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ZELA Y TACNA 1811 – 1961 (*)

JOSÉ JIMÉNEZ BORJA

El Perú y América conmemoran hoy el sesquicentenario de un acontecimiento insigne de su gesta


emancipadora: el primer grito de la libertad del Perú proferido en Tacna por Francisco Antonio de Zela y
Arizaga el 20 de Junio de 1811. Con un Programa modesto que no alcanza a ningún acto digno de la
grandeza del héroe, ni siquiera una estatua o una plaza consagrada a su nombre en la capital de la
República y ninguna obra de aliento en la ciudad escenario de su breve epopeya, sin la promoción de un
amplio movimiento cultural como sucedió en el centenario de 1911, el Estado se acuerda que la Nación
estuvo también presente en el ciclo liberatorio de los años diez y once; y que no fueron hazañas
exclusivas de Argentina, Chile, Venezuela, Colombia, Ecuador, Bolivia y México las que conforman ese
constelado y sincrónico estallido. El desapego a lo nacional en la historia de la revolución de la
independencia pudo tener una oportunidad de superarse con motivo de alcanzar los ciento cincuenta
años el tiempo que nos separa de esa trascendental gloria patriótica.

La independencia del Perú no se reduce al acto de proclamación. Abarca múltiples acciones previas que
suman hacia la liberación del yugo impuesto por la Corona española. Tal es el caso de la rebelión de
Huánuco, levantamiento en el que participaron indígenas, mestizos y criollos.

La rebelión de Huánuco

El 22 de febrero de 1812, la ciudad de Huánuco fue tomada por un grupo de indígenas liderados por el
criollo Juan Crespo y el curaca Norberto Haro.

Crespo y Castillo era un criollo natural de la misma ciudad, y se trataba de un importante y solvente
empresario agrícola y minero, que ocupó cargos políticos como regidor y síndicio procurador. ¿Qué era
un síndico procurador?, pues se trataba de lo que ahora sería el abogado de la municipalidad.

En el acto también participó Norberto Haro, un curaca huanuqueño que también era denominado como
Tupa Amaro por los indígenas locales. Además, a él se sumó José Rodríguez, alcalde de Huamalíes.

Desarrollo de los hechos

Juan José Crespo y Castillo representó el sentimiento de descontento tanto de criollos como de
indígenas frente a las medidas tributarias y de control fiscal dictadas por el gobierno virreinal. Con
apoyo masivo de indígenas  de Panatahuas, Huamalíes, Huánuco y otras poblaciones, y con la adhesión
de sectores criollos, el movimiento de protesta tomó control de la ciudad de Huánuco el 22 de febrero
de 1812, siendo elegido algunos días después Crespo y Castillo como jefe político y militar. Un mes
después, el Virrey Abascal decidió contrarrestar el movimiento insurgente y envió a José Gonzales de
Prada, Intendente de Tarma, con hombres que pudieran hacer frente a las huestes de los rebeldes
huanuqueños.

Tras perder la batalla de Puente de Ambo, en marzo de 1812, frente a las tropas realistas, habiéndose
causado la muerte de cientos de indígenas rebeldes, Crespo y Castillo, juntamente con el alcalde de
Huamalíes José Rodríguez y el curaca Norberto Haro, fueron enjuiciados y ajusticiados en Huánuco con
pena de garrote, en setiembre de 1814.

La importancia de esta rebelión es que se trató de una primera revuelta regional en el centro del país,
fuera del territorio sureño donde el sentimiento de autonomía se fue haciendo cada vez más evidente.
Esto era el reflejo de la consolidación de una identidad criolla y de la apropiación regional de las ideas
liberales.

La Rebelión de Tacna de 1813, conocida también como la Segunda revuelta de Tacna, fue una
insurrección independentista que estalló el 3 de octubre de 1813 en Tacna, ciudad situada al sur del
entonces Virreinato del Perú. Fue acaudillada por los hermanos Enrique y Juan Francisco Paillardelli, el
alcalde Manuel Calderón de la Barca, entre otros patriotas, y contó con el apoyo del cusqueño Julián
Peñaranda.
Esta rebelión, al igual que su antecedente, la insurrección de Tacna de 1811, se puso en relación con los
revolucionarios argentinos, que en 1813 invadieron por segunda vez el Alto Perú, esta vez bajo el mando
del general Manuel Belgrano. Tras la toma de Tacna, los patriotas marcharon a Moquegua con dirección
a Arequipa, pero fueron derrotados por los realistas en Combate de Camiara (13 de octubre de 1813). La
noticia de la derrota de los argentinos en Vilcapuquio acabó con las esperanzas de recibir apoyo exterior
y los patriotas tacneños se dispersaron. Los hermanos Paillardelli pasaron al Alto Perú, donde se
reunieron con los restos de la expedición de Belgrano.

La Rebelión del Cusco de 1814 fue un episodio de la guerra de Independencia del Perú que implicó la
sublevación de gran parte de la provincia del Cusco —incluyendo la intendencia de ese nombre y las
de Huamanga, Arequipa y Puno— y parte de la provincia de Charcas. Durante la misma fue proclamada
la autonomía y autogobierno del Cusco, tanto de cualquier poder extranjero como del Virreinato del
Perú, gobernado por el virrey José Fernando de Abascal y Sousa.10 La junta de gobierno quería secundar
las acciones autonomistas de Buenos Aires. Tuvo lugar en los años 1814 y 1815, y terminó sofocada por
fuerzas realistas del Virreinato del Perú.

El origen de la rebelión fue la reclamación sostenida por miembros del ayuntamiento del Cusco para
instalar la diputación provincial cusqueña, y autónoma del gobierno virreinal de Lima, según lo que
preveían las Cortes de Cádiz de 1812 (hasta la Restauración absolutista en España), pero que el tribunal
de la Real Audiencia del Cusco resolvió contrariamente dando orden de prisión sobre los reclamantes.
Los hermanos Angulo, miembros del cabildo del Cusco, huyeron el 3 de agosto de 1814 y encontraron
apoyo en el cacique Mateo Pumacahua para formar una Junta de Gobierno del Cusco. Bajo el mando
de José Angulo se organizaron tres expediciones: la primera tomó la ciudad de La Paz; la segunda
dirigida al norte asaltó la ciudad de Huamanga; la tercera, al frente de Pumacahua, ocupó Arequipa.

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