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UNIVERSIDAD PEDAGÓGICA DE EL SALVADOR

FACULTAD DE EDUCACIÓN
SEMINARIO DE EDUCACIÓN AMBIENTAL Y CAMBIO CLIMÁTICO
MAESTRO JOAQUÍN ERNESTO APARICIO PACHECO MPE

Los ecosistemas como recursos naturales

El medio ambiente en su conjunto debe ser considerado como un recurso natural.

Los diferentes ecosistemas son, en última instancia, el resultado de la energía solar


aprovechada por la vegetación mediante la fotosíntesis, energía que posteriormente
es aprovechada por el resto de los elementos del ecosistema a través de las
cadenas tróficas. Es pues este dinamismo ecológico el encargado de producir esos
recursos naturales renovables, con cantidad y variedad diversa dependiendo del
ecosistema, y que son utilizados por las poblaciones humanas.

Si bien los ecosistemas terrestres y los marinos han sido explotados desde la
antigüedad, la incidencia ejercida actualmente sobre estos ecosistemas tiene una
intensidad mayor. Hoy en día se puede llegar a hablar de sobrexplotación de
algunos ecosistemas. Y esta sobrexplotación puede causar su desaparición.

a) Los bosques

Los bosques y las diferentes tipologías de comunidades vegetales son un ejemplo


de ecosistema del cual la especie humana ha obtenido y continúa obteniendo
recursos naturales. La madera de los árboles es el ejemplo más claro, ha sido
utilizada ya sea directamente como combustible o como material de construcción o
bien transformándola en carbón vegetal o en papel. Al mismo tiempo, los bosques
también han sido los nuevos espacios de cultivo donde producir los alimentos
necesarios para satisfacer las necesidades de una población en constante aumento.

Desde un punto de vista económico, el bosque, especialmente el ecuatorial, es un


recurso natural importante para los humanos y para algunas de sus actividades.

Ahora bien, tanto la sobreexplotación del bosque como la eliminación programada


para obtener nuevas tierras de cultivo están generando impactos ambientales
importantes. Por un lado, estos bosques, ya de por si con una riqueza florística
importante, también son el hábitat (refugio y fuente de recursos) de muchas
especies animales que son pieza clave en mantener el equilibrio del ecosistema. La
explotación inadecuada conduce a una disminución de la biodiversidad y una
reducción de las reservas de nutrientes y de biomasa. Al mismo tiempo, en algunas
de estas zonas todavía hay comunidades indígenas que aprovechan los recursos
que les ofrecen estos ecosistemas en una armonía casi total.

La presencia de la vegetación es fundamental para evitar la pérdida de fertilidad del


suelo y la erosión. Sin suelo no es posible que haya vegetación, además de ejercer
la función de filtro de muchas sustancias tóxicas. Con la deforestación también se
altera el ciclo hidrológico ya que disminuye la evapotranspiración y como que el
agua llega al suelo de una manera más rápida y se encuentra con un suelo
erosionado, la cantidad que se infiltra es menor que la que sigue en forma de
escorrentía, con lo cual, aumenta la erosión. Finalmente, se ha de incidir en la
importancia de los bosques como generadores de oxígeno (fotosíntesis) y como
sumideros y almacenes de CO2 (también los suelos), que en caso de no ser
absorbido por la vegetación permanecerá en la atmósfera con las repercusiones
medioambientales en general y climáticas en particular (efecto invernadero) que se
derivan de este hecho.

Así, entonces, estos ecosistemas han de ser vistos como un recurso natural desde
un punto de vista económico, pero también desde un punto de vista ecológico, por
lo que se habría de practicar una explotación sostenible y aprovechar sus valores
ecológicos.

¿Cómo se ha de explicar a los gobiernos de algunos países en vías de desarrollo


que no permitan a una población que no para de crecer la deforestación de sus
bosques?

Para hacer frente a esta problemática, junto con la Declaración de Río surgida de la
Cumbre de la Tierra, también existe la Declaración de Principios relativos a los
Bosques, aunque no tiene fuerza jurídica obligatoria. En esta declaración se incide
en la importancia de los bosques, en que debe llevarse a cabo una explotación
sostenible y en la necesaria cooperación internacional para que esto sea posible.

Principio 4: “Debería reconocerse la función vital que cumplen los bosques de todo
tipo en el mantenimiento de los procesos y el equilibrio ecológicos en los planos
local, nacional, regional y mundial mediante, entre otras cosas, la función que les
cabe en la protección de los ecosistemas frágiles, las cuencas hidrográficas y los
recursos de agua dulce y su carácter de ricos depósitos de diversidad biológica y
recursos biológicos y de fuente de material genético para productos biotecnológicos,
así como para la fotosíntesis”.

Principio 11: “Para que en particular los países en desarrollo puedan acrecentar su
capacidad endógena y llevar a cabo una mejor ordenación, conservación y
desarrollo de sus recursos forestales, se deberían promover, facilitar y financiar,
según procediera, el acceso a tecnologías ecológicamente racionales y a los
correspondientes conocimientos especializados, así como la transferencia de tales
tecnologías y conocimientos, en condiciones favorables, incluidas condiciones
concesionarias y preferenciales, mutuamente convenidas, de conformidad con las
disposiciones pertinentes del programa 21”.

b) Los océanos

Durante buena parte de la historia de la humanidad, tanto la navegación


marítima como el aprovechamiento de los recursos existentes en estas aguas se
limitaban a las zonas situadas a poca distancia del litoral o en el mismo litoral. Este
hecho, junto con una técnica en el arte de la pesca poco desarrollada, suponía un
impacto poco significativo sobre los recursos marinos.

Las mejoras técnicas y tecnológicas que la humanidad fue logrando en el campo de


la navegación, con barcos más grandes y adecuados, permitieron primero recorrer
mares interiores, como el Mediterráneo, y posteriormente los grandes océanos.

Estas mejoras también se trasladaron a la actividad pesquera. La utilización de


buques factoría con una tecnología moderna que incluye incluso el uso de GPS vía
satélite para encontrar y seguir los bancos de pesca, ha supuesto que el
aprovechamiento de los recursos marinos, básicamente en forma de capturas, se
haya ido incrementando de forma espectacular durante los últimos 50 años (menos
de 20 millones de toneladas en el año 1950, más de 90 millones de toneladas
actualmente), hasta llegar a constatar que los ecosistemas marinos no son una
fuente inagotable, tal como en algún momento se había llegado a pensar.

En el año 1995, los 188 estados miembros de la Organización para la Alimentación


y la Agricultura (FAO) de las Naciones Unidas, adoptaron el Código de Conducta de
la FAO para la Pesca Responsable, pero los pocos progresos conseguidos desde
entonces hicieron que en 2002, durante la Cumbre Mundial sobre el Desarrollo
Sostenible (Río +20), celebrada en Johannesburgo, se fijase el objetivo de
recuperar las poblaciones de peces agotadas hasta conseguir llegar a un nivel sano
de biomasa en el horizonte del año 2015.

A esta sobrexplotación de los recursos marinos se han de añadir otras amenazas


para la diversidad biológica de los océanos que también tienen un origen antrópico.

Una primera es la generada por la contaminación de las aguas, especialmente en


las zonas litorales y en mares cerrados o casi cerrados, como el Mediterráneo, por
vertidos de aguas residuales o de otros productos fruto del transporte de mercancías
a través de las rutas marítimas, ya sea de forma intencionada o accidental. La
segunda viene determinada por el aumento de la temperatura del agua del mar
debido a la alteración del balance de radiación terrestre como consecuencia de la
cada vez mayor concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera.

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