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La revelación y su economía
“La revelación (luz de la inteligencia) de Dios es manifestada al hombre por medio de
la palabra profética y apostólica trasmitida por la Iglesia (luz de la fe)” (p. 40).
Dios preordena y atrae, el Espíritu Santo dispone el corazón del hombre que es el
sujeto llamado a la fe y Jesús tiene el poder de revelarlo a quien él quiere (Mt 11, 27),
no cesa de dar a conocer al Padre (Jn 17, 26). Esto es la operación de Dios que da la
potestad de entender y que actualiza así su palabra para cada uno (pp. 40-41).
La manifestación de Dios que hace libremente de si mismo se dirige a personas y de
parte de la persona hay una repuesta, eso determina una relación personal que sirve
de base a la comunicación de la revelación. Por tal comunicación Dios interpela a cada
hombre que llama y pide de la una respuesta personal de fe que engloba la adhesión
del espíritu a la verdad de la palabra (42).
Dios se manifiesta tanto en palabras como en acciones. Es necesario la palabra para
dar a conocer el sentido de los hechos, pero también los hechos tienen un valor
original de revelación, por ejemplo, la cruz de Jesús nos revela el juicio y el perdón
misericordia de Dios (p. 26). Dios se anuncia y se da a conocer
Dios crea al hombre dotado del poder de asentar, para determinar afirmaciones
verdaderas gracias al esfuerzo de sus facultades. Dios comunica directamente al
hombre algo del conocimiento suyo y de sus voliciones (26).
Para hablar a los hombres, Dios asume en la trama de una historia humana, un
determinado modo humano de expresión, unos signos (no solamente vocablos,
lenguaje, sino hechos de revelación y acontecimientos históricos) de las cuales el
garantiza que traducen su pensamiento. De base de expresiones humanas que
corresponden aun determinado medio de un devenir histórico y cultural. No se puede
aprehender el pensamiento del Absoluto sino pasando por ese relativo, es decir, no se
puede llegar a lo que ha querido decirnos Dios sino en las circunstancias y en el modo
en que lo ha dicho (pp. 52-53).