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Santa Imelda
A los 10, recibió el hábito de monja dominicana. Aunque tenía tan poca edad, era
una monja en todo ejemplar en las actividades de la vida religiosa.
Las monjas respondían asustadas: “¿Qué es eso, niña, por qué morir?”.
Se preguntaba: “Si Jesús mandó ir a Él a los niños, ¿por qué no puedo comulgar?”.
El sacerdote ya acababa de dar la Sagrada Comunión a las religiosas, de pronto
todos vieron: una hostia salió del copón y voló por la capilla. Paró sobre la
cabeza de Imelda. El sacerdote, entonces, entendió que era hora de comulgar.
Fue entonces que la Madre cogió amorosamente a Imelda por los brazos y ella
cayó en sus brazos.
Respondemos:
Actividad en familia:
Para realizar sus estudios, debía caminar cada día cuatro kilómetros cuatro veces al día.
Un día, un campesino le preguntó si no tenía miedo de andar solo. Él el respondió: No
estoy solo, tengo conmigo a mi ángel custodio.
Cuando Don Bosco lo recibió en el Oratorio, fue un joven ejemplar que trataba siempre
de poner paz entre los que se peleaban. Y siempre le pedía a don Bosco que le ayudara a
ser santo, pues esa era su meta y su ideal. Para ello centraba su vida en la Eucaristía.
En una ocasión, terminada la misa, todos fueron a tomar desayuno y, después, a
estudiar. A la hora de la comida, preguntaron dónde estaba Domingo y lo buscaron. Lo
encontraron detrás del altar de la iglesia, inmóvil, como en éxtasis. Había estado orando
desde la misa hasta las dos de la tarde. Murió a los 15 años y fue canonizado el 13 de
junio de 1954, siendo un modelo y ejemplo para todos los muchachos de su edad.
ANGELO BONETTA nació el 8 de setiembre de 1948. Desde niño se
distinguió por su bondad con todos y por su espíritu de sacrificio, ofreciendo sus
sufrimientos por la salvación de los pecadores. A los seis años, le permitieron hacer la
primera comunión por su gran deseo de amar a Jesús. Todos los domingos iba a misa y
ayudaba al sacerdote como monaguillo.
El primero de julio de 1967 pude anunciar en las páginas de este periódico la alegría de
mi familia por el nacimiento de Silvio. Después de dos años de sufrimiento, Silvio ha
muerto, retornando a la casa del Padre que lo esperaba. Silvio era un niño maravilloso,
alegre, siempre sonriente y generoso con todos. Él aceptó su cruz con amor, confianza y
obediencia a los designios divinos. A pesar de ser un niño, vivió como un gigante!
Y ¿qué decir del amor a Jesús sacramentado de los
niños de Fátima? Francisco,
estando ya enfermo, le decía a Lucía:
Extraído de: LOS NIÑOS Y LA EUCARISTÍA, P. ÁNGEL PEÑA O.A.R. - LIMA – PERÚ
2009)
3° semana del 15 al 21 de Noviembre:
SIGNOS DE LA EUCARISTÍA
Los signos de la eucaristía están representados por el pan y el vino que son elementos
usados por Jesús en la última cena donde entrega su cuerpo (pan) y sangre
(vino) como el sello de la nueva alianza para el perdón de los pecados de la humanidad.
SACRAMENTO DE RECONCILIACIÓN
¿Qué es la Reconciliación?
La Reconciliación (también conocida como confesión) es un sacramento instituido
por Jesucristo en Su amor y misericordia para ofrecer el perdón a los pecadores
por las ofensas cometidas a Dios. Al mismo tiempo, los pecadores se reconcilian
con la Iglesia porque está herida por sus pecados. Cada vez que pecamos, nos
herimos a nosotros mismos, a otras personas y a Dios. En la Reconciliación,
reconocemos nuestros pecados ante Dios y Su Iglesia. Expresamos nuestro pesar
de una manera especial, recibimos el perdón de Cristo y su Iglesia, reparamos lo
que hemos hecho y decidimos comportarnos mejor en el futuro. El perdón de
nuestros pecados incluye cuatro partes que son:
• El Acto de Contrición: Es un arrepentimiento sincero por haber ofendido a Dios
y es el acto más importante de parte del penitente. No puede perdón de pecados si
no nos arrepentimos y tenemos una firme decisión de no repetir nuestro pecado.
• La Confesión: Confrontar nuestros pecados de manera profunda a Dios
hablándole —en voz alta al sacerdote.
• La Penitencia: Una parte importante de nuestra sanación es la “penitencia” que
el sacerdote impone para la reparación de nuestros pecados.
• La Absolución: el sacerdote dice las palabras por las cuales “Dios, el Padre de la
Misericordia” reconcilia a un pecador con Él mismo a través de los méritos de la
Cruz.
La Reconciliación puede ser cara a cara o anónima, con una rejilla entre usted y
el sacerdote. Escoja la opción que le sea más cómoda.
1. El sacerdote le da una bendición o lo saluda; puede que también comparta un
pasaje de las Escrituras.
2. Haga la Señal de la Cruz y diga, “Bendígame Padre, he pecado.
3. Confiese todos sus pecados al sacerdote. El sacerdote lo ayudará a hacer una
buena confesión. Si usted no está seguro acerca de cómo debe hacer una buena
confesión o cree que es difícil hacerlo, sólo pídale al sacerdote que lo (la) ayude.
Responda a las preguntas sin esconder algo por temor o vergüenza. Ponga su
confianza en Dios, el Padre misericordioso que quiere perdonarlo.
4. Luego que haya confesado sus pecados, diga, “Me arrepiento por estos y todos
mis pecados".
5. El sacerdote le asigna una penitencia y le aconseja para ayudarle a ser un
mejor católico.
6. Haga el Acto de Contrición, expresando su arrepentimiento por sus pecados. El
sacerdote, actuando en la persona de Cristo, lo absuelve de sus pecados.
COMUNIONES:
TURNO MAÑANA 9:30, HORARIO DE CONVOCATORIA 8:30 HS. Comunidades:
2, 4, 5, 7, 10 y 11.
TURNO TARDE 16:30, HORARIO DE CONVOCATORIA 15:30 HS. Comunidades:
Especiales, Adolescentes, 3, 8 y 9.