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All content following this page was uploaded by José María Coronado on 25 March 2016.
RESUMEN
Las primeras carreteras proyectadas con la intervención de ingenieros, esto es, sobre una base facultativa, se
construyeron en España a mediados del siglo XVIII. Desde éstas a las modernas autopistas se ha producido una constante
evolución en las técnicas de diseño y construcción de caminos, de modo que, evidentemente, las diferencias entre ambas
son de enorme entidad. Entre estos casos extremos encontramos hoy gran cantidad de vías, que se pueden clasificar por su
capacidad, por la administración a la que pertenecen, o en atención a otros criterios.
La ponencia presentará una propuesta de clasificación y caracterización de las carreteras en función de su origen,
analizando cómo se ha producido su evolución hasta la actualidad. La consideración de dicha clasificación, y de la
características comunes de cada tipología –las invariantes que les son propias, y que agrupan cada tipo en relación con el
resto–, pretende que las intervenciones sobre las carreteras, su consideración patrimonial y la comprensión de su función
en la construcción del territorio pueda efectuarse sobre criterios comunes metodológicamente sólidos.
AUTOMÓVIL Y URBANISMO
Hubo un tiempo en que “el campo” y “la ciudad” eran conceptos antagónicos de propiedades
complementarias. De ahí que Cerdà propusiera “rurizad el campo, urbanizad la ciudad” (Soria, 1999). Las
carreteras eran parte del campo, de lo rural, mientras que en las ciudades se convertían en calles, las travesías,
que muchas veces eran las calles más importantes. Quedaban años para que apareciera el contradictorio término
“carreteras urbanas”…
La aparición del automóvil rompió este equilibrio entre carretera y ciudad. Por una parte, puso en marcha
los procesos de expansión urbana hacia el entorno rural. Por otra, convirtió los núcleos de población en
obstáculos a evitar en el recorrido de las carreteras, dando lugar a la variante de población, una carretera exterior
al núcleo urbano atravesado por la carretera.
Desde el triunfo del automóvil, la vieja división campo-ciudad ha sido sustituida por un espacio más
confuso, el de las denominadas ciudades dispersas o difusas (Boeri y Lanzani, 1992), en las que se hace
necesaria la planificación del territorio en su sentido más amplio de espacio de actividad humana. Y es en este
territorio donde las carreteras juegan un papel similar al de las calles en las ciudades, conformando el espacio
público del territorio.
En los primeros años del automóvil, diversas teorías y propuestas urbanísticas pretendieron introducir este
nuevo modo de trasporte en el diseño de una nueva ciudad. Así, Radburn (1929) es conocido como el primer
desarrollo de ciudad jardín adaptado al automóvil mediante la segregación del tráfico rodado del peatonal (Fig.
1).
En España, la aparición de la infraestructura específica para el automóvil, la autopista, dio lugar a las
propuestas un tanto vagas de Hilarión González del Castillo para su utilización como soporte de ciudades
lineales (Coronado, Rodríguez y Ureña, 2009). Pese a las carencias de sus propuestas, González del Castillo fue
pionero al detectar tanto la capacidad de la autopista como elemento colonizador del territorio como los
problemas de convivencia de la infraestructura lineal con los desarrollos y entornos urbanos que atraía.
Prácticamente al mismo tiempo, el reconocido urbanista Benton Mackaye enunciaba en Estados Unidos su
propuesta de la Tonwless Highway o ciudad sin carretera (Mackaye, 1929). Planteaba en ella la imposibilidad de
hacer convivir las carreteras con las ciudades, y proponía su segregación en una fórmula similar a la empelada
en Radburn aunque cambiada de escala: las carreteras discurrirían solo por el campo (en un entorno diseñado
como una parkway), y las ciudades colgarían en fondos de saco. Como establecería años después Lewis
Mumford, el corolario de la Townless Highway era la Highwayless Town, esto es, sacar las carreteras de las
ciudades: “un cuarto de siglo después, “todos los elementos de la concepción de Mackaye se han llevado a cabo,
excepto el último que por cierto no es de menos importancia” (Mumford, 1966).
Por tanto, la propuesta de Mackaye no prosperó. Más al contrario, en EE.UU. el automóvil tuvo el perverso
efecto de destruir buena parte de la ciudad consolidada para abrir paso a duras autopistas de penetración
(expresswasys), lo que a su vez favoreció el éxito del suburbio apoyado en las redes de autopistas interestatales.
El caso más conocido es Levittown, modelo de ciudad de unifamiliares de madera aislados construidos en serie,
destinados a los soldados que regresaban de la guerra y conectados con el mundo a través del automóvil
(Hanchett, 2000). Levittown se convirtió en un modelo que se repetiría hasta la saciedad en EE.UU. y que, pese
a los movimientos del respuesta del New Urbanism (Katz, 1994) y los Transport Oriented Developments (TOD)
sigue imperando en aquel país. Mientras tanto, en Europa, el movimiento moderno capitaneado por Le
Corbusier sobre las bases planteadas en la carta de Atenas adoptó el automóvil como motor de las nuevas
ciudades, que tenderían a concentrarse en edificios gigantescos que dejaban grandes espacios libres en los que
situar zonas verdes y, cómo no, autopistas, desvinculadas siempre de las tramas urbanas tradicionales (Fig. 2).
Este planteamiento dejaba a la carretera fuera de la actividad del urbanista, ya que era considerada como un
artefacto técnico construido para optimizar el movimiento de vehículos, que se gestiona y produce según una
lógica sectorial que acaba subyugando al planeamiento urbanístico. En cierta medida, desde el urbanismo se
produjo una cierta sumisión a las carreteras, consideradas como elementos “dados” sobre los que poca
capacidad de actuación quedaba (Terán, 1994).
En todo caso, no han faltado profesionales e investigadores interesados en las implicaciones de las
carreteras en el planeamiento y crecimiento de ciudades (Gómez Ordoñez, 1985; Herce, 1999), en una relación
generalmente poco coordinada (Coronado y Garmendia, 2009).
La expansión del automóvil y los procesos de, usando el término del geógrafo francés Jean Labasse (1973),
“desenclavamiento” de actividades productivas, residencias, de comercio y ocio, hacen que hoy el planeamiento
a escala supramunicipal esté recuperando vigencia y, en este contexto, parece necesario volver a mirar a las
carreteras, no ya en el entorno urbano, sino en su dimensión de artefacto de escala territorial.
CARRETERAS Y CARRETERAS
Bajo el epígrafe de carretera, podemos encontrar hoy vías de comunicación de características muy
diferentes, desde los modestos carreterines locales de las diputaciones hasta las grandes autopistas. Obviamente,
sus características intrínsecas (sección, firme, trazado, señalización, sistemas auxiliares, etc.) así como su
función territorial son muy diferentes. Ambas tendrán que ver con su origen y, en muchas ocasiones, su
evolución. Además, carreteras de épocas y funciones similares pueden tener características distintas en función
del lugar en que se sitúen: por la topografía, geología, dispersión de la población, entorno natural, actividades
agrícolas, etc.
Hoy en día, para muchos profesionales del territorio y la ingeniería, las carreteras son algo que se entiende
como asumido, como conocido, pero muchas de las intervenciones sobre ellas, o apoyadas en ellas, demuestran
que muchas veces no se conocen tan bien como pudiera parecer.
B.1.1 SIN
NORMATIVA CNFE (1926-1938)
TÉCNICA
PLAN PEÑA - PLAN DE
MODERNIZACIÓN
B.1 SIN RESTRICCIÓN DE (INSTRUCCIÓN 1939)
ACCESOS B.1.2 CON (1939-1960)
NORMATIVA
TÉCNICA REDIA (NORMA 3.1-IC)
B. PARA (1963-1967)
VEHÍCULOS (1939-HOY)
AUTOMÓVILES RECO Y
(1926-…) ACONDICIONAMIENTOS
ACTUALES (1983-…)
AUTOPISTAS DE PEAJE (PANE) (1968-1973)
VÍAS RÁPIDAS
B.2 CON RESTRICCIÓN DE AUTOVÍAS DE PRIMERA GENERACIÓN
ACCESOS (1984-1991)
AUTOVÍAS Y AUTOPISTAS ACTUALES
(1991-…)
A continuación se describen, de manera obligadamente breve, estos tipos de carreteras según su origen:
A. CARRETERAS PARA VEHÍCULOS DE TRACCIÓN ANIMAL (HIPOMÓVILES) (1748–1926)
Este grupo abarca todas las carreteras construidas para vehículos de tracción animal, que como se verá más
adelante, serán posteriormente adaptadas al automóvil. Antes de éste, la aparición del ferrocarril marcará un
punto de inflexión, ya que relegará a las carreteras a un papel secundario dentro del sistema de transportes.
Fig. 3.- Puente sobre el arroyo la Vega del Camino Real de Madrid a Valencia por Almansa construido en el
reinado de Carlos III, con una capacidad de desagüe que parece excesiva (aunque existe una presa aguas arriba).
La sección construida es tan ancha que todavía hoy pasa sobre el puente una de las calzadas de la autovía A-31.
Se trata de trazados bajos, por el fondo de los valles, lo que obligará a la construcción de grandes puentes,
siendo muchos de ellos monumentales y en muchas ocasiones de anchura excesiva (Fig. 3). El dispendio en
estas obras y la falta de técnicos cualificados llevó a Agustín de Betancourt a, por un lado criticar estas obras
(Uriol, 1990) y, por otro poner, en marcha la Escuela de Ingenieros de Caminos en 1802, que cerrada por
Fernando VII, solo tendrá continuidad en la producción de ingenieros a partir de 1834. En el memorial elevado
por Betancourt al Ministro Cevallos en 1803, Noticia del estado actual de los caminos y canales de España,
causa de sus atrasos y defectos y medios para remediarlos en adelante, se indica que se habían construido
caminos de anchura, decoración, movimientos de tierra y obras de fábrica excesivas. El ejemplo que pone de las
ocho leguas entre Barcelona y Villafranca del Penedés, es suficientemente ilustrativo: “Allí todo es gigantesco;
desmontes y terraplenes extraordinarios sin necesidad, un montón de puentes y alcantarillas de dimensiones
Fig. 4.-Peralte introducido por el CNFE en la travesía de Saelices (Cuenca), y firme especial de adoquines.
Fig. 6.- Circuito Nacional de Firmes Especiales. Postes kilométricos, miriamétricos y de límite de provincia.
Compárese con los utilizados en el siglo XIX. Fuente: Rodríguez Lázaro, J., 2004.
Fig. 7.- Intersección oeste entre la variante de Manzanares de la N-IV y la N-430 una vez realizadas las obras de
canalización de intersecciones (proyecto de 1962). Obsérvese el inicio de la colonización de la variante (hotel,
puesto de la Cruz Roja y, en frente, gasolinera y naves), y como hay suficiente espacio para la duplicación de
calzada, pero no así para la sustitución de la intersección por un enlace “ortodoxo”.
Fig. 9 y 10.- A la izquierda, autovía de primera generación con cruces a nivel. Obsérvese el peligroso sistema
dispuesto para los cambios de sentido (salida por la izquierda, cruce perpendicular de la calzada e incorporación
con Stop). A la derecha, nueva calzada a la izquierda con diferente trazado en alzado que la calzada existente
(proveniente del REDIA) en la A-4.
Fig. 11.- Tradicional relación entre acceso y tráfico de paso para los distintos tipos de vías.
Fig. 12.- Crecimiento lineal sobre una carretera histórica y crecimiento “de espaladas” apoyado en una carretera
convencional que enlaza con una vía de accesos restringidos. Fuente: Coronado, 2002.
Se trata por tanto de carreteras de máximo rango, que no es de esperar que sufran modificaciones más allá
de ensanchamientos de calzadas para aumentar la capacidad cuando el crecimiento del tráfico así lo exija. Pese a
su escaso contacto con el territorio, éste sufre fuertes impactados: por un lado como consecuencia de su potente
efecto barrera mitigado por pasos a distinto nivel (de fauna, de caminos y carreteras secundarias), y por otro, al
Así son la mayoría de las carreteras nacionales con un tráfico moderado (de ser mayor serían autovías) que
fueron acondicionadas por el programa RECO del Plan General 84/91, o muchas de las carreteras de las redes
principales de las autonomías. En general conectan municipios importantes y tienen esa función colectora-
distribuidora en el territorio.
Fig. 14.- Nacional Va desierta a su paso por el puerto de Miravete. La sección REDIA dotada de carril para
vehículos lentos ha quedado hipertrofiada para el escasísimo tráfico actual de la vía
Tipo II.b.- Carreteras convencionales (con accesos directos) locales de bajo tráfico sobre antiguos
trazados débilmente acondicionados
Se trata de carreteras para vehículos hipómóviles sin apenas transformación para adaptarlas al automóvil.
Si bien cuentan con peraltes, firmes ligeros, ensanches de plataforma, el trazado apenas ha sufrido
modificaciones sustanciales, bien por no ser necesarias al encontrarse en zonas llanas y por tanto predominar las
rectas, bien por estar en zonas de montaña donde las condiciones del entorno (geología, paisaje, medio
ambiente) desaconsejan acondicionamientos de entidad (Fig. 15), y/o el escaso tráfico no los justifica.
Fig.- 15.- Acondicionamiento del Puerto de la Palombera en Cantabria. La dificultad del trazado y los sensible
del entrono llevaron a un acondicionamiento respetuoso del trazado original, poniendo en valor la carretera his-
tórica y su relación con el medio ambiente y el territorio, en este caso, a través de la toponimia (Fernández Gar-
cía, et. al, 2005).
Fig. 16.- Puente del Camino Real de Málaga – Antequera diseñado por Carlos Lemaur en 1787. Obsérvese la
introducción de barreras flexibles nada respetuosas con al esencia de la obra original.
Pero además, suelen ser trazados de elevado valor paisajístico, al discurrir pegadas al terreno por haber
sido trazadas en un tiempo en el que la geomorfología mandaba sobre el trazado. A este tipo pertenecerían las
carreteras paisajísticas (en EEUU llamadas scenic byways, ver www.scenicbyways.org) que recientemente se
están acondicionando en diversas comunidades autónomas (Junta de Andalucía, 2006).
Fig. 17.- Trazado original del Camino Reinosa a Santander a su paso por la Hoz de Bárcena, hoy un simple
camino rural, afortunadamente sin asfaltar y protegido por el Gobierno de Cantabria (ver Rodríguez et. al,
2007).
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