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1.

La interrupción de los flujos de agua

La construcción de la actual carretera Ciénaga-Barranquilla, que comenzó a finales de los años


50 y no tuvo en cuenta la comunicación entre la ciénaga y el mar Caribe, y del carreteable
Palermo -Sitionuevo-Salamina, marginal al río Magdalena en los años 60, que interrumpió el
flujo hídrico entre este río y el complejo lagunar, ocasionó la mortandad de 25.400 de las
52.000 hectáreas de bosque de manglar entre 1956 y 1999.

Por eso, la construcción de la doble calzada Ciénaga Barranquilla y la Vía de la Prosperidad, en


el mismo trazado entre Palermo y Salamina, encendió las alarmas de los ambientalistas ante el
riesgo de que se repitan los errores del pasado.

2. Transformación del territorio

La desecación de humedales, la tala y quema de bosques de manglar y los incendios forestales


que se han registrado en los últimos años en la Ciénaga Grande están relacionados con el
interés de particulares de cambiar el uso del suelo para agricultura, ganadería y puertos como
ha ocurrido en los municipios de Sitionuevo, Remolino, Zona Bananera, Aracataca, El Retén,
Pueblo Viejo y Pivijay.

“Uno de los históricos es la transformación de muchos pantanos, humedales y playones para


los cultivos de banano y de palma en la zona oriental, y recientemente estamos viendo esa
transformación para los cultivos de arroz en la zona occidental asociada el río Magdalena”,
dice Vilardy.

3. Contaminación orgánica

La mayoría de los municipios que se encuentran en el área de influencia de la Ciénaga Grande


vierten sus aguas residuales sin ningún tratamiento al complejo lagunar, que con el aumento
de la población pierde la capacidad de dilución de la contaminación orgánica.

Lo anterior se agrava con la interrupción del ingreso de agua dulce a la ciénaga porque esta
empieza a colmarse y a perder oxígeno, que es el principal mecanismo para descomponer la
materia orgánica. “Esto se vuelve un problema adicional porque la descomposición empieza a
hacerse por una vía sin oxígeno que hace que proliferen bacterias que pueden ser altamente
patógenas y contaminantes del sistema”, explica Vilardy.

Actualmente, en algunos sectores de la ciénaga la disminución de los caudales de agua dulce,


que se agudizó con el fenómeno del Niño, causó la disminución del oxígeno y el aumento de la
salinidad (0,6 mg/l de oxígeno disuelto, cuando se requieren 4 para que haya vida, y una
salinidad de 80 unidades, casi tres veces la del mar), lo que ha ocasionado la mortandad de
manglar. Entre 2014 y 2016, según datos del Invemar, han muerto cerca de 1.300 hectáreas de
bosque de manglar.
4. Sobrepesca

La sobreexplotación pesquera es otro problema histórico que tiene la Ciénaga Grande debido a
la ausencia de un ordenamiento de la pesca, que es la principal actividad económica de los
habitantes de esta zona del Magdalena.

El deterioro que tuvo la ciénaga entre los años 80 y 90 y la afectación de los flujos de entrada
de agua del mar Caribe, según Vilardy, disminuyeron tanto la cantidad como la composición de
los peces que llegaban al complejo lagunar.

“La gente se adaptó a esa situación, pero, ¿la adaptación cuál fue? Que pescaran más tiempo,
con artes más nocivas, y lo que se hizo fue reducir el recurso pesquero”, explica. Los informes
del Invemar muestran que muchas de las especies de peces que eran tradicionales en la
Ciénaga han desaparecido y que la sobreexplotación pesquera es grave porque las capturas se
hacen por debajo de la talla mínima de madurez sexual, es decir, cuando son juveniles y no se
han reproducido, lo cual se agrava en época de sequía.

5. Ausencia de gestión integral

A pesar de todo el esfuerzo institucional y científico que se hizo en los años 90 para la
recuperación de la Ciénaga Grande, hoy la gestión de las entidades que deben velar por la
preservación de este complejo lagunar, como la Corporación Autónoma Regional del
Magdalena (Corpamag) y el Ministerio de Ambiente, se ha quedado corta.

Se evidencia en que ni siquiera hay un plan de manejo ambiental, que es la hoja de ruta para
actuar de forma articulada. Vilardy asegura que ha faltado liderazgo para una articulación
institucional que permita atender de una manera eficiente la diversidad de problemas que
tiene la Ciénaga. Corpamag se ha centrado en el dragado y mantenimiento de los caños, que
financia con el 80 por ciento de los recursos que recauda por la sobretasa ambiental que pagan
en los peajes de Palermo y Tasajera, pero esa no es su única función, y el Invemar realiza el
monitoreo ambiental.

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