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Colegio Castelgandolfo

Departamento de Humanidades
Filosofía
Prof. Carolina Amigo

GUÍA DE APRENDIZAJE
PRIMER SEMESTRE

Fecha: Curso: IIIº medio A – B – C


Nombre:

Instrucciones generales:
- Lea comprensiva y atentamente la guía.
- Toma apuntes, repasa.

¡Hola! Mi nombre es Sócrates, un distinguido filósofo griego. Algunos dicen que no sabía
nada, otros piensan que solo hacía perder el tiempo. Hoy estoy aquí para contarte quién
realmente fui. Te acompañaré a lo largo de toda la guía :B

Antes de iniciar, responde lo siguiente con un sí o un no:


¿Sabes quiénes fueron los sofistas? ____
¿Puedes explicar qué es la filosofía? ____
¿Has escuchado hablar sobre quién fuí o qué hice? ____

Para comenzar, lee el siguiente texto.

LOS SOFISTAS

En la Atenas de aquella época se permite a todo ciudadano participar en la política, el interés de los ciudadanos
se traslada de la naturaleza (physis) a las normas y a las leyes (nomos). Por este motivo, los jóvenes están
dispuestos a pagar altos honorarios por aprender de los filósofos de la retórica y el arte de la oratoria, necesarios
para tener éxito en la política. Los profesores que enseñan retórica se denominan “sofistas”. Afirmaban que
podían convertir un argumento perdedor en ganador, no
gracias a la veracidad del mismo sino a la capacidad de
persuasión de quién lo proponía. Este estilo de
razonamiento era habitual en la política de la época y
prometía dominar a cualquiera. Los jóvenes veían la
enseñanza sofística como una herramienta que prometía
un lugar en la política de la ciudad.

Los sofistas defendían el relativismo donde la escala de


valores varía según la persona. El sofista Protágoras
defiende que no existen verdades universales y por eso: “el
hombre es la medida de todas las cosas”. Tal corriente de
pensamiento, llamada relativismo, implica que lo creemos
es subjetivo y relativo. El relativismo rechaza la existencia
de definiciones absolutas de justicia, de verdad o de virtud.
Afirma que lo que resulta cierto para una persona puede
ser falso para otra y que, en el fondo, no existen criterios
universales para juzgar la realidad.

Sócrates criticará ese relativismo, convencido de que los


ejemplos concretos encierran un elemento común respecto
al cual esos ejemplos tienen un significado. Si decimos de un acto que es "bueno" será porque tenemos alguna
noción de "lo que es" bueno; si no tuviéramos esa noción, ni siquiera podríamos decir que es bueno para
nosotros pues, ¿cómo lo sabríamos? Lo mismo ocurre en el caso de la virtud, de la justicia o de cualquier otro
concepto moral. Para el relativismo estos conceptos no son susceptibles de una definición universal: son el
resultado de una convención, lo que hace que lo justo en una ciudad pueda no serlo en otra. Sócrates, por el
contrario, está convencido de que lo justo ha de ser lo mismo en todas las ciudades, y que su definición ha de
valer universalmente. La búsqueda de la definición universal se presenta, pues, como la solución del problema
moral y la superación del relativismo.

SÓCRATES

Sócrates, pensador ateniense del siglo v a. C., es el único filósofo que ha pasado a la historia
sin haber escrito ni un solo libro de filosofía. Esto no es casualidad: no escribió nada porque
decía no saber nada. De él es la famosa frase «Solo sé que no sé nada». Conocemos su vida
por el registro que otros dejaron: Platón, Aristófanes y Jenofonte. Se reconoce a Platón como
su discípulo; sin embargo, Sócrates afirmó no ser maestro.
Su destreza consistía en saber preguntar a aquellos con quienes hablaba, de modo que sus
interlocutores descubrieran el saber por sí mismos. Sócrates es el campeón de las preguntas,
pero él no posee las respuestas.
Siempre decía que su habilidad era como la de su madre, que era comadrona; solo que ella ayudaba a dar a
luz hijos, mientras que él, con sus preguntas, ayudaba a dar a luz ideas.

Ahora un desafío: escribe 2 diferencias entre los sofistas y Sócrates.

Sofistas Sócrates

UNA VIDA SIN EXAMEN NO MERECE SER VIVIDA

Sócrates vivió en Atenas durante la segunda mitad del siglo V a. C. Se cree que, en su juventud, se interesó
por la filosofía de la naturaleza y reflexionó sobre diversas explicaciones de la naturaleza del universo, pero
entonces decidió implicarse en la vida política de la ciudad-estado (polis) y pasó a preocuparse de cuestiones
éticas y más mundanas, como la naturaleza de la justicia. Sin embargo, no le interesaba debatir para ganar
dinero ni para salir vencedor, algo de lo que sí se acusaba a muchos de sus contemporáneos. Tampoco buscaba
respuestas, sino que se limitaba a analizar las bases que sustentan los conceptos que nos aplicamos a nosotros
mismos (como «bueno», «malo» o «justo»), ya que creía que la primera labor de la filosofía era ayudarnos a
entender lo que somos.

Lo que más interesaba a Sócrates, por tanto, era el análisis de la vida y el hecho de que cuestionara con tanto
tesón las creencias más íntimas de las personas (sobre todo acerca de sí mismas) fue lo que le granjeó tantas
enemistades; no obstante, mantuvo hasta el final el compromiso con su tarea: «la vida sin examen no merece
ser vivida».

Pero, ¿qué significa examinar la vida? Para Sócrates, consistía en un proceso en el que se cuestionaba el
significado de conceptos básicos de la vida cotidiana, pero sobre los que nunca reflexionamos; así se revelaba
su verdadero significado y nuestro propio conocimiento o ignorancia, según el caso. Sócrates fue uno de los
primeros filósofos en reflexionar sobre lo que constituía una vida «buena», que para él suponía alcanzar la paz
de espíritu como resultado de hacer lo correcto, en lugar de vivir según los códigos morales de la sociedad. Y
«lo correcto» sólo puede determinarse mediante un análisis riguroso.

Sócrates rechazaba la idea de que conceptos como el de virtud fueran relativos, e insistía en que eran absolutos
que podían aplicarse no solo a los ciudadanos atenienses, sino a todos los habitantes del mundo. La virtud es
lo que hace feliz a nuestra alma. Creía que la virtud (areté en griego, y que en aquella época significaba
excelencia y plenitud) era «la más valiosa de las posesiones» y que, en realidad, nadie desea hacer el mal.
Quienquiera que haga el mal, actúa en contra de su conciencia y, por tanto, siente malestar; como todos
deseamos alcanzar la paz de espíritu, no es algo que haríamos voluntariamente. El mal, creía Sócrates, era
consecuencia de la falta de sabiduría y de conocimiento, es decir, aquel que actúa mal lo hace por ignorancia,
porque no sabe lo que hace. A partir de aquí, concluía que «solo hay un bien: el conocimiento, y un mal: la
ignorancia». El conocimiento está unido a la moralidad de manera inextricable (es el «único bien»), motivo por
el que debemos «examinar» nuestras vidas incesantemente.

Ahora sintetiza en una línea, ¿por qué una vida sin examen no merece ser vivida?

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SABER QUE NO SE SABE

Un día la sacerdotisa del templo de Apolo en Delfos revela a Querefonte que su amigo Sócrates era el hombre
más sabio del mundo. Tras oír esas palabras, Sócrates se sorprende de que la sacerdotisa lo haya definido
como sabio sin saber realmente. Sócrates sabía que la sacerdotisa no podía mentir porque hablaba por un dios,
pero tampoco entendía cómo él podía ser sabio. Entonces decidió comprobar las palabras de la mujer, buscando
a las personas más sabias de la ciudad. Dialoga con políticos, poetas y artesanos intentando descubrir sabiduría
en sus palabras; sin embargo, descubre que creen saber algo que no saben explicar. Solo los artesanos tenían
un conocimiento técnico que utilizaban para concretar su labor.

La conclusión de Sócrates fue


que había dos tipos de
ignorancia: la ignorancia necia y
la ignorancia sabia. El ignorante
necio no sabe que no sabe, es
decir, cree saber algo pero
cuando se interroga
profundamente su conocimiento,
no encuentra coherencia ni
fundamentos. En cambio, el
ignorante sabio es aquel que es
plenamente consciente de su
ignorancia por tanto no presume
saber algo que no puede
sostener. La ignorancia sabia
consiste en saber que no se
sabe y estar constantemente en
búsqueda del conocimiento.

Ayuda a Sócrates con el mapa. Por casilla, ocupa solo una palabra para explicar cada tipo de ignorancia…

Ignorancia necia Ignorancia sabia

EL MÉTODO SOCRÁTICO

El método socrático permite hacer consciente al interlocutor de su propia ignorancia y conducirlo a investigar e
verdadero conocimiento mediante el diálogo es el método conocido como dialéctica. Supone la afirmación de
algo que luego es negado tras la consciencia de que la idea defendida, en realidad, era errónea. Cuando la
persona se hace consciente de su ignorancia, entonces puede buscar la verdad. En el método socrático,
identificamos los siguientes momentos:

• Ironía: Sócrates se presenta como un ignorante y se limita a asediar con preguntas a sus interlocutores,
quienes suelen terminar contradiciendo sus creencias y reconociendo su ignorancia en el tema planteado. Es
célebre su frase: «Solo sé que no sé nada».
• Aporía: Sucede cuando la persona toma consciencia de su pensamiento o idea errónea. Entonces, se
queda perplejo y no sabe que decir ni hablar. Es una especie de introspección que le permite llegar a la
mayéutica.

• Mayéutica: La mayéutica es el arte de hacer parir, oficio que ejerció la madre de Sócrates, Fenaretes. Así
llamó el filósofo su labor de ayudar a los interlocutores a encontrar la verdad dentro de sí mismos.
Lo que buscaba Sócrates, una vez examinados los temas, era elaborar definiciones. Para ello, partía de las
experiencias individuales y concretas hasta llegar a un concepto general aplicable a todos los casos, proceso
que hoy conocemos como inducción.

EL JUICIO CONTRA SÓCRATES

El juicio tuvo lugar en el año 399 a. C., a comienzos del mes de Anthesterion, es decir, en época cercana al
inicio de la primavera boreal (febrero-marzo). Este hecho tuvo consecuencias posteriores importantes, pues
durante ese mes Atenas enviaba todos los años un navío a la isla de Délos para dar gracias en el santuario de
Apolo, y hasta el regreso de la delegación no podían realizarse ejecuciones. Esto hizo que, tras el juicio,
Sócrates debiera aguardar en prisión un tiempo bastante prolongado, más o menos un mes, antes de ser
ejecutado, mientras que normalmente las ejecuciones judiciales se realizaban de modo inmediato, por lo
general, al día siguiente del juicio.

Una vez reunido el jurado en el tribunal, se procedía a leer el texto de la acusación. A partir de allí, el proceso
comprendía una secuencia fija de tres bloques de igual duración, destinados a los alegatos de las partes. En el
primer turno presentaba sus argumentos la parte acusadora, es decir, el promotor formal de la acusación y
quienes hacían causa común con él. A continuación, como segundo turno, se otorgaba el mismo tiempo a la
defensa para hacer su alegato de descargo. También en este caso podían hablar, además del acusado, quienes
cooperaban en su defensa. Sin embargo, la Apología platónica implica que Sócrates asumió en soledad la tarea
de defenderse. A estos primeros alegatos de las partes seguía una primera votación del jurado, en la que se
decidía exclusivamente por el veredicto de culpabilidad o inocencia. Tras el anuncio del veredicto se abría, en
caso de culpabilidad, un tercer tiempo, de igual longitud que los dos anteriores, destinado a establecer el tipo
y/o el monto de la pena a aplicar. Primero tomaba la palabra la parte acusadora para proponer una determinada
pena. Luego la defensa hacía una contrapropuesta. Para comprender algunos aspectos de la lógica interna del
proceso contra Sócrates resulta importante recordar que, cuando la ley no fijaba expresamente un tipo de
penalidad para el delito que era materia del juicio, el tribunal podía fijar por sí mismo la pena, pero con la
importantísima restricción de que para ello debía limitarse a escoger entre la propuesta de la parte acusadora y
la contrapropuesta de la defensa, sin posibilidad de modificarlas. Después de oír las proposiciones de ambas
partes en torno al tipo y/o monto de la pena, el jurado procedía a votar para decidir en favor de una de ellas.
Con esto, el proceso quedaba formalmente concluido.

El juicio, según el relato de la Apología de Sócrates, se dividió de la siguiente forma:

1. Presentación de los cargos: Melitos presentó dos acusaciones contra Sócrates. El primer cargo
dictaminaba que Sócrates era ateo porque no honraba a los dioses de la ciudad, mientras que el segundo
decía que Sócrates corrompía a la juventud ateniense.

2. Defensa: Sócrates determinó que creía en los dioses de Atenas, dado que había comenzado su
indagación filosófica siguiendo las palabras del templo de Apolo, también conocido como Oráculo de
Delfos. Sobre la segunda acusación, indicó que nunca había sido maestro de nadie. Si los jóvenes lo
escuchaban era porque se sentían atraídos por su forma de reflexionar, pero además dijo que su
discurso público era el mismo que esgrimía privadamente.

3. Veredicto: Por una diferencia mínima, el jurado determinó que Sócrates era culpable.

4. Determinación de la pena: Melitos propuso la muerte de Sócrates para forzarlo a abandonar la ciudad,
es decir, Melitos pensó que la contrapropuesta de Sócrates sería el exilio para evitar su muerte; sin
embargo, Sócrates propuso como castigo que la ciudad le pagara por el servicio había prestado a sus
conciudadanos: ayudarlos a llevar la vida para determinar cómo podía ser mejor.

5. El jurado elige la muerte de Sócrates. Este debe auto inmolarse bebiendo el veneno de la planta cicuta.

Ahora sí, ¿por qué crees que decidí morir cuando pude haber abandonado la ciudad?

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APOLOGÍA DE SÓCRATES
(extracto)

Porque tenerle miedo a la muerte no es otra cosa, señores, que creer ser sabio sin serlo,
ya que es creer saber lo que no se sabe. En efecto, nadie sabe si acaso la muerte no
resulta ser el mayor de todos los bienes para el hombre. Y, en cambio, se la teme como si
se supiera con certeza que es el peor de los males. ¿Y cómo no va a ser justamente ésta
la más censurable ignorancia, la de creer saber lo que no se sabe? También en este caso
es eso, posiblemente, lo que me distingue de la mayoría de los hombres. Y si pudiera decir
que soy más sabio que alguno en alguna cosa, sería ciertamente en que no sabiendo lo
suficiente acerca de las cosas relativas a la región de Hades estoy consciente también de
no saberlo.

Pues si ustedes, al contrario, me dijeran: "Sócrates, ahora no le haremos caso a Ánito sino
que te dejamos libre, pero con la condición de que no pierdas más el tiempo en esta clase
de indagación ni andes filosofando, pues si te sorprenden haciéndolo de nuevo,
perecerás", si, como digo, me dejaran libre en estos términos, entonces yo les respondería:
"Señores atenienses, los aprecio y estimo, pero le haré más caso al dios que a ustedes.
Mientras todavía respire y sea capaz, no voy a dejar de filosofar, de exhortarlos y también
de poner en evidencia a aquel entre ustedes con quien ocasionalmente me encuentre,
diciéndole lo que acostumbro: 'Tú, distinguido señor que, como ateniense, perteneces a la
ciudad más grande y prestigiosa por su cultura y poder, ¿no te avergüenzas de andar
preocupado de obtener la mayor cantidad posible de riquezas, fama y honra, sin
preocuparte ni hacer caso, en cambio, de la sabiduría, de la verdad y tampoco de tu alma
como para que llegue a ser lo mejor posible?'. Y si alguno de ustedes lo pone en duda y
afirma que sí se preocupa, no lo dejaré ir enseguida ni tampoco me iré yo, sino que lo
interrogaré, lo examinaré y lo refutaré. Y si me da la impresión de no poseer virtud, a pesar
de afirmarlo, le reprocharé el hecho de que dé menor importancia a las cosas de mayor
valor y mayor importancia a las de menor valor. Tal será mi proceder con todo aquel con
quien me encuentre, sea joven o viejo, del extranjero o de la ciudad, pero sobre todo, con
ustedes, mis conciudadanos, que me están más cercanamente emparentados. Pues eso
sépanlo bien, es lo que ordena el dios, y yo creo que no ha habido para ustedes todavía
ningún bien mayor en la ciudad que este servicio mío al dios. Pues no hago otra cosa que
deambular tratando de convencerlos a ustedes, jóvenes y viejos, de no preocuparse tanto
de sus cuerpos y de las riquezas, ni tan intensamente como del alma, a fin de que ésta
llegue a ser lo mejor posible, diciéndoles: O e las riquezas no surge la virtud, sino que es
por causa de la virtud como las riquezas y las demás cosas llegan a ser, todas ellas, buenas
para los seres humanos, tanto en lo privado como en lo público“. Si es diciendo estas cosas
como corrompo a los jóvenes, lo que digo tendría que ser perjudicial. Y si alguien afirma
que digo cosas diferentes de éstas, habla en vano". Yo les diría también: "Señores
atenienses, ya sea que le hagan caso a Ánito o no, ya sea que me dejen libre o no, yo no
obraría de otro modo, ni siquiera si tuviera que morir muchas veces".
ACTIVIDAD

1. Según Sócrates, ¿por qué no debemos tener miedo a la muerte?

2. Explica cuál es la diferencia entre “no saber” y “estar consciente de


no saber”

3. ¿Cuál es la idea principal del segundo párrafo?

4. Menciona, al menos, tres características de la práctica filosófica.


Síntesis final: completa el siguiente esquema con las ideas más relevantes de la guía. El concepto
clave del mapa es, por supuesto, Sócrates. ¡Anímate! :D

Autoevaluación. Marca con una equis (X) sí o no, según corresponda.

INDICADOR SÍ NO
¿Respondí las preguntas que realizó el personaje?
¿Puedo indicar el pensamiento e ideas de los sofistas?
¿Puedo explicar por qué la vida sin examen no vale la pena ser vivida?
¿Puedo determinar la diferencia entre ignorancia sabia e ignorancia necia?
¿Puedo referir las etapas del método o diálogo socrático?
¿Me queda claro por qué murió Sócrates?

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