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INSTITUTO DE EDUCACION SUPERIOR Nº 29 GALILEO GALILEI

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A partir del pensamiento griego la filosofía se establece como un saber que se proyecta
como racional, crítico y totalizante; que es primordial para el conocimiento del hombre. Tanto
el conocimiento del hombre sobre aquello que lo rodea, como el conocimiento del hombre,
sobre sí mismo. El presente trabajo tratará de abordar el conocimiento en dos de los
pensadores de la filosofía antigua más relevantes: Sócrates y Platón.

Sócrates fue maestro de Platón, Platón fue maestro de Aristóteles, se da una relación entre
los tres de continuidad y también de ruptura, porque los alumnos en algún punto trataron de
superar a su maestro, de modificar algunas de sus teorías.

Sócrates nació en Atenas en el 469 a.C. y murió en la misma ciudad en el 399 a.C. Vivió en
el siglo de Pericles, un periodo político ateniense muy particular. Como no escribió nada, sólo
conocemos su vida y sus enseñanzas a través de Platón, y en menor medida a través del
historiador Jerofonte y del dramaturgo Aristófanes.

Los primeros filósofos griegos (Tales, Heráclito, Parménides, Zenón) se ocupan del
problema de determinar cuál es la realidad de las cosas, se ocupan de los problemas relativos
a la “naturaleza” de las cosas o al “mundo” y no propiamente por el hombre como tal, o sea
por problemas relativos al cosmos.

En el siglo V y gran parte del siglo VI Grecia vive su época de esplendor. Atenas se convierte
en el centro político y cultural del mundo griego. Empieza a gestarse la formación del Estado
democrático. Toma relevancia cuestiones referentes al hombre, a su conducta y al Estado, así
se abre un período en el cual las figuras principales son Sócrates y los sofistas.

Los sofistas eran educadores privados que eran pagos para que enseñen el arte de la
oratoria y la retórica, para luego usarlo públicamente en las asambleas. Eran maestros
ambulantes que iban de ciudad en ciudad enseñando y cobraban por sus lecciones. Entre los
rasgos comunes a los sofistas, podemos mencionar, su rechazo a las investigaciones físicas y
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de la teoría, pues les interesaba más los procedimientos intelectuales que el resultado de la
investigación; dedicación a actividades de utilidad práctica, por eso se presentan
generalmente como “maestros de la virtud política”. Algunos alcanzaron verdadera jerarquía
de filósofos, como Protágoras (relativistas: no hay conocimiento común a todos, ya que
depende de la posición que tome el observador respecto a lo que conoce. Esto es tanto como
afirmar que no existe la verdad absoluta) o Gorgias (escéptico: se le atribuye que nada existe.
Si algo existiera no podríamos conocerlo. Si pudiéramos conocerlo no podríamos
comunicarlo), es decir que los sofistas con ideas originales fueron de tendencia relativista o
escéptica.

Frente al relativismo y subjetivismo sofista, que admitía que la verdad puede depender del
ser humano, Sócrates había impulsado a sus contemporáneos a buscar “la verdad”. Ésta debía
ser expresada por la definición del concepto, y tener los mismos atributos de la universalidad.
En una época donde todos creen saberlo todo, sin importar la verdad de los que dicen,
Sócrates proclama su propia ignorancia.

Se propone interrogar a todos aquellos que pasan por sabios. Así Sócrates interroga al
político, al poeta, al artesano, y llega a la conclusión de que los demás creen saber, cuando en
realidad no saben ni tienen conciencia de esa ignorancia, mientras que él posee esta
conciencia. De manera que la sabiduría de Sócrates no consiste en la posesión de determinada
doctrina, no es sabio porque sepa mayor número de cosas; él puede afirmar con toda
conciencia: “sólo sé que no sé nada”, y en esto consiste toda su sabiduría y su única
superioridad sobre los demás. En definitiva, no es que no sabe nada, sino que entiende que lo
que sabe es provisorio, contingente, abierto. Lo que entiende Sócrates es que si hay una
verdad, la tarea que tiene él como pensador es discutir contra todos aquellos que en este
mundo creen ser dueños de la verdad.

El origen divino del Oráculo de Delfos lo convence a Sócrates de que tenía una misión, la de
recordarles a los hombres el carácter precario de todo saber humano y liberarlos de la ilusión
de ese falso saber.

Sócrates persigue sin cesar a sus conciudadanos, por las plazas, los gimnasios, las calles y
los interroga constantemente para saber si llevan una vida noble y justa. Tal actitud puede
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explicar el odio que sobre sí se atrajo y las acusaciones a las que fue sometido y lo llevaron a
la muerte (corromper la juventud y la introducción de nuevos dioses).

El legado más importante de Sócrates es su método dialógico. Se presenta como una


plática informal entre Sócrates y sus discípulos, es característica la actitud irónica asumida por
el filósofo: él aparenta no saber, y finge estar convencido del saber del otro, con objeto de
que le comunique ese supuesto saber, para terminar obligándolo intelectualmente a que
reconozca su propia ignorancia. Esta ironía califica como la actitud de Sócrates frente a la
presunción del falso saber.

El tema de conversación suele ser un problema de la vida cotidiana. Dicha cuestión es


conducida por Sócrates hacia una pregunta que apunta a un valor moral. La pregunta que
organiza la conversación siempre tiene la estructura ¿qué es? Y no admitirá como respuestas
ejemplos o casos particulares. Esto indica a sus interlocutores que la respuesta buscada no
puede ser una noción individual, sino universal. A esto denominará esencia y al pensamiento
de la esencia concepto. A la pregunta por la esencia corresponde la elaboración de una
definición, el desarrollo o explicación en palabras del concepto. Es la primera vez que un
filósofo reflexiona acerca de qué es un concepto: se trata de una representación general o
universal que ha sido obtenida por un proceso de abstracción a partir de casos particulares.
En todos los casos Sócrates procederá a demostrar la inviabilidad de la respuesta, y cuando
Sócrates le demuestra a su interlocutor que está errado y este reconoce su ignorancia, se ha
cumplido el primer momento del dialogo socrático: la refutación, que tiene como resultado la
liberación del error.

Sólo luego de esta tarea crítica está en condiciones de emprender el segundo momento
del dialogo: la mayéutica, que significa el arte de partear. Sócrates ayuda a dar a luz a los
conocimientos. Después comenzará la labor positiva de Sócrates, conducirlo por medio de
hábiles preguntas hasta el concepto buscado. Este concepto no está fuera de la mente del
interrogado, está en él, él ya lo sabe: la tarea del maestro consistirá entonces en ayudar al
discípulo a buscar dentro de sí, en su propia alma el saber, separándolo de las opiniones y
de los falsos saberes. El maestro no representa más que un estímulo; el discípulo debe llegar
a la conclusión correcta mediante su propio esfuerzo y reflexión.
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Sócrates ha tenido una enorme influencia sobre la posteridad por la originalidad de su


método, por su fortaleza moral y su convicción ciudadana. Éstas características se pusieron en
relieve cuando lo condenaron injustamente a muerte. Pudiendo escapar de la cárcel y
exiliarse, a propuesta de sus discípulos, se niega a hacerlo. Él dice “yo soy hijo de Atenas,
primero soy ateniense después soy Sócrates. Yo en Atenas soy lo que soy, que es filósofo,
hacer filosofía es lo que define como persona. Por fuera de Atenas dejaría de hacer eso
entonces perdería mi Ser”. El filósofo manifiesta entonces que no puede traicionar a las leyes
de la Polis ya que ellas han hecho posible su existencia física y su educación, y si estas leyes lo
mandaron a morir, él lo hará, por más que sus discípulos argumenten por qué no debería
hacerlo.

La obra de Platón continúa y a la vez transforma la enseñanza de Sócrates. La continúa


porque retoma y elabora los conceptos fundamentales del maestro, y la trasforma porque
convierte a la crítica socrática en una doctrina positiva: la hipótesis de las ideas. En los
diálogos socrático la noción de concepto o esencia aún no tiene definición ontológica, además
la reflexión socrática trabaja sólo conceptos morales; Platón amplió el campo de los
conceptos. De su acercamiento a la matemática pitagórica surgió la noción de conceptos
matemáticos y también postuló la existencia de conceptos naturales y artificiales.
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En el Libro VI de “La República”, el filósofo ofrece una


nueva versión de su Teoría del Conocimiento, en la que
entenderá este proceso como gradual. Va a dar
una explicación dialéctica del conocimiento. En esta parte
de la obra más conocida de Platón, se
establecen diferentes grados de realidad, así como
distintos niveles de conocimiento. Platón concluye que al
verdadero conocimiento no se puede acceder por medio
de la percepción de los sentidos. A este conocimiento
Platón lo denomina Doxa (opinión): ella es particular,
cambiante y contradictoria. Por el contrario el verdadero conocimiento, Episteme, tiene los
atributos de la universalidad, invariabilidad, y es siempre idéntico a sí mismo.

A la vez la Doxa se divide en imaginación (Eikasía) y creencia (Pistis). La imaginación es la


manera de conocer las imágenes, es decir las copias sensibles. Es entendida no como
creatividad, sino como captación de imágenes. La creencia refiere al conocimiento de las
cosas sensibles. Puede relacionarse con la idea de sentido común.

La epistemes posible en el plano inteligible y también se la puede dividir en dos: la Dianoia


(entendimiento) y Noesis (intuición intelectual). La Dianoia es el conocimiento sobre las
ideas matemáticas. Es la primera aproximación al mundo de las ideas. Estas ideas parten de
hipótesis que no tienen fundamento superior. Es el pensamiento discursivo (conocimiento
matemático). La Noesis se refiere a las ideas metafísicas y morales. Es el conocimiento
absoluto, no hipotético. A este plano pertenece la filosofía. Es el pensamiento dialéctico
(conocimiento filosófico).

A partir de esta forma de conocer quedan planteadas (en el plano ontológico) dos formas
del ser: cosas sensibles e ideas. Ellas corresponden (en el plano gnoseológico) con las dos
formas de conocer: Doxa y Episteme, que a su vez residen en dos facultades del ser humano:
los sentidos y la razón.

Al conjunto de las ideas Platón lo denomina mundo de las ideas o mundo inteligible al que
solo se puede acceder por medio del intelecto; y al mundo físico lo denomina mundo sensible
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que solo puede ser captado por los sentidos. Las ideas son modelos que las cosas sensibles
imitan.

Platón nos habla de la “idea del bien”. El bien es la comprensión absoluta, y la compara con
el sol. Ésta se encuentra por encima de todas las demás ideas. Ésta es la verdad.

En el mismo libro VI, Sócrates, en discusión con Glaucón y Adimanto los exhorta
preguntándoles si además del sentido de la vista no necesitan luz para ver. Y ¿cómo podemos
ver la luz en la tierra? Con el sol. El sol nos permite ver objetos como son en realidad, y ahí
los comprendemos, los reconocemos, esto se llama inteligencia.

Así como el Sol, fuente de luz y vida en la tierra, permite que veamos los objetos visibles, el
bien hace posibles que podamos conocer las restantes ideas. Como ocurre con el sol, es
imposible contemplar directamente al bien, por es el filósofo se orienta hacia él sabiendo que
nunca podrá aprenderlo por completo.

Al final del libro VI, Sócrates le pide a sus discípulos que tracen una línea vertical y unan los
elementos de cada mundo, esto es lo que llamamos paradigma dela línea:
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Esta teoría es la antesala para analizar la alegoría de la caverna, planteada al principio del
libro VII de “La República”, con una imagen más literaria.

Sócrates, en conversación con Glaucón, comienza a construir la imagen mental del


mencionado mito. Aquí va la descripción:

Cuenta Platón en La República que en el interior de una montaña se despliega una caverna
muy profunda, donde un grupo de prisioneros se hallan encarcelados. Su encierro es muy
particular: se encuentran obligados a estar sentados, encadenados a sus sillas, observando día
y noche el fondo de la caverna. Detrás de ellos, arde un gran fuego, pero entre ambos hay
guardias que pasean objetos por encima de sus cabezas, de tal modo que el fuego ilumina los
objetos y proyecta sus sombras en el fondo. Las sombras reflejan objetos que parecen
moverse autónomamente, y que constituyen lo único que los prisioneros pueden ver, ya que
al estar encadenados de pies a cabeza no pueden darse vuelta para observar el dispositivo
creado. O peor; las cadenas no les permiten ni pararse, ni mover sus cuerpos más que la
distancia que el amarre posibilita. Y aún más; con el paso del tiempo que es mucho, casi como
toda la vida, las cadenas se van internalizando, se van incorporando, se van habituando, y por
ello mismo, se van invisibilizando. Ven para adelante y las sombras se convierten en el mundo
real. Los prisioneros ya no se sienten encerrados sino libres. Se sienten viviendo una vida
cotidiana común y corriente. Una vida normal.

Pero un día, un prisionero se despierta y ve a sus pies sus cadenas en el piso. Siente su
cuerpo más aliviado, pero también más angustiado. Da vuelta la cabeza y el giro excede lo
acostumbrado. Se mueve y su cuerpo se levanta. Ve la silla, ve el fuego detrás, ve las sombras
ya como sombras, vuelve a ver en el cielo el interior de la caverna. Se horroriza. Su primera
reacción es querer volver a encadenarse y retornar a la comodidad, a lo seguro, pero no
puede. Ya supo y no hay vuelta atrás. Decide entonces ir a ver qué hay afuera, en el verdadero
mundo exterior. Y así asciende hasta que sale de la caverna y en una sensación sublime,
observa a lo lejos el mundo desplegarse infinitamente

Cuando el prisionero es liberado de la caverna al principio se encandila con los objetos que
sólo veía en las sombras. Al mismo tiempo, si lo comparamos con la línea, es imposible
acceder a las ideas metafísicas y morales y a la idea del Bien, sin una preparación previa. Para
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poder llegar al pensamiento dialectico (la noesis), es necesaria una adaptación al mundo de
las ideas a través de la Dianoia, el pensamiento discursivo.

Luego puede comenzar a adaptarse. Primero mira las sombras, reflejos en el agua, luego a
los hombres y los objetos mismos. Al mismo tiempo el hombre debe adaptarse para llegar a
los niveles más altos de las episteme. Primero mira sombras (primer paso para llegar a la
Dianoia), luego llega cierto nivel de abstracción (es decir llega a las ideas matemáticas). Es a
partir de este entendimiento que se logra la capacidad intelectual para llegar a los niveles más
altos, de la episteme, la noesis, los objetos, en la línea corresponde al plano ontológico, las
ideas morales y metafísicas.

Luego llega a conocer el fundamento de lo anterior. Comienza a percibir los astros, el cielo,
el Sol. Esto le da la facultad de ver. Esto corresponde al grado superior del saber, al
conocimiento absoluto, a la idea de bien.

Finalmente recuerda su pasado en la caverna, y concluye que tanto los entes que antes
percibía como reales no lo eran. Se alegra de haber abandonado la caverna, y siente desdén
por el mundo de las sombras. Esto corresponde con la actitud del filósofo de preocuparse por
los conocimientos de la episteme más que por la Doxa, y el reconocimiento de que no se
pude tener conocimiento verdadero a partir de creencias de la imaginación.

Ahora, ¿qué haría el prisionero que se ha liberado, cuando observe a sus compañeros que
quedaron en el fondo de la caverna? Supuestamente, tendría que bajar a liberarlos y a
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mostrarles, que las cosas que ellos contemplan como sombras, no son más que imágenes que
no se asemejan a la realidad. Sin embargo, los que están como prisioneros no le creerían
aquella realidad e incluso lo amenazarían de muerte si es que él los suelta de ahí. Además, es
más fácil permanecer en el mundo de las imágenes que en el mundo de lo inteligible.

El arduo trabajo que significa salir de la cueva, es el arduo trabajo para alcanzar la idea del
bien. El proceso de pasar de la oscura caverna a la luz del exterior se llama ''obnubilación'' lo
mismo para el proceso que significa ir del mundo exterior a la oscura caverna.

Naturalmente, el hombre que contempla el exterior, no querrá obnubilar su alma una vez que
esta puede contemplar las cosas en sí. Al contrario, querrá siempre apreciar este tipo de vida.

De este modo, la educación resulta un medio eficaz para salir de esta caverna y con esto,
Sócrates quiere decir que el conocimiento reside en el alma y no es adquirido. Así como los
ojos, el oído tiene sus propias facultades de conocimiento, el alma también tiene las
suyas. Por lo tanto, la educación no es una entrega de conocimientos, sino más bien una
evocación de conocimientos.

El alma es considerada como un elemento divino y en lo cual no es posible que en ella, los
conocimientos sean agregados. Así, los filósofos que salen de la caverna, no deberían volver a
oscurecer su alma en el fondo de la caverna.

Más adelante en el libro VII va a desarrollar su teoría de que al volver a la caverna tiene
que dedicarse a la política, ya que el filósofo conoce las ideas de justicia e igualdad.

Para Platón, el alma humana es inmortal, pero después de la muerte reencarna en otro
cuerpo. Al abandonar el cuerpo y antes de la reencarnación produce el olvido parcial de lo
contemplado en el mundo de las ideas y la filosofía tendrá como objetivo hacer presente al
hombre las ideas semiolvidadas. Esto es lo que llama teoría de la reminiscencia. Para él el
hombre debe ejercitar el órgano del saber, que ya lo posee. Esto remite también a la
mayéutica de Sócrates.

Si existe una verdadera esclavitud es la ignorancia, ésta nos aprisiona, nos encierra, limita
nuestros horizontes y no nos permite alcanzar la verdad.
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En la alegoría que Platón mostró en su mito de la caverna los símbolos son claros: la
caverna es el lugar del mundo sensible (todo aquello que percibimos con nuestros 5 sentidos),
las apariencias, las realidades provenidas y por tanto degradadas. Los hombres están
encadenados por su ignorancia, que sólo les permite tomar el mundo de los objetos
materiales por única y total realidad, desconociendo su origen, su fuente de realidad, su
esencia. El conocimiento implica liberarse de esta baja ilusión, pero también advierte que es
doloroso: duele acostumbrarse a la luz de la verdad; es difícil el camino que libera de la
ignorancia, y sobre todo, se recorre solo, sin ayuda de nadie salvo inspirado en algún otro que
se atrevió a salir y a quien le creemos, pero aun así, el camino debe recorrerse solo. Sin
embargo el camino ascendente lleva a la contemplación de la verdadera realidad: el sol, que
simboliza la idea máxima, la idea del Bien Supremo.

Si nos situamos en la actualidad, podríamos decir, que la masa hoy no se cuestiona,


simplemente se limita a aprender y aceptar lo que le ha sido enseñado como verdad absoluta,
que en el caso escolar es limitarse mediocremente a aprender lo que el ministerio, la iglesia, la
moral y las buenas costumbres y la tradición nos indica, convirtiéndonos así en hombres
encadenados dentro de una caverna.

Nadie que no ve sus cadenas puede escuchar a alguien que viene a decirnos que estamos
encadenados. Ni siquiera él mismo. O peor; tal vez el liberado entiende en ese acto que él
también sigue encadenado, pero de otro modo. Que el exterior de la caverna tal vez no sea
más que el interior de una caverna más grande.

Si así fuera, el liberado que entiende que nunca será definitivamente libre, necesita
cambiar el esquema. O en principio, moverse. Ir saliendo de una caverna para seguir saliendo
de la caverna siguiente. Salir para seguir saliendo. Y sin embargo de una sola cosa está seguro:
mientras sale tiene que volver. A buscar a los suyos y plantear la diferencia. Dice Platón que es
la gran tragedia de la filosofía: buscar un saber que se sabe que nunca vamos a encontrar.
Pero no importa, porque lo que vale es la búsqueda. Si todo es caverna, la única libertad
posible está en el movimiento.
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BIBLIOGRAFÍA:

 Carpio, Adolfo; Principios De Filosofía, Glauco, Buenos Aires, 2004.

 Brunet, Graciela; La Razón en su Historia, Edere, Argentina, 2006.

 Platón; La República; traducción directa del griego: Antonio Camarero, estudio


preliminar y notas: Luis Farré, revisión técnica: Lucas Soares; Eudeba, Buenos Aires,
2014.

 https://ar.radiocut.fm/audiocut/alegoria-de-la-caverna-por-dario-sztajnszrajber/

 Audiovisual: Dario Sztajnszrajber; "Alegoría de la caverna" El Innombrable.


https://www.youtube.com/watch?v=_lla4bSH2l0

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