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PSICOPATOLOGIA, EVALUACION Y TRATAMIENTO DE LAS ADICCIONES

ADICCIONES NO QUIMICA, CONDUCTUALES O EMERGENTES.

INTRODUCCION

Tradicionalmente las Comunidades terapéuticas se han encargado del tratamiento de los


problemas asociados al consumo de drogas, hasta ahora de sustancias como el alcohol, la
marihuana, la cocaína y su derivado la pasta básica de cocaína (basuco), inhalantes como el
sacol, tranquilizantes como las benzodiacepinas (Rohypnol, Rivotril). Los retos en el presente
siglo serán las llamadas drogas emergentes y entre ellas la heroína que ya está en Colombia y
las denominadas drogas de síntesis (2CB, Ketamina, Extasis, GHB, Metanfetamina, fenilciclidina
y un largo etc). Un reto también lo constituyen las adicciones sin drogas, también llamadas no
químicas o adicciones psicológicas.

Los retos implican cambios en las dinámicas de los procesos, estructuras de las
organizaciones y las personas que la componen. Esto es algo que en la teoría se propone, pero
que en la práctica es a veces difícil.

Las comunidades terapéuticas tienen mucho que ofrecer dentro del panorama actual en el
tratamiento de las adicciones en general, pero para ello tendrá que formar a sus equipos y
apartarse un poco del paradigma tradicional que hasta a hora las ha caracterizado. Aquello
que fue útil y necesario hace 10 o 20 años empieza a deja de tener utilidad en la actualidad y
necesita ser cambiado y refrendado por los nuevos conocimientos adquiridos en el ámbito de
salud mental

A las comunidades terapéuticas, empezaran a llegar usuarios con demandas diferentes:


consumidores de drogas que apenas se inician en el consumo, usadores ocasionales o
esporádicos, abusadores, dependientes todavía funcionales y algunos muy cronificados y con
importantes deterioros biosicosociales y usuarios con adicciones no químicas. No todos
encajan en el modelo tradicional, pues el tratamiento no es, ni podrá ser, en principio el
mismo para todos.

Siguiendo y complementando a Roldan (2001), la pregunta es cómo atender y combinar una


serie de propuestas, que puedan incluir desde programas de corta duración y ambulatorios
para consumidores de drogas integrados socialmente (jóvenes estudiantes consumidores de
drogas de síntesis, alcohol y cocaína los fines de semana); internamiento; personas con
problemas de conducta y heroinómanos; consumidores con gran deterioro personal;
trastornos graves de personalidad; programas especiales para usuarios con problemas
psiquiátricos, y ahora habría que agregar servicios para personas con dependencias no
químicas.

Las comunidades terapéuticas tendrán, entonces que adecuarse a las nuevas demandas de
sus clientes y para ello deberán innovar, flexibilizar sus propuestas y sobre todo formar a sus
equipos humanos, para así poder atender las nuevas necesidades de sus usuarios.
Históricamente, el fenómeno de las adicciones, su prevención e intervención ha estado más
relacionado con sustancias químicas tanto legales, como ilegales, en lo que se ha denominado
la farmacodependencia

En la postmodernidad, han surgido las llamadas dependencias psicológicas, no químicas o sin


sustancias, entre las que se destacan la ludopatía, la adicción a las compras, al trabajo, al sexo,
al ejercicio físico y a las tecnologías (video juegos, internet, celulares), las cuales empiezan a
ser preocupación para la salud pública, por los problemas que ocasionan en la esfera
psicosocial de los sujetos afectados por este tipo de problemáticas.

El primer fenómeno, las drogodependencias, ha sido el más investigado y divulgado. Sobre el


segundo, las adicciones no químicas, la formación y la investigación son incipientes y por tanto
poco se sabe sobre cómo prevenirlas y tratarlas, justificándose este tipo de encuentros
académicos para visibilizar estas problemáticas y formar al personal vinculado a la salud
mental, sobre cómo abordarlas para el mejoramiento de la calidad de vida de nuestra
sociedad.

Las dependencias psicológicas.

Además de las sustancias psicoactivas susceptibles de generar abuso o dependencia y que


generalmente llamamos "drogas", existen otras actividades humanas que por su capacidad de
sacamos de la realidad cotidiana, proporcionando placer o bien evasión, pueden comportarse
igual que estas y causar adicción. Son las llamadas "adicciones no químicas".

Aunque el DSM IV - R, no reconoce este término pues se reserva para los trastornos
producidos por el consumo de sustancias psicoactivas y las adicciones psicológicas, estarían
incluidas en los trastornos del control de impulsos como un tipo de comportamientos
compulsivos, entre ellas la ludopatía, en el DSM V, parece ser que esta problemática y otras
dependencias no químicas van a ser incluidas con una nosología propia.

Entre los componentes fundamentales que distinguen un trastornos adictivos esta la pérdida
de control y la dependencia: En las adicciones no químicas se hace un uso desadaptativo y
disfuncional de conductas cotidianas tales como trabajar, comunicamos con otros, comer,
jugar, comprar, amar. etc, siendo la intensidad la frecuencia o el grado de interferencia en las
relaciones familiares, sociales, laborales o la afectación de las finanzas, algunos indicadores
básicos que podrían transformar una conducta normal placentera en un comportamiento
adictivo.

Entre las más conocidas en la actualidad se encuentra: el juego patológico, las compras
compulsivas, la dependencia al trabajo (ergomanía; Workaholism), el sexo compulsivo, la
vigorexia (culto al cuerpo), las sectas, las adicciones tecnológicas y las dependencias
sentimentales.

En nuestro medio es cada vez más frecuente que se estén presentando este tipo de
comportamientos disfuncionales, lo que hace necesario que sea abordado en la formación de
las personas que intervienen en este campo de las salud mental, no solo para el planteamiento
de programas de prevención, sino también de tratamiento para aquellas personas que ya
tienen el problema.
En relación con las adicciones en general Alonso-Fernández (1996) señala que los problemas
aparecen cuando "existe una absoluta necesidad de desarrollar esa actividad y se experimenta
ansiedad si no se lleva a cabo", situación ésta que también ocurre en las dependencias
psicológicas.

Para Echeburúa y Corral (1994) cualquier conducta normal placentera es susceptible de


convertirse en un comportamiento adictivo y por tanto su compulsividad, producir algún
grado de interferencia en las relaciones familiares, sociales y laborales de las personas
implicadas. Según estos autores los componentes fundamentales de los trastornos adictivos
serían la pérdida de control y la dependencia. Por lo tanto lo importante en la adicción no es la
actividad concreta que genera la dependencia, sino la relación que se establece con ella y que
no es capaz de controlar.

En esta misma línea Griffiths (1998), afirma que cualquier comportamiento que cumpla estos
seis criterios puede ser definido operacionalmente como adicción:

1. Saliencia: Una actividad particular se convierte en la más importante en la vida del


individuo y domina sus pensamientos, sentimientos y conducta.

2. Modificación del humor: Experiencias subjetivas que la gente experimenta como


consecuencia de implicarse en la actividad.

3. Tolerancia: Proceso por el cual se requiere incrementar la cantidad de una actividad


particular para lograr los mismos efectos.

4. Síndrome de abstinencia: Estados emocionales desagradables y/o efectos físicos


que ocurren cuando una actividad particular es interrumpida o repentinamente
reducida.

5. Conflicto: Se refiere a los conflictos que se desarrollan entre el adicto y aquellos que
le rodean (conflicto interpersonal), conflictos con otras actividades (trabajo, vida
social, intereses, aficiones), o dentro de los propios individuos que están involucrados
con la actividad particular.

6. Recaída: Es la tendencia a volver a los mismos patrones iniciales de la actividad en


la forma más extrema de la adicción, tras muchos años de abstinencia o control.

Otros autores que han definido características de conductas impulsivas son, Goodman (2.000)
y Sánchez Bello (1999) , quienes sugieren los siguientes criterios:

Patrón de conducta maladaptativa que conduce a una incapacidad o diestress clínicamente


significativos, con aparición de 3 o más de los siguientes criterios que ocurren en el mismo
período de 12 meses:

1. “Craving”: Excesiva preocupación y deseo intenso de satisfacer la necesidad que se siente


de llevar a cabo la conducta adictiva.

a. Urgencia en comprometerse en una secuencia de conductas contraproducentes

b. Mantenimiento de la tensión hasta que la secuencia sea completada


c. Completada la secuencia, la tensión se alivia temporalmente

d. Persistente deseo o esfuerzo sin éxito, para reducir o controlar la conducta

2.- “Pérdida de Control”: Dificultad para mantenerse abstinente o incapacidad para detener
una conducta una vez que ésta se ha iniciado.

3.- “Tolerancia”: Necesidad de aumentar (en frecuencia y cantidad) o intensificar la


implicación en la conducta adictiva para conseguir el efecto original producida por la misma.

4.- “Abstinencia”: Cambios fisiológicos o psicológicos posterior a la descontinuación de la


conducta. La conducta está comprometida a aliviar o evitar los síntomas de abstinencia.

5.- Escape: Adicción como una forma de escapar de los problemas o de aliviar las emociones
negativas (por ej.: sentimientos de incapacidad, culpa, ansiedad, depresión).

6.- Consecuencias negativas:

a. La conducta está comprometida en más tiempo, frecuencia, cantidad e intensidad


de lo que el paciente quisiera.

b. Se invierte una gran cantidad de tiempo en actividades necesarias para la


preparación y participación en la conducta o para recuperarse de sus efectos.

c. Importantes actividades sociales, ocupacionales o recreacionales han sido


abandonadas o reducidas como consecuencia de la conducta.

7.- Negación de las consecuencias: La conducta continúa a pesar del conocimiento de tener un
problema físico o psicológico persistente y recurrente que probablemente ha sido causado o
exacerbado por la misma conducta.

CLASIFICACION DE LAS ADICCIONES PISCOLOGICAS:

ADICCIONES PSICOLOGICAS

Juego patológico Adicción al sexo. Adicción a las compras (oniomania) Adicción a la comida
(bulimia) Adicción al trabajo (ergomania- Workaholism) Adicción al teléfono Adicción a
Internet. Adicción al ejercicio físico Adicción a la televisión. Coleccionismo Dependencias
emocionales.

 La ludopatía.

Fue la primera de las adicciones psicológicas reconocidas e incluida desde 1980 por la
American Psychiatric Association en el DSM-III (APA, 1980), quien lo definió como un trastorno
del control de los impulsos (mucho más frecuente en hombres que en mujeres) incluido en la
categoría residual reservada para los no clasificados en otros apartados, junto a la
cleptomanía, la piromanía y el trastorno explosivo intermitente.
Según Ochoa y Labrador (1994) en esta conducta adictiva, se incluyen el jugador social esto es,
esporádico y que controla su conducta, el jugador profesional, que tiene el juego como un
oficio y no presenta características de dependencia, el jugador problema, que ya empieza a
cumplir criterios diagnósticos y el jugador patológico, que cumple a pleno las condiciones de
una dependencia.

El DSM-IV-TR califica, la ludopatía como un trastorno del control de los impulsos, «un
comportamiento de juego desadaptativo, persistente y recurrente», (APA, 2000) que cumple
a decir de Arbinaga (2000), cinco de los siguientes criterios diagnósticos:

1. Preocupación por el juego.

2. Necesidad de jugar con cantidades crecientes de dinero para conseguir el grado de


excitación deseado.

3. Fracaso repetido en el esfuerzo de/para controlar, interrumpir o detener el juego.

4. Inquietud o irritabilidad cuando intenta interrumpir o detener el juego

5. El juego se utiliza como estrategia para escapar de los problemas.

6. Después de pérdidas se regresa para recuperar.

7. Se engaña a los miembros de la familia y otros para ocultar el grado de implicación


con el juego.

8. Se cometen actos ilegales para financiar el juego.

9. Se han arriesgado o perdido relaciones interpersonales, trabajos, etc.

10. Se confía en que alguien o el mismo juego, les dará dinero para aliviar la
desesperada situación financiera.

 La Adicción al Sexo.

El adicto al sexo no es aquel cuya motivación sexual es muy alta y, consiguientemente, su


actividad sexual excede de los parámetros que podríamos considerar «normales», bien por la
abundancia de conductas o por su carácter promiscuo. Según Echuburúa (1999), se considera
adicción al sexo cuando éste se convierte en una obsesión para la persona de la que le resulta
difícil desprenderse y que compromete seriamente su funcionamiento cotidiano.

La diferencia entre una «sexualidad alta, pero normal» y una «sexualidad adictiva» puede
cifrarse, por tanto, en la concurrencia de dos variables: a) interferencia grave en la vida
cotidiana (sufrimiento y autodestrucción, soledad, pérdida de la familia, incapacidad de
mantener una relación afectiva duradera, etc.); y b) aparición del síndrome de abstinencia
cuando no se puede llevar a cabo la conducta sexual (nerviosismo, irritabilidad, dolores de
cabeza, temblores, insomnio, etc.) (Echuburúa, 1999).
La adicción sexual se presenta así como un fenómeno característico, más masculino que
femenino, en el que destaca la presencia de un «impulso incontrolado -que se vive de forma
egodistónica- a implicarse en conductas sexuales. (GuerricaEchevarríea ,echeburúa, 1997)

 Adicción a las compras

Es una de las patologías de la sociedad de consumo. Luna & Quintanilla, (1996,2000)


distinguen cinco principales diferencias entre la compra por impulso y la que no se hace por
impulso:

1) el consumidor tiene un deseo espontáneo y repentino de actuar, lo que conlleva


una diferencia importante con la conducta previa;

2) el deseo a comprar pone al consumidor en un estado de desequilibrio psicológico en


el que sus sentimientos están temporalmente fuera de control;

3) el consumidor puede experimentar un conflicto psicológico y una lucha al ponderar


la satisfacción inmediata contra las consecuencias a largo plazo de la compra;

4) el consumidor reduce su evaluación cognitiva de las características del producto;

5) el consumidor a menudo compra impulsivamente sin ninguna consideración de las


consecuencias futuras.

El impulso por las compras lleva a la persona a tener problemas económicos importantes y a
mentir y alterar las relaciones familiares de manera importante.

DEPENDENCIAS TECNOLOGICAS.

Entre ellas si incluyen las dependencias a las aplicaciones de internet (juegos en línea, grupos
de socialización, pornografía), los videojuegos y la telefonía celular – teléfonos móviles- Blac
Berry-. La más estudiada ha sido la dependencia a internet.

El trastorno de dependencia de la red se ha conocido con muchos nombres: desorden de


adicción a Internet –Internet Addiction Disorder (IAD)- (Goldberg,

1995), uso compulsivo de Internet (Morahan-Martin y Schumacker, 2000), o uso patológico de


Internet– Pathological Internet Use (PIU)- (Young, 1.999).

Éste puede definirse como el uso de Internet practicado en frecuencia y duración tales que
origina dificultades psicológicas, familiares, académicas o laborales en la vida de una persona
(Beard, Wolf (2001)

Goldberg (1995) establece los siguientes criterios de diagnóstico para la dependencia a


internet:

• Cambios drásticos en los hábitos de vida a fin de tener más tiempo para conectarse.
• Disminución generalizada de la actividad física.

• Descuido de la salud propia a consecuencia de la actividad en Internet.

• Evitación de actividades importantes a fin de disponer de mayor cantidad de tiempo


para permanecer conectado.

• Deprivación o cambio en los patrones de sueño a fin de disponer de más tiempo en


la Red.

• Disminución de la sociabilidad que tiene como consecuencia la pérdida de


amistades.

• Negligencia respecto a la familia y amigos.

• Rechazo a dedicar tiempo extra en actividades fuera de la Red.

• Deseo de más tiempo para estar frente al computador

• Negligencia respecto al trabajo y las obligaciones personales

Echeburúa (1999) da cuenta de los cambios psicológicos negativos que la adicción internet
acarrea, entre los que se encuentran: alteraciones del humor, ansiedad o impaciencia por la
lentitud de las conexiones o por no encontrar lo que se busca o a quien se busca, estado de
conciencia alterado (total focalización de la atención), irritabilidad en caso de interrupción,
incapacidad para salirse de la pantalla, etc., además de aislamiento del entorno y desatención
a otros aspectos de sus obligaciones sociales

De otro lado, entre los autores que han trabajado la adicción a los video juegos, cuyos criterios
diagnósticos son muy similares a los de la dependencia a internet, figuran: Griffiths y Hunt,
(1998); Soper y Miller, (1983).

Con respecto a la dependencia a los teléfonos celulares y el Black Berry, es importante anotar
que su uso compulsivo lleva a generar modificaciones del estado de ánimo, ansiedad,
sentimiento de inseguridad invalidante, miedo a salir sin él, tener que volver a por él si se
olvida y/o no ser capaz de hacer nada sin el móvil (Criado, 2005; Kamibeppu y Sugiura, 2005;
Srivastava, 2005). Asimismo se produce una cierta dependencia psicológica, reflejada en la
incapacidad para controlar o interrumpir su uso (Muñoz-Rivas y Agustín, 2005).

En la dependencia se mantiene la conducta aun a sabiendas de los efectos negativos que


conlleva. Los más comunes son:

a) Gastar más de lo que se pretendía ocasionando, muchas veces, deudas con las
empresas operadoras. El signo más evidente y que produce una alerta más intensa en
los padres es que adolescentes y niños pueden llegar a engañar, mentir o robar a los
padres para recargar el saldo (Criado, 2005; Protégeles, 2005);

b) Incurrir en infracciones al emplear el móvil en circunstancias indebidas o en los


lugares donde está prohibido creando, principalmente, riesgos en la conducción
(Adès y Lejoyeux, 2003; MuñozRivas y Agustín, 2005);
c) Efectos secundarios en la salud, sobretodo efectos en el sueño debidos a las redes
nocturnas (Muñoz-Rivas y Agustín, 2005);

d) Problemas en el ámbito laboral, social, familiar y escolar como llegar tarde,


abandonar una reunión de trabajo por una llamada o contestar un mensaje de texto
(sms) en medio de una clase (Muñoz-Rivas y Agustín, 2005).

 Vigorexia.

La dependencia del ejercicio físico o vigorexia, refleja un impulso irreprimible de hacer


actividades físicas, con base al deseo de controlar la línea y el peso, la necesidad de contacto
social y la búsqueda de la salud. Autores como Davis y Fox (1993), Cockerill, Riddington
(1993), Adams y Kirkby (1998), Davis et al. (1999), han realizado investigaciones sobre este
problema en países como Canadá, Inglaterra y EE..UU, tratando de definir sus características.
Sin embargo estos intentos por tratar de describir la dependencia al ejercicio se ha quedado
sin resolver (Davis, 2000)

Entre las características de las personas con vigorexia se destacan.

1. Son personas que hacen mucho ejercicio físico, con el objetivo declarado de alcanzar
una determinada masa muscular mayor que la que poseen.

2. La cantidad de tiempo que dedican al ejercicio (hacerlo o pensar en hacerlo)


entorpece su adaptación social, laboral, académica e incluso familiar y de pareja. (De la
Serna, 2004).

3. Los afectados presentan una alteración de la imagen corporal, por lo que se creen
más débiles y delgados de lo que son (Baile, 2005, Pope et al, 1993).

4. La mayoría son hombres de edades entre los 18 y los 25 años.

5. Con una frecuencia mayor que en la población general, aparecen otras conductas
desadaptativas, como una alimentación inadecuada o consumo de fármacos peligrosos
para la salud (esteroides anabolizantes)

Según Rojas (2005), los siguientes son los parámetros a tener en cuenta para el diagnóstico de
la Vigorexia y Dismorfia Muscular:

A) Preocupación excesiva y falta de músculo del propio cuerpo: el sujeto se dedica a pensar en
ello más de una hora diaria.

B) Dependencia del ejercicio físico:

• Insistencia de practicar deporte diariamente entre tres y cuatro horas y media

• Síndrome de abstinencia con cuadro de irritabilidad, ansiedad y depresión si se


imposibilita el ejercicio.

• Se mantiene el ejercicio físico a pesar de estar contraindicado por motivos sociales o


médicos
C) Excesiva atención a la dieta, dirigida al desarrollo muscular:

• Reducir al mínimo el consumo de grasas

• Incrementar la cantidad de glúcidos para que sirvan como fuente de energía, así
como proteína para ganar músculos

• Suplementos proteícos compuestos fundamentalmente por proteínas extraídas del


suero de la leche o del huevo en forma de polvo, barritas o batidos

• Uso de complejos vitamínicos a veces acompañados con minerales y electrolitos


para minimizar su déficit por una dieta inadecuada.

• Consumo de gran cantidad de agua, diuréticos y cafeína

C) Aceptación del sufrimiento y del daño físico como camino para conseguir el desarrollo
muscular.

D) Baja autoestima. La enfermedad deriva en un cuadro obsesivo compulsivo que hace que el
vigoréxico se sienta un fracasado.

E) Control continúo del peso, incluso varias veces al día.

F) Medición del grosor de los músculos, en ocasiones todas las mañanas, para determinar si se
ha perdido masa muscular por la noche.

G) Personalidad introvertida e inmadura.

H) Consumo de otras sustancias para acelerar el proceso.

• Sustancias existentes en el propio organismo, como la creatina o la carnitina, que


favorecen el aumento del volumen mus muscular y/o el aprovechamiento energético.

• Esteroides anabolizantes. Utilizados para aumentar la masa muscular y perder grasa.


.

 Dependencia al trabajo

Oates (1971), define la adicción al trabajo “Workaholism” como una necesidad excesiva e
incontrolable de trabajar incesantemente que afecta a la salud física, psíquica y a las relaciones
personales de la persona.

Machlowitz (1980) precisa a este tipo de adicto como un individuo que siempre se dedica a su
trabajo más tiempo de lo que le exige el mismo. Deutsch (1979) señala que el adicto al trabajo
es el que hace de éste el punto central de su vida, hasta el extremo de no poner atención
alguna a otras actividades.

Entre las características de la adicción al trabajo están: tener una actitud laboral especial,
dedicar tiempo y esfuerzo excesivos al trabajo, sufrir un trastorno compulsivo e involuntario
por continuar trabajando (criterios inclusivos) y mostrar desinterés general por cualquier otra
actividad (ocio, deportes, familia, amistades, etc.) que no sea la estrictamente laboral (criterio
exclusivo).

Entre los instrumentos diagnósticos para identificar este tipo de dependencia se encuentran:

• Work Addiction Risk Test (WART), creado por Bryan Robinson en 1999. Es un
cuestionario de autoinforme compuesto por 25 ítems puntuables en una escala Likert
que oscila entre 1 y 5 puntos. Intenta diferenciar a los trabajadores en grupos de: (1)
no adictos (aquellos que obtengan una puntuación entre 25-56), (2) pseudo-adictos
(entre 57-66) y (3) adictos (entre 67-125). El cuestionario está compuesto por 5
subescalas o dimensiones: (1) Tendencias Compulsivas, (2) Control, (3) Autoabsorción,
(4) Incapacidad para delegar y (5) Autovaloración.

• Workaholism Battery (WORKBAT), fue creado por Spence y Robbins en 1992. Es un


cuestionario compuesto por 25 items puntuables en una escala Likert con 5 puntos de
anclaje. Comprende tres subescalas:(1) Impulsividad (D), (2) Satisfacción en el trabajo
(E) y (3) Implicación en el trabajo (WI). El cuestionario permite distinguir entre el adicto
al trabajo, el trabajador entusiasta u otros tipos de perfiles relacionados con el trabajo.
Es un cuestionario muy utilizado y validado en diferentes países (excepto en Japón, en
donde los resultados son totalmente diferentes).

• Schedule for Nonadaptative and Adaptative Personality Workaholism Scale (SNAP-


Work), desarrollado por Clark en 1993. Es un instrumento de medida compuesto por
18 ítems de verdadero o falso, y asume un grado de solapamiento con el trastorno de
personalidad obsesivo-compulsivo. No se utiliza mucho y existen pocos estudios de
validación.

• The Dutch Work Addiction Scale (DUWAS) elaborado por Schaufeli y colaboradores
(Taris et al., 2005). Consta de 20 ítems que representan dos dimensiones de la adicción
al trabajo: (1) trabajo excesivo (9 ítems) y (2) compulsión por trabajar (7 ítems). Está
basada en dos escalas: el WART de Robinson (1999) y el WORKBAT de Spence y
Robbins (1992). Se puede hallar más información en www.schaufeli.com. Tiene
propiedades psicométricas prometedoras y está basado en una definición clara de
adicción al trabajo, aunque es necesaria una mayor investigación sobre su validación.

• Workaholism 5 (WO-5), creada por el equipo de investigación WONT Prevención


Psicosocial en 2004. Es una escala que se encuentra dentro de una batería de
cuestionarios denominada herramienta REDES que permite la evaluación de riesgos
psicosociales. Está compuesta por 5 ítems puntuables en una escala Likert de 7
puntos. Permite distinguir entre adictos al trabajo y no adictos, y conocer cuáles son
los antecedentes laborales (demandas y recursos) y personales (recursos personales),
así como las consecuencias de tal adicción. Es una escala corta, fiable y válida
(validación española de la escala) para una detección primera de adicción al trabajo en
una empresa. Resultaría necesaria una mayor validación transcultural.

Los problemas ocasionados por la adicción al trabajo se pueden dar en todos los niveles. En el
fisiológico, hay estrés y cansancio crónico, trastornos sexuales, insomnio y trastornos
psicosomáticos, como las molestias gastrointestinales o la hipertensión arterial (Scott, Moore y
Micelli, 1997). En el nivel cognitivo emocional, puede manifestarse con ansiedad, depresión,
problemas y necesidad de control, carencia o pérdida del sentido del humor, rigidez de
pensamiento, miedo al fracaso, perfeccionismo, intolerancia, impaciencia e irritabilidad,
pérdidas parciales de memoria, baja autoestima, necesidad de logro.

A nivel comportamental, la adicción al trabajo se refleja principalmente en disminución del


rendimiento laboral, debido al cansancio tanto físico como emocional, desarrollo de otras
conductas adictivas, ya sea al alcohol, el sexo, el consumo de fármacos y otras drogas.

Se puede manifestar también con conductas como prisa constante y obsesión por hacer,
urgencia de tiempo, necesidad de hacer varias tareas simultáneamente, dificultad para delegar
tareas, dificultad para relajarse, mayor incapacidad para solucionar problemas de forma
efectiva, desinterés por las relaciones interpersonales consideradas por el sujeto como “no
productivas”, aislamiento social y deterioro del núcleo familiar (Del Líbano, y col., 2006)

 Dependencias emocionales

Para Castello (2000), la dependencia emocional se define como un patrón persistente de


necesidades emocionales insatisfechas que se intentan cubrir de manera desadaptativa con
otras personas.

Existen dos tipos de dependencia, la instrumental y la emocional. La primera se caracteriza por


falta de autonomía en la vida cotidiana, inseguridad, carencia de iniciativa, búsqueda de apoyo
social, indefensión, dificultad para tomar decisiones y para asumir responsabilidades y
desenvolverse con eficacia. La emocional, se caracteriza por excesivas demandas afectivas,
relaciones interpersonales estrechas y relaciones de pareja desequilibradas, donde prevalece
la sumisión y la idealización de la pareja con baja autoestima e imperiosa necesidad del otro,
que lleva a comportamientos excesivos de aferramiento y mucho temor a la soledad (Castelló,
2000, 2002, 2005).

Existen varios instrumentos diagnósticos, entre ellos el construido por Lemos, Londoño (2006)
de la Universidad San Buenaventura de Medellin en Colombia, conformado por 23 ítems y 06
factores: Factor 1, ansiedad de separación (07 ítems); Factor 2, expresión afectiva de la
pareja (04 ítems); Factor 3, modificación de planes (04 ítems); Factor 4, miedo a la soledad (03
ítems); Factor 5, expresión limite (03 ítems); Factor 6, búsqueda de atención (02 ítems).

TRATAMIENTO DE LAS DEPENDENCIAS NO QUIMICAS.

Ni todas las dependencias psicológicas son similares ni tampoco lo son las personas que la
padecen. Existen sin embargo, ciertos aspectos comunes en su tratamiento. Una característica
presente en los trastornos adictivos es la negación de la dependencia.

La conducta adictiva se mantiene por el refuerzo que produce la conducta, el cual en un inicio
es mayor que los problemas que esta ocasiona. Siguiendo a Prochaska y Diclemente (1992), el
sujeto con problemas de adicciones solo buscara tratamiento cuando se percata, en primer
lugar, de que tiene un problema real; en segundo lugar, de que los inconvenientes de seguir con
la conducta son mayores que las ventajas de dar un cambio a su vida; y, en tercer lugar, de que
por sí solo no puede lograr ese cambio.

El terapeuta debe, entonces, ayudar al sujeto a identificar sus estadios de cambio, a que pase
del estado de contemplación al acto y a descubrirle las soluciones a su alcance (Echeburúa,
2001; Miller y Rollnick, 1999)

Logrado este primer objetivo, en algunas de las dependencias no químicas la propuesta es la


abstinencia total, como es el caso de la ludopatía, cuya viabilidad de esta propuesta ya ha sido
probada (Echeburúa, 2001). Igual puede pasar con la adicción a los videojuegos, a la
pornografia y a las compras.

Sin embargo, en la adicción a Internet o las redes sociales, al trabajo (Workolism), al ejercicio
físico en gimnasios, al sexo, la meta de la abstinencia resulta implanteable. Se trata de
conductas descontroladas, pero que resultan necesarias en la vida cotidiana. El objetivo
terapéutico debe centrarse, por tanto, en el reaprendizaje del control de la conducta.
(Echuburrúa, De Corral, 2010).

Para el caso de la ludopatía, los videojuegos y la pornografía, la propuesta terapéutica que se


persigue la abstinencia total y las terapias a aplicar, aunque guardando las características
particulares de estas adicciones, son muy similares a las terapias cognitivas- conductuales
utilizadas en el tratamiento de las drogodependencias.

En el caso de las demás, en una primera fase se busca que la persona aprenda respuestas de
afrontamiento adecuadas ante las situaciones de riesgo (control de estímulos) y permanezca
en abstinencia durante por lo menos uno o dos meses; y en una segunda fase, se hace
exposición programada a las situaciones de riesgo (exposición a los estímulos y situaciones
relacionados con la conducta adictiva).

Un ejemplo de esta propuesta es presentada por Echuburrúa, De Corral, (2010) , para el


tratamiento de adictos a internet, quien sugiere para la segunda etapa que el adicto, “
inicialmente bajo el control de otra persona y después a solas, conectarse a la red, estar un
tiempo limitado (1 hora, por ejemplo) y llevar a cabo actividades predeterminadas (atender el
correo sólo una vez al día a una hora concreta, navegar por unas páginas fijadas de antemano
o entrar en una red social), sin quitar horas al sueño y eliminando los pensamientos referidos a
la red cuando no se está conectado a ella”.

Sugieren también estos autores que,” una vez reasumido el control de la conducta, se trabaje
sobre prevención de recaídas, lo que implica identificar las situaciones de riesgo, aprender
respuestas adecuadas para su afrontamiento y modificar las distorsiones cognitivas sobre la
capacidad de control del sujeto” Recomiendan también actuar sobre los problemas
específicos de la persona, planificar el tiempo libre e introducir cambios en el estilo de vida.

Finalmente es necesario afirmar que con excepción de la ludopatía, sobre la cual ya se han
logrado desarrollos académicos importantes y ya existe evidencia científica que respalda los
programas de prevención y tratamiento, los problemas respecto a las demás adicciones
psicológicas distan de estar resueltos en la actualidad, siendo necesaria una mayor
investigación.
RECOMENDACIONES FINALES EN EL ABORDAJE DE LAS DEPENDENCIAS NO QUIMICAS.

1. No mezclar pacientes con problemas por drogas con los que padecen dependencias
psicológicas.

2. Reunir los usuarios afectados por distintas dependencias no químicas y realizar


grupos terapéuticos suele ser útil.

3. Son muy importantes las terapias individuales donde se aborde directamente el


problema particular de cada usuario

4. Se hace necesario realizar protocolos de intervención para cada una de las


patologías, pues aunque tienen una base común – problemas en el control de
impulsos-, tienen características diferentes

5. Es válido aprovechar y adecuar las experiencias que se tienen en el manejo de


drogodependientes, en la intervención de las personas con adicciones no químicas.

6. Se deben privilegiar los tratamientos ambulatorios, y solo en casos extremos


acudir al internamiento

7. Muy importante Involucrar las redes sociales de apoyo y sobre todo la familia.

8. Las terapias de exposición en vivo con prevención de respuesta y las de contingencia


pueden ser útiles en el tratamiento de las dependencias no quimicas ((Echeburúa, Báez
y Fernández-Montalvo 1994, Petry 2000, Secades, García, Higgins, Fernández y
Carballo 2008 ) .

9. Los fármacos útiles en el control de los impulsos suelen ser beneficiosos en las
primeras fases del tratamiento. Los más útiles son los ISRSS y entre ellos la luvoxamina
(Grant y Kim, 2003 )

10. No olvidar que las dependencias psicológicas pueden ser una manifestación
secundaria a otros problemas psicopatológicos, como la depresión, la fobia social u
otros problemas de tipo impulsivo-compulsivo como el TOC. (Echeburúa, Bravo de
Medina y Aizpiri 2005, 2007 ) y por tanto el descartar patología dual con la evaluación
psiquiátrica es fundamental.

11. Puede ser frecuentes la coexistencia de varias dependencias, drogas, alcohol,


ludopatía, sexo. Se hace necesario valorarlas individualmente, atenderlas todas e
iniciar por aquella más problemática o que constituye riesgo para desencadenar la
otra.

A manera de conclusión.

Las dependencias psicológicas se están convirtiendo en un problema de Salud Pública, en la


medida que estos comportamientos han aumentado. El avance de la tecnología, el
consumismo, la presencia y el crecimiento casinos y disponibilidad de tiempo para el ocio
han facilitado este crecimiento. Los desarrollos en el campo de las adicciones químicas y los
avances en el conocimiento del trastorno específico de adicciones conductuales, ha permitido
desarrollar técnicas más apropiadas a su tratamiento, sin embargo este problema requiere
investigación e innovación y avanzar en su prevención.

Los cambios para atender estos nuevos retos, serán fundamentales en las Comunidades
Terapéuticas, con el fin de cambiar la imagen “peyorativa “que algunos tienes de ellas y que
las ven como como elefantes paquidérmicos, lugares cerrados, rígidos y poco adecuados a las
necesidades actuales, siendo por tanto fundamental modificar estos imaginarios y lograr que
se considere a éstas instituciones como un servicio calificado, eficaz en el tratamiento de las
adicciones en general, e integrado a la red asistencial sanitaria del país.

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