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LA ESENCIA DE LA EDUCACIÓN ES MOSTRAR EL MUNDO COMO POSIBILIDAD 1

Introducción
En el ámbito de la educación inicial y superior, es importante leer y luego plantear ese sustantivo “sugerencias
de la lectura”, y ello es crear libertad. La esencia de la educación, que no es la “asignaturezca”, consiste en
presentar el mundo como posibilidad, el cual debe estar inspirado en los clásicos, especialmente en antiguos
griegos para defender la importancia del logos y el diálogo, el lenguaje, la escritura, la ética y el humanismo
que deben estar presente. “El bien, la belleza, la justicia, la verdad. Ese es un horizonte al que no podemos
nunca renunciar, por mucho que esto suene a utopía. Que suene, que siga sonando, porque el día en que no
suene estaremos volviendo a la caverna, a la caverna ya sin luz”.

Desarrollo

Son temas centrales en el ámbito de la docencia: la educación, la ética, la política, la investigación; y


la educación como oportunidad y para ello la frase de Immanuel Kant, que en algún momento
recordamos impacta y al descubrirlo conlleva todavía más sentido profundo, de que “el ser humano
es lo que la educación hace de él”, y ese ser humano, para que la educación haga algo de él y
desarrolle lo que él es, puesto que la palabra “educación” significa algo que sale de nosotros, que
tiene que arrancar de nosotros. Y esto, esta educación nos viene, por supuesto, de la familia, del
ambiente, de la escuela, de los amigos, etcétera. Pero sobre todo tiene que venir de la escuela, tiene
que ser, tiene que brotar por parte de o de parte de profesionales de la enseñanza, de la educación,
para sacar lo que de alguna forma tiene que estar en nosotros mismos, que es ese progreso, ese
avanzar en, y también es un tema de Kant, en libertad.
Voy a decir un adjetivo un poco fuerte: “siniestras”, es la de meter en la cabeza de los estudiantes
determinados aprendizajes, determinados grumos mentales, como suelo decir, que impiden esa
fluidez de las neuronas, esa vida de las neuronas. Esa vida que es la libertad. Por eso una de las
enseñanzas fundamentales de la educación es dar pie a esa libertad, dar alimento a esa libertad y que
la mente del estudiante, que es tan, tan prodigiosa. Esto conlleva a no caer en una enseñanza
asignaturesco, o sea cuadriculante. Naturalmente que tenemos que aprender cosas y datos, y bueno,
hasta cierto punto, pero no es eso lo esencial de la educación. Lo esencial de la educación es la
fluencia que te hace ir abriendo el mundo como posibilidad, porque uno de los conceptos
fundamentales de la vida humana, de la inteligencia, de la educación, es el concepto de posibilidad,
que el mundo se te presente como posible. Si te lo dan ya realizado, cuajado, cuadriculado; el cual
matan tu curiosidad, tu creatividad… “La esencia de la educación es mostrar el mundo como
posibilidad”

Lo importante es tener muy claro unos esquemas en donde funcione eso que se llama la asignatura o
la materia que está estudiando. Pero esa materia tiene que ser algo móvil, algo dentro de, si estudias
Historia de la Filosofía, o historia de la educación, que no tengas que estudiar toda la Historia de la
Filosofía, o de la educación, sino que entres en la Filosofía, entres en la educación.

Porque una de las cosas que no es la Filosofía es la definición asignaturesca, es amor a la sabiduría.
Pues sino explica qué es el amor y qué es la sabiduría, está falsificando porque parece “El filósofo, el
amante de la sabiduría”. Pero ¿qué cosa rara es eso? Era deseos de entender. Filosofía, “filosoféin”,
Filosofía en griego era “tendencia, curiosidad hacia el conocer”, sea lo que sea, sea un libro, sea un
cuadro, sea una noticia, entender.

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Aníbal Altamirano. Síntesis e inspiración desde educadores como: Emilio Lledó (Filósofo-educador, miembro de la Real
Academia Española, desarrolló su carrera filosófica y educativa en Heideberg (Alemania), La Laguna, La UNED y Barcelona
(España). Autor de varios libros: Sobre la educación, Sobre la Libertad, Palabras en el Tiempo, Abecedario Filosófico, etc,.
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Y para eso, claro, tienes que tener una mente fluida, como ya los griegos, el río de Heráclito que fluye,
es bonito. Es hermoso que, en los principios de la filosofía griega, de los fragmentos que nos quedan,
porque claro, normalmente no se escribía, casi se hablaba. Por eso los poemas épicos estaban en
hexámetros, porque era una manera de conservar la memoria, el hexámetro, la medida, el verso,
digámoslo así, era una forma de mantener que la memoria pudiera funcionar.

Yo creo que sería importante que nuestros alumnos, los alumnos actuales, tuviesen consciencia de
que la asignatura no deja de ser una convención y que no hay unas fronteras establecidas que
separan la historia de la literatura, de la filosofía, incluso de las ciencias, sino que hay una fluidez y la
interrelación en el saber es total. Se debe entender en que los alumnos no tienen que saber poco,
basta con que sepan, que sepan y que tengan criterio. (Luis)

Se habla mucho, por ejemplo, del sentido crítico, siempre. Todos los sistemas educativos hablan del
sentido crítico de los alumnos. Pero claro, a veces eso queda muy vacío. ¿Cómo se podría enseñar a
ser crítico? ¿Piensas que eso se puede enseñar o no es posible?

“Crítico” tiene que ver con “krínein”, un verbo griego que significa “juzgar”. Juzgar es saber entender
tú lo que te están enseñando, o sea, poner tú ya una… estás empezando a sacar de ti. “Educare”,
“educere”, sacar de ti algo para captar eso que te ofrecen e internalizarlo, meterlo dentro de ti para
que, de alguna manera, te haga pensar, te haga juzgar, te permita entender, te permita saber. Por
eso la filosofía era sencillamente curiosidad por enterarse de algo y para saber también de paso quién
te manipula, quién te engaña, de qué, desde dónde habla ese que te está enseñando. Y, por eso el
profesor tiene que ser el maestro. En fin, molesta decirlo de una manera tan radical, pero es lo que
siento y así debe ser. Tiene que ser creador de libertad, porque enseñar esa libertad es dar pie a que
tú te conformes en el sentido de conformarse, de unir la forma de lo que te dicen con la tuya que va
saliendo de ti. Y esto es un principio fundamental, sobre todo en estos tiempos, en estos tiempos que
estamos viviendo muchas veces de los fogonazos, de las chispas. No vivimos en la horizontalidad de
la lectura, aunque no quisiera meterme ahora en el tema de la lectura, que es fundamental, para la
educación, sino que vivimos de chispazos de móviles. Muchas veces la información, que puede ser
útil, que es importante y que todos estos progresos de nuestra vida son progresos indudables, pero
progresos que pueden deteriorarnos, que pueden distorsionarnos, que pueden confundirnos y por
eso hay que leer, porque la lectura es otra cosa.

Es importante tener libros en nuestras bibliotecas, pero más que sean libros de vida, entonces esos
libros de vida acompañan en casa y reabren la memoria, estimulan la fluidez y piden que los leamos
muchas veces. A veces surge esa inquietud y curiosidad que Kant estaba molesto desde la esquina
donde están las obras, que dice: “Oye, …., que hace mucho que no me lees”. Es una broma que indica
cómo esta… Cómo el coger el libro, el tener el libro, el pasar la página, pasar el tiempo. Es el tiempo
que pasa con la página que vas pasando y en la que vas leyendo. Ese pasar el tiempo es algo esencial
en la vida, porque somos tiempo. Estamos atravesados por dos flechas, por la flecha de la
sensibilidad, del amor, de la tendencia hacia los demás, de la curiosidad y por la inteligencia, por el
lenguaje, por el logos, por la palabra. Por eso es importantísimo esa fluidez a lo que nos referíamos
antes de la palabra, que tiene que ser no una palabra cuadriculante, sino una palabra “aperturizante”,
valga la expresión.

Si la frase de Kant sobre que “el hombre es lo que la educación hace de él”, ¿qué podemos esperar un
poco, en general, de estos jóvenes en que el libro ha pasado a ser algo secundario?

Es que hay esa frase famosa, que viene rodando también por la historia, vamos a llamar cultura, que
es esta que “una imagen vale más que mil palabras”. Hoy, estamos siendo objetos de imágenes,
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que no es así. Que una imagen, si tú no eres palabra, si no eres lenguaje, si no tienes libertad, si no
sabes entender, una imagen no llega a impactarte, ni siquiera la vez, o la ves mal.

Tienes que traducirlo al lenguaje de la inteligencia. Claro, al lenguaje que eres, porque, además, una
de las cosas más hermosas de eso que se llaman los seres humanos, es que somos mamíferos que
mueven la lengua, que emiten un sonido que los griegos llamaron con esa expresión y se dice muchas
veces, en fin se piensa. Es una foné semantiké, un aire semántico, un soplo que indica vida.

Y que le da significado a la imagen. Emociona mucho lo de lengua materna. ¡Qué hermosa expresión!
Que alguien utilizó esa expresión. Seguro que está por los griegos. Pero bueno, no se quiere ahora
anticipar nada que no sabemos con seguridad, pero lo que sí que encanta, lo de materna, pues es una
cuna en la que nacemos.

El lenguaje, nacemos en él, en el lenguaje, el español, el alemán, el inglés, el japonés, el idioma que
sea. Hemos nacido por casualidad en él. No tenemos ningún mérito, por supuesto, porque no lo
hemos elegido. Pero el lenguaje en el que hemos nacido es eso, es la cuna, pero tenemos que
convertirlo en algo educativo. Y, le llamamos la lengua matriz, la lengua que somos. Hay un texto
hermoso de la filosofía griega que dice: “Habla para que te conozca, si estás atontado o si estás
curioso o si estás lleno de vida o si tienes ahí en la cabeza cuatro o cinco grumos pringosos
ideológicos que no te dejan que el pensamiento, como el río de Heráclito, fluya”. “Tenemos una
lengua materna y lengua matriz que nos define”

Claro, ahí estaría un poco, por acercarnos a una pequeña definición muy entrecomillas de educación.
¿Sería un poco el camino entre la lengua materna y la lengua matriz? (Letty)

Sorprende siempre que el gran bloque, el bloque más importante de filosofía de nuestra cultura,
fueran los diálogos de Platón. ¿Y por qué? Porque es que se hablaba, es un logos, que circula, que
fluye, que contrasta. Que, si yo te digo una opinión, tú me puedes decir: “Emilio, ¿pero estás seguro
de eso? Vamos a ver”. Y que la filosofía naciese, por muchas objeciones que se puedan hacer a Platón
y al idealismo, etcétera, naciese con más de docenas de personajes que aparecen en los diálogos de
Platón, hablando y acabando un diálogo, y dice: “Pues me he quedado todavía sin entender muy bien
qué era la felicidad”. “Pues mañana te lo digo”. Eso es prodigioso.

Hay algún diálogo, pero concretamente el de Hipias el Mayor, que dice: “Hemos estado hablando de
la belleza y a estas alturas no sabemos muy bien qué es la belleza”, y acaba, como dice la última línea
del Hipias el Mayor dice: “Sí, como dice el dicho, ‘Khal epa ta kala’, lo bello es difícil”. Es prodigioso
que acabe un diálogo, después de haber estado hablando sobre esto, resulta que no sabemos lo que
es la belleza, sí, pero es que lo bello es difícil, pero por eso tenemos que seguir pensando en ello: en el
bien, en la justicia y en la verdad. En el momento en que eso desaparezca de nuestro horizonte, casi
no merece la pena vivir.

Sí, eso decía Sócrates. Ese podría ser el papel de la filosofía en la educación, es decir, el darse cuenta
de que no existen logos estancos, sino que el logos es diálogo. Es necesaria apertura y es necesario
entrar en conversación con otros. Y ese es el papel, posiblemente, por lo cual hay que reivindicar un
poco cierto el papel para la filosofía en el sistema educativo, pienso, porque la lectura también es una
forma de diálogo. Quizá por eso es tan importante que nuestros niños y nuestros adolescentes y toda
la sociedad comprenda el valor de los libros.

Son una oferta de diálogo. Cuando leemos, es un prodigio gracias a la escritura, es un tema muy
importante en el que no podemos entrar. Gracias a la escritura, podemos dialogar con Cervantes y
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con Nietzsche y con Pico de la Mirandola, por ejemplo. Y esto, esta posibilidad de diálogo, de
aprendizaje continuo, es una cosa maravillosa. Leer El Quijote y no es exagerado siempre se aprende
cosas nuevas, siempre nos dialoga, El Quijote, cosas nuevas. A lo mejor se debe a la intuición, a la
genialidad de ese escritor que empezó diciendo “en un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero
acordarme”. El parlamento de Marcela es una de las páginas más extraordinarias de la primera parte
de El Quijote, que está lleno de páginas extraordinarias y es la mujer defendiendo su libertad y te
enriquece porque te hace hablar, te hace salir, te enriquece tu lengua matriz. Te hace salir de ti y a
salir de tu propio egoísmo, de tu propio yo. Y luego, también te sientes menos solo. A veces en la
docencia se les dice a los alumnos: “Leed porque algunas veces en la vida les irán las cosas mal,
estarán solos y encontrarán en los libros un compañero fantástico y siempre, si encuentran un libro
que les ayude a salir de la melancolía, de la tristeza, eso ya solo es un valor inmenso”.

Lo que somos es lenguaje, es creatividad, lenguaje que puede ser el lenguaje pictórico de verdad,
pero sobre todo somos logos, logos dialogante, que necesita dialogar porque muchas veces las
ideologías nos secan, nos resecan. Tenemos esos grumos metidos en la cabeza y todo el lenguaje que
aprendamos, que leamos, que experimentamos, que nos habla, a lo mejor nos resbala también, por
lo tanto, estamos cortando por la mitad el acto, el diálogo. “Dia” ese prefijo es circular, seguir, seguir
en el tiempo, porque estamos enganchados, por suerte, bueno, cuando se tiene cierta edad ya no es
por suerte, en esa flecha del tiempo. “Si un país quiere progresar hacia la justicia, tiene que recordar”

Pero es maravilloso que tenemos la memoria, que somos memoria y por eso hay que defender
también la memoria y un país, si quiere progresar hacia unos ideales de justicia, tiene que poner la
memoria por delante. Tiene que recordar, y claro, que no le falsifiquen la memoria, que también eso
puede ocurrir y no tanto por la maldad de unos señores que quieren, no porque ya ellos están, porque
eso es grave, ¿eh?, a fuerza de crear mentiras, uno acaba creyéndoselas.

Uno se “mentirifica”, valga la expresión, se convierte en una mentira. Y eso es la muerte, será la
aniquilación. Y uno puede estar en vida y estar muerto, estar aniquilado, finiquitado o finado.

No se puede renunciar a la verdad. En absoluto. Incluso la propia relación entre los seres humanos.
No renunciemos a que el otro… si el otro nos miente, no nos gusta. Queremos que nos diga la verdad.
Además, el término, la palabra “verdad”, tiene que ver con lo no oculto. Alétheia. Es otra raíz, la
griega, distinta de la veritas, la verdad latina. La alétheia es como si la vida fuera presentándote un
universo en el que tienes que ir descubriéndolo. Y esa es la verdad. (Rubby)

Un universo relativamente oculto, tienes que vivir, tienes que andar, tienes que caminar por tu propia
experiencia, porque la esencia también de esa verdad, por eso no hay muchas verdades, hay unas
cuantas verdades. No hay unos cuantos aires, unas cuantas aguas, no hay unas cuantas verdades,
unas cuantas bellezas. Hay múltiples bellezas, por supuesto, pero todas tienen una estructura
determinada de dialogar y de justicia. Qué duda cabe que hay que tender a esos ideales y, por lo
tanto, la verdad puede parecer múltiple, pero la verdad sobre esa proyección de tendencia a la
igualdad, tendencia al progreso, tendencia hacia la vida, tendencia a la solidaridad.

A ese término maravilloso de la filosofía griega, “philanthropia”, esta aparece por primera vez, creo,
en un texto de Aristóteles. El amor al ser humano, philanthropía, filos, igual que filosofía, filantropía.
Hay que amar. Y en ese amor que suena un poco, puede parecer, no lo creo, puede parecer utópico,
en ese amor hacia la igualdad y hacia la verdad y hacia la justicia, tenemos que seguir instalados, por
muchos tropiezos que demos y por eso tenemos que procurar que nuestro pensamiento fluya y que
esté dispuesto a aceptar no cualquier verdad, sino lo que es la verdad.

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Porque la verdad es “phainomenon agathon”, como el bien también, “phainomenon alétheia”. Es una
verdad que se te presenta, pero que tiene que coincidir de alguna forma con esos ideales a los que
nos estamos refiriendo. Y que me parece que dan sentido a la existencia humana.

No es lo mismo libertad de expresión que libertad de pensamiento. Sin duda. Ahora estamos,
insistimos, continuamente. Hay que poner sobre la mesa, la libertad de expresión. Pero la libertad de
expresión, es verdad que eso es importantísimo en una cultura democrática, pero eso no es lo más
importante. Lo más importante es la libertad de pensamiento, porque si lo que tú dices no son más
que majaderías o no te criticas a ti mismo para no decirlas, ¿qué importa la libertad de expresión si lo
que expresas no vale para nada y no crea libertad, no crea pensamiento? Si esa lengua matriz que tú
eres, que tienes que serlo, habla para que te conozca, se ha quedado coagulada, paralizada en un río
helado. Esa es una de las cosas más importantes porque estamos tan informados hoy, lo cual es una
ventaja. Pero hay que saber informarse. Exacto. Y que no te engañen. Sí, intentarlo al menos. Y, hay
que pensar siempre que nuestro lenguaje, que la lengua magnífica en la que hemos nacido tiene que
fluir siempre por ese lenguaje matriz. Por eso que, con toda la modestia, sin querer sentar cátedra de
nada, uno tiene que tener su propio pensamiento e incluso tener un poco precisamente, porque
estamos en un mundo tan superinformado, que es maravilloso, pero claro, puede haber el peligro de
que se nos hielen esas informaciones y no sepamos, no veamos la vida, el tiempo, el discurrir del río,
de nuestras verdaderas intenciones, de las verdaderas intenciones de los políticos que nos pueden
enseñar o que nos pueden corromper.

¿Cuál sería la cualidad fundamental de un buen maestro? ¿Qué es aquello que debe tener un maestro
para serlo? Hay una cosa que siempre nos gustas decir, que decía Nietzsche. Que decía que “un
maestro es aquel que enseña a su discípulo a abandonarlo, o sea, a seguir su propia libertad”. Lo que
tienes que tener es amor a lo que haces. Esto suena así, un poco pomposo, pero creo que se
entiende… Bueno. Es que quieras a las personas que están delante de ti formando esa pequeña
comunidad de la clase. Tú tienes que dar amor e interés. Por eso se debe estar totalmente en
desacuerdo y más cuando lo dicen los políticos: “El maestro tiene que dar autoridad”. Eso es
absolutamente falso. La autoridad se da…“El buen profesor tiene que ofrecer interés por lo que
enseña, libertad y vida”. Se da con el interés, el amor a aquellos a los que enseñas, que al mismo
tiempo te enseña en su preguntar y el interés, porque eso que enseñar es darles libertad y darles vida.
Por eso es importante que los estudiantes de hoy sean capaces de entusiasmarse por lo que
aprenden y quitarles de la cabeza, porque algunas universidades, se oye alguna vez: “Estudie usted
en esta Universidad, que nada más que acabe encontrará trabajo”. Eso es la muerte de la vida
universitaria. La muerte del conocimiento, la muerte del saber, la muerte -valga la redundancia- de la
vida.
Hay una famosa frase de Walter Benjamin 2, lo dice, es un texto precioso. Sobre la vida de los
estudiantes: “El obsesionar a los muchachos con ganarse la vida cuando están estudiando, no,
déjalos…”. Es la mejor manera, dice textualmente, de perderla. Porque después ya te cambiará la
vida, ya te espabilarán. Lo que hace a un maestro es que veas la pasión y que te abre los ojos, que te
enseñe, te abra los horizontes. Todos hemos tenidos maestros memorables, que todos tenemos
alguno, uno, afortunadamente es el que te abre los ojos, te das cuenta tú de que tu visión, tu
horizonte, es todavía demasiado estrecho, que aún puede ser más ver más lejos, que las posibilidades
que existen se abren, que hay libros que leer, cosas que hacer, pensamientos que pensar o repensar.
Que entrega amor, interés, despertar el interés, descubrir la belleza. (Gabriela)

“No podemos renunciar a buscar el bien, la belleza, la justicia y la verdad”. Todo esto tiene que ver
efectivamente con un texto de Aristóteles, está bien, se me ocurren de pronto los griegos, pero es
2
Un filósofo, crítico literario, traductor y ensayista alemán de origen judío. Fecha de nacimiento: 15 de julio de 1892,
Berlín, Alemania Fallecimiento: 26 de septiembre de 1940, Portbou, España.
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que es interesante que podamos seguir dialogando con cosas que vienen, con textos que vienen o por
lo menos en las ediciones modernas, de hace 25 o 26 siglos. Bueno, pues uno de esos textos, dice
Aristóteles, que “todos los seres humanos tienden al bien”. “Al bien”. Y leyéndolo, siguiendo, dice:
“Claro, que el bien es un bien “phainomenon agathos”, un bien que se te presenta, que se te aparece
como bien”. Y entonces lo que yo creo, y esa es la genialidad de Aristóteles, que es esto del bien. A lo
mejor nos han empezado a enseñar un bien aparente. “El hombre es un lobo para el hombre”, decía
Hobbes. A pesar de la violencia que veamos y que nos desconcierta y que nos descontrola y nos
aturde, claro, hablar del bien en un mundo que, si coges el periódico y ves la cantidad de violencia que
está pasando en el mundo. O sea, el 80% es provocarnos esos sentimientos de solidaridad, que es
maravilloso y que hay que tener. Pero casi nadie nos explica por qué hay guerras. ¿Por qué ocurre
eso? Nadie, eso se da como un hecho. Y, claro, provoca esas emigraciones tristísimas. Pero el bien de
una sociedad hacia el futuro no es que el hombre sea un lobo para el hombre. La tendencia al bien
está dicho en la mejor tradición filosófica. La tendencia al bien en los seres humanos. Por eso
tenemos amor. El amor es “sympatheia”, es sentir con el otro, estar con el otro y eso es algo
fundamental en la vida, la idea de bien. Porque ya desde los principios de la filosofía se nos dijo que
había unos elementos, eso es una intuición preciosa, que conocemos de sobra, de los presocráticos,
que era el principio, era el aire, el agua, la tierra, la luz. El fuego. Bueno, pues al lado de los elementos
fundamentales de la realidad, la materia, lo que somos, el cuerpo, la materia que somos, que nos
constituye, hay, además, la cultura que ha creado desde esos principios, eso que se llama, con más o
menos propiedad, cultura occidental, ha creado unos conceptos al que nos referimos: el bien, la
belleza, la justicia, la verdad. Y ese es un horizonte al que no podemos nunca renunciar. Las grandes
cosas que se han hecho, en la vida, se han hecho siempre con un punto de utopía. Hay que ser
verdadero, hay que ser justo. Hay que tender hacia la belleza, hacia la bondad, por mucho que esto
suene a utopía, pues que suene, que siga sonando, porque el día en que no suene, estaremos
volviendo a la caverna, a la caverna ya sin luz. Ni siquiera platónica. Una caverna sin imágenes. O sea,
que, a los alumnos, hay que enseñarles que hay que buscar el bien, aunque no sepan siempre lo que
es. Y no dañar a los demás. Eso tiene que ver con lo que hemos hablado hace un momento.

Otros de los fines de la educación es crear una igualdad de oportunidades dentro de lo posible en una
sociedad en la que inevitablemente hay diferencias biológicas, a veces son económicas, pero la
educación debe intentar ayudar, a que las personas puedan encontrar su camino, cualquiera sea su
situación, su punto de partida. Porque el dinero no puede mandar distintos tipos de educación.
El futuro de la humanidad dependerá de cómo la humanidad se eduque a sí misma, en gran parte,
cómo se vaya educando. Eso, es ser optimista. “Optimus” tiene que ver con bien. A pesar de todo, a
pesar de la melancolía que muchas veces te hunde al ver las noticias, estemos escribiendo, pensando
determinadas cosas y, pero ¿en qué país estamos? ¿Cómo es nuestro país…? Cuando abres el
periódico y ves toda esta cantidad de cosas tristes, de cosas negativas, de cosas falsificantes, de
crímenes o lo que sea. ¿Cómo es posible que esto sea posible? Pero, aun así, hay también algo que te
abre hacia un futuro de esperanza, porque la esperanza, el esperar, es el esperar, en todo eso que
hemos estado comentando de alguna manera, el esperar es la posibilidad, es el fluir, es el tiempo. A
pesar de todo, porque hay tantas cosas positivas en nuestro mundo y tanta, precisamente lo que
podría parecer, que se critica excesivamente, la posibilidad de información es magnífica, pero la
posibilidad de información tiene también que abrirse a unas determinadas críticas o evoluciones para
que también se crea, se sienta, se perciba, se entusiasme uno con ese horizonte de futuro que está en
el ser humano también. Por eso un educador está totalmente en desacuerdo con la frase famosa de
que “el hombre es un lobo para el hombre”.
“A pesar de las noticias debemos mantener la esperanza”.

Volver al pasado, se recuerda tristezas, alegrías, esperanzas, desesperanzas, consejos que hemos
dados a los niños. Y, creo que la alegría y la esperanza fue algo que movió siempre, toda nuestra vida.
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Se tiene momentos duros, la alegría siempre vence. Spinoza, nos da una linda lección: “No es la
Filosofía una reflexión sobre la muerte, sino sobre la vida”. Emociona siempre esta frase famosa de
Spinoza, de que vivir no es una reflexión sobre la muerte, sino sobre la vida. Y entonces es porque la
vida se presenta construible y vivible a pesar de todos los pesares. Entonces, junto a ello está la
pregunta ¿cómo podríamos decir qué es la felicidad? ¿Qué sería la felicidad? Ocurre lo que decíamos
antes a propósito de los diálogos de Platón. Vamos a culminar esta reflexión diciendo que la
“eudaimonía” es difícil. “Eudaimonía”, la palabra felicidad viene del griego “eudaimonía”. O sea, un
prefijo “eu”, que significa bien y “daimon” era, de ahí ha venido la palabra “demonio”, pero que no
tiene que ver nada con ese daimon griego.

Era un diosecillo, alguien misterioso que te quería, que te miraba, porque los griegos debieron de
pensar: “¿Por qué esa gente tan rica y esa gente tan pobre? ¿Qué daimon han tenido para que ellos
sean ricos y nosotros no?, ¿cuál es nuestro daimon que no nos ha querido?”. Eudaimonía era eso. El
buen daimon, el buen diosecillo que nos ha regalado la vida. Y ese buen diosecillo está en nuestra
esperanza, en nuestro futuro, en nuestra educación, en nuestro diálogo, en nuestro fluir. Y que la
eudaimonía, la felicidad, tiene que estar siempre llena de esperanza y la esperanza tiene que estar
llena de posibilidad, no de la realidad que te cuajen en tu esperanza: “Tienes que hacer esto o lo
otro”, sino una realidad, una esperanza que es felicidad porque se presenta como posibilidad, como
apertura. Lo posible es lo que puede ser, a pesar de que el mundo esté lleno, por desgracia, muchas
veces, de no poder ser, pues hay que luchar por el poder del ser, no solo el poder del estar, sino el
poder del ser que empieza en uno mismo. Puesto que hay esa posibilidad de que la eudaimonía, la
felicidad, es difícil y hay que seguir luchando por ella. Nos quedamos con “luchar por la felicidad,
siempre”. (Yasmin)

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