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Una historia aún no contada sobre los portones del

Parque General San Martín

Arq Roberto Dabul

"…Razones de estética y de cultura ciudadana en un pueblo democrático


exigen que los paseos sean ampliamente abiertos, sin solución.
de continuidad con el núcleo urbano que complementan.
Un parque cerrado ofrece la apariencia de algo que no es del dominio público.
y que, siendo de propiedad particular, está sujeto a un severo contralor
desde la formalidad del acceso en las puertas de entrada.
Ello comporta un sistema que suele aplicarse en las
poblaciones donde imperan clases o castas privilegiadas…"

Daniel Ramos Correas


Plan del Parque
(Enero 27 de 1940)

A la hora de contar historias, los mitos tienen un sabor del que la verdad carece. Y los
comentarios sobre los Portones del Parque General San Martín, han sido un boca a boca entre
creencias, prejuicios, fabulaciones, y algunas pocas certezas. Crecimos escuchando que, antes
del cóndor, la corona de un imperio ocupaba la cúspide del portón central; que fueron encargados
por un sultán que no terminó de gobernar, para un palacio que no llegó a construir; que se
cerraban para evitar el ingreso de la gente de condición social inapropiada. Los mitos no
necesitan documentos que los avalen.
En 1938, el arquitecto Daniel Ramos Correas asume como Director de Parques Calles y
Paseos de la provincia con un plan para el Parque General San Martín en su cabeza y por
escrito. Un estudio pormenorizado que abarcaba desde los portones hasta la cúspide del Cerro
de la Gloria; un nuevo Parque Zoológico, tres teatros al aire libre, resolución de terrenos
judicializados, vivero, riego. Absolutamente todo.
Nada se hizo a escondidas de la población. El Plan, fechado en enero de 1940 y presentado a
la Legislatura Provincial, define con precisión lo que el parque debía ser para Mendoza. Cuando
eliminó las balaustradas que cerraban el frente sobre Boulogne Sur Mer, Parque y ciudad fueron
una continuidad.
Pero su idea iba mucho más allá. Propuso retirar la totalidad de los portones para que la
integración fuera completa. Argumentos tenía y los expuso. Pero los portones ya estaban
arraigados en la población y su retiro no pasó de una idea desafiante y ambiciosa. No ocurrió lo
mismo con los portones peatonales. No fueron hechos por Macfarlane & Co, la empresa de
Glasgow a la que el gobierno provincial compró el conjunto. Carecían de esa calidad constructiva.
No armonizaban formal ni estéticamente con el resto. Y se retiraron.
En estos 80 años donde las especulaciones sobre lo incierto dieron lugar a los mitos urbanos,
hay una parte desconocida de la historia.
Al morir el arquitecto Ramos Correas, su archivo fue donado a la Facultad de Arquitectura de
la Universidad de Mendoza. En alguna oportunidad, entre tantos gráficos y escritos, apareció
un dibujo de los portones con dos elementos de hierro forjado marcando los extremos. Recuerdo
algo así como dos fruteras gigantes. Dos platos elevados sostenidos por sendas columnas
centrales. Si ese dibujo está en algún lugar, es en la Facultad que es depositaria de ese archivo.
Hace un par de días, recordé y busqué otra documentación sobre la Provincia de Mendoza que
se encuentra en la Vivienda Museo del arquitecto Mauricio Cravotto, en Uruguay. Cravotto,
parte del equipo ganador del concurso para realizar el Plan Regulador de Mendoza de 1941,
mantenía una fluida relación con la provincia, con Ramos Correas y con Frank Romero Day.
En una carta, fechada el 18 de noviembre de 1942, dice el Ministro de Economía, Obras
Públicas y Riego
“Tengo el agrado de dirigirme al Sr. Arquitecto para agradecerle el interés demostrado en la
consulta que le hiciera el suscripto, con el objeto de buscar una forma de terminar el motivo
artístico de los portones del “Parque General San Martín” de esta ciudad, con una ornamentación
que armonizara con la entrada.”

“Se ha demorado la respuesta a su nota, porque el proyecto que enviara con la misma, fue pasado
a estudio de varias reparticiones de este ministerio.”

La preocupación por la calidad del ingreso al parque y de todas las obras que se realizaron,
merecían que ningún detalle se dejara de lado. Y Cravotto fue consultado para dar terminación
al conjunto de ingreso. El dibujo que vi, sin firma ni referencia, debió ser el que envió desde
Montevideo. Esta historia no llegó a su fin. En 1943 se produjo un golpe de estado. Y la salida
de los funcionarios de gobierno, se dio en una situación cargada de agravios, que detallo en el
libro “Espacios Formas y Tramas del Oasis Norte de Mendoza”.
La gestión de Ramos Correas significó el punto más alto en la historia de nuestros espacios
públicos. Tomó lo existente, reconoció lo valioso, integró lo disperso y desarrolló un concepto
paisajístico armónico con el entorno andino. Inventó los espacios escénicos que nos
enorgullecen. Los mismos que, livianamente, hoy transformamos sin objetivos, plan ni
conocimiento.
La supuesta aparición de los portones peatonales o su búsqueda, es una discusión que va por
un camino que no debemos confundir con la re instalación en el ingreso del parque. Esas obras
y sus usos, deben volver a pensarse con la calidad de la vara alta que tuvieron y recibimos.
Porque calidad no es elitismo, ni mediocridad y vulgarización es sinónimo de popular.
Los hacedores y las obras que nos dejaron no merecen los agravios a los que están siendo
expuestos por prejuicios e ignorancia.

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