embargo, fueron más allá de las
fronteras cinematográficas.

El cineasta D. W. Griffith (1875 – 1948) dirigió una saga sobre la guerra civil


estadounidense, El nacimiento de una nación (1915), reúne y sistematiza todos los
recursos narrativos que había ido desarrollando el cine hasta ese momento.

Lo hace de una forma en que queda establecido un modelo de cine que se perpetuaría
hasta la actualidad: los planos son alternados y no siempre fijos, la cámara se puede
desplazar, los planos y tomas pueden ser totales o parciales, etc. rompiendo
definitivamente con el antiguo esquema cinematográfico donde una película podía ser
la simple filmación de una función teatral común.

La forma en que se establece el salto de eje, el uso de los primeros planos, la


alternancia entre planos “generales” que permiten que el espectador comprenda y
organice mentalmente el espacio donde transcurre la acción y planos “cortos” donde se
aprecia el detalle constituyen la base del modelo de Griffith.
El cine dramático.

El cine dramático es junto a la Comedia, los principales géneros del cine y quizás de los
más antiguos. El drama en el cine presenta historias serias, en las que prevalece el
dialogo y la acción orientadas a generar tensión y presentar pasiones conflictivas más
que generar humor. Se tratan temas trascendentes sin tener siempre que llevar a la
muerte de sus protagonistas.

El género cinematográfico de drama ha estado presente en el cine desde el principio, y


ha tenido un gran incremento en formas y estilos, generando subgéneros como
el Melodrama, Docudrama o el Drama policiaco.

La historia del drama en el cine tiene sus orígenes en el teatro dramático griego, que se
empezó a dar en el siglo V A.C. dentro de los festivales dedicados a Dionisio, dios de la
agricultura y del vino. A lo largo de los siglos el Teatro se impuso como un
entretenimiento masivo y culto, llegando a tener grandes dramaturgos como William
Shakespeare, uno de los que más ha influenciado y adaptado al cine, Miguel de
Cervantes, Lope de Vega, Molière… 

En el siglo XIX destaca el teatro y novela Naturalista y Realista, predominante en las


clases burguesas. De este siglo destacan Jacinto Benavente, Oscar Wilde, Antón
Chéjov y Johann Wolfgang von Goethe. Las obras dramáticas de estos escritores
influenciarán y serán adaptadas posteriormente al cine. De hecho, desde sus inicios, el
género cinematográfico de drama tuvo su espacio, como se vio cuando Edison funda
su compañía de kinescopios y produce uno de los primeros cortos dramáticos de la
historia, The Execution of Mary Queen of Scots (La Ejecución de María Estuardo),
estrenada el 28 de agosto de 1895 y dirigida por Alfred Clark.

Otro tipo de obras cinematográficas dramáticas populares en ese tiempo fueron por las
representaciones de Pasión o martirios, destacando por ejemplo La Vida y la Pasión de
Jesucristo de Georges Hatot y Louis Lumière estrenada en 1898.
Debido al éxito de esta obra, los Lumière realizaron varias producciones del mismo
estilo. Otra película relevante de este tipo fue From the Manger to the Cross (Del
Pesebre a la Cruz) de Sidney Olcott estrenada en 1912. En esta década se estrena
también El Nacimiento de la Nación (1915) de David Wark Griffith, un hito en la historia
del cine que significa un antes y un después para el séptimo arte, debido en gran parte
por su avances, como la alternación de planos, los primeros planos, sumados a los
salto en el tiempo y el eje de acción, hacen de esta película única. 
 
En la siguiente década, la de los 20, el cine mudo llega a su cenit, en Europa
destacan Friz Lang, que dirige el drama de ciencia ficción Metrópolis(1927), Friedrich
Wilhelm Murnau, que, tras triunfar en Alemania, en EEUU dirige Amanecer (1927), que
ganó un Oscar especial por su producción única y artística; Abel Gance, dirige La
Rueda (1923) y Napoleón (1927) y Carl Theodor Dreyer dirige La Pasión de Juana de
Arco (1928). Mientras que, en el cine soviético, que vive en estos años su apogeo,
destaca Sergei Eisenstein, autor de El Acorazado
Potemkin (1926) y Octubre (1927) y Vsévolod Pudovkin con La Madre (1926).

En Japón empieza dirigir Yasujirō Ozu, considerado “el más japonés de los directores
japoneses”, un director dramático que en 1927 dirige su primera película, La espada de
la penitencia y que ganaría reconocimiento posteriormente con películas como He
nacido, pero… (1932) y la que es considerada como su mayor obra maestra, Cuentos
de Tokio (1952). A finales de esa década se estrena El cantor de Jazz (1928), un
drama musical dirigido por Alan Crosland y que fue la primera película sonora de la
historia. Suponiendo por otro lado el inicio del cine sonoro que llega hasta nuestros
días y del que el cine dramático se beneficia al poder los actores expresar sus
emociones a través de las palabras. En la siguiente década, la de los 30, el sonido se
impone y en el drama destacan desde Francia Jean Vigo, director de Cero en
Conducta (1933) y L’Atalante (1934) y Jean Renoir con La Gran Ilusión (1937) y en
Estados Unidos Frank Capra dirige en 1939 Caballero Sin Espada. En 1940 se
estrena Las uvas de la ira, drama social de John Ford, maestro cinematográfico que
ahonda en la situación de las familias durante la Gran Depresión que azotó al mundo
durante los años 30.
Los años 40 aparece una figura clave de la historia del cine proveniente del teatro y la
radio: Orson Welles, que en 1941 dirige su opera prima, Ciudadano Kane, consideras
por muchos críticos como la mejor e influyente película de la historia. Welles también
dirige en esa década El cuarto mandamiento (1942) o Macbeth (1948). Otros directores
destacados de la década son Michael Powell y Emeric Pressburger, directores
de Narciso Negro (1947) y Las zapatillas rojas (1948); David Lean, que en 1947
dirige Breve Encuentro y pasaría a la historia por dramas épicos como Lawrence de
Arabia (1962). 

Billy Wilder, que dirige Días sin huella (1945) con la que gana el Oscar a mejor director,
película, guion y actor. En esta década se presenta un movimiento clave en la
consagración del cine que surgió de las cenizas de la derrota, el Neorrealismo italiano,
que presentaba las penurias de los italianos durante y tras la Segunda Guerra Mundial.
Tuvo como máximo representantes a Roberto Rossellini con Roma, Ciudad
Abierta (1945), Victorio de Sica, director de El ladrón de bicicletas (1948) o Lucio
Visconti que dirige La tierra tiembla (1948). La década de los 50 los dramas se centran
en los personajes y sus relaciones. En Hollywood Douglas Sirk, maestro del
melodrama, Obsesión (1954) o Solo el cielo lo sabe (1955). Aunque también de esta
década con Eva al Desnudo (1950) de Joseph L. Mankiewicz, Rebelde sin
causa (1955) de Nicholas Ray, Pickpocket (1959) de Robert Bresson o La
Strada (1954) de Federico Fellini. 

Sin olvidar al director sueco Ingmar Bergman, que en esta década estrena El Séptimo
sello (1957) y Fresas salvajes (1957), dos de sus obras maestras. A finales de los años
50 el cine y por ende el género dramático, se vieron marcados por la revolución que fue
la Nouvelle Vague. De este grupo destacan Los 400 golpes (1959) de François
Truffaut, La Pointe-Courte (1955) de Agnes Vardá o Vivir su vida (1962) de Jean-Luc
Godard.
Los años 60 presentan un enfoque más social en los dramas, como Matar a un
ruiseñor (1962) de Robert Mulligan; La jauría humana (1966) de Arthur
Penn o Accattone (1961) de Pier Paolo Pasolini. De esta década destacan
también Andrei Rublev (1966) de Andrei Tarkovsky o El eclipse (1962) de Michelangelo
Antonioni, fin de la trilogía de la incomunicación junto a La Aventura (1960) y La
noche (1961). En esta década la renovación del cine se hace notar y llega a diferentes
filmografías, como se pudo ver en el Nuevo cine Alemán, que tuvo por representantes
a Volker Schlöndorff, Rainer Werner Fassbinder, Werner Herzog y Wim Wenders.
Mientras que en España se vio en el Nuevo Cine Español, con Mario Camus y Carlos
Saura como máximos representantes.

Los 70 este enfoque social y crítico con el sistema se acrecienta por la Guerra de
Vietnam, el caso Watergate o el mayo del 68, tal como se puede ver en Todos los
hombres del presidente (1976) de Alan J. Pakula o Taxi Driver (1976) de Martin
Scorsese. En esta década, destaca la explosión de la pornografía, se extienden los
cines X y las películas de alto contenido erótico como El imperio de los sentidos (1976)
de Nagisa Ōshima. También ese mismo año, John G. Avildsen dirige Rocky (1976), un
drama pugilístico que dio pie a una saga y lanzó a la fama a su guionista y
protagonista, Sylvester Stallone. 

Los años 80 presentan un mayor enfoque emocional, tratando el racismo como en Haz
lo que debas (1989) de Spike Lee, políticas como en Desaparecido (1982) de Costa-
Gavras y de otros temas como Bird (1988) de Clint Eastwood o El hombre
elefante (1980) de David Lynch.

La década de los años 90 presenta una variedad de temas que van desde la esperanza
con Cadena Perpetua (1995) de Frank Darabont, la maternidad con la obra maestra
de Pedro Almodóvar, Todo sobre mi madre (1999) y Steven Spielberg dirige la que
sería una de sus mejores y más dramáticas películas, La Lista de Schindler (1993). En
Oriente Akira Kurosawa, maestro indiscutible que había dirigido dramas
como Rashomon (1950) o Dersu Uzala (1975), estrena Sueños (1990), un drama por
capítulos onírico y Takeshi Kitano se aleja del Yakuza al dirigir Escena frente al
mar (1993).
La llegada del nuevo milenio implica una explosión de temas y películas. Yendo desde
los dramas intimistas de Wong Kar Wai, que en el año 2000 estrena Deseando
Amar hasta el cine experimental y controvertido de Lars Von Trier, que en 2003
estrena Dogville. En esta década de Sudamérica resaltan La Ciénaga (2001) de
Lucrecia Martel o Ciudad de Dios (2002) de Fernando Meirelles y Kátia Lund. La
siguiente década, la de los 10, muestran un mundo convulso derivado de los avances
tecnológicos que se originaron en historias como las que se tratan en La red
social (2010) de David Fincher y llegarían a su culmen con Parásitos (2019) de Bong
Joon-ho. De esta década destacamos también las siguientes películas de cine
dramático: Amour (2012) de Michael Haneke, El Reverendo (2018) de Paul Schrader
y Her (2013) de Spike Jonze. 

El drama en el cine ha estado desde el principio en la Historia del cine, en parte al ser
un pilar por el que se sostienen las películas que no son cómicas, fundiéndose como se
verá en los subgéneros con los otros géneros y generando híbridos como la comedia
dramática o drama bélico.

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