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El Hijo del Hombre vino comiendo y bebiendo

Lucas 7:34
El Evangelio de Lucas es conocido como el “Evangelio de la hospitalidad”.

El Hijo del Hombre, uno de los títulos más usados por el mismo Señor Jesucristo para referirse
asimismo, este expresión aparece más de 100 veces en el Antiguo Testamento. La fórmula "el hijo
del hombre" es traducción del arameo bar(e)nasa o del hebreo ben adam, y su primer sentido es
precisamente ese: "el ser humano". Algunos ejemplos donde se usó: En el caso de Ezequiel y
Daniel. En algunos pasajes del evangelio Jesús habla de sí mismo; en dicha forma para enfatizar su
total solidaridad con la humanidad; en este sentido Jesús es el hijo del hombre porque poseía un
cuerpo, auténticamente humano, y tuvo la capacidad de hacer cosas humanas; como descansar,
comer, beber y sufrir. Jesús se movía en las dos dimensiones; es decir, tenia dos naturalezas (una
divina y otra humana), conjuntamente en una sola persona. Jesús se refiere así mismo como el hijo
del hombre expresando la autoridad y gracia divina; que puede perdonar los pecados, juzgar y
gobernar, e incluso haber sido enviado por el cielo, Daniel 7:13-14. Aquí vemos un "Hijo del
hombre" que luce más como un divino y glorioso Mesías; que como un simple mortal.

Entonces ese pilar de toda nuestra esperanza, la Encarnación de la Palabra de Dios, permanece
irrefutable. Sentado a las mesas, hambriento en el desierto, desmayado junto al pozo, rogando un
vaso de agua a una mujer, y diciendo en Su Cruz: "¡Tengo sed!", Él es la Encarnación de la Deidad,
la manifestación de Dios en la carne. La Palabra de Dios viviente se hizo carne, es decir, puso su
Tabernáculo en medio de nosotros, Juan 1.14. El Evangelio es sentarse con alguien, comer con él,
conocer verdaderamente sus necesidades, escucharlo, ser amigo de ellos para mostrarles el
camino de la salvación y santidad a través de Jesús.

Uno de los factores que me hizo enamorar de mi esposa hace 20 años fue cuando ella me invitó un
delicioso chumbeque piurano o peruano, un riquísimo dulce del norte de Perú. Nuestro amor
empezó por atracción y también por gustación. Se dice que el amor entra por los ojos y esto es
verdad, pero también es cierta la expresión que al hombre se le conquista por el estómago. Todos
podríamos decir que nuestras esposas cocinan muy delicioso. Mi esposa cuando entra a la cocina
todo lo que toca lo convierte en oro.

El Hijo del Hombre vino.

¿Cómo completarías la expresión : Vino el Hijo del Hombre. . . predicando la Palabra. . . para
establecer el Reino de Dios. . . para morir en la cruz, etc.

Hay tres formas en que el Nuevo Testamento completa la oración: “Vino el Hijo del Hombre. . .”
“El Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por
muchos” (Marcos 10:45); “El Hijo del Hombre vino a buscar ya salvar a los perdidos” (Lucas 19:10);
“El Hijo del Hombre ha venido comiendo y bebiendo. . .” (Lucas 7:34).

Lucas no está hablando solo de comer y beber por el acto de supervivencia sino también porque
Jesús usó este método para salvar a los hombres por el acto de comer y beber. Jesús pasó su
tiempo comiendo y bebiendo, gran parte de su tiempo. Su estrategia de misión era una comida
larga, que se extendía hasta la noche. Hizo evangelismo y discipulado alrededor de una mesa con
algo de pescado a la parrilla, una hogaza de pan y una jarra de un jugo especial. Jesús no solo
comía o bebía, solo por hacerlo sino lo usó como un medio para compartir el Evangelio.

Los dos primeros son declaraciones de propósito. ¿Por qué vino Jesús? Vino a servir, a dar su vida
en rescate, a buscar y salvar a los perdidos. La tercera es una declaración de método. ¿Cómo vino
Jesús? Vino comiendo y bebiendo.

“Hijo del Hombre” es la etiqueta de Daniel para uno que viene ante Dios para recibir autoridad
sobre las naciones (Daniel 7). Y ahora Jesús, el Hijo del Hombre, ha venido. ¿Pero cómo vino la
primera vez? ¿Vino con un ejército de ángeles? ¿Vino sobre las nubes del cielo? ¿Vino con un
resplandor de gloria? No, viene “comiendo y bebiendo”.

Los judíos de la época de Jesús habrían dicho que el Hijo del Hombre vendrá para vindicar a los
justos y derrotar a los enemigos de Dios. No esperaban que él viniera a buscar y salvar a los
perdidos. Y habrían dicho que el Hijo del Hombre vendrá en gloria y poder. Nunca hubieran dicho
que vendría comiendo y bebiendo.

Las comidas son más que comida. Son ocasiones sociales. Representan amistad, comunidad y
bienvenida, gracia, un medio de salvación. Y cómo se ha perdido esto en nuestras familias e
iglesias. Familias que casi o nada comen juntos o disfrutan de un delicioso almuerzo como familia.
Con el pretexto que estamos apurados u ocupados. Y si lo hacemos muchas veces ya no hay tanta
conversación o compañerismo porque todos estamos mirando nuestro celular al mismo tiempo
que almorzamos o cenamos. O en las iglesias que se ha perdido casi por completo la “koinonia”, el
compañerismo entre creyentes, como lo había en las iglesias del Nuevo Testamento.

El Evangelio de Lucas está lleno de historias de Jesús comiendo con la gente:

En Lucas 5 Jesús come con recaudadores de impuestos y pecadores en casa de Leví

En Lucas 7 Jesús es ungido en casa de Simón el fariseo durante una comida.

En Lucas 9, Jesús alimenta a los cinco mil.

En Lucas 10 Jesús come en casa de Marta y María

En Lucas 11 Jesús condena a los fariseos y maestros de la ley en una comida.

En Lucas 14, Jesús está en una comida cuando insta a las personas a invitar a los pobres a sus
comidas en lugar de a sus amigos.

En Lucas 19, Jesús se invita a sí mismo a cenar con Zaqueo.

En Lucas 22 tenemos el relato de la Última Cena.

En Lucas 24, el Cristo resucitado cena con los dos discípulos en Emaús, y luego come pescado con
los discípulos en Jerusalén.

En el ministerio de Jesús, las comidas representaban la gracia, la comunidad y la misión.


Entonces las comidas de Jesús representan algo más grande. Representan un nuevo mundo, un
nuevo reino, una nueva perspectiva. Pero le dan sustancia a esa nueva realidad. Las comidas de
Jesús no son solo símbolos; también son aplicación. No son solo imágenes; son lo real en
miniatura. La comida es material. No son ideas. No son teorías. Es, bueno, es comida, y te la pones
en la boca, la pruebas y te la comes. Y las comidas son más que comida. Son ocasiones sociales.
Representan amistad, comunidad y bienvenida.

Las comidas deben ser una parte integral y significativa de nuestra vida compartida como iglesia y
familia. Representan el significado de la misión, pero más que representarlo: encarnan y
promulgan nuestra misión. La comunidad y la misión son más que comidas, pero es difícil
concebirlas sin pasar tiempo unos con otros comiendo algo.

Si sacamos libros sobre misión y plantación de iglesias de nuestras bibliotecas, podemos leer sobre
contextualización, matrices de evangelismo, apologética posmoderna y hermenéutica cultural.
Puedo mirar diagramas que me dicen cómo se puede convertir la gente o descubrir los pasos
necesarios para plantar una iglesia. Todo suena impresionante, vanguardista y sofisticado. Pero así
describe Lucas la estrategia misionera de Jesús: “Vino el Hijo del hombre, comiendo y bebiendo”.

Podemos hacer que comunidad y misión suenen como actividades especializadas que pertenecen
a expertos. Algunas personas tienen un interés creado en hacer esto, porque las hace sentir
“extraordinarias”. O nos enfocamos en personalidades dinámicas que pueden atraer a una
audiencia y liderar un movimiento. A veces empujamos la misión más allá del alcance de los
cristianos "comunes". Pero el Hijo del Hombre vino comiendo y bebiendo. No es complicado. Es
cierto que no siempre es fácil: implica que las personas invadan tu espacio o vayas a lugares donde
no te sientes cómodo. Pero no es complicado. Si compartes una comida con alguien para
compartirle el Evangelio o para discipular a alguien y sientes pasión por Jesús, entonces estarás
edificando la comunidad cristiana y llegando a la misión.

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