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CHARLES FREDERICK WORTH: AN

ENGLISH MAN IN PARIS (1825-1895)


British Roots (1825-1846)

El inglés Charles Frederick Worth (1825-1895) considerado el padre de la Alta


Costura, nació el 13 de octubre de 1826 en Bourne-Lincolnshire, Inglaterra. Hijo de
una familia adinerada a sus 12 años se vió obligado a trabajar; triste consecuencia tras
la pérdida del patrimonio familiar, resultado de la irresponsabilidad de su padre, un
asiduo apostador en juegos de azar. Su primer empleo fue en Swan & Edgard un
almacén de tejidos en Londres, para 1845 trabajó en Lewis & Allenby, comerciantes
de tejidos de lujo y proveedores de la reina Victoria, a sus 18 años ejerció como
aprendiz en una sastrería donde se especializó en este ancestral oficio.

Antes de Charles Frederick Worth todo era muy distinto en el mundo de la moda.
Quienes tenían el poder adquisitivo para hacerlo, acudían a costureros para que les
confeccionaran los voluptuosos vestidos usados en la época, pero estos vestidos no
tenían el sello personal del costurero.

En el siglo XIX la ciudad francesa de París era el reinado mundial, quien dictaba las
directrices de la moda femenina, en esta ciudad se encontraban los mejores
proveedores de insumos para la confección y los más prestigiosos artesanos de la
moda. París ofrecía suntuosidad a una clientela que consideraba la moda como parte
imprescindible de su exclusivo y ostentoso estilo de vida. Esta ciudad era el lugar
ideal para Charles Frederick Worth.

Worth visitaba en su tiempo libre, la National Gallery,


motivado por la gran admiración que sentía al admirar
los maravillosos vestidos que aparecían en los cuadros
pintados por los viejos maestros.

Frederick Worth partió como un aprendiz en la


industria textil londinense, tras 7 años de formación
decide que París era el lugar donde debía vivir,
uniendo la técnica del corte inglés con la elegancia
propia de los franceses. Fue entonces que todo comenzó.

Early successful in Paris (1846-1858)

En 1946 impulsado por su sueño, se trasladó a París a probar suerte, encontrando una
oportunidad en Gagelin et Opigez, uno de los grandes almacenes y más prestigiosos
de la moda en París. En poco tiempo Worth logró hacerse socio de este almacén,
gracias a los vestidos que diseñó y confeccionó a su prometida Marie Augustine
Vernet, quien pronto se convirtió en su esposa. La clientela de la Maison Gagelin notó
la belleza de estos vestidos, tanto así que en 1851 la empresa decidió abrir un
departamento dirigido al diseño y confección a la medida, con Worth como director
creativo.

Sus diseños, muy novedosos para su época, obtuvieron premios en la Gran Exhibición
de Londres (1851) donde Gagelin et Opigez participó, la primera exposición mundial,
ganando para Francia la medalla de oro con una cola de corte creada por Worth,
confeccionada en seda blanca y bordada en hilos de oro (valorada en el elevado e
inusual precio de tres mil dólares), y en la Exposición Universal de París (1855)

El inglés empezó a considerarse a sí mismo una celebridad, firmando los vestidos que
confeccionaba como si fueran obras de arte. Fue el primero en hacerlo, creando un
nuevo concepto en la época: el “Couturier” (modisto).

El acto de firmar sus diseños, que a muchos les puede parecer un acto pequeño, hizo
un gran cambio en la época: Feredrick Worth decidía cómo serían los vestidos que
usarían sus clientas, dejando de ser solo un costurero.

Creation of the House of Worth (1858)

Asociado con el sueco Otto Gustaf Bobergh, fundó en el


otoño de 1857 la Maison Worth en el número 7 de la rue
de la Paix. Aquí fue cuando empezó muchas de las
prácticas del mundo de la moda que se hacen hasta hoy.

Como una manera de vender más, decidió que empezaría a mostrar sus creaciones,
haciendo una colección al año. Así es como empezó la práctica de hacer colecciones
de temporada: una idea que revolucionó la época y que los actuales diseñadores
siguen hasta hoy.

Marie Augustine visitó a la princesa Pauline de Metternich,

esposa del embajador de Austria, a quien mostró un cuaderno con

diseños de Worth. Madame Chiffon (apodo de la embajadora), se

indignó ante la idea de que un inglés

pretendiera vestir a las francesas, pero

al ver los diseños se entusiasmó y

encargó dos modelos, un conjunto

para el día y un vestido de noche en tul plateado con

manojos de flores formando franjas que llevó a las

Tullerías y causó sensación entre las asistentes al evento.

Entre las admiradoras del traje estaba nada menos que

Eugenia de Montijo, la esposa de Napoleón III, quien era vista como la mujer más

elegante. Montijo era una especie de influencer de aquella época, marcando las leyes

de la moda.

Fue así como dos emperatrices, Isabel de Austria y Eugenia, la esposa de Napoleón
III, se hicieron fanáticas de sus diseños y cuando las retrataban lo hacían usando un
diseño de Worth. Este hecho trajo aún más fama al diseñador.

Uno de los grandes cambios que hizo en los diseños de la época fue reducir la
crinolina, de modo que las faldas caían de forma plana adelante y el volumen se lo
daba la parte trasera.

Entre otras cosas, Worth crea la Chambre de la Couture Parisienne: criterios


específicos que un diseñador debía cumplir para poder llamarse un “Couturier”.
Emperatriz Eugenia. Retrato por Franz Xavier Winterthaler, 1862.

Modisto de la emperatriz

La princesa de Metternich contaba en sus memorias que

una noche, en 1860, la emperatriz Eugenia admiró un

vestido de baile que Worth había creado para ella, le

preguntó el nombre del modisto y al día siguiente lo

convocó al palacio. A partir de entonces Worth se

convirtió en el modisto oficial de la emperatriz y -para gran pesar de la princesa-

sus precios se triplicaron de la noche a la mañana.

Worth adaptó el intrincado vestido del siglo XIX a la vida


de todos los días, al reducir el ancho de la crinolina (que
impedía a las mujeres actividades tan básicas como, por
ejemplo, pasar por las puertas) y acortar el dobladillo de
la falda deportiva, una sugerencia de la emperatriz
Eugenia, a quien le gustaban las largas caminatas. Si bien
el tobillo al descubierto fue una píldora dura de pasar, las
mujeres de la alta sociedad terminaron adaptándola.

Worth proveía a la emperatriz de extravagantes vestidos de noche, ropa de corte y para

uso privado y originales creaciones para los bailes de disfraces que la pareja imperial

adoraba.

Con esta importante clienta, pronto se convirtió en el proveedor de la corte francesa y

como consecuencia, en el proveedor de todas las cortes europeas. Entre sus clientas se

encontraba la Reina Victoria, amiga de Eugenia, la emperatriz Isabel de Austria


(Sissi); actrices como Sarah Bernhardt, grandes damas de la sociedad y alguna que

otra demi mondaine.

Emperatriz Elizabeth de Austria (Sissi) en vestido Worth,


1865.

Baronesa Curzon, 1902, virreina de India, vestido de Jean

Philippe Worth.

The Worth Style

Su estrategia de marketing también era renovadora: Worth fue el primero en utilizar

modelos en vivo para mostrar sus creaciones a las clientas, para proteger sus

creaciones estas llevaban una etiqueta con su firma, de esta forma no sólo aseguró su

autoría, sino que creó la marca, distintivo inconfundible de una casa de modas.

Siguiendo las pautas de Rose Bertín, Worth elevo al modista al estatus de gran

couturier y a la categoría de artista. El nombre del couturier era ya más importante que

el de las damas que lucían sus creaciones.


La contribución de Worth a la historia de la moda es legendaria, fue el primer
couturier en producir colecciones completas para cada estación del año (en primavera
y otoño), y no simples vestidos aislados, exhibía sus vestidos en maniquíes vivientes,
mostrando cómo lucirían los vestidos en forma natural y dando vida a sus diseños, de
esta forma instauró los desfiles de moda para la presentación de colecciones.

El couturier para sus pruebas elaboraba cada diseño en una toile, un prototipo del
vestido hecho en liencillo, este modelo se ajustaba a las medidas de la clienta para
luego confeccionarlo en las telas adecuadas y con el acabado exigido.

Asimismo, Worth cambió la dinámica de la relación modisto-clienta. Antes las

modistas (en general mujeres) iban a la casa de la clienta y obedecían sus

indicaciones. Worth exigía que fuera la clienta quien se desplazará a su salón de 7 Rue

de la Paix (a excepción de la emperatriz, claro está). Y sobre todo, Worth fue el

principal responsable de elevar el estatus de sastre a ‘couturier’, el dictador que

determinaba qué color o forma sentaba mejor a la clienta o qué es lo que se usaba o

estaba ‘dépassé’. Durante el último cuarto del siglo

XIX Charles Frederik Worth asumió sin complejos el

rol de máximo árbitro de la elegancia.

Cornelius y Alicia Vanderbilt. Ella lleva un disfraz – el

espíritu de la electricidad – diseñado por Worth.

Su gran talento para la autopromoción contribuyó a

que se le tildara de ‘padre de la alta costura’. Incluso, como lo haría Karl Lagerfeld

150 años más tarde, él se inventó un look -sombrero, capa hasta los

tobillos y pañuelo al cuello- que usó desde 1870 en adelante,

haciendo su figura automáticamente identificable por todos.


Tres características de la empresa de Worth son las
que establecieron los fundamentos básicos de
cualquier casa de modas:

● Dirección personalizada por un director


creativo, actualmente llamado diseñador.
● Presentación de colecciones para cada
temporada del año. Quedando estructurada la moda para las temporadas:
primavera/verano y otoño/invierno.
● Presentación y exhibición sobre maniquíes vivientes. Institucionalizar la
pasarela para la presentación de colecciones,
showrooms, y en definitiva, las casas de moda.

The death of a legendary couturier

Charles Frederick Worth murió el 10 de marzo de 1895. Gastón contrató a Paul Poiret,
un novel diseñador que destacaba por su creatividad. Durante dos años, Poiret intentó
hacer evolucionar la filosofía de la casa para pasar de la pura elegancia a una
elegancia más práctica. A pesar de que sus esfuerzos no coincidían con las ideas de
Jean-Philippe, el joven creador consiguió llevar la empresa en una nueva dirección
que resultó ser adecuada, ya que a principios del siglo XX, con la desaparición o el
declive de la mayoría de las cortes europeas, el mundo de la moda ya no era el mismo.
La segunda generación Worth

Cuando Worth falleció, en 1895, a los 69 años, víctima de una neumonía, sus hijos

Gaston-Lucien (1853-1924) y Jean-Philippe (1856-1926) asumieron la dirección

de la casa, que contaba entonces con mil doscientos

empleados.

Jean-Philippe, dotado para las artes y la pintura y refinado

coleccionista, quien heredó su genio estético, lo aplicó en el

diseño de fabulosas telas y en sus magníficas terminaciones.

Asimismo, mientras Gaston -más serio y reservado- se

ocupaba de los proveedores y de la gestión, Jean-Philippe, el

más joven, a cargo de la dirección artística, era una estrella de la sociedad. Los

primeros años del siglo XX fueron florecientes para la casa. Tras la desaparición de su

fundador y bajo la dirección de sus hijos, la maison Worth continuó ejerciendo su

rol de líder en la moda, por ejemplo al introducir la tendencia del japonismo y el

orientalismo en la moda, que cambió totalmente la silueta de la mujer.

En 1910 fue el turno de Jacques y Jean-Charles, los hijos de Gaston, de tomar las

riendas de la firma. Bajo su ímpetu, la maison Worth se aventuró en el mercado del

perfume. La primera fragancia de la firma fue Dans la Nuit, con su frasco diseñado

por el artista René Lalique, un fantástico éxito. Entre esa fecha y 1947 la casa lanzó

más de veinte fragancias de las cuales el “Je Reviens” (1932) se convirtió en un best

seller internacional. Fue entonces que los departamentos de perfumería y de la moda

se separaron.
El libro “La Maison Worth, 1854-1954” (Ed. La Bibliotheque des Arts)
recorre su historia y la de sus herederos.

Como los binomios Worth probaron ser una fórmula exitosa,

a Jacques y Jean-Charles les sucedieron Maurice y

Roger, los hijos del primero. Pero en los años 50 la casa, que

había sido adquirida por otra gran maison, Paquin, ya no

pudo hacer frente a la creciente competencia.

En 1952 la influencia de la familia Worth terminó con el

retiro definitivo de Jean-Charles (1881-1962), y en 1956 la casa dejó de hacer la

costura. Luego de su cierre, los perfumes Worth fueron adquiridos por la Société

Maurice Blanchet, tras lo cual pasaron por distintas manos. Hoy en día pertenecen al

grupo Designer Parfums, una firma que se define como custodia de marcas históricas

y que continúa produciendo sus perfumes. Una fórmula actualizada de Dans la Nuit

salió a la venta en 2000 y otra de Je Reviens, en 2005.

Hoy en día el espíritu de la marca sigue presente a través de algunas fragancias, como

un nostálgico souvenir de otros tiempos

The legacy and the influence of the House of Worth

El ejemplo de Worth fue seguido inmediatamente por otros pioneros en toda Europa.
Pero la importancia de que la moda comenzara a ser una actividad industrial
repercutió no sólo en el textil, sino en otros sectores, el fenómeno moda cambió
sustancialmente; naciendo así la moderna industria de la joyería, la del calzado, la
peletería, que pronto se integraron a la Alta Costura, y la perfumería que con el
tiempo ha alcanzado una gran importancia. De esa época datan marcas prestigiosas
que aún perviven: Guerlain perfumes, Cartier en joyería y Revillon en peletería.
BIBLIOGRAFÍA:

https://vistelacalle.com/36563/charles-frederick-worth-el-primer-disenador-de-alta-costura-de-la-
historia/

https://lucylara.com/blog/charles-frederick-worth/

http://www.revistamujer.cl/2018/01/21/01/contenido/charles-frederick-worth-el-inventor-de-la-alta-
costura.shtml/

https://www.metmuseum.org/toah/hd/wrth/hd_wrth.htm

Libro: “El Imperio de lo efímero” Gilles Lipovetsky


El libro “La Maison Worth, 1854-1954”

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