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Leyenda de Quitumbe

La leyenda
Unos hombres gigantes llegaron desde la Isla de Santa Elena en balsas de juncos y eran el
doble de estatura que los indios nativos, con grandes ojos y sin barba. Su especialidad era la
pesca, por lo que lo consumían en grandes cantidades. Algunos llegaron desnudos y otros
cubiertos de pieles. Su temperamento era feroz y como no tenían mujeres, tomaron por
parejas a las indias del lugar, pero su carácter violento terminaba por matarlas.
Los indios, para protegerse, huyeron del lugar y estos gigantes fueron castigados por los
dioses con su exterminio. Los que sobrevivieron, fueron presa de la ira del cacique Tumbe,
quien restauró el orden y fundó el asentamiento de Sumba, en el borde de la actual frontera
entre Perú y Ecuador.
Tumbe tenía dos hijos: Quitumbe, valeroso, sereno y sagáz; y Otoya, ambicioso. Para no
luchar entre ellos, Quitumbe salió de la ciudad y partió hacia el norte, donde fundó el pueblo
de Tumbe, en honor a su padre y se estableció tranquilamente con los indígenas del lugar.
Su hermano Otoya, en cambio, llevó a Sumba a la perdición de los placeres de la carne, cosa
que no fue del agrado de los dioses. Ellos decidieron que debían ser castigados por sus
pecados y los gigantes resurgieron para darles escarmiento.
Al oír Quitumbe que su hermano había caído preso de la ira de los gigantes, decidió
internarse en las serranías y fundó la ciudad de Quito. Ahí armó un gran ejército y se fue a
rescatar a su familia en Sumba, venciendo y exterminando a los gigantes. Quitumbe,
viéndose vencedor, decidió seguir avanzando hacia el sur y conquistar más tierras para su
nuevo Imperio, el cual se extendió desde Quito hasta el valle del Rímac, donde falleció.
Uno de sus descendientes fue Cuayanay, quien era muy hermoso. Atrajo a Cigar, la hija de
un curaca del valle de Pachacamác. Fue perseguido por sus huestes y huyó hacia el norte y
tuvo a Atau, quien fue padre de Manco Cápac.
En esta leyenda de Quitumbe, Manco Cápac, a los 30 años, partió hacia el sur para
conquistar el Cusco y formar desde ahí lo que fue el Imperio de los Incas, del cual Atahualpa
es su descendiente.
Leyenda el Ceibo del Diablo
Cuenta la leyenda el Ceibo del Diablo que cerca del Caserío de Uña de Gato, se encuentra
un hermoso y frondoso ceibo (planta muy típica de la región) que se le conoce con el
nombre de «Ceibo del diablo», debido a que en dicho lugar y a las doce de la noche aparece
un personaje endemoniado que se lleva al infierno a toda persona que se encuentra vagando
por tal sitio.
Se afirma que son muchas las personas que han sido víctimas de este maleficio y la
credulidad popular es tan arraigada que mucha gente antes de pasar por este sitio, se
santigua con todo respeto y recogimiento.

LA CHANCHA BRUJA

Muy cerca al sifón,en el canal de irrigación, había un árbol de algarrobo de tronco grueso y
frondoso debido a sus muchos años de existencia. Era un árbol viejo. De un momento a
otro aparece en el pueblo la noticia que, el sifón, donde estaba el inmenso algarrobo,
avanzada la noche, aparecía una chancha que arrastraba una pesada cadena; de sus
ojos salía candela y de su boca espuma. Este animal, a partir de altas horas de la noche,
se apoderaba del lugar e impedía el paso de toda persona que se disponía hacerlo. El
temor de la chancha bruja mantuvo alerta a la población por muchos años; por la forma
cómo los asustaba o atacaba. La chancha bruja empezó a perder protagonismo con el
correr de los años, debido a la construcción del primer puente sobre el canal de irrigación,
permitiendo, a los pobladores, usar este nuevo viaducto, olvidando el viejo que atravesaba
el sifón

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