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“El mundo es un lugar peligroso. No por causa de los que hacen el mal, sino
por aquellos que no hacen nada para evitarlo.”
Con estas sabias palabras de Albert Einstein, físico y científico alemán, les
invito a reflexionar esta mañana en el conocido proverbio: ¿Cuánto más
grande es el caos, más cerca está la solución?
Éste es uno de los fenómenos naturales más conocidos debido a sus graves
secuelas. Es causado por el aumento en la concentración de los gases de
invernadero como: el dióxido de carbono, el metano, el óxido de nitrógeno y
el ozono de la troposfera, entre otros.
Sin embargo, hay que tener muy claro, que las emisiones de gases no son
solamente provocadas por las fábricas y los automóviles, sino también por
aquellas “pequeñas” emisiones, que van desde el humo del cigarro, los
insecticidas, pesticidas, fertilizantes y el gasto excesivo de energía eléctrica,
que hacen lo propio y en algunas ocasiones, en conjunto, provocan más daño
que los mismos autos y fábricas.
Pero ¿es la emisión de gases el único factor de este gran problema? No, hay
muchas otras causas, entre ellas la principal es: la explosión demográfica ya
que ésta provoca una reacción en cadena. Al haber más gente se necesita
aumento de recursos y más espacio. Con el crecimiento de las ciudades, se
provoca una sobreexplotación de los recursos naturales, erosión del suelo, con
persistente tala de árboles y creación de nuevos campos de cultivo. Esto
ocasiona un desequilibrio ecológico grave que influye en los constantes
cambios de clima. No es extraño entonces que en lugares regularmente fríos se
presenten temperaturas elevadísimas y en lugares donde el calor era una
constante, se han suscitado heladas.
Sé que es muy difícil porque hay que cambiar la mentalidad de las personas,
cambiar nuestra manera de vivir, nuestra forma de actuar, pero… también sé
que para el hombre: “No hay imposibles”.