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CAFÉ Y POLVORA

Capítulo I - El primer encuentro

En algún lugar de México, dos amantes se encontraban cenando en un café,


mientras la luna se asomaba por el cielo, apenas y eran las 9:30 pm, cuando ambos se
dieron cuenta de que tenían que dar por terminada la cita y volver cada quien a sus casas.
Al momento de salir del café se tomaron de las manos y se miraron a los ojos, no pudieron
evitar sonreír y mencionar lo hermosa que se veía la luna esa noche.
La fachada del café era rústica y le daba un toque especial a la velada, se fueron
caminando en dirección contraria cada uno, con la promesa de volver a verse otro día, quizá
en algún otro lugar, la noche era hermosa, los árboles podían brillar por la luz de la luna y
las calles se iluminaban por la luz mercurial de las banquetas.
— No puedo evitar pensar en lo maravilloso que fue ese café tan espontaneo —
mencionó ella mientras caminaba bajo la penumbra, pasándose la mano por el cabello y
sonriendo. 
— Quizá le llame mañana.
Llegando a casa, Itzmin dejó sus llaves junto a la puerta en un joyero y fue a la
cocina a calentar agua para tomarse un té, mientras el agua hervía, tomaba un libro y veía a
sus mascotas juguetear en el piso, dos pequeños gatitos de color negro y blanco. Fue a su
habitación y en el tocador tenía una foto de su difunto padre, a quien le prometió cuidar de
los pequeños gatitos que ahora estaban en su casa, miró la foto y después volvió por el té y
se sentó a la orilla de la cama, dejó el libro en el tocador…
— Como desearía que él hubiera venido a pasar la noche conmigo, lo extraño
tanto…
 

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Atreus acababa de llegar a casa y no dejaba de pensar en la mirada de Itzmin, al


parecer la noche había sido tan perfecta que quiso llamarle, pero por un momento lo pensó,
entró a casa y dejó el teléfono de lado para mejor esperar al día siguiente, aunque sus
deseos de volver a escucharla fueran enormes. Caminó hacia su habitación y se quitó los
zapatos, fue al baño y cepillo sus dientes, no dejaba de pensar en su sonrisa, terminó de
lavarlos y se fue a acostar, levantando las sábanas y cayendo exhausto por todo el camino
que recorrió a pie desde el café a casa.
— Espero soñar con ella, me encantó todo lo que hablamos durante la cena, desde lo
que le gusta hacer y conocer su personalidad, me encantó ver su sonrisa con mis bromas,
realmente mañana la llamaré…
Apagó la luz de la lampara del tocador y cayó en un sueño profundo. Atreus no
contaba con mascotas, pero igualmente tenía en uno de sus cajones la foto de un ser querido
y la foto de una de sus mascotas más queridas, de entre sus cosas se encontraban sus lentes
que acababa de guardar para dormir.
Capítulo II - Ruborizados

El día había comenzado con una ligera llovizna, al parecer el día se prestaba para
caminar por el bosque ya que estaba bajando la niebla y el ambiente se observaba muy
tranquilizador por la ventana. Itzmin se encontraba peinándose el cabello, para ir a la
escuela, pensaba marcarle a Atreus durante el camino y saber cómo había amanecido y
saber si quería ir de nuevo por un café más tarde.
— Espero que no esté ocupado — pensaba mientras le marcaba por teléfono mientras
salía de casa.
— ¿Bueno? — mencionó una voz profunda casi adormilada.
— Hola Atreus, ¿cómo amaneciste?, quería saber si más tarde ibas a estar
desocupado, para ir a caminar un rato y quizá por un café de nuevo.
— Claro, me encantaría — y pensar que en un rato le iba a marcar, pensaba mientras
esperaba la respuesta de Itzmin.
— Perfecto, te veo donde mismo, hasta luego.
Al parecer todo iba muy bien, ambos se sentían tan tranquilos y con ganas de ver
uno al otro. El día se iba a ir muy rápido aparentemente. Itzmin se sentía muy ilusionada
por el chico que acababa de conocer y no sabía que hacer al respecto, parecía que el
mostraba el interés que necesitaba para olvidar el pasado y volver a sentirse bonita. Ya
había olvidado esa sensación de sentirse el centro de una persona.
 

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— Quizá, ya debería de levantarme, el día se está yendo volando y dentro de poco iré
a ver a Itzmin.
— Posiblemente debería de llevarle algún detalle para cautivarla un poco. Unos
chocolates no estarían nada mal, en el camino iré a comprarle unos.
Atreus se encontraba ansioso de volver a verla, pero nervioso de hacer algún
comentario inapropiado, a pesar de que anteriormente había comenzado por el pie derecho,
temía que algo saliera mal en la siguiente cita. Cuando empezó a arreglarse, decidió
vestirme un tanto formal para la ocasión, quería impresionar a Itzmin y ver cómo
reaccionaría al verle. Decidió usar una camisa de vestir color caqui, pantalón de mezclilla
negro y unos zapatos cómodos por si llegaban a caminar por un prolongado tiempo,
perfumándose un poco y peinándose como de costumbre, sin olvidar sus lentes y gabardina
por si la lluvia se prolongaba.
Casi era hora de encontrarse en el punto, estaba Atreus parado y recargado en la
pared de una calle que daba directo a un café, eran las 6:30 pm, por la zona estaban pasando
muchas personas, y el cielo se estaba oscureciendo, era el clima combinado con el tiempo.
A lo lejos ya hacía caminando Itzmin para encontrase con él, apretó el paso porque
aparentemente logró distinguirlo desde lejos, ella vestía un vestido color vino arriba de las
rodillas, con manga larga y sin hombros, cubierto de encaje y unas sandalias con tacón
medio de color negro, encima del vestido una pequeña chaqueta negra para la lluvia. Sin
olvidar que traía un bolso color negro con cordón largo.
— Hola, ¿cómo estás? — le saluda con la mano.
— Bien, bien, ¿te parece si antes del café vamos a caminar? — le miró con ternura,
mientras veía que ella asentía.
—¿Y cómo va todo? Al parecer el clima está algo extraño y no logro entender cómo
es que hay poca gente en la calle si está hermoso el día así de lluvioso — comenzaba
Atreus a platicar con ella, estaba algo nervioso y no podía verla fijamente a los ojos.
— De hecho, a mí me encanta este clima, es tan agradable, que uno puede vestirse
de forma ligera y con una chaqueta por si empieza a llovizna, realmente me encanta el
otoño.
El volteó a verle los ojos, y notó que ella estaba un poco ruborizada, no sabía si era
el tiempo, o si era el quien la ponía nerviosa. Así que sonrió y le preguntó:
— ¿Te gustaría ir alguna vez a caminar al bosque?, he escuchado que es muy bonito
hacerlo por estas estaciones... 
— Claro, realmente me encanta ir a los bosques, son zonas tan reconfortantes y
tranquilos, es como conectarse con el yo interior, me encantaría ir un día, y si es posible
acampar...
Llegaron a un lugar agradable a la vista, y se sentaron en una banca, siguieron
platicando de algunas cosas y decidieron ir por el café, la noche era joven y ella estaba
dispuesta a que sucediera lo que tenía que suceder.
Capítulo III - El primer beso

Se había dirigido al mismo sitio que en un inicio estaban, la fachada del lugar era
rústico y ofrecían pan dulce sí se pedía el capuchino especial de la casa. Ambos entraron y
se sentaron cerca de la ventana, querían ver la luna, ambos estaban fascinados por ese
satélite natural.
— Sabes a mí me encanta leer, últimamente he estado leyendo mucha poesía y en
ocasiones algo de historia de México, la verdad no sé por qué, pero me atrae mucho
conocer sobre ella —decía Itzmin mientras veía a los ojos Atreus.
— Que interesante, creo que a muy poca gente le gustan esos temas, pero la verdad
es intrigante conocer todo lo que sucedió, desde diferentes perspectivas —comentaba
Atreus, después de hacer una seña para que trajeran la cuenta a la mesa —digo, a mí me
fascina, como lo delicioso que estaba este pan dulce que acabamos de comer.
— Sin duda, y el capuchino igual, me encantó —decía poniéndose algo nerviosa,
pues los ojos de Atreus le parecían muy bonitos y más cuando sonreía—sin embargo, ya
hay que marcharnos, casi es media noche y no nos habíamos dado cuenta, caminamos un
buen rato y el tiempo aquí se fue volando, ¿te parece?
Ambos se levantaron y salieron del lugar, caminaron un rato por el estrecho camino
del parque que estaba cerca, Atreus intentó alargar la mano para conseguir tomar la mano
de Itzmin, y esta le correspondió, ambos se ruborizaron por el momento, pero no dejaron
de caminar. Las cosas iban muy bien entre los dos, que se sentían tan seguros, llegaron a
una banca que estaba cerca de la casa de Itzmin y decidieron sentarse, ambos estaban bajo
la luz mercurial y no dejaban de verse, estaban contentos.
— Itzmin, desde que te conocí no he dejado de pensar en ti, me encantan tus ojos,
tu sonrisa y como hablas, quisiera dar el siguiente paso contigo si tú también quieres —el
tiempo se había detenido, no se sentía que era media noche.
— Me encantaría, me he sentido tan segura contigo desde el primer momento que te
ví, que tampoco puedo sacarte de mi mente... —estaba muy nerviosa, no dejaba de pensar
en el miedo de comenzar una nueva relación, pero a la vez quería todo con él.
Y se besaron, les temblaron a ambos los labios, pero lo hicieron, rozaron sus labios
primeramente con delicadeza y después con tranquilidad, y terminaron el beso con una
sonrisa cada uno, se miraron a los ojos e Itzmin se mordió el labio inferior, no dejaba de
pensar en que quisiera que se quedara esa noche con ella, pero a la vez no quería, pero en el
fondo sentía un fervor que quería apagar. Atreus entonces articuló las palabras para
despedirse, pues el camino era largo.
— Nos vemos pronto Itzmin.
Y ella se quedó muda, simplemente asintió y se abrazaron, no quería dejarlo ir, no
lo había abrazado antes y ese calor que sintió fue tan único que no se animaba a soltarlo.
Sin pensarlo dos veces, lo besó de nuevo...
Capítulo IV - La familia

El día apenas comenzaba y Erandi estaba dormida en su recamara, ella era la


hermana mayor de Itzmin y vivía con su madre, al parecer no había logrado alcanzar sus
sueños y se resignó a vivir en esa casa con su mascota el cual era un gran perro que vivía
con ella en su habitación. Despertó y se sentó en la esquina de la cama con los ojos entre
cerrados, no podía concentrarse pues el día anterior se la pasó tomando con sus amigas en
una fiesta del trabajo.
— Joder, no debí tomar demasiado, me duele la cabeza terriblemente, y dentro de
unas horas necesito ir a trabajar en ese odioso psiquiátrico, ya no aguanto tener que ser tan
servicial, no me gusta cuidar a las personas, solo quisiera llegar a casa a dormir un poco
más, pero no me queda de otra.
Entonces bajó las escaleras y se encontró con su madre la cual ya era mayor y muy
apenas podía caminar por la casa, Erandi trabajaba para poder ver por ella en los últimos
años que le quedaban ya que Itzmin no podía visitarles tan seguido.
— Madre prepararé el desayuno, no te esfuerces tanto por sacar esas bolsas de
basura, las saco de paso al ir al trabajo, sólo deja te preparo algo delicioso.
Entonces, sacó unos huevos de la nevera, pan para tostar y puso agua a calentar para
preparar té. Les encantaba el té por la mañana, cuando terminó de cocinar puso la comida
en la mesa y su madre se acercó.
— Querida, el desayuno quedó delicioso, ¿sabes algo sobre tu hermana?
— Lamentablemente no madre, quizá no tarda en llamar, prometió que lo haría con 
más frecuencia este año, pero parece está encantada con el nuevo lugar donde vive que ya
casi no se comunica con nosotros.
— Es posible, no seas dura con ella, quizá encontró un motiva más para quedarse
allá y pronto nos contará las nuevas buenas.

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Ya era tarde e Itzmin ya tenía que marcharse para la universidad, tenía clase a
medio día y sus alumnos podían hacerle falta colectiva si no llegaba a tiempo.
 — Odio hacer esto, pero —murmura ruborizada— Atreus, ya es hora de
levantarnos, tengo que ir al trabajo dentro de unas horas, prepararé el desayuno para que
también puedas tener tiempo de arreglarte igual.
— Am si si, claro —murmuró con los ojos cerrados— dame unos minutos.
Ya habían pasado semanas después de que habían empezado a salir y dormir juntos,
Itzmin después de estar un tiempo laborando en la universidad como técnica en un
laboratorio, la promovieron a maestra por horas y estaba muy contenta de haber pasado al
siguiente paso, Atreus, estaba trabajando de enfermero en un hospital en turnos rotativos y
en esta ocasión iba a trabajar en la tarde, se encontraba en el departamento de urgencias y
siempre llegaban personas que uno nunca se imaginaba.
— Te parece si para la noche esta ocasión pedimos algo de cenar, esta ocasión me
gustaría quedarme en casa a ver alguna película —mencionaba Itzmin mientras se peinaba.
— Encantado, déjamelo a mí que te sorprendo con la cena.
— Bueno corazón, me agrada la idea, nos vemos en la noche entonces —se mordió
el labio y se dieron un beso después de salir de casa y cada uno tomar su camino al trabajo.

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Se escucha el timbre de un teléfono, provenía del bolso de Itzmin, lo saca y observa


la pantalla por un momento y sin pensarlo dos veces contesta.
 — Hola mamá, que gusto saber de ti, ¿y Erandi?
Capítulo V - La llamada

Itzmin había colgado, y se quedó pensando por un momento en lo que caminaba


directo a la universidad, su madre le había reclamado porque tanta ausencia de su parte a la
familia. Respiro profundo y llegó a la entrada principal de la escuela y entró, registró su
entrada y pasó directo al salón de clases antes de llegar a su locker a dejar sus cosas, pues
ya iba algo tarde. Sus alumnos estaban esperándola entre platicas fuertes, entrando estos
bajaron el volumen y esperaron a que Itzmin diera instrucciones. Se sentía algo distraída,
pues quizá su madre le había comentado algo que no le gustó saber.
— Chicos, creo que el día de hoy solo veremos ciertos temas y les dejaré el resto de
la hora libre para que hagan sus pendientes o vayan a comer.

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De regreso a casa, Itzmin pasó por una florería y decidió comprar un ramo de flores
moradas para Atreus, pues dijo que le sorprendería en la noche y no quería dejarlo sin
sorprenderle también, y tenía noticias que mencionarle durante la cena. El lugar donde
compro las flores era rústico y olía muy bien, las flores frescas y los adornos que les
colocaban eran perfectos, así que pidió un ramo con tulipanes morados y unos arreglos
blancos, los olió y salió de la florería.
Su teléfono sonó.
— ¿Diga?
— Hola que tal, soy Atreus, te llamo desde el trabajo, al parecer no podré llegar a
nuestra cita, llegaré algo tarde a casa, espero no te moleste, es que surgieron unos
contratiempos en el hospital y tengo que quedarme hasta media noche cuidando a unos
pacientes que han perdido mucha sangre. En serio, discúlpame amor.
 — No te preocupes corazón —se le hace un nudo en la garganta— podemos
recorrer nuestra cita para el día de mañana o después, sin problema.
— Por supuesto, en serio discúlpame, te llamo más tarde Itzmin.
 Y ambos colgaron. Itzmin se sintió algo vacía, quería desahogarse con él y
abrazarlo en la noche, pero al parecer cuando el llegara ya estaría dormida, entonces
caminó a la casa y abrió el departamento, entró y puso las flores en un florero bonito de
cristal con agua fresca, y dejó las llaves en la mesa contigua. Se sentó en el comedor
pensando en que hacerse de cenar, mientras al mismo pensaba en las palabras de su mamá
—quiero que vuelvas a casa, no me gusta nada que estés allá, últimamente me siento
horrible y Erandi muy apenas me cuida, quisiera que estuvieras acá o por lo menos me
visitaras más seguido— y se levantó de la silla y se hizo algo muy sencillo para llenar el
estómago y después se fue a lavar los dientes y a dormir.

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—Ya estoy hasta la puta madre de trabajar en el psiquiátrico, los enfermeros que
trabajan aquí no hacen su trabajo como deberían, y a mí solo me utilizan como su
pasamanos, y luego mi hermana en otro estado sin pensar en nosotras, muy apenas y marca
para saber de nosotras, mamá tenía razón, no debimos dejar que se fuera a otro lugar para
que alcanzara sus metas, podía hacer muy bien eso estando aquí con nosotras, pero le
encanta abandonarnos.  
Erandi era una persona de carácter explosivo, pero atenta a su trabajo, no quería
seguir más ahí pero no tenía de otra, estaba pasando por un turno exhaustivo, había tres
pacientes que escondieron su medicamento y habían tenido a una crisis psicótica durante la
tarde mientras los sacaban a dar un paseo por el jardín del hospital, y tuvieron que pedir
ayuda a más personal para tomarlos de los brazos y tranquilizarlos.
Esa misma noche, Erandi recibió una llamada muy sospechosa.
— ¿Bueno? ¿Quién habla?
— Muy buenas noches, se encuentra su hermana Itzmin en casa, quisiera hacerle
unas preguntas respecto a un suceso en la ciudad de Xalapa, Veracruz.
— Ammm, ¿qué ocurrió? —Erandi quiso evadir la pregunta sobre su hermana y
saber más sobre lo que había sucedido, si su hermana estaba en problemas, era mejor
decirle cuanto antes.
— No es algo importante, pero necesito hablar con ella.
Erandi lo pensó por un momento, pero no pudo cerrar la boca. — Ella ya no vive
aquí con su familia, no sé cómo es que tiene este número, si necesita hablar con ella mejor
márquele directo, buenas noches. —y colgó.
Capítulo VI - La sorpresa

Erandi se quedó pensando un momento, ¿quién carajos le marca a esta hora para
preguntar por su hermana que ya no vive con ellas? eran pasada medianoche, y decidió
marcarle para advertirle que alguien la buscaba.
— ¿Itzmin?
— Erandi, es más de media noche, ¿qué quieres?
— Hace un momento me marcaron preguntando por ti, no me quisieron dar datos ni
nada, ¿no has sabido algo tu?
— No —miró a su alrededor y aún no llegaba Atreus a casa y ya eran las 2:00 am
— no te preocupes, si me marcan yo les aviso que sucede, tengo que hacer una llamada.
— ¿A esta hora? ¿llamarás a alguien? por favor ten cuidado, estás muy lejos de tu
ciudad, cualquier cosa márcame o márcale a mamá, estaremos al tanto —y colgó. 
Itzmin se quedó viendo la pantalla del teléfono y pensando en porque aún no
llegaba Atreus a casa, ya lo creía acostado a su lado durmiendo, pero no. Decidió
marcarle...
...
— ¿Itzmin? ¿Qué sucede?
— ¿Te encuentras bien? ya te hacía en la casa...
— No tardando llego, ya estoy saliendo del hospital, me quedé un rato más porque
me puse a cenar con unos colegas, pero no te preocupes que ya voy para allá amor.
— Esta bien corazón, vente con cuidado, hay algo que debo contarte cuando
llegues.
— ¿Pues que sucedió? 
— Algo que no sé cómo explicarlo y cosas que aún no te cuento, necesito que estés
aquí para hablarlo. Vente con cuidado, adiós.
Itzmin tragó saliva, sintió el Atreus tenía un tono nervioso al contestar o al querer
saber más sobre lo que le comentó, pero prefirió esperar a que llegara a casa, se volvió a
acostar, apagó la luz del tocador y cerró los ojos.

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Atreus llegó a casa, prendió el foco de la cocina y dejó las llaves junto con las de
Itzmin, vio las flores en el florero de cristal y sonrió, se sintió terrible por no haber llegado
más temprano pero aun así quería compensarle lo sucedido, pero tenía miedo de hablar con
ella, tenía miedo de que sospechara de que estaban sucediendo cosas en su entorno y estaba
haciendo lo posible por ocultar todo para que ella estuviera a salvo.  
Antes de entrar a la recamara hizo una llamada a un tal Asclepio. Un amigo cercano
que tenía y que también se dedicaba a lo mismo que él en secreto.
— Hola As, oye ya no puedo ocultarle más esto a Itzmin, presiento que la estoy
metiendo en un grave peligro sin querer y tengo miedo de que le suceda algo mientras no
estoy con ella.
Asclepio era un hombre alto de cabello negro con mirada seria, le encantaba
vestirse de traje y siempre usaba unos zapatos boleados, nunca sucios, era un hombre
impecable que le gustaban las cosas serias, siempre llevaba con él un relojero en el bolsillo
izquierdo del pantalón y lentes sin armazón grueso.
 — ¿Por qué de la nada mencionas eso? Te dije que fueras sigiloso o si no, le
pasaría algo a ella. O que simplemente no te enamoraras de nadie porque este oficio es muy
peligroso.
— Lo sé, por eso mismo desde el instante que la conocí he intentado ser algo
distante con ella en ciertos aspectos de nuestra vida, pero ya no quiero ocultarlo más para
poder protegerla mejor.
— Eres un idiota, sería mejor que la terminaras y la dejaras en paz, ella merece a
alguien que le dedique su tiempo completo. No a un asesino como tú, que oculta su oficio
detrás de un trabajo de enfermero en el hospital principal de la ciudad, necesitamos que
seas más serio con esto. —colgó y no dejó que Atreus respondiera, simplemente suspiró.
— Amor, ¿con quién discutías a esta hora? —Atreus despertó a Itzmin sin darse
cuenta y le empezó a latir el corazón tan fuerte que no sabía que contestar, simplemente le
salió un sonido por los labios y se acercó a abrazarla —todo estará bien, le murmuró al
oído. 
Itzmin lo apartó de sus brazos, —¿Cómo que todo estará bien? ¡te has estado
comportando muy raro últimamente!
Capítulo VII - Sin secretos

— Ven, siéntate, necesito hablar contigo seriamente y esto quizá no te vaya a gustar
Itzmin —la suelta del brazo y ella se dirige al borde la cama y ambos se sientan, él le
coloca la mano en la pierna izquierda por encima de su pijama en forma de vestido blanco y
agarra aire— ¿has recibido alguna llamada sospechosa últimamente?
— ¿A qué te refieres? Hace un momento mi hermana me llamó y me preguntó
prácticamente lo mismo, que alguien me estaba buscando y no tengo idea de porqué y
necesitaba hablar contigo al respecto.
Y en ese momento Atreus se puso nervioso y no supo si seguir con la plática, quería
confesarle todo pero en realidad el peligro estaba comenzando y ahora no podía dejarla sola
para nada, suspiró y se quedó perdido viendo los zapatos que Itzmin tenía acomodados en
un estante por un momento antes de articular alguna palabra. Volteó para verla a los ojos y
ella no entendía porque se había quedado pensando por un buen tiempo.
— Itzmin, hay algo que no sabes de mí, y que he querido ocultarte para protegerte,
pero al parecer no sirvió y ahora están tras de ti, y no quiero que te lastimen.
— ¿De qué carajos estás hablando? —confundida empieza a alzar la voz— dime
que es de una vez por todas.
Atreus suspira y mira hacia arriba mientras pasa por sus labios su lengua antes de
hablar. Reevalúa la situación.
— Sabes muy bien que soy enfermero, sabes cómo es mi horario, esta noche no
pude llegar a tiempo para sorprenderte con la cena y tuve que quedarme horas extras —
mientras hablaba pensó mejor en seguir ocultándolo por esta noche únicamente—  tuve que
quedarme porque llegaron a la sala de urgencias personas de las cuales no puedo hablarte,
al parecer habían sido heridos muy gravemente por lesiones en todo el cuerpo, mayormente
en los costados —en cierta forma eso le parecía satisfactorio mencionarlo, el había
mandado a esas personas al hospital— y tengo miedo de que no se recuperen y me busquen
por simplemente haber sido el enfermero de turno.
— La llamada que recibió tu hermana no puedo explicarla, es posible que sean parte
de los conocidos de esas personas que llegaron al hospital y empezaron a sondearme para
ver dónde están las personas que más me interesan. —Itzmin empezó a esbozar una
expresión de preocupación, pero no sabía si creerle del todo, entonces simplemente le
abrazó y le mencionó que todo estaría bien y si no quería hablar del tema, lo harían por la
mañana
— Todo estará bien, preferiría que mañana me dieras una explicación más
razonable, es muy tarde y necesito descansar —mencionó con voz irritable y con los ojos
entrecerrados y con la mano izquierda quitó la mano derecha de Atreus que descansaba en
su pierna.
— Estoy muy estresado, no sé porque no confías en mí, estoy haciendo lo necesario
para mantenernos a ambos a salvo —la tomó del brazo y no dejó que se acostara y hablo
con voz temblorosa— esto que tengo que decirte es algo muy delicado, te amo y quiero
protegerte.
— Entonces demuéstramelo, me he sentido muy vulnerable desde que mi hermana
llamó, tómame de ambos brazos y abrázame tan fuerte como puedas para sentirme segura
de nuevo —decía mientras sentía que su cuerpo se estremecía.
Atreus la tomó de ambos brazos y la acercó para abrazarla tan fuerte contra su
pecho y la besó a los labios —querida, todo estará bien, te lo prometo— y la beso en las
mejillas, mientras Itzmin cerraba los ojos y le salían unas leves lágrimas, empezó a besarlo
también en los labios y a mirarlo a los ojos fijamente —quiero tenerte a mi lado siempre
Atreus, eres mi vida desde que te conocí— le dijo al oído mientras él le besaba
cuidadosamente el cuello sin parar, hasta que esos besos se volvieron más intensos y
empezó a rozar su lengua entre sus hombros y clavículas.
Sus manos bajaron a sus piernas para acariciarlas por debajo del pijama que Itzmin
traía, y ella lo seguía abrazando y acariciándole la espalda mientras ambos se besaban sin
parar. Él empezó a subir poco a poco el vestido que ella traía y se lo quitó, colocándolo en
el tocador, para después ella desabotonarle la camisa celeste que vestía y rozar con sus
manos su torso suave y lampiño, podían ambos escuchar su respiración mientras los besos
seguían fluyendo y las caricias se volvían más intensas.

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Era fin de semana y apenas el sol estaba en su punto, pues durmieron mucho
después de la noche que habían pasado y al ser un día de descanso para ambos. Itzmin
esperaba a que Atreus tocara el tema para saber que había sucedido con mayor precisión,
pero escucho que sonó su teléfono e inmediatamente salió al patio a contestar. Se quedó
pensando un momento y se levantó a lavarse la cara, empezó a preparar el almuerzo y un
café para comenzar el día.
Atreus entra a la casa pidiendo una disculpa. — Me hablaron del trabajo querida, al
parecer esta noche necesito checar a los pacientes que te comenté.
— Claro, no tengo problema alguno, solo avísame a qué hora llegarías para estar al
tanto. —pensaba seguirlo, quería comprobar si realmente eso estaba sucediendo después de
la llamada sospechosa que tuvo en la mañana y el día anterior.
Capítulo VIII - El sospechoso

Era ya de noche, Itzmin solo estaba esperando unas horas para observar cuando
Atreus saliera del hospital y ver a donde se dirigía, era sábado y era algo fácil esconderse
entre la multitud de jóvenes que había en la calle, estaba en un café tomando algo mientras
esperaba y con un libro en mano, detrás de unas mesas que les facilitaban la vista a las
puertas de enfrente del hospital. Le dió un sorbo a su café negro cuando divisó que alguien
salía con un uniforme blanco, podía distinguir que era él por su clásico corte de cabello que
siempre llevaba y la forma de caminar que podía reconocer desde lejos. Itzmin se colocó
unas gafas, aunque pareciera una tontería por ser de noche y salió del lugar, observó que él
se encontró con alguien más alto que él y vestido de traje, le entregaba un sobre amarillo
grande y después le ofrecía un cigarrillo.
Ella observaba consternada —¿quién carajos es él y por qué le dió un sobre? —
pensó, se quedó detrás de un auto con el celular en mano para parecer que estaba distraída y
ocasionalmente colocándolo en su oído para fingir una llamada, después de un momento el
hombre trajeado se marcha en un auto y Atreus abre el sobre estando de pie afuera aún, y
de pronto saca el celular, para hacer una llamada. Dura unos minutos al teléfono y por fin
cuelga, da media vuelta y entra al hospital, sin antes hacer añicos el sobre que le entregaron
y tirarlo en un bote de basura que se encontraba a un lado de las puertas del hospital.
De pronto sale, ya cambiado, él iba vestido esta ocasión también de traje, era un
traje muy elegante, vestía un saco color azul marino y un pantalón del mismo tono, zapatos
negros bien boleados y un moño en el cuello de color negro —¡pero qué...!— pensó
Itzmin, no supo que hacer en ese instante y se escondió detrás de un callejón que estaba
cerca de la zona y le marcó.
— Cariño, no puedo contestar en este momento, estoy en una urgencia aquí en el
hospital, no tardando termino aquí y llego a la casa —suspiró, no sabía que explicación dar.
— Atreus, necesito que vengas a casa, es urgente —le titubeó la voz, no sabía que
excusa poner, pero quería ver como reaccionaba, por cómo iba vestido.
— ¿Qué sucede? Amor, tan pronto salga de urgencias voy para allá —y colgó.
— Ese mentiroso... —pensó Itzmin— ¿qué es más urgente que no sea tu pareja?
Y observó que empezó a caminar en dirección a la siguiente calle, se le notaba
sereno, al parecer la llamada de Itzmin no lo había corrompido ni un poco, en lo que
caminaba llegó un auto negro y se detuvo a un costado y Atreus entró sin pensarlo,
simplemente volteó a los lados y cerró la puerta de forma muy silenciosa y el auto siguió
por la avenida principal de la colonia, Itzmin no tuvo opción más que regresar a casa,
esperó un taxi y subió, de esos taxis color amarillo llamativo, ya era media noche y no
quería estar más tiempo en la calle sola, cada vez había menos gente.
Llegando a casa, abrió la puerta y dejó las llaves a un lado del florero y dejó su
bolso color beige colgado de un perchero que tenía clavado a lado de la puerta principal,
junto con un saco de noche que se había puesto para ocultarse entre las personas, suspiró y
se fue a sentar a la recámara. Justo cuando iba llegando a la puerta del cuarto, sintió como
si alguien estuviera esperándola y caminó con cuidado, abrió la puerta y notó una sombra
viendo por la ventana que se encontraba al lado izquierdo de la cabecera de la cama y al
lado derecho del ropero.
— Itzmin... —una voz profunda se escuchó casi murmurando.

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El sobre mencionaba que había que ir a una zona muy poco concurrida, Atreus
había llegado a una zona que se encontraba retirada del centro de la ciudad, parecía un
prostíbulo de mala muerte, había dos chicas afuera de la entrada con poca ropa, con altos
tacones de aguja y un atrevido corset negro y medias con ligeros negros, vieron a Atreus
acercarse y lo observaron con lujuria.
 — Pero que hombre tan apuesto vemos aquí, ¿se te perdió algo lindura? —dijo la
chica que se encontraba del lado izquierdo— ¿quieres compañía esta noche?
— No, gracias, estoy buscando a alguien —se pasó la lengua por los labios y sacó
una tarjeta del bolsillo del saco— busco a este hombre. 
 Ellas lo miraron intrigadas, y la que se encontraba a su derecha le susurró algo al
oído a la otra, después una abrió la puerta y entró.
 — Espera un momento —le dijo la joven que se quedó afuera— no sé a qué viniste,
creo que sólo quieres problemas en vez de divertirte un poco.
— Pues ya veremos que sucede, ya tengo con quien divertirme cariño, asi que
mantente a distancia por favor —la miró acercarse, pero dio un paso atrás. 
Entonces salió la chica y le dijo que la acompañara, el lugar era oscuro pero con
luces neones por donde sea, dando un ambiente rojizo, parecido al de un antro, la chica iba
caminando por delante de él, y había más personas adentro, muchos hombres con mujeres
sentadas en sus muslos, olía infernalmente a cigarrillo y a sudor, pareciera que el lugar no
tenía suficiente ventilación, de pronto llegaron a una puerta que se encontraba en el fondo y
la chica abrió y dejó que Atreus entrara, solo él podía entrar, una vez adentro cerró la
puerta.
— As, no sé porque me hiciste venir a este lugar tan asqueroso —decía mientras
observaba a Asclepio sentado con dos chicas en sus muslos con un cigarrillo en las manos
— estoy preocupado por Itzmin, necesito volver a casa lo más pronto posible, me dijo que
tenía una urgencia y no sé si esté a salvo en estos momentos.
— Relájate amigo, necesito hablar personalmente contigo del siguiente objetivo, y
tenía que hacerlo en un lugar donde no hay quien nos escuche, ni personas sospechosas —
tomó un vaso que tenía en la mesa que contenía un poco de wisky y le dio un sorbo—
chicas, pueden salir, necesito estar a solas con el caballero. 
Las chicas salieron, pero no estaban solos, estaban otros colegas en las otras mesas
que se encontraban en ese cuarto, a la derecha Constantine y a la izquierda Bemus, dos
hombres igualmente trajeados, pero con un aire más fruncido, eran hombres más grandes
que ellos, tenían años en el negocio y ahora solo querían ayudarle a los otros a crecer y
darles consejos para que no cometieran algún error.
Constantine era un hombre de 45 años, de tes oscura, cabello tirándole a afro, no
tenía tantas arrugas en la cara, pero tenía manos venosas, y muy callosas de tanto usar
armas blancas, le encantaba usar dagas, su favorita era una daga tipo medieval Holbein, y
sus armas favoritas eran las revólver, en especial la modelo Smith & Wesson 686, le
gustaba porque podía dar tiros limpios en la cabeza de sus objetivos. Era un hombre bajo,
apenas y medía 1.50 mts de altura y robusto, le encantaba la comida rápida, pero ya por la
edad había disminuido su consumo. En cambio, Bemus era un hombre a quien lo
distinguían como el mensajero, era quien había ido a darle el sobre afuera del hospital, el
solo se dedicaba a ser precavido con los mensajes y trataba de siempre responder de forma
cortés y con cautela ante cualquier situación.
— Si te parece, me gustaría que investigaras un poco más sobre esta mujer —le
muestra una foto deslizándola por la mesa— se llama Cristine Lispector, y últimamente
está robando mucho dinero y sus hombres están acabando con los nuestros, necesito que la
vigiles y cuando menos se lo espere la mates a mano fría, necesito que seas cuidadoso, ella
no tiene a muchos hombres pero a los que tiene la saben cuidar muy bien, no quisiera
perder a otro hombre...
— Cuenta conmigo, pero necesito más detalles sobre lo que hace y el por qué —
mientras guardaba la foto en su bolsillo del pantalón.
— Por ahora solo puedes saber eso, dentro de estos días te llegará otro sobre con
más información, pero necesito que mantengas alejada de esto a tu noviecita, si no quieres
que se involucre y le pase algo —dijo con tono de molestia, mientras las chicas volvían a
entrar y se sentaban a su lado.
— Anda, ya puedes irte, te veo dentro de unos días.
Caminó a la puerta y salió lo más rápido que pudo de ese crudo lugar que olía a
sudor, entró al auto que lo esperaba y pensó —ahora, cómo carajos hablo con Itzmin sobre
esto, necesito alejarla de mí, si no pueden dañarla o quizá hasta matarla— se dirigió al
departamento donde vivía con ella, esta ocasión no iba a ocultar su atuendo y decidió llegar
trajeado. Bajó del auto y entró a la casa, dejó las llaves junto a las de Itzmin y se le heló la
frente. Había gotas de sangre que salían del cuarto, corrió hacia la puerta y no había nadie,
las cobijas de la cama estaban echas un desastre, como si las hubieran jalado, en el piso
había señas de pisadas fuertes, y en la puerta había leves señas de patadas, observó hacia la
entrada y su bolso aún se encontraba colgado.
Capítulo IX - La ciudad de Cristine Lispector

En la ciudad del café, con muchos cafetales, las calles con un aroma a café fresco y
con temática rústica, así era el pueblo de Coatepec, característico por el cerro de las
culebras o serpientes. Aquí vivía Cristine Lispector, en una casa común donde podía pasar
desapercibida, podía trasladarse a los demás municipios sin ningún problema. Su casa era
grande a los lados, con cuatro ventanas grandes y unas bonitas rejas de color marrón, una
muerta igualmente con una reja marrón y adornada. El color de las paredes color crema y
en la parte de abajo color miel, por dentro era muy espaciosa, tres recámaras, dos baños,
una cocina, comedor y sala de estar.
En esta misma casa ella vivía con su esposo Charles Lispector un hombre de su
misma edad, 50 años y con un carácter muy sumiso, se dejaba manejar por ella muy bien y
le encantaba complacerla con lo que pidiera, siempre que ocupaba ayuda con los negocios,
lo llamaba y él no ponía ningún, pero. Un hombre de cabello cano y corto, con bigote y
barba.
Por fuera la casa se veía muy tranquila pero adentro de ella, tenía a sus guaruras,
siempre atentos a cualquier cosa, Cristine Lispector había robado el último mes una gran
cantidad de dinero, para producir drogas en un almacén que se encontraba cerca de la costa
de Veracruz, mandaba periódicamente a sus hombres a comprobar que la mercancía se
encontraba en buen estado, pero en la última semana habían perdido a varios hombres en el
transporte de una droga hacia la ciudad de Coatepec, no supieron quien los emboscó pero
fue a tiro limpió, dejando a tres muertos y el transporte volcado en medio de la carretera,
solo se sabía que había sido quizá un hombre de tes canela que portaba un arma
semiautomática con silenciador.
— No tengo tiempo para esto, he perdido a varios hombres y la producción se ha
atrasado, necesitamos que fluya con mayor rapidez —dijo mientras observaba a su marido
sentado en la sala frente a una mesa de té— necesito que tú y tu —señalando a dos de sus
hombres— salgan y busquen al responsable de mis pérdidas o ustedes serán los siguientes.
— Si señora, lo que ordene —dijeron al mismo tiempo, y salieron por la puerta
principal.

 ֍ ֍ ֍

— Itzmin... —una voz profunda se escuchó casi murmurando.


— ¿Quién eres y qué haces en mi casa? —dijo con voz temblorosa y sorprendida.
— Vendrás conmigo —el hombre se volteó y empezó a caminar por la oscuridad
hacia donde se encontraba Itzmin, pero ella camino hacia atrás intentando salir del
departamento, el hombre la alcanzó y la agarró de los brazos, ella forcejó lo más que pudo,
el pánico no la dejaba pensar que solo pataleaba, pero logró soltarse y llegó a la cocina,
encontró un cuchillo rápidamente en los cajones que se encontraban bajo el fregadero y lo
tomó —un cuchillo no me hará nada querida— dijo el sujeto, pero la adrenalina que sentía
ella en ese momento logró que lo hiriera del rostro, sacándole unas gotas de sangre de la
mejilla y en lo que estaba distraído, salió corriendo del departamento.
— En fin, si no la tomo a ella, no ha de tardar en llegar su noviecito —pensó, y se
escondió detrás de las cortinas que se encontraban en la ventana del fondo.
Itzmin había salido corriendo del departamento con un cuchillo en mano, corrió
hacia la avenida principal de la colonia y se escondió por un callejón que estaba cerca,
había muy poca luz en esa zona, se encontraba indefensa, revisó si no la seguía nadie y tiró
el cuchillo en el bote de basura que se encontraba en el callejón, su ritmo cardiaco estaba
alto e intento respirar lentamente, estuvo revisando constantemente en dirección a su casa,
pero no veía a nadie salir o entrar. Hasta que vio que llegó un auto negro y vio con atención
quien bajaba del vehículo, era Atreus con traje, no supo que hacer, más que observar, entró
al departamento y no salió.
— ¿Estará bien? —pensó, llevándose ambas manos a la boca, angustiada— debería
ir en dirección al departamento, si está bien podría ayudarle, pero, ¿y sí no es así? —su
angustia aumentó, revisó si traía su teléfono en su bolso del pantalón, palpó sus bolcillos y
se dio cuenta que lo había dejado en su bolso que dejo en el perchero —puta madre—
pensó.

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En el departamento de Itzmin se encontraban ambos hombres, Atreus al ver como


se encontraba la habitación se quedó helado y camino a ver con detenimiento lo que había
sucedido, solo había algunas gotas de sangre y la cama estaba destendida. Sacó su teléfono
e iba a marcarle a Asclepio.
— Un momento Atreus, sé muy bien que fuiste tu quien emboscó a los hombres de
Cristine Lispector en la carretera —la voz se escuchó profunda desde el fondo.
Atreus alzó el rostro e intentó identificar de dónde venía la voz y guardó el celular
—¿dónde está ella? — dijo de inmediato.
— Ella escapó, no sé dónde está, solo te necesito a ti —dijo en tono irritante y salió
de su escondite lentamente— se las pagarás a Cristine— y metió su mano bajo el saco,
sacando un arma corta y le apuntó —tengo órdenes para matarte y lo disfrutaré.
— Eso crees tu —saltó hacia un lado, e igual sacó un arma tipo revólver y se
escondió bajo las mesas de la cocina, el ambiente era muy oscuro que con el tiempo se fue
acostumbrando y pudo verle fácilmente entre los muebles.
No fue difícil matar a ese hombre, pero ahora tenía que buscar a Itzmin y
mantenerla a salvo.
Capítulo X – El escape

Atreus no podía dejar ir a ese hombre que lo estaba buscando, desde la zona donde
se encontraba acomodó el revólver y le apuntó directamente a la cabeza, sin perderlo de
vista, el hombre estaba buscándolo, era muy torpe en el lugar al no conocer donde se
encontraban los muebles y con su vista periférica poco entrenada, era blanco fácil. Atreus
acomodó su dedo en el gatillo del revólver y le tiró, vio cómo se desplomó el hombre en la
oscuridad, bajó el arma y la colocó en la mesa del comedero, dio unos pasos hacia donde se
encontraba el cuerpo y comprobó su pulso, el hombre había muerto de un solo balazo.
Itzmin había escuchado el balazo, y en ese momento su piel se erizó, no sabía de
donde podía provenir, tragó saliva y decidió salir del callejón, caminando lento, quería
regresar a casa, pero cuando se acercó vio a alguien salir del lugar trajeado, encendió un
cigarrillo y sacó su teléfono.
— Contesta Itzmin, necesito saber a dónde fuiste… —pensó, pero no contestaba, y
escuchó un ligero sonido que provenía de adentro del departamento— no puede ser, dejaste
el teléfono en tu bolso —y entró, no apagó el cigarrillo, solo colgó, dio media vuelta y entró
para ver si ahí se encontraba el celular.
Ella contenida detrás de un árbol alcanzó ver que Atreus se volvía al departamento,
entonces siguió caminando para esa dirección —bueno, al menos sé que él está bien, ¿habrá
el disparado? — siguió caminando y llegó al departamento y entró cuidadosamente. El
departamento seguía a oscuras y parecía que no había nadie, camino hacia el dormitorio y
vio que ahí se encontraba Atreus aparentemente acomodando “algo”. El volteó
rápidamente al sentir una presencia.
— Querida… te marqué hace un momento, ¿en dónde te encontrabas? Creí que te
habían herido… —dijo, pensando muy bien sus palabras e intentando no quitar la mirada
de la puerta donde estaba ella parada.
— ¿Qué fue todo eso lo que sucedió y ese hombre que me estuvo esperando a ti o a
mí? ¿Y qué es lo que estás moviendo por un lado de la cama? —pasó su lengua por sus
labios y se los mordió, prendió el foco de la recámara y vio como estaba perfectamente
vestido Atreus agachado, con una mano apoyada en la cama y la otra abajo, este se levantó
y dejó caer lo que sostenía, tenía ambas manos cubiertas con guantes de cuero negro.
—Linda, yo no quería que te enteraras de esto o que vinieran por ti por ninguna
razón, tú no tienes por qué estar involucrada en cosas que sólo a mí me incumben, necesito
que me escuches un momento y me ayudes a deshacerme del cuerpo del hombre que
intentó hacerte daño —se acercó y se quitó ambos guantes y los colocó en el tocador, pues
quería tomarla de las manos, pero ella dio un paso atrás, la notó algo distante y perdida de
los ojos— Amor, necesito que me escuches, si no quieres que te toque yo lo respetaré, pero
escucha.
Atreus la miró a los ojos, desvió su vista al piso y lamió sus labios antes de hablar,
dio una vuelta por el departamento con la mano en el mentón y empezó —cuando te
conocí, yo tenía poco de haber comenzado el trabajo del cual quizás no estoy tan orgulloso,
pero me da de comer y en cierta manera me protege, protege mi integridad y me mantiene
en el hospital trabajando como enfermero, trabajo para el gobierno, a menos para la parte
oculta de este, me contrataron por mi habilidad de hacer cortes y tiros limpios, suturas de
heridas y mi carrera como enfermero ayudaría mucho para complementar mis tareas.
Comencé con tareas básica, ser guardia de ciertas personas por las noches, mantener a salvo
a personas importantes, era una especie de guardaespaldas por horas, después con el tiempo
me subieron de rango, ahora tenía que proteger, pero haciendo el trabajo sucio, del cual te
acabas dar cuenta. Cuando te conocí tenía miedo de que te enteraras de esto, pero son la
razón de porque a veces llegaba tan noche o no llegaba, era algo tan demandante tanto
físico como mentalmente, porque no puedo dejar que sepan donde vivo o con quien vivo
sin correr el riesgo de que lastimen a quien me importa— miró al techo y respiró hondo—
me importas mucho, me enamoré de ti desde que te vi y sonará como de locos, pero no
permitiré que te tengan o te hagan daño solo por quererme matar.
Ella estaba en shock por saber que Atreus era una especie de asesino en cubierto,
por tener un cuerpo de un hombre muerto en su departamento y porque tenía que sacarlo de
ahí. Parpadeó y pasó por su cara sus manos, suspiró y lo miró —no sé cómo reaccionar ante
toda esta situación, tengo mucho miedo, eres un asesino y me lo habías estado ocultado
todo este tiempo, poniendo en riesgo a mí, a mi familia, a todo tu alrededor— empezó a
sentir algo de pánico y desesperación y caminó directo al baño con intención de encerrarse,
pero Atreus la siguió y no dejó que eso sucediera.
Itzmin estaba llorando, sentía que todo esto era una pesadilla, su novio era una
persona peligrosa; se calmó y no pudo evitarlo, lo abrazó, lo abrazó fuertemente —
tranquila corazón, no te pasará nada mientras yo esté contigo, no dejaré que nadie se te
acerque, tenemos que mudarnos…— ella en ese momento levanta la cabeza y lo mira a los
ojos teniendo los suyos llenos de lágrimas —no, esto no es sano, quisiera que termináramos
con esto y no quiero volver a verte, déjame en paz, quiero vivir tranquilamente.
A Atreus se le hizo un nudo en la garganta al escuchar esas palabras, la miró
fijamente y no quiso soltarla, y la besó, la besó en la frente, en el rostro, y después
fijamente en los labios, al inicio Itzmin no quiso reaccionar, pero no resistió esos besos tan
suaves y cálidos que él le daba, así que le correspondió y lo besó en los labios de forma
suave y delicada. Mientras se besaban, él puso su mano en la cintura de Itzmin y la apretó
contra sí, no quería dejarla ir —eres la mujer de mi vida Itzmin— dijo entre besos en el
cuello, y la empezó a encaminar a la pared para recargarla, pero ella se sentía ajena a él,
pero le excitaba mucho como estaba vestido que no pudo resistirse a lo que él le hiciera en
ese momento.
Lo miró fijamente a los ojos sin decir mucho, mientras escuchaba la respiración de
Atreus y veía como entrecerraba los ojos —me arrepentiré de esto— dijo en casi un
susurro y ella lo giró y lo apoyó en la pared, se encontraban en la pared contigua del baño,
y ella empezó a besarle el cuello, de forma muy lenta, entre besos sacaba su lengua y la
rozaba por su piel y oídos. Entre tantos besos, el recargado en la pared le tomó la pierna
izquierda y se la levantó ligeramente, acariciándola, mientras ella intentaba besar sus
labios, ella empezó a quitarle el saco que traía puesto y notó el rico aroma del perfume que
se había colocado, ahora no podía alejarse de él, pues su perfume la encarcelaba a su cuerpo
—maldito sea, me siento tan asustada pero segura a la vez en sus brazos, quiero irme de
aquí tan pronto como sea posible pero huele tan bien, y sus brazos se sienten tan fuertes,
sus labios tan suaves que por Dios, no puedo dejarlo así como así… pero hay un muerto en
la habitación… parece una locura— pensaba mientras él le mordía ligeramente el cuello y
le encajaba las uñas en su espalda al sentir tan plena sensación en su cuerpo.
—Tenemos que parar —dijo Itzmin casi sin poder respirar y cerrando los ojos.
—Permíteme mostrarte lo segura que puedes estar conmigo amor, no te pasará nada
—le susurró al oído, al notar que la tenía dominada por sus manos y besos, la intentó
acostar en la cama, pero sintió que tenía que hacer algo, primero que nada.
La dejó recostada un momento y pasó a cubrir el cuerpo tan bien como pudo, para
que no dejara aroma alguno durante la noche, ya vería que hacer por la mañana.

֍֍֍

Cuando Atreus despertó notó que Itzmin ya no estaba a su lado, pasó su brazo por
la cama y después se levanto lentamente y divisó la habitación —¿amor? —dijo voz baja y
dudosa, al levantarse caminó por la habitación y el cuerpo seguía aún ahí, pero notó que
había un papel en la mesa del comedor.

Atreus, no puedo, necesito despejar mi mente y


saber que todo estará bien, olvídate de mí por un
tiempo, cuídate mucho, me da mucho miedo lo que
haces y me siento con demasiado pánico de poder estar
contigo, quizás estoy segura, pero si no estas tú, no me
sentiré así, necesito volver a sentirme segura conmigo
misma, nunca dejaré de amarte, te buscaré cuando esté
lista.

Itzmin.

Atreus dejó caer la nota al suelo y pasó su mano derecha por su rostro, parpadeó
varias veces y fue directo a la habitación, preparó el cuerpo y llamó a sus conocidos para
que lo procesaran. Después de que llegara la camioneta y entraran por el cuerpo, se sentó en
la cama, pensativo, había perdido a Itzmin y no sabía a donde había ido, ni siquiera podía
llamarla, su número había sido desconectado.
Capítulo XI – Retroceso
Apenas había cumplido 18 años y me encontraba solo en casa, mis padres estaban
trabajando, mis mascotas en el patio descansando y yo simplemente me encontraba en mi
habitación dibujando en mi tableta gráfica, me llamo Atreus y muchas ocasiones me siento
solo y triste y quisiera poder hacer algo para cambiar mi vida y si es posible la de mis
padres también.
—En este día lluvioso, me gustaría empezar por algo más sencillo, quizá debería
dibujar algún paisaje, no me he atrevido a hacer algo así —pensó mientras configuraba su
paleta de colores en la computadora— y mientras tanto pongamos un poco de música.
Normalmente Atreus dibujaba rostros o personajes de cuerpo completo con algún
realismo, era muy bueno dibujando, lo hacía por mero pasatiempo y rara vez por comisión,
era una persona que le gustaba ir mejorando sus técnicas de forma independiente. Esa tarde
se encontraba en su mismo cuarto su perro acostado en su camita al fondo de la habitación
en una almohada con una cobija que tenía un bordado muy hermoso, era muy cómodo para
este pequeño; su perro era de raza grande con un pelaje brilloso de color marrón con
reflejos amarillos, apenas tenía tres años de edad y aún era muy juguetón.
—Hey Ness porque no te acercas aquí a mis pies, mientras hago un bonito paisaje
de como se ve la ciudad lluviosa —el perro solo se le quedó mirando sin siquiera darse
cuenta de que hablaba con el— vamos Ness —lanzando un peluche en forma de hueso, lo
cual produjo que el perro levantara las orejas y después se acercara alegremente a Atreus a
su pequeño escritorio— oye pero no tan rápido Ness —dijo nervioso, pues tenía casi en sus
piernas su tableta gráfica, miró hacia un lado y ve que hay un vaso de cristal con agua y era
justo donde había caído el peluche en forma de hueso, dejó su tableta en el escritorio pero
cuando volteó ya era tarde, Ness había tumbado el vaso que contenía agua y este se había
quebrado— Neeeeeess no estás viendo que casi no hay vasos —dijo en tono burlón y casi
conteniendo la risa, haciendo a un lado al perro para que no se lastimara y recogió
rápidamente el desastre— quédate aquí ya vuelvo.

֍֍֍

Han pasado cinco años, y Atreus ha terminado su carrera universitaria, se había


titulado como enfermero general, pero en ese entonces solo hubiera deseado haber
estudiado veterinaria, Ness estaba algo viejo y necesitaba muchos cuidados, los padres de
Atreus le pedían que lo dejara descansar el mayor tiempo posible, pues muy apenas podía
caminar, pero aun así se animaba a levantarse y querer jugar en muchas ocasiones.
—Mi pequeño Ness, vente pa’ ca —dándole unas caricias en los costados y la
cabeza— estarás bien, mi amigo Asclepio puede atenderte siempre que sea necesario.
Ese mismo día Atreus había ido a visitar a su amigo, en la ciudad de Banderilla,
cercana a Xalapa. Tenía que hablar con el pues días anteriores le había marcado por
teléfono sobre proponerle algo interesante y como era su amigo y el veterinario de su perro
no se quiso negar a escuchar la oferta que le quería hacer. Al momento de llegar a la ciudad
se vieron en un pequeño parque que estaba cerca del ayuntamiento del municipio.
—Que tal amigo, ¿cómo te ha tratado la vida? —dijo Asclepio mientras se acercaba
a darle un abrazo a Atreus— veo que te hiciste un nuevo corte de cabello.
—Bien amigo, ya hace unos meses me gradué de la carrera, y ¿cómo vas tu con tu
negocio de la veterinaria?, Ness ya está mejor desde que le apliqué los medicamentos que le
recetaste la última cita —ambos sonrieron, después As lo invitó a ir a casa para tomarse un
café y jugar un rato en la consola de videojuegos.
—Sabes, te he notado algo estresado estos días, deberías relajarte un poco más,
mira, tómate esto —As le había entregado una taza con café, pero tenía una forma muy
singular que había formado con leche, y estaba a punto de carcajear.
—Pero que… que es esto As, jajaja —Atreus lo miró casi queriendo evitar reírse,
pero recordó que a su amigo le encantaba hacerle bromas siempre, desde que se conocían,
desde la primaria, eran amigos de hace años, solo se habían separado en los años de la
universidad, pero este nunca había perdido su sentido del humor, siempre lo animaba
cuando era necesario.
Después de haberse echado unas partidas en la consola, Asclepio voltea a ver a
Atreus con un rostro serio y deja el control en la mesa que se encontraba enfrente de ellos,
tenían diferentes frituras, pan, y algunos dulces para botanear.
—Sabes, te dije que quería verte hoy por algo que tenía que contarte —empezó a
hablar suavemente— hace unos meses me contactaron del gobierno, por mi sabiduría en la
profesión de veterinaria, me decían que podía ser útil para algunas tareas que me querían
ofrecer.
—A ver, ¿el gobierno? —dijo Atreus confundido, dejando el control en la mesa—
como que tareas te ofrecieron, la verdad con lo poco que me has dicho suena muy
sospechoso.
—Espera, déjame terminar —dijo tomando un dulce de los bocadillos que estaban
en un tazón en la mesa— como te decía, me habían hablado porque aparentemente yo
podría ser útil para tareas de veterinaria, como has de saber en la seguridad del gobierno
tienen perros, y en el tráfico de animales suelen ser de diferentes especies de animales que
pueden ser afectados.
—Entiendo, continua —tomando un pan y dándole un sorbo a su café.
—Entonces, saque cita para hablar directamente con esas personas, me hicieron
diversas pruebas, como no tienes idea —quiso reír al recordar que le habían puesto a curar
diferentes especies de animales de ridículas enfermedades y que lo habían sometido a
pruebas físicas para saber como estaba su condición física.
—¿Y entraste?
—Así es amigo, fui aceptado —le da un sorbo al café.
—Pues… felicidades amigo, ahora puedes ser parte del trabajo que brinda el
gobie… —Asclepio no lo dejó terminar.
—Atreus, esto tiene su lado oscuro, poco después de haber sido aceptado me
dijeron sobre el otro lado de la carta de ese trabajo… —se quedó pensando por un
momento, su mirada se perdió en el suelo.
—As, ¿pues de que trata? —intentó tomarlo del hombro, pero éste reaccionó.
—Me convirtieron en una especie de asesino —dijo a secas.
El ambiente se había tornado algo incómodo, Atreus dejó su taza en la mesa y no
sabía que decir, no entendía lo que Asclepio acababa de mencionar, trabajo de veterinario,
pero además ¿asesino? Atreus parpadeo y miró hacia un lado, tragó saliva.
—Antes de juzgarte, ¿puedes explicarte? —apenas pudo articular esas palabras,
tenía algo de miedo de saber que iba a decir después de esa confesión.
—Las personas que comúnmente conocemos que protegen a la ciudad y que están al
mando de la justicia en las calles y uniformados siempre, son policías para nosotros, a mi
no me nombraron como policía, simplemente me dijeron que tenía que ser una especie de
agente incognito, para infiltrarme en las operaciones más oscuras en el estado, y en vez de
un uniforme, usar un traje —mencionó relajándose un poco y des-tensionando los hombros.
—Patrañas As, ¿crees que voy a caer en un de tus otras bromas pesadas? —Atreus
quería reírse, le sonaba a película la tontería que Asclepio le acababa de explicar.
—Pues, si te parece una patraña, ¿por qué no lo ves con tus propios ojos? Hace días
recibí una llamada pidiendo que reclutara a una nueva persona con habilidades de médico o
enfermero —hiso una pausa, pues Atreus se estaba riendo— y que, si no te convencía yo,
ellos te llamarían hoy.
—Interesante amigo, ¿y qué, me van a llamar dentro de… —sonó su teléfono que se
encontraba en el bolcillo de su pantalón, mantuvo su mirada y después siguió riendo
pensando que la llamada que estaba recibiendo era una broma de el— a ver, esta bueno,
veamos quien me llama, mejor amigo Asclepio.
—Buenas… —se escucho la voz de una mujer, en tono agradable— ¿Tetoko
Tuchico?
—¿Qué? —Atreus hiso un gesto de confusión— ¿Tetoko Tuchico?
Asclepio vió a Atreus y empezó a carcajear como nunca, y atrás de la línea del
teléfono se empezó a reír la señorita, Atreus se enojó y colgó el teléfono, frunció las cejas
y colocó el celular en la mesa.
—Otra de tus bromitas, puta madre Asclepio —se pasó la mano por la boca y
después volvió a sonar de nuevo el teléfono.
—Vamos contesta, esta ocasión ya no habrá bromas —tratando de contener la risa
Asclepio le dio el teléfono a Atreus— la chica que te está llamando la conozco yo, pero es
clave, ya te explicaré cuando termine la llamada.
—Esta bien, pero la pondré en alta voz —suspiró y tomó la llamada y puso la alta
voz.
—Buen día, habla Asteria, soy jefa de la UDEV (Unidad Central de Delicuencia
Especializada y Violenta), hablo por que mis superiores piden tus servicios, y la broma fue
cortesía de nuestro empleado Asclepio, una disculpa —hiso una pausa, esperando respuesta
del otro lado.
—Ya veo, un gusto, quisiera que me explicaras más sobre ¿qué servicios quieren de
mí? —dijo dudoso y con temor a ser de nuevo albureado.
—Si mira, tienes que presentarte en tal ubicación, puede acompañarte Asclepio si
eso te hace sentir un poco más cómodo, es para entrevistarte y hacerte unas pruebas.
—Esta bien, tengo curiosidad de saber más, ahí estaré —ambos colgaron, y suspira
— iré por mera curiosidad y porque tus bromas van mejorando con el tiempo.
—Eso crees tú, desde que entre a esta onda ya intento hacer menos bromas, ya verás
porque —dijo levantándose del sofá donde estaban sentado— si quieres te veo mañana para
que vayamos al lugar y de una vez por todas te quites tus dudas y ya sabrás si quieres o no
entrar.
—Patrañas, te veo mañana señor Patrañas —salió de la casa de Asclepio y caminó
hacia la parada de autobús para regresar a casa— que día tan más loco, ¿mi amigo es
asesino secreto? —dijo con una carcajada en voz baja.
Capítulo XII – El enamoramiento

Hace ya unos meses que a Atreus le habían hecho una serie de pruebas para
reclutarlo por parte del gobierno y ya había cumplido su primera tarea el mes pasado, junto
con su amigo Asclepio, para supervisarlo tenían que hacer tareas en parejas. Se habían
trasladado a la ciudad de Xalapa para proteger un hospital donde Atreus había entrado al
área de urgencias a trabajar, en esta área llegaban pacientes sospechosos muy
frecuentemente y por ello lo eligieron para monitorear tanto a Atreus como a los que
posibles condenados.
Esa misma tarde Atreus había recibido una llamada de su jefe y tenía que ir de
inmediato a ver a Asteria en un café que se encontraba en el centro de la ciudad, tenía que
entregarle unos documentos para su próxima víctima.
—Espero que cuando la vea se deje de chistecitos, que ya me tiene bien harto —
pensó mientras iba caminando rumbo al puente de Xalitc— estas escaleras son infernales
después de haber ido a correr por la mañana.
Justo cuando llegó al punto de reunión, avistó a Asteria desde lejos y observó que
se encontraba con una chica, no pudo verla bien pues estaba de espalda y cuando ella vio
que Atreus se acercaba aparentemente se apuró a despedirse de ella y solo vio que siguió
derecho por la calle.
—Hey, Asteria, ¿cómo andamos?
—Bien, teniendo que aguantarte otra vez en nuestras reuniones para explicarte tus
próximas tareas —mencionó con un tono irritante mientras sonreía.
—Ay! Gracias a mi también me encantan nuestras reuniones… por cierto vi que
estabas con alguien antes de que llegara… —intentó mencionarlo de forma disimulada
mientras les traían un café.
—Ah! ¿Aquella chica? Es una vieja amiga, pero ella no sabe en donde realmente
trabajo, de echo hablamos más de su vida que de la mía entonces no tengo mucho problema
en ello, ¿te interesó o qué? —dijo mientras tomaba su taza de café y se lo llevaba a la boca.
—Pues, algo, me pareció linda, aunque no pude verla completamente —vio que
Asteria sacaba un sobre y lo colocaba en la mesa.
—En este sobre viene tu próximo objetivo, el cual solo debes observar
cuidadosamente sin involucrarte, ábrelo, tengo que atender una llamada —se levantó de su
asiento y caminó en dirección a la salida para contestar su teléfono.
—Estoy algo inquieto, esa chica con quien estaba Asteria, quisiera conocerla… —
pensó mientras observaba la foto de la persona que debía vigilar. Después vio que Asteria
iba de regreso a la mesa y se sentó con un gesto de intriga.
—Adivina Romeo, quien viene de vuelta porque olvidó entregarme algo, y tenemos
que esperarla aquí en el café —frunció los labios y no sabía si reírse o solo sonreír.
Esperaron alrededor de quince minutos en el café, mientras este ya le había devuelto
el sobre con la información ya que tenía que memorizar solo el rostro y si lo necesitaba
tomarla foto y guardarla para observarla después, Atreus empezó a sentirse algo ansioso
pues iba a ver a la chica de la cual le preguntó a Asteria. Vio que iba entrando al café una
chica con cabello largo, una blusa negra y pantalones ajustados de color marrón, con unas
bonitas sandalias doradas con tacón bajo, en su hombro llevaba un bolso negro de correa
larga, y su rostro era exquisito, pues llevaba muy poco maquillaje.
—Hola Asteria, que bueno que aún seguías por el lugar, en serio, no se como se me
olvidó entregarte este paquete —mencionó mientras sacaba una pequeña caja de su bolso—
llegó esta mañana por correspondencia y lo había olvidado por completo.
—No te preocupes Itzmin, por cierto, el es Atreus un compañero de trabajo, ¿no
gustas sentarte y tomarte un café con nosotros? —dijo mientras veía de reojo la expresión
nerviosa de Atreus.
—Que tal, el gusto es mío —extendiendo la mano, Atreus sonrió al conocer a
Itzmin, notó cierto aire nervioso en ella, pues pasó uno de sus mechones de cabello atrás de
su oreja.
—El gusto es mío Atreus —dijo sonriente mientras tomaba asiento.

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Atreus se encontraba en camino al hospital, tenía que doblar jornada esta noche, y
tenía que esperar a Asclepio ya que quería hablar con él.
—Vaya día escogió As para querer visitarme en el hospital —pensó, mientras se
colocaba su uniforme y entraba a la sala donde ya había algunos pacientes en espera de ser
atendidos.
Pasadas la media noche, llegó Asclepio a la sala de urgencias y pidió ver a Atreus,
ambos estaban vestidos como normalmente acostumbras, Atreus en este caso su uniforme
y Asclepio había decidido ir esta ocasión sin traje a verlo.
—Me acabo de enterar que estás saliendo con Itzmin, ¿acaso tu estas loco? —dijo
sin pensar al ver a Atreus de frente.
—¿Qué? —confundido— ¿conoces a Itzmin?
—Personalmente no, Asteria nunca quiso presentármela, siempre me gustó y ella
no quiso presentármela, solo la he visto desde lejos, Asteria hace lo posible para alejarla de
mí, y que fácil te la presentó a ti, al novato, quiero que me lo expliques —empezó a decirle
con una voz molesta, alterado, con ganas de querer golpearlo.
—As, yo no tenía idea de eso, discúlpame —intentó acercársele para calmarlo— fue
algo muy repentino cuando nos conocimos, ni siquiera iba a suceder, pero ella tuvo que
regresar a darle algo a Asteria, entonces nos presentaron…
—Y… ¿te gusta? ¿Realmente te gusta? —calmándose, volteó a verlo a los ojos con
una mano en la cara.
—Eso creo, me atrae como no tienes idea, el poco tiempo que hemos salido me ha
hecho sentir como un buen hombre, con calidez y confianza —dijo mientras sonreía
levemente.
—Quiero que me prometas que no la involucrarás en esto, ella no tiene que saber
nada de esto, puede correr peligro Atreus, escúchame bien, puede correr peligro si se
enteran de que sales con ella o si ella sabe algo de lo que haces, por eso Asteria se lo
oculta.
—Te lo prometo viejo, ella estará alejada de todo esto, la quiero y no quiero que le
suceda algo por mi culpa —dijo mientras observaba hacia la calle.
—Bien, solo quería hablar contigo sobre eso, Itzmin aunque no esté en mi vida, me
importa mucho, si cometes un error y ella empieza a correr algún peligro, te la verás
conmigo, a menos que rompa toda ilusión con ella, dejaría de importarme —dijo con voz
casi inentendible pues parecía que tenía prisa y estaba caminando rumbo a la puerta, y se
despidió de su amigo Atreus.
Después de la partida de Asclepio de la sala de urgencias, Atreus había vuelto con
sus pacientes para atenderlos, pero no dejaba de pensar en que Itzmin era su problema
ahora, y tenía que cuidarla como nunca, no quería que Asclepio en un punto se volviera
loco y la buscara, o que simplemente algo saliera a la luz y ella corriera alguna especie de
peligro por su culpa.
Al día siguiente llegó a casa y le marcó a Itzmin, quería proponerle verla en la
noche e ir por un café, esta noche la luna iba a estar muy hermosa y quería caminar un rato
con ella antes de que lo mandaran a hacer alguna tarea sospechosa para ella, quería intentar
tomarle la mano y verla por más tiempo a los ojos.
Capítulo XIII –

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