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– 9NO – A
Se llama redacción jurídica al conjunto de escritos que presentan los abogados utilizando
terminología adecuada. Estos escritos deben redactarse de manera correcta, lo cual significa
que no basta que se presenten con buena ortografía, sino que además tienen que estar bien
argumentados tomando como base las leyes vigentes.
• Una de las recomendaciones generales para una óptima redacción es, despertar
el interés de nuestro interlocutor, ahora, ¿qué recomendaciones le aportó el
libro?
Mantenga siempre el orden de información en sus escritos como medios para desarrollar su
personalidad y enriquecer su intelecto.
Refiérase siempre a hechos concretos y creíbles Los documentos que se redactan en la esfera
jurídica están referidos siempre a hechos reales, es decir, a situaciones que se presentan en la
vida cotidiana y que por ello deben expresarse con la mayor fidelidad posible. Como el
lenguaje de los abogados está vinculado a situaciones objetivas o verosímiles, es necesario
entonces saber exponer esos hechos creíbles. Existen diversas maneras de lograr este objetivo
pero en líneas generales diremos que la fórmula habitual consiste en la observación
minuciosa del hecho para luego intentar reproducirlo en palabras sencillas y de fácil
comprensión; luego, añadiremos aquellos detalles accesorios que contribuirán a enriquecer
la información proporcionada pero prescindiendo, claro está, de
“datos” irreales o de información redundante o ajena al texto, es decir, de aquella información
inexistente o que por su forma de expresión cargarán excesivamente nuestro escrito de
palabras repetidas e innecesarias
2. Así, por ejemplo, podemos observar que la siguiente expresión: “Antes de firmar y después
de haber firmado este contrato, la empresa realizó otras operaciones”, muestra redundancia
en las frases “de firmar” y “de haber firmado”, lo cual ocurre frecuentemente con aquellas
expresiones referidas al tiempo. Por lo tanto, dicha expresión se podría acortar un poco de la
siguiente manera: “Antes y después de firmar este contrato, la empresa realizó otras
operaciones”. También se podría haber simplificado el enunciado inicial de la siguiente
manera: “Tanto antes como después de haber firmado este contrato, la empresa realizó otras
operaciones”.
Use el lenguaje apropiado Las palabras empleadas deben corresponder a las características
de las personas o entidades involucradas. Innegablemente, si el narrador es omnisciente, es
decir, si tiene el conocimiento de muchas cosas, su vocabulario corresponderá al nivel culto
pero jamás deberá abusar con la terminología compleja o de difícil interpretación.
Mantenga siempre el orden de información en sus escritos El orden es el criterio con que se
clasifica la información en un texto. Todo documento escrito presenta una estructura básica
que parte de un aspecto preliminar para luego ir avanzando progresivamente y llegar hasta
su epílogo.
Sin olvidar que el significado de la palabra persuadir es “obligar a alguno con el poder de las
razones o discursos que se le proponen, a que ejecute alguna cosa”, algunos tratadistas
enseñan que persuadir es arrancar decisiones a la libre voluntad e “inclinarla a que acepte el
bien o rechace el mal”. Sin embargo, siendo sinceros, debemos reconocer que podemos ser
persuadidos de distintas maneras, sea a través de una comunicación verbal o no verbal. Por
consiguiente, estamos en condiciones de afirmar que se persuade a la voluntad,
correspondiendo lo primero a la esfera intelectual del receptor -mudar de parecer- y lo
segundo a la volitiva -que ejecute alguna cosa-.
Para Perelman, persuadir es más que convencer, las convicciones no son sino el primer estado
que conduce hacia la acción. Para Rousseau, no es nada convencer a un niño si no se le sabe
persuadir. De modo que convencer es más que persuadir para el carácter racional.
De manera general, podemos decir que la narrativa forense es la disciplina que vincula los
aspectos formales, descriptivos y aplicados de la lingüística con los ámbitos jurídicos y
judiciales. En otras palabras, resulta una especie de interfaz entre lenguaje y Derecho.
Forense deriva de “foro”, que en la antigua Roma designaba a la plaza en la que se trataban
los asuntos públicos y donde se celebraban los juicios. Por extensión, hoy esa palabra se usa
para designar el lugar donde actúan los tribunales y todo lo relacionado con el quehacer
judicial. La narrativa forense constituye el espacio peculiar en donde a través de sus escritos
se pone de manifiesto el lenguaje de los profesionales del Derecho. Como parte esencial de
la manifestación escrita de esta ciencia, este peculiar estilo de narrativa presenta una serie de
vocablos que en situaciones específicas pueden resultar totalmente incomprensibles para las
personas ajenas al mundo de los hombres de leyes. A estos últimos corresponderá, pues, la
tarea de cambiar este tipo de escritura por una que se aproxime a la sencillez de las
expresiones jurídicas con la finalidad de que se produzca la perfecta comunicación y
entendimiento con los ciudadanos comunes y corrientes.
El párrafo es cada una de las divisiones de un escrito señaladas por letra mayúscula al
principio de línea y punto y aparte al final del fragmento de escritura.
Un párrafo es una estructura semántica porque en él todo gira alrededor de una sola idea
principal, la cual guarda coherencia con la de los otros párrafos, pues forman parte de la
macro estructura global del texto.
Todo párrafo también es una unidad visual marcada tipográficamente en una hoja de papel
porque:
Es que tiene como objetivo expresar opiniones o rebatirlas con el fin de persuadir a un lector.
La finalidad auto puede ser probar o demostrar una idea o tesis, refutar la contraria o bien
persuadir o disuadir al receptor sobre determinados comportamientos hechos o ideas.
La ortografía que empleamos en nuestros días comenzó a codificarse hace mucho tiempo
atrás, específicamente en el siglo XVIII, cuando una recién fundada Real Academia Española
(RAE) propuso las primeras reglas ortográficas. Luego, con el paso del tiempo, vendrían las
convenciones para evitar las vacilaciones y confusiones con aquellas letras cuyo sonido es
similar pero que se escriben de manera diferente, como es el caso concreto de las letras s o c,
y también en lo que se refiere al uso correcto de los signos de puntuación, acentuación y tilde,
que suelen ser determinantes a la hora de comprender un texto escrito.
Los juristas deben tener una rica cultura filosófica y humanística, porque sólo con ella estarán
capacitados para administrar recta justicia cuando se vinculan a la rama jurisdiccional del
poder público o cuando procuran que se administre en debida forma mediante el ejercicio de
su profesión. Pero, además de ello, también deben saber hablar y escribir correctamente, pues
de otra manera no podrán ejercer plenamente su trabajo. Para conseguirlo, deben dominar la
gramática de nuestro idioma y ser conocedores de los clásicos de nuestra lengua, al igual que
tener, por lo menos, un conocimiento básico de latín. La cuidadosa intensificación de las
disciplinas del lenguaje como instrumento primordial de toda persona culta y, en particular,
como vehículo de expresión propia del abogado, constituye un aliciente para la formación de
profesionales del Derecho con un alto sentido de la ética en el manejo de todos los asuntos
jurídicos, tanto en el Derecho Privado como en el Derecho Público. Esto se manifiesta a
través de una correcta redacción jurídica en el ejercicio de la abogacía como ayuda para la
comunicación del mensaje legal, pues la claridad lingüística requiere utilizar herramientas
como la gramática y la sintaxis para un adecuado diseño del escrito.
Las palabras que emplee el abogado deben redactarse de un modo que facilite su
comprensión. Sin embargo, debido a la proximidad en que se encuentran la ciencia del
Derecho con respecto a los intereses de la Filosofía y los expertos, difícilmente se podrán
defender la homogeneidad del lenguaje jurídico y de su redacción. Un ejemplo concreto
puede resultar útil para ilustrar lo que decimos: un abogado comunica a su cliente que no
dispone de capacidad para obrar para tal actuación jurídica, a lo que éste, indignado, le
responde que se encuentra ante una persona de suma capacidad de obrar, pues cuenta con una
sólida formación y preparación académica.
Si bien la tendencia actual de todos los procesos es la oralidad, los abogados necesitan
escribir bien, ya que la escritura y la oralidad son modos complementarios de comunicación.
La capacidad de hablar articuladamente, de ser claros en su expresión, de lograr una
comunicación efectiva, es un elemento que le da muchas ventajas en el campo profesional
como abogado.
Indican un contraste de ideas o corrección, es decir, oposición entre los elementos que unen.
Estos conectores enuncian lo mismo en términos más simples o más técnicos. Su fi nalidad
es unir elementos donde se reitera una idea con el fin de aclararla
Ejemplo 1: Soy muy joven, o sea, poco apto para la labor de juez.
Estos conectores señalan el motivo o razón de lo que precede. Su fi nalidad es unir elementos
que se relacionan por causa-efecto o por efecto-causa.
Estos conectores son una especie de copulativos, pero su uso implica un mayor énfasis.
Tiene como función agregar o reiterar