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Las relaciones entre el cerebro y la conducta 

Variabilidad en los procesos


neurobiológicos que explican la
conducta
La variabilidad en la estructura y función de los circuitos
neuronales subyace a conductas de importancia adaptativa y
puede representar una mayor propensión a presentar
enfermedades psiquiátricas.

Introducción 
La definición de determinados rasgos clínicos que describen un perfil
necesario para el diagnóstico certero de los trastornos psiquiátricos debe
ser contrastada con la perspectiva dimensional del estudio de dichas
alteraciones, la cual permite considerar, de manera dinámica, la
variabilidad existente en las características neurobiológicas y la conducta
de los individuos.

Cabe destacar que la variabilidad se presenta, asimismo, en los rasgos


clínicos manifestados, en forma significativa, en individuos con un
trastorno psiquiátrico establecido.

En este sentido, resulta fundamental sopesar dicha variabilidad, ya que se


ha postulado que no existe un estado de función cerebral que pueda
definirse como el más adecuado en términos absolutos.

No obstante, es posible distinguir patrones neurobiológicos y de conducta


que se encuentran dentro de los parámetros que definen la salud mental,
de manera que el alejamiento de estos caracteres de dichos parámetros es
coincidente con la presencia de enfermedad psiquiátrica.

Por otra parte, los procesos cerebrales subyacentes a estos trastornos


deben entenderse como factores interconectados, cuya interrelación es
necesaria para la determinación de la enfermedad psiquiátrica. Por ello
debe evaluarse la información referida al conjunto de rasgos físicos y
biológicos que explican dichos procesos, en el establecimiento de las
diferentes fases de la enfermedad y en la generación de conductas. 

El objetivo de la presente revisión fue evaluar la variabilidad en redes y


circuitos neuronales de significación funcional en la determinación de la
conducta. 

Variabilidad de los procesos neurobiológicos en la salud mental y en


los trastornos psiquiátricos

El aumento en la extensión del manto cortical, en áreas de tejido nervioso


ubicadas entre las estructuras sensoriales primarias y secundarias, alcanza
su máxima expresión en el cerebro del ser humano, en comparación con el
cerebro de los primates.

En dichas áreas, que constituyen la corteza de asociación, se encuentran


los circuitos nerviosos implicados en la elaboración de asociaciones
complejas y el desarrollo de funciones superiores.

Las redes neuronales de dichos circuitos se complejizan luego del


nacimiento, lo que permite una etapa de neuro plasticidad en la que el
efecto de los factores ambientales es significativo, e incide en la diversidad
de manifestaciones de la conducta y el desarrollo de las facultades
intelectuales.

Cabe destacar que la mayor extensión del manto cortical se ha producido


en combinación con un aumento en la complejidad y la capacidad de
regular funciones específicas del tejido cerebral (distintos tipos y redes
neuronales, células de la glía, etapas en la diferenciación neuronal y
cambios en la expresión de genes). 

Las características estructurales y funcionales de los circuitos nerviosos


explican la existencia de elementos de la conducta compartidos entre
personas que no presentan trastornos psiquiátricos y aquellos que los
experimentan.
En este sentido, el deterioro de la red de control frontoparietal, ubicada
en diferentes estructuras de la corteza de asociación (cortezas temporal
posterior, prefrontal dorsolateral y dorsomedial, y parietal lateral, con
proyecciones al cerebelo y el estriado), se traduce en una disminución de
la función ejecutiva en diferentes tipos de psicosis, como los trastornos
esquizoafectivo y bipolar con síntomas psicóticos y la esquizofrenia.

De esta forma, la alteración de la red de control frontoparietal puede


utilizarse como marcador biológico subyacente a las anomalías en
diferentes aspectos de la conducta; en el compromiso de las funciones
ejecutivas se observa la afectación del empleo de normas aprendidas
(memoria de trabajo), la proyección de una meta determinada y la
capacidad resolutiva de la acción motora.

Cabe destacar que la diversidad de trastornos psiquiátricos está


determinada por alteraciones en la red de control frontoparietal y en otros
circuitos nerviosos.

Por otra parte, la variabilidad estructural y funcional de los circuitos


nerviosos que regulan las facultades intelectuales, ubicados en el giro
frontal medio y la corteza cingulada, observada en personas que no
presentan trastornos psiquiátricos, puede determinar mayor propensión al
abuso de sustancias y la dependencia.

La conducta resultante depende de la interacción de dicha variabilidad con


el entorno del individuo, como el deterioro de la red de control
frontoparietal, que deriva en manifestaciones anómalas de la actitud de
búsqueda e impulsividad, las cuales constituyen rasgos fundamentales en
el instinto reproductivo y la supervivencia, en estrecha asociación, en el
caso particular de la actitud de búsqueda, con el conocimiento del
ambiente, la realización de ejercicio físico y la interacción social. 

La red neuronal que conforman la amígdala y la corteza


prefrontal medial regula las conductas necesarias para la
supervivencia
Si bien se reconoce la variabilidad en la conducta y los factores biológicos
subyacentes, los estudios suelen evaluar y
contrastar fenotipos determinados, respecto de los procesos cerebrales y
los rasgos clínicos, cuya representación de la diversidad poblacional es
limitada y carecen del análisis de las características compartidas por
diferentes individuos de esta población.

En este sentido, el reconocimiento de la diversidad de fenotipos


neurobiológicos resulta fundamental en la corteza de asociación, ya que
sus características estructurales y funcionales se distinguen, de manera
significativa, en las personas y se encuentran determinadas por la
expresión diferencial de genes y la neuroplasticidad cerebral en el período
de maduración posnatal. Sin embargo, la corteza sensorial unimodal y la
corteza motora presentan escasa variabilidad en el funcionamiento de sus
circuitos cerebrales. 

 La complejidad respecto de la red neuronal implicada en el


circuito nervioso que conforman la amígdala y la corteza
prefrontal medial (CPFM) ventral y rostral respecto del genu del
cuerpo calloso, la cual recibe las aferencias amigdalinas, es
superior, de manera significativa, en seres humanos y primates,
en comparación con los demás animales vertebrados.
 
 Dicha red regula las conductas necesarias para la supervivencia,
como el mantenimiento de la alerta ante situaciones de peligro
potencial, la obtención de alimentos, la reproducción
(generación de motivación ante factores ambientales que
desencadenan la conducta) y el instinto de interacción social.

Si bien en estudios con tamaños poblacionales grandes se ha determinado


la presencia de alteraciones estructurales en regiones del circuito
amígdala-CPFM, en individuos con trastornos psiquiátricos (la disminución
del espesor de la CPFM se relaciona con menor capacidad de
desenvolvimiento social y el establecimiento de vínculos afectivos nocivos,
así como con la cronicidad de la depresión unipolar y bipolar), la
correlación entre la incidencia de las alteraciones y de la enfermedad no
es pronunciada y, por ende, no puede ser utilizada como indicador del
inicio o propensión a manifestar dichos trastornos.

No obstante, es importante mencionar que el deterioro en el desempeño


social y la función afectiva es característico en la depresión y existe
variabilidad en el funcionamiento del circuito en lo que respecta a la
capacidad para comprender las relaciones sociales y la afectividad en
personas que no presentan afecciones psiquiátricas. En estos individuos
puede observarse, asimismo, un funcionamiento diferencial del circuito
amígdala-CPFM conducente a la aparición de niveles significativos de
ansiedad en las conductas manifestadas.

En este sentido, la ansiedad en niveles moderados es beneficiosa en


la supervivencia (menor incidencia de fallecimientos por accidentes
en adultos jóvenes y de accidentes, aumento en la calidad y la
esperanza de vida) y el desarrollo de las capacidades intelectuales.

Por otra parte, si bien el desarrollo en sociedad del individuo es necesario


para su supervivencia, la interacción con los demás puede generar estrés
por el cumplimiento de obligaciones y responsabilidades y la
competitividad. 

Cabe destacar que la diversidad genética, producto de la presión evolutiva,


subyace a la variabilidad de los procesos neurobiológicos en las redes
neuronales que regulan la conducta, la cual se modifica, en forma activa,
en interacción con el ambiente y las metas personales, por lo que dichos
procesos y conductas deben ser estudiados en su conjunto, de manera de
entender el desarrollo de los trastornos psiquiátricos. Además, existen
estructuras cerebrales capaces de regular diversas funciones en lo que
respecta a las facultades intelectuales.

De esta forma, debido a la complejidad de los procesos neurobiológicos


que explican la conducta, resulta insuficiente la utilización de un
determinado número de marcadores biológicos en la identificación de la
aparición de los trastornos psiquiátricos.
En este sentido, el estudio integral de los diferentes factores
condicionantes de la conducta, la expresión de genes, la actividad de
determinadas moléculas y el funcionamiento de las redes neuronales
permitirá arribar a la información necesaria para explicar las repercusiones
de la variabilidad.

Si bien existen herramientas informáticas que pueden ser aplicadas en la


evaluación de la diversidad fenotípica en la estructura y el funcionamiento
de los circuitos nerviosos, la conducta y las facultades intelectuales, en
conexión con la variabilidad del genotipo, los resultados obtenidos no
concuerdan con las observaciones efectuadas en los ensayos clínicos.

Es importante mencionar que, para identificar la asociación entre la


variabilidad del fenotipo y la determinación de los trastornos psiquiátricos,
será necesario establecer la interrelación y coordinación de redes
neuronales específicas en el procesamiento de la información conducente
a la generación de conductas, en un ambiente que se encuentra en
continuo cambio, para lo cual debe contarse con un conocimiento integral
de la diversidad fenotípica evaluada desde diferentes enfoques
(especialidades médicas y campos científicos). 

De acuerdo con las observaciones efectuadas en la estructura y función de


las redes neuronales en la determinación de las conductas, es posible
establecer que la variabilidad se manifiesta no solo en características de
menor importancia adaptativa, sino también en rasgos físicos y biológicos
fundamentales para la adecuación del individuo al ambiente.

Conclusión 
El conocimiento integral de la variabilidad del componente genético y
neurobiológico y de su interacción con el ambiente en la determinación de
las conductas en personas que no presentan enfermedades psiquiátricas,
permitirá establecer las características individuales que predisponen a la
manifestación de dichos trastornos.

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