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El corazón de la vida cristiana

La vida cristiana es un asunto del corazón antes que nuestras palabras y hechos,

porque de él proviene la fuente de la vida (Pr 4:23). La corrupción del corazón es la raíz

de todos nuestros problemas (Mr. 7:6, 7, 14-23). La cura de los deseos y afectos del

corazón es el asunto más importante de la vida cristiana. Lo que suceda en la «vida

cristiana» pasando por alto los deseos del corazón nunca podrá ser más que pura

hipocresía.

Los medios de la vida cristiana

La vida cristiana comienza, continúa y termina por completo por la gracia

inmerecida de Dios, sin embargo, Dios ha elegido usar instrumentos a través de los

cuales traer su gracia a nuestras vidas. La expresión anticuada para estos es «los medios

de la gracia». Consideraremos cuatro.

1) Las Escrituras

El Salmo 1 declara una bendición para quienes «en la ley del Señor está su

deleite» y que «medita» en esa ley «de día y de noche» (Sal 1:2). La «ley» del Señor

significa su instrucción, es decir, las Escrituras. Jesús es ante todo el Hombre cuyo

deleite estuvo en estas Escrituras durante su vida en la tierra (cp. Lc 2:41-51). Estas

Escrituras, el Antiguo Testamento leído a la luz del Nuevo y el Nuevo preparado por el

Antiguo, nos dan «la sabiduría que lleva a la salvación mediante la fe en Cristo Jesús»

(2 Ti 3:15). Es decir, nos conducen por el camino que conduce a nuestro rescate final.

La vida cristiana se nutre de la Biblia, tanto leída en privado como en público,

especialmente en la predicación de las Escrituras en la iglesia local.


2) La iglesia

En la comunión de una iglesia local, nos animamos unos a otros al amor y a las

buenas obras. Nos animamos unos a otros a esperar el regreso de Jesús, a arrepentirnos

y creer día tras día (cp. He10:24-25). Todo cristiano debe pertenecer y promover la

comunión de una iglesia local.

3) La oración

Es un gran privilegio de la vida cristiana que por medio de Cristo los unos y los

otros (judíos y gentiles) tengamos entrada al Padre en un mismo Espíritu (Ef. 2:18).

Oramos al Padre; podemos tener este acceso porque por su muerte que lleva el pecado,

el Señor Jesús ha abierto el camino; el Espíritu Santo obra en nuestros corazones y nos

capacita para usar este privilegio en oración (Ro8:26). Y así, «en todo» –todas las

pruebas y gozos de la vida cristiana– «mediante oración y súplica con acción de

gracias» podemos llevar nuestras peticiones a Dios (Fil 4:6).

4) Los sacramentos

Jesús le dio a su Iglesia dos sacramentos visibles, o señales del evangelio: el

bautismo (Mt 28:19) y la Cena del Señor o la Sagrada Comunión (Mt 26:26-28; 1 Co

11:23-26). El bautismo es la señal pública de entrada del creyente a la vida cristiana y la

Cena del Señor significa una participación continua en los beneficios de la muerte de

Cristo para nosotros. Estas señales externas nos aseguran la veracidad del evangelio de

Cristo.

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