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2. Clases y diferenciacion social Verénica Maceira Las preguntas por la desigualdad y la heterogeneidad social no s6lo son constitutivas del campo de las ciencias sociales, sino que tienen un rico anclaje en Ja comunidad académica local. Parte de este recorrido se imbricé con el estudio de la estructura social y, en particular, con el anilisis de clases, a través de perspectivas diversas, que comparten sin embargo la hipétesis de que son las relaciones de clases aquellas que involucran los mecanismos sustantivos y recuryentes que construyen tales desigualdades ‘Tras un desplazamiento relativo de este abord: res, estos t6picos vienen siendo revitalizados en el pais, empresa para la cual Ia Encuesta Nacional sobre la Estructura Social (ENESPisac) cons ituye cievtamente una fuente de particular valor. En efecto, desde el trabajo pionero de Gino Germani (1955), las investigaciones mas am- biciosas al respecto avanzaron mediante el aprovechamiento de fuen- tes secundarias de amplia cobertuza pero no especificas, o bien sobre la base de encuestas especificas pero de cobertura acotada a determinados aglomerados urbanos. En esta uayectoria, destaca por tanto la excepeio- nalidad de la ENES, al articular cobertura y especificidad para la actuali- zaci6n del estudio clisico de Ia estructura y la movilidad social En este capitulo nos proponemos realizar una descripcién de la estruc- tura de clases en Ia Argentina que el relevamiento permite observar, con especial énfasis en ¢l watamiento de los niveles de diferenciacién social entre los hogares que ocupan sus distintas posiciones. AI hacerlo, nos imteresa retomar preguntas actuales en el aniilisis de clases, a la vex que seialar la productividad de la ENES al xespecto. Eltexto se organiza de la siguiente manera, En la primera seccién, nos referimos brevemente a los anclajes teéricos a partir de los cuales estruc turamos nuestra lectura, para htego aportar coordenadas del periodo en que se realiz6 el relevamiento. En Ia segunda, dimensionamos la signifi. cen décadas anterio- cacidn que tienen hoy las distintas posiciones en la estructura nacional, y consideramos nego las disparidades regionales. Atentos a una perspecti- va de género, el trabajo incorpora wn primer nivel de problematizacién, referido a la heterogeneidad social interna de los hogares y a la medida cen que este se articula con asimetrias de género, En Ia tercera seccién, se densifica la descripeidn de las distintas posiciones y se problematizan las fronteras entre clases y capas sociales. En Ja viltima, se consideran comportamientos y estrategias, para completar una primera imagen de los perfiles diferenciados de los hogares. El capitulo cierra poniendo el foco en los hallazgos. ARTICULACIONES TEORICO-METODOLOGICAS PARA EL ANALISIS ¥ CONTEXTO DEL ESTUDIO En términos tedrico-metodol6gicos, interpelamos a la ENESPisac desde el llamado enfoque teérico-relacional del analisis de clases, sobre todo en la vertiente que se inscribe en la tuadicién fundada por Marx. En este enfoque, las clases no son categorias comparativas sino conjuntos de re laciones que definen posiciones antagénicas: relaciones de explotacién de la fuerza de tabajo (en virtud de la propiedad/exclusion de los me dios de produccién) y relaciones de control, en cuanto funcién delegada por el capital. Incorporamos asimismo aportes que se desasyollan en el marco de dicha tradicién a partir de debates contemporsneos;' orient dos a iluminar un conjunto de haces de relaciones sociales qu no discriminan para nosotros distintas posiciones de clase (esto es, con intereses contradictorios), sf resultan en wn primer nivel de heterogenci dad de las personificaciones del trabajo. A saber, las relaciones de super vision directa de los procesos y la fuerza de trabajo, las de conocimiento que se despliegan en dichos procesos y, por Sltimo, la lamada divisién técnica del tabajo dentro de la unidad productiva Por cuestiones que hacen a la extensién de la condici6n salarial en si bien los paises centrales donde se desarrollaron, las diversas perspectivas del anilisis de clase no pudieron plasmar en su totalidad la diferencia social interna de la clase trabajadora (Maccira, 2010), sobre todo de la que remite alos "bordes" inferiores del proletariado. Articulamos entonces 1 Uno de lor ms importantes ha sido l llamado debate sobre las clases medias; véanse Braverman (1574), Poulantas (1977), Goldthorpe (1982). Giddens (1970), Carchedi (197), Wright (1989), Butis (1986) 2 De mancra realmente “tarda” e derarrolla hoy un debate sobre el car Ficter del llamada “precasiado” de esse formaciones (Castel, 2010; Standing, 2018, Wright 2015): aqui aportes surgidos del estudio de las condiciones especificas de las formaciones periféricas. En particular, el llamado “debate sobre margi- nalidad”, que sugeria problematizar la presencia de una reserva de fuer za de trabajo (Marx, 19° lacién capitalista en estos tervitotios y, en ese sentido, la posibilidad de 5) excesiva para los requerimientos de la acum tuna segmentacién radical de los mercados de trabajo latinoamericanos (Nun y otros, 1968; Nun, 1969). Estas preocupaciones serian retomadas luego bajo el pico de la “informalidad” (Prealc, 1978), cuestion que se complejizé recientemente con el debate sobre Ia vinculacién entre tal informalidad y lor micleos dinamicos del desarrollo capitalista,’ enter- digndose que parte de aquella esti sin embargo subordinada y acicatea- a por los procesos de tercerizacién que se extendicron desde mediados dc los afios setenta (Portes y ottos, 1989). En una direecién recorzida por Portes y Hoffman (2008), estas sugerencias se uaducen en nuestro abor- daje en la discriminacién de dos capas de la clase trabajadora, formal ¢ informal, yen la diferenciacién que se abre entve ambas Respecto del caracter de tal discriminacién, la anclamos conceptual- mente en el nivel que la bibliografia local ha denominado "régimen so cial de acumulacién” 0 “modelo de desarrollo” (Nun, 1987; Torrado, 1992). En esa amplia tradicién, la estructura social se entiende como imbricada con determinado régimen 0 modelo, y las condiciones de for- macién de las clases asf como sus procesos de diferenciacién social in- (Gordon y otvos, 1986; Jessop, 1983) en articulacién y/o conflicto con las formas que asume la intervencién social del Estado." En esa diveccidn, la ENESPisac atroja una imagen de la estructura 1 resultado de estructuras y estrategias de acumulacién, social que debe aprehenderse en el marco de un proceso que imprimia enella inflexiones especificas y que se cerré poco tiempo después del re levamiento, Tal periodo se caracteria6 por un quiebre en el predominio del patrén de valorizacién financiera vigente desde la tltima dictadura civicomilitar. Recordemos que, tras la debacle de 2001 (que puso fin 2 Ia politica de caja convertible de la década anterior), la devaluacién de la moneda, la caida de las tasas de interés y ¢l aumento de la demanda in $ Ea este capitlo no aranraremos en bs investigncin de tal vincelscia, 1 La onentacion de tal intersencign responde las variaciones en loerequeti- iientos de mano de obra (derivadas del rtm y naturaleza del proceso de cumulacisn) yal peso que las esuategias econcimicssaignan al consumo de lor arslartados nel mereado interno (Cortés y Marshal, 1091), por tanta ex producto de Ia lanza rcial que intenta articular el gobierno de ese Esudo, temmacional de los productos locales replantearon el esquema de rentabi- lidades en nuestro pais, y acicatearon una expansion productiva que in- cluy6, ademis de la construccidn, los sectores productores de bienes, la industria y el agro, dirigidos a la exportacién, pero también al mercado interno, Aunque con wna evolucién ciertamente desigual a lo largo de la posconvertibilidad, dicha expansi6n supuso un crecimiento global del empleo, wn proceso de formalizacién del asalariado y la recomposicién del salario real que recupers niveles previos a 2001 (Becearia y Maurizio, 2012). El proceso fue promovido y sostenido por la intervenci6n econd- mica y social del Estado, Esta orientacis: ticas laborales, educativas y de componentes especificos de la seguridad , sobre todo en materia de poli- social, ha sido caracterizada como “contrarreforma’, considerando tanto su sentido opuesto a las reformas de los noventa como los fandamentos que la sustentan a partir de una caracterizacion negativa de tales politicas (Danani y Hintze, 2011) RASGOS GENERALES DE LA ESTRUCTURA DE CLASES Como sucede en el capitalismo contemporsneo, en nuestro pais los ho- ares? encabezadas por quienes tienen en propiedad el capital de gran © mediana escala son relativamente reducidos: representan el 2,2% del total de los hogares con PSH activos del pais. En el caso de los divecto- res de empresas privadas (que cjercen el control delegado del capital, pero no son ellos mismos propietatios de los medios productivos) y de Ambitos priblicos, estos forman hogares que involucran el 1,1% del total nacional, Esta dltima capa, cayos cuadros de mayor jerarquia del ambito 5 A diferencia de una parte importante de los anisis en este campo, enten demos que es el hoger y noel individu a unidad para el andliss de clases (Giddens, 1979; Torrado, 1998), En est ines, piovizataoe el abordae al posicién del pelacipal sstén del hogar ~os decir, a quien pereibe lo ingress mis altos- (PSI), en la hipStess de que caracterizati sapone una primera cttategia de aproximacion metodologicasatéicaa la del hogar en #4 con Justo, Para la loealizacén de los hogares en la ertuctuta socal, ls sugeres ‘ins teri anetodcKigices se wolcaron al rataicnto operativo capeciicn de ln informacign sobre la principal acupacicn del PSII, precasfeada 44 ve? 8 tuavés del Casifcador Nacional de Ocupacidn-Indec. En este primer aborda {Je nos liaitatnos al ands de los hogates com PSH actives. La incasporacisa, 3 esquenia de loe hogates con PSH inactivos ypone tn anilicis atcalado dc inserciones actualeso paradas de dstintas cobortes, que excede el erpacio| de este artculo CLASES ¥ DIFERENCIACION SOCIAL 53 privado caracterizamos sin duda como parte de la propia burguesia, no cs tan homogénea, ya que comprende también asalariados con diferen- cias de nivel de mando y carreras gerenciales con grados variables de estabilidad (Luci, 2011), Por su parte, la clase tabajadora es Ja mis numerosa: sus hogares re presentan el 55,9% del total con PSH activos. Los hogares de la clase trabajadora formal de bajas calificaciones estén encabezados por traba- jadores tanto de la produceién manual como no manual,® con mayor presencia relativa de los primeros (18,6 y 12,9% sobre el total, respec- tivamente). Asimismo, uno de los rasgos distintivos de las formaciones peviféricas compastido por la clase wabajadora local es Ia presencia en su interior de una nutrida capa de trabajadores informales. En esta con- ni calificacidn, trabajadoras en casas particulares, tabajadores familiares yrurales y tabajadores supernumerarios de larga data para los requerie Imientos del capital. Su peso, al parecer menor que en ot10s contextos latinoamericanos, involwera al 22,2% de los hogares del pais con PSH Esta composicidn da cuenta, ademis de caracteristicas de largo plazo, de un proceso de recomposicién de la clase trabajadora formal en cl periodo en que se regist:6 la ENESPisac (Dalle, 2016, Maceia, 2016) Este proceso implicé el incremento relativo de los hogares de los trabaja- ddores de cuello blanco y, en menor medida, de aquellos pertenecientes a los tabajadores manuales (asi como de los asalariados le calificacién operativa por sobre los trabajadores sin ealificacién), y, como contrapar- lida, wna disminucién xelativa del proletariado informal y de la pobla- cién abiertamente supemmumeraria (que, al momento del relevamiento, encabezaba un grupo menos numeroso de hogares en el pais, 0,8%). Por tiltimo, localizamos a los asalarindos que despliegan saberes téc nicos y/o profesionales, pero que no tienen control sobre la fuerza de trabajo de otzos (0 que tienen un control marginal, como los jefes 0 capataces). Seria posible considerarlos como parte de Ia clase tabaja- dora, por su igual exclusién de los medios productivos, y al extender de esta manera sus bordes, la clase trabajadora local aleanzavia en el registro de Ia ENES-Pisac~ una significacién del 72.8% de los hogares Sin embargo, el anlisis social tiende a diferenciar la labor intelectual 6 La disinciin manual/no manual ¢ constryé atendiendo operativamente al objeto generado por el conju de acciones concteta realeniaa en ol proceso de trabajo especifico de cada ocapacion, mie alls de In rama Is fal pertenece el ertablecimiento, 54 LA ARGENTINA EN EL SICLO XXI especializada en la medida en que involuera, aun cuando se desarrolla bajo forma salarial, margenes de control sobre los procedimientos y/o él producto del trabajo, autonomia que estas posiciones compartirian con Ia pequeiia burguesia, Retengamios este orden de preocupaciones que relomaremos a lo largo de este capitulo y apuntemos aqui que esta capa representa el 16,9% Cerrando wn primer esquema, incorporamos Ia llamada pequelia burguesia (considerada la “clase media tradicional” ya en el capitais ‘mo clisico),? que representa al 23,9% de los hogares con PSHI activo. En ella, se diferencian los auténomos con altas calificaciones (3,6%), ‘una capa de autoempleados de califcacién operativa con algtin capital, cuantitativamente importante en nuestro pais (15,7%), y los pequeios productores (5,8%), que si bien emplean fuerza de trabajo de terceros (operativamente aqui hasta cinco ocupados), su escasa acumulacién no los desliga de la propia participacién en el proceso productivo, Respecto de esta presentacién esquematica, cabe sefialar que en las estructuras complejas como la local encontramos wn conjunto de po- siciones (ditectores, asalariados altamente calificados y pequeiios pro- ductores) que vinculamos en principio a cada una de las clases funda mentales y que, desde una perspectiva de estratificacién social, podrian considerarse intermedias, pero cuya caractesizacion es objeto de debate. Aqui las problematizamos segiin sugerencias de Wright (1994), conside- xindolas como posibles localizaciones contradictorias en las relaciones de clase, en la medida en que, por el conjunto de vinculos que anudan, expresen intereses de clases distintas. Los esquemias generales stelen ce- sar conclusiones al respecto en pos de la presentacion de wna imagen global. Sin embargo, este objetivo no deberia tornar inobservable el c2- ricter procesual de las relaciones sociales de clase. Esto implica advertir que el proceso histérico no sélo supone cambios de localizacién de los hogares en la estructura, sino también transformaciones de las propias posiciones, razén por la cual el cardcter de clase de estas, y en expecial de aquellas contadictorias, requiere investigarse en su despliegue (punto sobre el que volveremos en el siguiente apartado) Estas posiciones contradictorias constituyen un contorno que, junto con el resto de la pequeia burguesia, comprende wn 42% de los hogares 7 Hlcanicter de clue dela pequeiia burguesia cté presente ya en los eteitor ‘ldsicos en atencién au propiedad "tanscional cata capa expteea rele cones de cube hidrieo anterior al depllogue capitalist (ln produecion Simple de mercanctae) #3 poscin no esti definida ce modo central ore felationes de explotacicn de fuerza de taba. del pais, Segiin estuclios realizados sobre la base de fuentes periddicas, su significacién se expandi6 en el perfodo de la posconvertibilidad en cl que se regists6 la ENESPisac. En el principal aglomerado del pais, esti- mamos que, entre 2003 y 2012, se elews del 36,5 al 41,6% de los hogares (Maccira, 2016). Por su parte, en una direccién similar aunque con wna delimitacién distinta, Palomino y Dalle (2016) observaron para el total urbano nacional un crecimiento de las que Iamaron “clases medias” del 43,7 al 47% entre 2003 y 2013 (incluyendo también en ellas alos emplea- dos administrativos de rutina) DISPARIDADES REGIONALES Como no podria ser de otra manera, este primer panorama de la e cura social nacional se construye desplazando la mirada de su disparidad. interregional, que nos interesa reponer aqui, En a direcciGn sefialada por Torrado (1992), estas formaciones regionales locales se encuentran condicionadas tanto por el despliegue de estructuras y estrategias del orden a nivel nacional como por factores intrinsecos, sus mutuas y va riantes influencias, Cabe aqui constatar y describir estas disparidades, aun cuando excede nuestros objetivos establecer relaciones entre esta diversidad y los complejos procesos que con ella se ar Las regiones Gran Buenos Aires (CABA y 24 partidos) -GBA- y Centro. sulan, del pafs son (con diferentes magnitudes) dos espacios sociotervitoriales sustantivos en cuanto a importancia poblacional y liderazgo eco1 cn el pais, cuyas estructuras tienen semejanzas en la significacién de sus grandes grupos sociales, pero revelan también diferencias destacables en un anilisis algo més detenido, En cuanto a sus semejanzas, presentan estructuras ocupacionales con un peso similar de la industria manufac curera y los servicios tradicionales y sociales, y un papel del Estado como, cempleador més limitado que en Ia media nacional, GBA se diferencia por Ia envergadura de st sector financiero y Gentzo, por la presencia acotada pero diferencial del empleo en Ia agricultura (cuadro 1.1). Aun cuando los hogares de la gran burguesia tienen una presencia de baja magnitud en todo el pais, son estas las regiones que concentyan st le gar de residencia preferente, Ambas estructura se caracterizan ademas por contener la mayoria de los hogares de las posiciones intermedias 0 contradictorias, Por tiltimo, si bien los hogares del proletariado informal son importantes (rondan el 20%), su relevancia es menor que cn otros espacios sociotertitoriales de la Argentina (grifico 2.1) Sin embargo, en sintonia con sus diferencias productivas, las regiones GBA y Centro presentan tasas de asalarizacién de su fuerza de trabajo 56 LA ARGENTINA EN EL SICLO Xx muy dispares (segiin la ENESPisac, 74,3 y 68,6%, respectivamente), lo que se articula con mayor presencia del asalariado formal en GBA en su conjunto, y define a la vez rasgos diversos de sus respectivas posiciones in- termedias, Sobre esto vikimo, GBA se caracteriza por Ia significaci6n sa- liente de los hogares de asalariados profesionales y técnicos, y la Regién Centro por el peso de su pequetia burguesia, Vale aqui una digresién, atentosa la envergadura y heterogencidad so- Gal interna de GBA, enue la Ciudad Auténoma de Buenos Aizes (CABA) yel Gonurbano bonaerense, atributo que puede observarse a partir de la ENESPisac, En efecto, la aqui llamada Regién Gran Buenos Aires mos 6, alo largo de la historia (Torres, 2001), una ocupaci6n socialmente diferenciada del territorio, con un asentamiento suburbano de los tra- bajadores y la densificacién de los hogares de las posiciones intermedias en las areas centrales del aglomerado, procesos sostenidos por un con- junto de politicas paiblicas articuladas a la industrializacibn sustitutiva de importaciones (oferta de loteos econémicos en la periferia, subsidio al transporte pitblico, acceso al crédito, etc.). En décadas mas recientes, se de las posiciones intermedias y de la burguesia (Svampa, 2002) y la for macién de nnevas centralidades urbanas, que si bien fueron relevantes, no lograron transformar de forma dristica esta configuracién socioterti- torial internamente diferenciada entre el centro y la periferia, como se observa en la ENESPisac. Al respecto, la estructura de la CABA se distine gue por la presencia relativa mucho mayor de hogares de la burguesia, on jefes de hogar propictarios del capital y gerentes de grandes em- presas (en conjunto, 6,9 frente al 2.1% en los partidos del Conurbano) asi como de la pequetia burguesia, sobre todo pequeios empresarios y auténomios profesionales (en conjunto, 14,6 en la GABA frente al 7,6% en los partidos) y asalariados muy calificados y que ejercen tareas de mando (24,6 contra 15,9%). En contraste, el Conurbano muestra una estructura con mayor presencia de la clase trabajadora en general (con tuna significacién total de 34,8% en esta periferia frente al 29,4% de la CABA), pero sobre todo de su estrato informal (21,7 contra 12,9%), asi como de los mas desaventajados de la pequefia burguesia (auténomos con medios propios, pero de bajas calificaciones: 17% en los partidos del GBA contra 8,6% en la CABA) Volviendo a la escala regional, la aqui llamada Regién Pampeana (que abarca el resto de Ia provincia de Buenos Aires y La Pampa) pre- senta rasgos generales similares a GBA con la que linda-, pero en el marco de niveles muy altos de asalarizacién y una significacién mode- sada, aunque mayor, del empleo estatal. En cuanto a la estratificacién CLASES ¥ DIFERENCIACION SOCIAL 57 interna de los hogares del asalariado formal, mantiene diferencias con aquella, por la mayor presencia de trabajadores de cnello azul Con niveles de asalarizacién y empleo estatal ¢ industial similares a los de la Regién Pampeana, aunque con mayor peso del sector agri cola como espacio de insercién ocupacional, la estructura social de la Regidn Cuyo muestra una imagen mas polarizada que las descriptas hogares de la burguesia similares a las areas centrales, pero un prole- tariado informal més extenso, y menor densidad tanto de hogares del asalariado formal como de posiciones contradictorias. De igual forma, en el marco de tn nivel de asalarizacién algo mis moderado, una pre sencia mas extensa del empleo estatal y menor desarrollo industuial, Ia Regién NOA comparte con Cuyo rasgos generales de su estructura social, aunque la composicidn de su clase trabajadora es distinta en las capas formales ¢ informales. Las regiones NEA y Patagonia se distinguen en conjunto de las an- teriores por tener la industria manufacturers menor peso como sector de ocupacién, frente a un despliegue relative del sector agricola y wn peso mayor del empleo estatal, asi como por sostener estructuras sociales con presencia ain menor de hogares en posiciones intermedias conty dictorias, Esto no supone, sin embargo, que sus respectivas estructuras sean socialmente similares entre si, Muy por el contratio, las diferen- tes trayectorias histéricas regionales cristalizan en disparidades también relevantes, ‘NEA despliega un nivel bajo de asalarizacidn relativa y una estruce ura social definida por la significacién mas alta del pais de los hog res del proletariado informal (que superan la tercexa parte del total). De manera consistente, se observa el peso menor de los hogares de Ia clase trabajadora formal y de los asalariados en posiciones intermedias contuadictorias. Por su parte, la Regién Patagonia tiene rasgos singulares, con una es tnuctira que muestra el papel ce Iaciones sociales de la zona. Se destaca su altisimo nivel de asalarizacién sal del Estado en la atticulacion de re con mis empleo puiblico que en el resto del pais y, también, Ia insercién diferencial de los wabajadores en ramas de la administracién publica y los servicios sociales basicos y communitarios (ademas del empleo agri cola). Estos elementos conforman una estructura social con presencia definida de hogares del asalariado formal (que sobrepasa holgadamente a media nacional, tanto para cl asalariado profesional y téenico como para los wabajadores de bajas calificaciones) y, en contrapaytida, una baja significacion de la pequeha burguesia, 58 LA ARGENTINA EN EL SICLO Xx Cuadro 2.1, Distribucisn sectorial del total de poblacién ocupada, tasa de asalarizacién y peso del empleo estatal por region, en porcentajes amas de actividad Agpicaltura Manufacture ‘Constvccin Comercio, hoteles Yygasvonomia, transport, alssacemey connie ‘Servicio fm, inmobilasis y empresas Edueacén, ald sadminisracion piblica, Selene yotvor recion socleeycomunitatios Serica doméstico Reno oral Tedcadores seleccionados “Tara de alarzacin® ‘% empleo eta ‘GBA (CABA 24 partidos el Conurtano) ry 105 4 08 1000 ms mA ‘Centro (Cérdabs, Entre Riot y Santa Fe) no sz 8 19 100.0 86 Be (sspears ene a Buenos Asya Pampa) 12g na 256 3 na m0 m7 aay a sen7 a S7iay q iinet fig B2c255% £4575 a5 e4ga38s st 43. 70 W786 86 ms 124 184 73. a8 74 5456 Baws as 9984 182 oo a 109 1009 1090 Tel 748 715 ee 26: B23 tow aed EsaF 9438 song wo ur no 23 7898 2257 9088 ws 1099 1000 es 789 2, sa (2h * Porcentae de obserory empleados sobre el total de ocupadoss“ Porcentaje sobre el total de obrerosvempleados.Incluye cooperativas con financis: tniento erat," La Enahrindec ttpleo etatal, para el total urbano nacional, exces imeste de 2014. Fuente: Haboracidn propia segin dats de Ia ENES Pine roja 75% de atlarizacin y 25.7% de 59 Ses SANA eL 2p sowp unos eudond uomerogera owen syed [op souoysoy “sepopIpentos souopezteso] & sede ‘sasep unos oanse pYgd WOD someBoy 9p UOPNAINSK “TZ OyBID, 60 LA ARGENTINA EN EL SICLO XX Segtin los datos arrojados por cl relevamiento, cl 60,6% del total de ho- gares del pafs tiene nticleo conyugal completo y en el 33,2% conviven parejas en las que ambos miembros participan del mercado de trabajo, Respecto de este subuniverso, inter rogeneidad social interna de los hogares. La consideracién de este tépico articula distintas preocupaciones. Por un Lado, apunta a tensionar el supuesto de la homogeneidad social del hogar adoptado aqui como abordaje sintético, problematizando la lax mada “tesis convencional” sobre el anilisis de clase (Goldthorpe, 1992), que desestima la “contiibucién” de la posicién de las mujeres para la caracterizacién social del hogar, En segundo lugar, de acuerdo con su- gerencias weberianas en cuanto a la conformacién de las clases en el plano sociodemografico, el tdpico contibuye a una caracterizacion de las propias posiciones de clases y capas, su delimitacién y sus niveles de difevenciacidn social, en la medida en que da exenta de los intercambios ‘a aqui explorar los niveles de hete- frecuentes entre estas mediante la formacién de uniones. La evidencia construida permite constatar en todo el pait lo obser. vado en otros periodos 0 aglomerados puntuales (Jorrat, 1999, Gémez Rojas, 2007): Ia pertenencia a determinada clase y capa social es un fac- tor sustantivo que regula la consticucidn de las parejas; existe tanto una importante correspondencia entre ellas, como patrones caracteristicos al momento de enlazar posiciones sociales diferentes por medio de las En efecto, en conjunto podemos estimar que el 40,1% de las uniones de parejas activas se constituyen entre personas en posiciones socialmen- te homogéneas (discriminando, para esta consideracién, la pequefia bur- guesia en dos estratos segrin sus niveles de capitalizacién y/o calificacién: las posiciones asalariadas con altos niveles de calificacién del resto de los asalariados; y Ia clase trabajadora en sus capas formal c informal), por- centaje que aleanza el 57% si consideramos como tales las uniones que tienen lugar también entre distintas posiciones de la pequetia burguesia yla clase obrera formal ¢ informal de bajas calificaciones (cuadro 2.2) Las uniones heterogéneas también aparecen como socialmente regi Iadas, en Ia medida en que es posible reconocer patrones de enlaces frecuentes: 1. uniones entre PSH en posiciones burguesas y cényuges con insexciones propias del asalatiado altamente calificado (sobre todo a través de las parejas que se constituyen entre los direc- tores y estos titimos); CLASES ¥ DIFERENCIACION SOCIAL 61 2 uniones entre PSH asalaiado de altas calificaciones y cényw- ges con inserciones propias de Ia clase trabajadora formal, sobre todo a través de las parejas que se constituyen entre aquellos y los asalariados de cuello blanco; 3. uaniones entre PSI de la pequefia burguesia y cényuges con insexciones propia del proletariado informal, en especial mediante las parejas entre estos viltimos y los anténomos con medios propios: y 4. uniones entre PSH de la clase wabajadora formal y cényuges informales, Sobre este viltimo patrén, cabe destacar que en los hogares encabezados por trabajadores formales este tipo de pareja es atin més frecnente que aquella que podria indicar mayor homogeneidad interna (es decir, entre dos trabajadores formales), cuestién que se corresponde con Ia estruc ura de la demanda de la fuerza de tuabajo, que define escasas opor tunidades de puestos de trabajo registrado para las mujeres de la clase wabajadora. Interesa ademas conocer en qué medida aquellas uniones que tensio- nan cl supuesto de homogeneidad social interna del hogar expresan un anudamiento de desigualdades de posicidn y de género, Pata ello, con sideremos primero que, en el 85,6% de hogares con micleo completo heterosexual,’ el principal perceptor es un varén, y que en el 31,5% de ese total es aclemis el tinico proveedor. Restringiéndonos entonces a las uniones heterosexuales en las que ambos niienabros participan del mer cado laboral, observamos que aquellas parejas que se conforman con va rones socialmente mejor posicionados que las mujeres (fendmeno cone cido como "heterogamia de tipo tradicional’) representan un 33,8% del total de parejas con dos miembros activos del pais, mientras que la situa ci6n inversa—uniones que se apartan del patrén tradicional-, representa 8 Ba la medida en que nos interesa aqui explora Ine asizetriag que inpone el géoero, cl ands incluye slo» las puja betereecamales Por otro Lado, a fierencia del ratamiento general que venimoe haciendo, e sleulo supone fvtablecer,adeanis de diferencias sustauitivasentte ls poriciones con las que Uuabajames, una jerarquiracién aloe fines especiicas de este andlss. Esta se realizd considerando niveles de capitalzacidn,ealficacign y formalidad fe Ine inercioner en el caso de lo tabayadores, No establecinioe aut tal jerarquizacion respecto dela diferencia de poricin entre Ia pequeia Dburguetiay ls asstartados de alta ealicaciones, pero a reapecto dela dliferencicién al interior de ba pequria burguesia (en fanclén de sas niveles fd caprtaivacion yealificacién) de Ia clage trabajadora entre sts capa formals informnles 62 LA ARGENTINA EN EL SICLO XX €1 23.4% del total. En términos de disparidades regionales, tanto en la Regin Pampeana como en Patagonia es mas freeuente que en el resto del pais la presencia de uniones heterosexuales no uadicionales que en- lazan a mujeres con participacién econémica extradoméstica y posicién social mas aventajada que su cényuge (26,3 y 30%, respectivamente) En ambas, se observa una densificacion del patron de mujeres de altos niveles de calificacién que forman parejas con asalariados formales de bajas calificaciones, yen la Regién Pampeana en particular, se destaca un porcentaje pequeo pero diferencial de mujeres en puestos de direccién, que forman uniones con varones asalariados de altas calificaciones. Sobre este punto, tes conclusiones preliminares. La primera, que efectivamente la consideracién de Ia posicién de clase de los cényuges “en su mayoria mujeres en hogares con nticleo conyugal completo de ambos miembros activos tensiona la idea de homogeneidad social inter- na del hogar, aun cuando, restituyendo el nimero total de los hogares del pais, esa tensi6n alcanza a un subuniverso acotado, La segunda es la constatacién tanto de los condicionamientos sociales en la formacién de los hogares cuanto del predominio de patrones tradicionales en aquellas uniones heterosexuales socialmente heterogéneas. Por titimo, localiza- ‘mos determinados patrones de articulacién frecuente entre elases y ca pasa wavés de las uniones, cuestin que retomaremos a continuacién, DIFERENCIACION SOCIAL DE LAS POSICIONES Para caracterizar los niveles de heterogencidad de las posiciones no do- minantes de la estructura social, nos ocuparemos, a partir de la evidencia empirica provista por la ENES-Pisac, de algunas discusiones relevantes del campo del anilisis de clases contemporineo, Buscamor que esta problematizacién permita asimismo restituir, a la imagen estatica de la estructura de clases presentada en primer término, algo de su propio caricter procesual. los efectos, cabe articular tres cuestiones 1. Ia densificacion de la descripcién de estas posiciones en la estructura de relaciones productivas; 2 Ia recuperacién de relaciones que Giddens encuadiaria dentro de los factores de estructuracién mediata de las clases, cen este caso, el reclutamiento social intergeneracional y las ya CLASES ¥ DIFERENCIACION SOCIAL 63 Guadro 2.2, Distribucidn del total de uniones segiin posicion del PSH y del cényuge, Total de hogares con nticleo completo econémicamente activo ‘A. En porcentajes sobre el total de uniones del PSH Posen del ebayuge > es ad . dearaei feu ez voddindetvsn $2 293294 .433 $83 $4 iu Bi eeede dada seiagag SeazgezZiesalcsesdss Copitinarydiecore 295152 GOTT T1000 equeox patos sstinomoraiamene 13 4381832, 51 197190 candor Auonomor con medios 9,» Ag 10,2 98 161 23,1 100,0 opin ado 36 SL log 35,8 m8 163 1009 poems nian Chive eatjdora ea 055358 BLS 858 t00 Cheeta > = os 26 t@ 7th 90 Tost 199016917840. 1090 B. En porcentajes sobre el total de uniones del conyuge Posi dl conyuge Fos detest 2 3 1 - a : Z o3 E & aT 691 9816 16 44 Peau patonery sstoromoraiamente 65 48880 58 a7 ‘aliens etseeecon) 85 398 85, 18 135 158 tein pope Anion Pofeionisy SSS 16 BRO Cla ado cere ators 5a 389 550 Cae wader Gees Se en Tost m0 100010091000 19991000 1090 Nota: Seexcluyen desocupadosrecientesy casos con informacién insficiente * Se inchiyeron desocupados de larga duraciéa y beneliciarios de programas de empleo como ocupaciin principal Feente: Elaboracign propia segin dato de la ENES Pisac 64 LA ARGENTINA EN EL SICLO XXI anticipadas relaciones que se establecen mediante la forma- ci6n de las uniones; 3. Ia conjugacién de este anilisis con indicadores del enclas- miento subjetivo de los propios PSH.” ‘Nos detendremos primero en algunas de las mencionadas posiciones contradictorias o intermedias de la estructura social (en particular, en aquellas que pueden estudiarse mejor a wavés de la encnesta) y avan- zaremos luego sobre la heterogeneidad interna de la clase trabajadora, EN TORNO A LAS POSICIONES CONTRADICFORIAS Aquellos segmentos qute el anilisis sociolégico ha diferenciado (en fume cién de su formacién histérica) como sectores medios tradicionales y nuevos sectores medios tienen en el total del pais un peso algo desigual mayor la pequeiia burguesia (28,9%) y menor las posiciones asalariadas (18,1%), cuestion que se revierte 0 se nivela en las regiones de mas alto nivel de asalarizacién (Patagonia, NOA y Pampeana) yen la CABA, con alta significacién de posiciones gerenciales y asalaziados altamente cali ficados. En términos de disparidades regionales, se destaca también la baja presencia en NEA de las posiciones contuadictorias caracteristicas del desarrollo contemporineo del capitalism. Respecto de la pequeria burguesia, un punto de interés refiere a st persistencia y reproduccién, sujeta como esté por definicidn a procesos de capitalizacion y proletarizacién, Estos procesos operan en el sentido de una permanente diferenciacién social interna y delinen los distintos perfiles que presenta el sector en el Ambito local: empresarios de peque- fio porte, cuenta propias con medios propios y auténomos profesionales 6 téenicos. Los primeros se muesuan insertos en tuna amplia gama de sectores de actividad con baja concentracién de capital un tercio de ellos y elresto en los servicios modernos (14.8%). con menor presencia de In industeia y la agvicultura, Los PSII trabajadores auténomos con medios propios pero que no contiatan empleados son en su mayoria comercian- 9 La captacn de este tépico a través de una encuestasupone, sin embargo, limitaciones eapeetficas La ENES Prac incorpora wna metodologia scotada, a requert la amtoclasiicacién del respondente de acuerdo con eategottas prefs. Otras dimensiones italmente relevastes (come el siguiicade Dtorgado a estas categorie o el earacteratnbuido alse relacioner entre (laser) no fueron inclidas en este disposi, CLASES ¥ DIFERENCIACION SOCIAL 65 tes (32%) o desarrollan algtin oficio de la construccién (27,5%) y tienen presencia menor en la industria manufacturera (11,8%) y el transporte (7,6%). Los wabajadores auténomos profesionales y técnicos se autoem plean en la prestacidn de servicios sociales (salud, educacién y otvos) en cerca de la mitad de los casos, o en la prestacién de los lamados servicios modernos (financieros ¢ inmobiliarios, 34.3%) 1a presencia relativamente menor de esta pequelia burguesia en las formaciones centeales derivé en una acotada atenci6n por parte del ans- lisis de clase contemporsneo en los contextos referidos. Ello contrasta con si alta significacién en los paises periféricos y, en particular, en el caso nacional, donde adquiere caracteristicas especificas. Al respecto, si Ia alta de registro de la actividad es un indicador adecuado de Ia produc- lividad diferencial de las unidades econdmicas y de su consectente eapa- cidad para sostener la uibutacién correspondiente, mas de la mitad de esta pequeiia burguesia se imbrica en nuestzo pais con el fenémeno de la informalidad. Esta posee niveles signilicativos en general pero disimiles, ¢ involucran a la tercera parte de los microempresarios, a poco menos de la mitad de los independientes altamente calificados y a dos texceras partes de los cuenta propias con medios propios o de oficios. Portes y Hoffman (2008) han advertido el papel especifico que, a diferencia de las formaciones centales, le cabe ala pequeiia burguesia de las estructte ras periféricas, parte de la cual vincula al proletariado informal con los iicleor dindmicos de la formacidn social, en ciesta medida a uavés de relaciones de tercerizacién y subconuatacién, Los distintos niveles de capitalizaci6n y productividad de las unidades econémicas en las que se insertan estos PSH tienden a solaparse con otros factores, como sus trayectorias educativas y origenes sociales de- semejantes, Al respecto, los independientes de calificacién profesional y técnica muestian, de manera consistente, casi exclusivamente niveles educativos medios y altos y han sido reclutados en su mayoria en hogares de la propia pequeiia burguesia, del resto de las capas contsadictorias 0 incluso de hogares burgueses. Este peril se diferencia tanto de los pe- quefios empresarios como de los auténomos capitalizados, quienes loga- ron niveles educativos medios y medio bajos y provienen socialmente, en mayor medida, de hogares de la clase trabajadora bien de la pequeia burguesia no profesional. Por otto lado, la estratificacién entre peque- ios empresarios y austénomos capitalizados también se hace presente en sus trayectorias intergeneracionales, destacindose en el aso de los pe quefios empresatios una procedencia mayor desde hogares de su misma capa social e incluso burgueses (grifico 2.2 y cuadro 2.3) 66 LA ARGENTINA EN EL SICLO XX Cuadro 2.8. Distribucién de los PSH activos por posici6n, segtin origen social, Total en el pais pstt rr 2 2 2: Posiién de PSHE aE opie, Gh de orgeat ae fidbii, de £ asas2ai 52 Eb S22n8ea as Copy iecas 106 2k ar Teac ea 23 W735 m7 62 atari 9 5A 50 seein $5 186 67 m4 109 54 50. 76 Asaarindos formals 95 125 124 164 166 288 SA 185 168, Aniedovoemee on 44 9s 159 4S San? BA Prolendo informal «16625793383 181 9A S614 63 Tos 1099 1000 1000 1000 109 1000 1000 1000 1090 * Poscin del PSH de origen, cuando el encuestadotenfa 15 aos. Se excluyen los hogares de origen con jefe nactvo; ** Incluye capitalists de geandes| ‘ymeedianas empresa dtectores *** Incluye benefiiatioe de planes de empleo. Fuente: Elaboracién propia seguin datos dela ENESPisac Grafico 2.2. Distribuci6n de los PSH segtin maximo nivel educativo aleanzado y posicin. Total de hogares del pais mm ecwoui cgi Fuente: Elsboracin propia segin datos dela ENES Pisa CLASES ¥ DIFERENCIACION SOCIAL 67 Los procesos mencionadas definen también la destacable porosidad de los bordes inferiores de esta pequesia burguesia, con kineas de continuidad en términos de tayectorias educativas y sociales intergeneracionales entte su capa mas desaventajada yla clase trabajadora informal, de Ia cual logra dis- Linguirse por niveles muy moderados de calficacion y wn muy incipiente proceso de capitalizacién. Observamos un fuerte reclutamiento desde la clase trabajadora en ambas capas mencionadas (66 y 77%, respectivamen- te), aunque con decisiva procedencia, en el caso de los uabajadores por cuenta propia de subsistencia, de hogares del mismo proletariado infor- mal en sus distintas expresiones, En similar sentido, se observa cierta fi- dez en el intercambio intergeneracional entre ambas positiones yes desta- cable aqui también la vinculacién entre ambos segmentos via la formacién de parejas (el 29% de las uniones de los PSI autGnomos con medios se efectiia con cuenta propias de subsistencia; cuadro 22) Sabemos, asimismo, a través del andliss de fuentes estadisticas perisdi- cas, que durante la posconvertibilidad la magnitud absoluta de los traba- jadores autoempleados en general, y de los PSH cuenta propias en par ticular, se mantuvo relativamente estable, si bien se observaron procesos de capitalizacién de pequetia escala y calificacién incipiente (Maceita 2016). Esto densificé las fronteras inferiores de la pequetia buxguesia en dewimento del cuentapropismo de subsistencia, lo que dio como resulta- do la estructura que estamos analizanco a través de la ENES Pisa. La esuatificacion interna observada en la pequefia burguesia se tra lapa de modo tendencial con la percepcidn sobre la propia pertenencia de clase de sus PSH. Mientras los propietarios de pequelias empresas y los independientes altamente calificados se autoperciben en su mayoria como clase media (56 y 55,5%, respectivamente), los autonémos con medios propios tienen una autopercepcién de clase similar a la de las distints posiciones mas desaventajadas de la clase tabajadora, asumien- doa través de referencias diversas un caracter popular (como elase baja, clase media baja o clase obrera), con frecuen agregados— que el resto de la pequetia burguesia (68,5%) (cuadro 2.4) Por su parte, la asalarizacién de los wabajadores de altas calificacio- nes aleanza en el total del pais a un 82%, tanto ene los PSH como en In fuerza de trabajo en general. Estos asalariados de altas calificaciones se ocupan mayormente en la prestacién de servicios (qute involuera al 84,8% de los asalariados de alias calificaciones que son PSH y al 87,6% de los asalariados de altas ealificaciones en general, cualquiera sea su po- siciGn en los hogaves). Sus inserciones dominantes son la administwacién pilblica ylos servicios sociales basicos. Asimismo, es alto el peso de las re- laciones asalariadas con el Estado, las cuales se extienden al 61,6 59,4%, 68 LA ARGENTINA EN EL SICLO XX respectivamente. Por ttimo, estos asalariadlos se encuentxan sometidos a menores niveles de no registro que los observados entre los menos calificados (10,7 y 12,4%). El fortalecimiento del aparato del Estado y la formalizaci6n de sus relaciones contractnales en la titima década contri- buyeron al crecimiento relative de esta capa de tabajadores, asi como a profundizar sus rasgos ya salientes. En el marco de esta caracterizacién general, se encuentran matices regionales en distintas dimensiones: el nis significativo refiere al peso del Estado como empleador de esta capa, con situaciones polares en GBA y NEA. Cuadro 2.4. Distribucién de los PSH segiin posicién y autopercepcién de clase, Total de PSH activos de! pais, Autoinscripcién de clateclegida Sebi Ce on dt PIE (Gn | ca || S| ores | ey bg oben OMe "Sereda any ase alta \Capitalisas de randesy 62 101 61 2A 553-223 100.0 ‘means emprens Dies 34 18 me 24518310 Pequeionempreie 64 150 175-8950. 5 m0 Aménomorprtedomlty 7 173 159 Sl «5S (108.1000 ‘Auténomos con meds propios 18.1 $0 683 $05 LL 1000 Aabcidoabmeneciiodor 45 seg nu 41058950. 1m a Ss ms me A540 Imo Nsinbosormlemamaks $4387 1884 Lt ton9 oka om a mi 19 63 S081 Amo Sjemmcaniedcbopdhat a8 TRS ae MST O8 on Teal ton ete) See Nota: Se exchiyen lor desocupadias recientes y aquellos con informacisn insuficente para su categorizicién, * Clate baja, clase obsera y clase media baja; ** Desocupadas de beuefichuos de plaacs de expen como octpaciin principal Fuente: Eaboracin propia segin datos de Ia ENESPisac larga dstay Una discusidn sustantiva respecto de esta capa social es en qué medida estos asalariados pueden caracterizarse como parte de la clase tuabaja- dora y, en todo caso, cual serfa el caracter de clase de sus posiciones En términos internacionales, esta diseusién se remonta al contexto de complejizacién de las estructuras de clase de las formaciones centrales de posguerta con el despliegue de la clapa monopolista del capital, CLASES ¥ DIFERENCIACION SOCIAL 69 Procesos locales contemporaneos, como la densificacién de esta capa de asalariados, Ia expansion de los sistemas educativos que generaré en consecuencia una poblacidn de reserva también para las ocupaciones mas calificadas, el papel destacado del Estado como empleador ~que observamos a través de la ENESPisac~ y su agremiacion y accién colecti- va inclinaron la investigacién a considerar prioritaria la intensidad y las condiciones en que se esti operando su incorporacién al grueso de la clase tabajadora (Donaire, 2012).!" Sobre el titimo de los procesos mencionados, la encuesta permite ob- servar un alto nivel de sindicalizaci6n entre los asalariados formales de esta capa (el 39,1%), " similar al promedio de los asalatiados registrados. Este nivel varia segtin los distintos mbitos y sectores de actividad (27,1% en el mbito privado y 46,1% en el ptiblico), y resulta mucho mayor en- tte los asalatiados técnicos (43,2%) —traccionado por la sindicalizacién de los docentes-, que entre los profesionales (28,2%) En todo caso, la caracteristica de esta capa que supuso una diferencia. cién relevante respecto del resto de Ia clase trabajadora, y su consecuente asimilaci6n a la pequetia burguesia, es el control que, aun en condiciones de subsuncién formal, mantendria respecto de los procedimientos y fines de su propio trabajo, La ENES-Pisac no abord6 a fondo este t6pico, pero aporta evidencia parcial sobre estos margenes de autonomia, en particular sobre aspectos organizativos y técnicos de los procesos de trabajo (cuadro 2.5). Se verifica que tales niveles varian sensiblemente segrin el grado de calificacién que se despliega y, al momento del registro, eran asimismo mayores en el ambito piblico que en cl privado, En cuanto al rango de tal variacidn en condiciones y aspectos organizativos (como tomarse un dia libre, incidir en horarios propios y ritmos de trabajo), los niveles de 10 Baa ovientacn de la problematizacién local se diferencia de lo postulade por Porter y Hatiman (2008) para América Latina cuando earacteiza festa capa entre las clases dominantes del subcontinente, lo que da cuenta, entre cua cuestiones, de la singulaidad del siensa universitasio pablica argentino de ear al esto dela epi. 11 Lat magnitude sobre sindialiarin y niveles de astonoméa reficsen In fuerza de trabajo en general, entendiendo que para el estudio de as Uuansformaciones en estas porciones lo relevante es observa incidencia dobre el conjunto de lor wabajadores. 12 Dor son las grander dimensiones que la bibliografiadistingue en cata Aiscusién, La primera - la que se acot6 la ENES-Pisac~refiere al control sobre las condiciones os procedimientos del proceso de abajo. La ida, al monitorea sobte lot fines yl aientacion de ete proceso, cya pétdida refiere al ‘prolelatizacin ideologies” de eetascapas (Derber 1982), Para un eetadio sobre el cato de los docenteryel conjunto de dimensiones en juego, véase Donaire (2012). autonomia de los profesionales del sector publico duplicaban alos de los tGenicos del privado. En este gradiente, los asalariados técnicos en pro- medio y los asalariados téenicos del ambito privado no se diferencian de manera sustantiva de los asalariados de rutina. En todo caso, es en aspectos especificos de los procedimientos de trabajo, como la posibilidad de deci- dir sobre la introducci6n de nuevas tareas, donde la expertise de estos asalae riados involucra mayores niveles de control (en promedio, ¢1 40,9% de los prolesionales y el 40,5% de los técnicos) y se demarea la discrecionalidad que todavia mantienen en comparacién con aquellos de bajas calificacio- nes, entre los cuales este porcentaje se restringe al 19%. Por otto lado, los perfiles educativos y wayectorias intergeneraciona les de esta capa involucran distinciones de origen respecto del resto del proletariado y los asemejarian en mayor medida a otras eapas contradic torias, como la de los dixectores de empresas (aunque con mayor presen: cia de origenes en hogares de asalariados de cuello azul y sin el recluta miento en hogares burgueses que muestran estos sltimos) (grafico 22 y cuadro 2.3). Por timo, como vimos en el punto anterior (cuadto 2.2), sin desmedro del nivel de homogamia de esta capa, se advierte su vine culacién conyugal frecuente tanto con Ia pequeia burguesiaaltamente calificada como con la ease trabajadora formal, relaciones mediatas que subyayan las uacciones de su propia posicién. Cuadro 2.5. Margenes de autonomia en el trabajo. Asalariados* segiin calificacién y cardcter de la ocupacién y ambito puiblico/privado (cn porcentajes sobre el total de asalariados de cada categoria). Total del pais TEE Gates tadinyeuteer fo yee gs fey af aaa ddl dieadda ése2 225 458 2322 2a Prfoonals (tl jon + Kaka pn mess as ian us Sas Ties itl mo 36d + Anta peo Be a3oms ots Ei pe B30 Hl ms ato Dijwealiiadonessomnaks 290141 Bipsaliiaconesmoes MA TSS * Se excluyen los aslarados en puestos de direccin yjefatura, Fuente: Elaboraciga propia segin datos dela ENESPisac Considerados de forma global, estos asalariados expresan wn enclasa- into subjetivo tendencialmente semejante al de la pequetia burguesia altamente califieada, con la que muchas veces son asimilados desde el anilisis social; tanto es asi que en tn 58,9% de los casos se los considera pertenecientes a la clase media (euadio 2.4). Sin embargo, esta aproxi- macién global encubre identificaciones diferentes entre quienes desplic« gan distinto nivel de calificacién y retienen, por tanto, diversos niveles de autonomia. En efecto, mientras s6lo un 27.4% de los profesionales se identifican con alguna de las referencias propuestas que suponen una inscripeién popular (clase baja, obrera o media baja), en el caso de los asalariados (€enicos esta autopercepcién alcanza al 46,4%, lo cual los acerca a aquella que expresan los asalariados de cuello blanco de rutina. Como posiulacién preliminat, podemos considerar que las formas de antopercepcidn de estas capas manifiestan, con distinta intensidad, tanto Ja complejidad de relaciones que sus propias posiciones anudan como tun proceso de cambio abierto que ataiie a las condiciones mismas de su estructuracién SOBRE LA HETRROGENEIDAD INTERNA DE LA CLASE TRABAJADORA Pisando el cierre del periodo de expansion del empleo y revitalizacién de Ia actividad sindlical iniciado hacia 2003, los niveles generales de asa Inrizacién en el territorio nacional son del 73,9% segtin la ENESPisac (del 75%, segiin EAUHLIndec) y la sindicalizacién global de Ia fuerza de trabajo asalariada es del 25,4%, ascendiendo al 39,4% para los asa lasindos registrados, Es posible estimar que estos niveles se ubican por encima del promedio regional (OIT-CSTTA-CSI, 2014), rasgo dlstin~ tivo desde Ia posguerra hasta el quiebre del modelo de sustitucién de importaciones. Esta observacién no debe desplazar, sin embargo, la importante hete- rogeneidad interna que caracteriza a la clase tabajadora local, desde #1 propia conformacién, Retomando esta cuestién y sin desmedro de otros jes, analizaremos Ia diferenciacién actual entre trabajadores formales manuales y no manuales y entre proletariado formal e informal, puesto que se trata de clivajes relevantes que pueden ser tratados de manera productiva a tavés de la ENES-Pisac Desde los estudios pioneros de Germani, parte de la tradicién local tiende a construir un esquema de estratificacién que jerarquiza el clivaje de diferenciacién manual/no manual, incorporando los asalatiados de cuello blanco de hajas calificaciones a una amplia clase media local, En autestz0 anilisis no otorgamos a esta distincién lal cardcter de clase, en la medida en que entendemos que estas posiciones no expresan intereses contradictorios entre si y que su caracterizacién no debe derivarse de las formas concretas de su trabajos sino de su forma social (Braverman, 1974). Asimismo, y en esa direccidn, se observa que a diferencia de los, asalariados altamente calificados, los de cucllo blanco de rutina que de- sarrollan tareas operativas 0 no calificadas retienen niveles de autonomia respecto de las condiciones y procesos de trabajo que son acotados y similares tanto en la produceién de bienes como en la prestacién de servicios (cuadro 2.5). Esta definicién sobre la caracterizacién de clase de dichas posiciones no resta interés al estudio de los niveles de diferen- ciacién de los trabajadores que estas sefializan y condicionan, en el que nos detendremos a continuacisn, Los PSI asalariados no manuales se insertan en un amplio abanico de actividades donde se destaca el comercio y, con peso algo menor y relativamente similar, la administraci6n puiblica, transporte y comunic caci6n, salud y educacién y servicios inmobiliarios y financieros. A su vex, entre los asalariados manuales, las inserciones sectoriales domi nantes son en la manufactura y, con peso marcadamente menor, la construccién y la agricultura."" En ambas capas, las relaciones asala- iadas con el Estado son menos significativas que entre los asalariados de altas calificaciones (32% entre los PSH asalariados de los servicios y 25% entre los PSH asalariados de los bienes). Condicionada por las caracteristicas y la trayectoria del despliegue sindical en cada uno de ¢ tos sectores, la tasa de sindicalizacién de trabajadores formales de bajas calificaciones, no manwales y manuales, es dispar: 37% en los primeros ante un 47,4% en los segundos. La observacion agregada de las respectivas trayectorias edtucativas apor- ta elementos que ratificarfan la presencia de una diferenciacién interna de los wabajadores formales, en la medida en que, entte los PSH forma. les de cnello blanco, poco menos de Ia mitad ha terminado la escucla media, logro que s6lo involucra a més de un texcio de los PSH formales de la produccién de bienes, al tiempo que se encuentra también entre los primeros una presencia diferencial (16,5%) de jefes con los mis altos 18 En la distibucisn sectorial de los alatiado piles no xoawales de bjs Caliticaciones se destaca, sein datos de la ENES sac: comercio, 2.8%: minisuacion pibliea, 17.7% wansporte y comunicaciones, 1425: salud Yeducacicn, 18% y servicios nancierose ismobilatie, 12.8%. La disuibu- {ém sectoral de Ia Berea de traf aslatfan formal aaa de bas eal Feacionesinvolucra concentractones en: mantlactirs, 34.8%; conetracei6n 15.2%; servicios inmobiliaris y empresas, 18.4% y agiculeura, 8%. CLASES ¥ DIFERENCIACION SOCIAL 73 niveles educativos (grafico 2.2). Gon todo, estas diferencias se matizan marcadamente entre los PSH de hasta 35 aos (tendiendo a igualarse ¢l porcentaje de quienes completan la escuela media) producto de la expansi6n mas reciente del sistema educativo y el consecuente requisito en la contratacién de trabajadores manuales formales, sobre todo en las empresas de mayor porte del sector manufacturero. El anilisis de las trayectorias intergencracionales muestra la definitiva presencia de orfgenes populares en ambas capas (con un porcentaje de reproduccién de sus respectivas posiciones que en las dos ronda el cuar~ to del total) y una procedencia menor desde la pequeia burguesia (aun- que en magnitudes relativas distintas, coincidentes con la estratilicacién cn general asignada a estas capas). Se destaca también el importante re- Clutamiento de los asalariados no manuales desde hogares del proletariae do manual (con porcentajes azin mayores que los niveles de retencién de cada posicién). Esta fluida movilidad (en consonancia con Io observado por Dalle, 2016) reforzaria, ahora desde la perspectiva de la conforma idn de las clases en el plano sociodemogratico, la idea de la inscripcién de ambas capas en las filas de la clase trabajadora (cuadzo 2.3) La clase trabajadora informal, a su vez, se compone de hogares enca- berados por asalariados no registrados (15,7% del total con PSH activo), que se insertan sobre todo en empresas de pequeiio porte (un 60% entre estos PSH); auténomos sin medios propios ni calificacidn (esto es, cuenta propias de subsistencia, un 2.4%); tabajadoras en casas particulares (496); twabajadores familiares y rurales (sin significaci6n estadistica en el total w= bano revelado) y trabajadores abiertamente excedentes 0 supernumeratios para los requerimientos del capital de larga data (0,8% de los hogares). En la inserci6n sectorial tanto de los PSH asalariados no registrados como de los eventa propias de subsistencia, se destacan la constinecion yel comercio, con presencia algo mayor de inserci6n también en la ma- nufactura y el transporte, en el caso de los primeros. En Ia distribucién sectorial dela fuerza de trabajo asalariada no registrada total, estin la cons truccidn (22,4%), el comercio (20,2%), Ja manufactura (12.9%) y el trans- porte yalmacenamiento (8%). Por su parte, la fuerza de trabajo auténoma de subsistencia se inserta especi venta sin local- (38,7%) y en la construccién (28,3%). Retomaremos ahora los antecedentes locales sobre m mente en el comercio en su mayoria, en ginalidad e informalidad, para lo cual asumimos como relevante la segmentacién entre Ia fuerza de trabajo formal, informal y abiertamente excedente." 11 Etendemnos I (no) registracin desde la perspectivade Ia segmentacin 4 LA ARGENTINA EN EL SICLO XX Interesa aqui explorar la profundidad de dicha ceswa, considerando si esta determina y expresa tuna fractura interna de la clase trabajadora, y atendiendo pata ello a la veproduccién intergeneracional de tales condi- ciones de diferenciacién y a las relaciones mediatas en Ia formacién de los hogares. En primer lugar, la segmentaci6n entte los PSH de estas capas se co- rresponde con diferencias en sus perfiles educativos, en especial, con tuna mayor finalizacién de la escuela media entre los asalariados formales (grafico 2.2). La localizacidn de estas diferencias no va en detimento de las explicaciones que enfatizan que la segmes bajo responde, fundamentalmente, a ctestiones de la estructura produc tiva y/o de su regulacién yno a caracteristicas de Ia oferta, pero permite reconocer en qué medida esta segimentacién se apoya en tin proceso de diferenciacidn entre los dstintos grupos, y lo alimenta En segundo lugar, el reclutamiento de PSII formales ¢ informales in- voluera ta marcada tendencia a la xeproduccién intergeneracional de ambas capas de Ia clase trabajadora. La observacidn es sustantiva, pues indica que poco menos de la mitad de los PSI de la clase trabajadora informal, y algo més de la cuarta parte de aquellos PSH mpernumerarios de larga data provienen, a su vez, de hogares informales, Sin desmedro de ello, es posible también discriminar uayectorias intergenesacionales que dan cuenta de un intercambio relativamente fluido entre posiciones formales ¢ informales, que representa el 37,4% en el caso de los PSI informales y el 36,1% en el de los asalariados formales de cuello azul Por su parte, y como ya apuntamos, el reclutamiento de los asalariados formales de los servicios desde hogares del proletasiado informal es me- nos frecuente (se restringe a un 19,4% de las trayectorias intergeneracio- nales) (euadto 2.8) Como sefialé tempranamente Piore (1983), el mexcado de tabajo secundario esta poblado de trabajadores para los cuales es también se- acién del mercado de tra de los mervado de trabajo, considerando que involuera condicinesy tmecanienios de egulacitn disiniles ni convo barrera pure ol nccese alos fegntentor mss protegidos,en deemedro dela erably [a momlidad de pte de la fuerza de trabaja (Piore, 1985; Gordon y otros, 1986). Ente eras fondiciones, en un estudio sobre wansiciones rocioocupacionales de les {efor de hoger sobre la hase de la EPH Inde, para el peviodo del registsoy ‘laglomerado GBA, venticamos que 01.95% de los jlee de hogar aelaradoe regtrados se mantenian en sus puestoso bien mejoraban su insercién al ‘abo deun afioy medio de seguitiento, mientras que entre ls informales, 1a eatabildad ra menor (5859), tn 20.8% mejoraba su posicin, au parse sla inactivdad era seis veces mayor qe entee lo formales ye probabil fe quedar desocupados wipicaba la de aquellos (Maceira, 2016) cundaria su actividad econémica en relacién con otas como el abajo reproductivo (en el caso de las mujeres) o Ia formacién y capacitacién (enel de los jévenes). Acorde con esto, la propia dinamica de la segmen- tacién hace prever que el estudio de las relaciones mediatas arroje una alta vinculacién al interior del hogar entre trabajadores formales e infor males. Esta advertencia no quita relevancia a la contundente observacién del patrén de uniones conyugales entre principal perceptor asalariado formal y cényuge uabajador informal, que adelantamos en el apartado anterior, ¢ involucra al 35% de las uniones de los asalariados formales. Sin embargo, contrasta fuertemente con esta imagen de relativa imbri- cacién la homogamia de los PSH del proletariado informal, un 64% de los cuales forma uniones con trabajadores también informales, Como estimacién general, cabe sefialar por tiltimo que la vinculacién entre ae bajadores formales ¢ informales mediante la constitucin de parejas es relativamente frecuente: involucra al 21% de las uniones de los nticleos conyugales de PSH de la clase trabajadora (cuadro 2.2) De las observaciones realizadas remarcamos entonces, en primer ln- gar, la localizaci6n de tuna tendencia importante a la recurrencia interge- neracional del proletariado informal (aun en un periodo de expansion de Ia clase obrera formal), Io que sugiere entre otras cuestiones que Ia segmentacién del mercado laboral se articularia con una diferenciacién social entre capas del proletariado, En segundo lugar, y sin desmedro de lo anterior, la presencia nutrida de trayectorias intergeneracionales indi- cativas de flujos entre estas posiciones, asi como las vinculaciones que se establecen en la formacién de las uniones, sefialan que tal diferenciacién no debe leetse en términos de una fractura sustantiva al interior de la clase twabajadora. Por tltimo, los hogares encabezados por poblacién abiertamente super- numeratia de larga data son un conjunto bastante relativamente peque- io y heterogénco, Entre los PSH desocupados de larga data, poco menos de la mitad eran, en su tillima ocupacién, asalariados formales de bajas calificaciones; la cuarta parte fueron trabajadores informales (sobre todo cuenta propias de subsistencia y trabajadoras de casas particulares); un 9% no tuvo un empleo anterior, yel resto provenia de posiciones diversas. En todo caso, se trata de fuerza de trabajo de edad relativamente més avanz- da que el conjunto de PSH del pais: el 57,5% de los PSH desocupados de larga data y casi la totalidad de los insertos en programas de empleo como ‘ocupacién principal son mayores de 45 afios, grupo ctario que en el con junto de los PSH activos se reduce al 45,6%. La mayoria de quienes componen Ia clase trabajadora en su hetero- gencidad tienden a autoidentificarse como parte de las clases popula 6 LA ARGENTINA EN EL SIGLO XX res, si stumamos las distintas apelaciones propuestas por la ENESPisac (clase baja, obrera, media baja) (cuadro 2.4), La intensidad de este enclasamiento subjetivo decrece de manera parsimoniosa a lo largo de esta estratificacion de los trabajadores, a medida que nos desplaza- mos desde las posiciones mis desaventajadas de la estructura (donde es asumida por el 77,5% entre los desocupados de larga data) hacia los asalariados formales de cuello blanco (en que se acota al 50,4%). Estas apelaciones ton inversamente complementarias con la autoiden- tificacién como “clase media”, que adquiere mayor peso entre estos ihtimos, En otras palabras, aun cuando la mencién ala pertenencia a una “clase media” es la respuesta mas frecuente en todo este universo (45% del total de PSH), la autopercepci6n de los trabajadores muestra configuraciones que lienden a corresponderse, en sus distintas mag- nitudes relativas, con la diferenciacién social interna presentada, y se distancian de aquellas a través de las cuales se perciben los PSII de la burguesia, PERFILES DE LOS HOGARES: ESTRATEGIAS DIFERENCIADAS La ENESPisac presenta tna indagacién sobre dos ejes principales, la he- terogeneidad de la estructura social argentina y las condiciones de vida de sus hogares, La articulacién entre ambos ¢jes nos llevé a reeuperar, en el disefio mismo de la encuesta, la perspectiva que entiende las con- diciones de vida como resultado de estrategias familiares, Estas wltimas remiten a determinados comportamientos, deliberados o no, orientados a asegurat la reproducci6n, De entre ellos, nos limitaremos a la explora- cién de los comportamientos sociodemogrificos basicos de los hogares y a aquellos orientados a la asignacién de st fuerza de trabajo y obtencién de ingresos recurrentes del hogar De acuerdo con Ia literatura especializada, Ia diferenciacién de la estructura social se expresa y cristaliza en miltiples comportamientos sociodemograficos en los hogares de las distintas posiciones (Torrado, 1998), y las estrategias familiares serfan limitadas y diferenciadas en la variedad de clases y estratos (Torrado, 1981). En este apartado efectua- ‘mos un acercamiento inicial a estas hipétesis clisicas, con el objetivo de completar una primera imagen de las distintas posiciones mediante un conjunto de perfiles de los hogares que las ocupan, recortados con ma- yor definicién (cuadros 2.6 y 27) CLASES ¥ DIFERENCIACION SOCIAL 77 Ente las posiciones contradictorias, los uabajadores de altas califi- caciones, tanto independientes como asalariados, forman hogares con niicleo conyugal completo con menor frecuencia que la media, y se ca racterizan, asi, por una tendencia mayor que el conjunto a Ia constitt- cién de hogares unipersonales o de nvicleo incompleto y, en general, de menor tamaiio, De manera consistente se destaca en ellos tanto el alto nivel de mujeres que son PSH como la menor presencia de nifios. Esta configuracién se corvesponde con tna extrategia en la que predomina la alta tasa de actividad econémica extradoméstica de los/las cényuges,"* Ia responsabilidad algo menor de las mujeres PSH y cényuges en el traba jo doméstico" y una baja dependencia respecto de ingresos recusrentes moneiarios y no monetarios provistos por el Estado. Articulando estas observaciones con la problematizacién del apartado anterior, cabe re saltar entonces el isomorfismo entre el perfil de los hogares de los asa Iariados profesionales y téenicos y su desemejanza del resto de la clase uabajadora. Por su parte, Ia capa de los auténomos con medios propios muestra una vez mis la porosidad de sus bordes inferiores. En consonancia con los altos niveles de informalidad que la atraviesan, sus estrategias eco némicas familiares se caracterizan, como las de las capas de Ia clase twa bajadora, por una incorporacién telativamente alta de los tabajadores secundarios del hogar en el mercado laboral y por el peso de los ingresos otiginados en el Estado para sostener el presupuesto del hogar. La clase trabajadora formal, en especial los obreros manuales, presen= ta un perfil abiertamente disimil en relaci6n con el caracteristico de Ia fuerza de tabajo altamente calificada, Estos hogares ctentan en su mae yoria con nticleo conyugal completo y jefatura masculina, son més gran- des y tienen mayor cantidad de nifios. En ellos se enfatiza una division sexual del trabajo de tipo tadicional, con la tasa de actividad extrado- méstica de cényuges —sobre todo mujeres~ mas baja de toda la estructura y Ia carga mas alta de responsabilidad sobre las mujeres cényuges 0 PSH en cuanto alas tareas domésticas. La baja actividad de las cOnyuges contrasta con la tendencia a una incorporacién mas intensa de los hi- 15 La tara de setvidad extzadoméstia de loe/at cBnyges hijos/as artojadae por Ia ENES on superiores ala registradas para total urban por tlindec. En todo caso, en ere atticulointeresan particularmente lat diferencias que estas presentan entte hogares de datstas posiciones 16 Estos seagos se dan sgtin la reproduccicn generlitads den patrén de Aivisdn sexsal tradicional del trabajo, en el que lar migjeree de Ise diatntas poticiones arumen Ia mayor carga del trabajo doméstic, 78 LA ARGENTINA EN EL SICLO XXI {jos jovenes al mercado laboral. La relacidn que estos hogares establecen con el Estado, en términos de la provisién de ingresos monetarios y no monetarios, no es decisiva para sus presupuestos; en efecto, este aporte relativo se mantiene por debajo de la media de Ia estructura en general. Ente este perfil y el de los asalariados formales de cuello blanco es po- sible localizar, en las diferentes dimensiones, sesgos distintivos que dan cuenta justamente de una fina estratificacién antes que de diferencias sustantivas entre ambas capas del proletariado formal Los hogares del proletariado informal se caracterizan por ser igual de populosos pero con mayor presencia de nifios que aquellos encabe- zados por obreros manwales formales. Como en toda la estructura, aqui también la presencia de hogares con parejas completas es dominante, si bien encontramos hogares unipersonales y PSI mujeres con mayor frecuencia que en Ia clase trabajadora formal. Ademis, se recortan los hogares encabezados por los cuenta propias de subsistencia y sobre todo por trabajadoras de casas particulates, tanto por la mayor proporcién de miicleos incompletos como por la alta presencia de jefatura femenina del hogar. En cuanto a las estrategias econémicas, los ingresos mas bajos percibicos por sus PSH los orientan a una participacidn extradoméstica de los cényuges mayor que Ia media de Ia estructura, ya wna mis alta demanda de ingresos sociales no monetatios y monetarios, los que repre- sentan un 34% de los ingresos recurrentes de estos hogares.” Las clases son relaciones de desigualdad permanente y sustantiva que se expresan en las respectivas condiciones de vida de los hogares que ocupan tales posiciones. Estas desigualdadles ser abordadas a lo largo de este libro, pero cerraremos aqui considerando una dimensién sint& tica: los ingresos monetarios corrientes, en tanto medida privilegiada de la capacidad de acceso a bienes y servicios, Los hogares muestran una estructura de ingresos per cépita polarizada entre la clase trabajadora y a burguesia: las brechas de ingreso per capita familiar son de 2,46 entre los hogares de los duefios del capital y los asx- Iariados formales manuales “que tomamos de base y de 2,21 entre los dircctores 0 gerentes y estos siltimos (cuadro 2.7) La heterogeneidad interna de la pequefia burguesia, ya mencionada, tiene su correlato en los ingresos de los hogares. Asi, mientras los hoga- res de los auténomos altamente calificados duplican los de la clase obre- 17 Debemos aclarar que el escaso ndanero la falta de homogencidad interna ‘ylvedad en general ranzada de lor PSH abicrtamente supermumeratios Fedunda en Ia dfiultad para localiat mediante este analiss un peril propio CLASES ¥ DIFERENCIACION SOCIAL 79 Guadro 2.6, Comportamientos sociodemogriticos de los hogares segxin posicién del PSH. Total de hogares del pais con principales perceptores activos* comin Tipe de ape Pee eee ae Reeondet FT dtogee meme aeagg Niko Niko mujer (media) de Wd adine USIP fear ee eerie ‘mea captain eee ; cmt oma ‘ape Drees MLO ks Pequciot 14386080 7 ws, 60 es. rian potions 389 amas natal comedns 18S) ie some ae amass ‘aad fmomine 88a ane ‘aad fom tk Eo iid . Reso eee seek et ess fai indy aT ae pie + Se excluyem ls desocupados recientes y aquellos con informacién ineuiciens 1e para mu calegorizacién.** Categorias scleocionadas. Faente: Haboracion propia zegn dator dela ENES Passe 80 LA ARGENTINA EN EL SICLO XX Cuadro 2.7. Estrategias econdmicas de los hogar (indicadores seleccionados) y brecha de ingreso per espita familiar segtin posicién del PSH. Total de hogares del pais con principales perceptores activos* the, tala. 2 ob 7 THEE sig abe #2 we errbitc Gia GPi a4 dead ppige® Lee bei, i? ge aa bGRELE PTi Prep ih ag db SEfSTP wid wkea de (cae frnkeyacda 656 500 ms tas pom Dicanes 655s m2 050k Pequeiios 651 516 sh 291 130 145 So eee ne 1 me east Eee AutGnomescon 617 675, m8 $59 Ws Los, Eset laa Tencoiados TA 18 mr 66S Er eS . Aa gy say mA saat fai ee aa ei 8m Ei , Aateidtee oust ei ws ms 78 Te de poe sao : aR, ms a eee fee : padi 9, gs as oa aa Tool ear sores) m8 ws ua * Se excluyen los desocupados recientes aquellos con informacién insul- ‘dente para su calegorizaciGn; Brechas definidas operatvamente coma ‘elacign entre el ingreso medio de los hogases de cada categoria yo de los tncaberados por asslariados mantiale de baja calficactoner, ==" Lata de actividad de los/a cényuges de jefe activo relevada por la Enabtelndec para ‘Hota wibano nacional del tercer wimestve de 2014 fue de 58,4 1 La Hnahwrlndec aroja una tara de actividad de hijos/as de jefe activo (18:25 anos) de 5.3, pars el total urbano nacional, ercer rimestte de 2014 Fuente: Elaboracin propia segun datos de In ENESPissc (CLASES ¥ DIFERENCIACION SOCIAL 81 za manual formal, aquellos de los cuentapropistas con medios propios u oficio son similares a estos tiltimos, Por iltimo, al interior de la fuerza de tabajo asalasiada, yen particular de la clase wabajadora, los niveles de desigualdad en los ingresos per edpita familiar se corresponden con los ejes de diferenciacién ya planteados, exto ex, entre los asalariados altamente calificados y el resto asi como entue las capas formales ¢ ine formales de la clase trabajadora, La observacién de estas lineas de de- marcacién muestia también la productividad analitica que resulta de la discriminacin conceptual entve capas formales e informales de la clase, propuesta para este extudio, Retomando aportes de esta red conceptual, cabe destacar que las estrategias familiares se configuran en el marco del sistema de acumu- lacién del capital y de las formas que asume la intervencién social del Estado (Torrado, 1981). Acerca de ello, el contexto de mediano plazo cen que se realiz6 el relevamiento es el de una tendencia a la estabili- zacién relativa de las tasas de actividad econdmica de los tabajadores adicionales del hogar (con caida, incluso, de 1a participacién econs- mica extradoméstica femenina en algunos aglomerados) (Maccita, 2014), asi como de wna expansidn de los niveles de proteccién social del Estado a través de miltiples instrumentos, Esto tiltimo se evidencia en el papel del Estado como origen recurzente de ingyesos monetarios para todas las clases y capas, incluso en los presupuestos de conjuntos como la pequefia burguesia ylos asalariados formales. Asimismo, la me- dicién puntual de la ENES-Pisac se inscribe en una tendencia hacia una morigeracién de la importante desigualdad de ingresos entre los ho- gaves de los grupos fundamentales, asi como entre las posiciones con- tuadictorias ¥ los obreros formales (Palomino y Dalle, 2016, Maceira, 2016), brechas que se habian ampliado sobre todo durante el periodo anterior de caja convertible.” 18 Particularmente para la Region GBA, obsevvamos (Maceira 2016) que la tcuor desigualdad de ingress de es hogares.se beer en comparecioa s6lo con el inicio de la posconvertiblidad sino en el mas largo plazo, fen Felacién con ef momento previo alas reformas de mereado ye ajuste ‘structural de os noventa. Por ora parte, en el marca de una recomposicin teneral de Ins ingresos dela fuerza de trabajo, se verfca también ta Dersistencin de Iss brechas entre Ine capaeinformaley frmales dela ‘ate trabajadora (Salva y Vera, 2011; Maceira, 2016), cuesiOn que se ‘comresponde tanto con el cambio de composicign de la informalidad~al der sbrorbidas en mayor medida sus sogrsentes mis calfeadoe- come c0a ‘Laostenimiento del salario de ls trabsjadoresregitradon, mediante de jciaciones colectivasperidieas 82 LA ARGENTINA EN EL SICLO XX CONSIDERAGIONES FINALES Alo largo del capitulo construimos una imagen de la estructura de clases a nivel nacional, a partir de Ia informacion relevada por Ia ENES-Pisac, ¢ indagamos acerca de las disparidades interregionales, la heterogencidad social interna de los hogares y los niveles de diferenciaci6n interna de los sectores subalternos, considerando, para ello, cuestiones abiertas en el anilisis de clases a nivel nacional ¢ internacional. Comprobamos también las amplias desigualdades interregionales que presenta la estructura social, que se corresponden con lo que ha sido el diferente enraizamiento histérico de los modelos de desarrollo nacional, con mayor arraigo en las regiones GBA, Pampeana y parte de Centro (Torrado, 1992). Estas regiones se distinguen por ser, en mayor medida, Iugares de residencia de los hogares burgueses, asi como por mostrar estructuras sociales mas complejas que el resto del pais, en el sentido de una mayor densidad de sus capas contradictorias y, en téminos ge- nerales, de una presencia relativamente més acotada del proletariado informal. Constatamos la regulacién social en la formaci6n de las uniones con- yugales, tanto a través de la homogamia como del predominio de patro- nes tadicionales al momento de Ia constitucién de las parejas (esto es, de varones mejor posicionados que sus cényuges). Observamos también la medida en que las uniones entre miembros de distinta posicién social tensiona el supuesto de homogeneidad social del hogar, sobre todo en el caso de las uniones no tradicionales, tensién que supone una puesta en cuestion de la llamada “tesis convencional” sobre la conuibucién de las mujeres para Ia caracterizacién social del hogar, pero que alcanza asimismo an mimero acotado de hogares del pais, En el estudio de los niveles de diferenciacién social, articulamos la consideracién sobre un conjunto amplio de relaciones: tanto aqucllas que definen la inscripcidn de los hogares en la estructura de clases y capas, como las trayectorias intergeneracionales y relaciones mediatas (al interior de las familias) que contribuyen a la constitucién de estas como formaciones distinguibles; también, los modos en que estos con- juntos relacionales se expresan en la autopercepcién de clase, en las estrategias familiares de reproduccin y, embrionatia y comparativa- mente, en el bienestar de los hogares. El andlisis de estas dimensiones, que incorporamos al disefio mismo de la ENESPisac (Maccira, 2015), nos permitié delinear los perliles de los hogares que ocupan las distin- tas posiciones y arribar a un conjunto de conclusiones que enfatizamos en lo que sigue. CLASES ¥ DIFERENCIACION SOCIAL 83 En primer lugar, observamos las caracteristicas polares entre los per- files de los hogares de la burguesia residente en el mbito nacional y Ix clase abajadora en su conjunto, en todas las dimensiones consideradas, asi como la desigualdad de acceso al bienestar a través de las brechas centre sus ingresos per capita familiar En segundo lugar, localizamos e ilustramos la amplia heterogeneidad interna de la pequeia burguesia y la porosidad de sus bordes inferiores, lo que permitié discriminar en particular el pevfil popular de los hoga- res de su capa més desaventajada: los auténomos de bajas calificaciones y con medios propios, Esta caracterizacién separa esta capa del resto de las posiciones contradictorias y revela sus semejanzas y/o articulaciones con Ia clase trabajadora en términos de sus trayectorias educativas, reclu- tamiento intergeneracional, relaciones mediatas, atstopercepeisn social, estrategias y acceso al bienestar de los hogares. En tercer lugar, nos acercamos al anzlisis de los asalariados altamente calificados, en el que, por tn lado, observamos los niveles de “proletariza- cidn’” de esta posicin (considerando grados de asalarizacién, incidencia de empleo estatal, margenes de control sobre la organizacién y los pro- cesos de trabajo, niveles de sindicalizaci6n) y, por otxo, constatamos 81 demarcacién respecto del conjunto de la clase trabajadora (cn términos educativos, de relaciones mediatas, estrategias familiares, percepciGn de clase y acceso al bienestar). En sintesis, realizamos aportes parciales que tomados de manera conjunta confirman la tensién involucrada en la cx racterizacién de esta capa, a la cual nos habjamos acercado considerine dola como localizacién contradictoria en las relaciones de clase, En cuarto lugar, indagamos algunos ejes de la heterogeneidad inte na de la clase trabajadora presentes en la configuraci6n que esta revelé al momento del registro, que podian ser bien problematizados a través de Ia encuesta. Por un ado, corroboramos en las distintas dimensiones consideradas niveles de diferenciacién entre los tabajadores de cucllo blanco y azul, a la vez que aportamos elementos que, entendemos (2 diferencia de otros esquemas de anslisis especialmente influyentes en nuestro campo), dan cuenta de su inscripei6n comtin en Ia clase obrera formal. Por otto lado, el abordaje tedrico-metodoligico propuesto, que incorpora sugerencias desarrolladas a Ia luz de las caracteristicas pro- pias de las formaciones periféricas, ha sido productivo en la localizacién de la presencia de un segmento del proletariado informal relativamente extenso, que se reproduce de modo intergeneracional aun en ¢l marco niento relative del em- de un periodo de expansién econémica y crec pleo, Asimismo, problematizamos a través de las miiltiples dimensiones consideradas la profundidad de la cesura entre hogares de trabajadores 84 LA ARGENTINA EN EL SICLO XX formales e informales, y sefialamos ~en sintonia con lo que observamos cn otras investigaciones— que no puede concluirse la presencia de una fractura social entre ambas capas del proletatiado. Por tiltimo, partimos de la consideraci6n de que tanto la profndidad de las desigualdades entre clases como los niveles y formas que asume la heterogeneidad de Ia fuerza de trabajo estén fuertemente imbricadas con determinado modelo de desarrollo y en ese sentido hemos insistido, alo largo de este capitulo, en el caricter histérico de las configuracio- nes observadas a través de la ENES-Pisac, advertencia siempre pertinente pero mas que nunca necesaria dado el caricter puntual de esta fuente estadistica y el cierre del ciclo politico en que se contextualiz6 el regis- uo, Esta clausura, y la fuerte restauracién conservadora que la sucede, involucran un gito relev: te en la intervencién econémica y social del Estado, cuyas consecuencias sobre In estructura social y las condiciones de vida de los hogares seran seguramente materia de futuros anilisis. REFERENCIAS Beceatia, Ly R Maurizio (2012), “Revetsgn y continuidades bajo dos reg nes tacroccondmica diferentes. 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