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Adicciones No Quimicas
Adicciones No Quimicas
INTRODUCCION
Los retos implican cambios en las dinámicas de los procesos, estructuras de las
organizaciones y las personas que la componen. Esto es algo que en la teoría se propone, pero
que en la práctica es a veces difícil.
Las comunidades terapéuticas tienen mucho que ofrecer dentro del panorama actual en el
tratamiento de las adicciones en general, pero para ello tendrá que formar a sus equipos y
apartarse un poco del paradigma tradicional que hasta a hora las ha caracterizado. Aquello
que fue útil y necesario hace 10 o 20 años empieza a deja de tener utilidad en la actualidad y
necesita ser cambiado y refrendado por los nuevos conocimientos adquiridos en el ámbito de
salud mental
Las comunidades terapéuticas tendrán, entonces que adecuarse a las nuevas demandas de
sus clientes y para ello deberán innovar, flexibilizar sus propuestas y sobre todo formar a sus
equipos humanos, para así poder atender las nuevas necesidades de sus usuarios.
Históricamente, el fenómeno de las adicciones, su prevención e intervención ha estado más
relacionado con sustancias químicas tanto legales, como ilegales, en lo que se ha denominado
la farmacodependencia
Aunque el DSM IV - R, no reconoce este término pues se reserva para los trastornos
producidos por el consumo de sustancias psicoactivas y las adicciones psicológicas, estarían
incluidas en los trastornos del control de impulsos como un tipo de comportamientos
compulsivos, entre ellas la ludopatía, en el DSM V, parece ser que esta problemática y otras
dependencias no químicas van a ser incluidas con una nosología propia.
Entre los componentes fundamentales que distinguen un trastornos adictivos esta la pérdida
de control y la dependencia: En las adicciones no químicas se hace un uso desadaptativo y
disfuncional de conductas cotidianas tales como trabajar, comunicamos con otros, comer,
jugar, comprar, amar. etc, siendo la intensidad la frecuencia o el grado de interferencia en las
relaciones familiares, sociales, laborales o la afectación de las finanzas, algunos indicadores
básicos que podrían transformar una conducta normal placentera en un comportamiento
adictivo.
Entre las más conocidas en la actualidad se encuentra: el juego patológico, las compras
compulsivas, la dependencia al trabajo (ergomanía; Workaholism), el sexo compulsivo, la
vigorexia (culto al cuerpo), las sectas, las adicciones tecnológicas y las dependencias
sentimentales.
En nuestro medio es cada vez más frecuente que se estén presentando este tipo de
comportamientos disfuncionales, lo que hace necesario que sea abordado en la formación de
las personas que intervienen en este campo de las salud mental, no solo para el planteamiento
de programas de prevención, sino también de tratamiento para aquellas personas que ya
tienen el problema.
En relación con las adicciones en general Alonso-Fernández (1996) señala que los problemas
aparecen cuando "existe una absoluta necesidad de desarrollar esa actividad y se experimenta
ansiedad si no se lleva a cabo", situación ésta que también ocurre en las dependencias
psicológicas.
En esta misma línea Griffiths (1998), afirma que cualquier comportamiento que cumpla estos
seis criterios puede ser definido operacionalmente como adicción:
5. Conflicto: Se refiere a los conflictos que se desarrollan entre el adicto y aquellos que
le rodean (conflicto interpersonal), conflictos con otras actividades (trabajo, vida
social, intereses, aficiones), o dentro de los propios individuos que están involucrados
con la actividad particular.
Otros autores que han definido características de conductas impulsivas son, Goodman (2.000)
y Sánchez Bello (1999) , quienes sugieren los siguientes criterios:
2.- “Pérdida de Control”: Dificultad para mantenerse abstinente o incapacidad para detener
una conducta una vez que ésta se ha iniciado.
5.- Escape: Adicción como una forma de escapar de los problemas o de aliviar las emociones
negativas (por ej.: sentimientos de incapacidad, culpa, ansiedad, depresión).
7.- Negación de las consecuencias: La conducta continúa a pesar del conocimiento de tener un
problema físico o psicológico persistente y recurrente que probablemente ha sido causado o
exacerbado por la misma conducta.
ADICCIONES PSICOLOGICAS
Juego patológico Adicción al sexo. Adicción a las compras (oniomania) Adicción a la comida
(bulimia) Adicción al trabajo (ergomania- Workaholism) Adicción al teléfono Adicción a
Internet. Adicción al ejercicio físico Adicción a la televisión. Coleccionismo Dependencias
emocionales.
La ludopatía.
Fue la primera de las adicciones psicológicas reconocidas e incluida desde 1980 por la
American Psychiatric Association en el DSM-III (APA, 1980), quien lo definió como un trastorno
del control de los impulsos (mucho más frecuente en hombres que en mujeres) incluido en la
categoría residual reservada para los no clasificados en otros apartados, junto a la
cleptomanía, la piromanía y el trastorno explosivo intermitente.
Según Ochoa y Labrador (1994) en esta conducta adictiva, se incluyen el jugador social esto es,
esporádico y que controla su conducta, el jugador profesional, que tiene el juego como un
oficio y no presenta características de dependencia, el jugador problema, que ya empieza a
cumplir criterios diagnósticos y el jugador patológico, que cumple a pleno las condiciones de
una dependencia.
El DSM-IV-TR califica, la ludopatía como un trastorno del control de los impulsos, «un
comportamiento de juego desadaptativo, persistente y recurrente», (APA, 2000) que cumple
a decir de Arbinaga (2000), cinco de los siguientes criterios diagnósticos:
10. Se confía en que alguien o el mismo juego, les dará dinero para aliviar la
desesperada situación financiera.
La Adicción al Sexo.
La diferencia entre una «sexualidad alta, pero normal» y una «sexualidad adictiva» puede
cifrarse, por tanto, en la concurrencia de dos variables: a) interferencia grave en la vida
cotidiana (sufrimiento y autodestrucción, soledad, pérdida de la familia, incapacidad de
mantener una relación afectiva duradera, etc.); y b) aparición del síndrome de abstinencia
cuando no se puede llevar a cabo la conducta sexual (nerviosismo, irritabilidad, dolores de
cabeza, temblores, insomnio, etc.) (Echuburúa, 1999).
La adicción sexual se presenta así como un fenómeno característico, más masculino que
femenino, en el que destaca la presencia de un «impulso incontrolado -que se vive de forma
egodistónica- a implicarse en conductas sexuales. (GuerricaEchevarríea ,echeburúa, 1997)
El impulso por las compras lleva a la persona a tener problemas económicos importantes y a
mentir y alterar las relaciones familiares de manera importante.
DEPENDENCIAS TECNOLOGICAS.
Entre ellas si incluyen las dependencias a las aplicaciones de internet (juegos en línea, grupos
de socialización, pornografía), los videojuegos y la telefonía celular – teléfonos móviles- Blac
Berry-. La más estudiada ha sido la dependencia a internet.
Éste puede definirse como el uso de Internet practicado en frecuencia y duración tales que
origina dificultades psicológicas, familiares, académicas o laborales en la vida de una persona
(Beard, Wolf (2001)
• Cambios drásticos en los hábitos de vida a fin de tener más tiempo para conectarse.
• Disminución generalizada de la actividad física.
Echeburúa (1999) da cuenta de los cambios psicológicos negativos que la adicción internet
acarrea, entre los que se encuentran: alteraciones del humor, ansiedad o impaciencia por la
lentitud de las conexiones o por no encontrar lo que se busca o a quien se busca, estado de
conciencia alterado (total focalización de la atención), irritabilidad en caso de interrupción,
incapacidad para salirse de la pantalla, etc., además de aislamiento del entorno y desatención
a otros aspectos de sus obligaciones sociales
De otro lado, entre los autores que han trabajado la adicción a los video juegos, cuyos criterios
diagnósticos son muy similares a los de la dependencia a internet, figuran: Griffiths y Hunt,
(1998); Soper y Miller, (1983).
Con respecto a la dependencia a los teléfonos celulares y el Black Berry, es importante anotar
que su uso compulsivo lleva a generar modificaciones del estado de ánimo, ansiedad,
sentimiento de inseguridad invalidante, miedo a salir sin él, tener que volver a por él si se
olvida y/o no ser capaz de hacer nada sin el móvil (Criado, 2005; Kamibeppu y Sugiura, 2005;
Srivastava, 2005). Asimismo se produce una cierta dependencia psicológica, reflejada en la
incapacidad para controlar o interrumpir su uso (Muñoz-Rivas y Agustín, 2005).
a) Gastar más de lo que se pretendía ocasionando, muchas veces, deudas con las
empresas operadoras. El signo más evidente y que produce una alerta más intensa en
los padres es que adolescentes y niños pueden llegar a engañar, mentir o robar a los
padres para recargar el saldo (Criado, 2005; Protégeles, 2005);
Vigorexia.
1. Son personas que hacen mucho ejercicio físico, con el objetivo declarado de alcanzar
una determinada masa muscular mayor que la que poseen.
3. Los afectados presentan una alteración de la imagen corporal, por lo que se creen
más débiles y delgados de lo que son (Baile, 2005, Pope et al, 1993).
5. Con una frecuencia mayor que en la población general, aparecen otras conductas
desadaptativas, como una alimentación inadecuada o consumo de fármacos peligrosos
para la salud (esteroides anabolizantes)
Según Rojas (2005), los siguientes son los parámetros a tener en cuenta para el diagnóstico de
la Vigorexia y Dismorfia Muscular:
A) Preocupación excesiva y falta de músculo del propio cuerpo: el sujeto se dedica a pensar en
ello más de una hora diaria.
• Incrementar la cantidad de glúcidos para que sirvan como fuente de energía, así
como proteína para ganar músculos
C) Aceptación del sufrimiento y del daño físico como camino para conseguir el desarrollo
muscular.
D) Baja autoestima. La enfermedad deriva en un cuadro obsesivo compulsivo que hace que el
vigoréxico se sienta un fracasado.
F) Medición del grosor de los músculos, en ocasiones todas las mañanas, para determinar si se
ha perdido masa muscular por la noche.
Dependencia al trabajo
Oates (1971), define la adicción al trabajo “Workaholism” como una necesidad excesiva e
incontrolable de trabajar incesantemente que afecta a la salud física, psíquica y a las relaciones
personales de la persona.
Machlowitz (1980) precisa a este tipo de adicto como un individuo que siempre se dedica a su
trabajo más tiempo de lo que le exige el mismo. Deutsch (1979) señala que el adicto al trabajo
es el que hace de éste el punto central de su vida, hasta el extremo de no poner atención
alguna a otras actividades.
Entre las características de la adicción al trabajo están: tener una actitud laboral especial,
dedicar tiempo y esfuerzo excesivos al trabajo, sufrir un trastorno compulsivo e involuntario
por continuar trabajando (criterios inclusivos) y mostrar desinterés general por cualquier otra
actividad (ocio, deportes, familia, amistades, etc.) que no sea la estrictamente laboral (criterio
exclusivo).
Entre los instrumentos diagnósticos para identificar este tipo de dependencia se encuentran:
• Work Addiction Risk Test (WART), creado por Bryan Robinson en 1999. Es un
cuestionario de autoinforme compuesto por 25 ítems puntuables en una escala Likert
que oscila entre 1 y 5 puntos. Intenta diferenciar a los trabajadores en grupos de: (1)
no adictos (aquellos que obtengan una puntuación entre 25-56), (2) pseudo-adictos
(entre 57-66) y (3) adictos (entre 67-125). El cuestionario está compuesto por 5
subescalas o dimensiones: (1) Tendencias Compulsivas, (2) Control, (3) Autoabsorción,
(4) Incapacidad para delegar y (5) Autovaloración.
• The Dutch Work Addiction Scale (DUWAS) elaborado por Schaufeli y colaboradores
(Taris et al., 2005). Consta de 20 ítems que representan dos dimensiones de la adicción
al trabajo: (1) trabajo excesivo (9 ítems) y (2) compulsión por trabajar (7 ítems). Está
basada en dos escalas: el WART de Robinson (1999) y el WORKBAT de Spence y
Robbins (1992). Se puede hallar más información en www.schaufeli.com. Tiene
propiedades psicométricas prometedoras y está basado en una definición clara de
adicción al trabajo, aunque es necesaria una mayor investigación sobre su validación.
Los problemas ocasionados por la adicción al trabajo se pueden dar en todos los niveles. En el
fisiológico, hay estrés y cansancio crónico, trastornos sexuales, insomnio y trastornos
psicosomáticos, como las molestias gastrointestinales o la hipertensión arterial (Scott, Moore y
Micelli, 1997). En el nivel cognitivo emocional, puede manifestarse con ansiedad, depresión,
problemas y necesidad de control, carencia o pérdida del sentido del humor, rigidez de
pensamiento, miedo al fracaso, perfeccionismo, intolerancia, impaciencia e irritabilidad,
pérdidas parciales de memoria, baja autoestima, necesidad de logro.
Se puede manifestar también con conductas como prisa constante y obsesión por hacer,
urgencia de tiempo, necesidad de hacer varias tareas simultáneamente, dificultad para delegar
tareas, dificultad para relajarse, mayor incapacidad para solucionar problemas de forma
efectiva, desinterés por las relaciones interpersonales consideradas por el sujeto como “no
productivas”, aislamiento social y deterioro del núcleo familiar (Del Líbano, y col., 2006)
Dependencias emocionales
Existen varios instrumentos diagnósticos, entre ellos el construido por Lemos, Londoño (2006)
de la Universidad San Buenaventura de Medellin en Colombia, conformado por 23 ítems y 06
factores: Factor 1, ansiedad de separación (07 ítems); Factor 2, expresión afectiva de la
pareja (04 ítems); Factor 3, modificación de planes (04 ítems); Factor 4, miedo a la soledad (03
ítems); Factor 5, expresión limite (03 ítems); Factor 6, búsqueda de atención (02 ítems).
Ni todas las dependencias psicológicas son similares ni tampoco lo son las personas que la
padecen. Existen sin embargo, ciertos aspectos comunes en su tratamiento. Una característica
presente en los trastornos adictivos es la negación de la dependencia.
La conducta adictiva se mantiene por el refuerzo que produce la conducta, el cual en un inicio
es mayor que los problemas que esta ocasiona. Siguiendo a Prochaska y Diclemente (1992), el
sujeto con problemas de adicciones solo buscara tratamiento cuando se percata, en primer
lugar, de que tiene un problema real; en segundo lugar, de que los inconvenientes de seguir con
la conducta son mayores que las ventajas de dar un cambio a su vida; y, en tercer lugar, de que
por sí solo no puede lograr ese cambio.
El terapeuta debe, entonces, ayudar al sujeto a identificar sus estadios de cambio, a que pase
del estado de contemplación al acto y a descubrirle las soluciones a su alcance (Echeburúa,
2001; Miller y Rollnick, 1999)
Sin embargo, en la adicción a Internet o las redes sociales, al trabajo (Workolism), al ejercicio
físico en gimnasios, al sexo, la meta de la abstinencia resulta implanteable. Se trata de
conductas descontroladas, pero que resultan necesarias en la vida cotidiana. El objetivo
terapéutico debe centrarse, por tanto, en el reaprendizaje del control de la conducta.
(Echuburrúa, De Corral, 2010).
En el caso de las demás, en una primera fase se busca que la persona aprenda respuestas de
afrontamiento adecuadas ante las situaciones de riesgo (control de estímulos) y permanezca
en abstinencia durante por lo menos uno o dos meses; y en una segunda fase, se hace
exposición programada a las situaciones de riesgo (exposición a los estímulos y situaciones
relacionados con la conducta adictiva).
Sugieren también estos autores que,” una vez reasumido el control de la conducta, se trabaje
sobre prevención de recaídas, lo que implica identificar las situaciones de riesgo, aprender
respuestas adecuadas para su afrontamiento y modificar las distorsiones cognitivas sobre la
capacidad de control del sujeto” Recomiendan también actuar sobre los problemas
específicos de la persona, planificar el tiempo libre e introducir cambios en el estilo de vida.
Finalmente es necesario afirmar que con excepción de la ludopatía, sobre la cual ya se han
logrado desarrollos académicos importantes y ya existe evidencia científica que respalda los
programas de prevención y tratamiento, los problemas respecto a las demás adicciones
psicológicas distan de estar resueltos en la actualidad, siendo necesaria una mayor
investigación.
RECOMENDACIONES FINALES EN EL ABORDAJE DE LAS DEPENDENCIAS NO QUIMICAS.
1. No mezclar pacientes con problemas por drogas con los que padecen dependencias
psicológicas.
7. Muy importante Involucrar las redes sociales de apoyo y sobre todo la familia.
9. Los fármacos útiles en el control de los impulsos suelen ser beneficiosos en las
primeras fases del tratamiento. Los más útiles son los ISRSS y entre ellos la luvoxamina
(Grant y Kim, 2003 )
10. No olvidar que las dependencias psicológicas pueden ser una manifestación
secundaria a otros problemas psicopatológicos, como la depresión, la fobia social u
otros problemas de tipo impulsivo-compulsivo como el TOC. (Echeburúa, Bravo de
Medina y Aizpiri 2005, 2007 ) y por tanto el descartar patología dual con la evaluación
psiquiátrica es fundamental.
A manera de conclusión.
Los cambios para atender estos nuevos retos, serán fundamentales en las Comunidades
Terapéuticas, con el fin de cambiar la imagen “peyorativa “que algunos tienes de ellas y que
las ven como como elefantes paquidérmicos, lugares cerrados, rígidos y poco adecuados a las
necesidades actuales, siendo por tanto fundamental modificar estos imaginarios y lograr que
se considere a éstas instituciones como un servicio calificado, eficaz en el tratamiento de las
adicciones en general, e integrado a la red asistencial sanitaria del país.
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