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5. LA SEMILLA Y EL EMBRIÓN.
La semilla no es más que un ovulo fecundado por un grano de polen, transformado y maduro.
Los tegumentos o episperma son las envolturas que protegen la semilla; normalmente son
dos, en cuyo caso la externa recibe el nombre de testa y la interna es el tegmen. La
consistencia de la testa es muy variada; en algunos casos es coriácea y dura (frijol y melón), lo
que les da mayor protección; en otros casos es seca y membranosa (durazno y ciruela); puede
presentarse con diversas coloraciones, como en el higuerillo, el pito, etc. El tegmen es débil y
membranoso y casi siempre está íntegramente unido o soldado a la testa.
El embrión no es más que una planta en miniatura y que por lo tanto tiene en diminuto la raíz,
que en este caso se le llama radícula; el tallo aquí llamado talluelo y la gémula que al crecer
producirá el tallo y las hojas y uno o dos cotiledones según sea monocotiledonea y
dicotiledónea (Liliopsida y Magnoliopsida). Los cotiledones, son dos hojitas primordiales
modificadas que desempeñan la función de nutrir a la plántula en su primera etapa de
desarrollo.
En otras semillas las reservas alimenticias se localizan dentro de los cotiledones; estas semillas
no tienen albumen y las llamamos entonces exalbuminoideas o exalbuminadas.
Las sustancias de reserva sirven de alimento al embrión y son de gran importancia para la vida
animal y no digamos para la vida humana, tal es el caso del trigo, el maíz, frijol, maní y otras.
Cuando en las semillas predominan los hidratos de carbono, estas se llaman amiláceas (arroz,
trigo), y cuando predominan las grasas se llaman aleaginosas (maní, algodón, girasol y otras).
El tiempo máximo de vida latente es muy variado; por ejemplo, las oleaginosas pierden
pronto su poder germinativo porque sus aceites se ponen rancios; por su parte las
amiláceas, cuando se conservan en lugares apropiados pueden vivir varios años.
En algunas especies forestales el poder germinativo dura pocos días, como sucede con
el sauce; en algunas especies de ciprés si no se les dan condiciones óptimas de
almacenamiento perecen muy pronto.
Por lo tanto el almacenamiento de las semillas, es una actividad que requiere muchas
precauciones, pues estas especies son fácilmente atacadas por hongos, y si no se
conocen los requerimientos de cada especie en lo que respecta a humedad relativa,
temperatura, etc. Fácilmente puede echarse a perder una existencia de semilla.