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el s i g n i f i c a d o d e l a n t a
P l i n i o S a l g a d o

^^UANDO inventamos el movimiento de Anta, lo primero que hizo fue crear


confusión entre sus propios iniciadores.
Hubo mucha discusión sobre el tema, pero al final llegamos a un acuerdo. El Anta
significaría:

— guerra a los prejuicios raciales;


— guerra a los prejuicios culturales;
— guerra al escepticismo, al negativismo, a la sonrisilla cínica, al desánimo.

Anta representa, pues, un movimiento de independencia y afirmación.

* * *

No es que necesitásemos un símbolo. Un símbolo es cosa en exceso intelectualiza-


da. Queríamos un emblema.
Muchos pensaron que pretendíamos un nuevo indigenismo, lo que equivaldría a
una actitud meramente literaria. Otros consideraron que el Anta era una expresión de
jacobinismo. Otros creyeron, incluso, que buscábamos concretizar en el tapir el aspec-
to más relevante de nuestra fisonomía histórica, o del amanecer de la conciencia de la
Nacionalidad.
El Dr. Almeida Magalháes nos propuso cambiar el Anta por la especie bovina lla-
mada "caracú", aduciendo que, social y económicamente, Brasil comenzó a existir
cuando se inició la industria ganadera. El distinguido escritor no había asimilado el
sentido exacto de nuestra revolución. No queríamos definir Brasil sino, simplemente,
liberarlo.
Oswald de Andrade, en pie de página del Jornal do Commercio [sic\ tampoco enten-
dió el Anta y se limitó a bromear sobre ella.
Muchos otros escritores hablaron del tótem tupí, pero, fuese a propósito o de
buena fe, malinterpretando.
Ahora llega Tasso da Silveira en las columnas de Festa, y ataca el tapir.
Al mismo tiempo, en la revista A Epoca, de la Universidad de Rio de Janeiro, Nar-
celio de Queiroz escribe un artículo muy interesante en el que muestra su perfecto
dominio del tema.

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Caricatura de Plinio Salgado. Herman Lima, Historìa da caricatura no Brasil, 4° volumen, Rio
de Janeiro: Ed. José Olympio, 1963, p. 1583.
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Quien descubrió el Anta fue Alarico Silveira. Quien la interpretó y lanzó fue Raúl
Bopp. El grupo verdiamarillo adoptó el emblema y lo dotó de una significación que
siempre es útil explicar.

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Lo curioso es que esta cosa profundamente brasileña que, en Brasil, hace falta
explicar, en Italia la entendieron sin ninguna explicación.
Ardengo Soffici y Mino Macari, libres de los prejuicios de nuestras camarillas y
riñas literarias, comprendieron perfectamente nuestros propósitos. Están haciendo en
Italia lo mismo que aquí estamos haciendo con el movimiento del Anta.
Verano Magni escribió en II Nuovo Giornale de Florencia un largo artículo titulado
"L'Anta e il Selvagio" [sic], haciendo ver que nuestra revolución intelectual se corres-
ponde exactamente con la que persiguen los espíritus jóvenes de Italia en el momento
actual. Fue, por lo demás, la primera vez que un movimiento intelectual genuinamen-
te brasileño tuvo repercusión en el extranjero y consiguió interesar.
Pero veamos el significado del Anta.
Tras nuestra renovación estética, que se inició en Sao Paulo con la Semana de Arte
Moderno, en la que Menotti Del Picchia, Gra^a Aranha y Ronald de Carvalho presen-
taron a los escritores, poetas, escultores, pintores y músicos de la nueva generación, en
Brasil nos liberamos de los prejuicios de la cultura clásica.
Con el futurismo de Marinetti y los movimientos dadaísta, cubista, ultraísta, etc.,
liquidamos definitivamente:

- el soneto;
- la métrica de Castilho;
- la colocación de pronombres;
- el parnasianismo;
- la frase académica;
- la retórica;
- la construcción portuguesa.

¡Fue una grande, una enorme victoria!

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Tras ello continuamos, sin embargo, bajo el yugo:

- de figurines literarios europeos;


- de fórmulas políticas retrógradas;
- de un nuevo prejuicio de forma y estilo.

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Ibamos creando, al mismo tiempo, nuevos yugos con la sistematización de la revo-


lución literaria, que poco a poco vino uniformizando a los escritores y poetas.
Tal uniformización tiene un sentido menos de sentimiento que técnico.
Basta coger Klaxon, Revista de Bello Horizonte, Terra Róxa e outras térras, Revista do
Brasil y, últimamente, Verde, de Cataguases.
En las producciones de poetas y prosistas publicadas en esas revistas, se evidencia la
metodización de las actitudes, la asimetría de los ritmos, la sistematización de los procesos.
Esa conformidad de expresiones, esa oficialización de técnica, no cabe duda de que
revelan un estado de espíritu, pero es un estado de espíritu cultural, que no se corres-
ponde con una realidad nacional y tiene, de hecho, mucho de Europa.
O se trata, si no, de los experimentos de los grandes talentos curiosos, como
Oswald de Andrade -cayendo siempre, sin embargo, en mayor o menor medida, en los
figurines literarios europeos-.
* * *

En lo tocante a nuestros problemas sociales, administrativos y políticos, tenemos


también un remanente de culto al pasado que en ningún caso se corresponde con
nuestra avanzadilla literaria.
En conclusión: seguimos siendo esclavos, en muchos respectos, o de una cultura
clásica inconcebible en nuestros días, o de una influencia extranjera que se traduce en
fórmulas incapaces de representar el rasgo original de nuestro espíritu.

* * *

Consideramos, además, que hay mucha técnica en el arte nuevo, el cual consecuen-
temente queda, en sentido e inteligencia, identificado con el arte viejo.
Verificamos que la procesalización del estilo representa cicb final, y no elaboración
creadora.
De donde concluimos que el Arte Nuevo envejeció muy aprisa y su decrepitud
exige un sucesor.
Todo lo cual nos sugirió un movimiento de rebeldía frente a los nuevos academi-
zantes, y la destrucción de los falsos ídolos.

Los experimentos suprarrealistas, la geometrización de las formas, el exceso de


subconsciente (Freud entrometiéndose...), la práctica sistemática de la ironía, el pre-
establecimiento de temas (en algunos puro decorado), la búsqueda calculada y preme-
ditada de formas sintácticas..., nada de esto es sino prolongación de prejuicios acadé-
micos que en su momento se llamaron poesía científica, naturalismo, parnasianismo,
regionalismo etc.
Vicios de cultura. Remanentes del siglo XIX, y nada brasileño en el sentido profun-
do del término.
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Ante la imposibilidad de crear un arte y un nuevo sentido de la vida para sustituir


estas antiguallas, estas taras, inventamos el Anta.
¿Qué es el Anta? Nada.
Es nada y es todo, porque es la muerte de todos los prejuicios.
Tótem de una raza desaparecida, ¿qué significado racial tiene?
Que aquí no debe predominar ninguna corriente migratoria, ya que ni el indio
mismo predominó.
Consigna de una acción nueva, ¿qué significa en el ámbito del llamado pensamien-
to brasileño?
Que aún no tenemos un pensamiento, una doctrina; que no nos podemos mani-
festar sino por medio de una acción destructora de dioses extranjeros, en la esperanza
de que un día pueda Brasil tener voz propia.
Al decir Anta decimos, simplemente, afirmación.
Afirmación ¿de qué?
De querer.
Afirmación ¿cómo?
Por la espontaneidad creadora. Por el inicio de una cultura propia. Inicio que
aún no podemos iniciar, sino preparar para que lo realice la próxima generación que
vendrá.
Se confunde mucho cultura con erudición. Un erudito puede no ser culto.

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Se confunde cultura con ilustración, información. Alguien culto puede no estar


bien informado, igual que uno bien informado puede no ser culto.
Uno chino del siglo XVI era más culto en cultura china, de lo que un pirata o
comerciante de especias (bien informado de todas las civilizaciones navegables) lo sería
en cultura europea.
Cultura es cristalización de instintos. Es fijación de intenciones raciales o nacionales
en expresiones caracterizadoras de colectivos. Es estilización humana de la geografía.

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Cultura es ambientación, es sentido de límites de la personalidad, es conciencia de


gestos y actitudes, es certeza de cantidades en las expresiones cualitativas de un pueblo.
Semejante cultura, nosotros aún no podemos tenerla. Todo lo que tenemos es pres-
tado.
De no hacer un movimiento fuerte de destrucción objetiva y de afirmación subje-
tiva, nunca seremos nada. Pueblo tributario, es lo que seremos.

* * *

Anta no sistematiza: actúa.


El Anta es el espíritu salvaje de América.
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Anta es u n grito de independencia. Es el incendio de las bibliotecas. Es el candor


virginal y la estúpida violencia del querer de los seres y los pueblos nacientes.

[ N O T A D E FESTA: Debíamos a nuestros lectores la publicación del interesantísi-


m o artículo en el que el ilustre autor de O Estrangeiro explica su concepción de "Anta"
como expresión de su pragmatismo nacionalista.
Se lo debíamos tanto más cuanto que la nota "A Anta e o Carrapato" de Tasso da
Silveira fue, a lo que parece, la gota que colmó el vaso, a n i m a n d o a Plinio Salgado a
dirigirse una vez más a su - y nuestra— generación (de la que es una de las más legítimas
glorias) desde la alta tribuna que su talento le granjeó.
Festa no tiene más programa que el que implícitamente señalan las realizaciones
que su existencia suscita.
Representa, sobre todo, u n impulso que estaba convirtiéndose ya en irreprimible,
una reunión de fuerzas que sentían la necesidad de hacerse reiteradas y concordes para
que el caudal fuese posible...
Festa n o se considera infalible (ninguno de sus directores tiene menos de dieciocho
años...).
N o lanza ucases...]

[En Festa, Rio de Janeiro, año 1, n.° 4, I o de enero de 1928, pp. 13-14, traducido por
Manuel Cuesta.]

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