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Tema 1. Evaluación e Intervención en Déficits en Habilidades Sociales. 1parte
Tema 1. Evaluación e Intervención en Déficits en Habilidades Sociales. 1parte
Ávila
Santa Teresa de Jesús
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Evaluación e Intervención en Psicología de la Salud infanto-juvenil
Índice
1.2.Mutismo selectivo
1.2.1.Evaluación del mutismo selectivo
1.2.2.Tratamiento del mutismo selectivo
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Tema 1. Déficits de habilidades sociales. 1ª Parte
caracterizan por una evitación del contacto social con otros sujetos. Estos
comportamientos están relacionados con los estilos de interacción inhibido y agresivo,
que dan cuenta de habilidades sociales deficitarias. En muchas ocasiones, estos déficits
en las habilidades sociales pueden conllevar la presencia de trastornos psicopatológicos
en la vida adulta, aunque no se descarta la posición de que los déficits en las habilidades
sociales pueden ser tanto una causa, efecto o concurrentes en la aparición de un trastorno
psicológico. Se han identificado ciertos factores de protección ante estresores ambientales
que disminuyen la aparición de problemas psicosociales en la infancia y adolescencia,
entre los que se destacan la competencia y el apoyo social, el empleo del tiempo libre y
adecuadas estrategias de afrontamiento. Respecto a la competencia y el apoyo social, se
considera que las habilidades sociales son un medio excepcional de protección y
promoción de la salud. Desde estos planteos, la eficaz interacción con los otros permitiría
a los niños y adolescentes responder de modo positivo ante situaciones de estrés, por lo
que determinadas competencias como hablar con pares no conocidos, expresar emociones
positivas, establecer conversaciones con pares y adultos, practicar habilidades sociales de
elogio, entre otras, pueden convertirse en factores protectores de la salud (Betina Lacunza
& Contini de González, 2011).
1.1.TIMIDEZ
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Tema 1. Déficits de habilidades sociales. 1ª Parte
interactúan poco con sus iguales y mantienen relaciones insuficientes y/o insatisfactorias
con ellos, permanecen mucho tiempo solos, se aíslan de los demás, exhiben un estilo
pasivo e inhibido de relación y sufren de ansiedad social (temor en las situaciones sociales
y miedo a la evaluación negativa), por lo que evitan activamente distintas situaciones
sociales de su vida cotidiana. Hay que tener en cuenta que la conducta tímida puede
contemplarse a lo largo de un continuo, donde existe una graduación en el nivel de
gravedad, encontrándonos desde problemas leves y moderados hasta trastornos mucho
más serios. Hemos de puntualizar que, en principio, nos vamos a referir a problemas de
timidez que no cursan con ansiedad clínica. En la timidez el grado de malestar puede ser
fuerte, existe una notable incomodidad, pero, inicialmente, no es incapacitante, ya que no
interfiere gravemente con el progreso académico y la adaptación social del niño. Es esto
precisamente lo que la diferenciará de otros problemas que sí conllevan deterioro de las
actividades del individuo o malestar clínico significativo, como es el caso de la fobia
social. Es muy difícil hacer una descripción de la timidez ya que existen niños tímidos
con sus peculiaridades y características concretas.
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c) Problemas relativos al concepto de sí mismo y a la afectividad. Los niños tímidos
pueden presentar, entre otros problemas, bajo concepto de sí mismos, autoestima y
autovaloración negativas, tendencia a subestimarse, sentimientos de inferioridad, alto
grado de autoexigencia y autocrítica, hipersensibilidad, sobre emocionalidad, depresión
e indefensión, preocupación, culpabilidad, atribuciones inexactas y autopercepción
negativa de su propia competencia social.
La creencia, bastante asumida, de que la conducta socialmente inhibida del niño es algo
temporal y pasará y mejorará con el tiempo y la edad, es una creencia infundada que ha
de abandonarse porque no se sustenta con datos empíricos. Más bien al contrario, la
evidencia empírica acumulada en los últimos años afirma que la timidez y el retraimiento
social en la infancia tienen consecuencias negativas para el sujeto conforme avanza hacia
la vida adulta. Los principales hallazgos de los estudios longitudinales evidencian que el
retraimiento social en la infancia es un factor de riesgo, ya que predice problemas
posteriores de naturaleza interna (problemas emocionales, problemas de personalidad).
Existe un lazo entre retraimiento social y dificultades internalizadas. Los hallazgos
obtenidos hasta el momento permiten señalar que el retraimiento social en la infancia:
En suma, puede afirmarse que la timidez extrema puede ser indicativa de problemas
actuales y, si no se interviene de forma preventiva, puede conllevar futuros trastornos.
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• Cuestionarios
Procedimientos sociométricos
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hacer un trabajo juntos. Este procedimiento nos permite obtener el estatus de elecciones
de cada sujeto (número de elecciones que recibe) y el estatus de rechazos (número de
rechazos).
b) Puntuación por los iguales: Esta técnica consiste básicamente en que cada
sujeto puntúa y valora a todos sus compañeros del grupo. A cada alumno se le da una lista
de sus compañeros y se le pide que, de acuerdo con un criterio específico (por ejemplo,
cuánto te gusta jugar con..., cuánto te gusta trabajar con..., cómo te cae...), les califique
mediante una escala Likert de 3 a 7 puntos. Se evalúa así la «aceptación media» del sujeto
por el grupo de iguales.
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• Observación directa
• Autoinformes/Entrevista
Autoinformes estructurados
Evalúa el estilo de interacción, es decir, las conductas asertiva, pasiva y agresiva en niños
y jóvenes a partir de los 6 años y consta de una serie de ítems en los que se describe una
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situación interpersonal y se dan 3/5 alternativas de respuesta (una de las alternativas es
asertiva y las otras son inhibidas o agresivas).
Es un cuestionario que consta de 92 ítems con dos categorías de respuesta (Sí o No) que
se aplica a jovenes de 11 a 19 años. Evalúa las siguientes dimensiones de conducta social:
consideración con los demás, autocontrol en las relaciones sociales, retraimiento social,
ansiedad social-timidez y liderazgo. Contiene también una escala de sinceridad.
Es una adaptación del cuestionario de adultos hecha para niños de 9 a 15 años, que se
aplica de forma individual o colectiva. Comprende dos escalas, una de rasgo (evalúa
dimensión estable de personalidad, tendencia) y otra de estado (ansiedad situacional
actual). Consta de 40 ítems referidos a situaciones en las que los niños suelen mostrar
ansiedad.
Estas intervenciones parten del axioma, actualmente aceptado, de que las habilidades
sociales son comportamientos fundamentalmente aprendidos y, por ello, se plantean
propuestas de aprendizaje y de modificación de conducta. Este tipo de estrategias se han
etiquetado como “Entrenamiento en habilidades sociales” y ha recibido un notable
impulso en los últimos años, de tal manera que, cualquier autor que proponga una
intervención psicológica sobre la timidez o el retraimiento social llevará asociado un
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Tema 1. Déficits de habilidades sociales. 1ª Parte
Propuesta de tratamiento
a) Características generales
Es un tratamiento que consta de diversos componentes, siendo el principal “El
entrenamiento en habilidades sociales”, junto a programas de autoestima,
reestructuración cognitiva y reducción de la ansiedad (cuando exista). Es un
programa de aprendizaje de conductas apropiadas. Se utilizan técnicas y
estrategias conductuales y cognitivas, tanto en la enseñanza del comportamiento
motor (contacto visual, comunicación no verbal, etc.) como en la enseñanza de
los comportamientos cognitivos (autoinstrucciones positivas) y afectivos
(expresión de emociones). La aplicación ideal del programa se realiza con una
total coordinación del psicólogo, la escuela y la familia (padres, hermanos,
abuelos, etc.).
b) Objetivos del tratamiento
Desarrollar las conductas de interacción social. Reducir la ansiedad en las
relaciones sociales. Aumentar la autoestima. Mejorar el estilo cognitivo.
c) Habilidades que potencia el tratamiento. Las habilidades que se quiere desarrollar
han de ser determinadas después de la evaluación y estudio de cada caso concreto.
Están divididas en cinco categorías: 1) iniciación y respuesta en las iniciaciones,
2) participación en juegos y actividades, 3) conversaciones, 4) asertividad y 5)
autoconcepto y autoestima.
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necesario cuidar al máximo los componentes del grupo de tal manera que incluyan niños
tímidos con niños socialmente hábiles a fin de servir de modelos. Es conveniente no
utilizar ni amigos ni hermanos para no reproducir roles dentro del grupo de terapia. Los
escenarios han de ser diversos y reales y el número de sesiones variará según los casos.
En general se realizarán entre 15 y 20 sesiones de una hora de duración una o dos veces
a la semana.
e) Técnicas de intervención
Las técnicas que han demostrado ser eficaces en los estudios empíricos y en problemas
semejantes son: Desensibilización sistemática. Entrenamiento en autoinstrucciones.
Exposición. Retroalimentación. Instrucción verbal, diálogo y discusión. Modelado
(simbólico, en vivo). Práctica (representación de papeles, en vivo). Reestructuración
cognitiva. Refuerzo. Relajación. Solución de problemas cognitivo-sociales. Tareas para
casa. Terapia racional emotivo-conductual.
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sujeto. Así, se ha podido constatar cómo entre sus efectos desadaptativos se hallan los
generados por el aislamiento, el olvido y/o rechazo a veces acompañado de burla por parte
de sus compañeros; déficit y/o carencias de los repertorios básicos de conducta
implicados tanto en las habilidades sociales necesarias para la defensa de los propios
derechos como en el inicio, mantenimiento y/o recuperación de una interacción social o,
por citar alguno más, las implicaciones que conllevan los déficits instrumentales
generados por la carencia o reducción a mínimos del rendimiento escolar. Ejemplos en
este último sentido son la disminución drástica de oportunidades laborales o la reclusión
de los sujetos en aulas o centros específicos de educación especial que, a su vez, aún
limitan más sus posibilidades de incrementar sus repertorios básicos de conducta.
Criterios diagnósticos
• El DSM-5 especifica que, para establecer el diagnóstico, la ausencia específica del habla
debe estar presente por lo menos durante un mes. Esto no aplica al primer mes de escuela,
debido a que muchos niños se tornan silenciosos cuando enfrentan una situación nueva,
como lo es el ingresar a la escuela.
• Por último, la ausencia de habla del niño debe interferir con el funcionamiento cotidiano:
la ausencia de habla entorpece la capacidad del niño para desenvolverse en la escuela o
en las interacciones sociales.
Factores de riesgo
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situaciones. Al igual que en la mayoría de los trastornos psiquiátricos, se hipotetiza una
interacción entre factores genéticos, temperamentales, del neurodesarrollo y ambientales,
que son resumidos a continuación:
• Factores del neurodesarrollo. Los niños con MS tienen mayores tasas de trastornos del
neurodesarrollo. Los más prevalentes son los trastornos del habla y del lenguaje, pero los
trastornos de la eliminación y retrasos motores también son frecuentes. Existe una leve
superposición con el trastorno del espectro del autismo y la discapacidad intelectual,
aunque la mayoría de los niños con MS tienen un CI en el rango promedio.
De hecho, los padres pueden desconocer que el niño no habla en la escuela. La evaluación
generalmente incluye una combinación de entrevistas de diagnóstico y cuestionarios
completados por los padres y educadores, y observaciones del comportamiento del niño.
A los niños mayores se les puede pedir que asientan a las preguntas, o que completen
cuestionarios escritos. Algunos niños pequeños con MS (de 4 a 5 años de edad) son
capaces de completar “mapas de habla”, con la ayuda de uno de los padres. Sin embargo,
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el grado en que los niños con MS transmiten información en esta nueva y estresante
situación, con adultos desconocidos, es bastante variable, y no es esencial para el
diagnóstico. La entrevista y la observación de la conducta espontánea del niño son
primordiales para el diagnóstico del mutismo selectivo. Además, existen algunos
cuestionarios que nos ayudan a discriminar su existencia.
• Cuestionarios
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negativa a hablar se da únicamente cuando no se le insiste (es decir, hablas si se le insiste)
o siempre, aunque se le insista, así como el número de veces que se ha observado.
• Entrevistas
• Tratamientos psicosociales
En general, las intervenciones son multidisciplinarias, y se centran en disminuir la
ansiedad, aumentar el habla social, y mejorar el impacto negativo en el funcionamiento
relativo al MS.
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• Es necesaria una extensa participación y coordinación con los educadores, dado que los
niños con MS tienden a ser más sintomáticos en la escuela. Para esto, se utiliza la
psicoeducación sobre el MS, y tareas de exposición gradual simples.
• Debido a que los niños con MS suelen no hablar a su terapeuta, es vital generar
estrategias que aseguren el involucramiento temprano del niño. Es fundamental buscar
información sobre lo que realmente le gusta al niño, utilizar juegos favoritos divertidos y
actividades lúdicas, y elegir recompensas atractivas.
• Una meta principal del tratamiento es disminuir la ansiedad sobre hablar, al reducir la
presión para hablar y aumentar la comodidad, al no esperar, por ejemplo, que el niño mire
directamente al terapeuta. Este comportamiento puede parecer una intervención
paradójica, y que trabaja contra el objetivo último de aumentar el habla. Sin embargo, se
ha observado que esto es crucial para que los niños con MS se relajen, y se involucren en
comunicación con personas desconocidas en una situación nueva.
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La intervención basada en el hogar y en la escuela para el MS, desarrollada por
Hanne Kristensen y colaboradores
Este tratamiento comienza en casa, donde el niño se siente más cómodo y donde es más
probable que comience a hablar, y se extiende a la escuela donde los síntomas son más
graves. Este enfoque podría ser particularmente útil en áreas rurales o donde no hay
acceso a servicios de salud especializados ya que un educador u otra persona clave puede
llevar a cabo la intervención bajo la supervisión de un profesional.
• Terapia farmacológica
El uso de fármacos en niños con MS es en gran medida desaconsejado, dada la escasez
de evidencia empírica; la terapia farmacológica debe ser consideraba solamente en
circunstancias muy especiales. Los fármacos utilizados se basan en gran medida en la
extrapolación de resultados del tratamiento en otros trastornos de ansiedad. Es importante
reconocer esta realidad y explicar las razones para el uso de los fármacos, por ejemplo,
ausencia de respuesta al tratamiento psicológico, o el fuerte vínculo entre el MS y el
trastorno de ansiedad social. Esto a menudo hace que las familias se pregunten si vale la
pena arriesgarse a los posibles efectos adversos de los fármacos. Sin embargo, hay un alto
riesgo de que el funcionamiento social y académico empeore si el MS no es tratado
eficazmente, y la terapia farmacológica tiene el potencial de mejorar estos resultados en
el funcionamiento. Si la ansiedad disminuye con los fármacos, algunos niños progresan
más rápidamente con el tratamiento psicosocial. También es reconfortante para la familia,
si se les indica que la respuesta al tratamiento farmacológico (tanto positiva como
negativa) y los efectos secundarios serán supervisados de cerca, y que el plan es suspender
el fármaco una vez que el niño hable normalmente en la mayoría de los contextos.
Tomando como base esta definición, hay que tener en cuenta los siguientes aspectos sobre
el TEA:
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• Se manifiesta de manera distinta en cada persona. Esta variabilidad del TEA implica
que no hay dos personas con autismo que sean iguales, aunque compartan los criterios
diagnósticos y las áreas nucleares que definen el trastorno (comunicación social y
flexibilidad). Estas variaciones se producen no sólo por las propias características del
TEA, sino también en función del propio desarrollo personal y de los apoyos que pueda
tener la persona, así como de si presenta o no discapacidad intelectual asociada y también
de su nivel de desarrollo del lenguaje.
Las personas con TEA presentan alteraciones en las habilidades de comunicación verbal
y no verbal. Por lo que respecta a las primeras, hay quienes no emplean ningún tipo de
lenguaje oral y requieren el apoyo de Sistemas Alternativos de Comunicación (sustituyen
al lenguaje oral cuando éste no es comprensible o está ausente) o de Sistemas
Aumentativos de Comunicación (apoyan al lenguaje oral, como los pictogramas).Pero
también hay quienes, teniendo habilidades lingüísticas formales adecuadas, encuentran
dificultades para utilizarlas en una comunicación recíproca o en el contexto social en el
que son necesarias. De ahí que, para algunas personas con TEA, el lenguaje oral sea, a
veces, un recurso difícil de comprender y de utilizar.
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ocular o la postura corporal. Esto hace que pierdan mucha información relevante para la
comunicación y que, en ocasiones, puedan verse envueltas en situaciones de
malentendido. Estas dificultades de comunicación verbal y no verbal se manifiestan en
aspectos relacionados tanto con la comprensión como con la expresión de los diferentes
elementos que participan en estos procesos.
En cuanto a la comprensión, las personas con TEA pueden tener problemas para:
• Extraer el significado completo de una frase, aunque comprendan qué significan todas
las palabras de manera independiente.
En cuanto a la expresión, las personas con TEA pueden presentar dificultades para:
• Proporcionar información “de contexto” que ayude al interlocutor a saber qué está
contando la persona o a qué está haciendo referencia.
• Identificar los temas que son adecuados en función del contexto o del interés de la
persona con la que se habla.
• Elegir temas de los que “hablar por hablar”, para mantener una charla social.
Por lo que respecta a las habilidades para la interacción social, algunas personas con TEA
pueden tener dificultades para relacionarse con los demás, comprender el entorno y
desenvolverse en determinadas situaciones sociales.
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Tema 1. Déficits de habilidades sociales. 1ª Parte
• Dificultades para comprender las reglas sociales “no escritas” que regulan las relaciones
interpersonales. Por ejemplo, saber qué distingue las interacciones con personas
conocidas y desconocidas, y manejar la situación en función a estas diferencias.
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La gravedad se basa en deterioros de la comunicación social y en patrones de
comportamiento restringidos y repetitivos.
C. Los síntomas han de estar presentes en las primeras fases del período de desarrollo
(pero pueden no manifestarse totalmente hasta que la demanda social supera las
capacidades limitadas, o pueden estar enmascarados por estrategias aprendidas en fases
posteriores de la vida).
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Nota: A los pacientes con un diagnóstico bien establecido según el DSM-IV de trastorno
autista, enfermedad de Asperger o trastorno generalizado del desarrollo no especificado
de otro modo, se les aplicará el diagnóstico de trastorno del espectro del autismo. Los
pacientes con deficiencias notables de la comunicación social, pero cuyos síntomas no
cumplen los criterios de trastorno del espectro del autismo, deben ser evaluados para
diagnosticar el trastorno de la comunicación social (pragmática).
Las deficiencias graves de las aptitudes de comunicación social verbal y no verbal causan
alteraciones graves del funcionamiento, inicio muy limitado de las interacciones sociales
y respuesta mínima a la apertura social de otras personas. Por ejemplo, una persona con
pocas palabras inteligibles que raramente inicia interacción y que, cuando lo hace, realiza
estrategias inhabituales sólo para cumplir con las necesidades y únicamente responde a
aproximaciones sociales muy directas.
M-CHAT.
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La “Checklist for Autism in Toddlers” (Lista de verificación de autismo en niños
pequeños, CHAT por sus siglas en inglés) se evaluó en estudios de investigaciones y
cumplió con los criterios de efectividad. El test M-CHAT (modificado) consiste en un
formulario con 23 preguntas referidas al comportamiento del niño que deben contestar
los padres. En caso de que haya dos cuestiones o más en las que el niño no se ajuste a la
respuesta de protocolo, y en función de estos ítems son o no claves, se prescribiría la
indicación de una exploración especializada con el fin de confirmar o descartar un
trastorno del espectro autista (TEA). Se utiliza para niños y niñas entre los 16 y 30 meses
de edad, la respuesta a los ítems es SI/NO y no dura más de 10 minutos. (Robins, Fein,
Barton y Green, 2001).
ADI-R.
ADOS-G.
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verbales hasta adultos verbales. (Lord, Rutter, Lambventhal, Pickles Di Lavore y Risi,
2000).
PL-ADOS.
SCQ.
Social Communication Questionnarie (Rutter, Bayley, y Lord, 2010). Ofrece una forma
rápida, fácil y económica de detectar de forma rutinaria los trastornos del espectro autista.
El Cuestionario de la comunicación social evalúa las habilidades comunicativas y de
interacción social y ofrece una descripción de la gravedad de los síntomas que orienta
para la derivación a un diagnóstico formal. El SCQ es ampliamente utilizado como un
filtro para el diagnóstico de un TEA. Fue diseñado como una versión de cuestionario
ADI-R en la que los cuidadores pueden calificar las características de desarrollo del
individuo (que se usarían para respaldar un diagnóstico) o las características actuales (que
se usarían para respaldar una evaluación de las dificultades actuales).
• Observaciones estructuradas.
Por otro lado, tenemos las observaciones estructuradas del niño, es decir, las guías para
realizar observaciones sistemáticas de conducta:
B.R.I.A.C.C.
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Consiste en ocho subescalas completadas por un examinador capacitado que ha
observado al niño durante un período extenso de tiempo. Las observaciones conducen a
clasificaciones descriptivas para cada subescala dentro del rango característico de un niño
de desarrollo típico, de 3 a 5 años de edad aproximadamente, en comparación con aquellas
que son características de un niño con autismo severo.
B.O.S.
C.A.R.S.
CARS (The childhood autism rating scale) de Eric Schopler. La Escala de nivel de
autismo en la niñez (CARS por sus siglas en inglés) es una prueba que combina los
informes de los padres y la observación directa por parte del profesional. Entre los
instrumentos de evaluación de autismo la CARS aparenta tener una combinación
aceptable de factibilidad y apoyo de investigaciones. Puede ser útil como parte de la
evaluación de niños con posibilidad de autismo en una variedad de ambientes, incluyendo
los programas de intervención temprana, programas de desarrollo preescolares y centros
de diagnósticos de desarrollo. Debido a que da un nivel de gravedad de síntomas también
puede ser útil para la supervisión periódica de niños con autismo y para evaluar los
resultados a largo plazo. Es muy importante que los profesionales que utilizan la CARS
tengan la preparación adecuada para implementarla e interpretarla.
TEACCH.
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Se han hecho diversos intentos por tratar los síntomas nucleares del autismo a través de
medicaciones o modificaciones en la dieta, en un intento de poder llegar a ‘curar’ el
autismo. Hasta la fecha ninguno de estos tratamientos ha demostrado eficacia alguna de
forma científica.
Medicación
No existe un tratamiento médico para las manifestaciones nucleares del autismo, aunque
algunas medicaciones tratan los síntomas y las enfermedades que suelen asociar los niños
con TEA, como la epilepsia, los trastornos de conducta o las alteraciones del sueño.
Fármacos específicos como naltrexona, secretina o ACTH se han demostrado inefectivos.
• Intervenciones psicoeducativas
Intervenciones conductuales
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intelectual (CI) y porque el medio de aprendizaje altamente estructurado no es
representativo de las interacciones naturales entre adultos y niños.
Intervenciones evolutivas
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Tema 1. Déficits de habilidades sociales. 1ª Parte
Intervenciones combinadas
Referencias
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Behavioral approach. New York: Oxford University Press.
Betina Lacunza, Ana, & Contini de González, Norma (2011). Las habilidades sociales en
niños y adolescentes. Su importancia en la prevención de trastornos
psicopatológicos. Fundamentos en Humanidades, XII (23),159-182.
Lord, C., Risi, S., Lambrecht, L., Cook, E., Leventhal, B.L., DiLavore, P.C., Pickles, A.
y Rutter, M. (2000). The autism diagnostic observation schedule-generic: a
standard measure of social and communication deficits associated with the
spectrum of autism. Journal of autism and Developmental Disorders, 30(3), 205-
23
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Evaluación e Intervención en Psicología de la Salud infanto-juvenil
Piers, E. y Harris, D. (1989). The Piers-Harris children self concept scale: Manual.
Nashville, Tenn: Counselor Recording and Tests.
Robins, D. L., Fein, D., Barton, M. L., & Green, J. A. (2001). The Modified Checklist for
Autism in Toddlers: An initial study investigating the early detection of autism
and pervasive developmental disorders. Journal of Autism and Developmental
Disorders, 31, 131-144.
Rutter, M., LeCouteur y Lord, C. (2008). Entrevista para el diagnóstico del autismo,
ADIR. Madrid: TEA.
Silva, F. & Martorell, MC. (1983). Batería de Socialización (para profesores y padres)
(BAS 1-2). Madrid: TEA Ediciones.
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