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Después de

todo
Conversaciones
sobre los cambios de época

Carlos Altamirano
Hernán Dinamarca

ED I CI ON ES B

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1º edición: diciem bre 2000

© Carlos Alt am irano y Hernán Dinam arca


© Ediciones B Chile S.A., 2000
Monj it as 392 Piso 16, of. 1601
Sant iago, Chile

I m preso en Argent ina


I SBN 956- 7510- 57- 1
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Diagram ación: Verónica Lem os

I m preso por PRI NTI NG BOOKS


General Díaz 1344 - Avellaneda
Prov. de Buenos Aires - Argent ina

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la reprografía y el t rat am ient o inform át ico, así com o la dist ribución
de ej em plares m ediant e alquiler o prést am os públicos.

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NOTA DEL EDITOR

El siglo XX se consum ió pasm osam ent e ent re Saraj evo y Saraj evo. Dos
guerras, un m ism o t eat ro de operaciones, clausuraron el " siglo chico" ( 1914- 1992) ,
al decir del hist oriador inglés Eric Hobsbawm . Tiem po de horrores, cat ást rofes,
fulgor y derrum bam ient os. El siglo com enzó con las dos guerras m undiales y
cont inuó con la guerra fría, en la que si bien no se enfrent aron los dos adversarios
principales, dej aron una larga y sangrient a secuela de enfrent am ient os de alt a y
baj a int ensidad. El m undo est uvo en varias oport unidades cerca de la conflagración
nuclear y no pudo sacarse de encim a la som bra del bot ón roj o. Surgieron, en
Europa, Asia, África y Am érica Lat ina, feroces regím enes dict at oriales, de derecha y
de izquierda.
Pero t am bién fue un siglo de invenciones cient íficas y t ecnológicas
prodigiosas. De m ist erios develados y avances sin ret orno. El siglo que com enzó
con lám paras de gas fue elect rificándose a pasos de gigant e. Y a m edida que la red
se ext endía, iba com plet ándose la descolonización, se desarrollaba un pot ent e
m ovim ient o de liberación de la m uj er, se ponía el acent o en el respet o de la Cart a
Universal de los Derechos Hum anos, suscrit a en 1945. El m undo se hacía
dem asiado pequeño para t ant as asignat uras en el t int ero. A lo largo del siglo, la
población se cuadruplicó, llegando el año 2000 a m ás de seis m il m illones de
habit ant es. El hom bre, que en los albores del siglo recién conocía el planet a en su
t ot alidad, sesent a años m ás t arde pisaba la Luna. Décadas después se iniciaban las
invest igaciones sobre el genom a hum ano. Celebración y azoram ient o. Algunas de
las ut opías negat ivas de los escrit ores de ciencia ficción de la posguerra
am enazaron con volverse profét icas.
A lo largo del siglo, el m apa polít ico m undial no dej ó de experim ent ar
m ut aciones. Am érica Lat ina despert ó baj o los est am pidos de su prim era gran
revolución: la m exicana —1910 a 1920—, Europa presenció at ónit a la vict oria de la
revolución bolchevique en Rusia —1917— y en Asia colapsó la m ás ant igua de sus
m onarquías, la china —1911. En la segunda m it ad del siglo, y m ient ras Europa
iniciaba su proyect o com unit ario, Rusia describía la últ im a fase de una not able
parábola. Pasaron la revolución y las guerras, se convirt ió en superpot encia y,

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luego de set ent a años, colapsó. La caída de los viej os m uros fue t am bién el fin de
arraigadas cert ezas, ilusiones y alineam ient os inconfundibles. Ant es del est allido,
sin em bargo, ya se escuchaban las voces de desencant o con la m odernidad.
Ent ram os en una et apa nueva y desconocida.
El fin del com unism o, y el avance en la const rucción de la unidad europea,
el fin de los relat os hist óricos, las grandes t ransform aciones ocurridas al int erior del
sist em a indust rial, la globalización económ ica, que no dej a resquicio por cubrir con
las banderas del libre m ercado, la agudización de la pobreza y la m arginalidad, la
difusión de I nt ernet y la vict oria cult ural de Occident e a lo largo y ancho de la
t ierra, el ocaso de la polít ica, la aparición de nuevos paradigm as cient íficos y de la
em ergencia de problem as que sólo adm it en soluciones planet arias, dibuj an el
horizont e hum ano con variados e inquiet ant es signos de pregunt a.
En la Viena ext enuada de los Habsburgo, el escrit or Karl Krauss visualizó
una civilización convert ida en un " cam po de ext erm inio para el hom bre" . Las
pesadillas de Viena han dej ado de ser m et áforas. Es en est e t iem po de
incert idum bre y zozobra que Carlos Alt am irano y Hernán Dinam arca bucean en los
orígenes de la m odernidad, sus luces y som bras, ponen a prueba la viabilidad de
sus post ulados o su defunción, para com prender lo que denom inan com o un
" cam bio epocal" . El nuevo cont ext o, subraya Alt am irano, arrasa con las
civilizaciones y las cult uras m ás profundas, de Nueva York a Pekín, de Punt a Arenas
a Ciudad del Cabo. Es, a su crit erio, un cam bio m ás radical que el t ránsit o del
m edioevo a la m odernidad. Se m uest ra no obst ant e com o un " m oderno crít ico" y
rescat a sus prem isas esenciales. Dinam arca, en cam bio, es m ás cont undent e en su
dist anciam ient o de la t radición ilum inist a e int uye su incont rast able. Prefiere
definirse com o " posm oderno" hist óricam ent e const ruct ivist a y t razar ot ras
coordenadas.
En una prim era part e de est e libro ( capít ulos 1 al 6) se exam inan lo que ha
sido hist óricam ent e la m odernidad, desde su año uno —1492— hast a el siglo XX.
Se debat e sobre el " cam bio epocal" y la em ergencia de una posm odernidad
hist órica. Alt am irano propone su visión sobre las doce grandes t ransform aciones
que alt eran el act ual escenario hist órico.
En la segunda part e ( capít ulos 7 al 14) se abordan algunas de las grandes
t ransform aciones que caract erizan el paso hacia el m ilenio que recién hem os
iniciado: la ecológica, la dem ográfica, las t ecnológicas, la gran t ransform ación
capit alist a, la m undialización- globalización de la econom ía capit alist a, la
occident alización- m odernización del m undo, los cam bios geopolít icos, y cóm o
im pact a est e escenario de cam bios en Am érica Lat ina.

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En la t ercera part e ( capít ulos 15 al 21) se pone el acent o en las grandes
t ransform aciones polít ico- ideológicas, cient ífica y m oral de nuest ro t iem po, desde el
liberalism o a la izquierda, pasando por la I glesia Cat ólica a los conservadores.
Est e libro es un diálogo ent re dos generaciones diferent es, dos experiencias
polít ico form at ivas dist int as que se sum an para com prender lo que sucede m ás allá
de Chile. El cont rapunt o, no obst ant e, siem pre t iene su ancla en un país donde,
adviert en los aut ores, sus elit es económ icas sólo hablan de " m odernidad" para
referirse a las polít icas neoliberales y a las novedades sunt uarias pero m iran hacia
ot ro lado a la hora de discut ir el at raso inst it ucional y cult ural. Repit en, a su
m anera, la viej a vulgat a m arxist a de que lo económ ico det erm ina t odo y el rest o no
exist e. Son una suert e de m arxist as " al revés" .
La conversación no escat im a crispaciones, polém icas y punt os de
encuent ro. No podía ser de ot ra form a. El diálogo, claro, no es inocent e: busca
correr el velo del prej uicio, acaso una form a m ás elegant e de llam ar al
provincianism o y la desact ualización.

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A MODO DE INTRODUCCIÓN:
CERCA DEL ABISMO EN EL FIN
DE LA MODERNIDAD

CARLOS ALTAMI RANO: —Por prim era vez podem os alt erar el curso de
m illones de años de evolución de la biosfera, crear nuevas especies anim ales y
veget ales e incluso t ransform ar el m at erial genét ico hum ano. Por prim era vez el
hom bre est á en condiciones de hacer est allar bom bas nucleares y dest ruir gran
part e de la Tierra, si no t oda ella. Por prim era vez som os los responsables de una
crisis am bient al de caráct er planet ario. El hom bre no sólo se ha t ransform ado en un
dem iurgo, sino que, exagerando un t ant o, diríam os que ha asum ido el papel de
dios. Asist im os a un cam bio epocal de t al dim ensión que exige repensar
com plet am ent e el m undo y la hist oria.

HERNÁN DI NAMARCA: —Sin em bargo, la m ayoría no t iene conciencia de


est e cam bio. La gent e, m ás bien, oscila ent re dos act it udes: por un lado, la euforia
y la aut o com placencia ant e los logros t ecnológicos y, por ot ro, el pesim ism o ant e
las posibilidades dest ruct ivas del hom bre. ¿A qué at ribuye esa inconsciencia, esa
falt a de responsabilidad para enfrent ar lo decisivo del act ual m om ent o hist órico?

—Lo m ás grave es que incluso son las elit es las que no adviert en ni
adm it en la posibilidad del desencadenam ient o de fuerzas ciegas e incont rolables.
Adem ás, t engo la sensación de que los cam bios se han ido precipit ando de t al
form a y ocurren con t al velocidad, que nos im piden una reflexión det enida y seria.
Carecem os de suficient e perspect iva y conciencia hist órica.

—Uno de los rasgos m ás int ensos de la época m oderna occident al es su


brevedad; pero a la vez es el t iem po m ás acelerado de la hist oria. Quisiera recordar
una sugerent e analogía cronológica del ast rofísico Hubert Reeves en el libro La m ás
Bella Hist oria del Mundo: " Si se conviert en los 4.500 m illones de años de nuest ro
planet a en un solo día, y suponem os que la t ierra apareció a las doce de la noche,
la vida, ent onces, nació hacia las cinco de la m adrugada y se desarrolló en el rest o

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del día. Hacia las ocho de la noche aparecen los prim eros m oluscos. Hacia las once
los dinosaurios, que desaparecen a las doce m enos veint e y dej an el cam po libre
para la rápida evolución de los m am íferos. Nuest ros ant epasados sólo surgen en los
últ im os cinco m inut os ant es de las doce de la noche y se les duplica el cerebro en el
últ im o m inut o del día. ¡La Revolución I ndust rial sólo ha com enzado hace un
cent ésim o de segundo! " .

—¿Pero qué ha ocurrido en la civilización occident al m oderna para que los


acont ecim ient os se hayan precipit ado con t al rapidez y los cam bios no se cuent en
por siglos o por m ilenios, sino por horas? Com o recuerda Reeves, los doscient os
años de m odernidad m adura son, en efect o, m enos de un cent ésim o de segundo en
relación con la hist oria de la Tierra; pero en ese breve lapso hem os logrado alt erar
radicalm ent e el curso de la evolución. Ent re la aparición del género hum ano en
África y la invención de la im prent a, t ranscurrieron m iles de m iles de años; en
cam bio en la civilización occident al m oderna los descubrim ient os y las nuevas
invenciones no se cuent an por m ilenios ni por siglos, sino por décadas e incluso por
años. Ant es el descubrim ient o y fabricación de un ut ensilio de piedra t ardaba m iles
de años. Ahora, en cam bio, ocurren a una velocidad sin precedent es. Hace m uy
poco t iem po el hom bre llegó a la luna y ya se est á int ent ando colonizar el espacio;
las aplicaciones de la invest igación del genom a hum ano recién se han iniciado y sin
duda t endrán efect os de enorm e t rascendencia.

—Tal vez en ese últ im o rasgo est é lo m ás radical de la aceleración de la


hist oria. Hoy, ese anim al que nació en África est á alt erando veloz y peligrosam ent e
lo que ant es eran com plej os procesos nat urales aut orregulados.

—Y pienso que es así porque est e hom bre t ecnologizado asum e una act it ud
cada vez m ás arrogant e y soberbia ant e la nat uraleza y el cosm os. Ahora no es la
evolución a t ravés de su proceso de m illones de años ni t am poco Dios quienes
est án creando especies veget ales y anim ales diversas, sino que es el hom bre quien
est á alt erando caract eríst icas básicas de los seres vivos.

—Y en est o hay una dram át ica paradoj a: es ciert o que hoy el ser hum ano
puede crear, pero a la vez cada doce m inut os est e " hom o t ecnicus" hace
desaparecer una especie viva ( y, claro, desde ahora t am bién con la biot ecnología
puede regenerar especies desaparecidas o en ext inción inm inent e) .

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—Eso guarda est rict a relación con el proceso sim ult áneo de creación y
dest rucción, t an caract eríst ico de la m odernidad. Se dest ruye para const ruir, se
const ruye dest ruyendo, lo que nos conduce al t em a m ás conflict ivo y m ás com plej o
de nuest ras conversaciones: ¿cóm o caract erizar a la época m oderna? ¿Qué fuerzas
han conducido a est a ebullición gigant esca?

—Volviendo al caráct er decisivo del act ual m om ent o hist órico. ¿Tal vez
ot ros hom bres y m uj eres pensaron que su t iem po t am bién era el m ás crucial? Por
ej em plo, durant e la revolución agrícola del neolít ico, y en Occident e durant e la
caída del I m perio rom ano o en las guerras m undiales del siglo XX.

—Ninguno de esos m om ent os fue t an decisivo. De haber exist ido alguno,


m e rem it iría a los dos m illones de años de aparición del prim er Hom o habilis, ese
ser hum ano absolut am ent e indefenso at ravesó por m om ent os de ext rem a
peligrosidad, t ant o, que pudo perfect am ent e haber desaparecido al cabo de unos
pocos años; en buenas cuent as pudo desaparecer el product o de una evolución de
m illones y m illones de años. Ahora est á ocurriendo algo sem ej ant e.

—¿Acaso hicim os est a carrera de " progreso" y " poder" sólo para volver a
un m om ent o de vida o m uert e? Ayer est uvim os ant e una posible desaparición,
product o de nuest ra debilidad com o especie, y hoy est am os en la m ism a
encrucij ada pero com o result ado de que som os poder planet ario; es decir, las
act ividades hum anas hoy podrían im pact ar dest ruct ivam ent e las redes biológicas,
sociales y cult urales planet arias.

—Som os un poder que ha generado t ransform aciones m onum ent ales y


aceleradas que est án colocando en grave peligro la supervivencia de la especie
hum ana. Han acaecido cam bios espect aculares en t odas las dim ensiones de nuest ra
vida. La explosión dem ográfica sólo en est e siglo ha adquirido una velocidad
im presionant e. En 1900 había 1.500 m illones de hom bres y m uj eres; en 1950,
2.000 m illones; en 1980, 4.000 m illones y en el 2000, 6.000 m illones de seres
hum anos. La especie dem oró dos m illones de años en llegar a los 1.500 m illones y,
ahora, sólo en cien años, se ha m ult iplicado por cuat ro.
Ot ro cam bio copernicano ocurrido en los últ im os cien años se refiere a la
revolución en los m edios de t ransport e. El hom bre inicia su expansión sobre la
t ierra, saliendo de una pequeña zona de África Orient al y t arda m iles y m iles de
años en llegar a Asia, en poblar Europa y Am érica, dem orando m il quinient os años

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en avanzar desde el ext rem o nort e de Am érica hast a Tierra del Fuego. Julio César,
t reint a años ant es de Crist o, conquist ó gran part e de Europa a caballo; m il
ochocient os años m ás t arde, Napoleón haría lo m ism o. Sólo con post erioridad a
1900 el hom bre em pezaría a explorar la Tierra a la velocidad de la luz.
Y así exist en m últ iples ot ros cam bios, por ej em plo el ocurrido con la
urbanización del m undo. Hast a 1900, el 80 por cient o de la población m undial vivía
en el cam po, hoy sólo lo hace el 40 por cient o. Y en Europa apenas alcanza al 5 por
cient o. El hom bre por dos m illones de años se había alim ent ado de la caza y la
pesca; luego, durant e diez m il años vivió de la agricult ura; y, sólo ahora, en los
últ im os cien años, hubo una m igración de 4.000 m illones de seres hum anos del
cam po a la ciudad. La población urbana se ha quint uplicado en cuarent a años. En
1950 no exist ían m ás de cinco o seis ciudades con m ás de un m illón de personas;
hoy, en cam bio, hay cerca de t reint a m egalópolis de m ás de diez m illones de
habit ant es. Y veint e de las exist ent es se encuent ran en los países m ás pobres. Est a
urbanización descont rolada es la m ás perversa de las form as de m odernizarse.
¿Qué capacidad t iene México, por ej em plo, para organizar la vida de los act uales
veint e o veint icinco m illones de habit ant es de ciudad de México y de los t reint a que
t endrá ant es de 2010?

—Hay en t odo est o una inquiet ant e cont radicción. La m ult iplicación de la
especie es para m uchos un gran logro; pero t am bién puede decirse que, com o una
plaga, est a especie ha sat urado su casa, generando cam bios cada vez m ás
acelerados que podrían t erm inar por dest ruirla. En definit iva, t odos esos cam bios
son, en un sent ido, un gran m ilagro; pero a la vez ese m ilagro se conviert e en
nuest ra debilidad m ás grande.

—Pueden t erm inar siendo una desgracia. Depende de lo que seam os


capaces de hacer en el fut uro. En t odo caso, no m e parece erróneo percibir a la
especie hum ana com o una plaga propagándose por t oda la superficie del planet a.
No m e cabe duda de que si la especie hum ana no consigue producir una
inflexión m uy profunda en la dirección act ual del m ovim ient o hist órico, lo probable
será el est allido de un cat aclism o ecológico o nuclear, o incluso de una gran
cat ást rofe de orden subj et ivo y m oral. Pero t am bién podría aparecer un nuevo
dest ello de int eligencia y lucidez en el Hom o sapiens y surgir un nuevo t ipo de
conciencia hum ana, capaz de producir ese cam bio, esa inflexión en el curso act ual
de la hist oria.

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—O bien que ocurran accident es ( o cat aclism os) com o los que ust ed
m enciona y sean ellos los que hoy act iven y aceleren la conciencia de la necesidad
de un cam bio en nuest ro m odo de vida..

—Se da, en efect o, un aum ent o exponencial de la población del m undo, de


la urbanización, del crecim ient o de las m egápolis, de la degradación ecológica y,
paralelam ent e, del crecim ient o económ ico. ¿Que ocurriría si los 1.200 m illones de
habit ant es de China lograran un nivel de vida sim ilar al de Est ados Unidos, es decir,
el m ism o núm ero de vehículos, de t elevisores, de calefact ores, de aires
acondicionados, de consum o de energía? Según diversos cálculos, si así ocurriera,
las act uales fuent es de energía del m undo se agot arían en sólo diez años. En est e
m om ent o, China es el país que exhibe los m ayores rit m os de crecim ient o
económ ico, un 10 por cient o, y aunque ese porcent aj e se reduj era, en veint e o
t reint a años va a t ener un nivel de consum o not ablem ent e superior al act ual. ¿Qué
sucederá a nivel m undial si hipot ét icam ent e se m ant iene el crecim ient o económ ico
de China? Y para qué incluir a I ndonesia o a Brasil o a Nigeria; cada uno de est os
países t iene m ás de 150 m illones de habit ant es.
Si en sólo un siglo las cifras de crecim ient o económ ico en los países de
Europa y Est ados Unidos se han encaram ado, desde los 1.000 dólares per cápit a
aproxim adam ent e de 1900 hast a llegar a un prom edio de 25.000 dólares en la
act ualidad. ¿Podrá cont inuar proyect ándose de acuerdo a est as cifras el crecim ient o
de est e siglo? La m ism a pregunt a m e form ulo respect o al aum ent o de la edad
prom edio de la especie hum ana. La esperanza de vida en Europa era en 1900
aproxim adam ent e de 35- 40 años y hoy llega a los 80. De m anera que se m ult iplicó
por dos. ¿Significa est o que la hum anidad en el siglo XXI volverá a m ult iplicar por
dos su esperanza de vida y podrá vivir en prom edio 160 años? Est o acarrearía
problem as incalculables.
En fin, lo que en la época m oderna llam áram os progreso est á plant eando
int errogant es cruciales a nuest ra especie hum ana. ¿Y exist e alguna form a de evit ar
la concent ración desenfrenada de la riqueza? La cot ización en bolsa de una sola
em presa nort eam ericana, Microsoft , alcanza la cifra de 500 m il m illones de dólares,
est o es, casi el doble del product o nacional de Brasil, décim a econom ía m undial.

—Toda la bat ería de dat os que ust ed ent rega form a part e de un acervo
com ún. Ent onces, ¿por qué t ant a irresponsabilidad en los liderazgos? ¿O acaso
t ienen la convicción de que la hum anidad va a revert ir est os procesos
aut odest ruct ivos vía nuevos invent os t ecnológicos?

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—Los opt im ist as se refugian en la idea de un progreso lineal e indefinido.
Lo cont radict orio y curioso es que est a creencia, concebida por el m undo int elect ual
de la izquierda ilust rada del siglo XVI I I , hoy día ha sido asum ida con part icular
fanat ism o por la m ent alidad conservadora. Just o en el fin de la m odernidad...

12
primera
parte

DIÁLOGOS SOBRE LA MODERNIDAD


Y EL ACTUAL CAMBIO DE ÉPOCA
HISTÓRICA

13
1

1492: AÑO I
DE LA HISTORIA UNIVERSAL,
INICIO DE LA ÉPOCA MODERNA

CARLOS ALTAMI RANO: —Ant es de ent rar de lleno al t em a que nos ocupa,
una pequeña digresión: cuando se habla de la Época Moderna, t odos ent ienden que
se hace referencia a las sociedades de Europa occident al. Sólo ellas em prendieron
est e proceso de m odernización hace quinient os años. Hoy, sin em bargo, el vocablo
m oderno t iene un uso m últ iple y t rivial: econom ía m oderna, sociedad m oderna,
país m oderno, hom bre m oderno, vest im ent a m oderna... Lo m oderno est aría
asociado a lo últ im o, a lo recient e, a lo nuevo. Ha pasado a ser una palabra fet iche,
de m oda y de gran efect o publicit ario. Se usa en t odas las esferas del conocim ient o
hum ano: en filosofía, art e, polít ica, econom ía, ciencias. En t odas part es. Todos
aspiran al t ít ulo de m odernos. He leído art ículos de int elect uales chinos, j aponeses
e hindúes que han debido hacer un gran esfuerzo por t raducir " m oderno" a su
idiom a. Por m i part e, sólo m e circunscribiré a la com prensión hist órica del
fenóm eno m oderno.
La época m oderna europea ha sido la m adre de t odas las m odernidades.
Todas las rest ant es han crecido a su som bra y baj o su inspiración. La onda
expansiva del proceso de m odernización, iniciada en 1492, no ha perdido energía ni
vit alidad, aún cuando se halle en plena t ransform ación o m ut ación. Su capacidad,
sim ult áneam ent e creadora y dest ruct ora, ha ido dem oliendo t odas las viej as
inst it uciones y creando un m undo com plet am ent e nuevo. Pero lo nuevo t am poco
escapa a su im placable dialéct ica y t am bién le ha de llegar su hora de decadencia y
m uert e. La esencia del espírit u m oderno radica en su racionalism o inst rum ent al,
com o diría Max Weber, en la dem ocrat ización de las est ruct uras sociales y polít icas;
en su m odo de producir indust rial; en los procesos de secularización de la sociedad
y su consiguient e desacralización y desencant am ient o; en la división del t rabaj o y
en el t ipo de acum ulación capit alist a. Sociedades m odernas son, en consecuencia,

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las que han venido experim ent ando durant e los últ im os cinco siglos est os procesos
t an profundam ent e asociados a esos concept os y valores. En est os cinco siglos, la
m odernidad ha ido dest ruyendo los ant iguos dioses, las inst it uciones m onárquicas,
sus clases nobiliarias, sus corporaciones art esanales. Y de aquí surge la fam osa
afirm ación de Carlos Marx: " la época m oderna es un inm enso sist em a digest ivo, un
m onst ruoso m et abolism o, que devora, que dest ruye" . Por est o podem os hablar de
" un ant es y un después de la Época Moderna" .

HERNÁN DI NAMARCA: —Esa capacidad dest ruct iva y const ruct iva, esa
capacidad de acelerarse a sí m ism a alt erando a la hum anidad y a la nat uraleza, se
asocia con una idea fundam ent al y singular de la m odernidad: la unilat eralización
del cam bio por el cam bio y la idea de progreso m at erial para aum ent ar la capacidad
de dom inio.
Ust ed dice que la m odernidad com o conj unt o de ideas fuerza t iene su
epicent ro en el m undo europeo occident al. Pero desde que se funda la época, en
1492, em pieza su expansión geográfica y com ienza t am bién su globalización. La
m odernidad europea no se const ruye sola: se realiza en una int eracción m uy
poderosa con Am érica, con África, con Asia, siem pre agrediendo a ot ras cult uras,
ext rayéndoles valores m at eriales y cult urales.

—Est a int eracción, a la cual t ú aludes, con el rest o de las sociedades y


cult uras m undiales, sin duda ha j ugado un papel significat ivo en la conform ación de
la época m oderna, pero en m i opinión ha sido el elem ent o endógeno, su
ext raordinaria vit alidad y capacidad innovadora y creat iva, el fact or det erm inant e.

—Am bos, lo " endógeno y lo exógeno", son part e de un m ism o proceso de


lo m oderno com o época hist órica y han sido codet erm inant es en ese devenir que
t iene al descubrim ient o de Am érica com o hit o sim bólico fundador. ¿Hay adem ás
ot ras fechas o acont ecim ient os claves?

—Siet e serían los acont ecim ient os fundant es en el it inerario del nacim ient o
y desarrollo de la época m oderna. En 1453, la caída de Const ant inopla a m anos de
los t urcos ot om anos; en 1470, el descubrim ient o y la divulgación de la im prent a;
alrededor de 1500, el Renacim ient o it aliano; en 1517, las fam osas 95 t esis
est am padas por Lut ero en la puert a de la Cat edral de Wüt enberg; ent re 1644 y
1688, la revolución polít ica y social inglesa, que abrió el cam ino al capit alism o
indust rial en I nglat erra; m ás t arde, vendría el Siglo de las Luces y en él ocurren las

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t res grandes revoluciones m odernas: en 1776, la independent ist a nort eam ericana;
en 1789, la polít ica francesa y en 1780 la económ ica inglesa. Todos est os
acont ecim ient os son sim ult áneam ent e causa y efect o del proceso de
m odernización. Todos ellos son int erdependient es.
Con t odo, el principal pareciera el descubrim ient o de Am érica. En él se
encuent ran los orígenes del capit alism o indust rial y el com ienzo del fin de t odas las
ot ras civilizaciones aún subsist ent es. Desde esa fecha, ant iguas cult uras, com o la
azt eca, inca, china, hindú o j aponesa, u ot ras exist ent es en África, fueron
bárbaram ent e int errum pidas en su cont inuidad hist órica. Si alguna subsist e hast a
ahora, se encuent ra definit ivam ent e m arcada por el at roz t raum a producido por la
ocupación de los ej ércit os occident ales. El año 1492 est ablece el fin de las ot ras
hist orias y el inicio de est a nueva y única hist oria, hoy de dim ensión universal.
Todos som os part ícipes de una única dinám ica. España y Port ugal inician el llam ado
" Descubrim ient o de Am érica" . Baj o la enseña de la cruz crist iana se puso t érm ino a
civilizaciones y cult uras que habían florecido en el cent ro y sur del cont inent e. Y
luego las ot ras pot encias occident ales invaden y se apropian de I ndia, África, Medio
Orient e, bom bardean China y Japón, y al hacerlo, fueron t ransform ando
radicalm ent e esas sociedades e incluso dest ruyendo algunas.

—Esa expansión no sólo fue en nom bre de la cruz, sino t am bién anim ada
por la voracidad de riqueza.

—Efect ivam ent e, una voracidad present e aún m ucho ant es de los inicios de
la época m oderna.

—Aunque su crecient e presencia com o un valor hegem ónico y unilat eral ha


sido un rasgo propiam ent e m oderno.

—El alm a del conquist ador est aba a no dudarlo dividida. Una part e, t al vez
m enor, creía en los valores crist ianos y la ot ra ansiaba poder, gloria y riquezas. Los
conquist adores, prim ero port ugueses y españoles, m ás t arde franceses, belgas,
ingleses y holandeses, nos t raj eron el espírit u " evangelizador" y luego lo cam biaron
por el " civilizador" . Según sus creencias, el occident e europeo era port ador de una
nueva y gran civilización y, en consecuencia, era su deber hist órico difundirla por el
rest o del m undo. De aquí que 1492 im port ara una definit iva e irreversible rupt ura
en la hist oria universal. Recordem os sólo algunas cifras. En 1519 la población de
México alcanzaba aproxim adam ent e 25 m illones de habit ant es; en 1650, cient o

16
t reint a años después, est aba reducida a sólo 1 m illón de habit ant es. ¿Sería t al vez
exageración hablar de genocidio? Ciert am ent e no t odos m urieron en guerras o en
represiones, un gran núm ero falleció por enferm edades t raídas por los
conquist adores europeos y ot ra cant idad, no m enor, por la im placable explot ación a
la cual fueron som et idos. Adem ás, el conquist ador español y port ugués dest ruyó los
t em plos e im pidió el libre ej ercicio de los rit os y cerem oniales de esas ant iguas
cult uras. África, por su part e, fue víct im a de la m onst ruosa práct ica del t ráfico de
esclavos; se calcula en veint e m illones los esclavos t raídos desde África a Am érica.
De esa m ezcla ent re indígenas, negros y blancos nacería nuest ra act ual et nia
m est iza. Durant e la celebración del Quint o Cent enario del Descubrim ient o de
Am érica vivía m i exilio en Europa y m e t ocó ser t est igo de la pret ensión del
Vat icano de sant ificar a los Reyes Cat ólicos, iniciándose de inm ediat o una fort ísim a
oposición. ¿Cóm o se podía sant ificar a I sabel si baj o su reinado se había llevado a
cabo la " evangelización" de Am érica, con los result ados ya dichos, y expulsado a los
m oros y perseguido a los j udíos?

—La valoración de est os acont ecim ient os fundadores y el decurso de la


época m oderna son reflexiones y cat egorías concept uales puest as ex post , una
int erpret ación post erior que hace el hist oriador...

—En realidad, la idea de que a part ir de los años 1500 se inicia un proceso
que cam biaría para siem pre la hist oria del m undo sólo nace en el siglo XVI I I .
Durant e t res siglos los habit ant es de Europa habían vivido en lo que hoy t odos
conocem os por Época Moderna, pero ellos lo ignoraban. Fueron poet as y escrit ores
franceses los prim eros en int uirlo: Chat eaubriand, Balzac y Baudelaire. En 1848,
Marx y Engels, en el Manifiest o Com unist a definen y describen el fenóm eno del
capit alism o indust rial. Son los prim eros pensadores en profundizar est os t érm inos y
realidades. Ya en el Manifiest o, Marx hace afirm aciones que convendría recordar
por su enorm e don profét ico. Escribía Marx: " la burguesía ha excluido las relaciones
feudales, pat riarcales e idílicas [ ...] ha ahogado el sagrado éxt asis del fervor
religioso, el ent usiasm o caballeresco y el sent im ent alism o del pequeño burgués en
las aguas heladas del cálculo egoíst a [ ...] ha provocado una revolución cont inua en
la producción, una incesant e conm oción de t odas las condiciones sociales, un
m ovim ient o y una inseguridad const ant e dist inguen la época burguesa de t odas las
ant eriores [ ...] t odas las relaciones sociales est ancadas y enm ohecidas con su
cort ej o de creencias y de ideas adm it idas y veneradas durant e siglos, han quedado
rot as [ ...] t odo lo est am ent al y est ancado se esfum a, t odo lo sagrado es profanado

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[ ...] con el const ant e progreso de los m edios de com unicación la burguesía arrast ra
a la corrient e de la civilización a t odas las naciones, hast a las m ás bárbaras" .
I nsist o, son clarivident es las descripciones hechas por Marx de un proceso
que sólo conocía en sus inicios; resum en, con una ext rem a perfección, la colosal
rupt ura hist órica producida por el advenim ient o de la m odernidad; la dest rucción
del feudalism o, vale decir de t oda una época hist órica; del " sagrado éxt asis
religioso" , ahogado en " aguas heladas del cálculo egoíst a" , est o es, las m ilenarias
creencias crist ianas ent erradas baj o el im pulso del no m uy religioso " afán de lucro" ;
la " incesant e conm oción" en el cam po social llevó a la virt ual desaparición de las
clases nobiliarias y de los est am ent os corporat ivos; " t odo lo sagrado es profanado" ,
o sea, el ant iguo m undo religioso t ransform ado en un vulgar m ercado de com pra y
vent a; y t odas las naciones, hast a las m ás bárbaras, arrast radas por la vorágine
m oderna. Son ést as, precisam ent e, las ideas que he querido expresar en un
lenguaj e, por ciert o, bast ant e m enos elocuent e que el de Marx, para describir la
exact a dim ensión de la rupt ura hist órica producida ent re la Edad Media y la
Modernidad.

—Marx era un hom bre t ípicam ent e m oderno. Su afirm ación de que en la
m odernidad " t odo lo sólido se desvanece en el aire" , ese reconocim ient o de la
revolución perm anent e, es su singular m irada de revolucionario y sin duda ha sido
un rasgo fundam ent al de est a época en su com pulsión ( unilat eralización) por el
cam bio y el cam bio. Pero, com o siem pre, hay que m at izar; la época m oderna no
necesariam ent e rom pe t odo. Hay rupt ura, y a la vez, y con post erioridad a esa
at m ósfera revolucionaria donde vive Marx, com ienza un asent am ient o de la
m odernidad en el poder, e inst it uciones hist óricas, m ilenarias, com o la propia
I glesia, y ot ras, siguen con su vigor.

—" Lo sólido" a que se refiere Marx, en m i opinión, era la exist encia de una
sociedad alt am ent e j erarquizada, con m onarquías absolut as y clases arist ocrát icas,
y una I glesia pont ificando sobre el bien y el m al... sin duda, ese m undo se
desvaneció " en el aire" . La idea de que se habría iniciado un asent am ient o de la
m odernidad m e m erece serias dudas, porque hast a est e m inut o de nuest ra
conversación la m odernidad cont inúa deconst ruyendo ahora sus propios valores y
creaciones: el Est ado, la nación, la fam ilia...
Ret ornando a las profecías de Marx, t e ruego prest ar at ención a lo
siguient e: [ la burguesía] " derrum ba t odas las m urallas de China, y hace capit ular a
los bárbaros m ás fanát icam ent e host iles a los ext ranj eros, obliga a t odas las

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naciones, si no quieren sucum bir, a adopt ar el m odo burgués de producción" . Todo
est o pensado y dicho un siglo ant es de que China em ergiera com o un act or
im port ant ísim o en el escenario hist órico, com o ya Marx preveía, con el derrum be de
la viej a sociedad china. Lo que fuera una sim ple m et áfora hubo de t ransform arse
en una gran verdad hist órica...

—El m odo neoliberal de producción, diríam os hoy.

—... lo cual, por lo dem ás, dem uest ra que t odo cont inúa en un perm anent e
cam bio. La m odernidad no sólo dest ruyó la ant igua civilización feudal y crist iana,
adem ás ha ido devorando los valores y los sist em as sociales, polít icos y cult urales
creados por ella m ism a. Sust it uyó al cam pesino por el obrero fabril, pero ahora est á
reem plazando a ést e por com plej os aparat os t ecnológicos; las viej as clases
arist ocrát icas y oligárquicas fueron desplazadas por las m odernas clases burguesas
indust riales, pero hoy est án em ergiendo en su lugar sofist icadas t ecnoburocracias
de caráct er t ransnacional. Marx part icipa de las principales ideas del Siglo de las
Luces. Cree en el valor de la em ancipación, en la libert ad y la aut onom ía hum ana;
cree en la gran capacidad del capit alism o para aum ent ar las fuerzas product ivas;
cree en el progreso lineal e indefinido; cree en la om nipot encia de la razón y en las
facult ades del hom bre para dom inar y t ransform ar la nat uraleza y, com o ot ros
pensadores m odernos, prescinde de la idea de Dios para explicar los fenóm enos
nat urales. La única crít ica que m e perm it iría form ular a Marx y Engels sería no
haber sido m ás consecuent es con su propio pensam ient o, en orden a la
espect acular capacidad que posee el capit alism o indust rial para ir t ransform ándolo
t odo: valores m orales, inst it uciones polít icas, ideologías y t radiciones. Si hubieran
llevado sus argum ent os hast a las últ im as consecuencias, habrían previst o la
progresiva desaparición de la clase prolet aria y, en consecuencia, no le habrían
at ribuido la pot encialidad revolucionaria im aginada por Marx y Engels.

—El Manifiest o Com unist a vist o desde hoy fue un panegírico, una gran
alabanza a la burguesía.

—Aun cuando los burgueses propiam ent e t ales sólo vieron la cara
ant iburguesa de las geniales elaboraciones de Marx y Engels. Nadie, hast a ese
m om ent o, había t enido, com o t uvo Marx, una percepción t an asom brosam ent e
lúcida del cam bio hist órico en curso, de sus posibles causas, de sus enorm es
repercusiones. La aparición de est a conciencia acerca del cam bio hist órico, con t res

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siglos de ret raso, nos indica la enorm e dificult ad que exist e para percibir las
t ransform aciones sociales y det ect ar cuáles son las fuerzas, las ideas y los procesos
con pot encialidad fut ura. Es t an grande el cúm ulo de acont ecim ient os en los que
uno vive inm erso, que práct icam ent e son m uy pocas las m ent es con capacidad
bast ant e para desent rañar lo que hay de específico en una idea, en un proceso, en
un acont ecim ient o.

—Aunque hoy t enem os m ayor conciencia hist órica acum ulada y podem os
hacer analogías rápidam ent e. Nuest ra m em oria hist oriográfica nos perm it e
reflexionar al inst ant e sobre los procesos que se inician. Lo dem ost raría la cant idad
de bibliografía que habla de la sociedad " pos" para referirse al m om ent o present e,
ya sea posindust rial, posm oderna, poscapit alist a.

—Claro que esa conciencia exist e sólo en un nivel alt o de pensam ient o
filosófico, polít ico y cient ífico. Y m e ext raña m ucho que siendo t an fuert es las
expresiones del cam bio epocal, no haya m ayor conciencia. Muchas veces se habla
de los cam bios casi de m anera irreflexiva; por ej em plo, en el m undo polít ico,
cuando llega el m om ent o de hacer un cam bio profundo de organización, t odos se
niegan. En las discusiones ent re la gent e de cent ro, de izquierda y de derecha,
cat egorías polít icas de la Época Moderna, no hay conciencia de est e colosal cam bio
hist órico. En el m undo socialist a, sin ir m ás lej os, algunos t odavía quieren
reivindicar las " aut ént icas posiciones y plant eam ient os del socialism o" . Ese t ipo de
personas no ha pensado est e cam bio. I gual ocurre en los gobiernos, que se oponen
a t om ar m edidas. Es evident e que en cualquier concepción, asum ir el cam bio
epocal es difícil.

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2

LA FUNDACIÓN
DE LA ÉPOCA HISTÓRICA
MODERNA

—Hablar de la Modernidad es referirse a la creación del Est ado nación...

—El m undo occident al recibía el im pact o de los procesos de secularización


y desacralización de la sociedad. Los viej os reinos e im perios se reencarnan en los
m odernos est ados nacionales y las m onarquías se vist en de repúblicas. Los siervos
se conviert en en ciudadanos. La fam ilia ext endida, t radicional y pat riarcal, se
t ransform a en la m oderna fam ilia nuclear. Est os hechos y acont ecim ient os,
aparent em ent e confusos y het erogéneos, vist os en una perspect iva hist órica,
guardan una gran coherencia y concluyeron dando nacim ient o a la Época Moderna,
y sobre sus grandes afirm aciones, pienso yo, se edificará la fut ura e im aginaria
" aldea planet aria" ...
Con los im port ant ísim os act os de conm em oración del Quint o Cent enario,
en Sevilla, y del Bicent enario de la Revolución francesa, en París en 1989, Europa,
conscient e o inconscient em ent e, est aba recordando el nacim ient o y la vict oria de la
m odernidad a escala planet aria. Y aún nos encont ram os inm ersos en esa onda
expansiva, y carecem os en consecuencia de la capacidad analít ica y crít ica
necesaria para evaluar fría y obj et ivam ent e las vent aj as y desvent aj as del
espect acular m onst ruo civilizacional creado. Quisiera dest acar ot ro m om ent o est elar
en el nacim ient o de la Época Moderna. En los com ienzos de los años 1500 se
difunde la im prent a. No sería concebible el nacim ient o y despliegue de la época
m oderna sin el descubrim ient o de la im prent a. Durant e m iles y m iles de años la
abrum adora m ayoría de la población m undial fue analfabet a. Ent re los años 3500 y
4000 a. C. se había descubiert o la escrit ura, pero ést a perm aneció com o pat rim onio
exclusivo de una elit e insignificant e de int elect uales, especialm ent e de m onj es.
Hast a m uy avanzado el siglo XVI I I , ni reyes ni príncipes sabían leer ni escribir. La

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im prent a t ransm it e y m asifica el conocim ient o. Por lo m ism o, Marshall Mc Luhan
nos habla de la " Galaxia Gut enberg" , señalando con ello la aparición de una nueva
y original const elación cult ural.

—La Época Moderna ha sido la época de las revoluciones. Siguiendo con


Marx, una im agen suya: la revolución com o part era de la hist oria...

—Sin duda. Marx vivió en " la época de las revoluciones" , así llam ada por el
hist oriador inglés Hobsbawm . La m odernización de Europa dist ó m ucho de ser un
proceso pacífico; se dio en m edio de grandes convulsiones sociales y polít icas. La
prim era de las revoluciones m odernas ocurrió en Holanda, en el m arco de su
independencia, ent re 1568 y 1572. En los inicios de su m odernización, Holanda
funda la fam osa " Com pañía de las I ndias" en 1602, inaugura la prim era " bolsa de
com ercio" en Am st erdam , en 1613, y com ienza a desplegar su poder com ercial y
m arít im o, adopt a un régim en polít ico de t ipo const it ucional y proclam a las prim eras
libert ades públicas. Más t arde vendría la llam ada " Gloriosa revolución" por los
ingleses, 1688, la cual t endrá aún m ayores repercusiones que la holandesa. En
I nglat erra en esa época se est aba produciendo una radical t ransform ación de las
est ruct uras sociales y polít icas, sobre la base de un acuerdo ent re la nacient e
burguesía, fundam ent alm ent e prot est ant e, y las ant iguas clases nobiliarias y
cat ólicas. Fue la prim era revolución que decapit ó a su rey, invent ó el cargo de " lord
prot ect or" , ocupado por Cronwell, y t ransit ó de un régim en feudal, a cuya cabeza
se encont raba un m onarca absolut o, a un sist em a en el cual acceden al gobierno de
I nglat erra las nuevas clases burguesas de creencias purit anas. En plena guerra civil
inglesa, Thom as Hobbes elabora su fam osa obra polít ica, dest inada a est ablecer los
fundam ent os t eóricos del nuevo est ado m oderno. Según Hobbes, los hom bres no
am an precisam ent e la ley; pero el m iedo al desorden, a la inseguridad, a las
guerras y a la violencia los conduce a acept ar la necesidad de crear un Est ado
fuert e y som et erse al im perio de la ley. Los hom bres, dom inados por el m iedo,
delegan su poder en una asam blea, a la que Hobbes llam ará Leviat án, es decir, el
Est ado.

—Esa concepción polít ica equivale a lo que ocurría y ocurre en la t eoría y


práct ica económ ica durant e la Época Moderna, y supone que el egoísm o es el
principal rasgo del accionar hum ano.

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—Para Hobbes, el Leviat án es una com plej a m aquinaria cuyo obj et ivo
cent ral es defender al hom bre en cont ra de su propia violencia y la de ot ros, porque
el ansia de libert ad lo im pulsa a com et er excesos y crím enes, y ést os sólo pueden
ser dom inados y cont rolados en el Est ado.

—¿Y qué de m oderno exist iría en las concepciones de Hobbes?

—Él es el prim er gran t eórico del Est ado, el cual no obedece a un designio
de Dios ni es product o de la volunt ad de un m onarca absolut o, sino que es una
creación de la volunt ad colect iva y concert ada de los hom bres.

—Lo ot ro t ípicam ent e m oderno es que Hobbes " inst it ucionaliza" el egoísm o
com o rasgo cent ral del m odo de vida com ún a los últ im os siglos en Occident e. Est e
ha sido un valor ej e de la concepción individualist a, t an cuest ionada hoy por los
biólogos posm odernos que const at an el papel t am bién fundam ent al de la
cooperación, la sim biosis y la colaboración en el devenir de la vida en general y de
la const it ución social de lo hum ano en part icular.

—No dej a de ser significat iva est a sim ilit ud ent re el pensam ient o de
Hobbes con el de Adam Sm it h, que un siglo m ás t arde, en 1776, t am bién basa el
desarrollo económ ico en el egoísm o de los hom bres. La idea de Hobbes de crear un
Est ado que garant ice la seguridad y el orden a sus ciudadanos es am pliada m ás
t arde por las elaboraciones y doct rinas liberales, las cuales asignan un valor
fundam ent al a la libert ad del individuo. En el pact o hobbesiano se enaj enaban gran
part e de est as libert ades individuales; en cam bio, en la concepción liberal, el Est ado
debe respet ar irrest rict am ent e dichas libert ades com o derechos fundam ent ales.

—Hobbes no reflexiona sobre la dem ocracia...

—Hobbes era un m onárquico que huía del m iedo de su época


revolucionaria. Las grandes ideas dem ocrát icas surgen recién en el siglo XVI I I . Dos
grandes revoluciones las difunden por el m undo: la revolución polít ica francesa y la
revolución independent ist a nort eam ericana. Es est e un siglo clave en la t ransición
del Medioevo a la Modernidad, pues t am bién en ese m ism o siglo est allaría la
revolución indust rial inglesa.

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—Los grandes pensadores del siglo XI X y XX reflexionaron sobre la fuerza
fundam ent al, el espírit u, el elan que guió el proceso de la m odernidad.

—Así es. Y exist en variadas int erpret aciones. Sólo m e referiré a t res de
ellas: Marx, Weber y Som bart . Para Marx el m ot or de la hist oria se halla en la lucha
de clases. El conflict o esencial en la t ransición Medioevo- Modernidad se habría
desarrollado a lo largo de los siglos XVI , XVI I y XVI I I , ent re la nacient e burguesía
indust rial y la ant igua arist ocracia feudal; el com bat e habría concluido con el t riunfo
de la burguesía y del nuevo m odo de producción indust rial.
Max Weber reconocía en el m odo de pensar racional y en la ét ica
prot est ant e los dos com ponent es esenciales que perm it ieron la espect acular
evolución de las sociedades occident ales m odernas. La concepción ascét ica del
purit anism o habría sido un fact or det erm inant e en la form ación de la personalidad
de los prim eros burgueses capit alist as: aust eridad, frugalidad, sent ido de ahorro,
m oderación, com edim ient o, fueron t odas virt udes propias de la ét ica purit ana y
ellas habrían cont ribuido decisivam ent e a la conform ación de la ident idad del
burgués; y ést e sería el act or principal en la creación de la Época Moderna.
Som bart , por su part e, ve en el em presario burgués al suj et o fundam ent al
de la hist oria m oderna. Claro que las virt udes de ese burgués originario se han ido
t ransform ando en sus vicios opuest os: luj o, ost ent ación, derroche, exhibicionism o
de riquezas, hábit os especulat ivos.
Por m i part e, considero t an im port ant e el rol hist órico del em presario
burgués com o el del cient ífico y t écnico. El burgués de Marx, Weber y Som bart no
habría podido lograr el espect acular despliegue de las fuerzas product ivas sin la
presencia del cient ífico y del t écnico que est aban naciendo en esos m inut os con
Copérnico, Galileo, Newt on y Descart es; y a ést os debem os agregar los filósofos y
pensadores polít icos com o Hobbes, Locke, Rousseau y Diderot , ent re m uchos ot ros.
Capit alism o indust rial, pensam ient o racional, ciencia y t ecnología, Est ado- nación,
dem ocracia y ciudadano, t olerancia, libert ad y derechos hum anos const it uyeron el
nuevo lenguaj e de la Época Moderna. Todas esas grandes ideas nacieron y se
pot enciaron recíprocam ent e.
La Modernidad ha sido una creación del conj unt o de los países de Europa
occident al, pero sin duda el lugar prot agónico lo ocupan Holanda e I nglat erra. Las
grandes personalidades cient íficas, los filósofos y pensadores polít icos fueron la
expresión de ese proceso, pero a su vez el proceso adquirió m ayor pot encia y
dinam ism o a raíz de las elaboraciones t eóricas de esas insignes personalidades.
Todos los fenóm enos y acont ecim ient os hist óricos de esa época est uvieron

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profundam ent e ent relazados, y no t iene, en m i opinión, m ayor im port ancia ent rar
en una discusión escolást ica acerca de qué fue lo prim ero, si el huevo o la gallina.
Sin em bargo, y a pesar de lo que acabo de expresar, t iendo a creer que la
nueva form a de pensar fue t ant o o m ás im port ant e que la nueva form a de producir.
El racionalism o fue el hilo conduct or de t odo el proceso m oderno. En est o se da un
cam bio m uy sust ancial en m i visión personal. Ant es, m ás bien, m e inscribía en una
perspect iva de t ipo m arxiana, en la cual lo m at erial, lo económ ico " det erm inaba" el
rest o de la superest ruct ura social; hoy, por el cont rario, part icipo m ás en la idea de
un espírit u o de un et hos presidiendo la Modernidad. En ot ras palabras, est oy m ás
próxim o de Weber que de Marx. El prim ero pensaba que desde t iem pos
inm em oriales venía exist iendo en los hechos un capit alism o com ercial. Lo hubo en
las civilizaciones egipcias, babilónicas y en las islám icas árabes; pero lo nuevo fue
asum ir el proceso económ ico baj o una perspect iva fundam ent alm ent e racionalist a,
la cual incorpora el cálculo, el balance del debe y el haber, el est udio de cost os.

—Com part o el caráct er int egral y orgánico del devenir hist órico que ust ed
dest aca. Sólo agrego, a diferencia de lo que propone Weber, que las relaciones
económ icas en el m undo ant iguo no pueden hom ologarse a las relaciones de
int ercam bio del capit alism o com ercial que se inicia a finales del siglo XV en la
Europa occident al t ras los descubrim ient os y la expansión geográfica. En est a
últ im a es enorm e la acum ulación de capit al. En el m undo ant iguo, esas relaciones
est aban m ovidas por un sim ple int ercam bio de product os ent re regiones, casi com o
un t rueque en gran escala; en cam bio, el int ercam bio com ercial m oderno es
gat illado por un afán de acum ulación y de ganancia nunca ant es conocido en la
hist oria.
Volvam os a las revoluciones, el sueño m áxim o de la Época Moderna; a la
revolución realizada por el hom bre racional com o act or hist órico, liderando
colect ivos que prim ero subvert ían y luego hacían y rehacían la hist oria a im agen y
sem ej anza de la razón de los vencedores.

—La m ás violent a, fascinant e, creat iva y dest ruct ora de las revoluciones
ocurridas en la Época Moderna ha sido, sin duda, la francesa, en 1789. En París, en
1989, m e correspondió presenciar la celebración del bicent enario de ese m agno
acont ecim ient o. A sus act os conm em orat ivos se sum aron t odos los gobiernos de
Europa, de derechas y de izquierdas, incluso el Vat icano, ( con la salvedad de
Margaret That cher, en ese ent onces Prim era Minist ra del gobierno inglés) . La
señora That cher, a m odo de explicación, envió una cart a recordando que

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I nglat erra, con bast ant e ant erioridad a la revolución francesa, había creado el
" Habeas corpus" , lim it ado los poderes de la m onarquía y est ablecido las libert ades
públicas, y que t odo est o lo había realizado con escaso derram am ient o de sangre,
sin t error y m enos violencia.

—Esa opinión es m uy coherent e con su m ent alidad reaccionaria; siem pre


est os han vist o con m alos oj os a la Revolución francesa, que radicalizó el elan
dem ocrát ico de la Modernidad. La Revolución inglesa est ableció una dem ocracia
rest ringida, censit aria; en cam bio la francesa ext endió la part icipación a m ás clases
sociales e inst it uyó com o ideal polít ico la ciudadanía am plia e inform ada.

—La Revolución francesa fue la m ás radical de las revoluciones ocurridas


en la " Edad de las Revoluciones" . En Francia se abolieron los ant iguos privilegios
nobiliarios y eclesiást icos. Se est ablecieron los principios de " libert ad, igualdad y
frat ernidad" . La ut opía revolucionaria aspiró a em ancipar a t oda la especie hum ana.
Funda la dem ocracia; proclam a el valor de la t olerancia; est ablece las libert ades
esenciales de expresión, de pensam ient o, de cult o; libera al siervo y crea el
est at ut o de ciudadano, ent rega la soberanía al pueblo y suprim e la esclavit ud. Su
bandera est elar fue la Declaración de los derechos del hom bre y del ciudadano. Su
universalism o no sólo fue frut o de un delirio t ransit orio. En la reunión de la
asam blea del 9 de j ulio de 1796 part iciparon no m enos de 36 grandes figuras de
Europa y Am érica, algunos t an célebres com o Washingt on, Madison, Schiller,
Francisco de Miranda.
Durant e esa revolución, no est á dem ás recordar, se invent aron las
cat egorías polít icas de derecha e izquierda. El president e de la Asam blea
Const it uyent e llam ó a sent arse a su derecha a los part idarios del " ancien régim e" ,
que eran los m onarquist as, la I glesia y la nobleza, dej ando de esa m anera
claram ent e separados a quienes defendían el ant iguo régim en de quienes est aban
por el nuevo orden social y polít ico. En una palabra, la Revolución francesa invent ó
y divulgó los grandes principios filosóficos y las ideas polít icas m odernas, así com o
la revolución económ ica inglesa había de crear el capit alism o indust rial.

—La Revolución francesa sería el corolario polít ico del Siglo de las Luces.

—Ese siglo es la sínt esis de la larga y t um ult uosa t ransición ent re el


Medioevo y la Modernidad. El Siglo de las Luces dej ó plant eado un nuevo y original
proyect o de reform a laica de las sociedades hum anas. Siem pre m e he pregunt ado

26
por qué ninguna de las grandes religiones m onot eíst as defendió la igualdad o la
t olerancia, los derechos hum anos, ni prescribió el dict ado de norm as laborales, por
qué ninguna t rat ó de luchar en cont ra de la exist encia de clases privilegiadas, de
cast as o de gobiernos despót icos, ni hizo esfuerzos m ayores por erradicar el
sist em a de servidum bre y el t ráfico de esclavos ni luchó por la paz ni proscribió la
guerra. Por el cont rario, prom ovieron y part iciparon en guerras de t odo orden y no
ahorraron act os de violencia ext rem a. Fueron sólo las dos grandes ideologías
m odernas, racionalist as y laicas —el liberalism o y el socialism o— las que prim ero
lucharían por la em ancipación hum ana y las que prim ero proclam arían los principios
de libert ad, igualdad y frat ernidad; ellas fueron las que est ablecieron la norm a
esencial: " los hom bres nacen libres e iguales en derechos y en dignidad" , sin duda
la afirm ación m ás revolucionaria de t odos los t iem pos. Quienes lucharon por est os
grandes valores ét icos y m orales han sido en general fuerzas laicas y racionalist as y
no quienes habían fundado su m ensaj e en el am or al prój im o y en el Serm ón de la
Mont aña. De aquí m i alegría al conocer la decisión de la Curia rom ana de pedir
perdón por los grandes errores y at rocidades com et idos por la I glesia en sus largos
dos m ilenios.

—En honor a la verdad, el crist ianism o, al m enos en su fase originaria,


inst auró y luchó por esos m ism os valores, y después, en su larga hist oria, t am bién
lo han hecho los crist ianos m ás coherent es. El crist ianism o prim it ivo sin duda t iene
el valor y m érit o, com o religión hist órica, de plant ear que ant e los oj os de Dios los
hom bres son libres e iguales, y eso no fue nada t rivial en el m undo ant iguo y en
plena esclavit ud.

—Com part o t u afirm ación, pero m i pregunt a es dist int a: ¿por qué ideas t an
bellas, claras y precisas cont enidas en el m ensaj e de Crist o, se pervirt ieron de t al
m anera y no lograron concret arse en el t ranscurso de los 2.000 años de cronología
crist iana? ¿Y por qué, en cam bio, las ideas laicas sí las proclam aron y en alguna
m edida se han est ado realizando en las grandes sociedades m odernas? Durant e el
Siglo de las Luces se const it uyó una m ult iplicidad de sociedades secret as, de
clubes, de círculos polít icos, int elect uales, art íst icos, logias m asónicas, cuyos
obj et ivos eran prom over los principios de libert ad y de igualdad en cont ra de la
violent a oposición de las fuerzas m onárquicas, clericales y corporat ivist as.

—No hem os hablado de ot ras revoluciones, ent re ellas la I ndependencia de


Est ados Unidos, que ant ecedió t rece años a la Revolución francesa.

27
—Est ados Unidos nace com o país m oderno. Al realizar en 1776 su gest a
independent ist a, su elit e dirigent e ya poseía un pensam ient o m oderno. Los
habit ant es de Est ados Unidos eran descendient es de una I nglat erra en acelerado
proceso de m odernización. Era funcional al proceso de m odernización su religión
prot est ant e y purit ana; eran m odernos sus pequeños granj eros; eran m odernos sus
hábit os y sent im ient os dem ocrát icos, y era m oderna su incipient e burguesía. Eran
m odernos personaj es com o Benj am ín Franklin y Thom as Jefferson. Y, t om ando pie
de est a realidad, Alexis de Tocqueville, en su brillant e ensayo La Dem ocracia en
Am érica, la califica com o el prim ero y m ás com plet o experim ent o polít ico realizado
en la Época Moderna. En m enos de un siglo, Est ados Unidos creó el m ás poderoso
de los capit alism os indust riales.
Todos est os hechos ot organ a la sociedad nort eam ericana un caráct er
part icular y único, al punt o de poder sost enerse que hoy est aríam os presenciando
la nort eam ericanización de la propia civilización europea. Est ados Unidos, al
congregar en su t errit orio a hom bres y m uj eres de t odas las et nias de la t ierra, de
t odas las religiones y lenguas, necesit ó invent ar nuevos sím bolos de ident idad y de
unidad nacional, y es así com o, ent re ot ras ideas fuerza, se unifican baj o concept os
t ales com o el " dest ino m anifiest o" , el " am erican way of life" , la " sociedad libre" . En
realidad, el pueblo nort eam ericano realizó una profunda revolución en el concept o
de nación, al const it uir una sin ninguno de los elem ent os que hist óricam ent e le
habían sido esenciales. En m i opinión, la sociedad nort eam ericana, en m edida
im port ant ísim a, prefigura la ut opía fut ura de organizar una " aldea planet aria"
donde t odas las razas, lenguas y religiones deberán convivir acept ando el
pluralism o y la diversidad.

28
3

LAS GRANDES REALIZACIONES


Y LOS GRANDES HOYOS NEGROS
DE LA ÉPOCA MODERNA

HERNÁN DI NAMARCA: —Hem os dado una m irada global a la Época


Moderna; pero ¿cuáles han sido sus crist alizaciones hist óricas?

CARLOS ALTAMI RANO: —En m i opinión, son seis los grandes logros de la
cult ura m oderna. Prim ero, el m ét odo de pensar racionalist a inst rum ent al: la razón
aplicada en t odos los dom inios de la act ividad y del pensam ient o hum ano.
Segundo, la revolución cient ífico- t écnica. Tercero, el m odo de producir indust rial
con t odas sus específicas est ruct uras de clases. Cuart o, el sist em a dem ocrát ico y
sus m últ iples supuest os: libert ades públicas, sufragio universal, t olerancia,
derechos del hom bre y del ciudadano, división de poderes. Quint o, la organización
de la sociedad en Est ados naciones. Y sext o, la secularización de ést os.

—Ust ed sist em at iza bien las grandes crist alizaciones de la época. Y subraya
la idea de que la Modernidad realiza la t olerancia. En m i opinión, lo que la
Modernidad crist aliza en Occident e es la t olerancia religiosa. En cuant o a lo cult ural,
la Época Moderna sólo inaugura la idea de t olerancia com o un proyect o
int raoccident e, ya que en los hechos t al vez ha sido una de las épocas m ás
int olerant es de la hist oria. Ent re los siglos XVI y XX, se com et ieron los peores
et nocidios cult urales y genocidios en África, en Asia, en Am érica Lat ina y t am bién
en su propio cent ro. Es ciert o que Volt aire, un m oderno por excelencia, escribió en
el siglo XVI I I " no est oy de acuerdo con t us ideas, pero daría m i vida gust oso por t u
derecho a expresarlas" . Sin em bargo, en los hechos la t olerancia m oderna era para
ser ej ercit ada sólo ent re iguales, aunque diferent es, pero iguales.

29
—La Época Moderna fue el product o de ricos debat es ideológicos y de
innum erables luchas revolucionarias, sociales y polít icas. Hubo una m ult iplicidad de
fuerzas cult urales, sociales y polít icas en conflict o perm anent e durant e el
nacim ient o y desarrollo de la Época Moderna. Las hubo a favor y en cont ra de la
gloriosa Revolución inglesa y de la Revolución francesa; unos com bat ieron por la
libert ad de cult o y de pensam ient o y ot ros, las fuerzas conservadoras, est uvieron
decididam ent e cont ra est as libert ades; Locke y Volt aire enunciaron y defendieron el
principio de la t olerancia, pero el m undo cat ólico lo rechazaba. Por est as razones,
m al se puede at ribuir a la Época Moderna, genéricam ent e hablando, el haber sido
int olerant e o t ot alit aria; sin duda hubo dent ro de ella fuerzas int olerant es,
pat riarcalist as y t ot alit arias, pero t am bién las hubo en cont ra. ¿Por qué at ribuir a la
Modernidad la caract eríst ica de una sola de est as fuerzas?
Desde sus m ás ant iguos orígenes los seres hum anos han realizado act os
crueles y sanguinarios y de allí que result e arbit rario im put ar a una exclusiva época
hist órica o civilización hum ana la caract eríst ica de violent a y expansiva. Los Gengis
Khan y los t am erlanes, las cruzadas crist ianas y los conquist adores cat ólicos de
1492, los islám icos en su sangrient a expansión hacia los cuat ro punt os de La Meca;
Hit ler y St alin en épocas m ás recient es: t odos han com et ido fechorías y crím enes
inenarrables, t ant o por m ot ivaciones de poder y de riqueza com o por razones de
int olerancia racial, religiosa o ideológica. Sólo m e perm it iría asegurar que fueron los
grandes pensadores de est a civilización m oderna quienes prim ero enunciaron y
defendieron el principio de la t olerancia. En un com ienzo el concept o se refería
part icularm ent e a la t olerancia religiosa, com o has recordado, pero después est e
concept o se fue ext endiendo a ot ros ám bit os de las relaciones hum anas, a las de
género, de et nia y cult urales. Dudo en ese sent ido que haya exist ido ot ra cult ura
m ás t olerant e que la m oderna en el día de hoy. Y acent úo lo de " hoy" , porque la
m odernización de los países m odernos no se logró ni en un año ni en un siglo,
obedeció, com o he dicho, a com plej ísim os procesos donde fueron surgiendo
lent am ent e las ideas y principios propiam ent e m odernos. Tant o en la Const it ución
nort eam ericana com o en la Declaración de los derechos del hom bre y el ciudadano
en Francia, se proclam ó la libert ad y la igualdad de t odos los seres hum anos; pero
a pesar de ello la esclavit ud hubo de perdurar en Est ados Unidos y en las colonias
europeas por algo m ás de un siglo desde que ellas fueran est ablecidas. I gual cosa
ha ocurrido con la t olerancia. Por lo dem ás, t odas las dem ás inst it uciones,
principios e ideas m odernas t am bién han dem orado siglos en lograr im ponerse: la
libert ad, el sufragio universal, la no discrim inación de la m uj er, los derechos
hum anos. Y así ha ocurrido, sim plem ent e porque en cont ra de t odas y cada una de

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est as grandes innovaciones se opusieron con ferocidad inigualada las poderosas
fuerzas polít icas, ideológicas y religiosas del conservadurism o cat ólico.
La t olerancia, por ot ra part e, j am ás fue un valor adm it ido por la I glesia
Cat ólica y sólo, en est e año 2000, el Papa pide perdón por las innum erables
act it udes de int olerancia de la I glesia. Para ella exist ía una sola verdad, la revelada
por Dios, y en defensa de esa verdad no era acept able ni la libert ad de cult o ni la
libert ad de pensam ient o com o t am poco la de expresión, por sólo nom brar est as
t res, ni m enos la t olerancia religiosa; por siglos se persiguió y reprim ió las
presunt as herej ías. Hast a com ienzos del siglo XX la I glesia Cat ólica había
m ant enido su fam oso " I ndex" , donde se encont raban los libros prohibidos de leer, y
allí, por ciert o, est aba la m ayor part e de las grandes obras filosóficas y lit erarias de
los siglos XVI I , XVI I I y XI X. En general, fueron las dos grandes t radiciones
ideológico- polít icas aut ént icam ent e m odernas, la liberal y la socialist a, las que
sost uvieron los valores de la libert ad y de la t olerancia. Toda su lucha fue en cont ra
de la exist encia de una verdad única. Ninguna de las grandes figuras y pensadores
m odernos defendió la int olerancia, en cam bio, t odos los filósofos, cient íficos,
escrit ores y art ist as de la era ilust rada la prom ovieron com o un valor esencial de
los nuevos t iem pos. El caso m ás em blem át ico al respect o, fue el de Dreyfus, m ilit ar
acusado inj ust am ent e de espía, degradado y conducido a prisión, por su origen
j udío. Francia ent era part icipó en est e m em orable debat e. De una part e est uvieron
los int elect uales con Em il Zola a la cabeza y práct icam ent e la t ot alidad del
m ovim ient o progresist a de la época, y de la ot ra, la derecha cat ólica, ant isem it a,
ant im asónica y ant i " librepensadores" , la t rilogía por excelencia dem onizada en
esos t iem pos.
Tom em os el solo ej em plo de Est ados Unidos, donde a pesar de los largos
años de discrim inación del negro hoy conviven práct icam ent e t odas las et nias del
m undo, j udíos, polacos, chinos, coreanos, m exicanos, et cét era; donde se pract ican
librem ent e t odos los rit os religiosos; donde las sinagogas se hallan j unt o a las
iglesias cat ólicas y a las m ezquit as árabes; donde se efect úan regularm ent e desfiles
de m iles de hom osexuales y donde, en el ej ércit o, est á prohibido discrim inarlos.
Con t odos sus defect os y debilidades, en Est ados Unidos se ha logrado un alt ísim o
nivel de convivencia m ult irracial y m ult icult ural, com o difícilm ent e haya exist ido en
ot ra cult ura o civilización. Si cabe alguna crít ica a las m odernas sociedades
europeas y nort eam ericanas, sería m ás bien por su ext rem o liberalism o y
t olerancia. En el lenguaj e cat ólico se las denuncia por su exagerada " perm isividad"
y por el " relat ivism o" y " nihilism o" que im pregnarían sus valores.

31
Concluyo est a ya larga respuest a con una afirm ación un t ant o opuest a a la
t uya: las sociedades occident ales m odernas han concluido siendo las m ás
t olerant es de la hist oria, aun cuándo exist an dent ro de ellas m últ iples y agresivas
expresiones de int olerancia y de xenofobia.

—Nuest ra diferencia t iene que ver con que hablam os de cosas dist int as.
Prim ero, en m i análisis no m e refiero a lo explícit o del m oderno discurso liberal y
socialist a, cuya idea ej e fue la t olerancia ent re iguales, sino que m e refiero a la
concepción de m undo o al paradigm a social ( es decir, al filt ro, al velo ideológico)
que subyace y condiciona la m irada y los discursos de t odos los suj et os concret os
en t oda época hist órica. No niego ent onces las luchas en pro de la t olerancia ent re
iguales que sé que se dieron en el occident e m oderno —y qué bueno que se hayan
dado—; pero yo hablo de una concepción de m undo, est o es de la m irada m ás
am plia e int egral, de ese im aginario- sent ido com ún, que fue com part ida por t odos
los hom bres y m uj eres que hicieron a la Modernidad.
En segundo lugar, yo asum o en t oda su radicalidad la idea que vivim os un
cam bio epocal en nuest ro present e com o hist oria; en consecuencia, en m i opinión
la Modernidad no es un proyect o inacabado —com o parece desprenderse de sus
palabras—, sino que ya desenvolvió su m irada, su concepción de m undo en la
hist oria, y las sociedades de la Modernidad realm ent e exist ent e han sido lo que han
sido. Ent onces si se t rat a de un cam bio de una época ( la m oderna) , a ot ra nueva
( cuyo et hos en un m añana será nom inado) , desde esa m irada int ent o rast rear los
signos de rupt ura y cont inuidad ent re una época y ot ra. Por lo m ism o, no com part o
su argum ent o de que la m odernidad es un proceso que est á en realización y que
aún t iene t areas pendient es. La m odernidad occident al fue una época hist órica cuya
concepción de m undo ( de liberales y socialist as) se caract erizó por una conciencia
cult uralm ent e t ot alizant e, universalizant e e int olerant e con el ot ro dist int o a su
pat rón de " norm alidad blanca, m achist a, het erosexual, racionalist a, et cét era" , m ás
allá de su t am bién inequívoca pot encia de sent ido dem ocrát ico en la larga avent ura
hum ana.
Durant e la Época Moderna hem os vivido en la em oción de una hum anidad
om nipot ent e que ha aspirado a dom inar la nat uraleza, a ot ros hom bres, a los hij os,
a la m uj er, et cét era. Afort unadam ent e en los últ im os años se ha em pezado a
cuest ionar esa racionalidad...

—En general, tú part icipas de una visión de la Época Moderna


ext raordinariam ent e negat iva. Repit es que ha sido " la m ás int olerant e de la

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hist oria" , que ha com et ido at roces et nocidios y m últ iples genocidios, que ha
cast igado t oda diferencia, que ha sido " incoherent e" ent re lo que ha dicho y ha
hecho, que se ha caract erizado por poseer " una conciencia t ot alizant e" y est ar
dom inada por una " cult ura pat riarcalist a, agresiva y guerrera" . Por ciert o, no son
pocos en el día de hoy los que t ienen esa percepción de la m odernidad. Pero no soy
yo ni un defensor ni t am poco un inquisidor de la Época Moderna. Sólo int ent o
explicarm e y explicar cuáles han sido sus grandes logros, pero, al m ism o t iem po,
cuáles son sus " insondables hoyos negros" .
La Modernidad no se present a sólo en blanco o negro. Es un período
ext raordinariam ent e rico y com plej o de la hist oria hum ana y en consecuencia no
m e result a fácil dar opiniones t an definit ivas y cat egóricas acerca de sus aport es a
la hist oria progresiva de la hum anidad. Sí veo com o un colosal logro el haber
proclam ado que " t odos los hom bre nacen libres e iguales en derechos y dignidad" ;
el int ent ar organizar sociedades libres y dem ocrát icas, donde los derechos hum anos
y la t olerancia sean respet ados y est én est ablecidos en las const it uciones y en los
códigos; est o m e parece un indudable avance civilizacional. Por lo dem ás albergo
serias dudas acerca de si en ot ras cult uras o civilizaciones se est ablecieron est os
derechos y principios.
Es para m í una m aravillosa conquist a social haber creado am plísim os
servicios de educación y enseñanza, grat uit os y obligat orios, y haber organizado
enorm es servicios de salud pública que han perm it ido aum ent ar los prom edios de
vida en m enos de un siglo de 40 a 80 años; de haber concebido y aplicado m ét odos
de pensam ient o que le han perm it ido al hom bre, a t ravés de su propia razón, llegar
a explicar aunque m ás no sea una part e de los fenóm enos de la nat uraleza y del
m ist erioso origen de la vida y del cosm os; de haber invent ado un m odo de producir
capaz de llevar alim ent os, vest im ent as, confort , educación y salud a m illones de
seres hum anos, por ciert o si est uvieran bien dist ribuidos los ingresos del planet a;
es ext raordinariam ent e posit ivo el que se haya descubiert o y est ablecido en la
Modernidad el valor de la j ust icia y de la equidad social; el que se haya luchado con
t ant o em peño cont ra la explot ación de los t rabaj adores; el que se haya
desarrollado, con t al pot encia y por prim era vez en la hist oria hum ana, un
m ovim ient o fem inist a de t an enorm e envergadura, el cual, a lo m enos en las
sociedades m odernas, est á derrot ando al viej o pat riarcalism o y al odioso
m achism o; debo confesar que no puedo sino adm irarm e de que est e pequeño, débil
y m iserable ser vivo que es el hom bre haya llegado a la luna y envíe sondas y
robot s para conocer ot ros planet as; ni t am poco dej an de sorprenderm e las

33
fascinant es invest igaciones realizadas en el cam po de la biogenét ica. Ést os y varios
ot ros aspect os, const it uyen la cara lum inosa de la Época Moderna.
Pero t am bién sé que cada uno de ellos t iene su cara oscura, negat iva y
siniest ra. Sé que los equilibrios ecológicos de la t ierra est án seriam ent e
am enazados, que las desigualdades sociales han venido aum ent ando de día en día,
que las riquezas del m undo se concent ran en form a obscena e inm oral en un
porcent aj e ínfim o de la hum anidad. Lo sé y lo sabem os; pero result a inút il y est éril
rechazar en globo la Época Moderna y, result a m ás grave condenar por igual a
t odas las fuerzas sociales, polít icas y cult urales que en el recient e devenir hist órico
han venido luchando por im poner los verdaderos valores m odernos. At ribuir a esas
fuerzas ser t ot alizant es, soberbias, pat riarcalist as y et nocidas, m e parece un t ant o
exagerado. Las dos fundam ent ales ideologías nacidas en la Modernidad, el
liberalism o y el socialism o, por lo general han defendido y luchado por im poner las
grandes ideas m odernas de libert ad, igualdad y j ust icia social, el est ablecim ient o de
los derechos hum anos y la no discrim inación de géneros, et nias y religiones. A la
hora de proponer respuest as viables a la equivocada dirección del act ual proceso
hist órico, será im prescindible det erm inar qué debem os conservar de la Época
Moderna y qué corresponde rechazar, cuáles han sido y son sus valores y
t endencias correct as y cuáles son las negat ivas y dañinas. En sínt esis, la acusación
hecha " in t ot um " a la Modernidad no ayuda a resolver ninguno de los grandes
desafíos cont em poráneos ni t am poco a buscar propuest as alt ernat ivas, salvo la de
ret ornar al " buen salvaj e" .

—Es int ensa su defensa de los logros de la Época Moderna, y lo com prendo
pues ust ed m ism o luchó porque sus m ej ores logros polít icos y sociales se aplicaran
en Chile.
Ahora t al vez m is énfasis no perm it en apreciar m i cabal com prensión de la
Época Moderna. Por lo m ism o, quiero aclarar de inm ediat o un equívoco. No t engo
una visión negat iva global ni m enos acuso 'in t ot um ' a la Modernidad. La Época
Moderna no ha sido buena ni m ala. Ha sido sólo una part e de la avent ura hum ana.
Tal vez si hubiese vivido hace t res o dos siglos, habría sido su fervoroso prom ot or,
porque ha sido una de las avent uras m ás pot ent es de la especie. I ncluso hast a hace
pocas décadas no m e era fácil rest arm e a su em bruj o.
Pero hoy lo hist óricam ent e nuevo es que podem os hacer un alt o y
reconocer que nos em briagam os, que la Época Moderna fue un exceso, que nos
creím os om nipot ent es y no lo som os. Eso nos lleva a la idea de progreso que la
Época Moderna int roduj o en el alm a hum ana: el progreso que " t odo lo devora" .

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—Ant es de la Época Moderna, en las sociedades ant iguas, no exist ió est a
idea. En ellas dom inaba una visión cíclica de la hist oria, incluso en los griegos. Los
prim eros filósofos que enunciaron una t eoría sist em át ica acerca del progreso fueron
Mont aigne, Bacon y Descart es; m ás t arde, Kant y Condorcet . Para Bacon los
hom bres se habían m ant enido en un gran rezago cult ural debido al
" encant am ient o" producido por la m ent alidad m ágica y religiosa, la cual im pedía el
progreso de la razón y la ciencia. Para est os pensadores el progreso se da casi
exclusivam ent e en la esfera cult ural, dado que la biología del ser hum ano casi no
habría variado en los últ im os m illares de años. Com t e est ableció t res est ados de
desarrollo de las sociedades hum anas: el t eológico, el m et afísico y el posit ivo, que
sería el últ im o y el m ás desarrollado. La idea de progreso de Condorcet fue la m ás
am plia y sist em át ica. En lo fundam ent al, a Condorcet le preocupaba el progreso del
espírit u; según él no exist ían lím it es para el perfeccionam ient o de las facult ades
hum anas. La Revolución francesa const it uiría la línea dem arcat oria ent re un pasado
oscurant ist a y un fut uro glorioso.
La hum anidad t ransit aba en un ascenso const ant e desde las épocas m ás
rem ot as y prim it ivas hast a la época est elar signada por la revolución. La aspiración
de los hom bres del Siglo de las Luces era lograr el dom inio com plet o de la
nat uraleza. Al progreso m at erial se irían agregando los nuevos valores m odernos:
razón, libert ad, igualdad, paz universal, perfeccionam ient o m oral e int elect ual. La
indust ria aseguraría una producción de bienes y servicios ilim it ados y la ciencia
desent rañaría los m ás escondidos secret os del cosm os y de la vida. Est a idea —la
de est ar ingresando a una era de progreso indefinido— dom inaría el im aginario
colect ivo de los pueblos de Europa y const it uiría el ej e cent ral del proyect o m oderno
en los siglos XVI I I y XI X. En el orden m at erial, est e arrogant e opt im ism o no fue
exagerado; en cam bio, en t odo lo relacionado con la " perfect ibilidad" del ser
hum ano, con sus capacidades de superar sus com pulsiones y pasiones, sí que
est uvo profundam ent e equivocado, pues la subj et ividad ha t enido desarrollos m uy
m odest os, m uy m ediocres.

—La idea del progreso es una de las m ás com plej as de la Modernidad y la


m ás difícil de abordar. Por ej em plo, ust ed dice que es inobj et able el progreso
m at erial; pero ¿se puede decir que lo es la generación de una cult ura que a la larga
se est á volviendo cont ra nosot ros m ism os?

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—La hum anidad en la Época Moderna ha logrado acum ular una cant idad
im presionant e de conocim ient os; ha invent ado fuerzas product ivas m uy superiores
a las de los m ilenios ant eriores; ha desacralizado el cuerpo hum ano y desencant ado
a las sociedades; ha suplant ado el quehacer de la evolución y ha com enzado a
crear sus propias especies veget ales y anim ales, y est á logrando invent ar y
const ruir una civilización planet aria e incluso espacial. No obst ant e, com part o
plenam ent e la inquiet ud de t u pregunt a final.

—En lo económ ico el progreso se expresó en la ut opía de la alt a


product ividad. Lo lam ent able es que est e sueño t iene necesariam ent e com o nort e
la obsolecencia, incluida, por ext ensión, nuest ra " hum ana obsolecencia" . En la
hist oria el progreso se expresó en la cert eza de que se puede int ervenir para crear
una sociedad a im agen y sem ej anza de " m i- nuest ra" razón: y ese sueño de la razón
inst rum ent al en la Hist oria fue el que durant e la Época Moderna produj o m onst ruos
( en izquierdas y derechas) . En la biología, el progreso se expresó en concebir
soberbiam ent e a la hum anidad com o la especie " elegida " en la danza de la vida. En
fin, est os sueños y cert ezas est án siendo hoy cuest ionados por m uchas
sensibilidades ecológicas posm odernas que t am bién em ergieron en la década de los
sesent a del siglo XX, pues " el ser elegido" , " el m ás racional" , avasalló a la
diversidad vivient e y se ha aut oavasallado: no ha respet ado la reciprocidad que
t odas las especies vivas t ienen ent re sí, am enazándose a sí m ism o al alt erar las
necesarias concordancias ecológicas en la biosfera. El hom bre m oderno olvidó lo
que hoy nos recuerda la biología m olecular: sólo som os una form a part icular de la
organización de la vida, com part im os nuest ra com posición at óm ica y m olecular con
t odo lo vivient e, un m odo de vida m ás, t an fuert e y t an frágil, t an bello y t an
m ist erioso com o t ant os ot ros. Por ot ra part e, la búsqueda perm anent e del
progreso, paradój icam ent e, nos ha generado el t raum a de la infelicidad,
obligándonos a vivir ensim ism ados en el " diseño" del fut uro, sin respet o a la
m em oria y sin dej arnos vivir el present e ni gozar la inm ediat ez y lo pequeño.

—Los grandes pensadores de la alt a edad m oderna no sólo creían que


éram os el product o m ás acabado y excelso de la larguísim a evolución biológica,
sino que adem ás se había creado la m ás exit osa y m aravillosa de las civilizaciones.
¿Adónde nos est á conduciendo la avent ura m oderna? No lo sabem os. El result ado
concret o ha sido la dest rucción de t odo nuest ro pasado, incluida la idea de Dios,
para dej arnos frent e a un fut uro ext raordinariam ent e inquiet ant e e inciert o. Dios ha
sido reem plazado por el ant iguo becerro de oro de que nos habla la Biblia, por el

36
confort y el éxit o m at erial. Con t odo, lograr una evaluación obj et iva, j ust a,
equilibrada, ent re lo m ucho que el " progreso m oderno" nos aport ó y lo que nos ha
quit ado, result a alt am ent e difícil y com plej o. Que el ser hum ano en vez de vivir en
prom edio t reint a y cinco años, com o era a com ienzos del siglo XX, pueda vivir
aproxim adam ent e ochent a años, que el hom bre pueda com unicarse de un ext rem o
al ot ro de la Tierra a la velocidad de la luz y pueda alunizar en la Luna y explorar
Mart e y descodificar el genom a hum ano, m e parecen logros prodigiosos.

—Por favor, no quiero negar la m agnificencia del aum ent o de la esperanza


de vida; sólo quiero dest acar que el progreso ya no puede ser m irado
acrít icam ent e, sin reflexividad. Hay que asum ir las nuevas realidades generadas por
la Hist oria m oderna ( la m ism a sobrepoblación, por ej em plo) y desat ar nuest ra
im aginación para resolver los nuevos desafíos que conllevan.

—Sin duda aquí reside la perm anent e am bigüedad del llam ado progreso
m oderno. Est a disquisición en que nos encont ram os es propia del fin de la
Modernidad y del inicio de la Posm odernidad. Exist e una aguda sensación de que
est e progreso est á conduciendo a una cat ást rofe, y no sólo la idea de progreso,
sino t am bién la om nipot encia de la razón y, en general, los grandes logros de la
Época Moderna est án siendo hoy día seriam ent e cuest ionados por el pensam ient o
llam ado posm oderno. Exist en luces m aravillosas así com o dram át icos aguj eros
negros en la vida m oderna. Sin em bargo, ¿quién puede hacer el balance obj et ivo
del haber y del debe de est a civilización? ¿Podrá el hom bre vivir sólo en el
present e, sin pasado ni fut uro, sin ident idad y sin Dios? Un m aravilloso éxit o es
haber descubiert o la energía nuclear, pero t am bién es horrendo el aguj ero negro
dej ado en Hiroshim a, Nagasaki, Chernobyl y la siem bra de desperdicios nucleares a
t odo lo ancho del m undo.
De las elaboraciones m odernas t al vez la idea de progreso sea una de las
m ás at ract ivas; pero, sim ult áneam ent e es la que cont iene las m ayores y m ás
inquiet ant es am enazas; porque t am bién es la m ás suscept ible de ser m anipulada,
disfrazada y pervert ida. A diario se nos est á present ando com o un innegable
" progreso" el crecim ient o económ ico, pero m uy rara vez se repara en el precio de
ese crecim ient o, en cost o hum ano, en calidad de vida, en devast ación ecológica y
en pérdidas del sent ido ét ico y m oral. ¿A cuánt os habit ant es del planet a favorece
est e crecim ient o? ¿Al 25 por cient o de la población m undial? ¿E incluso, ese 25 por
cient o será m ás feliz hoy que ant es?

37
En est a idea de progreso se fundan Marx y Engels para proponer com o
ut opía ideal la const rucción de una sociedad com unist a. El cat ast rófico derrum be de
la propuest a com unist a hist órica ha const it uido el m ayor y el m ás dram át ico de los
fracasos del proyect o ilust rado, y de paso ha sepult ado una de las form as m ás
ext rem as en que se m anifest ó el volunt arism o progresist a m oderno. En sum a, las
ideas m odernas de som et er la nat uraleza al ent ero dom inio del hom bre; de edificar
una sociedad de acuerdo a la exclusiva volunt ad y razón hum ana; de confiar la
solución de t odos los grandes problem as del present e a los hipot ét icos avances
fut uros de la ciencia y de la t ecnología, y, finalm ent e, la idea neoliberal, t am bién de
m at riz m oderna, de expandir a escala m undial un capit alism o com plet am ent e
desregulado y privat izado, est án sem brando de siniest ras int errogant es el fin de la
m odernidad. Ant es de ocurrir una irreparable cat ást rofe en los varios punt os o
lugares am enazados de fract ura del act ual sist em a, el ser hum ano deberá realizar
un significat ivo esfuerzo por adopt ar una visión m ás realist a y hum ilde de su papel
en la Tierra y en el Cosm os.

—La perspect iva hist órica hará el balance...

—Tiene sus peligros dej ar a la hist oria —sin precisar cuáles serán sus
act ores— est e balance, porque t al vez no se alcance a realizar la evaluación final.
En m i opinión, el planet a ent ero se encuent ra de pasaj ero en un t ren que corre a
velocidad desbocada. Los m aquinist as encargados de la locom ot ora son las
t ecnoburocracias de las grandes em presas nort eam ericanas, j aponesas y alem anas;
pero, la diferencia con el t ren corrient e consist e en que sus pasaj eros ignoran su
dest ino y los m aquinist as t am poco lo conocen. El cont rast e abism al con t odas las
hist orias ant eriores radica en que el colapso o m uert e de esas civilizaciones sólo
afect ó a poblaciones pequeñas y a un área geográfica reducida. El derrum be del
I m perio Rom ano no abarcó una superficie superior a la de México y su población
sólo alcanzaba a 100 m illones de habit ant es. El act ual proyect o neoliberal de las
t ecnocracias del capit alism o m ult inacional t iene, en cam bio, un alcance global y, en
consecuencia, su éxit o o fracaso com prom et erá la vida y el dest ino de 6.000
m illones de seres hum anos, e incluso, la exist encia m ism a del planet a. Hoy la
hum anidad ent era est á siendo gobernada por una pequeña elit e en una
com pet encia económ ica descont rolada y ciega.

—Es desnuda, cert era y dura su idea de los poderosos m aquinist as que
est án llevando inconscient em ent e el m undo en una dirección. Sin em bargo, prefiero

38
la com prensión de un present e com o hist oria en que coexist en y em ergen dist int as
sensibilidades para desear e im aginar el devenir. La dureza de su idea olvida que
hay t am bién m aquinist as que em puj an en ot ras direcciones. Y aunque hoy sean
m áquinas m ás débiles, son m uchas las fuerzas que ya est án em puj ando en una
dirección dist int a, cont ando con el plus de ser lo nuevo y creat ivo en la present e
hist oria. Ust ed m ism o ha m encionado algunas energías em ergent es, com o el
m undo ecologist a; hay ot ros que saludan la diversidad de sensibilidades cult urales;
m uchos que en el ám bit o económ ico se asocian para producir sin fines de lucro; en
la ciencia hay nuevos paradigm as; y en lo m ás ínt im o de cada persona est á la
búsqueda de neoespirit ualidades. Est os m aquinist as rebeldes im ponen a cada
hom bre y m uj er del present e el desafío de reconocer en conciencia en cuál de esas
fuerzas quiere part icipar.

—Yo diría que " est án t rat ando de em puj ar" . Por el m om ent o, el
m ovim ient o hist órico se halla casi exclusivam ent e im pulsado y dirigido por aquellas
t res locom ot oras y sus respect ivas t ecnoburocracias. Y el gravísim o peligro reside
en que esa pequeña elit e dispone de pot ent es m áquinas espaciales, energét icas,
indust riales, com unicacionales e inform át icas, precisam ent e cuando est á
em ergiendo una sociedad planet aria y est am os llegando al lím it e de la resist encia
de la biosfera y de los equilibrios sociales y psicológicos del ser hum ano.

—Sin duda, hay m uchas razones para m irar con pesim ism o el present e. Sin
em bargo, esas fuerzas que " est án t rat ando de em puj ar" t ienen el caráct er de
" m arginalidades dinám icas" —así las denom inó Félix Guat ari—. Son sensibilidades,
son grupos de seres hum anos, que siendo en prim era inst ancia m arginales —en el
sent ido de ser cuant it at ivam ent e poco represent at ivos y de no form ar part e de lo
hegem ónico y del est ablishm ent del discurso— em piezan a expandirse y llega un
m om ent o en que se const it uyen en hegem ónicas. Así ha ocurrido desde los años
sesent a con el m ovim ient o ecologist a; el m ovim ient o ant ipat riarcal de las m uj eres;
el m ovim ient o por la acept ación de la diversidad cult ural, et área y sexual; el
m ovim ient o pacifist a; el aut orreconocim ient o de la sociedad civil com o act or
( dist anciándose de la pasiva represent ación que ant es delegaba a los part idos
polít icos) ; con la eclosión del nuevo paradigm a sist ém ico en las ciencias; con el
asociat ivism o económ ico sin fines de lucro, et cét era.

—Est oy de acuerdo cont igo en que son esas " m arginalidades dinám icas" las
que podrían ir int roduciendo en la dirección de est e proceso. Adem ás, agregaría en

39
favor de t u opinión que algo parecido ocurrió cuando nacía la Modernidad. Nadie
sospechaba que ent re los pequeños burgueses que encom endaban t rabaj os a
dom icilio est aba el germ en de la que iba a ser la fuerza im pulsora m ás dinám ica
que ha exist ido en t oda la hist oria hum ana.

CHILE NO ES UN PAÍS MODERNO

—Volviendo a las seis crist alizaciones de la Época Moderna, en t ant o su


ausencia en el país de inicios del 2000, m e parece im propio e incorrect o clasificar a
Chile ent re los países m odernos.

—¿Por qué? Si Chile desde su nacim ient o se inscribe en la expansiva ola


m oderna y, por lo m ism o, el Chile cont em poráneo de una u ot ra m anera, m ás o
m enos frust rada, recrea esas seis crist alizaciones.

—Sí, es ciert o, las recrea, pero de una m anera coj a, frust rada e inconclusa.
En Chile se habla dem asiado de m odernización y de m odernidad, pero sin darse el
t rabaj o de definir lo que se ent iende por t ales t érm inos. Exist e un sólo referent e de
sociedad m oderna, en t érm inos hist óricos, y ése es el euro- nort eam ericano; en
consecuencia t oda com paración debe rem it irse necesariam ent e a ese m odelo. Por
lo general, en Chile se dan dos explicaciones reduccionist as del fenóm eno m oderno.
Por una part e, la derecha reduce la m odernidad a los avances en el ám bit o
est rict am ent e económ ico, siendo que ella conform a una int egralidad polít ica, social
y cult ural. Y segundo, com o lo he plant eado al principio, lo m oderno sería " la m oda
del día" . Alguien m oderno sería quien com pra obj et os y art efact os com o
t elevisores, t eléfonos celulares, aut os, m icroondas. Pero indudablem ent e no bast a
com prar y usar product os de últ im a m oda para ser m oderno; es necesario poseer la
com pet encia y el conocim ient o necesarios para producirlos. Debem os recordar la
fam osa frase de Francisco Encina: " producim os com o bárbaros y consum im os com o
civilizados" .
Chile no es un país m oderno. No es m oderna una sociedad incapaz de
organizarse en form a realm ent e dem ocrát ica y, sin duda, no es dem ocrát ica la
form a en que est á organizada la sociedad chilena. Ni su const it ución ni sus fuerzas
arm adas responden a los parám et ros m odernos. Chile carece casi ínt egram ent e de
inst it uciones, est ruct uras y equipos de invest igación cient ífica, siendo ést a, t al vez,

40
la m ás pot ent e de las invenciones m odernas. Para la abrum adora m ayoría de
econom ist as, sociólogos e hist oriadores la Modernidad se fue creando y
conform ando en t orno al nuevo m odo de producir indust rial. Est a form a de producir
ha sido uno de los dist int ivos m ás esenciales de la Época Moderna. Pues bien, Chile
no produce bienes propiam ent e indust riales de alt o valor agregado. Al igual que en
el siglo XI X, su producción fundam ent al cont inúa siendo la de m at erias prim as y la
de recursos nat urales, aún cuando ést os se hayan diversificado.
La sociedad chilena t am poco ha experim ent ado un real proceso de
secularización, aún exist en valores y com port am ient os propios de sociedades
prem odernas. Sus m edios inform at ivos y de com unicación revelan un dram át ico y
angust ioso ret raso; se encuent ran m onopolizados por sólo dos grupos económ icos,
anim ados de un pensam ient o ext rem adam ent e conservador. En gran m edida est o
se debe a que la derecha chilena, com parada con la europea, se ubicaría en la
llam ada " ext rem a derecha" . Su aislam ient o e ignorancia de lo que est á ocurriendo
en el m undo la lleva a sost ener ideas acerca de la dem ocracia, de los derechos
hum anos, de los t em as ecológicos, de los valores ét icos, del papel de las fuerzas
arm adas, sus relaciones con los t rabaj adores, su reacción frent e a los pueblos
indígenas, en fin, decenas de t em as m ás, los cuales revelarían no haber at ravesado
aún el um bral de la Modernidad. Chile se encuent ra casi absolut am ent e m arginado
de los grandes debat es int elect uales, polít icos y cult urales cont em poráneos. Medios
de com unicación m onopolizados por un solo t ipo de pensam ient o se daban sólo en
las sociedades com unist as y en los países donde exist en duras dict aduras, y de aquí
la ignorancia y el aislam ient o en que se encuent ra la opinión pública nacional frent e
a las nuevas y sorprendent es realidades m undiales.

41
4

MIL VÍAS
HACIA LA MODERNIZACIÓN

HERNÁN DI NAMARCA: : —Hem os hablado ant eriorm ent e sobre la m anera


en que Chile se acercó a la Modernidad. Sería ilust rat ivo referirse a ot ras
experiencias hist óricas que nos pueden ayudar a ver qué sucedió en nuest ro país.
Por ej em plo, la experiencia j aponesa.

CARLOS ALTAMI RANO: —La revolución Meij i ( 1867) fue liderada por un
sect or de la propia nobleza —lo que const it uye una excepción en el pensam ient o de
Marx—, y fue est e sect or quien se propuso realizar un proyect o conscient e y
explícit o de m odernización que t enía com o referent e a Europa. A la elit e dirigent e
j aponesa no se le escapaba que para lograr una capacidad indust rial y m ilit ar
sem ej ant e a la de las pot encias europeas era indispensable dot arse de inst it uciones
y valores sem ej ant es a las de ést as. Japón había sido obligado a abrir sus puert os
al com ercio de los países occident ales. Frent e a ést e y ot ros act os de agresión y
hum illación nacional, la clase dirigent e de Japón decide responder con las m ism as
arm as. Y así Japón, en poco m ás de t reint a años, se t ransform ó en pot encia
m undial. Envió a m iles de m iles de j óvenes a est udiar la organización m ilit ar, el
sist em a indust rial, las disciplinas cient íficas y el funcionam ient o de los servicios de
salud y de educación de los países occident ales. En honor a la verdad, las grandes
dem andas de libert ad, de igualdad, de respet o al individuo, no const it uyeron
reivindicaciones fundam ent ales de la sociedad j aponesa. Tam poco en Japón se
present ó una lucha de clases a la m anera de Occident e ent re la incipient e burguesía
y la ant igua nobleza guerrera.
Japón ha exhibido una asom brosa capacidad para im it ar e incorporar los
grandes logros de la civilización occident al a su propia cult ura. Exist e sí un
poderoso hilo conduct or en la hist oria de la exit osa m odernización j aponesa: la
volunt ad de resist ir la agresión de las pot encias occident ales, salvaguardar su
independencia y dot ar a su Est ado de un poder económ ico, t ecnológico y m ilit ar

42
sem ej ant e al de los países occident ales; fue un proceso m odernizador en gran
part e de caráct er react ivo, y en t odo caso, anim ado por una exacerbado espírit u
nacionalist a y por una profunda fidelidad y adoración a su " em perador- dios" .

—Podríam os decir que fue el inst int o de supervivencia de una cult ura m uy
densa y con larga hist oria la que enfrent ó el int ent o occident al de hum illarla y
dest ruirla.

—Tam bién en Japón ocurrió ot ro hecho del m ayor int erés: fue su clase
feudal y sus guerreros sam urai quienes realizaron, desde arriba, la revolución Meij i,
la que, en definit iva, habría de im port ar la propia dest rucción de est a clase. No
exist e ot ro caso m ás paradigm át ico de suicidio o " hara kiri" de clase, realizado con
el obj et o de salvar a su nación y a su em perador de las codiciosas garras
occident ales. El despegue capit alist a en Japón se dio sobre la base de asociar, com o
ellos lo sost ienen, ciencia occident al y espírit u j aponés e iniciat iva privada y
dirección del Est ado. En lo concret o, el sist em a de em pleo de por vida con
conservación del salario a los ancianos y el sist em a único de previsión social,
const it uyen verdaderas originalidades. El sist em a educat ivo ha sido
ext raordinariam ent e eficaz. El espect acular crecim ient o económ ico poco o nada
t uvo que ver con las act uales ideas de libre com ercio; al cont rario, él se logró
básicam ent e a t ravés de una planificación y un cont rol est at al m uy rígido, pero en
un perm anent e conciert o con los grupos económ icos privados. El Minist erio de
Com ercio e I ndust ria j ugó un papel esencial en el sorprendent e desarrollo j aponés.
Es decir, Japón logró su " m ilagro económ ico" siguiendo recet as y est rat egias
exact am ent e cont rarias a las act uales del pensam ient o único neoliberal.
Ahora, est a m odernización " desde arriba" , fuert em ent e aut orit aria y de
claro caráct er nacionalist a t am bién m ost ró lados oscuros. La expansión j aponesa
hacia los países vecinos —China, Corea, I ndonesia— fue cruel y sangrient a. Pero
desearía recordar un hecho de la m ayor im port ancia en el proceso m odernizador de
Japón. Fue el general Douglas Mc Art hur quien, una vez derrot ado Japón en la
segunda guerra m undial, obligó a ést e a culm inar su m odernización a t ravés de una
ext ensa reform a agraria; a adopt ar inst it uciones y práct icas dem ocrát icas; a
suprim ir el caráct er divino del em perador; y a superar las violent as com pulsiones
expansionist as de ese país. En buenas cuent as fue un país occident al quien obligó a
Japón a concluir con su " occident alización", im poniéndole norm as que los sucesivos
gobiernos nort eam ericanos j am ás le exigieron a las oligarquías agrarias y a las
dict aduras m ilit ares lat inoam ericanas.

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—¿La m odernización m ás recient e en los países del sudest e asiát ico t iene
sim ilit udes con el m odelo j aponés?

—Sí. Aunque se t rat a de reinos y cult uras m uy ant iguas, la creación de la


República de Corea sólo dat a de 1948. Casi inm ediat am ent e después sobrevino una
especie de guerra civil que concluyó en la división de Corea, en 1953. Con Taiwán
ocurrió algo sem ej ant e. Tras la derrot a de Shiang Kai Shek a m anos de las fuerzas
com unist as lideradas por Mao, un sect or de la población se refugió en la isla de
Taiwán.

—En gran m edida esos Est ados se const it uyen en el cont ext o del conflict o
Est e- Oest e. Fueron apoyados por países occident ales.

—Exact am ent e, ése fue el m arco en que se realizó el m ilagro de los


llam ados t igres asiát icos, en plena época de bipolaridad m undial y con fuert e apoyo
nort eam ericano. Norm alm ent e se explica el asom broso crecim ient o de Corea del
Sur at ribuyéndolo a la im plem ent ación de polít icas neoliberales; pero esa
explicación es sólo parcial. Corea logró su espect acular desarrollo sobre bases m uy
parecidas a las de Japón, m ediant e una act iva int ervención del Est ado, un fuert e
prot eccionism o y un acent uado nacionalism o. Su indust rialización se realiza a
t ravés de planes quinquenales m uy sem ej ant es a los del socialism o real, y a t ravés
de la creación de un poderoso sect or público que act úa concert adam ent e con las
grandes em presas privadas —" Shaebol" —. I ncluso en el cam po se ut ilizaron
m ét odos aut orit arios para im pulsar un m ovim ient o corporat ivo m uy sim ilar al chino.
Ot ro fact or decisivo en est e crecim ient o, al igual que en Japón, fue el énfasis en el
sist em a educat ivo. ( Ent re parént esis, t odos est os rasgos reguladores,
int ervencionist as y prot eccionist as han sido ignorados por los neoliberales chilenos,
quienes, en su m om ent o, t ant o ponderaron las m odernizaciones de los " t igres
asiát icos" .)

—Esos países t ienen la t radición ét ica aut orit aria y exigent e de Confucio.

—El confucianism o m ás que una religión es una disciplina ét ica que ha


cont ribuido en form a decisiva al crecim ient o económ ico de Japón, Corea y Taiwán,
pues sirvió adm irablem ent e a ese propósit o. Com o había ocurrido con el
prot est ant ism o en I nglat erra, el confucianism o privilegiaba las virt udes de

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frugalidad, sobriedad, aust eridad y t rabaj o; adem ás de exigir una lealt ad y
devoción absolut a t ant o al em perador com o a la nación. Diversos econom ist as e
hist oriadores j aponeses han est ablecido com paraciones ent re el papel
desem peñado por el prot est ant ism o en Europa y Est ados Unidos con el rol j ugado
por el confucianism o en Asia. Tam poco debe olvidarse que el confucianism o y el
budism o son disciplinas ét icas perfect am ent e com pat ibles con el pensam ient o
racionalist a y cient ífico m oderno, de m anera que en ese país no se produj o la sorda
y prolongada lucha ocurrida en Occident e ent re religión y ciencia.

—¿Japón ha apoyado est os procesos de m odernización en Asia?

—Sin duda que ha j ugado un papel m uy significat ivo en el desarrollo de


países com o Corea, Taiwán, Tailandia, Malasia, I ndonesia y Singapur. Ha venido
realizando en t odos est os países cuant iosas inversiones y ha t ransferido avanzadas
t ecnologías. Se calcula que en la prim era década del año 2000 el product o nacional
de Japón, m ás el de China y el de est os países asiát icos, superará con m ucho al de
Est ados Unidos. Sin duda, Asia se t ransform ará en el cent ro m ás dinám ico y
pot ent e del m undo capit alist a. ¿Cam biará la nat uraleza y la ét ica del capit alism o
occident al por est e hipot ét ico y fut uro liderazgo asiát ico?

—China t am bién se incorpora a la Modernidad, en t ensa coexist encia con


sus t radiciones cult urales m ilenarias.

—Así ha sido. En 1910 fue derribada la m ilenaria m onarquía china y se


est ableció en su rem plazo la República popular China, baj o el gobierno de Sun Yan
Sen. Siguieron al derrum be del I m perio chino años de caos, de guerras civiles y de
la gran guerra en cont ra de la invasión j aponesa. En la década del cuarent a, el
Part ido Com unist a chino, baj o la dirección de Mao, aparece com o la única fuerza
capaz de rest aurar el orden. En 1949 t riunfó la revolución y, a cont ar de m ediados
de los años set ent a, China decidió encarar abiert am ent e su proceso de
m odernización, incluso ut ilizando est e t érm ino.

—A part ir de esa fecha asum e m edidas económ icas neoliberales para su


m odernización; ant es había opt ado por seguir el m odelo de m odernización
m arxist a, e incluso ant es el m ism o Sun Yan Sen se aut oreconocía con influencia
polít ica liberal.

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—Fue en la década de los set ent a cuando los líderes com unist as chinos
aprobaron el " program a de las cuat ro m odernizaciones" , cent radas exclusivam ent e
en el cam po económ ico. En 1978, un j oven chino lanza un célebre m anifiest o
est igm at izando las cuat ro m odernizaciones por no haber cont em plado una quint a:
la dem ocrat ización del régim en chino. El program a de las cuat ro m odernizaciones
logró un éxit o ext raordinario en el plano económ ico, exhibiendo por algo m ás de
diez años t asas de crecim ient o superiores al 10 por cient o anual. Si bien no cabe
duda del ext raordinario éxit o de la m odernización china en el plano económ ico, su
vict oria final no est á garant izada, debido a la ext rem a rigidez del sist em a
burocrát ico y por las reit eradas negat ivas a conceder m ayores espacios de libert ad.
El m odelo de civilización occident al est á sólidam ent e asent ado en dos prem isas
esenciales: por una part e, el desarrollo cient ífico y t écnico asociado al económ ico; y
por ot ra, el despliegue de la libert ad y de la dem ocracia. China, por el m om ent o,
sólo est aría cum pliendo con la prim era de las exigencias, pero se ha negado
rot undam ent e a adopt ar la segunda prem isa básica de la m odernización.

—Para que no aparezca t an dulce est a m isión de Occident e que acaba de


m encionar, habría que agregar que sus países cent rales han sacrificado en el rest o
del m undo m uchas veces la libert ad polít ica en aras de sus propios int ereses de
desarrollo económ ico, cient ífico y t ecnológico.

—Sin duda ha sido así y, por lo m ism o, result a chocant e e incom prensible
est e doble est ándar de Occident e: al int erior de sus sociedades han abiert o
espacios cada vez m ayores de libert ad y de em ancipación hum ana, pero en relación
con el rest o del m undo han apoyado regím enes t erriblem ent e opresivos y t iránicos.

—Con el volum en dem ográfico de Asia, si cont inúa una línea


m odernizadora a im agen y sem ej anza de la occident al —con sólo su secuela
am bient al—, habría que pregunt arse si com o hum anidad llegam os al 2050.

—Es una pregunt a difícil de responder. Asia despert ó sólo a m ediados del
siglo XX de su m ilenario let argo. En los últ im os quinient os años los países
m encionados desem peñaron un papel m eram ent e pasivo en la polít ica m undial.

—Encuent ro que su m irada a esas cult uras es m uy eurocént rica. Si bien


han est ado soj uzgadas, esas cult uras siem pre han gozado de una gran ident idad y
densidad y en t odos est os siglos han ent regado m ucho a Occident e. No han est ado

46
dorm idas. Occident e t iene una deuda enorm e con ellas, por t écnicas y sabidurías
m ilenarias. Y en los últ im os t reint a o cuarent a años, la influencia de su
pensam ient o es cada vez m ás relevant e.

—Hast a los años 1500, China era una sociedad m ás avanzada que la
europea, pero, desde ent onces hast a la fecha, salvo en aspect os m uy punt uales, su
influencia no ha sido relevant e.

—Más allá de China, no hem os hablado de la vía m arxist a, que fue una de
las m ás seduct oras para la m odernización de países de la propia Europa y de ot ras
cult uras no occident ales de Asia, África y Am érica.

—A pocas horas de caído el Muro de Berlín en noviem bre de 1989, a nadie


pudo caberle dudas de que el único proyect o hist órico capaz de configurar una
alt ernat iva al m odelo de civilización occident al había fracasado. Aunque el proyect o
m arxist a leninist a de t ransform ación social t enía una im pront a occident al —Marx y
Engels habían elaborado una de las m ás logradas y exit osas sínt esis del
pensam ient o m oderno—, Lenin, m ás t arde, le daría un énfasis not oriam ent e
dist int o y St alin concluiría por dist orsionarlo y pervert irlo com plet am ent e. Debido a
esas dist orsiones t erm inó t ransform ándose en un proyect o alt ernat ivo al occident al
ilust rado, aun cuando recogiera de él las grandes ideas de la indust rialización, de la
em ancipación hum ana, de la superación de las sociedades de clase, de la abolición
del Est ado. Pero de t odas est as ideas sólo se t erm inó aplicando la indust rialización
forzada y en ese sent ido, necesario es reconocerlo, const it uyó un ext raordinario
éxit o.
La Unión de Repúblicas Socialist as Soviét icas, a pesar de su t errible ret raso
hist órico, de la devast ación causada por la prim era guerra m undial, del desorden y
caos provocado por la revolución bolchevique en sus prim eros años, del boicot y de
las agresiones m ilit ares de las pot encias occident ales, y m ás t arde, de los horrores
de la segunda guerra m undial y la invasión de la Unión Soviét ica por part e de los
ej ércit os alem anes, de los m illones y m illones de m uert os causados por est a guerra
y t am bién —y no en un m enor núm ero— por St alin, repit o, a pesar de t oda est a
dest rucción inconm ensurable, em ergió en los años sesent a com o una colosal
pot encia indust rial y m ilit ar. Había logrado fabricar la bom ba nuclear y lanzar el
prim er sput nik al espacio; disponía de un enorm e equipo de cient íficos, t écnicos e
ingenieros; su sist em a educacional era de alt ísim o nivel; lam ent ablem ent e,
cuant iosos recursos económ icos y hum anos se dest inaban al desarrollo de su

47
capacidad m ilit ar; realizó enorm es aport es financieros a los part idos y gobiernos
com unist as de t odo el m undo; en sum a, se convirt ió en la principal pot encia rival
de Est ados Unidos. Ni siquiera Japón había logrado un éxit o t an ext raordinario.
En m i opinión, la gran debilidad del sist em a soviét ico no est uvo t ant o en la
" planificación cent ralizada y burocrát ica de su econom ía" , sino en el dom inio
t ot alit ario de la sociedad, en la ausencia absolut a de libert ad. Fue la privación de
t oda libert ad, la que conduj o al fracaso y a la m uert e del experim ent o soviét ico.

—Acept ando que fue un m odelo social alt ernat ivo int ram odernidad, pondría
m ás énfasis en lo que ust ed insinúa, que en lo fundam ent al fue una variant e dent ro
de la m ism a lógica de la Modernidad occident al. El m arxism o- leninism o creía en la
idea de progreso, en el desarrollo económ ico ilim it ado, fue radical en la
secularización desde el Est ado, com part ió la ausencia de respet o al ot ro cult ural y
al ot ro sexual, et áreo, et cét era, y respect o a la idea de dem ocracia, no es que no
creyera en ella, sino que ideológicam ent e radicalizaba su realización, al m enos en
t eoría, proponiendo la dem ocracia direct a.

—Sin duda que el m arxism o se const it uyó en una de las dos grandes
t radiciones ideológicas m odernas y, a su vez, el " m arxism o- leninism o" ,
indudablem ent e recogió algunas de est as ideas. Pero en su aplicación práct ica, est e
últ im o fue divorciándose casi ent eram ent e de su m at riz originaria m oderna. Ent re
los crom osom as de un ser hum ano y un chim pancé, según los biólogos, exist e una
diferencia m ínim a; pero en los siglos de evolución ést as generaron dos especies
m uy diferent es. Est e ej em plo puede aplicarse perfect am ent e al caso de Marx y
Lenin. Marx había nacido y se había criado en el cent ro de la cult ura occident al
m oderna, había bebido de las ideas y pensam ient os de los hom bres ilust rados de
fines del siglo XVI I I ; había conocido a los prim eros t eóricos del socialism o francés,
de las prim eras décadas del siglo XI X; se había nut rido de la gran filosofía alem ana;
y había est udiado seriam ent e a los econom ist as clásicos ingleses. Era, en una
palabra, uno de los m ás preclaros represent ant es de la m oderna cult ura occident al.
No era el caso de Lenin ni t am poco de la m ayor part e de la dirección del part ido
bolchevique de com ienzos del siglo XX. Lenin, aunque poseía una ext raordinaria
int eligencia y se había form ado una gran cult ura, venía de un m undo poco m enos
que m edieval; y St alin era la expresión m ism a del prim it ivism o y barbarie de su
Georgia nat iva. La diferencia ent re Marx y Engels, por un lado, y Lenin y St alin, por
el ot ro, podría asem ej arse a la supuest a pequeña diferencia ent re el hom bre y el
chim pancé.

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—El socialism o real, al aparecer com o una supuest a alt ernat iva social,
inhibía la elaboración de una crít ica a los valores com unes que const ruyeron la
sociedad m oderna ya sea en su variant e liberal o en su variant e socialist a.

—Est oy m uy de acuerdo con lo que has expresado. Sin duda, el curso


hist órico seguido por el " socialism o real" m alogró una gran oport unidad hist órica.
Las perversiones de las diversas ideas y pensam ient os ocurren norm alm ent e en la
Hist oria y est o ha pasado no sólo con las ideologías laicas sino t am bién en las
creencias religiosas. Tant o el " socialism o real" com o el nacionalsocialism o surgieron
en la Época Moderna y se nut rieron de ideas y pensam ient os m odernos, pero
concluyeron negando est a m odernidad.

—El m arxism o es una variant e del m undo occident al m oderno. Pero, ¿lo
era el nacionalsocialism o? Si bien el nacionalism o fue hist óricam ent e funcional al
poder económ ico t am bién m odernizant e y expansivo de Alem ania, no es m enos
ciert o que al m enos la difusa dim ensión esot érica de ést e no t enía un buen diálogo
con el racionalism o de Occident e. No olvidem os que fue acusado de irracionalist a.
Tal vez por eso se unió el com unism o soviét ico con el m undo liberal occident al para
derrot ar al nacionalsocialism o. En la confianza en la razón inst rum ent al de
Occident e coincidían com unism o y liberalism o.
—Creo que coincidían m ás frent e a la exist encia de un enem igo com ún.
Después de t odo no fue St alin quien at acó a Alem ania, sino que fue ést a quien
inició la guerra con Rusia. El nazi- fascism o, t ot alit arism o de derecha, y el
m arxism o- leninism o, t ot alit arism o de izquierda, aunque arraigaban en la
Modernidad occident al, t erm inaron am bos en una negación absolut a del proyect o
m oderno. El t ot alit arism o de derecha se apoyaba en un principio falso y
ant icient ífico: la exist encia de razas superiores. Tam bién exigía un j efe, un Führer,
expresión m ás bien de un t ribalism o prim it ivo que de una sociedad m oderna.
Condenaban sin apelación a las " corrom pidas" dem ocracias liberales, lo cual
im port aba un rechazo a una de las grandes creaciones de la Modernidad. En sum a,
negaba los principios esenciales de la m oderna Revolución francesa: libert ad,
igualdad y frat ernidad. No era concebible una sociedad libre con un " Führer" , ni
t am poco era posible realizar la igualdad cuando se est aba proclam ando la
exist encia de una raza superior, ni m enos se podía pract icar la frat ernidad en una
sociedad t ot alit aria. Y ese t ot alit arism o de derecha t uvo en gravísim os apriet os a la

49
civilización occident al m oderna, pero, por una de las t ant as paradoj as hist óricas,
fue salvada por el t ot alit arism o de izquierda st alinist a.

—Respect o a esa supuest a " negación absolut a del proyect o m oderno" , que
sería com ún al com unism o y al nacionalsocialism o, el hist oriador Ernst Nolt e, en
una recient e obra Nacionalsocialism o y Bolchevism o —1994—, ha venido a
com plej izar est e debat e con una t esis que est ablece un vínculo profundo ent re
com unism o, fascism o- nacionalism o y liberalism o, est a últ im a es una de las
ideologías m odernas por excelencia. Nolt e afirm a que el liberalism o, por su caráct er
cont radict orio e infinit am ent e abiert o al porvenir, es la m at riz t ant o del com unism o
com o del fascism o. Pues, am bas ideologías despliegan en conj unt o y de m anera
radical las cont radicciones del sist em a liberal; y am bas, adem ás, t ienen com o nort e
dar una solución definit iva a esas m ism as cont radicciones del sist em a m oderno y
liberal. Sin em bargo, las dos t erm inan m ostrándose finalm ent e com o part es de lo
m ism o: el m ovim ient o universal de la t écnica y su volunt ad de poder, un sino t an
propio de la Época Moderna.
Según el not able hist oriador Francois Furet , est a t esis hist oriográfica de
Nolt e es t al vez una de las m ás dest acadas y profundas de las últ im as décadas.

—Furet es un gran hist oriador, pero no es una t esis fácil de com part ir. El
com unism o, aunque de raíz y concepción m oderna, no logró anidar en la cult ura
europea y, en cam bio, se fue expandiendo por gran part e de la periferia del m undo;
parecía ineluct able su vict oria final sobre el capit alism o. Los países donde durant e
set ent a años se asent ó el socialism o real carecían, en est rict a verdad, de cult uras
m odernas. Aún cuando hubiéram os supuest o la vict oria de la ex Unión Soviét ica
sobre las m odernas sociedades capit alist as, ést a est aba dest it uida de capacidad,
conocim ient o y experiencia necesarias com o para liderar un proceso hist órico de
m agnit ud universal, fundado en el ideal de la em ancipación hum ana, en la libert ad
individual y en la libre det erm inación de los pueblos. La ex Unión Soviét ica era
decididam ent e cont raria a est os principios polít icos básicos de la Modernidad y, por
ot ra part e, su sist em a de planificación cent ralizado y burocrát ico habría sido
inviable en una econom ía de dim ensión planet aria.

—Sin duda, la Unión Soviét ica nunca respet ó esos principios polít icos
básicos de la Modernidad. Claro que t am bién habría que agregar que el Occident e
m oderno sólo ha respet ado en períodos de est abilidad inst it ucional las libert ades
individuales en su cent ro y casi nunca respet ó la aut odet erm inación de los pueblos

50
ni esas libert ades allende sus front eras. Las int ervenciones de los países capit alist as
cent rales en el rest o de los pueblos han sido un com ún denom inador de los cuat ro
siglos pasados.

—Sí y no, sería m i respuest a a t us afirm aciones. La vida y la Hist oria no


son sólo en blanco o negro.

—No se t rat a de blanco y negro, sim plem ent e ése fue el com port am ient o
de Est ados Unidos en Am érica Cent ral y el Caribe, en Asia, en Chile, et cét era.
Digam os las cosas com o fueron, en el cont ext o bipolar, cada polo t uvo conduct as
de int ervención sem ej ant es en su respect iva área de influencia.

—Cóm o podría yo negar las inj ust as y horrorosas int ervenciones de los
países europeos en Asia y en África, y de Est ados Unidos en Am érica del Sur; pero
ellas no se realizaban en cum plim ient o de principios m odernos, sino de int ereses
económ icos y ést os sí que han sido ext raordinariam ent e poderosos en la escala
valórica occident al.

—Sin duda, y precisam ent e la ut opia del product ivism o económ ico y la fe
en el egoísm o com o m ot or unilat eral de lo hum ano han sido los principios
m odernos fundam ent ales en la dim ensión económ ica del vivir.
Adem ás, insist o, las sociedades liberales han proclam ado ciert os principios,
pero no siem pre los respet an. ¿Cuánt o de disciplinam ient o y no libert ad real, de
desigualdad com o nunca ant es y de ausencia de frat ernidad hay, por ej em plo, en
nuest ra Modernidad realm ent e exist ent e? En ese sent ido, com part o la crít ica que
ust ed hace al socialism o real, pero la ext iendo a nuest ro m undo occident al,
m oderno y liberal.

—Los defect os, vicios y aporías de la Época Moderna, incluso la com isión de
horrendos crím enes com o fue el del holocaust o j udío, son reit erados y m últ iples,
pero, com o diría Winst on Churchill, por el m om ent o no conozco ot ra sociedad
m ej or. En los hechos fue la civilización occident al m oderna quien proclam ó los
principios de libert ad, igualdad y frat ernidad, si bien es ciert o que la Hist oria ha
t ardado enorm em ent e en cum plir con esas prom esas.

51
—Tam bién m e parecen m uy im port ant es esos principios. La libert ad, la
igualdad y la frat ernidad son aún not ables desafíos pendient es, siendo el llam ado a
su aplicación social la gran herencia de la Modernidad.

—Sin libert ad la sociedad pierde t oda capacidad creat iva; no olvidem os que
fue precisam ent e ést a una de las causas principales del fin del experim ent o
soviét ico.

—Lo curioso es que cuando Gorbachov int ent ó abrir esos cauces de
libert ad, el sist em a sólo t ardó cuat ro años en desm oronarse. Al parecer había una
m ut ua exclusión ent re abrir cauces de libert ad y la cont inuidad de la experiencia.

—Y lo m ás asom broso fue la absolut a falt a de violencia en est e cam bio t an


revolucionario e irreversible.

—Es que t al vez ese cam bio no fue t an revolucionario. I nsist o en


com prender al m arxism o com o una expresión radicalizada de la sensibilidad
m oderna. No olvidem os que el sueño de las m asas soviét icas desencant adas de la
prom esa de progreso que les hizo la m odernidad- socialism o real era gozar del
progreso m at erial de la m odernidad- capit alism o real. Adem ás, diciéndolo m uy
irónicam ent e, el act ual pensam ient o único —una vez superada la variant e
socialism o real com o vía hacia la m odernización— t iene algo de profecía orwelliana:
un t ot alit arism o de sent idos y de consum os en el im aginario que hoy im pone la
hegem onía del discurso de la m odernización. Parece que ése hubiese sido el dest ino
de la Modernidad.
Sé que exagero un poco, pero al escucharlo crit icar el socialism o real da la
im presión que hoy idealiza la act ual sociedad m oderna y liberal.

—No sé si est oy idealizando o no a la act ual sociedad m oderna. Pero


declaro, con ent era franqueza, que prefiero est a libert ad form al, im perfect a,
lim it ada y m anipulada, a la im posición t ot alit aria de una sola verdad, sea ést a laica
o religiosa. Aunque sea m uy form al, ella ha perm it ido y est im ulado la exist encia de
m últ iples y diversas visiones de m undo.

52
5

DISTINTOS AUTORES ANALIZAN EL


CAMBIO EPOCAL: ¿EL FIN DE LA
MODERNIDAD Y EL INICIO DE LA
POSMODERNIDAD?

HERNÁN DI NAMARCA: —En las últ im as décadas dist int os pensadores han
diagnost icado el fin de una época y el inicio de algo nuevo; se ha convert ido casi en
lugar com ún y en t odo un sím bolo que desde diversas m iradas se hable de
sociedades Pos: posm oderna, poscapit alist a, posindust rial, posbiológica, et cét era.
En un int ent o por sist em at izar las dist int as y m ás relevant es m iradas
int erpret at ivas diría que ( 1) est án los posm odernos desconst ruct ivist as ( com o los
clásicos de la nueva filosofía francesa de los sesent a, Foucault , Baudrillard y
Lyot ard, ent re ot ros, t am bién llam ados hiperm odernos por su com prensión radical
de la aut onom ía del individuo solo y desencant ado) ; ( 2) est án los posm odernos
hist óricam ent e const ruct ivist as ( inspirados en prom over —vía un
reencant am ient o— un nuevo paradigm a social que supere a la Modernidad, com o
Frit j of Capra, Ray Grissin, Morris Berm an, Riane Eisler, et cét era) ; ( 3) est án los
m odernos aut ocrít icos, com o Haberm as, Perry Anderson, André Gorz, Giddens,
et cét era, quienes aún sueñan nost álgicam ent e con la grandeza del proyect o
m oderno y lo querrían por siem pre com o un proyect o inacabado; ( 4) est án
pensadores New Age, com o Marylu Ferguson; ( 5) y est án los opt im ist as
t ecnológicos y aut ocom placient es con la Modernidad, com o Lest er Thurow, Pet er
Drucker, Fukuyam a, y ot ros, quienes ven a la época dar un salt o hacia adelant e,
hacia una sociedad del conocim ient o, posindust rial y siem pre liberal por los siglos
de los siglos.

CARLOS ALTAMI RANO: —Cada uno dest aca aspect os dist int os. Lest er
Thurow, econom ist a de Massachuset t s, habla de la Sociedad del Conocim ient o y de
una Guerra Económ ica para el siglo XXI . Hunt ingt on, que escribió el Choque de las

53
Civilizaciones, afirm a que en el siglo XXI habrá guerras civilizacionales ent re el
m undo occident al m oderno y las cult uras islám icas y confucianas. Ot ro not able
pensador, el econom ist a polaco, Pagest ka, que t uvo un im port ant e desem peño en
el célebre I nform e del Club de Rom a, plant ea que est am os frent e a una crisis global
de t ipo civilizacional.

—¿Por qué Pagest ka habla de una crisis global?

—El veloz crecim ient o de la población, la expansión de la indust ria a nivel


m undial y la degradación acelerada del m edio am bient e est arían conduciendo a un
im passe global en las prim eras décadas del siglo XXI . Aunque exist en polít icas
eficaces, según Pagest ka a ellas se oponen los t ecnócrat as opt im ist as, que confían
en el progreso t écnico y en las pot encialidades adapt at ivas de los m ecanism os del
m ercado para conj urar cualquier t ipo de crisis.
Sin em bargo, num erosos inform es de expert os est ablecen un plazo
relat ivam ent e breve para evit ar la rupt ura de la biosfera. Pero est os inform es
cient íficos no han bast ado para int roducir una corrección sust ant iva en las polít icas
ecológicas del m undo. Al parecer la conciencia hist órica de la hum anidad y sus
gobiernos no han logrado alcanzar m adurez suficient e para int ent ar realizar una
inflexión profunda en los pat rones de com port am ient o hum ano y en las form as de
producir y consum ir. Sin est a revolución copernicana de los valores y
com port am ient os vigent es en las m odernas sociedades occident ales será difícil
evit ar una crisis global. La hist oria del planet a y del género hum ano ha
evolucionado lent am ent e durant e varios m illones de años, pero la diferencia con la
sit uación act ual es que, dada la ext rem a velocidad de los cam bios y su radicalidad,
ést a no adm it e esperas para int roducir serias correcciones en la t endencia hist órica
act ual. Est as necesarias t ransform aciones est án det erm inadas ahora por los lím it es
de la biosfera.
Lam ent ablem ent e, pareciera que los sínt om as de est a crisis global sólo
podrán ser det ect ados a niveles m asivos si se produce un colapso en alguno de sus
eslabones fundam ent ales —drást ica reducción de la capa de ozono, recalent am ient o
y desert ificación de la t ierra, agot am ient o del agua—. De inm ediat o surge la
pregunt a: producido un hipot ét ico colapso, ¿se podría revert ir la sit uación? Según
Pagest ka, de cont inuar la t endencia en su form a act ual, no est aríam os avanzando
hacia la const rucción de una " ut ópica" sociedad donde t odas las necesidades
m at eriales est arían sat isfechas, sino, m uy por el cont rario, hacia el t érm ino de la
especie hum ana.

54
—Y ya hay signos evident es de dest rucción ( de presiones hacia la
insust ent abilidad) en dist int os lugares de la Tierra. Ust ed ha m encionado
cat ást rofes com o la dest rucción de la capa de ozono, el cam bio clim át ico, la
desert ificación y la carencia de agua; ot ras podrían ser la m asiva m uert e por
pest es, guerra o ham bre, com o est á ocurriendo en África; accident es nucleares
com o Chernobyl; la violencia, la inseguridad y el est rés síquico causado por el
hacinam ient o hum ano en m egalópolis; los riesgos de la descont rolada
experim ent ación biot ecnológica y el com ercio t ransgénico.
En fin, ést as y ot ras cat ást rofes parecen indicar una dest rucción de la
especie por parcialidades, aunque a la larga podría sobrevivir aquella hum anidad
que logre adopt ar un m odo de vida dist int o. Así ha ocurrido en ot ros m om ent os en
la Hist oria, cuando un m odo de vida ha desaparecido y ha nacido ot ro.

—Pagest ka piensa que deberán producirse t ransform aciones de caráct er


civilizacional, definit ivas y radicales para poder salvar a la hum anidad. Pero est as
t ransform aciones conllevan oposiciones casi insuperables.
El sist em a económ ico m oderno, en acelerada expansión, es sin duda
t erriblem ent e depredador; pero, a la vez, ha logrado seducir a gran part e de las
sociedades hum anas ofreciendo t oda clase de bienes m at eriales y ent ret enim ient os.
Exist e adem ás una confianza generalizada, propia de la cult ura del Siglo de las
Luces, en los poderes dem iúrgicos de la t ecnología para resolver cualquier sit uación
crít ica que pueda present arse. Quienes han est ado inm ersos en la corrient e
hist órica de la Época Moderna, han caído prisioneros de sus pot ent es cert idum bres:
la confianza casi absolut a en el progreso ascendent e e ilim it ado de la hum anidad y
en el poder de la ciencia y la t ecnología para responder con éxit o a los desafíos del
fut uro. Y es paradój ico observar que hoy las ant iguas fuerzas conservadoras,
enem igas acérrim as de la Época Moderna, se han convert ido en sus principales
adalides y asum en acrít icam ent e sus creencias y valores, con la agresividad propia
de los conversos.
—Es paradój ico, pero a la vez su act ual conduct a es m uy coherent e con el
devenir hist órico. El conservadurism o reaccionario es una act it ud que, aunque
cam bia de cont enidos en el t iem po, siem pre defiende el st at us quo y lo ant iguo; y
hoy lo est ablecido y lo viej o es la Época Moderna.

—Peor aún, la derecha hist órica ha asum ido la defensa de la Modernidad,


pero reducida a un m ezquino econom icism o. Olvida que est a posee m últ iples

55
dim ensiones y sólo una de ellas es la propiam ent e económ ica. Una acción eficaz en
orden a superar la crisis global deberá act uar sim ult áneam ent e sobre la esfera
m at erial y la ideal; porque la orient ación del sist em a capit alist a no depende
exclusivam ent e de una presunt a lógica int erna, sino t am bién de las fuerzas
sociales, m orales, espirit uales y cult urales present es en su desarrollo.

—La t ransición Edad Media- Época Moderna nos enseña que los cam bios
realm ent e revolucionarios, en el sent ido de cam bio de paradigm a social o
concepción de m undo, no ocurrieron de la noche a la m añana, sino que fueron
procesos que m uchas veces sus act ores ni siquiera percibieron.

—Creo que las fuerzas sociales, polít icas y económ icas vigent es t ienen el
im perat ivo ét ico y m oral de int ervenir rect ificando la equivocada dirección del act ual
proceso hist órico. No se puede ni se debe abandonar el m ercado a la espont aneidad
de los agent es económ icos privados. Para los ideólogos de la fórm ula económ ica
neoliberal, el m ercado es el único capaz de asignar recursos en form a correct a y
oport una, lo cual no es efect ivo si se pret ende absolut izar est a afirm ación. Algunos
han deducido del colapso del proyect o com unist a hist órico la idea de que no es
posible int ervenir en los procesos económ icos y que cualquier t ipo de cont rol
produce m ayores daños que beneficios. Ést e es el núcleo cent ral del pensam ient o
neoconservador neoliberal.
Por m i part e cont inúo creyendo en una de la afirm aciones principales del
pensam ient o ilum inist a m oderno, en cuant o a que es el hom bre el const ruct or de
su dest ino; y abandonar una de las principales act ividades hum anas, la econom ía, a
las fuerzas de un presunt o m ercado libre y om nipot ent e, m e parece sencillam ent e
una irresponsabilidad. No exist e un m ercado realm ent e libre ni las gigant escas
em presas m ult inacionales est arían invirt iendo m illones y m illones de dólares en
adquisiciones y fusiones si no fuera para elim inar o reducir la com pet encia que
dicen defender. El m ercado m argina a 2.000 m illones de seres hum anos que
veget an en la pobreza y la indigencia ( un t ercio de la población del m undo) .
Transit am os por una crucial disyunt iva. Los que nos encont ram os inscrit os
en la hist órica corrient e del pensam ient o m oderno som os t am bién los prim eros en
advert ir acerca de los am enazadores efect os de su éxit o. Y, en cam bio, los que
siem pre se opusieron a las grandes conquist as de la Modernidad se han
t ransform ado en sus vociferant es adalides. Ést a es, para m í, la gran " t raición del
pensam ient o conservador" .

56
Ést e se vino oponiendo sist em át icam ent e a t odas las innovaciones y
creaciones de la Época Moderna, pero hoy ha decidido " conservar" y prolongar los
éxit os económ icos de una Modernidad que exhibe graves y evident es vicios y
deficiencias est ruct urales. De hecho, en la necesaria t ransform ación civilizacional de
que nos habla Pagest ka ocupa un lugar priorit ario el cam bio de la concepción
ant ropocént rica, caract eríst ica cent ral de la cult ura m oderna. Ést a se percibe com o
diferent e y superior a la nat uraleza, y, en est a perspect iva de pensam ient o, el
hom bre t endría el derecho a dom inarla, a ella com o al rest o de los seres vivient es.
Pero no t odas las cult uras com part en est a visión. La budist a, por ej em plo, carece
del com plej o de superioridad de la cult ura occident al m oderna.
Sin em bargo, desde hace algún t iem po ha em pezado a surgir en Occident e
una nueva concepción biocént rica, en la que el ser hum ano y la nat uraleza no son
dos ent idades ant inóm icas, sino, por el cont rario, el hum ano es part e y creación de
la evolución nat ural; es una creación única y t al vez irrepet ible ( pues es el único ser
vivient e dot ado de conciencia, lo cual sólo lo aut oriza a asum ir con m ayor
responsabilidad est e m aravilloso privilegio) . El paso de una concepción
ant ropocént rica a una biocént rica im port a sin duda un enorm e viraj e en la visión
que la hum anidad t iene de su relación con la nat uraleza y con el cosm os.

—Y eso es un signo cent ral del cam bio epocal. Así t am bién, según Eisler,
ot ro signo cent ral es el cam bio de una concepción pat riarcal a una m at ríst ica, ya
que im port a un cam bio gigant esco en la relaciones int erpersonales y en nuest ra
m irada hacia el m undo: del dom inio, la com pet encia y el cont rol pasam os a una
sensibilidad de cooperación y seducción ( no en el sent ido de inst rum ent alización
" seduct ora", sino que de convencim ient o am able) .

—Am bos cam bios de m ent alidad form an part e de un solo cam bio de
nuest ra concepción de m undo.

—La m irada de Pagest ka es crít ica al present e y clara: asist im os a un


cam bio epocal. Pero ni Thurow ni Hunt ingt on est án pensando en algo nuevo.
Thurow, por ej em plo, pronost ica una " guerra económ ica" para el siglo XXI ent re
Europa, Japón- Sudest e Asiát ico y Nort eam érica; un fut uro con m ás de lo m ism o:
com pet encia, guerras sobre la base de un crecim ient o económ ico que es proyección
del act ual. Thurow sigue con sus guerras y no problem at iza que el m odelo act ual de
producción y consum o es causa de varios sínt om as de la crisis civilizacional. No
visualiza el present e com o un m om ent o crít ico en la hist oria de la especie.

57
¿Ent onces por qué los sit úa en la sensibilidad de los pensadores que plant ean el fin
de una época?

—Si bien Thurow no se refiere específicam ent e al t em a de la crisis


civilizacional occident al, plant ea la urgent e necesidad de int roducir cam bios
sust ant ivos en el sist em a económ ico capit alist a. Desde luego, para Thurow en el
siglo XXI la única " vent aj a com parat iva" será la int eligencia y el conocim ient o. Los
precios de las m at erias prim as cont inuarán cayendo, t al com o ocurre, con
oscilaciones diversas, en el precio del cobre; ningún país product or exclusivo de
recursos nat urales y m at erias prim as t endrá fut uro en la guerra económ ica del siglo
XXI . Thurow coincide con Pet er Drucker en que el sist em a capit alist a avanzado se
fundará exclusivam ent e en el conocim ient o y en la capacidad de innovación. Est o
exigirá cam bios sust ant ivos en la form ación de los nuevos t écnicos y profesionales;
la educación de una persona deberá cont inuar realizándose durant e t oda la vida y
el gast o en desarrollo e invest igación cient ífica y t ecnológica deberá aum ent ar aún
m ás, incluso en países com o Japón y Alem ania donde el porcent aj e es alt ísim o.
Est as opiniones guardan una especial im port ancia en el caso de Chile, país
export ador de m at erias prim as y recursos nat urales con m uy escaso valor agregado
y país que aún cont inúa confiando en las solas vent aj as com parat ivas m at eriales,
en los baj os sueldos y en la ausencia de norm as ecológicas y donde el gast o en
invest igación cient ífica y desarrollo t ecnológico es m ínim o. Com o habrás podido
observar, he insist ido en no incluir a Chile ent re los países realm ent e m odernos,
ent re ot ras razones porque no dispone de una est ruct ura realm ent e indust rial,
porque sólo dest ina recursos m uy reducidos a la form ación del t rabaj ador y porque
recién com ienza a ocuparse de elevar los est ándares cient íficos del país, al cual
dedica un m ísero 0,64 por cient o de su product o nacional ( y a las FFAA cerca de un
6 por cient o) .
Pero si bien Thurow se coloca en una línea de defensa del capit alism o, al
m ism o t iem po va exigiendo una serie de t ransform aciones m uy difíciles de
concret ar en el act ual sist em a económ ico. En ot ras palabras, sin afirm arlo
expresam ent e, est á previendo serios nubarrones en el fut uro económ ico. Desde
luego, insist e una y ot ra vez en la caída de la producción m undial en los países no
com unist as —de un 4,9 por cient o en la década de los sesent a descendió a un 3,8
por cient o en la década de los set ent a y a un 2,9 por cient o en la de los ochent a— y
agrega, " gran part e del t ercer m undo t uvo una caída real en los ingresos per cápit a
durant e la década de los ochent a." En Am érica Lat ina se la llam ó " la década
perdida" . Y, agrega Thurow, " los m ercados libres t ienden a producir niveles de

58
desigualdad en los ingresos que son incom pat ibles con gobiernos dem ocrát icos" ,
aport ando cifras acerca del violent o aum ent o de la desigualdad en Est ados Unidos.
" Abandonado a su propia inclinación, el capit alism o t iene la t endencia a caer en la
inest abilidad financiera y en el m onopolio" ; y agrega, " con el derrum be de gran
part e de su sect or bancario, hacia principios de 1991, el gobierno nort eam ericano
se vio obligado a absorber 200.000 m illones de dólares de act ivos privados" .
En Chile, t oda est a clase de inform ación es callada por la prensa
m onopólica nacional, a la que sólo le int eresa resalt ar las presunt as grandes
vict orias del capit alism o neoliberal, pero sus fracasos son ocult ados o bien
disim ulados. Desde la década de los ochent a las t asas de crecim ient o en algunas
áreas del m undo han dism inuido y en ot ras escasam ent e se han m ant enido; sólo
Est ados Unidos exhibe t asas de signo posit ivo; la inest abilidad financiera se ha ido
acrecent ando, las crisis económ icas se repit en en México, en Asia y en ciert a
m edida en Brasil; los gigant escos t raspasos de fondos, de que est á hablando
Thurow, del sect or público al privado para salvarlo de la ruina financiera se han
t ransform ado en una norm a. Se pregunt a t am bién Thurow, " ¿será posible t ener una
era de sat isfacción para las clases superiores m ient ras las clases m edias y baj as
t endrán una era de expect at ivas declinant es?" , y él m ism o se cont est a: " sem ej ant e
dualidad no es posible para siem pre. Los sist em as flot an sobre un m agm a fundido
de ideologías y t ecnologías com pat ibles. No es posible t ener una ideología de la
igualdad y una econom ía que genere cada vez m ayores desigualdades" . Y cont inúa:
" las desigualdades en el ingreso y la riqueza est án aum ent ando en t odas part es...
El cont rat o social ent re la clase m edia y la em presa nort eam ericana se ha rot o" .
I ncluso asegura que " se est á predicando la versión m ás cruda del capit alism o de la
supervivencia del m ás apt o, cuando el sist em a económ ico est á descubriendo los
increm ent os de product ividad que pueden surgir del t rabaj o en equipo."
En definit iva Thurow piensa " que el m undo ha cam biado y nosot ros
t am bién debem os cam biar" y que es im prescindible " invent ar un nuevo
capit alism o" . Com o podrá apreciarse, para Thurow es fundam ent al int roducir
t ransform aciones radicales dent ro del capit alism o; y t am bién t rat a el gravísim o
t em a de los desequilibrios ecológicos. Siendo Thurow un defensor del capit alism o,
concluye regist rando errores m uy profundos de ést e y haciendo propuest as m uy
radicales para corregirlos. Si m e he ext endido en las cit as del libro El Fut uro del
Capit alism o de Lest er Thurow se debe a que sus afirm aciones se hayan
absolut am ent e libres de las consabidas y repet idas acusaciones del pensam ient o de
derecha en orden a considerar est at ist a, ideologizado e int ervencionist a a
cualquiera que disient e del " pensam ient o único" .

59
—¿Y las " olas hist óricas" de Alvin Toffler?

—El fut urólogo nort eam ericano Alvin Toffler, en El Shock del Fut uro,
describe las t ensiones ext rem as a que est ará som et ido el ser hum ano debido a los
" cam bios brut ales en t iem pos dem asiado breves" . En una sola vida —dice Toffler—
hem os percibido m ut aciones sin precedent es. Y en su libro La Tercera Ola pasa
revist a a las t res m ayores olas revolucionarias que habrían afect ado a las
sociedades hum anas: la prim era, la agraria, en la época neolít ica; la segunda, la
indust rial, en la m oderna; y la t ercera, la act ual, la revolución t elecom unicacional.
La revolución indust rial cam biaría para siem pre las sociedades de la pequeña área
del m undo occident al crist iano; en cam bio, la revolución com unicacional est á
dest inada a t ransform ar t odas las est ruct uras sociales y polít icas de t odos los
países de la Tierra. Para Toffler t odavía rest an dos grandes áreas sin ocupar: los
océanos y el espacio.

—Se equivoca Toffler y su irresponsable opt im ism o m oderno en su inefable


afán de dom inio. Los océanos ya han sido m uy explot ados. La Organización de las
Naciones Unidas, en el Día Mundial del Medio Am bient e de 1997, dest acaba que
hay un det erioro m ás o m enos irreversible de sus recursos. La pesca indust rial ha
causado la desaparición de alrededor de un 20 por cient o de las especies m arinas.
Ese ha sido un dest ino coherent e con la lógica y la expansión del hom bre m oderno
occident al. Si se ha expandido hacia t odos los dom inios, ¿por qué no podría hacerlo
ahora hacia el espacio y las profundidades del océano?
Sin em bargo, a m i j uicio, los t em as fundam ent ales son ot ros. Explorar las
est rellas ( la carrera espacial) y escudriñar la belleza de las profundidades del
océano, sin duda, será una avent ura fascinant e en el ensancham ient o de la
conciencia de la especie. Aunque el verdadero desafío cult ural es pregunt arnos
responsablem ent e de qué m anera nos expandim os. Tendrem os que int errogarnos
¿si la especie hum ana saldrá a explorar las est rellas dej ando habit able su casa
m adre? ( m ás adelant e volveré sobre est a inquiet ant e pregunt a) .

—Est oy m uy de acuerdo con t u pregunt a en cuant o a que lo realm ent e


básico es la m anera de expandirse. Pero perm ít em e volver al t em a de Toffler,
personalm ent e he t enido el gran privilegio de habit ar en las t res grandes olas a que
él se refiere. Nací en los años veint e del siglo pasado, cuando aún exist ía en Chile
una sociedad agraria y pat riarcal dom inada por unas cuant as fam ilias

60
pert enecient es a la ant igua oligarquía t errat enient e. En m i edad m adura, en los
años cuarent a, com encé a presenciar el surgim ient o de la segunda ola, con los
inicios del indust rialism o y la ext ensión de la dem ocracia. Y hoy nos encont ram os
baj o el im pact o de est a t ercera ola, la t elecom unicacional, que a t ravés de sus
colosales redes y aut opist as de la inform ación est á unificando el planet a.

— Ent re los aut ores posm odernos hist óricam ent e const ruct ivist as, en la
sociología se dest aca Morris Berm an con su propuest a de un reencant am ient o
posm oderno t ras la secularización m oderna y el desencant o propio de la
t ardom odernidad con los valores m odernos.

—Efect ivam ent e, Morris Berm an t am bién est á pensando en profundidad el


fut uro de las sociedades occident ales; int ent a escudriñar y desent rañar los orígenes
últ im os de la grave dolencia que est aría aquej ando a la civilización occident al
m oderna. En su obra clásica, El Reencant am ient o del Mundo, form ula la hipót esis
que " la vida occident al parece est ar derivando hacia un incesant e aum ent o de
ent ropía, hacia un caos económ ico y t ecnológico, hacia un desast re ecológico y
finalm ent e hacia un desm em bram ient o y desint egración psíquica..." , y agrega:
" ...dudo que la sociología y la econom ía puedan de por sí dar una explicación
adecuada a est e est ado de cosas" .

—El diagnóst ico de Berm an es pesim ist a. Sin em bargo, es uno de los pocos
que aprecia la hist oricidad del proceso de cam bio epocal y, en consecuencia,
reconoce los signos de la nueva época y desde ellos quiere coim pulsar a la especie
hum ana hacia nuevos dest inos ( t al vez por lo m ism o, su obra seduce a las nuevas
generaciones) . En est e sent ido es opt im ist a.

—Es ciert o, concibe soluciones, aunque bast ant e com plej as. Para Berm an,
la visión predom inant e en Europa, hast a ant es del Siglo de las Luces y de la
revolución indust rial, fue la de un m undo encant ado, donde vient os, t em pest ades,
relám pagos, nubes y ríos est aban preñados de significado y auguraban buenas o
m alas nuevas. La vida de cada ser hum ano, así com o su dest ino, est aba
indisolublem ent e asociada a la nat uraleza, a los ast ros y al cosm os, y era ello lo
que ot orgaba un sent ido a su exist encia. En cam bio, la m oderna hist oria europea
fue acarreando un const ant e desencant am ient o de la vida, ent re ot ras razones —
siendo la principal para Berm an— por la rígida separación est ablecida por Descart es
ent re el suj et o observador y el obj et o observado. Desde ent onces el hom bre y la

61
nat uraleza, el cuerpo y el espírit u, han sido vist os com o dos ent idades separadas y
dist int as y hast a ant agónicas. Est a nueva visión de la realidad pasó a form ar part e
fundant e de la civilización m oderna. Y de aquí nació la revolución cient ífica, la cual
se encuent ra fuert em ent e im bricada con la revolución t écnico- indust rial y ést a, a su
vez, es causa y efect o de la revolución dem ocrát ica y del auge del pensam ient o
racionalist a m oderno. Pero est a pot ent e y dinám ica arm azón al parecer ha
com enzado a derrum barse; y así com o fue difícil y lent o el paso de una civilización
sólidam ent e arraigada en la idea de Dios a ot ra que en gran m edida prescindió de
ella, t am bién hoy result a alt am ent e problem át ica la t ransición a ot ra civilización
edificada sobre nuevos m arcos valóricos, donde la razón, el progreso y el
crecim ient o económ ico no serían obj et ivos esenciales.

—Esa separación ent re suj et o- obj et o, ent re cuerpo y m ent e, ent re m ent e y
espírit u, ent re razón y em ociones, ent re hum anidad y nat uraleza, ent re m edios y
fines, ent re m oral pública y m oral privada, et cét era, es la génesis del m it o de la
obj et ividad en la ciencia, de la m oral incoherent e y del caráct er cult ural de la Época
Moderna y sus valores y conduct as. Por ej em plo, la separación ent re suj et o y
obj et o ha sido la generadora de la separación ent re ego ( yo) y realidad ( ello, lo
ot ro) ; por lo m ism o, el paradigm a social de la m odernidad t iene com o product o la
esquizofrenia: es ést a una cult ura generadora de dolor. Por eso la m irada
posm oderna t iende a int egrar est as dualidades en la profunda unidad que son, m ás
allá de nuest ras dist inciones. Por ot ra part e el m it o de la obj et ividad, aquel que no
reconoce la subj et ividad que nos im pregna en t ant o seres vivos enredados con t odo
cuant o exist e, lleva al abst raccionism o en el conocim ient o; de ahí surgió en la
Modernidad el conocim ient o t ot alit ario: " porque soy obj et ivo m e asist e la verdad" .
Por eso, en la m irada posm oderna se supera el abst raccionism o y se asum e la
singularidad concret a; por lo m ism o, se t iende a recuperar la subj et ividad, es decir,
asum ir conscient em ent e desde dónde hablo ( en la ciencia se asum e la obj et ividad
ent re parént esis, según Hum bert o Mat urana, com o un m ét odo, el cient ífico, y no
com o un hecho) .

—Copérnico, Galileo, Newt on y Descart es, los cuat ro padres fundadores de


la ciencia m oderna, según Berm an, habrían com et ido el im perdonable pecado de
exiliar al hom bre de la m ilenaria hist oria evolut iva de la Tierra y del universo
cósm ico. " A pesar de los grandiosos logros de la filosofía m ecánica ( Galileo, Newt on
y Descart es) , se perdió el elem ent o dialéct ico en el pensam ient o cient ífico y con él
se perdió el reconocim ient o de lo irracional." Para el paradigm a m oderno, lo " real"

62
sería sólo aquello que puede ser m edido y cuant ificado por el m ét odo cient ífico
experim ent al. El m undo es percibido sólo com o m at eria y m ovim ient o y am bos
fenóm enos est án suj et os a leyes m at em át icas. De est e nuevo y revolucionario
paradigm a surgido en la Época Moderna quedaron excluidas t odas las ant iguas
creencias en leyendas, dioses y m it os, al igual que las visiones anim ist as,
herm ét icas y ocult ist as, la m agia y lo irracional; nada de est o era suscept ible de ser
som et ido al análisis cient ífico experim ent al. Sobre est e paradigm a se habría
iniciado la espect acular const rucción de la Edad Moderna; sin em bargo, dado el
daño profundo, y t al vez irreparable, inferido a la nat uraleza y a la vida m ism a,
según Berm an, la visión m oderna debe ser t ransform ada desde sus raíces. El
proyect o berm aniano es lograr una sínt esis ent re el paradigm a cart esiano, fundant e
de la ciencia m oderna, y el paradigm a de la nueva ciencia holist a, del ant ropólogo
Gregory Bat eson.
Según Berm an, en la ciencia m oderna sólo lo que adm it e ser m edido es
real. En cam bio, en la concepción holist a los fenóm enos sólo pueden ser conocidos
y aprendidos en su cont ext o. En la ciencia m oderna el obj et ivo final es el cont rol de
la nat uraleza; en la holist a es la sabiduría, la belleza y la gracia. En la ciencia
cart esiana, la m ent e y el cuerpo est án escindidos, así com o el suj et o y el obj et o; en
la visión holist a m ent e y cuerpo, suj et o y obj et o, son dos caras de la m ism a
m oneda ( proceso) . En la ciencia m oderna el t iem po es lineal y en principio sería
posible llegar a conocer t oda la realidad; para la ciencia holist a el t iem po es circular
y sólo t enem os acceso al conocim ient o de una m uy pequeña fracción de la realidad.
En la ciencia m oderna el t odo es la sum a de las part es; en la holist a la t ot alidad
exhibe propiedades de las cuales carecen las part es. En ot ras palabras, el t odo es
m ás que la sum a de sus part es. En la ciencia clásica, únicam ent e la m at eria y el
m ovim ient o son reales; en la holist a, lo real son los procesos, las form as y las
relaciones. Est a visión holist a bat esoniana, según Berm an, const it uirá la piedra
fundam ent al sobre la cual se ha de const ruir la fut ura civilización.

—El desarrollo de las fuerzas product ivas llegó al punt o en que ést as han
em pezado a dest ruir nuest ra propia casa, y eso para la conciencia hum ana ha sido
una presión de insust ent abilidad y un shock ( y com o he dicho ant es las presiones y
el sufrim ient o son las em ociones que gat illan los cam bios epocales y cult urales: una
nueva conciencia y m odo de vida hum ano) . Product o de ese shock, la hum anidad
em pieza a reart icular, a repensar t odo, y en est e repensar int ent a reconciliarse con
la nat uraleza. Pero, al hacerlo, no puede prescindir de la hist oria de la Época
Moderna. No se puede volver at rás. Por eso no se t rat a de int ent ar art icular dos

63
concepciones ( la m oderna con ot ras que habrían sido prim it ivas y encant adas) . La
hum anidad ha llegado a un punt o en que por sí sola t iene que em pezar a vivir de
ot ra m anera. La hum anidad ha vuelt o a com prender al ser hum ano com o un
devenir const it uyent e del t odo cósm ico. Y est o es sinónim o de generar una
conciencia que no puede soslayar el cont inuum de la m em oria.

—Berm an habla de un necesario reencant am ient o de la vida. Aprecia una


gravísim a descom posición en la psiquis del hom bre m oderno, debido, ent re ot ras
razones, a la velocidad y radicalidad de los cam bios hist óricos. Const at a un agudo
proceso de desint egración de la cult ura, expresada en el consum o de drogas, en la
adicción a la t elevisión, en el desenfrenado consum ism o de los ricos, en la m asiva
ingerencia de t ranquilizant es, en la corrupción generalizada. El ser hum ano
m oderno se reconoce sólo en sus bienes m at eriales, ha perdido su ident idad, ha
olvidado su pasado y carece de un diseño de vida fut ura. Sólo vive su present e. El
clim a psicológico dom inant e en el m undo occident al se caract eriza por una ext rem a
ansiedad, por una perm anent e angust ia e inseguridad. Los suicidios de
adolescent es en Est ados Unidos se habrían t riplicaron ent re 1966 y 1976; exist irían
4 m illones de esquizofrénicos, 9 m illones de alcohólicos y 10 m illones de personas
afect adas por graves depresiones; y cont inuam ent e escucham os inform aciones
acerca de la com isión de crím enes aberrant es, incluidos los perpet rados por niños y
j óvenes.

—Sin ir m uy lej os, Sant iago de Chile, con est a m oderna m odalidad
product ivist a e hiperkinét ica, en los últ im os quince años, según índices de la
Organización Mundial de la Salud, t iene una de las cot idianeidades m ás neurót icas
del planet a. Por ej em plo, en 1996, se prohibió la com ercialización sin recet a m édica
de fárm acos t ranquilizant es que son drogas variant es de las anfet am inas y eran de
consum o m asivo: la dueña de casa, el oficinist a, el profesional, et cét era. Y el
consum o de alcohol, past a base y cocaína aum ent a vert iginosam ent e en un país
que se rasga las vest iduras por el t em a de las drogas y el narcot ráfico; pero que
soslaya que est o t iene que ver con un m odo de vida. Al respect o, Mart ín Hopenhayn
escribió que la past a base y la cocaína han sido las drogas ad hoc para nuest ra
" m odernidad hiperkinét ica" .

—Sin duda, son augurios inquiet ant es, expresión de una profunda y grave
dolencia. Así com o en los finales de la Época Medieval, en que la guerra, la pest e y
el ham bre diezm aran la población europea, ahora, en los finales de la Época

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Moderna, quinient os años m ás t arde, est án apareciendo nuevos t ipo de locuras, de
insanias y de enferm edades. Algunos aut ores han llegado a pensar en la presencia
de un daño irreparable en lo m ás profundo de la conciencia colect iva occident al.
Volviendo a Berm an, lam ent ablem ent e no realiza un análisis cuidadoso y
circunst anciado acerca de cuáles serían las fuerzas sociales y cult urales int eresadas
en un cam bio de paradigm a. Para él, por el m om ent o, son fuerzas m últ iples e
inform es, ubicadas en t odo el ancho espect ro del abanico social.

—Se t rat a de un conflict o de diversas sensibilidades em ergent es versus


concepciones de m undo ant iguas e inst it ucionalizadas.

—Pero sería im port ant e reconocer est as fuerzas. Ent re las que Berm an
visualiza est án los m ovim ient os ecologist as, quienes plant ean est ablecer una nueva
relación del hom bre con la nat uraleza, algunos im port ant es grupos de cient íficos,
quienes est án inspirando nuevos paradigm as en el m undo de la ciencia. Pensadores
de diversas especialidades: sociólogos, econom ist as, filósofos, et cét era; y adem ás
poet as, escrit ores, pint ores, escult ores, digam os, en general, art ist as, quienes
rechazan la visión m at erialist a de la vida y del m undo; y los defensores de las
cult uras locales y originarias, los cuales aparecen em peñados en la conservación de
sus ant iguas t radiciones com unit arias. Personalm ent e agregaría a est a enum eración
a los m ovim ient os fem inist as, a las m inorías sexuales y cult urales y a m últ iples
grupos at raídos por concepciones venidas del Orient e. Todos ellos est án aport ando
nuevas visiones del ser hum ano y del devenir hist órico.

—Ant es de enum erar est as nuevas sensibilidades, hay que aclarar que no
responden a las paut as de com port am ient o com unes a los m ovim ient os o clases
sociales en la Época Moderna, es decir, no act úan necesariam ent e com o colect ivos
con " vocación de poder" .
Con t odo, en el Chile act ual, por ej em plo, es posible dist inguir a los
sect ores de la sociedad civil organizados en dist int as agrupaciones ciudadanas y
ONGs que part icipan en los conflict os am bient ales en defensa de la calidad de vida.
Est án los m ovim ient os indígenas: la reconst it ución aym ara en el nort e, la
reconst it ución m apuche, la defensa de los pehuenches, los rapa nui. Est án los
m ovim ient os ciudadanos que defienden espacios locales y regionales: grupos que
defienden las t radiciones en la isla de Chiloé, la gent e que defiende las t radiciones
del lit oral cent ral ant e el avance de la ola inm obiliaria, la gent e que defiende sus
barrios en las grandes ciudades, et c., y los m ovim ient os de j óvenes urbanos que, al

65
igual que en Europa, em piezan a " ocupar" casas y espacios privat izados
dest inándolos a su propio hacer cult ural.
Est án los diversos m ovim ient os de m uj eres y los de la nueva m asculinidad,
que se inscriben en la ola reflexiva ant icult ura pat riarcal. Est án los cient íficos,
art ist as e int elect uales, los m ovim ient os que reivindican el respet o a la diversidad
sexual. Est án t odas ( cada vez m ás) las personas y grupos que t rabaj an en
crecim ient o y desarrollo personal, en las neoreligiones o nuevas espirit ualidades, en
búsquedas esot éricas com o la ast rología y el t arot . Est á t oda la gent e que se
inscribe en búsquedas de m edicina prevent iva y m ilenaria, ya sea la acupunt ura, la
arom ot erapia, la hom eopat ía, et cét era., pues ya en Chile no se da la suprem acía
absolut a de la m edicina occident al alópat a, cuyo innegable m érit o es int ervenir el
cuerpo vía operaciones ( pues ha creído que el cuerpo es una m áquina a ser
reparada) , pero no necesariam ent e prom ueve la salud com o un equilibrio int egral
del individuo. Est án m últ iples form as económ icas asociat ivas, product ivas y de
servicios que hay en la sociedad civil: gent e que se organiza económ icam ent e, pero
no con fines de lucro, sino sólo con el fin de vivir bien. Est e últ im o no es aún un
fenóm eno im port ant e en Chile, pero es m uy relevant e en Europa y Est ados Unidos,
donde hast a 1999 su part icipación oscilaba ent re el 4 por cient o y el 12 por cient o
en el Product o I nt erno Brut o y en crecim ient o const ant e.

—Pet er Drucker, uno de los principales gurúes del capit alism o


nort eam ericano, afirm a que hoy día est e t ipo de organizaciones surgidas de lo
profundo de la sociedad civil son una de las fuent es principales de t rabaj o en
Est ados Unidos. Gent e que dedica varias horas de la sem ana a est e nuevo t ipo de
act ividad en las organizaciones m ás ext rañas, diversas y het erogéneas, y de esa
m anera aport a a la sociedad. Drucker es uno de los m ás célebres consult ores de las
grandes em presas capit alist as nort eam ericanas. Su últ im a obra, Más allá del
capit alism o, lleva com o subt ít ulo " La Met am orfosis de est e fin de siglo" . Hast a la
caída del m uro de Berlín, el pensam ient o de izquierda no había cesado de profet izar
el colapso del sist em a capit alist a; pero hoy nos encont ram os, ent re ot ros hechos
sorprendent es, con que un gurú venido del capit alism o nos anuncia el advenim ient o
de la sociedad poscapit alist a.
Exist e sí una diferencia im port ant e ent re las ex profecías m arxist as y la
act ual de Drucker. Para las prim eras, el colapso del capit alism o se producía por las
insalvables cont radicciones exist ent es en el seno del m ism o; en cam bio, para el
segundo la causa se halla en la radical " m et am orfosis" que est arían
experim ent ando las sociedades capit alist as. En sólo algunas decenas de años, las

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sociedades occident ales han venido cam biando casi com plet am ent e sus
concepciones de m undo, sus valores, sus est ruct uras sociales y polít icas, su art e,
sus inst it uciones.

—Claro que Drucker analiza est os cam bios desde su perspect iva
t ecnocrát ica y conservadora de la Modernidad.

—Sin duda. Para él, el capit alism o indust rial habría nacido en t orno a la
década de los set ent a del siglo XVI I I . Result a que sólo doscient os años después
est aríam os nuevam ent e at ravesando por un período de grandes e irreversibles
m ut aciones, en el lenguaj e de Drucker. Claro que en est a ocasión ellas no se
circunscriben a las sociedades occident ales: ya est am os form ando part e de una sola
civilización universal, la occident al m oderna con sus cent ros y su periferia. Por el
m om ent o nos encont ram os en el j ust o m edio del período de t ransición. Ést e
debiera concluir ent re los años 2010 y 2020, pero por ahora no es posible predecir
cuáles serán los cont ornos y perfiles definit ivos de esa fut ura sociedad
poscapit alist a; sí se puede adelant ar que será el conocim ient o t ecnológico el m ot or
principal del nuevo sist em a económ ico y que el act ual est ado nación ira cediendo su
soberanía a diversas est ruct uras m ult inacionales y cont inent ales; las front eras
nacionales t am bién irán desapareciendo o perdiendo im port ancia. Las sociedades
descansarán básicam ent e en los grandes conglom erados económ icos privados. " Las
clases sociales que conform aban el capit alism o m oderno no subsist irán" , dice
Drucker. El prolet ariado devendrá en una próspera clase m edia; la " clase obrera
t radicional" se verá reducida a m enos de un sext o u oct avo del t ot al de la población
act iva; a su vez las grandes figuras de la ant igua burguesía em presarial
nort eam ericana —Ford, Dupont , Sim m el, Rockefeller— est án siendo reem plazadas
por gest ores profesionales —la revolución de los m anagers o gerent es—, quienes
com ponen ahora las grandes t ecno- est ruct uras adm inist radoras de las
m ult inacionales. Los recursos provenient es de las caj as de pensiones y de
previsión, de fondos m ut uos y de bancos de inversión, y de las com pañías de
seguros, const it uyen la principal fuent e de acum ulación capit alist a.
Para Drucker la clase dom inant e en el sist em a fut uro serán, en prim er
lugar, los t rabaj adores del saber y los t écnicos, y en segundo lugar, los em pleados
del sect or servicios. Est ablece una diferencia definit iva ent re el ant iguo capit alism o
y el nuevo. Afirm a: " Los recursos económ icos de base ya no son el capit al ni los
recursos nat urales ni el t rabaj o; el recurso base será el saber" . Obviam ent e, se

67
refiere al saber t écnico, al " savoir faire", al " know- how" , est o es al conocim ient o
t ecnológico.
Drucker insist e en que " las fuerzas que darán nacim ient o a la sociedad y al
régim en polít ico poscapit alist a t ienen su origen en el m undo desarrollado" , algo que
t am bién he venido sost eniendo en el curso de est a conversación. En 1950 sólo un
t ercio de la población act iva est aba int egrada por el t rabaj ador de servicios; en
cam bio, en 1993, form aba las 3/ 4 part es si no las 4/ 5 part es de la población act iva
de los países desarrollados. Aunque t am bién adviert e una dism inución en el t rabaj o
de servicios: " después de t reint a años, un t ercio de las inversiones efect uadas en
los países desarrollados han est ado dirigidas a los equipos de inform át ica y
elect rónica, com put adores, fax, correos elect rónicos, t elevisión en circuit o cerrado,
et c. Y t oda est a enorm e inversión t am bién irá prescindiendo del em pleo en
servicios" . Pero es int eresant e su opinión en cuant o a que la sociedad m oderna
desarrollada ha ido ut ilizando cada vez m ás conocim ient o. En el pasado, t ant o el
siervo com o el esclavo o el t rabaj ador de las encom iendas, y en los siglos XI X y XX
el obrero fabril, no necesit aban t ener m ayores conocim ient os.

—Est ar perm anent em ent e diciendo que la sociedad que viene es la


sociedad del conocim ient o, ya es un lugar com ún. Pues, desde que exist e sociedad,
la acción del hom bre y la m uj er se const it uye sobre la base de det erm inado
conocim ient o. Lo hum ano es lenguaj e y en consecuencia siem pre es conocim ient o.
El obrero indust rial o el siervo de la gleba que le precedió, o quien sea, para hacer
cualquier acción debía t ener un " know- how" , un conocim ient o previo.
Ahora, obviam ent e lo que hoy est á ocurriendo, com o vivim os en una
sociedad t ecnologizada, es que se requiere cada vez m ás de conocim ient os
especializados, t écnicos. Se t rat a de niveles de especialización, de niveles de
conocim ient o; pero en lo sust ant ivo t oda sociedad, ayer y hoy, se ha est ruct urado
sobre la base de conocim ient os.

—Pienso que est ás haciendo una afirm ación ligera. Hast a el siglo XVI I I sólo
m uy escasos t ipos de t rabaj o exigían algún t ipo de conocim ient o. Ni siquiera las
clases alt as nobiliarias, incluidos sus reyes y em peradores, sabían leer o escribir. El
colosal avance de la Época Moderna se debió, ent re ot ras causas, a la creación de
enorm es servicios públicos de enseñanza, a la am pliación de las universidades, a la
fundación de una m ult iplicidad de inst it ut os de educación especializada. Hoy día, el
dram a del t rabaj ador no calificado, en cualquier sect or, es la falt a de oport unidades
de t rabaj o. Los presupuest os de educación en los países desarrollados han

68
alcanzado m ás del 10 por cient o del product o nacional, en circunst ancias de que
hace cuarent a años no llegaban al 3 por cient o. El gast o m ilit ar en esos países es
del orden del 5 al 6 por cient o del product o, est o es, not oriam ent e inferior al gast o
en educación ( sólo en Chile ocurre exact am ent e lo cont rario, el gast o m ilit ar es
aproxim adam ent e del 5 por cient o y el gast o t ot al en educación no llega al 2,5 por
cient o) . La inversión en conocim ient o es t al vez la m ayor de t odas com parada con
la realizada en ot ros sect ores, y ello se debe a que el conocim ient o se ha
t ransform ado en un art ículo de prim era necesidad y hast a la gent e m ás m odest a y
hum ilde desea que sus hij os adquieran una educación superior. Y no sólo m e est oy
refiriendo a la educación im part ida en los servicios públicos, sino t am bién —en
Europa y Est ados Unidos por ciert o— en m uy diversas inst it uciones creadas por las
grandes em presas privadas. Por ej em plo, la gigant e em presa t elefónica Bell fundó
hace algunos años un inst it ut o de form ación superior especializado en ciencias
físicas y, debido a sus invest igaciones, 21 de sus cient íficos han obt enido el Prem io
Nobel y 31 han ganado la m ás fam osa dist inción ot orgada por el Congreso de los
Est ados Unidos. Sólo Bell congrega a no m enos de 50 de los cient íficos m ás
im port ant es en sus respect ivas m at erias, y est o ocurre práct icam ent e en t odos los
grandes conglom erados privados m ult inacionales. Las inversiones de las em presas
farm acéut icas en el rubro de invest igación del genom a hum ano alcanzan a m iles de
m illones de dólares. No sólo las universidades, públicas y privadas, sino t am bién
una enorm e m ult iplicidad de inst it uciones, m uchas de las cuales son sin fines de
lucro, est án dedicadas a producir e im part ir conocim ient o.

—Reconozco la com plej ización de nuest ras sociedades, de hecho hoy casi
t odos sabem os leer y escribir; claro que obviam ent e nadie podría sost ener que esos
inst rum ent os, t an recient es, agot an el conocim ient o en la larga hist oria hum ana.
Asim ism o reconozco la act ual eclosión de saberes y hacer es en la especie ( hoy
viven m ás t écnicos y t rabaj adores de la ciencia que en t oda la hist oria ant erior) y
reconozco el papel que adquiere la educación y la especialización t ecnológica en
sociedades que t ienden a ser incluso " alfabet izadas" inform át icam ent e.
Pero insist o que lo ligero es el lugar com ún de hablar de una sociedad del
conocim ient o, sin que se realice un debat e que com plej ice el t em a. Sobre t odo
porque se suele asignar el valor de bueno a que sea una sociedad del conocim ient o
especializado y de esa m anera parece una invit ación a que la gent e t enga que
lograr una especialización t écnica, desvirt uando así el saber en su dim ensión
int egral de am or a la sabiduría, de am or al vivir asom brados. Así se valoriza el
conocim ient o t écnico de personas con una especialización apabullant e, pero que a

69
la vez saben m uy poco de la com plej idad de la vida, pues se despoj an del asom bro
y de cualquier libert ad creat iva propia del am or al conocim ient o. Ocurre así la
paradoj a de que est a supuest a " sociedad del conocim ient o" t iende a " robot izar" a
los seres hum anos. Y eso es m uy grave, pues de esa m anera podem os abandonar
el asom bro que ha sido la em oción fundant e de lo hum ano; asom bro que es clave
incent ivar en la com plej idad del present e.

—Sólo int ent o dest acar el aum ent o espect acular de los gast os dest inados a
educación e invest igaciones cient íficas y t ecnológicas en t odos los dom inios del
saber.
Ahora, dist int o es el t em a al cual t ú t e refieres, vale decir el t ipo de
conocim ient o a que debem os aspirar. Coincido cont igo en que la t endencia a radicar
t odo el saber en aspect os exclusivam ent e t écnicos dest inados a opt im izar la
producción y la ganancia es absolut am ent e equivocada y de cort a vist a. Pero no es
por el m om ent o la t endencia m ás generalizada en Europa, ni siquiera en Est ados
Unidos. Ésas son sociedades que han acum ulado una cant idad im presionant e de
conocim ient os y saberes, no sólo en el cam po propiam ent e económ ico. El
conocim ient o, en t odas sus form as y en t odos los est rat os sociales, ha pasado a
const it uirse en el fact or m ás decisivo en el desarrollo de un país. La base de
est udios y conocim ient os que se exige en las act uales sociedades m odernas es
infinit am ent e superior a la que t uvo cualquier ot ra sociedad.
Aún cuando el porcent aj e de t rabaj adores en las act ividades indust riales
product oras de bienes se ha reducido not ablem ent e, la product ividad ha ido
creciendo en form a sust ancial, debido ent re ot ras razones al espect acular avance
del conocim ient o t ecnológico.

—De ahí que algunos analist as con m ayor sensibilidad social plant ean
dism inuir las horas de t rabaj o para redist ribuir los em pleos.

—Ést a ha sido la propuest a del prim er m inist ro francés, Leonel Jospin:


reducir el t rabaj o a 35 horas a la sem ana y así poder redist ribuir m ej or el em pleo.
Lo curioso del caso es que en el capit alism o descrit o por Drucker no sólo el t rabaj o
m anual se halla en vías de desaparición, sino adem ás el capit alist a propiam ent e t al,
y por ello Drucker, caricat urizando un t ant o la sit uación, habla de un " capit alism o
sin capit alist as" . Millones y m illones de t rabaj adores fabriles y de servicios, a t ravés
de sus fondos previsionales, est án accediendo a la propiedad de las em presas, aún
cuando la adm inist ración de est os fondos corresponda a em presas especializadas

70
para est os efect os. En Est ados Unidos, el act ivo de las m ás grandes inst it uciones
adm inist radoras de est e t ipo de fondos se encaram a a varias m illardas de dólares,
cifra que sobrepasa con m ucho a los m ás grandes capit alist as individuales del
pasado.
Por lo m ism o, dar part icipación a est a nueva clase de propiet arios en la
gest ión de sus fondos de pensiones es un t em a de discusión en est os m om ent os en
varios países de Europa. Según Drucker, a fines de 1992, los inversionist as
inst it ucionales eran propiet arios de no m enos del 50 por cient o de las grandes
em presas nort eam ericanas. En ot ras palabras m illones de t rabaj adores han
accedido a la propiedad del capit al, aun cuando no dispongan de la facult ad de
adm inist rarlo. La m ás im port ant e caj a de ret iro nort eam ericana —la de los
em pleados del gobierno federal— en los hechos est á siendo adm inist rada por
funcionarios asalariados, elegidos por ellos m ism os. No es el caso de las AFP en
Chile, las cuales const it uyen el m ayor poder de ahorro —35.000 m illones de
dólares.
Com o ya dij e, ot ro aspect o nuevo y relevant e de est as sociedades
capit alist as es el surgim ient o de una ext raordinaria m ult iplicidad de act ividades o
t rabaj os no propiam ent e realizados con fines lucrat ivos. En Est ados Unidos exist e
m ás de un m illón de organizaciones sin fines de lucro y, según Drucker, ést as se
han ido t ransform ando en la principal fuent e de em pleos. Un am ericano adult o de
dos —90 m illones de personas— consagra al m enos t res horas de t rabaj o por
sem ana a est as act ividades, sea en iglesias, hospit ales, est ablecim ient os de salud,
servicios com unit arios, boy scout s, Cruz Roj a, m édicos sin front eras, innum erables
ONG, organism os de readapt ación com o el Ej ércit o de Salvación, luchas cont ra el
alcoholism o o la drogadicción, en defensa de m uj eres golpeadas, de ayuda a los
ancianos o de apoyo a personas con enferm edades t erm inales, cent ros de niños,
et cét era.
Lam ent ablem ent e Drucker dej a al m argen de su reflexión t em as de la
m ayor t rascendencia, ent re ot ros: globalización, ecología, aum ent o de las
desigualdades, concent ración de la riqueza.

71
6

MUTACIÓN HISTÓRICA GLOBAL:


TRECE GRANDES TRANSFORMACIONES

HERNÁN DI NAMARCA: —En el capít ulo ant erior hem os puest o el acent o en
la m irada de varios aut ores. ¿Cuál es su visión sobre el cam bio epocal?

CARLOS ALTAMI RANO: —No m e inscribo en la perspect iva opt im ist a de


quienes se ubican en un pensam ient o neoconservador ni t am poco en las visiones
apocalípt icas cont enidos en m ás de un inform e cient ífico. Por un lado, los
pesim ist as piensan que el m undo m archa hacia un caos im parable, hacia un
cat aclism o ecológico o hacia un apocalipsis nuclear. Del ot ro lado est án los
opt im ist as que, por ext raña paradoj a de la hist oria, se agrupan básicam ent e en el
act ual pensam ient o neoconservador cat ólico. Ellos confían en el " progreso" y creen
a pie j unt illas en la capacidad de la ciencia y de la t ecnología para solucionar
cualquier problem a que pudiera surgir, por grave que fuera. Personalm ent e, creo
que est as visiones y percepciones no consideran debidam ent e el radical cam bio
hist órico por el cual t ransit am os.

—Qué bueno que inicie así su reflexión, pues claro que son falsas
disyunt ivas el opt im ism o ciego y el pesim ism o apocalípt ico ( y el pesim ism o cínico,
agregaría yo) . El fluir hist órico est á vivo, lo est am os const ruyendo, y es
im prescindible ubicarse en la com plej idad del present e. El ideogram a chino para
referirse a Crisis evoca dos concept os occident ales, riesgo y oport unidad, y
efect ivam ent e la act ual crisis es un riesgo de aut odest rucción y a la vez una
oport unidad: ust ed sabe que el fut uro se const ruye desde la m em oria y desde
nuest ros gest os e im aginación creadora en el present e.

—Ent onces hagam os m em oria y ubiquém onos en la com plej idad del
present e. La civilización occident al m oderna ha sido la prim era y la única fundada
en la razón hum ana y, t al vez por lo m ism o, la m ás exit osa de t odas; pero t am bién

72
ha sido ext raordinariam ent e violent a, agresiva y dest ruct ora. Ant es de cum plir dos
siglos de m adurez y de llegar a su pleno esplendor, ha ent rado nuevam ent e en un
radical y veloz proceso de t ransform aciones. Pero est a vez los cam bios no sólo
est án afect ando a su propia realidad int erna, sino que t am bién han concluido
arrast rando en su vorágine a t odas las sociedades del planet a. El nuevo im pulso de
cam bio proviene, al igual que en 1500, de una m ult iplicidad de causas y fenóm enos
diversos, aunque t odos ellos encuent ran su origen últ im o en la feroz dinám ica de
cam bios que ha venido caract erizando a la civilización occident al m oderna desde
sus inicios. Por ahora, enum erém oslos.
Prim ero exist en dos pot ent es fenóm enos, causa y efect o a su vez, del
cam bio epocal: el ecológico y el dem ográfico. Según sea su desarrollo y event ual
cont rol, podrán producir efect os irreversibles t ant o en la vida hum ana com o en la
exist encia m ism a del planet a.
Luego reconozco cinco grandes fenóm enos de origen t ecnológico que est án
t eniendo una influencia crucial en el com port am ient o hum ano. Uno, la revolución
inform át ica y t ecnológica, que anuncia el fin del t rabaj o hum ano com o hast a ahora
lo hem os conocido. Dos, el derivado de las invest igaciones biot ecnológicas. Para m í,
será ést e el cam bio m ás revolucionario de t oda la hist oria hum ana. Por prim era vez
la hum anidad ha com enzado a int ervenir en la creación y evolución de las especies
vivient es, incluida la hum ana. Tres, el descubrim ient o de la energía nuclear.
Cuat ro, la revolución en las t elecom unicaciones y en la inform át ica, cuya expresión
fundam ent al es I nt ernet . Y quint o, la prodigiosa avent ura espacial, cuyas
consecuencias aún son im previsibles. Debe considerarse que cada uno de est os
colosales avances cient ífico- t ecnológicos recién est án com enzando a producir sus
efect os y a desplegar sus pot encialidades, t ant o posit ivas com o negat ivas.
Un oct avo proceso sería el que est á conduciendo a la gran t ransform ación
del sist em a capit alist a, el cual ha pasado a ser m uy diferent e al ant iguo capit alism o
de los siglos XVI I I y XI X.
La novena de las grandes t ransform aciones t iene su origen en la llam ada
" globalización de la econom ía" , t endencia hoy día dom inant e en t odos los países de
la t ierra.
La décim a gran t ransform ación es la provocada por la " occident alización del
m undo" , la cual est á conduciendo a la pérdida crecient e y acelerada de las
ident idades de los pueblos no occident ales y de las dist int as civilizaciones aún
sobrevivient es.
Tam bién se est á produciendo una onceava gran t ransform ación en el plano
de la subj et ividad hum ana: el fin de las ideologías m odernas, de los principios y

73
creencias fundant es de la Modernidad, fin de los ant iquísim os pat riarcalism os,
barridos por la rebelión de los pot ent es m ovim ient os fem inist as ( y con ello t am bién
se indica el fin de la fam ilia t radicional) .

—Est a sí que es una revolución, pues se hace carne en nuest ros


sent im ient os m ás ínt im os. En ella part icipan el cuerpo, el sexo, los afect os y el t rat o
m ás cot idiano de hom bres, m uj eres y niños.

—Una duodécim a t ransform ación sería la que est á ocurriendo en el


escenario hist órico geopolít ico, donde el " socialism o real" se colapsó y donde han
aparecido nuevos e im port ant ísim os agent es o act ores de la hist oria: em presas
privadas t ransnacionales gobernando la econom ía del m undo, m iles de
organizaciones no gubernam ent ales ( ONGs) . Tant o las em presas m ult inacionales
com o las ONGs int ernacionales disponen de una influencia en sus respect ivos
ám bit os m uy superior a las de cualquiera de los 180 Est ados naciones del m undo.
Y por últ im o ocurre una decim ot ercera gran t ransform ación: el surgim ient o
de nuevos paradigm as cient íficos. Por el m om ent o ést os no se expresan en
realidades concret as, en pensam ient o polít ico, en visiones de m undo o en la
em ergencia de nuevas filosofías de vida, pero, sin lugar a dudas, t al com o ya
ocurriera en el pasado, t rast ocarán profundam ent e las ant iguas percepciones y
cert ezas acerca de la realidad y del m undo.
Est as t rece grandes t ransform aciones est án ínt im am ent e ent relazadas, son
causas y efect os sim ult áneam ent e unas de ot ras, y hago est os dist ingos ent re las
t rece exclusivam ent e por razones pedagógicas. Se t rat a de un proceso global único,
pero con t res caras diversas: la de la m undialización de la econom ía capit alist a, la
de la posm odernización de las sociedades europeas y la de la m odernización u
occident alización de las rest ant es sociedades del m undo.

—Lo que ust ed llam a occident alización de las rest ant es sociedades, esa
pérdida de ident idad en el rest o del m undo, ha result ado del caráct er hast a hoy
hegem ónico de la expansión occident al m oderna. Ha sido y es un hecho m oderno.
Sin em bargo, un signo posm oderno de la act ual planet arización ( un proceso cult ural
posm oderno que no es lo m ism o que la globalización económ ica) es una fuert e
t endencia a la revaloración de la pert enencia cult ural. Por ej em plo, en Am érica
vem os que los pueblos hist óricam ent e dom inados em piezan a revalorar cada vez
m ás su cult ura. Lo que digo es que en est e t em a hoy asist im os a un proceso t an
com plej o com o la m ism a t ransición epocal: por un lado opera est a pérdida de

74
ident idad y por ot ro em erge una revaloración de la cult ura local y regional, aunque
sum ida en una nueva conciencia de ident idad hum ana planet aria.

—No niego la exist encia del diálogo ent re las diversas cult uras, al que t ú t e
est ás refiriendo. No se t rat a de una calle con una sola dirección. Sin em bargo, el
im pulso fundam ent al lo visualizo viniendo del m undo occident al, léase Est ados
Unidos y Europa. Al rest o de países del m undo sólo cabe reaccionar frent e al
im pact o occident al. Nunca ant es un m ovim ient o hist órico había poseído t al
dinám ica universal. Si China experim ent aba algún cam bio, ést e producía sus
efect os sólo en su área de dom inación. I gual ocurría, en m ayor o m enor m edida,
con las civilizaciones griegas, persas, rom ana o azt eca. Lo nuevo de hoy es que
ninguna civilización o cult ura, china, hindú, et cét era, logrará escapar a est e
pot ent ísim o m ovim ient o de caráct er planet ario.

—¿Cóm o se expresa est e m ovim ient o?

—Present a m últ iples expresiones. Una de las principales es la expansión


del nuevo sist em a capit alist a. Sin duda, el proceso de expansión de la econom ía
capit alist a viene de m ucho ant es, en los hechos nace en 1492. La gran diferencia
con los procesos colonialist as e im perialist as ant eriores reside en que, est a vez, no
se t rat a de una im posición m ilit ar de las pot encias cent rales. Est a vez no llegan
dest acam ent os de " m arines'' nort eam ericanos ni cuerpos expedicionarios belgas,
franceses o ingleses a im poner la acept ación de valores o inst it uciones de m at riz
occident al ni a exigir que se perm it a el ingreso de sus capit ales ni de sus
t ecnologías.

—La singularidad del act ual proceso de int egración m undial, j unt o a la
exist encia de un m ercado m undial que deviene desde hace larga dat a, radica en
aspect os propios de la cult ura, de lo com unicacional, de la conciencia hum ana. Por
prim era vez el ser hum ano est á enredado en una red com unicacional y, com o ust ed
decía, hem os ent endido que no vivim os en cult uras que son com part im ent os
est ancos, sino que adquirim os conciencia planet aria sobre desafíos y problem as que
son globales ( la ecología, la sobrepoblación, por ej em plo) . Est e sí que es un dat o
nuevo y el que realm ent e im port a cuando hablam os de planet arización.

—Est oy de acuerdo en la enorm e im port ancia de est a red com unicacional


universal. Sin em bargo, insist o que lo m ás sorprendent e, com o ya lo dij era

75
Toynbee, radica en la fascinación y seducción ej ercida por la civilización occident al
m oderna sobre el rest o de las cult uras y pueblos del planet a. México, a pesar de
sus hist óricos conflict os con Est ados Unidos y de sus sent im ient os profundam ent e
ant inort eam ericanos, se ha precipit ado a pedir su incorporación al Naft a. Turquía,
ex capit al del I m perio t urco ot om ano, de cult ura islám ica, en guerra por m ás de
quinient os años con Occident e, est á solicit ando ser adm it ida en la Com unidad
Europea. Y en est e ext rem o del sur del m undo, Chile ha insist ido en ser adm it ido al
Naft a, y no han falt ado países, com o Ecuador, que " dolarizaron" su econom ía, vale
decir, en renunciar a la soberanía m onet aria. La nueva ola expansiva, a diferencia
de la iniciada en 1492, exhibe com o caract eríst ica cent ral el hecho de no est ar
fundada en una im posición de caráct er m ilit ar, sino en la libre acept ación de la
hegem onía occident al.

—La civilización occident al m oderna t al com o se ha ent endido en los


últ im os siglos, cuyas caract eríst icas hoy defienden los int egrist as m odernos,
t am bién t enderá a experim ent ar " t ransform aciones t an profundas y radicales" . Digo
int egrist as, porque a los neoliberales, hoy día dom inant es, los asocio a los
int egrist as m usulm anes. En lo sust ant ivo son lo m ism o: en la act ual com plej idad
del cam bio epocal, pret enden defender cosas que est án necesariam ent e
cam biando.

—Por las m ism as razones, pienso que asist im os a la posm odernización de


las m odernas sociedades europeas y nort eam ericana. La viej a querella ent re
" m odernos y ant iguos" ha cam biado sust ancialm ent e. Lo m oderno hoy ha pasado a
ser lo ant iguo y, por lo m ism o, los conservadores han devenido en defensores de la
m odernidad. El elan que m ot ivara a los hom bres del Renacim ient o —Miguel Ángel,
Leonardo, Maquiavelo, Gut enberg y Colón, a Lut ero y Calvino, a Copérnico, Galileo,
Newt on y Descart es, a Erasm o y Locke, a los Enciclopedist as del siglo XVI I I , a los
burgueses capit alist as pioneros de la revolución indust rial inglesa y a los liberales
im pulsores de la revolución polít ica francesa—, ese espírit u y esas ideas fundadoras
de la Época Moderna, se encuent ran ya a nuest ras espaldas y carecen de fut uro.
Un nuevo espírit u, nuevas dinám icas, nuevos act ores hist óricos, nuevos
valores y creencias, nuevos sist em as product ivos, nuevas t ecnologías, nuevos
m ovim ient os sociales y polít icos, nuevas form aciones fam iliares, han venido
surgiendo del oscuro y confuso m agm a hist órico del present e y son quienes
conform arán el nuevo m undo de la Posm odernidad. Pero la em ergencia de t odas
est as nuevas realidades y fenóm enos no nos est á anunciando la decadencia y fin de

76
la civilización occident al. En m i opinión, ést a se halla aún m uy dist ant e de haber
cum plido su periplo hist órico y, cuant o m ás, se encont raría en una " huida hacia
adelant e" .

—Me parece cont radict oria esa reflexión: por un lado afirm a que la
civilización m oderna occident al es lo ant iguo y a renglón seguido que est á en
proceso de expansión y en una " huida hacia adelant e" .

—La Época Moderna occident al se halla com prom et ida en un fort ísim o
proceso de expansión hacia su periferia, pero sim ult áneam ent e se encuent ra
inm ersa en una gran t ransform ación int erna. Por est a razón hablo de la exist encia
de dos procesos hist óricos: la occident alización de los países no occident ales y la
posm odernización de los Est ados naciones m odernos. Aunque se hallan
inext ricablem ent e ent relazados, son, sin em bargo, dos procesos con orient aciones
dist int as.
Uno, los países no occident ales parecen ansiosos y obsesionados por
m odernizarse; dos, los m odernos parecen cansados y hast iados de t ant a
m odernidad. Los grandes logros y espect aculares éxit os de la m odernidad la est án
sim plem ent e asfixiando. Son espect aculares los éxit os en el aum ent o de las fuerzas
product ivas, en la inst alación de una red com unicacional de dim ensión planet aria,
en el logro de alt os prom edios de vida, en la avent ura espacial, et cét era; pero los
principios e ideas que concluyeron en la invención de la Época Moderna se han ido
agot ando y no est án en condiciones de dar respuest as a los nuevos desafíos que
han sido product o, precisam ent e, de los brillant es éxit os m encionados.
Porque fue sin duda un éxit o llegar a un prom edio de vida de ochent a
años; pero ést e crea a su vez innum erables problem as nacionales y m undiales. Fue
un éxit o el inm enso aum ent o de las fuerzas product ivas, pero la ecología de Europa
ha quedado cruelm ent e devast ada por el at roz crecim ient o de est a m áquina de
producción. Fue un éxit o la const rucción de m aravillosas y am plias aut opist as, de
t renes de 350 km por hora, de larguísim os t úneles baj o los Alpes y baj o el m ar, de
bellos y grandiosos aeropuert os; pero la j uvent ud de Europa se ha cansado de est a
feroz y descont rolada urbanización. Fue un éxit o reem plazar los ant iguos reinos
absolut os parcelados en cent enas de feudos por sólidos Est ados naciones; pero
ést os a su vez desem bocaron en t erribles y dest ruct ivas guerras frat ricidas.
En fin, t odos est os éxit os est án exigiendo una t ransform ación profunda de
las viej as sociedades europeas: los inicios de est e nuevo m ilenio los encuent ra
com prom et idos en un im presionant e esfuerzo de radical reest ruct uración de sus

77
Est ados, de sus naciones, de su ecología y de su sist em a económ ico, de sus
ideologías y de sus valores ét icos. Europa est á repensándose a sí m ism a. En est e
sent ido he calificado de ant iguas a las sociedades m odernas. Pero al m ism o t iem po,
sociedades que se encuent ran en t an crucial y creat ivo est ado de repensarse y de
reconst ruirse a sí m ism as, no pueden considerarse en proceso de decadencia y de
ext inción. Y de aquí m e ha venido a la m ent e la im agen de una " huida hacia
delant e" . Term inar con sus viej os Est ados, sus ant iguas front eras nacionales y con
sus econom ías com part im ent adas revelan un act o de suprem a audacia. Para m edir
las enorm es dificult ades que im port a la act ual reconst rucción del viej o cont inent e
europeo, debem os pensar por algunos m om ent os en nuest ra pobre realidad
iberoam ericana, apegada aún a sus front eras nacionales, defendiendo soberanías
crim inales y anacrónicas y nacionalism os dest it uidos de real sust ent o hist órico.
Est a sit uación no es com parable con la del I m perio rom ano, que a fines del
siglo V d. C. se hallaba inm erso en una obj et iva descom posición, ent re ot ras
m uchas causas debido a las cont inuas invasiones bárbaras; ni t am poco con la Edad
Media, feudal y crist iana, de finales del siglo XI I I y com ienzos del XI V, que
at ravesaba por una dram át ica crisis de ineficacia, im pot encia y corrupción. El
ham bre y las pest es habían diezm ado a la población europea. Ni el ocaso del
I m perio rom ano ni el fin de la Edad Media adm it en com paración con la act ual
sit uación de la civilización occident al europea en est os inicios del t ercer m ilenio.

—Dos com ent arios. Prim ero, en rigor no son las sociedades europeas en
abst ract o las que se est án repensando a sí m ism as; son hom bres y m uj eres
inspirados por un nuevo m odo de vida crít ico a la Época Moderna quienes, no sólo
en Europa y en un com plej ísim o proceso hist órico, est án cam biando su ant iguo
m undo m oderno. Por eso, y ahora lo digo, no com part o así a secas lo que ust ed
dij o al inicio de est e capít ulo, que " ant es de haber alcanzado su plena m adurez" la
Modernidad inicia su aut ot ransform ación. No, pienso que la Modernidad ya t iene
siglos de exist encia, ya alcanzó su m adurez ( un bot ón son sus act uales presiones
hacia la insust ent abilidad) , y desde ahí se aut ot ransform a t ant o orgánicam ent e
com o por el encuent ro con ot ras cult uras.
Y segundo, difiero radicalm ent e de su últ im a apreciación respect o a que el
present e no es com parable con ot ras t ransiciones epocales. Hay una cant idad
enorm e de indicadores, de presiones hacia la insust ent abilidad, que expresan una
descom posición de la Época Moderna y el orden social por ella creado. Si asum im os
que el m undo m oderno se ha globalizado, no podem os dej ar de at ender los hechos
de violencia, genocidio y ham bre que se viven en África y Am érica Lat ina por

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ej em plo, precisam ent e com o result ado de la evolución de un sur " int egrado" con
sus " venas abiert as" —parafraseando a Galeano— desde hace siglos al m undo
m oderno y hoy al m undo global. En Europa y Est ados Unidos t em en la am enaza de
la em igración de la pobreza y de los " bárbaros" del sur; el surgim ient o de nuevos
virus y enferm edades inm anej ables; el desencant am ient o de la j uvent ud; las
drogas, el narcot ráfico; los desbordes de la indust ria arm am ent ist a hacia la quím ica
y la biología; la crisis am bient al y ecológica que nos t iene ad port as de la
aut odest rucción com o especie; el riesgo de accident es t ecnológicos y
biot ecnológicos; el est rés síquico del habit ant e de las m egalópolis ( al respect o, es
m uy sugerent e el est ado de ánim o que t rasunt a el buen cine nort eam ericano, sólo
m encionaré una película recient e y t rágicam ent e not able: Magnolia) . En sínt esis, el
m undo act ual t iene un conj unt o de caract eríst icas que podrían ser perfect am ent e
m at eria para un sím il ( aum ent ado incluso) con lo que ocurrió en esos ot ros
períodos hist óricos de decadencia.

—Adm it o que puedan exist ir argum ent os y razones para pensar en la


declinación definit iva e inexorable de la civilización occident al m oderna. Aún m ás,
est oy de acuerdo con part e de t u enunciación acerca de las cat ást rofes y horrores
que han venido acum ulándose sobre los cielos de la Modernidad.
Pienso, sí, que t e equivocas al dar por concluido el proceso de globalización
m undial. En m i opinión, las grandes t ransform aciones a que nos hem os venido
refiriendo recién se est arían iniciando; por lo m ism o, m e resist o a hablar de una
globalización ya concluida o de haber ya ingresado a la nueva época posm oderna o
incluso de haber t erm inado la m odernización de los países no propiam ent e
occident ales. La colosal reest ruct uración del sist em a capit alist a, sus m últ iples
adquisiciones, fusiones y OPAS, cada una de ellas evaluada en m iles de m illones de
dólares est án realizándose recién en est os días, a nuest ra vist a; la m ayor de t odas
ha alcanzado a los 180.000 m illones de dólares ( Vodafone- Mannesm ann) . La
globalización, provisoriam ent e definida com o la expansión del capit al y de la
t ecnología indust rial al rest o de los países del m undo, aún se encuent ra en pañales.
I nt ernet acaba de aparecer, su m asificación y sus efect os recién com ienzan a ser
conocidos; por lo m enos será necesario esperar un par de generaciones para
apreciar su real pot encialidad de t ransform ación. El día que, por decir una cifra, un
30 por cient o de las escuelas, universidades, hospit ales, servicios públicos y
em presas privadas de los principales países del m undo cuent en con est as redes
com unicacionales y est én conect ados con I nt ernet podrem os hablar de la real
globalización de las com unicaciones en el m undo. Muy poco o nada sabem os de los

79
result ados de la avent ura espacial em prendida por los grandes países indust riales y
de sus efect os en m últ iples dom inios hum anos. El hom bre ha abiert o una inm ensa
vent ana al universo y recién se est án enviando sondas al rest o de los planet as. Sólo
en est os años se ha iniciado la clonación. En biogenét ica t am bién nos encont ram os
en pañales. Est as nuevas experiencias, espaciales, biot ecnológicas y
t elecom unicacionales, recién est án com enzando a m adurar y a ser conocidas. Sin
duda el siglo XXI podrá ver y conocer la aparición de nuevas y aún m ás
deslum brant es t ecnologías.

—Respect o al devenir hist órico es im posible profet izar. Seguram ent e las
conquist as t ecnológicas que ust ed m enciona t endrán cont inuidad, aunque no
sabem os qué conciencia hum ana devendrá con ellas.
Tam poco pienso que la planet arización est é t erm inada; por el cont rario,
recién se inicia, lo que sí pienso que debe ser ( y est á siendo) crit icado en el act ual
cam bio epocal es la globalización econom icist a, caract eríst ica de la Modernidad y
cuyo present e es su m áxim a expresión. Lo que sí pienso es que la Época Moderna
occident al est á desapareciendo ( en rupt ura y cont inuidad) , en el sent ido de que en
el act ual cam bio epocal t am bién ella est á siendo fecundada por la em ergencia de
nuevos valores y práct icas hum anas. Por ej em plo, el I m perio rom ano vivió una
decadencia y sim ult áneam ent e hubo rupt ura y cont inuidad. No olvidem os que la
civilización m edieval se llam a civilización m edieval crist iana, y el crist ianism o ya se
había inst alado en el seno del I m perio. Del m undo rom ano se hereda la ley rom ana
y la t radición griega, que va a ser recuperada m ás t arde por el m undo occident al. Y
en el caso de la Edad Media, ést a se descom pone, surge lo m oderno, pero ciert as
conquist as, ciert as t radiciones del m undo m edieval, pasan a la Época Moderna.
En el act ual cam bio de época, es ciert o que la civilización occident al se ha
expandido hacia el m undo y le legará algunas de sus conquist as; pero prefiero
m arcar la diferencia y decir que en el fut uro la civilización occident al no va a ser la
m ism a —ya nacieron los valores y suj et os sociales que la est án crit icando—, que ha
ent rado en decadencia, y será ot ra cosa.

—Est oy de acuerdo con que en el fut uro la civilización occident al ya no será


la m ism a. Toda m i argum ent ación apunt a precisam ent e a sost ener la exist encia de
un cam bio civilizacional. Claro que por el m om ent o la civilización occident al
m oderna no se encuent ra asediada por un enem igo ext erior, com o ocurriera hast a
la caída del m uro de Berlín en 1989.

80
—Est á asediada por sus propios dem onios int eriores ( ent re parént esis, en
t odo caso, com o ya vim os, el m arxism o t am bién fue una creación de la civilización
occident al m oderna) .

—Mi hipót esis fundam ent al, aunque pudiera parecer cont radict oria,
consist e en pensar que los grandes desafíos a los cuales est án enfrent adas las
sociedades m odernas, o si así quieres llam arlos, los " dem onios" , no provienen t ant o
de sus fracasos, com o de sus éxit os. La dinám ica del m undo m oderno ha conducido
a m ult iplicar por m il las fuerzas product ivas, a quint uplicar la población en sólo un
siglo, a duplicar los prom edios de vida, a urbanizar gran part e del planet a, a
com unicarse con cualquier punt o de la Tierra en sólo fracciones de segundo. Es ést a
la m ayor de las paradoj as: las vict orias de la civilización m oderna la est arían
conduciendo a su sepult ura.

—El m oderno Carlos Marx dij o que el capit alism o generaba sus propios
sepult ureros: el prolet ariado; hoy podríam os decir que " los éxit os de las t areas que
la Época Moderna se propuso han sido sus sepult ureros" .

—Sim plem ent e no es posible cont inuar con el gran éxit o de quint uplicar la
población en sólo un siglo; no exist e sist em a alguno de previsión que t olere est os
nuevos éxit os. La Tierra carece de las m at erias prim as y de los com bust ibles
necesarios para alim ent ar un sist em a product ivo en t an dram át ica expansión. Ha
sido t an asom brosa la creación de riquezas y, a su vez, su gigant esca
concent ración, que ello est á exigiendo crear nuevos m ecanism os de dist ribución
global de los ingresos. Y el not able éxit o del hom bre en el dom inio de la nat uraleza
est á alt erando en form a irreversible los equilibrios ecológicos y dañando
gravem ent e la int egridad de la biosfera.

—Cada época hist órica se acaba cuando al ser hum ano ya no le result a
viable vivir en ella, cuando el ser hum ano ya no soport a las presiones hacia la
insust ent abilidad. Eso est á ocurriendo en los finales de la Época Moderna. Sin duda
que la soberbia ( el desprecio por las dem ás cult uras y una adoración por su propia
excelencia) , t an com ún a la hum anidad m oderna, no se ha apoyado en la nada,
sino que se apoya en esas realidades que ust ed llam a éxit os. Pero llega un
m om ent o en que esos " éxit os epocales" se agot an y nos dam os cuent a de que ese
m odo de vida no puede seguir y t iene que generarse un m odo dist int o.

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La Época Moderna ha sufrido una dram át ica paradoj a: la eficiencia de la
m odernidad realm ent e exist ent e, su ut opía de la alt a product ividad ( si incluso,
según el filósofo Ernst Jung, la Modernidad se inicia con la m asificación del uso del
reloj m ecánico que nos habría dot ado de la capacidad de m edir m ás
exhaust ivam ent e el t iem po para así aut o dot arnos de una m ayor eficiencia
product iva) ; bueno, esa eficiencia product iva niega la m ás im prescindible eficacia
vit al: la reproducción de la vida en la biosfera. Y eso, sim plem ent e, es la
decadencia de una época.

—Tú piensas el período act ual com o una expresión de la decadencia de la


civilización m oderna occident al. En cam bio yo visualizo el act ual período com o una
época de t ransición y, en consecuencia, de grandes t ransform aciones. Sit úo el
acent o del proceso act ual en la pot ent e dinám ica de est os grandes cam bios
económ icos, polít icos, t ecnológicos y m orales. No se t rat a en consecuencia de una
civilización en im parable decrepit ud, sino de una civilización en veloz, radical y
violent a t ransform ación. Por ciert o, ella devendrá en ot ro t ipo de civilización, de
m uy dist int a nat uraleza. Procesos económ icos, nuevas fuerzas sociales,
descubrim ient os cient íficos y t ecnológicos, cam bios sust ant ivos en el orden
geopolít ico m undial: t odo ello se halla en el origen de est e cam bio de m undo. No es
el ham bre, com o podría decirse, la causa del cam bio. Tant o en Europa com o en
Est ados Unidos se paga a los agricult ores para que reduzcan sus cuot as de
producción de carne, leche, m ant equilla, pollo y cereales. El sist em a agroindust rial
est á en condiciones de alim ent ar a los 6.000 m illones de seres hum anos; la m ala
dist ribución de los alim ent os causa las ham brunas en algunos países. Tam poco son
las pest es y las enferm edades lo que est aría diezm ando la población de Europa o
del m undo, aún cuando hayan aparecido nuevas y m ort ales enferm edades, porque
en los hechos la m ort alidad infant il ha cont inuado dism inuyendo y en t odos los
países la población ha cont inuado creciendo a pesar del fuert e cont rol de la
nat alidad. No deberíam os olvidar que desde hace m ás de siglo y m edio el
pensam ient o de izquierda viene anunciando el colapso del sist em a capit alist a, pero
ést e cont inúa exhibiendo una asom brosa vit alidad.
Tal vez la m ej or form a de explicar m i idea acerca de est a dualidad y
cont radicción de la Modernidad sea recurriendo a la im agen de la m et am orfosis. La
oruga que habit a dent ro de la crisálida se va desarrollando lent am ent e hast a
rom per su envolt ura y t ransform arse en m ariposa. En m i visión, la m odernidad est á
experim ent ando un proceso sem ej ant e al de la m et am orfosis, est á rom piendo su
crisálida y experim ent ando una t ransform ación radical; seguram ent e no llegará a

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convert irse sim bólicam ent e en m ariposa, pero la oruga no est á m uriendo, ni
siquiera se encuent ra aquej ada por una grave dolencia, sólo est á en proceso de
t ransform ación, reencarnándose en un nuevo t ipo de civilización, universal o
espacial o com unicacional, no lo sé, pero no viene al caso darle nom bre.

—Su im agen de la m et am orfosis es int eresant e en t ant o se ent ienda com o


aut ot ransform ación, en el sent ido de que est a civilización occident al m oderna se
m ut a a sí m ism a y en int eracción con ot ras cult uras, y así desaparece com o m odo
de vida; en ese proceso nacerá ot ro m odo de vida.

—Por eso m ism o he hablado de un cam bio civilizacional. Pero t odavía la


fuerza propulsora reside en el cent ro civilizacional m oderno euroam ericano. Ni los
hindúes ni los lat inoam ericanos ni los africanos est am os aport ando m ayorm ent e a
est e cam bio epocal.

—Me parece que ust ed subvalora enorm em ent e la influencia de ciert as


concepciones de m undo, com o el budism o y el t ao, por ej em plo, y su diálogo con el
pensam ient o cient ífico cont em poráneo.

—No subvaloro esas influencias. Pero, por el m om ent o, China est á


t ot alm ent e influida, dom inada y seducida por el m odelo occident al de vida, t al com o
est á I ndia. Es claro que en el m undo occident al ya m uchas personas adopt an
form as de pensam ient o orient ales, aunque son expresiones periféricas.

—No discut o su caráct er periférico. Sin em bargo, recuperem os la analogía


del cam bio de época act ual respect o a lo que fue la t ransición Edad Media- Tiem pos
Modernos. Aquélla duró m ás de t res siglos. Y los prim eros que em pezaron a
at reverse con la nueva racionalidad, a pint ar seres hum anos —o Da Vinci, que se
escondía a hacer t aj os en cuerpos hum anos y así desarrollaba la m edicina alópat a—
eran hom bres absolut am ent e m arginales. Ahora est am os hablando de un nuevo
cam bio epocal al que si hubiera que ponerle fecha de inicio sería la década de los
sesent a del siglo pasado, m om ent o en que hubo una sincronía " renacent ist a" de
t ransform aciones en dist int as esferas. Ent onces nacen nuevos m ovim ient os sociales
y cont racult urales y hay im port ant es descubrim ient os cient íficos. Ahí em pezó a
m orir la Época Moderna.
Ahora, ust ed m e dice que el pensam ient o m oderno racional inst rum ent al y
sus valores sigue siendo hegem ónico. ¡Claro que sigue! Pero eso no significa que no

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est é surgiendo algo nuevo que va a ir creciendo com o una m arginalidad dinám ica,
aum ent ando hast a llegar a ser, oj alá, una nueva sensibilidad com part ida m ás allá
de las diversidades que se expresarán.

—Com o ya adelant é, veo dos procesos fundam ent ales en la dinám ica de las
sociedades cont em poráneas. Por un lado, el proceso de posm odernización de las
sociedades m odernas —Europa y Est ados Unidos— y por ot ro, el proceso de
m odernización de las sociedades no m odernas. Dos procesos ent relazados e
im bricados, al punt o que podríam os hablar de uno: la posm odernización del m undo.
Dos caras de una m ism a m oneda.
Europa se posm oderniza al dej ar de creer en los valores fundant es de la
Modernidad. Llam o posm odernización o desoccident alización de Europa al proceso
crít ico a que aludes. Por t al ent iendo al conj unt o de procesos y acont ecim ient os que
est án conduciendo o bien a negar o al m enos a superar las creaciones e ideas
fundant es de la Modernidad. La enorm e m ayoría de la int elect ualidad europea ha
asum ido un j uicio crít ico de su realidad y est á dando pasos hacia la nueva idea de
que no es posible est ablecer graduaciones valóricas ent re las diversas cult uras. Por
ot ra part e, la creencia profundam ent e arraigada en la cult ura europea acerca del
necesario dom inio y cont rol de la nat uraleza ha llevado a pagar un alt ísim o precio
por la devast ación ecológica, y se est án est ableciendo rigurosas norm as a est e
respect o. El Est ado, su rol y soberanía, el concept o de nación y el sent im ient o
pat rio se hallan en radical reform ulación. Los países europeos, con la creación de la
nueva ident idad " Unión Europea" , han ido renunciando a parcelas cada vez m ás
im port ant es de su soberanía e incluso han llegado a est ablecer un solo banco
cent ral y una m oneda única; con ello, ent re ot ras, han abdicado a la apreciada
soberanía m onet aria. El concept o y la realidad de la fam ilia pat riarcal práct icam ent e
han desaparecido, y el cam pesinado est á en virt ual ext inción; el prolet ariado
t am bién se ha reducido drást icam ent e y el t rabaj o, en sus m uy diversos aspect os,
at raviesa por cam bios m uy significat ivos; la idea de progreso y el endiosam ient o de
la razón se hallan seriam ent e cuest ionados. Son ést os sólo algunos de los signos
que nos perm it en prever que la brillant e civilización occident al m oderna est á
t ransit ando por cam inos sin ret orno.
Por lo dem ás, no sólo se t rat a de cam bios en los sist em as valóricos y de
creencias de la civilización occident al. La econom ía capit alist a t am bién se halla en
profundas t ransform aciones. Los nuevos paradigm as cient íficos est án difiriendo de
los est ablecidos por Galileo, Newt on y Descart es. Las sociedades europeas se
est arían reencant ando, pero no por la reevangelización de la ant igua religión

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crist iana, sino por la aparición de una am plísim a const elación de creencias y
disciplinas de las m ás diversas nat uralezas. Los abism os que exist ieran ent re las
dos grandes cat egorías polít icas, derecha e izquierda, t ienden a ir desapareciendo.
Y en part icular, m e at revo a hablar de la Posm odernidad europea, porque fue ést a
quien invent ó las inst it uciones del Est ado y la nación, proclam ó la libert ad y
est ableció los derechos del hom bre y del ciudadano, descubrió el m ét odo cient ífico
e im aginó la const rucción de m últ iples nuevas t ecnologías, fundó su nueva
civilización en el principio de la razón y no en la idea de un Dios om nipot ent e,
adhirió incondicionalm ent e a la idea de progreso y creó el nuevo m odo de
producción indust rial.
Sin em bargo hoy t odas y cada una de est as grandes invenciones est án
siendo seriam ent e cuest ionadas. El prefij o " pos" sólo nos indica que est aríam os
t ransit ando a ot ra época hist órica cuya nat uraleza aún nos es desconocida.
Sabem os adem ás que la Hist oria no est á escrit a por ningún t ipo de det erm inism o;
" la sociedad est á abiert a" , com o diría Popper. Ninguno de los grandes pensadores
europeos ni t am poco los com plej os servicios de int eligencia de los diversos
gobiernos previó, por ej em plo, la revolución bolchevique en la Rusia de 1917 ni
m enos su enorm e expansión post erior, ni t am poco las aberraciones del nazism o, ni
el cat aclism o económ ico de los años t reint a. Tam poco los est rat egas civiles y
m ilit ares de la CI A y del Pent ágono pudieron prever el colapso del com unism o en
noviem bre de 1989. La hist oria es im predecible. Pensar, com o hoy ocurre en ciert os
m edios conservadores, que la hist oria llegó a su fin y que de hoy en adelant e sólo
cabría adm inist rar el sist em a capit alist a y la dem ocracia represent at iva, const it uye
en m i opinión una sim ple ignorancia del devenir hist órico.

—Desde un punt o de vist a descript ivo com part o su idea del doble proceso:
la m odernización de las sociedades del sur y la posm odernización de las del nort e. Y
reconozco que ust ed pone m ucho énfasis en su ent relazam ient o. Sin em bargo, a m i
j uicio hoy est am os asist iendo definit ivam ent e a un solo proceso: una dinám ica
hist órica planet aria, con conflict os polít icos fundam ent ales de la t ransición epocal
que aquí, en Europa y en Asia, en lo sust ant ivo son los m ism os. El proceso hist órico
de larga duración recién se ha iniciado. Es inequívoco que el nort e del m undo —la
m odernidad profunda— va m ás adelant e en el proceso de crít ica a la Modernidad,
así com o el sur y el orient e del m undo —la m odernidad t runca e inconclusa— va
m ás at rás y sus elit es reivindican aún aquel m odo de vida. Lo que irá ocurriendo
será la confluencia de est e proceso de cam bio epocal en t odo el planet a, en especial
de los desafíos de supervivencia que nos son com unes y es im posible

85
com part im ent ar ent re nort e y sur. Por ej em plo, el desafío ecológico es m undial y
t orna absurda la t esis de algunos líderes y em presarios de nuest ros países que
dicen que aún podem os " cont am inarnos" ya que t enem os " derecho" a privilegiar el
desarrollo. Un absurdo, porque cualquier descalabro am bient al local t iene
físicam ent e efect os globales. Por ej em plo, si Chile dest ruye sus recursos en el m ar
o su bosque nat ivo t em plado, incide negat ivam ent e en las redes at m osféricas y
oceánicas m undiales. Así de sim ple. Lo m ism o ocurre con la superpoblación, con la
biot ecnología y el com ercio t ransgénico, con la pobreza y desigualdad m undial —
pues los pobres del sur en cualquier caso irán com o bárbaros a rodear a los ricos
del nort e—; lo m ism o sucede con la reivindicación de la m uj er y con la acept ación
de la diversidad cult ural versus la " m acdonalización" cult ural. En sum a, son
conflict os m undiales que obligan a hom bres y m uj eres a asum ir una posición u
ot ra, a definir qué fut uro desean.

—Coincido en un 80 por cient o con lo que acabas de expresar, pero


discrepam os en un det alle no m enor. En m i opinión, las consecuencias de t odas las
grandes t ransform aciones a que hem os venido aludiendo est án recién
m anifest ándose, se encuent ran en sus et apas iniciales —las espaciales,
biot ecnológicas, nucleares, com unicacionales— y t am bién lo est án los procesos de
globalización com o los de m odernización y posm odernización. Est am os at rapados
en una m ism a dinám ica m undial, pero en t iem pos y rit m os m uy diferent es. Y de
aquí la ext rem a com plej idad que present a el m undo act ual. Exist en por una part e
países con t reint a m il dólares per cápit a y ot ros, en cam bio, no llegan a los
t rescient os. Los hay unos colosalm ent e ricos y ot ros dram át icam ent e pobres.
Millones de niños est án obligados a t rabaj ar en condiciones de sem iesclavit ud;
m illones y m illones de m uj eres cont inúan viviendo baj o el ant iguo y cruel sist em a
pat riarcalist a, dest it uidas de derechos. No son pocos los m iles de m illones de seres
hum anos que aún habit an en sociedades prem odernas, est o es preindust riales;
ot ras, según el decir de Drucker, son sociedades posindust riales a las cuales
t am bién se les llam a posm odernas. A Chile, por lo dicho, podríam os calificarlo com o
un país sem im oderno. Se encuent ra a varios años luz por sobre Pakist án, Nigeria o
Sudán, pero t am bién est á a varios años luz de Francia, Suiza o Est ados Unidos.
Es ciert o, est am os ent ram pados en el m ism o proceso pero en et apas de
desarrollo absolut am ent e diversas, y en est o reside la ext raordinaria com plej idad a
la hora de analizar los t iem pos present es. Las respuest as y soluciones no son
iguales para t odos los países. Después de t odo, sólo quince países de Europa m ás

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Est ados Unidos, Canadá, Aust ralia y Nueva Zelanda, podrían ser considerados
propiam ent e m odernos. Los dem ás, sim plem ent e no som os m odernos.

—Mi problem a con decir a secas que Chile no es un país m oderno —cosa
que com part o en lo descript ivo— es que podría parecer que el obj et ivo polít ico
necesario para el país es cum plir con su proceso de m odernización y alcanzar la
Modernidad. Pienso que es im posible que así ocurra, ya que ése fue un m ovim ient o
hist óricam ent e orgánico de las sociedades europeas. Si el desafío de nuest ro país
es ése, ¡a dónde vam os a llegar! Si llevam os a ext rem o nuest ro proceso de
m odernización, t erm inarem os ahogados en las ciudades, est resados t odos, sin
bosques, sin cielos y sin m ares. Chile ha sido part e de la Modernidad, repit o de su
part e frust rada, y hoy est á t am bién cruzado e influido por los conflict os globales. En
el Chile act ual son inédit as y crecient es —com o oposición polít ica a la farándula
m odernizadora— las sensibilidades que est án plant eando const ruir un país aj eno y
dist int o a lo que ha sido la sensibilidad m oderna. Tal vez en lo polít ico, el desafío de
Am érica Lat ina es cóm o acceder al fut uro recuperando su especificidad —social,
ét nica y cult ural— y const ruyendo im aginat ivam ent e propuest as que superen el
viej o int ent o im it at ivo y siem pre frust rado de m odernizarnos. Nicanor Parra lo
sim plifica en ext rem o y lo sabe resum ir con su habit ual ironía: " Muchos los
problem as, Única Solución: Econom ía Mapuche de Subsist encia" .

—Para m í el m ayor int errogant e se desprende de t us propias afirm aciones:


Habríam os nacido a la independencia en la época de las grandes revoluciones
m odernas; seríam os un " product o de lo m oderno" y t am bién " part e de esa
m odernidad" . Pero ent onces, ¿cóm o explicar est e dram át ico ret raso? ¿Por qué
Est ados Unidos, y m ás t arde Japón, lograron pasar a la cabeza de los países
m odernos part iendo ellos y nosot ros en fechas relat ivam ent e sim ilares? ¿Y por qué
Taiwán y Corea del Sur est án acort ando rápidam ent e la dist ancia con los países
m odernos, cuando nosot ros ya habríam os com plet ado 200 años de m odernidad
inconclusa? Por ot ra part e, pareces creer que t odo nuevo proceso de m odernización
necesariam ent e deberá ser depredador del m edio am bient e y socialm ent e
inigualit ario.

—Sólo digo que ésa ha sido la m odernización real en t odos lados, y cuando
dej a de ser así, es cuando podría ser ya hist óricam ent e ot ra cosa.

87
—Bueno, la idea de m odernización depredadora e inigualit aria es
precisam ent e la posición de los represent ant es de la derecha em presarial, com o t ú
bien recuerdas. Pero sin duda es una idea equivocada. Si hoy sabem os dónde
conducen las viej as polít icas del capit alism o depredador, ¿por qué habríam os de
repet irlas?

—Sin duda, que hoy ese proceso de m odernización en nuest ros países es
dom inant e. Por lo m ism o, he dicho que com part o su plant eam ient o del doble
proceso com o una buena descripción del m undo act ual. Sin em bargo, insist o que lo
que ocurre es una dinám ica hist órica profunda planet aria en la que t erm ina una
época y una sensibilidad —la m oderna— y nace ot ra, aún em brionaria — la
posm oderna.
Ahora, en nuest ro present e com o Hist oria no es que t erm ina una época y
" casi por decret o" em pieza ot ra; no; la Hist oria y sus t ransiciones son, com o ust ed
sabe, procesos com plej ísim os y largos: cada uno de nosot ros som os hom bres y
m uj eres cruzados por valores m odernos y posm odernos; t am bién los países, las
em presas, t odo. Mi énfasis, dist int o al suyo, viene de que no m e quiero quedaren el
plano de la descripción. Tengo la convicción de que las urgencias para la
hum anidad son enorm es y de que los plazos se acort an: si no se da un giro a la
Hist oria, un fuert e giro en el m odo de vida epocal, el fut uro es m uy grave.

—Bien sabes que m e inquiet an las m ism as urgencias. Para m í ya se ha


iniciado la hist oria de la posm odernización europea y nort eam ericana, y t am bién de
la m odernización del rest o de los países no m odernos del m undo. Am bos, los
m odernos y no m odernos, est am os t ransit ando a una nueva época hist órica. Los
pueblos de Europa vienen de vuelt a de la " gloriosa Época Moderna" . Ninguno de sus
grandes pesadores desea cont inuar por el cam ino del llam ado progreso m oderno.
Est án hast iados de la const rucción de m ás aut opist as, de m ás aeropuert os, de m ás
líneas de t renes de gran velocidad. Cada ciert o t iem po se congregan m ult it udes de
j óvenes para oponerse a la inst alación o prolongación de una aut orrut a o línea
ferroviaria, en Francia, I nglat erra o Alem ania.
Una sim ple anécdot a viene a confirm ar est a realidad. Un j oven fam iliar m ío
decidió irse a vivir a un pequeño pueblo a 60 km s. de París. Se t rat aba de elegir al
alcalde de esa localidad y las fuerzas polít icas se dividieron ent re m odernos y
" conservadores" , pero lo ext raño fue que los " conservadores" eran principalm ent e
los j óvenes y en cam bio los m odernos eran las personas de m ayor edad. Los
j óvenes se oponían decididam ent e a que se prolongara la línea de m et ro que venía

88
de París y que llegara a esa localidad, o que pasara por la proxim idad del pueblo
una aut opist a o cruzara un t ren de alt a velocidad. Tam bién se oponían a que se
subdividieran aún m ás las propiedades en el pueblo o que se pavim ent aran sus
calles. Venían huyendo del progreso de París y no querían recrearlo en ese pueblo.
Est e caso no es una excepción. Ninguna ciudad im port ant e de Europa cont inúa
creciendo. Por el cont rario, la t endencia es abandonar la ciudad y refugiarse en el
cam po, proceso inverso al que hubo en los inicios de la Modernidad. Pero en
Am érica Lat ina el cuadro es opuest o.

—Relat ivam ent e opuest o. Una vez m ás insist o que no discut o la


especificidad de cada uno de los procesos. Pero quiero dest acar la unidad del
proceso m undial. Por ej em plo, cuando ust ed relat aba su anécdot a de París, yo
pensaba en la t eleserie chilena Oro Verde, em it ida hace algunos años en el canal y,
un éxit o de audiencia, una ficción inspirada en conflict os am bient ales. En la serial
t elevisiva un grupo de j óvenes se organiza y despliega una lucha en un pueblo del
sur para evit ar que el " progreso" de las m adereras cort e los árboles nat ivos. Ellos
son " conservadores" en el sent ido que quieren conservar el bosque nat ivo. Y debe
saber que los em presarios de la m adera hicieron incluso lobby ant e las aut oridades
del canal para que el argum ent o de la t eleserie se suavizara y no fuera t an lapidario
con su " progreso" . Una t eleserie así era inim aginable sólo hace veint e años.

—Sin duda y en buena hora han ido surgiendo est as prot est as, pero se dan
en un rango m enor y rara vez logran t riunfar. Adem ás, sería m uy difícil oponerse a
la const rucción de al m enos una sola aut opist a ent re Sant iago y Puert o Mont t o de
un solo t ren, aunque fuera con una velocidad prom edio de ochent a km s. por hora.

—Tal vez a eso no. Pero sí con seguridad en cada lugar discut irían cuál va
ser su t razado. O bien en Sant iago se j unt an para oponerse a nuevas aut opist as,
porque le quit an ciudad al peat ón. El pueblo m apuche defiende sus t errit orios
ancest rales, en sint onía con no pocas personas y m ovim ient os de Chile, Am érica
Lat ina, Europa y Est ados Unidos, oponiéndose a la const rucción de la cent ral
hidroeléct rica Raleo. Y esa oposición choca con la em presa generadora de
elect ricidad e incluso con no pocas aut oridades polít icas chilenas, que son adalides
del " progreso" . El ex president e Frei lo dij o sin rodeos: el desarrollo económ ico no
se det endrá por consideraciones m edioam bient ales y m enos por un grupo de
indígenas.

89
Bueno, lo inédit o es que est e conflict o act ual es sincrónico con el de los
hom bres y m uj eres, pueblos y et nias que en el m undo quieren dar cont inuidad a su
cult ura y que las generaciones fut uras vivan en un m edio am bient e apt o para la
vida hum ana. En consecuencia, los lazos, las redes, los ent relazam ient os hay que
pensarlos en esa perspect iva.

—Est am os de acuerdo en la absolut a legit im idad de las reivindicaciones


m apuches y de que ellas se encuent ran insert as en un pot ent e y ext endido
m ovim ient o global, el cual est á t om ando cada día m ás fuerza, desde luego en t odos
los países de Am érica, siendo uno de los prim eros el m ovim ient o de Chiapas, en
México. La globalización no es sólo un proceso económ ico, com o pret ende el
pensam ient o de derecha, com o t am poco lo es el de la m odernización. El afán de
m odernizarse im plica una aspiración a im it ar la ident idad de ot ro, para lo cual es
necesario t am bién recrear una hist oria aj ena, en est e caso, la de Europa. I m port ar
m odernidad com o se im port an aut os o t elevisores ha result ado un desafío m uy
difícil de lograr.
La m odernidad euronort eam ericana responde a una hist oria de cinco siglos
en que se fueron fundiendo las m ás diversas razas y m ezclando las m ás diversas
cult uras y religiones. Cada valor y cada inst it ución de la Europa m oderna t iene una
larga y com plej a hist oria. Cuando los países de Am érica Lat ina im port aban de
Europa las ideas de república, de nación de sufragio universal, im port aban ideas y
concepciones sin hist oria ni raíces en nuest ros países. Las ideas liberales, por
ej em plo, florecieron en Europa ínt im am ent e asociadas con la sit uación part icular de
cada país de ese cont inent e; en cam bio, en Chile, el desarrollo del liberalism o
obedeció a una im port ación efect uada en las últ im as horas del siglo XVI I I y de
inm ediat o ent ró en una seria disput a con las creencias de la I glesia española no
reform ada que dom inaba por ese ent onces en el I m perio colonial hispánico. Aquí, al
liberalism o le falt ó una m ayor densidad hist órica y cult ural para poder desplegarse
plenam ent e, y, adem ás, el país carecía de una aut ént ica burguesía indust rial con la
cual asociarse. La clase dom inant e era la oligarquía agraria, por ant onom asia una
clase conservadora de inspiración definit ivam ent e ant im oderna. Y así nos fue.

90
segunda
parte

LAS GRANDES
TRANSFORMACIONES
EPOCALES

91
7

LA GRAN TRANSFORMACIÓN
ECOLÓGICA

CARLOS ALTAMI RANO: —Tal vez la com probación m ás dram át ica de los
últ im os años sea el gravísim o daño inferido al planet a Tierra y a su biosfera por el
ser hum ano. El planet a es un sist em a único; para algunos, un organism o vivo: la
hipót esis Gaia, de Jam es Lovelock y Lynn Margulis. La Tierra es el único planet a
conocido que ha engendrado vida en su evolución varias veces m ilenaria.

HERNÁN DI NAMARCA: —Según los ast rofísicos, conocer la exist encia de


vida en ot ros lugares es sólo un problem a de t iem po y de t ecnología: hay m illones
y m illones de galaxias y de sist em as com o el solar en esas galaxias; nuest ro sol es
el t ipo de est rella m ás com ún y la vida se basa en la quím ica del carbono, que
t am bién es el elem ent o m ás com ún en el universo.

—Por el m om ent o, el único hogar de que disponem os en el cosm os se halla


seriam ent e am enazado de dest rucción por la act ividad del ser hum ano.
Paradój icam ent e, est e part icular ser vivo que som os ha adquirido t al fuerza de
dom inio sobre la nat uraleza que est á colocando en gravísim o peligro el precioso y
t riple pat rim onio de la evolución: el ecológico, el biológico y el cult ural. La evolución
de la vida ha producido una asom brosa variedad de ecosist em as j unt o a una rica
diversidad de cult uras. Pero la devast ación ecológica est á gravit ando m uy
pesadam ent e en el porvenir de t odas ellas, un hecho inédit o en la larguísim a
hist oria del planet a. En los últ im os cien años la dest rucción causada por el hom bre
m oderno es inconm ensurable. La expansión del capit alism o indust rial ha producido
est ragos quizás irreparables en océanos, ríos, desiert os, t ierras, m ont añas, aguas y
selvas del m undo.

—¿Qué fact ores han generado est a crisis ecológica?

92
—En prim er lugar, el crecim ient o de la población. En segundo lugar, la
globalización del m egacapit alism o indust rial. La Tierra se est aría t ransform ando en
una gigant esca fábrica. A m ediados del próxim o siglo seguram ent e no exist irá un
solo lugar en los cinco cont inent es donde no est é inst alada una de ellas
consum iendo m iles de t oneladas de m at erias prim as, quem ando energía y
produciendo a su vez cant idades enorm es de gases t óxicos. El nivel de polución se
ha m ult iplicando exponencialm ent e. Y agrego, por últ im o, la nueva fórm ula
económ ica neoliberal, que ya est á adm inist rando y gobernando al m egacapit alism o.
Est os t res fact ores, sum ados a ot ros, t ornan en una t area casi im posible evit ar la
dest rucción de la biosfera, la que podría acarrear la virt ual desaparición del ser
hum ano y de las dem ás especies vivient es.

—Algunos aut ores buscan la razón últ im a de la devast ación ecológica en la


singular com prensión del ser hum ano m oderno com o un ser separado de la
nat uraleza. El t eólogo crist iano Thom as Berry va incluso m ás allá y reconoce una
causa profunda en la propia cosm ovisión crist iana. Según él, la t radición crist iana
occident al inst it uyó " la idea de un Dios separado de la creación, o t rascendent e" ,
generando así las condiciones para la separat ividad hum ana de la nat uraleza. En
cam bio, los pueblos originarios " creían que lo divino penet raba ( era inm anent e a)
t odo el m undo nat ural y en él se revelaba" . El problem a, según Berry, radica en
que est a significat iva idea de inm anencia divina en la nat uraleza fue post ergada en
la t eología occident al por la idea de la t rascendencia. De esa m anera, en Occident e,
prim ero los hebreos y luego los crist ianos com enzaron a ver a Dios en form a
singular, m asculina, separado de la nat uraleza, en algún lugar arriba o m ás allá de
la Tierra. Para Berry, " el énfasis en la t rascendencia debilit ó nuest ro sent ido de lo
sagrado en el m undo nat ural y se convirt ió en el cont ext o para nuest ro uso y abuso
del planet a" .

—Hoy la m adre de t odas las guerras se est á librando ent re quienes est án
dest ruyendo conscient e o inconscient em ent e la nat uraleza y quienes, en form a un
t ant o difusa e inorgánica, est án denunciando los horrores y crím enes com et idos en
cont ra de ella. Bat alla crucial que incidirá decisivam ent e en la supervivencia de la
especie hum ana y de las dem ás especies vivas.
Durant e m iles y m iles de años se com bat ió por razones polít icas o
religiosas, t ribales y ét nicas, y recient em ent e por m ot ivaciones económ icas y de
caráct er nacionalist a. Pero est a ot ra guerra es absolut am ent e nueva, diríam os
posm oderna, es una guerra sin ej ércit os, sin arm as, sin causas religiosas, sin

93
est ados rivales; su razón cent ral es nada m enos que la supervivencia de la vida y
del planet a Tierra. La correlación de fuerzas es t rem endam ent e desigual: los
recursos de quienes pret enden cont inuar " dom inando" la nat uraleza —m ej or dicho
devast ándola— son de una aplast ant e superioridad. La t ecnología, una de las
m ayores creaciones de la Modernidad, se ha t ransform ado en un m egapoder que
hoy se halla en una im placable lucha con la nat uraleza.

—Hay que decir que el act ual m egapoder t ecnológico para m axim izar la
producción y dom inar t odo, incluso los genes, es sólo la nueva cara product ivist a de
la ciencia aplicada, que ha sido siem pre el sueño m oderno. Sin em bargo, la ciencia
y la t ecnología en el devenir posm oderno encierran t am bién ot ras posibilidades m ás
evolut ivas, una vez que ya se han expandido increíblem ent e en la Modernidad.
Muchos pensam os que una nueva t ecnociencia, inspirada en un paradigm a
cient ífico sist ém ico, aplicada a la supervivencia y m ej or calidad de vida, cont ribuirá
a crear una nueva cult ura: 1) una nueva econom ía del conocim ient o, no analógica,
digit alizada; 2) una nueva econom ía desm at erializada, en el sent ido de su m ínim o
im pact o m at erial- nat ural a t ravés de un m áxim o reciclaj e; 3) una nueva econom ía
sust ent ada en una red de t ecnologías de punt a generadoras de energía lim pia y
renovable; 4) y t odo m ediant e el uso y expansión responsable de las redes de
t elecom unicación, de la biot ecnología, de la nanot ecnología y ot ras ciencias,
et cét era. De lo cont rario, las opciones son una brut al regresión m at erial o bien la
aut odest rucción.

—Creo m uy pert inent e t u com ent ario y t am bién t u opinión respect o a la


necesidad de una nueva t ecnociencia. Ant es, en lenguaj e m arxist a, la cont radicción
fundam ent al se daba ent re el desarrollo de las fuerzas product ivas y las relaciones
de producción. Hoy, en cam bio, la cont radicción básica se est á dando ent re el
desarrollo colosal de las fuerzas product ivas —previst o por Marx— y la consiguient e
degradación acelerada de la nat uraleza y de la biosfera.
Las riquezas del m undo y los conocim ient os se han m ult iplicado por m il.
Pero ellos son propiedad de una proporción relat ivam ent e ínfim a de la población,
cuant o m ás de un 25 por cient o, pero ese 25 por cient o es el virt ual dueño del
m undo, es el det ent or del capit al, de la t ecnología, de los t ransport es y sobre t odo
de los m edios de com unicación. Ese es el poder últ im o que est á causando la
dest rucción de la nat uraleza.
En cont ra de est a m asiva y acelerada devast ación de la Tierra han ido
surgiendo una m ult iplicidad de fuerzas sociales, polít icas, cult urales y m orales. El

94
Club de Rom a, en 1972, dio el prim er grit o de alarm a a t ravés de la publicación de
un célebre inform e que daba a conocer las dim ensiones de la dest rucción ecológica
y llam aba a cam biar el rum bo del m oderno sist em a indust rial.

—Esa fue la prim era vez que una generación de pensadores llam aba a
t orcer el rum bo al ant es incuest ionado crecim ient o económ ico y product ivism o
indust rial. Más allá de lo poco que se ha avanzado ( aunque si se han incorporado
m uchos correct ivos am bient ales a los procesos product ivos) , sin duda, para la
hist oria larga ese prim er llam ado será un hit o —o uno de los prim eros grit os— del
act ual cam bio epocal, al m enos en lo económ ico.

—Y veint e años después, en 1992, se realizó la llam ada Reunión Cum bre
de la Tierra, en Río de Janeiro, a la que concurrieron m ás de 160 est ados. Nunca se
había concret ado una conferencia m undial de t al im port ancia y significación. Ent re
am bos hit os hubo m últ iples encuent ros, m anifiest os y declaraciones, t ant o de j efes
de Est ado com o de dirigent es polít icos, de fam osos cient íficos y de not ables
int elect uales. Un solo ej em plo, en abril de 1989 se publicó una declaración firm ada
por los president es de Francia, Jordania, República Federal Alem ana, Canadá,
España y Egipt o, a la que adhirieron ot ros 24 est ados. Se t it ulaba " Nuest ro país es
el planet a" y apareció en t oda la prensa de Europa y Est ados Unidos. Ahí se
convocaba a crear una aut oridad m undial con poderes ej ecut ivos para " salvar a la
Tierra" . En esa declaración se reconoce que " la m ayor part e de las em isiones que
afect an a la at m ósfera se debe a las naciones indust rializadas" , ( siendo) " m ás alt a
la posibilidad de cam bio en est as naciones, pues disponen de m ayores recursos
para enfrent ar eficazm ent e est os problem as" . Y aún va m ás lej os al expresar: " la
com unidad int ernacional y especialm ent e las naciones indust rializadas t ienen la
obligación de dar asist encia a los países en desarrollo que est án m uy severam ent e
afect ados por los problem as at m osféricos y el debilit am ient o de la capa de ozono. Y
en consecuencia, deberían recibir una ayuda j ust a y equit at iva a t ít ulo de
com pensación" .

—Ust ed evoca esa declaración de 1989 y hace pat ent e lo poco que se ha
hecho después. I ncluso en la Cum bre sobre el Cam bio Clim át ico, en Kiot o, en 1997,
Bill Clint on, presionado por el lobby de las t ransnacionales y por la post ura de no
pocos países del sur que alegan que no se puede poner freno regulador al
crecim ient o económ ico, plant eó recién el 2010 com o fecha para un cese
significat ivo de la em isión de gases cont am inant es a la at m ósfera.

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—Así es. Y aún exist en ot ras incoherencias. Por ej em plo, en 1989,
num erosos int elect uales lat inoam ericanos, com o Gabriel García Márquez, Mario
Vargas Llosa, Carlos Onet t i, Carlos Fuent es e I sabel Allende, ent re ot ros, enviaron
una durísim a cart a al president e brasileño José Sarney, m anifest ándole la urgent e
necesidad de poner t érm ino a la dest rucción de la selva am azónica; el ecocidio y el
et nocidio, decían, no puede j ust ificarse m ediant e el recurso de un lenguaj e
pat riót ico, pues en Brasil y ot ros lugares del m undo se com et ían act os bárbaros
invocando la soberanía nacional. " Creem os —decían— que la responsabilidad de la
dest rucción de la Am azonia es gravísim a y que las generaciones fut uras no nos
perdonarán no haber hecho nada por evit ar est a dest rucción" . Term inaban
proponiendo la creación de una inst it ución superior que, por sobre los Est ados,
resguardara la int egridad y la seguridad del planet a.
Est a cart a provocó una dura polém ica, agravada, adem ás, porque poco
ant es habían asesinado al líder ecologist a Chico Méndez. El president e José Sarney
recurrió a los viej os t am bores del nacionalism o, expresando que j am ás acept aría
que nadie int erviniera en un t errit orio baj o soberanía de Brasil. La respuest a de
quienes hoy defienden la m undialización económ ica fue apelar a los nacionalism os;
ot ra incoherencia. Por esos días apareció una valient e declaración de Fernando
Henrique Cardoso, que ent onces no era President e de Brasil, donde decía: " la
devast ación es int olerable, no hay dudas" , y proponía " reem plazar el nacionalism o
de ocasión, el oport unism o nacionalist a, por una verdadera conciencia nacional,
com prom et ida en el desarrollo económ ico, que no dest ruya las bases de la vida y
reconozca la dim ensión del desafío ecológico que t iene la hum anidad" . Est os hechos
indican cóm o se est án alineando las fuerzas en est e conflict o. Tam bién podría
m encionar los innum erables art ículos y libros de int elect uales europeos que insist en
en la gravedad de est a sit uación. En cam bio, no he leído j am ás una sola publicación
seria que desm ient a la crisis del m edio am bient e.

—El conflict o est á operando en el nivel de las respuest as polít icas ant e la
crisis am bient al. El t em a ecológico, ent onces, parece un conflict o propio del act ual
cam bio cult ural.
La m anera de pensar m oderna, ant ropocént rica, aún m ayorit aria, ha
inspirado la racionalidad inst rum ent al que concibe t odo lo exist ent e com o algo que
est á ahí para ser explot ado por los hum anos. Así se ha generado est a crisis
ecológica. Mient ras est a concepción sea hegem ónica, el problem a seguirá. Hay
signos de cam bio, sin em bargo, t ant o la m irada del desarrollo sust ent able com o la

96
de la sociedad sust ent able, prom ueven la incorporación de correct ivos favorables al
m edio am bient e en los procesos product ivos. Aunque t am bién hay reflexiones
inquiet ant es, por decir lo m enos.
Por ej em plo, un inform e del Fondo Monet ario I nt ernacional, de 1997, divide
el m undo en t res t ipos de países —desarrollados, en desarrollo y en t ransición ( los
ex socialist as) —. El inform e proyect a que a part ir del 2007 los países en desarrollo
com enzarán a avent aj ar a los desarrollados en la part icipación global del product o
m undial brut o. Nunca había ocurrido algo así. Siem pre ha sido considerablem ent e
superior la part icipación de los países desarrollados, pese a su m enor núm ero.
Ent onces, com o ust ed ha dicho, si se piensa en el daño am bient al causado en sólo
un siglo por el capit alism o indust rial del área europea, que logró det erm inados
pat rones de consum o para sus habit ant es —sólo cient os de m illones—, uno se
pregunt a qué puede ocurrir dent ro de veint e años cuando t odo el sudest e asiát ico,
China y países de Am érica Lat ina, com o se desea y se quiere, em ulen los act uales
pat rones de crecim ient o económ ico y consum o de esos países del nort e. En est e
cont ext o, hay que debat ir m uy seriam ent e la irresponsabilidad de los gobernant es
de nuest ros países. Me refiero a ese discurso pet ulant e y agresivo, convert ido en
lugar com ún en nuest ros gobiernos y en sect ores em presariales: ¡Qué vienen ahora
los ecologist as y países del nort e a exigir que frenem os con regulaciones
am bient ales nuest ro crecim ient o económ ico! Los países del sur necesit am os crecer
para alcanzar los niveles del nort e, y ¿por qué vienen ahora ellos, que ya se
desarrollaron, a prohibirnos el desarrollo? Esa lógica es absurda e irresponsable,
pues om it e que el desafío am bient al es un problem a local- global que requiere
respuest as locales- globales: la biosfera no est á com part im ent ada en países ni
regiones, los chinos respiran del Am azonas y los bosques del sur de Chile influyen
en los pulm ones de los niños de Europa.

—Est oy de acuerdo con t us observaciones. Y para m í, ent re ot ros t em as,


t am bién es preocupant e el com port am ient o asum ido por el m undo cat ólico frent e a
est a sit uación. Desde los siglos XVI I I en adelant e, el pensam ient o conservador
cat ólico ha sido el m ás encarnizado enem igo de los post ulados esenciales de la
época ilust rada; sin em bargo hoy, aparecen deposit ando su fe en la capacidad de la
ciencia y de la t ecnología para resolver los problem as derivados de la dest rucción
ecológica. La razón t ecnológica, endiosada por librepensadores at eos, m asones y
liberales del siglo XVI I I , es hoy defendida y reivindicada por las fuerzas
conservadoras y cat ólicas de fines de la Época Moderna. Han ido asociando la idea

97
de progreso a la idea de crecim ient o económ ico, al punt o de convert ir am bos
concept os en una especie de sinónim os.

—Est a ident ificación que ha hecho la Época Moderna ent re progreso y


crecim ient o económ ico es una de las causas fundam ent ales del descalabro
am bient al. Sin em bargo, hay que m at izar para que no quede la im presión errónea
de que es cont radict oria la act it ud ecológica de concordancia ent re la especie y la
nat uraleza con una buena calidad de vida y un ópt im o bienest ar m at erial. En ese
sent ido, son un m odelo las act uales sociedades nórdicas, com o Suecia, Finlandia,
Dinam arca, que est án consiguiendo un not able desenvolvim ient o ecológico,
m ant eniendo una m uy buena calidad de vida. Esos países del nort e hoy con sus
regulaciones am bient ales y product ivas, con su reciclaj e y sus nuevas form as de
energía, y en especial con una nueva act it ud responsable y conscient e de las
personas al m om ent o de consum ir, est án dem ost rando que es viable conciliar la
calidad de vida y el bienest ar m at erial con la preservación am bient al. Por ej em plo,
Suecia t iene com o m et a de Est ado que el 2005 t odos los product os no orgánicos
sean reciclados.
El gran desafío act ual es un cam bio cult ural en el com port am ient o
económ ico, est o es: 1) t om ar las decisiones económ icas sobre la base de crit erios
que art iculen la sust ent abilidad social y am bient al, 2) en cada uno de nosot ros
aut oinhibir el exceso de consum o, esa búsqueda y renovación int erm inables de
cosas m at eriales, 3) Por últ im o, el em presariado product ivo y de servicios debería
aut oinhibir la búsqueda de acum ulación y ganancia, y poner su em prendim ient o
económ ico en función de la sust ent abilidad y no sólo en función de est a carrera loca
por producir y vender m ediant e el incent ivo del consum ism o.

—Concordam os plenam ent e en la im prescindible necesidad de conciliar la


calidad de vida, el bienest ar m at erial y la preservación del m edio am bient e, y en
negarnos a ver est os obj et ivos com o cont radict orios o ant agónicos. En cam bio, una
vez m ás discrepo de t u opinión cuando at ribuyes " al alm a de la Modernidad" haber
sobredim ensionado el crecim ient o económ ico, el consum ism o y el afán de lucro. La
m odernidad no t iene una sola alm a. Las fuerzas de izquierda j am ás han com part ido
esos crit erios y por el cont rario est e ha sido uno de los punt os m edulares que ha
dividido a derechas e izquierdas desde los años de la Revolución francesa. Una de
las alm as de la Modernidad es la expresada por las fuerzas polít icas y cult urales de
derecha, pero t am bién la ot ra alm a la int egran los pensam ient os y las ideologías de
izquierda.

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—Es m uy polém ico lo que ust ed afirm a. Con t odo el respet o que t engo a la
ya hist órica izquierda m oderna, que hizo a la cara solidaria de la Modernidad, no
puedo dej ar de reconocer que hast a hace unas décadas ést a fue una acérrim a
defensora al m enos del crecim ient o económ ico y del product ivism o. Y respect o a la
apropiación de la plusvalía, en vez de ser acum ulada por el individuo- propiet ario,
en el ot ro m odelo lo hacía el Est ado. La herencia de descalabro ecológico en el
socialism o real fue un ej em plo de est a const ant e econom icist a y del
ensim ism am ient o en t orno al " poder de la t écnica" , com ún a cualquier Modernidad.

—Sin duda, ha sido un profundo y lam ent able error el de aquellos que
consideran viable un crecim ient o económ ico universal, m asivo e ilim it ado. Est e t ipo
de pensam ient o supone la idea de que las m at erias prim as y las fuent es
energét icas del m undo serían inagot ables y que la nat uraleza puede cont inuar
perfect am ent e soport ando agresiones y t raum as aún m ás devast adores que los que
se han venido produciendo en Chernobyl, en los derram es de pet róleo de Alaska,
en las devast aciones de las selvas am azónicas y de ot ros lugares de la Tierra, en
las explosiones nucleares de Muroroa, en las em anaciones de gases invernadero y
en la dist ribución por la m ayor parte de países de desechos nucleares.

—Afort unadam ent e esa ceguera que propone el crecim ient o económ ico
ilim it ado, sin considerar al am bient e, se encuent ra en vías de ext inción. Hoy nadie
públicam ent e diría t al barbaridad, lo que se hace es poner un velo ( y m uchos lo
hacen m uy honest am ent e) a la irracionalidad del product ivism o- consum ism o,
m ediant e la inversión en t ecnologías am bient ales; sin duda, un gest o económ ico
m uy correct o, pero insuficient e si no va acom pañado de un cam bio en los alt os
pat rones de producción y de consum o propios de la lógica int erna al crecim ient o
económ ico.

—Lo que quiero por m i part e dest acar es que ha surgido una renovada fe
laica, est a vez de m at riz conservadora, que confía ciegam ent e en la capacidad de la
ciencia y de la t ecnología para resolver las cat ást rofes producidas por em anaciones
de gases, dest rucción de selvas, erosión de suelos, por deshechos t óxicos y
nucleares, por cont am inación de las aguas, por derram es de pet róleo, por incendios
de gigant escas áreas en diversos lugares de la Tierra. Adem ás, j unt o con el
neoliberalism o ha resurgido un ant iguo dogm a: cualquier int ervención dest inada a
regular la act ividad económ ica provoca m ayores daños que los que se pret ende

99
evit ar. Se int ent a así rest ablecer en gloria y m aj est ad el ant iguo enunciado del
laissez faire, m uchas veces proclam ado por el pensam ient o liberal pero j am ás
pract icado en los est ados m odernos. De acuerdo a est e enunciado, la m ej or de las
polít icas es la ausencia de t oda polít ica y el m ej or Est ado sería aquel reducido a su
m ínim a expresión. De haberse aplicado est os post ulados, desde luego, no habría
exist ido la Época Moderna.

—Lo grave de la sat anización neoliberal del Est ado es que hoy m ás que
nunca se requiere de su acción, a nivel local, nacional y m undial, com o act or
dem ocrát ico y regulador. Por ej em plo, en Chile, cuánt o podría hacer un neo Est ado
em presario —ya que los privados en su brut al lógica económ ica m oderna de cort o
plazo no se int eresan por lo que no es rent able de inm ediat o— si se decidiera a
incent ivar una econom ía am bient al, la reciclabilidad, nuevas fuent es de energía
( eólica, geot erm ia, solar, de biogas, ent re ot ras) , cam pañas com unicacionales para
generar cam bios de hábit o de consum o y de t rat am ient o de desechos. Ést e es un
rol ineludible. No olvidem os que fueron em presas del Est ado las que, ant e la
ausencia de privados, ayer indust rializaron al país; hoy, el Est ado debe prom over
una nueva econom ía am bient alm ent e sust ent able.

—Es m uy ciert o lo que dices. Adem ás han sido Est ados quienes han
descubiert o las principales t ecnologías de est e fin de la Modernidad: energía
nuclear, I nt ernet , invest igaciones biot ecnológicas, experim ent ación espacial. Pese a
ello, las pot ent es t ecnoburocracias de los grandes conglom erados t ransnacionales
est án prescindiendo de los Est ados o, m ej or dicho, favoreciendo la perm anencia de
uno solo: Est ados Unidos de Nort eam érica. No debem os olvidar que sólo doce
m egaem presas ubicadas en Est ados Unidos, Europa y Japón producen m ás del 80
por cient o de los " gases invernadero" .

—Esas em presas alim ent an un m ercado m undial m uy ligado a la vida


cot idiana m oderna: a los aerosoles, refrigeradores, aut os, a un sinfín de
act ividades. Est e m odo vida es una cadena. Por lo m ism o, en relación a una opinión
ant erior suya en que responsabilizaba al 25 por cient o de los que det ent an el poder
por el descalabro ecológico, m e pregunt o: ¿es responsabilidad sólo de las em presas
o t am bién del consum idor que no busca ni exige recursos energét icos alt ernat ivos o
bien consum e sin cuest ionarse, por ej em plo, aerosoles sunt uarios o perfect am ent e
evit ables?

100
—I ndudablem ent e, las responsabilidades son com part idas. Pero t am bién
exist e un gran ocult am ient o de inform ación. Por ej em plo, la propuest a
nort eam ericana en la " Cum bre del Clim a" realizada en Kiot o ofrecía est abilizar,
ent re los años 2008 y 2010, las em isiones de gases invernadero en los niveles
exist ent es en 1990 y prom et ía una im port ant e recom pensa a las em presas pioneras
en la reducción de em isiones. Pero m e pregunt o, ¿en qué ha quedado la fam osa
aseveración " el que cont am ina paga" ? La Com isión Europea, por su part e, desechó
la propuest a nort eam ericana, porque no const it uía un m ayor avance en la
resolución de los com plej os desafíos del cam bio clim át ico. Est ados Unidos, con sólo
el 4 por cient o de la población del m undo, aport a el 20 por cient o de la em isión de
gases invernadero. ¿Por qué la hum anidad ha de cargar con la cruz de la
cont am inación nort eam ericana y con su enorm e despilfarro de energía? Los países
de la Unión Europea, en cam bio, proponían una rebaj a, para el año 2010, de un 15
por cient o en la producción de gases invernadero, lo que, de paso, im plicaba una
not oria dism inución del consum o de com bust ibles fósiles y con ello una reducción
del calent am ient o de la Tierra. El propio depart am ent o de energía del gobierno
nort eam ericano reconoció que la em isión de gases había aum ent ado un 3,4 por
cient o en 1996, lo cual sólo confirm aba la im presión generalizada de que el
gobierno de Est ados Unidos no duda en sacrificar los equilibrios ecológicos al
crecim ient o económ ico. ¿Podrá cont inuar Est ados Unidos obligando al m undo a
pagar, o al m enos a hacernos com part ir, su despilfarro de energía y su em isión de
gases y deshechos t óxicos? ¿Podrá el gobierno de Brasil cont inuar dest ruyendo uno
de los pulm ones del m undo, invocando para ello su egoísm o nacional?
En Am érica Lat ina se encuent ra el 60 por cient o de las selvas t ropicales, en
el sudest e de Asia el 20 por cient o y en África el rest o. Según num erosos est udios,
al rit m o act ual de explot ación, en no m ás de cincuent a o sesent a años habrán
desaparecido los bosques t ropicales, dado que anualm ent e se est án dest ruyendo
aproxim adam ent e 200 m il kilóm et ros cuadrados. Y est o sin m encionar la ext inción
de la rica biodiversidad que puebla esos bosques, am én de las no pocas sociedades
hum anas exist ent es en esas regiones. ¿Con qué lógica j ust ificar est a devast ación
inm isericorde del hábit at de la Tierra? Las respuest as del pensam ient o conservador
y de sus correspondient es int ereses a est e t ipo de int errogant es son m uy sencillas:
se est aría exagerando y dram at izando los daños; la t ecnología est á en condiciones
de resolver est os problem as; el " progreso" t iene su precio; la nat uraleza ha pasado
por cat aclism os peores y no por ello la Tierra y la vida se ext inguieron.

101
—No sólo la com placencia y el opt im ism o del reaccionario en nada
cont ribuyen a corregir est os absurdos. Hay un cont ingent e nada despreciable de
gent e lúcida y sensible, que proviene fundam ent alm ent e del m undo de izquierda
m oderna, de ese m undo que quería cam biar el m undo pero que cuando se queda
sin ideas y proyect os cae en una anom ia m uy fuert e. Ant e la crisis ecológica, han
t erm inado por caer en la ot ra cara de la com placencia: un fat alism o pragm át ico o
un pesim ism o cínico, que afirm a que el problem a est á en el corazón del hom bre,
que el ser hum ano no t iene rem edio. Reconocen la gravedad de la crisis que nos
lleva a un despeñadero; pero dicen que nada podem os hacer. Se t rat a de una
subj et ividad difícil, agot ada, que no va a cam biar si no se difunden con energía las
m iradas alt ernat ivas.

—No dej an de exist ir razones para albergar un profundo pesim ism o.

—Sin duda, exist en fundadas razones, pero hay que recordar el valor
gram sciano: " Pesim ism o de la int eligencia, opt im ism o de la volunt ad" . En est e
sent ido soy un ent usiast a part idario de recuperar la rebeldía inherent e a la
izquierda m oderna ( el deseo de cam biar el m odo de vida) , aunque con nuevos
m ot ivos.

—Est ados Unidos hoy ej erce un poder indisput able a nivel m undial;
est ablece las reglas de j uego, ya lo hem os recordado; en Kiot o fueron los países
europeos, y no algunas " m ent es de ecologist as afiebrados" quienes propusieron
reducir en un 15 por cient o la producción de gases, y fue Est ados Unidos quien se
opuso con el consiguient e fracaso de la propuest a. Me im agino que en algún
m om ent o —y espero que no sea dem asiado t arde— se incorporará a la cat egoría de
delit o cont ra la hum anidad el cont inuar em it iendo gases t óxicos. No veo gran
diferencia ent re una em presa cuyo barco derram a m iles de t oneladas de pet róleo
en el m ar y cuyos responsables son penalizados y m ult ados por ello ( o el caso de
las t abacaleras, que t am bién deben pagar indem nizaciones m ult im illonarias a
fum adores que hayan cont raído enferm edades del pulm ón) y est as ot ras em presas
que producen t ant os o m ayores daños en los equilibrios ecológicos de la biosfera.
La respuest a a est e doble est ándar m e la im agino sim ple y brut al. La reducción de
est os gases afect a m uy seriam ent e la globalidad del sist em a capit alist a y ent re la
buena m archa de ést e y la defensa de los equilibrios ecológicos se opt a por lo
prim ero. Y es así aunque im port ant es cient íficos han arribado a un diagnóst ico
deplorable acerca del est ado am bient al del planet a. Por lo dem ás, si no fuera así,

102
Est ados Unidos no est aría dispuest o a gast ar m ás de cinco m il m illones de dólares
en incent ivar la reducción de esas em isiones.

—Debido a t ant o cont rasent ido, la crisis ecológica es casi un callej ón sin
salida dent ro del sist em a. Se requiere de m edidas radicales que, com o ust ed dice,
alt erarían la " buena m archa" de la econom ía. Por ej em plo, int roducir m asivam ent e
aut om óviles de energía lim pia y renovable en desm edro del com bust ible fósil
generaría el colapso de grandes em presas, desem pleo, crisis en cadenas de pro-
ducción de ot ros bienes y servicios. Medidas así, necesarias, parecen insost enibles
dent ro del sist em a económ ico act ual.

—Claro que, por suert e, algunos de est os correct ivos radicales est án siendo
propuest os por gobiernos de países t an serios com o los europeos.

— En las conferencias de Cam bio Clim át ico se vive una puest a en escena
casi delirant e, si nos at enem os a la gravedad de la crisis am bient al: Por un lado
est án las ya m encionadas post uras de los países cent rales. En ot ra posición est án
China, I ndia y la m ayoría de los países de la periferia m oderna —ent re ellos Chile—,
que no quieren lim it ar su crecim ient o económ ico. En los pasillos, haciendo lobby,
est án las em presas t ransnacionales con un arsenal de inform es hechos por sus
" m ercenarios equipos de cient íficos" : las t ransnacionales de seguros, preocupadas
por el aum ent o de desast res nat urales —en 1998 hubo la m ayor cant idad de
huracanes de la hist oria— que podrían erosionar sus m illonarias ganancias,
enfrent an a las t ransnacionales de com bust ibles fósiles que, am paradas en sus
propios " papers" , alegan que el calent am ient o del clim a no est á probado ni que
ellas serían act ivas causant es del m ism o. A su vez, t ras bam balinas, se escucha al
grupo de at errados países isleños del Pacífico Sur, im plorando m edidas radicales,
pues saben que en t reint a años m ás sus t errit orios podrían desaparecer de la faz de
la t ierra debido al aum ent o del nivel de los océanos.
En fin, la im port ancia de est as reuniones m uy poco se condice con el
diálogo de sordos en que se han convert ido.

—En un art ículo publicado en 1989 por Harlem Brundt Lang, la ex prim era
m inist ra de Noruega y j efa de la com isión del Program a de las Naciones Unidas
para el Medio Am bient e, se puede leer el siguient e párrafo: " se creía que la
conocida 'm ano invisible del m ercado' llevaba inconscient em ent e al int erés privado
a servir al bien com ún. Pero, en nuest ro m undo m oderno se sient e la t ent ación de

103
sugerir que hay un pie invisible que lleva al int erés privado a em prenderlas a
pat adas con el bien com ún" . Por su part e, el hist oriador inglés Eric Hobsbawm
afirm a en su obra Hist oria del Siglo XX: " Nunca la hist oria del m undo se había
t ornado t an problem át ica com o est á ocurriendo hoy, ni m ás inciert a, ni m ás
cam biant e, ni m ás inest able... los dos problem as cent rales y a largo plazo decisivos
son de t ipo dem ográfico y ecológico... Un índice de crecim ient o económ ico sim ilar al
de la segunda m it ad del siglo XX, si se m ant uviese indefinidam ent e ( suponiendo
que ello fuera posible) t endría consecuencias irreversibles y cat ast róficas para el
ent orno nat ural de est e planet a, incluyendo a la especie hum ana que form a part e
de él" . Y aún m ás: " el rit m o con que la t ecnología m oderna ha aum ent ado nuest ra
capacidad de m odificar el ent orno es t al, que el t iem po de que disponem os para
afront ar el problem a no debiera contarse en siglos sino en décadas" .
Convendría t am bién com parar est as opiniones de Hobsbawm con la de uno
de los gurúes m ás im port ant es de la econom ía nort eam ericana.
Lest er Thurow, en su libro El fut uro del capit alism o, afirm a que no exist e
en el horizont e hist órico un problem a de t ant a gravedad com o el del " ecologism o
m undial" y, a renglón seguido m anifiest a que " la respuest a capit alist a a la decisión
de lo que se debiera hacer hoy para prevenir el calent am ient o de la t ierra o la
dism inución del ozono es m uy clara: no hacer nada" . La razón dada por él es que la
adopción de cualquier m edida " no t endría efect os apreciables sobre lo que est á
ocurriendo hoy, sino dent ro de cincuent a o cien años" . Y si ent onces la crisis
am bient al ya fuese m uy negat iva, no t endría m ayor sent ido int ent ar m ej orar la
sit uación ahora. Luego de est a argum ent ación circular, confusa y un t ant o am bigua,
él expresa: " finalm ent e llegará una generación que no podrá cont inuar
sobreviviendo en el m edio am bient e alt erado de la Tierra, pero ent onces será
dem asiado t arde para que la hum anidad pueda hacer algo a fin de evit ar su propia
ext inción [ ...] cada generación t om a buenas decisiones capit alist as, pero el efect o
net o es un suicidio social colect ivo" . La opinión de Thurow expresa un ext rem o
fat alism o frent e a cualquier decisión.

—Dicho así, Thurow parece el ideólogo de un suicidio colect ivo. Su


argum ent o evoca la hist oria de un alcohólico que conscient em ent e se est uviera
suicidando poco apoco, un individuo com parable a la borrachera econom icist a que
describe y sugiere a nivel social. I m presionant e.

—En m ayor o m enor m edida, es ést e el pensam ient o generalizado del


sect or económ ico que com anda la econom ía m undial. Com o dij e ant es, ni Est ados

104
Unidos ni Thurow niegan la exist encia de t ales gases ni sus efect os
ext raordinariam ent e nocivos, pero concluyen declarándose incapaces de dar
respuest as a un t em a de la m ás alt a t rascendencia para el curso fut uro de la
hum anidad. Las opiniones de Hobsbawm no son m ás opt im ist as que las de Thurow,
aún cuando no present an el cariz cínico de las de est e últ im o. Hobsbawm no
considera realist a la fam osa propuest a de " crecim ient o cero" ; prim ero, porque los
países ricos no est án dispuest os a reducir sus niveles de vida, y segundo, porque
para los países pobres sería t erriblem ent e inj ust o y adem ás im pract icable. Tam poco
ve posible una polít ica de desarrollo sust ent able, por lo am biguo de la expresión.
" El t érm ino es convenient em ent e im preciso" , dice Hobsbawm . Aunque " a largo
plazo se t endrá que buscar alguna form a de equilibrio ent re la hum anidad, los
recursos renovables que consum e y las consecuencias que su act ividad produce en
el m edio am bient e, nadie sabe y pocos se at reven a especular acerca de cóm o se
producirá est e equilibrio y qué nivel de población, de t ecnología y de consum o será
posible. [ ...] Los expert os cient íficos pueden est ablecer lo que será necesario para
evit ar una crisis irreversible, pero desde luego la solución de est e problem a es
fundam ent alm ent e social y polít ica m ás que cient ífica y t ecnológica. Y adem ás est e
equilibrio sería incom pat ible con una econom ía m undial basada en la búsqueda
ilim it ada del beneficio económ ico" .
En fin, siendo razonable la posición de Hobsbawm , él m ism o lam ent a
carecer de una propuest a viable.

—Agregaría a Hobsbawm que la solución del problem a no sólo es social y


polít ica, sino principalm ent e cult ural. El verdadero desafío es cam biar nuest ra
concepción de m undo.

—Sin duda que por la sim ple y banal afirm ación de que " no se puede
coart ar el desarrollo económ ico..." pasará uno de los principales m eridianos que
irán dividiendo a las fuerzas de derecha y de izquierda, en part icular en los países
no m odernos. Colocar el valor m at erial de una t asa de crecim ient o económ ico por
sobre el valor social, hum ano y ét ico de velar por la supervivencia de la especie
hum ana y dem ás especies vivient es en el planet a, m e parece una sim ple aberración
m oral. ¿Qué diferencias podrán exist ir ent re los nuevos conversos al presunt o
m at erialism o de Marx y los ant iguos, quienes creían ver en " las relaciones de
producción" el fact or det erm inant e del curso hist órico? Para los nuevos convert idos
al pensam ient o de Marx, ese fact or det erm inant e sería la t asa de crecim ient o del
product o. ¿En qué difieren am bas posiciones? Desde est a perspect iva, las dos

105
creencias sit úan lo económ ico en el m ás alt o rango de los valores y obj et ivos a
lograr por una sociedad. Pero, debem os hacer una aclaración: t oda la colosal obra
de Marx, a pesar de su visión declaradam ent e " m at erialist a hist órica" , est uvo
orient ada a lograr la em ancipación de la especie hum ana precisam ent e de ese
det erm inism o econom icist a, y por lo m ism o, su ut opía polít ica consist ió en la cons-
t rucción de una sociedad sin Est ado, sin clases y sin dinero.

—Cuando ust ed sist em at iza algunas de las posiciones reaccionarias ant e el


t em a m ás decisivo de nuest ro t iem po, no puedo dej ar de recordar la analogía que
ha inspirado t oda nuest ra conversación: reconocer los signos del act ual cam bio de
época y com pararlos con ot ras t ransiciones hist óricas. Tal com o hicieron en Rom a
los privilegiados del I m perio y luego, ent re los siglos XV y XVI I I , la nobleza laica y
religiosa que quería conservar sus privilegios feudales, hoy, los reaccionarios que
quieren conservar el m odo de vida m oderno no t ienen problem as en invent ar y
j ugar con argum ent os delirant es e irreflexivos. La propia anom ia de los grupos e
individuos que defienden el st at us quo, asociada a la com placencia y exit ism o
com ún al ej ercicio del poder, les llevan a usar ideologizaciones que defienden lo
indefendible, cínicas y escépt icas, pesim ist as y t riunfales, ciegas y seguras.

—Para el pensam ient o de derecha no exist irían m ayores m ot ivos de


inquiet ud porque, según se afirm a: " la verdad es que la nat uraleza siem pre ha
est ado som et ida a grandes pert urbaciones, com o son las inundaciones, los cam bios
clim át icos y las erupciones volcánicas" . Ciert am ent e la Tierra exhibe una larga
hist oria de grandes desast res, pero ést os no fueron provocados por la acción
grat uit a e innecesaria del ser hum ano, ni m ucho m enos, en la gigant esca escala del
día de hoy.

—Es absurdo calificar com o " pert urbaciones" lo que son m ovim ient os
inherent es a la propia nat uraleza. Me m olest a cuando en nuest ro provinciano país,
cada vez que llueve un poco m ás de lo que querríam os, y hay dram as colect ivos
com o result ado de nuest ras m iserables práct icas econom icist as e im previsiones
urbaníst icas, em piezan los " líderes" del espect áculo t elevisivo a culpar a la
nat uraleza por sus supuest os " excesos, que a ella se le paso la m ano" , cuando el
único responsable es nuest ro m odo de vida que aún se niega a asum irse en
concordancia con el am bient e nat ural.

106
—En una m at eria t an crucial com o ést a, la derecha acude a sim ples
descalificaciones; int ent a hacer una caricat ura de la llam ada " ecología profunda" ,
sin sospechar siquiera de qué se t rat a; relat iviza la dest rucción del bosque nat ivo y
cualquier descalabro am bient al evident e y probado; y, finalm ent e, pret ende
ridiculizar las opiniones de los ecologist as calificándolas sin m ás ni m ás de
apocalípt icas, cat ast róficas o fundam ent alist as.

—Es m uy decidora la m anera vulgar con que en Chile los m edios de


com unicación t rat an a la ecología profunda. Tant a es la descalificación que a no
pocos declarados ecologist as les da pudor aut oident ificarse con esa sensibilidad.
Cuando hoy, cualquier persona inform ada y con sent ido ét ico se podría decir que es
un ecólogo profundo. Veam os. Algunas ideas básicas de la ecología profunda son:
1) que la riqueza y diversidad de las form as de vida son valores en sí m ism os y
cont ribuyen al florecim ient o de la vida hum ana y no- hum ana en la t ierra; 2) que los
hum anos no t ienen derecho a reducir est a riqueza y diversidad, salvo para
sat isfacer necesidades vit ales; 3) que la int erferencia hum ana act ual en el m undo
es excesiva y em peora a cada m om ent o; 4) que el cam bio ideológico consist e
fundam ent alm ent e en apreciar la calidad de vida viviendo en sit uaciones de valor
inherent e, m ás que adherirse a un nivel de vida cada vez m ás alt o. Com o se lee,
t odas est as ideas hoy son com part idas, en especial, por las nuevas generaciones.

—Las ideas y los pensam ient os de los num erosos grupos de ecologist as son
aún m uy recient es, pero, a pesar de ello, rara vez una religión o una ideología
polít ica se había propagado con igual velocidad. Y no son prom ovidos por
vanguardias polít icas organizadas ni por algún im port ant e poder financiero. Han ido
brot ando casi espont áneam ent e. En t odo el m undo han surgido m últ iples
organizaciones de ecologist as y am bient alist as. Ent re los cient os de ONGs de t odos
los países de la Tierra se ha dest acado Greenpeace por sus oposición a las pruebas
at óm icas y a la inst alación de plant as nucleares y a ciert as form as de explot ación
del pet róleo en el Mar del Nort e; por sus denuncias en cont ra de la producción de
alim ent os t ransgénicos; por sus valiosos aport es, fundados en docum ent os
cient íficos, sobre los efect os desast rosos provocados por la em isión de los gases
invernadero, y por ot ras innum erables acciones em prendidas en t odos los m ares de
la Tierra, de gran eficacia.
Pero no sólo est á em ergiendo est a poderosa y vit al conciencia ecológica,
sino que adem ás, y en ínt im a asociación con ella, est á naciendo una valiosa

107
preocupación por pueblos y cult uras que hast a ahora se habían despreciado por no
ser suficient em ent e " m odernos" .

—Est e encuent ro ent re la m irada ecologist a occident al y las cult uras


originarias aún vivas es m uy int eresant e. Se est á produciendo una singular
sincronicidad hist órica. El m undo ecologist a respet a e int ent a em ular est as cult uras
indígenas, en t ant o ellas represent an un t est im onio cult ural vivient e de lo que
fueron y aún son m odos posibles de una relación m ás concordant e ent re la
nat uraleza- hum anizada y la hum anidad- nat uralizada. Diversos aut ores hoy
est udian el sugerent e vínculo ent re las cosm ovisiones de los pueblos originarios y el
em ergent e paradigm a cient ífico de occident e. Est e vínculo, am bos com prenden a
suj et o y obj et o com o una realidad holíst ica, aparece com o inexplicable para un
observador sin capacidad de asom bro.

—Y t al vez lo m ás significat ivo sea que est a nueva valoración de los


pueblos y cult uras originarias difiere de la sim ple m it ificación del " buen salvaj e" , del
prim it ivo ser hum ano incont am inado por la civilización, hecha por Rousseau en los
inicios de la Modernidad.

—Rousseau reivindica al buen salvaj e desde una idealización m oral, así


com o t am bién fue uno de los pocos grandes m odernos que negó el egoísm o com o
rasgo const it ut ivo de lo hum ano. En cam bio, ahora hay una valorización colect iva
de un m odo de vida cult ural.
En el caso de los m ovim ient os polít icos y art íst icos indoam ericanos, se
t rat aba de una act it ud reivindicat iva, liderada polít icam ent e por blancos que
querían que esos indígenas lograran un est ándar de vida propio de la m odernidad.
En cam bio, ahora se int ent a reconocer y valorar a la cult ura indígena en sí m ism a.

—Valorar la exist encia de la diferencia y reconocer la ext rem a im port ancia


de la diversidad, son dos t em as de enorm e act ualidad cont em poránea. El
ecologism o t rasciende la exclusiva preocupación por los problem as am bient ales; en
buenas cuent as, en él se haya el germ en de una nueva visión de la vida y del
cosm os.

—Est o que señala es fundam ent al, ya que ignorant em ent e m uchos asocian
el pensam ient o ecológico, en el peor de los casos, a una " m oda Verde " o, en el
m ej or, a una legít im a preocupación por el m edio am bient e; sin em bargo, la

108
ecología es m ucho m ás, es una nueva m irada, es una de las expresiones
ideológicas cent rales de una nueva cosm ovisión.
El haber repuest o la sola idea de que los hum anos som os nat uraleza ( y no
seguir con el curioso sent ido com ún m oderno de com prender a lo hum ano com o
algo aj eno a ella) , que som os hij os del devenir nat ural y, en consecuencia,
debem os desplegar nuest ra creat ividad para no pulverizar la m ist eriosa y bella
conciencia del propio Universo que som os, es de una im port ancia increíble y cuyos
ecos aún est am os incapacit ados para sent ir e im aginar.

—Por est o es t an inquiet ant e la t rivialidad y superficialidad con que los


represent ant es del bloque conservador nacional t rat an de desacredit ar esas
t rascendent es ideas y propuest as. Un caso paradigm át ico en est a m at eria ha sido el
de Douglas Tom pkins. Él y su m uj er com praron una enorm e ext ensión de t erreno
en el sur del país para t ransform arla en el parque nat ural m ás grande y bello del
m undo. Sin em bargo, desde el día m ism o de la com pra se fueron alineando en su
cont ra los sect ores m ás ret ardat arios del país. No cabía en la cabeza de los
dirigent es del em presariado, aún inm ersos en el sofocant e clim a int elect ual de la
dict adura, que un nort eam ericano m ult im illonario adquiriera t errenos no para
explot arlos y reducir sus bosques a chips, sino para convert irlos en un herm oso
parque nat ural.
Todos sabem os de la exist encia de ot ros grandes consorcios económ icos
que poseen igual o superior superficie de t ierra que la del señor Tom pkins, pero en
esos casos se t rat a de explot ar y t alar el bosque, y est o, por ciert o, para la
m ent alidad oficial es perfect am ent e legít im o y convenient e. En su cruzada en
cont ra de Tom pkins, la derecha sacó a relucir sit uaciones absolut am ent e falsas:
est aría despoj ando de sus t ierras a algunos colonos chilenos, lo que irónicam ent e
result aba int olerable para quienes por siglos habían venido despoj ando de su t ierra
a los indígenas y para quienes, en ese m ism o inst ant e, est aban desposeyendo de
las suyas a los pehuenches en el alt o Bío Bío. Para ot ros, Tom pkins pret endía cort ar
en dos el t errit orio nacional, m ot ivo por el cual de inm ediat o salt aron a la palest ra
los nacionalist as criollos y algunos j efes de las fuerzas arm adas, aunque, t am bién
irónicam ent e, poco t iem po después, en una desvergonzada negociación, se
t ransfería gran part e de la producción y dist ribución de la energía eléct rica nacional
a un consorcio ext ranj ero, sin que nadie dij era ni una sola palabra. Tom pkins habría
com et ido un crim en de lesa m aj est ad: se había declarado part idario de la ecología
profunda y adem ás se decía que financiaba organizaciones ecologist as. El caso
Tom pkins no sólo no habría t enido m ayores repercusiones en algún ot ro país de

109
m ent alidad m oderna, sino que su act it ud habría sido ext raordinariam ent e bien
recibida; en cam bio en Chile se t ransform ó en caso lím it e ent re quienes est aban a
favor de la defensa del m edio am bient e y quienes est aban en cont ra.
El surgim ient o de una nueva conciencia ecológica t rascenderá sin duda la
m era defensa de la nat uraleza y de su biodiversidad; ella est á exigiendo concebir
una nueva m anera de m irar el m undo y las relaciones de ést e con los seres
hum anos; im port ará cam bios copernicanos en creencias t ales com o la sacralización
de la idea de crecim ient o económ ico. Est a idea, la de un crecim ient o económ ico
ilim it ado, sin regulación de ningún orden ni som et ida a principio ét ico o m oral
alguno, es sim plem ent e perversa. Responde a una exclusiva inspiración
m at erialist a, apela al egoísm o hum ano, est im ula un individualism o desenfrenado,
fom ent a el consum ism o y, por últ im o, concent ra gigant escas riquezas en una ínfim a
m inoría de la población de la Tierra.
Tam bién es una idea falsa aquella que sost iene que los recursos nat urales
y energét icos serían inagot ables. Encaj a perfect am ent e con la creencia en la
viabilidad o sust ent abilidad de un crecim ient o económ ico universal e ilim it ado. Pero
el cuent o no concluye aquí. El crecim ient o económ ico se halla ínt im am ent e asociado
a la férrea lógica de la product ividad, y esa lógica, a su vez, exige nuevas y
m ayores innovaciones t ecnológicas, y así la vida hum ana va quedando at rapada en
una enorm e prisión de aparat os t ecnológicos, de ciudades de cem ent o y de edificios
colm ena, lo cual —y con razón—, m ot ivaba las angust ias de Heidegger. Pero aún
m ás: la lógica product ivist a acarrea, a su vez, com o corolario inseparable, la lógica
del consum ism o y ést a, para lograr su com plet o despliegue, dem anda colosales
gast os en publicidad y propaganda, los cuales t erm inan t ransform ándose en la
causa principal del florecim ient o de t odas las vanidades hum anas, de los
individualism os exacerbados y de las ost ent aciones innecesarias.
La t area faraónica de la em ergent e conciencia ecológica es rom per con est e
m onst ruoso encadenam ient o de supuest os, creencias y cert ezas que est án
conduciendo a una com plet a alienación al ser hum ano, por lo m enos al occident al.
La m ism a gran t ransform ación ecológica est á siendo, a su vez, la causa de
la aparición de una com plet a y renovada visión de m undo, así com o de la
em ergencia de un nuevo pensam ient o social y polít ico. Y hoy aparece com o la única
posibilidad real de evit ar el dest ino im aginado por Oses. De aquí que ella sea una
de las grandes t ransform aciones del fin de la Modernidad. Al ecologism o se est á
arribando desde m uchas vert ient es ideológicas diferent es y t am bién desde diversas
t radiciones cult urales; ant iguos m ilit ant es desilusionados de una izquierda en vías

110
de desaparición y de t oda una vast a corrient e int elect ual crít ica y desencant ada de
la Modernidad.

111
8

LA GRAN TRANSFORMACIÓN
DEMOGRÁFICA

CARLOS ALTAMI RANO: —Junt o a la gran t ransform ación ecológica, un


segundo gran cam bio hist órico es el producido por la explosión dem ográfica de
m ediados del siglo XX. Am bas son t ransform aciones de alcance planet ario y exigen,
por t ant o, respuest as planet arias. El aum ent o explosivo de la población del m undo
en los últ im os cincuent a años est á causando problem as de difícil solución. Que la
población haya aum ent ado de 1.500 m illones a 6.000 m illones en algo m ás de la
m it ad de un siglo ha repercut ido en t odos los dom inios hum anos. El aum ent o de la
población es una de las fuent es principales de cont am inación y de degradación del
m edio am bient e. ¿Podrá el planet a soport ar est e crecim ient o aunque se cum plieran
las reducciones previst as? Diez m il m illones de seres hum anos habit arán en la
Tierra a m ediados del siglo XXI , en el cont ext o de un acelerado proceso de
indust rialización y de la consiguient e cont am inación m undial; enorm es
desplazam ient os de em igrant es de una lat it ud a ot ra; envej ecim ient o crecient e de
la población, incluso en las sociedades m ás pobres.

HERNÁN DI NAMARCA: —Siendo t an serio el problem a, ¿por qué, cuando se


plant ea una regulación del crecim ient o de la población, en Occident e aparece de
inm ediat o la j erarquía de la I glesia, por ej em plo, en una oposición m uy fuert e?

—Es un hecho incom prensible. El Papa t am bién debería pedir perdón por
est a polít ica suicida. ¿Cóm o puede pensar la I glesia que resolverá est e problem a
sólo con la predica de la abst inencia? Aún cuando t al consej o fuera acept ado por la
población cat ólica del m undo, ést a sólo llega a 700 u 800 m illones de personas.
¿I nt ent a la I glesia sim plem ent e dar un exclusivo t est im onio de su verdad aunque
ella carezca de t oda viabilidad?
Según las predicciones del Banco Mundial, de los diez m il m illones de
habit ant es que poblarán el planet a en est e siglo XXI , ocho m il m illones vivirán en

112
los países pobres. A pesar de t odo lo exit oso que pudiera ser el crecim ient o
económ ico de aquí a esa fecha, el aum ent o de los pobres se t ransform ará en un
problem a inm anej able. En el 2025, I bero Am érica alcanzará aproxim adam ent e a los
m il m illones de habit ant es; hoy, en el 2000, nos acercam os a los quinient os
m illones, de los cuales doscient os m illones son pobres. Un alt o represent ant e del
Banco Mundial, Alfredo Sfeir- Younis, viene hablando de la desast rosa herencia
económ ica, cult ural, social y m edioam bient al con que hem os ingresado al siglo XXI .
Según su inform e, exist en 1.300 m illones de seres hum anos que sólo ganan un
dólar por día. En África t ropical, por ej em plo, la provisión de alim ent os ha quedado
m uy rezagada ant e el espect acular crecim ient o de la población y el ingreso per
cápit a es hoy aún m ás baj o que a m ediados de los años sesent a. Por su part e,
Thurow afirm a algo digno de ser considerado: si la población de los Est ados Unidos
hubiera crecido a razón de un 3,5 por cient o anual durant e el siglo XI X, su ingreso
per cápit a act ual sería m ás baj o que en t iem pos de la guerra civil, ya que su rit m o
de crecim ient o económ ico durant e los últ im os cien años fue sólo de 3,1 por cient o
anual; en ot ras palabras, el not able crecim ient o económ ico de Est ados Unidos se
debe, a lo m enos en part e, a la relat ivam ent e m odest a t asa del crecim ient o
veget at ivo. Dicho direct am ent e: las personas que nacen en países pobres con
rápido rit m o de crecim ient o poblacional m orirán t am bién en países pobres.

—A m enos que se desplacen a países ricos.

—Que es precisam ent e lo que est á ocurriendo: gigant escas m igraciones se


t rasladan de países pobres a países ricos, e incluso de países pobres hacia países
m enos pobres. El desplazam ient o de poblaciones ent re diferent es lat it udes alcanza
a varios m illones de seres hum anos. ¿Cóm o se las arreglará el ant iguo prim er
m undo para cont inuar evit ando o cont rolando est as m igraciones, por ej em plo, la de
México hacia Est ados Unidos o del nort e de África hacia Europa, o incluso de Europa
orient al hacia Europa occident al? ¿Y por cuánt o t iem po nuest ro país cont inuará a
salvo de est e fenóm eno?

—Ya no est á a salvo: desde hace unos años est am os viviendo en Chile una
com plej a inm igración de bolivianos y peruanos.

—Si Chile cont inúa con el act ual crecim ient o económ ico, varios m iles de
personas llegarán a golpear nuest ras puert as. En el siglo pasado los grandes
desplazam ient os de población de países europeos hacia Am érica Lat ina eran de

113
personas con ciert a form ación cult ural que llegaban a lugares poco poblados. Hoy,
en cam bio, las em igraciones est án int egradas por enorm es m asas hum anas de m uy
escaso nivel cult ural.

—Agreguem os a est e cuadro dem ográfico el envej ecim ient o de la


población.

—La población pasiva de los países europeos ha ido aum ent ando
not ablem ent e, y est e aum ent o acarrea gravísim os problem as en el orden
previsional. La posm odernidad deberá prepararse para enfrent ar una proporción de
personas ancianas sin precedent es; y al referirnos a los ancianos est am os hablando
de personas que en la act ual lógica económ ica no cont ribuyen a la creación de
riqueza, sino que, por el cont rario, gast an enorm es recursos en salud y en diversos
t ipos de cuidado. En el conj unt o de los países en desarrollo se calcula que la
población pasiva pasará de doscient os a seiscient os cincuent a m illones en el año
2025.

—Es decir, si la población t ot al se duplica, la t ercera edad se t riplica.

—Y en un m uy breve plazo. El aum ent o de la población en los países m ás


pobres se est á t ragando el hipot ét ico m ayor crecim ient o del product o. En los
hechos, el aum ent o de la clase pasiva, t ant o en Europa com o en Est ados Unidos y
Japón, est á conduciendo a una virt ual quiebra a los sist em as previsionales públicos
y privados. El cat ecism o neoliberal insist e en culpar por los enorm es déficit
producidos en est a m at eria a los " ineficient es sist em as públicos" ; pero ocult a o
ignora el aum ent o exorbit ant e de la clase pasiva y la consiguient e reducción
proporcional de la población act iva. En Chile, concret am ent e, deberem os esperar
que el grueso de los im ponent es de las Adm inist radoras de Fondos Previsionales
com ience a cum plir su edad de j ubilar para em it ir un j uicio acerca de las bondades
del sist em a. Ni siquiera en Est ados Unidos los sist em as previsionales privados est án
funcionando con m ayor eficacia que los públicos.

—¿No ha m encionado la calidad de vida de est os enorm es cont ingent es de


población?

—Hacia allá voy. Com o la explosión dem ográfica est á asociada en


part icular en los países en desarrollo al exorbit ant e aum ent o de habit ant es en las

114
grandes ciudades, product o adem ás de las corrient es m igrat orias del cam po a la
ciudad, los problem as engendrados en est as gigant escas m egalópolis sim plem ent e
carecen de soluciones viables. I ncluso una ciudad com o Sant iago, con sólo cinco
m illones y m edio de habit ant es, y con aproxim adam ent e ocho m illones en el 2005,
difícilm ent e podrá resolver los problem as derivados de la dram át ica cont am inación
at m osférica, los enorm es at ocham ient os de vehículos en la vía pública y el rápido
aum ent o de la inseguridad. La ciudad de México, con unos t reint a m illones de
habit ant es en est a prim era década del siglo XXI , necesariam ent e se irá
t ransform ando en un infierno vivient e. En la act ualidad son veint e las m egalópolis
de m ás de diez m illones de habit ant es, y casi t odas ellas se encuent ran en los
países de escaso desarrollo económ ico. Las num erosas m egalópolis que pueblan
África, Am érica y Asia se han const it uido en verdaderos " m undos de m iedo" .

—Cabe aquí una im agen del escrit or Eduardo Galeano: " Nuest ras ciudades
cada día se conviert en en espacios 'urbanos' int ernam ent e am urallados: a un lado
de la m uralla sobreviven quienes t ienen ham bre y en el ot ro sobreviven quienes
t ienen m iedo..." , aunque cot idianam ent e, en una desconfianza recíproca, se
am enazan los unos a los ot ros.
Los nuevos condom inios privados ofrecen sobre t odo la seguridad del
encierro. Por lo m ism o, en los países del nort e hay una crecient e em igración al
" cam po" para fundar las nuevas " t ecnot ribus" que describen algunos sociólogos, y
t am bién allá y en nuest ros países, en relación al t em a de la ( in) seguridad
ciudadana, sin negar a veces el necesario disciplinam ient o represivo, m uchos
proponen recuperar la ciudad para los peat ones y los ciudadanos, act ivar los
espacios convivenciales de cult ura popular y la organización ciudadana para
aut odot arse de seguridad colect iva.

—Los países ricos t am bién deberán port ar su propia cruz, a m edida que
vaya t ranscurriendo el siglo y la globalización neoliberal de la econom ía conviert a al
m undo en un infierno ecológico y dem ográfico. Ellos t endrán inexorablem ent e que
aport ar al financiam ient o de est os desafíos. La " placa t ect ónica poblacional" —com o
la denom ina Thurow en El Fut uro del Capit alism o—, es una de las causant es de la
t rem enda cont am inación y de la acelerada degradación del m edio am bient e; de la
exist encia de m igraciones descont roladas; del envej ecim ient o crecient e de la
población, y de graves alt eraciones en los equilibrios ent re países ricos y pobres.
Las grandes t ransform aciones ecológica y dem ográfica est á cam biando en form a
irreversible el paisaj e hum ano del planet a.

115
—No es t rivial ent onces la im agen que usábam os al inicio de nuest ra
conversación: la especie hum ana com o una plaga.

—No m e parece una im agen carent e de t odo fundam ent o. En I ndia la


población alcanzará a los 1.200 m illones de habit ant es en un plazo relat ivam ent e
breve; y China, ya anda en los 1.300 m illones y se espera que alrededor del 2030
logre est abilizar su población en 1.500 m illones. ¿Y cóm o ha conseguido China est a
relat iva dism inución del rit m o de crecim ient o de su población? Mediant e la práct ica,
casi en dim ensión indust rial, del abort o, y t am bién a t ravés de cast igos m uy
severos a los m at rim onios que t engan m ás de un hij o e incluso el asesinat o de
recién nacidos. Y para qué vam os a cont inuar refiriéndonos a los problem as que
deberán enfrent ar países com o I ndonesia, Pakist án, Nigeria o Brasil, cada uno de
los cuales t endrá un núm ero de habit ant es m uy superior a los 150 m illones y en
sólo pocos años m ás.

—Requerirán de m ucha im aginación o sobrevendrán rupt uras sociales aún


im pensables.

—Es ést a una realidad cada vez m ás visible y at erradora.

—Una realidad que ya se nos vino encim a. Ahí est án las m uert es m asivas
por guerras civiles y ham brunas en África; el dram a de los europeos y
nort eam ericanos con las m igraciones de los pobres del sur, el problem a de la
t ercera edad en Europa. ¿Qué harán los m iles de m illones de pobres que t ienen
ham bre y los m illones de opulent os que t ienen m iedo?

116
9

LAS GRANDES TRANSFORMACIONES


CIENTÍFICO-TECNOLÓGICAS

CARLOS ALTAMI RANO: —En la Época Moderna los avances cient íficos y
t ecnológicos t ransform aron radical e irreversiblem ent e la vida de las sociedades
occident ales —vapor, elect ricidad, ferrocarriles, cine, aviones, t elevisión, et cét era.
Hoy est am os asist iendo a nuevas y aún m ás cruciales t ransform aciones: el " fin del
t rabaj o" causado por la inform át ica y la robot ización; la biot ecnología; la
exploración del espacio; la energía nuclear; y la revolución en las
t elecom unicaciones.

HERNÁN DI NAMARCA: —La t écnica ha sido m uy bellam ent e definida com o


la ext ensión de los sent idos del hom bre y la m uj er. Desde siem pre la t écnica
m axim iza la fuerza hum ana, ext iende nuest ra visión, nuest ra m em oria, nuest ros
sueños, nuest ras m anos...
Así ent endido el proceso hist órico de la ciencia- t écnica, sin duda, que las
nuevas t ecnologías que ust ed ha dest acado y la nueva ciencia im plican una rupt ura
con ese pasado hum ano, pues, por un lado, ést as ya no sólo ext ienden nuest ros
sent idos sino que ahora son capaces de crear nuevos sent idos y, por ot ro, ellas son
sinónim o de un m acro poder que nos int erpela a una inédit a responsabilidad com o
seres vivos que form am os part e de la red cósm ica.
Por lo m ism o, el devenir de la nueva sociedad y m odo de vida posm oderno
dependerá de la reflexividad y sabiduría que apliquem os en t odas nuest ras
necesarias innovaciones t ecnológicas, o, dicho en clave de int errogant e, dependerá
de la m anera com o nos relacionem os con la t ecnología: ¿si la cont inuam os
fet ichizando a la m anera m oderna —nos fascinam os acrít icam ent e— o bien la
asum im os con serenidad y responsabilidad?

—Así es. La poderosa quilla del barco m oderno est á const it uida por una
acerada y com pact a t rilogía: ciencia, t ecnología, indust ria. Europa y Est ados Unidos

117
inauguran el siglo XX siendo aún sociedades sem iagrarias —el 50 por cient o de la
población t rabaj aba en la t ierra— y concluyen el siglo convert idas en sociedades
urbanas indust riales —con sólo el 3 o 4 por cient o de la población t rabaj ando en
labores m ás propiam ent e agroindust riales.
Hoy t odos los presupuest os públicos de educación e invest igación cient ífica
de los países m odernos han venido creciendo en porcent aj es exponenciales; sin
considerar a las grandes t ransnacionales que t am bién est án haciendo enorm es
inversiones en ciencia y t ecnología.

—Las em presas t ransnacionales saben de la im port ancia de la apropiación


de la t ecnología. Y m ás aún: al apropiarse de ella, abusan de su poder; un poder
que, sin em bargo, ha sido un logro de t oda la hum anidad y en especial de la
m oderna. Ust ed ya lo dij o ant es: fueron los Est ados los que financiaron e
incent ivaron a cient íficos y t écnicos para la creación y m archa de la carrera
espacial, I nt ernet , el Genom a Hum ano, et cét era. En fin, han sido los im pulsores de
esas innovaciones y, m ás t arde, esas em presas privat izan esos saberes y
t ecnologías, se los apropian, los reut ilizan y no pocas veces los reorient an.

—Sin duda, los m ás im port ant es descubrim ient os cient íficos y t ecnológicos
del siglo pasado se han hecho baj o pat rocinio del Est ado. A pesar de ello, hoy
m uchos hablan de su ineficacia, aunque en las horas de am enazas o peligros son
los Est ados, y no las em presas privadas, los que cont ribuyen a paliar los efect os de
una hecat om be económ ica.

—Hablem os del " fin del t rabaj o" com o corolario de la t ecnología que
sust it uye la energía hum ana.

—Hace m ás de veint e años André Gorz escribió un libro profét ico, Adiós al
Prolet ariado. En él preveía la gradual e inexorable reducción del t rabaj o m anual y
una fut ura " sociedad del paro" —así la llam ó—. El ant iguo prolet ariado de la
sociedad indust rial no sólo se est á reduciendo en t érm inos relat ivos sino absolut os;
según diversos pronóst icos caerá a un porcent aj e bast ant e inferior al 10 por cient o
de la población act iva ant es de finalizar est e siglo. Ant e est a realidad, según Gorz,
exist ían dos opciones básicas: o la sociedad del paro ( que en part e ya exist e en
Europa) o la de t iem po libre, que t am bién ha com enzado a em erger. Est a últ im a se
basaría en el nuevo principio valórico: " t rabaj ar m enos para poder t rabaj ar t odos" .

118
Hoy la t ecnología est á m odificando decisivam ent e la m aldición bíblica
( " ganarás el pan con el sudor de t u frent e" ) , pero, a su vez, se ha t ransform ado en
una m aldición la falt a de t rabaj o. Marx t am poco est uvo m ás acert ado que la Biblia;
para él, el m ot or de la hist oria era la lucha de clases —en lengua m oderna, ent re
burgueses y prolet arios—, pero result a que el act ual sist em a de producción,
inform at izado y robot izado, ha ido elim inando al obrero y de paso t am bién al viej o
burgués; en los países de Europa ya hay 18 m illones de desocupados. Algunos hoy
est án hablando de la " sociedad del ocio" ; en Francia la sem ana laboral se ha
reducido a 35 horas, y t am bién se est án inst it ucionalizando una m ult iplicidad de
ot ras form as de t rabaj o. La inform at ización y robot ización no sólo ha devaluado el
t rabaj o sino que incluso lo est á elim inando. Marx, en sus visiones m ilenarist as,
im aginaba una sociedad sin clases, sin Est ado y sin dinero; pero nunca pensó en
una sociedad sin t rabaj o.

—El t em a de fondo es que hoy se requiere un cam bio cult ural para resolver
la siguient e cont radicción: las fuerzas product ivas perm it irían una sociedad en la
cual los hom bres podrían t rabaj ar de una m anera novedosa, creat iva y libre; pero
las relaciones de producción siguen exigiendo un em brut ecim ient o laboral
product ivist a y orient ado al sobreconsum o, así com o aún exist en lógicas que
im ponen que unos acceden al em pleo y ot ros no. Por ot ra part e, la brut al
desigualdad en la dist ribución del ingreso según los t rabaj os, en una sociedad que
m ide el " éxit o" en función del ingreso de los suj et os, es causa en gran m edida de
que no se puedan realizar cam bios orient ados a una sociedad del t iem po libre.

—Sobre t odo cuando la revolución inform át ica en las com unicaciones ha


aum ent ado aún m ás las fuerzas product ivas y, en consecuencia, perm it e producir
un volum en not ablem ent e superior de bienes y servicios em pleando m enos horas
de t rabaj o. En Est ados Unidos y Japón, a com ienzos de est e siglo, cada obrero
t rabaj aba aproxim adam ent e 3.500 horas por año y ahora sólo lo hace 1.600 horas
y produce m ucho m ás. En ot ras palabras, el t rabaj o est á dej ando de ser fact or
fundam ent al en la producción de bienes y servicios. La riqueza m undial se halla en
not orio aum ent o; en cam bio, el t rabaj o en franca dism inución. Las nuevas
t ecnologías est án devaluando por igual las m at erias prim as y el t rabaj o. Cuando
nos referim os al t rabaj o, est am os pensando en los m iles de m illones de seres
hum anos que viven del t rabaj o; en las organizaciones sindicales de los
t rabaj adores; en los part idos polít icos que aspiraban a represent ar el int erés de la
clase t rabaj adora, y t am bién, en las ident idades y cult uras que se fueron

119
conform ando en t orno a est as diversas form as de t rabaj o: cam pesina, obrera,
m inera, pesquera, em pleados de cuello blanco, et c. En la m ism a m edida en que se
vaya t ransform ando la nat uraleza del t rabaj o, t am bién deberán ir cam biando y
adapt ándose las organizaciones sindicales, los part idos polít icos y sus ideologías,
las inst it uciones educacionales, en definit iva, la propia sociedad. Vivianne Forrest er,
en El Horror Económ ico, nos adviert e, con razón, que el viej o concept o de t rabaj o
se est á vaciando de cont enido, y originando así un t ipo de sociedad donde sólo
algunos pocos t endrán t rabaj o y alt os ingresos m ient ras la enorm e m ayoría
carecerá de él o lo t endrá m uy " precarizado" .

—¿Es sust ent able una sociedad así? ¿Qué est ruct ura social podría cont ener
la furia de los m illones y m illones de pobres que sólo m irarían las vit rinas?

—Son pregunt as inquiet ant es y casi sin respuest as si se conserva el act ual
sist em a product ivo y su racionalidad. La Forrest er nos ent rega la siguient e
inform ación: " En 1958 había 25 m il desocupados en Francia, m ient ras que en 1996
hay casi 3 m illones y m edio... adem ás hay unos 120 m illones de desocupados en el
m undo, de los cuales 35 m illones corresponden a los países indust rializados y 18
m illones a Europa" .

—En nuest ros países las cifras aún no son t an alarm ant es, salvo que se
considere el " em pleo inform al" y los alt os índices de cesant ía j uvenil.

—La ant erior inform ación nos lleva a form ularnos la siguient e pregunt a: si
recién ha com enzado el proceso de m undialización de las t ecnologías que llevan a
la reducción del t rabaj o, y ya exist en 120 m illones de desocupados, ¿cuál será la
suert e de ést os dent ro de veint e o t reint a años m ás? En vist a de las cifras que
ant es daba sobre la explosión dem ográfica, ¿cuál será el porvenir de cent enas de
m illones de j óvenes en el m undo? ¿Deberán caer aún m ás los ingresos de enorm es
m asas de t rabaj adores —aún cuando nadie pueda afirm ar con cert eza que est e
m ecanism o haga crecer el em pleo— y t am bién deberá aum ent ar correlat ivam ent e
la delincuencia en grados incont rolables? ¿Cóm o resuelven los " profet as" del
pensam ient o único —del neoliberalism o t ransnacionalizado— est e círculo vicioso?
Su respuest a es m uy sencilla: m ás com pet it ividad y m ás product ividad, pero al
m ism o t iem po —agrego yo—: m ás desem pleo y m enores salarios.

120
—En Est ados Unidos y Europa, el Tercer Sect or ( ni est ado ni gran
em presa) , asociat ivo e inspirado en una lógica sin fines de lucro, est á plant ando
desde la sociedad civil los prim eros gérm enes de una nueva m anera de producir y
relacionarse. Jerem y Rifkin afirm a en su libro El Fin del Trabaj o que " el t ercer
sect or j uega un papel social cada vez m ás im port ant e en el m undo... ha crecido
sensiblem ent e en los últ im os años... y es la única opción con fut uro ant e la act ual
crisis económ ica y laboral causada por la act ual revolución t ecnológica y las
desigualdades sociales" . Y ent rega cifras para 1990: 350.000 organizaciones en
Reino Unido con un 4 por cient o de part icipación en el PBI . El 39 por cient o de la
población nort eam ericana part icipa en act ividades del t ercer sect or. En Francia, en
sólo un año —finales de los ochent a— se crearon 43.000 asociaciones en la
sociedad civil y el em pleo en el t ercer sect or ha crecido en form a irregular m ient ras
dism inuye en la econom ía form al. El t ercer sect or en Alem ania crece m ás rápido
que el público y el privado. El 15,4 por cient o de la población adult a de I t alia dona
su t iem po libre a act ividades de ese t ipo. En Japón ha crecido de m anera
espect acular: 23.000 organizaciones de caridad, 12.000 de bienest ar social,
130.000 " rozin" para los adult os m ayores, ent re ot ras organizaciones " no profit " .
70.000 ONG en la ex Unión Soviét ica y Europa cent ral. En Asia exist en 20.000
asociaciones de la sociedad civil. En África 4.000 y en Am érica Lat ina, sólo en Brasil
había, en 1990, 100.000 asociaciones com unit arias.
El Tercer Sect or, según Rifkin, es la alt ernat iva societ al para enfrent ar el
fin del t rabaj o y redist ribuirlo, es una nueva organización social, una coart ada de la
ciudadanía para ocupar el espacio redist ribut ivo que abandonó el Est ado y que la
gran em presa nunca ha creado, es una nueva relación social inspirada en valores
com o la cooperación y la solidaridad. En Est ados Unidos, por ej em plo, ya hay
ciudades ent eras donde circula un nuevo papel dinero que se usa com o un
" t rueque" para int ercam biar valores de t rabaj o socialm ent e necesario, dinero que
incluso acept an algunas ent idades financieras. Yo agregaría que el Tercer Sect or es
uno de los m ás pot ent es indicadores de lo que deberá ser una Nueva Econom ía en
un sent ido int egral ( y no sólo com o propagandíst icam ent e se suele asociar el
concept o de nueva econom ía de m anera unilat eral a las em presas t ecnológicas y al
com ercio elect rónico) .

—Volviendo a los descubrim ient os cient ífico- t écnicos del siglo XX, hablem os
de uno de los m ás im port ant es, la energía nuclear. De haberse realizado est e
m agno descubrim ient o con alguna ant icipación, por Hit ler o St alin, el curso de la
hist oria habría cam biado radicalm ent e. La Alem ania nazi o el com unism o soviét ico

121
serían hoy los dueños del m undo, y m uy poco le falt ó a Hit ler para hacerse prim ero
que los nort eam ericanos con el poder at óm ico. Felizm ent e, por el m om ent o se ha
reducido el t error de una conflagración nuclear inm inent e; pero la espada de
Dam ocles encarnada en la energía nuclear cont inuará suspendida en el
subconscient e colect ivo de la hum anidad. Los cinco países poseedores del secret o
nuclear ya han aum ent ado a siet e y, aún cuando el rest o ha renunciado a fabricar
bom bas at óm icas, no exist e una real garant ía de que ello ocurra así. E incluso, ¿por
qué no prever la exist encia de ciert os grupos t errorist as en est ado de fabricar algún
t ipo de arm a nuclear?

—O bien alguna corporación t ransnacional, ahora con m ás poder que


m uchos Est ados, perfect am ent e podría const ruir la bom ba.

—Sin duda, las grandes em presas t ransnacionales especializadas en la


producción de equipos nucleares est án en perfect as condiciones de fabricarlas. Por
lo m ism o, no es irracional pensar en grupos t errorist as capaces de dot arse de est as
arm as. Los procesos de fabricación ya son suficient em ent e conocidos y el
financiam ient o est á al alcance de m ás de alguna de esas organizaciones. Adem ás,
m ás allá de la no descart able am enaza de guerra ent re países, se halla siem pre
lat ent e un est allido accident al de alguna de las m iles de oj ivas conservadas en
deplorable est ado en Ucrania o en Rusia. Y t am bién est á la posibilidad de nuevos
accident es en alguna de las m últ iples plant as nucleares disem inadas por el m undo.
Chernobyl, con sus 300.000 m uert os, dio la prim era y m ás dram át ica de las señales
de alarm a. Más de alguna de est as plant as, incluso en Est ados Unidos y Japón, ha
experim ent ado serios desperfect os. ¿Y dónde se est án ocult ando los desechos
nucleares? La hum anidad deberá acost um brarse a convivir con est a poderosa y
m ort al espada de Dam ocles.
El descubrim ient o de la energía nuclear const it uye sin duda un caso m ás de
la paradigm át ica am bigüedad m oderna; en ella se reflej a fielm ent e la doble cara del
progreso. Progreso, si se la usa para fines pacíficos, aún cuando su sola exist encia
ent rañe grave peligro; o dest rucción y m uert e si se la em plea con fines bélicos. Más
de doscient os m il m uert os y m iles de heridos y condenados a m uert e hubo en
Nagasaki e Hiroshim a, y sólo se t rat aba de bom bas de escasa pot encia. La era
nuclear se ha iniciado. Es probable que en un t iem po m ás se descubra la energía
por fusión del oxígeno y, cuando eso suceda, el hom bre dispondrá de una
capacidad dest ruct iva aún m uy superior a la act ual, y casi sin cost os.

122
— En rigor, el arm a nuclear fue la prim era espada de Dam ocles. Ahora
t enem os arm as quím icas y biológicas. Confío, sin em bargo, en la regulación ét ica
del ser hum ano. Est os son poderes de t al m agnit ud que t erm inarem os por ent ender
que no se los puede usar dest ruct ivam ent e. Son el signo cult ural y ét ico persuasivo
m ás poderoso para t erm inar con las guerras globales. Clausewit z, t eórico m oderno,
decía que " la guerra es la cont inuación de la polít ica por ot ros m edios" . Esa frase
valía para la Época Moderna, cuando las arm as aún perm it ían el " j uego de la guerra
com o paroxism o de la polít ica" ; pero, con los arm as nucleares, biológicas y
quím icas de dest rucción global, esa frase o no dice nada o en el m ej or de los casos
podría incent ivar una conduct a de m ayor responsabilidad, al m enos en el escenario
m undial, ya que " si la guerra realm ent e cont inuara la polít ica por ot ros m edios, hoy
sería para inst aurar el im perio de la m uert e global" .
Hace sólo cuarent a años la frase de Clausewit z era un lugar com ún en la
polít ica; ahora, nadie en su sano j uicio la sust ent a.

—Nos encont ram os frent e a una realidad inédit a. Com o ya lo he expresado,


por prim era vez en la hist oria habit am os en una época de dim ensiones universales
y t am bién, por prim era vez, algunos seres hum anos disponen de la capacidad
suficient e para dest ruir ínt egram ent e el planet a. Est am os baj o la am enaza de un
nuevo t errorism o posm oderno que, com o t ú recordabas, posee arm as biológicas,
quím icas y nucleares. No es casual que el cine de ciencia ficción especule con la
exist encia de un m undo posdest rucción nuclear, de post errorism o biológico o
posdom inio de las m áquinas. Ent ram os al t ercer m ilenio de la era crist iana y a la
prim era era de la civilización planet aria en una sit uación de ext rem a inest abilidad,
inseguridad e incert idum bre, t ant o por m ot ivaciones sociales, com o ecológicas,
dem ográficas, económ icas y nucleares, agravadas porque se t rat a de un período de
t ransición civilizacional; y en t oda t ransición se producen vacíos de poder, pérdida
de sent idos de vida y corrupciones de t odo orden. Para m uchos, el descubrim ient o
de la energía nuclear ha im port ado los inicios de una nueva era, de un ant es y de
un después, pero sólo el t iem po nos dirá si exist irá o no ese después.

LA MÁS TRASCENDENTE DE TODAS


LAS REVOLUCIONES: LA BIOTECNOLOGÍA

123
—Varias veces en nuest ra conversación ha relevado a la biot ecnología
com o el gran hit o de la act ual t ransición epocal.

—Es que ent re t odos los avances, la biot ecnología m e parece el m ás


espect acular, pero al m ism o t iem po el m ás at errant e. Est as t ecnologías est án
violando front eras m orales, hum anas y sociales hast a ahora prohibidas:
m anipulación genét ica, fecundación art ificial de anim ales y seres hum anos,
congelam ient o de em briones, bancos de sem en, arriendo de vient res, clonaciones
( por el m om ent o de anim ales) . La ingeniería genét ica est á perm it iendo que la
hum anidad cree nuevas especies anim ales y veget ales. Hast a hace poco est e poder
est aba exclusivam ent e reservado a Dios. De est a m anera, el hom bre asum e el
poder dem iúrgico de engendrar nuevas especies vivient es en los reinos veget ales,
anim ales y t am bién hum ano. En un t iem po m ás será posible t ransform ar y
m anipular el genom a hum ano, " fabricar" un ser hum ano con o sin ciert as
predisposiciones físicas o m ent ales, incluso conform e a un m odelo ideal. Los
avances en m at erias m édicas y biot ecnológicas est án plant eando problem as
m orales de caráct er inédit o; por lo m ism o se han creado com isiones de bioét ica en
casi t odos los países del m undo.

—En los países europeos y Est ados Unidos ést e es un debat e polít ico de
prim er orden y, por lo m ism o, est án regulando la práct ica biot ecnológica a part ir de
discusiones bioét icas: uno de los lím it es hast a ahora acordados es la clonación
hum ana y ot ro es la divulgación de ant ecedent es genét icos sin consult a a la
persona. Tam bién est án regulando el com ercio de product os t ransgénicos e incluso
en algunos casos prohibiendo su com ercialización. En t odo el m undo nacen
asociaciones de consum idores que los est án rechazando por su event ual im pact o
negat ivo sobre la biodiversidad y sus posibles consecuencias no deseadas.
Pongo énfasis en lo ant erior, porque sin duda es fundam ent al y necesaria
la exploración cient ífica en la t ram a de la vida —la expresión es de Frit j of Capra— y
t am bién lo son sus aplicaciones en la biot ecnología; pero asim ism o es im port ant e
relevar que uno de los ám bit os hum anos m ás necesit ados de regulación, por sus
event uales im pact os no deseados, será la biot ecnología. Afort unadam ent e los
sect ores responsables de la especie así lo exigen y cada vez lo t ienen m ás claro: en
1999, por ej em plo, en la Conferencia Mundial de Cart agena, Colom bia, se discut ió
polít icam ent e acerca de la biot ecnología y el com ercio t ransgénico, y en enero del
2000 en Mont real, Canadá, en el Convenio sobre la Biodiversidad de las Naciones

124
Unidas se firm ó un " Prot ocolo de Bioseguridad" que regula el m ovim ient o
t ransfront erizo de los organism os genét icam ent e m odificados ( OGM) .

—La bat alla por el cont rol biot ecnológico y de la ingeniería genét ica recién
est á com enzando con las clonaciones y con la aparición de los nuevos alim ent os
t ransgénicos. Nos encont ram os sólo en el preludio de la m ás t rascendent e y la m ás
definit iva de las revoluciones que han venido cam biando la vida de los seres
hum anos. La revolución biot ecnológica im pact a direct am ent e en la vida de cada
individuo. Te refieres a diversos int ent os de regulaciones en las invest igaciones
biot ecnológicas y sobre t odo en sus post eriores aplicaciones. ¿Pero hast a cuándo
podrá prohibirse la clonación de seres hum anos? ¿Hast a cuándo se im pedirá
divulgar ant ecedent es genét icos de una persona sin su aut orización? ¿Hast a cuándo
se regulará el com ercio de product os t ransgénicos?

—Dependerá de cóm o se vaya resolviendo est e nuevo desafío cult ural. Ot ra


dim ensión que genera gran inquiet ud y debat e polít ico en Est ados Unidos y Europa
es la posibilidad que gigant es t ransnacionales de la biot ecnología com o Monsant o,
Dupont , Novart is, privat icen ( pat ent en) el pat rim onio genét ico de la vida, hum ana y
no hum ana. El últ im o libro de Jerem y Rifkin, " El siglo Bioet ic" , ha m ot ivado int ensas
polém icas. Rifkin reconoce que el conocim ient o de los genes es capit al para la
evolución hum ana; por lo m ism o apela a la " urgent e necesidad de un t rat ado
int ernacional que declare que t odos los genes son pat rim onio de t oda la
hum anidad" , recogiendo com o ej em plo la experiencia del t rat ado respect o a la
Ant árt ica. Tam bién en su obra Rifkin evalúa que hay dos m aneras de desarrollar la
biot ecnología: una es la aplicación " hard" , que él crit ica por ser reduccionist a,
cart esiana, no int egrada, que busca t ransform ar las sem illas en arm as y una
com ercialización indiscrim inada de los OGM; y ot ra es la aplicación " soft " , que él
propone y defiende con el obj et o de que la genét ica ayude a int egrar m ej or las
cult uras a sus ecosist em as. Según Rifkin, la t endencia " hard" es creerse un Dios
aj eno a la nat uraleza y la sensibilidad soft quiere convert ir a la hum anidad en un
com pañero int egrado a la coevolución. Rifkin pronost ica que ést a será una de las
grandes cont radicciones de la nueva época hist órica y que por eso ya est án
apareciendo t ant os m ovim ient os ciudadanos pro derechos genét icos

—Part icipo plenam ent e de la necesidad de int roducir est os cont roles, pero
soy pesim ist a acerca de sus result ados. Por ej em plo, pese a las oposiciones, hace
algunos m eses el gobierno brit ánico habría dicho que " daría luz verde a la clonación

125
de em briones hum anos con fines de invest igación m édica" . Pienso que el hom bre
t erm inará haciendo t odo lo que est é en condiciones de hacer. El m undo m oderno ha
concluido com ercializando o m ercant ilizando t odo cuant o exist e.

—I ncluso en Chile hace un par de años se inició ent re personas agobiadas


por problem as económ icos " la m oda" de poner a la vent a riñones y córneas, en un
dram át ico " ganarás el pan subast ando los órganos de t u cuerpo" .

—¿Acaso m édicos y clínicas cat ólicas no realizan fecundación asist ida o in


vit ro, a pesar de que la I glesia las ha prohibido? En general, la respuest a del
m undo cat ólico ha sido apelar al origen divino del ser hum ano; en consecuencia no
se podría at ent ar en cont ra de su dignidad ni som et erlo a m anipulaciones genét icas
o perm it ir la vent a com ercial de sus órganos. Sin em bargo hast a ahora est as
prohibiciones sólo han t enido el caráct er de m eras recom endaciones.
Con la fert ilización asist ida han nacido nuevas cat egorías de m adres: la
m adre genét ica y la biológica; la segunda arrienda su vient re para perm it ir el
desarrollo del em brión.

—Ot ro t em a m uy serio es el de la m edicina genét ico predict iva, pues podría


causar una irreversible form a de discrim inación. Ést a, a diferencia del ayer, ya no
será ét nica ni económ ica ni sexual ni por lugar de nacim ient o, sino que por
disposición genét ica. Sería la prim era discrim inación absolut a e irreversible en la
hist oria hum ana: podría gest ar ciudadanos de dist int as cat egorías según su
predisposición genét ica.
De ahí que en Europa y Est ados Unidos se est é regulando en aras del
derecho al secret o personal y se discut a prohibir la práct ica de no pocas grandes
em presas que para cont rat ar a alguien exigen un exam en genét ico que descart e la
disposición a cont raer det erm inadas enferm edades. Por ej em plo, cient íficos
nort eam ericanos que t rabaj an en el " Consej o de una Genét ica Responsable" han
docum ent ado m iles de casos de personas sanas a quienes se ha negado seguro o
em pleo por " predicciones" genét icas. La Unión Est adounidense por las Libert ades
Civiles ha prom ovido, est ado por est ado, leyes para la reducción o elim inación de la
discrim inación genét ica. Unos quince est ados ya han aprobado algún t ipo de
regulación. Exist e, adem ás, la ley federal Kennedy- Kassebaum , que lim it a la
discrim inación genét ica en ciert os t ipos de seguros m édicos, aunque no se aplica a
los seguros de vida ni al em pleo. A su vez, el president e Clint on anunció un

126
proyect o federal que prohibiría a las com pañías de seguros ut ilizar cualquier t ipo de
inform ación genét ica.
Sin em bargo, m ás allá de la am enaza de la discrim inación absolut a, est a
fascinación acrít ica ( y adem ás cient íficam ent e infundada) por el det erm inism o
genét ico, t iene ot ras consecuencias sociales. Cit o al profesor Philip Bereano, de la
Universidad de Washingt on: " un énfasis excesivo sobre el papel de los genes en la
salud hum ana descuida los fact ores am bient ales y sociales. Por ej em plo, exist en
pruebas que vinculan la cont am inación am bient al ( y el est rés vit al) con el cáncer.
No obst ant e, las invest igaciones t ienen com o prioridad la ident ificación de
predisposiciones genét icas al cáncer. Si est a enferm edad se considera
principalm ent e de origen genét ico, los legisladores podrían abandonar los esfuerzos
por lim piar el am bient e de agent es cancerígenos en favor de una búsqueda de
'genes cancerígenos'. En efect o, est im ulam os la act it ud de culpar a la víct im a por
sus genes defect uosos, m ient ras condiciones sociales com o la pobreza y la
cont am inación am bient al, que se relacionan direct am ent e con enferm edades y alt os
índices de m ort alidad, se vuelven m enos im port ant es".

—Los problem as que se generarán por est as nuevas y revolucionarias


experiencias serán im ponderables. Los m ayores conglom erados t ransnacionales del
m undo se encuent ran em peñados en una durísim a com pet encia de com pras y de
fusiones por lograr cont rolar el m ercado biogenét ico del fut uro. La m ayor de est as
OPAS viene de realizarla Pfizer, al pret ender la com pra host il de ot ra de las
m ayores em presas nort eam ericanas, en algo así com o 80 m il m illones de dólares.
La carrera por adelant arse en el conocim ient o y decodificación del genom a hum ano
exige inversiones de m illones de m illones de dólares. Y ya m uchos de los
descubrim ient os en est a m at eria han sido pat ent ados; por el m om ent o exhibe el
m ayor núm ero de pat ent es el depart am ent o de salud del gobierno nort eam ericano.
Por est o veo m uy difícil, viviendo en un capit alism o salvaj e, que se lim it en o
prohíban descubrim ient os que pueden generar m iles de m illones de dólares de
ut ilidad.

—Ust ed lo ha dicho, las cosas seguirán así si seguim os viviendo en el


" capit alism o salvaj e" propio de la m odernidad t ardía. Hay excesos t ecnócrat as m uy
singulares: St ephen Hawking, en una reunión convocada por Clint on para proyect ar
el siglo XXI profet izó que el ser hum ano del fut uro será m ej or porque result ará de
la ingeniería genét ica. Es curioso: la idea m oral del " hom bre nuevo" guevarist a y de
t ant as ut opías es recuperada en clave biot ecnológica.

127
Hay que decir, sin em bargo, que cient íficos m ás profundos, m enos
t ecnócrat as y aut ocom placient es, ven en ese arrebat o de m anipulación det erm inist a
de los genes un riesgo inconm ensurable, ya que se int erviene, de m odo
irresponsable e ignorant e, en una evolución biológica m ilenaria y com plej ísim a.
Quizá sea ést e el debat e m ás profundo de la bioét ica.

—En la década de los ochent a, el gobierno de Est ados Unidos resolvió


encom endar al I nst it ut o Nacional de Salud un proyect o de im predecibles
consecuencias: definir el m apa y la secuencia del genom a hum ano. Cada célula
cont iene la hist oria y los secret os de la evolución de la vida en la Tierra. Y sólo el
día 26 de j unio de 2000 ha salido una hist órica declaración de num erosos
cient íficos, del president e de Est ados Unidos y del Prim er Minist ro de I nglat erra
anunciando haber decodificado el 97 por cient o del m apa del genom a hum ano.

—Es, sin duda, un salt o cuánt ico, cuyas consecuencias en una m edicina
gest ionada con sabiduría y responsabilidad son un escenario abiert o. Adem ás, uno
se pregunt a de qué m anera el develam ient o del " libro de la vida" incidirá en la
conciencia hum ana. Por ej em plo, Jon Seger, biólogo evolut ivo y genet ist a de la
Universidad de Ut ah, Est ados Unidos, ha escrit o: " El genom a nos pone cara a cara
con el rest o de la nat uraleza... ( y) se ven los m ism os genes en m oscas, gusanos,
m onos, plant as, rat ones y personas. Es la evolución desplegada para que t odos
puedan verla. No hay nada peculiar o dist int ivo en nosot ros..." . En fin, nos int erpela
a la frat ernidad de t odo lo vivo. Y ent re la especie hum ana la hom ogeneidad
genét ica es im presionant e: un 99.9 por cient o, pues sólo el 0.1 por cient o hace
nuest ras diferencias físicas com o individuos singulares.

—En est os inst ant es decenas de cient íficos buscan en los lugares m ás
apart ados del planet a el ADN de los pueblos prim it ivos, para así lograr conocer m ás
acerca de nuest ros ant ecesores. En I nglat erra se est á inst alando un banco de dat os
genét icos, algo que hast a hace poco parecería un t em a de ciencia ficción. A t ravés
del est udio de los genes de unos 500 m il brit ánicos se pret ende conocer la
influencia t ant o de los fact ores genét icos com o la del m edio am bient e en la
conform ación de un ser hum ano. En Est onia, Suecia e I slandia ya se han realizado
invest igaciones de est e t ipo. La aut oridad sanit aria del Reino Unido pret ende
m ant ener baj o est rict o cont rol público los dat os acum ulados en est e banco y al
m ism o t iem po, las donaciones serán t ot alm ent e volunt arias. El obj et ivo es analizar
la hist oria genét ica de los habit ant es de I nglat erra, así com o la correlación ent re los

128
fact ores heredit arios y los cult urales en el desarrollo del pueblo inglés y, por últ im o,
analizar los t ipos de enferm edades m ás corrient es, así com o sus posibles
t rat am ient os. Por ciert o, la inst alación de est e banco ha m ot ivado una enorm e
polém ica. En t odo caso, est as invest igaciones est án abriendo horizont es
insospechados en el conocim ient o de la evolución hum ana.

—La búsqueda del ADN ent re los indígenas vivos a que ust ed hacía
m ención ha generado una cont roversia polít ica y una reacción de los propios
pueblos originarios. En 1997, por ej em plo, se reunieron las organizaciones de
pueblos indígenas y em it ieron la Declaración de Ukupseni, Kuna Yala, sobre el
proyect o de Diversidad del Genom a Hum ano. Ahí decían: " t eniendo evidencia que
int ensas invest igaciones ya se han realizado y se cont inúan haciendo en nuest ras
com unidades, exigim os la devolución com plet a de las colecciones genét icas
alm acenadas [ ...] los pueblos indígenas no nos oponem os al desarrollo y usos de
nuevas t ecnologías, siem pre y cuando est o no at ent e cont ra las relaciones
arm ónicas y los principios de solidaridad y derechos fundam ent ales universalm ent e
reconocidos [ ...] nuest ra exist encia m ilenaria se ha basado en el principio de
respet o, solidaridad y arm onía con los elem ent os nat urales. En est e cont ext o
nuest ra declaración es un aport e a t oda la hum anidad".

—Est e nuevo y asom broso conocim ient o nos perm it irá prevenir
enferm edades hast a ahora incurables y m anipular, por ej em plo, los genes de las
vacas para que unas produzcan m ás leche y ot ras m ás carne según las necesidades
del m ercado. Al anim al se lo t ransform a así en una verdadera " fábrica biológica" .
I guales experim ent os se est án realizando en m uy diversas especies de anim ales,
peces, páj aros y veget ales. Se est án produciendo los llam ados alim ent os
t ransgénicos, est o es, veget ales o frut as m odificados genét icam ent e: t om at es,
t rigo, m aíz, aceit e, algodón, y diversas clases de frut as alt erados genét icam ent e.
Pero los problem as ét icos, filosóficos, polít icos, ant ropológicos y
económ icos derivados de la ingeniería genét ica t endrán consecuencias decisivas en
la organización de la sociedad fut ura; desde luego, com o ya advert im os, los
sist em as de producción agrícola, ganadera, et c., experim ent arán cam bios radicales
y se est án present ando com o una solución definit iva para evit ar el ham bre en el
m undo. Lo m ás afect ado por est os sorprendent es descubrim ient os parece ser el
m undo cat ólico; de aquí la decidida oposición de la I glesia a est e t ipo de
invest igaciones. La adopción del pensam ient o racional en los inicios de la m oderna
civilización europea conduj o t am bién a un conflict o ent re las verdades divinas

129
proclam adas por la I glesia y las nuevas verdades enunciadas por la ciencia. Hace
sólo un año que la I glesia cat ólica ha reconocido el grave error com et ido con la
condenación de Galileo y t am bién por el rechazo de la t eoría de la evolución de
Darwin. Los act uales argum ent os de la I glesia para oponerse a est as
invest igaciones no son m uy dist int os a los de ayer. La ingeniería genét ica en seres
hum anos sería inm oral porque est aría invadiendo dom inios " reservados a Dios" ;
adem ás sería " ant inat ural" y at ent aría cont ra " la dignidad hum ana" . Com o siem pre,
est os j uicios t aut ológicos de la I glesia se apoyan en afirm aciones rot undas y
dogm át icas. ¿Cuáles son los dom inios reservados a Dios y quién ha definido sus
lím it es? ¿Cuál es el concept o de " lo nat ural" , que perm it e est ablecer el caráct er
" ant inat ural" de est os experim ent os? ¿En qué m edida est as invest igaciones
at ent arían cont ra la dignidad hum ana? Tam bién Leonardo Da Vinci, hace cinco
siglos at rás, habría at ent ado cont ra el caráct er " sagrado del cuerpo hum ano" por
haber realizado est udios anat óm icos en cadáveres; m ás t arde se llevaría a la
hoguera a Giordano Bruno por una sit uación sem ej ant e. Descart es t am bién fue
som et ido a fuert es presiones por sus concepciones, consideradas cont rarias a las
im part idas por la I glesia y, por años se post ergó la publicación de la Enciclopedia de
Diderot y D'Alam bert porque se la est im aba cont raria a las verdades de la I glesia.
Por ciert o, m is dudas acerca de los posibles efect os de est as
invest igaciones biogenét icas no son las m ism as que las de la I glesia. Por ej em plo,
no adviert o razones para que alguien se oponga a recurrir a la ingeniería genét ica si
su hij o por nacer t iene alt a predisposición a cont raer cualquiera de alguna de las
enferm edades incurables; y por qué podría ser " m ás nat ural" t rat ar un cáncer
después de ser diagnost icado y no m ediant e la m anipulación genét ica ant es de que
aquél se desarrolle. Dados los avances prodigiosos de la ciencia m édica, los
t rasplant es de órganos, los m arcapasos, las operaciones a corazón abiert o, la
insem inación art ificial, los cam bios de sexo, el arriendo de vient res, los bancos de
óvulos y esperm at ozoides, ¿cuáles serían los lím it es de lo nat ural?. En cam bio, sí
m e parecería alt am ent e dudoso acept ar la reproducción de seres hum anos
m ediant e el m ecanism o de la clonación: personalm ent e no confío en nuest ra
sabiduría para decidir acerca de cuáles son los t ipos ideales de personas que
m erecen reproducirse. Ya Hit ler int ent ó hacerlo, y podem os fácilm ent e suponer cuál
habría sido su m odelo ideal o cuál habría sido el de St alin.

—Ust ed ha m encionado las obj eciones de la I glesia y cuan difícil es


com part irlas, por sus incoherencias y porque prolongan una act it ud que
hist óricam ent e se ha m ost rado equivocada. Sin em bargo hay ot ras obj eciones

130
ét icas m ás profundas que son coherent es con una nueva concepción de m undo
posm oderna; ést as no niegan ni ent orpecen la avent ura de la ciencia, sino que la
asum en desde ot ra m irada. Al respect o m encionaré sólo dos aspect os cualit at ivos
relevant es.
Prim ero, hay un debat e m uy int enso ent re los biólogos acerca de lo
insuficient e que es la creencia en una absolut a y lineal det erm inación genét ica en
los organism os vivos. Hay im port ant es biólogos —diría que los m ás prest igiosos, los
que est án en la front era de la biología de sist em as— que relat ivizan la supuest a
linealidad causal de los genes. Reconocen en los genes y en sus int eracciones a
m odeladores de pot encialidades de los organism os vivos; pero no acept an —
avalados por sus experim ent os— la supuest a e inexist ent e linealidad det erm inist a:
para cada gen específico un rasgo com plej o. Est os biólogos privilegian la plast icidad
del organism o, porque cada vida es un sist em a aut opoiét ico —una organización que
se regula y recrea en un t odo que art icula sus elem ent os const it ut ivos— y que
m ant iene int eracciones sist ém icas con el ent orno nat ural y social. Por eso m uchos
se oponen a la enorm e cant idad de recursos que se ent rega al proyect o del
Genom a Hum ano y cuest ionan las expect at ivas que se han puest o en su
develam ient o; ellos, sin negar la invest igación y la im port ancia de conocer el
genom a, ponen una señal de alarm a sobre los riesgos de una int ervención
irresponsable en esos sist em as com plej os, se oponen a la ideologización de sus
supuest os beneficios y en especial a los int ereses com erciales del proyect o.
En segundo lugar, t am bién m uchos cient íficos y pensadores creen que hoy
podríam os asist ir a una nueva am enaza, desconocida e incont rolable, debido a lo
inm anej able que puede result ar una m anipulación genét ica que se efect úa en una
evolución nat ural m ilenaria, de asom brosa belleza y com plej idad, en que la
nat uraleza t ardó m ucho en generar la diversidad de especies y sus com plej as
form as de organización de la vida; m ient ras que ahora nosot ros, en un act o
em ulador de lo que ant es habíam os llam ado " divino" , pese a desconocer t odas las
variables de nuest ra int ervención, creem os t ener el conocim ient o para poder
cam biar la vida.
En est e cont ext o, es necesario reflexionar serenam ent e respect o a que una
inst rum ent al int ervención biot ecnológica podría escapar de nuest ras m anos, en
t ant o desconocem os t odas las variables im plicadas en organism os com plej os y
frut os de una larga evolución. Con est o, insist o, no quiero negar la belleza y
pot encialidad de nuest ro conocim ient o acerca de la vida y la biot ecnología.

131
—A no dudarlo, los colosales avances biot ecnológicos se encuent ran
plagados de am enazas, peligros, m iedos y dudas, pero t am bién de esperanzas para
m illones y m illones de seres hum anos.

LA REVOLUCIÓN EN LAS
TELECOMUNICACIONES

—La revolución ocurrida en el cam po de las com unicaciones viene


desarrollándose desde com ienzos del siglo XX con el t eléfono, la radio, el cine, y
m ás t arde la t elevisión, hast a llegar a I nt ernet . En cada una de est as áreas, a su
vez, se han realizado avances prodigiosos: de la t elefonía fij a a la t elefonía m óvil, y
de ést a a los celulares con pant allas de t elevisión y acceso a I nt ernet ; de la
t elevisión en blanco y negro a la t elevisión en colores, de la t elevisión abiert a a la
sat elit al, y de la t elevisión analógica a digit al y de alt a definición; desde el fax a los
correos elect rónicos. Lógicam ent e, est as t ecnologías est án influyendo en las
ediciones de libros y en la prensa escrit a. Dos com pañías nort eam ericanas han
edit ado los prim eros " libros elect rónicos" : Rocket Book, con capacidad para
cont ener 55 m il páginas de t ext os y gráficos en un aparat o de pocos cent ím et ros y
de sólo 600 gram os de peso; y Soft Book Reader, el cual podrá t ener hast a 85 m il
páginas conect adas direct am ent e a la web, sin necesidad de m ediar un
com put ador; digam os, una bibliot eca de m ediana dim ensión guardada en un solo
" libro" . ¿En qué m edida el libro elect rónico sust it uirá al ant iguo libro im preso
clásico? No lo sabem os, pero en m i caso encont raría una desgracia la desaparición
de las bellas bibliot ecas que han exist ido hast a ahora.

—Para su t ranquilidad, en general las innovaciones t ecnológicas en


com unicaciones suelen a la larga com plem ent arse. Es ciert o que hoy se da una
suert e de fascinación acrít ica por las nuevas t ecnologías, pero confío en que, al
m enos en lo que a libro elect rónico y libro im preso se refiere, vendrá la calm a.

—La novedad de est as t ecnologías es que est án confluyendo en un m ism o


m om ent o, int erconect ándose y pot enciándose unas con ot ras. Ést a es una
verdadera revolución en el ám bit o com unicacional con incidencias fundam ent ales
en la vida cot idiana de la gent e, en el fenóm eno de la globalización de la econom ía

132
y en las grandes t ransform aciones que est án ocurriendo al int erior de la em presa
capit alist a.
Difícilm ent e el fenóm eno de la globalización habría alcanzado t al pot encia
si no fuera por las nuevas t ecnologías que perm it en com unicarse al inst ant e de un
ext rem o al ot ro del m undo. Pero, a su vez, el proceso de globalización ha ido
difundiendo por t odos los países de la Tierra est as nuevas t ecnologías. Las nuevas
t écnicas de la t elecom unicación est án incidiendo en los m odos de producir y
dist ribuir los bienes y servicios a t ravés del m undo.
Quiero hacer sólo una breve reseña de los cam bios generados por est a
revolución t elecom unicacional.
Est á cont ribuyendo al nacim ient o de un nuevo m undo de dim ensiones
planet arias.
Est á em ergiendo una " nueva econom ía" , fundada en un nuevo t ipo de
em presas llam adas t ecnológicas, valorizadas en cifras inconm ensurables,
funcionando a t ravés de m ercados elect rónicos y em pleando correos elect rónicos.
Nacerán nuevas form as de dem ocracia, dem ocracias elect rónicas,
plebiscit arias, direct as y part icipat ivas.
Nacerán nuevos Est ados dot ados de soberanía m uy lim it ada, m ás
pequeños pero m ás eficaces y m enos burocrat izados, provist os de nuevos m arcos
regulat orios de acuerdo a las nuevas realidades económ icas, sociales y ecológicas
em ergent es.
Nacerán nuevas form as de " educación com put arizada" y " a dist ancia" , el
conocim ient o se m asificará m ediant e t oda la parafernalia de art efact os
com unicacionales: videos educat ivos, soft ware didáct ico, conferencias y foros
t elevisivos, correos y libros elect rónicos y, sobre t odo, aprovechando las enorm es
pot encialidades que ofrece la recient e t ecnología de I nt ernet .
I rá naciendo una nueva cult ura de caráct er universal, m ás plural y
cosm opolit a y, en consecuencia, m enos t radicional y provinciana. Las cult uras
conservadoras serán som et idas a un int enso asedio. I nevit ablem ent e visiones
polít icas y ét icas m ás am plias y t olerant es irán im poniéndose en los dist int os países
de la Tierra.
Nacerán nuevas form as de convivencia. En un com ienzo, ést as podrán
provocar serios t raum as en las vidas individuales.
Nacerán nuevas form as de hacer polít ica, ut ilizando la panoplia que ofrecen
los m edios de com unicación, especialm ent e I nt ernet . Un m ovim ient o polít ico com o
el de Chiapas ha logrado resonancia m undial debido, precisam ent e, a las dot es
com unicacionales de su Com andant e Marcos.

133
—I nt ernet y su incidencia en la vida cot idiana es la m anera m ás visible de
recordarnos que hoy som os un poder t ecnológico enredado planet ariam ent e, lo cual
por sí solo es ya un cam bio cualit at ivo y epocal. Es un gran poder que nos int erpela
a una nueva responsabilidad.
Ust ed dest aca los m últ iples ecos en el m odo de vida generados por la
revolución t elecom unicacional. Agregaría a su list a un inédit o riesgo: ent ram os a
una nueva época de posibles accident es t ecnológicos generales. El pensador francés
Paul Virilio lo explica diciendo que el accident e t ecnológico que en la Modernidad
fue el hundim ient o del Tit anic, por ej em plo, afect ó a un cont ingent e punt ual en un
espacio local; en cam bio, lo inédit o de la Posm odernidad es que un accident e
t ecnológico en I nt ernet ahora podría desencadenar im pact os globales ( cuando hoy
circulan virus por la red t al vez est am os recién palpando sus aún inm edibles y
cat ast róficos result ados) .
El m ism o Virilio dice que asist im os a una virt ualización de lo real: el
t radicional agora y la plaza pública com o reales espacios com unicación cara a cara
se t ransform an en la plaza virt ual que es la TV y la red. A veces conocem os m ás al
personaj e virt ual de una t eleserie que a nuest ro cercano y real vecino. El próxim o,
el prój im o, se t ransform a en la espect ralidad de lo lej ano.

—I nt ernet no es aj eno a t odo est o. Cuando se creó la red en 1969


com unicaba a los cient íficos y t écnicos del Pent ágono. No han t ranscurrido aún
veint e años desde que est a invención se expandiera al rest o de los países, y ya una
población cercana a los 400 m illones de cibernavegant es est á conect ada a est a
invisible red m undial. Los " cibernaut as" pasan largas horas en la red, sin cuidarse
de respet ar front eras nacionales, a pesar de haber ido a buscar dat os en bibliot ecas
lej anas, a leer diarios de ot ros países o asist ir a un conciert o en Tokyo o Nueva
York.
Para algunos apologist as de I nt ernet est a nueva invención es sólo
com parable a los t res m om ent os est elares de las com unicaciones hum anas: la
aparición del lenguaj e, el descubrim ient o de la escrit ura y la invención de la
im prent a. I nt ernet es, a no dudarlo, la m áxim a creación en la seguidilla de
invenciones com unicacionales.

— El biólogo evolut ivo brit ánico John Maynard Sm it h afirm a que el devenir
de lo vivo es la hist oria de la t ransm isión de inform ación, y en est a hist oria
reconoce seis m om ent os claves: 1) la aparición de las m oléculas replicadoras de

134
inform ación ( el ADN y el ARN) ; 2) el int ercam bio de inform ación genét ica ent re
bact erias que se acercan físicam ent e en una especie de " sexo no reproduct ivo" ; 3)
la aparición de organism os m ult icelulares que t ransm it en inform ación
int ergeneraciones a t ravés del sexo reproduct ivo, y t am bién esa inform ación
t ransm it ida es capaz de diferenciar células que funcionarán cooperat ivam ent e en un
organism o m ás com plej o; 4) ( y aquí ent ram os ya en el devenir vit al de lo hum ano) ,
la aparición del lenguaj e, que t ransm it e m ás experiencia ( inform ación) ent re
generaciones y coordina conduct as cult urales; 5) el surgim ient o de la escrit ura, que
pot encia el lenguaj e oral al fij ar esa inform ación; y 6) I nt ernet , porque al digit alizar
la inform ación la conviert e en " t iem po inst ant áneo" que nos int erconect a en el
espacio.

—Hace un t iem po, en un foro, Felipe González pregunt ó a Fernando Flores


qué opinaba sobre I nt ernet , la respuest a de ést e fue lacónica: " I nt ernet no es una
t ecnología, I nt ernet es una Era."
Para la m ayoría de los expert os, la em presa t ransnacional que no est é
conect ada a I nt ernet sim plem ent e desaparecerá. Por eso las m ayores
m ult inacionales del m undo —ent re ellas General Mot ors, las pet roleras y las
dist ribuidoras de aut os— est án creando em presas propias para ut ilizar sus servicios
t ant o para sus adquisiciones com o para las vent as al público. I nt ernet , a sem ej anza
de Dios, est á en t odas part es. No es propiedad de nadie. Para Marx habría
const it uido un gran dilem a el análisis de est a gigant e t elaraña: pero que no t iene
propiet ario y no podría ser expropiada.

—Lo últ im o que ust ed dice lo relaciono con el prim er rasgo revolucionario
que podría t raer I nt ernet en la producción de sent idos. Si I nt ernet cont inúa
operando com o una red abiert a ( de libre acceso) de com put adores, podría dej ar de
t ener vigencia la propiedad t radicional de los m edios t ecnológicos de com unicación
( no obst ant e podrían surgir ot ras form as de propiedad, de port ales y de nodos, por
ej em plo) ; pero la propiedad t radicional de los m edios product ores de significados
sería subvert ida ( o diversificada) en t ant o cualquier " alfabet izado inform át icam ent e
" podría generar sent idos desde su com put ador a t ravés del diseño de su propia web
( port al) . En fin, podría ser una inim aginada dem ocrat ización de las com unicaciones,
en t ant o se caut ele una dem ocrat ización en el acceso " alfabet izado" a la red.

—I nt ernet es un espacio público y t am bién privado, de est udio y de


inform ación, lúdico y de t rabaj o; es el m ayor m ercado de com pra y vent a de t odos

135
los bienes y servicios im aginables, es escuela y universidad, puede servir para
consult ar a un m édico fuera del país, es t aller de arquit ect ura y t am bién est udio de
abogado; es sala de cine y bibliot eca sim ult áneam ent e; lugar de lect ura de diarios,
revist as, art ículos, docum ent os y libros de la m ás diversa nat uraleza y procedencia;
en su pant alla pueden leerse las proclam as polít icas de los guerrilleros de Chiapas y
t am bién los m anifiest os de ecologist as, fem inist as y pacifist as; es exposición de
pint uras y sala de conciert os; y es un lugar de inform ación sobre t oda clase de
product os y servicios: espect áculos, asunt os bancarios, rest aurant es, vest im ent as,
seguros, viaj es t uríst icos, pasaj es de avión, et c. Result a difícil im aginar cóm o, a
t ravés, de una pequeñísim a pant alla se puede t ener acceso a t ant os m undos
diversos.

—Todo lo que ust ed enum era m e rem it e a un segundo rasgo revolucionario


de I nt ernet . La red es la m em oria t ot al de la hum anidad en el t iem po y en el
espacio. Es la palabra, en cualquiera de sus form as, puest a ahí, con su grandeza y
m iseria hum anas. La red nos t rae a la m ano la m em oria de la hum anidad y nos
int erconect a a la vez con los saberes del present e; es curioso, act úa casi com o un
int ercam bio de inform ación parecido al m odo com o las bact erias int ercam bian ent re
sí su inform ación genét ica.
Para decirlo en clave bella y poét ica, y parafraseando a Maquiavelo cuando
se refería a su am or por los libros, cada uno hoy podría afirm ar que " en la noche ( al
ingresar a la red) m e pongo las m ej ores ropas para ent rar en un coloquio con los
grandes espírit us que han exist ido" . Que han exist ido y que exist en, agregam os
ahora, adem ás de que ese coloquio puede ser con m iserias ant es im pensadas. En
fin, com o t odo lo hum ano es t an am bigua y t an inciert a est a nueva Era de I nt ernet .

—En Chile, una em presa est e año ha hecho un experim ent o con un j oven
est udiant e que, encerrado en una casa absolut am ent e vacía, sólo con I nt ernet ,
deberá com prar los m uebles y t odos los art ículos necesarios para alim ent arse y
vest irse, adem ás de inform arse de lo que est á ocurriendo en el ext erior; la
experiencia duró varios m eses, período durant e el cual el j oven no pudo salir de la
casa, incluso debió buscar a su " polola" a t ravés de I nt ernet .

—Sí, pero hay que decir que el caso de ese j oven es sólo un provinciano
show a la m anera chilena, donde nos caract erizam os por la acrit icidad para t rat ar
con la t ecnología. Acá se abusa de ese gest o com o si fuera una novedad, se lo t rat a
com o una not icia que est á m uy bien, casi com o un ¡qué m odernos som os! ;

136
m ient ras que en Europa y Est ados Unidos, por ej em plo, hay debat e público porque
ya son m iles y m iles los que viven encerrados en una pieza, sin m uebles y sin
cocina, sólo con la red, casi aut ocondenados a ser am ebas en una celda, sin
cercanía física con el ot ro, dej ando de lado la m uy hum ana proxim idad.
Por últ im o, quiero agregar un t ercer rasgo revolucionario de I nt ernet que
suelen dest acar algunos com unicólogos: la red posibilit a una nueva m anera de
pensar no lineal, a t ravés del hipert ext o y de sus hipervínculos, superando así el
pensam ient o lineal asociado a la escrit ura y a la im prent a. Es com o un regreso a la
cult ura oral, que t am bién era una m anera de pensar no lineal.

—Por ot ra part e, en lo est rict am ent e económ ico, las cifras de negocios
ligadas a las indust rias de I nt ernet alcanzarían a 507 m il m illones de dólares, en
t ant o que las del sect or aeroespacial sólo llegarían a los 350 m il m illones. Ést a sería
" la nueva econom ía" que est á surgiendo ant e nuest ra vist a. Const it uye una
revolución sin precedent es en la hist oria económ ica universal. Ni la energía eléct rica
ni el ferrocarril provocaron t ransform aciones y cam bios t an definit ivos en sect ores
t an dispares. Así com o la hum anidad m oderna abandonó la ant igua econom ía
basada en la explot ación de la agricult ura, hoy est á abandonando a la viej a
sociedad indust rial, fabricant e de product os t ext iles, de acero y cem ent o y provist a
de enorm es fábricas donde se em pleaba a m iles de obreros y, por lo general, de
propiedad de un em presario individual. El núcleo de la nueva econom ía posm oderna
est á conform ándose en t orno a las m ult inacionales de t ecnología avanzada o de
punt a y ent re ellas ocupan un lugar preferent e las com unicacionales.
Est as em presas est án desem peñando un papel sem ej ant e a las fábricas de
t ext iles de fines del siglo XVI I I y a las product oras de aut os de com ienzos del siglo
XX; Bill Gat es sería el equivalent e al Ford del año 1900, con la diferencia que su
em presa Microsoft exhibe un valor de bolsa m uy superior al de la Ford. Sus fábricas
carecen de chim eneas, no producen bienes de m ayor valor m at erial y no em plean
obreros; su producción consist e en la fabricación de program as com put acionales.
Según los valores de bolsa, est as em presas se avalúan en cifras est rat osféricas:
ent re 300 y 500 m il m illones de dólares. Un sim ple ej em plo: ent re las indust rias
com unicacionales, en Est ados Unidos la cinem at ográfica ocupa el segundo lugar en
valores de export ación, t ras el sect or aeroespacial. Yahoo, Microsoft , Cisco, I BM,
Am azon, et c., son las nuevas est rellas de est a nueva const rucción económ ica.

—Hoy por hoy sólo son un nuevo sect or que levant a la cabeza en la viej a
econom ía. Con t odo, sin duda que sus pot enciales son m uchos com o act ores de una

137
radical nueva econom ía digit al ( no analógica, en el sent ido de no indust rial-
m at erial) si se com plem ent an con la sust ent abilidad am bient al, la reciclabilidad
radical hast a desm at erializar los fluj os económ icos que en la viej a econom ía eran
indust riales y ext ract ivos y, especialm ent e, si asum en una lógica de colaboración
social por sobre la sim ple especulación en aras de la ganancia y el lucro.

—Dos procesos est án convergiendo en el m undo de las com unicaciones: el


que lleva a int egrar las t ecnologías de los t eléfonos con la t elevisión y de ést as con
I nt ernet , y el proceso de fusiones y com pras de las em presas especializadas en
est as t ecnologías.
Las adquisiciones y fusiones de las em presas t elecom unicacionales han
alcanzado cifras sim plem ent e est rat osféricas. Hace ya algún t iem po, General
Elect ric, una de las m ayores m ult inacionales del m undo, com pró la cadena nacional
de t elevisión NBC, una de las t res grandes de Est ados Unidos; y la Sony, j aponesa,
adquirió uno de los est udios de cine m ás em blem át icos de Est ados Unidos,
Colum bia Pict ures, lo cual fue considerado casi un at ent ado al orgullo y dignidad de
Nort eam érica. On Line com pró a Warner Tim e en 130 m il m illones de dólares y
Vodafone a Mannesm ann en 180 m il m illones, con lo cual pasó a ser el m ayor
im perio t elefónico de Europa. Todas est as cifras duplican el Product o Nacional Brut o
de un país com o Chile.
En est e com ienzo de siglo t odo lo que t oca el am plísim o espect ro de las
t elecom unicaciones se conviert e en oro. Tres grandes creadores de cine, de m úsica
y de dibuj os anim ados —Spielberg, Geffen y Kat zenberg— se han unido para
convenir una alianza con Bill Gat es dest inada a producir una nueva generación de
j uegos int eract ivos, con cifras de negocio m uy superiores a las de cualquier gran
indust ria t radicional. Un personaj e em blem át ico del m undo de las com unicaciones
es Rupert Murdoch, aust raliano nacionalizado nort eam ericano, dueño de un im perio
que se ext iende a t ravés de una m ult iplicidad de países y cont rola m ás de cien
diarios y revist as de enorm e circulación en Aust ralia, I nglat erra y Est ados Unidos;
posee im port ant es edit oriales y est aciones de t elevisión en Europa y en diferent es
países de Asia y Am érica Lat ina; es dueño adem ás de varios sat élit es. En I ndia ha
t enido serias dificult ades con el gobierno, debido al exagerado poder alcanzado por
sus m edios de com unicación. De Murdoch podría decirse lo m ism o que de Carlos V:
en su im perio no se pone el Sol. Tam bién Murdoch ha incursionado en la producción
de cine y es propiet ario de la 20 t h Cent ury Fox; una de sus últ im as películas ha sido
Tit anic. Pero aún no sat isfecho con t odo est e colosal im perio, com pró el equipo de
béisbol Los Angeles Dodgers en algo m ás de 300 m illones de dólares y el equipo

138
inglés de fút bol Manchest er Unit ed. De paso es uno de los m ayores product ores de
videos m usicales. Algunos de sus diarios y revist as t ienen gran prest igio, pero ot ros
se dedican a explot ar el escándalo y la pornografía. Com o podrá apreciarse, en un
solo hom bre radica el poder de conform ar la m ent e de m illones de m illones de
seres hum anos a t ravés del cine, la prensa escrit a, canales de t elevisión, sat élit es y
equipos deport ivos.
En sum a, el poder de crear, reproducir y difundir im ágenes por el m undo
se halla casi ent eram ent e concent rado en algunas de las grandes m ult inacionales
occident ales de las com unicaciones, aún cuando rest en algunos pequeños nichos
regionales o locales para t ransm it ir program as nacionales de t elevisión.
En el poder de las com unicaciones reside en la act ualidad el m ayor poder
universal. Est a colosal t elaraña se ha convert ido en el sist em a neuronal del m undo
y sus propiet arios det erm inan buena part e de las ideas, creencias, sent im ient os y
esperanzas de los habit ant es del planet a. En unos veint e años m ás no serán m ás
de quince Murdoch quienes gobiernen el pensam ient o y las em ociones de los seis
m il m illones de habit ant es de la Tierra.

—Es una int egración de em presas t ecnológicas con el obj et o de vehiculizar


el hecho com unicat ivo a t ravés de dist int os m edios y soport es. Se t rat a de una
int egración vert ical ya que se decide hacer una película, por ej em plo, y se film a en
un est udio X, se dist ribuye en cines de la m ism a em presa X, se da por video
t am bién de X, la m úsica del film se hace y se dist ribuye en est udios e indust rias
m usicales de X, y así sum a y sigue.
Ahora, para no ser t an pesim ist a, hay que decir que j unt o a est a
concent ración e int egración, t am bién las nuevas t ecnologías han posibilit ado, al
m enos en los países m ás dem ocrát icos, por ej em plo, un auge de em isoras locales y
regionales; la m asificación de nuevos creadores en I nt ernet en t ant o red que
facilit a la dem ocracia com unicacional, et cét era. Quiero decir, al hacer est e m at iz,
que en est o, com o en t odo, el fut uro dependerá del m odo de vida que a la larga
logre la sust ent abilidad hum ana; y pienso que esa concent ración t an orwelliana no
será capaz de lograrlo.

TECNOLOGÍA ESPACIAL

139
—La t ecnología espacial, por el m om ent o, carece de un efect o not orio y
visible en las práct icas hum anas; sin em bargo, ha im port ado un paso gigant esco en
el conocim ient o de la realidad de nuest ro propio planet a y en la com prensión de los
grandes m ist erios cósm icos. Hoy t odo nos parece m uy nat ural: alunizar en la Luna,
sueño inim aginable para los habit ant es de t odos los siglos; viaj es por los espacios
cósm icos y a m iles de kilóm et ros de dist ancia de la t ierra; enviar sondas a las
galaxias m ás dist ant es y robot s a los planet as m ás cercanos. Las invest igaciones y
descubrim ient os espaciales son t am bién acont ecim ient os de la m ayor
t rascendencia, con ellos se est á iniciando la nueva " época espacial" .

—Sin duda, se inicia una avent ura fascinant e para la especie. Art hur C.
Clarke ( aut or de 2.001, Odisea en el Espacio) en el libro Predicciones ( con
pronóst icos de diversos int elect uales para el siglo XXI ) sugiere un escenario en que
nuevos sist em as de propulsión " perm it irán que las velocidades se acerquen a la luz.
Los prim eros exploradores se m archarán a los sist em as solares ( ext ragaláct icos) ...
y ent onces la hist oria em pezará de verdad" .

—Por lo m ism o cuando el hom bre alcanzó la Luna en 1969 debió com enzar
a regir un nuevo calendario hist órico, el de la era posm oderna. Si para nosot ros
const it uyeron hechos hist óricos de enorm e relevancia los viaj es y descubrim ient os
de Crist óbal Colón, y m ot ivaron el nacim ient o de la Época Moderna, ¿cuánt o m ás
t rascendent e no ha de ser la avent ura del hom bre por los espacios cósm icos?
Aunque, por el m om ent o, no conozcam os las consecuencias práct icas de est as
m aravillosas experiencias espaciales.

—Creo que sim bólicam ent e el conocim ient o del cosm os ya t iene efect os en
la vida cot idiana. Hay una anécdot a que a m í m e evoca m uchas cosas. Uno de los
ast ronaut as que llegó a la luna decía que en realidad el m ayor descubrim ient o no
fue la luna propiam ent e t al, sino que, al llegar allá y volt ear su cabeza, la
verdadera revelación, m ágica y m ist eriosa, fue la im agen en el horizont e de una
esfera azul, suspendida en la negrura del cosm os, que est aba viva y con vida. Esa
esfera era la Tierra, nuest ra única casa. Siem pre m e he pregunt ado lo sincrónico
que result a ese hecho y esa im agen con la em ergencia de la nueva conciencia
ecológica de pert enencia planet aria.

—Son m últ iples y esenciales las int errogant es que los cient íficos podrán
descifrar a t ravés de las experiencias espaciales. En prim er lugar, saber a ciencia

140
ciert a si exist e o no vida en ot ros planet as, y de haberla, si esa vida es conscient e.
No será un desafío m enor para la hum anidad t ener la cert eza que exist en ot ros
seres vivos en algún lugar del universo o, por el cont rario, que som os la única
especie int eligent e poblando la infinit ud del cosm os.

—Est a dim ensión de la avent ura en el cosm os es apasionant e y sin duda


ensanchará nuest ra conciencia. Ust ed se pregunt a qué ocurrirá al conocer ot ros
m odos y form as de vida, si es que los hay. ¿Y por qué no habría de haberlos?, m e
pregunt o yo, cuando sólo en los últ im os años las nuevas t ecnologías para
escudriñar el cosm os han logrado por prim era vez en la hist oria hum ana revelar
cincuent a planet as —y día a día se conocen m uchos m ás— que perm anecían
ocult os en su oscuridad. Es hoy cuando los " vem os" girando alrededor de sus
propias est rellas, en una danza t an cerca y " apasionada" com o la de la Tierra con el
sol para engendrar nuest ra vida. Ya ant es lo dij e, hoy sabem os que las est rellas
iguales a nuest ro sol son las m ás com unes en t odo el universo y la vida est á
fundam ent alm ent e form ada por el carbono que es t am bién uno de sus elem ent os
m ás com unes.

—Los pot ent es observat orios ast ronóm icos y los gigant escos t elescopios en
órbit a nos perm it irán ver y saber m ucho m ás sobre las m aravillas del universo. Y
t am bién aum ent ará el conocim ient o acerca de nuest ra propia realidad t errest re;
adem ás, por los sat élit es espías, accederem os a las causas que det erm inan los
cam bios clim át icos, las m areas, el est ado de la biosfera; cada cent ím et ro de la
Tierra será fot ografiado con una sorprendent e precisión; se conocerán con cert eza
absolut a la ext ensión de los bosques y selvas, la calidad de las t ierras y las riquezas
del subsuelo.

MARTÍN HEIDEGGER
Y EL DESASIMIENTO ANTE LA TÉCNICA

—Al reflexionar sobre est e espect acular m undo t ecnológico y sus


pot encialidades, no puedo sino recordar algunas de las reflexiones de Mart ín
Heidegger, el not able y cont rovert ido filósofo alem án. Heidegger, en una
conferencia dict ada en 1953, refiriéndose a la t écnica en la era at óm ica, hizo un
dist ingo básico ent re dos t ipos fundam ent ales de pensam ient o: el calculador y el

141
reflexivo. El pensam ient o calculador no se det iene a reflexionar, no es un
pensam ient o que m edit e sobre el sent ido que im pera en t odo cuant o exist e. En
cam bio, el pensam ient o reflexivo reclam a un m ayor esfuerzo y exige un
adiest ram ient o m ás profundo. El filósofo nos recuerda que " a la época que ahora
com ienza se le ha llam ado era at óm ica... [ pues] en el negocio at óm ico se m ira la
nueva felicidad... y la ciencia proclam a est a dicha públicam ent e..." . Pero luego se
pregunt a: " ¿Se est á reflexionando cuando se hacen est as afirm aciones? ¿Ha
m edit ado alguien acerca del sent ido de la era at óm ica?" . Est a fue el result ado de un
proceso iniciado " hace algunos siglos y que ha subvert ido t odas las principales
ideas precedent es... en virt ud de ello el hom bre ha sido t ransport ado a una realidad
diferent e... a la concepción de m undo de la Edad Moderna... desde ahí el m undo se
nos aparece com o un obj et o sobre el cual el pensam ient o calculador inicia sus
at aques... La nat uraleza se conviert e en una única y gigant esca 'est ación de
servicios', en fuent e de energía para la t écnica y la indust ria m odernas. Est a
relación fundam ent alm ent e t écnica del hom bre con el universo surgió prim ero en el
siglo XVI I , sólo en Europa, y perm aneció ocult a por m ucho t iem po en las ot ras
lat it udes del globo... El poder que se esconde en la t écnica m oderna det erm ina la
relación del hom bre con lo que exist e y ese poder dom ina la Tierra t oda..." .
Después afirm a que est os colosales avances t ecnológicos sólo se hallan en un
" t osco est ado inicial... nadie puede saber por el m om ent o qué dest ino nos
depararán... En t odas las esferas de la exist encia el hom bre va siendo cercado,
cada vez m ás est recham ent e, por la fuerza de los aparat os t écnicos y los
aut om at ism os... ést os lo at an, lo arroj an y desplazan... Hem os perdido t ot alm ent e
el cont rol de est as t écnicas" . Me he det enido en est a reflexión de Heidegger,
porque albergo la m ism a inquiet ud: el hom bre creador de la t écnica m oderna ha
t erm inado siendo un sirvient e de ella y, en gran m edida, ha perdido la capacidad de
cont rol sobre est os port ent osos avances t ecnológicos. Y cuando Heidegger, en
1955, m anifiest a su preocupación y angust ia por est os avances t ecnológicos, recién
se est aba t om ando conciencia de la veloz degradación de los equilibrios ecológicos,
y aún m uy poco se sabía de las fut uras revolución inform át ica, t elecom unicacional,
espacial, biot ecnológica, ni t am poco había ocurrido la explosión de Chernobyl. En
los cuarent a y cinco años que han t ranscurrido desde est a m em orable conferencia
de Heidegger, se han venido am ont onando fenóm enos m il veces m ás inquiet ant es y
peligrosos que los conocidos por él. Y su pesim ism o se expresa palm ariam ent e
cuando se pregunt a: " ningún individuo, ningún grupo hum ano, ninguna com isión de
im port ant es est adist as, invest igadores y t écnicos, ninguna conferencia de
personalidades direct ivas de la econom ía y de la indust ria es capaz de frenar o de

142
orient ar el curso de la hist oria de la era at óm ica; ninguna organización
exclusivam ent e hum ana est á en sit uación de apoderarse del m ando de est a nueva
época hist órica... el hom bre de est a era quedará ent regado inerm e y sin am paro a
la irresist ible preponderancia de la t écnica, si renuncia a poner en j uego en la
part ida decisiva al pensam ient o reflexivo frent e al pensam ient o m eram ent e
calculador" . Hablando de la necesaria m edit ación y reflexión en los asunt os
hum anos, nos convoca a no perm anecer aferrados a una sola idea, a no cont inuar
" corriendo por un solo carril y en una sola dirección" . Lam ent ablem ent e, no ha sido
escuchado. Cuando se refería t an crít icam ent e al pensam ient o calculador t al vez no
sospechaba que ést e se haría carne en el " pensam ient o único neoliberal" ,
int eresado exclusivam ent e en el crecim ient o económ ico y en el desarrollo del
product ivism o y del consum ism o.
¿Est á perdiéndose la viej a aut oct onía, el arraigo, la pert enencia? ¿No
podría ser ofrecido al hom bre y su obra un nuevo suelo propio? Est as son las
angust iant es pregunt as form uladas por Heidegger.

— La pregunt a de fondo es si es posible reencant ar o re- significar la vida.


La m ism a pregunt a que, t reint a años m ás t arde, se hizo Morris Berm an en el
Reencant am ient o del Mundo.

—Por ot ra part e, Heidegger se niega a " a condenar ciegam ent e el m undo


t écnico" . Según él, debem os acept arlo, " servirnos de él, pero m ant eniéndonos t an
libres de él que perm anezca siem pre en nosot ros el desasim ient o" . Y cree que est a
acept ación y sim ult áneo desasim ient o del m undo t écnico se puede lograr
m ant eniendo " la serenidad ant e las cosas" . Pero la serenidad ant e las cosas no ha
sido la principal caract eríst ica de la civilización occident al m oderna. Hem os vist o al
pueblo t eóricam ent e m ás cult o de Europa, el que ha producido los m ás grandes
filósofos, cient íficos y com posit ores, ent regarse a una t errible carnicería y com et er
el m ayor genocidio de la Hist oria; hem os vist o al gobierno de los Est ados Unidos
lanzar la bom ba at óm ica y asesinar en sólo algunos m inut os a m iles de m iles de
seres hum anos y a cont inuación librar una guerra im placable, devast adora y cruel
cont ra el pueblo viet nam it a, para, al cabo de algunos años, t erm inar reconociendo,
en la voz de su ex m inist ro de defensa, MacNam ara, que había sido una guerra
inút il e inj ust a. El hom bre m oderno ha carecido sin duda de una visión serena y
reflexiva ant e las cosas.
Heidegger llega incluso a plant earse la posibilidad del t ot al aniquilam ient o
de la hum anidad; aunque él no lo ve com o result ado de una explosión nuclear, sino

143
de lo que llam a el pensam ient o calculador, hoy t ransform ado en el pensam ient o
único, pero est a vez arm ado de nuevas y m ás pot ent es t ecnologías y parapet ado
t ras un capit alism o aún m ás expansivo y vit al. Al acept ar la soberanía absolut a del
pensam ient o calculador, " el hom bre est aría negándose y arroj ando lo m ás propio
de sí m ism o, su nat uraleza de m edit ador" .

—Respect o a est e t em a, es int eresant e reproducir una opinión del


prest igioso neurobiólogo chileno Francisco Varela, coaut or, j unt o a Hum bert o
Mat urana, de la revolucionaria t eoría cient ífica de la " aut opoiesis" . Varela, en
Francia, t rabaj a en las m ás avanzadas experiencias que est udian el cerebro
hum ano y la conciencia, y ha llegado a una conclusión asom brosa acerca del
pensam ient o m edit at ivo.
Es asom brosa, porque dest aca la belleza y pot encia biofísica del act o
m edit at ivo en el ser hum ano y así coincide con aquella int uición de Heidegger.
Mediant e est udios de " im agen cerebral" ( resonancia m agnét ica y ot ras) , Varela
escudriña el funcionam ient o del cerebro de las personas cuando est án viviendo una
experiencia ordinaria cualquiera, desde decir hola, asust arse, leer. " Lo que hem os
observado —dice Varela— es algo m uy lindo: que t odos est os pedazos, que en un
m om ent o det erm inado t ú t ienes en el cerebro ( uno que responde a la visión, ot ro
que t iene que ver con la m em oria, en fin) , ent ran en consonancia para const it uir lo
que t ú eres aquí y ahora, com o una ent idad única, a t ravés de un proceso que es
una verdadera arm onía m usical. Lit eralm ent e, lo que se observa en el cerebro son
resonancias de frecuencias oscilant es. Esos grupos neuronales o pedazos de
cerebro se ponen de acuerdo, com o m úsicos en una orquest a, y por un m om ent o
t ocan j unt os para luego disolverse."
Pero m ás asom broso aún, agrega Varela, es que cuando se observa a una
persona en ese singular y ext raordinario m om ent o en que vive un act o de
m edit ación y t iene conciencia de sí m ism a ( pues ordinariam ent e uno hace las
cosas, podríam os decir sin conciencia) , " lo que hem os vist o es que est a capacidad
de los grupos neuronales para ent rar en arm onía sim plem ent e se t orna m ás eficaz
y rápida. Es decir, en vez de la m elodía flot ant e y vaga de la experiencia cot idiana,
el act o de m edit ación, int rospección y reflexión, produce una m úsica m uy pot ent e.
Por t ant o, la capacidad que t iene el hom bre de m irarse a sí m ism o no es un
desdoblam ient o, sino una m anera de hacer de un proceso com ún y corrient e algo
m ás fuert e y coherent e, profundizar en algo que ya t enía. Bueno, est udiar y ver eso
ha sido una t rem enda sorpresa" .

144
—Por m i part e, si m e he det enido a recordar las profundas reflexiones de
Heidegger, es porque ellas expresan m is propias dudas y angust ias ant e el
fascinant e y t errible t em a de las nuevas m egat ecnologías: nucleares, biogenét icas,
espaciales, com unicacionales, robót icas. Tam bién m e pregunt o si ellas aport arán
m ayor felicidad al m undo o por el cont rario nos arrast rarán a un cat ast rófico
apocalipsis.

145
10

LA GRAN TRANSFORMACIÓN
DEL SISTEMA CAPITALISTA

CARLOS ALTAMI RANO: —Est án ocurriendo t res procesos hist óricos


sim ult áneos, ent relazados e int erconect ados: la globalización de la econom ía
capit alist a occident al; la penet ración y difusión de valores, est ilos de vida y
concepciones polít icas e inst it uciones occident ales en el rest o de los países del
m undo, y, por últ im o, la posm odernización de los países m odernos. Globalización-
occident alización y posm odernización const it uyen un m ism o y único proceso
hist órico con caras y énfasis dist int os. La globalización de la econom ía indust rial
est á provocando t ransform aciones irreversibles t ant o en los países occident ales
com o en el rest o del m undo.

HERNÁN DI NAMARCA: —Hablem os de la gran t ransform ación capit alist a.

—El capit alism o indust rial descrit o, analizado y crit icado por Marx, en la
act ualidad se encuent ra en desaparición. En est as sociedades, el sect or servicios
ocupa los dos t ercios de la población act iva y exhibe cifras de negocio superiores al
sect or product or de bienes m at eriales. La lucha de clases previst a por Marx, ent re
burgueses y prolet arios en las fábricas product oras de bienes indust riales se ha ido
reduciendo y no se repit e en las áreas indust riales de servicios. De est a m anera,
cat egorías esenciales de la t eoría m arxist a han perdido gran part e de su vigencia.
Una de las últ im as creaciones del capit alism o indust rial ha sido la em presa
m ult inacional de alcance global; con ella ha aparecido una nueva clase social
t ransnacionalizada y una nueva ideología m undialist a, cuyo poder es decisivo en el
m undo cont em poráneo; sin ir m ás lej os, aproxim adam ent e el 30 por cient o del
product o m undial brut o es producido y com ercializado por est os grandes
conglom erados t ransnacionales.

146
—Com part o la act ual relevancia de est e act or económ ico y los cam bios que
im plica. Sin em bargo, en lo sust ant ivo hay una cont inuidad cualit at iva, t ant o en el
m odo com o en los valores para organizar la vida económ ica, que ha sido propia de
la Época Moderna. ¿Podría ent onces sist em at izar m ás los cam bios que est á
experim ent ando el capit alism o?

—En opinión de uno de los econom ist as de m ayor prest igio de Est ados
Unidos, John. K. Galbrait h, la act ual em presa m ult inacional const it uye una novedad
cualit at iva. La globalización del capit alism o indust rial no sería concebible sin est os
nuevos gigant es de la econom ía m undial. En cuant o a las grandes t ransform aciones
experim ent adas por el sist em a indust rial, podría enum erar al m enos seis t érm inos
claves que explican esas t ransform aciones: despersonalización, desm at erialización,
desnacionalización, deslocalización, desregulación y privat ización.

—¿Qué significado económ ico t iene cada una de esas palabras?

—La despersonalización del capit alism o es un fenóm eno nuevo; en general,


ya no es el ant iguo burgués el propiet ario exclusivo de la em presa ni t am poco quien
asum e su adm inist ración y dirección; com plej as est ruct uras t écnicas la adm inist ran.
Obviam ent e m e est oy refiriendo a las novedades del capit alism o indust rial
desarrollado, est o es, el exist ent e en Europa, Est ados Unidos y Japón. En el nuevo
cont ext o del capit alism o m undial, la definición de clase propiet aria y clase
dom inant e se ha ido com plej izando ext raordinariam ent e. Hoy form an part e del " j et
set " de m ult im illonarios del m undo los j ugadores de t enis, rugby, fút bol, las
est rellas del cine y de t elenovelas, los escrit ores y pint ores " best seller" , los art ist as
del espect áculo. Los ingresos de los Rolling St ones son, por ciert o, not ablem ent e
superiores a los de cualquier burgués del pasado product or de bienes físicos. En
vist a de est a nueva realidad, ¿se podría aplicar ent onces el concept o " burgués" a
est os nuevos ídolos m odernos? ¿Son burgueses los Picasso, los Rolling St one, los
García Márquez, los Marión Brando o las est rellas del rugby, cuyos nom bres
desconozco?
En el pasado, un Rockefeller y un Ford eran los propiet arios y
adm inist radores de sus em presas. En la act ualidad los grandes conglom erados
m ult inacionales, ent re ellos el del propio Ford, son adm inist rados por am plísim as
est ruct uras t écnicas, a las cuales Galbrait h llam a indist int am ent e " t ecnoest ruct uras"
o " t ecnoburocracias" , para acent uar su caráct er t écnico. Y los dueños de los

147
capit ales han pasado a ser m iles de m iles de pequeños accionist as, los cuales
carecen de influencia en la dirección de la em presa.
Adem ás, la m ayoría de las veces, las inversiones de capit al provienen
básicam ent e de las nuevas organizaciones Adm inist radoras de Fondos: de Fondos
de Seguros, de Fondos Mut uos, de Fondos Previsionales ( AFP) . Est os inversionist as,
llam ados " inst it ucionales" , disponen, por su cuant ía, del m ayor poder de ahorro e
inversión de la act ual econom ía m undial. En Chile, los Fondos de Pensión,
adm inist rados por las em presas conocidas con el nom bre de AFP, alcanzan
aproxim adam ent e los 35 m il m illones de dólares; y cinco m illones de t rabaj adores
son los propiet arios de est os fondos, los cuales a su vez se inviert en en m últ iples
ot ras em presas nacionales y ext ranj eras. ¿Podría afirm arse que est os t rabaj adores
t am bién pert enecen a la clase de los burgueses capit alist as? Pet er Drucker, en su
obra Más allá del capit alism o, se refiere a un capit alism o " sin capit alist as" , est o es:
capit alist as sin el poder de adm inist rar sus capit ales y adm inist radores del capit al
sin capit al. El capit alism o se ha despersonalizado y m asificado en proporciones
gigant escas; adem ás, m illones de m illones de t rabaj adores de los diversos países
occident ales del m undo han accedido a la propiedad de las em presas, aunque,
com o ya lo hem os dicho, no disponen del poder de adm inist rarlas. Corrient em ent e,
est as gigant escas em presas t ransnacionales han adopt ado nom bres de fant asía:
I BM, General Mot ors, ATT, General Elect ric, Walt Disney, Coca Cola; ant es t enían el
nom bre de sus propiet arios.

—La despersonalización es real. Aunque no lo es m enos que las decisiones


las siguen t om ando, en las j unt as de accionist as y en consecuencia en los
direct orios, aquellos socios cuyo capit al, en relación con t odo el capit al de la
em presa, es el superior. La novedad es que se ha com plej izado el sist em a en form a
ext raordinaria. Las em presas han invent ado exit osos procedim ient os para
fusionarse, t ransnacionalizarse, diversificarse, at raer capit ales ( ent re ellos el m ás
pot ent e ha sido el de los inversores inst it ucionales, que ha significado un cam bio de
la m ayor im port ancia) .
Por ot ra part e, desde la t eoría económ ica y polít ica no se ha sabido prest ar
at ención a esos cam bios. Por ej em plo, sería int eresant e prom over y debat ir un
t em a nada t rivial para la dem ocracia: la necesaria regulación de la form a com o
part icipa, en las decisiones económ icas y polít icas de las grandes em presas, la
propia gent e que es " dueña" de esos capit ales; est o es, ¿cóm o part icipan esos
" t rabaj adores capit alist as" o la m iríada de individuos que son " inversores
inst it ucionales" en la adm inist ración de su capit al? Pues hoy la " delegan" en

148
gerent es adm inist radores que en últ im a inst ancia, para sus decisiones t écnicas,
dependen de correlaciones de fuerzas que en los direct orios im ponen los act ores y
grupos que cont rolan el poder económ ico.

—Lo que afirm a Galbrait h y num erosos ot ros econom ist as es algo dist int o a
lo que t ú afirm as: la adm inist ración de las em presas se ha divorciado de su
propiedad y no son las j unt as de accionist as las que adopt an las decisiones
fundam ent ales, sino est as com plej as t ecnoest ruct uras, a cuya cabeza se encuent ra
un direct or ej ecut ivo o " m anagers" ; y t ant o los int egrant es de est as
t ecnoest ruct uras com o sus ej ecut ivos no poseen acciones de la em presa o su
núm ero es irrelevant e.

—No conozco en det alle la obra de Galbrait h; pero m ás que divorcio


prefiero hablar de com plej ización de la relación ent re propiedad y adm inist ración,
así com o insist o en que, si bien el día a día lo gest ionan t ecnoest ruct uras, las
decisiones últ im as pasan por direct orios que se desprenden de relaciones de poder
económ ico al int erior de la j unt as de accionist as; y lo que no exist e es una m anera
de hacer part icipar dem ocrát icam ent e a los individuos que hacen de " inversores
inst it ucionales" , cosa que al m enos en Europa ya se est á debat iendo.

—Com o acabas de afirm ar, los " inversores inst it ucionales" han significado
un cam bio de m ucha im port ancia en el sist em a, a lo m enos por t res razones
fundam ent ales. Prim ero, por la cuant ía gigant esca de recursos acum ulados por
est as inst it uciones ( y no daré cifras para no cansar a los lect ores) ; sólo puedo
asegurart e que varias de ellas disponen por separado de capit ales superiores al
product o nacional de Chile e incluso t res o cuat ro alcanzan cifras superiores al
product o nacional de Brasil, décim a pot encia económ ica del m undo. Segundo,
porque ellas deciden dónde invert ir y cuándo y cuánt o invert ir. Y t ercero, porque, al
provenir esos fondos de m illones de pequeños y m edianos ahorrant es e incluso
t am bién de m illones de t rabaj adores y al ser invert idos esos fondos en ot ros
gigant es t ransnacionales, en t eoría esos ahorrant es y esos t rabaj adores pasan a ser
en part e propiet arios de esas em presas. En buenas cuent as se ha ido creando un
aut ént ico capit alism o popular; y por lo m ism o no im port a m ayorm ent e quiénes son
los propiet arios de est as em presas.
¿Y cóm o part icipan " las m iríadas de accionist as en la gest ión de la
em presa" ?, t e pregunt as t ú. La única respuest a veraz sería que la adm inist ración
de est as em presas se ej erce de m anera m uy com plej a, desde luego, porque exist en

149
innum erables m ediaciones. Para com enzar t endríam os que pregunt arnos cóm o se
adopt an las decisiones al int erior de esas adm inist radoras inst it ucionales de fondos.
En est os m ism os m om ent os, en Chile se ha producido un com plicado conflict o ent re
una AFP y la ant igua Endesa, cuyo direct orio habría decidido la vent a de su act ivo a
em presarios españoles, sin el consent im ient o y sin consult ar a la AFP
correspondient e.

— Ust ed habló de desm at erialización t am bién...

—Sí, hast a hace poco las t res cuart as part es de la producción del sist em a
capit alist a est aban dest inadas a fabricar bienes m at eriales y en especial
indust riales; igual ocurría con el núm ero de t rabaj adores cont rat ado por est e
sect or, que era m uy superior al de los em pleados en servicios. Hoy sucede
exact am ent e lo cont rario. Dos t ercios de la act ividad económ ica del capit alism o
desarrollado se ha concent rado en el sect or de servicios, el que a su vez ha
com enzado a producir una variedad fant ást ica de bienes no propiam ent e
m at eriales: cine, t elevisión, prensa, publicidad y propaganda, clínicas m édicas,
espect áculos deport ivos y art íst icos, I nt ernet ; product oras de bienes de m uy escaso
valor m at erial, pero de gran ut ilidad e im port ancia, com o son las em presas
farm acéut icas, los est udios de abogados —en Est ados Unidos hay est udios donde
t rabaj an m ás de m il abogados—; igual sucede con los servicios prest ados por
m édicos, ingenieros, calculist as, arquit ect os y t écnicos de la m ás diversa variedad,
al igual que un núm ero incalculable de art ist as y creadores. En t odas est as
act ividades y en ot ras m ás se producen bienes o servicios, virt ualm ent e sin valor
m at erial, sin em plear m ano de obra, sin consum ir m at erias prim as, sino
básicam ent e con conocim ient o y " know how" .

—Sin duda es relevant e en la circulación de bienes y servicios el valor


agregado por el conocim ient o acum ulado y por las inform aciones " seduct oras"
asociadas a los product os. Sin em bargo, en el caso que ust ed dest aca, la expresión
desm at erialización de la producción a m i j uicio no es la m ás idónea, pues ocult a
realidades m ás com plej as. Hoy, m ás que nunca, es gigant esca la producción de
bienes m at eriales, y es ést a la razón de ser de las em presas que incent ivan y
alim ent an el exceso de consum o. Lo que ha ocurrido es que con est e obj et o se ha
sofist icado la poderosa conj unción ent re dos fuerzas que se alim ent an
m ut uam ent e: la crecient e capacidad de producción m at erial del sist em a económ ico,
en t ant o es ahora pot enciada por la producción inm at erial de las indust rias

150
cult urales o " indust rias de los sent idos" ( los m edios de com unicación de m asas y
los cent ros de m arket ing) . En ést os coexist en la socialización de cont enidos
sim bólicos j unt o con la publicidad, cuyo ej e es precisam ent e incent ivar el consum o
de los bienes m at eriales que el propio sist em a genera.
Todo lo que ust ed llam a " producción desm at erializada" ( sent idos
inm at eriales) est á perm anent em ent e orient ada a elevar el est ándar de
sobreconsum o de la hiperproducción de obj et os m at eriales, que son los que a su
vez incorporan valor inm at erial. Si se m ira la indust ria de la m úsica, la edit orial, del
deport e, la audiovisual, t odas est án asociadas a la indust ria del m arket ing, y est a
últ im a no es ot ra cosa que una form a de com unicación aplicada a incent ivar el
consum o de los bienes m at eriales que produce en cant idad excesiva el sist em a
capit alist a. Nunca ant es se había producido t ant os product os m at eriales, y ést os,
para ser vendidos, requieren de la producción inm at erial de la indust ria de bienes
cult urales. Un dat o m uy int eresant e es que hoy en Est ados Unidos el núm ero de
publicist as ( 150 m il) supera al de periodist as ( 120 m il) .

—Podríam os cam biar el t érm ino " desm at erialización" por ot ro m ás


adecuado, pero lo im port ant e para m í es el nuevo fenóm eno al que m e est oy
refiriendo. La dim ensión económ ica y social adquirida por el sect or servicios es lo
nuevo. Las dos m ayores adquisiciones ent re em presas m ult inacionales acaba de
realizarse en el inicio de est e año 2.000. En el capít ulo precedent e di el ej em plo de
On Line que adquirió la Warner Tim e y de Vodafone, que se fusionó con
Mannesm an, en cifras que superan a los product os nacionales de varios países de
Am érica Lat ina, siendo em presas que producen bienes inm at eriales. La cadena
inform at iva nort eam ericana CNN, de la Warner, vende not icias e inform aciones
durant e las 24 horas del día y su audiencia e influencia es de t al m agnit ud que
difícilm ent e el gobierno de Est ados Unidos puede decidir una int ervención m ilit ar o
prest ar ciert o socorro hum anit ario si previam ent e la CNN no ha m ost rado alguna
fot ografía o exhibido una escena de niños o de personas en est ado de lam ent able
desnut rición o cruelm ent e t ort urados por alguna dict adura —I rak, I rán, Serbia—. El
fact or principal en una part e m uy significat iva de la producción capit alist a ya no
est á siendo, com o lo he expresado, ni el capit al ni la m at eria prim a ni el t rabaj o,
sino el conocim ient o. Por est a m ism a razón algunos han com enzado a hablar de
una fut ura " sociedad del conocim ient o" . En los hechos est as indust rias de servicios
ocupan un núm ero de em pleados m uy superior a las product oras de bienes
m at eriales, y si bien part e de est os servicios est án dest inados, com o afirm as, a
incent ivar el consum o de bienes m at eriales, ot ra im port ant ísim a part e t iene por

151
obj et o prom over el consum o de ot ros servicios no m at eriales. Por ej em plo, la
publicidad est á dest inada a aum ent ar el consum o de los bienes m at eriales y de los
servicios inm at eriales.

— Todo est o en un cont ext o de globalización...

—Ot ra caract eríst ica del nuevo capit alism o es, efect ivam ent e, su
desnacionalización y la enorm e deslocalización de la producción indust rial. Con est o
se est á produciendo una nueva revolución de alcances t an t rascendent e com o
fueron los de la prim era revolución indust rial de 1780. El capit alism o, al
desnacionalizarse y deslocalizarse, se est á m undializando o globalizando.
Act ualm ent e el capit al de una gran em presa t ransnacional no es de propiedad de
los accionist as de un det erm inado país, sino que est á conform ado por aport es de
capit al de inversionist as de los m ás diversos países. Asim ism o, en su gest ión y
dirección est án int erviniendo ej ecut ivos y t écnicos de las m ás dist int as
nacionalidades. Y, por últ im o, el proceso propiam ent e product ivo de est e
capit alism o t ransnacionalizado ya no se realiza sólo en el país de origen, sino que
se ha deslocalizado. La General Mot ors, por ej em plo, no produce sus aut om óviles
exclusivam ent e en Est ados Unidos, sino en varios países del m undo.

—Hay que decir, sin em bargo, que la act ual deslocalización cont inúa con el
m ism o caráct er inequit at ivo que en la Época Moderna ha t enido la división m undial
del t rabaj o. En el periodo del colonialism o e im perialism o t radicionales, la
explot ación de las riquezas nat urales de los países del sur se localizaba en est os
países y era propiedad de em presas de los países cent rales. Y hoy es ciert o que
em presas m anufact ureras se localizan en algunos países del sur: por ej em plo, las
grandes com pañías de vest uario t ienen sus plant as en el sudest e asiát ico y en
Am érica Cent ral; pero en general son propiedad de t ransnacionales que aprovechan
las condiciones laborales y am bient ales no reguladas de esos países y, en
consecuencia, hay una fuert e explot ación de la m ano de obra y se dej a la herencia
t rágica que son los daños am bient ales. Es decir, es una deslocalización que
perj udica enorm em ent e a los países donde ahora se localizan est as act ividades
indust riales.

—Tal vez, debido a m is años, ya no m iro las cosas en blanco y negro. La


deslocalización no es la causant e de las inequidades e inj ust icias que exist en en el
m undo, es el funcionam ient o del sist em a capit alist a el que crea enorm es

152
desigualdades y produce una gigant esca concent ración de las riquezas. Claro que
es necesario invent ar polít icas y est rat egias dest inadas a im pedir las inequidades.
Pero la respuest a no podría ser o no debiera ser " cerrem os el país a la
deslocalización de las indust rias y busquem os una form a de desarrollo aut árquica" .
No t odo aport e de capit al, inversión ext ranj era o deslocalización indust rial, com o
quiera llam árselo, " perj udica enorm em ent e a los países" , com o t ú dices, porque si
fuera así no se ent endería que un país com unist a com o China est é t an int eresado
en los aport es de capit al y t ecnologías del m undo occident al; incluso m e at revería a
asegurar que ni siquiera Cuba se opondría a ello. Adem ás, las m ult inacionales
ext ranj eras suelen cum plir en m ej or form a que las nacionales con las leyes
laborales, con salarios m ás alt os. Es t area de las fuerzas polít icas y sociales
nacionales im pedir esas exacciones e inj ust icias a las que t e has referido. Desde
luego, son los dist int os países del m undo los int eresados en indust rializarse; a
nadie se le est á im poniendo la indust rialización. En China se est án fabricando
Volkswagen en cant idades superiores a las que se producen en el m undo
propiam ent e occident al; y es el gobierno com unist a chino quien est á solicit ando
que se inst alen nuevas indust rias. I gual ocurre en ot ras regiones del m undo: Rusia,
I ndia, Brasil y, por ciert o, Chile.

—Ust ed t iene razón en la com plej idad del present e. No pocas veces
algunas em presas t ransnacionales no sólo son m ás solidarias socialm ent e, sino
t am bién son m ás evolucionadas am bient alm ent e, pues part icipan del cam bio
cult ural y de la at m ósfera propia de los países cent rales. Pero t am bién es ciert o que
siem pre el argum ent o de algunos gobiernos del sur o del orient e es que las
act ividades de indust rias deslocalizadas " dan em pleo" , soslayando no pocos
problem as am bient ales y sociales que generan. Por ej em plo, son acrít icos ant e un
em pleo ot orgado en condiciones com o los de la t ransnacional Nike, que m ant iene a
sus operarias práct icam ent e en esclavit ud y con sueldos ínfim os en I ndonesia y
México. El problem a am bient al que generan los j aponeses en Chile llevándose el
bosque nat ivo no es una cuest ión t rivial. Y t ant o es el im pact o de est a
deslocalización en la t om a de conciencia de la inequidad laboral y de los perj uicios
am bient ales para el planet a, que cuando se ha discut ido en Est ados Unidos la
incorporación de Chile al Trat ado de Libre Com ercio, los oposit ores allá han sido los
dem ócrat as, ligas de ciudadanos y grupos am bient alist as, quienes señalaron, en
coincidencia con chilenos, que est os t rat ados t ienen que discut irse hast a lograr
garant ías am bient ales y laborales que hagan que las cosas sean j ust as y

153
sust ent ables para t odas las part es. En est e sent ido, el m undo global plant ea nuevos
desafíos para la ciudadanía global.

—Hoy es el propio capit alism o cent ral el que al expandirse est á


convirt iendo al m undo en una gran fábrica. Y Est ados Unidos y los países europeos
est án perdiendo el m onopolio de la producción indust rial, nuevos países, com o
Taiwán, Corea y China, y t am bién Brasil y México, han logrado producir art ículos
indust riales alt am ent e sofist icados.
La gran t ransform ación capit alist a es m uy diferent e a la analizada por Marx
y Engels. El sist em a se ha t ransform ado en una gigant esca, com plicadísim a y
diabólica realidad hist órica; cada día se ha ido aut onom izando m ás y m ás de t oda
dirección polít ica y de cualquier regulación est at al y, por ciert o, de t oda decisión
dem ocrát ica. Es un m onst ruo aut onom izado que, al expandirse a t odos los países
del m undo, subordina las diferent es esferas de la vida hum ana a su único y
soberano dict at . Nada ha logrado escapar al dom inio de est a nueva realidad, ni el
art e ni las invest igaciones cient íficas ni las elecciones de un president e de la
república ni la conform ación de un parlam ent o supuest am ent e dem ocrát ico. En
consecuencia, para una nueva izquierda no result ará t an fácil declararse sin m ás ni
m ás ant icapit alist a.

—Es m uy im port ant e com plej izar est e debat e sobre la nueva econom ía. En
Chile, por ej em plo, algunos nuevos usuarios del concept o han dicho que el act ual
desafío económ ico del país ya no es pasar de una prim era fase export adora sólo de
m at erias prim as a una segunda fase export adora, que incorpore valor indust rial
agregado. Eso no, argum ent an, pues ése sería un t ránsit o hist óricam ent e
anacrónico. El nuevo desafío sería t ransit ar de la viej a econom ía m oderna
( export adora, ya sea de m at erias prim as y/ o indust rial) a la nueva econom ía
em ergent e, aludiendo así a la necesidad de incent ivar en el país las em presas
t ecnológicas ( la econom ía digit al) .
Considero m uy int eresant e esas opiniones, en t ant o int uyen bien que hay
que rom per con el m odelo de indust rialización m oderno y rediseñar una nueva
econom ía acorde a los desafíos posm odernos. Claro que para hacerlo int egralm ent e
habría que agregar algo que est os usuarios del concept o aún en Chile no hacen.
Est os suelen reducir la Nueva Econom ía al Com ercio Elect rónico, es decir, a
digit alizar em presas que siguen operando con la m ism a lógica de la viej a econom ía.
Sin em bargo, la Nueva Econom ía Posm oderna, según la com prenden los
sect ores m ás lúcidos de Est ados Unidos y Europa, deberá t ener varios rasgos

154
cent rales: 1) ser digit al y t ele com unicacional; 2) am bient alm ent e sust ent able; 3)
desm at erializada en el sent ido de t ender al m áxim o reciclaj e de los product os
m at eriales; 4) incent ivadora de pequeñas y m edianas em presas asociat ivas y
cooperat ivas; 5) incent ivadora del Tercer Sect or de la econom ía, solidario y sin
fines de lucro, et cét era.
En fin, hoy, cuando se habla t ant o del bicent enario, m e pregunt o por qué
no puede ser ése el desafío país: aut odot arnos de una Nueva Econom ía int egral que
supere la lógica de la viej a econom ía product ivist a, indust rial ( analógica) , orient ada
unilat eralm ent e al lucro y am bient alm ent e insust ent able; es ciert o que es un
desafío enorm e, por t odo lo que hay que im aginar, pero es lo único hist órica y
ét icam ent e viable.

—En Chile, com o lo hem os hablado, los debat es son casi siem pre
insuficient es y es m uy int eresant e revelar est a discusión acerca de est a nueva
econom ía y su viabilidad en el país. Chile se est aría incorporando a los procesos
act uales pero de una m anera peculiar: a part ir de la t ransnacionalización de la
indust ria, el agro, las m inas, los bosques y la banca, de t odo. No som os nosot ros
los capaces de incorporar t ecnología, bienes de producción. Lo hacen ot ros por
nosot ros. No serían fuerzas nacionales endógenas las que producen la
t ransform ación del país sino las t ransnacionales de acuerdo con sus int ereses. Me
pregunt o ent onces para qué seguir conservando las ideas de pat ria y nación si t odo
lo que const it uye la riqueza en bienes y cult ural de un país est á siendo t ransferida a
los grandes consorcios int ernacionales.

155
11

LA MUNDIALIZACION
DE LA ECONOMÍA CAPITALISTA:
LAS EMPRESAS TRANSNACIONALES

CARLOS ALTAMI RANO: —Las t ransform aciones indicadas en el capít ulo


ant erior por ciert o que no agot an la com plej idad del nuevo sist em a capit alist a
m undial, del nuevo " est ado indust rial" , com o lo llam a Galbrait h, hoy en vías de
universalizarse, o del nuevo " poscapit alism o" , com o lo piensa Drucker. En los
últ im os t reint a años se ha producido una concent ración acelerada del poder
económ ico en m anos de em presas t ransnacionales. No son m ás de cinco o seis las
grandes em presas edit oriales del m undo que acaparan la publicación de los
principales best sellers; son sólo dos o t res las grandes firm as fabricant es de
aviones com erciales; las product oras de aut os y cam iones no exceden a m ás de
seis o siet e; las principales agencias de not icias a nivel m undial son cinco; y no son
m ás de diez las cadenas hot eleras que cubren la ancha superficie del planet a; y así
podríam os cont inuar m encionando la ext raordinaria concent ración del poder
económ ico.

HERNÁN DI NAMARCA: —Hay aut ores que ven t am bién una diferencia ent re
dist int as m aneras de realizar el capit alism o...

—Efect ivam ent e, Michelle Albert , por ej em plo, publicó un libro célebre,
Capit alism o cont ra Capit alism o, donde opone dos m odelos de capit alism o, el
nort eam ericano y el renano, originado est e últ im o en la región de Renania,
Alem ania, y adopt ado básicam ent e por los países de Europa occident al. El
capit alism o nort eam ericano busca beneficios a cort o plazo, éxit o individual, Est ado
m ínim o, reducción del gast o público así com o del gast o social, desregulación y
desprot ección t ot al del m ercado m undial, dism inución drást ica de im puest os.
Reagan, en Est ados Unidos, reduj o la t asa m áxim a de im puest o a la rent a de 75

156
por cient o a 33 por cient o; y Margaret That cher, en I nglat erra, de 98 por cient o a
44 por cient o. Los líderes del capit alism o angloam ericano consideran que el pobre
es responsable de su sit uación y que el gast o social sólo cont ribuiría a favorecer la
pereza y la irresponsabilidad de las clases subordinadas; en cam bio, para el
capit alism o renano, el pobre es m ás bien una víct im a de la sociedad y el gast o
social sería una inversión y un fact or de desarrollo. En los países renanos, el ahorro
se sigue considerando una valiosa virt ud ciudadana, en t ant o que en Est ados
Unidos el ahorro es ext raordinariam ent e baj o y se privilegian la especulación y las
m anifest aciones ext ernas de la riqueza. En est e últ im o, la desregulación de la
econom ía ha pasado a ser el principal art ículo de fe del cat ecism o neoliberal y se
asigna a la em presa un obj et ivo m uy preciso: obt ener el m áxim o de ganancias. No
así en la cult ura europea, en que el rol de la em presa y sus obj et ivos son bast ant e
m ás com plej os que la m era m axim ización de las ut ilidades. I ndudablem ent e, el
m odelo renano ha logrado result ados m uy superiores a los del anglosaj ón, sobre
t odo si consideram os la colosal riqueza nat ural de los Est ados Unidos y la escasez
de recursos nat urales de los países europeos, en part icular de Alem ania y Japón.
Chile, en los últ im os años, se ha inspirado en el m odelo nort eam ericano.

—Est as diferencias son sim ilares a las que est ablece Lest er Thurow, en La
Guerra Económ ica del siglo XXI , ent re el capit alism o nort eam ericano y el m odelo
j aponés.

—El m odelo j aponés, t ant o en sus norm as com o en sus obj et ivos, est á m uy
cerca del capit alism o europeo. La t ransform ación y expansión de los viej os
capit alism os indust riales nacionales en un nuevo capit alism o planet ario no sólo
im port a un radical cam bio de escala, sino que afect a la nat uraleza m ism a del
capit alism o, aún cuando el obj et ivo de am bos, el nacional y el global, siga siendo el
m ism o: m axim izar ganancias. Las t ransnacionales se han const it uido en el vehículo
por excelencia de est a arrasadora t endencia cont em poránea a expandir y
deslocalizar el m odo de producción indust rial. Los capit alism os nacionales, con sus
ant iguas clases obreras, burguesías y est ados nacionales, est án t ocando a su fin:
ha llegado la hora del capit alism o indust rial planet ario, gest ionado por
t ecnoburocracias m ult inacionales, con est ados- nacionales de soberanía reducida, y
port adoras, est as t ecnoburocracias, de una ideología de caráct er cosm opolit a y
m undialist a.

157
—Y en est e capit alism o planet ario, ¿cuál de los dos m odelos, el
nort eam ericano o el europeo, result ará hegem ónico?

—La vict oria de uno u ot ro de est os dos capit alism os, el nort eam ericano y
el europeo, se encuent ra aún baj o int errogant e. Por el m om ent o el m odelo
nort eam ericano es indudablem ent e el hegem ónico. Diversos fenóm enos y
acont ecim ient os han venido confluyendo para que así sea. El colapso del proyect o
com unist a hist órico ha unificado al m undo baj o el dom inio del capit alism o
occident al y casi sim ult áneam ent e se ha producido el paulat ino debilit am ient o del
Est ado de Bienest ar. Los países europeos no han logrado aún dar cim a a la
const rucción de una nueva ident idad polít ica, perm it iendo así el predom inio de
Est ados Unidos. En los países de Europa las fuerzas polít icas socialdem ócrat as,
socialist as y laborist as habían conquist ado un significat ivo espacio, logrando en
part e corregir y m oderar los excesos del m ercado, aprobando una am plia
legislación del t rabaj o, est ableciendo el pleno em pleo y creando ext ensos sist em as
previsionales, adem ás de una dist ribución m ás equit at iva de los ingresos. El Est ado
lim it aba y regulaba al m ercado, era el prot ect or de los sect ores desposeídos y, en
m edida im port ant e, asum ía t areas significat ivas en la producción de bienes y
servicios. Ésos fueron los llam ados t reint a gloriosos años de la econom ía europea.

—Claro que ese Est ado de Bienest ar desapareció...

—Diríam os m ás bien que t odo aquel elan hum anit ario, solidario y
equit at ivo, de inspiración socialist a y, m ás t arde, t am bién dem ócrat a crist iana, ha
sido erosionado, aunque no ha desaparecido, por la nueva ideología de los gerent es
del m undo, para la cual el Est ado es un parásit o ineficaz y los im puest os un last re
excesivo, y am bos un obst áculo para el ahorro y la inversión privada. Hast a ayer
los Est ados eran port adores del bien com ún y se encargaban de la m ant ención de
los servicios públicos, de la educación, de la salud, correos y t elégrafos, locom oción
colect iva, ferrocarriles y de las líneas de aviación com ercial, así com o de ot ras
im port ant es act ividades públicas. La nueva ideología ha plant eado com o obj et ivo
cent ral y priorit ario el t raspaso de los bienes públicos al sect or privado, en ot ras
palabras, la privat ización de los bienes del Est ado en aras de una presunt a
racionalidad económ ica y de una m ayor eficiencia social. La desregulación de los
m ercados y la privat ización de las em presas públicas han ent regado un poder
gigant esco y desm edido básicam ent e a las corporaciones privadas m ult inacionales.
Adem ás, los cuant iosos fondos previsionales se han ent regado a la adm inist ración

158
de corporaciones privadas. En realidad, no exist en cálculos ni siquiera aproxim ados
de lo que puede haber significado para el sect or privado est a colosal t ransferencia
de riqueza pública y de poder. El capit al est á sust it uyendo y dest ruyendo al Est ado
nacional; ant es era ést e quien fij aba norm as y reglas al capit al, hoy es el capit al
quien est ablece los lím it es de la soberanía de los Est ados. La riqueza pública de los
diferent es Est ados naciones se ha privat izado y concent rado en no m ás de m il
gigant escos conglom erados t ransnacionales. Ent ram os, insist o, en una nueva fase
del capit alism o hist órico: la del dom inio de est as grandes corporaciones
t ransnacionales. Ellas est án asum iendo la real dirección de la econom ía m undial y
const it uyendo un nuevo y raro poder, dest errit orializado, desnacionalizado y
desarm ado.

—Al globalizarse el m undo, las t ransnacionales gobiernan la Tierra. Lo


subrayo, porque, sin duda el signo relevant e de la globalización neoliberal ha sido la
globalización de esos act ores privados que son las t ransnacionales. Por lo m ism o, la
globalización del capit alism o ha im plicado un socavam ient o de los est ados
nacionales. Pero, y est e pero im port a, sim ult áneam ent e esas m ism as
t ransnacionales, haciendo lobby en los grandes est ados nacionales m odernos, han
ido const it uyendo de m anera inform al una especie de m ega Est ado m undial que
conserva las caract eríst icas cent rales del Est ado m oderno: un t odavía em brionario
Est ado planet ario que opera com o fact or ordenador del m ercado m undial. Est e
m ega Est ado se expresa, por ej em plo, en inst it uciones económ icas com o el Fondo
Monet ario I nt ernacional, una especie de Banco Cent ral Mundial; en el G- 7 o grupo
de las siet e grandes econom ías, una especie de " legislat ivo censuario" en función
del poder económ ico, al que concurren los poderes ej ecut ivos de los países ricos
para regular y planificar la vida del m undo; y en el Banco Mundial, que, pese a su
nom bre, se ha ido convirt iendo en un m inist erio planet ario de Educación y Salud,
asesorando a los gobiernos en polít icas públicas inspiradas en la ideología del
m ercado único.
Así pues, en la t ardom odernidad las t ransnacionales m anej an los hilos de
un poder invisible que las conviert e en el " Herm ano Mayor" de finales del siglo XX e
inicios del XXI , y baj o una lógica t ot alizant e det erm inan las paut as del consum o, del
com port am ient o, de los consensos, y em piezan a uniform izar la hum anidad. Pues
bien, t odo est o es en la práct ica un nuevo Est ado m undial, inspirado en una
est ruct ura form alm ent e m oderna, aunque carent e del ej ercicio dem ocrát ico, en
t ant o es regido por las em presas t ransnacionales con poca o nula presencia
inst it ucional de ciudadanía.

159
—En lo personal at ribuyo a las corporaciones t ransnacionales una decisiva
influencia en la dirección del act ual curso hist órico, pero no sé si han llegado a
const it uir lo que llam as " un m ega- Est ado m undial" . Son varios y diversos los
fact ores que est án cont ribuyendo a la creación de una civilización universal e
indudablem ent e uno de esos fact ores es la aparición de est os gigant escos
dinosaurios m odernos.

—El Est ado nación vive las presiones de est os act ores result ant es de la
globalización y adem ás, com o dij e ant es, vive las presiones causadas por la
reivindicación de la diversidad cult ural en su propio seno y por la dem anda hacia
una biorregionalización a que obliga la sust ent abilidad am bient al.

—Lo que aquí dest aco es que est as nuevas y com plej as ent idades
económ icas, dest it uidas de dioses, de pat rias y de lenguas, decidirán acerca de la
vida y com port am ient os de m iles de m illones de seres hum anos. No dej a de ser
ext raña la ident idad de est os nuevos suj et os de la Hist oria, puest o que carecen de
la presunt a sanción divina que había acom pañado a reyes y em peradores en la
ant igüedad; y t am bién est án dest it uidos de la legit im idad que ot orga el sufragio
universal. Su poder no proviene ni de Dios ni se funda en la volunt ad del pueblo; y,
ni siquiera, se han im puest o por la fuerza. A diferencia de las ot rora grandes
religiones o de los nacionalism os m odernos, no son port adores de ningún m ensaj e
m oral, espirit ual ni ideológico. Hast a ahora habíam os conocido poderes ej ercidos
sobre un det erm inado t errit orio, m ediant e la fuerza de las arm as o bien legit im ados
por alguna creencia religiosa o por una ideología laica. En cam bio, est a nueva y
pot ent e est ruct ura de poder exhibe caract eríst icas absolut am ent e originales: es
dueña de gran part e de los conocim ient os y de las t ecnologías m ás avanzadas;
dispone de part e significat iva del poder financiero; posee los m ás poderosos y
eficaces m edios de com unicación y las m ayores agencias de publicidad; se hallan
en condiciones de m ovilizar m iles de m illones de dólares en sólo fracciones de
segundo. Su fuerza expansiva y su capacidad de seducción arranca de ser la única
organización privada dot ada de poder global y capaz de sat isfacer la aspiración
dom inant e de los pueblos, cual es, disponer de un m ayor confort m at erial.
Est as enorm es corporaciones son, sin duda, el m ás alt o product o de la
m odernización capit alist a en su fase m ás avanzada y, al m ism o t iem po, el m ot or
principal de un nuevo salt o al oscuro vacío de una posm odernidad desconocida. Se
han const it uido en el vehículo insust it uible de la nueva expansión occident al y, a su

160
vez, han devenido el agent e principal del nuevo cam bio hist órico, est a vez de
dim ensión planet aria. Desde el año 1 de la Época Moderna, 1492, los pueblos de
Occident e habían venido conquist ando y colonizando el m undo a sangre y fuego,
basándose en la superioridad de su organización y de sus arm as. Las pot encias
occident ales habían sido las responsables de la virt ual desaparición de cult uras
ent eras; pract icado sin t asa ni m edida el t ráfico de esclavos; hecho la ignom iniosa
guerra del opio en China ( 1840) y obligado a abrir, baj o la presión de sus cañones,
los herm ét icos puert os de Japón. Pero la diferencia ent re ese pasado belicoso y
colonialist a y la época present e reside en que la abrum adora m ayoría de los países
aún no m odernos han caído deslum brados por la espect acular t ecnología occident al
y por el esplendor, riqueza y variedad de sus product os y servicios. En 1492
llegaron los conquist adores provist os sólo de algunos collares y de m uchas cruces,
espadas y arcabuces. Quinient os años m ás t arde vuelven exhibiendo aviones,
sat élit es espaciales, viaj es a la luna, bom bas nucleares, com put adores, cine,
t elevisión, com unicaciones de uno al ot ro ext rem o del m undo en sólo segundos,
pero t am bién desert ificación, gases invernadero, corrupción en aum ent o
exponencial, drogas; y así sigue la hist oria. Pero est a últ im a part e es om it ida por
los gerent es del m undo.

—¿Por qué dice que vuelven? Si desde que llegaron nunca m ás se fueron.

—Es sólo una form a sim bólica de decirlo.

—Pero relevant e: si nunca se han ido m e int eresa dest acar la cont inuidad
m oderna ent re las prim eras em presas occident ales de 1492 y las act uales
em presas t ransnacionales y su relación con los pueblos del m undo.

—En m i opinión, lo realm ent e dest acable es la diversa form a de dom inación
y hegem onía de est a nueva expansión occident al. Ayer const it uyó una sim ple y
brut al ocupación m ilit ar, m ient ras que hoy día los propios gobiernos nacionales y
sus elit es dirigent es desean incorporarse a est a am bigua m odernidad. Las
corporaciones m ult inacionales vienen a ser los equivalent es a los ej ércit os
conquist adores de ayer, pero su form a de colonización es y será absolut am ent e
diversa.
En t u reflexión dest acas la cont inuidad del proceso. A m í, en cam bio, m e
parece m ás significat iva la rupt ura que est á ocurriendo, ent re ot ras razones, por lo
que acabo de expresar: la m uy diversa form a de dom inación.

161
—Dest aco la cont inuidad del proceso porque las t ransnacionales son la
realización suprem a de la m odernidad t ardía, e hist óricam ent e t endrán que cam biar
su m isión para ponerse a t ono con los t iem pos y desafíos cult urales posm odernos
que sí im plican un cam bio hist órico ( con t odo, hay que reconocer que m uchas ya lo
est án haciendo, al m enos cuando incorporan t ecnologías lim pias a sus procesos) .
Ahora, es indiscut ible la descripción que ust ed hace acerca de los cam bios
en curso en el sist em a capit alist a. Es inequívoco t am bién el hegem ónico caráct er
t ransnacional o m undial que hoy t ienen las grandes em presas. Sin em bargo, desde
el punt o de vist a cult ural, valórico, el act ual m om ent o es la cont inuidad y la
culm inación del espírit u descrit o por Marx y, ant es y después, por t ant os ot ros
pensadores acerca del hom bre m oderno occident al: con ansia de dom inio y cont rol,
m uy confiado en el progreso y en el desarrollo de las fuerzas product ivas,
product ivist a y orient ado al sobreconsum o, m ovido por afán de lucro y
acum ulación, con fe ciega en el poder de la t écnica y en su capacidad dem iúrgica
para t ransform ar el m undo, aut oconsiderándose un act or solit ario y separado de la
danza de la vida; pues bien, esos valores en la t ardom odernidad han sido llevados
a su m áxim a expresión y difundidos com o sent ido com ún en especial por la m ayoría
de los m anagers de est as grandes em presas. Y esa cont inuidad es m uy relevant e,
ya que a m í en nuest ra conversación m e int eresa dest acar los nuevos valores y
práct icas que plant ean una rupt ura con esos viej os valores y práct icas m odernas;
rupt ura que si es un hecho cualit at ivo y cult uralm ent e m uy recient e, t res o cuat ro
décadas, y en el proceso hist órico, donde coexist en lo viej o y lo nuevo, est án
m arcando los signos em ergent es de lo que será una posm odernidad profunda ( una
nueva concepción de m undo) .

—Am bas afirm aciones pueden t ener su part e de verdad, la t uya en orden a
que el act ual m om ent o es la cont inuidad y la culm inación del viej o espírit u
m oderno, y la m ía en cuant o a que se t rat a de una rupt ura y de un inicio. La
culm inación del proceso m oderno est á concluyendo en los inicios de un nuevo
proceso que de m om ent o llam am os posm oderno. Sí caricat urizáram os el devenir de
los últ im os cinco siglos, al m enos en Occident e, t endríam os t res m om ent os
hist óricos diversos: el feudal, el de los Est ados naciones y el de la aldea planet aria,
cada uno con sus respect ivos sist em as económ icos.
En cuant o a las diferencias que puedan exist ir ent re cam bios cuant it at ivos
y cualit at ivos, creo que la m ej or explicación la da Marx con un ej em plo m uy
gráfico: cuando se hierve agua al nivel del m ar, ést a, al alcanzar la t em perat ura de

162
cien grados, se t ransform a en un nuevo elem ent o físico, el vapor; est o es lo que
est á ocurriendo con la m ayor part e de los procesos a que nos est am os refiriendo.
Ellos vienen gest ándose desde hace m ucho t iem po, pero es ahora cuando se est á
experim ent ando el cam bio cualit at ivo, de agua a vapor, de em presa nacional a
em presa m ult inacional, de un m undo de Est ados naciones a un m undo planet ario.

—No polem izo con la realidad de un cam bio hist órico, por el cont rario,
j unt o a ust ed com part o que hoy vivim os en un cam bio epocal. Sólo ocurre que
reconozco ot ros signos y act ores com o Suj et os del act ual cam bio hist órico en curso,
ent endido ést e com o superación cualit at iva de la época hist órica precedent e.
Para clarificar m i m irada es im port ant e dest acar que est ablezco una
diferencia sust ant iva ent re la globalización —com o cont inuidad m oderna— y la
planet arización —nueva realidad posm oderna—. La act ual planet arización ( concept o
dist int o a la globalización econom icist a de la m odernidad t ardía) no result a, a
diferencia de la globalización, de la exist encia de las t ransnacionales com o espacios
económ icos cent rales del sist em a capit alist a m undial. No. Las t ransnacionales
operan e inciden en la globalización; pero en cam bio la planet arización es un hecho
hist órico y cult ural nuevo, que, m ás allá de ser sincrónico con las innovaciones
t ecnológicas en los m edios de t ransport e y en las t elecom unicaciones, en lo
fundam ent al t am bién se asocia a algo que ust ed m ism o plant eó: los nuevos
desafíos cult urales posm odernos, la ecología y la dem ografía ( por nom brar sólo
dos) , cuyo rasgo inédit o es que sólo se podrán resolver a escala planet aria
( planet arist as son precisam ent e las organizaciones y m ovim ient os ciudadanos que
se oponen a la globalización neoliberal desde una perspect iva t am bién m undial) . Y
el dram át ico problem a, en m i opinión, es que si ant e la realidad de est a ineludible
planet arización colegim os lo que est án aduciendo las em presas t ransnacionales
globalizadas, es decir, t oda una hum anidad afiebrada de product ivism o,
consum ism o y a nuest ra casa planet a baj o la égida de un pensam ient o único, el
fut uro se nos aparece, por decir lo m enos, bast ant e com plicado.
En ese cont ext o es que m e pregunt o: ¿por qué afirm a que las em presas
t ransnacionales est án dest inadas a colonizar el fut uro del m undo? Si la realidad es
que ya est án consolidadas com o inst ancias rect oras de la vida económ ica m undial y
son en gran m edida inspiradoras de casi un m ega- Est ado que prom ueve un m ism o
m odo de vida a nivel m undial; es decir, la influencia de las t ransnacionales es un
dat o del present e.
Más aún me preocupa lo que ust ed ha dicho: " las em presas
t ransnacionales son un act or cent ral de la hist oria fut ura universal y m ot or principal

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del cam bio hist órico act ualm ent e en curso" . ¿Por qué? Si est as em presas son, en lo
sust ant ivo, una com plej ización de la em presa capit alist a que ya exist ía hace un par
de siglos.

—I nt ent aré responder con ciert o orden a t us observaciones. En prim er


lugar, nunca he afirm ado que las corporaciones t ransnacionales sean el único fact or
en el gran proceso de globalización de la econom ía capit alist a. Est e fenóm eno
obedece a num erosas causas y ya t endrem os oport unidad de conversar sobre ellas.
En segundo lugar, cuando he dicho que est as grandes corporaciones est án
dest inadas a colonizar el fut uro del m undo, ha sido sólo en form a m et afórica,
puest o que en m i opinión no exist e en la act ualidad un proceso de colonización
sem ej ant e al iniciado en 1492. En m i concept o est am os frent e a ot ro t ipo de
colonización, a una nueva form a de invasión del im aginario colect ivo de los
pueblos; adem ás, es ot ro el cont ext o hist órico y ot ros los act ores. Com o ya creo
haber expresado, se t rat a est a vez de una invasión sin arm as y sin ej ércit os. Aún
cuando no com part o t u opinión t an cat egórica en orden a que ya est arían
consolidadas est as t ransnacionales, dado que en m i personal visión el proceso de
globalización recién se est á iniciando, sí est oy de acuerdo en que est as
corporaciones desem peñan un papel decisivo en la vida económ ica cont em poránea
y en la const rucción de un fut uro " m ega- Est ado planet ario" , el cual t am poco exist e
por el m om ent o. Son ést as, precisam ent e, las funciones est elares de est as
t ransnacionales, las que m e perm it en at ribuirles un papel de act or cent ral en el
proceso hist órico en curso. Y m e refiero a la " hist oria fut ura universal" , porque,
com o acabo de expresar, desde m i punt o de vist a recién est á com enzando est e
proceso de globalización de la econom ía capit alist a indust rial, de m odernización de
las sociedades no occident ales y de posm odernización de las sociedades m odernas.
Concret am ent e, en Chile, sólo en est a últ im a década hem os presenciado la invasión
de est as grandes corporaciones m ult inacionales, que se han ido adueñando de un
im port ant e porcent aj e de la riqueza nacional: elect ricidad, t eléfonos, vinos, cobre,
bosques, azúcar, et cét era.
En t u opinión pareciera no exist ir una gran t ransform ación cualit at iva en el
sist em a capit alist a, porque ést a solo sería cont inuación y culm inación del desarrollo
de las prim eras em presas capit alist as aparecidas hace dos o t res siglos. En est a
m at eria est am os en abiert o desacuerdo. Para m í exist e una diferencia cualit at iva
ent re las ant iguas em presas burguesas y las m odernas corporaciones
t ransnacionales. Cuando ést as se " com plej izan" est án experim ent ando cam bios
fundam ent ales. No bast a la perm anencia de una m ism a m isión original para negar

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la diferencia cualit at iva ent re las em presas de ayer y de hoy. Maxim izar ganancias,
obligando a t rabaj ar a m illones de m illones de obreros cat orce horas diarias y en
condiciones deplorables, y m axim izar ganancias casi sin explot ar m ano de obra y
t rabaj ando sólo 35 horas por sem ana en condiciones relat ivam ent e acept ables es
cualit at ivam ent e dist int o. Y la diferencia crece m ás cuando exist en m iles de
em presas produciendo bienes inm at eriales sin ocupar m ano de obra y sin un único
propiet ario burgués. Hoy día uno de los grande debat es que se est á llevando a cabo
en Europa y Est ados Unidos es si conviene o no prom over el acceso de la clase
t rabaj adora a la propiedad de las em presas est im ulando la com pra de acciones a
t ravés de los ahorros de los t rabaj adores o de sus fondos previsionales. En el caso
concret o de Francia, una part e de la dirección socialist a est im a posit iva est a
alt ernat iva; ot ros, en cam bio, apegados a las viej as concepciones ant icapit alist as,
la rechazan cat egóricam ent e.

—No niego ni los im port ant es cam bios en el sist em a capit alist a en las
últ im as décadas. Lo que int ent o es cart ografiar los signos que im plican novedad
hist órica cualit at iva al m enos para la hist oria occident al de los últ im os siglos. Por
ej em plo, en la " nueva colonización" que hacen est as em presas t ransnacionales. Es
ciert o que ayer hubo dom inio m ilit ar explícit o de los est ados cent rales para
garant izar la colonización y que hoy aquél no se repit e en la influencia de las
em presas t ransnacionales en el rest o del m undo. Sin em bargo, no olvidem os que
en China, I ndia, África y Am érica, t am bién ayer se t ej ieron lazos de int erés y
convencim ient o ideológico ent re los est ados cent rales y los liderazgos criollos. No
t odo fue brut alidad m ilit ar. Ent onces, y en el supuest o de que las act uales
t ransnacionales sean el " equivalent e" de poder a los países cent rales del ayer, sin
darse hoy ese dom inio m ilit ar explícit o ( salvo cuando es " necesario" , porque ahí sí
que las fuerzas m ilit ares de los países cent rales operan baj o el lobby de las
t ransnacionales) , cont inúa siendo im port ant e, y cada vez m ás, la capacidad de
est os conglom erados para incidir en las conciencias del m undo ahora vía la
parafernalia de m edios de com unicación que precisam ent e incent ivan valores y
paut as de com port am ient o acordes a lo que quieren esas m ism as t ransnacionales.
El poder m ilit ar ha sido com plem ent ado por el poder com unicacional, que " seduce"
en pro de los m ism os fines y a t ravés de una red m undial de publicidad y sent idos.

—Lo que expresas confirm a lo que est oy t rat ando de explicar. Ya no es el


dom inio fundado básicam ent e en la fuerza de las arm as, sino un dom inio de ot ra
nat uraleza, com unicacional si quieres llam arlo así. Las m ult inacionales vienen a

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sust it uir a los ant iguos ej ércit os; en ot ras palabras, serían sim bólicam ent e los
nuevos ej ércit os, las nuevas fuerzas de ocupación, las nuevas pot encias
colonizadoras, aún cuando se t rat e de ot ro t ipo de ocupación y de ot ra form a de
colonizar. Si t om am os com o ej em plo el caso de las grandes religiones m onot eíst as,
o las propias ideas m arxist as laicas, las unas int ent aron unificar el m undo t ras una
creencia en la exist encia de fuerzas sobrenat urales, las ot ras m ediant e la prom esa
de const ruir una sociedad j ust a, equit at iva y feliz. Pero ninguna de ellas alcanzó un
nivel de acept ación universal com o en ciert a m edida han logrado quienes sólo
ofrecen un crecim ient o económ ico expresado en bienes y servicios m últ iples.

—No hay t al nivel de acept ación universal, pues cada vez son m ás las
sensibilidades que en el m undo se oponen al m odo de vida m oderno ahora
globalizado. Y adem ás esa ofert a t am bién alega inst aurar una sociedad m ej or a
t ravés del discurso de la " religión del consum o" —perm ít am e la analogía—, de la
" religión del product ivism o y del progreso m at erial" que hoy dom ina el m undo. Así
com o el m arxism o fue una ofert a ideológica laica y m oderna, ést a t am bién es laica
y brut al o descarnadam ent e hiperm oderna, despoj ada de los oropeles m ás
polít icos, est ruct urada de m anera inorgánica, y que a finales del siglo XX se
expresa en las enorm es cat edrales del consum o que son los " Shopping Cent er" , que
reem plazaron a la plaza pública y a ot ros espacios societ ales y de convivencia. Est a
" religión " no es de nuevo cuño, no t iene cuarent a años, sino que por larga dat a ha
sido la expresión cent ral de la concepción de m undo de una Época Moderna que
hoy ha llegado a su paroxism o rit ual.

—Si quieres, esa " religión de ant iguo cuño" est á seduciendo y
deslum brando ahora al m undo con sus enorm es y espect aculares descubrim ient os.
En los com ienzos de est e t ercer m ilenio del calendario crist iano, el com ercio podrá
vanagloriarse de est ar logrando la unificación de t odos los pueblos y, en
consecuencia, superando gradualm ent e la época de las guerras religiosas, de las
violent as confront aciones ideológicas y de las pugnas nacionalist as. Las ideologías
laicas y los nacionalism os int ent aron im poner su dom inación m ediant e la guerra; en
cam bio est a especie de adicción al consum o capit alist a se expande en form a
exponencial, volunt aria y pacífica.

—Sin duda que algunos de esos cam bios que ust ed ha sist em at izado com o
t rece grandes t ransform aciones subviert en est a época. I nsist o, nuest ra diferencia
radica en que a m í m e inquiet a que vea en las t rasnacionales m ot ores de la

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Hist oria, en el sent ido de que prom overían el cam bio epocal ent endido com o
superación de una época hist órica, cuando lo que ellas hacen es radicalizar la
Modernidad. Desde el punt o de vist a hist órico son una cont inuidad llevada al
paroxism o y, por lo m ism o t erm inal, de lo que ha sido la m isión product iva m at erial
de la Época Moderna. Así com o t eóricam ent e no m e parece apropiado, t am poco es
lo que deseo ( ni deseam os m uchos) com o ser hum ano, salvo que en el proceso de
cam bio epocal est as em presas reform ularán com plet am ent e su m isión, lo que
algunas, afort unadam ent e, est án haciendo.

—" Una cont inuidad llevada al paroxism o" , com o afirm as, es lo que en m i
opinión est á produciendo la rupt ura de esa m ism a cont inuidad. Ningún est ado de
paroxism o es sost enible en el t iem po, él anuncia el fin o el cam bio de una
det erm inada sit uación.

— En eso est am os m uy de acuerdo.

—Considero a est as corporaciones t ransnacionales " m ot ores de la hist oria"


porque en la act ualidad sirven de vehículo del m agno proceso de globalización del
ant iguo capit alism o hist órico; porque son ellas las int eresadas en difundir por el
m undo las concepciones del neoliberalism o, hoy t ransform ado en " pensam ient o
único" ; porque defienden e im pulsan un sist em a que est á dest ruyendo los Est ados
y sus soberanías, devaluando el t rabaj o, desprest igiando la polít ica y la
dem ocracia; porque se encuent ran en condiciones de arruinar a países com o
México, o m ás recient em ent e, a los países asiát icos; porque est án realizando las
invest igaciones cient íficas y t ecnológicas m ás avanzadas en las diversas act ividades
del saber hum ano; porque est án conform ando y orient ando a gran part e de la
opinión pública m undial a t ravés de sus colosales est ruct uras t elecom unicacionales;
porque han posibilit ado el fluj o casi inst ant áneo de m iles de m illones de dólares al
día; porque nos facilit an el acceso a I nt ernet . En fin, creo que por t odo est o
const it uyen una de las fuerzas principales en el act ual acont ecer hist órico.
Y agrego algo m ás. La inquiet ud m ía no reside t ant o en si son ellas agent es
o m ot ores de la Hist oria; m is t em ores y m is dudas apunt an a pregunt arm e por la
nat uraleza y la orient ación de los cam bios prom ovidos por ese m ot or o agent e. Me
result a m uy difícil concebir y acept ar que se pueda ent regar la dirección del
m ovim ient o hist órico a est as nuevas ident idades, por así decirlo, sin Dios ni Ley, a
est as ident idades que no obedecen a poder alguno ni se hallan legit im adas por
alguna decisión dem ocrát ica, que se han colocado por encim a de los Est ados, con la

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única y exclusiva ofert a del crecim ient o económ ico pero sin responder acuciant es
pregunt as: ¿Crecim ient o para quiénes? ¿Crecim ient o al cost o de t res m il m illones
de pobres e indigent es deam bulando por el m undo, de m illones de desocupados, de
una m ayor e incont enible devast ación de la nat uraleza? Para m í ést a es la gran
am enaza y el gran peligro: si no t uvieran el papel de m ot ores no t endríam os por
qué inquiet arnos ni est aríam os refiriéndonos a ellas. Por ciert o y afort unadam ent e,
no son el único m ot or, t am bién exist en ot ros que en alguna m edida com pensan sus
poderes, y ést os son las ONGs de ecologist as, defensores de derechos hum anos,
pacifist as, fem inist as, en fin, una larga y m ult ifacét ica serie de ONGs.

—Perm ít am e hacer una caricat ura: cuando el capit alism o se queda sin su
enem igo- herm ano en la m odernidad ( el socialism o real) , los int elect uales del
capit alism o suponen, a la m anera de Fukuyam a, un t riunfo hist órico e inician una
reflexión cóm oda y acrít ica acerca de cóm o est á cam biando la sociedad e incluso
llegan a baut izar est a " nueva sociedad" : la sociedad del conocim ient o, que
em ergería en un cont inuum ( sin rupt ura) dent ro del m ism o sist em a. No veo en
ninguno de ellos una reflexión crít ica para cam biar la vida y convert irla en ot ra
cosa. Lo que anuncia Drucker com o sociedad del conocim ient o, o sociedad
posindust rial o poscapit alist a, lleva im plícit o el alm a de la ant igua hum anidad
m oderna.
Obviam ent e que en las últ im as décadas hay cam bios en la m anera de
producir, en la est ruct ura de clases de la sociedad, en el t rabaj o, en la m anera de
organizarse y operar de las em presas y en su act ual caráct er t ransnacional; en fin,
hay un conj unt o de cam bios indudables. Pero t am bién la m isión que la hum anidad
se asignó en la Modernidad sigue siendo básicam ent e la m ism a ( y discúlpem e por
insist ir una vez m ás) : anhelo de dom inio, fet ichización de la t ecnología, incent ivo al
consum o, sobrevaloración del t ener y de las cosas m at eriales, confianza en el
progreso ilim it ado.

—En m i concept o el " alm a de la ant igua hum anidad m oderna" es una
disquisición dem asiado abst ract a. No alcanzo a ent ender por qué, cada vez que
puedes, asignas a la Época Moderna un designio preest ablecido, rígido e inexorable.
La hum anidad se habría asignado en la Modernidad det erm inadas t areas. Com o
creo haberlo expresado, no es pert inent e at ribuir al conj unt o de la Época Moderna
una det erm inada m isión o un designio fat al. En ella han exist ido, com bat ido y
luchado fuerzas sociales y polít icas de signos m uy diversos, unas han sido liberales,
ot ras socialist as y t am bién las hubo conservadoras; y se han venido dando

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m últ iples m ovim ient os sociales de aspiraciones diversas. Sin ir m ás lej os, en el día
de hoy las fuerzas que est án im pulsando la globalización en su versión neoliberal
son perfect am ent e ident ificables y, por ciert o, no com prenden ni a t oda la
hum anidad ni son expresión de t oda la Modernidad. Debe t rat arse de ident ificar y
de responsabilizar, por los efect os de sus acciones, a cada una de las dist int as
fuerzas que operan en los respect ivos m om ent os hist óricos. Desde m i punt o de
vist a, la Modernidad no ha est ado regida por un solo espírit u, un solo designio o
una sola m isión, ni t am poco por un solo det erm inism o económ ico o cult ural.
Quienes " fet ichizan la t ecnología" , " incent ivan el consum o" y " sobrevaloran las
cosas m at eriales" son det erm inadas fuerzas económ icas, polít icas y cult urales,
perfect am ent e ident ificables, y es un error pensar que t oda la hum anidad o t oda la
Época Moderna es responsable de esas graves desviaciones polít icas y ét icas.

—En est e punt o, igual que com o ocurrió en los prim eros capít ulos, t am bién
debat iendo sobre la Modernidad, creo que m ás que una diferencia, sucede que
est am os hablando de cosas dist int as.
Est am os de acuerdo en que en el seno de la Época Moderna han act uado
dist int as fuerzas, y ya dij im os que ést a, com o t oda época hist órica, t iene grandes
logros ( por favor, si yo no olvido lo que t an bellam ent e escribió Niet zsche en
Genealogía de la Moral: " A veces no recordam os cuánt o dolor, cuánt o esfuerzo,
cuánt a sangre, nos han cost ado las cosas buenas" ) y t am bién t iene grandes
carencias. Sé de los logros de la Modernidad, pero hoy pienso que es una obligación
ét ica y polít ica crit icar sus carencias a la luz de la act ual crisis de sobrevivencia en
que nos encont ram os product o de sus excesos ( y por eso pienso que est á agot ada,
que ya cum plió su m isión) .
Quiero responder a com o cierra su plant eam ient o, pues esa sí que es una
legít im a diferencia nuest ra: para m í el ecologism o es un m ovim ient o cult ural
posm oderno ( porque niega radicalm ent e los valores de la Modernidad) ; en cam bio
para ust ed sería una expresión m ás de una Modernidad " buena" . No lo veo así, la
cara solidaria de la Modernidad ( libert ad, j ust icia y frat ernidad) ha sido heredada
por el ecologism o y por t oda la hum anidad ( son valores que nadie discut e, aunque
aún no se pract iquen) ; pero el ecologism o y la nueva cosm ovisión y práct icas que
hoy se incuban t rae elem ent os hist óricam ent e nuevos, al m enos para Occident e.

—Tú piensas que no son precisam ent e est as grandes corporaciones


t ransnacionales quienes est arían cam biando el m undo, pero si le pregunt aras a uno
de sus direct ores ej ecut ivos t e diría: " no es que nosot ros queram os cam biar el

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m undo, en los hechos lo est am os cam biando, est am os cam biando la sociedad
china, est am os cam biando la m anera de ser y de pensar de un hindú, y est am os
cam biando, a pesar de las dificult ades, a las sociedades africanas; y est am os
em peñados en la conform ación de un solo m ercado m undial que indudablem ent e
llevará a la creación de una form a de Est ado universal, dest ruyendo el Est ado
nación" .

—A ese gerent e se le podría responder: " No sea cínico, ust ed dice que no
es part idario del Est ado nación m oderno, pero en los hechos est á const ruyendo un
nuevo Est ado inform al y planet ario, hiperm oderno en su est ruct ura global, claro
que no quiere que yo part icipe com o ciudadano del m undo. Si ust ed realm ent e
quisiera cam biar la form a de organización polít ica de la hum anidad y de verdad
act ualizarla según la m ás profunda planet arización, t endría que im aginar y
cont ribuir a crear una sociedad organizada y regulada dem ocrát icam ent e a nivel
planet ario; pero a la vez organizada polít icam ent e vit alizando los espacios de la
dem ocracia y la singularidad local y regional.

—Est oy de acuerdo cont igo en que llegó la hora de reivindicar los


localism os y defender lo específico y singular, la cult ura de cada pueblo frent e a la
aplast ant e m undialización hom ogenizadora. En est e sent ido, no m e dej a de
ext rañar lo que he denom inado la " t raición conservadora" . Ant es ést as eran las
fuerzas nacionalist as por excelencia, los m ás decididos defensores de los localism os
y, por ciert o, de los valores e inst it uciones t radicionales. Pero hoy se han
em barcado con el fanat ism o propio de los conversos en la idea de la m undialización
y m odernización de las sociedades, y han abandonado casi ent eram ent e sus
ant iguas posiciones conservadoras. Y por est a m ism a razón, y en sent ido inverso,
debe haber un cam bio en las izquierdas; ést as nunca prest aron m ayor at ención a la
defensa de las t radiciones, hábit os locales ancest rales o realidades específicas de
cada país. Y habría que hacerlo, en aras del principio de la diversidad. Tant o la
diversidad biológica com o las diversidades cult urales const it uyen una enorm e
riqueza para el conj unt o de las sociedades y para cada país en part icular.

—I m aginar form as de organización polít ica y social del fut uro es m uy


com plej o. Hará falt a m ucha im aginación, porque la ciega carrera act ual es inviable.
Tal vez est e fut uro sea lo m ás com plej o e inédit o que ha enfrent ado la hum anidad:
el desafío de vivir enredados t ecnológicam ent e a escala planet aria. Ya nunca m ás
dej arem os de vivir en el lím it e, salvo que ocurra una regresión de la especie. En

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t ant o som os poder planet ario de aquí en m ás t ransit arem os en la cuerda floj a, pero
ya no por accident es nat urales sino que por nuest ro propio poder; cada decisión
hum ana t endrá que ser reflexiva at eniéndonos a la variable de los pot enciales
riesgos de nuest ros act os. No podem os cont inuar en una lógica de globalización
desregulada y acrít ica.

—Com part o plenam ent e t u idea acerca de la necesidad de int roducir


norm as regulat orias en el proceso de globalización. No es concebible ni acept able
aplicar el m ism o m odelo a t odos los países del m undo, a los que t ienen 300 dólares
per cápit a y a los que disponen de t reint a m il. Y ésa no es la única pregunt a que
flot a en el aire. ¿Qué m argen de m aniobra rest a a los gobiernos nacionales frent e a
un sist em a m undial t an rígido o, dicho de ot ra form a, cuáles son las posibilidades
de gobernar de las dist int as fuerzas polít icas de cada país, disident es de la fórm ula
única? ¿O t odas, de izquierda y de derecha, nacionalist a o int ernacionalist as,
cat ólicos o islám icos, necesariam ent e deberán concluir aplicando la m ism a fórm ula
económ ica? ¿Cuál sería la razón de ser de las act uales ideologías y de sus
correspondient es fuerzas polít icas?
¿Cuál será el fut uro de los países aún no indust rializados? ¿Cont inuar
produciendo m at erias prim as y recursos nat urales o esperar que alguna corporación
m ult inacional decida invert ir en ellos?
¿Será posible, a est a alt ura de los t iem pos, cerrar las front eras nacionales
y dar la espalda a la globalización, int ent ando repensar un proyect o de desarrollo
aut árquico?
En at ención a los valores de la com pet it ividad y de la eficiencia económ ica,
¿debem os preferir un m undo gobernado por est as nuevas ident idades
t ransnacionales a uno donde los Est ados nacionales cont inúen m ant eniendo su
aut onom ía? ¿O son viables alt ernat ivas int erm edias?
Si de lo que se t rat a es lograr un m ayor crecim ient o y una m ayor eficiencia
en la producción y dist ribución de bienes y servicios, y est os obj et ivos son m ej or
sat isfechos por las corporaciones m ult inacionales, ¿por qué no perm it ir e incluso
est im ular el t raspaso de las riquezas nacionales a est as eficient es corporaciones
m ult inacionales, com o por lo dem ás ya ha est ado sucediendo en Chile? ¿Por qué,
en un sist em a globalizado y de m at riz capit alist a, debiéram os preferir al débil e
incom pet ent e em presario privado nacional por sobre el poderoso y eficaz
em presario m ult inacional?
Y en est e m undo en m archa forzada hacia la globalización, ¿por qué no
colocarnos baj o la prot ección m ilit ar de Est ados Unidos y así evit ar seguir gast ando

171
un 6 o 7 por cient o del product o nacional —el doble de lo dest inado a educación— a
la m ant ención de Fuerzas Arm adas por lo dem ás privat izadas por un solo sect or del
país?
¿Y por qué se ha preferido el esquem a de globalización a la m anera
nort eam ericana y no nos hem os inspirado en el m odelo europeo, en el cual se han
adopt ado diversos m ecanism os para favorecer a los países de m enor desarrollo
dent ro de la Com unidad Europea —España, Port ugal, Grecia—, donde se cont inúa
prot egiendo y subvencionando a ciert os sect ores considerados claves de la
econom ía nacional, donde exist e una preocupación preferent e por la defensa de los
ám bit os cult urales de cada país y donde se apoya decididam ent e el est ablecim ient o
de norm as de regulación a los cuant iosos fluj os de capit al especulat ivo, ent re ot ras
el " im puest o Toby" , dest inado a aplicarse a los m iles de m illones de dólares en
t ransacciones diarias de divisas?
A propósit o de la conferencia convocada por la Organización Mundial de
Com ercio, realizada en Seat t le, Est ados Unidos, en diciem bre de 1999, ha surgido
un pot ent e y abigarrado m ovim ient o ant iglobalist a con nuevos líderes m undiales de
enorm e carism a. No creo que las ideas y pensam ient os de una nueva izquierda
debieran inscribirse en posiciones ant iglobalist as: ello vendría a oponerse a t oda
una larga y valiosa t radición hist órica de las izquierdas occident ales. De lo que se
t rat a es de adopt ar una form a correct a, j ust a, solidaria, equit at iva y equilibrada de
globalización; y est os obj et ivos no son m eram ent e ut ópicos. La experiencia europea
y la ant igua organización del Com econ ofrecen m uy int eresant es alt ernat ivas.

—Muchas de las fuerzas de la sociedad civil que part iciparon en Seat t le son
ant iglobalización porque se oponen al sent ido económ ica, social y am bient alm ent e
inequit at ivo e insust ent able que ha adquirido la act ual globalización; pero son
profundam ent e part idarias de la planet arización en lo cult ural y no t ienen los oj os
cerrados ant e la evidencia de que el m undo de hoy es una red t ecnológica, cult ural
y am bient alm ent e planet aria. Para ellas el desafío del fut uro es cóm o nos
int errelacionam os.

—Sin duda que ése es un desafío. Pero volviendo al t em a de los grandes


int errogant es: ¿podrá funcionar un m ercado único donde deberán concurrir
habit ant es de países de t an diverso nivel de desarrollo? ¿Acaso los países que
abarcan el 70 por cient o de la población m undial deberán acudir t am bién a ese
m ercado único, libre y desregulado sólo para vender sus m at erias prim as y
product os nat urales, que por lo dem ás, en gran m edida, son t am bién producidos

172
por las t ransnacionales? Y si los econom ist as est án de acuerdo en que la dem anda
de m at erias prim as cont inuará cayendo y, en consecuencia, los precios t am bién
irán dism inuyendo, ¿cóm o funcionará ese m ercado planet ario con product ores y
consum idores de t an dist int as condiciones?

—Los t eóricos del liberalism o responden que cada país debe part icipar con
su propia vent aj a com parat iva en la división int ernacional de la econom ía.

—Esa respuest a no es suficient em ent e convincent e cuando lo que se afirm a


es que la vent aj a com parat iva fundam ent al en la época cont em poránea la da el
conocim ient o, la t ecnología, el " know how" o el " savoir faire" ; y en función de esa
vent aj a com parat iva Est ados Unidos, Europa y Japón son en la práct ica los
principales product ores de bienes y servicios indust riales.
Ot ra gran int errogant e se refiere a cóm o se conciliará el proceso de
m odernización de las sociedades no m odernas con el proceso de posm odernización
de las m odernas, porque, si bien am bas t endencias hist óricas est án profundam ent e
im bricadas y ent relazadas, t ienen sin em bargo énfasis y lógicas dist int as e incluso
cont radict orias. ¿Será sost enible el desarrollo de dos m undos cada vez m ás
polarizados? Digam os, el del 30 por cient o de ricos y sat isfechos y el ot ro, el del 70
por cient o de pobres y excluidos. Surge aquí una nueva pregunt a: ¿quiénes son los
ganadores y quiénes los perdedores con la globalización desregulada y
desprot egida de la econom ía capit alist a? Aparent em ent e los ganadores son sólo dos
países, Est ados Unidos y China. Durant e t reint a gloriosos años fueron ganadores los
países de Europa occident al y en ellos no sólo el 25 por cient o de m ayores
ingresos; pero hast a ahora no han logrado superar sus períodos recesivos. En los
años de esplendor asiát ico, no m enos de ocho países de esa área lograron
crecim ient os económ icos espect aculares para luego precipit arse en una grave crisis.
Am érica Lat ina, por su part e, no exhibe hast a el m om ent o crecim ient os sost enidos
y est ables superiores a los de los años ant eriores a la llam ada década perdida. Si
bien Est ados Unidos est aría beneficiándose con la globalización económ ica, no
m enos del 50 por cient o de la población nort eam ericana ha vist o severam ent e
reducidos sus ingresos y su calidad de vida.
Crisis de regiones ent eras vienen sucediéndose casi sin int errupción, y
acarrean enorm es t ragedias hum anas y sociales. El pot ent e aparat o publicit ario
neoliberal las hace aparecer com o episodios m enores, aj enos al m odelo económ ico
propiam ent e t al y sin responsables. La inest abilidad financiera del nuevo m odelo
económ ico desregulado ha pasado a ser una const ant e del sist em a. En definit iva, la

173
act ual globalización sólo est á favoreciendo a sect ores reducidos de la población
m undial. Los perdedores net os son, prim ero, los pobres, los excluidos, cada vez
m ás num erosos y desam parados; los países m edianos y pequeños, reducidos a
sim ples furgones de cola de un proceso incont rolable; las cult uras y las ident idades
nacionales, ya que las front eras han caído perforadas; las dem ocracias, porque las
polít icas nacionales result an inviables; los Est ados, porque est án baj o el fuego
graneado de las fuerzas conservadoras neoliberales y de los " lobbies" de las
m ult inacionales; las izquierdas, porque organizar est ruct uras de dim ensión
planet aria exige m ucho t iem po y recursos; y las fuerzas conservadoras, porque ya
nada les quedará por conservar, salvo sus enorm es fort unas.

174
12

OCCIDENTALIZACIÓN
O MODERNIZACIÓN DEL MUNDO

CARLOS ALTAMI RANO: —¿Cóm o explicar est a verdadera pasión y obsesión


por la m odernización de los últ im os diez años? ¿Por qué j aponeses y filipinos se
operan los oj os para parecer occident ales? ¿Por qué algunos hom bres de color se
est iran el pelo o se som et en a t rat am ient os para blanquear su piel? ¿Por qué,
incluso en nuest ra Am érica m est iza, las principales m odelos que aparecen en
t elevisión y en la publicidad son casi t odas blancas, rubias y de oj os azules?

HERNÁN DI NAMARCA: —El at ract ivo que hoy t iene Occident e es enorm e e
im pone su realidad cult ural a t ravés de los m edios de com unicación. Pero lo que
ust ed describe no es recient e. En la Época Moderna el dram a de t odos los pueblos
no occident ales ha sido su negación a asum irse com o lo que son, debido a la
reverencia que se t iene ant e ese blanco poderoso que apareció y los conquist ó.
José Donoso resum ió est e est ado de ánim o diciendo que siem pre hem os t endido
" un t upido velo a nuest ra condición m est iza" e int ent ado blanquearnos. En cam bio,
y est o sí que es un rasgo nuevo, est am os asist iendo, ent re est os pueblos, a una
revalorización de su cult ura. La m ayoría de los negros m ira con rabia cuando
Michael Jackson se blanquea. Los indígenas se asum en com o t ales. Marcelo Salas,
por ej em plo, reivindica orgulloso su apellido m apuche Melinao, cosa im pensable no
hace m ucho.

—Más allá de lo recient e o no, est oy t rat ando de explicarm e y explicar el


por qué de est a nueva fascinación por los logros de la cult ura occident al. Y no es
casual: est am os asist iendo al proceso de globalización o, dicho de ot ra m anera, de
occident alización del m undo no occident al; en buenas cuent as, a la difusión de
inst it uciones, m odos de producir y de pensar de la cult ura occident al m oderna. La
occident al es la prim era cult ura que ha ext endido su hegem onía a nivel planet ario.

175
Los result ados de est e proceso dependerán de los valores m orales y polít icos en
t orno a los cuales se cent ren.

—Claro que es visible el proceso de occident alización a que ust ed se


refiere, y es la m anera predom inant e de ent ender la globalización. En las últ im as
décadas ha aum ent ado vert iginosam ent e la velocidad de ese proceso y la fuerza y
la suprem acía m at erial de la cult ura occident al parecen hegem ónicas e
incont rarrest ables. Pero, com o he adelant ado, m e gust a diferenciar ent re dos
concept os: planet arización y occident alización- globalización. La planet arización es
un proceso de t om a de conciencia de una hum anidad que por prim era vez asum e al
planet a com o hábit at global: no puede ser de ot ro m odo desde que nos
int ercom unicam os com o una red y desde que sabem os que la biosfera es nuest ro
único hogar. La planet arización no es una calle de una sola vía que lleva product os
e inst it uciones occident ales m odernos al rest o del m undo; t am bién t iene cam inos
que vienen a Occident e. Apunt a a un sent ido posm oderno de int egración de la
especie hum ana en su diferencia; por lo que es dist int o al sesgo de dom inio desde
lo blanco occident al que siem pre han t enido esos ot ros t érm inos. Se caract eriza por
la fusión de cult uras, la m ezcla, y que el propio occident e ha recepcionado valores,
concepciones de m undo de orient e y de ot ras cult uras, que han im pact ado aquí y
alim ent ado incluso la crít ica a la propia m odernidad occident al. Lo últ im o es t an
relevant e com o lo prim ero, si ent endem os la planet arización en el cont ext o de un
cam bio epocal.

—Est oy de acuerdo con la im agen que em pleas en el sent ido de que sería
una calle de doble vía y que Occident e t am bién ha recepcionado valores y visiones
de ot ras cult uras; pero, en est e proceso de globalización que ha com enzado, la
fuerza hegem ónica proviene de Occident e.

—¿Por qué sit uar t an recient em ent e el inicio del proceso de m odernización
real del m undo? Si desde ant es, com o ust ed m ism o lo reconoce, el m undo ya
est aba inm erso en la lógica de dom inio m oderna, que se expresó en conquist a y
colonización. I rónicam ent e el " dram a" de est os pueblos es que serían m odernos, es
decir se m odernizarían, sólo cuando " incorporan" lo bueno ( lo polít icam ent e
correct o) de la Modernidad. La verdad es que no com part o hist óricam ent e esa
m irada, y m enos cuando los blancos m odernos, precisam ent e, obligaron a est os
pueblos a sufrir los guiños de la " cara fea" de la brut alidad expansiva originaria de
la Modernidad.

176
—Sólo podem os hablar de una Europa relat ivam ent e m oderna a cont ar de
1800, es decir, después de la doble revolución: la económ ica inglesa y la polít ica
francesa. Los conquist adores españoles y port ugueses del siglo XVI y XVI I no eran
hom bres de cult ura propiam ent e m oderna ni venían t am poco de un país m oderno;
en consecuencia, m al podrían haber iniciado ent onces la m odernización de nuest ra
Am érica. Sólo a com ienzos del siglo XVI I , los prim eros peregrinos que llegaron a
poblar Nueva I nglat erra y que venían escapando de persecuciones religiosas, eran
port adores de ciert as ideas y principios m odernos, dado que I nglat erra ya había
em prendido su proceso de m odernización. De est o derivarían consecuencias
cruciales para la exit osa evolución de Est ados Unidos.
En segundo lugar, sólo en los años sesent a del siglo XX vino a culm inar la
descolonización del hom bre blanco. Durant e los siglos de colonialism o, las
m et rópolis no t uvieron int erés en m odernizar a sus colonias; al cont rario, en
general conservarían sus inst it uciones y sus ant iguas cult uras. Más t arde, cuando
est alla la revolución indust rial, las pot encias coloniales im pidieron la
indust rialización en sus dom inios. En I ndia, por ej em plo, fue prohibido
m anufact urar el algodón que producían. La descolonización es el punt o de part ida
de la m odernización de la gran m ayoría de los países.
La m odernización de Europa result ó de t ransform aciones profundas y
radicales ocurridas en el seno de las est ruct uras sociales, polít icas y cult urales de
esos países. Lo m ism o, pienso yo, ocurrirá con las sociedades asiát icas, africanas e
iberoam ericanas si pret enden indust rializarse y m odernizarse. No es posible
hacerse del sist em a product ivo indust rial y t ecnológico occident al prescindiendo de
las t ransform aciones est ruct urales y de los valores e inst it uciones que hicieron
posible esa indust rialización. El caso de Japón es el m ás em blem át ico. La lucha
ent re las ant iguas clases sociales y las m odernas, ent re las ant iguas inst it uciones
im periales m onárquicas y las m odernas, ent re los ant iguos valores agrarios y
pat riarcalist as y los m odernos se irá repit iendo en cada una de est as sociedades
aún no suficient em ent e occident alizadas: I ndia, China, Afganist án, Nigeria, Brasil.
Est a vocación por la universalización de sus paradigm as, albergada ya en
la cult ura crist iana y en la ilust rada m oderna, sólo hoy est á en condiciones de
desplegarse y sólo hoy se puede iniciar la const rucción de la bíblica t orre de Babel,
pero baj o los principios y valores de la m oderna civilización occident al. Por el
m om ent o no exist e ot ra cult ura o civilización dot ada de volunt ad y capacidad para
int ent ar universalizar sus ideas, creencias e inst it uciones. Tal vez las únicas
anim adas de t ales propósit os universalist as serían algunas sect as islám icas, pero la

177
ley del Corán es inviable com o principio organizador de una sociedad m oderna y
planet aria. La occident al es la única cult ura gravit ant e en el m undo cont em poráneo.
Podríam os incluso pensar que est aríam os ingresando a la época de las prim eras
civilizaciones universales. De no sobrevenir una cat ást rofe apocalípt ica, las cult uras
act uales se encont rarán en est e siglo XXI baj o la dom inación del racionalism o
económ ico indust rial elevado a la cat egoría de panacea universal. Y, en m i
part icular visión, se han de producir en t odos los pueblos de la Tierra m ovim ient os
de cam bio hist órico sem ej ant es a los que llevaron a la t ransform ación de las
t radicionales sociedades cat ólicas, feudales y m onárquicas europeas en m odernas
sociedades laicas, dem ocrát icas e indust riales.

—Ust ed resum e una de las t ensiones m ás inquiet ant es del present e: oj alá
que la diversidad de cult uras no se encuent re t odo el siglo XXI " baj o la dom inación
del racionalism o económ ico indust rial com o panacea universal" . Sé que ust ed
t am poco lo quiere. Acept ando que por prim era vez la hum anidad puede const ruir
una cult ura planet aria, la pregunt a polít ica pert inent e es cóm o será esa cult ura.
¿Hom ogénea o diversa?

—Para ser franco, al m enos en lo est rict am ent e cult ural, afirm o la radical
t ransform ación de las ant iguas cult uras no m odernas y su progresiva sust it ución
por subj et ividades y obj et ividades de m at riz occident al m oderna. Vuelvo a repet ir,
el caso de Japón es m uy aleccionador al respect o: si bien conserva m uchos de sus
ant iguas cost um bres, hábit os y rit os, en lo sust ant ivo se ha inst alado en el gran
m arco de la Modernidad.

—¿Ust ed cree que el budism o, el t aoísm o, el hinduism o, m at rices cult urales


de t res m il m illones de personas, m ás que t odo Occident e, que exist en desde hace
m ilenios, desaparecerán com o concepciones de m undo y se fascinarán t an
acrít icam ent e con Occident e?
Piense, por ej em plo, que en China la principal am enaza act ual a su
m arxism o- m aoísm o- neoliberal de m at riz m oderna es el m ovim ient o espirit ual
Falung Lang de raíz budist a.

—No desaparecerán, pero m i im presión es que est as concepciones


religiosas y ét icas se verán profundam ent e im pact adas por la expansión de la Época
Moderna occident al, t al cual ya ocurrió con la religión cat ólica, apost ólica y rom ana.
No es concebible una m odernización de t ipo capit alist a fundada en valores e

178
inst it uciones de orígenes prem odernos. Sin duda, esas religiones no desaparecerán,
com o t am poco desapareció el crist ianism o, a pesar de sus quinient os años de
perm anent e conflict o con los valores e inst it uciones m odernas; pero su papel y
peso en la sociedad se irá reduciendo. La Modernidad no es com pat ible con las
creencias y cost um bres cult urales que t ienen por ej em plo los hindúes, donde m iles
y m iles de vacas deam bulan por cam pos y ciudades, a pesar de t rat arse de un país
con enorm es problem as alim ent arios, donde subsist en las j erarquizaciones sociales
en cast as y donde la explosión dem ográfica cont inúa devorando las t asas de
crecim ient o económ ico.

—Est oy de acuerdo con ust ed en que con la globalización t erm inarán de


cam biar com o t ales t odas las ant iguas cult uras no m odernas ( de hecho lo vienen
haciendo desde los inicios de la Modernidad) ; pero, insist o, no est oy de acuerdo en
que los valores del occident e m oderno reem plazarán a t odas las cult uras y
uniform arán el m undo.
Definit ivam ent e, lo que ocurra es un escenario abiert o, m ás aún cuando
cada vez m ás las nuevas generaciones em piezan a com part ir una planet arización
inspirada en la sust ent abilidad de la bio y de la sociodiversidad. Por ej em plo, a
ust ed no le dice nada que hoy día una de las corrient es espirit uales m ás
expansivas, t ant o en Est ados Unidos com o en Europa, sea de m at riz orient al: la
budist a. Nada le dice que encuest as de opinión en nuest ros países indiquen que
cerca del 50 por cient o de los chilenos acude a form as de m edicina dist int as a las
de m at riz occident al alópat a. Nada le dice que la I glesia Cat ólica cada vez m ás se
ocupe ideológicam ent e de ent regar opinión crít ica acerca de lo que denom ina
pensam ient o New Age, cuyo origen es una com plej a fusión ent re ciencia de
Occident e, espirit ualidades de Orient e y ot ras cosm ovisiones. Claro que en el fut uro
surgirán sociedades dist int as; pero no podem os afirm ar t axat ivam ent e que van a
ser absolut am ent e de m at riz occident al, porque Occident e t am bién est á siendo
subvert ido, revolucionado int ernam ent e.

—Yo no he dicho ni pienso que los valores de las dem ás cult uras serán
" absolut am ent e" de m at riz occident al. Suelo usar las expresiones " en lo
fundam ent al" o " principalm ent e" para referirm e a los parám et ros m ás generales
que rigen o han de regir en una sociedad.

—De la fusión y de la int ercom unicación saldrá algo nuevo. El propio


m undo occident al m oderno est á cam biando sus concepciones fundam ent ales. Es

179
ciert o que el Banco Mundial prom ueve la indust rialización t ecnologizada de Asia,
pero lo hace dest inando t am bién crecient es recursos para que los países asiát icos
se dot en de una base energét ica que no sea la t radicional del m undo m oderno, que
descansó en el carbón, en la elect ricidad de grandes cent rales o en los com bust ibles
fósiles.

—Me parecen de sum a im port ancia est as iniciat ivas dest inadas a ir
sust it uyendo el uso de energías provenient es de com bust ibles fósiles; pero, una vez
m ás, debo recordar que est as invenciones e iniciat ivas no vienen propiam ent e de
China ni de los países de Asia ni de los iberoam ericanos, sino de los m odernos
est ados indust riales.

—Vienen del propio Occident e, pero de su nueva m at riz de pensam ient o,


que ha recibido influencias de ot ras cult uras y es posm oderna en t ant o crit ica a la
Modernidad: m e refiero a la m at riz ecológica, la que t am bién est á influyendo en
dirigent es polít icos que hoy saben que no se puede seguir const ruyendo el m undo
del m odo com o hicieron sus ant epasados.

—Si bien t odavía no exist e una m at riz nueva, est am os de acuerdo en que
ella est á surgiendo, lo cual present a una enorm e im port ancia.

—Lo que im port a es que haya cam bios en la m at riz valórica cent ral de la
Época Moderna y que se com pruebe que esos cam bios est án ocurriendo.

—Los países del m undo no m oderno cont inuarán orient ándose por la m at riz
de origen occident al m oderno, ent re ot ras razones porque t odavía no exist e un t ipo
de m odelo alt ernat ivo al de las sociedades occident ales que pudiera convert irse en
una idea fuerza cent ral en los países en desarrollo.

—Dice ust ed que no hay m odelo alt ernat ivo. Est á bien, no lo hay a la
m anera com o había cuando el m undo est aba escindido ent re com unism o y
capit alism o; pero sabem os que est á em ergiendo una sensibilidad dist int a. Creo que
el siglo XXI va a ser un siglo de t ensión ent re la m at riz m oderna y una concepción
de m undo que es cualit at ivam ent e diferent e, y que est o cruzará con su
especificidad a t odas las sociedades hum anas.

180
—Est oy de acuerdo con t u últ im a afirm ación en orden a que, product o de
las t rece grandes t ransform aciones, surgirá en el m undo una concepción
cualit at ivam ent e diversa de la act ual, léase la m oderna.

— Ya hoy, en Chile m ism o, los valores m odernos com ienzan a ser vividos
con t ensión. En 1997 el inform e sobre desarrollo hum ano del Program a de Naciones
Unidas para el Desarrollo act ivó el debat e nacional con la " paradoj a de la
m odernización" . La población chilena, de m anera m uy cont undent e según el
est udio, se sient e infeliz y disconform e con la m odernización. La gent e percibe que
el crecim ient o económ ico y el progreso no es t odo; que t raen efect os no deseados y
que hay que conciliar el bienest ar m at erial con una m ej or calidad de vida. Y
t am bién aspira a m ayor int egración social, a m ej ores redes com unit arias y de
afect os. Esa paradoj a expresa un est ado de ánim o colect ivo que em pieza a negar
est a m anera de m odernizarse. Ahora, ust ed t iene razón: hoy esos obj et ivos
m odernizadores son m ayorit arios, pero proyect arlos com o una idea fuerza
hegem ónica en el siglo XXI es dem asiado. Prefiero reconocer lo inédit a que est á
siendo la crít ica a est e present e.
Pero algo no m e queda claro en est a reflexión suya. Siem pre habla del fin
de una época hist órica, del fin de la Modernidad, pero a renglón seguido proyect a
sus valores cent rales al siglo XXI . En la Hist oria hay rupt ura y cont inuidad. ¿En qué
m om ent o y ám bit os reconoce la rupt ura de est a época?

—Debo recordar que la decadencia del I m perio rom ano duró por lo m enos
dos siglos, sin que los rom anos la previeran, y que m uy pocos crist ianos supieron
en los siglos XV y XVI que su m undo m edieval est aba en com plet a declinación; ni
m enos percibieron los hom bres de la Época Moderna las profundas fract uras
producidas en t orno a los años 1500. Sólo dos o t res siglos m ás t arde sabrían que
est aban habit ando en ot ra época hist órica. A pesar de lo dicho, int ent aré dar una
respuest a a t us pregunt as. " ¿En qué m om ent os y ám bit os reconocer la rupt ura?" .
Desde luego percibo los inicios de la rupt ura en las últ im as décadas del siglo XX,
pero no sabría precisar fechas. ¿Tal vez en la década de los sesent a? No lo sé. ¿Y
en qué ám bit os? En t odos los ya m encionados, sería la respuest a: ecológicos,
dem ográficos, t ecnológicos, com unicacionales, en los procesos de globalización y
occident alización del m undo, en las grandes t ransform aciones de los valores ét icos
y m orales, t ant o crist ianos com o burgueses, en el agot am ient o de las ideologías
polít icas m odernas, en la fuerza de los fem inism os, en la t ransform ación de la
fam ilia.

181
Y ahora, ¿cóm o explicar que refiriéndom e yo al fin de la Época Moderna,
sin em bargo proyect e sus valores e inst it uciones al rest o de los países del m undo?
Dist ingo, com o ya lo he dicho, dos procesos sim ult áneos y profundam ent e
im bricados: la m odernización de los países que pert enecieran al segundo y t ercer
m undo y la posm odernización de las act uales dem ocracias m odernas. En realidad
son los países m odernos los realm ent e im pact ados e incluso t raum at izados por el
uso excesivo de la t ecnología; por la urbanización salvaj e de sus cam pos y
ciudades; por est ar invadidos de aut opist as, líneas de t renes y de m et ro y
aeropuert os; por haber infect ado las aguas de sus ríos, lagos y m ares; por la
explosión dem ográfica de ayer, que hoy se encuent ra en plena involución en una
Europa cuya población dism inuye y envej ece. Por est as razones y varias m ás, los
habit ant es de est os países est án iniciando la huida de la Modernidad y pensando en
dot arse de nuevas inst it uciones, en recrear ot ras ideologías y ot ros valores ét icos.
Los países no m odernos, en cam bio, desean apoderarse de est a especie de
lám para de Aladino que es la t ecnología m oderna, y aspiran a lograr m ayores t asas
de crecim ient o económ ico y a disponer de m ej ores hospit ales, escuelas,
universidades, aut opist as, aeropuert os y puert os. Pero para ello necesit an
m odernizarse, lo cual les exige cam bios radicales en la form a de ver el m undo y de
organizar sus sociedades. Casi t odos los hist oriadores han hecho un dist ingo al
referirse a la cult ura griega y a la cult ura helénica. La prim era sería la surgida en la
época del nacim ient o y esplendor de las grandes ciudades griegas; en cam bio la
segunda habría sido la que cont inuó dom inando t ant o en Europa com o en Asia
m enor, pero ya las m agníficas ciudades est ado de Grecia habían ido declinando e
incluso desapareciendo. Algo sim ilar pudiera ocurrir con la civilización occident al.

—Más allá de lo prem at uro y m uchas veces bizant ino de fechar el inicio de
una t ransición epocal, ¿en qué signos se reconoce que una época t erm ina y cuáles
son los de la época que em pieza a em erger?

—Los signos son m últ iples: aquellos lanzados por la degradación de la


biosfera; los signos de locuras m últ iples: de niños com et iendo crím enes at roces, el
uso desorbit ado de drogas y anfet am inas, la proliferación de sect as religiosas, las
especulaciones diarias avaluadas en m iles de m illones de dólares; locuras en las
vest im ent as, hábit os, derroches y luj os de los m ult im illonarios del " j et set "
m undial; locuras provocadas por la desesperación, soledad, angust ia e
incert idum bre en que habit an m illones de seres hum anos de las propias sociedades
m odernas que han quedando m arginados y a la vera de la " gloriosa m odernidad"

182
pero no por su condición de pobres o indigent es, sino por sent irse com plet am ent e
aj enos y ext raños a sus sociedades. Pero t am bién el cam bio se percibe en lo que t ú
m ism o m ás de una vez has recordado, est o es en una m ult iplicidad de expresiones,
obj et ivas y subj et ivas, en ideas y sent im ient os difusos e incluso cont radict orios,
anidados en lo m ás profundo del conscient e y del inconscient e del im aginario
colect ivo de los pueblos m odernos; en una m alaise persist ent e e inquiet ant e que ha
invadido el clim a m oral de las m odernos sociedades europeas; t odo lo cual concluye
m anifest ándose en un claro rechazo a sus act uales form as de vida y sus
consiguient es valores.

—Ahora, bien: ¿Cuánt o hay de m arket ing com unicacional en est a recient e
pasión m odernizadora? Hast a 1989, cuando cae el com unism o, el capit alism o se
dej a de llam ar a sí m ism o capit alism o y se em pieza a llam ar Modernidad, o, dicho
con ironía, se proclam a la Modernidad Realm ent e Exist ent e. Y casi t odos, incluso
gran part e de la izquierda, m uy desorient ada, em pieza a usar los t érm inos
m oderno, m odernización, et cét era, para cualquier cosa.

—Com part iendo t us opiniones, agrego ot ros argum ent os m ás. Ni Europa ni
Est ados Unidos eran propiam ent e m odelos de sociedad para el rest o de los países
hast a hace un par de décadas. Las pot encias europeas habían sido prot agonist as de
dos at roces guerras m undiales, del holocaust o j udío y de t res siglos de explot ación
colonial. Algo parecido ocurría con Est ados Unidos, el cual realizaba periódicas
int ervenciones m ilit ares en Am érica Cent ral y apoyaba t odas las dict aduras del
cont inent e y era adem ás un elocuent e sím bolo del im perialism o.

—Pero igual nuest ras sociedades y sus liderazgos, de uno u ot ro signo,


querían im it ar uno u ot ro m odelo de m odernización y asum ir los valores cent rales
de la Época Moderna.

—Así era, pero sólo en part e, porque por ot ra no debem os olvidar que la
t ot alidad de los principales líderes m undiales del rest o de los países alzaban las
banderas del ant icolonialism o y del ant iim perialism o y, no pocos, del
ant icapit alism o: Mahat m a Gandhi y Nehru, en I ndia; Mao, en China; O Chi Min, en
Viet nam ; Sukarno en I ndonesia; Ben Bella, en Argelia; Nasser, en Egipt o; Nkrum a,
en África; Salvador Allende, Cárdenas, Haya de la Torre, Fidel Cast ro, Che Guevara,
en Am érica Lat ina. En buenas cuent as, dos t ercios de la hum anidad com bat ían en
cont ra de Occident e.

183
—Era así porque se lo asociaba con el capit alism o m oderno, cuando esos
líderes y las m asas del m undo eran seducidos por el com unism o m oderno. Por eso,
t ras la derrot a del com unism o, el capit alism o se cam bia de nom bre. En est rat egia
de m arket ing, est o se llam a reposicionam ient o de im agen.

—Pero adem ás varias ot ras razones explicaban el origen de la profunda


fosa exist ent e ent re los países occident ales m odernos y el rest o de pueblos del
segundo y t ercer m undo. I ncluso en ciencias sociales era hegem ónica la t eoría de la
dependencia, la cual sost enía que los países capit alist as cent rales eran los direct os
responsables de nuest ro ret raso económ ico. Y com o ent onces pocos hacían el
dist ingo ent re cult ura occident al y sist em a económ ico occident al, t odos aparecían
haciendo una condena global. En realidad, no exist ía un rechazo a la Época
Moderna com o t al, sino a los im perios colonialist as m odernos y a sus práct icas
int ervencionist as y opresoras. Al luchar I ndia por su independencia de I nglat erra,
su enem igo principal era Occident e; al com bat ir Viet nam en cont ra de los ej ércit os
de Francia y post eriorm ent e de Est ados Unidos, sus adversarios concluían siendo
las pot encias occident ales. Nuest ra izquierda lat inoam ericana, por su part e, alzaba
las banderas del ant iim perialism o y del ant icolonialism o.
Los act uales procesos de occident alización y m odernización han pasado a
ej ercer influencia decisiva en la vida de nuest ros pueblos, ent re ot ras razones
porque ya las pot encias cent rales no aparecen direct am ent e asociadas a polít icas
de violencia y agresión. Por últ im o, hast a hace sólo diez años, el m undo aparecía
inexorablem ent e dividido ent re socialist as y capit alist as. El colapso del " socialism o
real" nos ha sit uado en un escenario hist órico diverso, donde se ha com enzado a
apreciar la cara posit iva del m undo occident al: sus éxit os t ecnológicos, sus grandes
adelant os m at eriales, sus sist em as dem ocrát icos y sus est ilos de vida.
En fin, en sólo veint e años nos encont ram os en un escenario nuevo. La
m odernización u occident alización es, en m i opinión, un proceso llam ado a perdurar
largo t iem po. Mient ras el capit alism o conserve su dinam ism o vit al y se cont inúen
realizando prodigiosas innovaciones t ecnológicas, la unificación del planet a se
realizará baj o el signo de la civilización occident al. Tant o fuerzas exógenas a nivel
m undial com o fuerzas endógenas dent ro de cada sociedad, est án im pulsando la
m undialización de la polít ica, la econom ía y la cult ura occident ales. La
occident alización del m undo perm ea cada país en alas de I nt ernet ; en los
program as de t elevisión; en las películas; en inform at ivos de audiencia m undial; en
espect aculares m ont aj es de conferencias cum bres; en la enorm e publicidad que

184
acom paña a los cam peonat os m undiales de deport es; en los espect áculos m usicales
de los Rolling St ones y las Madonas; en diarios, revist as y publicaciones de
circulación planet aria; y en los m illones de t urist as que deam bulan a diario por el
m undo. En realidad, no diviso en un plazo breve un cam bio hist órico de la m agnit ud
y el sent ido que nosot ros pudiéram os desear, capaz de cuest ionar est a nueva fase
de planet arización de la civilización occident al m oderna.

—Menciona algunas bellas obras de art e y t ecnologías que hoy circulan por
el m undo; bellezas que ya no son sólo de la m odernidad occident al, sino que
pat rim onios hum anos. Ahora, claro que es pesim ist a en el sent ido hist órico, pues,
insist o, no reconoce algunos signos que indican la em ergencia de un cam bio
valórico y cult ural que, j unt o a la aut o dest rucción de la act ual civilización, llevará a
un cam bio profundo.

—Te equivocas, reconozco esos signos, pero cosa dist int a es que no les
at ribuya, por el m om ent o, la posibilidad de provocar un cam bio hist órico en el
sent ido deseado. Tú est ás apost ando a que las act uales m inorías sociales,
cult urales y polít icas se convert irán en m ayoría; yo, por m i part e, t engo m is
aprensiones acerca de la velocidad con que ocurran est os fenóm enos.

—No es una apuest a. Es ponerse a pensar y act uar en función de la


hum anidad que deseam os. Mi invit ación es a asum ir est a consciencia hist órica del
cam bio epocal y part icipar act ivam ent e y t om ar part ido por los nuevos valores y
práct icas, pues sólo al crit icar los ant iguos valores m odernos y convert ir en obra a
los nuevos se acelerará el cam bio. La viabilidad de la civilización occident al
m oderna y sus desafíos ecológicos, dem ográficos, sociales, cult urales y bioét icos,
ent re ot ros, son los verdaderos desafíos de sust ent abilidad de la especie hum ana.
Es la única pregunt a hist órica que t iene sent ido, ya que apunt a a las
cont radicciones de la época que se ha abiert o. Y hoy nuevos y diversos act ores van
fraguando ot ro fut uro con sus nuevas concepciones de m undo, sus gest os y sus
conversaciones. Eso es lo que a m í m e im port a.

—Sí, pero cuando Marx llam aba no sólo a est udiar la realidad sino t am bién
a t ransform arla, sim ult áneam ent e iniciaba un exam en profundo, lúcido y
exhaust ivo de esa realidad. No debiéram os, una vez m ás, t om ar nuest ros deseos e
ilusiones por hechos y realidades.

185
—Son deseos, sí, pero no ilusiones. Le aseguro que si hace una encuest a
en China, en Chile, en Est ados Unidos y en Europa, y pregunt a a la gent e de carne
y hueso, en especial a los j óvenes, si quiere un m undo secularizado o quiere un
m undo encant ado, si quiere un m undo que dest ruya la nat uraleza o uno que t enga
una relación respet uosa con la nat uraleza, si quiere un m undo con una econom ía
m ás solidaria y m enos product ivist a y consum ist a o quiere seguir con la act ual
econom ía, si quiere la diversidad cult ural o la hom ogenización cult ural, le aseguro
que las respuest as van a ser m ayorit ariam ent e favorables al m undo encant ado y
con espirit ualidad, al m undo con una relación respet uosa con la nat uraleza, al
m undo solidario, al m undo de la diversidad. Esos valores se asum en sin not arlo ni
t am poco verbalizando que son una crít ica al occident e m oderno, pero en los hechos
predisponen a const ruir un m undo dist int o. Ést e es un proceso hist órico recién
iniciado, largo y com plej o, que espero que a la larga —si aún t enem os fut uro—
t erm ine por superar el ya ant iguo paradigm a o concepción de m undo del occident e
m oderno.

—Est oy de acuerdo con t u párrafo final, donde anuncias el nacim ient o de


un proceso hist órico dest inado a superar la ant igua concepción de m undo del
occident e m oderno. En cam bio, coloco un gran signo de int errogación a los posibles
result ados de la hipot ét ica encuest a que propones, ent re ot ros t em as, acerca de las
preferencias por privilegiar el respet o a la nat uraleza o el crecim ient o económ ico.
Com o habrás vist o, y hem os com ent ado, las m ás alt as aut oridades del país, de
ayer y de hoy, se han m anifest ado cat egóricam ent e por priorizar el crecim ient o
económ ico por sobre cualquier ot ro obj et ivo. Y t am bién t engo m is dudas sobre cuál
sería la respuest a a la aspiración a t ener una econom ía m ás solidaria en vez de m ás
consum ist a. Creo que nos encont ram os en una sociedad profundam ent e herida y
dañada por valores negat ivos y perversos com o el consum ism o, el éxit o personal y
el individualism o. En est as circunst ancias dudo m ucho acerca del t riunfo de
posiciones m ás solidarias, pero en t odo caso es necesario luchar por cada una de
est as alt ernat ivas indicadas por t i.

—Ust ed añora que est os nuevos act ores se art iculen en una sola fuerza
polít ico social al m odo m oderno; pero es probable que eso no ocurra. No en vano
hablam os de un cam bio epocal que t al vez t am bién se expresa en inédit as form as
de " organización y art iculación polít ica" . Lo im port ant e es que son sensibilidades
em ergent es que penet ran cada vez m ás en dist int as dim ensiones de la vida social y
pueden generar, por qué no, im predecibles cam bios cult urales.

186
—Bueno, dej ém oslo com o una diferencia ent re quien ve con opt im ism o la
em ergencia de esas nuevas sensibilidades y quien, com o yo, las observa con ciert o
pesim ism o, dada la dispersión y confusiones de sus propuest as. Creo int eresant e
recordar el caso concret o de Chile. En sus últ im as elecciones presidenciales, los
llam ados candidat os alt ernat ivos, ent re los cuales est aban los hum anist as, los
ecologist as y los com unist as, abiert am ent e crít icos del sist em a, en conj unt o no
alcanzaron ni siquiera al 5 por cient o del elect orado. En buenas cuent as, el 95 por
cient o de los vot os út iles de est e país est uvo por m ant ener el sist em a con algunas
m ayores o m enores rect ificaciones.

—No m e convence su últ im o ej em plo. Todos los analist as chilenos saben


que gran part e de esas sensibilidades crít icas posm odernas t erm inaron vot ando por
Ricardo Lagos ( m ás allá que algunos vot aran por Lavín, pues la polít ica act ual es
m uy confusa) , porque, com o resum ió Hum bert o Mat urana en una ent revist a, Lagos
era quien m ej or abría un escenario de gobernabilidad dem ocrát ica para que
siguieran fluyendo esas sensibilidades. Adem ás, hoy en el act ual gobierno se viven
esas t ensiones ent re una t ecnocracia m odernizant e acrít ica y quienes son
sensibilidades crít icas. Más aún, la presidencia de un part ido com o el PPD est á en
m anos de Guido Girardi, el suj et o de la nueva generación de polít icos m ás
conect ado con est as nuevas sensibilidades; y así t am bién hay ot ros dirigent es en
ot ros part idos inst it ucionales: en el socialism o, en la Dem ocracia Crist iana, sin
hablar de la dispersión de est os liderazgos y sensibilidades en los nuevos y ant iguos
m ovim ient os sociales y en ONGs, universidades, et cét era.

—Sin duda que exist e un im port ant e cont ingent e que aspira a un cam bio
radical, pero ést e aún no adquiere suficient e peso, perfil e ident idad. En una
palabra, no es t odavía una alt ernat iva clara.

187
13

CAMBIOS EN EL ESCENARIO
GEOPOLITICO MUNDIAL: NUEVOS Y
VIEJOS ACTORES DE LA
HISTORIA UNIVERSAL

CARLOS ALTAMI RANO: —Uno no puede dej ar de ver en las Organizaciones


No Gubernam ent ales ( ONGs) a ot ro nuevo act or fundam ent al en el quehacer
hist órico cont em poráneo. Cit o un ej em plo cont undent e: en el año 1992, en Río de
Janeiro, se celebró la conferencia " Cum bre de la Tierra" . Allí llegaron ocho m il
organizaciones no gubernam ent ales sin fines de lucro, a proponer alt ernat ivas a la
dram át ica devast ación ecológica.

HERNÁN DI NAMARCA: —La cum bre de Río ha sido la m ás grande


conferencia m undial j am ás realizada. Junt o a las ocho m il ONGs part iciparon
aproxim adam ent e cient o ochent a j efes de Est ado.

—Por ot ra part e, la organización " El Observat orio de la Mundialización" ,


una especie de coordinadora de int elect uales, cient íficos y sindicalist as, obt uvo una
im port ant e vict oria cuando denunció los graves inconvenient es del " Acuerdo
Mult ilat eral de I nversiones" ( AMI ) y logró su ret iro de la discusión ent re los
Est ados. Son m uchas las vict orias de est as nuevas organizaciones.
El " derecho de ingerencia" , hoy t an de act ualidad, fue invent ado por uno
de los dirigent es de est as organizaciones defensoras de los derechos hum anos —
Mario Bet t at i— y la convención condenando la t ort ura fue t am bién una gran vict oria
de Am nist ía I nt ernacional. Y est o ha sido así, porque los est ados nacionales no
est án capacit ados ni disponen de volunt ad polít ica para librar est as bat allas. En
est rict a verdad, el rost ro de la fut ura sociedad planet aria est á siendo diseñado por
est as m últ iples y pot ent es ONGs: al oponerse a la dest rucción de la nat uraleza; al
defender los derechos hum anos y la creación de una cort e penal int ernacional, al

188
luchar por la no discrim inación de la m uj er; al abogar por int ercam bios com erciales
equit at ivos; al proponer un im puest o al capit al especulat ivo; al exigir ayudas
hum anit arias; al proponer norm as de prot ección al consum idor; al denunciar la
explot ación y m alt rat o de m uj eres y niños; al luchar por el principio de la
diversidad; y al alzar com o bandera de lucha la " excepción cult ural" , ent re ot ras
reivindicaciones.

—Sin duda, la em ergencia de est as organizaciones es uno de los signos


sociales m ás poderosos del cam bio epocal: t am bién a part ir de los años sesent a la
sociedad civil ha t endido a un proceso de aut onom ización de los part idos polít icos
( que en la consolidación de la Época Moderna act uaron com o sus represent ant es) . Y
al aut onom izarse, desde la propia sociedad civil han em ergido las ONGs, por la
creat ividad cult ural que ust ed dest aca, t al vez podrían j ugar el papel hist órico que
en la t ransición a la Modernidad, hace un par de siglos, correspondió a los clubes
ilust rados, a la m asonería y ot ros espacios de encuent ro de los revolucionarios
m odernos.

—Sólo en los últ im os años han venido surgiendo com o callam pas est as
nuevas organizaciones sin fines de lucro. Muchas han llegado a disponer de un
enorm e prest igio y poder de difusión y publicidad. Las grandes bat allas de caráct er
hum anit ario que se est án dando en el m undo son, por lo general, prom ovidas por
est os nuevos act ores de la hist oria. Las conferencias cum bres han sido en m edida
significat iva im pulsadas por las ONGs. Sin la presencia de est as organizaciones
hum anit arias difícilm ent e se habría creado con t ant a rapidez una " conciencia
planet aria y ecológica" ; t am poco la defensa de los derechos hum anos habría
alcanzado t al am plit ud. El dict ador om nipot ent e de Chile, August o Pinochet , fue
det enido en Londres, por la presión de est as organizaciones y no, com o
est úpidam ent e argum ent ara la derecha chilena, debido a un " com plot socialist a" . Si
ha fracasado est ruendosam ent e la Conferencia de Seat t le, convocada por la OMC a
fines del año 1999, se debió, ent re ot ros act ores y fact ores, a la m ult it udinaria
m ovilización de las ONGs. Exist e gran variedad de est e t ipo de organizaciones.
Muchas disponen de cuant iosos recursos económ icos y de act ivist as en t odos los
países. Una red de dim ensión planet aria est á apoyando y coordinando a los
m ovim ient os indigenist as de Am érica e incluso de países asiát icos. En China e I ndia
se han creado ONGs encargadas de prot eger la biodiversidad, la no discrim inación
de la m uj er, denunciar act os y com port am ient os racist as, im pedir el t raslado de
desechos t óxicos, la siem bra de m inas personales y la difusión de plant as

189
nucleares. En Suecia, por ej em plo, ha surgido una organización llam ada " Paso
Nat ural" , que aspira a crear un consenso nacional en t orno a la idea de convert ir a
Suecia en " m odelo de econom ía sust ent able" , reciclando en un 100 por cient o los
m et ales, elim inando los residuos descom puest os, conservando la biodiversidad y
prom oviendo la ut ilización de la energía solar. Cient os de profesionales,
agricult ores, est udiant es e incluso ej ecut ivos de em presas part icipan en ella.

—Adem ás, ésa es una nueva t area país que se ha im puest o el Est ado sueco
de aquí a la prim era década de est e siglo. ¿Por qué en Chile no se hace lo m ism o,
en vez de seguir aspirando a un unilat eral crecim ient o económ ico, supuest am ent e a
desarrollarnos a la m anera m oderna, un obj et ivo t an añej o que por est os lares
t iene m ás de doscient os años? Pues, com o ya dij e, esa sust ent abilidad, j unt o a la
digit alización, es t am bién la Nueva Econom ía.

—Est a es la diferencia ent re nuest ro m undo y el que se est á


posm odernizando. En Finlandia, Holanda y Brasil t am bién se ha creado una
int eresant e gam a de est e t ipo de organizaciones. Han cent rado la bat alla de hoy en
im pedir la producción y com ercialización de alim ent os y plant as t ransgénicos —
m aíz, arroz, algodón, t om at es, soj a— y, a m anera de t ransacción, se ha obligado a
algunas gigant es em presas t ransnacionales, com o Monsant o, a colocar et iquet as
visibles en est e t ipo de product os.

— Todo lo que enum era es lo que en ot ros m om ent os de nuest ra


conversación m e ha llevado a pensar con opt im ism o acerca de nuest ro present e
com o hist oria, y est oy ciert o que poco a poco est as ideas fuerza y valores t am bién
serán asum idos por nuest ras sociedades.

—Es ciert o, con algún opt im ism o podríam os llegar a pensar en cam biar el
t ít ulo del célebre best seller Cuando las Transnacionales Gobiernen el Mundo, por el
de " Cuando las ONGs Gobiernen la Tierra" .

—Más que inst aurar un gobierno de fact o, el nort e ét ico es que los nuevos
valores o concepción de m undo que inauguran est as organizaciones posm odernas
sean los que en un fut uro " gobiernen" la Tierra.

—El llam ado de las em presas t ransnacionales con fines de lucro es a


producir y consum ir m ás y a t ransform ar el crecim ient o económ ico en aspiración

190
única y suprem a de los pueblos; en cam bio, el m ensaj e de las organizaciones
t ransnacionales sin fines de lucro es a vivir en concordancia con la nat uraleza, a
respet ar los derechos hum anos, a no acept ar com o fat alidad hist órica la exist encia
de m iles de m illones de pobres y excluidos del sist em a, a no cont inuar fabricando
arm as de dest rucción m asiva; a no dilapidar las energías no renovables y a crear
nuevas fuent es de energía; a lim it ar las em isiones de gases invernadero y a no
arrasar los últ im os pulm ones veget ales ( bosques) del m undo, a no discrim inar a la
m uj er, al negro, al indígena, y a reconocer los derechos de los hom osexuales.

—Es m uy int eresant e que la diferencia ent re am bas organizaciones


planet arias radique en ser Con o Sin fines de lucro. La nom inación coincide m uy
bien con el ej e valórico que, al m enos en lo económ ico, separa a la ant igua época
hist órica de lo nuevo que quiere em erger.

—Hoy nos encont ram os en un t ipo de globalización m arcada por el


pensam ient o neoliberal. Cont ra est a form a específica de globalización ha surgido
una am plísim o espect ro de fuerzas polít icas y cult urales conocidas com o
" ant iglobalist as" . Y se est án conform ando dos t ipos de ant iglobalist as: los
ant iglobalist as paseíst as- t radicionalist as y los progresist as. En los casos de Europa
y Est ados Unidos, ent re los ant iglobalist as llam ados " paseíst as" por los españoles,
porque su condena surge desde " posiciones pasadas" , est án los de izquierda y de
derecha. En la derecha se hayan ubicadas las creencias religiosas que consideran
que se est arían propagando por el m undo ideas y concepciones cont rarias a las
verdades reveladas a sus respect ivas religiones, así com o t am bién las ant iguas
fuerzas conservadoras part idarias de los valores t radicionales y de m ant ener int act a
la soberanía de sus Est ados. Adem ás est án los paseíst as de izquierda: algunos
part idos com unist as que quedan en Europa y que basándose en un conj unt o de
m ot ivaciones, unas ideológicas y ot ras práct icas, est án en cont ra, no sólo de la
globalización, sino incluso del proceso de unidad de Europa. Por ot ra part e est án los
ant iglobalist as progresist as, ent re los cuales t am bién exist e una im port ant e
escisión: los que est án cat egóricam ent e cont ra la globalización y los que est án
cont ra la específica y concret a form a de globalización neoliberal im pulsada por
Est ados Unidos y sus port aaviones m ult inacionales.

—No ent iendo la supuest a diferencia ent re quienes ust ed unifica com o
ant iglobalist as progresist as. Pues, com part iendo con ust ed que hay dos proyect os
de globalización, el neoliberal y el de las organizaciones hum anit arias, com o llam a a

191
las ONGs, est as últ im as serían uno de los ant iglobalist as que se oponen a la
globalización neoliberal. Luego, ¿cuáles serían los ot ros ant iglobalist as progresist as?

—Exist en dos form as de oposición a la globalización, una específica, por ser


ést a de caráct er neoliberal y ot ra de t ipo fundam ent alist a expresada en el
ecologism o radical, es decir, por grupos y sect ores que rechazan la globalización " in
t ot um " por t rat arse de un sist em a económ ico int rínsicam ent e perverso por su
caráct er depredador, inigualit ario e insolidario.

—Por eso rechazan la globalización neoliberal. La verdad es que el t em a es


m uy com plej o debido al uso equívoco que se suele hacer de los concept os. Con
t odo, pienso que es una caricat ura decir que los ecologist as son fundam ent alist as
en su oposición a la globalización, sin explicit ar de qué globalización se t rat a y sin
agregar que ellos sí son part idarios de la planet arización. Me at revería a decir que
casi no hay ningún m ovim ient o ecologist a que se oponga a vivir enredados
planet ariam ent e, en ese sent ido no se oponen " in t ot um " a la globalización. Ellos
se oponen sólo a la globalización neoliberal. Desde el m om ent o que cualquier
sensibilidad ecológica t iene com o m áxim a " pensar globalm ent e, act uar localm ent e" ,
m al podrían ser aj enos a la posm oderna planet arización cult ural de la especie.

—El t em a es m uy com plej o. Robert Musil, en su fam osa obra El Hom bre sin
Cualidades habla de " una época en que había cient os de pregunt as sin respuest a, y
t odas de la m ayor im port ancia" ; esa opinión de Musil es perfect am ent e aplicable al
proceso de globalización, sobre el cual se escriben a diario t oneladas de art ículos,
pero ninguno da respuest as a los int errogant es plant eados. El gran debat e acerca
de la globalización efect uado en Europa y en Est ados Unidos, en Chile se ha
ocult ado o ha pasado inadvert ido. Acá los m edios de com unicación dan a conocer
exclusivam ent e las opiniones favorables a la desnacionalización de la econom ía, a
su desindust rialización y a j ust ificar la apert ura indiscrim inada de ella a los
conglom erados m ult inacionales.
La agresividad de est e nuevo fundam ent alism o económ ico ha t enido com o
virt ud el cont ribuir al surgim ient o de un ext endido m ovim ient o " ant iglobalist a" , el
cual ha hecho en 1999 sus prim eras arm as en Seat t le y a inicios del 2000 ha
cont inuado prom oviendo un gran escándalo en Washingt on con m ot ivo de la
celebración de la reunión conj unt a del BM y del FMI . Aún cuando las denuncias,
condenas y escándalos prom ovidos por est as organizaciones m ult inacionales
hum anit arias carezcan de la necesaria coordinación y coherencia, sin em bargo ya

192
han surgido concept os, ideas y principios de enorm e im port ancia: " desarrollo y/ o
sociedad sust ent able" , " excepción cult ural" , " principio de precaución" , " im puest o
Tobin" , " Cart a int ernacional del t rabaj o" , " defensa de la diversidad" , " seguridad
alim ent aria" , " calidad de los alim ent os" , " perdón de las deudas de los países m ás
pobres" , " crím enes cont ra la hum anidad" . Es ést a una m uy im port ant e bat ería de
ideas y concept os para oponer a la globalización de las em presas que persiguen
fines de lucro. En adelant e, ni las polít icas del Banco Mundial ni las del Fondo
Monet ario I nt ernacional, cont inuarán aplicándose con la im punidad del pasado.
Varias ONGs y ot ras organizaciones est án int ent ando const it uir un " Foro Mundial
Plural" com o alt ernat iva al " Foro de los Ricos" , t érm ino que ut ilizan para referirse al
de Davos. Est e quehacer est á dest inado a crear una especie de " cont rapoder"
surgido direct am ent e de las diversas sociedades civiles del m undo, en vist a de la
incapacidad de los Est ados y de los part idos polít icos para oponerse a est a supuest a
fat alidad hist órica que es la globalización de la econom ía capit alist a.

—Agregaría que, en gran m edida, est as organizaciones sin fines de lucro


( ONGs y/ o académ icas) , en la act ual t ransición epocal est án " sust it uyendo" el rol
creat ivo y t ransform ador que ayer j ugaron los ant iguos part idos polít icos de
izquierda m oderna y que ant es habían j ugado los clubes ilust rados. Est o ocurre a
nivel nacional y planet ario en lo que a generar ideas y práct icas alt ernat ivas se
refiere, es decir, en su quehacer proposit ivo del cam bio hist órico. De ahí la
im port ancia de que los part idos polít icos abiert os a las sensibilidades posm odernas
( y de izquierda, en el sent ido de im pulsar el nuevo cam bio hist órico) se vinculen
act iva y respet uosam ent e con est as organizaciones.

EL NUEVO BLOQUE
POLÍTICO EUROPEO

—Los países europeos no sólo se hallan em peñados en una


reest ruct uración de sus Est ados, naciones, sino que t am bién est án t ransform ándose
en el núcleo dinám ico del m ás pot ent e bloque polít ico y económ ico m undial, sólo
equiparable al bloque nort eam ericano.
Europa y Est ados Unidos son dos bloques que conviven en el m ism o ám bit o
cult ural y est án unidos por fuert es lazos hist óricos; sin em bargo, sus proyect os y
visiones de m undo han ido disint iendo cada vez m ás. Las fuerzas polít icas europeas

193
—y no m e refiero sólo a los socialdem ócrat as, sino t am bién a los propios part idos
de derecha, except uando t al vez a un sect or del part ido conservador inglés—, est án
en decidida oposición al proyect o neoliberal de las m ult inacionales
nort eam ericanas. En Europa el gast o público en relación al product o nacional no ha
dej ado de crecer; los Est ados no se han reducido; el núm ero de em pleados públicos
en relación a la población act iva no ha dim inuido y en Francia alcanza el 25 por
cient o del em pleo t ot al, en Suecia al 30.7 por cient o, en I t alia al 18 por cient o y en
Gran Bret aña al 15 por cient o; t odos est os países han conservado en gran part e el
poder de regulación de sus econom ías y se han negado sist em át icam ent e a
desm ant elar su m uro prot eccionist a; y si bien los beneficios del Est ado de bienest ar
se han ido reduciendo, est o ha sido lent o y m oderado; la llam ada flexibilización del
t rabaj o no se ha aprobado y los im puest os en lo sust ant ivo se han m ant enido. En
una sola m at eria los países europeos han seguido la polít ica neoliberal: en las
privat izaciones de las grandes em presas públicas.
El lobby neoliberal de los " Chicago boys" argum ent aría que ést a ha sido,
precisam ent e, la causa del m uy lent o crecim ient o de las econom ías europeas. La
respuest a de los europeos conscient es ha sido: " querem os una econom ía al servicio
del hom bre y no a la inversa, el hom bre al servicio de la econom ía, com o es el caso
de Est ados Unidos" .

—No m e convence est a supuest a disput a ent re neo Est ados naciones
" federados" : Est ados Unidos versus Europa. Tengo la im presión de que la
globalización neoliberal im pulsada por las t ransnacionales t iene adalides en am bos
m undos: las em presas son t ransnacionales porque cuent an con capit ales de am bos
m undos, y de ot ros t am bién. Si bien am bos capit alism os t ienen diferencias y en las
conferencias cum bre, por ej em plo, los est ados europeos a veces t ienen polít icas
m ás evolucionadas que los Est ados Unidos, no es m enos ciert o que los m ás
progresist as suelen ser las ONGs nort eam ericanas.

—Sin duda, los defensores de la globalización en su versión neoliberal se


encuent ran en am bas orillas del At lánt ico; pero el im pulso inicial y m ás fuert e est á
en Est ados Unidos. En Europa, ent re ot ros m ot ivos, por el hecho de est ar
gobernados esos países por part idos socialdem ócrat as y por t rat arse de un
capit alism o de diversa inspiración ideal, el neoliberalism o enfrent a adversarios m ás
pot ent es.

194
—Es m uy grande la com plej idad de un cam bio epocal y exige repensar
t odas nuest ras viej as cat egorías. Por ej em plo, en relación a lo que ust ed dice no
podem os olvidar que Clint on, Blair y Schroeder, de Est ados Unidos, I nglat erra y
Alem ania respect ivam ent e, encabezan la int ernacional de la Tercera Vía
socialdem ócrat a. Yo no pienso que sean neoliberales, ni t am poco m odernizant es a
secas; es m ás, creo que son líderes abiert os a inquiet udes propias del cam bio
epocal, pero a la vez adm inist ran la inercia del sist em a económ ico m oderno. En fin,
es t odo m uy com plej o.

—Así es. Los países de Europa fueron const it uyendo una fuert e y creat iva
unidad cult ural, precisam ent e debido a sus diversidades, pero los m al ent endidos
int ereses im periales y m ás t arde nacionales los conduj eron a librar perm anent es
guerras ent re ellos y t am bién con el rest o de los pueblos del m undo. Sólo en los
últ im os cincuent a años han logrado art icular un proyect o de vida en com ún. Las dos
guerras m undiales de la prim era m it ad del siglo XX, la am enaza que im port aba el
com unism o soviét ico, el poder económ ico de Est ados Unidos y el que est aba
apareciendo en Asia, llevaron finalm ent e a Europa a int ent ar unificarse. A
com ienzos del siglo XX exist ían allí no m enos de quince im perios, reinos y
repúblicas de enorm e poderío m ilit ar y económ ico, y cada uno poseía ext ensos
t errit orios coloniales; en cam bio, en los inicios de est e siglo ha em ergido ot ra
Europa, dest it uida de im perios y de reinos, carent e de colonias y con sus est ados
naciones en radical recom posición. Est a Europa conform ará un nuevo suj et o
hist órico, con nuevos int ereses universales y m uy difícilm ent e volverá a agredir al
rest o de los pueblos con guerras de conquist a o con int ent os de recolonizar los
dist int os países del m undo.
Adem ás, deberá resolver su am pliación; desde luego, est án las pet iciones
de siet e u ocho países de Europa cent ral, según se incluya o no a los de los
Balcanes, con lo cual recrearía un bloque de Est ados de riqueza y población
m ayores que las de Est ados Unidos. Y t am bién han solicit ado incorporarse algunos
países islám icos, com o Turquía y Marruecos; por el m om ent o Rusia, Bielorrusia y
Ucrania se hallan a la expect at iva.

—Podría ej em plificar con algunos logros de est a Europa unida.

—España, por ej em plo, hast a la m uert e de Franco en 1975, había


perm anecido dist ant e o aj ena al rest o de los países de Europa. Se decía que Europa
llegaba hast a los Pirineos. Fue el gobierno socialist a, presidido por Felipe González,

195
el que en j unio de 1985 firm ó el act a de incorporación de España a la Unión
Europea, cerrando así definit ivam ent e el largo ciclo de la " España negra" ,
inquisit orial, oscurant ist a y ant im oderna. España había com enzado m al su siglo XX,
al perder la guerra con Est ados Unidos en 1898; pero, en cam bio, aparece
em ergiendo en el siglo XXI nueva y rem ozada, desprendida ya de su pesado last re
hist órico y port adora de una lengua que prom et e t ransform arse en la segunda del
m undo después de la inglesa. Gran Bret aña t am bién ha experim ent ado un proceso
de rej uvenecim ient o con la elección de Blair, que adem ás de haber realizado
significat ivas reform as en la vida inst it ucional, lidera originales y renovadas
posiciones ideológicas en el socialism o europeo. Francia y Alem ania, enem igos
irreconciliables, const it uyen hoy los dos pilares fundam ent ales sobre los cuales se
est á const ruyendo la nueva ident idad europea. Y t ant o Holanda com o los países
nórdicos —Dinam arca, Noruega, Suecia y Finlandia— han logrado organizar
sociedades de alt o nivel de bienest ar. De exist ir algún m odelo de sociedad j ust a,
equit at iva y solidaria, sería ést e y no la sociedad nort eam ericana, que se encuent ra
en sus ant ípodas. Soy un convencido part idario de las vent aj as del bloque europeo,
de su capit alism o y de su cult ura, t an dist int o del bloque nort eam ericano y su
capit alism o de inspiración anglosaj ona.

—Con t odo, Europa no t iene el peso de superpot encia que Est ados Unidos.

—El bloque europeo aún est á en const rucción. Est ados Unidos es la única
superpot encia m undial; ningún ot ro país o bloque de países est á en condiciones de
disput ar a EE.UU. su hegem onía planet aria. La única t abla de salvación para los
adversarios de est a hegem onía se halla en una m uy im probable crisis económ ica
cat ast rófica, sem ej ant e a la de los años t reint a del siglo XX. Pero, aún cuando la
econom ía nort eam ericana exhibe serios t alones de Aquiles, es m uy im probable una
crisis de t al envergadura.
En realidad, ninguno de los ant iguos im perios o de los m odernos Est ados
naciones había logrado acum ular una sum a de poderes de t an ext raordinaria
dim ensión. Es la única pot encia dot ada de poder global en su sent ido geográfico y
t am bién global por la am plit ud de las áreas en que exhibe un poder superior. Sólo
los enum ero: m ilit ar, económ ico, nuclear, polít ico, t ecnológico, espacial, financiero,
cult ural, com unicacional, y la cant idad de sus m ult inacionales y la am plit ud de sus
invest igaciones cient ífico- t écnicas —físicas, biot ecnológicas, espaciales y las
realizadas por el com plej o m ilit ar- indust rial. En los últ im os diez años ha sido el
único país de ciert a consideración que ha logrado t asas de crecim ient o del orden del

196
4 por cient o anual. El valor de las acciones de las em presas llam adas t ecnológicas
ha alcanzado aum ent os exponenciales. La capit alización bursát il de varias de ellas
supera los 400 m il m illones de dólares, est o es, cifras sólo com parables con las
cinco o seis prim eras econom ías del m undo.

—Ust ed suele crit icar a Est ados Unidos. ¿Reconoce algo posit ivo en su
act ual liderazgo?

—Por ciert o, Est ados Unidos no sólo exhibe carencias y vicios; t am bién
posee enorm es cualidades. Por ej em plo, en relación a nuest ra región, desde la
caída del m uro de Berlín, Est ados Unidos ha venido dando un fuert e vuelco en sus
polít icas t radicionales y al m ism o t iem po han ido surgiendo claras cont radicciones
ent re los sect ores polít icos conservadores y em presariales del sur y del nort e. En
Chile est a confront ación ha sido m ás visible, debido a la asociación exist ent e ent re
la derecha y el m undo m ilit ar. Tant o la cúpula em presarial, com o los j efes m ilit ares
y la derecha polít ica cont inúan viviendo de los recuerdos y fant asm as de la Guerra
Fría.
Su cruzada cont ra la droga y su act ual preocupación por las cont inuas
int erferencias de las fuerzas arm adas en los gobiernos del sur de Am érica t am bién
deben ser valoradas. Difícilm ent e Est ados Unidos podría volver a crear escuelas
donde se adiest re a m ilit ares lat inoam ericanos en práct icas de crim en y t ort ura. Las
nefast as figuras de los Som ozas, Truj illos, Duvalier y Pinochet sólo perm anecerán
com o vergonzosos recuerdos del pasado.

—Curiosa hist oria: prim ero los cría y después los cuest iona.

—Así ha sido. Por lo m ism o, pienso que Est ados Unidos est á llam ado a
j ugar un papel hist órico m uy dist int o al que desem peñó en el siglo XX. En los
últ im os años, en Washingt on se ha elaborado un plan para crear un "Cent ro de
Est udios de Defensa Nacional" . En dicho cent ro se pret ende realizar sem inarios con
los expert os de los países del sur, con el obj et ivo de preparar figuras civiles
especializadas en t em as m ilit ares, ya que, según los est rat egas nort eam ericanos,
es alt am ent e inconvenient e que los t em as de defensa nacional queden en los países
de Am érica Lat ina baj o exclusivo cont rol de las Fuerzas Arm adas. Es ést e, en ciert a
m edida, un cam bio ext raordinariam ent e significat ivo. Ha concluido la época de la
doct rina de la " seguridad nacional" y del adiest ram ient o de los m ilit ares en la
com isión de crím enes y de t ort uras en las llam adas " escuelas ant iguerrilleras" .

197
—Est ados Unidos viene plant eando reit eradam ent e a los ej ércit os
lat inoam ericanos que reorient en su ej e est rat égico: desde la defensa —pues es
cada vez m ás im probable la am enaza de ot ros países de la región— hacia
am enazas concret as com o el narcot ráfico o el det erioro del m edio am bient e.

—Y en est os t em as, ent re ot ros, han chocado front alm ent e con las Fuerzas
Arm adas chilenas. No así, por ej em plo, con las argent inas, cuyos m andos han
asum ido los errores del pasado.

—El fact or Pinochet ha j ugado un papel clave. Tal vez en algunos años
haya cam bios que acerquen a Chile a las nuevas polít icas de Est ados Unidos.

—Tal vez. Cuando Clint on visit ó Chile, en 1998, pronunció un discurso


donde en form a explícit a condenó las violaciones de derechos hum anos ocurridas
durant e la dict adura m ilit ar, causando con ello las m olest ias y prot est as
consiguient es del m undo de la derecha chilena. El gobierno de Est ados Unidos ha
int ent ado, aunque con ciert a t im idez, lograr la aprobación de norm as laborales y
am bient ales m ínim as para el conj unt o de los países lat inoam ericanos. Se ha
declarado en cont ra de censuras abiert as o encubiert as en los m edios de
com unicación. Ha defendido el cont rol de la nat alidad, acept ado el divorcio e incluso
el abort o en det erm inadas circunst ancias, y se opone a la discrim inación de la
hom osexualidad. Todos est os t em as son t abú para las fuerzas de la derecha
chilena. En plazos m edianos, no les será fácil a los em presarios de est a lat it ud
hem isférica cont inuar pret endiendo ser com pet it ivos a cost a de la explot ación del
t rabaj ador, de las fáciles riquezas nat urales y de la devast ación de la nat uraleza. Se
ha venido produciendo un dist anciam ient o m uy m arcado ent re el pensam ient o
conservador, t an profundam ent e arraigado en el im aginario colect ivo de los
sect ores dirigent es de Am érica Lat ina, y los sect ores gobernant es de Est ados
Unidos. En Chile el problem a revist e m ayor gravedad, porque, com o he expresado,
la derecha se sit úa a la derecha de cualquier derecha del m undo occident al.
Bast aría det enerse en cualquiera de los t em as polít icos, ecológicos, de derechos
hum anos, laborales, const it ucionales, cult urales y ét icos, para poder confirm arlo.

—A lo que ust ed dice en relación a la com plej idad ( com parada con el ayer)
del act ual papel de Est ados Unidos, agregaría que ent re los nuevos m ovim ient os
cult urales y sociales crít icos a la Modernidad, t am bién en Est ados Unidos se

198
encuent ran los m ás lúcidos y los m ás radicales. Junt o a los peores excesos y a los
m ás grandes logros de la Modernidad, por ej em plo, en especial en la cost a oest e,
se encuent ran los cent ros m ás avanzados del pensam ient o posm oderno
hist óricam ent e const ruct ivist a; ahí est á el Tercer Sect or —ONGs y ot ros— que
part icipa del 7 por cient o de su PNB; ahí exist en las m ayores t ecnot ribus y
experiencias económ icas que han inst it ucionalizado en im port ant es ciudades " el
dinero y los bancos frut os de un neo t rueque" de com pet encias y habilidades
sociales; ahí est án las m ás avanzadas legislaciones y debat es sobre biot ecnología;
ahí t iene la m ayor expansión en la econom ía el sect or am bient al; ahí es candidat o a
la presidencia un ecologist a reconocido com o Al Gore; ahí cada vez m ás conviven
respet uosam ent e en su diferencia la diversidad sexual y cult ural, et c. En Est ados
Unidos, el país aluvional de la Modernidad, com o ust ed dice, em ergen colect ivos y
práct icas que hacen de punt a evolut iva en la act ual t ransición epocal hacia una
inciert a posm odernidad hist órica. Por lo m ism o, no m e cabe la m enor duda de que
t arde o t em prano se derrum bará el ent arim ado de la Modernidad.

—La sociedad nort eam ericana const it uye un fiel ant icipo, un prediseño de
la fut ura sociedad planet aria, donde han de convivir dent ro del m ism o m arco
hist órico t odas las et nias, religiones y lenguas de la Tierra. Hoy no se encuent ra
dent ro de las prioridades de algún país invadir, conquist ar o colonizar nuevos
t errit orios, o apoderarse de sus riquezas básicas. Así, Est ados Unidos quedará al
m argen de cualquier t ent ación de aprovecharse de su gigant esco poderío m ilit ar y
t ecnológico. EE.UU. cree en los derechos hum anos y, dent ro de ciert os m árgenes
realist as, t rat a de respet arlos e incluso de im ponerlos a ot ras sociedades. Su cult ura
es plural, abiert a y creat iva; por ej em plo las alcaldías de siet e de las m ás
im port ant es ciudades de Est ados Unidos est án ocupadas por hom bres de color.

LOS RIESGOS DEL LIDERAZGO MUNDIAL


NORTEAMERICANO

—¿Habrá, sin em bargo, riesgos en est e liderazgo?

—Tam bién observo con alguna aprensión el liderazgo asum ido por Est ados
Unidos en la esfera económ ica. El m odelo capit alist a anglosaj ón es el m ás duro e

199
int egrist a en m at eria de polít ica económ ica y el m ás desigual e inequit at ivo en lo
social.
En la prest igiosa The New York Review de abril del 2000 se publica un
art ículo de Jeff Madrick. El aut or cuest iona la idea t an generalizada acerca del
act ual boom económ ico nort eam ericano. Baj o el t ít ulo " Qué de nuevo t iene la nueva
econom ía" , Madrick dest aca que lo único nuevo son los result ados sociales
cat ast róficos de est a " nueva econom ía" . La rent a m ediana fam iliar en Est ados
Unidos sería hoy de 46.000 dólares al año, cifra casi idént ica a la de 1989, a pesar
del im port ant e crecim ient o económ ico de los últ im os diez años; los salarios del
t rabaj ador m edio se hallarían un 10 por cient o por debaj o de los salarios m edios de
1973, y si bien, en 1969, el 5 por cient o m ás rico acaparaba el 15 por cient o de la
rent a nacional, en 1996 concent ra el 20.3 por cient o, y com o el product o duplica al
de Japón y supera al de t odos los países de Europa occident al j unt os, podríam os
concluir que ese 5 por cient o de nort eam ericanos percibe ganancias superiores a la
de países com o I nglat erra, Francia o Alem ania. Est as cifras revelan el asom broso
nivel de concent ración y la inj ust a dist ribución de la riqueza en Est ados Unidos.
Junt o con im poner a raj a t abla su proyect o de m ercado único m undial, sin
consideración alguna por los diferent es niveles de desarrollo de cada país y
prescindiendo absolut am ent e de los graves efect os sociales de su m odelo, en las
conferencias m undiales sobre m edio am bient e y clim a, Est ados Unidos ha sost enido
posiciones m ás conservadoras que las propuest as progresist as de los países
europeos.

—Siendo Clint on y Gore líderes asociados al am bient alism o, sin duda que
debe ser fuert e la capacidad de presión de los grupos de int erés económ icos
nort eam ericanos, así com o del neoconservadurism o ideológico que incluso en no
pocos Est ados aún hoy prohíbe la enseñanza escolar de la t eoría de la evolución de
Darwin.

—Así es, pese a que la filosofía inspiradora del m odelo am ericano es el


darwinism o social, discrim inat orio, excluyent e y elit ist a. Por lo m ism o, los espacios
privilegiados de la sociedad est án reservados para los t riunfadores, para los que
han logrado éxit o m at erial; los pobres y excluidos del sist em a, lo serían debido a su
exclusiva responsabilidad, falt a de em puj e y carencia de iniciat iva. Est e es un
m odelo concent rador por excelencia. Est ados Unidos acapara la m ayor part e de las
riquezas m undiales y consum e cerca del 60 por cient o de la energía con sólo el 6
por cient o de la población del m undo. De las doscient as em presas m ult inacionales

200
m ás grandes, el 40 por cient o son nort eam ericanas, el 14 por cient o j aponesas y el
10 por cient o brit ánicas.

—¿Brit ánicas, no europeas?

—Y si se agrega las de los ot ros países de Europa, ent re esos t res bloques
llegan práct icam ent e a disponer del 100 por cient o de las doscient as em presas m ás
grandes del m undo. Pero volvam os al t em a de las debilidades del m odelo
nort eam ericano. No sólo es ext raordinariam ent e concent rador de la riqueza,
adem ás es alt am ent e inigualit ario e insolidario. A nuest ra recient e afirm ación en
orden a la desigual dist ribución de ingresos en Est ados Unidos, podem os agregar la
aparecida en The Econom ist , revist a por excelencia del pensam ient o neoliberal:
ent re los años 70 y 92, el 60 por cient o de la población nort eam ericana ha
dism inuido sus ingresos y en cam bio el 20 por cient o de m ayores ingresos los ha
aum ent ado not ablem ent e. Lo m ism o ha venido ocurriendo a nivel m undial: según
la ONU, hace veint e años, el 49 por cient o de la riqueza de la Tierra la acum ulaba el
20 por cient o m ás rico, en t ant o que hoy acum ula nada m enos que el 70 por cient o.
Los países pasarán a ser un gran fundo, cuyos propiet arios no serán m ás de unas
doscient as m ult inacionales y la función de los Est ados nacionales no será ot ra que
facilit ar y garant izar su act ividad. ¿Por cuánt o t iem po m ás el 80 por cient o de la
población del m undo va a cont inuar t olerando est as brut ales e inj ust as
desigualdades? ¡Y aún así los m edios de com unicación de propiedad de est as
m ult inacionales pret enden hacer creer que t odos est arían part icipando de los
beneficios del m aravilloso sist em a de econom ía de m ercado! En fin. Un t rabaj ador
nort eam ericano goza de rem uneraciones y m ecanism os previsionales
sust ancialm ent e inferiores a los de un obrero europeo. 41 m illones de
nort eam ericanos carecen de cobert ura social y m ás de 30 m illones viven baj o el
um bral de la pobreza; y ello ocurre en el país m ás rico y poderoso del planet a.

—¿Pero la desocupación es m ás alt a en Europa que en Est ados Unidos?

—Así es, pues para nadie es un m ist erio que la causa principal de la
reducción del desem pleo en Est ados Unidos se debe a la " precarización del t rabaj o" ,
est o es, a despidos m asivos y a la recont rat ación del t rabaj ador por sólo t iem po
parcial, con drást ica reducción del salario, sobre t odo al t rabaj ador no calificado, y
con frecuent e supresión de las im posiciones previsionales.

201
—Ése es el m odelo que inspira al em presariado y a la derecha chilena
cuando se oponen a que haya acuerdos ent re gobierno y t rabaj adores, por ej em plo,
para aum ent ar el salario m ínim o. Argum ent an que aum ent ar el salario m ínim o
redundaría en m enos em pleo.

—Los sist em as de previsión social y las garant ías laborales han sido
denunciadas por el enorm e aparat o publicit ario neoliberal com o un est ím ulo al ocio,
a la irresponsabilidad y a la falt a de iniciat iva; los im puest os est arían desalent ando
la poderosa dinám ica capit alist a y las regulaciones im pedirían la expansión de un
m ercado aut ént icam ent e libre. Los grandes servicios públicos de salud y de
educación deberían ser desm ant elados en beneficio de una educación y una salud
privat izadas.
Las nuevas banderas y consignas del fin de la Modernidad son m ás
m ercado y m enos Est ado, m ás com pet encia y m enos regulaciones, m ás em presa
privada y m enos em presa pública. Todas las viej as ideas de m ediados del siglo
XVI I I —" laissez faire" — han sido recicladas en el nuevo escenario hist órico, dando
origen a las ideologías neoliberales y neoconservadoras; Est ados Unidos, j unt o a
I nglat erra, pasaron a ser sus nuevos m esías. En 1980 t riunfaba Ronald Reagan en
Est ados Unidos y Margaret h That cher en Gran Bret aña, t ransform ándose am bos en
profet as de est a nueva ideología de derecha y en hit os im port ant es en la
configuración del nuevo escenario hist órico. Adem ás, el colapso del proyect o
com unist a m ult iplicó y pot enció decisivam ent e est e vuelco hist órico.

LA GUERRA ECONÓMICA

—En est e nuevo escenario geopolít ico, las guerras del siglo XXI serán
económ icas, parafraseando al ya clásico libro de Thurow.

—Esa será una guerra ent re las t res locom ot oras de la econom ía m undial:
Est ados Unidos, Europa y Japón y reducida básicam ent e al cam po t ecnológico:
quienes posean las m ej ores t ecnologías o una m ayor inform ación o hayan
incorporado m ás conocim ient o en su producción y dist ribución, serán los
vencedores en est e nuevo t ipo de guerra. Y su result ado final no cam biará en lo
esencial el curso de la hist oria hum ana: es una guerra ent re dos capit alism os ( el
anglosaj ón y el renano) y, de cualquiera que fuera la vict oria, sería un t riunfo m ás

202
del sist em a capit alist a m undial. Sin em bargo, el problem a no es t an sencillo com o
parece, porque, com o ya hem os advert ido, t ras cada uno de est os dos capit alism os
se encuent ran valores y principios not oriam ent e diferent es.

—¿Cuál saldrá vencedor?

—Los t eóricos del neoliberalism o nort eam ericano piensan, desde su


perspect iva exclusivam ent e econom icist a, que la part ida est aría ganada por
ant icipado, dada la " excesiva reglam ent ación exist ent e en las econom ías
europeas" : la escasa " flexibilidad" en la cont rat ación y despido de t rabaj adores, los
" alt os im puest os" y el " elevado gast o social" . Para nada se consideran en est a
visión neoliberal fact ores com o la calidad de vida, seguridad en el t rabaj o, m ej ores
sist em as de salud, m ayores oport unidades en la educación, excelencia en los
niveles educacionales y cult urales.
Sin em bargo, las cosas no andan m ej or por la casa nort eam ericana. La
product ividad del t rabaj o no ha aum ent ado en los últ im os años; se han reducido los
salarios reales; la baj a del poder de com pra ha sido com pensada t rabaj ando m ás
horas diarias; desde la era de Reagan el aum ent o de los em pleos se ha radicado
exclusivam ent e en el área de servicios, de m uy baj a calificación, y con cont rat os de
t rabaj o parciales y precarios y en la m ayoría de los casos sin previsión social. En un
m uest rario de cien personas, t rece son pobres, set ent a y siet e pert enecen a la clase
m edia, y diez son riquísim as; las t asas de ahorro son ínfim as y el déficit en la
balanza com ercial alcanza cifras siderales aun para Est ados Unidos; y el
endeudam ient o general de la población ha llegado a lím it es ext rem os. Adem ás, son
escasas las norm as del recet ario neoliberal que cum ple la econom ía
nort eam ericana. Por ciert o, t odas est as realidades no revist en m ayor im port ancia
para EE.UU. Los diversos países del m undo cont ribuyen con sus enorm es fluj os o
fugas de capit al a financiar esos déficit y a m ant ener los alt os niveles de consum o
del pueblo nort eam ericano. Hast a Chile ha aport ado, en cifras oficiales,
aproxim adam ent e 5.000 m illones de dólares; por ciert o, en cifras ext ra oficiales
una cant idad m uy superior.

—¿Cuáles son las expresiones visibles de est e conflict o?

—Hast a el m om ent o las causas m ás visibles de est a guerra económ ica son
las em isiones de gases invernadero, la engorda de aves y anim ales con horm onas,
la producción de veget ales t ransgénicos, las polít icas ant idum ping im plem ent adas

203
por Est ados Unidos, las subvenciones a la agricult ura, la prot ección a ciert os
servicios.
En definit iva, en est e conflict o ent re los dos proyect os de globalización
capit alist a, el m odelo europeo defiende la aplicación de norm as regulat orias a los
fluj os m onet arios especulat ivos; el derecho a prot eger sus llam ados " bienes
cult urales" , a subvencionar ciert os product os de su agricult ura, a salvaguardar la
calidad y gust o de sus alim ent os y a incluir en sus acuerdos " cart as sociales" a
favor de los t rabaj adores. Ya se est á aproxim ando la bat alla en el área audiovisual.
Europa aspira a quedar con las m anos relat ivam ent e libres para apoyar y
subvencionar su cine, los program as t elevisivos, ediciones especiales de libros,
espect áculos m usicales. La indust ria cinem at ográfica nort eam ericana es la segunda,
después de la aeroespacial, en valores de export ación, lo cual nos da una m edida
del enorm e poder m ediát ico de Est ados Unidos.
En est rict a verdad, t odos los países de Europa y Est ados Unidos se han
dado m aña para prot eger y subvencionar sus sect ores económ icos m ás débiles. Los
europeos han apoyado resuelt am ent e su indust ria aeroespacial ( Airbus) y Est ados
Unidos ha hecho ot ro t ant o con Boeing. Y en m ás de alguna ocasión ej ercen presión
sobre ot ros países, ent re ellos Japón, para convenir cuot as ext raoficiales de
im port ación y export ación de ciert os product os, aut os ent re ot ros.

—Es difícil, con est as descripciones, pensar una evolución aproblem át ica...

—Nada m ás dist ant e de m is creencias que pensar la evolución fut ura de las
diversas sociedades y cult uras en paz y t ranquilidad, gobernando las dem ocracias
liberales en lo polít ico y el sist em a capit alist a en lo económ ico.
Transit am os un m undo esencialm ent e inest able, ent re ot ras razones
porque su econom ía ha venido cayendo en una serie de crisis periódicas y no hay
ninguna razón para creer en su est abilidad fut ura; exist en num erosos conflict os
polít icos, algunos de ellos de alt a int ensidad; nadie puede garant izar que no vuelva
a producirse un Chernobyl ni t am poco exist en m ayores garant ías acerca del debido
m ant enim ient o del colosal arsenal at óm ico de Rusia y Ucrania; y, sobre t odo, no
son previsibles los inquiet ant es procesos que result an de la crisis am bient al:
recalent am ient o de la Tierra, dest rucción de la capa de ozono, cam bios repent inos
en el clim a.

—Est o últ im o es lo duro. Pues, de no m ediar un cam bio profundo y rápido,


a veces t engo la convicción de que sólo " accident es" am bient ales, t ecnológicos u

204
ot ros, con enorm e y dram át ico eco en nuest ras sociedades, en el present e serán los
equivalent es a las " revoluciones sociales y a las pest es y ham brunas" de los siglos
XV, XVI , XVI I y XVI I I ... Quiero decir que en est a t ransición epocal esos " accident es"
t al vez nos obliguen a revisar el m odo de vida m oderno, hiperproduct ivist a,
consum ist a y separado de la nat uraleza, apresurando, en la reconst rucción, el
cam bio cult ural hacia un nuevo m odo de vida ( la reconst rucción no será desde la
nada, pues ese nuevo m odo de vida est á siendo reflexionado y m uchos van
asum iendo sus propuest as) .

—Habit am os un m undo inest able e im previsible en lo económ ico, polít ico,


ecológico, nuclear; incluso en lo m oral la crisis se expresa de m últ iples m aneras,
ent re ot ras, en la progresión acelerada de la corrupción y en un t errorism o en plena
act ividad. Me pregunt o si la Hist oria habrá sido siem pre t an cam biant e e
im previsible com o en el siglo XX. ¿Qué nuevos fact ores han est ado est im ulando
est a dinám ica de cam bio? ¿Fue acaso la revolución m oderna o, com o creyó Marx, el
capit alism o indust rial? ¿Tam bién en est e siglo XXI volverem os a presenciar
t ransform aciones t an profundas com o las ocurridas en el siglo ant erior? ¿Qué
razones pueden exist ir para que est a violent a ola de t ransform aciones —
económ icas, polít icas, cult urales, t ecnológicas y ét icas— se det enga
sorpresivam ent e con el nuevo m ilenio?

—Respect o a sus prim eras pregunt as, sin duda que el espírit u de la Época
Moderna —su com pulsión hacia una racionalidad inst rum ent al que t odo lo m anipula
y alt era, su desequilibrio hacia el cam bio en desm edro de la t am bién necesaria
m em oria y conservación— ha gat illado est e im parable proceso expansivo. Por lo
m ism o, respect o a sus últ im as pregunt as, lo único que hoy sería capaz de det ener
est a " aut odest ruct iva huida hacia delant e" es la t om a de conciencia hist órica del
riesgo y el despliegue consecuent e de un cam bio cult ural que abra la Hist oria hacia
un nuevo espírit u que inst ale la reflexividad y la búsqueda de un equilibrio cot idiano
y en nuest ras conciencias ent re cam bio y conservación, ent re expansión e
int egración.

—Por m i part e, he vuelt o a la idea de que la Hist oria no est á escrit a ni


regida por ningún " det erm inism o" ni m enos por presunt as leyes hist óricas, com o
creía Marx. Pienso que la Hist oria est á abiert a, com o decía Popper.

205
—Y la hacem os hom bres y m uj eres, inspirados quizá por qué m ist eriosa
com plej idad.

—La Hist oria no es predecible. ¿Nos podrem os habit uar los seres hum anos
a vivir en incert idum bre const ant e, en la relat ivización de los valores y en la
inseguridad de la vida cot idiana? Gran part e de las neurosis, del est rés, de las
angust ias y del refugio en la droga en las sociedades cont em poráneas occident ales,
se debe a est a sensación de inest abilidad perm anent e y a la desaparición de
referent es ciert os y sólidos. Las sociedades han quedado privadas de su hist oria y
est án viviendo sólo su present e. En definit iva, el m undo cam bió y nosot ros hem os
cam biado con él. Por lo m ism o, una de las pregunt as m ás t ont as que suelen
form ular los periodist as es " ¿ust ed ha cam biado?" .

206
14

AMÉRICA LATINA Y LA
OCCIDENTALIZACIÓN DEL MUNDO

CARLOS ALTAMI RANO: —Los dist int os nom bres dados a nuest ra Am érica
revelan las dificult ades para definir su esencia y su ident idad; Am érica Lat ina es el
nom bre que t erm inó im poniéndose. Fue una denom inación invent ada por los
franceses para oponerla a la de Am érica anglosaj ona, cuando Francia pret endía
influir en la vida polít ica m exicana. Los cat ólicos hispanist as han insist ido en el
nom bre Hispanoam érica y los indigenist as acuñaron la expresión I ndoam érica.
Act ualm ent e t am bién se est á usando el t érm ino I beroam érica.

HERNÁN DI NAMARCA: —I beroam érica, para incluir a España y Port ugal en


una com unidad lingüíst ica y cult ural.

—Así y t odo, el nom bre de Am érica fue confiscado por los nort eam ericanos.
En cualquier lugar del m undo cuando se habla de Am érica se ent iende por t al
Est ados Unidos. Ext raño caso el de Am érica Lat ina: en quinient os años no hem os
logrado const it uir una unidad orgánica, aun cuando seam os hij os de una m ism a
cult ura, lengua y religión. En un libro de ent revist as a diversos y conocidos
int elect uales lat inoam ericanos, cuyo aut or es Sergio Marras, t odos coincidían en
que aún no hem os logrado conform ar una realidad cult ural perfilada y densa, pese
a que nuest ras creaciones art íst icas y lit erarias exceden con m ucho los logros
polít icos, cient íficos, em presariales y sociales. Desde la independencia nuest ras
naciones han act uado com o m enores de edad, im it ando a nuest ro herm ano m ayor,
Est ados Unidos, o a nuest ros padres biológicos y cult urales, los europeos.

—Precisam ent e es una de las principales razones por la que no hem os


asum ido de m anera int egral nuest ra realidad cult ural.

207
—Es ést a una de las grandes inj ust icias hist óricas com et idas por nuest ras
sociedades. Adem ás j am ás hubo real volunt ad polít ica para act uar conj unt am ent e
frent e a circunst ancias det erm inadas. Hem os sido y som os una Am érica escindida.
¿De qué nos ha valido heredar un m ism o im perio colonial y t ener una m ism a
lengua y religión si desde el día m ism o de nuest ra independencia las elit es locales
part ieron poseídas por fuert es delirios aut arquist as? Com o recalca Oct avio Paz,
" fuim os hij os de la desint egración del im perio español; en cam bio, los
nort eam ericanos han alcanzado part e de su grandeza por haber ido int egrando en
el t ranscurso del t iem po a pueblos, cult uras y religiones m uy diversas" .

—Es curioso el dest ino español: a pesar de que inauguran la expansión


geográfica que es la Modernidad, después se refugian en lo que fue la
Cont rarreform a.

—Se encierran, según Oct avio Paz, en su Cont rarreform a com o reacción o
respuest a al m oderno m odelo prot est ant e. Por est o, no m e canso de insist ir en la
ext rañeza que m e causa la act ual pasión de las fuerzas conservadoras cat ólicas en
la defensa de una Modernidad que t ant o com bat ieron en sus inicios. Ot ra razón que
vendría a explicar el abism o exist ent e ent re am bas Am éricas serían sus orígenes
com o Est ados. Las repúblicas hispanoam ericanas y su clase dirigent e fueron hij as
de la desint egración del I m perio español a raíz de la invasión napoleónica; en
cam bio, Est ados Unidos nace dot ado de gran unidad polít ica y gobernado por un
com pact o grupo dirigent e cult uralm ent e hom ogéneo. Am érica Lat ina, en cam bio,
est uvo gobernada por las oligarquías propiet arias de la t ierra y por innum erables
caudillos m ilit ares. Est ados Unidos no conoció el lat ifundio ni t am poco t uvo caudillos
m ilit ares ni iglesias no reform adas. Lo ciert o es que est as veint e repúblicas no han
logrado encont rar paz, orden ni t ranquilidad hast a el día de hoy, abril del año 2000.
Los despot ism os m ilit ares han seguido const it uyendo la peor pesadilla de nuest ra
hist oria.

—Esos personaj es, ent re dict adores y pat riarcas, son m uy


lat inoam ericanos; sin em bargo, los referent es suprem os, al m enos en la Hist oria
m oderna, son dos europeos, Hit ler y St alin.

—St alin no puede incluirse ent re los referent es europeos.

—Bueno, euroasiát ico.

208
—Concuerdo con t u opinión acerca de que una de las caract eríst icas
definit orias de nuest ros pueblos ha sido engendrar esos personaj es t an t ípicos de
nuest ro paisaj e polít ico y cult ural: dict adores, caudillos, pat riarcas, t iranos. Por lo
dem ás, la descripción y vida de est os personaj es ha sido t em a recurrent e de
práct icam ent e t odos los principales escrit ores lat inoam ericanos. Adem ás, product o
de nuest ro caos y de la casi absolut a incapacidad de organizar Est ados naciones
est ables y responsables, durant e el siglo XI X y part e del XX sufrim os cont inuas
int ervenciones, prim ero de los im perialist as ingleses y m ás t arde de los m arines
nort eam ericanos.

—Volviendo a los Est ados Unidos, hubo allí una int egración de iguales —
salvo los negros, que son dom inados, y los pueblos originarios, a quienes
práct icam ent e se ext erm inó—; en cam bio, nuest ra Am érica se funda sobre la base
del dom inio int ercult ural. Podríam os decir que hay un vicio de génesis: la t ragedia
hist órica ha sido una relación cult ural de am o y esclavo ent re los blancos y las
m ayorías indígenas, ha sido una relación de ocult am ient o. No olvidem os que en
Chile la pacificación de la Araucanía y la expropiación del t errit orio de los m apuches
por nuest ro m oderno Est ado nación, ocurrió en la década de los set ent a del siglo
XI X. Ahí se t erm inó de soj uzgar y reducir a un pueblo m apuche que t odavía era
num éricam ent e igual a la población m est iza y blanca europea.

—Efect ivam ent e, sólo en los años sesent a del siglo XI X se logró la m al
llam ada " pacificación de los indios" , pero ya a cont ar de los años t reint a, baj o el
liderazgo de Diego Port ales, se había const it uido un núcleo duro y sólido, dot ado de
capacidad de dirección; y ése habría sido, según el decir de Francisco Encina, la
arist ocracia cast ellana vasca.

—Pero era una unidad inst it ucional blanca y para peor " pelucona", es decir,
conservadora y oligárquica; no incorporó ni ahí ni después la diversidad cult ural del
país. En ninguno de nuest ros países de Am érica del Sur, con excepción de Uruguay
—donde, para lograrla, se aniquiló a los indios charrúas—, ha habido unidad e
int egración social y cult ural: nuest ro dram a ha sido la soberbia blanca, que ha
desconocido la exist encia de una base cult ural de ot ras lenguas y cosm ovisiones
que fueron y son dom inadas. Siem pre nos hem os narrado la hist oria, el espej ism o,
de que som os unidades nacionales, pero no lo som os. Cóm o vam os a serlo, si
hem os negado sist em át icam ent e una presencia indígena hast a hoy m ayorit aria: en

209
Guat em ala, los indígenas alcanzan al 80 por cient o de la población t ot al, en Bolivia
al 70 por cient o, en Perú al 50 por cient o, en Ecuador al 50 por cient o; en Chile hay
un 10 por cient o según el últ im o censo, pero la presencia indígena en el m est izaj e
es m uy grande.

—No sólo no hubo int egración con los segm ent os indígenas de nuest ras
poblaciones, sino que t am poco la hubo ent re las elit es dirigent es blancas y las
m asas m est izas del cam po y la ciudad.
Las fuerzas polít icas y sociales de izquierda, j unt o con las provenient es del
m undo int elect ual, han dem ost rado la m ayor y m ás perm anent e preocupación por
una real int egración de nuest ros Est ados naciones. Hoy día las cosas han ido
cam biando y la llam ada int egración nos est á siendo im puest a desde el ext erior a
t ravés del fenóm eno de la globalización.

—El desafío del present e es aprovechar los procesos de int egración


económ ica, para react ivar y avanzar t am bién en una int egración cult ural.

—Lam ent ablem ent e, quienes im pulsan la int egración económ ica no est án
anim ados por el m ism o afán en t em as cult urales y polít icos. Am érica Lat ina se halla
en una difícil encrucij ada hist órica. Baj o el conj uro de la m undialización, ot ra vez se
est á plant eando el t em a de la unidad. Pero ya México ha hecho una opción dist int a,
al incorporarse al Naft a. Argent ina y Brasil lideran su propio proceso de int egración
a t ravés del Mercosur. Chile, en definit iva, deberá opt ar ent re incorporarse al Naft a,
con Est ados Unidos, o al Mercosur, con Brasil y Argent ina, o perm anecer solo y
resolver por la vía bilat eral sus problem as.

—Más allá de lo est rict am ent e com ercial —que es el énfasis ent re los
gobiernos—, si hay proyect os conj unt os em presariales y diversas iniciat ivas en la
sociedad civil: los espacios de coordinación ent re organizaciones sociales, cult urales
y educat ivas cada vez son m ás, aunque desart iculados.

—Exist en dos propuest as de int egración o m ej or dicho, de globalizaciones,


superpuest as: la prim era, est á liderada por las em presas m ult inacionales y su
obj et ivo es la creación de un m ercado único m undial, desregulado y desprot egido, y
la segunda, aún no suficient em ent e explicit ada, se inspira m ás bien en el m odelo
europeo de int egración y proyect a realizarse baj o una dirección polít ica com o es la
unión europea, con prot ecciones y desregulaciones de diversa nat uraleza.

210
Una vez m ás aparecen en cont radicción los dos m odelos o concepciones de
desarrollo capit alist a. Deberíam os agregar al t ít ulo de " capit alism o cont ra
capit alism o" est e ot ro de " globalización cont ra globalización" . Lam ent ablem ent e, en
Chile las fuerzas polít icas y los sect ores em presariales han opt ado por el m odelo
nort eam ericano de globalización.
La int egración de las econom ías en un solo m ercado m undial m e parece
alt am ent e irreal y casi una t ram pa. En ese m ercado sólo podrán com pet ir con
probabilidad de éxit o las em presas t ransnacionales. Ellas poseen los capit ales, las
t ecnologías de punt a y organizaciones de redes m undiales. Los em presarios
pequeños y m edianos de los diversos países sólo podrán cont inuar com pit iendo en
la producción de recursos nat urales y m at erias prim as o en sus m odest os nichos
locales. A nosot ros, com o país, sólo nos queda " int egrarnos" a las t ransnacionales
o, dicho con m ayor precisión, que alguna de esas em presas desee com prar part e o
la t ot alidad de la em presa nacional. Est o, por lo dem ás, ha venido ocurriendo en
Chile con la com pra de un gran porcent aj e de las em presas locales, en t odos los
sect ores económ icos: elect ricidad, bancos, seguros, AFP, I sapres, agua, vinos,
cobre, acero, edit oriales, t elevisión, t elefónicas y m uchos m ás. Nuest ra
incorporación a la econom ía m undial se ha m at erializado en el t raspaso de
em presas y recursos nat urales a consorcios m ult inacionales, los que sí est án
conform ando el m ercado único planet ario.

—Con independencia de su reflexión m ás global, hoy el em presariado


debería t ener int erés en im pulsar procesos de int egración int egral —valga la
redundancia—, porque le am plían y consolidan los m ercados y le evit an pasar
m alos rat os. Por ej em plo, los inversionist as chilenos pasan m alos rat os en Bolivia y
Perú; si hubiera un proceso de acercam ient o cult ural, no t endría por qué ser así.
¿Qué poder fáct ico aún m ant iene la ya t radicional polít ica desint egradora?

—Opera t odo un last re hist órico. En un proceso de int egración económ ica
regional y m undial, ¿qué sent ido t iene disput ar kilóm et ros m ás o m enos ent re
países? ¿Cuándo la ident idad de los países est á siendo sim plem ent e arrasada por la
nort eam ericanización del m undo?

—¿Brasil t am bién? No se ha referido a la singularidad que es Brasil.

—Brasil es lej os el país de m ayor im port ancia y gravit ación en nuest ra


Am érica. El fuert e com ponent e ét nico port ugués y negro le ha ot orgado su propio

211
sello dist int ivo. Brasil es un " país cont inent e" , ocupa la m it ad del t errit orio de
Am érica Lat ina y produce aproxim adam ent e la m it ad de su product o. Su población
alcanzará rápidam ent e 150 m illones y los desniveles sociales son los m ás alt os del
m undo. Su época de dict aduras t am bién conservó algunas especificidades; desde
luego, fueron dict aduras inst it ucionales y de claro cort e nacionalist a, a la inversa de
la dict adura chilena, personalizada y desnacionalizadora. Según Jorge Am ado,
Brasil poco o nada t endría que ver con el rest o de las cult uras hispanoam ericanas:
" a ust edes los descubrió el español, a nosot ros el port ugués; el español es
dram át ico, ahí t iene ust ed a Sant iago de Com post ela sobre su caballo cort ando las
cabezas de los m oros; cóm o pudo ser sant o alguien que cort aba cabezas; después
t iene ust ed la Sem ana Sant a de Sevilla, con esa noción de que la m enor alegría es
un pecado m ort al. Est a int erpret ación española de la religión es t errible; por eso,
cuando encont ró en Am érica grandes cult uras com o la m aya, la azt eca y la inca,
t uvo que dest ruirlas para im poner su visión de la cruz y de Crist o. El port ugués, en
cam bio, halló indios que pescaban y cazaban y guerreaban ent re ellos, y no
necesit ó ext erm inarlos; después el port ugués se m ezcló. Brasil es el frut o de esas
m ezclas y de ese sincret ism o" .
Son t res los países m ás caract eríst icos en nuest ra Am érica. Brasil, por su
dim ensión geográfica, por su gran población, por sus enorm es riquezas nat urales y
por la part icular idiosincrasia de su pueblo, donde habit an no m enos de cuarent a
m illones de negros. México, por est ar asent ado en una de las m ás ant iguas,
desarrolladas y ricas cult uras indígenas de Am érica y, por ot ra part e, por la
opulencia de su período colonial. Tant o la et apa precolom bina, la colonial y la
m oderna m uest ran logros m uy ext raordinarios. Una de las plazas m ás
em blem át icas de Ciudad de México t iene el nom bre de " plaza de las t res cult uras" ,
una ant iquísim a ruina azt eca, una m aj est uosa iglesia barroca cat ólica y un edificio
m oderno de crist al y acero. Y por últ im o Argent ina, a la inversa de las ant eriores,
es un país casi ent eram ent e blanco, por ciert o después de haber ext erm inado a los
indios de esa región.
En realidad som os países m uy dist int os, pero al m ism o t iem po m uy iguales
en m últ iples defect os y vicios así com o t am bién en algunas virt udes. Hem os vivido
desde nuest ra independencia dent ro de una m ism a y rígida problem át ica hist órica:
" Civilización o Barbarie" , com o dij era Dom ingo Faust ino Sarm ient o en el siglo XI X
en su gran obra Facundo. Si por " civilizado" ent endem os el m undo urbano, fundado
en principios dem ocrát icos y con avanzados procesos de indust rialización, y por
" bárbaro" a las sociedades agrarias pat riarcalist as, dom inadas por oligarquías de la
t ierra y caudillos y m ilit ares, el dram a de fondo que plant ea Sarm ient o est á

212
dist ant e de haberse resuelt o en la enorm e geografía de Am érica del Sur. A períodos
de avances civilizacionales se han ido cont raponiendo ot ros de franco ret roceso y
de crueles barbarism os. El caso de Chile result a em blem át ico. Pasábam os por ser la
Suiza de Am érica y se nos inst aló una dict adura t ant o o m ás bárbara que
cualquiera de las que han exist ido en el cont inent e. En m i opinión, est am os lej os de
lograr las condiciones necesarias para lograr la unidad económ ica y polít ica
lat inoam ericanas y t am bién para m erecer el t ít ulo de países m odernos,
dem ocrát icos e indust rializados.

—En el act ual cam bio epocal m e pregunt o: ¿Por qué no m irar hacia ot ro
horizont e hist órico, reconociéndonos y asum iéndonos en nuest ra rica diversidad
cult ural? Mi opinión es que m ás que no ser m odernos, sim plem ent e nos t ocó vivir
est a Modernidad real, frust rada e hij a de las desiguales relaciones int ernacionales
de la Época Moderna.

—No es un buen consuelo, pienso yo, cont ent arnos con vivir en una
Modernidad frust rada porque eso sería lo que nos t ocó.

—No digo cont ent arnos, digo asum ir que así fue y ahora im aginar
creat ivam ent e cóm o part icipam os en el nuevo horizont e hist órico que se abre.

—En est e penoso dest ino com ún exist e una enorm e responsabilidad de las
elit es gobernant es de Am érica Lat ina. En est a lat it ud del m undo no se dieron las
revoluciones liberales y dem ocrát icas t al com o ocurrió en las sociedades europeas;
ni t am poco hubo burguesías urbanas con capacidad em presarial. Nuest ra escasa
m odernización provino m ás bien de fuerzas exógenas, en t ant o que en Europa y
Est ados Unidos la Modernidad respondió a profundos y com plej os procesos
endógenos. Su caráct er exógeno ha significado que nuest ros esporádicos y
convulsivos im pulsos m odernizadores hayan sido parciales y débiles, t runcos y
cont radict orios. Y hoy est am os de nuevo hablando de una fuert e corrient e
m odernizadora porque ella nos viene im puest a desde el ext erior en el vient re del
caballo de Troya de la globalización.
Las crist alizaciones esenciales de la m odernidad euronort eam ericana est án
casi por com plet o ausent es en nuest ras sociedades. La palabra m oderno se ha
t ransform ado en un sim ple fet iche m anipulado por las elit es del subcont inent e
iberoam ericano; pero com o se t rat a de una m odernidad nunca definida,
acom odat icia, am añada, fraudulent a, carent e de densidad hist órica y de valores

213
sobre los cuales sust ent arse, concluye por ser un sim ple " baile de m áscaras" , com o
diría Oct avio Paz, un j uego de art ilugios publicit arios dest inados a ocult ar una fría
realidad: las enorm es ganancias de algunos pocos y la m iseria de m illones. Y en
est e " baile de m áscaras" hem os consum ido nada m enos que cient o ochent a años
de vida supuest am ent e independient e. Tal vez no sea exagerado recordar en est e
m om ent o la dram át ica afirm ación de Sim ón Bolívar: " hem os arado en el m ar" .

—Sin em bargo, cuando se reúnen nuest ros president es y líderes, hablan


sobre su sueño act ual: la m odernización. Un sueño t rasnochado: hubo m onarcas
españoles ilust rados que aplicaron polít icas m odernizadoras a finales de la Colonia;
los procesos de independencia de hace doscient os años fueron int ent os de
m odernización polít ica inspirada en principios m odernos; y, al m enos en Chile,
Balm aceda, Alessandri Palm a, Aguirre Cerda, Frei, Allende, e incluso los " Chicago
boys" neoliberales, int ent aron dist int os procesos de m odernización social y
económ ica.

—Hast a el año 2000, ha seguido siendo un sueño, ent recort ado por agudas
y violent as pesadillas. El prom edio per cápit a de los países de Am érica Lat ina no
alcanza ni siquiera a los dos m il dólares ( en Chile son 4.500) . Cuant o m ás, ést e
podría ser el sueño del 20 por cient o de m ayores ingresos, quienes est án
concent rando m ás del 60 por cient o del ingreso cont inent al.
Am érica Lat ina viene de at ravesar por un período de grandes conflict os
sociales, de m asivos m ovim ient os cam pesinos, de revoluciones violent as en México,
Bolivia, Cuba, Nicaragua y Salvador y de una original revolución pacífica en Chile,
ahogada en sangre por la represión m ilit ar. Y han sido t am bién t iem pos de
populism os irresponsables.
En casi t odas las repúblicas, la segunda década del siglo XX m arcó el fin
del largo período oligárquico e incluso de la persist encia de vest igios legados por el
pasado colonial. Sólo en la t ercera y cuart a décadas del siglo XX las fuerzas del
progreso y del cam bio lograron im ponerse, al m enos parcialm ent e, al " peso de la
noche" y al dom inio de las oligarquías agrarias y m ineras. I ngresaron en el
escenario hist órico las nuevas clases m edias, las m asas cam pesinas, a quienes se
reconocieron algunos derechos, y t am bién el em ergent e prolet ariado indust rial y
m inero. Surgieron las fuerzas polít icas de izquierda luchando por banderas de
indesm ent ible fact ura m oderna: indust rialización, dem ocrat ización, sindicalización,
fin del lat ifundio, ext ensión del sufragio universal —vot o a la m uj er y a los m ayores
de 18 años—, am pliación de los servicios de educación y salud pública. Las clases

214
m edias, de m ayor form ación m oderna, sust it uyeron a la ant igua clase conservadora
t errat enient e, por definición ant im oderna, en el gobierno de los países. Se produj o
un segundo despert ar int elect ual y art íst ico. Est allaron m ovim ient os est udiant iles
en casi t odas las capit ales. La I glesia Cat ólica dio a la luz una novedosa Teología de
la Liberación. Cient ist as sociales reflexionaron acerca de nuest ro ret raso económ ico
e int ent aron explicar, desde una perspect iva propiam ent e lat inoam ericana, las
razones de nuest ros quebrant os y frust raciones.

—¿Podría sist em at izar cuáles han sido los im pulsos m odernizadores m ás


relevant es?

—El prim ero se produj o con m ot ivo de la independencia de nuest ros países.
El segundo salt o m odernizador, el de m ayor envergadura, ocurrió ent re los años
veint e y sesent a del siglo XX al t érm ino del periodo oligárquico y con el
advenim ient o de nuevas clases sociales y nuevas ideas; pero, en definit iva, la
ant igua clase agraria y conservadora cont inuó m ant eniendo gran part e del poder;
era el equivalent e de la ant igua clase feudal europea y, en consecuencia,
radicalm ent e ant im oderna. Y por últ im o, el t ercer salt o se est á dando en est os
años, aunque est e salt o viene cat apult ado casi exclusivam ent e desde el ext erior por
la globalización de la econom ía, por la exigencia nort eam ericana en orden a
consolidar las dem ocracias y a respet ar los derechos hum anos, por las presiones
derivadas de las " conferencias cum bres" en m at erias de m edio am bient e, cont rol de
la nat alidad y no discrim inación de la m uj er.

—Una vez m ás nuest ra reit erada diferencia: est o últ im o que ust ed
m enciona, a m i j uicio, ya son procesos propios de idealidades y t endencias
hist óricas posm odernas, en t ant o son realidades inédit as y en t ensión con lo que
fue la m odernidad hist órica.
En las dos prim eras olas, ¿sólo las fuerzas de izquierda act uaron com o
m odernizadoras?

—Hago equivalent e el t érm ino izquierda con el de fuerzas de cam bio y


progreso. En los países europeos, esas fuerzas im pulsaron las " gloriosas
revoluciones" polít icas dem ocrát icas y la revolución económ ica indust rial. Tant o el
pensam ient o conservador de la viej a clase feudal europea com o el de la
relat ivam ent e nueva clase oligárquica de Am érica Lat ina se opusieron
violent am ent e a los procesos m odernizadores. En I beroam érica fueron las

215
izquierdas polít icas, sociales y cult urales las que en los años veint e prom ovieron
cam bios de claro signo m oderno.

—Paradój icam ent e, com o ust ed ha insist ido, hoy es el pensam ient o
reaccionario conservador el que m ás habla de m odernidad...

—Así ocurre. Pero ayer se opusieron, incluso por la vía arm ada, a los
procesos m odernizadores conducidos por líderes com o Lázaro Cárdenas en México,
Víct or Raúl Haya de la Torre en Perú, Róm ulo Bet ancourt y Róm ulo Gallegos en
Venezuela, Víct or Paz Est ensoro en Bolivia, Fidel Cast ro y Che Guevara en Cuba y
Aguirre Cerda, Frei y Allende en Chile. A fines de los sesent a com enzó a producirse
un nuevo vuelco hist órico y en Am érica Lat ina se sucedieron los golpes m ilit ares
prom ovidos por Est ados Unidos y por las derechas del cont inent e: Sant o Dom ingo,
Guat em ala, Brasil, Argent ina, Uruguay, Chile. Ya aparecían los prim eros signos de
agot am ient o del m odelo soviét ico. Est ados Unidos venía de experim ent ar la derrot a
en Viet nam y su president e Nixon acababa de ser dest it uido. Am érica Lat ina volvió
a poblarse de dict aduras, aún m ás bárbaras que las ant eriores. En un reit erat ivo
cliché, est e m ilit arism o de derecha se declaraba " defensor de la civilización
occident al crist iana" , aunque en los hechos const it uía una negación brut al y
flagrant e de esos principios.

—I nsist o, ¡la Época Moderna ha sido m uy bárbara y ha disociado el decir


del hacer!

—No com part o t u insist encia, pero volvam os al t em a del m om ent o. Hoy
percibo un enorm e cam bio en la at m ósfera polít ica, int elect ual y m oral de nuest ro
cont inent e. Desde luego, observo una Am érica Lat ina casi indefensa ant e las
grandes t endencias m undiales. Pienso que pocas veces ha est ado nuest ro
cont inent e t an desam parado de fuerzas sociales, polít icas y cult urales endógenas.
Som os sim ples espect adores del acont ecer planet ario. Seguim os dócilm ent e las
inst rucciones de los nuevos profet as del neoliberalism o. En m uchas ocasiones
som os m ás papist as que el Papa. I ncluso, en los países m odernos exist en fuert es
rechazos a las polít icas neoliberales. Ya vim os cóm o en Europa han surgido nuevos
m ovim ient os ant iglobalist as, de derecha e izquierda.
Pienso que siem pre hem os sido dependient es, pero nunca t ant o com o
ahora. Las grandes bat allas del siglo XI X ent re liberales y conservadores sólo eran
una réplica de las europeas, pero t enían acent o y caract eríst icas propias. Las luchas

216
polít icas y sociales, est udiant iles, religiosas y art íst icas del siglo XX t am bién
t uvieron fuert e im pront a lat inoam ericanist a. La izquierda exhibía grandes líderes,
con banderas propias de lucha, ant iim perialist as, dem ocrat izadoras e
indust rializant es. Pero desde hace unos veint e años las viej as izquierdas han ido
desapareciendo, o bien se han m im et izado o perdido su im pulso originario. En
sínt esis, en Am érica Lat ina penan por su ausencia las fuerzas polít icas dot adas de
program as y de capacidad de liderar proyect os alt ernat ivos. La est abilidad polít ica y
social del subcont inent e am ericano es, en m i opinión, m ás aparent e que real y se
debe casi exclusivam ent e a condicionam ient os venidos del ext erior, a las nuevas
posiciones polít icas adopt adas por el gobierno de Est ados Unidos, a la vigilant e
act it ud de los cent ros financieros de Nueva York, prest os a ret irar sus fondos ant e
cualquier sínt om a de desequilibrio económ ico o polít ico.
Lo m ás peculiar del nuevo t iem po hist órico que t ransit a Am érica Lat ina es
la casi absolut a ausencia de ideales polít icos, principios m orales y concepciones que
obedezcan a int ereses propios de nuest ro pueblo. La corrupción ha aum ent ado en
form a exponencial, al m enos ocho o nueve ex j efes de Est ado han sido dest it uidos
o est án perseguidos por fraude, t ráfico de drogas e incluso uno de ellos por rapt o
de niños. Las m afias de la droga est án infilt radas en t odos los int erst icios de las
sociedades del sur de Am érica, por ciert o en unas m ás que en ot ras. En buenas
cuent as, nuest ros países present an un espect áculo a m edio cam ino ent re la
com edia y la farsa. En Perú, ¿a qué t radición polít ica responde Fuj im ori? ¿O Chávez
en Venezuela? Y el ex President e argent ino, Carlos Menem , se convirt ió en uno m ás
de la elit e de est a nueva polít ica neoliberal. En México fue derrot ado el hist órico PRI
( Part ido Revolucionario I nst it ucional) por un candidat o de derecha.

—La corrupción y la crisis de represent ación de la polít ica profesional es un


fenóm eno que t rasciende a Am érica Lat ina. Aquí, es ciert o, se expresa de m anera
brut al, t al vez por nuest ra m odernidad sui generis. Pero en Europa se vive una
desafección de la polít ica y hay corrupción; el caso paradigm át ico fue el it aliano.
Ent onces, en el sent ido hist órico m ás profundo, ¿no est arem os asist iendo en t odo
Occident e al agot am ient o del encant o y de un m odo de hacer polít ica propio de la
Modernidad?

—Así lo creo, ést as son sim ples expresiones paradigm át icas de una
t ransición epocal en que no exist en fuerzas polít icas ni ideologías claram ent e
ident ificables y el perfil de derecha y de izquierda se han desdibuj ado; pero el caso
de los países de Am érica Lat ina no es com parable al de Europa donde, m al que

217
m al, t odos los j efes de Est ado y las respect ivas fuerzas polít icas responden a ideas
y t radiciones hist óricas conocidas. De quince Est ados naciones europeos, t rece
est án gobernados por part idos de signo socialist a.

—En est e cont ext o crít ico, ¿no cree pert inent e ret om ar la idea de la unidad
lat inoam ericana?

—En los años cuarent a y cincuent a del siglo XX, los part idos de la izquierda
lat inoam ericana levant aban com o una de sus m ás preciadas banderas la unidad. La
unidad t enía un profundo cont enido social y cult ural y debía realizarse baj o la
dirección polít ica de las fuerzas dem ocrát icas del Sur del cont inent e. Hoy día, en
cam bio, el im pulso viene fundam ent alm ent e del ext erior y t iene com o obj et ivo
básico const ruir un m ercado único de dim ensión planet aria y no el de int egrar a
nuest ros pueblos. De acuerdo con est a concepción, el m ercado irá ordenando y
organizando los rit m os, t iem pos y prioridades de la expansión del capit alism o
t ransnacional. En buenas cuent as, en el proyect o neoliberal de globalización, el
m ercado j uega el papel cent ral y t ant o las int erferencias est at ales com o los
sent im ient os nacionalist as y las preocupaciones sociales y ecológicas son sólo un
obst áculo para el libre desenvolvim ient o del m ercado y el crecim ient o económ ico.
Est e no es un proyect o polít ico propiam ent e t al ni est á dirigido ni orient ado por
fuerzas polít icas; por el cont rario, con pret ext os diversos, aspira a aislar el m ercado
de t oda int erferencia polít ica e int ervencionism o est at al.

—Est o im plica que est á clausurado el ideal bolivariano.

—Son los gobiernos de los países de Am érica Lat ina quienes lo han
clausurado.

—Europa se unificó t eniendo ident idades cult urales con m ás hist oria y
m ayor densidad.

—Europa inició su fascinant e proyect o de unidad hace m ás de cincuent a


años, a t ravés de num erosas et apas de avances progresivos com enzó creando una
com unidad del carbón y del acero hast a llegar al acuerdo de Maast richt . Adem ás,
había vivido dos guerras m undiales y se sent ía am enazada por el poder nuclear
soviét ico. Los países de Am érica Lat ina aún no est án m aduros para em prender su
unidad. La inest abilidad polít ica de la m ayoría de ellos es t odavía dem asiado

218
grande. Brasil es una caldera hirvient e de dem andas sociales, en Colom bia, el
Est ado casi ha desaparecido, los países de Cent roam érica han alcanzado ciert a
est abilidad debido a las presiones de Est ados Unidos, en Perú venim os de
presenciar la fuert e int ervención diplom át ica nort eam ericana en la últ im a elección
presidencial y en Venezuela se ha abiert o una gran int errogant e. I nsist o en que la
est abilidad polít ica, social y económ ica de los países iberoam ericanos, incluido
Chile, est á m uy lej os de haberse consolidado, y la aparent e y relat iva t ranquilidad
social se debe al cont ext o hist órico en que est am os. Com o acabo de expresar, no
exist en por el m om ent o fuerzas polít icas y sociales capaces de ordenar el devenir
hist órico de est e subcont inent e. Él est á condicionado y regulado por las exigencias
del proceso de globalización, en su versión neoliberal, y por el gobierno de Est ados
Unidos. La m undialización de la econom ía capit alist a, en su nueva expresión
t ransnacionalizada, deslocalizada, privat izada y desregulada, com plica m ucho la
idea de unidad de los pueblos lat inoam ericanos.

—Precisam ent e la m undialización podría ser un alicient e para que se


const it uyera una región unida en su diversidad. Por ej em plo, det rás del Mercosur
est á la volunt ad de algunos por const it uir un bloque que part icipe m ej or en el
escenario m undial.

—Hubo innum erables oport unidades para haber expresado una volunt ad
unit aria en Am érica Lat ina. Por ej em plo, cuando se plant eó la necesidad de dar una
respuest a conj unt a al t em a de la deuda ext erna en los años ochent a, pero no fue
posible. I gualm ent e, cuando Est ados Unidos ofrece la creación de un m ercado
com ún para t oda Am érica y en part icular lo inicia con su pact o del Naft a, no hubo
ninguna est rat egia conj unt a para dar respuest a a ese ofrecim ient o; t am poco la
act ual idea de " dolarizar" nuest ras econom ías est á siendo analizada colect ivam ent e.

—Uno se pregunt a por qué. Si es t an obvio que ot ras regiones lo est án


haciendo. ¿Es sólo por la exist encia de poderes fáct icos?

—Oct avio Paz at ribuye gran im port ancia al espírit u anárquico,


inconform ist a y rebelde del español, el cual, una vez derrum bado el I m perio, se
encarnó en las oligarquías criollas; desde ent onces vienen operando est as fuerzas
cent rífugas. El hist oriador Albert o Edwards ha t it ulado uno de sus libros La fronda
arist ocrát ica; allí aparece m uy bien expresado est e espírit u, a pesar de haber sido
la oligarquía chilena una de las m ej or organizadas en Am érica Lat ina. En realidad

219
no hubo m ayores m ot ivos para que las oligarquías gobernant es de nuest ros
respect ivos países no llegaran a un acuerdo " de fam ilia" en 1810, puest o que pocas
fam ilias det ent aban el poder en cada uno de est os países. Eran blancas, nacidas y
form adas a la som bra del I m perio español, poseían la m ism a lengua, igual religión
y sim ilares t radiciones hist óricas; sin em bargo no se llegó a ese acuerdo. Adem ás
de Bolívar, Sant a Cruz propuso ot ra im port ant e idea, abort ada desde sus inicios por
Port ales: unir baj o una m ism a est ruct ura est at al a Bolivia, Perú y Ecuador,
incluyendo en lo posible a Chile.

—En esa época hubo guerras ent re int egracionist as y separat ist as. Y hay
hechos que poco se conocen; por ej em plo, en la guerra de Chile cont ra la
Confederación Perú- Boliviana, el prócer chileno Bernardo O 'Higgins, dest errado en
Lim a, com o int egracionist a era un firm e part idario de la Confederación. En ese
m om ent o, int egrar Perú y Bolivia, luego som et er en esa guerra a Chile y
post eriorm ent e int egrarlo, era el plan de Sant a Cruz para avanzar en la perspect iva
bolivariana: la gran confederación de est ados am ericanos. Al final los
int egracionist as fueron derrot ados. La fuerza de los separat ist as se apoyaba en las
enorm es dist ancias físicas y en las dificult ades para generar est ruct uras
adm inist rat ivas en esos enorm es t errit orios.

—Pero el I m perio español t uvo esas m ism as dificult ades. ¿Cóm o pudo
m ant ener la unidad polít ica y adm inist rat iva de est a gigant esca región durant e m ás
de t rescient os años y con los m odest ísim os m edios de com unicación y t ransport e
de la época?

—Precisam ent e porque el I m perio español era un poder cent ralizado sobre
la base de la fuerza.

—Pero vuelvo a pregunt arm e, ¿por qué no pudo surgir un núcleo cent ral de
pat ricios criollos capaces de aglut inar a los pueblos iberoam ericanos ut ilizando las
est ruct uras exist ent es? En sínt esis, las fuerzas separat ist as y cent rífugas han
operado con m ayor energía que las unit arias y cent rípet as. Ciert am ent e, la
dim ensión del cont inent e y sus m últ iples accident es geográficos const it uían un serio
obst áculo para la unificación de est os pueblos baj o una sola est ruct ura federada o
confederada.

220
—En rigor, los españoles no m ant uvieron unido el subcont inent e, sino que
som et ieron la diversidad de et nias originarias y, desde España, art icularon a sus
represent ant es en Am érica com o si fueran un supragobierno. La I ndependencia fue
una rupt ura que desest ruct uró ese I m perio. En ese proceso algunos líderes criollos
se inspiran en ideas liberales y m odernas, cam biando el escenario una vez que
ést os se aut onom izan sobre la base de la idea de const it uir Est ados naciones. Ust ed
diría que podría haberse const it uido el gran Est ado nación de la Am érica del Sur.

—Más aún, cuando ya exist ía el ej em plo de Est ados Unidos.

—Est ados Unidos fue dist int o. Prim ero, la gran región del nort e t enía
m enos t iem po com o colonia de un I m perio; no había t enido capit anías generales ni
virreynat os ni nada que dot ara de ident idad a las dist int as unidades adm inist rat ivas
que sí había en la Am érica española; segundo, no t enía la presencia de
civilizaciones indígenas; t ercero, com o ust ed dest aca, t uvo una m igración
m odernam ent e hom ogénea.

—Y a esos fact ores enum erados por t i creo necesario agregar que la
propiedad de la t ierra se encont raba en m anos de pequeños y laboriosos
parceleros. En Est ados Unidos no se dio el fenóm eno del lat ifundio ni surgieron
clases oligárquicas propiet arias de la t ierra, t ransform adas en el principal obst áculo
al desarrollo m oderno de est os países; t am poco florecieron los " caudillos bárbaros"
ni el persist ent e m ilit arism o de herencia hispánica; su iglesia era reform ada, lo cual
facilit aba enorm em ent e el surgim ient o de una sociedad abiert a, indust riosa y
dem ocrát ica.

— Volviendo al t em a de la unidad, es ciert o que en est os dos siglos de vida


independient e operaron esas fuerzas cent rífugas; sin em bargo, t am bién lo es que
en esos dos siglos se const it uyó una unidad cult ural ant e el m undo y ant e nosot ros
m ism os. En cada uno de nuest ros pueblos es indudable un doble sent ido de
pert enencia: soy chileno y lat inoam ericano, soy peruano y lat inoam ericano, et c.
Est o se aprecia en cosas nim ias, pero relevant es. Por ej em plo en un cam peonat o
m undial de fút bol un niño cualquiera de nuest ros países sabe que si j uega ot ra
selección lat inoam ericana ant e un país europeo o asiát ico, su sim pat ía se va con el
seleccionado de la región. En Orient e y en Europa som os lat inos, sudacas, t odos
iguales. En reuniones de lat inoam ericanos nos sent im os en com unión de lengua, de
t radición m est iza y cada vez nos vam os enorgulleciendo m ás de esa condición. Es

221
ciert o que ha sido una y ot ra vez derrot ada la ut opía de la unidad polít ica; pero no
se puede negar est e proceso crecient e de const it ución de una ident idad cult ural
com ún.

—Debem os desarrollar aún m ás ese doble sent ido de pert enencia del que
est ás hablando. Por el m om ent o, est im o un poco ilusorio est a apelación al orgullo
por nuest ra condición m est iza. No creo que sea un sent im ient o m uy com part ido en
t érm inos generales. Creo que cada país de Am érica cont inúa viviendo en lo suyo,
sin preocuparse m ayorm ent e por sus vecinos. Cont inúan exist iendo m ayores
vínculos con Europa y Est ados Unidos que ent re nuest ros países. Las inform aciones
acerca de los acont ecim ient os ocurridos en los países del Sur son m uy escasas en
los program as inform at ivos nacionales. Si se quiere t ener una visión general de lo
ocurrido diariam ent e en nuest ra lat it ud del Sur, recom iendo ver el inform at ivo
nort eam ericano de la CNN.

—Muchas cont radicciones económ icas y cult urales no son ent re países, sino
ent re act ores sociales que operan allá y acá. Por ej em plo, a algunos chilenos no les
inquiet a que grupos ecologist as del nort e, j unt o a ot ros sect ores sociales, obj et en la
export ación de salm ones, debido que a la producción de ést os no cum pliría con
norm at ivas am bient ales y laborales acept adas int ernacionalm ent e. Más allá de que
algunas obj eciones sean m ot ivadas por la com pet encia económ ica —com o ocurre
con los product ores de salm ones nort eam ericanos—, lo relevant e para esos chilenos
que no se inquiet an es presionar para que aquí se apliquen norm as am bient ales y
laborales que sirvan a la sust ent abilidad de Chile y del planet a.

—En est e nuevo escenario hist órico se est án produciendo concordancias,


at racciones y sim pat ías de orden m ás bien t ransversal, por ej em plo, ent re
ecologist as, defensores de derechos hum anos y de m inorías ét nicas; en cam bio, las
ant iguas y clásicas ident idades basadas en la raza, la religión y la lengua han
perdido gran part e de su peso y gravit ación en el área occident al del m undo.
Tom ando en cuent a est a realidad, debiéram os cam biar nuest ras ant iguas alianzas
por ot ras nuevas con las act uales organizaciones em ergent es...

—¿Quiénes " debiéram os cam biar nuest ras ant iguas alianzas" ?

—Est oy pensando en una nueva izquierda. Hast a hace poco la izquierda era
una enem iga feroz del im perialism o nort eam ericano; hoy, en m i opinión, no

222
podem os j uzgar a Est ados Unidos com o una t ot alidad sin const at ar profundas
divergencias en su int erior, incluso en sus cent ros financieros e indust riales. Un
Douglas Tom pkins y un George Soros no son las únicas excepciones. Esos
" pot ent ados" est án aport ando enorm es recursos a organizaciones que defienden
causas progresist as en el rest o del m undo. I ncluso t engo experiencias personales al
respect o: en dos o t res foros a los cuales fui invit ado por universidades
nort eam ericanas, las int ervenciones de académ icos chilenos ubicados en el
pensam ient o de derecha, en m at erias com o derechos hum anos, ecología o cult ura,
eran not oriam ent e m al recibidas por el público de est udiant es y profesores. El
escenario planet ario ha venido t ransform ándose radicalm ent e en los últ im os años,
han aparecido act ores nuevos y ot ros, com o Est ados Unidos y los países europeos,
est án en una et apa de cam bio.

LOS DESAFÍOS DE AMÉRICA LATINA


EN EL SIGLO XXI

—Son num erosos los desafíos que deberá enfrent ar nuest ra Am érica en el
siglo XXI , desde luego el ret o de una real m odernización. Quisiera com ent ar
algunas afirm aciones del hist oriador Francisco Ant onio Encina acerca de Chile, pero
que bien podríam os hacer ext ensivas al rest o de los países de Am érica. Él at ribuye
la " inept it ud económ ica de la población nacional... a la m ent alidad de la raza... y a
la educación inadecuada" . Dicho en t érm inos act uales, est aría sost eniendo una
especie de inept it ud genét ica para lograr un desarrollo indust rial m oderno. En lo
personal, le haría una pequeña gran corrección: no es la " m ent alidad" en t érm inos
genéricos de nuest ro pueblo, la responsable principal de nuest ra inept it ud, sino la
de aquellas clases y sect ores de la sociedad que gobernaron por m ás de un siglo el
país, y que son las que m ás han influido en " la educación inadecuada" de que habla
Encina. Pero, agrega algo m ás nuest ro hist oriador: " una raza apt a para la
agricult ura e inept a para las act ividades m anufact ureras" . Tam bién haré un alcance
a su afirm ación: pudiera ser ciert a est a apt it ud para la agricult ura, pero Encina no
recalca que esa agricult ura fundada en la explot ación del lat ifundio era
absolut am ent e cont raria a las exigencias m odernas de la producción agraria y con
m ucho m ayor razón a la de las " act ividades m anufact ureras" , las que, com o se
sabe, han sido caract eríst icas de la Época Moderna. Con est a afirm ación el
agricult or e hist oriador Francisco Encina reconocía nuest ra incapacidad para

223
incorporarnos en plenit ud a la Modernidad. " El español que vino con Pedro de
Valdivia... fue un t ipo m ilit ar, alej ado de la fase indust rial m oderna" . El m ilit ar se
cruzaba " con la hem bra de una raza que aún no salía de la Edad de Piedra..." . Con
est as palabras un t ant o inadecuadas y brut ales, Encina explicit aba su int erpret ación
acerca de nuest ra inept it ud para haber em prendido un real proceso indust rializador
y en consecuencia, m odernizador.
Dos son los personaj es m ás represent at ivos de la Época Moderna que han
brillado por su ausencia en nuest ros países: el em presario burgués y el cient ífico. El
em presario indust rial sólo ha venido a em erger " y con enorm e ret raso" en la
segunda m it ad del siglo recién pasado; y el cient ífico sólo hoy est á apareciendo. Si
m al no recuerdo, sólo un cient ífico de est a lat it ud ha sido agraciado con el Prem io
Nobel. Tam poco hubo en est a región em presarios de la capacidad e iniciat iva de un
Ford a com ienzos del siglo XX, y de un Gat es a fines del m ism o. A la inversa, en el
m undo del art e poco t ienen nuest ros países que envidiar a Europa o Est ados
Unidos. Si algo de propio y valioso t iene nuest ra Am érica Lat ina son sus escrit ores,
poet as, m úsicos, pint ores y escult ores, j unt o con algunos ensayist as. Y m e
pregunt o: ¿cóm o explicar est a diferencia ent re engendrar grandes t alent os
art íst icos y, en cam bio, carecer de los im port ant es t alent os cient íficos y
em presariales que hacen la diferencia ent re la sociedad ant igua y la m oderna? Tal
vez la respuest a venga por el lado de que el t alent o art íst ico es m ás bien una
expresión del genio individual, m ient ras que el desarrollo de los t alent os
em presariales y cient íficos exigen condicionam ient os sociales favorables.

—Más allá de la brut alidad y m enosprecio con que Encina t rat a a la


" hem bra de la Edad de Piedra" que es la m uj er m apuche, él dice bien cuando
afirm a que los hom bres que vienen de Europa con det erm inadas caract eríst icas y se
cruzan con las m uj eres indígenas darán com o result ado concret o una singularidad
cult ural m est iza. En m i caso he afirm ado ant es que la presencia cult ural indígena
explica en gran m edida que Am érica Lat ina no const ruya una Modernidad a im agen
y sem ej anza de la que viene del cent ro. Pero Encina da a est o un j uicio de valor
m uy negat ivo; en cam bio para m í ha sido sólo una realidad hist órica y adem ás una
fort aleza en est e present e crít ico de la Época Moderna.
Hist óricam ent e es m uy coherent e que quienes provenían de cult uras
indígenas, con su propia cosm ovisión, no est uvieran dot ados para vivir a raj at abla y
cont ra su volunt ad la cult ura m oderna. A ust ed no le dice nada que los países
cult uralm ent e m ás m odernos de Am érica Lat ina hoy sean Argent ina y Uruguay,
am bos, por dist int os m ot ivos, con m uy poca presencia indígena. La m ayoría de

224
nuest ras sociedades, en especial las andinas y m esoam ericanas, en cam bio, se
const it uyeron con esas enorm es m asas indígenas provenient es de ot ra m at riz
cult ural, y est o nunca se quiso acept ar.
Me parece que ust ed y Encina piensan que lo m oderno es lo ideal, lo m ás
pot ent e. Encina culpa al indio y ust ed a la oligarquía por nuest ras dificult ades para
alcanzar la Modernidad. Pero pienso que el act ual desafío es hacerse cargo en
profundidad del hecho que nuest ra realidad cult ural ha sido frut o de la fusión y, por
lo m ism o, acá fue im posible replicar la cult ura m oderna a im agen y sem ej anza de
los países cent rales. El indígena no pudo asum ir la cult ura m oderna. Y ese dat o
prefiero verlo com o un gran plus de nuest ra región ant e la act ual crisis de
sust ent abilidad hist órica de la Modernidad realm ent e exist ent e.

—No creo que sea j ust o responsabilizar al m undo indígena de nuest ra


incapacidad para incorporarnos a la Modernidad. Personalm ent e no hago ninguna
crít ica a las valiosas cult uras indígenas del sur de Am érica por haberse negado a
asum ir valores y creencias aj enos a sus visiones ancest rales. Para m í la
responsabilidad fundam ent al reside en las m inorías blancas que por cinco siglos
dom inaron en form a casi absolut a en nuest ro cont inent e.
Pero volviendo a los int errogant es plant eados por Francisco Encina,
principalm ent e en su ensayo Nuest ra inferioridad económ ica ( y en el de Aníbal
Pint o, Chile, un caso de econom ía frust rada) , se reit era la m ism a pregunt a: ¿por
qué, habiendo Chile consolidado t em pranam ent e su est abilidad polít ica y
disponiendo de enorm es riquezas nat urales, no logró, sin em bargo, el " despegue"
capit alist a descrit o por Rost ov ni t am poco dot arse de est ruct uras m ent ales e
inst it ucionales realm ent e m odernas? ¿Y acaso hoy día no est á ocurriendo lo m ism o?
¿Puede reducirse un real proceso de m odernización a la sola esfera económ ica y
aún m ás, al m ero t raspaso de las em presas nacionales a los conglom erados
t ransnacionales? Para m í ése es un t ipo de m odernización perversa. Ninguno de los
fam osos t igres asiát icos, com enzando por Japón, ni ninguno de los países europeos
se " m odernizaron" vendiendo sus riquezas nat urales y sus em presas a
conglom erados em presariales ext ranj eros.
En Chile, por lo pront o, debe com enzar m odernizándose el sist em a
const it ucional del país. Ningún Est ado m oderno exhibe una const it ución polít ica t an
anacrónica ni ningún país m oderno t oleraría fuerzas arm adas independizadas del
poder civil; ni t am poco es acept able un sect or em presarial incapaz de generar valor
agregado; ni es m oderna la legislación laboral; ni es m oderna la form a de explot ar
los bosques ni m ucho m enos la respuest a a las reivindicaciones de m apuches y

225
pehuenches; ni es m oderno un sist em a educacional que apenas alcanza al 2,5 por
cient o del Product o Nacional, en circunst ancias de que las fuerzas arm adas
disponen del 6 por cient o; com o t am poco es propio de un país m oderno el ínfim o
porcent aj e de recursos dest inado al desarrollo de invest igaciones cient íficas.

—I nsist o, sólo nos m odernizam os a la m anera lat inoam ericana y deficit aria
que nos caract eriza. Todo lo que ust ed enum era, lo hem os t enido a m edias,
insuficient e; salvo en el t rat o a los pueblos indígenas y al m edio am bient e, ám bit os
en los que hast a hace poco hem os sido profundam ent e m odernos, dicho en est rict o
sent ido hist órico; por ej em plo, hem os sido m uy occident ales m odernos en lo
discrim inador del ot ro cult ural y en lo depredador...

—Sabem os que ésa es t u opinión. Según el diario Le Monde, " en 1937, t res
países de Am érica Lat ina —Argent ina, Uruguay y Venezuela— t enían un ingreso
m edio por habit ant e próxim o al de Francia" . Y hacia 1920, el ingreso per cápit a
chileno era superior al de I t alia y el de Colom bia com parable al de Japón. La
segunda guerra m undial produj o enorm es ingresos al conj unt o de los países de
Am érica Lat ina. En 1950, Perú disponía de un product o por habit ant e equivalent e al
de Corea y al de Taiwán. El ingreso m edio per cápit a en Argent ina era superior al
de I t alia, Finlandia, Aust ria y España, en t ant o que hoy es not ablem ent e inferior. El
ingreso act ual de países considerados ent onces relat ivam ent e pobres, com o
I rlanda, Port ugal y Grecia, han superado al de los países m ás desarrollados de
Am érica Lat ina.

—Sorprendent e la inform ación. Nos habla del caráct er poco com plej izador
de las cifras. Pues no creo que en 1937 Venezuela haya sido com o I t alia. En
Venezuela en esa época había t asas de analfabet ism o, pobreza cam pesina y urbana
y un m enoscabo al indígena y al negro im presionant es, m ient ras que en I t alia había
pobreza, y de ahí t oda la m igración, pero era una sociedad que desde el punt o de
vist a educacional, de ciert o equilibrio económ ico y cult ural era m uy dist int a a
nuest ras realidades. Me int eresa, no obst ant e lo que ust ed t ant o dest aca: ¡cuánt o
ha sido el despilfarro de nuest ras clases dom inant es! ¡Qué cant idad de recursos han
t enido y cóm o los han dilapidado!

—Las derechas de Am érica Lat ina siem pre se han escudado en que
" éram os pobres y por ello no podíam os progresar hacia niveles m ayores de
indust rialización, de const rucción de infraest ruct uras viales, de hospit ales y

226
escuelas" ; lo cual era falso, puest o que los recursos exist ían; pero el despilfarro y la
dilapidación de ellos ha const it uido un verdadero crim en hist órico. Hoy, la respuest a
del neoliberal no es m uy dist int a: " nuest ro ret raso se debió a las regulaciones, a los
prot eccionism os, a la am pliación desm esurada del Est ado, a los enorm es gast os en
seguridad social" ; pero cóm o se podría acept ar est a argum ent ación si hast a los
años cuarent a del siglo XX el dom inio de las elit es oligárquicas en el conj unt o de los
países de Am érica Lat ina fue casi absolut o, los part idos de izquierda vinieron a
cobrar alguna influencia sólo a cont ar de esa década.
Por lo dem ás, com o ya he recordado, los fam osos t reint a gloriosos años de
Europa se lograron con un not able aum ent o de gast o social, con pleno em pleo, con
una profusa legislación laboral y con innum erables int ervencionism os, regulación y
prot eccionism os; y los espléndidos años de crecim ient o de las econom ías asiát icas
—Japón, Taiwán o Corea— se obt uvieron a t ravés de polít icas sem ej ant es. Caem os
nuevam ent e en el com plej o t em a cult ural. Más im port ant e que las riquezas
nat urales que pueda poseer un país, vale su capacidad para agregar valor a su
producción, lo cual se consigue con ahorro, aust eridad, alt ísim as inversiones en
educación, en ciencia y en t ecnología y con un fuert e espírit u em presarial. Aquí
reside la única y real " vent aj a com parat iva" de un país.

—¿Qué ot ros desafíos visualiza en nuest ra región?

—Desde luego, lograr una plena y aut ént ica dem ocracia. Los act uales
sist em as const it uyen en los hechos una farsa. Porque se t rat a de sociedades
profundam ent e desiguales. En áreas ent eras los t rabaj adores no gozan de
prot ección social alguna; no m enos de la m it ad de la población del Sur de Río
Grande vive en la pobreza e incluso en la indigencia. En los últ im os años, los
porcent aj es de hogares pobres, según CEPAL, han fluct uado ent re el 35 y el 41 por
cient o. En países com o Bolivia, Ecuador y Colom bia han bordeado el 50 por cient o.
La " brillant e econom ía" m exicana exhibe un 43 por cient o de pobres, incluidos los
indigent es. En los inicios del año 2000 los países de la región con m enores
porcent aj es de pobreza son Uruguay, 6 por cient o; Argent ina, 14 por cient o, y
Chile, 18 por cient o. Brasil m uest ra la peor dist ribución de ingresos del cont inent e:
el 40 por cient o de la población percibe sólo el 10 por cient o de los ingresos. No
t iene sent ido cont inuar con est a larga enum eración de inj ust icias para int ent ar
dem ost rar que en los países de Am érica Lat ina la " dem ocracia real" no exist e o sólo
alcanza al 25 por cient o de sus 450 m illones de habit ant es.

227
—¿Y cuál es el desafío ecológico?

—Est o present a caract eres cada vez m ás alarm ant es, ent re ot ras m uchas
razones, por ser el área am azónica el últ im o pulm ón del m undo. Vencer la
resist encia de las fuerzas de derecha, que en form a explícit a prefieren el
crecim ient o económ ico a la adopción de cualquier m edida dest inada a preservar la
nat uraleza, será una t area ardua y larga. En un inform e del Program a de Naciones
Unidas para el Medio Am bient e ( G.E.U. 2000) se pronost ica una grave crisis
am bient al en Am érica Lat ina de no corregirse las t endencias act uales. Según el
inform e las causas serían la " pobreza persist ent e de la población y el consum o
excesivo por part e de la m inoría" .

—¿Hay ot ros desafíos?

—Nat uralm ent e. Por un lado, t ransform ar a ej ércit os que se han convert ido
en part idos polít icos arm ados al servicio de sect ores claram ent e m inorit arios y son
port adores de ideologías de signo claram ent e reaccionario; y por ot ro a los poderes
j udiciales que son lent os, venales y corrupt os. Tam bién t enem os el desafío del
aum ent o exponencial de la droga, de la corrupción y de la delincuencia. Dada su
m agnit ud, casi parecen sin solución, sobre t odo en ciert os países. Droga, corrupción
y delincuencia van m inando y dest ruyendo las reservas ét icas y m orales m ás
fundam ent ales de una sociedad y, en los hechos, t ornan casi im posible la vigencia
de los sist em as dem ocrát icos. Y, lo que no es poco, el " desafío I nt ernet " .

—¿Qué ocurre con la izquierda lat inoam ericana ant e est os m últ iples
desafíos?

—Hoy día es m ás necesaria que nunca su presencia, dado el nuevo y


colosal giro de la hist oria. Sin la presencia de una pot ent e y renovada fuerza de
izquierda el dom inio occident al sobre el m undo quedaría absolut am ent e ent regado
a las " frías aguas del cálculo egoíst a" . La codicia, el egoísm o, la avidez por el
dinero, sent im ient os t an propios del pensam ient o de derecha, t endrían efect os
cat ast róficos para la nat uraleza, para los pobres, para los países pequeños y
m edianos y para una vida decent e. Com o puedes ver, no son sim ples ni fáciles los
desafíos que esperan a nuest ra Am érica en el siglo XXI ...

228
tercera
parte

LA GRAN TRANSFORMACIÓN DE LAS


IDEOLOGÍAS, DE LA POLÍTICA
Y DE LA MORAL OCCIDENTAL

229
15

EL FIN DE
LAS IDEOLOGÍAS MODERNAS

CARLOS ALTAMI RANO: —La desideologización y la despolit ización han sido


y son ant iguas y reit eradas banderas de las derechas del m undo. Para las fuerzas
conservadoras, t odo pensam ient o o acción dest inados a producir un cam bio en
cualquier dom inio hum ano son negat ivos, conducen al desorden y alt eran el orden
nat ural o divino de las cosas. Por lo m ism o, esas fuerzas en su m om ent o
rechazaron las concepciones de Copérnico y Galileo y la t eoría de la evolución de
Darwin, m ás t arde desconfiaron de las elaboraciones de Freud, ridiculizaron las
pint uras de Picasso, se opusieron al sufragio universal, y a cualquier t ipo de
legislación social y la liberación de la m uj er les pareció el com ienzo de la
decadencia y degeneración de la cult ura occident al.
Pero no sólo exist en ideologías polít icas, las hay en t odo t ipo de
pensam ient o, ya sea cient ífico, art íst ico, social o económ ico. Todo hom bre, ant es de
act uar, est á guiado o im pulsado por ideas. Los pensadores de derecha sólo
consideran falsas las de izquierda, pero est im an legít im as y ciert as las suyas, sean
ést as t radicionalist as, conservadoras, nacionalist as, nazi- fascist as o, com o hoy las
llam an, neoliberales o neoconservadores. Aún m ás, las creencias religiosas son
t am bién sist em as de ideas, m ás allá de su presunt a revelación divina.

HERNÁN DI NAMARCA: —Ust ed t orna sum am ent e lat o el concept o de


ideología. Es una legít im a opción int elect ual y hay que explicit arla: sería ideológico
t ant o un sist em a de pensam ient o religioso com o uno cient ífico, t am bién las
doct rinas polít icas e incluso el sent ido com ún. Unifica lo que ot ros aut ores
desglosan en dist int as concept ualizaciones. De esa m anera, decir ideologías es
práct icam ent e decir visión de m undo. ¿Ent onces no est aba en lo ciert o, prim ero,
Daniel Bell y luego ot ros que han anunciado el fin de las ideologías?

230
—En mi concept o, Daniel Bell, el sociólogo neoconservador
nort eam ericano, cuando escribió en 1955 su célebre obra El fin de las ideologías,
declarando agot adas las ideas polít icas, incurrió en una opinión claram ent e
ideologizada. No han m uert o las ideologías en t érm inos genéricos. En cam bio sí m e
parecen agot adas las t res principales ideologías de la Modernidad: la liberal, la
conservadora y la socialist a. Desde una perspect iva lógica, si la Modernidad est á
t ocando a su fin, j unt o con sus grandes creaciones sociales y polít icas, t am bién se
ven afect adas las ideologías que cont ribuyeron a conform ar la Época Moderna.
La Época Moderna occident al fue una creación del espírit u revolucionario de
izquierda, t ant o en su expresión liberal com o socialist a. Mient ras que el
conservadurism o, básicam ent e de raíz cat ólica, se const it uyó en la fuerza defensora
del ancien régim e y en el enem igo m ort al de la Modernidad. En 1980 com ienza un
nuevo giro hist órico. Ent onces ya se podía predecir el colapso del m ovim ient o
com unist a int ernacional; se vivía el t riunfo en EE.UU. e I nglat erra de Ronald
Reagan y Margaret That cher; el socialism o europeo daba señales de agot am ient o;
el liberalism o dej aba de ser una fuerza revolucionaria, est ableciendo alianzas con
su enem igo secular, el conservadurism o; y ést e, a su vez, concluía un largo periplo
de dos siglos de sist em át ica oposición a las innovaciones m odernas y, t ravest ido de
neoconservadurism o, asum ía la defensa de la m odernidad polít ica, económ ica y
cient ífica, salvo algunas crít icas m ás bien ret óricas a ciert os valores cult urales de la
Modernidad.
En sínt esis, el com unism o se colapsaba súbit am ent e, y el liberalism o, por
su part e, aparecía en una sit uación alt am ent e paradój ica y cont radict oria. Sin duda,
es una ideología t riunfant e, pero, al t ransform arse en una fuerza de derecha, ha
perdido su elan de renovación y cam bio. En los hechos, en Europa, ya no exist en
part idos polít icos llam ados liberales, y el liberalism o propiam ent e t al se ha
reconvert ido en neoliberalism o, expresión ideológica reducida sólo al ám bit o
económ ico. El socialism o, por su part e, en su variant e europea, gobierna en casi
t odos los países de esa región, pero a t ravés de una inspiración aj ena a su t radición
e hist oria. Si bien el liberalism o carece de part idos, al m enos exhibe una ideología;
en cam bio, la socialdem ocracia conserva im port ant es est ruct uras part idarias, pero
carece de una ideología fuert e. Por últ im o, el pensam ient o ideológico cat ólico
t am bién at raviesa por una crisis, al est ar abandonando los principios y valores que
habían perdurado en el paso de la Época Medieval a la Moderna.

—Creo im port ant e que ust ed diga " liberalism o propiam ent e t al" . De ese
m odo precisa la m anera concret a com o se expresó el liberalism o com o ideología

231
polít ica m oderna, con sus valores en pro de los derechos individuales, la separación
de poderes y la dem ocracia represent at iva ent re ot ros; digo que es im port ant e,
pues así com o la expresión m odernización se usa para cualquier cosa, t am bién
m uchos se declaran " liberales" para referirse a una suert e de sent ido com ún de la
t olerancia —com o si fuera la caract erización de un perfil psicológico abiert o, es
decir, lo usan com o libert ario—. Est o ocurre ent re ot ras cosas porque el liberalism o
polít ico ya se inst aló en la Hist oria, y, paradój icam ent e, por lo m ism o ya est á
agot ado, en el sent ido de que sus valores se han hecho part e, com o realidad o
idealidad, del vivir occident al, pero carece —com o es lógico— de respuest a a los
nuevos desafíos.

—Más adelant e profundizarem os en el agot am ient o del liberalism o. En las


últ im as décadas hem os asist ido al derrum be de lo que Marx denom inara
superest ruct uras valóricas, ideológicas y polít icas de las sociedades occident ales.
Las cat egorías ideológicas de derecha e izquierda, en conflict o durant e los dos
últ im os siglos, se han desperfilado hast a t al punt o que m uchos se pregunt an si aún
t iene validez est e dist ingo hist órico. Los part idos polít icos conservadores, liberales,
socialist as, com unist as, socialdem ócrat as y dem ócrat as crist ianos, igual que sus
ideologías, han ido desapareciendo o experim ent ado t ransform aciones que los
t ornan irreconocibles. Han ingresado al cem ent erio de la Hist oria las ideas
anarquist as, fascist as, radicales. En fin, en est e cont ext o, surge una pregunt a
crucial: ¿cóm o explicar el evident e y grave desfase ent re la est ruct ura económ ica
capit alist a, aún dot ada de enorm e vit alidad, y el colapso de su m oderna
superest ruct ura polít ica, ideológica y valórica?

—El aparent e funcionam ient o exit oso del sist em a económ ico est á dañado
en lo profundo, en t ant o no es sust ent able porque sus fuerzas product ivas y valores
result aron y result an irrem ediablem ent e dest ruct ivos social, am bient al y
cult uralm ent e.

—Mi observación final apunt aba m ás que a la presunt a vit alidad del
sist em a capit alist a, a replant ear el viej o t em a de Marx sobre la " det erm inación" de
la superest ruct ura por la est ruct ura. Pero, a la inversa, com pruebo el derrum be de
la superest ruct ura de las sociedades m odernas, de sus inst it uciones, de sus valores
m orales, de sus com port am ient os ét icos, de sus aparat os ideológicos, así com o de
sus ideologías y part idos polít icos. Y en cam bio no percibo igual colapso en la
est ruct ura económ ica del sist em a. Por el cont rario, veo un sist em a en fuert e

232
reest ruct uración, en veloz expansión, invent ando pot ent es innovaciones
t ecnológicas y aut onom izándose de t oda dirección polít ica, m ej or dicho, asum iendo
el cont rol y dirección de las sociedades occident ales, incluida la nort eam ericana.

—Es m uy ciert a la act ual aut onom ización de la econom ía por sobre t odas
las ot ras dim ensiones del vivir. Es un signo del cam bio epocal en t ant o expresa el
agot am ient o de la Época Moderna, la que ya sin ot ros ideales queda sólo con su
descarnada cara econom icist a, con su sueño de product ivism o. Los grandes
econom ist as que crearon la Época Moderna, Sm it h, Ricardo, Marx, Keynes, eran
pensadores int egrales, orient ados a t oda la cult ura, hum anist as; pero hoy asist im os
a una fet ichización de la econom ía inst rum ent al, a una " dict adura de los
t ecnócrat as" —dicen algunos en form a m ás dura.
En Chile m ism o, sin ir m ás lej os, t odo se m ide por ese rasero; hast a en el
gobierno est am os viendo que las t ensiones no se producen sólo con sus oposit ores,
sino que m uchas veces son ent re los t écnicos de Hacienda y ot ras opciones que
ponen el acent o en lo social, en lo am bient al y cult ural. Es un desafío recuperar una
nueva m irada int egral que asum a una nueva econom ía al servicio de la
sust ent abilidad de lo hum ano.

—I ndudablem ent e, t am bién est á present e la ot ra cara de la m edalla, la de


la crisis global de las sociedades m odernas, a la que t e est ás refiriendo. Pero,
¿cóm o explicar el act ual desfase ent re est ruct ura y superest ruct ura? Una, la
est ruct ura, pot ent e al m enos en su expresión act ual, y la ot ra en descom posición.
¿O t al vez Marx t enía razón? ¿Son las t ransform aciones ocurridas en el capit alism o
y en su acelerada globalización, la causa últ im a de los cam bios revolucionarios en
las form as de vivir, pensar y com port arse en una significat iva proporción de la
población m undial?

LA ÉPOCA MODERNA NO FUE CONSTRUIDA


POR UNA "VANGUARDIA" POLÍTICA CONSCIENTE

—Hem os hablado de cóm o el espírit u m oderno —racionalist a y secular— se


adueñó de los países de Europa occident al. Siem pre m e ha sorprendido que en un
det erm inado t iem po y lugar se produzcan hechos est elares con diferencia de sólo
m eses o años, lo que a escala hist órica carece de im port ancia. Eso ocurrió en los

233
inicios de la Época Moderna con sucesos que desde los m ás diversos dom inios irían
paut ando la nueva m ent alidad. Por ej em plo, en 1688 concluía la segunda part e de
la revolución polít ica inglesa; en 1687 aparecen los Principia de Newt on, en los que
se enuncia la ley de la gravit ación universal; la Epíst ola Sobre la Tolerancia religiosa
vio la luz en 1689; el m ism o año se com ienza a edit ar, en Leipzig, la prim era
revist a cient ífica de difusión int ernacional; en esos años nacían t am bién las t eorías
de la dem ocracia polít ica m oderna y del capit alism o indust rial.
Ent re 1680 y 1780, Siglo de las Luces, el m undo europeo echó las bases de
la nueva civilización occident al y sim ult áneam ent e est allaron las t res m ayores
revoluciones de la era m oderna: la polít ica francesa, la indust rial inglesa y la
independent ist a nort eam ericana. Y, adem ás, se desarrolla la revolución cient ífica.
Lo curioso fue que t odo est o, dest inado a t rast ornar de m anera radical y definit iva
el m undo occident al ant iguo y m ás t arde a t odas las civilizaciones exist ent es, no
est uvo liderado por part ido polít ico alguno ni por una ideología propiam ent e t al.
Ést os vendrían apareciendo recién en la segunda y t ercera décadas del siglo XI X.

—No es t an curiosa esa ausencia de liderazgo de los part idos polít icos en la
const rucción inicial de la Modernidad. Pues si ést os son form aciones orgánicas con
rit os y procedim ient os que procuran incidir en la Hist oria, y ésa es una m ent alidad
y un hecho t ípicam ent e m odernos, ent onces es obvio que los part idos se
configurarán en el devenir m ism o del proceso hist órico m oderno y a la vez
consolidarán la m odernidad.

—Lo dest acable para m is ex convicciones vanguardist as, fue la carencia de


una vanguardia polít ica conscient e.

—Claro que sorprende descubrirlo a quienes est am os acost um brados a la


conducción cent ralizada de las cosas.

—Mi prim era hipót esis es que el m ayor cam bio hist órico ocurrido en la
hum anidad, por lo m enos en sus orígenes, no fue im pulsado por ningún act or
colect ivo específico. La segunda es que de la ideología de la ilust ración habrían de
nacer las t res grandes t radiciones ideológico- polít icas m odernas, la liberal, la
socialist a y la conservadora ( est a últ im a com o reacción a las dos ant eriores) . Y la
t ercera hipót esis es que la sit uación hist órica act ual guarda enorm e sim ilit ud con lo
que ocurrió en el siglo XVI I I ; hoy, pese a que nos encont ram os en un período de

234
t ransición epocal, t am poco exist en nuevas ideologías sist em at izadas ni fuerzas
sociales y polít icas organizadas com o expresión de las nuevas realidades hist óricas.

—Es ciert o, hoy no hay nuevas ideologías sist em at izadas, aunque sí exist e
lo m ism o que ust ed dest aca en el siglo XVI I I : la em ergencia de hom bres y m uj eres
con nuevas ideas, que est án crit icando la Modernidad occident al y de est e m odo,
conscient e o inconscient em ent e, gest an el act ual cam bio hist órico e incuban las
nuevas ideologías de la Posm odernidad. En ese sent ido, ant es he hablado de que
est e siglo que se inicia podría ser com o la " I lust ración" de la act ual t ransición
epocal.

—Result a m uy difícil ubicarse en el act ual m om ent o hist órico, sobre t odo
porque aún est án en curso los efect os de est os acont ecim ient os. ¿Cuál m arcará la
dirección de la hum anidad? I nsist o, las t res grandes revoluciones m odernas
ocurrieron sin la presencia de un pensam ient o ideológico sist em at izado.

—Es im port ant e lo que ust ed aprecia en las t ransiciones epocales.


Reconocer que el hom bre y la m uj er que vivieron la t ransición a la Modernidad
ignoraban que est aban en una t ransición y ent rando a una nueva época hist órica
nos sirve para ent ender que hoy ocurre lo m ism o. Sin em bargo, m e parece, hoy
exist e m ayor conciencia hist órica: m uchos pensadores est án hablando del fin de
una época y del inicio de una Posm odernidad ( en realidad, com o vim os ant es, el
prefij o pos es hoy de uso com ún en las ciencias sociales) . Y exist e m ayor conciencia
porque t enem os m em oria de lo que han sido ot ras t ransiciones y de esa m anera es
posible la com paración y la analogía hist órica.

—Adem ás est á influyendo la ext raordinaria aceleración con que se


am ont onan los acont ecim ient os. Pero no dej o de asom brarm e: ¡no hubo una
dirección polít ica hom ogénea y concert ada durant e el m ás pot ent e de los
m ovim ient os hist óricos conocidos! Los m ás dest acados int elect uales de la
ilust ración no coincidían ent re sí. Por ej em plo, Volt aire no sim pat izaba m ayorm ent e
con los enciclopedist as, a pesar de que form aba part e de ellos.

—Sólo el t iem po los unificaría baj o el m ant o de una m ism a concepción de


m undo.

235
—Así fue. Volt aire discrepaba de las ideas de Rousseau y sin em bargo hoy
am bos parecen insert os en el m ism o clim a hist órico. Holandeses, ingleses,
franceses, alem anes e it alianos de la época ilust rada, creían en el progreso
indefinido de las sociedades, en la perfect ibilidad del ser hum ano, en el poder de la
razón, en la capacidad de la ciencia para descubrir las verdades últ im as. Durant e
t res siglos se preparó est e m om ent o est elar; fue un proceso hist órico en gran
m edida espont áneo, carent e de progenit ores colect ivos, sin suj et os hist óricos
concert ados. Por ej em plo, la m onarquía española era heredera fiel de una I glesia
Cat ólica encerrada en sí m ism a y no reform ada; aunque fue esa m onarquía la
prim era que prom ovió los grandes descubrim ient os geográficos. Lut ero no
pret endía provocar un cism a en la poderosa y m ilenaria I glesia Cat ólica ni cargar
con la responsabilidad de la rupt ura espirit ual del crist ianism o europeo; aún m enos
albergaba la int ención de allegar aguas al aún desconocido m olino de la civilización
occident al m oderna. Crom well t am poco pensaba iniciar las revoluciones burguesas
m odernas. Luis XI V, el rey absolut ist a por ant onom asia, est aba m uy dist ant e de
querer fundar un Est ado m oderno. Pero se fueron conj ugando decisiones e
int ereses individuales, procesos colect ivos, descubrim ient os, com o si los hubier a
guiado una " m ano invisible" . Marx, aunque con algún ret raso —1848— elaboró una
t eoría explicat iva de est e com plej o fenóm eno. Según él, " el m ot or de la Hist oria"
era " la lucha de clases" y en ese ent onces habría sido la lucha ent re nobles y
burgueses la que habría const it uido el hilo conduct or del proceso hist órico.
Hoy m e result a difícil acept ar, a la luz de las nuevas int erpret aciones
hist óricas, que en los siglos XV, XVI y XVI I una clase burguesa aún débil e
incipient e pudiera organizar el colosal y com plej o proceso m oderno. Result a m ás
creíble concebir est os fenóm enos com o independient es, respondiendo cada uno a
razones concret as y específicas. Los m ot ivos de I sabel la Cat ólica para financiar la
avent ura de Colón, de Mart ín Lut ero para prom over su reform a religiosa, de
Gut enberg para invent ar su im prent a, de Luis XI V para som et er a una arist ocracia
feudal, díscola y rebelde, son t odas dist int as a las que t uvieron Copérnico, Galileo y
Newt on para com enzar a explicarse la nat uraleza sin acudir a dogm as religiosos. Lo
ciert o es que la int eracción y ent relazam ient o de est os fact ores fue provocando un
proceso de cam bio y renovación y al m ism o t iem po de rechazo a valores,
inst it uciones y ordenam ient os del m ilenio m edieval crist iano. Est e espírit u de
cam bio im pulsó a art esanos, com erciant es y habit ant es de burgos e incluso a
algunos nobles propiet arios de t ierras a buscar nuevos m odos de producir, aj enos a
la agricult ura, en rupt ura con el rígido sist em a corporat ivo m edieval. Est os
pensam ient os y acciones colect ivas e individuales com enzaron a cobrar sent ido y

236
adquirir organicidad durant e el siglo XVI I I y con m ayor fuerza en la segunda m it ad
del siglo XI X.

—Pero queda abiert a la pregunt a que hicieron Marx y ot ros filósofos: ¿cuál
o cuáles son las causas del devenir de la Hist oria? Ust ed dice que con " la
int eracción espont ánea de esos suj et os apareció un espírit u de cam bio" . Queda
im plícit o que un m ism o " espírit u" los habría inspirado. ¿Pero cóm o se gest a ese
espírit u? ¿Por qué se produce t an sincrónicam ent e en Occident e y en dist int os
cam pos que inconscient em ent e hom bres y m uj eres hacen una Hist oria —
parafraseando a Marx— sin saber que la hacen?

—Las m ism as pregunt as m e form ulo yo.

—Sólo podem os afirm ar que la creat ividad t ransform adora surge en suj et os
que act úan sincrónicam ent e, inspirados por una em ergent e concepción de m undo
( nuevas ideas) que aparece com o reacción ant e presiones hacia la insust ent abilidad
que sufre en algún m om ent o hist órico una cult ura específica o, com o ocurre ahora,
t oda la especie hum ana. El act ual cam bio de época est á deviniendo del m ism o
m odo: hom bres y m uj eres de diversas part es del m undo y diferent es procedencias
est án, sin saberlo ni concert arse, em puj ando creadoram ent e la hist oria hacia
nuevos deseos y conversaciones; est án coinspirados por quién sabe qué.

LA VOCACIÓN UNIVERSALISTA
DE LAS IDEOLOGÍAS MODERNAS

—El t érm ino ideología apareció a m ediados del siglo XVI I I . Para Marx, las
ideologías const it uían una falsa conciencia de la realidad, product o de los int ereses
de clase que las cont am inan. Las ideas m arxist as, en cam bio, escaparían de la
cont am inación clasist a, en t ant o se originan en la observación cient ífica de la
realidad. Marx creía haber descubiert o leyes hist óricas de sim ilar precisión que las
leyes físicas, de m anera que su pensam ient o no sería ideológico, sino const it uiría
una t eoría cient ífica de la sociedad. Hoy, valga decirlo, no coincido con la int egridad
de ese m et arrelat o.

237
—En rigor, Marx m ism o est aba ideologizado al creer en el supuest o
caráct er cient ífico de su reflexión hist órica. La propia ideología m oderna, que
ent onces iniciaba la m ist ificación de la ciencia, lo llevó a const ruir una " verdad
cient ífica" sobre la Hist oria, convencido de que la razón podía dar cuent a de una
supuest a verdad obj et iva.

—Así es. Por su part e, Bell t am bién descalificaba las ideologías, pero ya no
por la influencia de los int ereses de clase, sino por la presencia de elem ent os
m ít icos y pasionales. Bell t am bién asum e una posición ideologizada al profet izar el
fin de las ideologías en plural, aunque sólo se refería a la m arxist a y apenas en un
par de renglones declaraba caduca a la ideología liberal. Est aba inm erso en el
m undo concept ual de la bipolaridad, de la guerra fría; aunque la definición que
hace de su posición es m ás com plej a: Bell se declara cult uralm ent e conservador,
polít icam ent e liberal y económ icam ent e socialdem ócrat a.

—¿Cuánt os dirigent es de la polít ica chilena, provenient es de la izquierda


m oderna, se sent irían hoy ident ificados con est a caract erización que hace Bell de sí
m ism o?

—Junt o a Bell, t am bién en esos años, el pensador francés Raim ond Aron
había publicado su libro El Opio de los I nt elect uales, una crít ica m ordaz y sin
com pasión de los que adherían a posiciones m arxist as. Para am bos aut ores, la
caract eríst ica cent ral de una ideología es su poderosa carga em ocional capaz de
despert ar y m ovilizar enorm es m asas hum anas. Desde ent onces la ideología ha
venido siendo dem onizada por el pensam ient o de derecha: el " im perdonable
pecado de la ideologización" sería sólo un vicio de la izquierda. Sus
argum ent aciones, en cam bio, se basarían en inform aciones obj et ivas, cient íficas y
t écnicas. En est rict a verdad, el pensam ient o de derecha, al defender el st at us quo,
est o es la conservación del orden est ablecido, no necesit a de m ayores
elaboraciones int elect uales ni ideológicas para j ust ificar su posición.

—La crít ica que Bell y Aron, ent re ot ros, hicieron al m arxism o, sin duda que
era ideologizada y result ant e del cont ext o bipolar. Com o ust ed recién lo recordó,
soslayaba una consecuent e crít ica al liberalism o. Sin em bargo, t am bién en los años
sesent a se desarrolló una crít ica reflexiva, no conservadora, ent re los nuevos
filósofos franceses —Baudrillard, Lyot ard, Deleuze, Foucault , et cét era— quienes
anunciaron el fin de las ideologías a la m anera m oderna, desconst ruyendo algunos

238
de sus supuest os: el suj et o- individuo en separat ividad y la razón inst rum ent al
m oderna.
Al m ism o t iem po, pensadores provenient es de t radiciones espirit uales y de
las ciencias, que t am poco son conservadores, han cuest ionado a t odas las
ideologías m odernas por su universalism o y el caráct er t ot alizant e de la razón
inst rum ent al que quiso diseñar la realidad a su im agen y sem ej anza. Lo que quiero
dest acar es que esa crít ica a las ideologías m odernas fue una rupt ura de la t radición
reflexiva del Occident e e im plica, en consecuencia, una dim ensión m ás del inicio de
un cam bio de concepción de m undo.

—Sólo en part e considero j ust a t u crít ica a la Modernidad at ribuyéndole


una presunt a " vocación t ot alit aria por sent irse superior" y por sus pret ensiones
" universalist as" . I gnoro cuál puede ser la cult ura o civilización que puede arroj ar la
prim era piedra en est as m at erias. Más bien m e inclino por buscar en las
int erpret aciones de Freud el origen de la violencia y de los com plej os de
superioridad en la nat uraleza hum ana. Adem ás, ¿se puede responsabilizar a las
ideologías m odernas por sus excesos o bien a los represent ant es y ej ecut ores de
est as ideas? " Libert ad, libert ad, cuánt os crím enes se han com et ido en t u nom bre" ,
exclam aba Dant on. La hist oria del crist ianism o, sin ir m ás lej os, se encuent ra
gravem ent e salpicada por act os crim inales, por la presencia de papas corrupt os y
viciosos, por siglos de quem as inquisit oriales y sangrient as cruzadas, por la t errible
" evangelización" de Am érica. ¿Pero podríam os culpar o responsabilizar a Crist o de
est os hechos inicuos y lam ent ables?
La Modernidad t iene m uchas caras, e innum erables fuerzas sociales,
polít icas y cult urales han t enido una part icipación decisiva en el curso de su
hist oria. ¿Cuál de ellas expresó cabalm ent e los grandes ideales m odernos? ¿Cuál
dist orsionó o t ergiversó esos ideales? ¿La creencia en una raza superior, en cuyo
nom bre se realizaran t an horrendos crím enes y genocidios, fue acaso una creencia
m oderna? La respuest a, en m i opinión, es al m enos dubit at iva.

— Ya vim os que una de las m ás not ables t esis hist óricas act uales es la que
reconoce una com ún m at riz m oderna t ant o en el com unism o com o en el
nacionalsocialism o...

—La ciencia m oderna j am ás ha acept ado la idea de razas, ni m ucho m enos


de razas superiores. Las fuerzas polít icas y cult urales de inspiración socialist a y de
izquierda en Europa fueron de indudable raíz m oderna y sin em bargo j am ás

239
est uvieron poseídas por obsesiones racist as ni t ot alit arias. Por ot ra part e, ¿cuál
podría ser la responsabilidad de Marx en la int erpret ación que hiciera Lenin y St alin
de sus t eorías y concepciones?
Creo que debe est ablecerse una dist inción ent re una ideología y sus
posibles derivaciones pat ológicas. La im plem ent ación práct ica de las t res grandes
t radiciones polít ico- ideológicas m odernas m encionadas ant eriorm ent e
( conservadora, liberal, socialist a) en ciert as circunst ancias hist óricas han caído en
graves deform aciones. Se ideologiza una concepción polít ica cuando sus
afirm aciones son absolut izadas; cuando su visión pasa a dividirse dicot óm icam ent e
ent re am igos y enem igos; cuando desaparece el diálogo y el consenso y dom ina la
idea del " t odo o nada" . Los port adores de ideas m arxist as, sin duda, en m ás de una
ocasión hem os caído en ideologism os ext rem os: volunt arism os, dogm at ism os,
doct rinarism os y principism os.
Hoy, por ej em plo, el neoliberalism o est á cayendo t am bién en una
ideologización ext rem a al absolut izar las bondades del m ercado, al proclam ar la
desregularización y desprot ección de las econom ías, cualesquiera sea el est ado de
desarrollo de un país, al no considerar los desast rosos efect os provocados por una
globalización anárquica y en reit eradas crisis, al reducir el com plej o ent ram ado de
una sociedad al sólo fact or económ ico.
Las ideologías nacionalist as t am bién han caído en aberraciones
dem enciales: racism o, xenofobia, " lim pieza ét nica" , " pureza de la sangre" ,
ext erm inio de j udíos y discrim inación de negros, son sólo algunos de los
ext rem ism os ideologizados en que han caído y caen las fuerzas de derecha,
principalm ent e conservadoras de m at riz nacionalist a y cat ólica. Pero de t odos est os
perversos m axim alism os o ext rem ism os no se puede culpar exclusivam ent e a las
ideologías m odernas, ni m enos at ribuir a la Época Moderna una " vocación
t ot alit aria" .

— Todas las ideologías m odernas han caído en excesos por t ener un vicio
de origen: el convencim ient o de que quienes port aban la razón inst rum ent al ( el
poder expansivo de la t écnica) eran frut o de una hist oria superior. Hay una frase
sorprendent e de uno de los grandes revolucionarios m odernos: " el hom bre será
libre cuando colguem os al últ im o cura con las t ripas del últ im o rey" . Esa
racionalidad buscaba la elim inación del ot ro: " porque a m í m e asist e la verdad y
t engo poder para aplicar la fuerza" . Esa es ent onces la m at riz m oderna hoy
cuest ionada por nuevos valores posm odernos que no post ulan verdades ni obj et ivas
ni absolut as, sino que el respet o a la diferencia y la provisoriedad de las verdades.

240
Com part o de t odas m aneras con ust ed que ideologías va a haber siem pre, el punt o
es que las nuevas, posm odernas, t ienen que renunciar a esa m at riz m oderna, sean
de izquierda o derecha.

—Veo ese " vicio de origen" al que t e refieres en el " pecado original" , en el
asesinat o de Abel por Caín. Desde ent onces el hom bre ha est ado dom inado por
com pulsiones violent as, por afanes expansionist as y hegem ónicos. Recordem os lo
que pasó con Edipo: m at ó a su padre y com et ió incest o con su m adre. No sólo la
cult ura m oderna es port adora de un " vicio de origen" .
Debem os considerar que ya un Alej andro Magno, discípulo de Arist ót eles,
t res siglos ant es de Crist o había em prendido la m ás exit osa y am plia guerra de
conquist as, y que el I m perio rom ano, t ant o baj o el paganism o com o baj o el
crist ianism o, no había dej ado de ext ender sus dom inios. Que, en Am érica, el
I m perio azt eca fue expandiéndose hast a llegar a som et er a t odas las dem ás t ribus
y cult uras de Mesoam érica; y algo sim ilar acont ecería con el I m perio inca. En
sínt esis, no son sólo los " act ores racionales m odernos" , com o parece deducirse de
t us palabras, quienes han venido asolando de violencia, m uert e y ext erm inio al
rest o de los habit ant es del planet a.

—Por favor no deduzca de m is palabras que niego la exist encia de la


violencia en la Hist oria. Claro que ést a ha exist ido. Yo asum o una crít ica radical e
hist órica de la Época Moderna, aunque a la vez adm iro y reivindico com o una
conquist a hum ana de la época su cara pot ent e —la solidaria y creat iva— y creo
profundam ent e que darle cont inuidad a esa cara será uno de los desafíos de una
sociedad ya hist óricam ent e posm oderna.

—En cam bio, yo no soy un crít ico radical de la Modernidad. Ést a, no est á
de m ás repet irlo, t iene m últ iples caras, unas posit ivas y ot ras negat ivas. Desde
luego, cont rariando t u afirm ación acerca de su presunt a vocación t ot alizadora,
pienso que ha sido la prim era de las grandes cult uras que proclam ó la libert ad
com o valor est elar.
El t ot alit arism o de algunos sist em as de gobierno de la Época
Cont em poránea —nazism o o com unism o— son sim ples excrecencias de la Época
Moderna. Toynbee, las cat alogó de " herej ías m odernas" . No exist e, en m i parecer,
una afirm ación m ás revolucionaria que la que encabeza la Const it ución
nort eam ericana y est á en los orígenes de la Declaración de los derechos del hom bre
y del ciudadano, cual es, " t odos los hom bres nacen libres e iguales en derechos y

241
dignidad" . Diría que est a afirm ación inaugura y funda la Modernidad. Y si bien la
prom esa de igualdad, bandera fundam ent al de la Revolución francesa, no se ha
cum plido cabalm ent e, el sólo hecho de haberla colocado com o uno de los m ás alt os
obj et ivos en el horizont e de las ut opías hum anas fue ya un logro inm enso.
Est os sorprendent es aport es al progresivo desenvolvim ient o de la cult ura
hum ana const it uyen, sin duda, una espada de doble filo, pero m e pregunt o:
¿debería el ser hum ano haber cont inuado viviendo en el prim it ivo est ado de
nóm ade, subsist iendo de la recolección de frut os y peces, para así evit ar los graves
peligros y riesgos que ent rañaba usar de su razón y de su libert ad?...

FIN DE LA FETICHIZACIÓN DEL CAMBIO


POR EL CAMBIO Y DE LA ABSOLUTIZACIÓN
DE LA RAZÓN INSTRUMENTAL

—El paradigm a social o la cosm ovisión m oderna unificó el pensam ient o y la


acción en aras del dom inio y el cont rol. Por eso su m isión ha sido t ransform ar el
m undo, const ruir la realidad a im agen y sem ej anza de una det erm inada razón
hum ana. Est o es im port ant e, pues no ha sido un rasgo de t odas las cult uras. Por
ej em plo, los chinos, desde su ideología t aoíst a, pensaban que las cosas fluyen y los
seres hum anos no deben int ervenir en ello. Vivían en la concepción de m undo de la
no acción/ int ervención, lo que no im plica no act uar, sino que act uar
sincrónicam ent e con el fluir de las cosas.
La ideología m oderna, en cam bio, ha sido una com pulsión a la acción y al
cam bio y de ahí el im pact o que ha t enido su cult ura en la t ransform ación del
m undo.

—No m e cabe duda de que uno de los rasgos esenciales de la Modernidad


ha sido la búsqueda desenfrenada del cam bio, la obsesión por lo nuevo. El hecho
concret o es que ninguna ot ra civilización había producido cam bios t an profundos y
t an vert iginosos.

—Por la vorágine y brut alidad expansiva de esos cam bios, una de las
caract eríst icas esenciales del nuevo pensam ient o posm oderno t iene que ser su
capacidad de conservar, de baj ar el perfil a esa com pulsión ( y fet ichización) del
cam bio por el cam bio. En definit iva, equilibrar en la vida social el Cam bio y la

242
Conservación ( que son dos dinám icas inherent es al Universo y a t odos los sist em as
vivos) .
Por ot ra part e, t am bién el nuevo paradigm a social ( o la concepción de
m undo) posm oderno se reconoce port ador de ideas m ás livianas: ést as se asum en
com o provisorias, no t ienen ese afán de verdad absolut a que t enían las ideologías
m odernas.

—Com part o gran part e de t u opinión, pero t e recuerdo que las prim eras
ideologías en absolut izar sus verdades fueron las religiosas.

—Claro que el pensam ient o religioso t radicional absolut izó su fe. Pero el
pensam ient o m oderno absolut iza la razón y en su nom bre com et e hast a hoy
crím enes horrendos. Por eso dest aco que el nuevo pensam ient o em ergent e no
pret ende absolut izar sus ideas: en ese sent ido es m ás leve, m enos denso.

—Desearía creer lo m ism o.

—La ideología m oderna, a t ravés de Maquiavelo, afirm ó que el " fin j ust ifica
los m edios" . Ese axiom a polít ico t am bién es puest o en t ela de j uicio por el nuevo
pensam ient o sist ém ico ( que dist ingue procesos) y que reconoce una
correspondencia inevit able ent re fines y m edios: los m edios que uno elige van a
desencadenar necesariam ent e det erm inados fines.

—Es ciert o, pero t am bién m e gust aría recordar que en el debat e que se
produj o en Europa a principios de siglo ent re los líderes del socialism o, Bernst ein
rechazó la m áxim a de que " el fin j ust ifica los m edios" , argum ent ando que son los
m edios correct os los que pueden conducir a un fin correct o. Tal vez eso explique
que el socialism o dem ocrát ico en la Hist oria m oderna no part icipó de at rocidades y
fanat ism os.

—Esa indicación es m uy relevant e.

—Por eso ant es que condenar las ideologías m odernas, t iendo m ás bien a
un ciert o pesim ism o acerca de la nat uraleza del ser hum ano.

—En la Hist oria ha habido t ant os t ipos de cult ura que m e result a difícil
pensar en una nat uraleza hum ana fij a; no niego que haya un com ponent e violent o

243
en nosot ros y en la nat uraleza; pero de ahí al pesim ism o, hay un t recho; prefiero
dest acar la im port ancia que en la evolución de la especie y de la vida han t enido la
cooperación y las em ociones afect ivas: sin el am or se desint egrarían los sist em as
sociales, luego, no es una em oción t rivial.

—Por eso doy m i opinión en t érm inos dubit at ivos; no es un t em a fácil de


resolver.

CLAUSURA DE LA IDEA MODERNA


DE REVOLUCIÓN

—En el cont ext o del bicent enario de la Revolución francesa —1989— hubo
un debat e int eresant ísim o acerca de la idea de Revolución. Ést a, com o m ecanism o
de cam bio social es una concepción m oderna. Aunque en la Hist oria exist ieron
grandes rebeliones de esclavos y m asivos levant am ient os cam pesinos, nunca se
realizaron con el explícit o propósit o de cam biar la sociedad.

—Debe ser m uy fuert e para ust ed darse cuent a de que la idea que anim ó a
t oda una época fue sólo eso, la idea de una época.
Ahora, las prim eras revoluciones m odernas, la inglesa y la francesa, en
rigor fueron t ransform aciones orgánicas espont áneas, es decir, t oda la reflexión
sobre las revoluciones será ex post la Revolución Francesa. Pues la " vanguardia
j acobina" no generó las condiciones ni t rabaj ó previam ent e durant e décadas para
realizar la revolución francesa, sino m ás bien los Robespierre, los Dant on, los Marat
surgen com o result ado de la revolución en sí. Pues, en rigor, la obsesión
revolucionaria por evaluar las condiciones obj et ivas para generar condiciones
subj et ivas que hagan est allar revoluciones, será, en especial, frut o del m oderno
et hos m arxist a.

—No pienso que la " idea revolucionaria" habría concluido siendo sólo eso,
una idea. Ella com enzó haciéndose carne en t odos los pueblos del occident e
m oderno y desde allí fue export ada al rest o del m undo. Con razón Hobsbawm ha
t it ulado una de sus m agist rales obras hist óricas Las revoluciones burguesas,
refiriéndose al período que va de 1789 a 1848 y que para él " supuso la m ayor
t ransform ación en la hist oria hum ana, desde los rem ot os t iem pos en que los

244
hom bres invent aron la agricult ura, la m et alurgia y la escrit ura" . La idea
revolucionaria nació en el período de m aduración de la m odernidad y est uvo
profundam ent e vinculada al período de ascenso de la clase burguesa, hast a que
Marx, a m ediados del siglo pasado, la expropió, y Lenin, ya en el siglo XX, elaboró
t oda una am plísim a t eoría acerca de su preparación y realización por una
vanguardia de revolucionarios profesionales. Todas las revoluciones m odernas
est aban insert as en el espírit u de cam bio de est a época y, adem ás, en la idea,
nacida del racionalism o ilust rado, de que el hom bre, usando su razón, podía y debía
const ruir su propio dest ino.

—Obviam ent e que const at o la vit alidad e im port ancia hist órica de las
revoluciones m odernas. Para m í las ideas son act os, sobre t odo si son ideas que
hicieron los grandes logros de la época hist órica m oderna.
Lo que quería pregunt ar es si esa idea m oderna de revolución, la búsqueda
de una ej ecución conscient e de la racionalidad inst rum ent al en la Hist oria, que
pret endía m anipular y conducir las acciones sociales, est á hist óricam ent e
clausurada en el inicio de una nueva época hist órica anim ada por sus propias
nuevas ideas.

—En los países realm ent e m odernos, en Europa y Est ados Unidos, creo que
est á clausurada. Dist int o es el caso de los países en procesos de m odernización,
donde seguram ent e cont inuarán ocurriendo revoluciones de m uy dist int o signo.

—En m i opinión definit ivam ent e hay que crit icar en t odo lugar la idea
m oderna de revolución, ent endida com o una vanguardia " racional e ilum inada" que
conduciría a los pueblos hacia el designio de la " razón de esa vanguardia" .
Sin em bargo, en el act ual cam bio epocal vendrán ot ros m om ent os de
rupt ura orgánica, que t al vez no sean sólo sociales.

—Est am os ya cruzando por un m om ent o de rupt ura orgánica de las


sociedades m odernas, aunque ést e no se exprese en revoluciones polít icas o
sociales violent as. Desde que la inst it ución del Est ado y su soberanía est á siendo
socavada, t ant o por el proceso int erno de unidad europea com o por el ext erno de la
globalización. A su vez, los principios fundant es de la Modernidad est án siendo
cuest ionados o se hallan en com plet a revisión —razón, progreso, dom inio de la
nat uraleza—, y por últ im o, los valores ét ico- m orales t ant o de origen crist iano com o
burgueses, est án siendo barridos por las nuevas visiones, hábit os y cost um bres; no

245
cabe la m enor duda de que nos encont ram os en presencia de una fract ura m uy
profunda y definit iva de las sociedades m odernas.

—De acuerdo; pero pienso en sucesos hist óricos m ás punt uales que
apuraran esos procesos de larga duración que ust ed dest aca: algunas cat ást rofes
am bient ales, t al vez explosiones de pobreza, de m uert e por ham bruna, nuevas
oposiciones sociales, et c., t odos m om ent os de rupt ura.

—Sin duda, pueden ocurrir est as ot ras rupt uras aún m ás cat ast róficas que
las sociales.

—Creo que las " revoluciones" —y uso la palabra por una suert e de inercia
lingüíst ica— del act ual cam bio epocal pueden sobrevenir por los accident es
t ecnológicos globales de que nos alert a Virilo, por cat ást rofes am bient ales y
financieras, y t odas ést as serían en alguna m edida el equivalent e de las rupt uras
revolucionarias que hubo en ot ras t ransiciones hist óricas. Ocurrirán aj enas a una
acción conscient e de una vanguardia ilum inada, y pre, durant e y después de ellas
se t endrán que desplegar nuevos conocim ient os y sensibilidades colect ivas para
reorganizar la vida social.

—Est oy de acuerdo. Aunque es necesario dist inguir por lo m enos t res t ipos
de cam bios revolucionarios: el producido por m ediación de una revolución polít ica
violent a; ot ro, el debido a procesos m últ iples y com plej os generados al int erior de
cada sociedad, com o est á siendo el act ual caso de los países europeos; y, por
últ im o, el cam bio provenient e de sit uaciones ecológicas u ot ras cat aclísm icas.

"VIVÍAMOS EN UN MUNDO
IDEOLOGIZADO"

—Daniel Bell t enía razón cuando hace cincuent a años preveía serios
resquebraj am ient os en la ent raña de los socialism os reales. León Trot sky ya lo
había avizorado t am bién, pero sus advert encias quedaron opacadas por el est allido
de la segunda guerra y su asesinat o. Cuando Bell hizo su pronóst ico, el panoram a
era diferent e. Jruschov acababa de asum ir los horrendos crím enes perpet rados en
la era est aliniana. En el año 56 había est allado la rebelión húngara y ant es se había

246
producido la escisión con los com unist as yugoslavos y m ás t arde vendría la disput a
soviét ico/ china. Esos quiebres t uvieron serias repercusiones en el m undo int elect ual
europeo y nort eam ericano. Algunos int elect uales europeos, Sart re, Brecht , Lukács,
cont inuarían fieles al com unism o; en cam bio ot ros, Orwell, Miloscz, Bell, Aron,
abandonarían t odo devaneo izquierdist a y denunciarían los horrores com et idos por
el com unism o. Célebre fue la polém ica, ent re Sart re y Cam us, que concluyó con
una rupt ura personal e ideológica ent re am bos. Cam us t erm inaría afirm ando que
t oda ideología era un aut oengaño.

—Ust ed habla ahora con desapego de esos debat es; pero cuando se
efect uaron era un act or y dirigent e del socialism o chileno. ¿Qué le ocurría
ent onces?

—A Chile, ayer com o hoy, los grandes debat es ét icos, polít icos, filosóficos y
art íst icos europeos y nort eam ericanos llegan con enorm e ret ardo y en form a
sesgada y reducida ( ent re parént esis, no dej a de result ar ext raño que en plena
época de globalización la prensa m onopólica chilena sea t an parca en sus
inform aciones sobre t em as de int erés m undial, lo cual agrava el aislam ient o
int elect ual de Chile y la m ent alidad not oriam ent e provinciana de algunos de sus
sect ores dirigent es) . Respect o a t u int errogant e: ni el part ido socialist a ni yo j am ás
fuim os part idarios de la experiencia soviét ica. En la prim era disput a librada en el
m undo com unist a, ent re el m ariscal Tit o y St alin, el part ido se ubicó del lado del
líder yugoeslavo; en 1956 condenó sin ret icencias la invasión de Hungría y en 1968
el aplast am ient o de la " Prim avera de Praga" ; t am poco t om ó part ido en la grave
división ent re las dos grandes pot encias com unist as de ent onces: la URSS y China.
En cam bio, el part ido com unist a chileno sí apoyó decididam ent e a la Unión
Soviét ica en t odas est as deplorables coyunt uras.

—Eso en lo polít ico cont ingent e; pero el debat e crít ico sobre las ideologías
en general o aquella fam osa expresión de Cam us t ras su rupt ura con Sart re, no
hacía m ella en su sent ido de aut ocrít ica.

—Cuando en Chile se habló ocasionalm ent e del libro El fin de las ideologías,
fue considerado —al igual que en Europa— una sim ple crít ica ideologizada surgida
en plena guerra fría en cont ra de la ideología m arxist a, en ese ent onces la ideología
por ant onom asia. La obra est aba insert a en la lucha de ideas de aquella época
ent re los m arxist as y sus adversarios. Adem ás, el t em a aparecía m uy confuso,

247
porque baj o el pret ext o de crit icar a la Unión Soviét ica los dardos est aban dirigidos
cont ra el m arxism o, olvidando que la m ayoría de las grandes figuras del
pensam ient o m arxist a europeo habían condenado la experiencia soviét ica por
considerarla aj ena a la doct rina m arxist a.

—En esa época la polít ica y cualquier discusión eran sinónim o de m ucho
fanat ism o o ideologización.

—Por ciert o, vivíam os en un m undo absolut am ent e ideologizado. Para la


izquierda, Bell era un int elect ual de derecha, y bast aba aquello para invalidar lo que
pudiera decir; defendía al llam ado m undo im perialist a, y eso lo descalificaba
aut om át icam ent e.

—Con el obj et o de explicar la ideologización y exit ism o de los m arxist as de


ent onces, hay que decir que no era t an disparat ado su t riunfalism o. Si uno m iraba
los hechos desde la perspect iva m oderna ( si había o no crecim ient o económ ico,
progreso, dom inio del hom bre sobre las cosas) , sin duda la Unión Soviét ica se
m odernizaba aceleradam ent e. Por eso, el argum ent o preferido era que Rusia recién
en 1917 había em pezado a const ruir el socialism o y en apenas cuarent a años, a
pesar de las guerras, ya alcanzaba un enorm e nivel de indust rialización, anexaba
ot ras nacionalidades para form ar la Unión Soviét ica, incorporaba el coloso que era
China al cam ino socialist a y t am bién a algunos países de Europa Orient al y de
Am érica Lat ina y de África, ganaba la carrera espacial. Est o seducía a los m ás
lúcidos int elect uales; en fin, com o para creerse el cuent o " cient ífico" que de los
m arxist as: el socialism o era una t endencia hist órica im parable.
Claro que a la larga el socialism o real com o ideología m oderna colapsó
j unt o con la t rist e realidad en que se convirt ieron los soberbios sueños de grandeza
de su propia época hist órica. En ese sent ido el socialism o real se " Tit anizó" ,
parafraseando al accident e t ecnológico del Tit anic que a inicios del siglo pasado
com enzó la erosión de los sueños de dom inio de la Modernidad.

—Est oy t ot alm ent e de acuerdo. Pero los socialism os de inspiración


m arxist a, t ant o en Europa com o en Asia, África o Am érica lat ina no aprobaron ni
com ulgaron con el m odelo soviét ico de " socialism o real" . El debat e al int erior de la
izquierda, ent re socialist as y com unist as, se produj o precisam ent e a raíz del t riunfo
de la revolución bolchevique en 1917. Desde ent onces socialist as y com unist as
m archarían por sendas diversas. Tant o el socialism o chileno com o los part idos

248
socialist as y socialdem ócrat as europeos no concordaron, desde sus inicios, con el
régim en soviét ico ni con el t ipo de " dict adura del prolet ariado" t al cual había sido
concebida y aplicada por Lenin y St alin en la URSS, ni t am poco con la sim ple
" est at ización" de las em presas públicas, ni m enos con la privación absolut a de la
libert ad ( sobre las diferencias ent re socialism o y com unism o hablarem os en el
últ im o capít ulo) .
El m ayor éxit o del " socialism o real" fue haber convencido a un significat ivo
sect or de la opinión pública m undial de que el único socialism o posible era el
realizado en la Unión Soviét ica y de que esa era, t am bién, la única form a de
realizar las aut ént icas concepciones de Marx y Engels. Las dem ás int erpret aciones
eran sim ples " desviaciones" , violent am ent e condenadas por ser de origen " pequeño
burgués" .
Ot ra de las graves ideologizaciones nuest ras fue concebir el m arxism o
com o una " t eoría cient ífica" y que la lucha de clases era " el m ot or de la Hist oria" y
la violencia su " part era" .

—Eran ideologizaciones frut o de ot ras ideologizaciones. La concepción de


m undo m oderno suponía que el devenir de cualquier suceso, fuera social,
psicológico o biológico, result aba de la lucha y com pet encia. Darwin ( y en especial
sus epígonos) populariza la idea de que la com pet encia es el fact or que det erm ina
la selección nat ural. Hobbes habló de seres egoíst as y violent os que luchan por
espacios de sobrevida. Marx concebía la sociedad com o un espacio para la lucha de
clases que dinam iza la Hist oria. Esas t res m iradas provenían de ot ra de las m at rices
de la racionalidad m oderna: la unilat eralización de la lucha, de la com pet encia...

—La ideologización no era sólo un last re del socialism o: ha sido un error


reit erado en la Hist oria. No hace falt a m ás que leer lo que se escucha hoy en t odas
part es: el int egrism o neoliberal int ent a convencer al m undo de que la globalización
y el crecim ient o económ ico sólo son fact ibles en la form a im pulsada por las grandes
em presas m ult inacionales nort eam ericanas.

249
16

LA GRAN TRANSFORMACIÓN
Y TRAICIÓN DEL PENSAMIENTO
CONSERVADOR

CARLOS ALTAMI RANO: —El conservadurism o, com o pensam ient o polít ico,
apareció en la Época Moderna. En 1820 se crean los prim eros part idos en Europa.
Lo caract eríst ico de su espírit u fue rechazar los cam bios que se producían en t odas
las esferas. Pero al haber declarado una guerra front al a la cult ura m oderna,
ninguna propuest a conservadora se logró m at erializar, al punt o que esos part idos
fueron desapareciendo del paisaj e polít ico cont em poráneo.

HERNÁN DI NAMARCA: —Los fact ores que conduj eron a la derrot a del
pensam ient o conservador son de origen m uy diverso.

—Habría que hablar de la aparición de la ciencia, la ext ensión del


pensam ient o racionalist a, la paulat ina desacralización de las sociedades europeas y
su consiguient e secularización, la proclam ación de la libert ad en t odos los ám bit os
de la vida hum ana, la liberación de la m uj er, las acciones de las logias m asónicas o
de las fuerzas liberales y socialist as. Tam bién ha gravit ado en est e fracaso la propia
conduct a de los conservadores dem asiado apegados al dinero y al poder. Pero
vayam os por part es y t racem os una genealogía m ás precisa del conservadurism o.
Albert Hirschm an, en su libro Dos siglos de Ret órica Reaccionaria, resum e los t res
argum ent os principales que ha venido dando el conservadurism o para oponerse a
t oda innovación o reform a m oderna. Prim ero, el de los " efect os perversos" :
cualquier cam bio produciría efect os cont rarios a los deseados; segundo, la
" inut ilidad o fut ilidad" de t oda acción dest inada a producir cam bios, ya que ést os
son incapaces de m odificar el st at us quo; y t ercero, el grave peligro que ent raña
cualquier polít ica de cam bio.

250
Por su part e, el cient ist a polít ico T. H. Marshall reconoció t res et apas
fundam ent ales en el desarrollo de la noción de ciudadano. La prim era incluye las
bat allas del m undo liberal por la conquist a de los llam ados derechos civiles o de las
libert ades públicas fundam ent ales, ent re ot ras, libert ad de cult o, de pensam ient o,
de expresión. A est as libert ades se fueron oponiendo en Chile y el m undo
sist em át icam ent e las fuerzas del conservadurism o cat ólico en los siglos XVI I , XVI I I
y XI X. La segunda reivindicación fue la del derecho polít ico a elegir y ser elegido en
los gobiernos dem ocrát icos. Cada vez que se int ent ó ext ender el sufragio universal
se anunciaron las m ás t erribles cat ást rofes. Sólo a m ediados del siglo XX se
concluyó dando el vot o a los ciudadanos m ayores de dieciocho años, a las m uj eres
e incluso a los analfabet os, ¿pero quién hoy se at revería a condenar el vot o de la
m uj er? Una t ercera et apa en la conquist a de los derechos ciudadanos fueron los
económ ico- sociales, con la creación del Est ado de Bienest ar, est e últ im o t am bién
hoy es fuert em ent e com bat ido por neoliberales y neoconservadoras.

—Si m iram os la hist oricidad del proceso, ha habido cam bios nom inat ivos
para designar al conservadurism o polít ico. Por ej em plo, en la prim era y segunda ola
de los derechos civiles y de ciudadanía polít ica, los " viej os conservadores hist óricos"
defendían el ant iguo régim en, m ient ras que los revolucionarios prim ero fueron los
liberales y m ás t arde liberales y socialist as j unt os. En cam bio, en la t ercera ola, con
los derechos económ icos y sociales, que son una expansión de la prim era y
segunda ola, los liberales em piezan a hacer de conservadores, ya que son los que
m ás se oponen o desconfían de la principal reivindicación socialist a durant e la
Modernidad: la igualdad social. El conservadurism o fue asum ido ent onces por el
m undo liberal. En fin, quiero dest acar que el conservadurism o se va vist iendo de
ropaj es y cont enidos polít icos dist int os, pero perm anece la act it ud conservadora ( de
conservar a cualquier precio) .
Y agrego ot ro ej em plo, las et apas de Marshall son parecidas a la act ual
concepción acerca de un devenir en generaciones de los derechos hum anos: los de
prim era generación, los derechos civiles y polít icos vinculados a la Revolución
francesa; los de segunda generación, los económ ico- sociales que surgen a fínales
del siglo XI X e inicios de ést e; y los de t ercera y cuart a generación, el derecho a la
diversidad cult ural y de género y a la diversidad sexual y et área. Pues bien, a part ir
de los años sesent a del siglo XX, y en el escenario del conflict o sobre la vigencia de
est os últ im os derechos, t am bién se vest irán de conservadores los ideológicam ent e
m odernos liberales y no pocos socialist as, a quienes cuest a asum ir los derechos de
las diversidades. Por lo m ism o, est os últ im os se denom inan derechos hum anos

251
posm odernos, que ent ran en t ensión con las prim eras generaciones de derechos
hum anos que eran em inent em ent e m odernas. ¿Y por qué ent ran en t ensión?
Porque relat ivizan la universalización de los derechos de prim era generación ¿Y por
qué la relat ivizan? Porque si se post ula el derecho a la diversidad cult ural, es obvio
que dist int as com unidades t ienen derecho a vivir del m odo com o quieran en su
legit im idad cult ural y no t ienen por qué subordinarse al universalism o que se
arrogaban los derechos de prim era generación. La Declaración de los derechos del
hom bre y del ciudadano, por ej em plo, en su origen excluía los m odos de vida de las
cult uras no occident ales. Su pret ensión era que la verdad de la dem ocracia era la
idea que ent onces t enía el ilust rado francés. Pero com o había y hay cult uras y
com unidades que no vivían en esa idea de dem ocracia, sino según ot ra idea de
organización social, quedaban excluidas de la universalización de esos derechos o
bien se les im ponía que abandonaran su m odo de vida.

—Es ést e un t em a ext raordinariam ent e com plej o. Carezco de opiniones


cat egóricas y t engo m uchas pregunt as dando vuelt as. Por ej em plo, ¿sería j ust a y
legít im a la alegación de los cat ólicos feudales de los t iem pos m edievales dest inadas
a defender su sist em a sem it eocrát ico, sin libert ades de ningún orden, invocando el
" derecho a conservar una cult ura diversa" ? ¿Podría una det erm inada cult ura, en la
época act ual, m ant ener discrim inada y en la suj eción a la m uj er invocando la
presunt a especificidad de esa form a t radicional de vida? ¿O se puede acept ar la
t radición aun exist ent e en ciert os lugares de África y Asia m enor que exige ext irpar
el clít oris de la m uj er en su niñez, para así im pedirles el placer sexual? ¿Y frent e a
la célebre proclam ación occident al " los hom bres son libres e iguales" , podría
defenderse, por ej em plo, en I ndia el m ant enim ient o de cast as y de int ocables por
ser ést as inst it uciones inm em oriales? Creo en el derecho a la diversidad, pero
t am bién debe analizarse la circunst ancia hist órica concret a en la cual se pret ende
ej ercer est e derecho. Creo que la libert ad de pensam ient o, de conciencia, de cult o,
de expresión, deben universalizarse, ést e sería un not able avance para la
hum anidad. Est ablecida la libert ad en una sociedad, cada m inoría debe ser
respet ada en sus derechos, e incluso la m ayoría no debe disponer de inst rum ent os
para violar los derechos de la m inoría.
En pocas palabras, la libert ad y los derechos hum anos los ubico por encim a
de t oda " especificidad cult ural" y por sobre cualquier presunt a " soberanía del
Est ado" . Ningún dict ador o déspot a puede ser soberano para t ort urar y asesinar a
su pueblo, y est a opinión, por ciert o, vale por igual para las dict aduras de izquierda
y de derecha. Por eso pienso que ha const it uido un avance civilizacional de

252
incalculables proyecciones fut uras la det ención de Pinochet en Londres en virt ud de
las nuevas norm as y principios est ablecidos en el derecho penal int ernacional; y por
lo m ism o, t am bién soy part idario del nuevo " derecho de inj erencia" , cuando lo que
est á de por m edio son los derechos hum anos. No se m e escapan, claro, los peligros
que puede ent rañar est e nuevo " derecho de inj erencia" , m ient ras no exist an
norm as j urídicas previam ent e acordadas y un t ribunal int ernacional penal. Por
últ im o, si no se reconocen y respet an los derechos hum anos, ¿cóm o se podría
respet ar la diversidad?

—Ust ed t iene razón respect o a la com plej idad del t em a y com part o
t am bién el logro civilizacional que significa la universalización de los derechos
hum anos. En el t em a de los derechos hum anos, ent endidos int egralm ent e, es com o
si la Modernidad hubiera desat ado una dinám ica im parable. En ese sent ido, los
derechos de t ercera y cuart a generación deben ser com prendidos com o
com plem ent arios a los de prim era y segunda, y de ese diálogo t endrá que salir una
sínt esis com prensiva en la Posm odernidad.

—Volviendo al conservadurism o, ¿cóm o ést e no ha reflexionado


crít icam ent e sobre su pasado de errores y equivocaciones, y t am bién de crím enes?
Durant e dos siglos la derecha conservadora se ha venido oponiendo
sist em át icam ent e a t odas las nuevas conquist as sociales y dem ocrát icas. I ncluso
hoy vem os com o en Chile se oponen a una real represent ación dem ocrát ica,
" invent ando" t ram pas elect orales, quorum s alt ísim os en el Parlam ent o y senadores
designados.
Uno de los valores m ás arraigados y pot ent es del conservadurism o ha sido
su fidelidad a la t radición: prot eger los sím bolos, m it os y est ilos de vida del pasado,
dado que ellos habrían resist ido la prueba del t iem po. Sin em bargo, Ant hony
Giddens, el sociólogo inglés m ent or de la Tercera Vía, ha sost enido que en las
act uales sociedades ya no es posible cont inuar defendiendo la t radición en form a
t radicional: no se puede invocar argum ent os de aut oridad o de duración en el
t iem po. Si ant es las m uj eres debían llegar vírgenes al m at rim onio, hoy no se podría
fundar t al hábit o en una presunt a verdad revelada o en una cost um bre invet erada,
sería necesario argum ent ar racionalm ent e su defensa. Para Giddens, ést e es uno de
los grandes cam bios: la pérdida de aut oridad del argum ent o j ust ificado por la
t radición. Lo que Giddens llam a " viej o conservadurism o" ha concluido: ya no est á
en condiciones de defender la t radición a la m anera t radicional. El fuert e t orbellino
m oderno —racionalism o, secularización, laicidad, individualism o, consum ism o—

253
arrast ró a las sociedades a un punt o sin ret orno. Vivim os en sociedades
post radicionales —según Giddens— en las que es necesario explicar y j ust ificar
racionalm ent e cada sit uación.

EL VIEJO CONSERVADURISMO
Y LA SOCIEDAD CONCEBIDA
COMO UNA COMUNIDAD ORGÁNICA

—El viej o conservadurism o concebía la sociedad com o una com unidad


orgánica, com o una asociación no sólo ent re los vivos, sino t am bién de ést os con
los m uert os y hast a con los que est uvieran por nacer.

—Esa últ im a dim ensión del " viej o conservadurism o" , la vida social com o
com unidad orgánica, coincide con ideas y valores posm odernos que hoy reivindican
el pensam ient o ecologist a: la vida en general com o m em oria, cam bio y
cont inuidad; en definit iva, que las generaciones act uales respet en a las ant eriores y
a la vez dej en un m undo sust ent able para las fut uras. Es una act it ud ét ica que
com part en el viej o conservadurism o —que se opuso a la m odernidad— y los
act uales crít icos de la Modernidad ( lo que no im plica que est os últ im os est én por
una defensa anacrónica del ant iguo régim en) . En cam bio, los neoconservadores han
olvidado precisam ent e est a dim ensión del viej o conservadurism o y sólo se
preocupan de defender aspect os m orales com o el pat riarcalism o, la cínica pacat ería
sexual y la incoherencia que, digám oslo, adem ás fueron valores inst aurados o
exacerbados por la Modernidad.

—Una vez m ás nos encont ram os con una de las t ant as cont radicciones de
lo que ha sido y es el pensam ient o conservador: su act ual ut opía se reduce a
producir, consum ir y ganar dinero, sin considerar la insust ent abilidad generada por
un product ivism o desenfrenado. No es la única falacia. Así com o el pensam ient o
conservador ha defendido irrest rict am ent e la t radición y se ha opuest o al cam bio,
t am bién ha concedido prioridad a la religión, al orden, a la j erarquía y a la
aut oridad. Siem pre ha t enido una gran debilidad por las arist ocracias y las elit es y
una profunda desconfianza hacia el pueblo y las m asas. Los nacionalism os y
chauvinism os, racist as, xenófobos, agresivos y guerrerist as, generalm ent e han
est ado asociados al pensam ient o conservador. Hast a el día de hoy, los part idos de

254
la ult ra derecha europea part icipan de est as m ism as caract eríst icas. Una vez m ás
m e pregunt o: ¿por qué un pensam ient o esencialm ent e ligado a una religión de
am or, com prensión, m isericordia, ha result ado hist óricam ent e vinculada a fuerzas
sociales y polít icas agresivas y violent as? ¿Por qué, al m enos en Occident e, han
sido los sist em as religiosos los m enos pacifist as y m ás int olerant es, y no lo fueron,
en cam bio, doct rinas seculares, laicas y racionalist as, com o la liberal y la socialist a,
salvo la com unist a en su versión st aliniana?

—Dos com ent arios breves. Uno, com o ant es he dicho, ha habido t am bién
en la cosm ovisión laica m oderna un int enso com ponent e violent o que se ha
expresado en revoluciones y guerras de colonización y dom inio. Y dos, para no
parecer t an ant irreligioso, hay que decir que siem pre han sido sect ores
inst it ucionales de esas religiones, enquist ados y dialogando con el poder m ilit ar,
polít ico o económ ico, quienes han part icipado y prom ovido gest as violent as; pero
no han sido así las religiones t odas.

—Est oy de acuerdo, no es j ust o responsabilizar a las religiones en general


ni t am poco a los creyent es en part icular de los hechos de ext rem a violencia y
crueldad en que se ha vist o envuelt a la I glesia Cat ólica en el curso de los siglos.
Son, sin duda, sus aut oridades quienes deben asum ir est a culpa hist órica. Al
respect o es digno del m ayor encom io el reconocim ient o que ha venido haciendo el
Papa acerca de la responsabilidad que le ha cabido a la I glesia en num erosas
sit uaciones lam ent ables. Pero, a pesar del reconocim ient o, perm anece la duda:
¿por qué la I glesia, olvidando el Serm ón de la Mont aña, ha sido t an aut orit aria,
represiva y culpabilizadora? ¿Por qué se cast igó con t ant a saña a la m uj er adúlt era
y en cam bio se exculpó al hom bre adúlt ero? ¿Por qué se discrim inó hast a hace m uy
poco ent re hij os legít im os e ilegít im os? ¿Por qué se condenó sin conm iseración
alguna al hom osexual? ¿Por qué se quem ó a m iles de m iles de presunt os herej es y
a ot ras t ant as m iles de m iles de m uj eres acusadas de " bruj as" ? ¿Por qué se
j ust ificó durant e los dos m ilenios de crist ianism o el pat riarcalism o duro y cruel,
est ableciéndose la obediencia incondicional de la m uj er al m arido, e incluso el
derecho de ést e al cast igo físico de su m uj er y de sus hij os? ¿Y por qué han debido
ser las ideologías seculares y laicas las que, a lo m enos, han debido venir
corrigiendo est as horribles inj ust icias?

—Por eso m e int eresa la int erpret ación hist órica que hace Riane Eisler
cuando relat iviza est os cort es que hace la hist oriografía occident al ent re Época

255
Ant igua, Edad Media, Tiem pos Modernos y, en cam bio, hace cort es de m ás larga
duración. Según Eisler, en el Neolít ico, con la agricult ura y la ganadería, surge el
pat riarcalism o com o lógica de poder y dom inio de los hum anos hacia ot ros seres
vivos, incluidos los hum anos, y con él nacen las religiones m onot eíst as aut orit arias
y j erárquicas, culposas y cast igadoras, que han t enido un peso enorm e en la
cult ura hum ana; sólo recién, con la cara solidaria de la Modernidad y sobre t odo
con la crít ica posm oderna a la Modernidad, se act iva un int ent o social por
desem barazarse del pat riarcalism o.

—Sin duda, ést e es uno de los grandes aport es de la cult ura m oderna,
aunque se haya realizado a m edias y sólo en sus finales: com enzar a superar el
inj ust o pat riarcalism o en el que se habit ó por m iles y m iles de años. Lo que Riane
Eisler llam a " cara solidaria de la Modernidad" corresponde a lo m ism o que he
venido dest acando al hablar de una especie de paradoj a: han sido las ideologías
racionalist as y seculares m odernas las que lograran en ciert a m edida im poner un
orden m ás libre, plural, igualit ario y t olerant e en las sociedades.
Claro que en est e cam bio epocal las cosas se volvieron m ás com plej as: la
t radición conservadora se encuent ra en una encrucij ada com plej a y dram át ica. Los
part idos conservadores han debido quem ar t odo lo que habían adorado y adorar
t odo lo que habían quem ado. El conservadurism o ha asum ido la decisión hist órica
de convert irse a la Modernidad j ust o cuando ella est á haciendo agua por sus cuat ro
cost ados. Ayer dieron una dura y prolongada bat alla defendiendo al m undo
m edieval crist iano, y fueron derrot ados. Luego cont inuaron su lucha cont ra los
derechos civiles, polít icos, socio- económ icos y cult urales m odernos, y t am bién
fueron derrot adas. Ahora est án int ent ando conservar lo inconservable de la
Modernidad.
Hem os afirm ado que los valores y virt udes de la época burguesa del
capit alism o originario —sobriedad, aust eridad, com edim ient o, responsabilidad,
t rabaj o— han desaparecido casi com plet am ent e del com port am ient o ét ico de las
elit es económ icas y financieras dom inant es. Hoy por el cont rario profesan los
valores del egoísm o, el exit ism o, el derroche, la concupiscencia, el ansia de
figuración, la ost ent ación del luj o. I ncluso en Chile, virt udes relat ivam ent e
respet adas com o eran la sobriedad, el am or al servicio público, la honest idad, han
ido desapareciendo del paisaj e m oral. El éxit o m at erial es la m ayor y única
am bición de sect ores m uy significat ivos de la sociedad chilena.

256
—Por lo m ism o se llam an neoconservadores: en el prefij o neo est á la clave
que describe por qué hoy adoran lo que ayer cuest ionaron.

—Así com o el viej o conservadurism o arraigaba en las obras de Burke, el


neoconservadurism o nace en Est ados Unidos ( y t am bién en Alem ania) en las obras
de Daniel Bell, Krist ol, Berger y ot ros. I nt eresa recordar que m uchos de ellos vienen
de un m undo cult ural de izquierda y son exit osos académ icos en las universidades
de m ayor prest igio de Est ados Unidos. El diagnóst ico principal del
neoconservadurism o sería el divorcio progresivo ent re el área cult ural y la
económ ica en las act uales sociedades m odernas. Según ellos, el área cult ural y
ét ica, habría experim ent ado un proceso de degradación y perversión m uy serio. Por
lo m ism o, sería necesaria una gran reform a ét ica de la sociedad, la cual facilit aría
un funcionam ient o m ás correct o y eficient e del capit alism o. Es decir, reponiendo los
ant iguos valores ét icos de origen prot est ant e, el capit alism o podría ser salvado de
la corrupción generalizada, y de aquí, la exigencia de realizar una " revolución
conservadora" de caráct er ét ico y m oral.
Eduardo Galeano escribió el libro El Mundo al Revés y est e es un caso
em blem át ico del m undo al revés: para los neoconservadores serían los valores
ét icos quienes est arían corrom piendo al capit alism o, no a la inversa, ¿y quién
corrom pe a los valores ét icos?

—Ellos no quieren ver que la realidad ét ico cult ural es part e int egral de la
dinám ica del m odo de vida m oderno.

—Los t eóricos del neoconservadurism o, com o lo he expresado, est ablecen


una drást ica separación ent re sist em a económ ico capit alist a y su área cult ural,
siendo est a últ im a la que se habría pervert ido por causas ent eram ent e aj enas a las
del act ual capit alism o. Es ést a una int erpret ación ideológica exact am ent e opuest a a
la de Marx; aquí sería la superest ruct ura ideal la que est aría det erm inando la
est ruct ura m at erial económ ica. De m odo que el neoconservadurism o pret ende
conservar el sist em a capit alist a indust rial, pero int ent ando corregir los m ales
m orales que afect an a las sociedades occident ales, los cuales nada t endrían que ver
con el sist em a económ ico. De ahí la crít ica const ant e a Hollywood. Pecando un
t ant o de caricat uresco, culparía sim bólicam ent e a esa " fábrica de sueños" , así com o
a los m edios de com unicación y la indust ria cult ural, com o uno de los m ayores
causant es de la derrot a del pensam ient o y de la m oral conservadora.

257
—Una afirm ación provocadora...

—Est am os viviendo en la " sociedad del espect áculo" . El fast uoso m undo del
espect áculo, con act ores profesionales y princesas reinant es, prot agonizando t oda
clase de escándalos. Todo ha pasado a ser espect áculo sin m ayores connot aciones
m orales. Los polít icos t am bién han debido subir al escenario y en t al rol su función
se ha t rivializado y desprest igiado. Sólo en el año 1999, el hom bre colocado en la
m ás alt a j erarquía m undial, el president e de los Est ados Unidos de Nort eam érica,
fue víct im a de una escandalosa confabulación de los neoconservadores
nort eam ericanos, quienes lo acusaron ant e m illones de m illones de t elespect adores
de t odo el m undo de práct icas sexuales presunt am ent e prohibidas; la princesa de la
casa real inglesa, Diana, m uere t rágicam ent e en una de las t ant as escapadas
clandest inas con algún " play boy" de t urno en m edio de la com prensión y cariño de
su pueblo; el obispo prim ado de la I glesia Cat ólica de Aust ria es denunciado por
act os repet idos de depravación con niños m enores; y uno de los personaj es m ás
ilust res de la polít ica de post guerra, Helm ut Kohl, es denunciado por act os de
corrupción.
Est e es el clim a m oral y espirit ual en que han desem bocado las sociedades
occident ales en est e inicio de m ilenio. Y com o de lo que se t rat a en est as
sociedades es de vender un product o, ést e ha de ser suficient em ent e escandaloso
com o para elevar los " rat ings" de las revist as, diarios y program as t elevisivos. Lo
" norm al" u " honest o" no es not icia...

—Al conservadurism o com o act it ud hist órica ya no le int eresa la defensa


del anacrónico ant iguo régim en. Hoy defiende precisam ent e lo que la izquierda
m oderna const ruyó durant e siglos. Ust ed, en est e sent ido, habla de una t raición
conservadora a las ideas que ayer defendieron, pero, a la vez, su act ual act it ud
guarda una enorm e coherencia con la sem pit erna act it ud hum ana de defender lo
que ya est á consolidado com o realidad, que hoy es la Modernidad.
En cam bio, la izquierda m oderna ( en especial, la socialist a) no ha sido
capaz de act ualizar su act it ud de rebeldía ant e el st at u quo, pues, en su
desconciert o t ras la caída del socialism o real, ha cont inuado con sus ya
t radicionales ideas fuerza ilust radas, defendiendo el st at us quo m oderno y no ha
incorporado nuevas ideas acordes a las realidades hist óricas em ergent es.

258
—El desconciert o profundo y fundam ent al de la izquierda no es at ribuible
sólo al colapso del com unism o, en especial, se debe al veloz, m asivo y radical
cam bio hist órico de que est am os hablando.
Hoy la det erm inant e esfera económ ica corre por un carril aut ónom o. Se ha
independizado casi ent eram ent e de cualquier dirección polít ica, no responde a los
int ereses ni de las sociedades en part icular ni de la hum anidad en general; y es ella
quien est á det erm inando los valores y com port am ient os cult urales. El lugar
preem inent e ocupado por la I glesia Cat ólica en los siglos m edievales es hoy día
subst it uido por la econom ía en su versión neoliberal. Es ella quien est ablece los
valores del exit ism o, consum ism o, product ivism o, derroche y luj o. Por ot ra part e,
los pensadores neoconservadores ven en la act ual sit uación una gran oport unidad
para convert irse en la " vanguardia de la Hist oria" —incluso ellos se han apoderado
de la t erm inología de izquierda—, al pensar que las sociedades occident ales han
perdido sus referent es ideológicos y m orales, serían ellos los indicados para
reest ablecerlos a t ravés de una revolución conservadora.

— Los neoconservadores soslayan que esos referent es ideológicos perdidos


fueron valores de la burguesía m oderna, m uy necesarios para la fase de
acum ulación prim it iva del capit alism o. El ahorro y la aust eridad eran valores
coherent es con esa et apa; pero dej aron de serlo una vez que la Modernidad fue
expandiendo sus fuerzas product ivas y su enorm e capacidad de acum ulación.
Hoy vivim os en el reino de los valores del derroche, el hedonism o, el
consum ism o coherent es con la sobreproducción y acum ulación que caract eriza el fin
de la m odernidad. Bell sabe que en Est ados Unidos la lógica económ ica invent ó a
inicios del siglo XX las t arj et as de crédit o para incent ivar el sobreconsum o,
precisam ent e el m ecanism o que, ent re ot ros, salvó al propio sist em a en la crisis
económ ica de los años veint e.
Por lo ant erior pienso que es hist óricam ent e un absurdo que algunos
aut ores y ot ras veces el sent ido com ún, afirm en que " si la Posm odernidad significa
algo es sociedad de consum idores" ; cuando la act ual sociedad de consum idores en
rigor es el signo m ás com ún de la propia m odernidad hiperexacerbada.

—Si no fuera por la ost ent ación y el luj o, por el consum ism o y el exit ism o
m at erial, por la riqueza expresada en sunt uosos hot eles, aut os, m ansiones,
aviones, vest im ent as, et cét era, el product o nacional de las sociedades indust riales
avanzadas descendería vert icalm ent e. De ahí que los valores que pret enden

259
reponer Bell y los neoconservadores sean por com plet o anacrónicos y cont rarios al
act ual desarrollo capit alist a m undial.

—Son anacrónicos en ese sent ido. Aunque, t am bién es ciert o, que en el


act ual cam bio cult ural, que busca poner fin al insust ent able m odo de vida m oderno,
es im prescindible prom over valores que cuest ionen realm ent e la lógica de
acum ulación y crecim ient o m at eriales, por ej em plo, el valor de la frugalidad.

—Y la aust eridad, la sobriedad, la m oderación...

260
17

EL NEOLIBERALISMO:
UNA REDUCCIÓN
DEL ANTIGUO LIBERALISMO

CARLOS ALTAMI RANO: —Las ideologías liberales y conservadoras,


enem igas durant e doscient os años, han concluido por firm ar la paz. Am bas se han
agregado la part ícula neo, neoliberales y neoconservadores. La verdad es que el
neoliberalism o exhibe una hist oria bast ant e ant igua: arranca a m ediados del siglo
XVI I I cuando econom ist as franceses enunciaron la fórm ula " dej ar hacer, dej ar
pasar" . Desde ent onces est a fórm ula viene const it uyendo un m it o de derecha;
m it o, por ciert o, j am ás aplicado, ya que t odos los gobiernos de derecha de t odos
los Est ados naciones occident ales de los siglos XVI I I , XI X y gran part e del XX
fueron decididos reguladores y prot eccionist as.
La fam osa escuela de econom ía de Chicago venía divulgando el
neoliberalism o desde los años sesent a sin m ayor éxit o. Sus orígenes se rem ont an a
abril de 1947, cuando se reunieron t reint a y siet e int elect uales en Mont e Peregrino,
a orillas del lago Ginebra, en Suiza, convocados por Friedrich Von Hayek. Allí
nacieron las ideas m ás t arde conocidas com o neoliberales.
En la prim era obra de Von Hayek, Cam ino de Servidum bre, publicada en
1949, el aut or denunciaba el enorm e im pact o de las ideas socialist as en las
sociedades europeas; de ahí en m ás hubo de t ranscurrir t reint a años ant es de que
sus ideas fueran las predom inant es. En 1949 venía de producirse la vict oria de los
aliados en la segunda guerra m undial, donde la Unión Soviét ica había desem peñado
un rol clave y heroico, adem ás se iniciaban los " t reint a gloriosos años" del
capit alism o europeo, con alt as t asas de crecim ient o, pleno em pleo...

HERNÁN DI NAMARCA: —Se creaba el llam ado Est ado de bienest ar.

261
—... Las ideas de Hayek habrían de esperar la m anifiest a declinación de las
econom ías europeas y el principio del fin del poderío soviét ico, hast a lograr
im ponerse a com ienzos de los ochent a con el t riunfo de Ronald Reagan en Est ados
Unidos y de Margaret That cher en I nglat erra.

—Pese a una cont inua aplicación de polít icas neoliberales, es curioso que el
único gobierno asociado al neoliberalism o en Est ados Unidos fue el de Reagan,
porque Clint on, que dom inó la década de los novent a, fue vot ado por
am bient alist as, fem inist as, gays, elect ores dem ócrat as y ha asum ido una act it ud
cercana a la socialdem ocracia.

—Así com o t am bién es curiosa la ausencia de part idos polít icos que se
proclam en neoliberales, com o, en cam bio, sí exist ieron part idos liberales durant e el
siglo XI X y prim era m it ad del XX. Ciert am ent e, ni el part ido dem ócrat a en Est ados
Unidos ni los part idos social- dem ócrat as europeos son propiam ent e neoliberales; a
pesar que t odos ellos apliquen polít icas de cort e neoliberal.
En Am érica Lat ina los part idos polít icos han experim ent ado grandes
t ransform aciones. El m ovim ient o j ust icialist a en Argent ina es hoy un part ido de
derecha, aunque t uvo una t radición de cent ro e incluso cent ro izquierda; en México,
el PRI act úa m ás bien com o un part ido de cent ro- derecha si no de derecha, aunque
fue uno de los prim eros part idos revolucionarios surgidos en est a lat it ud del
cont inent e. Hoy los part idos de derechas se pret enden hacer llam ar " part idos de
cent ro" , y en casos com o Chile result a difícil im aginar cuáles podrían ser los
part idos propiam ent e de derecha. En España, la ant igua derecha cat ólica y
franquist a se ha agrupado en t orno al " Part ido Popular" del act ual president e Aznar.
En sum a, la confusión ideológica y polít ica t ant o en Europa com o en Am érica Lat ina
es enorm e. Las ant iguas ideologías conservadoras y liberales, y sus respect ivos
part idos polít icos, han ido desapareciendo, y en cada uno de esos países las
derechas se nut ren de diversas t radiciones polít icas, algunas nacidas sólo en las
últ im as décadas. Lo ant erior ha conducido a una enorm e confusión polít ica e
ideológica, ya que cualquiera sea la alianza de gobierno, t odas ellas aplican polít icas
de t ipo neoliberal. El llam ado " pensam ient o único" —denom inación usada en Europa
para designar al neoliberalism o— es am pliam ent e m ayorit ario ent re las elit es
t ecnocrát icas present es en los diversos gobiernos de los países occident ales. Pero,
en cam bio, son m inoría en el elect orado de los diversos países.

262
—Ninguno de los países europeos y ni siquiera Est ados Unidos cum ple a
cabalidad con las norm at ivas de la fórm ula neoliberal.

—Los únicos m ás ort odoxos han sido los gobiernos lat inoam ericanos.

—En especial, Chile.

—Sí. Por ej em plo, los ex fam osos t igres asiát icos experim ent aron
crecim ient os espect aculares durant e m ás de veint e años, ut ilizando el ant iguo
arsenal int ervencionist a, prot eccionist a y regulador; y los países de Europa
cont inúan m ant eniendo subsidios y m últ iples form as de regulación con el obj et o de
favorecer a los dist int os países que no guardan iguales niveles de crecim ient o
económ ico, com o es el caso de España, Port ugal y Grecia. Est ados Unidos ha
concluido siendo el único gran beneficiario de las polít icas neoliberales.

—¿Beneficiado?

—El único país con t asas de crecim ient o acept able en los últ im os diez años
ha sido Est ados Unidos y, por ciert o, las m ult inacionales nort eam ericanas, quienes
han logrado beneficios gigant escos. Est ados Unidos, por ot ra part e, no debe su
crecim ient o sólo a la im plem ent ación int erna de polít icas neoliberales, sino a la
crecient e desregulación y desprot ección del rest o de las econom ías. En m edida
significat iva est e país ha est ado financiado por los ot ros países del m undo, incluso
Chile ha hecho su aport e de capit ales. China t am bién ha exhibido las m ás alt as
t asas de crecim ient o económ ico, pero, pese a que ha hecho im port ant es
concesiones al capit alism o, cont inua siendo una econom ía globalm ent e planificada y
prot egida, algo dem onizado por las concepciones neoliberales.

—Bueno, m ás allá del recet ario económ ico de la privat ización, de la


desregulación, de la desprot ección, de la baj a de aranceles, del libre com ercio, de
los equilibrios m acroeconóm icos, ¿qué es en definit iva el neoliberalism o?

—Sólo t engo respuest as t ent at ivas. El neoliberalism o no es propiam ent e


una ideología polít ica; en cam bio, el liberalism o sí lo fue, y com o t al desem peñó un
papel m edular en la t ransición del Medioevo a la m odernidad. El neoliberalism o ha
t erm inado siendo una sim ple fórm ula económ ica cuyos efect os est arán m uy lej os
de conform ar sociedades propiam ent e liberales y dem ocrát icas.

263
—Com o ust ed recién lo recordó, el neoliberalism o surgió en sociedades ya
profundam ent e liberales y dem ocrát icas ( I nglat erra y Est ados Unidos) , en ese
sent ido nació sin el desafío de conform ar nada, siendo sólo un product o t ardío de la
m odernidad liberal dedicado a adm inist rar económ icam ent e a la m ism a.

—Para el neoliberal, el consum idor es el suj et o principal y para el liberal es


el ciudadano. Para el neoliberal el m ercado cum ple en m ej or form a las funciones
dem ocrát icas que las inst it uciones polít icas propiam ent e t ales. En buenas cuent as,
para el neoliberal la libert ad económ ica es la fundam ent al, en cam bio, para el viej o
liberal es la libert ad polít ica y cult ural.
El liberalism o realizó fecundas y t rascendent ales elaboraciones en el plano
polít ico, en el Est ado y en las inst it uciones dem ocrát icas, t am bién en la
t ransform ación de hábit os y cost um bres invet eradas y, por lo m ism o, podem os
recordar a grandes personalidades del pensam ient o liberal: filósofos, hist oriadores,
j urist as, sociólogos y a not ables econom ist as. El neoliberalism o, por el cont rario,
carece de perspect ivas t an am plias y de análisis t an ricos. En el llam ado
" pensam ient o único" neoliberal sólo m ilit an econom ist as, no hay ni hist oriadores, ni
filósofos, ni j urist as, ni sociólogos. No ha producido ni siquiera una t eoría
económ ica que m erezca t al nom bre. Todas sus m áxim as se fundan en los
econom ist as clásicos de los siglos XVI I I y XI X.
Por est as razones m e result a difícil hablar de la aparición de una nueva y
t rascendent e ideología polít ica. En definit iva, para m í es sólo una fórm ula
económ ica supuest am ent e dest inada a facilit ar el crecim ient o económ ico. Una
fórm ula económ ica t al com o fueron las de los m ercant ilist as, fisiócrat as, libre
cam bist as o nacionalist as prot eccionist as alem anes. Menos adm it e com paración con
la t eoría económ ica general de un Lord Keynes.

—¿A qué se debe ent onces la gravit ación del neoliberalism o en las
t ecnoburocracias nacionales e int ernacionales?

—En prim er lugar, aunque m i respuest a pudiera parecer sim plist a, al


desm esurado aparat o de publicidad y propaganda con que cuent a est a fórm ula
económ ica. Los econom ist as inscrit os en el pensam ient o único neoliberal son de
inm ediat o dest acados com o im port ant es figuras m undiales, invit ados a cuant o foro
exist a, sus libros y art ículos son profusam ent e publicados; los prem ios Nobel sólo
agregan un aura m ayor a est os econom ist as. Davos ha pasado a ser un lugar de

264
encuent ro em blem át ico y m ít ico de m ult im illonarios, dirigent es polít icos y j efes de
Est ado e incluso de algunos fam osos escrit ores. Cient os de revist as, de diarios, de
canales de t elevisión, de propiedad de los grandes grupos t ransnacionales aparecen
aplaudiendo las supuest as grandes vent aj as de la fórm ula económ ica neoliberal y
ocult ando cuidadosam ent e la ola de desast res provocada por ella, incluidas las
reit eradas crisis económ icas ocurridas en diversas lat it udes de la Tierra. Ést as son
at ribuidas a circunst ancias coyunt urales y locales: a una equivocada polít ica de
cam bio en México o a los grupos económ icos llam ados " chaebol" en Asia.
En segundo lugar, est a fórm ula económ ica aparece prom oviendo un
proceso de dim ensión global que, a su vez, depende de m últ iples ot ros fact ores. La
globalización est á cam biando radicalm ent e el curso de la Hist oria Cont em poránea y
en est e proceso el fact or ideológico es subalt erno. La globalización de la act ual
econom ía capit alist a y de la polít ica y de la cult ura occident al supera con m ucho a
la im port ancia que pueda at ribuirse a la fórm ula económ ica neoliberal. La
globalización, en m i opinión, const it uye un proceso im parable y adem ás, com o ya lo
he dicho, necesario e indispensable para el desarrollo progresivo de la hum anidad.

—Para los neoliberales " t odo hom bre y m uj er t iene su precio, pues t odos
nos m ovem os por el egoísm o que busca m axim izar el propio beneficio" . En la
superficie ese argum ent o parece m uy sólido, en t ant o vivim os desde hace t res o
cuat ro siglos en una sociedad que ha const it uido así las relaciones hum anas. Sin
em bargo, es un argum ent o hist óricam ent e falaz. Sólo en los inicios de la Época
Moderna, Thom as Hobbes, ent re ot ros, unilat eralizó el egoísm o com o un rasgo
cent ral de lo hum ano. Más aún, el Yo, com o singularidad egót ica, es una
const rucción de la Modernidad. Pese a t odo lo ant erior, los neoliberales ni siquiera
se int errogan ¿si es el ser hum ano así o en su devenir se ha ido haciendo así? Ha
sido en el Occident e m oderno cuando hem os reproducido en la vida cot idiana el
egoísm o com o un valor hegem ónico.
Por lo pront o, la m ayoría de las ot ras cult uras nunca asignaron t al
relevancia a esa em ocionalidad. Por ej em plo, la aym ara carecía del pronom bre Yo
com o singularidad, lo m ás parecido a esa nom inación era su pronom bre Naya que
podría t raducirse com o " yo y los m íos" . Asim ism o en la act ual t ransición epocal hay
sect ores del propio m undo occident al que est án reaccionando ant e est o y se niegan
a reducir lo hum ano a un m ero egoísm o ni m enos a su corolario: un grosero
econom icism o.

265
—Com part o cont igo que ést e es básicam ent e un problem a cult ural, dado
que no exist e ni ha exist ido una cult ura que haya exacerbado a t al ext rem o el éxit o
económ ico, el lucro, el afán de ganancia, la codicia.

—El neoliberalism o ha llevado a su ext rem o el elan egot ico ( y egoíst a) que
subyace a la m odernidad. En un not able libro, Mausoleo, el pensador europeo Hans
Magnus Enzensberger analiza a las personalidades m ás brillant es que llevaron a
cabo la Modernidad ( invent ores, art ist as, polít icos revolucionarios, descubridores,
filósofos, et cét era) , develándolos a t odos com o grandes egos anim ados por ansias
de poder y una int ensa violencia int erior.

—Adam Sm it h fue el prim ero en elevar el egoísm o a una virt ud puest o que
él t erm inaba por beneficiar económ icam ent e al conj unt o de la sociedad.

—Es ciert o, e incluso en Chile hast a hace sólo cien años las m ot ivaciones
de las clases alt as eran m ás int egrales.

—Precisam ent e la crít ica que hoy podríam os form ular a nuest ras viej as
clases oligárquicas es haber carecido de una cult ura ut ilit arist a. Hoy, en cam bio,
t odo est á reducido al m ercado y a la ganancia. Por ej em plo, en los m edios de
com unicación, especialm ent e en los lat inoam ericanos, aparecen diariam ent e
sesudas colum nas escrit as por periodist as y econom ist as en las que se denost a al
Est ado y se denuncia al funcionario público com o un vulgar burócrat a; al servidor
público com o un pobre inocent e; a la equidad social com o una ut opía incom pat ible
con el desarrollo económ ico; a los polít icos, com o dem agogos profesionales; y a la
dem ocracia, com o sist em a caro e ineficaz. Sólo los grandes em presarios privados
serían eficaces, capaces y creadores de riquezas.

—Una inconsist encia int elect ual m uy com ún en el neoliberalism o es su


dogm at ización ( y fet ichización) del m ercado, el cual no se debería int ervenir ni
regular, ya que es " espont áneo" .
¿Por qué afirm o que es una inconsist encia que no se condice con la
experiencia hum ana? Si por m ercado ent endem os la vinculación de los seres
hum anos en el vivir económ ico, obviam ent e que el m ercado surge con lo social y se
t rat aría de un gest o hum ano y espont áneo; pero ot ra cosa m uy dist int a son los
valores con que los seres hum anos concurren a ese m ercado, lo que no es
espont áneo. El m ercado se ha organizado de dist int as form as en la hist oria y a él

266
han acudido los hum anos m ot ivados por dist int os valores e ideas. El problem a es
que los neoliberales hablan de un orden espont áneo en el m ercado, pero a renglón
seguido agregan que los hom bres y m uj eres part icipan de ese m ercado com o
unidades discret as que van a com pet ir ent re sí m ot ivados por su afán egoíst a,
cayendo ent onces en una ideologización, porque de esa m anera est án const ruyendo
e incent ivando un part icular m odo cult ural de concurrencia al m ercado. Así
incent ivan algo que no es espont áneo, sino que ha sido result ado de una part icular
deriva cult ural, occident al y m oderna: el egoísm o, negocio, lucro, acum ulación,
hiperproducción, consum ism o... es t oda una red, un circulo vicioso. En esa lógica el
sist em a funciona " espont áneam ent e" com o un m et abolism o product ivo- dest ruct ivo.

—Considero m uy lam ent able que hayam os llegado a un t ipo de form ación
social en que la principal ent ret ención sea ir a com prar a los m alls, a los
superm ercados, que el signo dist int ivo de un individuo no sea su cult ura, su
act ividad, su vida y su hist oria, sino las m arcas que anda port ando, el celular, el
Mercedes- Benz, la t arj et a de crédit o, et cét era.

—Eso es reduccionism o, pues se pierden ot ras dim ensiones del vivir.


Adem ás genera un enorm e m alest ar, ya que est o ocurre en una sociedad m uy
inequit at iva: son m uchos quienes sólo van a pasearse, a quedar lit eralm ent e
pegados frent e a los escaparat es, acum ulando frust ración. Lo curioso, pese a est o,
es que los neoliberales se ext rañen por la delincuencia, se ext rañen por el m alest ar
de la cult ura, se ext rañen por la cant idad de fárm acos para cont rarrest ar la
neurosis del t ener y no t ener.

—Al pensar en la m oda del neoliberalism o de las últ im as décadas m e da la


im presión que nos encont ram os frent e a uno de los t ant os m ovim ient os pendulares
de la Hist oria: el ext rem ism o que conduj era a los part idos com unist as a pret ender
organizar de pé a pá la sociedad soviét ica ha conducido a ot ro ext rem ism o,
sost ener que no debe exist ir ningún t ipo de int erferencia, regulación o cont rol
desde el gobierno en la sociedad.

—En Chile, el discurso neoliberal suele argum ent ar que se inhibe a los ya
desanim ados em presarios con regulaciones am bient ales, con regulaciones
m unicipales urbanas, et cét era, y así dale y dale con una perorat a ideologizada que
se resist e a las m ás obvias y necesarias regulaciones, j ust o cuando las ciudades
son cada vez m ás invivibles y el m edio am bient e est á cada vez m ás cont am inado.

267
—Así es. Y para j ust ificarlo, repit en hast a la saciedad que en est e sist em a
económ ico el único Rey es el consum idor; pero part en ignorando un hecho de la
dim ensión del Everest ; a lo m enos el 60 por cient o de la hum anidad no t iene
acceso al m ercado. En Chile, sin ir m ás lej os, un 25 por cient o es pobre e indigent e
y, a lo m enos un 30 por cient o, si bien puede acceder al m ercado, sólo lo hace para
adquirir los art ículos m ás indispensables o de prim era necesidad. Y el lado cínico
radica en que desde hace m ás de cinco años se han negado a aprobar una ley que
busca defender y prot eger a ese " Rey consum idor" .

—Ellos prefieren venderle al Rey desnudo. Lo del " Rey consum idor" es ot ro
lugar com ún del act ual discurso neoliberal. Para ellos ser consum idor parece un
rasgo hum ano liberador por excelencia; ya no es sim plem ent e un sat isfacer las
necesidades en un gest o biológico y cult ural m ás del vivir.

—Consideran m ás im port ant e al consum idor que al ciudadano, a la


" dem ocracia del m ercado" por sobre la dem ocracia polít ica. De ese m odo olvidan
que en est a últ im a cada ciudadano t iene un vot o; en cam bio, en el m ercado
dispone de t ant os " vot os" com o dinero posee.

—Es un nuevo y brut al cont rat o social: eres m ás ciudadano, si t ienes m ás


capacidad de consum o, y para t enerla debes ser un com pet it ivo individuo exit oso,
con m ás ingresos.

—Por est o m ism o, hoy se clasifica a las personas de acuerdo a unas let ras:
ABC, ABC1, C, D, et cét era, est o es en función de su ingreso y de su consum o. Me
he encont rado con m ás de alguien que afirm a, m edio en brom a, m edio en serio,
pert enecer a la cat egoría ABC1, pues sería ést a la que ot orga m ayor est at us.
¿Llegarem os a com plet ar t odo el abecedario? ¿Qué nivel de la pobreza represent ará
el nivel Z?

268
18

LA GRAN TRANSFORMACIÓN EN LOS


PRINCIPIOS ÉTICOS Y MORALES
Y LAS GRANDES TRANSFORMACIONES
EN LA IGLESIA CATÓLICA

CARLOS ALTAMI RANO: —Desde que Const ant ino, Em perador rom ano del
siglo I V d. C, elevara a la cat egoría de religión oficial a la I glesia Cat ólica, fue ella
quien im puso los precept os y principios de orden m oral que han venido presidiendo
la cult ura occident al crist iana. I ncluso, la revolución m oderna no cuest ionó los
fundam ent os de est os valores y precept os. Pero, en cam bio, hoy sí est án siendo
radicalm ent e t ransform ados. Las sociedades burguesas europeas acept aron la
inst it ución del m at rim onio com o un com prom iso indisoluble; penalizaron el
adult erio; prohibieron el am ancebam ient o; proscribieron el abort o; condenaron la
hom osexualidad; rechazaron el desnudo, especialm ent e en la m uj er, ést a debía
llegar virgen al m at rim onio; privilegiaron la concepción dent ro del m at rim onio,
creando el dist ingo ent re hij os legít im os e ilegít im os; dem onizaron el sexo sin
procreación; la m uj er debía est rict a obediencia al m arido y los hij os a los padres,
et cét era. Todos est os precept os han ido cam biando radicalm ent e, no sólo en la
esfera occident al del m undo, sino que en t odos los países de la Tierra. Por lo m ism o
no dudo en considerar est e cam bio com o la m ayor de las revoluciones m orales
ocurridas en t odos los t iem pos.

HERNÁN DI NAMARCA: — Tiene razón en la radicalidad de est e cam bio en la


conciencia hum ana: es la profundidad que im pone el fin del m ilenario
pat riarcalism o. La nueva ét ica de la coherencia, de la diversidad y de la
responsabilidad post ula que nada se puede prohibir desde cenáculos aut orit arios y
abst ract os, y de esa m anera sim plem ent e apela a la responsabilidad de los propios
m uj eres y hom bres. Est o es relevant e, pues la sensibilidad neoconservadora, que
se opone a est a nueva m irada ét ica, la suele descalificar diciendo " quieren el

269
abort o, quieren el adult erio, quieren la disolución del m at rim onio" ; pero no es así.
Porque no se quiere la disolución del m at rim onio, se prom ueve un m at rim onio
responsable que efect ivam ent e se m ant enga unido en el am or; porque no se quiere
que la m uj er abort e, se prom ueven legislaciones que, en caso de llegar a él,
perm it a hacerlo en ópt im as condiciones físicas y psicológicas; porque no se quiere
el adult erio, se prom ueve el libre y responsable com prom iso hum ano.

—Coincido con t u opinión; por lo dem ás siem pre m e he negado a m it ificar


la inst it ución del m at rim onio. Ella ha adolecido de grandes debilidades y vicios, la
m ayoría se efect uaba de acuerdo a int ereses económ icos, a conveniencia social, y
no por afect o y am or. Se m ant enían por presión social, pese a t erribles disput as
ent re m arido y m uj er, y el m arido t enía aut oridad de vida y m uert e sobre su m uj er
y sus hij os. La act ual reform a m oral apunt a nada m enos que a producir un cam bio
t ot al en est os ant iquísim os hábit os y cost um bres. El rol de la m uj er se halla en
radical t ransform ación. En fin, est os t em as suponen un gran debat e acerca de las
relaciones ent re parej as, ent re m arido y m uj er, ent re padres e hij os. ¿Cuál podría
ser el ideal de fam ilia en los inicios del año 2000? ¿Es acept able el m at rim onio
ent re hom osexuales y lesbianas? Est os t em as, así com o ot ros, est án exigiendo una
revisión profunda y radical de lo que han sido, desde hace m iles de m iles de años,
los com port am ient os ét icos y m orales de los seres hum anos.

—Se suele hacer esa supuest a división ent re conservadores y liberales en


relación a los t em as m orales. Pero creo que ella es hist óricam ent e inexact a y sólo
result ado de una suert e de inercia lingüíst ica. Los debat es m orales que t ienen lugar
en dist int os foros e inst ancias hoy son em inent em ent e posm odernos: t ras las
apariencias, subyace un debat e de fondo ent re una m oral de la incoherencia, que
dice una cosa y hace ot ra, que es m oderna, en consecuencia ant igua, y una m oral
de la coherencia, la diversidad y la responsabilidad, que es nueva.

—El alineam ient o es m ás bien de orden t ransversal, cruza t odos los


part idos y a t odas las religiones, va m ás allá de las derechas y de las izquierdas.
Aunque, en la esfera m oral se ha producido una ext raña alianza ent re int egrist as
islám icos e int egrist as cat ólicos.

—En rigor, la alianza es ent re la j erarquía islám ica y la cat ólica, lo que
coincide con que durant e la m odernidad, al m enos en Occident e, los port avoces de
la defensa de la m oral de la incoherencia han sido las iglesias inst it ucionales.

270
—Y eso que aún nos encont ram os en el cent ro del ciclón de cam bios
hist óricos, por lo que es difícil concebir y aplicar nuevas ideas. Hem os venido
conversando acerca de las grandes t ransform aciones epocales, las que vienen
ocurriendo en el im port ant ísim o cam po ét ico- m oral, en el plano de las ideologías
polít icas y en la polít ica m ism a. Tres áreas profundam ent e im bricadas unas con
ot ras y a su vez, dependient es de las ot ras grandes t ransform aciones a que hem os
aludido: dem ográficas, cient ífico- t ecnológicas, económ icas, biot ecnológicas, et c. El
rasgo m ás sobresalient es de est e cam bio epocal es la velocidad y m asividad con
que han venido precipit ándose los dist int os fenóm enos polít icos, económ icos,
cient íficos, t ecnológicos, ét icos, ecológicos, dem ográficos. Todos ellos han surgido
casi sim ult áneam ent e e im port an cam bios radicales e irreversibles en la vida del
planet a. Est os nuevos fenóm enos est án produciendo profundos t raum as, en
general, en t odas las sociedades.
El fin de las ideologías m odernas es una verdadera t ragedia, m oral y
polít ica, para quienes durant e dos siglos se com prom et ieron en luchas t it ánicas
para cam biar el m undo. ¿Cuáles podrán ser los sent im ient os de un viej o com unist a
cuando, rem em orando el pasado, haya vist o derrum barse ese colosal proyect o
hist órico por el cual t ant os m illones de seres hum anos ent regaron su vida, y t ant os
ot ros m illones fueron sacrificados en aras de un presunt o m undo m ej or? ¿Cuáles
serán los sent im ient os de los m ilit ant es de la fam ilia socialist a cuando t am bién han
ido viendo desaparecer en el hirvient e m agm a hist órico sus ideas fuerzas cent rales:
ant icapit alism o, ant iim perialism o, lucha de clases. ¿Y qué podrá pensar un viej o
conservador cuando, recordando el pasado, const at a la pérdida y dest rucción
sist em át ica de casi t odos sus valores crist ianos en la precisa región del m undo
donde se difundió y floreció el crist ianism o, en Europa? La acept ación de la
hom osexualidad, por ej em plo, para un conservador no es sino la expresión de una
profunda e insalvable degeneración en los hábit os y cost um bres del género
hum ano. Ant es la m uj er que no llegaba virgen al m at rim onio era m al considerada.
Hoy, en cam bio, son pocas las fam ilias que insist en en esa t radición. La cifras de
hij os concebidos fuera del m at rim onio en Chile es próxim a al 47 por cient o y en
I nglat erra llega al 60 por cient o.

—Ent onces, cuando se em pieza a socavar la m oral de una época, salen en


su defensa las inst it uciones que la han sost enido. Com o ust ed ha dicho en ot ros
m om ent os de nuest ra conversación: en est os conflict os, los que ayer eran
m odernos ahora son ant iguos. Est o nos lleva ot ra vez al t em a de la I glesia...

271
—La I glesia Cat ólica es la m ás ant igua de las inst it uciones occident ales.
Millones de m illones de seres hum anos se reconocen en el pat rim onio sim bólico,
espirit ual y cult ural del crist ianism o, el cual ha venido haciendo y rehaciendo la
hist oria occident al en el últ im o m ilenio y m edio. Desde esos t em pranos años se
t ransform ó en una iglesia de poder. Tuvo la habilidad de const it uirse en t al j unt o a
los últ im os em peradores rom anos y se convert iría en la inst it ución dom inant e en
los m il años de feudalism o m edieval; m ient ras que durant e los t res prim eros siglos
de inicios de la era m oderna, cont inuó siendo pilar fundam ent al de las m onarquías
absolut ist as europeas.

—En los inicios de la Época Moderna ocurrió el cism a prot est ant e...

—En la I glesia com o t al se vivió ant es, en el año 1000, la rupt ura con la
I glesia Crist iana Ort odoxa. El cism a prot est ant e en los inicios del siglo XVI
const it uyó la culm inación de un largo proceso de profundo m alest ar que se había
venido incubando al int erior de la I glesia Cat ólica por los graves vicios y corrupt elas
surgidos en su int erior. En 1530 quedó definit ivam ent e quebrada la unidad
espirit ual en que había habit ado Europa durant e el últ im o m ilenio. Lut ero había
quem ado la Bula de excom unión del papa León X y lo había acusado de ser el Papa
ant icrist o, acusación basada en la perversa y viciosa conduct a de los t res grandes
papas del Renacim ient o: Alej andro VI , poseído por la pasión, por el dinero y por las
m uj eres, su hij o nat ural, César Borgia, inspiraría El Príncipe de Maquiavelo; Julio I I ,
el " Papa guerrero" ; y León X, hij o refinado y m undano de Lorenzo el Magnífico.
Gran part e de Alem ania, los países escandinavos, los países baj os, Suiza y Gran
Bret aña t om arían el part ido de Lut ero.

—Adem ás, com o lo conversam os en los prim eros capít ulos, ésa fue la
m anera del crist ianism o por adecuarse a la nueva época que se incubaba. Ya lo dij o
ust ed, la m ilenaria inst it ución sí que ha t enido sent ido hist órico. Max Weber escribió
páginas y páginas m ost rando el rol del prot est ant ism o y su ét ica ( ahorro e
individualism o) en la génesis de est a época hist órica. Y por su part e, la I glesia, ant e
la Reform a Prot est ant e, responde con su propia Cont rarreform a com o una m anera
de paliar esa decadencia que ust ed dest aca y t am bién de acom odarse a la
sit uación.

272
—Así fue. Pero desde sus com ienzos, la I glesia Cat ólica propiam ent e t al,
incluso con su Cont rarreform a, fue declaradam ent e host il a los valores m odernos.
El conflict o con la Modernidad se había iniciado con las nuevas concepciones de
Copérnico y Galileo y cont inuaría profundizándose con las t eorías de j urist as,
filósofos, cient íficos y pensadores polít icos, desde Mont esquieu hast a Volt aire y los
Enciclopedist as. Práct icam ent e casi t odos los grandes escrit ores e incluso pint ores
m odernos cayeron en el " I ndex" y algunos de ellos fueron seriam ent e am enazados
por la I nquisición. En el año 1600, en el Cam po de Fiori, Rom a, sería quem ado
Giordano Bruno, por sus creencias cont rarias a la I glesia. La condena de Galileo —
1616 y 1633— no concluyó en la hoguera sólo porque ést e, al final, se ret ract ara,
aunque m ás no fuera en sus aspect os form ales.

—Fue real el conflict o ent re I glesia y Modernidad; sin em bargo, t am bién a


la larga ést a se act ualizó y seguiría siendo una inst it ución del gran poder, hast a
hoy.

—Pero ya nunca m ás com o lo había sido ant es. La prim era señal de la
pérdida de poder del papado se dio cuando se celebró la paz de West falia, con la
exclusión expresa del nuncio papal, la cual en t eoría est uvo dest inada a poner
t érm ino a las guerras religiosas europeas. El Papa cont inuaría siendo el j efe
espirit ual de la I glesia Cat ólica rom ana, pero no lo sería m ás del crist ianism o
occident al.
La guerra definit iva ent re las concepciones cat ólicas y las ideas m odernas
se libraría en la segunda m it ad del siglo XVI I I . El conflict o m oderno con la I glesia
alcanzó su clím ax en los t um ult uosos días de la Revolución francesa. Uno de los
papas, Pío VI , en una Encíclica publicada con ant erioridad a la Revolución —1775—
había condenado globalm ent e las ideas de la I lust ración y consideraba a la
m odernidad com o " una obra del dem onio"; y m ás t arde t am bién se condenaría la
" Declaración de los derechos del hom bre y del ciudadano" . Durant e el siglo XI X
surgieron en m ás de una ocasión grupos de cat ólicos int ent ando conciliar su fe con
la m odernidad, pero no t uvieron éxit o. La j erarquía de la I glesia era decididam ent e
ant im oderna; en 1832, en una de las t ant as Encíclicas condenat orias de los valores
de la Modernidad, se rechazaba expresam ent e la libert ad de pensam ient o y de
expresión, considerándolas com o frut o de un sim ple " delirio hum ano" . Pío I X, el 8
de diciem bre de 1864 prom ulgaba el Syllabus, en él condenaba explícit am ent e: " el
progreso y el liberalism o" . Y en 1869 se declaraba la infalibilidad del Papa en
m at erias de fe, con la consiguient e reacción del m undo ant iclerical.

273
—Eso en lo ideológico- polít ico, aunque en lo social al final del siglo XI X —
posm arxism o— la I glesia em pieza a asum ir la cuest ión social.

—Así fue. En 1893, León XI I I prom ulgaba la Encíclica Rerum Novarum ,


donde por prim era vez la I glesia condenaba la cruel explot ación de la clase obrera.
Aunque m ás t arde, en los años t reint a del siglo XX, el papa Pío XI t erm inaría
legit im ando la asunción del fascism o al gobierno de I t alia; y Pío XI I m ant endría un
om inoso silencio frent e a la ent ronización del nazism o en Alem ania y a las
at rocidades del holocaust o j udío. Y la I glesia Cat ólica española apoyaría
decididam ent e a Franco en la guerra civil española. Las t res m ayores y m ás
sangrient as dict aduras de derecha en Europa cont aron con la com plicidad del
Vat icano, sino con su franco apoyo. El único t ot alit arism o condenado decididam ent e
por la I glesia Cat ólica fue el del com unism o, y no t ant o por su negación de la
libert ad com o por la filosofía m at erialist a que lo inspiraba.
En las prim eras décadas del siglo XX com enzaron a em erger balbucient es
m ovim ient os polít icos de inspiración cat ólica: la I glesia, que hast a ent onces se
había refugiado t ras las posiciones de los part idos conservadores, com enzó
lent am ent e a girar hacia ideas m ás progresist as y, al t érm ino de la segunda guerra
m undial, dio su pleno apoyo a las dem ocracias crist ianas europeas y t am bién a las
de Am érica Lat ina.

—En la I glesia esa act it ud reaccionaria ha sido la norm a ent re las


j erarquías oficiales; pero ést a, en sent ido am plio, siem pre ha dado cuent a de la
diversidad ideológica y social. De hecho, fue en sus bases donde surgieron esos
ot ros m ovim ient os de inspiración social que ust ed t am bién dest aca.

—Sin duda. Claro que la nat uraleza profundam ent e conservadora de la


I glesia Cat ólica no ha sido una caract eríst ica exclusiva de ella; en general las t res
grandes religiones m onot eíst as —crist iana, j udía e islám ica— t om aron part ido por
las ideas y las inst it uciones t radicionales en cont ra de las m odernas.
La derrot a de la cult ura cat ólica conservadora a m anos de los valores, de
las inst it uciones y del sist em a económ ico m oderno ha sido not oriam ent e m ás
cont undent e que el fracaso de las propuest as socialist as; por la sim ple razón que el
socialism o const it uyó una de las dos grandes t radiciones ideológicas m odernas,
j unt o con la liberal; y sus cont radicciones con las concepciones m odernas est aban
reducidas casi exclusivam ent e al ám bit o del sist em a económ ico y, m ás

274
propiam ent e, a la propiedad privada de los m edios de producción. El m arxism o no
fue ant iracionalist a ni ant icient ificist a ni ant ilibert ario com o lo había sido el
cat olicism o. Por est as razones no logro explicarm e el am or desenfrenado que le ha
baj ado al m undo conservador cat ólico por la m odernidad y por su sist em a
económ ico; y lo m ás inexplicable aun es que est a pasión le viene j ust o cuando la
m odernidad est á exhibiendo claros sínt om as de agot am ient o y vive abiert am ent e
en cont ra de ant iguos valores crist ianos: solidaridad, espírit u com unit ario,
ant iindividualism o, ant im at erialism o, ant ienriquecim ient o. La disculpa pueril e
ingenua de algunos crist ianos en cuant o a que ellos cont inúan defendiendo
inst it uciones com o el m at rim onio y condenando el abort o, no bast a para com pensar
el derrum be del rest o de sus principios m orales y, sobret odo, de su sent ido de
t rascendencia.

—Es t al la radicalidad del cam bio de época que incluso hay signos
profundos en la propia I glesia que indican que ella se est á adecuando a los nuevos
t iem pos.

—Le est á ocurriendo al conj unt o de las inst it uciones y de las ideologías
polít icas m odernas. Las rupt uras con la I glesia ort odoxa, los lut eranos y calvinist as
ocurrían en un m undo firm em ent e cent rado en la idea de Dios y de la
t rascendencia; eran divergencias m ás bien t eológicas; t ant o el crist ianism o com o el
cat olicism o no est aban desafiados por una cult ura racionalist a y de caráct er
secular. Est e es el caso de hoy. Una cult ura alt am ent e t ecnologizada est á
ofreciendo crecim ient o económ ico indefinido, salud, educación y una infinidad de
bienes m at eriales, incluidos t urism o espacial e ingeniería genét ica; y est e
ofrecim ient o no dej a de ent usiasm ar a gran part e de la hum anidad occident al. Por
est as razones, la I glesia ha realizado m ás de un int ent o de reconciliación con las
ideas y valores m odernos. El últ im o, fue el del Concilio Vat icano I I —1964— donde
obj et ivam ent e se realizó un gran esfuerzo de m odernización. En esa ocasión la
I glesia habría gozado de plena libert ad, " don de la Modernidad" , según habría dicho
y reconocido Juan XXI I I , y a su vez perm it ió la lect ura direct a de la Biblia, algo que
los lut eranos habían est ablecido hacía cuat rocient os años, y ent re ot ras m uchas
iniciat ivas, derogó definit ivam ent e el I ndex de libros prohibidos. Hoy día, el papa
Juan Pablo I I , en sus num erosos viaj es, predica abiert am ent e el bien de la libert ad
y la virt ud de la t olerancia, t an dram át icam ent e com bat idas en los siglos
precedent es; defiende los derechos del hom bre y del ciudadano, expresam ent e

275
condenados hace dos siglos; y acept a y proclam a las libert ades fundam ent ales,
ent re ellas la libert ad de cult o, de pensam ient o y de expresión.

—El Concilio Vat icano I I , en la década de los sesent a, const it uyó t am bién el
inicio de la act ualización de la I glesia al cam bio de época hist órica a que hoy
asist im os. Los desafíos de la I glesia ant e el t ercer m ilenio ya fueron form alizados
en ese concilio y est o, incipient em ent e, im pulsó a la I glesia a repensar los nuevos
desafíos cult urales de la Posm odernidad.
Por ej em plo, el not able t eólogo uruguayo Luis Pérez Aguirre en su obra La
I glesia I ncreíble, Mat erias Pendient es para su Tercer Milenio, ha sist em at izado las
int erpelaciones que la Posm odernidad hace a la I glesia, y cuyos orígenes, com o
desafíos, se rem ont an al Concilio I I . Para hacer hoy creíble a la I glesia, ést a debe
asum ir cinco int erpelaciones cult urales ( una nuevas y ot ras de larga dat a) : la
int erpelación desde el cuerpo, pues la espirit ualidad t iene que asum ir la sexualidad
y sensualidad en t odas sus expresiones; la int erpelación desde los pobres; la
int erpelación de un vivir int ernam ent e com o com unidad; la int erpelación desde la
m uj er, superando su pat riarcalism o int erno y hacia el m undo; y la int erpelación
desde la nat uraleza, asum iendo la ecología.
Aunque la reacción conservadora al int erior de la I glesia posconcilio fue
int ensa, es hist óricam ent e inequívoco que hoy est á siendo cruzada por est as
int erpelaciones. E incluso, en Europa y Est ados Unidos, es com ún ver a líderes
cat ólicos inst it ucionales al lado de m ovim ient os fem inist as, de neoespirit ualidades,
de gays y de ecologist as. La hist oria de la I glesia una vez m ás est á abiert a.

—En cont inuidad con el t em a a que aludes, pienso que el act o m ás


t rascendent e realizado por la I glesia Cat ólica desde el Concilio Vat icano I I y t al vez
en t oda su hist oria, ha sido el del 12 de m arzo del año 2000, cuando el Papa pidió
perdón por los errores com et idos.
El m ea culpa del Papa ha revelado un deseo m uy sincero y profundo de
" purificación" por los pecados del pasado y adem ás ha m ost rado una gran valent ía
m oral. Valent ía, porque hast a donde sé nunca un poder secular ni t am poco ot ra de
las grandes religiones había reconocido sus errores. Hast a el m om ent o, en Chile,
ninguno de los cuat ro generales de la dict adura, declaradam ent e cat ólicos, ha
hecho el m enor gest o de arrepent im ient o; ni t am poco los personeros civiles,
m ilit ant es de rígidas y exigent es órdenes cat ólicas, los que durant e el larguísim o
período dict at orial consint ieron en crím enes, t ort uras y desapariciones.

276
—Algunos de los com plej os cam bios ( y las act uales t ensiones) en la I glesia
se relacionan con su int ent o de act ualización al cam bio epocal. Por ej em plo, el Papa
ha anunciado una Encíclica para com ent ar el pensam ient o New Age y en Chile,
Monseñor Bernardino Piñera, ha dest acado la necesidad de un dialogo espirit ual
ent re la I glesia y est as sensibilidades posm odernas. Tam bién el Papa,
recient em ent e, j unt o a reconocer los errores hist óricos com et idos por la I glesia
durant e la Época Moderna, reform uló aspect os cent rales de su cosm ovisión: el
cielo, el purgat orio y el infierno, de " lugares físicos" inaprensibles, han pasado a
com prenderse com o subj et ividades present es en la conciencia de cada ser hum ano,
lo que es una com prensión m uy coincident e con la nueva espirit ualidad.

—Tres grandes reconciliaciones est aría int ent ando realizar la I glesia
Cat ólica a t ravés de su solicit ud de perdones. En prim er lugar, la reconciliación con
el propio m andat o prim igenio de Crist o. Una I glesia prom oviendo guerras,
persiguiendo, t ort urando y quem ando a presunt os herej es y a pobres " bruj as" , no
concordaba para nada con el m ensaj e de am or cont enido en el Serm ón de la
Mont aña. Crist o j am ás hubiera ordenado quem ar a nadie, ni sant ificado ninguna
guerra ni obligado a individuos y pueblos a convert irse por la fuerza a su fe.
En segundo lugar, es una propuest a de reconciliación con las dem ás
religiones. La I glesia Cat ólica, ciegam ent e convencida de ser port adora de una
verdad única y absolut a, excom ulgó y persiguió a crist ianos bizant inos, a lut eranos
y calvinist as, y a ot ras innum erables sect as consideradas herej es, incluyendo al
pueblo j udío, baj o el pret ext o de ser responsable del delit o de deicidio; y en cont ra
de los islám icos, convocó a los cruzados; y a las ant iguas civilizaciones de Am érica
les negó su derecho de exist ir y su act o de m ayor m agnanim idad consist ió en
reconocerle alm a a los indios de Am érica. De esa m anera hoy la I glesia aspira
legít im am ent e a ser realm ent e ecum énica y cat ólica, est o es universal.
La t ercera gran reconciliación est á dest inada a concluir de una vez y para
siem pre con sus conflict os con la Época Moderna, porque en sus perdones est aría el
reconocim ient o explícit o que gran part e de los valores y creencias m odernas,
negados sist em át icam ent e a lo largo de los últ im os siglos, serían j ust os y
necesarios, ent re ellas la t eoría de la evolución de Darwin.

—¿Cóm o ve el fut uro de est a I glesia reconciliada?

—Al m undo cat ólico le aguardan t iem pos revuelt os y com plej os. La ciencia
ha concluido elaborando nuevos paradigm as cient íficos, los cuales ant agonizan con

277
el pensam ient o crist iano: relat ividad; incert idum bre y caos, int erviniendo en los
procesos de la evolución y de la vida.

—Algunos t eólogos crist ianos polem izarían con ese supuest o ant agonism o,
pienso en especial en Tom as Berry y en Thom as Mert on. Ellos m iran con at ención
cóm o la ciencia occident al m ás evolucionada se encuent ra perplej a y asom brada
ant e la belleza y com plej idad de la exist encia, viendo la posibilidad de un nuevo
diálogo ent re el m ist erio t eológico y el m ist erio del m undo. Ellos m ism os dest acan,
por ej em plo, que los m ás grandes físicos cuánt icos, t erm inaron m uy m íst icos t ras
" vagabundear" por el m icrocosm os: Heisenberg, Bohr, ent re ot ros. El filósofo
Wit t genst ein resum e est e sent ido: " Lo m íst ico no es el m odo cóm o las cosas son en
el m undo, sino lo m íst ico es que el m undo exist e" .

—La biot ecnología, por ej em plo, ha ent rado a invest igar en t em as hast a
ahora considerados sagrados: procreación asist ida, clonación, fecundación sin
part icipación del varón, e incluso m uj eres aspirando a la m at ernidad fuera del
m at rim onio; com ercialización de órganos hum anos; hom osexualidad; m anipulación
de genes, con im previsibles alcances físicos, psíquicos, ét icos y filosóficos. ¿Cóm o
enfrent ará la I glesia est a nueva ola de invenciones cient ífico- t ecnológicas? ¿Podría
prohibirlas? ¿Qué es lo nat ural hoy? Son t odos t em as y pregunt as sobre las cuales
ya conversam os en el capít ulo sobre la biot ecnología. Pero no sólo se t rat a de est as
cont radicciones ent re las verdades bíblicas y la biot ecnología, sino t am bién del
ant agonism o ent re los nuevos est ilos y form as de vida y las ant iguas prescripciones
m orales del m undo crist iano.
La viej a ét ica prot est ant e, que al decir de Max Weber y de Som bart , habría
desem peñado un rol esencial en el nacim ient o y auge del capit alism o indust rial, hoy
se halla profundam ent e erosionada por las nuevas realidades surgidas de una
Modernidad en crisis m ut acional. Aust eridad, m oderación, sent ido de ahorro,
responsabilidad, son t odas virt udes que poco o nada t ienen que ver con los
com port am ient os de los especuladores m ult im illonarios, con la const rucción de
m ansiones de luj o exorbit ant e, con sus enorm es y luj osos yat es, con sus lim usinas
de varios m et ros de largo, con los sueldos y regalías de m illones de m illones de
dólares asignados a los alt os ej ecut ivos em presariales. ¿Y por qué colocar est e
énfasis en una realidad ya conocida? Sim plem ent e porque hoy día t odas est as
conduct as est án perfect am ent e acept adas, legit im adas y j ust ificadas por las elit es
oficiales; nada habría de reprobable en ellas, incluso para cat ólicos convencidos.

278
—Ust ed lo ha dicho, en la t ardom odernidad, esas conduct as han sido
asum idas incluso por aquellos que profesan una fe que ayer las negaba; con t odo,
hay que reconocer que el Papa suele hoy cuest ionar esos valores en boga, claro que
lo hace a t ravés de llam ados m orales con m uy poco poder persuasivo.

—Eso es así en el discurso de la I glesia, pero uno ve ot ros


com port am ient os en las práct icas. Si t ú ves la evolución de la I glesia, durant e los
siglos XVI I I y XI X su enem igo principal est uvo const it uido por los liberales, los
librepensadores, los m asones y at eos, a los cuales se solían agregar los j udíos; en
el siglo XX, los fuegos se cent raron en la ideología m arxist a y en su expresión m ás
concret a, el com unism o, quienes fueron declarados " int rínsicam ent e perversos" en
diversas encíclicas. El m arxism o era considerado una doct rina m at erialist a; y aun
cuando est a clasificación era correct a desde un punt o de vist a filosófico, no lo era
en la realidad, porque si de un vicio se podía acusar a las fuerzas de izquierda era
de su exagerada " ideologización" , de su " idealism o ext rem o" y de su absolut a
prescindencia de los bienes m at eriales. En cam bio, el m undo cat ólico y las fuerzas
conservadoras, habiendo part ido de fuert es idealidades, han concluido veget ando
en un vulgar m at erialism o, el de las " aguas heladas del cálculo egoíst a" y el del
dinero t ransform ado en suprem o bien y obj et ivo últ im o de vida.

—¿Las dos grandes iglesias occident ales, la europea y la lat inoam ericana,
han t enido dist int as preocupaciones en las últ im as décadas?

—Sí. Los grandes t em as t eológicos para la iglesia lat inoam ericana se han
ubicado m ás bien en el cam po social, la " Teología de la liberación" ; en cam bio, en
Europa y en Est ados Unidos los int errogant es esenciales han est ado dirigidos a
cuest ionar la propia m édula doct rinal de la I glesia. Sólo m encionaré algunos de
est os int errogant es: infalibilidad del Papa, el gobierno aut ocrát ico del Vat icano, el
celibat o, el sacerdocio de la m uj er, la eut anasia, la hom osexualidad, el t em a de la
sexualidad, dem onizada y reducida exclusivam ent e a la procreación, el cont rol de la
nat alidad, el m at rim onio indisoluble, el abort o, son t odos t em as que se debat en
t eológicam ent e en Europa sin que a nuest ras cost as lleguen esas polém icas. Por
últ im o, t am bién la I glesia deberá ofrecer una visión act ualizada de la relación del
hom bre con la nat uraleza. La I glesia ha carecido hast a el m om ent o de una posición
definida frent e a la nat uraleza y al dom inio de ella por el hom bre.

279
—Com o lo vim os en el capít ulo de la ecología, la I glesia ha t enido una
concepción m uy definida, siendo ést a una de las causas m ás profundas de la
act it ud hum ana depredadora de la biosfera, por ej em plo, ese sent ido de
t rascendencia: lo sagrado m ás allá de la nat uraleza, que la Tierra habría sido
creada para que los " hom bres crecieran y se m ult iplicaran" a cost a de sus riquezas.

—Ciert am ent e para la I glesia la nat uraleza y el ser hum ano serían frut o de
una creación divina, aunque const it uirían dos ent idades diversas, por lo m ism o, la
I glesia ha t endido a rechazar las visiones de t ipo pant eíst a. Sin em bargo, hoy, dada
la presencia del t em a ecológico, la I glesia t endrá que act ualizar su rígida dicot om ía
ent re ser hum ano y nat uraleza, y hast a ahora ent re los m ea culpas no aparecen
aún las devast adoras acciones inferidas por el hom bre a la t ierra.

—Sería m uy int eresant e ese m ea culpa. En est a act ualización de la I glesia


ocurren signos m uy int eresant es. Muchos t eólogos ( Tom as Berry, Leonardo Boff,
Thom as Mert on, David St eindl- Rast —que es un m onj e benedict ino—, Thom as
Mat us, et cét era) hablan que así com o en la act ual t ransición epocal ocurre un
cam bio en el paradigm a cient ífico, t am bién habría un cam bio en el paradigm a
t eológico, un giro t eológico en Occident e, que t rasciende con m ucho a la I glesia.
Mat us y St eindl- Rast han sist em at izado el cam bio en el paradigm a
t eológico, afirm ando que de un Dios com o revelador de la verdad, hoy se pasa a la
realidad com o la aut orrevelación de Dios; de la revelación com o verdad int em poral,
hoy se pasa a la revelación com o m anifest ación hist órica; de la Teología com o
ciencia obj et iva ( com o verdades independient es) , hoy se pasa a la t eología com o
proceso de conocim ient o; de un cuerpo m onolít ico y obligado de t eología para t odos
los creyent es, hoy se pasa a la idea de una red que int erconect a a las diferent es
perspect ivas t eológicas; de creer en afirm aciones t eológicas exhaust ivas, hoy se
pasa a com prender que la t eología no puede aport ar una com prensión com plet a y
definit iva de los m ist erios divinos.

—Sin duda, ese cam bio t eológico incipient e es im port ant ísim o. Est oy
convencido de que las grandes t ransform aciones ocurridas al int erior de la I glesia y
en general del m undo crist iano han de pesar decisivam ent e en el fut uro de la
cult ura occident al y en consecuencia, en el rest o de las cult uras m undiales.
Sin duda, son act os de gran coraj e hist órico algunos de los realizados por
Juan Pablo I I . Pero no dej o de observar am bigüedad en su m ensaj e. A su m anera,
con ot ros niveles, el Papa sigue ent rando en conflict o. Después de su gest o en el

280
año del Jubileo insist e en que hay una sola I glesia port adora de la verdad. Sus
palabras provocaron el m alest ar ent re prot est ant es, ort odoxos y los ot ros credos no
cat ólicos. El Vat icano pide perdón a Galileo pero, ¿cuánt os años t endrem os que
esperar para que se ext iendan los nuevos perdones por las incom prensiones del
present e?

281
19

LA GRAN TRANSFORMACIÓN
EN EL PARADIGMA CIENTÍFICO

CARLOS ALTAMI RANO: —El ext raordinario desarrollo del conocim ient o
cient ífico y de las t ecnologías para est udiar el m icrocosm os y el m acrocosm os han
venido produciendo un profundo desaj ust e ent re las represent aciones que, por una
part e, se hacen los cient íficos acerca de la evolución de la vida, de la Tierra y del
cosm os, y, por ot ra, el im aginario en que habit a la enorm e m ayoría de los ser es
hum anos. Se ha generado una fract ura ent re el paradigm a cient ífico de los siglos
XVI I , XVI I I y XI X y el nuevo que se fue const it uyendo durant e el siglo XX.

HERNÁN DI NAMARCA: —El paradigm a cient ífico m oderno se inst ala ent re
los siglos XV y XVI I y se ha denom inado cart esiano ( en honor a Descart es) ;
m ient ras, el paradigm a posm oderno, sist ém ico, aún est á en form ación sobre la
base del quehacer de la ciencia m ás evolucionada.

—No será fácil que la hum anidad, en t érm inos generales, asum a los nuevos
enunciados de la ciencia cont em poránea. La difusión de una idea, t eoría o hipót esis
cient ífica al conj unt o de la sociedad, con sus im plicancias sociales, polít icas,
m orales y cult urales, no ha result ado un proceso rápido ni fácil. El hom bre com ún
m ás bien aprecia est os descubrim ient os cient íficos a t ravés de las innovaciones
t ecnológicas a que dan lugar; pero no percibe sus ecos m ás profundos y
perm anent es.

—Est e cam bio de paradigm a en la com unidad cient ífica viene desde inicios
del siglo pasado, a part ir de los descubrim ient os de la física cuánt ica, y se ha ido
radicalizando sobre la base de la sorprendent e evolución de las ciencias de la vida,
aunque es de lent o procesam ient o por nuest ra conciencia e incluso avanza
lent am ent e en las propias práct icas de los t ecnócrat as de la ciencia. Pese a ello,
est e proceso hoy se difunde con diversos nom bres, ent re ellos el de Consilience, un

282
nuevo concept o que post ula que t odo lo que est am os aprendiendo sobre nosot ros y
el Universo encaj ará durant e las próxim as décadas en una nueva cosm ovisión
holist a.

—Paradigm a es una nueva noción, creada por Thom as Kuhn en 1962, para
definir el conj unt o de concept os, conocim ient os, práct icas y m ét odos present es en
una det erm inada época del desarrollo cient ífico- t écnico.

—Kuhn, adem ás, dest aca que ese conj unt o de procedim ient os e ideas ( una
especie de " filt ro " para m irar) es un paradigm a cuando es com part ido por una
com unidad cient ífica. El hist oriador de la ciencia arribó al concept o en su obra La
est ruct ura de las Revoluciones Cient íficas, est udiando los cam bios en el devenir de
la ciencia.

—Un paradigm a, según Kuhn, condicionaría la orient ación y desarrollo de la


invest igación cient ífica y cont ribuiría a diseñar m odelos int erpret at ivos de la
realidad. Con el paso del t iem po —agrega Kuhn— van apareciendo nuevos
int errogant es, nuevos enigm as y nuevos problem as que no es posible explicar y
resolver de acuerdo a los paradigm as vigent es. En consecuencia, la eficacia de los
ant iguos paradigm as ent ra en crisis y com ienzan a surgir ot ros, que bien pueden
negar, corregir o com plem ent ar a los ant eriores.

—Hay que aclarar de inm ediat o que paradigm a no es sinónim o de t eoría.


Est a últ im a es una explicación cient ífica que se im brica —surge— de un paradigm a;
en cam bio el paradigm a es un presupuest o del m irar. Lo aclaro porque las t eorías
se suelen negar, corregir o am pliar ent re sí, m ient ras ellas m ism as evolucionan; sin
em bargo, un paradigm a con ot ro paradigm a que le supera se suelen
com plem ent ar: los paradigm as en el t iem po suelen ser inclusivos.
Por ej em plo, el paradigm a cient ífico m oderno de Descart es, que separó al
suj et o del obj et o, hoy superado por la nueva ciencia, no lo ha sido porque sea falso
—pues funciona en algunos ám bit os de la operacionalidad de lo real—, lo que
ocurre es que hoy se present a com o insuficient e para explicar la com plej idad del
m undo: ahora sabem os que, aunque est am os ext rañados, a la vez form am os part e
de una red vit al en que suj et o y obj et o se int erpenet ran sin poder dist inguirse uno
de ot ro. Desde est a perspect iva inclusiva, hast a ciert o punt o t enía razón
Mont esquieu: " Descart es, a t ravés de la duda, enseñó a los que vinieron después
de él cóm o descubrir sus propios errores" .

283
—Los cam bios de paradigm as im port an verdaderas revoluciones al int erior
del proceso evolut ivo de la ciencia y exigen t ransform aciones radicales en la
m ent alidad de los propios cient íficos y, m ás t arde, en las visiones generalizadas del
hom bre com ún. Por ej em plo, para el paradigm a de la ciencia física clásica el
Universo era et erno, había est ado siem pre ahí, era un reloj - m áquina en m ovim ient o
perpet uo; en cam bio, para el nuevo paradigm a el Universo est á en perm anent e
evolución, dot ado de una asom brosa capacidad creat iva. El Universo y la Tierra han
sido, según el nuevo paradigm a, product o de una hist oria de varios m illones y
m illones de años.

—Lo que dice es uno de los signos m ás revolucionarios del paradigm a


cient ífico posm oderno: ést e nos revela un sent ido de pert enencia que nos perm it e
asum irnos com o int egrant es de una red energét ica- m at erial que deviene en el
espacio y en el t iem po ( en un cont inuum en la m em oria y el act o) . El ast rofísico
Hubert Reeves, en la obra La Más Bella Hist oria del Mundo, lo expresa diciendo que
esa hist oria " la llevam os en lo m ás hondo de nosot ros m ism os: nuest ro cuerpo est á
com puest o por át om os del Universo ( som os polvo de est rellas, incluso nuest ros
át om os de hidrógeno fueron hechos en el Big Bang) ; nuest ras células encierran una
porción del océano prim it ivo; la m ayoría de nuest ros genes es com ún con los de
nuest ros vecinos..."

—El det erm inism o m ecanicist a del paradigm a newt oniano ha venido siendo
reem plazado por una concepción m ás abiert a, indet erm inist a y aleat oria de la
realidad cósm ica, cuyos epicent ros t ú dest acas.
La firm e convicción de la exist encia de leyes nat urales inm ut ables se ha
relat ivizado ant e la aparición de sit uaciones caót icas. Para Laplace, un t ípico
pensador de la época ilust rada, la evolución del Universo era perfect am ent e
previsible siem pre que pudieran conocerse ciert as condiciones básicas. La
incert idum bre sólo era un problem a de t iem po, dependient e de los avances en el
conocim ient o. Por el cont rario, en las concepciones de m últ iples cient íficos y
epist em ólogos ha ent rado a j ugar un im port ant e papel el azar y el caos,
t ransform ando en inciert os e im previsibles los result ados de m uchos fenóm enos
nat urales. El ideal de la física clásica, cual era lograr un conocim ient o com plet o de
t odos los fenóm enos planet arios y cósm icos hoy se halla seriam ent e cuest ionado.
Ent re ot ros, los t eorem as de Gödel m uest ran m uy serias lim it aciones en el
pensam ient o hum ano; y las ideas de Edward Lorenz proclam an la " im previsibilidad

284
del fut uro" ; y Heisenberg y Bohr, físicos cuánt icos, afirm an el " principio de la
incert idum bre" , dada la int eracción exist ent e ent re el inst rum ent o de m edición y el
obj et o m edido, lo cual pasaría a alt erar las caract eríst icas de est e últ im o.

—Me gust a relevar que ahí se inicia el principio del cuest ionam ient o
profundo al paradigm a cart esiano, el inicio del cam ino hacia el j aque a la t an com ún
conciencia m oderna occident al de la separat ividad: nos hem os sent ido separados
de la nat uraleza, m ent es separadas del cuerpo, espírit us separados de la m at eria,
et cét era. El nuevo paradigm a posm oderno piensa en red y m ira procesos, por lo
m ism o int egra, com prende holíst icam ent e, ése es el núcleo de la revolución de la
conciencia en el act ual cam bio epocal: em pezam os a sent ir que som os part e del
m undo ( y no sólo que est am os en el m undo) , co- responsables de la deriva cósm ica.

—Así es. Est e principio de la física cuánt ica coloca en apriet os la obj et ividad
de la física m oderna; ni hablar de la ciencia biológica y, con m ayor razón, de las
ciencias sociales, en las que el observador es part e inseparable del acont ecim ient o
observado.

—Hum bert o Mat urana, desde su t eoría de la Aut opoiesis explica a cada
organism o com o una red cerrada de reproducción m olecular, part e int egrant e y en
red con ot ras redes y organizaciones t am bién at óm icas y m oleculares,
corroborando así la im posibilidad de esa obj et ividad absolut a a la m anera m oderna
y propone el m ét odo explicat ivo de la obj et ividad en parént esis.

—Volviendo al principio de incert idum bre, para ést e la nat uraleza sería
sim plem ent e inint eligible, y si a ello se agrega la " relat ividad" de Einst ein y la
" im previsibilidad" de Lorenz, debem os concluir que las grandes ideas fundadoras de
la Época Moderna, de Newt on, Descart es, Kepler, Leibniz y Laplace, se encuent ran
seriam ent e corregidas o m odificadas.
Com o has indicado, en especial para los cient íficos, la física cuánt ica habría
venido a dar el golpe de gracia a gran part e de las " cert idum bres" surgidas del
paradigm a ilust rado.
Por últ im o, la t eoría del caos ha concluido por dem oler el m it o de un
m undo perfect o, inm ut able y funcionando con la precisión de un m ecanism o de
reloj . Para est as nuevas concepciones inscrit as en la " física no lineal" , un cam bio
m ínim o en el est ado de la at m ósfera en un inst ant e det erm inado puede producir
efect os cat ast róficos en ot ro lugar al cabo de ciert o t iem po. De aquí nace la fam osa

285
m et áfora de Lorenz: el alet eo de una m ariposa en un ext rem o del m undo puede
producir un t em poral en el ot ro ext rem o.
En verdad, t ant o Maxwell com o Poincaré, el prim ero físico y el segundo
m at em át ico, habían descubiert o a principios del siglo XX la exist encia de
t rayect orias inest ables, pero sólo en 1972, con m ot ivo de una conferencia de
Lorenz en una academ ia nort eam ericana, t it ulada " Predict ibilidad" , se t om a m ayor
conciencia acerca de est os fenóm enos inciert os, inest ables y caót icos. Est e últ im o
t érm ino fue propuest o por Lee y Yorke en 1973, para designarlos. Para algunos,
nacía la nueva " ciencia del desorden" .

—Hay que poner eso últ im o ent re com illas, pues en rigor la t eoría del caos
no alude a un desorden com o se ent iende a la m anera corrient e. Se t rat a de un
orden m ás com plej o e im predecible, no del orden de las leyes de causalidad lineal,
sino del orden de procesos de cuya com plej idad em erge la creat ividad del Universo
y de la Hist oria.

—Edgard Morin, el filósofo francés, declara est ar sorprendido por el rápido


desarrollo del nuevo paradigm a, que práct icam ent e ha concluido reem plazando las
visiones de la ciencia clásica fundadas en la concepción de un m undo det erm inist a,
m ecánico, previsible y ordenado, por la de uno donde int erviene el azar, los
fenóm enos caót icos, la incert idum bre y la im predecibilidad.
Por ot ra part e, en las concepciones acerca de la evolución biológica,
t am bién han venido em ergiendo paradigm as o visiones dist int as a las m odernas.
Darwin, a m ediados del siglo XI X, rom pe con la idea del " creacionism o" en las
especies vivient es, plant eando la t eoría de su aparición a t ravés de un proceso
evolut ivo y m ediant e " la selección nat ural" . St ephen Jay Gould, paleont ólogo,
expert o en la t eoría de la evolución, si bien coincide con Darwin en la evolución
propiam ent e t al de las especies, sost iene que ést a obedece básicam ent e a cam bios
int ernos y no a la influencia del m edio am bient e. En ot ras palabras, cada especie
puede generar profundas m ut aciones sin necesidad de presiones ext ernas. Gould
no cree en una secuencia lineal y ascendent e de las especies, desde anfibios
pasando por rept iles y m am íferos hast a llegar al ser hum ano. Para él exist iría una
am plia gam a de posibilidades en la evolución de cualquiera de las especies y en
definit iva fact ores relat ivam ent e casuales vendrían a det erm inar los cam bios
m ut acionales.
En Darwin, piensa Gould, habría influido la idea del progreso, t an poderosa
en su época. La evolución nat ural t am bién habría est ado —para Darwin— en ciert a

286
form a guiada por la idea de un progreso ascendent e y lineal en las especies. Gould,
en cam bio, se encuent ra inscrit o en ot ro paradigm a hist órico, en el del fin de los
det erm inism os y de las cert idum bres. I lya Prigogine ha colocado un broche de oro a
est e nuevo paradigm a en su libro t it ulado El fin de las cert idum bres.

—Habría que decir, sin em bargo, que se t rat a del fin de las cert idum bres
m odernas. Est a aclaración no es t rivial, pues la nueva ciencia sist ém ica no nada en
la incert idum bre, sino que con ella surgen nuevas cert idum bres; provisorias, es
ciert o, porque no t ienen ánim o de absolut izar nada, pero cert idum bres al fin y al
cabo ( el libro de Prigogine aborda la crít ica a las ant iguas cert idum bres m odernas) .
Por ej em plo, nuevas cert idum bres son la m et áfora de la red para dar
cuent a de la int eracción e int erdependencia de las part es y el t odo en el m icro y el
m acrocosm os; la desagregación y dist inciones que hacem os de lo Uno, pero no la
divisibilidad de lo Uno; que el Universo t iene hist oria, evoluciona hacia la
com plej idad, et cét era. Dest aco est o, porque se ha convert ido en lugar com ún
hablar del fin de las cert idum bres, sin especificar que se t rat a del fin de las
cert idum bres de la Época Moderna; fue la Modernidad la que se fanat izó con sus
propias cert idum bres. Pero el nuevo paradigm a, m ás sabio, opera con la
cert idum bre m et odológica de la no exist encia del conocim ient o absolut o, que no es
lo m ism o que una incert idum bre en el vacío.

—En buenas cuent as, Prigogine nos anuncia el fin de una época coincident e
con el fin del paradigm a fundado en leyes universales, inm ut ables y et ernas. En el
t ranscurso del siglo XX fue naciendo una nueva noción de Universo: un Universo en
veloz expansión y en const ant e t ransform ación.

—Un universo creat ivo que evoluciona. " Nuest ra act ual concepción del
Universo nos evoca una em briogénesis... un huevo cósm ico" , es la m et áfora que
usa el ast rofísico Brian Swim m e.

—Tant o el cient ífico com o el pensador polít ico deberán fundar sus
invest igaciones y análisis en est os nuevos paradigm as acerca del Universo, la
evolución biológica, el principio de incert idum bre e im previsibilidad del m undo y los
nuevos sist em as com plej os. La ciencia est á experim ent ando t ransform aciones t an
radicales com o las acont ecidas en el sist em a económ ico y en los propios valores de
vida. ¿Cuál de ellas o ellos est á det erm inando al conj unt o? Est e quiebre en la visión
de la ciencia ha llevado a algunos cient íficos a buscar una reconciliación ent re

287
ciencias exact as, ciencias hum anas y la propia filosofía, e incluso con diversas
form as de conocim ient o int uit ivo y em ocional. Prigogine ha denom inado " La Nueva
Alianza" ( t ít ulo, adem ás, de ot ra de sus obras) a est a orient ación, encabezada por
algunos cient íficos ( ent re ot ros, por él m ism o) .

—Est a Nueva Alianza es m uy sugerent e. Es lo que est á ocurriendo en las


ciencias m ás evolucionadas. Thom as Berry dice que la ciencia ha sido " el Yoga de
Occident e" , una profunda m edit ación sobre el m undo energét ico- m at erial, que
recién ahora em pieza a dialogar con el Yoga de Orient e, una profunda m edit ación
sobre la conciencia- energía. Ya he dicho que m uchos cient íficos occident ales hoy
prom ueven ese diálogo ent re am bos " yogas" , así com o se incent iva el diálogo con
ot ras sabidurías y cosm ovisiones.

—La em ergencia del nuevo paradigm a t am bién ha cuest ionado la ant igua
separación ent re las dos grandes esferas del pensam ient o hum ano: la del
conocim ient o racional, presunt am ent e obj et ivo, calculador, expresado en t eorías y
leyes cient íficas, y el conocim ient o irracional, int uit ivo, de origen em ocional, que
perm it e acceder a ot ro t ipo de fenóm enos com o los religiosos, est ét icos y
parapsicológicos.

—Así es. Por ot ra part e, ant es de la separación y especialización m oderna,


el conocim ient o era m ás orgánico e int egral. De hecho, los grandes pensadores
prem odernos ( e incluso grandes m odernos com o Newt on) int egraban en su vida
am bos conocim ient os.

—Aunque ha t ranscurrido casi un siglo desde que Einst ein enunció su


fam osa t eoría de la relat ividad, varias décadas desde la aparición de la t eoría
cuánt ica y unos t reint a años desde la em ergencia de las t eorías fundadas en la
física no lineal, t odavía no exist e una conciencia decant ada y ext endida sobre las
consecuencias que t endrán est os cam bios paradigm át icos, los cuales
inevit ablem ent e, concluirán t ransform ándose en " sent ido com ún" de los seres
hum anos del fut uro. Habit ar un m undo ciert o y previsible, det erm inado por leyes
nat urales fij as e invariables result a m uy dist int o a vivir en un m undo en
m ovim ient o, inciert o, inest able, im previsible e inseguro. La I glesia Cat ólica
concluyó acept ando el paradigm a de Copérnico y Galileo, fue t olerando el nuevo
paradigm a surgido de la t eoría de la evolución de Darwin, y ha debido acom odarse
a la idea del Big Bang.

288
Creo, por ot ra part e, que el concept o de paradigm a de Thom as Kuhn es
perfect am ent e ext rapolable t ant o a la polít ica com o a la cult ura y a la m oral.

—Precisam ent e, Capra ext rapoló el concept o de paradigm a cient ífico al de


paradigm a social ( valores, conduct as, ideas que com part e una com unidad
hum ana) , y desde ahí ha reflexionado sobre el act ual cam bio epocal cuando se
agot a el paradigm a social m oderno.

—En lo personal pert enezco a una generación que nació baj o el " paradigm a
m arxiano" , m oderno, racionalist a, secular, det erm inist a, con pret ensiones de
obj et ividad cient ífica, apologist a y det ract or del capit alism o, am ant e de la
em ancipación y de la libert ad hum anas, aunque para lograr est as últ im as hubiera
que em plear m ét odos t ot alit arios; creo que ese paradigm a est á irrem ediablem ent e
agot ado, ha perdido su capacidad explicat iva frent e a las nuevas y grandes
realidades em ergent es, t ecnológicas, económ icas, polít icas y hum anas.
Y aunque nos result e m uy difícil ent ender la ext rem a com plej idad a que ha
llegado la ciencia y las sociedades hum anas en m enos de un siglo de vigoroso
desarrollo, no podrem os obviarla. El propio Prigogine, adelant ándose a est e
inquiet ant e dram a, en su libro La Nueva Alianza adviert e que de acuerdo con la
hipót esis del azar y del caos, " el m undo no sería m ás que una inm ensa t aut ología,
et erna y arbit raria, t an necesario y absurdo en cada uno de sus det alles com o en su
t ot alidad."

—Por eso m ism o, la nueva ciencia en m uchos evoca la reem ergencia del
m ist erio de la exist encia del Todo y de ahí, com o dij e en el capít ulo ant erior, al
neopant eísm o hay un paso.
Pero m ás allá de ese sent ido casi m et afísico, Frit j of Capra ha sint et izado la
act ual t ransform ación del paradigm a cient ífico diciendo que es un cam bio de la
Part e al Todo; un cam bio de la Est ruct ura al Proceso; un cam bio de la ciencia
obj et iva a la " ciencia epist ém ica" —que debe incorporar su propio proceso de
conocer—; un cam bio del conocim ient o com o const rucción al conocim ient o com o
red; un cam bio de la verdad absolut a a las descripciones aproxim at ivas.

—Para concluir, sólo deseo dej ar const ancia de m i opinión en cuant o a que
no sólo sería el paradigm a m arxiano el agot ado, sino que t odo el rest o de
paradigm as polít icos, económ icos, art íst icos y religiosos, se hayan en com plet a y
radical desaparición o t ransform ación y recom posición. En definit iva es el

289
paradigm a m oderno el que ha ent rado en una irreversible crisis m ut acional. Cada
día parece m ás necesaria e im prescindible la elaboración de un nuevo paradigm a
para el pensam ient o de izquierda, uno capaz de dar cuent a de las grandes
t ransform aciones hist óricas a las que nos hem os venido refiriendo.

290
20

LA TRANSFORMACIÓN
EN EL BLOQUE HISTÓRICO
DE IZQUIERDA

CARLOS ALTAMI RANO: —El conflict o polít ico ideológico fundam ent al de la
Época Moderna se dio ent re dos grandes bloques hist óricos: m odernos y ant iguos,
el bloque por los cam bios y el bloque por la conservación, izquierda y derecha. Ésas
son las t res denom inaciones que pueden darse al m ism o fenóm eno. Si bien el
bloque de izquierda const it uyó la fuerza fundam ent al en el cam bio hist órico desde
la sociedad m edieval a la sociedad m oderna, ha sido int egrado por fuerzas polít icas,
sociales, cult urales y religiosas m uy diversas y no siem pre coincident es.
Com o hem os vist o, en sus orígenes, el bloque hist órico de izquierda est uvo
dinam izado por el pot ent e m ovim ient o de ideas de la I lust ración y, adem ás, fue
conform ándose a t ravés de las t res grandes revoluciones: la inglesa de 1688, la
independent ist a de Est ados Unidos en 1766 y finalm ent e, la Revolución francesa de
1789. En el siglo XI X, int egrarían est e bloque las dos m ayores t radiciones polít icas
m odernas, la liberal y la socialist a. A fines de ese siglo se incorporarían los part idos
com unist as y en el siglo XX part idos com o los radicales y las dem ocracias
crist ianas. Tam bién pasaron a form ar part e del bloque las grandes organizaciones
sindicales y ot ros m ovim ient os sociales surgidos en los siglos XI X y XX, por
ej em plo, los m ovim ient os sufragist as, fem inist as, pacifist as, ecologist as, los de
liberación nacional, los ant inucleares, los com bat ient es por los derechos civiles en
Est ados Unidos, los est udiant iles, ent re ellos, Mayo del 68.

HERNÁN DI NAMARCA: —Sólo quiero dej ar const ancia de nuest ro reit erado
m at iz de diferencia. Si incluye com o m ovim ient os del bloque de izquierda m oderno
a los ecologist as y al fem inism o cult ural, una vez m ás m e pregunt o: ¿cuándo
ent onces hay rupt ura hist órica?, ¿cuándo los m ovim ient os sociales y fuerzas
cult urales em piezan a m irar el m undo de m anera no m oderna?, ¿cuándo?

291
Esos m ovim ient os y ot ros hechos, sensibilidades e ideas relevadas en m is
int ervenciones, son expresiones cult urales que m arcan la em ergencia de una nueva
época hist órica, posm oderna, pues sus práct icas y principios result an crít icos
radicales, ya sean conscient es o inconscient es, de la m odernidad hist órica. Así
com prendidos, llam arlos de izquierda es casi una inercia que adquiere sent ido sólo
si se dest aca que esos m ovim ient os son los prom ot ores del act ual cam bio hist órico
que supera a la Modernidad, en consecuencia, son los cont inuadores del gest o de
rebeldía hist órica ayer enarbolado por la izquierda m oderna....

—Tam bién he reit erado m i opinión acerca de que no coloco fechas precisas
en los finales o inicios de un cam bio hist órico. Respect o a la relevancia en el cam bio
de época que t ú asignas a la década del sesent a, no t engo argum ent os en cont ra,
pero t am poco podría afirm arlo. Sim plem ent e no lo sé. Sólo el t iem po nos dirá
cuáles fueron los acont ecim ient os cruciales y gest ores del cam bio hist órico.
Adem ás, t e recuerdo que los m ovim ient os fem inist as nacieron en I nglat erra en
t orno a 1830 y los prim eros escrit os llam ando la at ención sobre la degradación
ecológica dat an de 1880.

—A la década de los sesent a ( años m ás, años m enos) no la relevo com o


fecha, sino com o un cort o período de ferm ent o creat ivo en la conciencia colect iva
de la hum anidad occident al. Ust ed t iene razón, sólo la perspect iva hist órica nos
perm it irá una m ás am plia m irada. Por lo pront o, en las cuat ro décadas que recién
han pasado, he vist o cóm o su herencia y sus ecos se irradian en las conciencias de
las nuevas generaciones y en la vida social. Eso, sim plem ent e, m e lleva a afirm ar lo
que afirm o.
Por ot ra part e, sé que el fem inism o con énfasis en la igualdad polít ica surge
en la Modernidad ( hem os dicho que es su " cara solidaria" ) ; pero yo m e refiero al
fem inism o cult ural com o ant ipat riarcalism o, que subviert e las relaciones
int erpersonales y cuya sensibilidad ent re las m uj eres y algunos hom bres eclosiona
en los sesent a. Lo m ism o ocurre con la conciencia ecológica, ést a se t raduce en
energía colect iva em ergent e, en hecho social en el Occident e m oderno, a part ir de
los años sesent a; t am poco soy aj eno a que ant es aún de la fecha por ust ed
indicada, com o ocurre en t ant os ot ros dom inios hum anos, hubo individuos
adelant ados.

—En m i opinión se produce una rupt ura hist órica cuando los nuevos
procesos polít icos y m ovim ient os sociales, las nuevas ideas y visiones de m undo,

292
las innovaciones t ecnológicas y los nuevos paradigm as cient íficos, se han hecho
carne en los individuos y los pueblos, com enzando ést os a pensar, vivir y
com port arse en una form a dist int a a la ant igua o t radicional. En ese m om ent o
exist e una rupt ura hist órica, y no cuando nacen est os m ovim ient os sociales y
polít icos o se produce una o m ás innovaciones t ecnológicas.
En est os últ im os años recién han pasado a gravit ar decisivam ent e en la
conciencia de las sociedades occident ales m ovim ient os com o el ecologist a, el
fem inist a y ot ros. Recién se ha iniciado el real proceso de la globalización de la
econom ía capit alist a; et cét era. Será en est e siglo XXI cuando verem os las
consecuencias de est a verdadera const elación de procesos y acont ecim ient os.

—Dicho así, la nuest ra es una diferencia sem ánt ica. Yo uso el concept o
rupt ura hist órica en el sent ido de cuando se inicia algo, m ient ras que ust ed
ent iende rupt ura hist órica com o sinónim o de proceso de cam bio de época con sus
respect ivas crist alizaciones ya " concluidas" .
Aclarado lo ant erior, t am bién considero que el proceso de cam bio epocal
recién se ha iniciado. La que sí es una diferencia nuest ra, es que yo de m anera
explícit a afirm o que la conciencia ecológica, por ej em plo, es im plícit am ent e
rupt urist a y crít ica ant e los valores m ás profundos de la Modernidad; por lo m ism o,
si el día de m añana cont inúa exist iendo el concept o de izquierda, habría que
afirm ar que esos m ovim ient os son part e de una nueva izquierda posm oderna.

—De t odas m aneras, al ocuparnos de la izquierda, en su sent ido m ás


" m oderno" , debem os hablar del m arxism o. Aunque ant es hem os conversado sobre
el t em a, es inevit able reit erar algunos concept os. Nunca ant es había exist ido un
m et arrelat o —com o se llam a hoy— con t al capacidad de convocat oria. En no m ás
de t reint a años, la versión leninist a del m arxism o llegó a gobernar sobre no m enos
de un t ercio de la hum anidad. Ninguno de los im perios ant eriores logró
hegem onizar sobre t al ext ensión geográfica y t al núm ero de habit ant es. Era, por
ciert o, una versión bast ant e alt erada del m arxism o originario. Lenin se t ransform ó
en el est rat ega de un m arxism o adapt ado a los países en desarrollo, lo que, desde
luego, const it uía una flagrant e herej ía para Marx. Gram sci, en cam bio, fue el
pensador y divulgador de un m arxism o propio de los países capit alist as m odernos.
Por lo m ism o, han exist ido dos concepciones y práct icas diversas del m arxism o, en
su versión com unist a: una personificada por Gram sci, y ot ra, la t ercerm undist a,
liderada por Lenin. Y t al vez debiéram os agregar una t ercera: la Trost kist a.

293
—¿No fue Bernst ein, en la línea m arxist a europea, m ás confront acional con
Lenin en esa not able disput a int elect ual y práct ica ent re Reform a o Revolución?

—Bernst ein fue un dist inguido pensador y m ilit ant e del part ido
socialdem ócrat a alem án y com o t al t uvo posiciones abiert am ent e cont rarias a las
de los part idos com unist as de Rusia y de Europa. Gram sci, en cam bio, a pesar de
sus discrepancias, se m ant uvo fiel al part ido com unist a it aliano. Bernst ein, sin
duda, hizo aport es fundam ent ales al socialism o europeo al priorizar los m edios
sobre los fines.

—¿El m arxism o t endrá aún vigencia después de t odo lo ocurrido?

—El radical cam bio de época en curso dej a en part e significat iva fuera de la
Hist oria a la t eoría m arxist a. Ella ha perdido su capacidad de explicación y
propuest a frent e a los nuevos y grandes fenóm enos hist óricos, ent re ot ros, los
ecológicos, la globalización de la econom ía, los t ecnológicos y dem ográficos.
Ni t am poco t iene respuest as para las profundas t ransform aciones
experim ent adas por el propio sist em a capit alist a. Algunos ej em plos: la progresiva
desaparición de la clase obrera en las grandes sociedades indust riales hace que el
concept o de " lucha de clases" pierda relevancia com o presunt o " m ot or de la
Hist oria" ; las act uales " em presas t ecnológicas" no guardan m ayor relación con las
grandes em presas indust riales del siglo XI X, ést as no ocupan obreros ni chim eneas,
producen bienes y servicios inm at eriales t ransport ados por aut opist as t am bién
inm at eriales; y por ciert o, a est as " em presas t ecnológicas" el concept o m arxiano de
plusvalía no les es aplicable. En una palabra, se t rat a de un capit alism o m uy
dist int o al est udiado y descrit o por Marx.

—Con t odo, un m arxist a podría argum ent ar que un pensam ient o elaborado
hace siglo y m edio por int elect uales europeos inm ersos en las condiciones vit ales
de su propia época, obviam ent e no podría t ener respuest as a realidades hist óricas
nuevas com o las que ust ed m enciona. Aunque, igual, insist iría en que se pueden
m irar ala luz del m arxism o. Por ej em plo, las act uales burocracias de las
t ransnacionales serían funcionarios (e int egrant es) de una burguesía
t ransnacionalizada y m undial, cuyo papel, en lo sust ant ivo, equivaldría al de las ex
burguesías nacionales. Adem ás, Marx siem pre dij o que ni el capit al ni las
burguesías t enían pat ria, sino que sólo se am aban a sí m ism os.

294
—En la act ualidad am asan fort unas incalculables personas que no guardan
relación alguna con el m undo de la producción propiam ent e t al; son ést os
not oriam ent e m ás ricos que los t radicionales burgueses y propiet arios de los
m edios de producción: act ores de cine, " ast ros" del deport e, conj unt os m usicales,
escrit ores de " best sellers" . ¿Podríam os cat alogar a est as nuevas figuras del fin de
la Modernidad dent ro del concept o m arxiano de burguesía? Una burguesía
conform ada por art ist as, fut bolist as, escrit ores, cant ant es, bailarines. ¿O
deberem os est ablecer un dist ingo ent re aquella burguesía t radicional, propiet aria de
m edios de producción, y el nuevo sect or em ergent e que, aunque no sea propiet ario
direct o de m edios de producción, dispone de riquezas e influencias m uy superiores
a las ant iguas y aust eras burguesías nacionales?

—I nsist o, un m arxist a le diría que se t rat a de la m ism a organización en


nuevos dom inios. Por ej em plo, en la " indust ria cult ural" —que es a la que ust ed
m ás se refiere— hay grandes accionist as y m anagers —propiet arios y
adm inist radores— que acum ulan m ás que los propios prot agonist as públicos de esa
indust ria.

—Sólo hablar de indust ria cult ural habría sido una herej ía en el siglo XI X e
inicios del XX. Ese m arxist a se niega a reconocer lo específico de est a nueva
realidad. Desde luego, es ést a una diversa form a de acum ulación, sin ext racción de
plusvalía. Por lo dem ás, he escuchado m ás de alguna vez a los nost álgicos del
m arxism o argum ent ar que si bien la clase obrera ha ido reduciéndose en los
grandes países m odernos, en cam bio, los pobres y excluidos del sist em a han
aum ent ado enorm em ent e. Y así int ent an j ust ificar la pert inencia de las ant iguas
cat egorías de análisis. Pero el concept o de " clase" de Marx no guarda ninguna
relación con el de " pobre o excluido" de hoy.

—Según Perry Anderson, un m arxist a m uy apreciado en su part ido


socialist a, " ninguno de los cam bios obj et ivos que han afect ado la reput ación del
socialism o [ léase m arxism o] se encuent ra libre de am bigüedades: por ej em plo, el
prolet ariado indust rial ha dism inuido, pero ha aum ent ado enorm em ent e el núm ero
de asalariados..."

—No parece correct a esa reflexión. Para Marx, los pobres o, en su t iem po,
los cam pesinos, o act ualm ent e los m illones de asalariados em pleados en servicios,

295
no form aban part e de la clase predest inada a t ransform ar el m undo; sólo la clase
obrera indust rial podía convert irse en el agent e principal del cam bio hist órico.

—El t em a de fondo es que hoy los nuevos m ovim ient os cult urales, las
nuevas realidades sociales y económ icas, el cam bio de paradigm a cient ífico, los
nuevos problem as causados por la propia expansión m oderna ( dem ográficos,
ecológicos, t ecnológicos) , et cét era, han llevado a que la hum anidad em piece a
generar nuevas ideas, irreduct ibles al m arxism o t an vinculado a la ya ant igua Época
Moderna. En t ant o ideología m oderna, el m arxism o creía en el desarrollo ilim it ado
de las fuerzas product ivas, en el progreso lineal, en la superioridad de la
racionalidad inst rum ent al... y est as ideas- fuerza precisam ent e son las que hoy
est án en t ensión con las nuevas ideas y los nuevos m ovim ient os sociales y
cult urales. No obst ant e, algunos aspect os fundam ent ales del aport e m arxiano, igual
que la Modernidad, ya const it uyen una rica e ineludible herencia para el devenir de
la m irada hum ana.

—Com part o el sent ido de t us expresiones, y agregaré ot ro ej em plo: una de


las grandes banderas de la izquierda, m arxist a y no m arxist a, en el siglo XX fue la
abolición de la propiedad privada de los m edios de producción. ¿Los obreros, hoy
accionist as de las em presas capit alist as a t ravés de sus fondos de pensiones,
est arían de acuerdo con est as expropiaciones? ¿Cóm o podríam os pret ender abolir la
propiedad privada, por ej em plo, de I nt ernet ?, si la red es una realidad inm at erial
carent e de propiet arios.

—Por lo m enos ent re sus usuarios es una red socializada; lo que hoy en
realidad ocurre es un problem a de acceso a la red, m ás que de propiedad.

—En la act ualidad, insist o, la cont radicción fundam ent al reside ent re el
desorbit ado desarrollo de las fuerzas product ivas y la im posibilidad del sist em a
ecológico planet ario para soport ar el daño inferido a la nat uraleza.

—Sin duda, esa nueva cont radicción epocal es fundam ent al. Aunque hay
t am bién ot ra m anera de t raer al present e una de las t esis de Marx: det erm inadas
relaciones de producción se pueden convert ir en una t raba para el desarrollo de las
fuerzas product ivas. Hoy t enem os una em ergent e expansión- creat ividad en las
nuevas fuerzas eco- product ivas, las que, en t ant o y en cuant o sean liberadas y
expandidas, nos perm it irían desarrollar una capacidad de conservación para que las

296
generaciones fut uras cont inúen viviendo en el planet a; pero lam ent ablem ent e aún
cont inuam os organizados en ant iguas relaciones de producción.

—Am bas opiniones, dist int as y com plem ent arias, son paráfrasis de Marx
para com prender e hilvanar las nuevas cont radicciones del present e. Ahora, con el
obj et o de no ser m al ent endido, desearía hacer un claro dist ingo ent re m i act ual
crít ica a la t eoría m arxist a —por su incapacidad para explicar los grandes t em as de
la cont em poraneidad— y el aport e hecho en su t iem po por Marx y Engels al
desarrollo del pensam ient o hum ano. Adem ás, para m í conserva plena vigencia el
im perioso llam ado de Marx no sólo a int erpret ar el m undo sino que a t ransform arlo;
a no conform arse con la realidad exist ent e, a asum ir una act it ud crít ica frent e a la
sociedad.

—Marx fue el m ás grande pensador de la Época Moderna; su herencia se


confunde con la de la época. Hay que m irar el m undo del present e con la m ism a
pro- act ividad y frescura int elect ual que t uvo y ver lo nuevo desde su ideal
em ancipat orio.

SOCIALISMO Y COMUNISMO:
DOS IDEOLOGÍAS Y PRÁCTICAS MUY DISTINTAS

—La ideología socialist a en Europa y en las diversas lat it udes del m undo ha
cont ribuido a dinam izar t odos los grandes m ovim ient os progresist as de la Hist oria.
Ha defendido al cam pesino y al obrero, al negro y al indígena, al j udío y a la m uj er;
ha proclam ado la j ust icia social, la igualdad y la solidaridad hum ana y ha hecho
suya el principio de la t olerancia. Com o socialist a fui ant ifascist a y ant icolonialist a,
est uve por la lucha de los derechos civiles en Est ados Unidos y por la abolición del
apart heid en Sudáfrica; apoyam os los m ovim ient os fem inist as, nos opusim os a las
viej as opresiones pat riarcalist as y est uvim os en cont ra de las discrim inaciones
raciales. Ninguna de est as im port ant es afirm aciones podrían ser hechas por un
m ilit ant e de derecha.

—Mat izaría un poco lo que ust ed afirm a. En honor a la verdad, es ciert o


que el socialism o apoyó al m ovim ient o sufragist a de las m uj eres; pero t am bién es
ciert o que los m odernos socialist as, hom bres de carne y hueso, nunca asum ieron, y

297
en no pocos casos ni siquiera lo hacen hast a ahora, un ant ipat riarcalism o cult ural
propiam ent e t al, est o es, incent ivar en t odos los espacios sociales el respet o
horizont al ent re los géneros, ya que de una m anera u ot ra igual respondían al
paradigm a aut orit ario. Lo m ism o ocurrió respect o al m undo indígena: es ciert o que
lo apoyaban com o part e del m at erialm ent e carenciado m undo popular —el nort e
era m odernizarlos—; pero nunca se asum ió, ni siquiera hast a ahora, una valoración
profunda de su diversidad e ident idad cult ural.

—Tu opinión no vendría sino a dem ost rar las enorm es dificult ades que
exist en ent re la enunciación de una gran idea y su realización, ent re el dicho y el
hecho. Por ej em plo, la Const it ución nort eam ericana proclam ó por prim era vez en la
Hist oria el principio de que t odos los hom bres nacían libres e iguales, pero sólo cien
años m ás t arde se lograría abolir la esclavit ud en ese país.
El socialism o est uvo inspirado en la libert ad y persiguió una polít ica de paz
ent re los pueblos; fue la prim era fuerza polít ica en fundar una organización
int ernacional, la " I nt ernacional Socialist a" ; j am ás com ulgó con las polít icas
t ot alit arias de los part idos com unist as, ni con los agresivos m ovim ient os
nacionalist as de ext rem a derecha. Y los socialist as europeos en general apoyaron
las luchas de liberación de los países coloniales, aunque con not orias debilidades.
En una palabra, el pensam ient o y la práct ica socialist a est uvo com prom et ido con
t odas las causas j ust as y nobles em prendidas durant e los últ im os cient o cincuent a
años. Todo lo ant erior, com o lo conversam os, a diferencia de lo que acont eciera con
las derechas de Europa y de ot ros países del m undo, que arrast ran siglos de
opresiones, errores y t am bién de derrot as.

— Ust ed hace una clara dist inción ent re socialism o y com unism o.

—Ent re socialist as y com unist as exist ió desde siem pre una seria rivalidad.
Sólo la dram át ica am enaza nazi- fascist a los llevó a const it uir una alianza t em poral
en los años t reint a: el " Frent e Popular" en España, Francia, Finlandia y Chile. En los
set ent a años de régim en com unist a en la Unión Soviét ica no hubo vínculos de
ninguna especie ent re el socialism o europeo y lat inoam ericano con el part ido
com unist a soviét ico. Am bas fuerzas const it uirían dos t radiciones polít icas m uy
dist int as, pese a que procedían del m ism o t ronco original: la I lust ración y las ideas
m odernas de Marx y Engels.

—¿Por qué esa rivalidad?

298
—La rupt ura definit iva del bloque de izquierda se produj o con la revolución
rusa en 1917. El part ido bolchevique, liderado por Lenin, se había escindido del
viej o part ido socialdem ócrat a ruso y adopt ado el nom bre de part ido com unist a. Con
m ot ivo de ese crucial acont ecim ient o los part idos socialist as y socialdem ócrat as
europeos se negaron a int egrar el " m ovim ient o com unist a int ernacional" y ent raron
en un claro e insuperable conflict o ideológico con el part ido com unist a soviét ico.
Algo parecido t am bién ocurrió con im port ant es pensadores m arxist as de la época,
quienes rechazaron los principios sobre los cuales se pret endía const ruir la sociedad
soviét ica. I ncluso en el propio cam po de los part idos com unist as com enzaron a
surgir graves escisiones: t rot skist as, t it oíst as, m aoíst as, y t am bién se darían
fuert es sublevaciones en Polonia, Checoslovaquia y Hungría.
Por lo m ism o, const it uye un serio error, sino una ignorancia, condenar en
conj unt o a las fuerzas socialist as y com unist as por lam ent ables sucesos del pasado,
com o si am bas fuerzas hubieran est ado unidas y hubieran conform ado una m ism a
t endencia hist órica. En realidad, ocurrió exact am ent e lo cont rario. Los part idos
socialist as de Europa cent ral fueron reprim idos e ilegalizados y sus dirigent es
asesinados por los gobiernos com unist as inst alados en el poder después de la
segunda guerra m undial. I ncluso se const it uyeron dos int ernacionales diferent es: la
int ernacional socialist a y la int ernacional com unist a.
En definit iva, en la izquierda se const it uyeron dos fuerzas: la com unist a y
la socialist a; y en la derecha t am bién t erm inaron de conform arse dos
organizaciones: la conservadora y la liberal. En la dram át ica vorágine del siglo XX
los part idos socialist as lograron m ant ener polít icas alt am ent e consecuent es,
repudiando t ant o la violencia de derecha ( franquist a, fascist a y nazist a) com o la
violencia de la izquierda com unist a. En realidad, la violencia norm alm ent e ha
provenido de los sect ores de derecha, en Europa provocaron nada m enos que dos
dest ruct ivas guerras m undiales e inspiraron m onst ruosidades m orales, polít icas e
ideológicas t an dem enciales com o fue el holocaust o j udío.

—" El com unism o sí t iene responsabilidad" , suelen cont ra- argum ent ar
quienes crit ican al bloque de izquierda.

—Por ciert o, los com unist as t ienen graves responsabilidades en crím enes
hist óricos, pero el socialism o no es responsable de las polít icas com unist as.

299
—La percepción de la ciudadanía y de los act ores polít icos, en Europa y
acá, era de una t ácit a unión ent re las fuerzas polít icas del bloque de izquierda:
socialist as y com unist as; am bas represent aban los int ereses del m undo popular,
independient em ent e de sus énfasis e ideologías dist int as y de las dificult ades para
plasm ar esa unidad.

—Creo necesario no confundir sit uaciones diversas com o son las alianzas
polít icas y las responsabilidades individuales que caben a cada una de est as
organizaciones. I nsist o, la realidad hist órica dem uest ra una persist ent e y profunda
rivalidad t eórica y práct ica, polít ico y sindical. Hast a hoy en ningún país de Europa
pudo const it uirse una cent ral única de t rabaj adores con part icipación de socialist as
y com unist as; sólo en Chile, recién a part ir de los años sesent a, se logró crear esa
cent ral única. Adem ás, no debem os olvidar que en t odos los países donde los
part idos com unist as se hicieron del poder, const it uyeron gobiernos de part idos
únicos y reprim ieron im placablem ent e a los dem ás part idos, incluidos los part idos
socialist as, com o fue el caso, ent re ot ros, de los Est ados de Europa cent ral, donde
los m ás alt os dirigent es socialist as fueron asesinados. Los principales líderes
polít icos del socialism o europeo de los años set ent a, con quienes m ant uve cordiales
relaciones durant e m i exilio ( Willie Brandt en Alem ania, Mouroy y Mit t erand en
Francia, Craxi en I t alia, Felipe González y Alfonso Guerra en España, Soares en
Port ugal, Olaf Palm e en Suecia, Papandreu en Grecia) eran t odos decididam ent e
ant icom unist as.
En el cam po int elect ual y académ ico las discrepancias ent re am bas
corrient es polít icas no fueron m enores. Ninguna de las m ás prest igiosas figuras del
m arxism o europeo, com enzando por Kaust ky y Plej anov, adhirieron a las posiciones
de Lenin ni t am poco lo hizo la "escuela aust ríaca" ni la " escuela de Frankfurt " .
Menos los influyent es int elect uales m arxist as de I nglat erra y Nort eam érica.
Por últ im o, deseo dej ar const ancia de un hecho significat ivo: j am ás, en
ningún país, ningún part ido socialist a inst auró una " dict adura del prolet ariado" , ni
m enos sus dirigent es se vieron com prom et idos en polít icas represivas t an com unes
a los gobiernos de derecha, ni con const ant es m asacres de cam pesinos, obreros,
est udiant es u oposit ores polít icos, t an periódicas en Am érica Lat ina.

— Tom as Moulian en una ent revist a reconoció que supo de una operación
polít ica durant e la Unidad Popular, im pulsada por el part ido com unist a pro
soviét ico, para dividir al part ido socialist a ent re un sect or que lideraría Alm eyda,
m ás dócil al com unism o y en ese ent onces al gobierno de Allende, y ot ro sect or del

300
socialism o m ás radicalizado; una operación sim ilar a la que había dividido al Mapu
ent re el Mapu Obrero Cam pesino, pro PC, y el Mapu de Garret ón, m ás ligado al
frent e revolucionario.

—Es una sim ple especulación. En los hechos no ocurrió t al división. En el


Part ido Socialist a de Chile siem pre exist ieron num erosas fracciones de diverso signo
y se produj eron t am bién no pocas divisiones en su hist oria, pero la única
" desviación" que j am ás exist ió fue una " prosoviét ica" .

—Aprecio en sus palabras una t endencia a deslindar responsabilidad con


los excesos del com unism o, cosa que m oralm ent e com part o; sin em bargo, se
podría decir que con el silencio hubo com plicidad, nunca se expresó con energía a
los com unist as: " ust edes est án com et iendo crím enes" , y no se hizo, porque, al
cabo, am bos eran m odernos com pañeros de rut a hacia la const rucción de una
sociedad sin clases.

—Hay bast ant e verdad en tu afirm ación. Pero, si bien deslindo


responsabilidades, no es por razones personales sino por respet o a la verdad
hist órica. Sería inj ust o y arbit rario, com o m ás de alguna vez lo han hecho
personeros de derecha, culpabilizar a los socialist as europeos o de Chile por los
horrores com et idos por regím enes polít icos en los cuales no t uvieron la m ás m ínim a
inj erencia o part icipación y, aun m as, rechazaron y condenaron.

—Es adm irable su serenidad ant e la supuest a im pecabilidad dem ocrát ica en
el socialism o m undial y chileno.

—Si bien reconozco la im pecabilidad de la práct ica dem ocrát ica del Part ido
Socialist a de Chile, no lo fue t ant o en su concepción t eórico- polít ica. La condena de
la dem ocracia por ser considerada " form al" y m ot ej ada de " burguesa" conduj o al
part ido al error de desvalorizar la idea dem ocrát ica propiam ent e t al, aun cuando
fuera j ust a su crít ica a la form alidad. Lo correct o habría sido int ent ar superar las
debilidades y vicios de est a form alidad, pero no " arroj ar el agua sucia con la
guagua" .

—No cree que est á siendo m uy duro con lo que en ese t iem po t eorizaba el
socialism o. Ést e no desvalorizaba " la idea dem ocrát ica propiam ent e t al" , sino

301
cuest ionaba a la dem ocracia form al y a la vez quería ir m ás allá en su ideal y
práct ica dem ocrát ica: una dem ocracia direct a ( real, decían en esa época) .

—Esa era la int ención; pero en últ im o t érm ino no se defendía


suficient em ent e la dem ocracia, adem ás de no com prender a cabalidad que sus
aspect os form ales son im port ant es. En cam bio, sí fue im pecable la práct ica del
socialism o, porque no ha exist ido un solo crim en o act o represivo en la hist oria
nacional im put able a un personero del part ido socialist a o a su dirección. Durant e
los m il días del gobierno de Salvador Allende se respet aron escrupulosam ent e los
derechos hum anos y las libert ades públicas.

—Vam os por part e, acept ando que no hubo crím enes, esa supuest a
" im pecabilidad dem ocrát ica" podría ser relat ivizada si recordam os que en 1967, en
el Congreso de Chillán, el Part ido Socialist a asum ió la vía arm ada para la t om a del
poder.

—Ese fue ot ro de los errores t eórico- polít icos de que hablaba ant es. Ese
año, dada la exacerbada bipolaridad exist ent e y el cont ext o de violencia m undial,
com ún a la época, y adem ás considerando las com plej as circunst ancias nacionales,
la dirección del Part ido Socialist a concluyó que no era posible la conquist a del poder
por la vía dem ocrát ica. Esa errónea declaración se m ant uvo exclusivam ent e en un
plano t eórico. En prim er lugar, ella no respondía a la hist oria y al pensam ient o real
del socialism o chileno. En segundo lugar, dada esa hist oria y la precaria realidad
part idaria, en los hechos se carecía de los m edios, de la volunt ad y decisión para
inst alar en Chile un polo revolucionario arm ado. Por lo m ism o, concluiría siendo una
declaración ret órica. En ningún m om ent o el part ido const it uyó un grupo arm ado de
una m ínim a preparación m ilit ar. Sus brigadas defensivas no alcanzaban a
doscient os m ilit ant es. Y por est a razón, el part ido socialist a no prot agonizó ni ant es
de la llegada al gobierno de Salvador Allende, ni durant e los m il días de la Unidad
Popular, ni siquiera con post erioridad al golpe de Est ado, una acción de defensa
arm ada. Tam bién deseo aludir a ot ra de las im port ant es equivocaciones t eórico-
polít icas del part ido socialist a: su aut odefinición com o m arxist a- leninist a. Ést a fue
adopt ada en una sim ple conferencia de program a del part ido, en 1958, y lo curioso
del caso es que obedeció a una circunst ancial m ayoría del sect or t rot skist a que
exist ía en el part ido. Para est e sect or, St alin había t raicionado y desvirt uado el
verdadero espírit u de Lenin; era Trot sky el único y aut ént ico represent ant e de ese
pensam ient o. En buenas cuent as, para los t rot skist as el socialism o chileno debía

302
asum ir las correct as posiciones de Lenin, las que dist aban con m ucho de coincidir
con la " dict adura del prolet ariado" , creada por St alin.

—¿Cuál fue su posición ant e lo que hoy califica com o errores de 1958 y de
1967?

—En 1958 no asist í a la conferencia de program a ni t am poco com part í esa


definición. En m i opinión, nadie ent endería esas disquisiciones escolást icas acerca
de quién era el verdadero represent ant e del pensam ient o de Lenin: Trot sky o
St alin. Y aún m ás, ¿quién podía asegurar que las int erpret aciones de Lenin eran las
correct as? Respect o a la declaración del part ido en Chillán, debo reconocer que la
com part í plenam ent e, aun cuando en esa ocasión yo no post ulaba a la dirección del
socialism o.
Pero, adem ás, en el congreso de la Serena —enero, 1971—, cuando asum í
com o Secret ario General, ni se acogieron ni se reproduj eron las ideas aprobadas en
el congreso de Chillán. En est rict a verdad, los acuerdos de Chillán quedaron
t ácit am ent e derogados por los acuerdos de la Serena. En est e últ im o congreso no
se hizo la m enor alusión a la vía arm ada.

—Ant es dij o que durant e el gobierno de Allende se respet aron las


libert ades individuales y públicas. Sin em bargo, una declaración de la época de la
Cám ara de Diput ados, cit ando m uchos casos y con diversos argum ent os, afirm a
t odo lo cont rario.

—Com o es habit ual en nuest ro país se ha dado una enorm e publicidad a


ese acuerdo de una m ayoría de la Cám ara de Diput ados; pero j am ás se ha dado a
conocer la larga y circunst anciada respuest a que diera el president e Allende. Ent re
ot ras razones, argum ent aba la abiert a inconst it ucionalidad de esa declaración,
puest o que la acusación polít ica al President e de la República sólo podía decidirla el
Senado y no la Cám ara de Diput ados.
Ot ra de las const ant es m anipulaciones de la hist oria, cuyo obj et ivo es
j ust ificar los crím enes de la dict adura, es la insist encia en aseverar que los part idos
de la Unidad Popular disponían de no m enos de 18.000 guerrilleros. Por ciert o,
ninguno de los que hacen t al afirm ación han acom pañado la m enor prueba para
sost ener un infundio t an burdo. Puedo afirm ar cat egóricam ent e y con conocim ient o
de causa que los part idos de la UP, m ás el MI R, no disponían en conj unt o de 1.500
presunt os guerrilleros, t odos de m uy escasa preparación m ilit ar; digo presunt os

303
porque nunca se había inst alado una guerrilla. Adem ás, argum ent an que hubo una
guerra, pero la gent e t iene derecho a pregunt arse: ¿fueron sim ples y esporádicos
t irot eos o hubo un real y m asivo enfrent am ient o ent re " guerrilleros" y fuerzas
m ilit ares? En las guerras civiles del siglo XI X —1829, 1851, 1859, 1891—, los
lugares donde se bat ieron am bos bandos est án localizados. ¿Dónde ocurrieron los
susodichos enfrent am ient os de 1973?
Ot ro de los t ant os pret ext os, ya convert ido en lugar com ún, es afirm ar que
" el discurso de Alt am irano" del 9 de sept iem bre de 1973 habría desencadenado el
Golpe de Est ado, cuando ni siquiera el 0,5 por cient o de la población escuchó ese
discurso y nadie ha podido leerlo, porque nunca fue publicado. La violencia en Chile
ha sido de exclusiva responsabilidad de las fuerzas de derecha. Ellas prot agonizaron
no m enos de cinco guerras civiles en el siglo XI X y en el XX innum erables m asacres
de obreros, cam pesinos, m ineros y est udiant es: La Coruña, Ant ofagast a, San
Gregorio, Punt a Arenas, Sant a María de I quique, José María Caro, Seguro Obrero,
Ranquil, et cét era. Adem ás, la derecha siem pre ha sost enido grupos arm ados: sólo
ent re 1932 y 1936 organizó las m ilicias republicanas, que llegaron a cont ar con
cerca de 100.000 hom bres arm ados, es decir, un verdadero ej ércit o paralelo al
inst it ucional —est e últ im o, según la derecha, en ese ent onces exhibía devaneos
izquierdizant es—. La hist oriografía oficial, así com o el oligopolio de la prensa, calla
o silencia est os hechos. Tam poco los m edios de com unicación hacen m ayor
m ención a la vergonzosa acusación realizada por el gobierno y el Senado de
Est ados Unidos, a t ravés de los docum ent os desclasificados, a las fuerzas de
derecha. Est oy seguro que si las afirm aciones cont enidas en esas cuat ro m il a cinco
m il páginas hubieran com prom et ido a dirigent es del part ido com unist a o socialist a,
los m edios de com unicación repet irían hast a la saciedad esas acusaciones.
Por últ im o, el not able " Manifiest o de los Hist oriadores" ( redact ado en
respuest a a la " Cart a a los Chilenos" , enviada por Pinochet desde Londres, y a los
t endenciosos " fascículos" del hist oriador Gonzalo Vial, profusam ent e difundidos en
la prensa de derecha) evit a que m e explaye sobre m at erias t an lam ent ables y
odiosas del pasado. Son nada m enos que 84 académ icos de prim er nivel quienes
ahí denuncian las m anipulaciones y acom odam ient os de la hist oria nacional
realizados por periodist as e hist oriadores de la derecha.

—Se not a que no le agrada recordar la com plej idad de esa época hist órica.
Más aún cuando a ust ed se le ha usado com o un chivo expiat orio de los errores de
t ant os y de la propia ideologización de una polít ica que asum ía conscient em ent e, en
izquierda y derecha, su dim ensión de guerra y de exclusión del adversario. Mi única

304
reflexión es que ust ed, y en general el socialism o chileno, han hecho un " m ea
culpa" hist órico, han asum ido sus equivocaciones, y hoy creen firm em ent e en una
polít ica de derechos hum anos y en una dem ocracia sin apellidos. En cam bio, la
derecha chilena no ha hecho ese proceso de aut ocrít ica y cont inúa m uy soberbia
m anipulando la hist oria en aras de j ust ificar lo ét icam ent e hoy inj ust ificable.
Para abrir una nueva época hist órica es indispensable que t odos los
act ores, con la cabeza y el corazón, abandonen esa concepción de la polít ica com o
cam po de bat alla, en la que " m is verdades" eran la Verdad a ser im puest a a sangre
y fuego, y releven y pract iquen una nueva polít ica posm oderna: inspirada en el
respet o, en la búsqueda de consensos y en la provisoriedad de " m is verdades" ,
aunque sin evit ar el vit al y necesario conflict o ent re diferent es.
Me gust aría, no obst ant e, conocer su opinión sobre Salvador Allende.

—Considero m uy relevant e su personalidad m oral y polít ica. Allende int ent ó


realizar im port ant ísim os, j ust os y necesarios cam bios en la sociedad chilena, por
una vía absolut am ent e inédit a: " en libert ad y en dem ocracia" . Su fracaso no
invalida sus nobles obj et ivos cent rales: j ust icia social y libert ad real para el pueblo
de Chile. Lo ext raordinario de la t rayect oria polít ica de Salvador se dem uest ra en
que t odas las leyes sociales favorables a los int ereses populares llevan su pat rocinio
y firm a. La Hist oria t endrá que hacer un j uicio fundado de acuerdo al conj unt o de
su vida y no sólo en función de sus m eses finales. Personalm ent e nunca he creído
en los héroes de un día.
Adem ás, m e int eresa cont ribuir a develar por qué las t res m áxim as figuras
polít icas de Chile m urieron en circunst ancias t rágicas: Port ales, Balm aceda y
Allende. ¿Cuáles han sido las fuerzas del oscurant ism o present es en nuest ra
hist oria que concluyeron condicionando est as t res t ragedias polít icas y hum anas?
Tam bién creo necesario ahondar en el dram a griego represent ado en sus
días finales, con la infalt able presencia de la figura de un Judas, quien habiendo
acept ado la confianza y el alt o honor de su designación, lo t raicionara a las pocas
horas de su j uram ent o de lealt ad a la pat ria. I gualm ent e quiero explicarm e la
adhesión m undial a su figura t ras su m uert e y el Golpe de Est ado. En el Tercer
Mundo se producían golpes de Est ado casi sem anales y ninguno de ellos
preocupaba a la opinión pública de Europa y Est ados Unidos. ¿Por qué el caso de
Salvador Allende fue dist int o? Ent re ot ros de sus im port ant es legados se halla que
hoy podam os viaj ar por el m undo sin t em ores ni vergüenzas.
Por últ im o, quiero reflexionar acerca de la feliz conj unción en la persona de
Salvador Allende del gran dirigent e socialist a europeo y del convencido

305
revolucionario lat inoam ericano. Allende no desm erecería, ni en sus ideas ni en sus
convicciones, en una com paración con las m ás celebres figuras del socialism o
europeo: Brand, Mit t erand o Palm e; pero t am bién fue un cabal revolucionario que
en m ás de una ocasión, refiriéndose al Che Guevara, declarara: " nuest ros obj et ivos
son los m ism os, sólo difieren nuest ros m edios" .

EL SOCIALISMO EUROPEO

—¿Qué piensa del act ual debat e del socialism o en Europa?

—El socialism o, en Europa, se encuent ra en com plet a reelaboración.


Aunque el agot am ient o de la polít ica de izquierda en la et apa final de la Modernidad
es un hecho irreversible, paradój icam ent e result a que hoy los part idos
socialdem ócrat as de Europa encabezan doce o t rece de los gobiernos de esos
países, adem ás, coaliciones polít icas presididas por part idos laborist as o
socialdem ócrat as han venido gobernando exit osam ent e en Canadá, Aust ralia,
Nueva Zelanda y Sudáfrica. Digo paradój icam ent e, porque la m ás im port ant e
creación del socialism o europeo durant e el siglo XX fueron los Est ados de Bienest ar,
pero ést os han com enzado a experim ent ar serias dificult ades desde 1975.

—Con t odo, el socialism o europeo m uest ra com o novedad reflexiva la


Tercera Vía, al m enos la versión académ ica de Ant hony Giddens.

—Tras la aparent e t ranquilidad y est abilidad del m undo polít ico europeo se
est án librando cruciales bat allas ideológicas y polít icas, de las cuales dependerá en
m edida significat iva el fut uro de la Unidad Europea. El gran aport e de la Tercera Vía
ha sido dinam izar el debat e int elect ual y polít ico en t orno al nuevo rol de los
part idos socialdem ócrat as europeos. Tras las subt erráneas disput as ent re un " social
liberalism o" , ubicado al cent ro, y un " socialism o t radicional" , anclado en la
izquierda, exist e una seria t ent at iva de t odos los part idos de la izquierda europea
por renovar su pensam ient o polít ico y sus propuest as program át icas. John Gray y
Ant hony Giddens, est e últ im o en su condición de nuevo direct or de la " London
School of Econom y" , est án creando un pot ent e laborat orio de ideas.

306
En mi opinión, creando la " Tercera Vía" ha realizado una crít ica
int eresant ísim a al pasado de la socialdem ocracia europea, pero su crít ica al
present e neoliberal es alt am ent e insuficient e.

—¿Por qué?

—Hast a el m om ent o no exist e una t eoría crít ica acerca del fenóm eno de la
globalización ni t am poco de los grandes cam bios experim ent ados por el
capit alism o, ni se han expuest o las razones del por qué se ha decidido abandonar la
bandera del ant icapit alism o ni exist e un análisis fundado acerca del nuevo
escenario hist órico, donde el predom inio de Est ados Unidos es casi absolut o.
Al respect o, la sonada discrepancia ent re el socialism o francés y el
laborism o inglés no se ha explicit ado debidam ent e.

—¿Cuál fue la discrepancia?

—En j unio del año 1999, Blair y Schröeder publicaron un m anifiest o


conj unt o dirigido a los socialdem ócrat as de Europa, el cual m ot ivó una fuert e
reacción del socialism o francés por considerarlo dem asiado inclinado al
neoliberalism o. Jospin, el prim er m inist ro de Francia, aun cont inúa privilegiando el
fact or social por sobre el m ercado, en cam bio Blair int ent a equilibrar am bos
fact ores. Los dos socialism os son hij os de hist orias nacionales m uy diversas y de
t radiciones cult urales bast ant e dist int as. La t radición francesa desciende
direct am ent e de los acont ecim ient os revolucionarios de 1789, en cam bio, la inglesa
nace del gran acuerdo surgido en la segunda m it ad del siglo XVI I ent re la
arist ocracia de la t ierra y la em ergent e burguesía indust rial.
No sólo ese m anifiest o de t onalidades neoliberales ha venido a ent urbiar
las pacíficas aguas de la segunda int ernacional socialist a, t am bién Blair, en febrero
de 1998, le había propuest o a Bill Clint on la creación de una nueva int ernacional,
ubicada decididam ent e en la cent ro izquierda.
En definit iva, los principales t em as del fin de la Modernidad cruzan
horizont alm ent e a los part idos polít icos europeos. Y aut ores com o Giddens y Gray,
proponen, por un lado, superar la viej a oposición exist ent e en el pensam ient o de
izquierda ent re Est ado y m ercado y, por ot ro, recuperar incluso algunas de las
banderas t radicionalist as del viej o conservadurism o. Por est a m ism a razón, algunos
de los crít icos de la Tercera Vía est án hablando de un " conservadurism o reciclado" ;
m ient ras que en Francia un grupo de im port ant es int elect uales de izquierda ha

307
asum ido el provocador t ít ulo de " izquierda reaccionaria" , expresando así su franco
rechazo al m undo que est aría em ergiendo.

—Hay dos cosas dist int as en lo últ im o que ust ed afirm a. Respect o a esa
" izquierda reaccionaria" , esos int elect uales firm ant es del m anifiest o, por un lado,
expresan su rechazo al m undo de la t ardom odernidad y, por ot ra, su act ual sint onía
con la necesidad de em pezar a conservar las t radiciones de com unidades y las
" t radiciones" del m edio am bient e. Esos int elect uales de izquierda ahora querrían
parar el elan dest ruct ivo de la m odernidad, poniéndose así a t ono con el principal
desafío posm oderno. Todo un sínt om a.
Ot ra cosa es la pueril afirm ación de algunos nost álgicos de la izquierda
m oderna. Ellos suelen descalificar a la Tercera Vía porque sería un
" conservadurism o reciclado" ( aclaro sí, que sus dardos apunt an al gobierno de Blair
y de ot ros socialdem ócrat as europeo- am ericanos) . Decir eso, en m i opinión, es no
alcanzar a com prender la com plej idad y los inédit os e int eresant es aport es
reflexivos al present e hist órico que hace est a nueva m irada polít ica.
A diferencia de lo que suele creerse y escribirse, pienso que la Tercera Vía
com o reflexión no busca ni diferenciarse ni arm onizarse con los hast a ayer
ant agónicos proyect os ideológicos de m at riz m oderna: socialism o- liberalism o. Tal
vez ha cont ribuido a est a confusión el propio nom bre Tercera Vía. Est e t érm ino ha
sido usado desde hace m ucho en t eoría polít ica para designar propuest as que
buscaban un rum bo dist int o al capit alism o o el socialism o. Doy un solo ej em plo: el
alem án Wilhelm Röpke en 1942 escribió La crisis social de nuest ra época y la
Tercera Vía, obra en la que proponía un hum anism o económ ico o un liberalism o con
rost ro solidario. Pero la act ual Tercera Vía no propone aquello, m ás allá de que
obviam ent e recoge ant iguas t radiciones com unes a la t eoría polít ica dem ocrát ica y
m oderna.
Es ciert o que la Tercera Vía no t iene int egralm ent e un proyect o alt ernat ivo
al neoliberalism o; y no lo t iene porque carece de crit icidad al núcleo duro de la
Modernidad: la lógica del crecim ient o económ ico, del product ivism o y del opt im ism o
t ecnológico. Con t odo, la Tercera Vía —y ése es su gran m érit o— const it uye un
serio e int eligent e int ent o, desde la polít ica y la sociología, por ir m ás allá del
clásico ant agonism o polít ico m oderno.
Pero, ¿a qué at ribuye el t riunfo elect oral de la socialdem ocracia en la
t ardom odernidad?

308
—Pienso que las fuerzas de inspiración socialist a han result ado m ás
capacit adas y m ás creíbles que los part idos de derecha para im plem ent ar la
t ransición de una Época Moderna a una Posm oderna.

—El debat e polít ico europeo se ha ido haciendo cargo de los aspect os
crít icos de la Modernidad; en cam bio, a la derecha de acá lo único que le int eresa
es una anacrónica e im it at iva Modernidad. ¡Mient ras m ás " innovadores" se
proclam an, m ás anacrónicos son!

—A nuest ra derecha sólo le int eresa el econom icism o neoliberal.

—Cuando El Mercurio, eufórico, edit orializa: " Blair y la socialdem ocracia


europea ent endieron que t ienen que avalar el m ercado" , y sólo dest aca eso, la
verdad es que no quiere advert ir que Blair, Schroeder y ot ros líderes
socialdem ócrat as europeos, en ot ros t em as est án a años luz de lo que acá ni
siquiera se debat e...

—Los derechist as chilenos difícilm ent e sospechan lo que est á ocurriendo en


el cent ro del m undo y t odo lo reducen a una presunt a derechización de los part idos
socialist as y socialdem ócrat as europeos, lo que, por lo dem ás, no es absolut am ent e
falso. Ellos cont inúan inm ovilizados en la guerra fría, de " am igos y enem igos" ... Sea
por una ideologización ext rem a, sea por el t radicional provincianism o o por la m ala
calidad de los m edios de com unicación, lo ciert o es que los líderes de derecha
perm anecen aj enos a los grandes acont ecim ient os m undiales.

—¿Y qué ocurrirá con los valores de la ant igua socialdem ocracia europea?

—Sin duda, la izquierda socialist a, part idaria de una " econom ía m ixt a" , de
un am plio " Est ado de bienest ar" , gest ionando enorm es em presas y servicios
públicos, con un m ercado severam ent e prot egido y regulado, ha llegado a su fin,
porque t am bién ha t ocado a su fin la época en la cual esas realidades nacieron.
Adem ás, ha surgido una const elación de nueva realidades e innovaciones
t ecnológicas, ant es los cuales la izquierda m oderna carece de respuest as.
En est e proceso, los act uales socialism os europeos han pasado a
conform ar, com o lo diría Blair, " la izquierda del cent ro" y, a su vez, los part idos de
la derecha clásica pret enden sit uarse en la " derecha del cent ro" . En pocas palabras,
el cent ro polít ico es la fuerza dom inant e en Europa y las viej as cat egorías de

309
derecha y de izquierda se han ido desperfilando. En sus propias expresiones, ellos
serían la izquierda de un hipot ét ico cent ro y difícilm ent e volverán a int egrar la
izquierda a secas del pasado.
Así com o el socialism o europeo ha concluido acept ando part e significat iva
del recet ario económ ico neoliberal, la derecha europea, a su vez, ha concluido
aprobando gran part e del bagaj e valórico de la t radición socialist a y de las
inst it uciones creadas por el Est ado de bienest ar. I ncluso, durant e los gobiernos
conservadores de Margaret That cher y Maj or, las reducciones a los beneficios
ot orgados por el Est ado de bienest ar fueron relat ivam ent e m oderadas y, com o ya lo
hem os vist o, el porcent aj e del gast o social en relación al product o nacional de los
países europeos ha dism inuido en cifras insignificant es. En su esencia, las derechas
europeas han concluido por respet ar los avances sociales int roducidos por las
fuerzas de izquierda
Las fuert es y agresivas diferencias que dividieran a izquierdas y derechas
en el pasado se han ido desdibuj ando. No es ést e el caso de los países de Am érica
Lat ina y de Chile en part icular. La denom inación que se pret ende dar en Chile a los
part idos de derecha, llam ándolos de " cent ro derecha" , no t iene ningún sent ido ni
ninguna lógica, salvo la de recurrir a inst rum ent os publicit arios y propagandíst icos.

—En Chile, es ciert o, la m ayoría de la derecha aut orit aria se m ant iene
pet rificada, pues, una derecha dem ocrát ica, pese a algunos int ent os, no exist e. Lo
m ism o ocurre con la izquierda com unist a y socialist a nost álgica.
Ahora, en Chile, com o en el m undo, asist im os en el im aginario ciudadano a
una pérdida de convocat oria de los m odernos adj et ivos de derecha e izquierda. Por
eso pienso que a la larga, o bien esas cat egorías desaparecerán, j unt o con la época
hist órica en que nacieron, o bien renacerán pero ahora nom inando a nuevas
sensibilidades polít icas, con nuevos cont enidos y recuperando sus valores
originarios. Me explico: una Nueva izquierda será aquella que recupere la rebeldía
en pos del cam bio hist órico y art icule las m ás nobles t radiciones m odernas con la
nueva cosm ovisión posm oderna del ecologism o, del ant ipat riarcalism o y del
pensam ient o sist ém ico. Una Nueva izquierda será aquella que desat e la creat ividad,
el cam bio y la innovación ahora orient ados a conservar la sust ent abilidad.

—Me voy a det ener en uno de t us argum ent os. El indudable


desperfilam ient o, en Europa, ent re derechas e izquierdas, podría conducirnos a la
idea de que en la nueva época hist órica, llám ese com o se llam e, ya no exist irán
m ás derechas e izquierdas. Pero personalm ent e no lo creo así. El recet ario

310
neoliberal est á creando graves y profundas cont radicciones, las cuales, sum adas a
las ya exist ent es, hacen m uy difícil hacer predicciones opt im ist as acerca del fut uro
planet ario: la ext rem a concent ración de la riqueza, las desigualdades sociales, la
degradación acelerada de los equilibrios ecológicos, el crecim ient o exponencial de la
corrupción, la pérdida del sent ido de vida y la rápida erosión de las ant iguas
ident idades nacionales. Y en t orno a esos t em as volverán a reart icularse las nuevas
concepciones de derechas e izquierdas.
Por ej em plo, se est aría llegando a la celebración de un nuevo pact o
hist órico ent re sect ores consecuent es de la derecha cent rist a, un porcent aj e
significat ivo de em presarios m edianos y pequeños, de agricult ores, del progresism o
cat ólico, de la izquierda socialdem ócrat a y de los num erosos grupos verdes, con el
fin de const it uir un polo alt ernat ivo europeo, y m ás t arde m undial, a la
globalización neoliberal.

COHN-BENDIT
Y LA "TERCERA VÍA VERDE"

—En Europa t am bién ha aparecido un m anifiest o de los grupos verdes y de


la sociedad civil, liderizado por Daniel Cohn- Bendit ( el ex líder del m ayo francés) :
" La Tercera Vía Verde" .

—Cohn- Bendit ha dej ado expresa const ancia que para ellos no se t rat a de
est ar a la izquierda de la izquierda ni t am poco a la derecha de la izquierda —am bas
alusiones a la Tercera Vía de Blair—, sim plem ent e se t rat a de una nueva post ura
ideológica y de una nueva propuest a polít ica, firm em ent e anclada, com o ellos lo
dicen, en la izquierda. Si bien se t rat a de un proyect o específico de los verdes
dirigido a la defensa y prot ección del m edio am bient e, hoy día adopt a una clara
definición polít ica dest inada a com bat ir por " la solidaridad" y " en cont ra de t odas
las form as de exclusión" .

— Cohn- Bendit nace a la polít ica en los años sesent a. Desde ahí, en vit al
coherencia, viene profundizando sus crít icas a la Modernidad real y, con sus ideas y
práct icas, ha cont ribuido a lo que ust ed llam a la posm odernización del nort e
m oderno.

311
—Com o se sabe, los verdes obt uvieron en prom edio el 10 por cient o de los
vot os del elect orado europeo e int egran los gobiernos de Francia y Alem ania.

—Ésas son cifras asociadas a part idos polít icos verdes; pero esa
sensibilidad es aún m ás ext endida. No olvidem os que Cohn- Bendit fue uno de los
diput ados elect os m ás vot ados al parlam ent o europeo.

—Según la " Tercera Vía Verde" , t al cual yo lo pienso, el capit alism o habría
cam biado de nat uraleza, al reposar básicam ent e en la inform ación, en el
conocim ient o y en m ercado globales por sobre los m ercados nacionales. Est e nuevo
capit alism o, en el que el obrero est á siendo subst it uido por las nuevas t ecnologías,
no sería m alo ni bueno.
Es esencialm ent e am bivalent e. Será necesario analizarlo con det enim ient o
y su orient ación dependerá de las fuerzas sociales y polít icas que lo im pulsan. Por
el m om ent o se t rat a de un capit alism o financiero, aun m ás duro que el ant iguo
capit alism o, y t iende a favorecer casi exclusivam ent e la rent abilidad a cort o plazo
por sobre las inversiones est rat égicas a largo plazo. Tam bién est os verdes acept an
el m ercado e incluso reconocen sus im port ant es vent aj as, pero debe est ar
regulado, en el ám bit o nacional e int ernacional, por el principio de la precaución y
la lógica de la responsabilidad, con lo cual se cuest iona el obj et ivo de la rent abilidad
com o único crit erio de eficiencia económ ica y adem ás niegan cat egóricam ent e las
vent aj as del m ercado en el cam po de la cult ura, la educación, la salud y el m edio
am bient e.
En definit iva, se pronuncian decididam ent e por el cont rol polít ico de los
procesos económ icos. La principal rupt ura para ellos ent re la viej a y la nueva
izquierda se halla en el caráct er esencialm ent e nacional de la prim era de est as
fuerzas polít icas, en t ant o que la nueva izquierda deberá ubicarse en prim er
t érm ino en el m undo global y desde allí deberá hacer sus propuest as nacionales y
locales. Para ellos, ha cam biado radicalm ent e la form a de hacer polít ica y la escala
de la polít ica: se est á abriendo un espacio público m undial y se est á conform ando
t am bién una opinión pública planet aria de enorm e gravit ación en los años fut uros.

—" Pensar globalm ent e, act uar localm ent e" , por eso la part icipación de
est as sensibilidades en las conferencias planet arias.

—Por lo m ism o, proponen nuevas est rat egias a escala planet aria para las
organizaciones sindicales, gravem ent e debilit adas por el proceso de globalización

312
de la econom ía; y frent e al poder de los enorm es conglom erados m ult inacionales
debe crearse un cont rapoder fundado básicam ent e en las ONGs. Seat t le habría sido
sólo el prim er int ent o de m ovilización social en el ám bit o m undial en cont ra de las
t res poderosas organizaciones económ icas int ernacionales: FMI , BM, OMC.
Según la " Tercera Vía Verde" habrían surgido nuevas cont radicciones que
necesit an una pront a respuest a. En m at eria de pensiones: ¿repart o o
capit alización?; ent re lo local y lo global; en droga: ¿legalización o represión?; en
m ovilización urbana: ¿t ransport e individual o colect ivo?; en m edio am bient e:
¿crecim ient o económ ico o una econom ía sust ent able?; en fluj os financieros:
¿regulados y con im puest os o libres y sin im puest os?; en el sist em a capit alist a:
¿fom ent ar la opción de acceso de los asalariados a la propiedad de las acciones u
oponerse a est a opción?
Ellos, al igual que yo, hacen el dist ingo ent re t ransnacionales con fines de
lucro y t ransnacionales sin fines de lucro, en m is t érm inos, hum anit arias.

—En ese m anifiest o se alude a uno de los m ás cruciales t em as de la nueva


ét ica posm oderna: el respet o a la diversidad.

—Así es. Y ést a es una im port ant e diferencia con la izquierda t radicional
que ha sido en esencia ant iindividualist a. La vía verde, al reivindicar el derecho de
t odos los seres hum anos a vivir en la m ayor libert ad posible y al reclam ar el
respet o a la diversidad, incluyendo las diferent es " preferencias sexuales" ,
reconocen una ciert a legit im idad en las aspiraciones de los individualist as. La
valorización del derecho a la diferencia adquiere vit al im port ancia en sociedades
m ayorit ariam ent e m ult icult urales y plurales, com o serán las fut uras sociedades
globales. La diversidad será un valor esencial en un m undo globalizado que ha
t endido a la hom ogeneización y a la uniform idad.
Asim ism o debe fom ent arse la part icipación de los nuevos act ores sociales y
de las nuevas posibilidades abiert as por las nuevas t ecnologías. La izquierda
clásica, según los verdes, habría est ado dem asiado com prom et ida con los part idos
polít icos y con la dem ocracia represent at iva, en cam bio, ellos t ienden a dar
preferencia a una dem ocracia part icipat iva y direct a —plebiscit aria— y a const it uir
m ovim ient os m ás que part idos.

—Y asigna im port ancia al nuevo asociacionism o ciudadano, al Tercer Sect or


de la Econom ía.

313
—Por ciert o. Adem ás, para est a Tercera Vía Verde la dem ocracia deberá
adapt arse a las condiciones creadas por las nuevas t ecnologías com unicacionales.
I ncluso se habla de la nueva " dem ocracia de los individuos" , en la que cada cual
t enga acceso a las diferent es inst ancias de poder a t ravés de las redes
com unicacionales.
En est e m anifiest o, la opción verde, ent re ot ras aut odefiniciones, se
ident ifica com o " liberales libert arios" , usando est os t érm inos en su sent ido filosófico
y polít ico, precisam ent e para cont raponerlo a la expropiación y reducción que han
hecho los econom ist as neoliberales del t érm ino liberal.

—Muy int eresant e la precisión, no sólo la expropiación neoliberal del


t érm ino liberal; sino t am bién por el abuso, al m enos en Chile, de la palabra liberal,
a la que suele asociársele el respet o a la diversidad en t em as cult urales, cuando en
esos dom inios en rigor no se debería decir liberal sino libert ario.

—Por ot ra part e, " La Tercera Vía Verde" declara ser firm e part idaria de la
unidad europea. Ent re ot ras razones, porque sería el único espacio colect ivo donde
aún los ciudadanos pueden dem ocrát icam ent e decidir los lím it es de un m ercado
abiert o y global. Por lo m ism o, proponen la aprobación de una cart a suscrit a por el
conj unt o de los gobiernos, en la que se est ablezcan los derechos fundam ent ales de
los nuevos ciudadanos europeos.

LA IZQUIERDA
EN ESTADOS UNIDOS Y AMÉRICA LATINA

—¿Qué ocurrió con la izquierda m oderna en el principal país de la


m odernidad m adura, Est ados Unidos?

—Las cat egorías de izquierda y derecha, t an present es en Europa y en


Am érica Lat ina, exhiben en Est ados Unidos caract eríst icas m uy especiales. Part idos
polít icos propiam ent e de izquierda socialist a no lograron surgir y asent arse en la
sociedad nort eam ericana; pero sí exist ieron grupos y círculos académ icos e
int elect uales de izquierda con una significat iva gravit ación en esa sociedad. Hubo
un grupo de int elect uales m arxist as de bast ant e relevancia en t orno a la revist a
" Mont ly Review" .

314
No dej a de ser curioso que en el país donde m ás fuert em ent e se anidara el
capit alism o indust rial no em ergiera un pot ent e m ovim ient o polít ico de t ipo
socialist a.

—Hay dos explicaciones int errelacionadas para t an singular hecho. Prim ero,
el Modo de Vida Am ericano ( Am erican Way Life) , t al com o en el siglo XI X lo
adelant ara Tocqueville, se fue const it uyendo en la opción m ás j oven y exit osa de la
Modernidad; la ot ra, fue la socialist a. Y ese m odo de vida im plicaba m uchas cosas:
aut oest im a, laboriosidad, creencia plena en algunas ideas- fuerza liberales, et cét era.
Segundo, en el cont ext o de la bipolaridad ent re los dos m odos de vida
m odernizant es, la aut oest im a liberal del país nort eam ericano azuzaba el desprecio
a la ideología del país y proyect o rival ( URSS) , generando así las condiciones para
que, desde el Est ado, el " Maccart ysm o" a sangre y delación, se encargara de inhibir
cualquier arrebat o com unist a.

—El " liberal" —com o se designa en Est ados Unidos a los izquierdist as—
expresa, en ciert a m edida, un t ipo de m ent alidad m ás próxim a al liberal
revolucionario de los siglos XVI I I y XI X que al izquierdist a m arxist a del siglo XX.
Tam poco en Est ados Unidos surgió un part ido liberal propiam ent e t al.

—Aunque cuent a con una not able const it ución liberal y el part ido
dem ócrat a y el republicano com part en una m at riz liberal de pensam ient o.

—Sin duda, y am bos usan dos denom inaciones nacidas en la Época


Moderna. Por ot ra part e, en Est ados Unidos se fundaron pot ent es organizaciones
sindicales y los m ovim ient os fem inist as fueron ext raordinariam ent e num erosos y
act ivos.

—Desde sus orígenes, Est ados Unidos se caract eriza por un act ivo
asociacionism o ciudadano.

—Tam bién hoy, las organizaciones de ecologist as, los m ovim ient os de
hom osexuales y las ONGs defensoras de los derechos hum anos son innum erables y
han ext endido sus redes por t odo el planet a. Exist en num erosas y pot ent es
agrupaciones dest inadas a defender al consum idor y la legislación exist ent e en est a
m at eria es m uy efect iva. En Chile, los em presarios no han perm it ido la aprobación

315
de disposiciones sem ej ant es: una m ala e incom plet a ley de defensa del consum idor
t ardó cinco años en ser aprobada en nuest ro congreso.
En pocas palabras, la sociedad civil, en Est ados Unidos, exhibe un fuert e
dinam ism o y una enorm e creat ividad, lo cual nos hace pensar que en ese país no
fueron necesarios los part idos polít icos de izquierda para lograr im poner norm as y
precept os considerados de izquierda en ot ras lat it udes del m undo.

—Aunque parezca paradój ico, allí surgen con m ás vigor los prim eros
m ovim ient os de la sociedad civil que expresan a una izquierda de t ipo posm oderna.
En la cost a de California, a part ir de la década de los sesent a, se act ivan el
fem inism o cult ural ( de la diferencia) , el ecologism o, los m ovim ient os ant inucleares,
las neoespirit ualidades neopant eíst as, cent ros académ icos del pensam ient o
sist ém ico, los m ovim ient os en pos de la diversidad sexual, cult ural, et área,
et cét era.

—Se encuent ran ubicados a la izquierda de la sociedad chilena. Pensem os


sólo en m at erias com o legislación laboral, norm as ecológicas, leyes de defensa al
consum idor, disposiciones ant im onopolios, derechos hum anos, una const it ución
dem ocrát ica, derechos de la m uj er, divorcio, abort o, legit im ación de la
hom osexualidad, prot ección de las m inorías, libert ad de cult o y am plia libert ad de
prensa, fuerzas arm adas obedient es al poder civil, et cét era.
En cam bio, si en Chile las fuerzas de izquierda propusieran la aprobación
de una const it ución dem ocrát ica y de leyes sem ej ant es o un gast o social en
educación y salud con porcent aj es sim ilares a los de Est ados Unidos, la derecha
chilena y su em presariado iniciarían de inm ediat o una feroz cam paña de
desest abilización del gobierno, m ot ej ándolo, en el pasado, de com unist a y en el
present e, t al vez, de recalcit rant e socialist a. ¿Cóm o explicar que el país de m ayor
desarrollo capit alist a, bast ant e m ás int ransigent e y agresivo que el europeo,
ubicado en posiciones ideológicas neoliberales, exhiba, a pesar de t odo,
caract eríst icas m ás próxim as a las de una sociedad de izquierda, com parada con las
lat inoam ericanas?
La m anida respuest a del pensam ient o de derecha en los países no
desarrollados es que ellos pueden " darse el luj o" de dest inar alt os porcent aj es de
su product o nacional a gast os sociales por ser m ás ricos y desarrollados. En
realidad el argum ent o es falso.

316
—Crucem os ahora el Río Bravo. ¿Tuvo alguna especificidad la const it ución
del pensam ient o de izquierda en Am érica Lat ina?

—En los años veint e y t reint a del siglo XI X, las posiciones de izquierda las
asum ió en un principio el pensam ient o liberal, t al cual había ocurrido en Europa.
Pero, a diferencia de lo que ha ocurrido allá, acá, esas fuerzas no lograron derrot ar
a los t res vivos sím bolos de la prem odernidad: al obispo no reform ado, al
lat ifundist a y al general insurrect o. Luego hacen su ent rada en el escenario
hist órico los part idos de izquierda, socialist a y com unist a. Lo ciert o es que llegam os
al siglo XXI sin alcanzar una m odernización real y profunda de las sociedades.

—¿Qué insuficiencias condicionaron en Am érica Lat ina el quehacer de los


part idos de la izquierda no com unist a durant e el siglo XX?

—I nsuficiencias hist óricas, porque nuest ros part idos socialist as no eran
propiam ent e herederos de las t radiciones liberales del Siglo de las Luces y de la
Revolución francesa, com o ocurriera con el socialism o europeo; ni t am poco se
inscribieron en la int ernacional socialist a europea; aun cuando, com o lo he
expresado, t odos ellos se habían declarado cont rarios al bloque com unist a
soviét ico. Por lo m ism o, cada part ido en cada país de Am érica Lat ina se vio
obligado a bat irse en com plet o aislam ient o del rest o de Am érica y del m undo.
Aunque el part ido socialist a de Chile nació baj o la bandera de la unidad
lat inoam ericana, en ese ent onces era práct icam ent e im posible concret ar esa
aspiración.
El socialism o chileno, hast a los años sesent a, se ubicaba en posiciones m uy
próxim as a las del socialism o europeo, pero nuest ro j ust ificado ant iim perialism o y
ant icolonialism o nos llevaba a observar con profunda desconfianza la experiencia
socialist a en las grandes pot encias colonialist as. Y est e aislam ient o, adem ás, nos
privó de un acceso m ás direct o y fecundo al gran debat e int elect ual y polít ico en la
izquierda europea con ocasión de la vict oria bolchevique en Rusia, de la guerra civil
española y, sim ult áneam ent e, del ascenso del fascism o y del nazism o. Est as
circunst ancias no perm it ieron al socialism o chileno lograr una elaboración t eórica
m ás com plet a y rica, capaz de considerar las com plej idades de las sociedades
m odernas y las im port ant ísim as t ransform aciones ya en curso.

—¿Qué im pact o provocó la revolución cubana?

317
—Su efect o m ás inm ediat o fue la radicalización de las fuerzas de izquierda
y la apert ura de diversos focos guerrilleros en la región. Los m edios de
com unicación de derecha han pret endido present ar a Fidel com o un dict ador m ás;
pero la im agen ha sido t an rica y pot ent e que ha t rascendido con m ucho esa
m ezquina cat egorización. Hoy abrigo serios t em ores de que su periplo hist órico est é
llegando a su fin. En t odo caso, la m agia que despert ara su vict oria revolucionaria
hace t iem po que ha pasado.
El t riunfo de la revolución cubana, en diciem bre de 1959, dividió a los
part idos polít icos de izquierda. Los part idos m ás ant iguos y t radicionales se
declararon en cont ra de la revolución cubana, en cam bio, ot ros, ent re ellos el
part ido socialist a de Chile, asum ieron su decidida defensa. El APRA de Perú,
Movim ient o Nacionalist a de Bolivia, los part idos radicales de Argent ina y Chile, el
m ovim ient o Just icialist a, los dos principales part idos dem ócrat a crist ianos de la
región, el de Venezuela y el de Chile, no se solidarizaron con la revolución cubana,
con graves consecuencias int ernas en cada uno de nuest ros países. En Chile, por
ej em plo, ést a sería una de las razones de por qué socialist as y dem ócrat a
crist ianos, ni ant es ni después de la vict oria de Salvador Allende, lograron
est ablecer una alianza polít ica est able com o la de hoy día.
No olvidem os que la izquierda era ant iim perialist a y com o t al ant i-
nort eam ericana, sin ser por ello pro- soviét ica; pero la dinám ica geopolít ica m undial
obligaba a sit uarse a uno u ot ro lado del m eridiano t razado por Est ados Unidos. Y
precisam ent e debido a est e rígido m arco, la revolución cubana t erm inó colocándose
del lado del cam po soviét ico, cuando ni Fidel Cast ro ni el m ovim ient o 26 de Julio
obedecían a una ideología propiam ent e m arxist a y, aun m ás, el influyent e part ido
com unist a cubano había est ado en cont ra de los revolucionarios fidelist as. Así las
cosas, part e de la izquierda cont inent al se vio envuelt a en una confront ación aj ena
a sus propios int ereses y a sus propios pensam ient os ideológicos.
Ubicados en el " pat io t rasero" de Est ados Unidos, una vía ant iim perialist a y
ant icapit alist a de desarrollo era alt am ent e im probable, salvo que ella se pret endiera
im poner a t ravés de una revolución t riunfant e, com o Cuba. Para Est ados Unidos el
apoyo a la revolución cubana pasó a ser la front era divisoria ent re " am igos y
enem igos" .
La revolución cubana, en la izquierda del cont inent e, produj o sim ilares
efect os a los causados en Europa por la vict oria bolchevique. Dos revoluciones,
paradój icam ent e, dividieron a las fuerzas de izquierda del viej o y del nuevo
cont inent e, la bolchevique en Europa y la cubana en Am érica Lat ina.

318
—La vía arm ada fue un fact or de cont roversias...

—Un núm ero im port ant e de organizaciones de izquierda resolvieron


responder a la ant igua violencia reaccionaria con la nueva violencia revolucionaria.
Las derechas, de Est ados Unidos, Europa y Am érica Lat ina, habían venido
recurriendo perm anent em ent e a la violencia, no sólo en cont ra de sus propias
clases subalt ernas, sino t am bién para aplast ar los m ovim ient os independent ist as en
sus colonias y, por últ im o, se declararían t erribles y dest ruct ivas guerras ent re ellos
m ism os.
En Chile, ya lo recordé, se dieron innum erables experiencias de violencia
reaccionaria ( invit o al lect or a revisar, ent re ot ros, el libro de Pat ricio Manns Chile:
Una dict adura Perm anent e) . Est ados Unidos, por su part e, baj o pret ext os diversos
vivía int erviniendo m ilit arm ent e en los países de Cent roam érica. Las luchas sociales
enm arcadas en el sist em a bipolar del m undo habían venido recrudeciendo. De esa
m anera, los sucesivos gobiernos nort eam ericanos pasaron a considerar " enem igos"
a t odos los m ovim ient os polít icos de izquierda, aunque m uy pocos de ellos t uvieran
algún t ipo de relación con la URSS.
Repit o, fue en ese cont ext o hist órico —cont inent al y m undial— cuando
nació la idea de responder con la violencia revolucionaria a la const ant e y cruel
violencia reaccionaria. El clim a de violencia im perant e en los países
iberoam ericanos se vio ent recruzado y sobrepasado por la violencia venida desde
ot ras lat it udes. En Cuba y en Nicaragua las luchas revolucionarias arm adas t uvieron
éxit o y, aun hoy, la guerrilla en Colom bia cont inúa sost eniéndose. En Venezuela,
Brasil, Perú, Bolivia, Uruguay y Argent ina los focos arm ados fueron derrot ados. En
Chile, por el cont rario, no surgió ningún alzam ient o arm ado. Ha sido ést e el único
país donde nunca ocurrió un alzam ient o violent o prot agonizado por las fuerzas de
izquierda; pero, a pesar de ello, la derecha, asilándose en pret ext os diversos,
inst auró una de las dict aduras m ás crueles del cont inent e.

—¿Ent onces aquel cont ext o conviert e en correct a esa est rat egia arm ada?

—Pareciera fácil dar una respuest a después de haber ocurrido los


acont ecim ient os. Ya lo adelant é cuando conversam os de Chile, los result ados
concret os de la vía arm ada fueron negat ivos; aun cuando exist ían opresiones y
crím enes hist óricos que j ust ificaban social y m oralm ent e el " derecho a la rebelión" .
La revolución arm ada había t riunfado después de décadas de lucha en
Nicaragua, obligando a huir a uno de los dict adores m ás corrupt os del cont inent e;

319
pero lam ent ablem ent e las nuevas fuerzas polít icas t am bién incurrirían en act os
m oralm ent e reprobables y en polít icas equivocadas. En Perú, el m ovim ient o
revolucionario arm ado degeneró en acciones sim plem ent e crim inales. Salvo
Colom bia, en t odos los ot ros países los focos guerrilleros fueron sofocados y t ras
ellos se im plant arían dict aduras m ilit ares de derecha. Adem ás, las fuerzas de
izquierda concluyeron divididas frent e a est os acont ecim ient os y en países donde
pudo haberse llegado a acuerdos y alianzas eficaces, ést as fracasaron con el
consiguient e debilit am ient o del bloque de la izquierda cont inent al.
La violencia ha llegado a const it uir una realidad consust ancial a la hist oria
de los países iberoam ericanos. La violencia de izquierda sólo apareció en las últ im as
décadas del siglo XX y no guarda relación alguna con el núm ero de víct im as y
crím enes producidos por la violencia reaccionaria.

CONTRADICCIONES E INSUFICIENCIAS
EN EL BLOQUE DE IZQUIERDA
DE AMÉRICA LATINA

—En el " bloque de izquierda" exist ían serias cont radicciones e insuficiencias
t eóricas. El abigarrado cam po de la izquierda no com unist a cubría desde el PRI ,
nacido de la revolución m exicana —1910- 1920—, hast a los pot ent es m ovim ient os
populist as de Brasil y Argent ina encabezados por Get ulio Vargas y Juan Dom ingo
Perón. Los part idos socialist as por su part e eran m uy reducidos y sólo el chileno
logró un prot agonism o significat ivo.

—¿I ncluye en est e bloque a radicales y dem ócrat a crist ianos?

—Sí, los incluyo. A los radicales por el im port ant e rol que les cupo en la
dest rucción del ant iguo bloque oligárquico y por su act iva part icipación en la
dem ocrat ización y en la indust rialización de sus países; y a las fuerzas dem ócrat a
crist ianas, porque, pese a que en m ás de alguna ocasión y en diversos países
ent rarían en conflict o con las ot ras colect ividades de izquierda, en lo sust ant ivo
cont ribuyeron al desarrollo progresivo de nuest ras naciones y t am bién a la derrot a
del ant iguo núcleo oligárquico.

—¿Por qué est a t ensión?

320
—Las dem ocracias crist ianas, t ant o en Europa com o en Am érica Lat ina,
concluirían siendo la expresión del ala m ás progresist a y avanzada de la I glesia
Cat ólica y, al m ism o t iem po, la barrera de cont ención frent e al com unism o. Est as
dos definiciones m edulares de las dem ocracias crist ianas, la una en pro del
Vat icano y la ot ra en apoyo de la polít ica int ernacional nort eam ericana, la llevarían
a est ablecer serias discrepancias con los part idos socialist as y socialdem ócrat as de
Europa y de Am érica, así com o a provocar una rupt ura radical y definit iva con los
part idos com unist as de cualquier lugar del m undo.
La ignorancia de algunos personeros de la derecha chilena y de su prensa
acerca de est os conocidos fenóm enos hist óricos, les ha llevado a culpar a la
dirección del part ido socialist a por no haber logrado un ent endim ient o con la
dem ocracia crist iana durant e los m il días del gobierno popular. La hist oria de est as
divergencias venía de m uy ant iguo, y el vet o DC a los part idos com unist as perdura
incluso hast a el día de hoy, a pesar de haber colapsado el régim en soviét ico.

—¿Qué ot ras cont radicciones t enía la izquierda lat inoam ericana?

—La izquierda de inspiración socialist a y laica de m ediados del siglo XX


abrigaba graves cont radicciones ent re su t eoría y su práct ica polít ica. Se declaraba
abiert am ent e ant icapit alist a, pero en su práct ica prom ovía la indust rialización, por
ciert o, con un claro sesgo est at ist a, y al m ism o t iem po prom ovía la im plant ación de
polít icas prot eccionist as a favor de los em presarios privados.

—Es ciert o, se dio aquella cont radicción ent re su práct ica vocación est at ist a
y su t eórico apoyo al em presariado, ent re su práct ica indust rialización y su t eórico
ant icapit alism o. Pero, si se analiza desde la perspect iva que el socialism o era una
fuerza polít ica m oderna, era m uy coherent e que apoyara la indust rialización, a la
que ent endía com o una form a de capit alización en nuest ras econom ías. Y era m uy
coherent e su est at ism o, ant e la " falt a de hom bros" suficient es —capit ales y
capacidad de em prendim ient o— de nuest ros em presarios a la hora de capit alizar al
país. Por eso, com o ust ed recordará, en esos años el gran debat e en el bloque de
izquierda giraba en t orno a la siguient e pregunt a: ¿si era necesario pasar, y por
cuánt o t iem po, por una et apa de acum ulación capit alist a dem ocrát ico- burguesa,
ant es de llegar al socialism o, una superior y m ás j ust a m anera de dist ribuir las
riquezas generadas por la indust rialización?

321
—Recuerdo m uy bien ese debat e. En Chile no exist ía esa derecha dot ada
de capacidad em presarial y dem ocrát ica, en consecuencia la izquierda debía asum ir
el rol de las derechas en la t area de indust rializar y dem ocrat izar al país; cuando, al
m ism o t iem po, esa izquierda desconfiaba de la em presa privada y se declaraba en
cont ra de la inversión ext ranj era, en especial de la nort eam ericana, lo cual concluía
por neut ralizar o incluso invalidar sus propias polít icas est ablecidas a favor del
desarrollo indust rial.

—Una t ensión nada t rivial se ha dado ent re la izquierda y el em presariado,


¿cóm o cree hoy que se resuelve ese conflict o hist órico?

—Cont ribuir a la creación de fuert es núcleos endógenos de em presarios


indust riales es una t area est rat égica para Am érica Lat ina y Chile y, en
consecuencia, t am bién lo será para una nueva izquierda. Mient ras no se produzca
una profunda renovación en la m ent alidad del em presariado nacional, será m uy
difícil que ést e pueda t ransform arse en un núcleo endógeno, m oderno y dinám ico,
capaz de incorporarse com o suj et o act ivo al proceso de m undialización de la
econom ía.
Pensar que el m odelo neoliberal de desarrollo nos conducirá en form a
aut om át ica a un proceso lineal de acum ulación y de crecim ient o es, para m í, una
nueva y falsa ideologización de la realidad chilena. Sólo será posible el progreso, en
su acepción m ás general y am plia, si se logra crear una m asa crít ica int erna,
conform ada por fuerzas nacionales dot adas de la volunt ad y de la am bición
necesaria com o para engendrar una propia e inconfundible ident idad de nación. Hoy
por hoy no exist e esa volunt ad y esa am bición nacional y, por el cont rario, t oda la
argum ent ación y la publicidad de los grandes m edios de com unicación apunt an a la
necesidad de encom endar la dirección del proceso y la producción de riqueza a los
grandes conglom erados m ult inacionales, quienes disponen de cuant iosos capit ales
y de una real capacidad t ecnológica. Pero om it en que no sólo se t rat a de
increm ent ar los aport es de capit al, sino t am bién saber cuál es el dest ino de ést os y
si est án cont ribuyendo realm ent e a elevar la capacidad indust rial del país o bien
sólo a m axim izar sus ganancias. Sobre esas bases, aparece indispensable y urgent e
la form ación de una est ruct ura product iva capaz de aum ent ar el nivel de
elaboración de los recursos nat urales y de las m at erias prim as export adas.

—A lo últ im o que ust ed m enciona, algunos econom ist as le han llam ado
" Una Segunda Fase Export adora" .

322
—Así es. Pero aún voy m ás allá: la revolución ocurrida en las t ecnologías
com unicacionales, en I nt ernet , en la m icroelect rónica, en los aparat os
com put acionales y en la biot ecnología, pueden perm it irle a Chile incorporarse a la
cat egoría de país export ador de bienes indust riales sin t ransit ar por el ant iguo
pat rón indust rial.

—Com plem ent aría diciendo que una int egral " Nueva econom ía" no puede
ser ent endida sólo com o digit alización ni com ercio elect rónico. Adem ás, com o
ocurre en el nort e, deberá im plicar un fort alecim ient o de Tercer Sect or y un
em presariado y una sociedad civil abiert a a una econom ía am bient al
( ecot ecnologías y reciclabilidad) , a la sust ent abilidad y a una nueva cult ura de
valores económ icos que se desapeguen de los unilat erales indicadores del
crecim ient o económ ico y del consum ism o.

—Coincidiendo plenam ent e con lo que has expresado, quiero agregar algo
m ás: nuest ros em presarios privados se han concent rado en las act ividades
product ivas de m enor riesgo y m enos expuest as a los cam bios t ecnológicos, con lo
cual han perdido la oport unidad de sum arse en condiciones realm ent e com pet it ivas
a la econom ía m undial; sin perj uicio de lo cual a diario proclam an las excelencias
de un m ercado verdaderam ent e libre, desregulado y desprot egido, pero en aquellos
sect ores donde finalm ent e han llegado a t ener ciert a capacidad com pet it iva han
concluido por t raspasar las indust rias a los conglom erados ext ranj eros. No sería
honest o, en m i opinión, cont inuar con est a desorbit ada propaganda acerca de las
enorm es vent aj as que present an las econom ías desprot egidas y desreguladas si, en
definit iva, los em presarios nacionales prefieren refugiarse en pequeños nichos
product ivos, donde es la nat uraleza quien concede la vent aj a com parat iva y no el
conocim ient o y la capacidad em presarial.
Perm ít em e una cort a disquisición acerca de nuest ra hist oria nacional.
Port ales fue el genial organizador de una sociedad agrícola prem oderna. Él logró
ordenar a est a sociedad agraria, pat riarcalist a, aislada del m undo, pero condenada
indefect iblem ent e a la frust ración y al fracaso, porque el nuevo proyect o hist órico
m oderno exigía un cam bio radical de las elit es lat ifundist as prem odernas por una
nueva clase dirigent e em presarial m oderna, dem ocrát ica, indust rialist a, con
capacidad para dot arse de est ruct uras cient íficas y t ecnológicas y de im pulsar un
fuert e proceso de secularización de la sociedad. I ncluso hast a m ediados del siglo XX
eran las clases t errat enient es, m ás algunos em presarios m ineros, los dueños del

323
poder en est os países; pero la riqueza en las sociedades m odernas ya m ucho ant es
había em igrado de la agricult ura y de la m inería a la indust ria y a los servicios.

—Esa fue la m odernidad que nos t ocó vivir, por obra y gracia de nuest ra
singularidad cult ural. Lo que ust ed afirm a respect o a nuest ro t an com ún rezago
durant e la Época Moderna m e invit a a reflexionar sobre la im port ancia de que hoy,
doscient os años m ás t arde, en pleno t ránsit o a una nueva época hist órica, los
act uales líderes polít icos y em presariales no vuelvan a repet ir la ya reit erada
desconexión con el m undo....
Volviendo a la Nueva Econom ía, ¿ést a deberá ser regulada?

—Exist en razones fundadas para que m uchos em presarios, en diversos


órdenes, no est én en condiciones de enfrent ar una abiert a com pet encia, por lo
m ism o, no const it uye ni siquiera pecado venial apoyar y prot eger act ividades
indust riales con pot encialidades est rat égicas, t al cual cont inúan haciéndolo las
grandes sociedades del nort e a t ravés de sus generosos program as de apoyo a las
áreas de t elecom unicación, elect rónica, espacial, nuclear, ingeniería genét ica, e
incluso, en indust rias t radicionales, com o son ent re ot ras las siderúrgicas y las
aut om ot oras; y no creo pert inent e volver a recordar las colosales subvenciones
concedidas a los product ores agrícolas por los países europeos ( 300.000 m illones
de dólares al año) .
Gran part e de los m ás espect aculares avances t ecnológicos de los cuales se
han beneficiado las grandes sociedades anónim as nort eam ericanas provienen de las
m illardas de dólares asignadas por el gobierno al " com plej o m ilit ar indust rial" .
Com o he reit erado en nuest ra conversación, fue el Est ado, a t ravés de inst it uciones
propias o program as financiados por él, quien ha logrado los descubrim ient os
t écnicos m ás sorprendent es del siglo pasado, ent re ellos: energía nuclear, I nt ernet ,
rayos láser, radares, biot ecnología. Ni uno sólo de los Est ados europeos ni t am poco
el nort eam ericano han logrado reducir el porcent aj e del gast o público en relación al
product o nacional, ni m enos el gast o social. En los países europeos est e porcent aj e
fluct úa en t orno al 40 por cient o, en Chile al 18 por cient o. La derecha chilena, así
com o el em presariado, se encuent ran seriam ent e obnubilados por un ext rem ism o
neoliberal que ni siquiera en Est ados Unidos se defiende y pract ica.
Por est as m ism as razones discrepo con quienes han creído ver una
revolución m odernizadora y capit alist a en las polít icas im plem ent adas por el
régim en m ilit ar. No ha sido una revolución propiam ent e m odernizadora la que nos
ha legado una const it ución ant idem ocrát ica; fuerzas arm adas dom inadas por un

324
pensam ient o polít ico por ent ero aj eno a una concepción m oderna y dem ocrát ica; un
em presariado en const ant e pie de guerra, quej ándose diariam ent e, int ent ando
t ransferir sus responsabilidades al Est ado por su incapacidad para producir valor
agregado en sus act ividades económ icas; una acelerada desnacionalización de la
econom ía; em presas con baj ísim os im puest os, con salarios reducidos; una
legislación laboral insuficient e; y los porcent aj es de desigualdad m ás alt os del
cont inent e; en sínt esis, un em presariado alt am ent e " prot egido y subvencionado"
por el país.
Culpar al prot eccionism o o a las regulaciones del ret raso económ ico, com o
se hace en Chile, es t om ar el rábano por las hoj as. Fue la ausencia de un
em presariado indust rial em prendedor y eficient e, lo que conduj o al Est ado chileno a
asum ir, por una part e, la función de em presario, y por ot ra, a prot eger las
incipient es indust rias. Sin est a decidida int ervención del Est ado, Chile se hallaría
aún en la época de las cavernas.

—El logro de la dict adura y sus polít icas económ icas, m ás allá de las
llam adas " m odernizaciones sociales" fue supuest am ent e abrirse al capit al
ext ranj ero.

—¿Por qué se hace aparecer t an indispensable el aport e de capit al


ext ranj ero? ¿Acaso no exist e capacidad em presarial aut ónom a? ¿Por qué se int ent a
hacer creer al país que la norm a general ha sido lograr el desarrollo económ ico a
t ravés del capit al ext ranj ero y la ent rega de la explot ación de las riquezas
nacionales a los grandes conglom erados m ult inacionales? ¿No fue así en Japón ni
en Corea ni en Taiwán ni m enos en ninguno de los países de Europa?
Sim plem ent e los em presarios han escogido la vía del m enor esfuerzo al
t raspasar sus em presas a grupos m ult inacionales y al ceder la explot ación del
cobre, aj ena a Codelco, a t ransnacionales en condiciones aún m ás favorables que
las est ablecidas hace cincuent a o sesent a años at rás para la Anaconda y la
Kennecot .

—¿Acaso hoy vuelve a reivindicar un prot eccionism o?

—Est á m uy lej os de m i pensam ient o reivindicar un desarrollo aut ónom o y


la creación de una econom ía aut árquica en plena era de la globalización.
Obviam ent e que reconozco el papel posit ivo del m ercado en el desenvolvim ient o
económ ico de un país y est im o necesarios los aport es de capit al y de t ecnologías

325
venidas de los países desarrollados. Pero result a m uy dist int o ent regar
ínt egram ent e las decisiones de las prioridades económ icas nacionales a los
conglom erados t ransnacionales, así com o el pat rim onio forest al, m inero, pecuario,
agrícola, de servicios públicos, t eléfonos, luz, agua, los bancos y seguros,
const rucción de cam inos y puert os, I sapres y AFPs, radios, canales de TV,
edit oriales; a conservar el t im ón de la econom ía y de sus diversas opciones en
poder de un Est ado fuert e y capacit ado para navegar en las difíciles aguas de la
globalización y de la nueva revolución t ecnológica.
Asociar prot eccionism o e int ervención del Est ado con ret raso e ineficiencia
es sim plem ent e una falsedad, cont radicha por t oda la experiencia hist órica
m oderna. Hast a el m om ent o no exist e el país que se haya indust rializado baj o los
parám et ros de una econom ía abiert a. Que hoy día, dado el pot ent e proceso de la
globalización y dado el caso específico de Chile, con la not oria debilidad de su
sect or em presarial, sean necesarias est as vent as o t ransferencias, es harina de
ot ros cost al; pero ést a no fue la regla en los t reint a países m ás indust rializados del
m undo; com o t am poco ha sido la norm a lograr un crecim ient o económ ico con t an
abism ant es desigualdades sociales y con t an enorm e concent ración de la riqueza.
El pensam ient o neoliberal, t al cual se pract ica y difunde en Chile, est á
yendo dem asiado lej os en la aplicación ideologizada de sus polít icas,
t ransform ándolas en verdades indiscut idas y dogm át icas. El Est ado es siem pre " el
m alo de la película" , el m ercado es perfect o y ext iende sus beneficios a t odos por
igual; cualquier aport e de capit al es posit ivo y cualquier t ipo de endeudam ient o es
recom endable; los fluj os de capit al deben circular con absolut a libert ad, incluso
cuando provengan de m afias, de t ráfico de drogas o ser m eram ent e especulat ivos.
Est e recet ario de dogm as ha pasado a ser m uy sim ilar a los dogm as del
pensam ient o m arxist a vigent e en los com ienzos del siglo XX, cuando el Est ado era
siem pre el bueno y la iniciat iva privada era siem pre la perversa.
Definit ivam ent e, la concent ración de las export aciones en recursos
nat urales y en m at erias prim as no hacen sino revelar las serias insuficiencias del
em presariado nacional. I nvert ir sólo donde exist e una " vent aj a com parat iva
nat ural" , sin hacer m ayores esfuerzos por crear vent aj as com parat ivas fundadas en
un real espírit u em presarial, en una capacidad aut ént icam ent e innovadora y en el
conocim ient o, com o es la norm a en la nueva econom ía m undial, revelan un
im port ant ísim o vacío en nuest ra form ación nacional.

326
ALGUNAS IDEAS ACERCA
DE LA NUEVA IZQUIERDA
Y EL SOCIALISMO DEL SIGLO XXI

—Ha dicho que los " ant is" del siglo XX, com unes a la izquierda m oderna,
han perdido gran part e de su significado y razón de ser: ant iim perialism o,
ant ioligarquía, ant icapit alism o, ant im ercado, ant iclericalism o. ¿Qué conserva esa
izquierda ent onces?

—Aún m ant ienen plena vigencia las invocaciones ideales del socialism o:
j ust icia social, solidaridad, igualdad, ayuda al débil, la lucha cont ra las inequidades,
libert ad y em ancipación hum ana. Desafíos com o la pobreza, desigualdades,
concent ración de la riqueza, fuert e presencia m ilit ar, carencia de im pulsos
económ icos endógenos, sociedades civiles precarias, ext rem a debilidad de los
sist em as dem ocrát icos, corrupción y delincuencia, cont inúan present es en nuest ra
región.

—¿Sobre qué bases se debe reconst ruir la izquierda?

—Se requiere un análisis des- ideologizado de las grandes t ransform aciones


hist óricas a que nos hem os venido refiriendo. Adem ás, en el caso de Chile, será
necesaria una int ensa reflexión acerca de nuest ra hist oria y un análisis aut ocrít ico
sobre nuest ras creencias y com port am ient os del pasado. Por ot ra part e, exist en a
los m enos dos supuest os esenciales en la reelaboración de un nuevo pensam ient o
polít ico de izquierda. El prim ero es superar la presencia de algunos de los m últ iples
fant asm as del pasado. Por ej em plo, " la inevit abilidad del paso del capit alism o al
socialism o" o la frase de Mao aludiendo a que " el vient o del Est e soplaba m ás fuert e
que el del Oest e" . Est as creencias est aban basadas en una defect uosa filosofía de la
hist oria, de m at riz hegeliana, y en una especie de m ilenarism o de inspiración j udeo
crist iana. Ellas presuponían un fut uro previsible de acuerdo a la visión det erm inist a
de Marx acerca de la evolución social. Hoy, en cam bio, nos inscribim os m ás bien en
la idea de Karl Popper de una " hist oria abiert a" , que no est á det erm inada por
rígidas leyes hist óricas ni t am poco obedeciendo a fuerzas t eleológicas.

—Ust ed habló de dos supuest os, uno es negar cert ezas precedent es, ¿cuál
es el ot ro?

327
—El segundo es asum ir la m agnit ud y dim ensión del act ual cam bio de
época hist órica. En est e fin de época, es el conj unt o del colosal edificio m oderno el
que ha com enzado a desm oronarse. Y no es est a una m irada apocalípt ica, puest o
que, j unt o con los procesos desint egrat ivos, t am bién veo un m undo en veloz
recom posición, rehaciéndose cont inuam ent e.
Tam bién es ciert o que j am ás la especie hum ana había enfrent ado peligr os
y am enazas de t an gigant esca dim ensión; pero t am poco se habían abiert o
horizont es de t an anchas esperanzas y de t an prodigiosos avances en el
conocim ient o. Lo que falt a es el surgim ient o de una nueva y pot ent e sínt esis de las
grandes ideas ilum inist as y m arxist as del pasado m oderno, unida a una fuert e
crít ica, llam ém osla, por el m om ent o, posm oderna, a esas m ism as ideas, con el
obj et o de ir const ruyendo una alt ernat iva de vida m ás plena y deseable.

—Le queda en el t int ero el desafío de la nueva m asculinidad y de la nueva


" fam ilia dem ocrát ica" , est a últ im a expresión es de Giddens y alude a una fam ilia,
sea o no t radicional, basada en el respet o y el diálogo. Y t am bién queda en el
t int ero el desafío de com prender com o un t em a polít ico de prim er orden la
necesidad de generar las condiciones sociales e inst it ucionales para el
Aut oconocim ient o o Desarrollo Personal. Hoy, luego de la unilat eralización que
hiciera la izquierda m oderna del cam bio social, en desm edro de una ínt im a
coherencia personal, el cam bio personal aparece con t odos sus enorm es vínculos
con la vida social y con el cam bio cult ural.
Adem ás, quiero com ent ar lo que ust ed llam a —siguiendo a Heidegger— un
" desasim ient o ant e la t écnica" . Para una nueva izquierda son fundam ent ales los
nuevos desafíos polít icos im plicados en los últ im os logros t ecnológicos: la
biot ecnología, I nt ernet , la carrera espacial, et cét era; t odos hechos t ecnológicos que
nos hacen int erpelaciones ét icas. Com o hem os vist o, la opinión de una nueva
izquierda no será para negar est os procesos, sino que para encauzarlos
reflexivam ent e en función de una m ej or calidad de vida, de la conservación de los
ecosist em as y de las com unidades. ¡Que la t ecnología no es ciega ni un fet iche! , es
algo que hem os m uy bien aprendido durant e la Modernidad.

—Los grandes valores ideales y ét icos del socialism o no necesit an para


consum arse de cam bios revolucionarios violent os. Se t rat a m ás bien de im pulsar la
revolución " int elect ual y m oral" —de la cual nos hablara Gram sci—. En el m undo
act ual, la vía de reform as profundas ha result ado ser m ás eficaz y m enos dolorosa,
com o inst rum ent o de cam bio, que la vía de la revolución arm ada. Y lo ant erior es

328
así, porque obviam ent e subsist e el obj et ivo fundam ent al del socialism o: el cam bio
social en un sent ido ét ico, progresist a y hum anizant e, y hoy agregam os
ecologizant e. La izquierda del 2000 deberá com prom et erse con la creación y
profundización de sociedades abiert as, dem ocrát icas, creat ivas y part icipat ivas,
basadas en una nueva m at riz valórico- cult ural, ni prom et eica com o la m arxist a ni
ant ropocént rica com o la conservadora. Y se deberá reconocer en form a explícit a las
vent aj as que ofrece una econom ía social de m ercado, som et ida, por ciert o, a
regulaciones de caráct er social, cult ural, ecológicas y de int erés nacional. La
econom ía deberá est ar al servicio del ser hum ano y no a la inversa, com o est á
ocurriendo en la act ualidad. La izquierda del m añana no deberá fundam ent arse en
una sola t eoría social o inspiración ideal. Por el cont rario deberá incluir a t odas
aquellas ideas y concepciones que guarden relación y coherencia con los principios
básicos ant es enunciados.
El m arxism o cont iene una enorm e y valiosa elaboración int elect ual, t al vez,
la m ás rica y pot ent e realizada en la Época Moderna, pero las espect aculares
t ransform aciones a que nos hem os venido refiriendo exigen nuevos y profundos
est udios y análisis de las com plej as realidades em ergent es. Una renovada fuerza de
izquierda, dot ada de nuevas capacidades de convocat oria, deberá abrir sus espacios
y sus m ent es bast ant e m ás allá de su pasada inspiración.
No podrán ignorarse los efect os t rascendent ales producidos por los
pot ent es y revolucionarios m ovim ient os fem inist as y sus j ust ificadas
reivindicaciones. Com o lo he repet ido m ás de una vez, la m ayor revolución social
de la hist oria hum ana ha sido la prot agonizada por los pacíficos m ovim ient os
fem inist as, desde luego, de efect os m uy superiores a los provocados por los
m ovim ient os de obreros y cam pesinos, o los liderados por vanguardias polít icas. Ni
podrá una reflexión polít ica de izquierda ignorar a los m ovim ient os ecologist as, a
sus im port ant es pensadores, a sus propuest as y m anifiest os, ni desconocer los
num erosos docum ent os suscrit os por algunos de los principales cient íficos
cont em poráneos. Com o ya lo est am os viendo día a día, el siglo XXI est ará m arcado
por el crucial t em a ecológico, dado que él est á apunt ando a la subsist encia m ism a
de la especie hum ana y del planet a Tierra.
Asim ism o, t am poco im agino a una izquierda del siglo XXI levant ando
banderas ant iglobalist as, así com o en el siglo XX se alzó la consigna del
ant icapit alism o. La globalización de la econom ía no es un hecho negat ivo, en
cam bio, sí lo son la form a, los m ecanism os y las fuerzas dirigent es de est a
globalización de m at riz neoliberal. La act ual globalización salvaj e, si bien pudiera
favorecer a los t res bloques económ icos cent rales, para el rest o de los países,

329
m edianos y pequeños, est á const it uyendo un dram át ico desast re social, cult ural y
polít ico. Pero est e t ipo de globalización no es la única form a posible de globalizarse
ni responde a una fat alidad hist órica " inevit able" ni " inexorable" , com o se pret ende
present arla.

—¿Asum ir la defensa de t radiciones cult urales?

—Así es. La izquierda m oderna ha m ant enido un t radicional


ant it radicionalism o. Dado que el t radicionalism o const it uyó siem pre un com ponent e
esencial del pensam ient o reaccionario; pero hoy, cuando las posibilidades de
obt ener enorm es ganancias se hallan en una econom ía globalizada, esas fuerzas se
las arreglan para reducir su concept o de t radición a un par de valores arcaicos.
En verdad, cuando los part idos conservadores se oponían decididam ent e a
los valores y principios fundant es de la Época Moderna, en nom bre de la t radición,
era, hast a ciert o punt o, lógico que el pensam ient o de la izquierda m oderna, liberal
y socialist a, pasara a considerar la t radición com o uno de los m ayores obst áculos al
proceso de m odernización de las sociedades. Pero las circunst ancias han cam biado
radicalm ent e. Hoy, frent e a la posibilidad ciert a de que vayan desapareciendo las
ident idades cult urales, las t radiciones locales, el apego a la fam ilia y ot ros ant iguos
referent es de vida, es urgent e pensar, com o diría Giddens, en defender algunas de
esas t radiciones m ás valiosas, pero " de una m anera no t radicional" .
Ot ro t em a hast a ayer ausent e de las preocupaciones de las izquierdas fue
la sociedad civil. Ést a, cada día adquiere m ayor relevancia. Tant o el socialism o,
com o la izquierda en general, est ábam os dem asiado obsesionados con la conquist a
del poder polít ico y, a t ravés del cont rol y dom inio del Est ado, organizar la nueva
sociedad y crear el hom bre nuevo. Hoy día, el fort alecim ient o y la am pliación de la
diversidad de la sociedad civil deberán ser part es esenciales de nuest ras
propuest as.

—Carlos Alt am irano, en su devenir, ha vivido en varias épocas y m undos:


en Am érica Lat ina ( la m odernidad frust rada) , en París ( la m odernidad liberal por
excelencia) y en Alem ania orient al ( el m oderno socialism o real) ; ha sido t am bién
part ícipe de un m undo agrario, un m undo indust rial y hoy vive en un m undo
inform át ico; y por últ im o, ha sido un hom bre cruzado por el sueño de la Época
Moderna, aunque hoy dialoga con los nuevos valores que anuncian una
posm odernidad hist órica. Tras esa deriva vit al t an int ensa, m e llam a la at ención
que, pese a reconocer en el socialism o una ideología polít ica agot ada ( aunque

330
t am bién ha afirm ado que m ant ienen plena vigencia sus idealidades y grandes
valores) , se siga reconociendo com o m iem bro del Part ido Socialist a chileno, t an
aj eno a est os debat es e inquiet udes suyas.

—Llevo una vida ent era y ya m uy larga en el part ido socialist a. Al año de
haber ingresado a la escuela de derecho de la Universidad de Chile, j unt o a ot ros
queridos y viej os am igos, m e incorporé al part ido socialist a. Algunos de ellos venían
de ot ras colect ividades, radicales o m ilit ant es del part ido com unist a, varios habían
ingresado a la m asonería, ot ros reconocían filas en grupos t rot skist as e incluso
anarquist as, y t am bién, m ás t arde, surgió una t endencia pro- cubana. Yo sólo fui
socialist a, no pert enecí a ninguno de est os diversos grupos o t endencias. Ést a ha
sido, en consecuencia, m i sola y exclusiva fam ilia polít ica; fam ilia un t ant o
anárquica, inorgánica, ant iaut orit aria, rebelde por excelencia, inconform ist a; pero
fam ilia decent e, idealist a, honest a, com bat iva, aut ónom a, popular y nacional, con
un largo hist orial de luchas a favor de los pobres, de los que no t ienen poder, de los
hum illados y ofendidos —com o habría dicho Dost oievsky—. En est a t radición se
inscribieron hom bres t an ilust res com o Salvador Allende, Marm aduque Grove,
Oscar Schnake, Eugenio Mat t e, Eugenio González, Raúl Am puero, Salom ón
Corvalán, Felipe Herrera, Anicet o Rodríguez, Clodom iro Alm eyda, y m uj eres com o
Laura Allende, María Elena Carrera, Carm en Lazo, y t ant as ot ras y ot ros. La
dict adura persiguió con especial saña a los socialist as; no m enos de un t ercio del
com it é cent ral que yo presidía fue asesinado y m iles fueron m uert os,
desaparecidos, t ort urados y exilados.
En definit iva, consideraría una deslealt ad im perdonable de m i part e
abandonar est a noble hist oria de sacrificios e ideales.

331
ÍNDICE

NOTA DEL EDITOR.....................................................................................................4

A MODO DE INTRODUCCIÓN: CERCA DEL ABISMO EN EL FIN DE LA


MODERNIDAD…………………………………………………………………………………..…… 7

PRIMERA PARTE

DIÁLOGOS SOBRE LA MODERNIDAD


Y EL ACTUAL CAMBIO DE ÉPOCA HISTÓRICA

1. 1492: AÑO I DE LA HISTORIA UNIVERSAL, INICIO DE LA ÉPOCA MODERNA...... 14

2. LA FUNDACIÓN DE LA ÉPOCA HISTÓRICA MODERNA ........................................ 21

3. LAS GRANDES REALIZACIONES Y LOS GRANDES HOYOS NEGROS


DE LA ÉPOCA MODERNA......................................................................................... 29

4. MIL VÍAS HACIA LA MODERNIZACIÓN ................................................................. 42

5. DISTINTOS AUTORES ANALIZAN EL CAMBIO EPOCAL: ¿EL FIN DE LA


MODERNIDAD Y EL INICIO DE LA POSMODERNIDAD? ........................................... 53

6. MUTACIÓN HISTÓRICA GLOBAL: TRECE GRANDES TRANSFORMACIONES........ 72

SEGUNDA PARTE

LAS GRANDES
TRANSFORMACIONES
EPOCALES

7. LA GRAN TRANSFORMACIÓN ECOLÓGICA .......................................................... 92

8. LA GRAN TRANSFORMACIÓN DEMOGRÁFICA ................................................... 112

9. LAS GRANDES TRANSFORMACIONES CIENTÍFICO-TECNOLÓGICAS ................ 117

10. LA GRAN TRANSFORMACIÓN DEL SISTEMA CAPITALISTA .............................. 146

11. LA MUNDIALIZACION DE LA ECONOMÍA CAPITALISTA:


LAS EMPRESAS TRANSNACIONALES ..................................................................... 156

12. OCCIDENTALIZACIÓN O MODERNIZACIÓN DEL MUNDO ................................ 175

13. CAMBIOS EN EL ESCENARIO GEOPOLITICO MUNDIAL: NUEVOS Y VIEJOS


ACTORES DE LA HISTORIA UNIVERSAL ................................................................ 188

14. AMÉRICA LATINA Y LA OCCIDENTALIZACIÓN DEL MUNDO ............................ 207

332
TERCERA PARTE

LA GRAN TRANSFORMACIÓN
DELAS IDEOLOGÍAS, DE LA POLÍTICA
Y DE LA MORAL OCCIDENTAL

15. EL FIN DE LAS IDEOLOGÍAS MODERNAS........................................................ 230

16. LA GRAN TRANSFORMACIÓN Y TRAICIÓN DEL PENSAMIENTO


CONSERVADOR ..................................................................................................... 250

17. EL NEOLIBERALISMO: UNA REDUCCIÓN DEL ANTIGUO LIBERALISMO ......... 261

18. LA GRAN TRANSFORMACIÓN EN LOS PRINCIPIOS ÉTICOS Y MORALES


Y LAS GRANDES TRANSFORMACIONES EN LA IGLESIA CATÓLICA ...................... 269

19. LA GRAN TRANSFORMACIÓN EN EL PARADIGMA CIENTÍFICO ....................... 282

20. LA TRANSFORMACIÓN EN EL BLOQUE HISTÓRICODE IZQUIERDA ................ 291

333

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