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María Eliana Reyes Farias

Universidad de Chile / Instituto de Estudios Internacionales


Economía Política Internacional
Profesora: Anna Kowalczyk

¿DEBE EL COMERCIO INTERNACIONAL SER LIBRE, SIN RESTRICCIONES?

Para establecer si el comercio internacional debe ser libre, primero se deben considerar cuáles son los aspectos
negativos y positivos de esta forma de intercambio a nivel global, con el fin de discernir si la vida de la sociedad
sería mejor o peor con esta forma de comercio, asimismo, para comprender las consecuencias que conlleva este
modelo de comercio en la relación entre países a nivel internacional.

El libre comercio permite la interconexión e intercambio de productos alrededor del mundo, lo que tiene como
efecto que, de un país se pueda conseguir un bien proveniente de un territorio muy alejado, tal como Chile y
China, que se encuentran a kilómetros de distancia. Pese a esto, para Chile es mucho más barato comprar
productos industrializados a China que fabricarlos de forma nacional.

Lo anterior, debido a que en el país latinoamericano no existe una mano de obra calificada ni tampoco una
industria que sea capaz de desarrollar productos de alta tecnología. Y tal como Raúl Prebisch manifiesta en la
Revista de la CEPAL de 1976, Chile, al igual que muchos de los países del sur global, mantiene su economía a
base de materias primas lo que siempre lo tendrá en desventaja al momento de industrializarse. En este sentido,
Prebisch menciona que “el capitalismo sólo ha penetrado en forma espontánea en la periferia para abastecerse
de los productos primarios que ha necesitado” (Prebisch, 1976).

En correlación con lo anterior, las grandes multinacionales, empresas y países desarrollados se han
industrializado y enriquecido a costa de los países del sur global, comprando las materias primas a un precio
reducido o explotando a trabajadores y trabajadoras para fabricar gran cantidad de productos en un tiempo
limitado, trabajo por el que reciben una remuneración insignificante que apenas alcanza para subsistir. Además,
este tipo de faena divide el trabajo entre los empleados y es en serie, tristemente apta para niños y niñas –
trabajan desde una edad muy temprana para solventar los gastos del hogar, por lo que no tienen acceso a
educación u otro tipo de derecho básico a tan temprana edad – y con largas jornadas de trabajo. Pero esta
situación denigrante no parece importarle a quienes están a favor del libre comercio internacional.

A mi parecer, el viejo mundo o las actuales potencias industrializadas, al igual que los grandes empresarios,
solo buscan obtener ganancias, en mira del resultado que se obtiene, no del proceso que se lleva a cabo para
obtenerlas. El libre comercio ha hecho que día a día las personas y Estados se vuelvan más individualistas, es
por ello que podría estar de acuerdo con Adam Smith cuando dice que “cada individuo está siempre
esforzándose para encontrar la inversión más beneficiosa para cualquier capital que tenga. Es evidente que lo
mueve su propio beneficio y no el de la sociedad” (Smith, 1776). Pero, el problema es lo que continua
escribiendo en su libro la riqueza de las naciones, ya que, según él, el individuo se conduce por interés natural
y prefiere “la inversión que resulta más beneficiosa para la sociedad” (Smith, 1776).

Al empresario no le importa irrumpir en un país con su empresa y que eso conlleve a que las empresas
domésticas o nacionales se vayan a la quiebra, esto debido a que la introducción de productos importados es
muchas veces más barata o de más fácil acceso que los productos fabricados nacionalmente, por lo que las
María Eliana Reyes Farias
Universidad de Chile / Instituto de Estudios Internacionales
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Profesora: Anna Kowalczyk
empresas domésticas pierden su ventaja en el mercado y terminan cerrando. A las grandes empresas tampoco
les importa que muchos de los empleados de las empresas del país al que llegan queden sin empleo, pues para
ellos lo importante es ganar. El problema es que los empleados que antes trabajaban en las empresas domésticas
no están cualificados para el trabajo de las empresas extranjeras, por lo que, si quieren obtener empleo en estas,
deben proveerse de una adecuada capacitación profesional.

Adam Smith, quién para muchos es considerado el padre del liberalismo económico, considera que la división
del trabajo genera un aumento en la capacidad productiva del trabajo, un incremento en la destreza de cada
trabajador en su función, por lo que se ahorra tiempo en la producción tanto por la división como por el uso de
máquinas que disminuyen las labores obreras. Si solo tuviéramos esta información, probablemente no
dudaríamos en pensar que el libre comercio internacional es positivo para el crecimiento de la producción y de
la economía.

Pero, pese a que el libre comercio internacional permite la oferta de productos más baratos, o a que facilite la
salida del sobre stock de bienes de un país a otro, de que se refuercen las relaciones entre los Estados – por el
asentamiento de tratados o acuerdos de libre comercio – o de que aumente la competencia entre los productores
en virtud de la variada oferta, y por ende, se regulen los precios, tiene a mi parecer una falencia muy grande, y
difícil de corregir, puesto que todos los beneficios mencionados hasta el momento, poseen efectos negativos,
tanto en las personas del mundo desarrollado, como del periférico o tercer mundo, pero también en el
medioambiente.

“Todo lo que es comercio internacional hoy, normalmente se basa en que las empresas buscan lugares en donde
los estándares laborales y medioambientales son más bajos para producir de forma más barata y poder asegurar
la competitividad internacional” (cita de clase, 5 de septiembre). Esto es evidencia de que las empresas siempre
harán todo lo posible para reducir costos y aumentar beneficios sin importar si en el transcurso de la producción
perjudica a alguien. En este sentido, según Greenpeace el 10% de las emisiones de carbono a nivel mundial
pertenecen solo a la industria textil (Pinochet, 2021).

Es innegable que el libre comercio internacional ha llevado al mundo a un progreso que hace siglos atrás hubiese
sido inimaginable, sin embargo, solo un reducido grupo social puede disfrutar plenamente de este. El libre
comercio ha llevado a una desigualdad inexorable entre clases, y peor aún ha permitido la destrucción del
medioambiente. Si el comercio internacional fuese restringido sería mucho más fácil crear normas de mercado
que sean equitativas, ya que, actualmente, en el mundo globalizado por el que se rige el comercio internacional,
si bien permite el establecimiento de acuerdos, es muy difícil llegar a estos, sobre todo en materia
medioambiental con aquellos Estados que son altamente desarrollados y que viven por la maximización de sus
ganancias. Sin duda, este sistema de comercio ha puesto en boga la ambición humana por querer cada vez más.

Por último, es inconcebible defender un sistema económico que explota a los trabajadores y trabajadoras, y que
incluso, eclosiona de un modelo especulativo, que de un día a otro puede originar una crisis global, que no solo
afecta a los pobres, sino también a las personas con mayor poder adquisitivo.
María Eliana Reyes Farias
Universidad de Chile / Instituto de Estudios Internacionales
Economía Política Internacional
Profesora: Anna Kowalczyk

Referencias

Clase 5 de septiembre, 2022. Economía Política Internacional. Universidad de Chile.

Pinochet, P. (9 de Septiembre de 2021). PaginaV. Recuperado el 25 de Septiembre de 2022, de


https://paginav.cl/2021/09/09/greenpeace-y-el-impacto-de-la-industria-textil-en-el-medio-ambiente-
transformemos-nuestra-relacion-con-la-
moda/#:~:text=El%20nivel%20de%20producci%C3%B3n%20de,m%C3%A1s%20contaminaci%C3
%B3n%20en%20el%20ambiente.

Prebisch, R. (1976). Crítica al capitalismo periférico. Revista de la CEPAL. (pp. 7 – 73).

Smith, A. (1994). La riqueza de las naciones. (C. Rodríguez, Trad.) Madrid, España: Alianza Editorial. Libro
I, cap. 1-4 (pp. 22-63)

Smith, A. (1994). La riqueza de las naciones. (C. Rodríguez, Trad.) Madrid, España: Alianza Editorial. Libro
IV, sección 2-4 (pp.551-568).

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