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SALVADOR C. GONZALEZ G.

EL SEÑOR “E”

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A Rolando Arreola Ortiz

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Salvador:
Te envío mi segunda novela aprovechando las páginas que escribió
un michoacano. Su hija las encontró y quisieron quemarlas, pero
las rescató y me las entregó porque le platiqué haber hecho una
novela con mis notas particulares.

El compañero E viajaba mucho. También participaba en el


Instituto de Amistad México URSS y una vez que volvía de la
Unión Soviética extendió su viaje a Egipto y Etiopía. Nos contó
que en Addis Abeba, cuando supieron que era mexicano lo trataron
de maravilla, no sólo porque en ese momento en el gobierno etiope
había seis ministros egresados de Chapingo, UAG y UNAM, sino
porque se recuerda el papel de México cuando las fuerzas
germano-italianas invadieron el único país libre del continente en
los primeros estallidos de la Segunda Guerra Mundial. El
presidente Cárdenas protestó por esta invasión y por eso lo
recuerdan. Hay calles, jardines y avenidas con los nombres de
Lázaro Cárdenas y Narciso Bassols, entonces Secretario de
Relaciones Exteriores, quien expresaba la protesta del presidente.

En sus notas no habla de esos viajes sino de su vida íntima.


Cuando se separó de su esposa se sintió derrotado y se fue del país,
asegurando que jamás volvería. Su hija piensa que se fue a Costa
Rica porque mantenía correspondencia con un gran amigo o a
Cuba, que admiraba mucho.

Las notas del compañero E sólo las organicé agregando algunos


párrafos. Sí lo conocí pero nunca establecimos un lazo amistoso.

Ya me dirás que suerte van correr. No me preocupo por el


compañero E porque da entender que está borrando todo su pasado
y además no quiere regresar.

Un abrazo de: Fedora.


P.S. Me gustó mucho tu novela “Falsas palabras”

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Fedora Rostropovich es el pseudónimo que la autora
residente en la ciudad de México ha tomado por su antigua
militancia en el Instituto de Amistad México-URSS. Implica
claramente su admiración a dos valores soviéticos de las
artes: Dostoievski y un chelista internacional.

Conocí a Fedora en la embajada Rusa en México cuando


acompañé al maestro Rico Cano, responsable de la
Delegación del I.A.M.U, en Michoacán, a las festividades de
la revolución de octubre que se celebraban en la primera
semana de noviembre, porque se recordará que en 1917 se
adelantaron diez días para coincidir astronómicamente con el
movimiento de traslación.

La revolución de Lenin iba a empezar el 27 de octubre, pero


esa fecha se convirtió en el 7 de noviembre, por eso los
festejos en la embajada en esa fecha.

Fedora me confesaba que su nombre de origen árabe es muy


popular en nuestro país y nunca le gustó, pensó cambiarlo
por Tonantzin pero prefirió los nombres rusos.

Como supo que escribía en diarios y revistas, me envió sus


memorias que tituló “Una mujer liberada” en donde con
audacia cuenta sus atrevidas “aventuras”.

Ahora me envía páginas de un autor michoacano que conoció


en el Instituto y al parecer salió del país.

Sin mayores modificaciones las comparto con nuestros


amables lectores.

Salvador. C. GONZÁLEZ GARCÍA

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La tercera copa está en mis manos. El aroma del ron añejo me hace
imaginar el clima del Caribe, los cañaverales y la zafra necesaria
bajo los infernales rayos del sol. Imagino también las playas de
blanca arena y la frescura del mojito en las calles de la Habana
vieja. Pero hoy estoy aquí, tranquilamente en la sala de mi casa,
con mis libros. No puedo presumir que estoy en la biblioteca de mi
casa porque no llego a tanto. Tengo un librero con algunas obras
escogidas y nada más. Bueno, arriba, en mi cuarto tengo otros
libreros y siempre pienso en ordenarlos algún día, aunque conozco
bien mi desorden y no me cuesta trabajo localizar un libro que
ocupe en algún momento.

Pruebo mi Matusalem y aún no siento ningún mareo. Tal vez a la


quinta copa empiece a sentir lo que busco, porque es la verdad.
Una gran parte de mi vida la pase con absoluta sobriedad, tomando
dos o tres copas y nada más. Consideré la embriaguez como un
síntoma de debilidad, de pobreza humana, de ausencia de
autoestima. La tendencia social es reconocerla como enfermedad.
Para mi no, para mi era la prueba notable de la falta de voluntad
para decir no a la tentación de perder los estribos, de sobajarse, de
deshumanizarse.

Ahora no, ya cambié desde el 30 de junio, porque no he perdido mi


hábito de memorizar las fechas importantes de mi vida. ¿Qué pasó
ese 30 de junio? Muy sencillo, me emborraché como nunca.
Estuve en una fiesta que organizó mi amigo Carlos en su casa. No
creí que la revoltura fuera a ocasionar algún mal, siempre la
consideré como una exageración de la gente que se sobrepasaba de
copas. Los primeros brindis los hicimos con wiski (¿Así se
escribe? Yo sólo lo tomo y ya.) y cuando se acabó, Carlos sacó la
botella de tequila para acompañar los platillos mexicanos, las
carnitas, el guacamole y los frijoles refritos. Entonces dijimos
“salud” con tequila.

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Ya te imaginarás cómo nos fue. Cuando empecé a hablar de más y
perder el equilibrio, decidieron traerme a mi casa. Al llegar, yo me
sentía feliz. Sentía que flotaba. Dicen que el mundo da vueltas en
torno de uno pero no es cierto. Lo del equilibrio, sí, me daba
cuenta de que mis pasos eran zigzagueantes. Pero todo era
placentero. Tenía ganas de platicar, de reír, de que no terminara
esta sensación de gozo.

Comprendí, entonces, que esa enfermedad llamada alcoholismo,


no es consecuencia de una debilidad sino sencillamente de la busca
del placer compensatorio. La vida no nos ofrece siempre senderos
de satisfacción y ahora comprendo el sentido de una búsqueda
indispensable para contraponer los rigores de la existencia.

Pareciera que estoy diciendo que sufro esos rigores de la existencia


y por eso me escapo en la embriaguez, pero no es así. No puedo
decir que sufro, que la vida me agobia, que nadie me comprende,
que nadie... (no sé si decirlo, porque siento que sería complicado
explicarlo, pero quedaría bien en esta frase) me quiere. Bueno, me
refiero a un querer de aceptación, de comprensión, de afectividad y
por lo mismo de una relación amistosa. Durante muchos años se ha
cultivado esta relación con espontaneidad y desinterés aunque
reconozco que se ha dado después de un análisis selectivo.
Seguramente en mi subconsciente bullen prejuicios sociales,
ocultos pero firmes y determinan con quien sí y con quien no se
puede establecer la relación amistosa.

Entonces, siendo objetivo, puedo decir que conozco y me conocen


muchas personas. De alguna manera, hay niveles de comunicación,
de afecto y confianza. En el nivel de mayor cercanía encuentro
pocos nombres; Carlos, Javier, Ramsés. En el sector femenino
Alicia, Isolda, Lina, Nadieshda. Con ellas siento que hay una
mayor facilidad para contarnos todo lo que nos pasa, todo los que
pensamos, soñamos, sentimos… Nos conocemos mejor.

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No hay evasión o escape en la búsqueda de esa sensación que me
da el ron. Es un placer aparentemente inofensivo aunque sé muy
bien que si abuso, los daños serán irreparables. Pero considero que
estoy a salvo porque mi consistencia física es fuerte.

Cuando en algún momento de la noche me siento bien, tranquilo,


sin problemas que alteren mis pensamientos, siento esa necesidad
de la embriaguez, como complemento, como un agregado a mi
estado de ánimo. No es, entonces, para escapar de la realidad, para
olvidar situaciones desagradables, no, se trata de la simple
búsqueda de placer.

Alguien puede pensar que el fracaso de la vida afectiva me sigue


agobiando y por eso recurro a la embriaguez para olvidar, pero no,
eso está totalmente olvidado, porque comprendo que la separación
de mi esposa fue benéfico para los dos. Ella se ve feliz con su
nuevo hombre, como ella lo llama, y yo estoy tan feliz sin ella. No
necesitamos más explicaciones, la separación era necesaria.

Resulta, entonces, paradójico que a mi edad, me convierta en lo


que siempre combatí. Imagino la expresión de algunas personas
que me vieran en este momento, sobre todo las esposas de algunos
compañeros que siempre me ponían de ejemplo. “Habías de ser
como él”, decían y yo me sentía muy orgulloso. Incluso, Judith, la
esposa de mi compañero Ernesto se lamentaba diciendo: “Cómo no
me casé con usted”. Me reclamarían, ahora, seguramente mi
actitud hipócrita, falsa, engañosa. Aunque todos saben que no era
falso, en aquel tiempo, pensaba de otra manera. No faltará quien
intente redimirme, de volver al buen camino. Pero no lo logrará.

Comprendo que esta inclinación por beber no es un vicio, todavía.


No estoy buscando a cada rato la copa o la botella, no. Puedo pasar
días o semanas sin probar un trago. Como ya lo dije, es un
consumo totalmente deliberado.

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No desconozco que en nuestro país se fomentó el alcoholismo
desde los años de la colonia española, como una manera de
proporcionar al peón esclavizado unos falsos momentos de alegría.
Los estudiosos han de decir que el pueblo decidió ese camino de
evasión, pero yo considero que fue el amo, el patrón, quien lo
fomentó con el ejemplo.

Hasta la fecha, las fuerzas económicas dominantes nos invaden de


publicidad por todos los medios porque la tendencia que favorece
el consumismo es el incremento del alcoholismo.

El alcoholismo es uno de los graves problemas de nuestra


población. Está relacionado con la ignorancia, esencialmente y
nada tiene que ver con la escolaridad. Consumir alcohol es una
práctica cotidiana por cualquier motivo. Se trata de festejar
siempre, todo y qué mejor que con una copa de vino. Incluso, en el
medio deportivo, que podría considerarse como antagónico, es lo
más usual que después de un partido se beban unas cervezas para
festejar la victoria o para olvidar la derrota. Si el futbol se ve por
televisión es indispensable la cerveza fría y las botanas chatarras
para disfrutar ese deporte en la comodidad del hogar.

Se puede decir que no faltan los motivos o pretextos para comprar


el cartón de cerveza o “el pomo”. Lo importante es “celebrar” todo
diciendo salud.

Ahora recuerdo que guardo en mi memoria la imagen de Li Tai Po,


un poeta chino de hace varios siglos quien tuvo como principal
motivación cantar al vino, la amistad y la luna. En la China
legendaria su poesía la dedicaba a la embriaguez y una noche,
observando a la luna mecida por las ondas del estanque, su
admiración por el astro lo impulso a arrojarse a las aguas para
abrazarla, sin poder volver a la orilla porque entregó su vida en el
reflejo de la amada.

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Unos siglos más tarde, en Persia, Omar Khayam, matemático,
astrónomo y poeta vivió entregado a sus estudios pero amaba la
vida terrenal y se cuenta que su mayor placer era conversar con sus
amigos y beber vino a la luz de la luna. Otra vez una dualidad de
admiración, el vino y la luna. Su obra Rubaiyat es universalmente
admirada porque nos presenta un hombre libre.

En la hora que el alba asoma por oriente


se oyen en la taberna unas voces que gritan:
“Levantaos camaradas y llenad vuestras copas
pues ya se agita el dulce vino de la existencia”
……………………
En la taberna, el gallo lanzó su agudo canto.
Los que al umbral esperan exclaman impacientes:
“Abrid, el tiempo que queda nos es breve y el viaje
que aun hemos de emprender, jamás tiene retorno.
……………………..
A nadie le pedí la existencia. Por eso.
cuanto me regala la vida, acojo indiferente.
¿Por qué tendré que alejarme de mis placeres
ignorando a qué debo mi paso por la tierra?
…………………….
No supe por qué azar me trajeron al mundo
y me dieron la vida. ¿A qué entonces quejarme
de que ésta sea breve y aun debo agradecerla?
Que se me sirva vino, quiero aprovecharla.
………………………………
Amigos, con buen vino hay que alimentarme
para cambar en rubí el ámbar de mi rostro.
Haced que cuando muera se me lave con vino
y sea mi ataúd de madera de cepa.

Omar Khayam va a ser mi compañero ineludible mientras me


deleito con mi Matusalem. No estaré a la luz de la luna pero estará
la música de Holst, Sibelius y de Richard Strauss, sin olvidar a la
banda de Tingambato.
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Dije que la separación de mi esposa no me afecta y aparentemente
es verdad. No he demostrado ningún signo de tristeza, de enojo, de
coraje o de dolor. Mi carácter es el mismo, no muestro ninguna
sombra de malestar y las personas cercanas cuando se enteran no
lo pueden creer. Me comporto como si nada hubiera pasado.

Pero al momento de acostarme para dormir, el sueño tarda mucho


en llegar y mi mente trata de encontrar una respuesta precisa a la
separación. Imágenes de muchos momentos compartidos
revolotean en mi mente tratando de encontrar un elemento
determinante de su decisión y no lo encuentro.

No se me hace raro que no sepa reconocer posibles fallas de mi


parte. La introspección difícilmente puede ser imparcial porque de
manera involuntaria siempre encuentro justificaciones que me
libran de alguna culpabilidad.

No quiero presumir, sin embargo, de ser inocente o víctima de la


separación. Simplemente puedo pensar que perdí una relación sin
ser un hombre que sufre por eso. Esta soledad (merecida o no) me
lleva a pensar en mi mundo afectivo y pasan por el recuerdo
muchas imágenes un poco olvidadas o cubiertas por la pátina de la
lejanía circunstancial. Viajo al pasado y me detengo en el niño de
12 años que fui. Nunca supe como llamar a ese sentimiento
dedicado a Victoria, una jovencita de 15 años, de visita por una
temporada en la casa de una familia vecina. Yo apenas tenía 12
años, pero desde el primer momento hubo una facilidad de
comunicación, probablemente por algunas afinidades. Ella venía
de una población pequeña y la ciudad le asombraba. Durante el día
ella salía con la familia y en la tarde, después del rosario, siempre
la encontraba en el patio. Ahora no recuerdo de qué hablábamos.
Es una página olvidada. Sí, recuerdo que ella prefería mi
conversación a la de otros muchachos y que no sentíamos pasar el
tiempo, hasta que nos llamaban para que fuéramos a merendar. Es
cierto, en este momento no podría decir de qué se habló durante
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tantas noches. Todo el día tenía en mente su hermosa figura
femenina, la expresión alegre de su rostro que avivaba una
ansiedad por estar con ella. El “hasta mañana” de todos los días
rompía una especie de encanto. Ella permanecía en mi
pensamiento hasta que el sueño llegaba. Quién sabe si ella sentiría
lo mismo. No sabía cómo llamar ese sentimiento. Apenas iba
saliendo de la infancia y desconocía los misterios de otras edades.

Una tarde, llegué de la escuela y escuché que Victoria había


regresado a su tierra. En el tren de la cinco había partido con su
mamá quien vino por ella. ¡Qué desesperación! Estaba tan
habituado a su presencia, y ahora ¿qué iba hacer? Esa sensación de
vacío inesperado me trastornaba. No sabía a dónde ir, qué hacer...
Me refugié en mi casa entre un torbellino de imágenes y
reflexiones. Lo cierto era que nunca volvería a ver a Victoria y
todas las posibilidades de un “hasta luego” habían desaparecido.
También era cierto que comprendía lo que era “sufrir” porque lo
estaba sintiendo en carne propia. Nadie supo de esta hora de
amargura y hoy al recordarla, reconozco el nombre de ese
sentimiento. Nunca más volví a verla ni a saber de ella. Es más,
nunca me había acordado de ella y ahora, al hojear las páginas del
pasado apareció su nombre. Si la encuentro, no la reconocería
porque su rostro quedó olvidado plenamente.

Me voy a detener para recordar cada una de mis páginas afectivas,


reconociendo la percepción tamizada por el recuerdo. Tal vez no
sean exactas, pero es lo que la memoria ha guardado. Son,
simplemente, “Páginas de mi Diario”.

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3.- D A L I A
Una tarde, encuentro a Dalia un poco molesta, enfadada y hasta
cierto punto desconcertada.

- ¿Qué pasa, Dalia?


- Acabo de terminar con Efraín. Ayer pasó por aquí y no
tuvo la atención de saludarme. Sólo me envió un
recado con un niño, escrito en una caja de cerillos. Esa
demuestra que no le importo mucho, que no le
merezco un poco de atención. Así que mejor terminé
con él.
- Bueno, si esas son las causas, no tienes por qué sentirte
mal. Al contrario. Qué bueno que conoces a tiempo
cómo es la persona para no tener que arrepentirte
después.
- Sí, porque yo si tenía muchas esperanzas de llegar al
matrimonio.
- El camino no está cerrado y seguramente vendrán
nuevas oportunidades.

Unos días después, me muestra una carta que acababa de recibir de


un muchacho de Toluca. Se habían conocido unos meses antes en
la ciudad de México y ese joven guardó una imagen impactante.
En su carta, le expresa la decisión de establecer una comunicación
más estrecha para conocerse mejor. Él expresa su interés por
acelerar ese acercamiento para estar en condiciones de tomar otras
decisiones.
- Mira, me llegó esta carta de un amigo que conocí en la
ciudad de México. ¿Te parece sincera?
- La palabra escrita se puede utilizar con diversas
intenciones. Lo que percibo es un lenguaje directo, sin
alegorías ni frases eufónicas para impactar o agradar.
Tal vez si yo quisiera expresar lo mismo, recurriría a
las mismas palabras.
- Voy a contestarle que acepto sus proposiciones.
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Así fue. La correspondencia se cruzó entre Dalia y Ricardo con
abundancia. En el mes de mayo él tiene oportunidad de viajar para
hablar con Dalia y formalizar el noviazgo durante los diez días de
su estancia. Al regresar a su lugar de trabajo en Toluca, vuelve la
comunicación epistolar para consolidar las bases de su relación.

En septiembre, Dalia me muestra la carta de Ricardo. Había una


expresión imprecisa entre sorpresa, alegría e incertidumbre.

- Mira, vienen a pedir mi mano. Siento que no nos


conocemos muy bien para dar este paso pero ya quiero
casarme.
- Me parece importante que tengas esa disposición para
formar un hogar.
- Sí. Mis amigas ya se casaron y me estoy quedando sola.
- Hay muchas posibilidades de lograr un buen matrimonio
porque entre los dos van a construir las bases partiendo de
sus voluntades. Creo que el matrimonio debe considerarse
como una empresa nueva y no necesariamente es la
continuación del noviazgo. A veces, los noviazgos son
engañosos porque él o ella se muestran de una manera
grata para convencer al otro y al encontrarse sin máscaras
en el matrimonio, se dan cuenta del engaño y del error.
Entonces, ¿tú quieres casarte? Es la piedra fundamental.
Todo lo que hagas será la edificación de tu hogar partiendo
sin prejuicios. Van a empezar a conocerse y ello implica la
decisión de aceptarse tal como son. La mujer puede ser
determinante para asegurar la buena marcha de esta
empresa. El optimismo te hará ver los problemas pequeños
y grandes los aciertos. Procura que no sea al revés. La
comprensión es un camino infalible para el bienestar.

Se hizo la ceremonia de petición de mano. Se fijaron las fechas


para el matrimonio civil y el religioso. Por la distancia que había
entre el lugar de Dalia y Ricardo, volvió la comunicación epistolar.

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Recuerdo que sin haberme dado cuenta, se repite la experiencia
vivida con Victoria. Hay diferencias notables, porque todavía no
hay ausencia. Pero el grado de amistad que se profesa entre ambos
exige continuidad. Siendo el amigo más cercano, debo ser el
primero en solidarizarme con su nueva situación, en ofrecer la
mejor actitud respetuosa. Habrá separación y no me imagino cómo
podrá ser la vida sin la presencia de Dalia. Estaba tan
acostumbrado a verla tan cercana a mi que ahora al presentir la
ausencia inminente no sabía cómo aceptarla. En realidad, los
sentimientos desbordaron la esfera de la amistad pero no quise
traicionarme. De alguna manera, mis palabras animaron a Dalia a
consolidar su relación con Ricardo. No podría ahora tomar una
actitud diferente o contraria.

- ¿Cómo se evitan las discusiones en el matrimonio? He


visto que son frecuentes y a veces surgen por motivos que
no valen la pena.
- Mira, Dalia, ya decíamos que la comprensión es
importante. Una recomendación que me parece adecuada
es evitar la tentación de caer en el mismo plano de la
provocación. Por ejemplo, si alguna vez te quiere hacer
una reclamación por algo que hiciste o que no hiciste,
procura no responder en el mismo tono sino con
amabilidad intentar buscar la explicación. Te recomiendo
rehuir el enfrentamiento porque acelera el distanciamiento.
Pareciera que a veces se tienen ganas de iniciar una
discusión y se lanza la ofensiva esperando que se conteste
para volver a asestar otra puya más fuerte. Si no se
responde, el conflicto puede durar menos tiempo. A veces
somos muy complejos, pero lo importante es mantener la
serenidad y no sucumbir en un duelo de al tú por tú, como
se dice.

Este tipo de conversaciones fue haciéndose cotidiano. A


cada momento surgía la sugerencia de las actitudes recomendables
que debería adoptar en su futuro estado civil. Ella escuchaba con
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atención, considerando adecuados los planteamientos y soluciones
que se ofrecían.
Reconocía la intensidad de mis sentimientos por Dalia
pero comprendía que el amor se puede expresar de diferente
manera. Rechazaba la idea generalizada de considerarlo como
derecho de pertenencia. “Te quiero y serás mía” le parecía un
pobre sofisma que oculta una baja concepción del amor.
Alguna vez, con un amigo, en una de esas conversaciones
consideradas como ejercicio de análisis, habíamos establecido el
principio para la expresión del amor a la persona amada: “Si te
quiero (te amo), deseo lo mejor para ti”. Querían decir que si uno
se daba cuenta que lo mejor para la persona amada no era uno,
había que reconocerlo y dejar el paso libre para que le sucediera lo
mejor a la persona amada.
Amar no es la idea de la pertenencia, del dominio, sobre
otra persona sino del sacrificio de las pretensiones de uno en aras
de la felicidad del otro.

Es la imagen de esta amiga conocida en mi juventud. Ha pasado el


tiempo y su matrimonio se conserva sin alteraciones.

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4.- M A R G A R I T A
Pensar en el “si yo hubiera…” es un ejercicio inútil, nadie nos
podría confirmar que las cosas pasarían de otra manera. Tal vez el
poeta construya otros mundos en la imaginación considerando ese
paradigma. La realidad es diferente:

Esta idea se me presenta ahora, no como un motivo para escribir


un relato, sino por el encuentro con Margarita, después de varios
lustros. Cuando nos conocimos, ella irradiaba su frescura juvenil
con el tintineo de su sonrisa. Ahora, al encontrarnos, damos cuenta
de nuestras vidas con sus particulares características.

Lo sorprendente es que ella conserva algunas páginas con textos


míos.

- Mira, - me dice – este lo escribiste un día que estuvimos en


el café
Mirar tus ojos en tardes abrileñas,
Ajena claridad en mi camino
Regado de sueños, es un poema más en mi
destino,
Grabado con cristales de tus frases risueñas.
Al sueño que me das, también me dejas
Resabios del poeta que desdeñas,
Ilusión fugaz, siempre te alejas,
Toma esta ofrenda de versos sinceros
A la ajena claridad de tus luceros.
15 de abril de 1971.

- ¡Margarita, no puedo creer que lo conserves!


- Conservo tu primera Página de mi diario:

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Páginas de mi diario

“Aire libre. Perfil de pinos encajados en el azul irrompible del día.


Un viento helado mece en fru-frú al follaje y nos estremece.
Margarita, mi bella amiga, rompe con su voz juvenil la esfera de
la tarde y me dice:
- Si contempláramos la noche desde aquí, te pediría que
recordaras el poema veinte.
- “Puedo escribir los versos más tristes esta noche
Escribir, por ejemplo: la noche está estrellada
Y tiritan, azules, los astros a los lejos…”

Guardé silencio; caminamos un poco más y nuestras sombras se


alargaban al oriente. Los guayabos impregnaban el ambiente con
su cálido perfume. Las sombras y la imaginación me hicieron
recordar a Asunción Silva:
“Y mi sombra
por los rayos de la luna proyectada,
iba sola,
iba sola,
iba sola por la estepa solitaria;
y tu sombra esbelta y ágil,
fina y lánguida,
como en esa noche tibia de la muerta primavera,
como en esa noche llena de murmullos,
de perfumes y de música de alas
se acercó y marchó con ella,
se acercó y marchó con ella,
se acercó y marchó con ella. ¡Oh, las sombras enlazadas!
¡Oh, las sombras de los cuerpos que se juntan con las
sombras de las almas!
¡Oh, las sombras que se buscan en las noches de tristeza y
de lágrimas!”

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Margarita no estaba triste, el recuerdo del poema fue motivado
por las sombras de nosotros. ¿Cómo imaginar que una nota de
tristeza pueda existir en ella, tan alegre, juvenilmente alegre…?
- Iremos al baile –me dijo de pronto, recordando una fecha
cercana.
- ¡Claro! – Respondí. – Nunca imaginé que podría estar
contigo… Eras una imagen distante. Así como el maestro
Rico Cano describía a una amiga:

“Yo no podía mirar hacia la clara


y ajena propiedad de tus luceros;
pero seguía de cerca tu palabra
y el eco iluminaba mi sendero.
Antes usted cruzaba
como nube encendida de rocío;
yo ignoraba su nombre y la distancia
para llegar al cauce de su sonrisa presentida.”

- ¿Conoces alguna otra de sus poesías? Siempre he admirado al


maestro Rico Cano.
- Una de mis predilectas es “Carta en diciembre”. Te diré un
fragmento.
“…humildemente recogí los nardos
de su sonrisa y luego los planté
en el ritmo asombroso de mi diástole.
¿Florecieron? No sé, pero declaro
que desde entonces navegó una estrella
por mis arterias apagadas.
¡Y usted, tan cercana y ausente,
¡Lejana de mi voz y mis ofrendas!

Pero ayer, cuando el frío de diciembre


llegaba hasta las ramas interiores,
usted llegó, sencilla como el agua,
encendida de gracia,
crecida de bondad,
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alta como misterio religioso.
Y otra vez sacudiose este ramaje
con un viento interior, casi olvidado,
muchas hojas cayeron conmovidas,
se estrujaron renuevos de tristeza
y mi raíz sintió gozo y angustia,
un pavoroso júbilo
de volcán y de nieve,
de canción y plegaria,
de sonrisa y llanto conmovido.”

El cielo azul, los altos pinos, el viento frío y el olor a guayabas


maduras nos envolvieron en el discurso del silencio. Tomé su
mano y aspirando profundamente su presencia palpitaron unas
líneas propias:
“Serenidad de altos pinos,
júbilos azules que me envuelven
en íntegros minutos derramados;
¡Anclad en mi!”

El día se escapaba. Llegaba la hora de separarnos. Guardé su


mirada y nos alejamos sin pensar en un mañana aunque deseando
íntimamente un “Hasta pronto”.

Conservaba el recorte del periódico donde escribí esa página.


Además del acróstico, me mostró una carta que le escribí después
de esa tarde en el café. Al leerla, le dije que esa era, claramente
una declaración. “Sí, -me dijo- pero sólo la consideré un ejercicio
literario y por eso la guardé.”

Nuestras vidas siguieron caminos diferentes.

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5.- R U B Í
Conocía a Rubí por referencias pero no habíamos tenido la
oportunidad de conversar ni un minuto. Un día me invitan a una
fiesta familiar y cuando el grupo musical propicia el momento del
baile, por alguna circunstancia me toca compartir unos compases.
Aprecio su soltura y mi mirada descubre una cierta voluptuosidad.

A partir de ese momento nació un afecto especial. Cuando nos


encontramos siempre hay una conversación amena y el puente del
afecto se consolida. Sin embargo, en las noches de soledad la
imaginación crea otros encuentros o en algunos ejercicios de
redacción ella aparece en diversos paisajes. Por ejemplo, en un
relato inconcluso, el personaje la recuerda:

“A la hora del crepúsculo, caminaba sobre la arena. Escribió el


nombre de Rubí y la ola lo borraba. “pero no de mi pensamiento”
decía B. El horizonte estallaba en toda una gama de naranjas y
amarillos y Venus aparecía como heraldo de las constelaciones
por brillar.

Los días fueron aportando variedad en los rituales frente a las


olas, volvía a escribir el nombre de Rubí como inercia, no porque
pensara que ella podría ser su posible compañera. En realidad no
se había puesto a pensar en buscarla.”

…………………………
El mar se extiende en el horizonte crepuscular. La brisa me
envuelve en la frescura del otoño. Estoy solo. Escribo tu nombre
en la arena y la ola lo borra pero no de mi memoria. Siento tu
lejanía como esa estrella que empieza a aparecer.
…………………….

El rostro de Rubí, con su cabellera cayendo sobre sus hombros, su


talle delgado apareció en su pensamiento. Ha sido una relación
muy irregular, un día me llama por teléfono para asistir a un evento
y luego pasan semanas sin vernos. Intento llamar por teléfono y
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pocas veces contesta. Pareciera que hay un aura de prohibición
remarcando el “no me veas”, “no me busques” “no me toques”...
estoy consciente de esa circunstancia y no está en mis metas
romper las normas ni burlar los obstáculos que se interponen. Rubí
es muy firme en sus decisiones. Parece que tiene nostalgia de una
expresión de ternura pero jamás aceptará mi abrazo cariñoso. Lo sé
bien por eso no intento extender mi brazo hasta tocar su hombro,
pero eso no impide que en alguna hora de insomnio imagine que
llega el momento de estar abrazando a Rubí para que ella deje
reposar su cabeza en mi hombro.
…………………………..

Reconozco que me siento fuertemente atraído por Rubí pero no


hay ninguna posibilidad de un acercamiento formal. En mis textos
brota de manera espontánea como una vez que recordé a Nervo.

“Si tú me dices ven


lo dejo todo”
A.Nervo
No puedo imitar al poeta
en su promesa convencida
porque entre tú y yo
jamás habrá un siempre compartido,
ni siquiera un mañana de ilusiones.
En vano sueño en escuchar
tu amoroso llamado
porque nunca germinará
en los labios de tu sonrisa;
Seguirás siendo un iris
de inigualable armonía.
No puede mi sueño
eclipsar la luna llena
de tu presencia.
Y, sin embargo, laten en mi corazón
las letras de tu nombre
en el rítmico diástole
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de sentimientos intensos.

Mientras se extingue esta lámpara votiva


que arde en mis sueños
para atraer tu comprensión,
tú seguirás siendo el lucero de la tarde.
distante y ajeno
a la circunstancialidad de mi voz
que se transforma poco a poco
en un abnegado adiós.

Otro día, leyendo a Lorca escribí:


Para Lorca, la luna es manantial.

Brilla la luna de otoño


dominando el horizonte,
en su luz de plata brota
el destello de tu nombre.

Preso en la red de mis sueños


quedó atrapado tu nombre;
la luz del día lo oculta
para brillar en la noche
como destello de luna
sin nadie que nos reproche.

Lluvia, doliente, mansa.


Es un susurro la lluvia
deletreando nuestros nombres
alienta con su frescura
todos los sueños de amores.
En tu ausencia inesperada
solo, aprendo a disfrutar
la belleza del momento
de íntima soledad.

24
Hay momentos que llegan a tener otro significado. Por ejemplo,
una noche de caminata Rubí confiesa un dolor en el pie. La
respuesta inmediata fue ofrecer la caricia y consecuentemente mi
mano la ofrece y se extiende amorosamente en la supuesta parte
adolorida. Sólo eso, pero pareciera que se cumple una parte de la
petición del Jardinero de Tagore:

“El servidor”
…Conservaré fresca la hierba del sendero por donde vas cada
mañana y a donde, a cada paso tuyo, las flores deseosas de morir
bendicen el pie que las pisa.
Te meceré entre las ramas del septaparma mientras la luna apenas
levantada en la noche, intentará besar tu vestido través de las hojas.

La Reina
¿Y cuál será tu recompensa?

El servidor
Que me des permiso para tener entre mis manos tus pequeños
puños, capullos de loto, y para rodear tus brazos con cadenas de
flores; que pueda teñir las plantas de tus pies con el sumo
encarnado de ashoka y, recoger con un beso, la mota de polvo que
pueda posarse en ellos.”

Pero no quiere pensar más en esto. Hay decisiones trascendentes


ubicadas al exterior de los sueños, “porque los sueños, sueños
son”.

Recordé la noche cuando salimos del concierto y caminamos por la


avenida principal, al llegar a un pequeño prado cerca de la
universidad, al encontrar un árbol brincó para asirse de una rama
baja; en el segundo intento, pidió que le tomara una foto. Me
pareció una actitud juvenil, libre y espontánea que felicité.

Encontramos en la apreciación musical y en la literatura un


verdadero puente de identificación. A veces quisiera coincidir para
25
disfrutar en su compañía la Serenata para cuerdas de Tchaikovsky
o el Vals triste de Sibelius por mencionar algunas obras que
pueden identificarse con mi sensibilidad.

Las afinidades aparecen de manera espontánea. Por ejemplo, un


día entre amigos surgió el comentario sobre Makarenko y Rubí
pudo expresar con facilidad la importancia de “El poema
pedagógico” en la etapa de formación de los maestros. Ama la
lectura y leyó esa obra, un poco ajena a sus intereses profesionales.
Aspiro, entonces, a que un día busque mis escritos y puedan
ofrecerle el minuto de solaz esparcimiento que pueda buscar.

Algunas noches de enero le recomendaba apreciar la blancura de la


luna tratando de convencerla de la belleza del satélite en este
tiempo. Expresaba que en mi tierna infancia leí un poema y se me
grabaron unas líneas.

Luna de plata, luna de enero,

de las montañas azules

el viento baja ligero

y va dejando a su paso

olor de pino y romero.

Desconozco el autor pero la idea la aprecié como verdadera y


contemplar la luna en este tiempo me parece confirmarlo.

Quiero pronunciar tu nombre a la luz de la luna imaginando que en


la distancia tu mirada se fija en el brillo de plata que ilumina la
noche.

Alguna vez en la charla apareció la idea de ir al mar. Entonces un


día visité las playas del Pacífico y ya en la noche escribí:

26
Quisiera estar cerca de ti para que al menos mi voz llegue a tus
oídos y mis palabras te hagan imaginar el mar cuando sube la ola
y llega a la playa y humedece tu pie desnudo.

En esta soledad siento que tu lejanía es inmensa y no puedo hacer


nada para disminuirla.

“Cuando tú no estás” canta Raphael y siento que expresa mis


pensamientos.

Como nunca, me doy cuenta de mi soledad, mucho tiempo la


ignoré pero aquí está

Otro día me confiesa que mi presencia cerca de ella le genera


muchas críticas y comprendo que quienes la estiman consideran mi
edad como impropia, “porque ella es más joven.” Soy consciente
de esta realidad y le expreso que sólo hablaré por teléfono pero
seguirá en mis escritos.

Quiero pensar en las sombras porque sólo ahí podré tocar tu


mano. Sólo ahí te atraería hacia mi para estrecharnos en la
ternura del abrazo. La luz nos deslumbra y no puede existir la
caricia.

Pienso que el silencio debe imperar en este momento pero no pude


controlarlo. No debí tener estos pensamientos ni expresarlos,
quisiera que fueran una lluvia tenue y no el relámpago que
pudiera agredir tu pensamiento.

Como nunca, después de escuchar tu voz me abrumó la soledad


del momento, y tú tan distante y ausente, “lejana de mi voz y mis
ofrendas”.

Una noche, sin embargo, apareció en mis sueños. Florecieron las


caricias con la intensidad de una norma liberada. Como un
relámpago estival, el sueño se desvaneció. Fue llegar al límite de
lo posible y en consecuencia, queda la potencia de un punto final.

27
ESPEJISMO DE PRIMAVERA
Mi mano acarició tu pie,
como testimonio
de una posible caricia mayor.
Hoy mi pensamiento te avasalla
con la ternura del amanecer,
mis labios se posan en tu seno
y tus brazos me intentan arrojar lejos,
pero alcanzo a morder tenuemente un pezón
y cedes a esta nueva emoción prohibida.

A veces la belleza del crepúsculo


pasa desapercibida y aunque no lo miremos,
existe en el horizonte.
Un momento de dicha puede existir
pero el rigor de los prejuicios
lo hace imposible.

Pareciera que lo importante en la vida


no es la vida sino la norma.
Se tiene todo el derecho de pensar así
como también en pensar lo contrario.
Ya vendrá la noche de luna
que contemplemos mientras
Sibelius nos envuelve en armonía
y su Vals triste.nos sensibiliza a la ternura.

Sabemos que nada va a cambiar,


privilegias el volver atrás
porque es ahí donde están tus sentimientos.
Está bien, ni los sueños
tienen su razón de existir.
No son necesarios.
Te digo adiós y en el horizonte se escucha
“nosotros, que nos queremos tanto…”

28
¿Pero qué puedo hacer? Sólo seguir conservando su idea en la
intención del verso.

Otro día, recordando la canción de la vida profunda de Porfirio


Barba Jacob, escribí unos versos porque sucedió algo inesperado
con Rubí.

Hay días tan mágicos, tan mágicos

que en una hora oculta a las miradas

vivimos las caricias detenidas

y una parte de vivencias soñadas.,

Porque más allá de íntimas barreras

creamos el espacio necesario

donde puedan florecer los poemas

en un tierno secreto relicario.

Vivimos un tú y yo sólo un instante

ajeno y libre de la marejada

de los rituales de rigor constante

y amargo sabor de moda pasada.

Ven no tardes, mi caricia te espera

la tuya la anhelo con vehemencia.

Ayer fue su cumpleaños. Sólo llamé para felicitarla, para


expresarle mi admiración por la vida y el placer de disfrutarla. Fue
todo. No hubo intención de encontrarla y abrazarla porque
29
comprendo que ya no es posible. Le envié un beso por teléfono,
solamente. Comprendo que ella sabe que es lo mejor para ella. Si
alguna vez se sintió atraída por mis palabras, sé que ese
sentimiento estará pasando porque en la vida todo es pasajero. Yo
también la iré borrando, serenamente, en las luces del crepúsculo.

30
Odas a Rubí

Yo cambio la primavera
Por que tú me sigas mirando.
Pablo Neruda.

Desde el primer momento


fuiste un fulgor lejano
que incitaba a buscarte.
Sé que ya no te veré más,
será inútil mi llamado
porque si lo escuchas,
las cadenas te impiden
desplazarte en libertad.
Pero no son cadenas
opresoras de tu voluntad,
En realidad has buscado
la caverna para no salir.
La vida, a veces,
la rige la ironía.
Hay un mundo circunscrito
a tus deberes
y nada puede cambiarlo.
como es tu decisión,
yo no pudo romperlo
y no lamentas que así suceda.
El camino de la vida será sin ti,

31
lo he comprendido,
Ya no es un camino largo
y lo he aceptado.
Sé apreciar mi soledad
porque, curiosamente,
es plena señal de libertad.
Yo no puedo ser el sol
del esplendor de tu verano,
ni la nube pasajera
que embellezca tu paisaje.
Pero existo para ti
como un sueño probable.
tal vez, en el engranaje de la vida,
un día esté junto a ti,
no como una casualidad inesperada
sino como consecuencia
de dos voluntades del encuentro.
Pero sólo será un relámpago
de emociones encontradas,
un instante sin mañana;
Seré una estrella fugaz
en tu firmamento.

****

32
Otra vida no es posible,
la nuestra es esta
en sus dimensiones concretas.
Así la construimos
y nos desplazamos a voluntad.
No hay cambios posibles
en las sendas que recorremos,
si al principio fue la LEJANÍA
de tu presencia el velo,
vino después la AUSENCIA,
una constante del momento;
el paso consecuente es el OLVIDO
y nada quedará de mí en tu recuerdo.
<***>
Podemos admirar el Niágara,
en la distancia,
sin sentir la humedad
de su grandeza
y sin escuchar
el majestuoso rumor
de su caída.

Así te amo en la distancia;


mi caricia no toca tu piel,
mi verso es silencio en tus oídos,
mi mirada se pierde en el horizonte,

33
diástole emotivo se pierde en el vacío.

Amo el plenilunio de invierno


por sobre todos los demás.
La luna llena ignora mi admiración
y su actitud insensible
no es razón para mostrarse menos bella.

Así te amo
y sin tener correspondencia,
no cambia mi sentir.
Amar es, esencialmente
verter veneración.

Compartir la experiencia de la expresión artística era la


intención de buscarte. Hay momentos del día que la palabra del
poeta puede coincidir con los ideales, a veces la armonía de un
cuadro halaga mirarlo y nuestro pulso puede ser llevado a
situaciones de ensueño, a reflexiones vitales, a paisajes diversos.
Cuando las notas de la orquesta invaden el palpitar, el solo de
violín estimula la imaginación o la voz de la soprano nos inunda
de sensible emoción.

Este es el mundo que quisiera compartir contigo.

Mi individualidad tiene relación estrecha con los creadores.


Aunque estoy solo, mi mundo de relación es amplio.

34
6.- E V A
Dudo si podré considerar a Eva en esta revisión de mis páginas
afectivas porque no llegó a ser algo formal, acaso solamente un
encuentro circunstancial sin trascendencia pero dejó constancia de
su existencia

Son las 9:30 y la veo llegar a su casa en un taxi. No puedo ocultar


la emoción de este encuentro y camino despacio para llegar a su
domicilio.
- Te espero el viernes en mi casa a las 9:30.

Había sido su mensaje por teléfono. Era un cambio rotundo de los


planes acordados el miércoles. Esto era más arriesgado y confieso
que intenté evadir la cita. Pero no, ahora confirmo que su
presencia tiene una fuerza de atracción centrípeta irresistible.

Llego al número 25 de la calle Academia. Toco el timbre y ella


sale a recibirme,

- Pasa, - me dice mientras con su mano derecha hace el


ademán señalándome la sala.
- Buenas noches, gracias, - respondo acercándome a su
mejilla para saludarla con un beso.
- No, no, - me detiene con sus dos manos al frente.
- ¿..?
- Tengo algo que decirte.

Entonces observo su rostro con detenimiento y detecto una


expresión de malestar. Sus ojos, principalmente, los percibo,
propensos a dejar correr el llanto aunque se controla con firmeza.

Siento una opresión en mi pecho y algo que no puedo explicar,


como tristeza, como angustia, un temor de cerrar los caminos de
nuestros encuentros, no sabía precisarlo pero era algo diferente e
inesperado.

35
¿Por qué estoy aquí? Me pregunto y me respondo: Ella así lo
pidió aunque yo dije que era jugar con fuego.
Reconozco que desde que Eva apareció en mi vida, ha sido una
imagen perturbadora de mi vida rutinaria porque además de los
momentos de intercambio de saludos, simples, protocolarios, su
rostro persiste en mi pensamiento por varias horas. Es un oasis de
afecto en las horas rutinarias, un jardín secreto oculto a todos los
demás.

El círculo de nuestras relaciones sociales en el que gravitamos no


es muy extenso, seguramente ella y yo nos habíamos encontrado
muchas veces en la calle y nunca cruzamos palabras ni mis ojos
distinguieron su porte juvenil y elegante. Coincidía con la
expresión del poeta cuando dice:

“Antes usted pasaba


como nube encendida de rocío;
yo ignoraba su nombre y la distancia
para llegar al cauce
de su sonrisa presentida.”

Pero un día, entre los estantes de una biblioteca a la que acudía


para consultar las fuentes de mi proyecto académico, allí estaba
ella ordenando algunas cosas y la conversación surgió como una
cascada detenida por el tiempo. Después, quiero pensar que el
destino nos permitió encontrarnos en muchos lugares, a veces en
el metro, en el súper o simplemente en la esquina de su casa.

El tono y temas de la conversación pronto se desbordaron hacia la


vida afectiva. Nuestras manos no ocultaban las sortijas
matrimoniales pero esta circunstancia no era tema a tratar, más
bien las etapas precedentes.

Sin ninguna dificultad las páginas amorosas de mi vida fueron


presentadas porque es una manera de conocerse más allá de las
36
apariencias. Ese mirar hacia atrás que no lo había hecho antes
con otra persona, detalladamente, fluía ante Eva con la frescura
con que yo las había grabado en mi memoria.

Entendía que Eva intentaba la confesión de mis aventuras


amorosas con un aire de presunción pero, era al revés, lo que
contaba más bien eran los fracasos de mis intentos donjuanescos
que los narraba con aire de amenidad para darle un sentido
jocoso, más que de derrota o frustración.

Le conté que un día, en una playa privada en el Pacífico, un grupo


de amigos habíamos sido invitados para disfrutar plenamente unas
vacaciones. Cuando el sol iba sumergiéndose en la línea
ondulante del horizonte entre el naranja vivo y el oro del
crepúsculo, quedaba con una amiga. No había nadie alrededor y
por la magia del momento nos abrazamos cariñosamente, nos
tendimos sobre nuestras toallas y las caricias fueron en aumento.
Las palabras estaban de sobra porque este era un momento
largamente anhelado por los dos y siempre interrumpido por
prejuicios o indecisiones. En este momento todo estaba decidido y
parecía resuelto el siguiente paso. Entre la emoción del momento,
mi organismo tuvo una respuesta irrisoria porque un hipo
incontrolable rompió el encanto de esa tarde y por más intentos de
controlarlo, el hipo me duró mucho tiempo. Todavía antes de
cenar con los compañeros, el hipo persistía sin remedio.

Eva sonrió discretamente sin ningún comentario. Me doy cuenta


que en nuestros encuentros yo soy quien habla de tantos temas y
ella escucha con atención. Por eso, he contado tantos momentos
de mi vida que me doy cuenta que sabe de mí más que otra
persona. De nuestra vida conyugal no tocamos nada. Ella deduce
que mi preferencia de hablar tanto del pasado es para cubrir o
equilibrar los minutos del presente. Imagina también la frialdad y
hostilidad de mi pareja. Yo no he querido quejarme con ella de mis
problemas hogareños porque siempre me ha parecido un recurso
artificial del hombre casado para atraer comprensión de otra
37
persona. Tampoco pregunto ni ella me cuenta nada. Acaso sólo ha
expresado la diferencia de mi atención en cada momento que le
parece raro pero agradable. “Nadie me trata como tú”, me ha
dicho repetidamente y es que desde el momento que aparece, me
transformo y quiero ofrecerle la mejor palabra, el mejor saludo, el
mejor momento. No lo puedo remediar.

El miércoles anterior, por fin pudimos hablar con más


detenimiento de nuestros sentimientos. Intuye que todo lo que hago
es una especie de siembra para recoger comprensión y cariño y
ella tiene la mano para la caricia que me hace falta. Sabe que
haber aceptado esa reunión del miércoles implicaría un encuentro
íntimo y estaba decidida a vivirlo. Sobre todo, para compensarme
con el cariño que me hace falta.
La conversación fue amplia, y sin rubores.
- ¿Estoy en tus sueños?
- En mis sueños y en mi imaginación
- ¿Tienes sueños “calientes” conmigo?
- Son de plena ternura.
Había dos voluntades que convergían en un encuentro íntimo.
Pero, ¿dónde podría realizarse…? Propuse dos sitios que me
parecían discretos, no por experiencia, sino simplemente por su
ubicación.
- No estoy preparada para ir a esos lugares.
- ¿Entonces?
- Vamos a esperar hasta el viernes, ¿te parece?
Como no se trataba de lograr una seducción simplemente, dije que
esperaríamos hasta el viernes.

Hoy es viernes y nos llamamos por teléfono para establecer lugar


y hora. Más tarde, vuelve a llamar y me propone:
- Voy a estar sola, te espero en mi casa a las 7.
- ¿En tu casa…? Es muy arriesgado.
- No puedo ir a lugares públicos.
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Tenía muchas implicaciones esta modificación al plan original.
No estaba seguro de aceptar con facilidad este cambio. Pensé en
buscar un pretexto para no acudir pero me parecía que era
traicionar mis sueños.

- Te espero a las 9:30 en mi casa – dijo en una nueva


llamada por teléfono.

Podría no acudir yo, pretextando el cambio de hora. Podría no


venir, pero finalmente aquí estoy.

Toda la emoción imaginada con este encuentro se obnubila al


observar su rostro. No se qué decir, qué hacer. Tampoco quiero
perder a Eva ni quiero hacer algo que la dañe.

Sus ojos se humedecen ligeramente mientras me dice

- No puedo engañar a mi esposo.

39
7.- A D R I A N A
Los estudiantes extranjeros en las universidades francesas de
provincia, son invitados a visitar la capital para apreciarla mejor.
Un estudiante mexicano de la universidad de la Alta Normandía se
integró a una treintena de estudiantes extranjeros provenientes de
diversos países. La estancia de una semana incluía la visita a
museos y espectáculos, así como el recorrido por la ciudad Lux.

El castillo de Versalles sirvió de referente para apreciar la


necesidad popular de iniciar la Revolución Francesa en l789 y
acabar con el lujo ofensivo de la monarquía. El salón de los
espejos, las recámaras y sobre todo, los jardines, eran testimonio
del esplendor de que gozaba la familia real.

Se comparó, después, la celda donde quedó recluida la reina María


Antonieta, en la margen del Sena, en un espacio frío y húmedo con
paja solamente de donde fue llevada a la guillotina.

Otro día se visitó la sede de la U.N.E.S.C.O. Los mexicanos


sentían orgullo porque el primer director de esta dependencia de la
O.N.U. fue un mexicano, don Jaime Torres Bodet, como
consecuencia de su conferencia de Londres, en donde precisaba
que “la guerra nace en la mente del hombre y es ahí donde debe
prevenirse” con la Educación, la Ciencia y la Cultura. En la sala
de sesiones hubo tiempo de responder a algunas preguntas de los
visitantes. Llamaba la atención una chica proveniente de la
universidad de Nancy por la pronunciación muy correcta del
francés y cuando dijo su nombre: Xóchitl, se comprendió que era
mexicana. Había otra estudiante de habla española y cuando
conversó con él lo tomó como compañero por toda la semana. Era
Adriana Garrido, de Costa Rica.

Yo era el mexicano estudiante de la universidad de Normandía.


Desde ese momento, con Adriana, me llovían preguntas sobre la
situación actual del país, principalmente de tipo político. Trataba

40
de responder con toda la imparcialidad posible. Una de las
primeras preguntas fue sobre el P.R.I. La respuesta versó sobre su
origen y su responsabilidad de mantener el ejercicio electoral para
aparentar un proceso democrático.

Los museos considerados en esa semana fueron, desde luego, el


Louvre, el museo de August Rodin y el de los impresionistas. Los
sitios importantes fueron la Torre Eiffel y Los Inválidos donde se
encuentra la majestuosa tumba de Napoleón en mármol rojo. Notre
Dame y la Sainte Chapelle fueron visitadas más allá del sentido
religioso para privilegiar las manifestaciones artísticas

En todos los momentos de conversación, la costarricense Adriana


volvía con sus interrogantes:
- Háblame del 68… La Expropiación Petrolera… Los
Halcones del 70… El agrarismo y los ejidos… ¿Por qué
los mayas abandonaron Bonampak?
Las respuestas intentaban ser objetivas y aparentemente satisfacían
a la estudiante de Marsella. Me sorprendía por tantas preguntas
inesperadas y las tomaba como examen de mis conocimientos.

La estancia en París consideró al Circo du Soleil antes de la cena


de despedida. Ésta se ofreció en el edificio más alto, en el piso 102
de la Tour de Montparnase. Cuando ya estaban en la mesa,
Adriana pide:
- Háblame de Calles.
Otra pregunta sorpresiva porque no tuvo la secuencia
revolucionaria de matar al contrario, sino, Cárdenas, su posterior
oponente, sólo lo destierra para dar fin al llamado “Maximato”.

La cena transcurría en un plan ameno de convivencia con los


demás estudiantes, de Brasil, Indonesia, Birmania, Japón,
Venezuela, Chile, España, Turquía, Argelia, Líbano, Marruecos,
Costa Rica y México.
41
- ¿Qué sabes de Garrido Canabal? Porque he preguntado a
los mexicanos y nadie me dado una
respuesta, no saben quién es él.
- Nunca imaginé que me preguntarías por él. Fue un hombre
de ideas radicales. Fue gobernador del estado de Tabasco e
implantó medidas rigurosas, como la obligatoriedad de la
educación elemental; introdujo por primera vez el ganado
cebú, el indo-brasil, para mejorar la ganadería; estableció
la vacunación infantil a pesar del rechazo que genera la
ignorancia. Después fue jefe del Departamento del Distrito
Federal y en las elecciones presidenciales de 1934, Lázaro
Cárdenas votó por él. Formó parte del gabinete siendo
Secretario de Agricultura. También, por sus ideales
políticos organizó a la juventud en la agrupación de las
“Camisas rojas”, de clara tendencia socialista.
- ¿Cometió crímenes?
- Creo que nadie puede hacer esa acusación. Considero que
le tocó vivir en una época violenta y seguramente hubo
enfrentamientos y posiblemente víctimas, pero él no fue un
criminal.
- Nadie me ha respondido con tanta amplitud como tú, te
felicito.
- Pues tuve la oportunidad de escuchar su nombre desde
chico, porque mi padre criticaba a las Camisas rojas, pero,
curiosamente, mi madre las alababa. Un maestro amigo
mío, inició su trabajo en Villahermosa en la época de don
Tomás Garrido Canabal. El maestro era deportista y el
gobernador le pidió que fomentara el basquetbol entre los
empleados. En Villahermosa se había fundado un Centro
de Estudios superiores porque no había universidad y el
maestro fue invitado a dar unas clases. Mi amigo trabajaba
en una primaria federal y cuando un supervisor sabe que
da clases en otra institución le pide que escoja un solo
lugar porque no puede estar trabajando en dos
instituciones educativas. Entonces decide quedarse como
maestro en la escuela primaria federal pero continúa dando
42
sus clases sin cobrar. Garrido Canabal se entera de esta
situación y recomienda a la población que no le cobren al
maestro, en correspondencia con su actitud altruista.
“Cuando iba al jardín a darme grasa, el bolero no me
cobraba” Recordaba mi amigo. “Si iba al cine, me pedían
que saliera de la fila porque yo no pagaría,” “Cuando
preguntaba ¿por qué?, decían así lo recomendó el
gobernador”. Otro maestro amigo me platicó que cuando
estableció la vacuna infantil, la población no la aceptaba,
entonces citó a las madres con sus niños y frente a todos,
el gobernador tomó a su hijo Lenin Garrido, pidió que lo
vacunaran como ejemplo y después siguieran los demás
niños. Esta es la imagen que guardo de Garrido Canabal.

Recuerdo el apellido de Adriana y pregunto:


- ¿Adriana, te apellidas Garrido, tiene algo que ver contigo
don Tomás Garrido Canabal?
- Sí, era mi abuelo. En la casa tenemos muchos documentos
que hablan bien o mal. Está la novela de Graham Green,
“The Power and the Glory”, por ejemplo.

Concluía la fiesta y los asistentes tomaban nota de los domicilios


para prolongar la emotiva relación nacida bajo el cielo de París.
Adriana se despidió del mexicano quien se quedó pensando si sus
palabras no habrían herido la sensibilidad de Adriana, pero al
parecer, no, porque la despedida fue afectuosa. Había tratado
temas, un tanto extraños, inesperados, con una estudiante
extranjera pero habían sido ejercicios para poner a prueba sus
conocimientos sobre la historia.

43
8.- J A N I K U A
Con este nombre llamo a una amiga con quien compartimos
diversos momentos de la vida. Tenemos tantas afinidades y de
manera natural aparecen esos mundos afines. La esfera de las
amistades es en su gran parte, una esfera común. Las coincidencias
en los alimentos, en las frutas, los postres, el vino tinto, la música,
la poesía, las concepciones filosóficas y hasta el carácter reflexivo,
denotan una identidad amplia y podría asegurarse que a pesar de
las diferencias en la edad, somos dos personas formadas en un
mismo crisol cultural.

En la conversación aparecen temas sorprendentes como una que


generó el siguiente texto:

Por ese rumbo en donde el perfil urbano queda distante y un


arroyo corre entre campos de cultivo, pastizales y árboles
diseminados, se levanta la cabaña de mi amiga Janikua. Es una
buena idea pasar a su cabaña para invitarla. Siempre
encontramos puntos de coincidencia en nuestras conversaciones y
parece que a pesar del tiempo que pasamos sin vernos, las
afinidades se subliman. Ella es el oasis imprescindible en los días
de tormentas, de menguantes o de eclipses afectivos.

- Hola, querida amiga. Voy a recoger un poco de tierra,


¿puedes acompañarme? Podrías traer una poca para tu
jardín. Vamos.
- ¿Llevas pala y azadón?
- Sí. También costales. Serán suficientes.
- Vamos.

Las frondas de los fresnos cubrían nuestros pasos. Respirábamos


un aire de plena tranquilidad. La palabra era un puente para
enlazar nuestros mundos afectivos. Sueños, aspiraciones,
problemas, dudas, promesas rotas, amores perdidos, tiempo

44
presente y futuro, eran los elementos de una conversación serena y
respetuosa.

Expuse la razón de mi soledad por el eclipse afectivo del momento.


Ella señaló los caminos para superar el problema. En la
introspección sugerida, seguramente reconocería un egoísmo
responsable y la causa parcial del problema. (Merecido por lo
mismo, precisó ella)

Escuché, por mi parte, el dolor de la promesa rota, las ardides del


engaño, la actitud altanera y lacerante, insensible a la ternura
potencial de la pareja.
- Rompe, - dije - ese camino; de la imagen de tu vida abreva
fortaleza y arranca de raíz el malestar.

Nos sentamos en un espacio sombreado. El fragor de la ciudad


estaba ausente, los ramajes y las aves guardaban silencio, una
nube blanca seguía su camino sin ocultar al sol... En los minutos
que siguieron, continuamos analizando situaciones, explicando
actitudes, proponiendo caminos.

Mirando el cielo azul, callamos por un momento. Nuestros


pensamientos elaboraban conclusiones diversas. De pronto, sin
alterar el tono de su voz, con sencillez absoluta, ella preguntó:
- ¿Usted se casaría conmigo?
- ¡Hhhhhh!

Callé... No podía decir un si o un no, en forma ligera. La


interrogación merecía una respuesta.
- Otro día vendremos por la tierra
- Si, se hizo tarde.

Emprendimos el camino de regreso. La conversación giró en torno


de una película, de un poema de Sabines, del vino tinto chileno,
del liebfraumilch alemán y de un ramo de casablancas con
anturios.
45
Esa noche, intenté estructurar los fundamentos de la respuesta.
Tendría que ser afirmativa. Implicaba romper todos mis lazos,
arrojar todo el lastre por la borda, liberarme de ataduras, y
disponer tiempo y voluntad para la nueva vida.
Ella soñaba con una ceremonia religiosa y yo estaba dispuesto a
llegar a la catedral. Nunca había pasado por mi mente una
ceremonia religiosa, pero iría sin dificultad, si así lo deseaba...

Al final de mis reflexiones, de manera inconsciente, tarareaba la


canción de Tino Rossi, (*) aunque no tuviera relación estricta,
pero el tono delicado me parecía propio de este momento:

J´attendrai,
Le jour et la nuit,
J´attendrai toujours
Ton returne.
Comme un oiseau
Que s´enfuit
Vienne chercher l´oubli
dans son ni.

Sí, el tema era ajeno, pero la melodía la escuchaba como una


expresión de ternura.

Pasaron los días y cuando volvimos a encontrarnos, antes de los


saludos rituales, con entusiasmo y seguridad dije:
- ¡ Sí !
- ¿...?
Por su expresión sorprendida enmudecí. Su mirada interrogante
pedía explicaciones.
- Sí, es la respuesta a tu pregunta.
- ¿Cuál pregunta?

46
Hubo necesidad de reconstruir la situación a la sombra de los
fresnos, bajo un radiante cielo azul. En esa aclaración, con fineza
se precisaba la intención de la pregunta.

- No era una proposición, sino un ejercicio de comparación. A


usted lo respeto, es como un padre. Quise preguntar si usted se
casaría con una mujer como yo, con mi forma de ser, con mis
ideales, con mis sentimientos.

Es cierto, ¿cómo pude pensar otra situación? Simplemente, ella


tiene la mitad de mi edad.
- De cualquier manera, la respuesta es si
- ¿Se casaría con una mujer como yo?
- ¡Sí, ya lo dije en serio!
- ¡Pero no conmigo!
- Pero no contigo, claro.

Mantenemos una verdadera amistad

47
9.- J O S E F I N A
Solo quiero remontarme al inicio de mi adolescencia, cuando
vamos saliendo de la infancia y aparecen nuevos intereses. Una
aspiración a la aventura, al ejercicio y el deporte o romper el tabú
de fumar. También nació un sentimiento nuevo motivado por unos
ojos verdes de una compañera de clase. Becker hablaba de unos
ojos verdes y descubrí a Díaz Mirón:
“Ojos que nunca me veis
por recelo o por decoro,
ojos de esmeralda y oro,
¡fuerza es que me contempléis!
Porque buscaba halagar con esos poemas a mi admirada
compañera

Luego, en la película “Cyrano de Bergerac” hablada en francés,


tenía los subtítulos versificados en español y se me grabó este
pensamiento de Cyrano:
No escribir nunca jamás
nada que de ti no salga
y modesto en lo que valga
pensar que otro valdrá más.
Confórmate por fin
con flores y hasta con hojas
que en tu jardín las recojas
y no en ajeno jardín.
E. Rostand
Cyrano era el emblema del amor callado o secreto y de alguna
manera coincidía con mi parquedad para confesarle a Josefina ese
sentimiento que me despertaba. Sólo me conformaba en escribir
mis primeros versos. Josefina nunca se enteró de nada.

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Pasaron muchos años y una tarde, Josefina pasa cerca de mí y
cortésmente, expresa su petición:
- Con permiso.
- Pasa, Josefina.
- ¡Me conoces! ¿sabes mi nombre? – Dijo sorprendida
- ¡Claro!
Escuchó toda mi explicación recordando los años de la secundaria.
Me pidió que la acompañara a escoger un vestido y finalmente la
acompañe a su casa.

Con este motivo escribí en el periódico otra “Página de mi diario”


donde relataba el encuentro con uno de los sueños de la juventud y
el tono de nuestra última charla. Estaba hablando de un
sentimiento del pasado y nada más. Le llevé la publicación y se
sintió halagada por este detalle.

Unos días después recibo la invitación de pasar a su casa y me


imagino que se tratará de alguna consulta del nuevo plan de
estudios en educación primaria y llevo algunos libros para
fundamentar las respuestas. Pero no, sólo era para platicar de
nuestros momentos y revivir una relación que no tuvimos en el
pasado. Casi todas las tardes nos veíamos y salíamos a caminar, al
café o al cine.

Me confiesa un malestar que tiene varios días soportando.


- ¿Tiene remedio?
- Sí, ya el médico me está atendiendo, ese no es un problema.
- Cuéntame, ¿cuál es ese problema?
- Tengo un problema de insomnio y me cuesta mucho trabajo
poder dormir. Fui con un especialista y me recomendó tomar
pastillas para dormir. Desde entonces las tomo.
- ¿Cuántas tomaste anoche?

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- Estoy tomando cuatro porque sólo así me duermo.
- Siento que no es el remedio adecuado. Haber, cuéntame cuándo
empezaste a sentir que no podías dormir.
- Desde hace varias semanas, por eso fui con el médico.
- ¿Recuerdas que haya pasado algo raro esos días?
- No, no recuerdo nada raro.
- ¿Quiere decir que a mediados de mayo fuiste con el médico, ¿no
es cierto?
- Sí, más o menos.
- ¿Qué pasó en abril, cuéntame?
- Fui con mi madre a visitar un hermano en Los Mochis. Él es
médico y estuvimos varios días con él.
- ¿Disfrutaste bien esos días? Cuéntame.
- Sí fueron excelentes días, mi hermano nos atendió muy bien.
Hubo un problema pero afortunadamente no fue grave.
- ¿Un problema...? Cuéntame ¿qué pasó?
- Una noche, estábamos cenando en su casa cuando recibió una
llamada del hospital. Era una operación de urgencia y le pidieron
que fuera. Nos dijo que no nos preocupáramos y en dos o tres
horas estaría de regreso. Yo me quedé viendo una película y antes
de acostarme vi el reloj. Iba a ser la una de la madrugada y mi
hermano no había llegado. Esperé un poco más y casi a las dos,
llamé al hospital para preguntar por mi hermano.
- Sí, aquí está, se encuentra bien pero lo tenemos en observación,
no se preocupe.
- ¿En observación, cómo? Iba a una operación.
- Sí aquí estuvo en la operación. Al regresar a su casa tuvo un
pequeño accidente y detectamos un golpe en la frente y una
fractura leve en el brazo. Pero está bien, la doctora que lo atendió
nos recomendó tenerlo en observación.
- En la mañana regreso mi hermano sin ningún problema. Ese día
regresé con mi madre.

Comprendí que ese incidente era la causa de su insomnio. Al irnos


a dormir vamos apagando todos los foquitos del consciente. En
Josefina, en el subconsciente, quedó prendido el foquito del
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hermano que no llegaba a su casa. Entonces, habrá que apagarlo.
Cuando se va a dormir, la preocupación por el hermano se hace
presente y el sueño no llega. Entonces pensé en una posible
solución

- Muy bien, Josefina, quiero que antes de acostarte pongas un


disco de música bailable y lo bailes con energía pero toma un
cuarto de pastilla menos cada día. Hazme caso y verás que te vas a
recuperar.
- ¿Sólo eso?
- Si, sólo eso. Ten confianza porque es lo más importante.

Pensé en originar un poco de cansancio físico para facilitar el


sueño. Decidí, también, en cualquier momento preguntarle por su
hermano para que la respuesta tendiera a disminuir la preocupación
por él del subconsciente.
Pasaron algunas semanas y Josefina me dice:
- Ay, anoche no tomé la pastilla porque me quedé dormida.
- ¿Cuántas estás tomando ahora?
- Sólo un cuarto.
- ¿Seguiste mi consejo?
- Sí, claro, todos los días.
- Bien, si quieres toma ese cuarto de pastilla pero ya no será
necesario.
Sentí una particular satisfacción al comprobar mi teoría para
intervenir en el subconsciente de ella.

Seguíamos saliendo en las tardes y no había pensado en el sentido


de esa relación hasta que una noche al despedirnos, me dice muy
seriamente:
- ¿No has pensado que podríamos pasar al matrimonio?
Confieso que no la había pensado. Ella pedía una respuesta
concreta y no podía darla sin herir sus sentimientos. Guardé
silencio suponiendo no haberla oído.

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- ¿No has pensado que podemos casarnos?
Me sorprendió la pregunta y na sabía qué responder. No quise
mentir y sin pensar en las consecuencias dije:
- No está en mis planes inmediatos …
Fue suficiente. Se rompió la armonía, me miró desdeñosamente y
salí sin decir palabra. Comprendí que ella consideró que yo era
todavía el adolescente que la admiraba pero muchas primaveras ya
habían pasado.

52
10
Revisando mis páginas anteriores me doy cuenta que carecía de
aspiraciones para el matrimonio. Sentía pasar la vida pero la
necesidad de la pareja no aparecía. No recuerdo haber tenido
ambiciones que motivaran acciones decididas. La lucha social o
política no tenía sentido hasta que llegó Carlos Alberto Madrazo al
partido oficial y, como venía de raíces comunistas, quiso
transformar la maquinaria enfrentándose a las estructuras
conservadoras del partido. Participé en un comité municipal y
promovimos las nuevas tendencias del partido. Una de ellas, las
elecciones internas para seleccionar al mejor candidato, rompiendo
el rito habitual del “dedazo”.

En ese municipio tuve la responsabilidad de organizar la elección


interna. Había dos candidatos definidos y cuando había terminado
el plazo para registrarse, llegó un joven que trabajaba en la
Reforma Agraria en la ciudad de México queriendo ser candidato.
Le negamos el registro y acudió a hablar con Ruiz Aburto,
dirigente estatal y lo convenció mandando la autorización. Lo
registramos. Como era elección interna, sólo podían votar los
miembros del partido; este joven iba llegando y no tuvo tiempo de
promover su candidatura. Nadie lo apoyaba. En una acción
desesperada repartió credenciales del partido a jovencitas
catequistas y las rechazamos porque, sencillamente no tenían la
edad para votar de ese tiempo.

Aplicamos las directrices de Madrazo con el resultado esperado:


Las bases eligieron candidato. Como las fuerzas conservadoras
rechazaban esta nueva política, movieron todos los hilos para
destituir a Madrazo de la dirigencia nacional. Aprovechamos esta
circunstancia para renunciar.

Cuando Madrazo cumplió un año de haber sido destituido de la


dirigencia del partido oficial, se organizó un desayuno al que
acudieron cinco mil hombres de la política nacional lo que hizo

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temblar al sistema porque suponían la posibilidad de formar un
nuevo partido. No lo podían aceptar. La vox populi considera que
esta fuerza mostrada generó su asesinato, al dinamitar el avión
donde viajaba para dictar una conferencia en el norte del país.

Cuando apareció el Frente Nacional volvimos a participar con


renovados bríos porque aparecía como el recurso inmediato para
corregir los destinos de la nación. Participamos en reuniones,
mítines, escritos y estuvimos en el cierre de campaña en Pátzcuaro,
Mich.

Con los años, esa fiebre política se ha desvanecido porque surgen


banderas abstractas de lucha: si se defiende “Primero los pobres”
se está demostrando una actitud sectorial no democrática, como
aquella tendenciosa proclama: “Educación primero al hijo del
obrero, educación después, al hijo del burgués”. No tienen sentido
democrático que tendría que ser el paradigma adecuado.

Pero hablaba de no tener ambiciones trascendentes y no haber


tenido otras decisiones arriesgadas o temerarias. Este recuerdo
ingrato me despierta el gusto por tener un ron en la mano. Como
voy a seguir recordando otras páginas de mi diario, el ron me llega
en su justo momento.

Nada del pasado lo puedo cambiar; lo pretendo mirar con regocijo


y la mejor compañía será mi ron. Así pasaron las cosas y hay que
verlas con aceptación. No voy a reclamar que Dalia o Margarita no
me hicieron caso, que Eva y Rubí tengan sus propios caminos, que
ahora nadie me espera y a nadie busco. Venga el ron, amigo
concreto que me da placer.

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1 1.- T Z I T Z I K I
Con Tzitziki fuimos compañeros de la secundaria, sólo eso, no
hubo ningún trato de amistad. Uno de mis amigos vivía en su casa
y en los momentos que quedaban solos jugaban libremente
dejándose llevar por los deseos adolescentes. Él siempre se detenía
ante un posible exceso y ella provocaba con la frase: “¿Qué no eres
hombre?” Pero resistía, hasta que un día no lo hizo y como actitud
responsable, fueron a un municipio cercano para casarse por el
civil. ¿Qué iba a hacer esta pareja de estudiantes de secundaria, sin
recursos, sin trabajo, sin nada que respaldar su nueva situación
matrimonial? Ella se había escapado de su casa y él había roto la
confianza que le tenían. Como única solución él acudió con un
hermano que vivía en Guadalajara. Situación inesperada que ella
soportó solamente unos días y decidió regresar a su casa. Quedó
embarazada y los padres la ocultaron. Cuando nació su bebé, una
niña, los padres la registraron como de ellos y así creció.

Mi amigo, tan pronto como se fue del lugar estableció


correspondencia conmigo por muchos años. A veces me confesaba
su dolor de no conocer a su hija porque jamás pudo volver.

Cuando le cuento haber recibido mi nombramiento como Srio. De


Organización del comité municipal del PRI en la época de Carlos
Alberto Madrazo, inmediatamente me contestó criticándome
porque había traicionado nuestros principios juveniles y jamás me
volvió a escribir.

A Tzitziki la volví a ver 9 años después. Todos los viernes viajaba


de Zamora a Morelia y ella subía al mismo autobús en Zacapu. Yo
la recordaba bien por la estrecha relación con mi amigo y la
acompañaba a su casa. Se sorprendía que yo supiera su domicilio.

Unos años después la cambian a Morelia y muchos sábados la


visitaba porque empezó a nacer una verdadera amistad. Yo no
recordaba que tenía una hija y cuando la conozco, ya es una

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jovencita. Sus compañeras cumplían 15 años y la invitaban a sus
fiestas. Una vez, me pide que si puedo aparentar ser su padre
cuando vayamos a recogerla para presentarme con ellas y yo
acepté.

Con Tzitziki tuvimos temporadas muy diversas, a veces de mucho


acercamiento y a veces no tanto; en algunos círculos pasábamos
como pareja y en otros sólo como compañeros. La intimidad era un
tabú para sus principios y no me atreví a convencerla de otra
situación.

Pasa el tiempo, me alejo tres años. Un día la reencuentro con su


hija ya próxima a casarse y renovamos la relación amistosa.

La vida íntima no aparecía en tantos momentos compartidos, todo


era entusiasmo, alegría, animosidad. Todas las noches me retiraba
en taxi porque el servicio urbano terminaba en ese tiempo a las
nueve de la noche.

No recuerdo las intenciones que motivaron la búsqueda constante


de su compañía. Había un reencuentro de afinidades pero no sentía
la necesidad de un futuro compartido. Simplemente disfrutaba
todos los momentos.

Un día la prensa local habla de un asalto cometido la noche


anterior en un lugar cercano al domicilio de Tzitziki. En esa
avenida acostumbraba tomar el taxi para volver a mi casa, por eso,
esa noche, cuando me despido, la hija comenta que será un riesgo
caminar solo a esas horas por ese lugar y propone que me quede a
dormir y me iría al día siguiente.

Expresé que no era necesario ese temor y me retiraría como todas


las noches sin ningún problema pero ella insistió tanto que
convenció a Tztziki y ambas me ofrecían hospedaje por esa noche.
Acepté finalmente y en el interior me dirigí a una habitación para

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quedarme ahí, pero la hija, sorpresivamente me cierra el paso y me
dice:
- Aquí me quedo yo, tú te quedas con mi mamá.
- ¡Qué estás diciendo! – sorprendida dijo Tzitziki.
- Ay, mamá, ustedes son adultos…
Y entonces, sin pensarlo, esa noche hicimos realidad tantos deseos
reprimidos años atrás. La cortina de cristal de todos los tabúes
quedó rota en mil pedazos.

La primavera aparecía en mi vida en la floración concreta del


placer.

Nubarrones de incertidumbre aparecieron en el horizonte


motivados por una dualidad placentera que me enorgullecía pero
que Tzitziki no pudo aceptar y ese paraíso de intimidad
desapareció definitivamente.

Jamás volvió a hablarme. Cerró definitivamente todas las posibles


puertas de relación. Hace poco partió y queda su recuerdo
totalmente en el pasado.

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1 2.- J U L I E T A
El nombre de Julieta esta relacionado con una trágica historia de
amor. Hay un nimbo de prohibición que estimula lo atractivo y
estas dos condiciones mostraba Julieta en la gallardía de su porte.

Un día, habiendo terminado prolongadas sesiones académicas


donde participábamos, nos encontramos en condiciones diferentes
y cuando extendí mi brazo para estrechar su torso desnudo que
mostraba una blusa amarilla que no llegaba a la cintura, ella no
protestó y en los minutos de conversación que sosteníamos
mientras caminamos hacia la Central Camionera, en el centro de la
ciudad la mantuve ahí.

La conversación condujo de manera natural y espontánea a un


encuentro íntimo. Que se repitió las veces que ella visitaba la
capital del Estado.

Aprecié en Julieta la actitud de entrega total, sin exigencias ni


condiciones. Llegaban a ser momentos únicos de intercambios
afectivos, sin un mañana compartido. Abríamos un paréntesis en
nuestras rutinas conscientes de la fugacidad del momento.

Cuando en mi vida diaria aparecían constantes nubarrones de


incomprensión, la imagen de Julieta la consideraba un camino de
solución y ansiaba su llegada para reconfortar mi ego afectado.

No había profundas reflexiones en la solución que concebía pero


me parecía necesariamente adecuada.

Por fin, un día fui a buscarla a la ciudad donde ella vivía y el


regocijo de encontrarla chocó con la frialdad de su saludo.

Cuando le explico mi decisión de romper mis compromisos para


unirme a ella y comenzar una nueva vida, simplemente me dijo
que no era posible, ahora tenía un amante médico y no pensaba

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dejarlo. Lo nuestro había tenido sólo una distracción momentánea,
el médico vive en su ciudad y se ven más seguido.

Para mi fue una decepción grande porque imaginaba que los


encuentros íntimos iban a dejar de ser circunstanciales para
formalizarlos debidamente.

Me fui a La Paz, por unas semanas para alejarme de mi


circunstancia. Al volver, parecía que los nubarrones habían
desaparecido y el arco iris de la armonía esplendía en mi horizonte.

Pasaron algunos años y Julieta vuelve a buscarme pero no soy el


mismo. Había desaparecido la intención de compartir el camino y
los encuentros se limitan al placer sensorial.

Después desaparecen todos los vínculos y su imagen queda


detenida en un ejercicio de narrativa, solamente.

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1 3.- R O S A R I O
Ayer vi pasar a Rosario en la hora que la tarde se consagra en
pincelazos de gualda y violeta. Iba a llamarla para reencontrar en
su cabello castaño las rimas que tejí cuando corríamos contra el
viento de otoño. Ahora, el juego de su pelo con el aire semejaba
una Victoria emergiendo entre los trigales, como antes. Iba a
llamarla pero no quise romper ese instante al observarla tranquila
perdiéndose entre las sombras del jardín.

¿Qué lejanos me parecieron aquellos días! Las notas musicales de


la “Pantera rosa” atravesaron por mi recuerdo como el marco de
nuestra conversación interminable. Rosario era también “Mi bella
dama” y en algunos momentos le musitaba un trozo de la revista
musical:
“Una segunda juventud,
un nuevo día en mi vivir.
Yo me jactaba de ser libre,
de ser dueño de mi ser
hasta que al fin te conocí
y así aprendí a vivir
una segunda juventud.”

Porque con ella, las horas adquirían la emoción de una juventud


permanente; porque con ella, cada lugar nos dejaba su huella de
tiempo y de paisaje en un recuerdo intenso. A veces, el vaivén de
los trigales mecía los sueños y lecturas. Los naranjos y la hierba
fresca cubrían las horas furtivas junto al estanque.

Leyendo a Saint-Exupery, hacíamos nuestras sus palabras:


“Rosario, el trigo nada significa para mi, pero desde ahora me
traerá el recuerdo de estos minutos que compartimos.”. Desde que
aparecían las primeras espigas hasta que los granos eran segados,
el trigal pasaba por nuestra vida. Por eso cuando Rosario se fue,
en la página del diario escribí:

60
Trigo sin espigas es tu ausencia, amor;
silencio de orquídeas y de nardos,
impaciencia por ser mármol,
o ser agua o luz o sol,
pero no viento sin impulso y sin espacio.

La lluvia volvió a ser lluvia simple cuando mi mano ya no


encontró la suya para correr en busca del arco-iris. Mi hombro dejó
de recibir el somnoliento peso de su rostro y todo volvió a ser
común, la naturaleza y las cosas volvieron a ser precisamente
naturaleza y cosas.

Buscando su rostro, su litoral tibio y voluptuoso de oleaje


femenino, encontraba el oleaje del trigo.

“Ha llovido en el valle donde el viento se mece en


vaivenes de espigas, Oro viejo en un rumbo, verde tierno de trigo
dominando el paisaje.”

Ayer, cuando la imagen de Rosario se perdía en le jardín, volví al


libro que leía. Al abrirlo, encontré una gacela de Hafiz, poeta persa
del siglo XIV:

Y SE FUE
Ni un beso pude robarle…
Y se fue.
Apenas entreví su rostro puro…
Y se fue.
Nuestra unión que sólo era alegría
hoy sólo es amargura.
No logré retenerla…
Y se fue.
Qué ternura en su voz cuando decía:
“Nunca me iré del círculo bendito de tus brazos,
fuente de mi deseo. ¡Qué caricias...!”
Y se fue.
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Me dijo: “Si quieres mi presencia
Deberás renunciar a ti mismo.”
Todo lo abandoné…
Y se fue.
¡Qué altivo era su andar! ¡Con qué paso de reina
pisaba la hierbecilla tierna y las flores!
Yo no logré coger la rosa de su boca…
Y se fue.
¡Ay de mi! ¡Ay de mi!
Ni siquiera pude decirle adiós…
Y se fue.

Cerré en silencio el libro y caminé por varias calles con un mar de


recuerdo y un trigal de esperanza… ¡Oh, Hafiz! ¿Cómo dudar que
sentimos la misma ausencia?

Morelia, Mich., 1971.

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1 4.- L I L I U M I N G
Pau es una población francesa al sur, en el Departamento de
Pirineos Atlánticos, muy cerca de la frontera con España.
Sobresale en la población la blanca construcción de un palacio
circundado por jardines cuidados con esmero y el verdor de las
frondas de diversos árboles.

Desde el palacio, situado en una superficie plana, impacta a la


vista, las elevaciones de los Pirineos. (Estrictamente hablando, no
son elevaciones considerables pero en relación con el terreno, si es
notable la altura de la cordillera.)

Caminamos por una arbolada profusamente y nuestros pasos se


enlazaban con el rumor de las aguas del río Gave que atraviesa la
ciudad. Son las 9:30 de la noche y la quietud estimula el paseo
antes de llegar a nuestros dormitorios.

La conversación en un pequeño grupo manifiesta la admiración de


este momento, por la belleza que la imagen de la luna en creciente
nos ofrece reflejándose en las aguas del río.

Esta estela plateada sobre las ondulaciones del río, me hacen


pensar en un poeta chino que mi memoria lo identifica con los dos
amores de su vida: la luna y el vino.

- Este paisaje ¿no te recuerda a Li Tai Po? - Pregunto a mi


amiga Li Liu Ming.
- ¡Salvador, tú conoces a Li Tai Po! ¿Por qué lo conoces?
- En nuestros estudios de literatura universal se menciona y
confieso que me llamó la atención, su admiración
vehemente a la luna que fue la causa de su muerte.
- Sí, efectivamente y me sorprende que nuestros poetas
antiguos se conozcan en tu país.
- Corresponde a una intención de la educación de apreciar
los valores universales.

63
- ¿Por qué te llamó la atención la muerte de Li Po?
- Este poeta cantó toda su vida a la belleza de la luna. Una
noche que a orillas del lago se detuvo a contemplarla sobre
la superficie, no resistió la tentación de abrazar al astro
plateado y se arrojó a las aguas con la intención de llegar a
la imagen amada. Este abrazo con la luna no se cumplió
porque las aguas lo atrajeron hacia la profundidad y nunca
más emergió este poeta.
- Sí, es una de las versiones de su muerte. En
correspondencia a esta admiración por este poeta chino,
quiero cantarte una canción que además del “Cielito
lindo”, en China la reconocemos como mexicana.

Con su delicada voz de soprano, Li Liu Ming entonó unos


compases de “La paloma” con letra en francés y partes en chino.
Escucharla, fue un momento inolvidable de goce estético porque el
recuerdo de la patria llegaba en tonos delicados y además, afloraba
el sentimiento de la amistad.

- En mi país, - alternó Guld Yan, una compañera de Turquía


– también admiramos algunas expresiones del arte
mexicano. Yo, por ejemplo, siempre admiré, por su
grandeza, los murales de la biblioteca en Ciudad
Universitaria de México. ¿Es cierto, que están hechos con
pequeños mosaicos de colores?
- Sí, es una obra de los grandes muralistas mexicanos,
Siqueiros.
- En nuestros libros de primaria en Turquía hay una
fotografía de ese mural.

El paseo llegaba a su fin. Otros temas fueron apareciendo en la


conversación y quise guardar este momento como una muestra de
cómo lo mexicano se aprecia en otras latitudes, porque
efectivamente, para el arte no hay fronteras.

1 5.- N I C O L E
64
En la Ciudad Universitaria de París algunos países han construido
residencias para los estudiantes. Una de ellas es La Maison de
Mexique, un edificio blanco de seis pisos con motivos mayas en un
mural anexo en el frente. Iba a estar un mes en esa Ciudad Lux y
encontré hospedaje en este edificio. Cuando se construyó, en los
años sesenta, la revista Siempre! publicó la maqueta en sus páginas
interiores. Ahora tenía la oportunidad de conocerla directamente.

Un día en La Defense, uno de los barrios modernistas, se ofrecía


un concierto de luces y agua. En una fuente, los chorros subían y
bajaban según la música y reflectores de varios colores se
encendían siguiendo la armonía.

Un compañero español, al escuchar una pieza me pregunta:


- ¿Es Carmina Burana, verdad?
- Sí –contesté sin saberlo, porque conocía el nombre del
autor, Karl Orff, pero nunca la había escuchado.
- ¿Cuando termine el concierto me acompañas a saludar a
unas amigas?
- Sí. – Volví a contestar y como no tenía nada planeado,
pensé que sería bueno ir con él.
Nos dirigimos hasta el Barrio Latino porque cerca vivían sus
amigas Nadine y Nicole. Las dos estudiaban y trabajaban en
vacaciones para sostenerse. Nadine venía de Polonia y Nicole del
centro del país.

Fue un recibimiento amistoso y me dieron su número telefónico


por si volvía otro día. El compañero español regresaría pronto a su
país y yo me iba a quedar más tiempo.

Otro día llamé para saludar a Nadine y Nicole y sólo estaba una de
ellas. La visité y salimos a caminar. Ella quería conocer un animal
mexicano mencionado por Cortázar. Se trataba del ajolote y en el
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Jardín de Plantas – así se llama este lugar y es frecuente en otras
ciudades francesas – cerca de la Gare de Austerlitz hay un
ejemplar que se puede observar. Nicole había leído a Cortázar y
tenía esa tentación de conocer un animalito tan especial. Además
de la mirada que parece comprobar su sentido de percepción,
Nicole quedó maravillada por la finura de las manos del animalito.

A partir de ese momento mis visitas a Nicole se hicieron más


frecuentes. Un día me dice que quiere probar la paella y fuimos a
un pequeño restaurante por el lado de Montparnasse. En ese lugar
de ambiente español, había un trío latinoamericano y mi amiga se
emocionó cuando escuchó:
Recuerdo aquella vez
Cuando te conocí,
Recuerdo aquella noche
Pero no me acuerdo ni cómo te vi.
Pero si te diré
Que yo me enamoré
De tus lindo ojos
Y tus labios rojos
Que no olvidaré.
Oye esta canción que lleva
Alma corazón y vida
Esas tres cosas te ofrezco
Y nada más
Mi amiga dice no hablar español pero si lo entiende porque se sabe
que el europeo tiene esa experiencia políglota. Nicole prepara una
licenciatura en letras rusas y se siente atraída por el español por la
lucha sandinista, la canción chilena de protesta como:
De pie, marchar,
66
Que vamos a triunfar
Avanzan ya,
Banderas de unidad...
O la canción de Jorge Saldaña: “Juan sin tierra”. Tiene en su pieza
un cartel con el poema de Benedetti: “Si te quiero es porque sos,
mi amor, mi cómplice y todo y en la calle, codo a codo, somos
muchos más que dos.”

Un día me dice que tiene examen de ruso y no piensa presentarse


al examen, mejor lo presentará en extraordinario en agosto. Entre
otras frases le digo:
-Nicole, no hay que sentirse derrotada antes de la batalla.
Le pido que me explique en qué consistirá su examen.
- Tengo que exponer mi comentario de una obra rusa.
- ¿Y ya la leíste?
- Sí, no fue difícil.
- Vamos a hacer un ensayo, imagina que yo soy el profesor
y empieza a exponer.
Al principio rechazaba mi proposición pero por tanto insistir
aceptó. Le dije que sólo era un ejercicio más. Cuando ella me
hablaba en ruso explicando la novela leída, la interrumpía para que
me diera más detalles del hermano, de la fábrica o del amigo. Se
sorprendía pero daba las respuestas que yo no comprendía. Ella no
sabía que yo conozco algunas palabras rusas y por eso al
reconocerlas, le pedía que me hablara más de ellas.

Complacida por este ejercicio, me pidió que revisara los verbos del
examen; me dio su libreta y empezó a decirme los verbos en las
formas usuales, infinitivo, presente y participio. Como sé leer ruso
comprobé que todo había dicho bien. Al día siguiente presentó el
examen y fue aprobada.
67
La visité otras veces y cenaba en su departamento o salíamos al
Barrio Latino. Una noche encontramos un restaurante libanés y
pasamos un grato momento. De música francesa le confesaba mi
predilección por Ives Montand, Aznavour y Jacques Brel. Otros
más nuevos no los conocía bien.
- Debes conocer a Barbara – me dijo – Es autora de sus
propias canciones. Es distinguida y no le gusta el
espectáculo, es más discreta.
- ¿Cuál te gusta de ella?
- “Le mal de vivre” (El mal de vivir) Ven vamos a
escucharla y te regalo este cassette.
Cuando regresé a mi país, ella fue al aeropuerto a despedirme. Son
despedidas que no sabemos si son finales totalmente porque ya no
volveríamos a vernos.

Después me escribió desde la Unión Soviética porque tuvo una


beca para perfeccionar sus estudios de letras rusas. Hubo muy poca
correspondencia y ya no supe de ella. Años más tarde me escribió
Nadine y me comunicó que Nicole se había casado y ella estaba
por cambiar de domicilio y ya no supe más.

Recuerdo a Nicole en la turgencia de sus 22 años, en las amables


discrepancias que teníamos y en algunas coincidencias de tipo
social. Ella admiraba a George Marchais, líder del Partido
Comunista Francés y confiaba en la insurgencia latinoamericana
ante “el galgo terrible que mata panameños, chilenos y mexicanos”
porque “A desalambrar, a desalambrar, que la tierra es nuestras es
tuya y de aquel.”
1 6.- A V E
Ave es una amiga de hace muchos años. Siempre nos hemos
llevado bien con absoluto respeto. A veces encuentra admiradores

68
o enamorados que intentan atraer la delicadeza de su afecto, léase,
cariño.
El compañero Eleuterio, seguramente alguna vez intentó acercarse
a ella y al no conseguirlo, imaginó el encuentro en su
computadora, porque una vez me acerqué a ese instrumento de
trabajo y leí:
- ¡No, qué les pasa!
- No nos engañes; si bien que se ve cómo se miran cada que
se encuentran.
- Él es un buen amigo, no más.
- Parece más que eso. Cuando lo ves, tu rostro se transforma
con una expresión de apacible dulzura. Estás atenta a cada
palabra que pronuncia y tu sonrisa confirma la
coincidencia con tus pensamientos.
- Es un buen amigo y lo aprecio mucho es cierto, pero nada
más.
- Si te propusiera algo, ¿aceptarías?
- ¡Ay, ustedes con su mente cochambrosa! Ya volvamos al
trabajo.
- Pero, dinos...
- ¡No, no, no, a trabajar!
Las muchachas volvían a sus escritorios y Ave continuaba en la
computadora definiendo la estructura de la página a su cargo.

No quiso pensar en las insinuaciones de sus compañeras acerca de


Monsieur de Rien; ella tenía otros intereses. Era cierto lo que les
dijo, que a Monsieur de Rien lo apreciaba mucho. Era una amistad
de varios años y se mantenía casi igual desde el primer momento.
No era el hombro de apoyo que se busca en los días de tormenta,
pero sí encontraba en él a la palabra amiga que sugería, orientaba y
ayudaba a decidir los caminos que tendría que recorrer.
Las notas de la sinfonía 40 de Mozart de su celular interrumpieron
este momento

- Sí mi amor, en la oficina.
69
- ... ... ...
- Sí, ¿a qué horas?
- ... ... ...
- ¿Debo ir vestida formalmente?
- ... ... ...
- ¿Te gustaría que me pusiera el traje blanco?
- ... ... ...
- Ahí estaré puntualmente.
- ... ... ...
- Sí mi amor, yo también.

Gustavo Adolfo había llamado porque había obtenido una mención


académica en una institución educativa. Habría una ceremonia
protocolaria y deseaba compartir esta distinción con Ave,

- ¿Quién te llamó?
- Anda, dinos.
- ¿Fue tu amigo de Rien?
- No sean curiosas – cortó Ave la intromisión y
siguió con su trabajo.
- ¿No nos vas a decir?
- ¡No!

Volvieron a retirarse las muchachas, no sin mirar repetidamente a


Ave, por no haber satisfecho su curiosidad.
Cuando Ave concluyó el diseño de la página miró su reloj y
calculó estar a tiempo para acudir a su cita. Abordó su auto y se
dirigió primero a su casa para cambiarse, ponerse el vestido
blanco, retocar sus pestañas, agregar un poco de perfume y arreglar
el mechón sobre su frente.

Al llegar al recinto académico, el protocolo iba a dar comienzo.


buscó un lugar en la parte derecha de la sala, cerca del estrado
principal donde pudieran encontrarse en la mirada Ave y Gustavo
Adolfo. La expresión radiante de ella contagió las líneas sobrias

70
del rostro de él y en la distancia se apreciaba un puente de
profundo significado afectivo entre los dos.

Concluida la ceremonia formal, en una gran sala contigua se


ofreció un brindis. Ave se desplazó entre los asistentes buscando la
oportunidad para felicitar amorosamente a Gustavo Adolfo pero
pequeños círculos de amigos, autoridades, compañeros, periodistas
o simples invitados lo iban atrayendo dificultando el encuentro.

Ave pensó mejor en los momentos de intimidad y se mantuvo en


su sitio saboreando el vino blanco que un mesero había ofrecido,
mirando complacida todos los halagos que ofrecían a su
compañero.

Finalmente, las autoridades de la institución se retiraron con


Gustavo Adolfo a una sala privada para tratar diversos asuntos.
Ave hizo un ademán sencillo para despedirse porque supuso que
hoy ya no podrían encontrarse. Gustavo Adolfo, entre las personas
que lo rodeaban, logró responder con un gesto sonriente.
Ella sabía que eso podría pasar. No sentía ni tristeza, ni enfado. No
había ningún vacío. Ligeramente sintió en el fondo una ligera
sensación de insatisfacción, pero sólo fue una fugaz ilusión. La
vida continuaba y tenía muchas cosas que hacer.

Monsieur de Rien tomó el portafolios revisando llevar los libros


que necesitaría con Berta para asesorarla en el ensayo que ella
debía presentar en fecha próxima. Berta lo había invitado a cenar y
trabajarían después para avanzar en la redacción final.

Así fue. Los platillos cumplieron su misión de agradar y después


del café y del pousse-café, Berta y Monsieur de Rien fueron a la
sala con los materiales para el trabajo
- Me gusta trabajar con música
Antes de regresar a casa, iré a buscar unos discos
¿no le molesta, monsieur de Rien? – dijo Berta
dejando solo a su invitado entre los papeles a revisar.
71
- No me molesta, Berta, adelante

Ave recordó la invitación de Berta para tomar un café en su casa


porque deseaba contarle algunas preocupaciones que tenía con las
relaciones afectivas en este momento de su vida.
Tenía muchas dudas y deseaba tomar algunas decisiones.
No se imaginaba el asunto que parecía ser urgente de atender.

Ave tocó el timbre y Berta salió a recibirla.


- Hola Berta, aquí estoy. ¿Qué asunto te preocupa?
- ¡Bienvenida Ave! Es el amor secreto, callado por
prejuicios.
- No te entiendo. ¿Tú...?
- Ya lo sabrás. Quiero pedirte una gran disposición hacia lo
desconocido.
- ¿Qué...?
- No me malinterpretes, pasa. No te haré daño.

Ave no comprendía el sentido de las palabras de su amiga y quiso


preguntar el significado de todo eso, pero Berta le pidió que
esperara.

Monsieur de Rien observó a la visitante y su rostro se transformó


sorpresivamente en expresiones de regocijo acelerado difíciles de
ocultar.
Berta le pidió silencio.
Ave fue tomada con delicadeza y Berta insistió:
- No tengas miedo; confía en mí.
- ¿De qué se trata?
- Ven
- ¿De qué se trata? – insistió Ave.
- Creo que no me equivoco, confía en mí.

Una venda oscura fue puesta en los ojos.


- Ahora vamos a vivir estos minutos...
- ¿.......?
72
Con los ojos vendados la dama fue conducida hasta la sala.
Monsieur de Rien, perplejo, no sabía qué decir. Berta se acercó y
colocó una cinta adhesiva en los labios de él para desterrar las
palabras en ese momento.

Una dama salió y otra se quedó inmóvil unos segundos. Quiso


quitarse la venda de los ojos, pero una mano masculina la detuvo
suavemente. El pensamiento de Ave trató de explicarse lo que
estaba pasando. Imaginó el encuentro con una persona amada, pero
¿por qué así, en ese misterio? Era emocionante, sin embargo,
dejarse llevar por esa novedad.

“-Antes, usted pasaba como nube Soy un fuego


encendida de rocío, ansioso de erupción
yo ignoraba su nombre para que el volcán
y la distancia para llegar que emerja
al cauce de su sonrisa presentida” cubra de lava placentera
Recordó Monsieur de Rien al poeta. el litoral de mi cuerpo
Pensó Ave

El silencio avivó la curiosidad por lo que iría a pasar. Ella volvió a


sentir la necesidad de descubrir sus ojos y correr pero la mano
masculina la detuvo tocando el hombro izquierdo, presionando
ligeramente para convencer de no escapar. Los cuerpos volvieron a
quedar inmóviles, tocándose en los brazos. Él sirvió una copa de
vino blanco, la colocó en la mano de ella. Chocaron las copas y
ella probó lentamente el líquido servido. Él apretó el botón del
estéreo y apareció la música en el ambiente. Era una música ligera
que invitaba a mecerse a su compás. Cuando se escuchó “Íntimo
secreto” de Esparza Oteo se tomaron de la mano y giraron
graciosamente en el espacio reducido de la sala. Siguieron otras
melodías semejantes que fueron tarareadas para ejemplificar las
sensaciones:
Luego, la música invitaba a imaginar paisajes: Los cuerpos se
entrelazaron para identificarse en las imágenes motivadas por las
frases musicales. Se acariciaban y se estrechaban sin prisa ni
73
violencia. Hubo un silencio prolongado y luego, las notas del
saxofón trajeron los acordes del jazz clásico. La música llegó a la
superficie cutánea y se sintió el estorbo de la ropa. Él desabotonó
el vestido por la espalda, ella los botones de la camisa, primero. En
el solo de piano, ella se desplazó con las manos en alto y luego fue
despojándose de toda su ropa. Él imitó los movimientos haciendo
lo mismo que ella. En el solo de la batería, los dos cuerpos
recreaban en su espacio las frases rítmicas y cuando volvía el
saxofón se entrelazaron siguiendo la melodía.

El jazz dominó todo el momento siguiente. Los cuerpos


encontraron sus manantiales de satisfacción. Diástoles y sístoles
recuperaban sus ritmos enriquecidos de ternura y una sonrisa
placentera se extendía en cada centímetro de piel.

Los minutos transcurrieron como un espacio egocéntrico, único e


irrepetible. Como observar un bello atardecer. Las palabras fueron
innecesarias.
Cuando Bertha volvió, quitó la venda de los ojos y estrechó a la
pareja.

- Inolvidable – dijo Ave


- Inolvidable – confirmó M. de Rien.

1 7.- S O P H I E
Tú conociste mi historia desde un principio, por eso te voy a contar
qué es lo que pasó. Cuando nos encontramos en aquella reunión
con todos tus amigos, ¿recuerdas que nos integramos fácilmente a
tu grupo? Desde ese día cambio nuestra vida porque no nos
74
faltaban motivos para festejar cualquier simpleza. Pietro y yo sólo
teníamos algunos meses de matrimonio y en esa etapa de
conocerse más a fondo coincidíamos en compartir con las
amistades nuestra armonía de pareja.

Teníamos poco tiempo de haber llegado a ese lugar y no


conocíamos a nadie. Las posibilidades de encontrar trabajo nos
hicieron establecernos ahí y eso nos permitió encontrarnos contigo
y el grupo que espontáneamente nos ofrecieron ese calor humano
de la amistad que carecíamos.

Yo pasaba por momentos difíciles que me hacían estar en contra de


todo, una desesperación por no encontrarle sentido a la vida, por
vivir una soledad extrema, real, lacerante, al parecer interminable.
Culpaba a la vida, a lo que llaman destino o me culpaba a mí sin
tener el valor de analizar algunos momentos de mi vida.

Entonces, en aquella playa lejana en donde pasaba mucho tiempo


observando la lejanía del horizonte, en donde sentía mi pequeñez
frente a la tenacidad del oleaje y su inmensidad azul, apareció
Pietro, con una sonrisa franca, envolvente, irresistible. Las
palabras iniciales establecieron un puente amplio para conocernos.
Él pasaba por una situación semejante a la mía, con la diferencia
de su optimismo por buscar salidas, su confianza para superar ese
eclipse y yo me sentí atraída a su mundo sin dificultad. Unos días
después, me propuso matrimonio y mi vida cambió rotundamente.
Así llegamos, con un nuevo proyecto de vida.

Contigo, con Luis, Gaston, Tina, Marissa, Didier, Nancy y nuestra


vecina Carolina, formábamos una familia inseparable. Cuando nos
reuníamos todos, los fines de semana, nos pasábamos horas,
conversando, cantando, bailando y haciendo tantas ocurrencias
como cuando se metieron al mar a medianoche a final del invierno.
Tú y Nancy.

75
Esa noche, habíamos invitado a unas nuevas amigas que querían
conocernos, por la fama que teníamos de pasar veladas agradables.
Después de los brindis y los platillos y de la charla amena,
decidieron partir y nos ofrecimos a llevarlas en los autos de Didier
y Gastón, para ir toda la bola a dejarlas en su casa. Vivían en la
playa, a 15 kilómetros. Cuando llegamos, las dejamos en su casa,
Nancy se dirigió a la playa y observando la tranquilidad de las
aguas dijo:
- ¡El mar…! No puedo irme sin sentirlo en mi cuerpo.
Mirando como extasiada el suave oleaje de la bahía, empezó a
desnudarse dejando la ropa a su paso. Caminó lentamente hasta
que el mar llegó a su cintura, se sumergió hasta el cuello y salió.
En la playa ustedes discutían si la iban a dejar sola.
- Ve con ella, Gastón, es tu compañera.

- Métete tú, Didier si tienes ganas.


En esa discusión todos acordaron que fueras tú, quien se
metiera al agua pero ya Nancy venía de regreso. Iba
recogiendo su ropa y tú te quitaste la gabardina para cubrirla,
entonces te dice:
- Si tú te metes, me vuelvo a meter contigo.
Por la presión de todos, aceptaste y Nancy te acompañó. Tú, en
un arrebato de locura te sumergiste y sentiste el rigor de la
temperatura a 4 grados. Saliste temblando y moviendo piernas
y brazos para recuperar un poco de calor con el ejercicio. Fue
una locura.

Era una convivencia de armonía muy espontánea. Por eso,


cuando tuve unos días de descanso, quise volver a mi tierra,
ver a mi familia con la que había roto desde hacía mucho
tiempo. Pero yo no era la misma y quería ver a los míos.
Cuando Carolina, nuestra vecina, me acompañó a tomar el tren
con Pietro, se me hizo fácil decirle:
- Te encargo a Pietro, Carolina.
- Sí, no tengas pendiente.
76
Partí por unos días con la confianza de que todo iba a estar
bien. A mi regreso, Pietro no podía ir a recibirme en la
estación y te pidieron que fueras tú. Fue una sorpresa
encontrarte en el andén y me dio mucho gusto tener a alguien
para empezar a contarle lo que había sido mi viaje. Luego, ya
recuerdas lo que pasó. Cuando Pietro llegó, hicimos una cena y
sólo estabas tú y Carolina. Cuando tú te despediste de
nosotros, quedamos Pietro, Carolina y yo.

Entonces, ellos se toman de la mano y me dicen que mientras


yo estaba ausente, ellos se habían encontrado con afinidad y
habían decidido vivir juntos.
- Para asegurar tu estancia, puedes seguir usando tu nombre
de casada, te dejamos la buhardilla donde vivíamos.
Nosotros nos vamos a otro lugar.
Para mi fue un golpe terrible porque no me imaginaba que esto
pudiera suceder tan pronto. Quise llorar, suplicar, pedir
explicaciones, pero para ellos estaba todo decidido.

Luego, la compañía de ustedes me hizo sobrellevar el peso de la


soledad. Comprendí mi situación y me convencieron de que sólo
era una página de mi vida, no la vida entera. No fue fácil
aceptarlo, pero finalmente así lo entendí.

Platicando con amigos de Nancy, ¿recuerdas?, supimos de un café


que atendía a sus clientes hasta altas horas de la noche y decidimos
conocerlo. El café estaba cerrado al público pero con la contraseña
podíamos pasar. Cuando hablaba de mi situación, yo les conté que
ya tenía pretendientes, incluso, un viudo joven con un hijo, que
para mi era el mejor candidato, aunque no me gustaba mucho la
idea de cuidar a un niño. Todos coincidían en la libertad que tenía
para rehacer mi vida y aconsejaban que lo que determinara sería lo
mejor para mi.

77
Más allá de las apariencias, encontramos mundos amplios,
complejos y desconocidos. Te digo esto porque una noche que
fuimos a ese café, el mesero me llevó aquel recado que motivó
comentarios chuscos y bromas. El recado me lo enviaba una dama
situada al fondo de la sala; su semblante serio, de presencia
agradable y su mirada enmarcada elegantemente con una línea
negra que hacía distinguir sus pestañas. Me invitaba a su mesa y
cuando voltee a mirarla, con un ademán discreto me llama junto a
ella.
Ustedes bromearon mucho por esa invitación.
- ¡Qué pegue tienes, Sophie!
- Cuando el amor es bueno, no importa el sexo.
- ¿Qué vas a hacer?
- Voy a aceptar la invitación.
- No, Sophie, ten cuidado,
- No, no, Sophie.
Acepté esa invitación para tomar un café con ella, quien se
presentó con toda claridad en sus intenciones. De momento yo no
sabía que decir, ni explicarme por qué esa situación me estaba
pasando a mí. Jamás tuve esa tentación de acercarme a ese mundo.
Su palabra insistente, dominadora, me convencía con facilidad.
Cuando volví a la mesa con ustedes, yo no podía creer lo que había
pasado. Las preguntas de ustedes querían saber todo lo que pasó y
sólo les dije.
- Me invitó a su casa a tomar un café.
- ¿Y vas a ir?
- ¿Sabes a lo que te expones?
- Cuando mucho a un intercambio de caricias – les dije
minimizando el hecho.
- No, Sophie.
- No, no.
A ti te platiqué después que si había ido a esa cita. Nunca me
imaginé que algo como esto podría pasar. Fue una experiencia
diferente, totalmente diferente. Luego, dejé de frecuentarlos a
78
ustedes y ya no tuvimos oportunidad de compartir ningún
momento. Sólo tú me visitabas o me invitabas a comer y entre los
sorbos de nuestro Bordeaux rouge, te confesaba que mi vida iba
cambiando. Tú nunca me reprochaste nada y por eso siempre
pienso que te recuerdo con un gran cariño.
Sé que tú me vas a comprender. No quiero exponer ningún
argumento circunstancial para explicar una realidad, no es
necesario. Menos justificar mis actos, como tú decías, la
justificación sólo pretende hacer parecer “justo” una anomalía por
cumplimiento, “cumplo” pero “miento”.

Simplemente, ahora estás en un lugar lejano y no nos veremos


pronto, quiero que sepas: mi vida ha cambiado totalmente, ahora
vivo con Mary.
Sophie.

79
1 8.- Y O L A N D A
Un día llego a la oficina y todos mis compañeros me preguntan
“¿Quién es esa mujer tan bonita”. “¿Por qué te vino a buscar?”
Yo no sabía de quién me estaban hablando. El subdirector me
llama y me dice:
- Vino una joven a buscarte y la invité a tomar un café aquí,
mira su taza, se acaba de ir y dejó este recado. ¿Quién es?
- No sé, maestro, déjeme leer el recado.
Al leerlo, sólo me da su número telefónico para vernos más tarde
porque tiene algo para mi. Ella trabajaba en el Palacio Clavijero, al
llamarla, quedamos de vernos en el Jardín de las Rosas.

Cuando llego al jardín, espero la llegada de una desconocida junto


al monumento de Cervantes. Unos minutos más tarde se presenta
una joven, cabellera negra, ensortijada, cayendo sobre sus
hombros, enmarcando sus ojos vivarachos y una pícara sonrisa.
- ¿Maestro E..? – Me pregunta.
- Sí y ¿Tú?
- Me llamo Yolanda - dijo y nos sentamos en una banca del
jardín.
Una de mis alumnas de Coahuayana había traído un trabajo
académico que requería mi revisión. Encargó a su prima entregarlo
y por eso había ido a buscarme Ahora al conocerla, sin tener nada
previsto, a las frases de presentación nació una plática que duró
casi la media hora.

Había sido una agradable experiencia conocer a una persona con


tanta facilidad para conversar con un desconocido. Cuando nos
despedimos, pregunté si era posible verla después.
- Claro, con mucho gusto – respondió.

80
Como me había dicho que tomaba un taller de actualización por las
tardes, un día la esperé a la salida de la institución y caminamos
rumbo a su casa. Otros días repetí esta oportunidad de conversar
para irla conociendo mejor. Suponía que ella tenía la misma
intención porque su actitud parecía confirmarlo. Un día, se
entretuvo mucho tiempo en salir, sin embargo la esperé. Y era más
tarde cuando salió y nos encaminamos a su casa. Al llegar al
jardín, me dice:
- Ahí viene mi mamá y no viene sola, viene con el novio.
Al escuchar esa frase, supuse que su mamá venía con su novio y
me sorprendía esa rara circunstancia pero no tuve tiempo de pensar
más porque al encontrarnos, me presenta.
- Mamá, él es el maestro E. Él es mi novio Juan – me dijo.
- Como ya era más tarde, venimos a buscarte.
Yo me despedí, ocultando esa decepción por conocer al novio de
Yolanda. Se había roto el sueño de llegar a conocerla más
ampliamente para intentar formar una pareja por algunas
afinidades que percibía. Ahora, todo sería diferente. Ya no la
buscaría.
Pasaron algunas semanas y un día, en el centro, me encuentro a
Yola con otra persona y rápidamente con esa sonrisa pícara, me
dice
- Mira, te presento a mi novio Luis.
- ¡Ah!, Mucho gusto – dije admirando la expresión alegre de
Yola. Por su sonrisa, entendía que éste era otro.
Mas tarde, me habla por teléfono para preguntarme si no estoy
sorprendido por su otro novio.
- Este es el del trabajo, no puede verme en las noches.
Escuchaba la tranquilidad con la que justificaba tener dos
novios al mismo tiempo. En mi interior, borré todas mis

81
posibles vías afectivas con Yolanda. Quedaría sólo como una
persona conocida y nada más.

Un día, me llama por teléfono y me pide que vaya a recogerla


al Palacio Clavijero.
- No puedo salir con Luis, porque Juan está afuera
esperándome. Como los dos te conocen les conté que tu
mamá es amiga de mi mamá y me invitó a comer, por eso
tú vienes por mi, para llevarme con tu mamá. No hay
problema, como los dos te conocen creyeron mi
explicación
- Bien, no tardo.
Cuando paso entre los dos galanes, siento erguido mi caminar y
abrazo victorioso a la doncella rescatada. Ella no dijo nada y
salimos triunfantes.
- Siempre noté que estás interesado en mi, ¿es verdad?
Me sorprende la pregunta y no sé como contestar. Al fin
reconozco.
- Sí, al principio me sentí atraído por tu facilidad de palabra
y por toda tu belleza.
- Lo imaginé desde un principio. Pero tengo muchos
admiradores. Yo, quiero a un muchacho de México que
viene de vez en cuando. Él está en primer lugar. Juan y
Luis le siguen y hay otros. Tú estás en séptimo lugar, no
pierdas las esperanzas.
Fue una confesión interesante pero ajena a mis intenciones. Me
daba risa sentirme en el séptimo lugar en la escala afectiva de
Yolanda. No era un problema para mi.

Pasaron algunos meses y un día me llama. Me pide que pase por


ella a su trabajo sin ninguna explicación. Así lo hago, la acompaño
a su casa y al despedirme me pregunta:

82
- ¿Puedes venir en la tarde, a las 6?
- Sí, claro, aquí estaré
Eran los tiempos del Corpus cuando en Morelia se colocaban
puestos en torno a la plaza principal y a Catedral. Había trompos,
baleros, dulces, frutas, golosinas y algunos juegos. Sobresalía un
trenecito eléctrico, al detenerse en una ciudad, premiaba a quien
había comprado ese nombre. Tal vez compramos un plátano
macho, unas fresas con crema o un algodón de azúcar. Volvimos
en la noche a su casa y se despide con el ¿vienes mañana? Que yo
acepto.
Al día siguiente llevé a Neruda, caminamos por las orillas de la
ciudad y a la sombra de un árbol leí los poemas, 1,5,10 y 15. Para
comentar los mensajes, las imágenes. En ese momento, pensando
que a veces la persona amada no está presente, sentimos nuestro el
poema diez.
Y tú, ¿dónde estabas?
¿Entre qué gentes?
Diciendo qué palabras.
Entonces, haciendo a un lado los poemas, Yola me toma de la
mano y me confiesa:
- ¿No te has dado cuenta que estás en primer lugar?
No dije nada. No mostré ni alegría, ni entusiasmo. Yo no tenía
ninguna aspiración de llegar al sitio que me estaba dando. Ella es
agradable, atractiva, bonita, despierta, pero, está borrada desde
hace mucho tiempo de todas mis intenciones afectivas.

Nos seguimos viendo y un día sin más protocolo me dice:


- ¿Qué tal si nos casamos un día?
- Bueno, sólo si tu papá nos construye un cuarto en tu casa.

83
“Para que ellos te cuiden mientras no estoy contigo” No lo dije
pero lo pensé inmediatamente, porque ahora estoy en su lista en
primer lugar, ¿Por cuánto tiempo?

El 24 de junio me llega un telegrama diciendo que el 1º de julio


debo estar en Bordeaux, Francia para continuar mis estudios y no
tengo nada preparado, ni pasaporte, ni boleto. Voy a una agencia
de viajes para organizar mi salida y llevo propaganda de aerolíneas
en las manos cuando me encuentra Yolanda en el centro de la
ciudad.
- ¿No me digas que vamos ir a París de viaje de boda?
- ¿Recuerdas de los trámites para una beca de estudio en
Francia? Ya llegó y debo estar allá pronto.
- ¿Te vas a ir? ¿Y yo? Piénsalo bien, tus estudios o yo.
- Los estudios son… No alcancé a terminar la frase porque
al escuchar las primeras palabras, Yola dio la vuelta en
forma violenta y dijo:
- Entonces adiós.

Durante mis tres otoños en Francia envié una carta a Yola y


jamás contestó. No esperaba respuesta así que no me afectó.
Nos encontramos después y nos saludamos. Una semana
después de mi matrimonio, la encuentro en el Correo y me
dice:
- ¿Es verdad que te casaste?
- Sí. – Le dije.
- Siempre tuve la esperanza que te casarías conmigo…

Nuestros caminos son diferentes, ella se casó más tarde y no nos


hemos vuelto a encontrar. Así pasaron las cosas y nada podemos
cambiar, Todo lo que pasó fue lo mejor que pudo haber pasado.
11 abril 2013.
84
1 9.- A R A C E L I
Fue una página prohibida en mi vida. Los tabúes siempre han
existido, a veces como estímulo a romperlos o como barrera
limitante. Araceli estaba en esta segunda condición.

Por razones de trabajo compartíamos muchos momentos con mi


amigo O. Era una relación estrecha que frecuentemente
extendíamos la conversación a la hora del brindis a mediodía o en
la noche. La cerveza, el brandy o el tequila siempre estaban en
nuestras manos, pero nunca hasta la embriaguez.

A veces comía en casa de O y su esposa Araceli nos atendía con


prestancia. Apreciando su juventud y considerando que los lazos
del matrimonio requieren de estímulos constantes, una vez
recomendé a O la importancia de traerle a su esposa un perfume o
un vestido nuevo con la intención de avivar la relación
matrimonial. Me respondió secamente.
- Son ridiculeces, ella es mi vieja.
- Ve al cine con ella, sal a pasear. – Insistí.
No hubo respuesta y comprendí que mi amigo O concebía que la
esposa estaba ahí para atenderlo y nada más. También comprendí
que no debía meterme en su vida privada. Sin embargo, no medí
mi intervención cuando a la hora de la comida, Araceli decía que
ella no iba a comer. No pude evitar meter mi cuchara y dije:
- Señora, usted puso mucho cuidado en la preparación de los
alimentos, debe ser la primera en gustarlos.
Esta expresión mía recordaba a Gibran Jalil Gibran quien
recomienda que en la elaboración del pan se haga con tanto esmero
pensando que el producto puede ser probado por la persona amada.
No me di cuenta que despertó en Araceli el deseo de ser atendida
de manera particular. Por eso, en otras ocasiones que O me
invitaba a comer, Araceli volvía a decir que ella no comería. Yo
repetía mi frase y como no había resultado, un día, me levanté de

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la mesa y yo mismo le serví. No me di cuenta del error, porque ella
aprendió que yo podría atenderla, como nadie lo hacía y a partir de
ese momento encontraba cada vez un argumento para que yo
saliera a complacerla.

La actitud de Araceli era muy obvia y percibí que estaba vertiendo


hacia mi una expresión afectuosa, atrevida y comprometedora.
Entonces decidí no volver a su casa. Con O manteníamos la misma
fraternidad, sin ningún cambio.

Un día, nos invitan a comer en el campo y van las familias,


esposas, hijos de todos los de la oficina. Hay mucha cerveza,
brandy y tequila, carnes asadas, guacamole y un ambiente festivo.
Al regresar, algunos compañeros aceptan la invitación de H de
continuar la fiesta en su casa, O y otros compañeros aceptan y
mandan a sus esposas e hijos a sus casas porque ellos irían a la
casa de H. Araceli, viendo que yo no iría a continuar esa parranda,
se acerca y me dice:
- Aquel va a llegar muy tomado en la noche y eso no me
gusta. Tú me tratas en forma muy especial y no vas a ir
con ellos, quédate conmigo.
- No, Araceli, no puedo, no puedo.
Esta sorpresiva actitud de Araceli confirmó mi decisión de no
acercarme más a su casa. Era un bello tabú pero no estaba en mis
intenciones romperlo.
Muchos meses después, paso cerca de una capilla funeraria y
encuentro a Araceli. Un vecino había fallecido y estuvo en el
rosario para acompañar a la familia. Ya es noche y la acompaño a
su casa. Me reclama mi ausencia de tanto tiempo y no puedo
explicar la verdadera razón. Ella me confiesa que mi trato le
despertó un afecto desconocido porque nadie se lo había ofrecido
con tanta espontaneidad y desinterés porque yo nunca me acerqué
a ella con malas intenciones y cuando aquella vez me invitó a

86
quedarme en su casa yo la rechacé.¡Cómo era posible que yo la
hubiera rechazado! ¿Es fea, desagradable, gorda?
- No, señora, usted es esposa de mi amigo O.
- No me digas señora, porque para ti soy señorita
- Señora, es esposa de mi amigo y tiene dos hijos, Es señora
- Pero a ti no te consta
La acompañé a la puerta de su casa, sus hijos dormían y su esposo
no estaba. Acostumbraba llegar más noche, seguramente ebrio. Me
pide que me quede con ella y la vuelvo a rechazar. Insiste que
quiere estar conmigo y digo que no.
- Entonces voy a la esquina haber si alguien quiere estar
comigo.
- Le explico que no es correcto.
Después de tanta insistencia en los dos sentidos, cedo:
- Bien, pero no aquí.
- Me dices dónde – y con semblante de agradecimiento me
da un beso y entra a su casa.
Propongo salir de la ciudad. Iríamos a Uruapan. Ella con sus hijos
pretextará ir a visitar a una hermana en Apatzingán. Hará escala en
Uruapan, donde nos encontraremos.
Confieso que para mí fue un rompimiento tremendo de principios.
La idea de pecado era insignificante. Esto era más atroz.
Maliciosamente recordé a Camus “Si te gusta la esposa de tu
amigo, debes dejar de ser amigo de él.” Porque encontré en Araceli
un placer desconocido y deseaba seguirla viendo.

Los encuentros siguientes fueron en hoteles de la ciudad hasta que


un amigo me dice tener una casa sola y me pide que la cuide,
visitándola frecuentemente para que no tenga apariencia de estar
deshabitada. Entonces establecimos nuestro nido ahí.

87
Pero uno tiene que comprender que el día tiene su ocaso, la flor se
marchita; Oscar Wilde dice que “la estatua del placer que dura un
instante se hace con el barro del dolor que dura cien años.” Mi
paraíso con Araceli tenía que acabar. Me dolió saberlo porque
había dado el primer paso de la infidelidad conmigo y buscó otras
experiencias. Cuando me di cuenta, tomé fortaleza del desengaño y
no volví a verla.

Me enteré después que se separó del esposo y se casó con un


vecino. Los hijos habían crecido. Un día, la hija me encuentra y me
preguntaba por qué yo no me había casado con su mamá, si era
muy amigo. No respondí.

Tal vez por el sentido de lo prohibido pero la relación con Araceli


fue esplendorosa.

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2 0.- M A R G O T
Margot había terminado su educación primaria en el pueblo y no
había más opciones en aquel tiempo. Era muy estudiosa pero no
había nada que hacer y pronto los días le parecían inútiles. Cuando
nos saludábamos aparecían siempre sus lamentos de no hacer nada,
más allá de ayudar en el quehacer de la casa. Reconocía el valor de
la educación pero para ella no significaba nada.

Era frecuente expresar su desesperada negación sobre el sentido de


su vida. Mis respuestas trataban de amortiguar su tremenda
pesadumbre. Me mostraba sus escritos, como este:

Es el murmullo del agua


que corre con lentitud
en una noche callada
con pausada quietud.

Va pasando con su espuma


como un espejo que asoma
con los destellos de luna.

Es el canto de un río
que me inspira tanto amor.
Cuando lloro a veces río
y a veces canto mi dolor.

Reconocíamos la influencia de Juan de Dios Peza y la animaba a


seguir escribiendo. Lo que leyó después mostraban su
inconformidad con la vida. Entonces le escribí:

89
PARA QUÉ VIVIR

¿Sabrá la estrella matutina


que su bellísimo fulgor,
al par que nuestra vida ilumina
es alto símbolo de amor?
No lo saben, no,
mas no pretenden buscar la muerte
pues es su vida ser siempre luz.

¡Cuántas flores ignoradas


radiantes de perfume y de color
han nacido en las mañanas
sin que nadie aprecie su valor.

¿Sabrán las flores que su existencia


-apreciada o desconocida –
son el poema con cuya esencia
representan alguna dicha?

No lo saben, no,
más no pretenden
buscar la muerte
pues es su vida ser un primor.
Y tú que piensas conscientemente,
sinceramente,
di, ¿has de vivir sin irradiar tu amor?

21 octubre 1965.

Como en sus conversaciones no aparecía ningún cambio le escribí

En tus momentos de tristeza y duda,


debatiéndote en indeciso frenesí,
lanzas tu mirada al cielo
y decepcionada clamas: ¡Para qué vivir!
90
¿Para qué vivir? Te digo yo,
¿Piensas que todas las horas son de sufrir?
¿Piensas que a nada puedes brindar tu amor?
¿Piensas que nunca podrás ser feliz?

No lo creo, pues en algunos momentos


toda tú eres una sonrisa.
Vive pues con esos pensamientos
Que hacen irradiar tu dicha.

Me gustaba verla cuando lavaba la ropa en su lavadero porque


cantaba con su mamá y hermana. Otro día le escribí:

MARGOT
Ama la vida con sus tristezas.
ama la vida con sus engaños;
da a los que sufren, con tus poemas,
sueños que alivien sus crueles daños.

Vive forjando mil sueños bellos,


vive velando por tus hermanos,
sé siempre un alto ejemplo para ellos
de los más nobles actos humanos.

Ama la vida en las cosas pequeñas,


en las grandes, inmensas, de gran valor,
y busca lo bello que tengan ellas
y hazlas motivo de una ilusión.

Ama la lluvia, la luz, la noche,


el claro día cuando fallece,
astros nocturnos en su derroche,
espina y flor que la planta ofrece.

91
El vuelo de las aves
el llanto de los hombres;
en fin, todo lo que te asombre
que creas saberlo y no lo sabes.

Vive a una ilusión prendida,


demuestra que tu alma es fuerte,
y que no temes la vida.
como no temes la muerte.
23 de octubre de 1965.

Aparecía en sus conversaciones la idea de la muerte cómo única


alternativa para ella y reconociendo que como seres vivos llevamos
la muerte desde el momento de nacer, le escribí:

PLENITUD
Morir, sí, cuando el destino
nos ha llevado hasta la cumbre,
cuando no haya nada que hacer en nuestro sino
y contemplemos el pasado con cariño
y esperemos el final con mansedumbre.

Morir, cuando nada a nuestra vida falte


y hayan sido las ilusiones cumplidas,
cuando cada hora pasada exalte
un ejemplo a seguir para otras vidas
y entre todas ellas, la nuestra, resalte.

Morir, después de haber construido


con las ideas, símbolos de amor y esperanza
e iluminen los senderos perdidos
por donde muchas veces se vaga
con llanto y pasos doloridos.

92
Morir, en fin, cuando en plenitud
gocemos de amor y paz
y corone nuestros pasos la virtud
y la más firme serenidad.
4 Nov.1965

Entonces, iniciamos los trámites para establecer una secundaria y


Lázaro Cárdenas del Río nos ofrece una casa y nos envía al
maestro Diego Hernández Topete para formalizar esta aspiración.
Margot fue una decidida colaboradora y en febrero de 1966
empezó a funcionar la escuela secundaria en Arteaga, Mich.

Pasó el tiempo, hace más estudios en Morelia y cuando se funda


una Normal Rural ingresa al trabajo. Luego se casa y su embarazo
resulta de alto riesgo pero ella determina que el bebé tiene
prioridad para vivir.

Así pasó, en el momento del parto, reconociendo todas las


dificultades insistía que el bebé tendría prioridad y así fue. Una
vez que nació el niño, ella no despertó

93
2 1.- U H Í O
Sí, me gusta mucho la música de cámara, es en cierto sentido una
experiencia más íntima, a diferencia de la estruendosa música
sinfónica y pienso en 1812 de Tchaikovski que termina con toda la
sonoridad de percusiones, metales y cuerdas y se agregan los
cañonazos para representar el triunfo bélico del pueblo ruso sobre
una marsellesa que se desvanece y en sus últimos compases se
engarza el himno ruso.

Pero vine al concierto de hoy, además del programa musical que


nos va a ofrecer el cuarteto de cuerdas de Lyon porque una de las
integrantes es una violinista japonesa, muy jovencita, con la que
fuimos compañeros en los cursos de verano de Bordeaux hace dos
años.

Cuando vi su nombre en el programa, recordé esos tres meses en


Bordeaux. El curso de verano estaba dirigido a estudiantes
extranjeros que haríamos estudios en las universidades francesas y
para mejorar el francés se nos ofrecieron esos cursos.

La estancia en Bordeaux tenía momentos diversos. Además de las


horas de estudio por las mañanas, las tardes eran libres y se
aprovechaban para recorrer las calles de Sta. Catarina por la
cantidad de artículos que se expendía a lo largo de ocho calles y a
precios muy accesibles. A veces íbamos al cine o recorríamos la
ciudad, desde el jardín de plantas, los restaurantes del puerto, la
plaza de la Victoria y otros lugares del centro de la ciudad.

En la noche, después de cenar, invariablemente nos reuníamos en


las habitaciones para cantar, probar los vinos rojos y blancos de la
región y estrechar los lazos de esa amistad nacida lejos de la patria,
con la oportunidad de extender nuestras visiones con sentido más
universal.

94
Formábamos varios grupos definidos por las nacionalidades
continentales, los de América latina, los de Asia, los del norte de
África y Mediterráneo, los africanos y los de Indonesia. Aunque,
por el nivel de convivencia a veces los límites nacionales
desaparecían y por momentos estamos revueltos, unidos solamente
por la lengua francesa.

Pero hubo un lazo más fuerte que el idioma: la música clásica.

Desde los primeros días, nos dimos cuenta que dos japonesitas
iban a realizar estudios musicales en el Conservatorio, una de ellas
era violinista y la otra pianista. Marcelo, un joven argentino,
tocaba el cello y decidió formar un trío para dedicar unas horas de
práctica musical. Así, comenzaron a reunirse para interpretar
varias piezas. Marcelo propone que estudien el trío No. 1 en re
menor de Mendelssohn y se convierte en la actividad más
importante en las primeras horas de la noche.

Molto allegro et agitato era el primer movimiento y parecía una


representación melódica del ritmo de vida en Bordeaux, la
grandiosidad de la ciudad, el campus universitario más grande de
Europa, las actividades del curso, las clases, las conferencias
diarias sobre la historia francesa, la literatura, la vida política y las
artes, en donde el teatro, de Moliere a Sartre, presentaban un gran
panorama y las reuniones internacionales compartiendo tradiciones
y platillos típicos.

En el desarrollo del primer movimiento, las frases musicales del


cello parecían cortejar al violín y el piano representaba el bruhaha
de Sta, Catarina recorrida en verano.

Andante con molto tranquilo, daba la sensación de los recorridos


semanales por los alrededores de Bordeaux, cruzando el
majestuoso puente sobre el río Garona, a veces a Saint Emilion
para visitar la iglesia monolítica subterránea esculpida en una gran
cueva. A veces a las grutas de Sauternes que nos muestran los
95
fósiles marinos demostrando que esas tierras emergieron del mar
hace miles de años y probando los exquisitos vinos blancos. A las
pinturas rupestres de Perigueux o a Las Eysies para apreciar la
venus troglodita de Cromagnon.

Al hacer notar cada instrumento su particularidad sonora,


podíamos entender este movimiento como la representación de
nuestra experiencia en Bordeaux al encontrarnos hombres y
mujeres de culturas diferentes bajo el cielo de Francia.

Scherzo, los días de verano parecían distinguirse por un aire de


alegría colectiva. Lejos había quedado la nostalgia por el país
natal. Cierto, se recibían cartas de Argentina, de Perú, de Jakarta,
de Japón, de México o de Delhi y se hacían llamadas telefónicas a
esos países, pero el tono dominante expresaba una alegría del
momento, intensa, colectiva y espontánea.

Los ensayos iban puliendo los sentimientos nacidos en el diálogo


de los instrumentos. Violín y cello parecían tener los parlamentos
más significativos de una declaración. El arco del cello expresaba
un mensaje amoroso, sincero y natural; la violinista hacía un
movimiento hacia delante inclinando su mejilla sobre el violín para
que el arco expresara la confirmación del idilio en forma delicada.

El piano nos recordaba la fiesta de cumpleaños, recientemente


celebrada al estilo oriental con cohetes y luces de bengala, como
un ritual necesario para la confirmación de los sentimientos
existentes.

Finale, el silogismo concluía en una relación intensa de alegría.


Veíamos correr a Marcelo y Uhío por todas partes, era un
perseguirse y dejarse atrapar en el jardín, en las escaleras, en la
cafetería, en la universidad. Por su pequeña estatura, Marcelo
podía levantarla en brazos a lo alto y sentarla sobre sus hombros.
Era un juego permanente y expresaba la intensidad del primer
amor. Todos nosotros admirábamos esta relación y nos
96
proporcionaba un sentimiento de alegría ver la comprensión, la
entrega de esta pareja.

Al finalizar el curso de verano, decidieron presentar el concierto.


Confieso que su presentación me parecía la culminación de una
búsqueda, la cristalización de un ideal. Como había estado en
muchos ensayos, de alguna manera conocía la obra por lo que para
no quedar excluido de esta emoción, me ofrecí para pasar la hoja
de la partitura a la pianista. No se sé si me aceptaron pero entré al
escenario con ellos y no tuvieron oportunidad de rechazarme.
Afortunadamente pude ir leyendo las notas y considero que no
quedé mal.

Esa noche celebramos el evento, hubo cantos, baile, vino tinto


hasta después de medianoche. Para muchos de nosotros era una
primera despedida porque al día siguiente iríamos a otras ciudades
francesas. Entendíamos que Marcelo y Uhío estarían en el
conservatorio como una posibilidad de prolongar las premisas de
felicidad que habían iniciado aquí en Bordeaux. Sería lo deseable
por la armonía que habíamos reconocido en su relación.

Por eso, estoy en el concierto de este cuarteto de cuerdas de Lyon.


Uno de los violines lo toca Uhío. Aprecio su virtuosismo notable
en cada interpretación. La música es una atmósfera indispensable
de su personalidad. El programa seleccionado permite apreciar
una riqueza melódica y su maestría para interpretarla.

Después de los aplausos, me acerco entre la multitud que quiere


felicitar a los maestros concertistas y cuando llegó hasta donde está
Uhío la saludo con la confianza de haber compartido muchas horas
de ensayo en Bordeaux pero los dos años de distancia parece que
los borraron. Finalmente un “¡Ah, si!” Me daba a entender que me
reconocía. Ya no quise charlar porque estaba muy solicitada por el
público para firmar autógrafos y sólo pregunté:

97
- ¿Y Marcelo?
- ¿Quién? – Me contestó enfáticamente como si le
preguntara por un desconocido.

Me alejé y tras un recuerdo relampagueante de la estancia en


Bordeaux hace dos años, comprendí que el verdadero amor de
Uhío es la música.

98
2 2.- M O N T S E R R A T
Nuestras vidas llegan a diferentes momentos en los que debemos
tomar alguna decisión y la más difícil es la que se refiere a la
elección de la compañera o compañero con quien habremos de
recorrer una parte de nuestra vida.

Los sentimientos aparecen y dominan poco a poco nuestra


voluntad, de tal manera que nuestra mirada se dirige a una persona
en particular y hacia ella converge toda nuestra decisión para
considerarla merecedora de nuestros mejores sentimientos. No se
trata de reflexionar para tomar una dirección. Los sentimientos
están en otra esfera y se puede decir “el amor es ciego” con justa
razón.

A veces suceden situaciones imprevistas y al quedar descubiertas


en sus verdaderas intenciones, sufrimos una decepción profunda
que nos hace cambiar el rumbo de nuestros afectos.

Te agradezco que me hayas contado esa parte de tu vida en donde


me explicas las razones por las que rompiste con tu novio cuando
las dos familias estaban pensando en las campanas de la boda. Te
noto tan decidida en mantener tu actitud porque consideras que era
lo mejor sin llegar a comprobar demasiado tarde lo venenoso de la
relación.

También me cuentas que una vez que te has visto libre, un amigo
del mismo círculo ha estado insistiendo en la posibilidad de
abandonar la condición de amigo de años para iniciar otro tipo de
relación. Ante esta nueva situación, muchas dudas flotan en torno a
tus decisiones.

Las opiniones externas pueden ser muy frías o radicales porque se


ven con otra sensibilidad. En este caso yo podría decirte que la
aparición de la pequeña duda sería suficiente para borrar de
nuestras decisiones cualquier asunto que la padeciera. Pero lo

99
mejor será que más allá de las opiniones ajenas, seas tú misma
quien analice con mucho cuidado cada elemento de la situación y
puedas llegar a decisiones contundentes y precisas.

Entonces, conviene que todo lo que tenga relación con el pasado,


allá se quede y, sin prisa, pensar que nuevos caminos aparecerán
en tu vida y habrá que ser sensibles para reconocerlos y apreciarlos
en su justa dimensión. Pero sin prisa, porque siempre habremos de
reconocer la sabiduría del tiempo de ofrecernos en el momento
exacto la belleza y lozanía de sus flores.

Cualquiera que sea el camino que escojas, hazlo convencida de que


será la mejor elección.

100
2 3.- G A B R I E L A
No podemos escapar a ser objeto de críticas injustificadas por parte
de quienes nos rodean. Lo sabemos bien. El juicio ligero está a flor
de labio en tantos compañeros nuestros. Un motivo falso
desencadena la maledicencia y va descubriendo las verdaderas
distancias que nos separan o que nos deberían haber separado
desde hace mucho tiempo.

Ayer, amigos, compañeros que conviven contigo las mismas


preocupaciones, tomaron una acción baladí, falsa además, para
mellar contra ti toda la verdadera enemistad, puesta a flote en un
momento inesperado.

Claro que te asombra. Claro que te duele encontrar falsas


compañías. No distingues en este momento qué es lo que afecta
más a tus sentimientos; si el hecho de recibir injurias sin motivo o
el descubrir a quienes son capaces de injuriarte con tanta dolorosa
facilidad.

Ambos descubrimientos son tristes.

No deseaba que conocieras esos desengaños tan pronto. No lo


deseaba porque habrás escuchado a tantas personas con carácter
pesimista, estar quejándose constantemente de la vida., negando la
posibilidad de encontrar verdaderos compañeros o verdaderos
amigos y temo que llegues a creer que tienen razón.

Pues no. Reflexiona un poco y encontrarás que a pesar de ellos,


los desconfiados, los pesimistas, existen los nobles sentimientos
que van tendiendo puentes entre nosotros en nuestra intensa vida
de relación. Claro que existen los verdaderos amigos; sólo te
corresponde reconocerlos y tratarlos con sinceridad. Tal vez,
presientes distante el momento del encuentro; pero ha de llegar.

101
Alguna vez te leí un concepto de amistad encontrado en la
dedicatoria de un libro: “Amistad, hilo plateado que une las almas
afines en sentimientos”. O, si quieres recordar lo que dijo
Pitágoras, el sabio griego, al definir ese sentimiento humano,
medítalo:

“Amistad: un alma en dos cuerpos”.

Olvida, entonces, esos malos ratos que te hicieron pasar los falsos
amigos. Olvida, sí; porque comprenderás que siendo humanos
todos tenemos las oportunidades de ser llevados por las pasiones,
pero también por las virtudes. No te extrañe más cualquier actitud
semejante. ¡Ah, querida amiga, pero no vayas a caer en la
tentación de responder igual, ni siquiera a quienes hoy te
ofendieron! No, no se trata de responder con bajeza a la bajeza,
sino de lo otro, de lo verdaderamente difícil: responder siempre
con lealtad, con la nobleza de tus sentimientos, a pesar de todo.
Difícil; pero valioso ¿no?

102
2 4.- A Í D A
Si, lo comprendemos, también han pasado por nuestras vidas esos
nubarrones que parecen esconder eternamente al sol. A veces han
sido unos breves relámpagos de desilusión y desengaño, a veces,
parecen tenderse sobre todo un horizonte, impidiendo que brille
siquiera la luciérnaga de una esperanza aliviadora.

Si, lo comprendemos; tú, como yo o nosotros, tenemos esos


minutos débiles que parecen cerrarse con alevosa insistencia.

¿Qué hacer? Nuestra mente divaga en mares de dudas. La


incertidumbre nos orilla a extremos desesperados y surgen
soluciones irreflexivas, ilógicas.... Pero bien comprendes que
nada podrán resolver.

¿Por qué sucedió? - Te preguntas con asombro - ¿Cuándo


terminará esta noche incierta?

Bien que se comprenda que un momento de sufrimiento es sólo


una noche en la vida – oscuridad que oculta la salida a la luz- sí,
porque si piensas que es sólo una noche, a pesar de presentirla
interminable, sabes que después vendrá el amanecer inminente y
será después el pleno día vertical de luz y calor.

Ese presentimiento de un amanecer, conviértelo en seguridad;


verás cómo, por difícil que sea el momento que te agobia, está
confinado a terminar. Actúa con la seguridad de que terminará; no
dejes que se envenene tu espíritu con el pesimismo, no creas en la
inmutabilidad del destino.
Cierto, a veces el destino aprisiona la vida; pero otras, la voluntad
puede salvar todas las barreras que parecen anteponerse a las
aspiraciones.

Prueba a tender con lentitud los músculos faciales en sentido


horizontal, imitando ese brotar cotidiano de luz que ves aparecer

103
sobre la línea del amanecer; traslada ese esbozo de sonrisa al
interior de ti, como un fanal que ahuyenta las sombras que te
atormentan.

Dice la ciencia médica a través de sus investigadores que el


optimismo en todos los actos de la vida, repercute en salud para el
individuo y salud significará, más años de vida con sentido pleno,
es decir, la posibilidad de realizarte íntegramente sin el escombro
de los sufrimientos.

Ten tu ánimo a ser el continente del optimismo. Tú, y quienes te


rodean, lo apreciarán y quien sabe si así podrás esparcir ese
sentimiento a otros seres que necesiten también encontrar un
minuto que los cerciore de la bondad de la vida.

104
2 5.- V I C T O R I A
El nombre de Victoria está ligado con mi primera experiencia
afectiva experimentada al final de la infancia. Ahora, esta amiga
lejana me envía una carta que parece ser de despedida porque
supone que ya no nos volveremos encontrar. Desde el primer
encuentro en el Palacio de Bellas Artes en la ciudad de México me
pareció estar con mi alma gemela por tantas afinidades que
compartimos.

La volví a ver en la ciudad de México, cuando regresó por unos


días de vacaciones y luego sólo por correspondencia nos ponemos
en contacto. Es michoacana, fue a estudiar una maestría a
Toulouse, Francia y decidió romper con todo su pasado y se quedó
a vivir allá porque se casó con un francés. Dejó los estudios y
trabaja en la administración de un hotel cercano a la gare.

Cuando nos conocimos me preguntó si tocaba algún instrumento y


dije que sólo escribía. Ella recordó mis artículos semanales en el
periódico “Élite” y expresó que me conocía de vista, como lo
explica en su carta.

Conoce todos mis escritos porque se los hice llegar y me agrada la


sensatez de sus opiniones. Comprende mis textos y hace suyas las
reflexiones que expreso. Por eso la considero un alma gemela a
pesar de la lejanía que nos separa.

He aquí su carta:
Apreciable Salvador:
Cuando escribías en Elite leí las “Páginas de mi diario” y
los textos “Platicando contigo” que después publicaste como
“Cartas a una normalista”. Supe quien eras porque te vi con el
Profr. Reyes Hurtado en la Casa Natal a quien visitaba
frecuentemente pero nunca hablé contigo hasta que te encontré en
el Palacio de Bellas Artes cuando se presentó la Orquesta
Sinfónica de Moscú.
105
Estabas en la entrada y un señor, cuando supo que eras de
Morelia te regaló el boleto que tenía para una amiga que no iba a
venir. Era un boleto de luneta. La imagen de Morelia le permitió
recordar su asistencia a los festivales internacionales de música y
considerando que te gustaba ese arte, te regaló la entrada.

Fue entonces que me presenté y establecimos una amena charla.


Al terminar el concierto tú regresabas a Morelia pero tuvimos
tiempos de tomar un café. La emoción de haber escuchado la
quinta sinfonía de Tchaikovski estimuló la conversación.

En ese breve encuentro nos identificamos por tantas afinidades


que permiten conocerte y comprender mejor. Además de las
lecturas coincidentes, la clásica canción francesa nos hizo
tararear algunas melodías como “J’attendrais le jour et la nuit
j’attendrais toujours ton retourne” o “Parle moi d’amour” y me
sorprendió que las conocieras.

Después me has enviado tus escritos y me llama la atención el


sentimiento intenso en los textos dedicados a Rubí. Hay una
intención literaria, sí, pero también una clara confesión
sentimental.

No sé si te volveré a ver pero agradezco tu atención para tomar en


cuenta mis consideraciones sobre tu obra.

Si el tiempo lo permite te haré llegar mis reflexiones sobre tu


poesía.

El universo de tu creación literaria merece ser conocida más


ampliamente, si no, que quede la satisfacción de aportar un
granito a las letras de tu tiempo, aunque las sepulte el olvido
inminente.
Te recuerda con cariño
Victoria Huacuz.

106
2 6.- L U C E R O
Lucero llegó a la capital para iniciar sus estudios superiores. Con
dos compañeros nos acercamos para darle la bienvenida y
presentarnos. Su bella expresión nos cautivó y nos atrevimos a
dirigirle la palabra y ella con su limpia sonrisa nos aceptó, nos
explicó de dónde venía y le deseamos feliz estancia.

Después no volvimos a verla porque estuvimos en áreas diferentes.

Trece años después nos encontramos en la Normal Superior como


alumnos becados para una especialización. Establecimos un
ambiente constante de camaradería con todo el grupo.

Al iniciar un semestre, un maestro que había faltado mucho y su


curso resultó un tremendo fracaso se dirigió al grupo reconociendo
sus faltas y ofreciendo que en el nuevo curso las enmendaría para
modificar la paupérrima imagen que se tenía de él pero el grupo lo
rechazaba totalmente. En otro curso, un nuevo maestro nos
explicaba que por razones de sus obligaciones, tendría que faltar
algunas veces y no lo podría evitar. El grupo lo aceptaba
abiertamente sin ninguna objeción. Entonces, considerando dos
actitudes incongruentes, pedí al grupo que reflexionara porque si la
primera actitud era comprensible, la segunda no se explicaba.
 Al maestro que ofrecía hacer un mejor curso y no
faltar a sus deberes se le rechazaba.
 Al maestro que iba a faltar por sus otras obligaciones
se le aceptaba totalmente.
Insistí en que se reconociera la incongruencia de las dos actitudes.
Cuando se resolvió el problema, se aceptó al primer maestro pero
el grupo tomó el curso con la mayor indiferencia y nadie
participaba en ninguna actividad propia del curso. Fue una
experiencia insulsa a pesar de la dedicación del maestro.

107
Cuando se tomó esta decisión, mis compañeros becados, entre
ellos, Lucero, se mostraron molestos conmigo y las compañeras,
dejaron de hablarme. Yo no supe por qué y traté de asimilar ese
trato sin ninguna consecuencia. Luego supe que si el maestro que
se rechazaba no era aceptado, entraría el esposo de Lucero por eso
ese interés de rechazar al primero. Como no entró el esposo de
Lucero, me acusaban a mi de responsable. Pero nunca supe antes
de esta intención.

Sin ningún reclamo acepté el rechazo de mis compañeras. Un


semestre más tarde, en nuevo curso, el maestro recomendó formar
equipos para realizar un trabajo. Y mientras se organizaban los
compañeros, me dirigí a Lucero y le pedí que se integrara conmigo
y tal vez porque sus amigas ya estaban en otros equipos y nadie
más se acercaba a ella, aceptó.

Hicimos un buen trabajo, salimos a comunidades, organizamos a


ejidatarios para realizar análisis de tierra y encontrar las
propiedades para los cultivos y promovimos en las casas el cultivo
de hortalizas.

La amistad con Lucero se afinó y nunca reclamé el tiempo que


dejó de hablarme. Siempre la traté como si nunca hubiera pasado
ese lapso.

Después seguimos otros caminos y no volvimos a encontrarnos

En un aniversario nos reunimos los alumnos becados y Lucero me


entregó su libro de poemas, no los quería dejar en el olvido.
Un día me avisan de su fallecimiento y lamento su partida. Queda
en mi recuerdo la limpieza de su sonrisa que permaneció
inalterable el tiempo que la traté.

Más tarde me relatan la amargura de sus últimos meses y no puedo


creer que haya sido así.

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La vida familiar empezó a caer en situaciones de
confrontación porque, a veces, el esposo exageraba situaciones
cotidianas y Lucero intentaba explicar la falsedad de sus
apreciaciones. Al no reconocer su equivocada percepción empezó
a juzgar la actitud de Lucero como testimonio de su poca cordura.
Esta acusación continuó in crescendo y un día convence a la
institución especializada en el trato de enfermos mentales de
recluir a su esposa en sus instalaciones.

Cuando la ambulancia la recogió para llevarla a la institución


especializada en enfermos mentales, por más protestas que Lucero
hizo, no le hicieron caso y se la llevaron.

En unos días, observaron que, efectivamente, Lucero era


totalmente normal. Seguramente se disculparon y la dejaron salir.
No quisieron pensar que en estos casos, quien debiera ser tratado
sería el esposo.

Ante esta grave situación, el amor a la vida se fue apagando en


Lucero y un día amanece muerta.

Unas semanas después también se fue el esposo.

Ignoro si fue así, su discreta sonrisa será elemento del recuerdo.

109
2 7.- A L M A
Ahora que sabes de mi separación me aconsejas buscar una nueva
compañera porque consideras que la soledad será una mala
compañía. Es una amable sugerencia pero sabes bien que en
realidad no estoy solo porque siempre hay un libro en mis manos y
está la música grabada.

Buscar una nueva compañera puede parecer fácil dependiendo del


proyecto de vida que se formule. La condición básica que pediría
es la actitud de compartir, en todas sus dimensiones. Pero por el
momento no es un proyecto inmediato.

Imaginé en mi juventud que mi compañera tendría que llevar un


libro en la mano, por una clara afección a la lectura. Ahora le
agregaría su inclinación por la música y por viajar.

Hay otro elemento que a ti te voy a comentar y es la esfera de lo


político, notablemente decepcionante. Alguna vez confiamos en la
lucha de clase como recurso para disminuir la desigualdad social
pero esta posibilidad se ha perdido porque la categoría elemental
del proletariado ha desaparecido y une a todos los grupos sociales
en la categoría de CONSUMIDORES, en donde ya no hay lucha.

La izquierda está desdibujada o desteñida. Hay una asimilación de


las estructuras de poder nacional e internacional. Aquí no puedo
hacer nada porque la posible tribuna que podría ser un partido
político se limita a actuar dentro de la escenografía autorizada para
aparentar una lucha ideológica.

El destino de la nación es un rehén de la casta política de todos los


partidos. No hay ideologías diferentes y sólo estrategias
particulares. Si el PRI o PAN gobiernan hacen lo mismo con
diferentes actores. Si el PRD gobierna en algunos Estados no
ofrecen ninguna diferencia, se mantiene la corrupción y la
impunidad.

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Vivimos una “democracia” donde el “demos” o sea el pueblo, está
olvidado y lo peor es que no hay ninguna alternativa diferente.

Por eso es importante rescatar a Marcos como la única posibilidad


de un cambio verdadero.

--¡Qué te pasa, eso es ya cosa del pasado! – me dirán


-- Miren, habrá que revisar la Declaración de la Sierra Lacandona
porque enuncia una correcta aspiración del cambio. No la sé de
memoria pero esa puede ser una tarea insoslayable para actuar en
consecuencia.

--Está MORENA, como una alternativa de nuestro tiempo.


--Ustedes tomarán sus propias decisiones. Para mi, sólo es un
engranaje de la casta política y sólo la veré de lejos. Ni a favor ni
en contra.

Por eso habrá que considerar a Marcos.


Hay una mayoría silenciosa que rechaza el régimen. Sólo el 60%
acude a las urnas, dividido entre los partidos quiere decir que el
ganador no supera el 40% del abstencionismo.

Una estrategia futura podrá ser esa, manifestar el abstencionismo


como rechazo al sistema.

Reconozco que Cuba sigue siendo una experiencia de libertad,


ajena a la debilidad del consumismo, a pesar de tanta propaganda
en contra. Me gustaría vivir en Güira de Melena por su elevado
nivel de desempeño educativo pero no sabría qué hacer ahí.

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2 8.- S O L U C I O N E S F A L L I D A S
Ahora el recuerdo me hace pensar en algunos momentos de mi
vida e imagino otras condiciones que no logré apreciar. Puede ser
que ahora la imaginación trate de explicarlas, pero puede acertar.
Recuerdo mi inicio como maestro de educación primaria en la
costa michoacana, a 4 horas a pie desde Playa Azul. (En aquel
tiempo no existían las carreteras de ahora).
El Inspector escolar era una especie de patón poderoso y establecía
su autoridad plenamente en su dominio escolar. Cuando expresaba
mi aspiración de cambiarme a un lugar menos retirado, me decían
que necesitaba cuando menos dos años para adquirir los méritos
necesarios. La población Arteaga era la cabecera municipal y tenía
una escuela con 12 maestros, la principal en esa región del Estado.
Mi aspiración de llegar a ella la consideraba lejana porque no me
veía con méritos suficientes. Cuando al iniciar el siguiente curso el
inspector me cambia a Arteaga fue una sorpresa inesperada. No
recuerdo ninguna inconformidad entre los maestros porque
aceptaban todas las decisiones del inspector. A un mes de haber
iniciado el curso, el Inspector se cambia a otro lugar menos alejado
de la capital del Estado, Huandacareo. Cinco años más tarde, se
cambia a otro lugar más importante, Zamora. Un día lo encuentro
en un portal de Morelia y me invita a irme a Zamora con él. Los
trámites del cambio no son oportunos y proceden 40 días después.
Como no hay lugares disponibles me comisiona con en la escuela
de su esposa como ayudante de ella. A los maestros de esa zona no
les pareció bien ese privilegio y me lo hacían notar
constantemente. Les parecía más desagradable la confianza que me
tenía el Inspector. Como vivía cerca de su casa, algunas veces lo
acompañaba y él me invitaba una copa antes de ir a comer. Nadie
tenía la atención semejante y los demás maestros me rechazaban.
Luego busqué otro lugar porque el Inspector trataba de imponerme
en un cargo sindical y yo rechazaba esa imposición.
Ahora, en esta lejanía, trato de comprender la razón de sus
atenciones para conmigo. En parte pudo haber sido mi disposición
para el trabajo, pero otros maestros más sobresalientes no eran

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apreciados igualmente… porque ya estaban casados. Claro, el
Inspector tenía dos hijas solteras y consideraba que yo podría ser
su yerno. Lamentablemente, si las conocía y las trataba
cortésmente, pero nada más, nunca pretendí cortejarlas. Si me
hubiera casado con alguna de ellas otra sería mi vida y nada de lo
que soy existiría.

Cuando estudié la normal superior tuve una maestra joven


procedente de la ciudad de México pero su padre era moreliano.
Conocía parte de su obra literaria y era autor de una canción muy
apreciada. Cuando lo comenté con la maestra, nuestra relación se
hizo más amistosa y mi calificación en su materia se hizo más
estricta y no fue de las altas. Pasa el tiempo, concluyo mis estudios
y salgo al extranjero, Tres años después me caso y al encontrar a
una antigua compañera, pregunta si me he casado, afirmo que llevo
unos días en mi nuevo estado.

 ¿Te casaste con la maestra Lourdes?


 No, con ella no –respondo.
 Ella me dijo que quería casarse contigo.

Nunca lo imaginé. Nuestra relación amistosa fue intensa por una


similitud de concepciones vitales pero jamás apareció otra idea
porque respetaba su condición de maestra y yo de alumno. Ahora
imagino que de haberme casado con ella tal vez no hubiéramos
durado mucho.

Cuando la Universidad Michoacana ofreció cursos de lengua


extranjeras, estudié ruso y después italiano. Este curso se ofrecía
en la Escuela de Leyes y diariamente acudíamos a clase. Leticia
era una compañera y regresábamos a casa por el mismo camino.
Entonces, diario hacíamos el mismo recorrido y hablábamos de
tantas cosas. Llegué a pensar que esta relación podría continuar
más tiempo y pensé en el noviazgo. Leticia era enfermera del
IMSS y me hizo notar que nada tenía yo para acercarme a ella

113
porque no estaba relacionado con el campo de la salud. Al terminar
el curso. Simplemente me dijo adiós para siempre.

Josefina y Yolanda fueron dos posibilidades de matrimonio pero


no se realizaron.

114

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