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Desasosiego - H. Wainhaus - Lecturas MW
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MORFOLOGÍA WAINHAUS | FADU | UBA
LECTURAS
Desasosiego || Horacio Wainhaus
Un colega cordobés me envió hace algún tiempo un texto publicado en el Libro del
Desasosiego de Fernando Pessoa con un pequeño comentario acerca del pesimismo en la
posición del poeta:
“Ningún problema tiene solución. Ninguno de nosotros desata el nudo gordiano; todos
nosotros, si no renunciamos al intento de hacerlo, terminamos cortándolo.
Resolvemos bruscamente, con el sentimiento, los problemas de la inteligencia, y lo
hacemos ya sea por cansancio de pensar, o por temor a sacar conclusiones, o por la
necesidad absurda de encontrar un apoyo, o por el impulso gregario de confundirnos
con los demás y con la vida. Como nunca podemos conocer todos los elementos de un
problema, jamás lo podemos resolver. Para alcanzar la verdad nos faltan datos que
basten, y procesos intelectuales que agoten la interpretación de esos datos.”
Debemos comprender que como docentes —agregaba mi colega— sólo podemos
acompañar y generar deseo de búsqueda en quienes circunstancialmente son nuestros
estudiantes.
En primer lugar, naturalmente, agradecí su generosidad por compartir conmigo
pensamientos que, además, me resultaron muy oportunos dado que por estos días
uego volví a leer el texto de Pessoa y el
recorro las clases finales de un curso. L
comentario posterior.
Pienso que en principio no es poca cosa —como gustaba repetir el músico Arnold
Schönberg— lograr “acompañar en la incertidumbre” a nuestros estudiantes. Si llevo
al extremo esta posición, debo afirmar que no aspiro a conseguir más que eso, pues
entiendo que todo proceso de aprendizaje es, en la mayoría de sus aspectos
necesariamente opaco y necesariamente provisorio (a pesar de las aparentemente
sólidas argumentaciones que continuamente exponen quienes “tienen que enseñar” a
quienes “tienen que aprender”).
Pero sin embargo hay algo más. Es un r esto. Irreductible. Y nada menor, pues podemos
interpretar, justamente, en la genuina necesidad de acompañar en el camino a otra
persona, la existencia de un estricto acto de justicia y de generosidad, como sucede en
las acciones caritativas anónimas que realizan los t zadikim en la tradición judía: las
prácticas pedagógicas deberían ser visibles solamente por sus efectos. Así, deberían
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constituirse en hechos indignos de alabanza para quien transmite conocimientos o
motivo de humillación para quien los recibe. En ese lugar reside la fuerza necesaria
para sostener en el tiempo la inicial asimetría entre quien desea enseñar y quien desea
aprender.
[Pessoa comienza su texto con un antiguo tópico: el problema del nudo gordiano —el que Alejandro
Magno cortó con su espada en vez de intentar desarmar—. Esto es: el encuentro de una “solución
radical” o el cambio brutal de las reglas de juego. ¿En qué contexto es verdad lo que escribe Pessoa en
relación a los datos que componen un problema? ¿Debemos asumir todos los problemas?
¿Debemos aceptar el pesimismo radical del poeta? ¿Y si quizás, en el fondo, el desasosiego no
constituya exactamente una forma de pesimismo? Más preguntas…]
W.
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