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Esta pregunta es una que la mayoría de los literatos nos hacemos alguna vez en la vida.
¿Qué es lo que hace a un escritor canónico? Esto siempre relevó mucha controversia entre los
críticos literarios, además de una cierta opinión ambigua propia, generada tras la lectura de varias
de estas obras cuyos autores son considerados “canónicos". Con el fin de intentar responder esta
incógnita, entonces, decidí basarme en el texto de Harold Bloom sobre “El canon occidental”, así
como un artículo escrito por otro crítico llamado Carlos Rod acerca de “Qué es lo que hace a un
clásico”.
Me parece adecuado para empezar intentar definir, como hizo Carlos Rod, qué es
emplea nueve acepciones para definir clásico. Si bien, según la primera de ellas, clásico es el
«periodo de tiempo de mayor plenitud de una cultura, de una civilización, etc.», en la tercera,
«dicho de un autor o de una obra», es aquel «que se tiene por modelo digno de imitación en
cualquier arte o ciencia». Calvino, en cambio, en uno de sus ensayos póstumos, Por qué leer los
tercera de las cuales (donde explica que «es clásico lo que tiende a relegar la actualidad a la
categoría de ruido de fondo») contrasta lo clásico con lo actual, de resultas de lo cual lo antiguo,
gracias a que conserva sus cualidades intactas, resiste, como suele decirse, el paso del tiempo y
prevalece frente al empuje constante y tiránico de «lo más nuevo». (Rod, 2011, p. 1).
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Es decir, la definición literal proporcionada por el diccionario nos inclina más a aquellas
obras ejemplares, es decir, que son “ejemplo a seguir” de otras. En cambio, Calvino se apoya
mas en la diferencia que sostiene con la actualidad. En otras palabras, como cada tipo de
literatura diferente se amolda al periodo en el que fue creada. Creo estar en lo correcto diciendo
que ambas son válidas, pero no alcanzan para terminar de responder la pregunta.
Y es por eso por lo que complemento con palabras de Bloom. El crítico hace un análisis
realmente profundo sobre la temática del canon occidental. Orienta su libro en una primera parte
de él, introduciendo al lector un poco en sus contextos y razones del estudio; siguiendo por la
caótica –; para terminar en una breve pero concisa catalogación del canon, y explayar en el
apéndice de su obra una cierta clasificación de los canons, separados a su vez por el país en el
que se dieron dichas titulaciones. Aquí el fundamenta exitosamente los criterios que – para él –
son los que se consideran a la hora de caracterizar a un autor como canónico. Y hay ciertos
puntos destacables dentro de esto, que me dieron pie a apoyar la teoría de Bloom. Ciertamente
hay factores que influyen a la canonicidad de las obras – la política, la educación, el contexto
a autores considerados verdaderamente clásicos, desde la época antigua con personajes como
Aristófanes, hasta tiempos más allegados a nosotros, como Dante y Shakespeare, ambos de
particular afinidad al autor. Pero, y aquí realmente le doy la derecha a Bloom, se explaya sobre
que, algunos de estos factores influyentes al canon que no son tan positivos como otros, como lo
es el mercado, terminaron profanando un poco la tarea tan honesta de clasificar a los autores
canónicos. Es mencionado de cierta forma, pero hemos visto ejemplos en clase de cómo en la
época del Siglo de Oro habían obras de artistas desconocidos que se le atribuían a grandes como
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Lope de Vega con el fin de que se vendiera más o mejor. Y así como ese ejemplo debe haber
tantos, que ni nosotros conocemos. Entonces deja con una gran duda, de si aquellos autores se les
puede dar el mérito realmente de toda su fama, a pesar de aquellas grandísimas obras que
escribieron, o si aquel término canónico se fue deteriorando con el tiempo, hasta convertirse
El canon, una palabra religiosa en su origen, se ha convertido en una elección entre textos
que compiten para sobrevivir, ya se interprete esa elección como realizada por grupos sociales
dominantes, instituciones educativas, tradiciones criticas o, como hago yo, por autores de
aparición posterior que se sienten elegidos por figuras anteriores concretas. Algunos partidarios
actuales de lo que se denomina a sí mismo radicalismo académico llegan a sugerir que las obras
entran a formar parte del canon debido a fructíferas campañas de publicidad y propaganda.
Para terminar esta respuesta, que quizás no es tan conclusa, o deja más dudas que
respuestas, quiero reafirmar un par de cosas. Si, creo que hay ciertas características, como las
que mencioné anteriormente, que determinan o forman parte del juicio de qué es lo que hace a un
autor canónico. Sin embargo, continúo escéptica hacia si estos criterios bastan o fueron bien
aplicados siempre y en todo lugar, porque al final del día somos humanos, y por lo tanto siempre
puede haber o dar a un margen de error. Lo que no quita que reconozco a todos aquellos autores
categorizados dentro de un canon – por lo menos los que leí, los otros todavía no tuve la suerte –
están bien justificados, ya que sus creaciones van más allá de algo, y tienen ciertos aspectos en
común con otros libros que pertenecen a la misma categoría, por lo que es correcto (a mi criterio)
ponerlos en conjunto.
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Bibliografía
- Bloom, Harold (1994). El canon occidental. Santa Cruz da Coimbra, Oporto, Biblioteca Municipal:
- Rod, Carlos (2011). Qué es lo que hace a un clásico (1) (y 2). «La obra ha muerto, vivan los
https://cvc.cervantes.es/el_rinconete/anteriores/enero_11/21012011_02.htm (parte 1) y