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TAMBO

BOLETÍN DE ARQUEOLOGÍA
UNIWERSIDAD DE WROCLAW – POLONIA
UNIVERSIDAD CATÓLICA DE SANTA MARÍA – AREQUIPA, PERÚ

TAMBO
BOLETÍN DE ARQUEOLOGÍA
No. I

AREQUIPA 2008
Editor
Józef Szykulski

Comité Editorial
Augusto Belan Franco, Luís Díaz Rodríguez,
Jerzy Piekalski, Daria Rosińska, Józef Szykulski

Diseño carátula
Nicole Lenkow

Secretario de la Redacción
Daria Rosińska

Digitación
Agnieszka Matkowska

Impresión
El Lector – Arequipa

Edición (Copyright)
Universidad de Wroclaw – Polonia
Universidad Católica de Santa María – Arequipa, Perú

ISBN 978-83-61416-20-3

Tambo. Boletín de Arqueología, No. I


Financiado por el Ministerio de Cultura y Patrimonio Nacional,
República de Polonia
INDICE

Prológo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7
Bautista Quijano Enrique Alejandro, Salamanca Galindez Luís Manuel,
Szykulski Józef: Arqueología de San Agustín – Colombia. Ocupación
prehispánica en el Cabuyo, Pitalito – Huila/Archaeology
of San Agustín – Colombia. Prehispanic occupation in Cabuyo,
Pitalito-Huila . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .9
Díaz Rodríguez Luís Héctor: Una punta tipo "cola de pescado"
con acanaladura de Tillane, Arequipa/A fluted "fishtail" type point
from Tillane, Arequipa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 73
Díaz Rodríguez Luís Héctor, Rosińska Daria: Diversidad arqueológica
en Toro Muerto, sur del Perú/Archaeological diversity in Toro Muerto,
south of Peru . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 83
Díaz Rodríguez Luís Héctor, Rosińska Daria: Pinturas rupestres de Charipujo
(Tacna, Perú)/Rock paintings from Charipujo (Tacna, Peru) . . . . . . . . . 99
Gonzales Peñaranda Luís: Arqueología del valle de Puquina/Archaeology
of the Puquina valley . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 123
Karwowski Andrzej C: Investigaciones arqueológicas del sitio Uauauno,
Departamento del Beni, Bolivia/Archaeological investigation
of the Uauauno site, Beni Department, Bolivia. . . . . . . . . . . . . . . 131
Kołomański Tomasz: La Cueva de Jesús en Pampacolca, Departamento
de Arequipa – Perú: ¿un chasqui huasi?/Cueva de Jesus in Pampacolca,
Department of Arequipa – Peru: a chasqui huasi? . . . . . . . . . . . . . 143
Ochoa Peña Richard Manuel: El sitio precerámico Kilkata, departamento
de Tacna/Kilkata preceramic site, department of Tacna . . . . . . . . . . 149
Piasecki Karol: El tamaño de la bóveda craneal como manifestación de la
variabilidad antropológica en el Perú Prehispánico/The cranial vault
size as a manifestation of the anthropological variability
in the Prehispanic Peru . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 167
Szykulski Józef: Arqueología de Churajón, sur del Perú/Archaeology
of Churajón, south of Peru . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 179
Tejada Lewis Rocío: Chiribaya en la Región Arequipa/Chiribaya
in the Arequipa Region . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 207
Umire Alvarez Adán: Algunas características del programa funerario
precerámico de Yara (Ilo, sur del Perú) y su relación con la tradición
Chinchorro del norte de Chile/Some characteristics of the preceramic
funeral program from Yara (Ilo, south of Peru) and its relation with
the Chinchorro tradition from the north of Chile . . . . . . . . . . . . . . 213
PRÓLOGO
La intensificación de las investigaciones arqueológicas y etnológicas constata-
da en las últimas décadas en toda la América del Sur, nos entregó nuevos y valiosos
datos sobre las sociedades precolombinas del continente, a veces cambiando la
antigua –formada ya en el siglo XIX y primeras décadas del siglo XX – visión
del desarrollo cultural de está región del Nuevo Mundo.
En los trabajos arqueológicos, etnológicos e históricos, aparte de los nume-
rosos investigadores nacionales, participaron y hasta hoy día participan diferentes
miembros de institutos y centros universitarios prestigiosos de América del Norte,
Europa Asia y Australia. En el gremio de los investigadores extranjeros se encuen-
tran también los arqueólogos, etnólogos e historiadores de Polonia.
La más intensa participación de los investigadores polacos, respecto a la
reconstrucción y protección del patrimonio cultural de América del Sur, se la
observa en el sur del Perú. En esta región – gracias a los convenios firmados entre
la Universidad Católica de Santa María de Arequipa, las instituciones de Polonia
y entidades de otros paises – a partir de 1993 (iniciando con el Proyecto Churajón)
vienen siendo desarrollados importantes trabajos científicos de carácter interna-
cional. Entre ellos hay que mencionar el más grande, y previsto para la temporada
de 2008-2013, Proyecto Tambo, llevado a cabo – en el marco del 7mo Programa
de la Comunidad Europea (Marie Curie Actions) – por el Instituto de Arqueología
de la Universidad de Wroclaw – Polonia y digna Alma Mater arequipeña.
Con respecto a los trabajos actuales y anteriores de numerosos proyectos
cientificos, ambas instituciones universitarias decidieron editar conjuntamente – en
el ciclo de dos años – un periódico: Tambo. Boletín de Arqueología. La idea de
los fundadores de la revista mencionada es informar el gremio de profesionales
interesados en la problemática del pasado suramericano sobre algunas importantes
investigaciones realizadas en el sur del Perú y en otras regiones del continente.
El primer número del boletín está dedicado a la colaboración de los inves-
tigadores suramericanos y polacos en la protección del Patrimonio Cultural de
América del Sur. Por este motivo en la publicación se encuentran los informes
y artículos de las personas que, en alguna forma, en últimos años, participaron
en este tipo de trabajos.
Así mismo, la Universidad de Wroclaw y la Universidad Católica de Santa
María-Arequipa desean invitar a todos los investigadores del pasado del continente
suramericano a colaborar en la edición de futuros números del boletín.
Ambas instituciones universitarias y el Comité Editorial de esta publicación
desean también expresar palabras de agradecimiento al digno Ministerio de Cultura
y del Patrimonio Nacional de la República de Polonia por el apoyo financiero en
la edición del primer número del Boletín de Arqueología.
Director del Comité Editorial
Dr. Prof. Józef Szykulski
Jefe de la Misión Arqueológica en el Perú
U Luis Héctor Díaz Rodríguez
Arqueología de San Agustín. Ocupación prehispánica en el Cabuyo, Pitalito – Huila z

ENRIQUE ALEJANDRO BAUTISTA QUIJANO1


LUIS MANUEL SALAMANCA GALÍNDEZ2
JÓZEF SZYKULSKI3

ARQUEOLOGÍA DE SAN AGUSTÍN. OCUPACIÓN


PREHISPÁNICA EN EL CABUYO, PITALITO – HUILA
ARCHAEOLOGY OF SAN AGUSTÍN – COLOMBIA. PREHISPANIC
OCCUPATION IN CABUYO, PITALITO-HUILA

Abstract
In 1998 and 2001 an archaeological excavation was carried out at El Cabuyo, site located
within the San Agustín culture area, in the upper course of the river Magdalena (Colombia). The
settlement remains present here are mainly concentrated on hillocks of alluvial nature (montículos
I-III), in its majority modified by human activity. The oldest archaeological evidences in this area
were registered within the tomb 1, situated on the top of the hillock II (montículo II, tumba 1), that
contained skeletal remains and lithic artefacts, dated by 14C analysis (Beta 144081) to the 10th
century BC.
The ceramic material obtained from the site is largely related to the three main phases of San
Agustín culture development: Upper Formative, Regional Classic and Recent (Duque, Cubillos
1975). Furthermore, its major part dates back from the Recent Period.
Apart from the material typical for San Agustín culture area some fragments of pottery, which
point out influences from Amazonia, specifically Putumayo and Caquetá basins, were found.

Keywords:
South of Colombia. Magdalena River. Putumayo- and Caquetá River. San Agustín Cultur.
Prehispanic complex. Amazonia. Funeral customs.

1
Universidad Central, Cra. 5 No. 21-38, Bogotá, Colombia; e-mail: bautistaquijano@yahoo.es
2
Calle 6ª, No. 15-12, San Agustín, Colombia; mail: luismanuelsagal@hotmail.com
3
Universidad de Wroclaw, Instituto de Arqueología, ul. Szewska 48, 50-139 Wroclaw, Polonia;
e-mail: jszykulski@hotmail.com
° Enrique Alejandro Bautista Quijano, Luis Manuel Salamanca Galíndez, Józef Szykulski

INTRODUCCIÓN
La parte alta de la cuenca del río Magdalena es de unas características fi-
siográficas, hidrográficas y climáticas de enorme variabilidad. Estas condiciones
ofrecieron ventajas para la ocupación humana en el pasado. El reconocimiento
de estas razones motivó adelantar estudios en la zona, con la idea de conocer la
relación entre los asentamientos prehispánicos y el ambiente, como también com-
prender los vínculos culturales con las distintas ocupaciones del área agustiniana
y de las zonas vecinas.
En la temporada de 1998 y de 2001 se llevaron a cabo investigaciones ar-
queológicas en la jurisdicción del Cabuyo, localizada en la zona arqueológica de
San Agustín (Huila), Alto Magdalena, República de Colombia. Los trabajos del
Proyecto Cabuyo se realizaron gracias al apoyo financiero de la Fundación de
Investigaciones Arqueológicas Nacionales del Banco de la República. El objetivo
de las investigaciones era presentar una nueva visión del desarrollo cultural en
relativamente poco investigada zona Cabuyo–Matanzas (Fig. 1), región donde se
cruzaron múltiples influencias culturales del sur de Colombia.

Fig. 1. Región Matanzas – Cabuyo, zona arqueológica de San Agustín


Arqueología de San Agustín. Ocupación prehispánica en el Cabuyo, Pitalito – Huila 

Los autores agradecen a todas las personas que apoyaron la realización del
Proyecto Cabuyo. Aprovechando la oportunidad queremos expresar nuestra grati-
tud muy particular al inestimable, fallecido en el año 2000, Prof. Dr. Luís Duque
Gómez, gestor de la arqueología agustiniana y pionero de las investigaciones
multidisciplinarias en esta zona, así como también al nuestro colega Prof. Dr.
Héctor Llanos Vargas, director del Programa de Investigaciones Arqueológicas
del Alto Magdalena (PIAAM – Universidad Nacional de Colombia), corifeo de
la problemática agustiniana.
Al mismo modo queremos expresar palabras de agradecimiento a las personas
que nos respaldaron en los trabajos del campo y de gabinete: el Dr. Herbert Bruberg
de Suecia, el arqueólogo Dr. Arturo Cifuentes, la agróloga Natalia Ezarith Rico
Caicedo y la ingeniera Patricia Fernández de Bogotá, el señor Álvaro Muñoz,
administrador del Parque Arqueológico de San Agustín, los señores Isaías Pino
Palacios, Baudelino Grijalba, Segundo Ordóñez, Benjamín Ibarra, Parménides
Jaramillo y Ignacio Criollo de la ciudad de San Agustín, así como también las
señoritas Luz María y Rudi Hoyos de la Vereda de Matanzas. Quedamos también
en eterna deuda con la familia Salamanca de San Agustín, por la acogida y el
cariño dispensado durante todo el tiempo del trabajo de campo.
Por el apoyo y ayuda durante las investigaciones en la zona agustiniana agra-
decemos también a los habitantes de San Agustín, Matanzas y el Cabuyo.

1. UBICACIÓN Y CARACTERÍSTICAS DE LA ZONA DE INVESTIGACIÓN


La zona de investigación está localizada en la margen derecha del río Mag-
dalena, en la jurisdicción del Cabuyo, Vereda de Versalles, Municipio de Pitalito,
Departamento del Huila. Los trabajos arqueológicos se concentraron en predios de
la finca El Samán (Fig. 2), la propiedad de la familia Salamanca, de San Agustín.
Según la carta geográfica del IGAC la zona de investigación se ubica entre las
abscisas: Y = 1’098.000, X = 698.000, aprox. 76º 13’ – 76º 16’ de longitud oeste
y 1º 53’ – 1º 57º de latitud norte (Carta No. 388-IV-A; 1983).
La jurisdicción del Cabuyo ocupa una posición central en un triángulo confor-
mado por los valles de San Agustín al Oeste, Isnos al Norte y Pitalito al Este. La
proximidad a la cordillera y pasos naturales que se desprenden de Palestina hacia
el Sureste la conectan con el pie de monte de la Selva Oriental. La región conforma
un conjunto geográfico e histórico con la vecina Vereda de Matanzas (Fig. 1, 2).
Ambos se extienden en un corto y pequeño valle. Sus terrazas aluviales fueron
principalmente formadas por la acción del río Magdalena, como también de las
quebradas de Matanzas, Oritouasa y otros caños o torrentes. Estas en su mayoría
nacen en la porción alta, límite entre las terrazas y las estribaciones occidentales
de la Cordillera Oriental.
Este sector al Sur limita con la vertiente de la Cordillera Oriental, por el Este
colinda con la quebrada Oritouasa, que rinde sus aguas al río Magdalena y al Oeste
¤ Enrique Alejandro Bautista Quijano, Luis Manuel Salamanca Galíndez, Józef Szykulski

Fig. 2. Matanzas – Cabuyo, visto desde el camino San Agustín


– San José de Isnos. Al fondo la elevación de la Cordillera Oriental

se une con la quebrada de Matanzas, que fluye al Magdalena. Por el Norte el sector
de investigaciones limita con el río Magdalena (Fig. 3). La forma en general es
la de un relativamente pequeño valle, de un perfil en „V”, más o menos abierto,
que está atravesado por la carretera que comunica San Agustín con Pitalito y con
la capital del departamento de Huila, la ciudad de Neiva.
La finca El Samán, donde se concentraron las excavaciones, se encuentra al
lado izquierdo de la carretera que conduce a Pitalito y Neiva, a la altura entre los
1.270 y 1.300 metros sobre el nivel del mar. Se caracteriza por el clima templado
con las temperaturas que oscilan entre los 18° y 23° C. En el pasado toda la zona
estaba cubierta por el Bosque Húmedo Premontano (IGAC 1977) cuyos restos
se conservaron sobre las orillas de algunas quebradas o torrentes y a orillas del
río Magdalena.
Arqueología de San Agustín. Ocupación prehispánica en el Cabuyo, Pitalito – Huila ¡

Fig. 3. Los terrenos del la finca El Samán, delimitados por la carretera


San Agustín – Pitalito y las quebradas Matanzas y Oritouasa (cf. Fig. 1)

Los terrenos en los se halla la finca tienen la forma de un trapecio, emplazado


en una de varias terrazas aluviales que se encuentran en esta zona (Fig. 4). Otra
terraza, más alta, esta localizada directamente sobre el costado sur de la carrete-
ra y comprende terrenos de la finca de Don Parménides Jaramillo, de donde se
prolonga al Sudoeste hasta la mina de arena, la propiedad de la familia Muñoz.
Por debajo de la cota norte de la carretera, en predios de la finca El Samán, se
encuentra tercera, más baja, terraza aluvial.
Los trabajos arqueológicos en el sitio se concentraron en el ámbito de la
explanada (la parte plana de la terraza) y sobre las eminencias de procedencia
natural (conos aluviales), los llamados montículos I-III, localizados a sus límites
(Fig. 3, 5). Se realizó también el levantamiento de petroglifos del sitio.
Los montículos I y II se encuentran dentro de los predios de la finca El Samán,
el montículo III esta localizado fuera de la finca mencionada, prácticamente ya
sobre límite del cañón del río Magdalena. Las investigaciones confirmaron que en
el pasado todas estas eminencias (conos), en diferente grado, fueron transformadas
por las actividades humanas.

2. ANTECEDENTES ETNOHISTÓRICOS Y ARQUEOLÓGICOS EN LA ZONA


2.1 Etnohistoria de la región
Estudios etnohistóricos realizados por Juan Friede (1943, 1967) y por otros
investigadores (Duque 1966; Llanos, Pineda 1982), indican que en el momento
` Enrique Alejandro Bautista Quijano, Luis Manuel Salamanca Galíndez, Józef Szykulski

Fig. 4. La topogrefía de la región Matanzas – Cabuyo

de la conquista española la región del Alto Magdalena estaba poblada por los
grupos indígenas denominados Yalcones/Yalcón, los cuales perduraron en esta
zona hasta el comienzo del siglo XX.
La cuestión de la definición exacta de los límites geográficos de la presencia
de los Yalcones, como también la de sus relaciones con otros grupos indígenas
de la región, quedan abiertas4. Friede sugiere que los límites geográficos no eran
estables. Datos geográficos, históricos y arqueológicos indican por ejemplo mo-
vimientos humanos entre el Macizo Colombiano y el piedemonte amazónico, es
decir la zona del Alto Caquetá, poblada en el momento de la conquista por los
Andakis (Albis 1934). Basándose en sus estudios, Friede postula la existencia
hasta el siglo XVIII, en la zona fronteriza entre Alto Magdalena y Alto Caquetá,
de una mezcla cultural Yalcón – Andakis. Se ignora si se trata de un fenómeno
relacionado ya con la expansión española, como postula el autor mencionado
(Friede 1967), o tal vez podamos hablar de una específica propia de una región
ubicada entre la cuenca del río Magdalena y la Selva Oriental. Para la época pre-
hispánica disponemos también de algunos datos arqueológicos, los cuales indican

4
La mayoría de los autores usa el sinónimo “grupos indígenas”. Se ignora si en el caso de los
Yalcones, Andakis etc. se trata de diferentes grupos étnicos o lingüísticos.
Arqueología de San Agustín. Ocupación prehispánica en el Cabuyo, Pitalito – Huila ^

Fig. 5. Finca El Samán, area de las investigaciones arqueológicas

la convivencia de diferentes grupos humanos en la zona fronteriza entre Macizo


Colombiano y Selva Oriental (Cifuentes, Alarcón 1995; Llanos, Ordóñez 1998;
Szykulski, Salamanca 1999).
Los primeros datos históricos sobre el valle del Alto Magdalena proceden
del siglo XVI y están relacionados con la persona de Francisco García de Tovar,
uno de los capitanes del conquistador Don Sebastián de Belalcázar. En el mismo
período, cuando Belalcázar se fue a Quito para preparar la expedición al Dorado,
García de Tovar saliendo de Popayán pasó por la Cordillera Central, llegando
 Enrique Alejandro Bautista Quijano, Luis Manuel Salamanca Galíndez, Józef Szykulski

hasta Timaná y Neiva. No se dispone de ningunas noticias de esta época que esten
directamente relacionadas con la zona de San Agustín. Probablemente el capitán
Francisco García de Tovar llegó a Timaná pasando por La Plata, es decir por la
ruta usada por la mayoría de los viajeros hasta el fin del siglo XIX.
El documento más antiguo acerca de la zona Matanzas-Cabuyo procede del
siglo XVII: la Visita hecha en los años 1628-1629 para la región de Timaná por
el Gobernador Don Diego de Ospina. En ésta aparece – junto con el nombre de
otros sitios como: Bilbome, Consanza, Chigababón, Güeya, Guacacallo, Guamago,
Paspina, Quitombe y Vaguapa- la primera información sobre el sitio denomina-
do Matanzas5. En la misma Visita encontramos también los nombres de tribus
o familias Quinchana y Laboyo, cuales pervivieron en la toponimia de la zona
arqueológica de San Agustín (cf. Arch. 3, C. I y IV).
Otro reporte proviene de 18 de agosto de 1642 (Friede 1943: 11). Este docu-
mento entre los encomendados de Don Miguel de Lozada menciona a los indios
Matanzas. En la anotación se lee: „...entre los Lacaco y los Culatas, es decir, entre
el valle de Pitalito y las vertientes de la cordillera, que es precisamente la región
de San Agustín, vivían los Matanzas...”. Según Juan Friede también en algunos
documentos de los archivos del Cabildo de Timaná de la Notaría de Garzón y de
la Notaria Central del Cauca aparece el sinónimo Indios Matanzas (Friede 1967:
43). Lamentablemente el autor no informa de que documentos se trata y en cual
de los archivos están depositados.
Los sinónimos de procedencia española: Matanzas y Culata, citados en el
documento de 1642, manifiestan una práctica, muy común entre los conquistadores
o autoridades coloniales, de definir a los indios (tribus o grupos) independiente
de sus nombres propios. Hay que aceptar el hecho de que en el caso de las tribus
mencionadas en los documentos de los siglos XVI-XVIII en la mayoría no se trata
de sus nombres propios, sino de palabras indígenas españolizadas o de las palabras
españolas, como en el caso de Matanzas. Las raíces de las palabras (nombres)
usadas por los Españoles no siempre eran relacionadas con el verdadero nombre
de la tribu o grupo. En algunos casos se trataba de cualquier palabra escuchada
por los conquistadores o misioneros en el momento de su primer contacto con
los indios y posteriormente apropiada como sinónimo de estos. Investigador
colombiano, Arturo Cifuentes, sugiere que también el sinónimo Andakis es de
procedencia española.
Según algunos autores (Cuervo Márquez 1956, Llanos 1999) el sinónimo
Matanzas está relacionado con el combate de la época de conquista que ha teni-
do lugar en esta región ...Su nombre recuerda un sangriento combate empenado

5
Investigaciones de Juan Friede (1943) confirman que, aparte Bilbome, Chigababón, Gua-
mago y Güeya, también otros sitios mencionados se pueden localizar mediante la toponimia de la
región Alto Magdalena.
Arqueología de San Agustín. Ocupación prehispánica en el Cabuyo, Pitalito – Huila œ

entre los conquistadores y las valerosas tribus que poblaban esa región...(Cuervo
Márquez 1956: 115). Esta teoría – sin duda muy probable – no está confirmada
por documentos de la época de la conquista.
Probablemente hasta los siglos XIX y XX la palabra Matanzas se usaba
para definir toda la región entre San Agustín y Pitalito. La noción Cabuyo, que
define los terrenos donde se realizaron las investigaciones, aparece por primera
vez sobre las cartas del siglo XX y sin duda ya está relacionada con las reformas
administrativas de esta época.

2.2 Historia de las investigaciones arqueológicas


La región Cabuyo-Matanzas geográfica e históricamente pertenece a la
zona arqueológica de San Agustín. Las primeras informaciones sobre evidencias
arqueológicas del Alto Magdalena Sur proceden de la mitad del siglo XVIII. En
el año de 1756 Fray Juan de Santa Gertrudis, en su trabajo Maravillas de Na-
turaleza, informa sobre las estatuas y sarcófagos que ha visto cerca del pueblo
San Agustín (Santa Gertrudis 1956). Posteriormente, en el año de 1857, Agustín
Codazzi realizó excavaciones en la misma región (Codazzi 1959). Sus trabajos se
efectuaron en el espacio de las llamadas Mesitas A y B del Parque Arqueológico
de San Agustín6.
Las referencias arqueológicas sobre la región Cabuyo–Matanzas están re-
lacionadas con el nombre de Carlos Cuervo Márquez, que visitó San Agustín
en 1892. En su libro Estudios arqueológicos y etnográficos el autor menciona
Matanzas informando sobre la topografía (...Para llegar a San Agustín se atra-
viesan longitudinalmente el estrecho y cenagoso llano de Matanzas, asiendo en
remota época de un antiguo lago...), y algunos monumentos arqueológicos (...
se encuentran regados grandes cantos de arenisca y de conglomerados, uno de
los cuales parece haber sido trabajado toscamente, como si se hubiera querido
representar la figura de un sapo gigantesco...) de la zona Cabuyo–Matanzas
(Cuervo Márquez 1956).
Las primeras complejas investigaciones científicas en la zona agustiniana
fueron dirigidas por el arqueólogo alemán Konrad Theodor Preuss en 1914 (Fig. 6).
Los trabajos se realizó en el terreno de las Mesitas A y B, Alto de los Ídolos,
como también en Matanzas. Preuss publicó los resultados de sus investigacio-
nes en Gotinga (Alemania), en el libro titulado Monumentale vorgeschichtliche
Kunst – Ausgrabungen im Quellengebiet des Magdalena in Kolumbien und ihre

6
A partir del año de 1935 el gobierno colombiano inició la compra de los terrenos donde se
encontraban los monumentos arqueológicos. Estos formaron posteriormente el Parque Arqueológico
de San Agustín. En los años setenta del siglo XX, aparte del Parque Arqueológico de San Agustín,
se creó también el Parque Arqueológico de Alto de los Ídolos y el Parque Arqueológico Alto de las
Piedras, ambos localizados en las cercanías de la ciudad San José de Isnos.
U Enrique Alejandro Bautista Quijano, Luis Manuel Salamanca Galíndez, Józef Szykulski

Fig. 6. Konrad Theodor Preuss (1869-1938),


cortesia del Ethnologisches Museum Berlin

Ausstrahlungen in Amerika (Preuss 1929). En este trabajo, por vez primera, está
discutido en forma seria el problema del origen de las evidencias arqueológicas de
la región de San Agustín, como también el problema de sus posibles vinculaciones
con otras zonas culturales del Sur (Amazonia) y de las regiones más lejanas.
En los años 1936-1937 el investigador español José Pérez de Barradas (1943,
1943a) y su colega colombiano Gerardo Hernández de Alba (1943, 1979) realizaron
excavaciones en varios sitios de la zona agustiniana, las cuales entregaron nuevos
valiosos datos sobre la prehistoria del Alto Magdalena Sur. En esta temporada
la propia región Cabuyo-Matanzas quedó fuera de las actividades de ambos in-
vestigadores. En los años 1943-1966 Luís Duque Gómez estaba llevando a cabo
excavaciones complejas en la región de San Agustín (Duque 1966), continuando
sus investigaciones en la temporada de 1970-1977, junto con el arqueólogo Julio
César Cubillos (Duque, Cubillos 1979, 1981, 1983, 1988, 1993). Estos trabajos
permitieron presentar la secuencia del desarrollo cultural de la zona agustiniana.
Otros conceptos del desarrollo fueron postulados por investigadores Gerardo
Reichel-Dolmatoff (1975) y Józef Szykulski (1991, 1995).
Todos estos investigadores recorrieron la región Cabuyo-Matanzas, mencio-
nándola en algunas de sus publicaciones, pero hasta los finales del siglo XX no se
realizaron allí ningunos sistemáticos trabajos de excavación. En el año 1991, uno
de los autores publicó el contenido de una tumba, recuperada en 1984 en Matanzas
(Szykulski 1991, 1995), presentando también la primera fecha 14C relacionada
con este hallazgo (Fig. 7).
Arqueología de San Agustín. Ocupación prehispánica en el Cabuyo, Pitalito – Huila z

Fig. 7. Análisis 14C del material orgánico


de la tumba de Matanzas (cf. Szykulski 1991)
¤° Enrique Alejandro Bautista Quijano, Luis Manuel Salamanca Galíndez, Józef Szykulski

En 1998, el arqueólogo Héctor Llanos Vargas de la Universidad Nacional de


Colombia – Bogotá, en marcos del Programa de Investigaciones Arqueológicas
del Alto Magdalena – PIAAM (Llanos 1988, 1990, 1995; Pinto, Llanos 1997),
realizó las primeras investigaciones sistemáticas en la Vereda de Matanzas (Llanos
1999). En la misma temporada los autores estaban llevando a cabo las primeras
investigaciones en el Cabuyo (Szykulski, Bautista, Salamanca 2000), sus resul-
tados se muestran en el presente trabajo.

3. ASPECTOS TÉCNICOS Y METODOLOGÍA DE INVESTIGACIÓN


Las excavaciones en el Cabuyo se llevaron a cabo cumpliendo los estandartes
usados en la arqueología. La ubicación de la zona de investigación y su análisis
topográfico se hizo en mapas de escala 1: 50.000. El registro y la documenta-
ción de las estructuras y los sitios se realizaron mediante fichas que contenían
informaciones sobre la ubicación y características (vivienda, tumba etc.) de las
evidencias arqueológicas, la descripción de asociaciones (rasgos asociados)
y sus filiaciones culturales. Los trabajos de investigación incluyen también el
uso de aerofotografías del Instituto Geográfico Agustín Codazzi (IGAC). La
documentación estuvo complementada por croquis y mapas. Aparte, se hizo una
documentación fotográfica (B/N y en color). En los sitios se recogieron muestras
representativas de cerámica.
Para realizar el levantamiento topográfico sobre la llamada Explanada (terra-
za aluvial) se estableció un eje principal con puntos fijos (estaciones) cada diez
metros. Punto “0” se encontraba en el costado suroccidental de la Explanada. El
eje sirvió para definir el polígono que incluye toda el área de excavaciones. El
levantamiento del montículo II se realizó con curvas de nivel. El área de los ex-
cavaciones sobre la cumbre del montículo I fue levantada de manera planimétrica
y posteriormente relacionada con el eje principal (eje 0).
Las excavaciones se efectuaron en forma de los cortes (Cortes I-VI) que in-
cluyen varios metros cuadrados del terreno y pozos de sondeo aproximadamente
de 50 x 50 cm. En toda el área de investigación se excavó más que 500 pozos
de sondeo. Estos trabajos se realizaron siguiendo las capas naturales y estratos
culturales, en casos necesarios se efectuó exploraciones siguiendo los estratos
arbitrales. En el caso de la Explanada y del montículo II, para facilitar los trabajos
de documentación los cortes se dividieron en cuadriculas de 2 X 2 m (56 cua-
driculas sobre la cumbre del montículo), de las que cada una recibió su símbolo
respectivo A, B, C, D, E etc. (Fig. 8).
El material arqueológico recuperado durante de las excavaciones se registro
en respecto al símbolo de las cuadrículas o numero del pozo de sondeo. En caso de
los hallazgos no procedentes de los cortes o pozos de sondeos se hizo un registro
en la relación a las estructuras o en unidades de 1 m2. La clasificación del material
cerámico se hizo analizando conjuntos de unidades que incluyen características
Arqueología de San Agustín. Ocupación prehispánica en el Cabuyo, Pitalito – Huila ¤

Fig. 8. Finca El Samán; Explanada, Corte I, Parte I

técnicas homogéneas en cuanto al estado de la superficie (friabilidad), dureza,


color, textura, cocción, inclusiones, técnica de manufactura, los cuales dan una
suma de rasgos distintivos para la selección de los grupos cerámicos. Se realizó
también el análisis macroscópico de la cerámica.
Los dibujos de las piezas se realizó en la escala 1:1. Aparte de los dibujos,
se hizo la documentación fotográfica.

4. LOS TRABAJOS DE INVESTIGACIÓN


4.1. Montículo I
Tiene una altura de 1300 metros sobre el nivel del mar. Se encuentra en el
extremo oeste de la finca y ocupa una extensión superior de 3 hectáreas. La emi-
nencia está cubierta por gramíneas y vegetación rala (Fig. 9). En el centro de la
cumbre se documentaron cimientos de una edificación reciente y árboles frutales,
que indican que hace poco este sitio estaba cultivado. Actualmente en el sector
sur de la cumbre se encuentran cultivos de café y matas de plátano.
Sobre el desmonte sur y suroeste del montículo se registraron las huellas de las
terrazas de cultivo (Fig. 10). Su modo de construcción indica que probablemente se
trata de evidencias de la época prehispánica. Además sobre la cumbre se identificaron
las huellas de nivelaciones del período anterior a la conquista, bajo la forma de espa-
cios abiertos, donde el desnivel estaba rellenado con tierra y las piedras, formando
pequeñas plataformas. En uno de los límites de los espacios abiertos aparecen grandes
bloques de piedras sobre las que se reconocieron huellas de retoque.
¤¤ Enrique Alejandro Bautista Quijano, Luis Manuel Salamanca Galíndez, Józef Szykulski

Fig. 9. Finca El Samán, Montículo I

Fig. 10. Finca El Samán, Montículo I, las huellas de las antiguas terrazas del cultivo
Arqueología de San Agustín. Ocupación prehispánica en el Cabuyo, Pitalito – Huila ¤¡

Durante las investigaciones sobre el desmonte norte del montículo I, al frente


del montículo II, se documentó una zanja. En este sitio la roca matriz emerge a la
superficie del desmonte. La relativamente pequeña superficie de la cumbre, donde
también en el período de lluvias se acumula poca cantidad de agua, descarta la
posibilidad que la zanja se formó en el proceso de la erosión causada por el agua
que bajaba de la cumbre. Tal vez ésta se hubiera formado ya en la época glacial
o directamente después. Otra posibilidad es que se trate de las huellas de las ac-
tividades humanas, de una pedrera. Su material podía servir para la construcción
de un camino/rampa, que se encuentra al lado sudoeste del montículo II, es decir,
al frente del montículo I.
Sobre la cumbre del montículo I se excavó un corte, denominado Corte VI,
como también 17 pozos de sondeo. Otros 12 pozos se realizaron sobre el desmonte
norte y sureste del montículo, de los cuales 5 se hicieron en ya mencionada zanja.
El Corte VI se efectuó en uno de los declives del costado sur de la cumbre.
Éste tenía la forma de una trinchera de 1.5 X 5 m. En el sitio, debajo de un es-
trato de humus mezclado con arena amarilla (su espesor oscilaba entre 20-60
cm), apareció una concentración de rocas grandes, que pertenecen a una natural
formación geológica (Fig. 11). Sobre algunas de las rocas se documentaron hue-

Fig. 11. Montículo I, Corte VI


¤` Enrique Alejandro Bautista Quijano, Luis Manuel Salamanca Galíndez, Józef Szykulski

llas de retoque. En el relleno del corte se recuperó únicamente 87 fragmentos de


cerámica, que representan aproximadamente el 65% del material cerámico reco-
gido en el ámbito del montículo I. De 29 sondeos realizados sobre la cumbre y el
desmonte norte y sureste del montículo solamente en 11 pozos se documentó la
presencia de cerámica (33 fragmentos). Algunos tiestos se recuperaron también
sobre la superficie del montículo. El desgaste de sus superficies -efectuadas en
el proceso de la denudación y erosión- indican que las piezas no se encontraron
in situ. El material diagnóstico, recuperado sobre el montículo, confirma que la
forma principal fue la de la olla globular con borde evertido.
Con respecto al color de la pasta, en el material cerámico procedente del
montículo I se puede distinguir grupos alfareros: Café Oscuro, Café Claro, Na-
ranja (burdo, pulida o con engobe), Crema Gris Claro Pulido, Café Rojizo Burdo
y Café Oscuro Friable. La más grande cantidad pertenece al grupo Café Oscuro
(52 tiestos), en su mayoría con la superficie pulida. Sobre la cara externa (esporá-
dicamente también sobre la cara interna) de la cerámica de este tipo se observan
restos de pintura roja. El grupo Café Rojizo Burdo (con superficie corrugado
o acanalado) está representado por 30 tiestos (Fig. 12). Dentro de los materiales

Fig. 12. Finca El Samán; Cerámica tardía del Montículo I


Arqueología de San Agustín. Ocupación prehispánica en el Cabuyo, Pitalito – Huila ¤^

Café Claro, con superficie ligeramente pulido (22 tiestos) se documentó decoración
incisa en forma de líneas paralelas hechas con ruedita dentada. El grupo alfarero
Naranja está representado por fragmentos muy erosionados. En algunos casos se
observan huellas de engobe de cara externa y restos de pintura en forma de líneas
paralelas de color sangre seca.
Otros tiestos del montículo I estaban definidos como Crema Gris Claro Pu-
lido. Éstos se caracterizan por desgrasante muy fino. Además, 4 tiestos estaban
definidos como Café Oscuro Friable. Del mismo modo que en el grupo Café Claro,
también aquí un tiesto presenta ornamento de líneas paralelas hecho con ruedita
dentada (cf. Fig. 20b). La cerámica Café Oscuro Friable del Cabuyo parece ser
una excepción, o por lo menos esporádica, dentro de los materiales de la zona
agustiniana. La presencia de este grupo alfarero está discutida más adelante.
Según la tipología establecida en el Alto Magdalena (Duque, Cubillos 1988)
los grupos Café Oscuro y Café Claro corresponden al Período Clásico Regional,
o Período Isnos según Reichel–Dolmatoff (1975). En el mismo Período podemos
incluir el pequeño grupo Crema Gris Claro Pulido. Los grupos alfareros Café Ro-
jizo Burdo y Naranja (burdo, pulido o con engobe) están relacionados con Período
Reciente o Potrero/Sombrerillos, según la tipología de Reichel–Dolmatoff 1975
(Horizonte Postmonticular, según: Szykulski 1991). La cerámica de este grupo
-documentada ya por Konrad Theodor Preuss en 1914- es ampliamente conocida
en toda la zona agustiniana y en su mayoría presenta ornamento corrugado (Café
Rojizo Burdo) o pintado (Naranja) en forma de líneas paralelas del color marrón
o rojo sangre seca sobre fondo crema o naranja.
Trabajos de excavación realizados sobre el montículo I no entregaron frag-
mentos cerámicos del período formativo (Formativo Superior, según Duque
y Cubillos 1988). Tal vez ello se deba, a la limitada cantidad de cortes y sondeos
hechos sobre el montículo I, pero no se puede excluir la posibilidad que en el
formativo el montículo estaba deshabitado. Así mismo, la limitada cantidad de la
cerámica relacionada con otros períodos históricos (Clásico Regional, Reciente),
documentada sobre el montículo, sugiere que también en estos tiempos en el
sitio no existían viviendas permanentes. Aún más probable es el hecho de que la
presencia humana haya tenido un carácter temporal y estuviera relacionada con
otro tipo de actividades, como por ejemplo: cantera de piedras, sitio del culto,
zona agrícola u otras.

4.2. Montículo II
Montículo II está localizado en el lindero noroeste de la finca El Samán
y tiene una altura de 1280 m. sobre el nivel del mar (Fig. 13). El área de su extensión
es mayor a una hectárea. El montículo posee una característica particular para la
zona agustiniana, es decir tiene la forma de una meseta (mesita) donde la cumbre
estaba nivelada (cortada), formando una explanación dirigida sur – norte, de una
¤ Enrique Alejandro Bautista Quijano, Luis Manuel Salamanca Galíndez, Józef Szykulski

Fig. 13. Finca El Samán, Montículo II visto desde el Montículo I

dimensión aproximada de 21 m de largo y 17 m de ancho (Fig. 14). Su localización,


con respecto a las condiciones hidrológicas de la región, permite configurar una
hipótesis que en el pasado el sitio, durante una gran parte del año, estaba aislado por
agua (pantano/laguito), formando una eminencia en la zona aluvial. Actualmente el
terreno húmedo se conserva en el espacio entre los montículos I y II (Fig. 15).
Gracias a su localización topográfica desde el montículo II se puede dominar
una amplia zona que incluye el terreno desde las crestas elevadas que se empinan
fuertemente en las márgenes izquierda y derecha del río Magdalena hacia la am-
plia extensión por donde el río hace su recorrido oeste-este y por donde es más
encañonado (Fig. 2).

El desmonte
La estructura más grande de esta parte del montículo es la ya mencionada
rampa/camino reforzada por un muro de contención que gira transversalmente
desde pie de la eminencia hacia su cumbre. El recorrido del desmonte del montículo
II y los trabajos de la limpieza pusieron en evidencia agrupamientos de piedras de
diverso tamaño ubicadas sobre los pendientes suroeste y sur (Pedregales I y II),
donde algunas de estas formaban las estructuras arquitectónicas. Otras, relativa-
mente pequeñas agrupaciones de piedras (Pedregales III-V), se localizaron en la
parte este y noreste del desmonte (Fig. 5).
El sector pedregoso de mayor extensión (Pedregal I) colinda con el camino/
rampa y se encuentra sobre el desmonte suroeste, al frente del montículo I (Fig.
Arqueología de San Agustín. Ocupación prehispánica en el Cabuyo, Pitalito – Huila ¤œ

Fig. 14. Planta y corte del Montículo II

5, 13, 16). En este sitio, dentro del amontonamiento de grandes bloques, se re-
conocieron muros de contención y cimientos de algunas construcciones en mal
estado de conservación (Fig. 17). Algunas piedras presentan fracturas de gran
consideración, producidas probablemente por bruscos cambios de temperatura,
¤U Enrique Alejandro Bautista Quijano, Luis Manuel Salamanca Galíndez, Józef Szykulski

Fig. 15. Zona pantanosa. Al fondo Montículo II

Fig. 16. Desmonte sur-occidental del Montículo II, Pedregal I


Arqueología de San Agustín. Ocupación prehispánica en el Cabuyo, Pitalito – Huila ¤z

Fig. 17. Montículo II, Pedregal I; Huellas de antiguas estructuras

pero ninguna de estas presenta huellas de elaboración. Los trabajos realizados en


este sector documentaron relativamente poca cantidad de cerámica. Huellas de
desgaste, observadas sobre la mayoría de los tiestos, indican que este material no
estaba encontrado in situ y probablemente proviene de la cumbre, como efecto
de los procesos erosivos.
Sobre la vertiente este del montículo está localizado otro grupo de piedras
de tamaño menor y que presenta menor extensión que el sector anterior. No se
reconoció ninguna estructura arquitectónica, tal vez la parte de las piedras no se
encuentre en su posición original y provenga de otra parte del desmonte o de la
cumbre. Los sondeos realizados en el sitio entregaron pocos fragmentos de cerá-
mica (75 tiestos). Su mayoría presenta huellas de desgaste.
Aparte de investigaciones en ambas agrupaciones de las piedras sobre el
costado sureste del montículo II se ejecutó una trinchera de 2 X 3 m (trinchera
I) donde se documentó la remoción de escombros, producto de trabajo ejecutado
en el proceso de explanación del montículo. Se recuperó un fragmento de ocre,
lascas, algunos desechos de talla y 129 tiestos de cerámica, variados en forma
y en calidad. Los fragmentos diagnósticos proceden de ollas globulares, cuencos
y platos.
Con respecto a la pasta, entre mejor conservados fragmentos recuperados
del desmonte (aprox. 250 tiestos) podemos distinguir los siguientes grupos al-
fareros:
¡° Enrique Alejandro Bautista Quijano, Luis Manuel Salamanca Galíndez, Józef Szykulski

Naranja, burdo, pulida o con engobe de cara externa y de ambas caras


(51 tiestos)
Café Oscuro (Burdo o Pulido) (16 tiestos)
Café Oscuro Pulido (por ambas caras y con incisiones) (30 tiestos)
Café Oscuro Rojizo Pulido (8 tiestos)
Café Claro Pulido (22 tiestos)
Café Claro Pulido con Incisiones (5 tiestos)
Café Oscuro Friable (54 tiestos)
Crema Gris Claro, Pulido (12 tiestos)
Crema Gris Negro (4 tiestos)
Café Rojizo Burdo con Baño (12 tiestos)
Café Rojizo Burdo sin Baño (33 tiestos)
El material confirma que estamos frente a un contexto mezclado, relacionado
con diferentes períodos del desarrollo cultural en la zona agustiniana, principal-
mente Clásico Regional y Reciente (Fig. 18). Como una excepción es de mencionar
la presencia de cerámica de los grupos Café Oscuro Rojizo Pulido y Café Oscuro
Pulido (con incisiones), que podemos relacionar con el período formativo (Forma-
tivo Superior; Duque, Cubillos 1988). Los fragmentos diagnósticos de procedencia
formativa se clasificaron como partes de las vasijas con bordes muy fuertemente
perfilados, algunos tiestos proceden de cuencos o de tapa de urna funeraria.
En la zona agustiniana las formas analógicas se documentaron por ejemplo
en los inventarios de la tumba 1 del Potrero de Lavapatas (Szykulski 1991, Lám.
162), tumbas 1 y 22 del Hotel de Turismo (Duque 1966) y de la tumba 1 de

Fig. 18. Artefactos del Período Reciente recuperados sobre el desmonte del Montículo II
Arqueología de San Agustín. Ocupación prehispánica en el Cabuyo, Pitalito – Huila ¡

Matanzas, de donde proviene también una fecha 14C que indica 330+/-40 A. d.C.
(Szykulski 1991: 129, Lám. 245).
Dentro del material del desmonte montículo II, un elemento escaso para la
zona agustiniana son fragmentos (35 tiestos) de cerámica definidos como Café
Claro Pulido con incisiones. Su pasta y textura sugiere posibles influencias de otras
zonas arqueológicas del Sur de Colombia. Un ornamento estampado en forma de
líneas paralelas hecho con ruedita dentada es particularidad de algunos fragmentos
de la cerámica grupo Café Claro Pulido (con incisiones) . El mismo ornamento
aparece sobre los materiales del grupo Café Oscuro Friable (Fig. 20b).

Excavaciones sobre la cumbre


La cumbre del montículo II tiene forma de una meseta que abarca aproxi-
madamente 360 m2 del terreno (Fig. 5, 14). La excavación en el sitio cubría la
superficie de 220 m2 (Corte V). En el transcurso de los trabajos se constató que
en el extremo noroeste de la cumbre se encuentra una zona del relleno artificial
de una profundidad hasta 90 cm, hecha para ampliar la extensión de la superficie
plana. El relleno estaba conformado por arcilla amarilla apisonada, tierra negra,
fragmentos de piedra y pequeños cantos rodados, entre los cuales se mezclaron
fragmentos de cuarzo lechoso. Otros rellenos, de menor tamaño, se documentaron
en límite oriental de la cumbre.
Antes de la excavación, en la parte central de la cumbre, sobre la superficie
se observó una serie de grandes cantos rodados. Éstos, sobresaliendo entre la
vegetación herbácea, estaban colocados en forma semi-lunar, indicando que se
trata de unos cimientos de alguna antigua construcción arquitectónica de forma
circular/oval. En este sitio, debajo de la capa vegetal de un espesor de 10-15 cm y
mezclada con antiguas evidencias culturales (cerámica, escombros, lascas, etc.),
apareció un intacto piso de vivienda/viviendas (Fig. 19), de espesor 12-20 cm.,
formado por limos, tierra negra, greda mezclada con pequeños cantos rodados,
lascas, desechos de talla, pedazos de ocre y de obsidiana, como también por
fragmentos de cerámica y otros artefactos, entre ellos pequeños collares de
calcita (Fig. 20). El piso terminaba sobre la roca matriz del tipo arenisca, con
la superficie muy descompuesta. En su costado noreste se documentaron dos
zanjas paralelas de unos 12 m de largo, colocadas en la dirección noroccidental
– suroriental (Fig. 21).
La zanja más extrema (Nº 1), tenía 50 cm de ancho en promedio y hasta
40 cm de profundidad. En su relleno se constató la tierra negra apisonada, sin
material cultural y una concentración de carbón vegetal. La zanja Nº 2, de misma
característica del relleno pero sin carbón vegetal, tenía unos 25 cm en promedio
y hasta 30 cm de profundidad. Sobre la superficie del piso de la vivienda se registró
también 71 pozos de postes, de diferente diámetro, que lo perforaban y estaban
profundizados en la roca matriz (Fig. 19, 22). Al lado del poste No. 47 se halló un
¡¤ Enrique Alejandro Bautista Quijano, Luis Manuel Salamanca Galíndez, Józef Szykulski

Fig. 19. La cumbre del Montículo II; Piso de antigua vivienda

Fig. 20. La cumbre del Montículo II; Fragmentos de cerámica


y collares de calcita procedentes del estrato cultural (piso de vivienda).
Arqueología de San Agustín. Ocupación prehispánica en el Cabuyo, Pitalito – Huila ¡¡

Fig. 21. Huellas de postes documentadas sobre la cumbre del Montículo II

cuenco semiglobular con engobe de color naranja, colocado como una ofrenda,
con la boca inclinada en la dirección noreste (Fig. 23). Sobre la superficie del piso
se documento también piedras de moler o sus fragmentos (Fig. 24)
La dispersión de los huecos de postes y el análisis del contenido del estrato
que formaba el piso confirman que probablemente se trata de los hallazgos rela-
cionados con una estructura grande (vivienda I) de forma semiovaloide, que cubría
la superficie casi de 100 m2 y dos o tres otras (viviendas II-IV) del tamaño menor
(Fig. 25). La disposición, distinta profundidad y variable diámetro de los huecos
permiten distinguir entre los postes que formaban elementos constructivos de la
estructura (sostenían el techo o paredes) y otros, no constructivos, que servían
¡` Enrique Alejandro Bautista Quijano, Luis Manuel Salamanca Galíndez, Józef Szykulski

Fig. 22. Montículo II, negativos de postes profuntizados en la roca matriz

Fig. 23. Montículo II, una ofrenda hallada al lado del poste 47
Arqueología de San Agustín. Ocupación prehispánica en el Cabuyo, Pitalito – Huila ¡^

Fig. 24. Montículo II; Artefactos hallados sobre la superficie del piso de la vivienda

para la división interna del edificio en las áreas de actividad. Sobre el piso de las
viviendas se documentó algunas pequeñas concentraciones del carbón vegetal,
pero ninguna de éstas, por su estructura y tamaño, hace presumir que se trata de
la huella de un fogón. Tal vez el carbón dispersado por el piso presente las huellas
de un incendio.
La forma y el modo de construcción de las viviendas mencionadas revelan
analogías con estructuras del Período Reciente, descubiertas en los sitios Potrero
de Lavapatas (Duque 1966), La Estación (Duque, Cubillos 1981) y Quinchana
(Llanos, Durán 1983). Los datos más completos proceden de La Estación. En el
sitio se registró la llamada Casa Ceremonial, tres bohíos (1-3) y huecos de postes
relacionados con otras estructuras, excavadas solo parcialmente. Interés especial
despierta la construcción circular denominada Casa Ceremonial (Planta R-1).
La construcción tiene 9 metros del diámetro y presenta ciertas similitudes con la
vivienda I del montículo II en Cabuyo (Fig. 25). En ambos casos se documentó
huellas de postes que indican una división interna de las estructuras, también
aparecen zanjas.
Es de mencionar que las viviendas de planta ovaloide o circulares, cons-
truidas sobre un esqueleto de postes, tienen en Colombia una enorme dispersión
¡ Enrique Alejandro Bautista Quijano, Luis Manuel Salamanca Galíndez, Józef Szykulski

Fig. 25. Montículo II; Reconstrucción de vivienda, según: E. Bautista Quijano

geográfica. Este tipo de construcciones fue documentado entre otros en los sitios
Coscuro, San Isidro, Mosoco de la región de Tierradentro (Chávez, Puerta 1988).
Las construcciones de misma forma aparecen también, como templos masculinos
y femeninos, en el ámbito cultural de los indios Kogi, de la Sierra Nevada de Santa
Marta. La descripción de grandes bohíos de centros ceremoniales de Kogi en la
Takina Makotame – cabecera del río San Miguel – fue publicada por Gerardo
Reichel-Dolmatoff (1975a).
Una gran variedad de construcciones parecidas está confirmada también para
las regiones de Alto Putumayo, Alto Caquetá y gran parte de la Selva Oriental. Se
trata de las llamadas malokas, viviendas que en las sociedades selváticas unificaron
funciones utilitarias y ceremoniales, así como servían de espacio donde se ente-
rraba importantes miembros de la sociedad (Reichel-Dolmatoff 1986, 1997). Tal
vez la misma función cumpliera la estructura principal (vivienda I) de la cumbre
del montículo II en Cabuyo.
En el transcurso de las excavaciones al límite sur del área de viviendas apa-
recieron dos grandes pozos circulares tallados en la roca matriz (Fig. 21). Los
Arqueología de San Agustín. Ocupación prehispánica en el Cabuyo, Pitalito – Huila ¡œ

pozos estaban definidos como tumbas 1 y 2. Su localización sugería que están


directamente relacionados con las estructuras mencionadas, pero los trabajos de
la exploración, como también los posteriores análisis del laboratorio, desecharon
esta hipótesis.
Tumba 1: Está localizada al lado este y tiene un diámetro de 75 cm., la pro-
fundidad es de 65 cm. En la parte superior del relleno apareció una laja tallada
con huellas de la pintura roja, probablemente la base de una destruida estatua
agustiniana. A los 60 cm de la profundidad se encontraba el intacto contenido de
la tumba (Fig. 26). Aquí se dispusieron piedras de tamaño pequeño de formas
ovoidales o semi-lunares y aplanadas, en su mayoría fragmentadas. Sobre algunas
se conservaron restos de pintura amarilla o roja. Al nivel del piso de piedras se
detectaron huesos largos de un esqueleto humano en muy mal estado de conser-
vación, como también algunos fragmentos de madera carbonizados.
El individuo, persona adulta, masculina, probablemente adultus, estaba en-
terrado en posición de cúbito lateral izquierda, con el cráneo hacia el norte y el
rostro, así como las extremidades dirigidos hacia el este. Como ajuar funerario
se documentaron solamente cuatro raspadores colocados sobre diferentes partes

Fig. 26. Montículo II, Tumba 1


¡U Enrique Alejandro Bautista Quijano, Luis Manuel Salamanca Galíndez, Józef Szykulski

del área donde se halló la osamenta. Se trata de una práctica cultural consistente
en el fuerte apisonamiento sobre cual fue colocado el cadáver con ajuar funerario
(raspadores). Después se tendió un piso con fragmentos de cantos rodados con
pintura, roja o amarilla (hematita), y finalmente la gruesa capa de relleno con
arena extraída del mismo pozo excavado. En la tumba no se halló otro tipo de
elementos culturales, la cerámica faltaba por completo.
Tumba 2: Se encuentra a 160 cm al oeste de la tumba 1 y tiene forma de
pozo circular de 85 cm del diámetro y de 60 cm de profundidad. El estado de
apisonamiento del relleno es igual que en la tumba 1. Dentro del pozo se destacó
la presencia de varias lascas de piedra. En el relleno aparecieron también dos frag-
mentos de cerámica con incisiones, clasificada como Café Oscuro Rojizo Pulido
y un tiesto Café Claro Pulido. Los fragmentos tienen carácter intrusivo y fueron
llevados junto con el material que rellenaba la parte superior del pozo. Durante
las investigaciones dentro de la llamada tumba 2 no se documentó huellas de in-

Fig. 27. Montículo II, Tumba 1; Análisis 14C del material orgánico
Arqueología de San Agustín. Ocupación prehispánica en el Cabuyo, Pitalito – Huila ¡z

humación. No se puede excluir la posibilidad que el pozo cumpliera otra función


que la de un sepulcro, tal vez de un depósito ritual o ceremonial.
La forma, tamaño y el mismo modo de la construcción de ambos pozos
sugieren que las construcciones provienen del mismo período histórico. Un aná-
lisis 14C de la materia orgánica de la tumba 1 (Beta 144081) confirmó una fecha
calibrada, que oscila entre 975-805 a.C. (Fig. 27). En este sentido se trata de una
de las más antiguas – relacionadas con un contexto arqueológico – fechas de la
zona agustiniana. La falta del material cerámico, en el contenido (ajuar funerario)
de ambos pozos mencionado, sugiere, que tal vez se trate de un contexto cultural
relacionado con las sociedades de la época precerámica.

Material arqueológico de la cumbre


Las excavaciones sobre la cumbre del montículo II entregaron material lítico,
ante todo matates o piedras de moler (Fig. 28), algunos collares de calcita (Fig.
20) y más de 1000 fragmentos de cerámica. De estos casi 12% corresponden
a los hallazgos del humus. Otros están relacionados con el estrato que formaba el
piso de la vivienda. Se observa una fuerte erosión de la superficie de los tiestos,
efecto de específicas condiciones geomorfológicas del sitio. Es decir, un angosto,
cubierto por humus, estrato cultural – en algunos casos de menos de 12 cm – co-
locado directamente sobre la roca matriz, implicaba que el agua de las lluvias se
acumulaba directamente debajo del humus, afectando el estrato cultural. A esto
se suman también las actividades agropecuarias de los últimos 150 años que
gravemente afectaron las huellas de la antigua ocupación.

Fig. 28. Montículo II, artefactos lítico de la cumbre


`° Enrique Alejandro Bautista Quijano, Luis Manuel Salamanca Galíndez, Józef Szykulski

De los fragmentos de la cerámica, recuperados sobre la cumbre del montículo,


se analizó una colección representativa de casi 700 tiestos. De esta cantidad 118
tiestos proceden del estrato de humus. El material de humus, de acuerdo con el
color de la pasta, estaba dividido, en los siguientes grupos alfareros:
– Café Oscuro Pulido o Burdo (23 tiestos); La destrucción de la superficie
no permite distinguir entre la superficie pulida y burda
– Café Oscuro Rojizo Pulido (3 tiestos)
– Café Claro (8 tiestos)
– Café Rojizo Burdo (6 tiestos)
– Café con Engobe Rojiza (4 tiestos)
– Café Oscuro Friable (47 tiestos)
– Naranja, pulido o con engobe (23 tiestos)
– Crema Gris Claro Pulido (4 tiestos)

Dentro del material cerámico recuperado del estrato que formaba el piso de
la vivienda (567 tiestos) se distinguen los siguientes grupos alfareros:
– Café Oscuro Rojizo Pulido (12 tiestos)
– Café Oscuro Pulido, en su mayoría con incisiones o líneas punteadas
rellenadas con pasta blanca (26 tiestos)
– Café Oscuro Pulido (30 tiestos)
– Café Oscuro Burdo (48 tiestos)
– Café Rojizo Burdo, con decoración corrugada o acanalada (47 tiestos)
– Café con Engobe Rojizo (34 tiestos)
– Café Claro Pulido (29 tiestos)
– Crema (5 tiestos)
– Crema Gris Claro Pulido (7 tiestos)
– Crema Gris Negro Pulido (4 tiestos)
– Café Oscuro Friable (171 tiestos)
– Naranja Pulido (55 tiestos)
– Naranja Burdo (99 tiestos)
El análisis de los tiestos cerámicos, procedentes de la cumbre y del desmonte
del montículo, confirma que los materiales más antiguos están relacionados con el
período formativo. La cerámica formativa es definida como Café Oscuro Rojizo
Pulido y Café Oscuro Pulido, con incisiones. Se caracteriza por buena cocción
hecha en la atmósfera reducida, el color de la pasta oscila entre marrón rojizo hasta
marrón rojizo muy oscuro, casi negro (5 YR, dark reddish brown 3/2 – dark reddish
gray 4/2)7. Los tiestos del grupo Café Oscuro Rojizo Pulido se encontraron en el
piso de la vivienda, en rellenos artificiales localizados en los límites de la cumbre

7
La cerámica de este tipo, a veces está dividida en subunidades: baño rojo pulido y baño café oscu-
ro (Duque, Cubillos 1981, 1988, 1993; Llanos 1993, 1999; Llanos, Ordóñez 1998; Moreno 1991).
Arqueología de San Agustín. Ocupación prehispánica en el Cabuyo, Pitalito – Huila `

Fig. 29. Montículo II, material cerámico del Período Formativo (A, B, E-G, I-P) y Reciente (otros)

y también sobre el desmonte del montículo. Dos fragmentos se documentaron en


la parte superior del relleno de la supuesta tumba 2. No se confirmó su relación
temporal con la tumba.
Los tiestos diagnósticos del período formativo de la cumbre del montículo
proceden de cuencos y de vasijas con bordes fuertemente perfilados. Una gran
parte de los tiestos presenta ornamentación incisa de la superficie (Fig. 29).
Procedente de la cumbre y del desmonte del montículo, la cerámica del
grupo Café Oscuro Pulido, Café Claro, Crema Gris Negro y algunos tiestos poco
diagnósticos, sin baño – en su mayoría de pasta de color marrón rojizo o marrón
oscuro (Café Oscuro Burdo y Café Rojizo sin Baño) – están relacionados con el
Período Clásico Regional. Del mismo modo que en el caso de la cerámica for-
mativa el material del Período Clásico Regional es muy fragmentado y presenta
huellas de desgaste. Aproximadamente 30% de estos hallazgos se recuperaron
dentro del estrato que formaba el piso de la vivienda. Se registraron pocos frag-
mentos diagnósticos, éstos en su mayoría proceden de vasijas globulares con
borde evertido, vasijas globulares con borde inclinado adentro, platos y copas.
La pintura superficial de los tiestos es de color naranja, rojo o roja sangre seca.
Algunos fragmentos de platos presentan pintura negativa (Fig. 30), parecida
a la decoración de grandes platos hallados en otros sitios de la zona agustiniana
(Duque, Cubillos 1993; Szykulski 1991: Lám. 195).
`¤ Enrique Alejandro Bautista Quijano, Luis Manuel Salamanca Galíndez, Józef Szykulski

Fig. 30. Montículo II; Fragmentos de un plato con pintura negativa

Fig. 31. Parque Arqueológico de San Agustín, Mesita A

Los hallazgos del Período Clásico Regional con seguridad pueden relacionarse
con las actividades de aplanamiento de la cumbre del montículo II, construcción
de la rampa y otras estructuras de piedras que se encuentran sobre el desmonte
del montículo. También numerosas investigaciones realizadas en últimas décadas
en otros sitios de la zona agustiniana confirman esta posición cronológica de las
construcciones mencionadas (Preuss, Pérez de Barradas, Hernández de Alba,
Reichel-Dolmatoff, Duque Gómez, Cubillos, Llanos y otros). Éstas corroboran
Arqueología de San Agustín. Ocupación prehispánica en el Cabuyo, Pitalito – Huila `¡

que los grandes trabajos de ingeniería en la región de San Agustín, la construcción


de las mesetas, caminos, tumbas de lajas, estatuas y los templetes del carácter
megalítico (Fig. 31), se realizaron exactamente en el Período Clásico Regional.
De acuerdo con el análisis comparativo del material cerámico recuperado
sobre la cumbre y desmonte del montículo II, su mayoría (85%) se relaciona con
el Período Reciente (los llamados tipos Potrero y Sombrerillos, según: Reichel-
Dolmatoff 1975). Éstos podemos dividir en siguientes grupos alfareros:
Grupo Naranja Pulido (color de la superficie oscila entre 5YR, 3/4 – 5 YR,
5/4; Munsell Soil Color Chart). Tiestos con engobe de ambas caras y engobe de
la cara externa. La pasta del engobe incluye una cantidad de la cal y se identifica
por un desgrasante mediano y fino. Las formas principales son las ollas globulares
con borde evertido, botellones y platos. Dentro de la muestra aparecen ejemplares
cerámicos con un reborde que refuerza el borde de las vasijas. La decoración
de la superficie tiene forma de pintura de color naranja o rojizo (Fig. 32a-c, e,
g). Sobre la superficie notamos líneas paralelas de color rojo oscuro, marrón
o negro sobre un fondo (engobe) de color crema o rojizo. Sobre la cara externa
e interna de algunos tiestos se documentó pequeñas concavidades postcocción,
probablemente huellas de la reutilización posterior de los tiestos para indefinidas
actividades productivas.

Fig. 32. Montículo II, cerámica grupo Naranja (Pulido y Burdo), Período Reciente
`` Enrique Alejandro Bautista Quijano, Luis Manuel Salamanca Galíndez, Józef Szykulski

La cerámica de este grupo es conocida en toda la zona arqueológica de San


Agustín y por primera vez fue documentada ya por Konrad Theodor Preuss en
el transcurso de sus investigaciones de 19148. Los materiales del montículo II
revelan analogías con piezas de Alto de la Quinchana (Llanos, Durán 1983), Alto
de Lavapatas – cementerio de los niños (tumbas 29-31, 37, 44, 47; cf. Duque,
Cubillos 1988), Finca Arauca (Szykulski, Lám. 263) y de otros sitios de la región
agustiniana (Szykulski 1991, Lám. 140-147). Las evidencias de este tipo, clasifi-
cadas por Duque Gómez como Mesita Superior (1966), pertenecen al Complejo
Potrero, según la tipología establecida por Gerardo Reichel-Dolmatoff (1975).
En este grupo de cerámica (Naranja Pulido) podemos incluir también la ya
mencionada vasija semiglobular hallada al lado del poste No. 47 (Fig. 23). La pieza
es monocroma, con la superficie pulida y pintura postcocción de color rojizo. La
pasta presenta el desgrasante muy fino e incluye calcita. Al contrario de las vasijas
de otros sitios de la zona agustiniana sobre el tacho de la vivienda del montículo
II no aparece, tan característico para los materiales del grupo Naranja, refuerzo
del borde (Szykulski 1991, Lám. 140-147). Ejemplares parecidos a los hallazgos
de la vivienda se encontraron por ejemplo en las tumbas localizadas dentro del
camino entre Mesita B y C del Parque Arqueológico de San Agustín (Szykulski
1991, Lám. 78d, l)9. Respecto a la pasta, analogías con la vasija del montículo II
constatamos también dentro de los atípicos hallazgos procedentes de la tumba 1
de San José de Isnos (Szykulski, Salamanca 1999)10.
Parece que la vasija del montículo II y materiales de este tipo documentados
en distintos sitios de la región San Agustín reflejan las influencias de otras zonas
arqueológicas del sur de Colombia. Es de mencionar que la cerámica de pasta y de
color similares a la cerámica agustiniana tipo Naranja se documentó también en
la Bota Caucana (sitio Santa Rosa) y en varios sitios del Alto Caquetá (Cifuentes,
Alarcón 1995: 10, 11).
Naranja Burdo (color entre 5YR, 3/4 – 5 YR, 5/4). Superficie burda, a veces
pintada en color naranja o rojizo. La pasta se identifica por un desgrasante mediano
o grueso (Fig. 33). Las formas principales son ollas o profundos platos globulares
con borde evertido, formado por una banda circular, varias veces adornada con
profundas huellas digitales (Fig. 36). Entre los fragmentos de la cerámica del
grupo mencionado se documentó también un fragmento de plato con fondo plano,

8
Materiales de sus excavaciones están depositados en el Völkerkunde Museum en Berlin
(Preuss 1929).
9
Material procede de las tumbas destruidas por los huaqueros y está depositado en el Parque
Arqueológico de San Agustín.
10
Un elemento extraño dentro del material arqueológico procedente de la zona agustiniana es
la presencia de las asas con perforaciones. Es de mencionar que las asas representan una excepción
dentro de los hallazgos de la región de San Agustín.
Arqueología de San Agustín. Ocupación prehispánica en el Cabuyo, Pitalito – Huila `^

Fig. 33. Montículo II; Material cerámico del Período Reciente, grupo Naranja Burdo

excepción dentro de la cerámica agustiniana. Sobre la base del plato se observa


una impresión de la estera (Fig. 32f).
El análisis de los materiales del grupo Naranja (Burdo y Pulido) sugiere que
tal vez la cerámica Naranja del montículo II en Cabuyo presente una mezcla de
dos grupos alfareros, con mismas características, pero de diferente procedencia
geográfica (cf. Figuras 32 y 33).
Grupo Crema Gris Claro Pulido (color: 10 YR 8/1 – 8/2 white). El color de la
pasta es crema claro, casi blanco, que indica la presencia de calcita. La pasta posee
desgrasante mediano de cuarcita y de partículas de mica. Se caracteriza por una alta
dureza. El único fragmento diagnóstico del grupo Crema Gris Claro Pulido procede
de una olla globular con borde inclinado adentro y sin labio. La decoración de la
superficie de las vasijas de este grupo forman líneas incisas (Fig. 29h). Por la cocción
y tipo de la pasta la cerámica del grupo Crema presenta una excepción dentro de
los materiales de la zona agustiniana. Similitudes con este grupo alfarero presenta
la cerámica pulida, definida por Llanos Vargas como tipos Baño Blanco (1993: 73)
y Baño Café Claro (1998: Gráfica 36: 6) los cuales se relacionan con los materiales
de Santa Rosa – Alto Caquerá (Salamanca 1983). Analogías con la cerámica grupo
Crema las observamos dentro de los contextos arqueológicos de la Selva Oriental,
como también en la región de Magdalena Medio, la llamada cerámica Panche.
Café Oscuro Burdo, sin Baño, cuyo color oscila entre 5YR 5/4-reddish brown
y 7.5 YR-brown. Se caracteriza por el desgrasante de cuarcita de tamaño mediano
y grueso. La forma principal es la de ollas globulares con el borde reforzado. Este
tipo de alfarería agustiniana Reichel-Dolmatoff (1975) clasificó como complejo
Sombrerillos (Fig. 18, 34) y Duque Gómez como Mesita Superior (1966). El grupo
alfarero Café Oscuro Burdo sin Baño no es coherente. Algunos fragmentos no
` Enrique Alejandro Bautista Quijano, Luis Manuel Salamanca Galíndez, Józef Szykulski

Fig. 34. Montículo II, cerámica tardía grupo Café Oscuro Burdo

diagnósticos de la cerámica doméstica, procedentes de distintas épocas, podían ser


incluidos ad hoc en el grupo mencionado. Sobre el montículo II se documentaron
relativamente pocos tiestos con indudables características del llamado complejo
Sombrerillos de Reichel-Dolmatoff. En este sentido material Café Oscuro Burdo,
sin Baño con decoración tipo Sombrerillos parece ser una excepción entre los
hallazgos del montículo II del Cabuyo.
Café Oscuro Friable (color 7.5 YR 5/3 – 7.5 YR 6/4). Se caracteriza por la
textura compacta y arenosa con desgrasante desde fino hasta mediano y grueso11.
Una gran parte de los tiestos presenta una fuerte erosión de la superficie. Esporá-
dicamente aparece el engobe externo. La fuerte erosión de la superficie, aparte de
las condiciones geomorfológicas del sitio, está relacionada también con la cocción
de las piezas, en atmósfera oxidante. Los fragmentos diagnósticos proceden de
ollas globulares sin bordes, ollas globulares con borde evertido, ollas semiglobu-
lares y platos. Sobre algunos tiestos se documentó la decoración incisa e incisa
punteada. Las incisiones estaban hechas con una ruedita dentada (Fig. 35). Los
fragmentos con ornamentos incisos, en su mayoría, se caracterizan por superficie
pulida y desgrasante más fino que los fragmentos sin decoración (Fig. 20b). La

11
El análisis macroscópico de los fragmentos confirma que dentro de la pasta se constata
la presencia de los cantos de cuarzo, hialino amorfo, relictos de cuarzo variedad de chert, líticos,
feldespato potásico- color ladrillo, marrón-, como también los minerales maficos, de color negro
(anfíboles o piroxeno).
Arqueología de San Agustín. Ocupación prehispánica en el Cabuyo, Pitalito – Huila `œ

Fig. 35. Montículo II, cerámica tardía grupo Café Oscuro Friable (cf. Fig. 20B)

cerámica del grupo Café Oscuro Friable presenta algunos parentescos tecnológicos
con el grupo del mismo nombre definido por Llanos para la zona de Quinchana,
Morelia y Valle de Laboyos, pero hay que subrayar que las piezas del montículo
II tienen la pasta del color más oscuro y las paredes son más delgadas. Dentro
de los materiales de Quinchana y del Valle de Laboyos falta también decoración
incisa (cf. Llanos, Durán 1983, Llanos 1988, 1990).
Café Claro Pulido, con engobe rojiza (color 7.5 YR 5/3 – 7.5 YR 5/4). Pre-
senta un parentesco morfológico con el grupo Café Friable. Se caracteriza por
una textura compacta, arenosa. El desgrasante oscila desde fino hasta mediano.
Fragmentos diagnósticos proceden de ollas globulares y cuencos. Las paredes de
`U Enrique Alejandro Bautista Quijano, Luis Manuel Salamanca Galíndez, Józef Szykulski

las piezas son delgadas. Sobre la cara externa se observa una decoración incisa
hecha con una ruedita dentada (Fig. 29c), idéntica con la ornamentación documen-
tada sobre las mencionadas piezas del grupo Café Oscuro Friable, las incisiones
forman líneas curvas o rectas.
Café Rojizo Burdo (color 10YR 4/1 – 10 YR 6/2: dark gray – very pale brown;
Superficie: 7.5 YR 6/4 o 10 YR 6/2). Se caracteriza por textura de la pasta com-
pacta, algunas veces porosa. Desgrasante mediano y grueso de arena, fragmentos
de hematita y el cuarzo transparente o lechoso. La cerámica fue cocida en la at-

Fig. 36. Montículo II, cerámica tardía grupo Café Rojizo Burdo
con decoración en forma de presiones digitales
Arqueología de San Agustín. Ocupación prehispánica en el Cabuyo, Pitalito – Huila `z

Fig. 37. Montículo II; Cerámica tardía grupo Café Rojizo Burdo,
diferentes formas de la decoración

mósfera reducida. Las superficies de los tiestos se caracterizan por un alisamiento


irregular (sobre la cara interna y externa), aparece también un engobe del mismo
color que la pasta. Los fragmentos diagnósticos proceden de cuencos, platos y de
ollas globulares con cuello y borde reforzado, evertido. Los labios de los bordes
están redondeados. La decoración corrugada, acanalada y con presiones digitales
es común (Fig. 36, 37). Algunas decoraciones digitales estaban inclinadas de la
derecha a izquierda, confirmando que estaban hechas por un zurdo (Fig. 20a).
Aparece también un ornamento inciso hecho con ruedita dentada (Fig. 37d).
En su mayoría la ornaméntica corrugada de los tiestos del montículo II es
diferente de la llamada cerámica corrugada procedente de otros sitios de la zona
agustiniana (Duque 1966; Duque, Cubillos 1981). En su forma recuerda más a
los hallazgos del Alto Caquetá (Yunguillo, Mocoa), Alto Putumayo y diferentes
sitios del piedemonte amazónico (Cifuentes, Alarcón 1995; Llanos, Ordóñez
1998: 95). En este contexto parece que para la zona geográfica que incluye Alto
Magdalena, Alto Caquetá y Alto Putumayo podemos hablar de dos tipos de la
cerámica corrugada y acanalada. Uno está representado por los materiales tardíos
^° Enrique Alejandro Bautista Quijano, Luis Manuel Salamanca Galíndez, Józef Szykulski

del Período Reciente Tardío característico para los contextos arqueológicos del
sitio La Estación y la mayoría de los sitios de la zona arqueológica de San Agustín
(Fig. 12 y 34). Otro tipo está representado por la cerámica corrugada y acanalada
del Yunguillo, Mocoa y también otras regiones del Alto Putumayo y Alto Caque-
tá. Ésta es presente también en los contextos arqueológicos del montículo II en
Cabuyo (Fig. 37a-d).
Datos estratigráficos confirman que la cerámica corrugada, acanalada y con
presiones digitales del montículo II en su mayoría es contemporánea del grupo
Naranja Pulido, relacionado con el Período Reciente Temprano de la zona agus-
tiniana (Potrero según: Reichel – Dolmatoff 1975). Es decir, esta cerámica parece
ser más antigua que otras (mayoritarias) evidencias de la cerámica corrugada,
acanalada y con presiones digitales de la zona agustiniana12.
Aceptando la coexistencia temporal de los grupos cerámicos Café Oscuro
Friable, Café Rojizo Burdo con el grupo Naranja (Pulido y Burdo) podemos
postular que la vivienda localizada sobre la cumbre del montículo II funcionaba
en el Período Reciente Temprano (Duque, Cubillos 1993), es decir responde al
Complejo Potrero, según Reichel-Dolmatoff (1975). Con respecto a las pruebas
14
C y la estratigrafía de otros sitios de la zona agustiniana el Período Reciente
Temprano podemos incluir en el lapso: siglo IX – siglo XII/XIII d.C13.

4.3 MONTÍCULO III


Tiene forma de la herradura y está localizado al Este del montículo II, direc-
tamente sobre el límite del cañón del río Magdalena. Por el Norte está protegido
por un profundo cañón formado por la confluencia del río Magdalena y la quebrada
Oritouasa (Fig. 3, 5). De otros lados por una muy fuerte pendiente del desmonte. El
ingreso en el montículo es posible únicamente del lado de la explanada (Fig. 38).
De este sitio conduce un angosto y largo camino que entra a la cumbre del lado
del río Magdalena. Los sondeos realizados sobre la explanada indican que la
zona al pie del montículo, por una gran parte del año, se encontraba aislada por
el agua (zona pantanosa).
Sobre el montículo se encuentran dos terrazas artificiales localizadas sobre
el desmonte noroeste, es decir del lado del cañón. Las terrazas estaban reforzadas
por muros de contención y de explanada protegidos por la cumbre del montículo.
Sobre la terraza superior se recolectaron algunos pocos fragmentos de cerámica
de color marrón, marrón oscuro y naranja, definidos como Café Claro, Café Os-

12
Existe una enorme dispersión geográfica de diferentes formas de la cerámica corrugada
(Girard 1958; Reichel-Dussán 1987). Algunos autores la relacionan con la tradición Pacacocha de
la cuenca del Paraguay (Reichel-Dussán 1987: 139).
13
Duque y Cubillos en su trabajo sugieren para el Período Reciente Temprano el Período entre
800-1100 ad. C. Los autores, con respecto a los datos de Alto de Lavapatas (tumba 47), sugieren la
pervivencia de los elementos del Período Reciente Temprano hasta el siglo XIII d. C.
Arqueología de San Agustín. Ocupación prehispánica en el Cabuyo, Pitalito – Huila ^

Fig. 38. Montículo III visto desde la Explanada

curo, Naranja. Se documentó también un fragmento de ocre y fragmento de la


cerámica Café Oscuro Friable. Los tiestos presentan características de la cerámica
agustiniana del Período Clásico Regional y Reciente. No se realizó excavaciones
sobre el montículo III.
El sitio, por las condiciones topográficas, da la impresión de que se trata de
un sitio de defensa. A esto se suma también, la presencia de terrazas protegidas del
lado sur (explanada) por la cumbre. Con respecto a las investigaciones realizadas
sobre los vecinos montículos I y II se sugiere que el montículo III estaba poblado
en el Período Clásico Regional y Período Reciente. Tal vez las terrazas artificia-
les reforzadas por los muros esten relacionadas con el Período Clásico Regional
y fueran reutilizadas por las olas migratorias posteriores.
Es de subrayar que entre la cerámica recuperada sobre la superficie de las
terrazas no se documentó fragmentos relacionados con el complejo Sombrerillos
según Reichel-Dolmatoff (1975), es decir relacionados con la fase tardía del
Período Reciente.

4.4 EXCAVACIONES EN LA EXPLANADA


La Explanada se encuentra sobre una terraza aluvial, tiene forma de un tra-
pecio y esta localizada a una altura promedia de 1270 metros sobre el nivel del
mar (Fig. 5). Las cotas más bajas se encuentran en la parte sudoeste, más altas
en la parte noroeste. El sitio abarca aproximadamente un área de 11.500 m2, sin
^¤ Enrique Alejandro Bautista Quijano, Luis Manuel Salamanca Galíndez, Józef Szykulski

mayores ondulaciones (Fig. 3). Del Norte está delimitado por el cañón del río
Magdalena, del Sur por una hondonada por la cual las aguas bajan a la quebrada
de Oritowasa. De allí el terreno se levanta violentamente en la dirección de la
carretera San Agustín – Pitalito. El límite oriental de este área forma la propia
quebrada de Oritowasa y sus drenajes. De lado occidental se encuentra una zona
pantanosa que colinda con el pie del montículo I (Fig. 9).
En el sitio se realizó cuatro cortes (Cortes I, II, III y IV) y 593 pozos de son-
deos. Entre ellos, 62 pozos estaban hechos sobre el limite este de la explanada,
sobre la pendiente del terreno en la dirección de la quebrada de Oritouasa. Unos
75% resultaron positivos, es decir contenían fragmentos de cerámica o fragmentos
líticos. El análisis de sus contenidos permitió elegir sitios donde se realizó los
cortes.
Los trabajos arqueológicos permitieron reconstruir algunos eventos de orden
geológico e hidrológico en este sitio. Así pues, en diferentes niveles (20-40 cm
y 40-60 cm) de la Explanada se documentó la presencia de ceniza volcánica (cine-
rita) relacionada con el vulcanismo de la Cordillera Central (Kroonemberg et al.
1981)14. Los pozos de sondeo y excavaciones de los cortes confirmaron también
la presencia en esta área de estratos de procedencia aluvial. Éstos aparecen hasta
una profundidad de 30 cm y contienen una gran cantidad de materia orgánica.
En el Corte I, en los niveles 60-70 cm y 70-80 cm se excavaron también los
limos endurecidos, que reflejan distintos períodos de rejuvenecimiento de las
terrazas del río Magdalena. El mismo fenómeno se documentó en el Corte IV
y en los pozos de sondeo.

CORTE I
El Corte I se realizó en el centro de la Explanada, sobre la cota más alta del
terreno, aproximadamente a 1.285 metros sobre el nivel del mar. Se excavó el área
de 72 m2, que estaba dividida en 18 cuadrículas de 2 x 2 metros ( Fig. 39). Durante
las excavaciones se registró una secuencia estratigráfica, la cual documenta eventos
geológicos y actividades humanas en el sitio. Posteriores investigaciones en los
Cortes II, III y IV confirman, que esta secuencia (con algunas modificaciones)
es característica para toda la Explanada. La estratigrafía presenta las siguientes
características:
Estrato I (0-10 cm) está formado por la capa vegetal y material orgánico. Se
documentó fragmentos de cerámica muy erosionados.

14
En los niveles superiores (20-40) del Corte 1, la ceniza volcánica fina, se distribuye de
manera más o menos regular por gran parte del suelo, en el nivel: 40-60 se observa entremezclado
con materiales franco arenoso amarillo oscuro que contiene núcleos de ocre, con un arcilloso café
oscuro, cuerpos finos de arenas y piedrecillas aluviales de grano medio y grueso.
Arqueología de San Agustín. Ocupación prehispánica en el Cabuyo, Pitalito – Huila ^¡

Fig. 39. Finca El Samán, Explanada, Corte I, en el fondo Corte IV

Estrato II (10-20 cm) tiene carácter franco arcilloso, de color entre grisáceo
o café oscuro y contiene granos grandes y medios de arena, granos medianos de
arcilla erosionada, arcilla calcinada, ceniza volcánica, piedrecillas de río y otros
materiales de origen aluvial. Estrato II se formó como efecto de la acción de agua,
procesos de denudación y actividades humanas. En su contenido se documentó
fragmentos de cerámica, en su mayoría muy erosionados.
Estrato III (20-60 cm), franco arenoso – arcilloso, conformado por suelos
de diferente procedencia. El color es predominantemente amarillo oscuro, con
vetas de color café oscuro y pigmentado de ocre por el óxido de hierro y ceniza
volcánica. Las inclusiones de arena blanca y amarilla muy fina forman corpúsculos
más grandes que los aparecidos en el estrato II15. A 20 cm de profundidad, en el
sector occidental del corte el suelo ofrece un aspecto de apisonamiento. Dentro del
estrato III se mantiene el contenido ya registrado en el estrato II, que son granos
de tamaño pequeño, fino, medio y grueso de arena, piedrecillas de río y otros ma-
teriales de origen aluvial. En la parte inferior (nivel de 50-60 cm), se observaron
pintas de „pañete” formando pequeños lunares. Se documentó también fragmentos
de cerámica y evidencias de industria lítica (deshechos de producción).

15
En los niveles 20-30, 30-40 y 40-50 cm, se documentaron también dispuestas aglomera-
ciones a manera de „promontorios”, constituidos por piedras y terrones de pañete con granos de
tamaño regular.
^` Enrique Alejandro Bautista Quijano, Luis Manuel Salamanca Galíndez, Józef Szykulski

Analizando los suelos pertenecientes al horizonte franco arenoso – arcilloso,


constatamos que se trata de suelos viejos, moderadamente ácidos, con baja solu-
bilidad del fósforo (P), posible disponibilidad de calcio (Ca) y magnesio (Mg).
Los suelos contienen poca materia orgánica (M.O.), lo cual los hace hoy día poco
productivos. Por el color, la mezcla del café amarillento (10 YR 5/4, Munsell oil
color) y café muy oscuro (10 YR 2/2), los suelos pueden revelar la presencia de
un horizonte Bt lo que significa, que son originados por la destrucción de la es-
tructura de las rocas, la concentración aluvial de arcilla silicatada y recubrimiento
de sesqui-óxidos. El estrato III es un horizonte de suelos, que originalmente fue
superficial debido a la alteración de su estructura y posible acumulación de arci-
lla silicatada. Esta se ha trasladado dentro del horizonte del suelo por iluviación
y está presente en forma de recubrimientos, formando terroncitos, y entre los
granos minerales16.
Estrato IV (60-100 cm) se puede caracterizar como arenoso – limoso con
arcillas. Es relativamente homogéneo y colocado directamente sobre la roca matriz
de carácter arenisca. Dentro de estrato se hallaron núcleos de cinerita de mayor ta-
maño. No se documentó fragmentos de cerámica u otro material arqueológico.
Durante de las investigaciones, en la capa vegetal (estrato I), se recolectó 23
líticos en chert y en basalto (1 raspador y 22 núcleos), como también 21 tiestos de
cerámica. De esta cantidad se documentó dos fragmentos diagnósticos procedentes
de ollas globulares sin cuello. Sobre algunos tiestos aparecen incisiones en forma
de líneas paralelas hechas con una ruedita dentada (cf. Fig. 20 y 35). Del estrato II
y la parte superior del estrato III se recuperó 53 fragmentos de cerámica y 26 líticos,
desechos de la producción de los instrumentos. Una gran parte de los tiestos (42
fragmentos de cerámica y 13 líticos) proceden del nivel hasta 30 cm (estrato II)
y están asociados al suelo arcilloso del color café oscuro con costras de oxidación.
Los tiestos presentan huellas del desgaste. En el Corte I no se documentó huellas
inmuebles (piso de vivienda, etc.) de la presencia humana.
Los tiestos del Corte I pertenecen a siguientes grupos de alfarería: Café Oscuro
Friable (45 tiestos), con dos fragmentos que presentan incisiones hechas con rueda
dentada, grupo Naranja (6 tiestos), Café Oscuro Pulido con incisiones (2 tiestos).
El grupo Café Oscuro Pulido lo podemos relacionar con el Período Formativo.
Otros son característicos de la cerámica del Período Reciente Temprano (según
Duque Gómez) o Potrero según: Gerardo Reichel-Dolmatoff.
Datos arqueológicos indican que en la época prehispánica esta parte de la
Explanada funcionaba como terreno destinado a las prácticas agrícolas. Lo sus-
tenta la presencia de la tierra revuelta y mezclada con componentes volcánicos

16
El análisis de suelos lo realizó la agrónoma Natalia Ezarith Rico Caicedo. Sobre la geología
de la zona agustiniana cf. Tello Cifuentes 1981, Kroonemberg 1981.
Arqueología de San Agustín. Ocupación prehispánica en el Cabuyo, Pitalito – Huila ^^

y ferrosos, como también la ausencia de – típicos de esta zona – cantos rodados,


por lo menos en los niveles hasta la profundidad de 50 cm. Esto indica una pre-
paración del suelo, también el ya mencionado apisonamiento puede ser parte de
ésta práctica.

CORTE II
El Corte II, localizado a una altura promedia de 1198 m, abarcaba 18 m2
y tenía forma de la letra L (Fig. 40). Se encontraba al sur del Corte I, en el extremo
sur de la Explanada17. Antes de las excavaciones en el sitio se realizó 12 pozos de
sondeo, los cuales arrojaron material arqueológico (tiestos, líticos) y datos sobre
la hidrología del terreno. En la superficie se documentó un fragmento de metate
y tiestos de cerámica.
Las excavaciones estaban profundizadas solamente hasta 30-35 cm, donde
apareció el estrato cultural estéril. En el sitio, a una profundidad de 10-20 cm, se
documentó un estrato de procedencia aluvial, con materia orgánica. Dentro de
este estrato aparecieron fragmentos de cerámica y líticos (lascas, deshechos de
talla).

Fig. 40. Finca El Samán, Corte II

17
Aproximadamente 20 metros al Sur del corte se encuentra un drenaje en sentido Oeste-Este
que lleva sus aguas en la vertiente occidental de la Quebrada Oritouasa (Fig. 5).
^ Enrique Alejandro Bautista Quijano, Luis Manuel Salamanca Galíndez, Józef Szykulski

En el nivel entre 20-30/35 cm se diferenciaron dos suelos. Uno de color


amarillo oscuro de textura franco arenosa con piedrecillas y gránulos. Otro de
color café oscuro, de textura arcillosa, de fácil adherencia en contacto con el agua.
Dentro de ambos se documentó tiestos de cerámica, carbón vegetal y pequeños
fragmentos de ocre.
En el Corte II se recuperó 276 fragmentos de cerámica pertenecientes a los
siguientes grupos alfareros: Café Oscuro Burdo (27 tiestos), Naranja (4 tiestos),
Café Rojizo Burdo (5 tiestos) con decoración corrugada, idéntica a los hallazgos
del montículo II y Café Oscuro Friable (237 tiestos), dentro del cual algunos (11
tiestos) tienen la decoración incisa hecha con la rueda dentada. Sobre algunos
hallazgos del grupo Café Oscuro Friable aparecen costras de alimentos. El mate-
rial cerámico del Corte II es muy parecido a los hallazgos del montículo II y está
relacionado con el Período Reciente Temprano.

CORTE III
Se encuentra sobre el extremo occidental de la Explanada y abarca una leve
prominencia donde se hizo una cuadricula de 2,50 x 2,50 m (Fig. 5).
En el primer estrato (0-10 cm) se encontraron algunos tiestos muy erosionados
asociados a instrumentos líticos y piedras con huellas del retoce. El siguiente estrato
(10-25 cm) no era uniforme y contenía una gran cantidad de materia orgánica de
procedencia aluvial. A una profundidad de 25-30 cm apareció un amontonamiento
de piedras (en su mayoría de cantos rodados), éste se terminaba a una profun-
didad de 40 cm. La mayoría de las piedras estaba rota y presentaba huellas del
fuego. Las roturas parecen ser el efecto de rápidos cambios de temperatura de la
superficie de las piedras. Entre las piedras se documentó fragmentos de cerámica.
No se constató ningunas huellas del fuego entre o debajo de las piedras, ni sobre
los fragmentos de la cerámica. Esto confirma que las piedras tenían el contacto
con el fuego en otro sitio. Debajo de las piedras, a una profundidad de 40-45 cm,
apareció un estrato franco – arenoso, cultural estéril.
Del Corte III se recuperó únicamente 46 fragmentos de la cerámica, entre los
cuales se distinguen los siguientes grupos de alfarería: Café Oscuro Friable (28
tiestos), Café Oscuro Burdo (5 tiestos), Naranja (6 tiestos), Café Rojizo Burdo (2
tiestos), Crema (2 tiestos) y Café Claro con Engobe Rojiza (3 tiestos). Entre los
últimos aparecen fragmentos con incisiones hechas con ruedita dentada.

CORTE IV
Tiene forma rectangular de 9 X 3 m y se encuentra cuatro metros al Noroeste
del Corte I (Fig. 5). Antes de la excavación en el sitio se realizó 8 pozos de sondeo
(pozos: 133, 134, 140, 141, 145, 135, 139 y 142), los cuales arrojaron cerámica
y material lítico. La estratigrafía del Corte IV presentaba las mismas características
que el vecino Corte I.
Arqueología de San Agustín. Ocupación prehispánica en el Cabuyo, Pitalito – Huila ^œ

Las excavaciones en el corte se profundizaron hasta los 40-45 cm, es decir


hasta llegar a un estrato geológico arenoso – limoso, cultural estéril. En el nivel de
0-10 cm se localizaron tiestos pequeños severamente erosionados que formaban
parte de la capa orgánica revuelta por recientes (modernos) actividades de cultivo.
A partir del nivel de 10-20 cm surgieron concentraciones de tiestos de tamaño
mayor asociados con pequeños cantos rodados. La mayor cantidad de fragmentos
de cerámica se constató en el nivel entre 20 y 40 cm, donde se documentó 80
tiestos, de los cuales aproximadamente 13% son diagnósticos. En el corte, a una
profundidad de 40 cm, apareció un estrato de 2-3 cm de espesor formado por
los fragmentos de cerámica, carbón vegetal, ocre, cantos rodados y pedazos de
greda ceramizada. Probablemente se trata de las huellas del destruido piso de una
vivienda prehispánica. No se documentó huellas de postes o de otros elementos
constructivos de la casa.
Las excavaciones en el Corte IV pusieron en evidencia varios fragmentos de la
cerámica entre los cuales distinguimos los siguientes grupos de alfarería: Naranja
(60 tiestos), Café Oscuro Burdo (30 tiestos), Café Oscuro Friable (56 tiestos),
Café Claro con Engobe Rojizo y con incisiones hechas con ruedita dentada (6
tiestos). Aparte de esto, 4 tiestos pertenecían al grupo Café Gris Claro Pulido. Un
fragmento de este grupo procede de un cuenco con decoración plástica en forma
de una banda con incisiones. Este tipo de ornamentación presenta una excepción
dentro de los materiales de la zona agustiniana. Todos, excepto los materiales del
grupo Café Gris Claro Pulido (de la posición cronológica indefinida), podemos
relacionar con el Período Reciente.

POZOS DE SONDEO
De 593 sondeos realizados sobre la Explanada se recuperó una notable canti-
dad de material cerámico de diferente tamaño y estado de conservación (Fig. 41).
Se analizó aproximadamente 300 tiestos, (fragmentos diagnósticos y tiestos más
grandes y menos erosionados), los cuales presentan una muestra representativa
de los hallazgos. Se clasificó siguientes grupos de alfarería:
Café Oscuro Burdo (28 tiestos), Café Gris Claro (9 tiestos), Café Claro con
Engobe Rojizo (3 tiestos), Café Oscuro (casi negro) Pulido de ambas caras (2
tiestos) y Café Rojizo Burdo (26 tiestos), dentro del cual 2 ejemplares presentan
la decoración corrugada. Se documentó también la cerámica Café Oscuro Friable
(180 tiestos). Dentro de este grupo se documentó 32 fragmentos diagnósticos
procedentes de ollas globulares con cuello, el borde reforzado y ligeramente
evertido. 5 tiestos proceden de ollas globulares sin cuello, otros 4 fragmentos
de platos y cuencos. De algunos pozos de sondeo se exploró cerámica del grupo
Naranja con engobe y pintura en forma de las líneas paralelas de color sangre
seca – marrón oscuro (38 fragmentos). Los fragmentos diagnósticos proceden de
las ollas globulares.
^U Enrique Alejandro Bautista Quijano, Luis Manuel Salamanca Galíndez, Józef Szykulski

Fig. 41. Finca El Samán, Explanada, dispersion de los pozos de sondeo

Aparte de esto tres fragmentos de cerámica estaban elaborados en forma de


pequeños ruedos. Un ejemplar de misma forma y otros similares, pero con perfora-
ción, conocemos de los inventarios tardíos de La Estación (Duque, Cubillos 1981:

18
De La Estación conocemos también un ejemplar sin perforación (Duque, Cubillos 1981: 48).
Arqueología de San Agustín. Ocupación prehispánica en el Cabuyo, Pitalito – Huila ^z

Fig. 42. Fragmentos elabrados de la cerámica (llamados tejos);


Arriba – Explanada, finca El Samán; Abajo – Sur del Perú (Arequipa)

48). El mismo tipo de hallazgos (en miles de ejemplares) es conocido también de


los Andes Centrales y Sur (Ecuador, Perú, Bolivia, Chile), donde lo denominan
“tejos” (Fig. 42). Los tejos se relacionan con el período intermedio tardío y hori-
zonte tardío (siglos XI – XVI d.C), que corresponde al Período Reciente, según
la cronología establecida para la zona agustiniana.
Analizando los cortes y sondeos hechos en la Explanada podemos establecer
diferentes eventos hidrogeológicos que afectaron la zona. Los estratos de proceden-
cia aluvial indican que, hasta los tiempos históricos, el sitio, por una gran parte del
año, estaba inundado, formando un pantano o laguito. Estas condiciones indican
que, en el ámbito de la Explanada, la ocupación humana tenía carácter temporal,
dependiente de los períodos de lluvias. Durante las excavaciones en algunos
sitios (Corte IV) aparecieron instrumentos líticos, desechos de su producción,
fragmentos del carbón vegetal y una concentración de cerámica con tiestos que
proceden de formas simples de carácter doméstico. Tal vez se trate de huellas de
antiguos pisos de viviendas. Faltaban huellas de los elementos constructivos de
vivienda (pozos de postes etc.). Se sugiere que las hipotéticas viviendas sobre la
Explanada no tuvieran carácter estable y funcionaran únicamente en la temporada
entre los períodos de la lluvia y relacionadas con ellas inundaciones temporales
de esta zona.
Otro elemento de las actividades humanas sobre la Explanada presenta el
pedregal documentado durante las excavaciones en el Corte III. Se rechaza la
° Enrique Alejandro Bautista Quijano, Luis Manuel Salamanca Galíndez, Józef Szykulski

posibilidad de que se trate de una acumulación de piedras recuperadas de las


áreas de cultivo. Contra esta interpretación habla el hecho de que una parte de
las piedras están fracturadas por la permanencia en el fuego y que entre ellas se
documentó concentración de cerámica. Analogías más cercanas a este tipo de ha-
llazgos documentó Héctor Llanos durante las investigaciones en el sitio Matanzas
6. El investigador lo interpreta como “camino”, tal vez de carácter ceremonial
(Llanos 1999: 43, 45).
El material cerámico recuperado en los cortes y pozos de la Explanada (cortes
y pozos de sondeo) presenta carácter relativamente uniforme, en sus componen-
tes parecido a los hallazgos del montículo II. Un elemento sobresaliente forma
la cerámica de los grupos Café Oscuro Friable, Naranja (Pulido y Burdo), Café
Oscuro Burdo, Café Rojizo Burdo y Café Claro con Engobe Rojizo. Se trata de
los materiales relacionados con la fase temprana del Período Reciente o Complejo
Potrero según Reichel-Dolmatoff.
Otros materiales encontrados en el ámbito de la Explanada, cerámica Café
Oscuro Pulido relacionada con el Período Formativo Superior y tiestos del grupo
Café Gris Claro relacionados con el Período Clásico Regional son muy escasos.
Limitada cantidad de los hallazgos de ambos períodos y huellas del desgaste so-
bre sus superficies pueden indicar que estos materiales proceden de otros sitios y
probablemente llegaron a la Explanada por el efecto de los procesos erosionantes.
En este sentido la ocupación humana de la época prehispánica en el ámbito de la
Explanada está confirmada – en forma indudable – únicamente para el Período
Reciente.

5. CONCLUSIONES
Las investigaciones arqueológicas en el Cabuyo (finca El Samán) entregaron
algunos nuevos e importantes datos sobre la historia de la ocupación humana en la
región de Alto Magdalena y sobre la problemática de las relaciones entre Macizo
Colombiano y otras zonas geográficas e históricas del Sur de Colombia.
Las excavaciones confirmaron que en la época prehispánica la zona de inves-
tigaciones presentaba dos patrones del poblamiento, uno permanente en la parte
alta (montículos I-III) y otro temporal en la parte baja del valle (Explanada).
La ocupación más antigua en el Cabuyo está representada por los materiales
líticos de la tumba 1 y 2 del montículo II. La fecha calibrada de la tumba 1 confirma
la edad de este hallazgo alrededor del principio del I milenio a.C. El carácter del
hallazgo (tumba) y limitada cantidad de los materiales asociados, representado
por los líticos, no nos permiten definir en la forma segura el etapa del desarrollo
cultural de la sociedad de esta época.
Los más antiguos materiales cerámicos del Cabuyo podemos relacionar con
el Período Formativo Superior, según la periodización establecida para la zona
arqueológica de San Agustín (Duque, Cubillos 1979); Horqueta – Primavera, se-
Arqueología de San Agustín. Ocupación prehispánica en el Cabuyo, Pitalito – Huila 

gún: Reichel-Dolmatoff 1975; Horizonte Premonticular, según: Szykulski 1991.


De este período proceden algunos tiestos de cerámica documentados sobre el
montículo II y durante las excavaciones realizadas sobre la Explanada (grupos:
Café Oscuro Pulido y Café Oscuro Rojizo Pulido). Las huellas del desgaste sobre
los tiestos formativos de la Explanada y su escasa presencia hacen presumir que
éstos tal vez hubieron sido llevados de otros lugares, por agua o como efecto de
posteriores actividades humanas.
Con respecto a los fragmentos de cerámica formativa del montículo II, hay
que aceptar el hecho de que estos tampoco se encuentran in situ, pero indudable-
mente proceden originariamente del montículo. En este sentido podemos aceptar
la opinión que los tiestos documentan las huellas de presencia humana en este
sitio en el Período Formativo, en mayoría destruidas por fenómenos naturales
(procesos denudativos) y por posteriores ocupaciones.
Los materiales arqueológicos del Período Clásico Regional (Isnos, según:
Reichel-Dolmatoff 1975; Horizonte Monticular, según: Szykulski 1991) fueron
encontrados prácticamente en todos sitios de excavaciones (montículos I-III y sobre
la Explanada). Para la Explanada, al mismo modo que en el caso de la cerámica
formativa, no disponemos de indudables evidencias de la ocupación humana del
período mencionado. Los fragmentos relacionados con el Clásico Regional de
Explanada tal vez puedan indicar algún tipo de actividades en esta época, pero
todos los tiestos presentan superficies muy destruidas y ninguno parece haber
sido encontrado in situ.
Bajo este aspecto la indudable ocupación humana en el Período Clásico
Regional está confirmada únicamente para los montículos I-III. La mayoría de
los hallazgos relacionados con este período procede del montículo II. Se trata de
las construcciones arquitectónicas y relativamente gran cantidad de los tiestos de
cerámica. Sobre el desmonte del montículo se documentó muros de antiguas es-
tructuras arquitectónicas de piedra. Así mismo, la cumbre evidencia las huellas de
nivelación y tiene la forma de una mesita (meseta), característica también para los
terrenos de los Parques Arqueológicos de San Agustín, Alto de las Piedras y Alto
de los Ídolos. Las mesitas de los parques poseen las construcciones del carácter
megalítico, templetes (Fig. 31). Tal vez sobre el montículo II del Cabuyo existiera
también alguna construcción de carácter ceremonial o sepulcral destruida en épocas
posteriores. A esto suma la presencia sobre la cumbre (relleno del pozo de la tumba
2) de un fragmento de la estatua. Investigaciones realizadas en la zona agustiniana
confirman que todas las grandes construcciones de tipo mesita, templete u otros
trabajos de ingeniería fueron realizados en el Período Clásico Regional.
La mayoría de las evidencias arqueológicas documentadas en el Cabuyo está
relacionada con el Período Reciente, ante todo con su fase temprana (Potrero, se-
gún: Reichel-Dolmatoff 1975; Horizonte Postmonticular, según: Szykulski 1991).
Una notable cantidad de la cerámica del Período Reciente se descubrió durante
¤ Enrique Alejandro Bautista Quijano, Luis Manuel Salamanca Galíndez, Józef Szykulski

de las excavaciones sobre la Explanada. Probablemente, en esta temporada, en


este sitio existían algunas viviendas del carácter temporal (entre los períodos de
la lluvia), pero en su mayoría el sitio estaba usado para actividades agrícolas o
también ceremonias relacionadas con el culto de la fertilidad, que parece sugerir
el específico pedregal del Corte III. Tal vez las inundaciones del terreno entre
montículos I y II se aprovecharan también para la pesca. Las viviendas del carácter
más estable se encontraban en los sitios localizados más arriba. Es decir sobre los
conos aluviales (montículos).
Las excavaciones sobre la cumbre del montículo II documentaron para el
Período Reciente la existencia de una casa grande (vivienda I) – probablemente
de forma ovaloide – y otras, parecidas (vivienda II-IV) construcciones del menor
tamaño19. Los constructores de las viviendas aprovecharon las nivelaciones de la
cumbre, realizadas en el Período Clásico Regional como también la ubicación
estratégica del montículo II, separada durante una parte del año por una zona
pantanosa o lago.
La forma de la vivienda I documentada sobre el montículo II es parecida
a las llamadas malokas, casas comunales de los pueblos nativos de la selva oriental
(Amazonía). También la limitada cantidad de cerámica documentada dentro de la
vivienda es una de las evidencias a favor de la teoría de que se trate de una maloka
de un cacique o chamán. Aceptando que una parte de los fragmentos “bajo” del
montículo es el efecto de la erosión, hay que contar con una relativamente corta
temporada de funcionamiento de la vivienda. Tal vez una generación o menos,
es decir hasta la muerte del dueño de la maloka. La costumbre, practicada en la
selva, de abandonar las malokas después de la muerte del cacique/chamán está
confirmada por algunos estudios etnográficos.
Las influencias selváticas en el Alto Magdalena –ante todo en la zona agusti-
niana– estaban postulados ya por diferentes investigadores. Así pues, los materiales
publicados por Duque Gómez y Cubillos de Alto de la Piedras (1993: 21) parecen
indicar para San Agustín las influencias de otras zonas arqueológicas de Colombia.
Llanos Vargas y Hernán Ordóñez, en su trabajo sobre Alto de Lavaderos, presentan
la cerámica incisa de Alto de Lavaderos 5 y la relacionan con los materiales de la
zona valle de las Papas, Santa Rosa, Mocoa; Alto Caquetá y Alto Putumayo (Lla-
nos, Ordóñez 1998: 95). Las influencias ajenas constatamos también analizando los
materiales de las excavaciones clandestinas, depositados en las bodegas del Parque
Arqueológico de San Agustín (Szykulski, Salamanca 1999). A esto suma igualmente
la confrontación de los materiales de Alto de las Piedras (Duque, Cubillos 1993: 17,

19
Con respecto a la forma del terreno, la existencia de las viviendas podemos suponer también
sobre la terraza del lado norte del montículo II y sobre las terrazas del montículo III. En los sitios
no se realizó excavaciones.
Arqueología de San Agustín. Ocupación prehispánica en el Cabuyo, Pitalito – Huila ¡

21) con la cerámica incisa del complejo Santa Rosa del Alto Caquetá (Salamanca
1983; Cifuentes, Alarcón 1995). Los investigadores relacionan los grupos cerámicos
tardíos del Alto Caquetá y Alto Putumayo con las parcialidades/etnia de los Andakis
(Salamanca 1982; Cifuentes, Alarcón 1995)20.
Por el momento no nos atrevemos a discutir sobre el carácter e intensidad
de las influencias selváticas en la región de San Agustín, pero no se puede negar
que el Alto Putumayo y el Alto Caquetá en el pasado formaron redes naturales de
la comunicación. Una lógica prolongación de este camino formaba el río Mag-
dalena con sus numerosos afluentes. Hay que recordar, que entre los diferentes
elementos de la cultura agustiniana (ante todo en el arte escultórico) encontramos
representaciones de animales y adornos o vestimentas, propios únicamente de las
regiones selváticas.
Algunos datos interesantes entrega también el trabajo de Duque Gómez
y Cubillos sobre Alto de las Piedras donde los autores indican las semejanzas de
los motivos pintados sobre las tumbas del Alto de las Piedras (tumbas 2 y 8) con
pinturas corporales ceremoniales de Amazonia noroccidental, las cuales presentan
el llamado diseño de la “gran boa“ (Duque, Cubillos 1993: 40, 41).
A esto se suman también otros datos de las publicaciones de Juan Friede
(1967), de Victoria Uribe (1980-1981) y de Elizabeth Reichel Dussán (1987).
Así mismo las investigaciones, realizadas en los últimos años, en Santa Rosa
(Cifuentes, Alarcón 1995) sugieren una relación entre el Alto Magdalena y el Alto
Caquetá ya en el Período Formativo.

6. ANEXO: LEVANTAMIENTO DE LOS PETROGLIFOS


En la parte sur del Alto Magdalena aparecen numerosas evidencias del arte
rupestre. En la región agustiniana los primeros hallazgos de este tipo se documentó
ya en la temporada de 1936-1937, durante los trabajos de la Misión Arqueológica
dirigida por Pérez de Barradas y Hernández de Alba (Pérez de Barradas 1937;
Hernández de Alba 1943, 1979). En su publicación Hernández de Alba menciona
“los grafitos” de la Mesita B, de la llanura del Azafrán en Isnos y otros encontrados
cerca de la fuente de la quebrada Chaquira, como también las piedras grabadas
del Alto del Tigre y otros del Parque Arqueológico de San Agustín. Las infor-
maciones acerca de la pictografía y los petroglifos encontramos también en las
publicaciones de Duque Gómez y Cubillos (Duque 1966; Duque, Cubillos 1979,
1983). Investigadores mencionan grabados sobre las lajas que formaban elementos
constructivos de los templetes del Alto de las Piedras (Isnos). Informaron también

20
Sobre la movilidad de los grupos indígenas en la zona de Alto Magdalena, Alto Caquetá y
Alto Putumayo informaron también: Juan Friede (1953) en su trabajo sobre Andakis (Friede 1967),
Victoria Uribe (1980-1981), Elizabeth Reichel-Dussán (1987), L. Duque y J. Cubillos (1993), H.
Llanos y H. Ordóñez (1998).
` Enrique Alejandro Bautista Quijano, Luis Manuel Salamanca Galíndez, Józef Szykulski

sobre la presencia de la pintura rupestre en las partes internas de los templetes


2 y 8 del Alto de las Piedras (Duque, Cubillos 1993).
A partir de los años ochenta del siglo XX se advierte un incremento de las
investigaciones en la zona arqueológica de San Agustín. A esta época corresponden
las investigaciones del Leonardo Moreno sobre los petroglifos de la Esmeralda,
Tarqui-Huila (1991, 1993). En la temporada de 1988/1989 investigador Carlos
Augusto Sánchez descubrió en Cascajal y Olicual cerca de Timaná petroglifos
que relaciona con algunos grabados de la zona de San Agustín y del Valle de la
Plata (Sánchez 1991).
En 1987 Javier Meléndez documentó algunos conjuntos de piedras grabadas
de los sitios: Peñas, San Marcos, Olicual, Cascajal y el Diviso en la zona del Alto
Magdalena. En su publicación el investigador presentó la clasificación estilística
de las grabaciones en ocho grupos, desde los abstractos hasta los esquemáticos
(Meléndez Ortega 1987). En el mismo año Enrique Bautista Quijano inició el
levantamiento de los petroglifos en el Estrecho (Fig. 43) descubriendo en el sector
nuevas numerosas evidencias de este tipo (Bautista 1987, 1990, 1992; Szykulski
1989). Un sistemático levantamiento del arte rupestre del Alto Magdalena Sur
y su interpretación es continuado por el investigador hasta la fecha.
Otro importante trabajo de la documentación de las pictografías, petroglifos y otras
formas de arte rupestre del Alto Magdalena realizaron Sotomayor y Uribe, publicando
un amplio catálogo del arte rupestre del sur de Colombia (Sotomayor, Uribe 1987).

Fig. 43. Zona arqueológica de San Agustín, El Estrecho;


Petróglifos descubiertos en 1987
Arqueología de San Agustín. Ocupación prehispánica en el Cabuyo, Pitalito – Huila ^

Petroglifos del Cabuyo


El problema básico de las investigaciones del arte rupestre es su cronología.
Intentando integrar el imaginario artístico de este tipo en su matriz cultural – para
usarlo como una fuente arqueológica – es necesario buscar los medios para ubicarlo
en el tiempo. Lamentablemente hasta hoy no existen formas probadas de fechar
este tipo de las evidencias culturales. Diferentes pruebas de datación con medios
tecnológicos como la liconometría (mide el crecimiento de los líquenes), la acti-
vación de neutrones, mediciones nucleares de barniz o mediante fluorescencia de
rayos X han tenido poco éxito, en su mayoría produciendo resultados inconclusos.
Por este motivo, también las investigaciones en la finca el Samán no permitieron
resolver finalmente el problema de la posición cronológica de las manifestaciones
del arte rupestre de este sitio (Bautista 1992a). Los resultados negativos presentaron
también excavaciones realizadas directamente al lado de la roca.
El levantamiento del petroglifo del Cabuyo se realizó en noviembre de 1998.
Durante los trabajos se aplicó los llamados estándares mínimos de registro pro-
puestos por el Comité Americano para el estudio avanzado de petroglifos y picto-
grafías (Schaafsma 1985), combinado con el método del levantamiento contextual,
desarrollado en los últimos años por uno de los autores (Bautista 1992).
Los estándares mínimos consisten en tomar una serie de medidas dentro del
panel de ejecución (pintura o grabado). Los datos recuperados están relacionados
con la forma, dimensiones, color, ubicación en el plano, diseños existentes, etc.
Este método tiene el carácter más documentativo que interpretativo. Al contrario
el levantamiento contextual engloba aspectos ambientales, culturales y sociales,
con la idea de anticipar una investigación orientada a problemas. El procedimiento,
además de efectuar la documentación detallada de los aspectos físicos, naturales
y técnicos, trata de completar la documentación del imaginario, las relaciones
contextuales, relaciones entre figuras, como también entre arte rupestre y otros
vestigios culturales o ambientales del sitio. Se trata entonces de los datos funda-
mentales para entender el significado y función del arte rupestre, los patrones de
comportamiento social (específicamente ritual) de las sociedades prehispánicas.
Sin embargo, sin definir en forma clara esta problemática, la información poten-
cial – que puede ofrecer un sitio – está ignorada.
El petroglifo del Cabuyo está localizado al lado occidental de la casa de
administración, a 30 metros de la entrada principal a la finca El Samán. En el
sitio, sobre una roca andesitica, se documentó los grabados hechos mediante la
técnica de bajo relieve (Fig. 44). La roca tiene una longitud máxima de 95 cm y
un perímetro aproximado de 350 cm. La superficie es de color gris claro (7/1, 7.5
YR y 6/3, 7.5 YR del Munsell Soil Color Chart) y presenta los poros de regular
tamaño entre 0.5 micras y 3 mm. En la superficie observamos las exfoliaciones
y rupturas relacionadas con una fuerte dilatación de la superficie de la roca en
las horas de mañana, cuando ocurren violentos cambios de temperatura. Algunos
 Enrique Alejandro Bautista Quijano, Luis Manuel Salamanca Galíndez, Józef Szykulski

Fig. 44. Finca El Samán, roca con petróglifo

centímetros sobre la superficie del terreno la roca tiene, por todo el perímetro, un
surco natural, probablemente debido al efecto de la formación de sarro, cuando
el objeto estaba enterrado hasta el punto donde se encuentra el surco.
La piedra del Samán presenta dos grupos de espirales, una sobre el plano
este y otra sobre norte. Ambas son afectadas muy fuertemente por las condiciones
naturales21. La estructura espacial de los grabados es de orden lineal, sin alguna
jerarquía. Las representaciones ocupan las partes media y superior de los planos
este y norte. El lado oeste muestra algunas trazas de surcos en alto grado destruidas
por la erosión. En la parte sur observamos las zonas empleadas para amolamien-
to. Las espirales de ambos planos (este y norte) presentan el mismo sentido de
movimiento al oeste. Los surcos de las espirales tienen el perfil en forma de la
letra U, su trazo se efectuó mediante las incisiones poco profundas hechas con la
técnica de abusardamiento. En el interior de los surcos subsisten marcas iniciales
del punteado, redondeadas y desgastadas por la erosión. En la espiral más grande,
localizada sobre el plano este, se observó un leve pulimento.

21
La superficie de la roca esta fuertemente afectada por bruscos cambios de temperatura, la
fuerte exposición solar y la meteorización ocasionada por lluvias y vientos.
Arqueología de San Agustín. Ocupación prehispánica en el Cabuyo, Pitalito – Huila œ

En la primera etapa se analizó el interperismo de la piedra y de la acumulación


de pátinas. Se apreció una pérdida de parte de la superficie endoperiférica del pe-
troglifo que contenía antiguas pátinas. Entre los surcos y debido a la obliteración
del perfil de las acanaladuras del grabado, se pudo evaluar el grosor de los óxidos
de hierro y de magnesio, formados en las vueltas de la primera espiral. Una gran
parte del talón de los surcos perdió las pátinas originales. Únicamente partes de
áreas entre los surcos conservan – a pesar de la acción destructiva de distintos
agentes naturales como culturales – láminas de pátina de 5 mm de espesor.
Analizando las pátinas de la superficie de la roca y en las acanaladuras
constatamos que las espirales probablemente fueron grabadas cuando ya se ha-
bía formado la penúltima pátina de 2 mm de espesor (de tres que existen sobre
la roca). Las patinas del talón del surco son un poco diferentes de las de la su-
perficie endoperiférica de los grabados. Son más pardas y grisáceas, en algunos
casos observamos la zonación del color café oscuro. Constatamos que el color
y grosor de las pátinas del talón de los surcos del grabado (el fondo del surco)
corresponde estructuralmente a la más externa y última pátina de la roca. Esto
puede indicar que se desarrollaron al mismo tiempo con la pátina de oxidación
de la roca, sugiriendo al mismo tiempo que el petroglifo mencionado no es tan
reciente como se creía.
Un método, que aunque tiene restricciones temporales en el arte rupestre, es
un análisis y comparación del imaginario que aparece en la superficie de rocas
diferentes22. Por eso convendría hacer un riguroso seguimiento y correlación de
los petroglifos del Samán con otras evidencias del este tipo documentados en el
sur del Alto Magdalena, como también la correlación de los contextos arqueoló-
gicos de el Samán y de otras regiones. Las similitudes estilísticas, la frecuencia
y ocurrencia de los motivos estilísticos del arte rupestre, combinados con la
comparación de las formas de la ocupación humana, en el mismo modo que el
análisis de los complejos alfareros, constituyen un importante medio para ubicar
estas evidencias en el tiempo, es decir definir su cronología.
En el Alto Magdalena observamos una clara correspondencia geográfica
entre las piedras con grabados en forma de espirales, los puntos de agua – ríos,
quebradas, lagunas – y los patrones de poblamiento. En otras regiones este tipo de
grabados se encuentra principalmente en las inmediaciones de sitios de vivienda
aprovisionados de agua – explanadas, tambos, o lomas explanadas. Este fenómeno
se documentó entre otros cerca del sitio formativo del Estrecho (Cubillos 1980),
sitios habitacionales investigados por Carlos Sánchez en el Valle del Timaná
(Sánchez 1991) y en el ámbito de las terrazas de vivienda del Valle de Laboyos

22
Este procedimiento tiene diferentes grados de dificultad. Relativamente fácil es cuando se
trata de las representaciones naturalistas o esquemáticas, más difícil es cuando se trata de abstrac-
ciones dotadas de un complejo simbolismo, como el caso de las espirales del Samán.
U Enrique Alejandro Bautista Quijano, Luis Manuel Salamanca Galíndez, Józef Szykulski

(Llanos 1988, 1990). Grabados con espirales se registró también en inmediaciones


de las viviendas del período formativo publicadas por Leonardo Moreno en la
región de Tarqui (Huila), sector de Buena Vista. Las espirales grabadas de gran
tamaño estaban registradas también en el ámbito de la finca de la Begonia en
Morelia (Bautista 1992), cerca de las áreas de ocupaciones del Período Reciente
(Llanos 1988).
Analizando la simbólica constatamos que la espiral ocupa una posición central
en las prácticas religiosas y la simbólica de diferentes culturas suramericanas do-
cumentadas por arqueólogos y etnógrafos. El símbolo de la espiral menciona ya el
explorador de la zona Orinoco – Río Negro, etnógrafo Theodor Koch-Grünberg. El
investigador, en el transcurso de sus trabajos de 1903 – 1905, documentó distintos
grabados en la cuenca del río Orinoco, estaba presente también cuando los nativos
regrababan algunas piedras (Koch-Grünberg 1921). Aparte de esto Koch-Grünberg
documentó las espirales desplegadas en la cercanía de las malokas Halapokuliana
y Pedalinuana de los Siusi. El mismo informa en su publicación que pasaron por
las llamadas Piedras Jaguar (dzaui-neida) donde aparecen numerosos grabados
en forma de espiral.
La simbólica de las espirales frecuentemente se repite también sobre las ro-
cas localizadas a las orillas del río Cacquetá, entre la Pedrera y Araraucuara (von
Hildebrand 1975). Así mismo las representaciones de este tipo encontramos en
el departamento de Cundinamarca, en la Amazona Peruana y en otras regiones
del Sur y Central América (Girard 1958; 1976).
Según Reichell-Dolmatoff en algunos grupos nativos justamente la espiral
–como símbolo de la vagina– aparece entre las formas de connotación femenina.
Según este investigador las representaciones más importantes son las parejas de
macho y hembra presentados por un rombo y exogamia e incesto, presentados por
una espiral y dos C invertidas (Reichell-Dolmatoff 1978: 175, 176). Al contrario,
la investigadora Silvia Cellis en uno de sus trabajos postula que la imagen de la
espiral puede identificar los puntos de pesca. A esto indica el hecho, que lo mismo
creen en la actualidad algunos grupos indígenas de la Amazonía (Silva Celis 1961).
La autora en su publicación “Los petroglifos del encanto” comenta:
...se presentan como terminaciones o comienzos de canales o rayas
incisas y que responden a ritos relacionados con las aguas pluviales. En
otros conjuntos de figuras rupestres el final del desarrollo de la espiral
y el comienzo y final de la sigma corresponden a un pozuelo...
(Silva Celis 1963: 68).
Raphael Girard (1976: 1522) informa que, en los santuarios selváticos al aire
libre, en que se celebran los ritos mágico-religiosos, constatamos la presencia del
arte rupestre ...unos tienen a propiciar la fertilidad de campos de cultivo y, como
corolario, la fecundidad humana. Otros son dedicados al culto solar... El mis-
mo autor refiriéndose a los Chibchas en Cundinamarca informa que en Anacuta
Arqueología de San Agustín. Ocupación prehispánica en el Cabuyo, Pitalito – Huila z

y Chinuata aparecen las rocas grandes con cavidades hemisféricas, asociadas


a canales y rayas incisas, figuras sigmoides y curvilineares, las cuales representan
serpientes (opus, ibid). Luego Girard agrega:
...en efecto, esas piedras representan altares de culto de agua, tan
frecuentes en América Central. Las sigmas, espirales o figuras curvilíneas
asociadas a las cavidades o canales representan a las serpientes de nubes
que se abrevan en las fuentes terrestres para luego recorrer el espacio
y derramar las lluvias fertilizantes sobre la tierra... (Ibíd.).
La espiral en otras asociaciones tiene carácter astral. La relación de la ser-
piente con el agua tiene una amplia dispersión geográfica. Para los nativos la
serpiente posee un valor cronológico y está asociada con la llegada del período
de las lluvias. En la actualidad los chamanes de la Selva Oriental ingresan en el
mundo de la serpiente sagrada (la anaconda, la gran boa) después de un proceso
de preparación.
Tal vez el hecho de grabar o pintar un símbolo definido fuera en el pasado la
manera de establecer los nexos que unían el territorio con particulares concepcio-
nes cosmo-teogónicas. Las huellas de esta ideología pueden presentar también las
pinturas del Alto de las Piedras, las cuales parecen presentar un paralelo con la
imagen de la “gran boa”, una de las deidades sagradas de Amazonía noroccidental
(Duque, Cubillos 1993: 40, 41).

BIBLIOGRAFÍA:

Albis Manuel Mará


1934 Los indios del Andaki. Memoria de un viajero. „Boletín de Estudios Históricos”, Vol.
6, No. 61-62, Pasto.
Bautista Quijano, Enrique Alejandro
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Una punta tipo “cola de pescado” con acanaladura de Tillane, Arequipa œ¡

DÍAZ RODRÍGUEZ LUÍS HÉCTOR1

UNA PUNTA TIPO "COLA DE PESCADO"


CON ACANALADURA DE TILLANE, AREQUIPA
A FLUTED "FISHTAIL" TYPE POINT FROM TILLANE, AREQUIPA

Abstract:
The discovery of a fishtail type point represents, for the south of Peru, a very interesting case,
as there are very few evidences of this kind in the region. It also conceives new questions about the
human development during the Pleistocene-Holocene transition.

Keywords:
Fishtail point. Fluted point. Palaeoindian Period. South of Peru.

INTRODUCCIÓN
En este breve escrito deseamos presentar el hallazgo de una punta de tipo
“cola de pescado” (fishtail) – una de las evidencias más antiguas registradas en
Arequipa, donde se vuelve cada vez más arduo interpretar los testimonios cultu-
rales dejados por los primeros hombres que ocuparon la zona.
Debemos tener en cuenta que los estudios más complejos sobre el pro-
blema de paleoindios (cazadores y recolectores) fueron llevados a cabo por
el principal gestor de la arqueología en nuestra área, el Dr. Máximo Neira,
cuyos trabajos realizados en Ojoruro, Huanaqueros, en las cuevas y abrigos
de Sumbay (cf. Neira,1998) permitieron construir la primera tipología de
instrumentos líticos de la zona, como también (en el caso de Sumbay) pre-
sentar la primera secuencia estratigráfica y cronología absoluta del territorio.

UBICACIÓN DEL SITIO DE TILLANE Y MEDIO AMBIENTE


El yacimiento lítico denominado por nosotros como Tillane está situado
en la zona precordillerana, a una altitud de 3200 metros sobre el nivel del mar,
cerca del complejo arqueológico Churajón, exactamente al noroeste del Centro
Administrativo – Residencial y Religioso de Churajón (Fig. 1).

1
Arqueólogo Consultor, Arequipa – Perú; e-mail: luishector25@yahoo.com
œ` Luis Héctor Díaz Rodríguez

Fig. 1. Vista del emplazamiento del sitio


Fig. 1. View of the site location

La flora actual está conformada por hierbas y arbustos, además podemos


señalar al Tire o Chiri (grindelia glutinosa), planta de flores amarillas que se
usa en la actualidad para construir los techos de viviendas. Posiblemente dicha
planta fue utilizada para la misma función en tiempos prehispánicos. También es
bastante notoria la presencia de distintos tipos de plantas cactáceas, entre ellas:
las corotillas, el cure (Browningia candelaris), la Opuntia sphaerica de flores
amarillas, asociados a estos cactus habitan especies herbáceas.
Debemos añadir que en la zona es abundante la Tola (Parastephia lepido-
phylla) y el Lloque (Kageneckia lanceolata). Este último es muy estimado por
su peculiar dureza y resistencia.
La fauna es muy variada, encontramos desde Lagartijas (reptiles), Perdices
(aves), Vizcachas, insectos arácnidos y voladores, ocasionalmente se puede
observar la Taruca (cervído – Hippocamelus antisensis) y el Huanaco (Lama
Guanicae).
Al Este del sitio se ubica el río Candabaya que presenta dos afluentes de agua,
producto de las filtraciones acuíferas provenientes de Pampapuquio y Corahuaya,
contribuyendo a que se origine un puquio. Éste se ubica en la Pampa de Candabaya
Chico. El manantial dió lugar a lo que Bernedo Málaga anota como río Jalán ( cf.
Bernedo Málaga 1958, Lamina XXXVII ) y que en la actualidad se conoce con
el nombre de río Candabaya.
Una punta tipo “cola de pescado” con acanaladura de Tillane, Arequipa œ^

Las aguadas existentes en la Pampa de Candabaya y la de Tumbambaya, que


circundan el cerro Tillane, tal vez posibilitaron la existencia de bofedales durante la
mayor parte del Holoceno. Se ha logrado identificar, como parte de estos posibles
bofedales en ambas planicies, elementos propios tales como sedimentos, arcillas
y arenas asociadas a estratos donde se distinguen elementos orgánicos. Obviamen-
te, habría que descartar esta aseveración a priori mediante distintos métodos que
nos permitan una aproximación a la reconstrucción de este paleoambiente.
Geológicamente, está franja ha sido abordada ampliamente por especialistas,
debido principalmente a intereses de explotación minera y al estudio de suelos que
se hizo para el asfaltado de la carretera hacía el Santuario de la Virgen de Chapi.
En nuestros días, toda la zona, así como las planicies y cerros que enmarcan
el área están formados predominantemente por depósitos de ceniza volcánica,
producto de la erupción del volcán Huaynaputina en el año de 1600 d.C. Se
logra reconocer tufo volcánico, puzolana, limo y arcillas como producto de la
desintegración de rocas.
No obstante, es difícil reconstruir el clima basándose en pocos datos científicos
disponibles. La región reúne características ecológicas y culturales que pudieron
influir en los patrones de asentamiento. El sitio de Tillane, motivo de esté informe,
se ubica cerca de un paleoambiente más alto, el cual estuvo vinculado a un lago
pleistocenico de agua dulce, lo que actualmente es un salar conocido como Laguna
de Salinas, localizado entre el altiplano arequipeño y moqueguano, entre los 4000
y 4700 m.s.n.m.. Tal vez hubiera logrado ofrecer condiciones favorables para los
primeros hombres y la megafauna, los cuales en algún momento pudieron haberse
distribuido por las quebradas intermedias con recursos forrajeros permanentes
y en la que Tillane está involucrada.
Se tiene conocimiento que en las quebradas de Yura, especialmente en la
quebrada de Cuyco, a 26 kilómetros al Noroeste de la ciudad de Arequipa, se
encuentran depósitos de megafauna fosilizada.

INVESTIGACIONES ARQUEOLÓGICAS EN LA ZONA


Hay que tener en cuenta que una de las épocas con menos vestigios culturales
en la zona correspondía al periodo lítico (época precerámica), donde evidencias,
tales como viviendas, talleres y sitios de caza, han quedado cubiertas por distin-
tos cambios que se dieron hacia fines de la edad glacial. Del mismo modo las
posteriores erupciones volcánicas influyeron fuertemente en los cambios de la
topografía del terreno.
Durante las prospecciones realizadas en la temporada de 1998-99, en el
marco del Proyecto Churajón, se logró inventariar una notable cantidad de
sitios precerámicos. Éstos están representados por abrigos con pintura rupes-
tre y distintos yacimientos líticos. En los sitios donde no se ha realizado la
construcción de terrazas agrícolas (andenes), exactamente en las quebradas de
œ Luis Héctor Díaz Rodríguez

Tasata y Chapi, se alcanzó ubicar refugios naturales o abrigos (cf. Szykulski


& Díaz 2000).
Exactamente en la superficie de una pequeña pendiente compuesta por suelos
arcillosos, terreno sometido a un acarreo pluvial que ha ido lavando poco a poco
su parte superior, en el sitio que hemos decidido llamarlo Tillane (por su cercanía
al cerro con la misma denominación) se logró localizar un yacimiento de objetos
líticos trabajados, entre ellos puntas de proyectil, lascas y preformas, siendo el
más llamativo el hallazgo de una punta de proyectil magníficamente elaborada
(Fig. 2 y 3).
La punta fue trabajada en la calcedonia (variación del ópalo). Se puede apre-
ciar que la pieza se halla entera, salvo un diminuto fragmento de piedra faltante
en la parte del ápice (al parecer por su uso). Entre sus particularidades técnicas
y tipológicas se logra observar que fue elaborada con un punzón muy fino para
hacer el lascado escamoso mediante un paciente y cuidadoso retoque a presión.
Ambas caras tienen acanaladura, las cuales al parecer fueron hechas de un solo
golpe, en uno de sus lados la acanaladura casi llega hasta el ápice y la otra abarca
hasta la mitad del limbo. La punta, por la forma de su base, se la define como
“cola de pescado” – fishtail (cf. Lynch 1983) (Fig. 2).
La denominación fishtail o “cola de pescado” es una abreviación de la punta
foliácea delgada con pedúnculo y sin aletas, de la cual su pedúnculo es parecido
a una cola de pescado (Schobinger 1971: 89). El Dr. Juan Schobinger nos recuerda
que otros científicos la conocen como punta “pisciforme”, “caudopisciforme”
e “ictiforme”, hace hincapié en que esté último termino debería ser “ictimorfa”,
haciendo uso correcto del idioma.

Fig. 2. Ambas caras de la punta cola de pescado de Tillane


Fig. 2. Both sides of the fishtail point from Tillane
Una punta tipo “cola de pescado” con acanaladura de Tillane, Arequipa œœ

Fig. 3. Material lítico asociado a la punta cola de pescado


Fig. 3. Lithic material associated to the fishtail point

CONSIDERACIONES FINALES:

Debido al contexto del hallazgo no se posee cronología radicarbónica de


referencia. El tipo “cola de pescado” es asignado en la bibliografía arqueológi-
ca regional al proceso del quehacer humano en la transición del Pleistoceno al
Holoceno.
Para presentar una aseveración concreta sobre las evidencias arqueológicas
de la época precerámica en la zona, es necesario intensificar los trabajos de inves-
tigación no sólo en el cercano conjunto arqueológico de Churajón, sino también
a lo largo de las quebradas y planicies que circundan la zona.
Resulta un poco apresurado tratar de definir que tipo del sitio precerámico
en cuestión es Tillane, ya que para dar respuesta a esto debemos ser cautos (tener
más evidencias). Tal vez después de recurrir a una minuciosa excavación in situ
estemos en capacidad de tener un panorama mejor.
Lo que sí está claro, es que en este momento podemos informar que para la
región, así como también en sus alrededores se han hallado objetos líticos traba-
jados que todavía no habían sido registrados en la zona.
Luego de haber efectuado una comparación con las puntas “cola de pescado”
existentes, no queda ninguna duda que la punta del sitio de Tillane, tiene una ti-
pología singular de las fishtail. En Sudamérica el horizonte de las puntas del tipo
“cola de pescado” es muy reducido, se han hallado en Inga, República del Ecuador,
la cueva de Fell en la Patagonia (cf. Bird 1946), en el Abrigo “Los Pinos” (Fig
5 – cf. Leonis 1995-96) y el sitio de “La Crucesita”, Argentina (cf. Schobinger
1971), en esté último la punta “cola de pescado” no tiene acanaladura.
œU Luis Héctor Díaz Rodríguez

Existe un artículo en el cual se informa acerca del hallazgo de una fishtail,


en el sitio de “La Cumbre”, valle de Moche (Perú), lamentablemente la punta
carece de ápice y la base no está completa (Fig. 4), pero se logra reconocer la
acanaladura en su parte inferior (Ossa 1975). En la “Quebrada de Santa María”
(Valle de Chicama), también al norte del Perú, se han documentado puntas Cola
de Pescado, junto a puntas paijanenses (Briceño 1999).
Se tiene noticias de que un fragmento basal de “cola de pescado” fue registrado
en el relleno de una tumba arcaica tardía, al parecer proveniente de sedimentos
perturbados en Santa Inés, cerca de un borde de la laguna de Tagua – Tagua en
Chile. En el alero Tres Arroyos, a 20 km de la costa atlántica, cerca de la fron-
tera de Chile y Argentina durante el reconocimiento lítico se ha constatado un

Fig. 4. Punta acanalada del sitio “La Cumbre” (Ossa 1975)


Fig. 4. Fluted point from La Cumbre site (Ossa 1975)

Fig. 5. Punta de proyectil cola de pescado, Abrigo Los Pinos (Cortesía de la Revista Shincal 1995-1996)
Fig. 5. Fishtail projectile point, Los Pinos Shelter (Courtesy of Revista Shincal 1995-1996)
Una punta tipo “cola de pescado” con acanaladura de Tillane, Arequipa œz

fragmento basal que recuerda al patrón “cola de pescado”. También en el cerro


“La China”, provincia de Buenos Aires (Argentina) se ha hallado evidencias de
canteras y talleres superficiales de cuarcita donde se reparaban puntas fracturadas
entre ellas las llamadas “cola de pescado” (Nuñez y Santoro 1990). Asimismo se
pudo hallar unos artefactos similares en diferentes localidades del Uruguay, pro-
cedentes de recolecciones superficiales en los sitios de Tacuarembo, Canelones,
Rocha y Durazno.
Podemos concluir anotando que la tradición de puntas con acanaladura, se
presenta también en sitios como Nuevo México en Norte América, y más abajo,
en América Central, en sitios como las Lagunas de Madden en Panamá, Turrialba
(cf. Snarskis 1983) y Guanacaste en Costa Rica, San Rafael, la cuenca de Quiche
y el sitio de los Tapiales en Guatemala (cf. Lynch 1983) (Fig. 6).

AGRADECIMIENTOS
Debo reconocer y agradecer la invalorable colaboración científica del Dr.
Máximo Neira Avendaño quien siempre estuvo atento en la tabulación de los
datos que presentamos en el presente escrito, así como a la Misión Arqueológica
de Polonia, por facilitarnos acceder a los resultados del Proyecto Churajón corres-
pondientes al periodo precerámico referidos a las quebradas de Tasata y Chapi.

Fig. 6. Puntas de Centro América: (a) punta acanalada de San Rafael, Guatemala;
(b) punta de la colección Hartman; (c) fishtail del sitio de Turrialba, Costa Rica;
(d) punta Clovis de Turrialba, Costa Rica
Fig. 6. Points from Central America: (a) fluted point from San Rafael, Guatemala;
(b) point from the Hartman collection; (c) fishtail from Turrialba site, Costa Rica;
(d) Clovis point from Turrialba, Costa Rica
U° Luis Héctor Díaz Rodríguez

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U¤ Luis Héctor Díaz Rodríguez
Diversidad arqueológica en Toro Muerto sur del Perú U¡

LUIS HÉCTOR DÍAZ RODRÍGUEZ1


DARIA ROSIŃSKA2

DIVERSIDAD ARQUEOLÓGICA
EN TORO MUERTO SUR DEL PERÚ
ARCHAEOLOGICAL DIVERSITY IN TORO MUERTO SOUTH OF PERU

Abstract:
This paper presents the results of an on going project in Toro Muerto (Department of Are-
quipa). The first stage of the study included systematic survey in the area. As the product of this
work a series of new evidences was recorded: structures related to a water resources management
(small canals, terraces associated to the Watering Place 1), elements of architecture (mounds of the
possible habitation sector, construction associated to the petroglyphs, possible pascana), funerary
structures (honeycomb type tombs, prehispanic cemetery), reach cultural material (painted slabs,
obsidian points, artifacts made from andesite, intentionally broken pottery) and route track leading
to other site with petroglyphs. The authors strongly believe that these new data will complete the
study of Toro Muerto’s petroglyphs, emphasizing the site’s importance for the reconstruction of
the region’s prehistory.

Keywords:
Cultural context. Petroglyphs. South of Peru.

Los investigadores coinciden en la relativa importancia de Toro Muerto,


sin embargo, sus trabajos abordan el tema en forma poco constante y al parecer
sin una detenida inspección del terreno. La mayoría de las fuentes se restringen
al análisis de petroglifos sin integrar todos los rasgos culturales y naturales que
conforman el ámbito del estudio. No obstante, la existencia de diversos vestigios
arqueológicos alrededor de los petroglifos tiene significado esencial para la com-
prensión del sitio (sobre todo frente a las dificultades relacionadas con intentos

1
Arqueólogo Consultor, Arequipa – Perú; e-mail: luishector25@yahoo.com
2
Universidad de Wroclaw, Instituto de Arqueología, ul. Szewska 48, 50-139 Wroclaw, Polonia;
e-mail: dariarosinska@op.pl
U` Luis Héctor Díaz Rodríguez, Daria Rosińska

de filiación cultural de los petroglifos). Por eso, entre agosto y diciembre del año
2008, en el marco de la cooperación peruano-polaca, se realizó una prospección
sistemática en Toro Muerto. Se espera que los resultados de este trabajo (aun en
esta etapa preliminar) contribuyan al estudio de arte rupestre de Toro Muerto
y permitan discutir en forma más amplia problemas de su interpretación, así como
demostrar su importancia para la reconstrucción de la prehistoria de la región.

1. ENTORNO GEOGRÁFICO
El conjunto arqueológico de Toro Muerto está ubicado en la región de Are-
quipa, provincia de Castilla, distrito de Uraca-Corire, en la margen derecha del río
Majes, en la Quebrada Pampa Blanca3 (Fig. 1). La cota del yacimiento va desde
490 hasta 1010 msnm.

Fig. 1. Imagen satelital del área del estudio. Ubicación: 1 – Aguada 1; 2 – Aguada 2; 3 – Sector
habitacional; 4 – Tumbas en forma de panal; 5 – Cementerio prehispánico; 6 – Sitio
de Pampablanca. Nótese la huella del camino trazada en blanco (Google Earth 2008)
Fig. 1. Satellite view of the study area. Location: 1 – Watering Place 1; 2 – Watering Place 2;
3 – Habitation sector; 4 – Honeycomb type tombs; 5 – Prehispanic cemetery; 6 – Pampablanca
Site. Note route track traced with white (Google Earth 2008)

3
Hojas 33-q y 33-r de cartas geográficas nacionales.
Diversidad arqueológica en Toro Muerto sur del Perú U^

Esta zona, actualmente árida y desértica, en el pasado fue escenario de


distintos fenómenos hídricos. Prueba de ello es la estratigrafía que denota el des-
plazamiento del material detrítico transportado y depositado por una corriente de
agua, así mismo que la presencia de canales de escorrentías (lloqllas) y reservorios
estacionales (Fig. 2).
Se observan también distintos depósitos eólicos formados por el polvo vol-
cánico y salitre que puede encontrarse como costras delgadas cubiertas por una
tenue capa de arena. Sin embargo, lo más característico en el paisaje lo consti-
tuyen bloques de dácita (toba volcánica) que fueron aprovechados como soporte
de petroglifos. Las rocas están centradas en la ladera derecha de la quebrada,
dispersas en el plano inclinado formando una especie de franja paralela al sector
conocido como Las Aguadas donde están localizados dos manantiales, Aguadas 1
y 2 (cf. Fig. 1). Ambos pueden ser distinguidos desde una considerable distancia
debido a la presencia de caña hueca o carrizo Phragmites communis. Uno, él
que está actualmente utilizado para dotar de agua al asentamiento humano de La
Candelaria, anexo de Corire, fue ya mencionado por Jiménez Núñez (1986:343)
como un pequeño oasis.

2. PAISAJE CULTURAL
2.1. MANEJO DEL RECURSO HÍDRICO
Aunque hoy en día la gran parte de la explanada luce desértica existen evi-
dencias que permiten deducir que en Toro Muerto hubo un adecuado manejo
del recurso hídrico proveniente de las dos aguadas. Vale la pena mencionar que,
con el transcurso de tiempo, para facilitar la conducción del agua a la superficie
se ejecutaron distintas modificaciones, entre ellas túneles que se puede observar
hoy en día.
Cerca de la Aguada 1 se notó la existencia de dos pequeños cauces artificiales,
que aparentemente conducían el agua proveniente de este manantial. Estas hiladas
de canal, de 30 y 40 m de largo respectivamente, circundan montículos cubiertos

Fig. 2. Canal de escorrentía (lloqlla) y reservorio estacional


Fig. 2. Water runoff canal (lloqlla) and seasonal reservoir
U Luis Héctor Díaz Rodríguez, Daria Rosińska

de una gruesa capa de polvo volcánico (Fig. 3). Ambas están ligeramente incli-
nadas y se proyectan del Sur al Norte, al parecer con el objetivo de obtener una
óptima gradiente hidráulica. El curvilíneo trazo de estos canales está conformado
por una hilada de piedras angulares y cantos rodados, de 30 por 40 cm, entre las
cuales se nota una tenue argamasa de barro a modo de mordiente. Como efecto
del intemperismo y factores antrópicos, la estructura no es continua.
Además, en la parte noroeste del sitio, a unos diez metros de la Aguada 2
(Fig. 4), se logró ubicar dos, bien definidas terrazas niveladas como áreas de

Fig. 3. Pequeños canales. Nótese la vegetación de la Aguada 1 en farallones del cerro


Fig. 3. Small canals. Note the vegetation near the Watering Place 1 on the rocky slope of the hill

Fig. 4. Aguada 2, nótese las terrazas asociadas al manantial


Fig. 4. Watering Place 2, note terraces associated to the spring
Diversidad arqueológica en Toro Muerto sur del Perú Uœ

cultivo, donde el ambiente de la quebrada es bastante abrigado y el área plana


cambia, así como el grado de desnivel. El diseño de las dos es el mismo, es decir
muros de contención como componente imprescindible para la construcción de
una terraza. No se pudo observar ningún canal de drenaje ni riego.
La superficie de las plataformas llega a medir 32 m de largo por 10 metros de
ancho. La altura de los muros varía por el grado de la pendiente que se quiso nivelar
y por el nivel de conservación. Los aparejos miden desde 0,50 hasta 1,30 m.
Como parte esencial del cimiento de las terrazas se utilizó piedras que miden
entre 30 y 50 cm de ancho y otras, con el tamaño suficiente para sostener el peso
de las que se colocaron encima. Las piedras grandes no siempre fueron colocadas,
considerando que una doble hilera de piedras más pequeñas actúa como base
igualmente aceptable.
El material constructivo es piedra angular y cantos rodados sobrepuestos (sin
argamasa). Sólo se pudo apreciar la cara externa de los muros, pues la interna
está cubierta por depósitos eólicos que impiden medir el ancho de los muros. Al
parecer los constructores recogieron el material coluvial superficial de las lade-
ras. Las terrazas están estructuradas permitiendo evitar el deslizamiento de tierra
y asegurar adecuada distribución del agua y su expansión sobre la superficie. El
tipo de mampostería indica su origen prehispánico. Los aparejos han sido par-
cialmente destruidos durante la remodelación del puquial.

2.2. ELEMENTOS ARQUITECTÓNICOS


En el sitio también se hallaron restos de otros elementos arquitectónicos.
A unos 80 metros al Norte de la Aguada 2 está ubicada una estructura de planta
cuadrangular cuya esquina suroeste está adosada a un bloque de piedra (Fig. 5).
Su superficie alcanza 20m². Los muros, de 60 cm de ancho, están formados por
una doble hilada de piedras sobrepuestas, aparentemente canteadas, que miden
40 por 40 centímetros. En la parte suroeste existe un acceso con dos peldaños de
piedra que conducen a un patio de aproximadamente 12 m² por el cual se debía
ingresar a la habitación. No se encontró ningún material asociado a está estructura
que aparentemente es tardía y ejercía las veces de pascana o chasquiwasi.
Además, en la parte central del sitio, asociados a uno de los bloques con petro-
glifos, se logró ubicar restos de una construcción en su gran parte cubierta por los
depósitos eólicos, por lo que sólo se pudo apreciar una hilada de piedras angulares
(40 x 25 cm) los cuales encajan perfectamente entre ellas por lo cual no necesitaron
ningún tipo de mordiente. Este muro mide 340 por 40 cm y está orientado del SE
al NW. Restos de cimientos de esquinas permiten suponer que la construcción se
proyectaba hacia el Este. En ranuras del muro se encontraron fragmentos de cerámica
de pasta marrón sin decoración que data del Intermedio Tardío.
Disponiendo solamente de los datos recuperados durante el reconocimiento
superficial aún no es posible determinar la función de esta estructura. Sin embargo,
UU Luis Héctor Díaz Rodríguez, Daria Rosińska

Fig. 5. Posible pascana


Fig. 5. Possible pascana

su asociación a un bloque con grabados permite suponer que tenía un significado


especial.
Por lo demás, en el extremo sureste del sitio se pudo ubicar una serie de
montículos cubiertos por piedras angulosas (15 x 30 cm) que probablemente
corresponden a aparejos derrumbados (Fig. 7). Su forma y distribución espacial
sugieren la existencia de estructuras residenciales asociadas a construcciones ci-
líndricas parecidas a colcas. También se observó amplios espacios cuadrangulares
de aproximadamente 50 m² a manera de plazas. Todos estos elementos permiten
suponer que este sector ejercía función habitacional. Esta suposición viene res-
paldada por la incidencia de cerámica del Intermedio Tardío y Wari, junto a la
presencia de lajas pintadas.
Dentro del mismo sector, sobre uno de los montículos, está localizado el ce-
menterio actual. Sobre la superficie circundante se documentó varios fragmentos de
cerámica Wari local (600-1000 d.C.) y Chuquibamba-Aruni (1000- 1400 d.C.).

2.3. ESTRUCTURAS FUNERARIAS


En la pared rocosa del Cerro Las Salinas, al Norte de la Aguada 1, se consi-
guió localizar una plataforma de aproximadamente 15 por 10 metros, con muros
dispuestos en forma ordenada, dejando espacios cuadrangulares que oscilan entre
Diversidad arqueológica en Toro Muerto sur del Perú Uz

Fig. 6. Aparejo asociado a petroglifos


Fig. 6. Construction associated to petroglyphs

Fig. 7. Montículos del posible sector habitacional


Fig. 7. Mounds of the possible habitation sector
z° Luis Héctor Díaz Rodríguez, Daria Rosińska

8 y 10 m². Sus constructores aprovecharon la pared natural sobre la cual está


adosado el aparejo de doble hilada de piedras planas y angulares de 30 por 25
cm, unidas con gruesa argamasa. La altura de los muros varía según el grado de
inclinación de la superficie y equivale a 0,5-1,5 m (Fig. 8).
Estas construcciones son imperceptibles desde lejos, confundidas con la pared
rocosa y de acceso bastante accidentado. El tipo de construcción y emplazamiento
evocan las tumbas de la tradición Colla proveniente del área circumtiticaca. En
la literatura arqueológica se refieren a ellas como tumbas colgantes, ya que para
su construcción se aprovecharon pequeñas plataformas naturales y fueron edifi-
cadas sobre el suelo a la manera de pequeñas cámaras funerarias, una al lado de
otra, dispuestas en forma de panal. En este tipo de entierros los cuerpos fueron
depositados en posición fetal, envueltos en una cesta vegetal.
Dicha tradición fue difundida en el vecino valle del Colca (en los sitios de Si-
bayo, San Antonio de Coporaque, Chininea en Yanque, Peña Blanca o Choquetico),

Fig. 8. Tumbas en forma de panal: a – vista frontal; b – vista de planta;


c – restos de cesta vegetal y fragmento de cerámica del Intermedio Tardío
Fig. 8. Honeycomb type tombs: a – frontal view; b – ground view;
c – remain of vegetal basket and fragment of pottery from the Late Intermediate Period
Diversidad arqueológica en Toro Muerto sur del Perú z

así como en el mismo valle de Majes (en La Laja, Huancarqui, Santo Domingo,
Querulpa, La Collpa y al suroeste del poblado El Dique- Santa Elena).
En el sitio registrado en la pared rocosa del Cerro Las Salinas sólo se logró
detectar un fragmento de cerámica del Intermedio Tardío sin decoración pictórica,
junto a unas soguillas vegetales similares a los atados de los mencionados fardos
funerarios (Fig. 8c). Aparentemente todas las tumbas se hallan saqueadas. Aún
es posible observar la existencia de algunos palos incrustados probablemente por
huaqueros en una fisura de la pared formando una escalera que facilita el ascenso
(Fig. 8a). Además no se puede excluir la posibilidad de que los frecuentes even-
tos sísmicos en la zona hayan contribuido al colapso de las estructuras y objetos
asociados, incluyendo los desplazamientos de la pared rocosa que han cubierto
gran parte de la plataforma. Como efecto de estos movimientos naturales de los
suelos en la ladera del cerro, abajo de las tumbas, se observó bordes de cerámica
correspondientes al Horizonte Medio e Intermedio Tardío.
En el lado este del sitio se detectó otro tipo de contextos funerarios. Al parecer
sus constructores aprovecharon la dureza del terreno para cavar hoyos de planta
ovoide. Puesto que gran parte ha sido disturbada por acción de los saqueadores,
es difícil determinar la forma del cisto y su profundidad original. En la superficie

Fig. 9. Cementerio prehispánico disturbado


Fig. 9. Disturbed prehispanic cemetry
z¤ Luis Héctor Díaz Rodríguez, Daria Rosińska

se logró reconocer algunos puntales de madera, que supuestamente sirvieron para


sostener las tapas de las tumbas, junto a gran número de cantos rodados y piedras
angulares, que también podían formar parte de las estructuras funerarias. Incluso
se encontró restos óseos articulados, evidencias de maíz, fragmentos de cerámica
y textiles del Horizonte Medio.

2.4. CAMINO
A partir del sector del cementerio, asociado a un área de dispersión de cerá-
mica cuyas características denotan tiestos del Intermedio Tardío hasta la Época
Colonial, se detectó el inicio del trazo del camino prehispánico. En las faldas del
Cerro Zuñimarca, conforme se va ascendiendo en la Quebrada Pampablanca, este
camino sinuoso es interrumpido por algunas trochas carrozables. Su trayecto está
demarcado por bloques con petroglifos que surgen en los inicios de las bajadas
y subidas. Otro indicador al parecer lo conforman piedras a manera de hitos en
algunas explanadas del camino. A lo largo de esta ruta se documentó continua
dispersión de fragmentos de cerámica cuyo engobe rojo y rasgos morfológicos
indican su filiación cultural al Intermedio Tardío. Así mismo se identificó frag-
mentería de cerámica colonial y republicana. Este tipo de vía de comunicación

Fig. 10. Camino. Nótese un bloque con petroglifo demarcando el inicio de la bajada
Fig. 10. Route. Note a bloc with petroglyph witch marks the begging of the descent
Diversidad arqueológica en Toro Muerto sur del Perú z¡

prehispánica es característico de las zonas desérticas. Prosiguiendo por la ladera


oeste del Cerro Zuñimarca el camino atraviesa una amplia explanada con bloques
grabados estilísticamente parecidos a los de Toro Muerto. Luego, la quebrada
se estrecha hasta llegar a un sitio que denota cimientos de estructuras de planta
circular de un diámetro de 2 metros. Sobre la superficie se registró fragmentos de
cerámica del Intermedio Tardío, la Época Colonial y Republicana. Además en el
extremo norte del sitio yacen diseminadas rocas con petroglifos. En la bibliografía
arqueológica consultada para la zona el sitio no ha sido registrado por lo que los
autores del presente escrito lo han denominado Pampablanca (Fig. 1). Probable-
mente la ruta se proyecta en dirección Norte hacia la Provincia de Condesuyos,
territorio de la antigua nación prehispánica conocida como Arunis.

3. MATERIAL CULTURAL
3.1. CERÁMICA
En gran parte del territorio de la Quebrada Pampablanca, especialmente en
el sector inferior de Toro Muerto, existe una considerable cantidad de fragmentos
cerámicos cuya disposición denota que provienen de vasijas rotas exprofesamente.
Sus rasgos morfológicos y el tipo de pasta permiten vincularlas con el Interme-
dio Tardío, Época Inca y Colonial. En la mayoría de los casos estos fragmentos
aparecen asociados a las rocas con grabados (Fig. 11).

Fig. 11. Cerámica exprofesamente rota


Fig. 11. Intentionally broken pottery
z` Luis Héctor Díaz Rodríguez, Daria Rosińska

Esta particularidad ha sido registrada también en varios sitios con petroglifos


en el sur del Perú (Díaz 2005). Además, incluso hasta en tiempos de los arrieros,
a través de las rutas de larga distancia los viajeros tenían por costumbre romper
ceramios al pie de los bloques grabados. A la luz de evidencias de Toro Muerto
se puede suponer que este proceder data de tiempos prehispánicos y tuvo un
significado simbólico.

3.2. LÍTICOS
Durante la prospección del campo con los petroglifos se localizaron dos
artefactos líticos atípicos, elaborados a base de andesita. Esta materia prima está
disponible sobre el sitio en forma de cantos rodados.
El primero de estos artefactos es bifacial con retoque a presión que cubre toda
su superficie. El borde recto probablemente servía como punto de agarre. Otro,
ligeramente pronunciado, al parecer ejercía la función de la superficie de trabajo:
se puede observar un tipo de patina brillante que tal vez indique el contacto con
ácidos vegetales. El artefacto tiene 95 mm de largo, 78 mm de ancho y 28 mm
de grosor (Fig. 12a).
Otro utensilio fue elaborado en base a un pequeño canto rodado, parcialmente
transformado, con la superficie natural conservada a modo de mango que facilita
manipular el instrumento. El extremo puntiagudo fue formado por seis golpes uni-
direccionales y convergentes. El artefacto es relativamente pequeño y mide 5,5 cm
de largo, 5,2 cm de ancho y 4,1 cm de grosor, al parecer fue utilizado para grabar,
puesto que sobre el ápice se pueden observar huellas de desgaste (Fig.12b).

Fig. 12. Artefactos de andesita


Fig. 12. Artifacts made from andesite
Diversidad arqueológica en Toro Muerto sur del Perú z^

Además al Noreste del sector de petroglifos, en una explanada ubicada en la


cima de una pequeña colina, de la ladera oeste del Cerro Zuñimarca, se localizaron
tres puntas de proyectil morfológicamente idénticas (Fig. 13). Todas fueron obtenidas
de obsidiana, una de su variedad negra y transparente, dos de la ahumada del color
negro con marrón. Las puntas miden 53 x 19 x 6, 56 x 18 x 6 y 57 x 19 x 06 mm
respectivamente, demuestran retoque bifacial a presión y base ligeramente esco-
tada, su sección transversal es biconvexa. Todas están fracturadas: dos en la parte
distal, y una en la proximal.

Fig. 13. Puntas de obsidiana


Fig. 13. Obsidian points

Estos artefactos fueron hallados sobre la superficie, yacían uno al lado de otro,
al parecer la acción eólica pudo develar su ubicación. La falta de otros vestigios
arqueológicos en su alrededor indica que cayeron en desuso. Aún es prematuro
darles una cronología exacta, tentativamente se puede colegir que corresponden
al Horizonte Medio.

3.3. LAJAS
A lo largo de todo el complejo arqueológico de Toro Muerto surgen lajas en
forma de grandes lascas obtenidas de cantos rodados. Todas son elípticas y tienen
tamaño similar, midiendo aproximadamente 150x100x15 mm. El lado más grueso
(la parte proximal de la lasca) siempre demuestra huellas de percusión que forman
un borde filudo (Fig. 14).
La mayoría de las lajas están pintadas. Desgraciadamente en muchos casos
se puede observar sólo restos de pigmento: permanecieron expuestas a las condi-
ciones ambientales (sobre todo a una fuerte insolación) por lo que su superficie
en muchos casos quedó despintada.
Para pintar se eligió la superficie natural, más lisa. Como pigmento se usó el
ocre de color rojo y naranja. La pintura fue directamente aplicada a la superficie
z Luis Héctor Díaz Rodríguez, Daria Rosińska

Fig. 14. Laja pintada


Fig. 14. Painted slab

sin ninguna preparación previa, al parecer con un terroncito de pigmento remojado


en agua (se despintan fácilmente). Ninguna de las lajas observadas está pintada
con representaciones figurativas, más bien parecen parcialmente cubiertas por
color, sin intención de representar algún elemento de la realidad.
En el sur del Perú este tipo de artefactos suele ser encontrado asociado
a cerámica Chuquibamba o Wari cerca de o en tumbas, cuevas, sitios de carácter
ceremonial-religioso (Faron-Bartels 2007), así como en las fallas geológicas, lo
que indica su valor simbólico y su vinculación con diversas actividades religio-
sas. No obstante, la morfología de los ejemplares encontrados en el sitio, sobre
todo el retoque que se puede observar en los bordes, permite suponer su función
utilitaria.
En el transcurso de los trabajos no se logró ubicar ninguno de los tres geo-
glifos mencionados por Eloy Línares Málaga (2004, s. 75), ni apachetas citadas
por Jiménez (1986) que supuestamente abundan en la zona. No se puede excluir
la posibilidad de que este último autor interpretó erróneamente montículos de
piedras, grava y arena formados como resultado de la descomposiciÑn de unas
formaciones sólidas, ya que las piedras que forman las apachetas en los valles
costeños no suelen estar consolidadas por ningún tipo de mordiente y por lo ge-
neral están localizadas en puntos neurálgicos señalando el trayecto del camino.
En cuanto al sector funerario prehispánico, indicado por ambos autores al Oeste
del cementerio actual, parece que ha sido destruido por tumbas modernas o ac-
tividad agrícola.
Resumiendo, hay que dejar constancia de que las labores conocidas, efectua-
das en Toro Muerto hasta la actualidad, han sido muy parciales. Concientes de que
los trabajos que se pone en discusión son preliminares, los autores del presente
artículo creen que los resultados de la prospección superficial que llevaron a cabo
Diversidad arqueológica en Toro Muerto sur del Perú zœ

demuestran la complejidad de este conjunto arqueológico y permiten ampliar


su conocimiento. Compartiéndolos esperan despertar el interés por un estudio
dirigido no solamente hacia el análisis de los petroglifos, sino también hacia la
articulación de todos los elementos culturales y naturales que lleven a dilucidar
el verdadero significado del sitio.

BIBLIOGRAFÍA:
Díaz Rodríguez, L. H.
2005 Informe Final. Proyecto de Investigación Arqueológica de Reconocimiento Sistemáti-
co de la cuenca del río Ilabaya y del río Locumba, Departamento de Tacna, Instituto
Nacional de Cultura, Proyecto Qhapaq-Ñan, INC-Lima.
Faron-Bartels, R.
2007 El poder de los símbolos: lajas pintadas de Pampacolca. Nuevos datos sobre las lajas
pintadas del sur del Perú, (en:) Hosting, Rainer & Strecker, Matthias & Guffroy, Jean
(eds.), Actas del Primer Simposio Nacional de Arte Rupestre (Cusco, noviembre 2004),
Tarea Asociación Gráfica Educativa, Lima, pp. 151-175.
Hosting, R.
2003 Arte rupestre del Perú. Inventario Nacional, CONCYTEC, Lima.
Jiménez Núñez, A.
1986 Petroglifos del Perú. „Panorama mundial del arte rupestre”, vol. 4, Editorial Científico-
Técnica, La Habana.
Linares Málaga, E.
2004 Arte Rupestre en Arequipa y el Sur del Perú, Editorial Nuevo Milenio E.I.R.L., Arequipa.
1999 Arte rupestre en Sudamérica. Prehistoria, Fondo Editorial de la UNMSM, Lima.
Neira Avendaño, M.
1990 Arequipa Prehispánica, (en:) Neira Avendaño, Máximo & Galdos Rodríguez, Guillermo
& Málaga Medina, Alejandro & Quiroz Paz Soldan, Eusebio & Carpio Muñoz, Juan
Guillermo (eds.), Historia General de Arequipa, Fundación M.J. Bustamante de la
Fuente, Arequipa, pp. 5-184.
Ramos Cuba, A. L. & Ochoa Peña, Richard M.
2005 Informe Final 2005. Proyecto de investigación arqueológica sin excavaciones. Pros-
pección en el valle medio y alto de la cuenca Majes – Camaná, Proyecto de Inventario
y Catastro Nacional, Proyecto Qhapaq-Ñan, INC-Lima.
zU Luis Héctor Díaz Rodríguez, Daria Rosińska
Pinturas rupestres de Charipujo (Tacna, Perú) zz

LUIS HÉCTOR DÍAZ RODRÍGUEZ1


DARIA ROSIŃSKA2

PINTURAS RUPESTRES DE CHARIPUJO (TACNA, PERÚ)


ROCK PAINTINGS FROM CHARIPUJO (TACNA, PERU)

Abstract:
The archaeological survey, carried out by Díaz y Suárez in 2006, revealed the existence of 11
rock shelters with paintings in Charipujo (Gorges: Cachupujo, Ancocahua, Quejimpujo, Sijivilque,
Quelavira). The predominant designs are zoomorphic (camelids, canids and American Ostrich) and
anthropomorphic figures, followed by ideomorphs or signs and, only exceptionally represented,
artifacts. The treatment of animal figures is much more realistic, humans are schematically repre-
sented.
Only few pieces of potterry and one lithic were recovered from the surface, without its cultural
context the parietal art of Charipujo give us however a certain quantity of information concerning
it’s chronology. Among the predominant scenes are those of hunting, it is possible to distinguish
some images of dance and pastoral life too. As it seems some of the graphics may correspond to
the form of expression of the paleoindian camelid hunters, others to the expressions of shepherds
with full control of domesticated camelids. Stylistic and thematic parallels with rock art from other
sites in southern Peru, like Vilavilani, Toquepala, Caru, Sumbay, Ccoscollo, can suggest that it can
date from later periods too.

Keywords:
Rock paintings. Rock shelter. South of Peru.

Los lineamientos generales planteados para el desarrollo cultural de la región


altiplánica de Tacna, con excepción de algunos lugares de la costa, no han des-
pertado mayor interés de los investigadores. Sin embargo, no se puede negar el

1
Arqueólogo Consultor, Arequipa – Perú; e-mail: luishector25@yahoo.com
2
Universidad de Wroclaw, Instituto de Arqueología, ul. Szewska 48, 50-139 Wroclaw, Polonia;
e-mail: dariarosinska@op.pl
°° Luis Héctor Díaz Rodríguez, Daria Rosińska

valor de los trabajos realizados en la zona altoandina, por Rogger Ravines, Oscar
Ayca, Jesús Gordillo, Marko López, y los equipos de investigadores del Instituto
Nacional de Cultura – Programa Qhapaq Ñan de los años 2004, 2005 y 2006, que,
a pesar de su gran aporte, resultan insuficientes para aclarar la problemática del
adelanto social de Tacna, especialmente en lo que concierne al rol que desempeñó
y su repercusión cultural en las zonas adyacentes. Tampoco aclaran qué sucedió
con el avance de los diferentes grupos humanos que visiblemente manejaron
distintos patrones de asentamiento y sistemas de adaptación.
Por estas razones, con el presente estudio preliminar de las pinturas rupestres
en once abrigos rocosos ubicados en la región de Charipujo (Cf. Tab. 1) sus autores
esperan contribuir de alguna manera a la explicación del proceso social en Tacna.
Probablemente, en Charipujo, la lectura de las pictografías repercutió de manera
ventajosa para complementar la capacidad de memoria, y permitió la comunicación
de pensamientos de una generación a otra, dejando un relato perenne de sus vidas,
de ahí el vivo interés por difundir resultados de la investigación.
Todos los sitios descritos en el presente estudio, han sido registrados por
primera vez en el año 2006 por Díaz y Suárez, dentro del marco del Programa
Qhapaq Ñan. Para una mejor identificación de los vestigios culturales, a cada
uno de los paneles de rocas y abrigos registrados los investigadores mencionados
les asignaron un nombre, que en algunos casos se tomó del denominador de las
quebradas o de la forma como los moradores se refieren a ellos, también se nom-
braron por sus características específicas, como de las imágenes que contenían
o las particularidades del contexto.

UBICACIÓN GEOGRÁFICA Y MEDIO AMBIENTE


El grupo humano de Charipujo vivía, conocía y dominaba su potencial como
medio y herramienta para su subsistencia, dejando notar sus relaciones ambienta-
les, territoriales y por ende el paisaje que logró modificar. Para aclarar la relación
del paisaje con los senderos de carácter histórico es necesario recoger algunas
observaciones propuestas entorno al medio geográfico.
El área de estudio se localiza en el caserío de Charipujo (quebradas: Cachu-
pujo, Ancocahua, de Quejimpujo, de Sijivilque, de Quelavira), al Sur del Centro
Poblado Menor de Vilavilani, distrito de Palca, zona altoandina de la cuenca del
Caplina, región Tacna (Fig. 1).
Con relación al contexto geográfico y asociación arqueológica de los sitios
donde se ubican las pictografías, se puede anotar que los 11 abrigos descritos en el
presente trabajo están situados en lugares de fácil acceso. La mayoría se encuentran
en áreas planas o cerca de planicies naturales, propicias para sitios de vivienda
y caza. Algunos abrigos se hallan ubicados en laderas próximas a pequeños abras,
pendientes abruptas y moderadas.
Tab. 1. Inventario de sitios
Tab. 1. Sites inventory

Ubicación Abrigo Pinturas


Sitio Coord.enadas Altitud DimensionesL/
Temas Pigmentos Superposiciones
UTM WGS84 [msnm] An/Al [m]
Abrigo Cacane 1 E 0405630 Camélidos, líneas verticales, mancha
3 530 2,4/2,8/1,6 Rojo –
(Qda. Cachupujo) N 8016534 borrosa
– Camélidos en rojo sobre
Abrigo Cacane 2 E 0405634 Antropomorfos, líneas verticales, camélidos, Rojo, amarillo, antropomofos en amarillo

Pinturas rupestres de Charipujo (Tacna, Perú)


3 520 3,8/5/1,8
(Qda. Cachupujo) N 8016516 otros zoomorfos (canido?), imagen borrosa negro – Antropomorfo en rojo sobre
camélido en negro
Abrigo de Los Suris E 0405499 Suris o ñandus, camélidos, hombres, lineas, Marrón, rojo Antropomorfo en rojo sobre
3 513 11/4,5/3,5
(Qda. Cachupujo) N 8016526 diseños borrosos oscuro y claro camélido en marrón
Peña (Qda. de E 0406754 Antropomorfos, suri con lanza en el lomo,
3 515 15/-/10 Rojo –
Quejimpujo) N 8017817 cuadrúpedo, camélidos
Abrigo de Quejimpujo E 0407957
3 729 7/3/3 Antropomofo, camélidos Rojo –
(Qda. de Quejimpujo) N 8017520
Abrigo del Sector
E 0407559 Antropomofo sosteniendo objetos,
Sijivilque 3 709 8/5/3 Rojo –
N 8017026 diseño borroso
(Qda. de Sijivilque)
– Antropomorfos y camélidos
Antropomorfos, diseños lineares, líneas Rojo, naraja,
Abrigo del Mapa E 0407448 en rojo sobre camélidos en amarillo
3 668 12/5/3 vericales, horizontales, curvas, zig-zags, amarillo, blanco,
(Qda. Sijivilque) N 8016926 – Camélido en rojo sobre uno en
cuadrángulo, camélidos, cruciforme crema
crema
Quelavira E 0406612
3 592 8/-/3 Camélidos, antropomorfos Rojo –
(Qda. de Quelavira) N 8016541
Abrigo de Sijivilque E 0405365
3 345 14/-/4 Camélidos, antropomorfos, mancha rojiza Amarillo, rojo –
(Qda. de Sijivilque) N 8016057
Abrigo 1 E 0405422
3 252 6/3,5/2,7 Diseños lineales, cemicírculos Rojo, amarillo –
(Qda. Ancocahua) N 8015447
Cuadrángulo en blanco y camélido
Abrigo 2 E 0405429 Camélidos, antropomorfos, Rojo, amarillo,
3 254 3/2/1,8 en amarillo superpuestos

°
(Qda. Ancocahua) N 8015438 canidos, cuadrángulo negro y blanco
a un camélido en negro
°¤ Luis Héctor Díaz Rodríguez, Daria Rosińska

Fig. 1. Imagen satelital del área del estudio. Ubicación: 1 – Abrigo Cacane 1 (Qda. Cachupujo);
2 – Abrigo Cacane 2 (Qda. Cachupujo); 3 – Abrigo de Los Suris (Qda. Cachupujo);
4 – Peña (Qda. de Quejimpujo); 5 – Abrigo de Quejimpujo (Qda. de Quejimpujo);
6 – Abrigo del Sector Sijivilque (Qda. de Sijivilque); 7 – Abrigo del Mapa (Qda. Sijivilque);
8 – Quelavira (Qda. de Quelavira); 9 – Abrigo de Sijivilque (Qda. de Sijivilque);
10 – Abrigo 1 (Qda. Ancocahua); 11 – Abrigo 2 (Qda. Ancocahua); (Google Earth 2009)
Fig. 1. Satellite image of the study area. Location: 1 – Cacane 1 Rock Shelter (Cachupujo
Gorge); 2 – Cacane 2 Rock Shelter (Cachupujo Gorge); 3 – Los Suris Rock Shelter (Cachupujo
Gorge); 4 – Peña (Quejimpujo Gorge); 5 – Quejimpujo Rock Shelter ( Quejimpujo Gorge);
6 – El Sector Sijivilque Rock Shelter (Sijivilque Gorge); 7 – El Mapa Rock Shelter (Sijivilque
Gorge); 8 – Quelavira (Quelavira Gorge); 9 – Sijivilque Rock Shelter (Sijivilque Gorge);
10 – Rock Shelter 1 (Ancocahua Gorge); 11 – Rock Shelter 2 (Ancocahua Gorge);
(Google Earth 2009)

Todos los sitios rupestres registrados se encuentran en un ambiente litológico


(esfericidad de las rocas, formas geométricas desarrolladas, dureza, profundidad
y forma de las oquedades, tamaño de bloques, número y tamaño) de rocas ígneas
con variaciones mineralógicas más o menos notables, lo cual ha permitido a los
geólogos distinguir formaciones rocosas tales como la formación Yura y el Ba-
rroso (cf. Pinto 2002).
Pinturas rupestres de Charipujo (Tacna, Perú) °¡

La evolución geológica del territorio tacneño ha sido continua. El relieve


terrestre se ha ido modelando a base de factores de acción eólica y erosiva; así
como los fenómenos volcánicos que abren quebradas o las rellenan con lava
o ceniza para convertirlas en pampas o desiertos que hacen dificultosa hasta hoy
la vida agrícola.
Otros fenómenos que han contribuido al modelado del territorio tacneño
fueron las fuerzas pluviales o aumento del caudal de los ríos que provocaron
aluviones e hicieron más profundas las quebradas y el relleno de otras depresio-
nes para formar las pampas arcillosas. Estos agentes modeladores del territorio,
permitieron la formación de suaves suelos y espacios agrícolas.
Como efecto de todos estos procesos, la zona de Charipujo es semidesértica
y presenta un estiaje bastante prolongado, con seguridad las actuales fuentes de
agua están asociadas a las vertientes subterráneas de los nevados de las cotas más
altas. No hay agua en los alrededores de los abrigos, su fuente más próxima es
la quebrada de Charipujo, al Norte, y, al Sur, Charipujito (Fig. 2). La vegetación
predominante vienen a ser las cactáceas y el ichu o paja de puna. Por las quebradas
merodean zorros, zorrinos, felinos conocidos como Titi (variedad de gato montés)
y grupos de guanacos. Estos últimos no necesitan mucha agua para subsistir.

Fig. 2. Vista panorámica de la Quebrada de Charipujito


Fig. 2. Panoramic view of the Charipujito Gorge
°` Luis Héctor Díaz Rodríguez, Daria Rosińska

Así que, el marco geográfico justifica la posibilidad del asentamiento del


hombre, ofreciéndole un medio apto para el desarrollo de las comunidades de
cierta amplitud. Esto queda comprobado por la presencia, en la zona altoandina
del recorrido, de innumerables vestigios culturales dejados por diferentes grupos
culturales, hasta la llegada de los españoles.

ESTADO DE CONSERVACIÓN
En actualidad la zona de Charipujo no es muy transitada, siendo este uno
de los factores que han permitido que la mayoría de los sitios no sean destruidos
en su totalidad. Sin embargo, existe una serie de agentes naturales que inciden
directamente en la conservación de los sitios rupestres bajo distintas formas
e intensidades de transformación y que sirven para entender su grado de integridad
arqueológica. Éstos vienen a ser: la erosión hídrica, encostramiento, anomalías de
los ciclos de lluvia (de enero a marzo) y de insolación, calidad del aire, niveles
de ruido, ionización de la atmósfera, avance del deterioro ambiental.
Muchos diseños se encuentran deteriorados por efectos naturales de corrosión
y discurrimiento pluvial (Cacane 1, Abrigo del Mapa). Se puede también observar
perdida de la patina natural de la superficie rocosa, producto de la intemperie
(Cacane 2, Quelavira). Algunas paredes presentan desprendimientos y rajaduras
debido a la acción de los altos y bajos niveles de temperatura extremos, además de
los movimientos sísmicos propios de esta zona eminentemente volcánica (Peña,
Abrigo del Sector Sijivilque, Quelavira). A la destrucción de las evidencias pic-
tóricas han contribuido también aves que habitan la zona (Peña).
Por lo demás, los sitios inventariados en distintas temporadas son ocupados
por pastores que utilizan estos abrigos para guarecerse del frío e incluso cocinan
en el lugar, debido a lo cual el humo lamentablemente termina por tiznar progre-
sivamente parte de las paredes de los recintos (Abrigo del Sector Sijivilque).
En el caso de los abrigos reutilizados como corrales (Fig. 3), los diseños
ubicados en la parte inferior de la superficie rocosa se hallan casi totalmente bo-
rrados por el frotado de los cuerpos de los animales internados allí. Vale la pena
mencionar que el excremento de los mismos se apisonó sobre el suelo al interior, lo
cual puede haber protegido alguna evidencia existente debajo del mismo (Abrigo
de los Suris, Abrigo del Mapa).

MATERIAL CULTURAL
Desgraciadamente durante la prospección del terreno se logró identificar muy
poco material superficial y sólo en el Abrigo del Mapa. Primero, en su talud se
ubicó una punta de proyectil elaborada en ópalo (ópaloide) de 50 por 28 mm. El
artefacto presenta retoque bifacial escamoso con pedúnculo y una pequeña frag-
mentación en la parte del ápice. Su morfología permite vincularlo con ocupaciones
tempranas. Además, en la superficie en el interior, se pudo hallar fragmentos de
Pinturas rupestres de Charipujo (Tacna, Perú) °^

Fig. 3. Abrigo del Mapa y su entorno geográfico


Fig. 3. El Mapa Rock Shelter and its geographic environment

cerámica de color marrón oscuro con inclusiones de material vegetal y acabado


muy tosco. Al parecer podría tratarse de cerámica inicial.

REPRESENTACIONES

TÉCNICA
Las figuras aparecen realizadas sobre el fondo rocoso, habitualmente sin
ninguna preparación previa. Exclusivamente en el abrigo de Quelavira la pared,
antes de pintar, fue untada con arcilla amarilla, al parecer mezclada con algún tipo
de resina (Fig. 4). En otras ocasiones sólo se puede observar la preferencia por las
superficies planas del interior de los abrigos. Sobre éstas se aplicaron pigmentos
minerales u orgánicos de varios colores (por orden de frecuencia: rojo, negro,
amarillo, marrón, naranja, crema y blanco), de los que hay diversas tonalidades,
especialmente variadas en los rojos. En algunos casos estas tonalidades se deben
a la utilización de distintos tipos de colorante, pero en muchas ocasiones están
originadas por otros factores, ajenos a la intencionalidad del autor, como la me-
nor o mayor disolución del colorante mineral, el estado de conservación de las
pinturas, el grado de humedad ambiental, la tonalidad de la roca base etc. Los
° Luis Héctor Díaz Rodríguez, Daria Rosińska

pigmentos fueron mezclados con algún aglutinante de grasa o agua y aplicados


probablemente con pincel de pelo, aunque en algunos casos no se puede descar-
tar la posibilidad del uso en estado sólido, aplicado directamente sobre la roca,
a modo de lápiz de color.
Se puede observar la utilización de tres técnicas: tinta plana, trazo lineal
y tamponeado o moteado. Esta última aparece sólo en el Abrigo del Mapa y el
Abrigo 2 en la Quebrada Ancocahua. En ambos casos sirve para representar fi-
guras cuadrangulares compuestas por círculos (Fig. 5). Mediante el trazo lineal
fueron imaginados casi todos los diseños antropomorfos e ideomorfos. La técnica
de tinta plana fue aprovechada para crear figuras de la mayoría de los animales
y algunos hombres (Fig. 6).
Únicamente en el caso de representaciones animales se puede observar el
esfuerzo de reproducir la impresión del volumen. Ésta fue creada mediante la
representación de cuatro extremidades y el uso de la perspectiva torcida (unas
partes del cuerpo de perfil y otras de frente) (Fig. 7). Además, en Quelavira, existe
un, muy refinado, dibujo de camélido donde por medio de aplicación de tonos
claros y oscuros el autor logró crear la impresión de la plasticidad y el volumen.
Este es a la vez el único ejemplo de la pintura bicroma del todo el conjunto in-
ventariado (Fig. 4).

Fig. 4. Quelavira. Nótese como la superficie fue preparada antes de pintar


Fig. 4. Quelavira. Note how the surface was prepared before it was painted
Pinturas rupestres de Charipujo (Tacna, Perú) °œ

Fig. 5. Abrigo del Mapa. Ideomorfos


Fig. 5. El Mapa Rock Shelter. Ideomorphs

Fig. 6. Cacane 2. Panel principal. Obsérvese hombres rodeando a camélidos


Fig. 6. Cacane 2. Main panel. Observe men surrounding camelids
°U Luis Héctor Díaz Rodríguez, Daria Rosińska

TEMAS

La temática no es muy variada. La mayoría la constituyen figuras animales


y humanas, los siguen signos o ideomorfos y son todavía más excepcionales las
reproducciones de atenuados o útiles y artefactos. Generalmente falta la repre-
sentación del paisaje o de un marco determinado.
El tratamiento de la figura humana y animal es muy desigual: mientras la
primera se plasma de forma esquemática, la representación animal generalmente
conserva un marcado carácter naturalista, indicando con mayor frecuencia detalles
anatómicos y manteniendo casi siempre proporciones correctas (Fig. 8).
Las imágenes de animales constituyen el tema central, entre los identificados
aparecen camélidos, cánidos y suris o ñandú. Se puede observar además cuadrú-
pedos de difícil identificación, debido a su mal estado de conservación.
Todas figuras zoomorfas están representadas de perfil, en muchas ocasiones
con la cabeza de frente y las dos orejas visibles (perspectiva torcida). Predominan
las imágenes de camélidos, presentes en nueve de once abrigos del conjunto. Sus
siluetas fueron pintadas en estilo naturalista con diferentes colores: rojo, amarillo,
marrón, crema, negro y naranja, siempre con la técnica de tinta plana, represen-
tando elementos del cuerpo esenciales para la identificación: cuerpo robusto,
cuello largo y hacia adelante, cola corta ligeramente levantada, orejas alargadas,
dos o cuatro patas. Hay muy pocos detalles, a veces están insinuadas pezuñas
o sexo (Fig. 8), sólo en el ya mencionado ejemplo del camélido de Quelavira fue
representado el ojo del animal (Fig. 4). La forma general del cuerpo permite su-
poner que en la mayoría de los casos se trata de guanacos, que hasta hoy habitan
está zona (Fig. 9).
Hay pocos ejemplos de camélidos estáticos (Fig. 4), más bien fueron imagi-
nados en movimiento, saltando o corriendo, dando la impresión de que alguien los
está acechando (Fig. 6, 8, 10). Sólo a veces se encuentran aislados, en la mayoría
de los casos fueron concebidos con la idea de conjunto (Fig. 6, 9), asociados a las
figuras antropomorfas (Fig. 4, 7), muy a menudo formando unas escenas de caza
(Fig. 6). En éstas los animales aparecen rodeados, acechados por los hombres con
brazos abiertos. En el abrigo de Sijivilque un camélido está sujeto por una cuerda,
se trata probablemente de un lazo con el que se le ha capturado (Fig. 9).
Aparentemente hay también imágenes de vida pastoril o domesticación de
animales. En el Abrigo Cacane 2 dos camélidos parecen guiados por un hombre
(Fig. 11), en uno de los paneles del Abrigo del Mapa los animales rojos y ama-
rillos aparecen asociados a los hombres rodeados por líneas cortas, verticales
y paralelas que probablemente denotan un cerco de puntales (Fig. 12). Además
en el Abrigo de los Suris existe una escena en la cual un hombre está abrazando
un camélido como si quisiera tumbarlo (Fig. 7).
Entre las representaciones zoomorfas se puede identificar también cuatro
ejemplos de cánidos, uno en el Abrigo Cacane 2 y tres en el Abrigo 2 en Qda.
Pinturas rupestres de Charipujo (Tacna, Perú) °z

Fig. 7. Abrigo de los Suris. Hombre tumbando un camélido


Fig. 7. Los Suris Rock Shelter. Man lying down a camelid

Fig. 8. Peña. Escena de caza


Fig. 8. Peña. Hunting scene
° Luis Héctor Díaz Rodríguez, Daria Rosińska

Fig. 9. Abrigo de Sijivilque. Nótese dos hombres diminutos


con una soga sobre el lomo de uno de los camélidos
Fig. 9. Sijivilque Rock Shelter. Please note two tiny men with
a rope on the back of one of the camelids

Fig. 10. Cacane 2. Camélidos acechados por hombres


Fig. 10. Cacane 2. Camelids stalked by humans
Pinturas rupestres de Charipujo (Tacna, Perú) 

Fig. 11. Cacane 2. Camélidos guiados por un hombre


Fig. 11. Cacane 2. Camelids guided by a man

Ancocahua. Este primer dibujo es aislado, muy modesto, creado mediante simple
trazo lineal con un colorante rojo. El animal está representado de perfil con dos
patas. El hocico alargado, orejas grandes, cuerpo y rabo prolongados, extremi-
dades relativamente cortas permiten suponer que se trata de un zorro (Fig. 13).
En el caso de las representaciones del Abrigo 2 en Qda. Ancocahua al parecer se
trata de los perros, puesto que los animales plasmados tienen hocicos más anchos
y cuerpos más cortos. Las imágenes fueron creadas en rojo, mediante la técnica
de tinta plana, con la aplicación de perspectiva torcida. Los perros están dispues-
tos dispersos junto a dos cuadrúpedos no identificados, al parecer no pertenecen
a ninguna escena. El hocico abierto de uno de ellos puede sugerir que está la-
drando, la cabeza agachada y piernas flexionadas del otro aparentemente indican
que el animal está olfateando o siguiendo un rastro (Fig. 14). En el mismo abrigo
aparece también una pictografía, estilísticamente muy parecida, de un animal que
pudiera ser un perro con el cuello desmesuradamente largo.
Entre los animales identificados cabe todavía mencionar las pictografías de
aves, plasmadas con el ocre rojo en dos sitios del conjunto inventariado. Primero,
encontramos dos representaciones de volátiles con corpus voluminoso, cuello
alargado y extremidades prolongadas con garras. Sus cabezas probablemente
¤ Luis Héctor Díaz Rodríguez, Daria Rosińska

Fig. 12. Abrigo del Mapa. Obsérvese líneas cortas, verticales y paralelas,
en el centro, que probablemente denotan un cerco de puntales
Fig. 12. El Mapa Rock Shelter. Observe short, vertical and parallel lines
in the center which probably denote circle of stakes

desaparecieron debido a las condiciones climáticas o nunca fueron imaginadas.


Aún disponiendo de tan pocos detalles con facilidad se puede identificar a estas
aves como suris (o ñandúes sudamericanos) cuyos nombres fueron aprovechados
para denominar el abrigo. Estos pájaros están dispuestos en línea con los cuerpos
un poco inclinados hacia adelante pero bastante estáticas. Detrás de ellos está
representando un hombre desmesuradamente grande con los brazos extendidos
como si quisiera acorralarlos (Fig. 15).
Otra representación de un suri aparece en la pared rocosa de Peña. Está imagen
luce mucho más refinada de las anteriores. La pequeña cabeza de pico corto, el
cuello largo y curvilíneo, corpus abultado y patas musculosas que concluyen con
garras, todos estos rasgos fueron pintados con gran sutileza de forma. El ave tiene
una lanza clavada en el lomo. Detrás de ella fue representada una pequeña figura
antropomorfa con un brazo levantado dando la impresión de que es un cazador
que acaba de lanzar el proyectil. A pesar de todo este lujo de detalles la escena
luce muy estática (Fig. 16).
Pinturas rupestres de Charipujo (Tacna, Perú) ¡

Fig. 13. Cacane 2. Un cánido


Fig. 13. Cacane 2. A canid

Fig. 14. Abrigo 2 (Qda. Ancocahua). Tres cánidos y dos animales no identificados
Fig. 14. Rock Shelter 2 (Ancocahua Gorge). Three canids and two unidentified animals
` Luis Héctor Díaz Rodríguez, Daria Rosińska

Fig. 15. Abrigo de los Suris. Dos aves perseguidas por un hombre
Fig. 15. Los Suris Rock Shelter. Two birds pursued by a man

Fig. 16. Peña. Un suri, nótese una lanza sobre su espalda


y una figura antropomorfa detrás del ave
Fig. 16. Peña. An American Ostrich, note a spear on its back
and an anthropomorphic figure behind the bird
Pinturas rupestres de Charipujo (Tacna, Perú) ^

Los temas antropomorfos están realizados en rojo, negro o amarillo de manera


muy elemental y esquemática mediante un trazo lineal. Sus cuerpos son estrechos
y alargados, reducidos a una línea vertical de donde salen dos pares de extremi-
dades rectas y abiertas, varios individuos tienen brazos extendidos en forma de
cruz. La cabeza no se distingue del corpus o suele reducirse a una mancha de
tendencia circular, a excepción de aquellos casos en los que se indica el peinado
o algún tipo de tocado (Fig. 17, 18). Los rasgos faciales no están reproducidos,
generalmente tampoco aparecen detalles anatómicos. Únicamente en el abrigo
Quelavira hombres están representados con un largo apéndice entre piernas que
tal vez marque el sexo de los personajes o represente un taparrabo (Fig. 4).
Aunque muy escasos, se encuentran también unos ejemplos de hombres
representados con la técnica de tinta plana, entre ellos una nota especial merece
uno del Abrigo del Sector Sijivilque, representado en rojo y de perfil, con las
piernas flexionadas y brazos abiertos que está sosteniendo objetos de difícil
identificación.
Las imágenes antropomorfas aparecen aisladas, alineadas o asociadas
a zoomorfas. En el caso de los grandes conjuntos, la figura humana suele ser pro-
tagonista de la acción, a pesar de que generalmente se representa en tamaño más

Fig. 17. Abrigo de los Suris. Figura antropomorfa


Fig. 17. Los Suris Rock Shelter. Anthropomorphic figure
 Luis Héctor Díaz Rodríguez, Daria Rosińska

Fig. 18. Abrigo 2 (Quebrada Ancocahua). Hombres en actitud danzante


Fig. 18. Rock Shelter 2 (Ancocahua Gorge). Men in dancing attitude

pequeño que el de los animales, y se le da un tratamiento mucho más esquemático


que a las figuras zoomorfas (Fig. 9). Sólo en el Abrigo de los Suris hay un dibujo
de hombre que está mucho más grande de los animales (Fig. 15) y un ejemplo
donde las proporciones del tamaño están adecuadas (Fig. 7).
Como ya se ha indicado existe una preferencia por las escenas de caza, sin
embargo no faltan otros temas relacionados con el pastoreo o la danza. En las
escenas cinegenéticas los hombres a veces están representados con algunos objetos
en las manos: una honda en Quelavira, una soga y una lanza o bastón en el Abrigo
de Sijivilque (Fig. 4, 9). El tema más frecuente constituyen hombres rodeando los
camélidos en el acorralamiento denominado en quechua chacu (Fig. 6, 10).
Un ejemplo de hombres en actitud danzante lo encontramos en Abrigo Cacane
2 donde en la manera esquemática fue representado un grupo de figuras dispersas
y con brazos levantados. De todo el conjunto inventariado destacan además tres
individuos, pintados en negro en el Abrigo 2 de la Quebrada Ancocahua, cuyos
cuerpos y extremidades son flexionados dándoles el aspecto muy dinámico. Estos
húmanos, unos de los pocos representados de perfil, parecen danzantes, aparen-
temente enmascarados, puesto que sus cabezas se bifurcan a modo de cuernos
(Fig. 18).
Espacio igualmente importante lo ocupan ideomorfos o signos, es decir el
grupo de figuras sin concordancia con un sujeto real. Curiosamente, este tipo de
Pinturas rupestres de Charipujo (Tacna, Perú) œ

Fig. 19. Abrigo del Mapa. Compleja escena formada


por figuras geométricas, zoomorfas y antropomorfas
Fig. 19. El Mapa Rock Shelter. Complex scene formed by geometric,
zoomorphic and anthropomorphic figures

representaciones, que pasa desapercibido ante la claridad y elegancia de las formas


zoomorfas, es bastante numeroso.
Los signos aparecen aislados o asociados a hombres y camélidos. Los más
frecuentes son los diseños lineales formados por una sola o varias líneas paralelas,
dispuestas verticalmente, presentes en: Cacane 1, Cacane 2, Quelavira, Abrigo del
Mapa. En este último se detectó la mayor incidencia de ideomorfos rojos asociados
a una compleja escena compuesta por hombres y camélidos. Entre ellos destaca
un trazo zigzagueante, cuatro diseños curvilíneos, un dibujo cruciforme y una
línea recta vertical con tres horizontales superpuestas (Fig. 19). También llama la
atención una figura cuadrangular compuesta por círculos plasmados mediante la
técnica del tamponeado o moteado (Fig. 5). Una representación similar aparece
en el Abrigo 2 (Qda. Ancocahua) sobrepuesta a camélidos.
Un ejemplo igualmente interesante lo constituyen tres líneas rojas y dos se-
micírculos amarillos, dispersos sobre la pared rocosa del Abrigo 1 en la Quebrada
Ancocahua, que no están asociadas a ningún tipo de representación figurativa.
Resulta difícil tratar de interpretar significado de este grupo de figuras. En
algunos casos pequeñas líneas dispuestas en forma vertical dan la impresión de
representar un grupo de diminutos hombres alineados o un cerco de puntales.
U Luis Héctor Díaz Rodríguez, Daria Rosińska

Como ya se he mencionado, este último se puede observar en el Abrigo del Mapa,


donde el complejo diseño formado por varias figuras geométricas parece reproducir
unos elementos del paisaje: tal vez curso de un río, trazo de algún camino o ruta,
montañas, etc. (Fig. 12, 19).

PROBLEMA DE CRONOLOGÍA
El estado actual de investigación nos impide atribuir la elaboración de pintu-
ras a una fecha o fechas determinadas. Basándonos en la técnica de elaboración
y la morfología de los fragmentos de cerámica y el lítico halladas en el talud del
Abrigo del Mapa, se puede ubicar tentativamente el momento de la creación de
las pinturas en el Periodo Formativo. Por falta del otro material cultural asociado
sólo es posible especular acerca de la cronología, la cual puede ser inferida úni-
camente a base de las pinturas rupestres observadas.
Las únicas observaciones temporales que se puede proponer con certeza son
estas sobre la cronología relativa de las pinturas. Se observaron relativamente
pocas superposiciones de imágenes rojas sobre amarillas, negras, marrones
y crema, así como de blancas y amarillas sobre negras. Las pinturas de color negro
son probablemente las más antiguas. Sin embargo, no se puede olvidar que en los
conjuntos policromos muchas veces no se nota ninguna superposición de colores
diferentes o las figuras superpuestas parecen creadas en el mismo momento, ya
que conforman una escena.
Alguna luz sobre la cronología de las pinturas de Charipujo la echan varias
similitudes con el arte rupestre de la región de Tacna (vecina Quebrada de Vi-
lavilani, la Cueva de Toquepala, Caru), así como con las pictografías conocidas
de Arequipa (Sumbay) y Moquegua (Ccoscollo). Las dataciones obtenidas para
algunos de estos sitios revelan una larga vigencia temporal de los abrigos, posi-
blemente desde el Arcaico hasta Intermedio Tardío.
Otros índices acerca de la filiación cultural se los puede tratar de buscar en
la temática de las representaciones. A través de las pinturas es posible reconocer
a una sociedad con predominio de las actividades predadoras, especialmente por
la gran importancia de la caza. Sin embargo, se puede conocer también la prác-
tica de algunas tareas relacionadas con la economía de producción, como es la
domesticación de animales, lo que otra vez nos lleva a situar buena parte de las
pinturas al desarrollo del Formativo en la sierra de Tacna.
Por otro lado, los camélidos alargados en movimiento, aislados o acosados
por hombres en escenas de caza, se podría vincular con el Arcaico y los animales
con cuerpo más robusto, más estáticos corresponderían a sociedades sedentarias
de épocas posteriores. No obstante, no se puede olvidar el hecho de que la caza
fue practicada también por las sociedades que conocían agricultura y ganadería.
Aunque el cronista Garcilaso de la Vega, anota que en tiempos del Inca era pro-
hibido cazar, para que los naturales o autóctonos, con el deleite de la caza, no se
Pinturas rupestres de Charipujo (Tacna, Perú) z

hiciesen holgazanes y dejasen de acudir lo necesario a sus hogares. Solamente


estaba permitido cazar aves menores, entre ellas perdices y palomas (Garcilaso
1960: II, p. 159).

SIGNIFICADO Y FUNCIÓN
Las explicaciones acerca del significado del arte parietal se han planteado
desde perspectiva etnográfica, neuropsicológica, semiológica y estructuralista. Las
teorías del arte por el arte, la magia de la caza o magia simpática, el totemismo, la
simbología sexual y el chamanismo constituyen el fundamento de las principales
interpretaciones.
En el caso del conjunto de Charipujo otra vez la escasez del material cultural
asociado y el carácter preliminar de la investigación llevada a cabo nos impiden
presentar una interpretación completa, fuertemente basada en las evidencias, ni
aplicar alguna de las teorías mencionadas. El tema central son animales que se-
guramente constituían base de la subsistencia de sus autores. El hombre, aunque
representado en la manera muy sintética, siempre es protagonista de la acción. La
falta de detalles anatómicos y omnipresente esquematización dejan claro que se
trata de la idea del ser representado y no de un individuo concreto. Por lo visto las
pictografías responden a un esquema, consecuencia de proceso de reflexión en el
que se decidió qué pintar, dónde hacerlo y cómo disponer las figuras, líneas, puntos
y geometrías. Todas estas particularidades podrían sugerir su función mágica.
En el caso de sociedades cazadoras-recolectoras se trataría de la magia de la
caza, es decir rituales donde la ejecución de los animales estaba orientada a pro-
piciar una caza más fácil y fructífera, un aumento de la fertilidad de las especies
cinegenéticas, que formaban parte fundamental de la economía.
En cuanto a las sociedades pastoriles, estos abrigos podrían vincularse con
rituales ganaderos realizados con el fin de multiplicar la fecundidad de los ani-
males. Aún hoy en día, en Pisaq (Cuzco), existe un abrigo de arte rupestre con
pintura de camélidos que es parte del circuito de peregrinaje de los actuales pas-
tores. Éstos creen que el espíritu de la montaña reside en el abrigo y las figuras
representan animales que entran y salen de los corrales construidos por la deidad.
Para propiciar la fertilidad de los camélidos los pastores ofrendan allí hojas de
coca. El abrigo es el sitio donde la deidad realiza actividades propias del pastor
y los camélidos pintados funcionan como símbolos que son parte de rituales de
producción (Berenguer 1995, pp. 30-31).
Al mismo tiempo los refugios de Charipujo, junto con los vecinos abrigos de
Vilavilani, forman todo un sistema de sitios con pinturas, probablemente parade-
ros en las rutas de la Puna y la Costa. Aunque estos yacimientos fueron visitados
repetidamente y las pictografías parecen reflejar algunas normas simbólicas, el
carácter abierto de abrigos y el repertorio temático muy restringido no permiten
aplicar el concepto desarrollado por Leroi-Gourhan y Laming-Emperaire, según
¤° Luis Héctor Díaz Rodríguez, Daria Rosińska

ellos los sitios con arte rupestre ejercían función de santuarios y las figuras repre-
sentadas reflejaban el dualismo sexual.
El esquematismo y carácter repetitivo del arte de Charipujo permiten recha-
zar también la teoría del arte por el arte. Su restringido repertorio temático y la
presencia de los signos excluyen la posibilidad de vinculación con el totemismo.
Lo que no se puede descartar es la posibilidad de que una parte de las pinturas
fuera la transposición gráfica de visiones reales de un chamán o persona iniciada
durante la alteración de la conciencia.

CONSIDERACIONES FINALES
En conclusión, los intentos de la interpretación de las pinturas de Charipujo
parecen prematuros. Hay que estar consciente de que todavía no existe un solo
enfoque para explicar el porqué y el para qué del arte parietal, que se pueda aplicar
a los sitios inventariados. Cada motivo podía tener varios significados. Para des-
cifrarlos hay que tomar en cuenta un sinfín de detalles: temas, técnicas, tamaños,
modificaciones posteriores, actitudes de las figuras representadas, orientación,
contemporaneidad de las figuras que forman conjuntos, etc. Además es muy im-
portante enfocar el tema desde una perspectiva regional y cronologías cortas.
Por lo demás, lo anteriormente descrito concibe una investigación que com-
prendió el registro de los abrigos de un área relativamente pequeña, dentro del
territorio del distrito de Palca, quedando así por ampliar la zona de monitoreo y
registro del área restante. Un estudio global de las cuevas y abrigos de la región
corroborarían hipótesis de que esta región formó parte de un grupo cultural que
compartió ideas y creencias.
Los autores del presente trabajo esperan poder realizar todas estas tareas tan
complejas en el futuro más próximo.

BIBLIOGRAFÍA:

Ayca Gallegos, O. R.
2004 El Arte Rupestre de Vilavilani, Municipalidad Distrital de Palca, Tacna.
Berenguer, J.
1995 El arte rupestre de Taira dentro de los problemas de la arqueología atacameña, „Chun-
gara”, nº 27, pp. 7-43.
Díaz Rodríguez, L.H. & Suárez Ubilluz, M.
2006 Proyecto de Investigación Arqueológica de Reconocimiento Sistemático del Área Alto
Andina de la Cuenca del Río Caplina – Departamento de Tacna, Qda. Palca, Qda.
Vilavilani Y La Qda. de Charipujo, Programa Qhapaq Ñan, Proyecto de Inventario
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¤¤ Luis Héctor Díaz Rodríguez, Daria Rosińska
Arqueología del valle de Puquina ¤¡

LUIS E. V. GONZALES PEÑARANDA1

ARQUEOLOGÍA DEL VALLE DE PUQUINA


ARCHAEOLOGY OF THE PUQUINA VALLEY

Abstract
The Puquina valley is situated in the north-eastern part of the Moquegua Region (south of
Peru). The systematic archaeological survey of this area has allowed the identification and registra-
tion of 38 sites (among them: 11 cemeteries, 12 settlement sites, some isolated structures and rock
shelters with parietal art) dating from the Late Intermediate to the Colonial and Republic periods.
The present paper provides their short description.

Keywords:
New archaeological evidences. Puquina valley. South of Peru.

El propósito de la investigación en el valle de Puquina fue concretar un registro


de los diferentes sitios arqueológicos existentes en este afluente del Río Tambo,
trabajo iniciado por parte de la Universidad Católica de Santa María de Arequipa,
además de diversos investigadores que han realizado visitas a la zona. Producto
de ello se han publicado textos que describen la historia, folklore y arqueología
del valle, información que ha servido para entender el proceso cultural que ha
tenido este vasto territorio.
La cuenca del río Puquina abarca los distritos de Puquina y la Capilla, cons-
tituye un valle interandino que incluye dos regiones geográficas marcadas, como
son la costa a la altura de su desembocadura en el río Tambo y la sierra en su
parte más elevada.
Se ubica hacia el noreste de la región Moquegua entre los 1000 a 3500 m
s.n.m. (Carta geográfica 34T), políticamente pertenece a la Provincia Sánchez
Cerro. Presenta una geografía con formaciones subsecuentes de valles estrechos
alargados y quebradas de vertientes escarpadas que conforman terrazas escalonadas

1
Instituto Nacional de Cultura – Moquegua, Jirón Ayacucho 530, Moquegua, Perú; e-mail:
lugope28@gmail.com
¤`
Luis E. V. Gonzales Peñaranda
Fig. 1. Vista panorámica del sistema de andenería del valle de Puquina
Fig. 1. Panoramic view of the system of terraces in the Puquina valley
Arqueología del valle de Puquina ¤^

Fig. 2. Vista de estructura. Sitio Quebrada Honda


Fig. 2. Structure’s view. Quebrada Honda Site

que constituyen terrenos utilizados para la agricultura. Son escasas las áreas con
relieve plano, por ello se aprecia una vasta red de andenes y canales prehispánicos,
los mismos que actualmente son reutilizados.
Los trabajos de investigación arqueológica realizados en la cuenca del río
Puquina han permitido identificar y registrar un total de 38 sitios con ocupaciones
desde la época prehispánica hasta la época colonial y republicana, cada uno de
los sitios con diversas características que van de lo estrictamente formal, como
su ubicación y emplazamiento, hasta lo especifico, como su función, rasgos ar-
quitectónicos, estructurales, diseños y cronología.
Si bien no se han ejecutado excavaciones arqueológicas, que hubieran permi-
tido la obtención de datos mas específicos en cuanto a la secuencia cronológica
del valle, nos hemos permitido esbozar un cuadro tentativo que comprende la
ocupación de la zona desde épocas del Intermedio Tardío (1200 d.C. a 1450 d.C.),
época Inka (1450 d.C. a 1540 d.C.), hasta épocas Colonial y Republicana.
El aspecto geomorfológico fue determinante para entender mejor la densidad
y el tipo de sitios existentes en la cuenca, así la cercanía a zonas de Puna que
permitió una economía basada en el pastoreo y la estratégica ubicación en los
alrededores de las principales fuentes de agua y los terrenos que se encuentran
enmarcados por una cadena de cerros elevados que circundan toda la zona. Esta
¤ Luis E. V. Gonzales Peñaranda

Fig. 3. Cerámica Inka local. Sitio Quebrada Honda


Fig. 3. Local Inca pottery. Quebrada Honda Site

característica, tan particular y propia de la serranía nacional, origina que se vinculen


aspectos de necesidad de producción con adaptación al medio geográfico, lo que
trae consigo la implementación de un complejo sistema de andenería y canales
de regadío que se orientaron al aprovechamiento y explotación de los recursos
existentes, permitiendo un adecuado manejo y aprovechamiento de los recursos,
así como el control territorial del valle. Este complejo panorama en la época Inka
hizo que sólo se reocuparan espacios ya establecidos, se mejoraran algunos com-
ponentes tecnológicos y se adecuaran nuevas áreas para complementar el trabajo
ya efectuado por poblaciones locales preincaicas.
Todas las poblaciones asentadas a lo largo del valle por tanto, sustentaron su
economía en una producción agrícola intensa y desarrollada. Evidencia de esta
actividad son las extensas zonas de andenería existentes, muchas de las cuales
se encuentran en abandono desde hace siglos, teniendo como principal causante
la catástrofe producida por la erupción del Volcán Huaynaputina en el año 1600,
que cubrió con una gruesa capa de material piroclástico grandes extensiones de
terreno, como también de los sistemas de canales y reservorios que abastecían de
agua a estos sectores, que a la fecha no han sido posibles de rehabilitar.
Todas las características arriba mencionadas permitieron la existencia de
asentamientos que en número de 12 han sido registrados. Entre ellos destacan
Maukallacta (PQV-010), Maukallacta de Pocohuayo (PQV-032), Quebrada Hon-
da (PQV-027) y La Cuchilla (PQV-012). Los dos primeros, con características
arquitectónicas similares, propias de los grupos del Intermedio Tardío, como son
su ubicación en la cima de pequeñas colinas donde se levantan terrazas con fines
Arqueología del valle de Puquina ¤œ

domésticos y los recintos, tienen una disposición espacial aglutinada conectán-


dose a través de pasadizos estrechos. Un rasgo muy particular es la utilización
de espacios domésticos para entierros, aunque la mayoría de éstos se encuentran
en los alrededores del sitio mismo. Ambos sitios fueron posteriormente ocupa-
dos por los incas que poblaron el valle. Todas estas características muestran un
panorama homogéneo con otros sitios ubicados en valles continuos como Pocsi
y Polobaya, lo que refleja un típico patrón de asentamiento durante el desarrollo
del Intermedio Tardío, también conocido como época de Desarrollos Regionales,
caracterizado en estas áreas por la presencia de la Cultura Churajón. El sitio de
Quebrada Honda muestra rasgos distintos a los antes mencionados, se trata de
recintos de planta rectangular dispuestos sobre terrazas. Por la técnica construc-
tiva y el material asociado, éste fue levantado en época Inka y su ocupación se
dio hasta la erupción del Huaynaputina. El último de los sitios mencionados, La
Cuchilla, probablemente tuvo su origen durante el Intermedio Tardío, teniendo en
cuenta su ubicación, luego debió ser reocupado por los Inkas y, por último, desde
la Colonia hasta la mitad del siglo XX, donde se emplazó la antigua población
del actual anexo de Santa Rosa de Pucara. En este sitio se pudo registrar una gran

Fig. 4. Cerámica Churajón (colección I. E. Horacio Zeballos Gamez)


Fig. 4. Churajón pottery (I. E. Horacio Zeballos Gamez collection)
¤U Luis E. V. Gonzales Peñaranda

Fig. 5. Cerámica Inka (colección Fig. 6. Cerámica Chiribaya (colección


I. E. Horacio Zeballos Gamez) I. E. Horacio Zeballos Gamez)
Fig. 5. Inca pottery (I. E. Horacio Fig. 6. Chiribaya pottery (I. E. Horacio
Zeballos Gamez collection) Zeballos Gamez collection)

cantidad de batanes, que denota una actividad doméstica especializada, cual es


el procesamiento de productos, lo que nos da una idea del sistema organizativo
de la población.
Además de los asentamientos se registraron 11 cementerios, muchos de los
cuales han sido completamente profanados, pero la información que han proporcio-
nado es de relevancia para entender los procesos de interacción socioeconómica
vertical con poblaciones del altiplano y poblaciones costeras. Muestras de ello
las podemos encontrar en las colecciones de material cerámico existentes en las
instituciones educativas de Puquina. En ellas se ha podido identificar materiales
de clara filiación altiplánica, como cerámica Kollau, cerámica de estilo Chuqui-
bamba proveniente de la zona de Arequipa, así como vasijas del grupo costero
de Chiribaya. Esta última, también ha sido hallada en un sector de cementerio
del asentamiento de Wiscana (PQV-06), lo que corrobora lo manifestado por Pari
(1995) al referirse que rompe los límites de expansión propuestos para este grupo
por Percy Dauelsberg (1969) quien estableció el río Tambo como límite Norte de
este grupo.
La presencia de chullpas en algunos de los cementerios ratifica la influencia
altiplánica que tuvieron las poblaciones locales, tradición que se asentara durante
la presencia Inka en la zona.
Arqueología del valle de Puquina ¤z

Fig. 7. Pinturas rupestres en sitio Canterilla


Fig. 7. Rock paintings from Canterilla Site

Entre los demás sitios registrados figuran algunos elementos aislados como
tumbas que no necesariamente se encuentran en directa asociación con sitios do-
mésticos o asentamientos. Tal es el caso de las Tumbas aisladas de Subín que se
hallan dispuestas en oquedades naturales de las afloraciones rocosas en la cima del
Cº Tarucane. Éstas fueron tapiadas y actualmente se encuentran profanadas. Otro
sitio de similares características es la Tumba aislada de Canterilla cuya particula-
ridad reside en que el tapiado que tuvo lucía un estuque de barro en color amarillo
y en la parte baja debió tener un elemento decorativo geométrico en color rojo. La
profanación de esta tumba ha hecho que sólo se conserve parte de este tapiado.
Además, en directa asociación a este contexto funerario, hay pinturas rupestres en
una piedra, parte de la oquedad del abrigo, que muestra diseños con rasgos antro-
pomorfos y algunos diseños geométricos. Se puede deducir por el tratamiento de
la tumba que se trata de un individuo que cumplió un rol importante en la sociedad
en la que vivió. Esta tumba se encuentra cercana al asentamiento de Maukallacta
de Pocohuayo, siendo este sitio tal vez el pueblo de este personaje.
Se pudo identificar igualmente una serie de abrigos rocosos. Algunos presen-
taban pinturas rupestres y otros grabados en bajo relieve en la pared interna del
abrigo. Algo peculiar entre los diseños y grabados es que se plasma una figura que
¡° Luis E. V. Gonzales Peñaranda

asemeja una cruz, este icono ya ha sido observado en otros áreas como Ichuña
y Tolapalca, ambas en la cuenca del río Tambo. Podemos claramente definirlas
cronológicamente como ocupaciones temporales hechas durante la época colo-
nial por pastores, este caso es refrendado por la presencia de tiestos de cerámica
colonial, como en el Abrigo de Cº Las Brujas (PQV-038).
Como hemos podido observar la ocupación de la zona de la cuenca del río
Puquina fue intensa durante el Intermedio Tardío, época en la que se alcanzó
un alto grado de desarrollo de la producción agrícola que posteriormente fuera
absorbida por los incas y continuada hasta nuestra actualidad, por lo que desde
épocas remotas se logró una integración regional de vínculos socioeconómicos
que involucraron poblaciones de zonas ecológicamente distintas como las del
Altiplano y la costa.
Investigaciones arqueológicas del sitio Uauauno, Departamento del Beni, Bolivia ¡

ANDRZEJ C. KARWOWSKI1

INVESTIGACIONES ARQUEOLÓGICAS DEL SITIO UAUAUNO,


DEPARTAMENTO DEL BENI, BOLIVIA
ARCHAEOLOGICAL INVESTIGATION OF THE UAUAUNO SITE,
BENI DEPARTMENT, BOLIVIA

Abstract
In the three seasons 2004-2006 archaeological excavations were conducted in Bo-
livia, at a site named conventionally as Uauauno. The site is located on the east bank of the
river Beni, approximately 40 km north-west of the town Reyes, and about 60 km north, in
a stright line, of then town Rurrenabaque (Beni Department). Thre research project, called Bollivian-
Polish Amazonian Expedition was organized by the “Czysty Świat” Society in co-operation with
the Direccion Nacional de Arqueología in La Paz and the Institute of Archaeology of the Nicolas
Copernicus University in Torun (2004-2005). The archaeological excavations at Uauauno were a
part of a larger multidisciplinary expedition, one of the aims was an environmental investigation of
the area. Among its participants were Marcin Obałek (president of the Czysty Świat Society, leader
of the expedition), Mileniusz Spanowicz (coordinator, herpetologist), Andrzej Karwowski (head of
archaeological research), Jagienka Kołpowska (archaeologist, 2006), dr. Andrzej Szwagrzak (orni-
thologist, 2004), Rafał Konieczny (graphic documentation, 2005), Tomasz Misiak (an archaeology
student at Adam Mickiewicz University in Poznań, 2004), and Radosław Kołpowski (photographic
documentation, 2006). In 2004 the bolivian side was represented also by members of Eco-Amazonico
Foundation from Reyes.
The site lies at the south-western edge of the geographical region of Llanos de Mojos (Moxos,
Beni Plain). The humid sub-equatorial climate of the region means that its forest and savannah are
seasonally flooded. The area in the immediate vicinity of Beni river is covered by a gallery forest
(bosque de galería). Felled and burnt for agricultural purposes, the forest has been significantly
altered by human activity. Until recently, archaeological works in western part of Llanos de Mojos
had been limited to archaeological surveys (eg. Castillo 1929; Cordero 1984).
The excavations realized by Bolivian-Polish Amazonian Expedition was the first research
project conducted in Uauauno. The final purpose of this investigation was to assess ihe type of the
site, its range, cultural association and scientific value, and to estimate the needs for further research.
Main part of works were focused on the exploration of burials visible on the bank of Beni river.
1
ONG „Czysty Świat”, ackarwow@gmail.com
¡¤ Andrzej C. Karwowski

Almost all graves detected in the site (40 in total) were funeral unrs in form of large ceramic
vessel with lid, which contained human bone remains (secondary burials). Funeral vessels were
surrounded by other pottery fragments. Most of them did not contain any grave goods, the only
exception being the relatively rich Tomb 6 and 7. In addition to the burial itself, Tomb 7 yielded a
ceramic cup, and amphora and bowl with painted decoration, spindle-whorls, over 300 miniature
beads, and stone implements. Above of the burial, there was a deposit consoling of a number of
stones, one of them hearth-shaped, and two silver ornaments. Tomb 6 represented a completely dif-
ferent type of interment. It contained an inhumation burial, laid horizontally with the legs crossed,
and surrounded by broken bowls and ceramic drum decorated with applied bands.
The trial trench dug at a distance of about ten metres from the riverbank revealed a cultural
layer containing an abundance of ceramic material at depth of 3.70 m. Probably the layer is identi-
cal to archaeological amazonian dark earths (terra preta) from several sites in Brasil –fertiles soils
formed by human activity.
During investigations three samples of charcoal were collected from burial contexts to de-
termine the chronology of the site. The results mean to be problematic because of its relative large
distance in time: from VI to XIV century AD. It may indicate presence of several stages of one
cultural unit or precence of more than one archaeologic culture in the site. The latest date belongs
to Tomb 25, which contained fragments of painted ceramic vessels. The above indicate that the
introduction of painting style of ornaments in Uauauno was not after that in XIV century AD. This
observation can be confirmed by precence of painted ornaments in so-called “serpent stile” in burial
goods from Tomb 7. The same decorative style appears also in fragments of amazonian-style ceram-
ics from Inka fortress in Las Piedras (Pärsinen et al. 2003).
Data obtained during excavations indicate that the site functioned as a large cemetery and
possibly a settlement in the prehispanic times, and belongs to the Beni culture (part of Mojos
cultures). Given the unique character of the finds and a threat of destruction of the site posed by
frequent floods, it is necessary to continue this research in the future. It will significantly enhance
our knowledge of the history of this part of Bolivia and a region, which is already very promising
in terms of its scientific value and unique research opportunities.

Keywords:
Amazonia. Bolivia. Llanos de Mojos. Funeral customs.
Investigaciones arqueológicas del sitio Uauauno, Departamento del Beni, Bolivia ¡¡

En tres temporadas de 2004 a 2006 se efectuaron las excavaciones arqueoló-


gicas en el sitio llamado Uauauno (Agua Negra), encontrado en el banco oriental
del Río Beni, aproximadamente a 40 kilómetros al Noroeste de la ciudad de Re-
yes y a 60 kilómetros al Norte de la ciudad de Rurrenabaque (Departamento del
Beni, Bolivia). El proyecto, llamado Expedición Amazónica Boliviano-Polaca
fue organizado por la ONG “Czysty Świat” con la colaboración de la Dirección
Nacional de Arqueología en La Paz y el Instituto de Arqueología de la Universidad
de Nicolás Copérnico en Torun (2004-2005). En la expedición participaron: Sr.
Marcin Obalek (presidente de la ONG „Czysty Świat” y director de la expedición),
Mg. Mileniusz Spanowicz (coordinador, herpetólogo), Mg. Andrzej Karwowski
(director de investigaciones arqueológicas), Mg. Jagienka Kołpowska (arqueó-
loga, 2006), Dr. Andrzej Szwagrzak (ornitólogo, 2004), Mg. Rafał Konieczny
(encargado de documentación gráfica y plástica en 2005), Sr. Tomasz Misiak
(estudiante, 2004) y Sr. Radosław Kołpowski (encargado de documentación fo-
tográfica, 2006). Durante la temporada de 2004 por parte de Bolivia colaboraron
también miembros de la ONG Eco-Amazónico de Reyes.
El sitio yace en la frontera suroeste de la zona geográfica Llanos de Mojos,
al norte de Bolivia. Estos terrenos son del clima tropical – sábanas y bosques
inundados temporalmente. En la cuenca del Río Beni crece un bosque de galería,
que en gran parte ha sido transformado por la actividad humana: roza y quema. La
zona del Río Beni, contrariamente a la parte central de Llanos de Mojos3, ha sido
relativamente poco investigada. Las labores en esta zona se hicieron solamente
en forma de reconocimientos arqueológicos, efectuados a pequeña escala (p.ej.
Castillo 1929; Cordero 1984). En el sitio Las Piedras (Depto. Pando) la expedi-
ción finlandesa detectó las ruinas de una fortaleza, con materiales cerámicos de
procedencia incaica y amazónica (Pärsinen et al. 2003).

PROSPECCIONES EN UAUAUNO
El sitio es tratado por los lugareños como un cementerio antiguo, al cual
llaman Uauauno. El significado del nombre Uauauno no está claro: algunos
informantes lo traducen como “el agua negra”. Existen también otros apelativos
del sitio: Babatrau (probablemente equivocado) y Los Cántaros. El sitio fue des-
cubierto por miembros de la ONG ‘Eco Amazónico’ durante el cambio del curso
del río Beni en 1998. Una parte de los restos encontrados por expediciones de
la ONG ‘Eco Amazónico’ fue recopilada en la ciudad de Reyes. Esta colección
incluye: recipientes antropomorfos atípicos, fragmentos de cerámica pintada
y herramientas de piedra.

3
Actualmente, en la zona cercana a la ciudad de Trinidad, viene trabajando la expedición
arqueológica alemano-boliviana, dirigida por el Dr. Haiko Prümers.
¡` Andrzej C. Karwowski

Fig. 1. Localización del sitio Uauauno. Dibujo de M. Obałek


Fig. 1. Uauauno Site location. Drawing by M. Obałek

Las excavaciones en Uauauno, realizadas por la expedición boliviano-polaca,


fueron las primeras con un valor científico. Se llevaron a cabo bajo la modalidad
de rescate, así como de reconocimiento preliminar cuyo objetivo era diagnos-
ticar el carácter del sitio, su distribución, su filiación cultural, valor científico
y perspectivas para los trabajos futuros en este área. La mayor parte de los la-
bores se centraron en la exploración de tumbas visibles en la orilla derecha del
Río Beni, frecuentemente inundada (Karwowski 2005, 2006, 2007; Karwowski
et al 2008).
Investigaciones arqueológicas del sitio Uauauno, Departamento del Beni, Bolivia ¡^

CEMENTERIO

Casi todas las tumbas son en realidad urnas funerarias, en forma de grandes
recipientes cerámicos con tapas. Fueron visibles en el corte del río, en la profun-
didad de aproximadamente 4 m desde la superficie actual del terreno. Dentro de
las urnas funerarias se reconocieron huesos humanos como entierros secundarios.
Alrededor de las urnas se pudo encontrar fragmentos de otros recipientes. También
se halló otro tipo de tumbas con entierro primario de esqueleto humano en posi-
ción horizontal. Durante tres temporadas de investigaciones se documentaron 40
tumbas: 3 con entierro primario de esqueleto y 37 de tipo de urna funeraria con
entierro secundario. En la mayoría de los casos, no se encontró ajuar funerario
ni ofrendas, con excepción de dos tumbas relativamente ricas, denominadas con
números 6 y 7.
La Tumba 6 se hallaba a 5 metros debajo de la superficie actual del terreno,
bajo una urna funeraria llamada Tumba 2. El esqueleto estaba colocado en for-
ma horizontal, con las piernas cruzadas (Fig. 2a). Al lado del cráneo, entre los
huesos de los brazos y el pelvis, se encontraban tres cuencos con soporte anular
sin ornamentación y un tambor cerámico con decoración modelada (Fig. 2b). El
cráneo tenía huellas de deformación artificial en la frente.
En el sector occidental de Llanos de Mojos los entierros primarios parecen
excepcionales: una tumba similar, con evidencia de restos cerámicos, fue en-
contrada por Gregorio Cordero (1984) en Babatrau. Las sepulturas mencionadas
parecen mucho más comunes en el sector central de Llanos de Mojos, donde se
fueron localizadas en niveles inferiores de las lomas artificiales.
La Tumba 7 se localizaba a 4,3 metros debajo de la superficie actual del te-
rreno. Tenía la forma de urna funeraria con tapa (Fig. 3a). Encima del recipiente
funerario, se encontraba un depósito de piedras y dos adornos de plata. Dentro de
la tumba, aparte de los huesos del entierro secundario, yacían un vaso de cerámica
sin ornamentación, una olla y un cuenco de cerámica con decoración pictórica.
Aparte de ellos, había fragmentos de otro cuenco similar, tres pesos de huso de
cerámica, casi 300 pequeños fragmentos cerámicos y herramientas de piedra.
Para la cronología relativa de la Tumba 7 son de mucha importancia las piezas
de cerámica amazónica encontradas en el sitio de Las Piedras por la expedición
finlandesa. Algunos fragmentos de los platos cerámicos de este sitio tenían deco-
ración incisa en el denominado ‘estilo de serpiente’ (Fig. 4b). El mismo motivo
aparece en los cuencos pintados de la Tumba 7 (Fig. 3b, 4a), así como en la cerá-
mica procedente del sector oriental de Llanos de Mojos. Todo esto indica que el
motivo de serpiente no se limita al sitio de Las Piedras y que la Tumba 7 (por el
estilo de la decoración del inventario) puede tener la misma antigüedad que los
hallazgos de Las Piedras (o sea de la época incaica).
¡ Andrzej C. Karwowski

b
Fig. 2. Uauauno. Plano de planta (a) y el ajuar (b) de la Tumba 6
(a – dibujo de A. Karwowski; b – foto de M. Spanowicz)
Fig. 2. Uauauno. Ground plan (a) and the grave goods (b) from the Tomb 6
(a – drawing by A. Karwowski; b – photo by M. Spanowicz)
Investigaciones arqueológicas del sitio Uauauno, Departamento del Beni, Bolivia ¡œ

b
Fig.3. Uauauno. Sección (a) y cuenco con decoración pintada del ajuar (b)
de la Tumba 7 (dibujo y foto de A. Karwowski)
Fig. 3. Uauauno. Cross section (a) and bowl with painted decoration (b)
from burial goods of the Tomb 7 (drawing and photo by A. Karwowski)
¡U Andrzej C. Karwowski

Fig. 4. Decoración en ‘estilo de serpiente’: a – detalle del cuenco (fig. 3b);


b – fragmentos del sitio de Las Piedras (a – foto de A. Karwowski; b – según Pärsinen,
Siiriäinen y Korpisaari 2003: Fig. 35, modificado)
Fig. 4. ‘Serpent style’ decoration: a – detail of the bowl (fig. 3b); b – fragments
from Las Piedras Site (a – photo by A. Karwowski; b – according to Pärsinen,
Siiriäinen y Korpisaari 2003: Fig. 35, modified)
Investigaciones arqueológicas del sitio Uauauno, Departamento del Beni, Bolivia ¡z

ASENTAMIENTO

Cerca de la orilla del río se limpió una parte del terreno, donde se localizó
un pozo de sondeo, excavado durante las temporadas de 2004 y 2005. El perfil
del pozo hizo posible el análisis de la estratigrafía completa del sitio. Se pudo
distinguir las siguientes capas (enumeradas desde abajo): humus, limo gris con
restos de árboles (hasta la profundidad de 3,7 m), capa cultural – suelo negro
con una gran cantidad de restos cerámicos (hasta la profundidad de 4 m y más),
arcilla gris de transición a fondo natural (hasta la profundidad de 4,3 m y más)
y arcilla roja amarillenta de fondo natural (roca madre). Parece que la capa negra
con restos cerámicos es idéntica con tierras negras arqueológicas (terra preta)
de algunos sitios de Brasil – suelos fértiles formados como consecuencia de la
actividad humana. Sin embargo, la cuestión de la presencia de la terra preta en el
sitio, necesita ser verificada durante las investigaciones futuras, pero puede indicar
relativamente gran espacio temporal de asentamiento humano en el sitio.

CRONOLOGÍA
Durante las investigaciones se obtuvo tres muestras de madera para determinar
cronología de ocupación del sitio. Las muestras procedían solamente de las tumbas
y fueron analizadas en laboratorios en Gliwice (GdA-849) y Poznań (Poz-26843,
Poz-26844) (Polonia). El siguiente sumario contiene resultados de los análisis:

Muestra Localización Edad (-24 anos) Calibración


GdA-849 Tumba 6 1575+/-30 BP 68,2%: 430-550 AD
(1551+/-30 BP) 95,4%: 420-580 AD
Poz-26843 Tumba 21 1265+/-30 BP 68,2%: 680-810 AD
(1241+/-30 BP) 95,4%: 680-880 AD
Poz-26844 Tumba 25 620+/-30 BP 68,2%: 1310-1360 AD (54%);
(596+/-30 BP) 1385-1400 AD (14,2 %)
95,4%: 1290-1410 AD

Los resultados parecen algo problemáticos porque todas las fechas son de
relativamente gran distancia temporal: desde el siglo VI d.C. hasta siglo XIV d.C.
(Fig. 5). Por el momento solamente se pueden hacer conjeturas sobre la razón de
tal distancia. Si no es resultado de utilización de madera antigua, puede indicar
presencia de ocupaciones sucesivas (¿fases?) de una cultura o huellas de ocupación
de más de un desarrollo en el sitio.
La fecha más temprana procede de la Tumba 6, posiblemente el entierro más
antiguo entre los investigados en el cementerio. La Tumba 21 (urna funeraria), de
edad 1265+/-30 BP pertenecía a una mujer. El ajuar desafortunadamente contenía
solamente formas simples (sin ornamentación) de recipientes cerámicos y pesos
`° Andrzej C. Karwowski

Fig. 5. Calibración de fechas del carbono C-14


(muestras GdA-849, Poz-26843 y Poz-26844)
Fig. 5. C14 dates calibration
(samples GdA-849, Poz-26843 y Poz-26844)

de huso, sin significado para análisis comparativo. La fecha mas tardía entre
las obtenidas – del siglo XIV d.C. – procede de la Tumba 25, la cual contenía
fragmentos de cerámica pintada. Eso indica que el momento de introducción de
pintura en la cerámica en Uauauno sucedió a más tardar en el siglo XIV d.C. Esta
observación puede ser confirmada por la presencia de la cerámica con decoración
pictórica en “estilo de serpiente” entre los objetos del ajuar de la Tumba 7. El
mismo estilo aparece en la fortaleza incaica de Las Piedras entre fragmentos de
cerámica de procedencia amazónica.

CONCLUSIONES
Después de tres temporadas de investigaciones se puede decir que el sitio
Uauauno funcionó como un gran cementerio, aparte de ser posiblemente un área
de asentamiento humano, lo que está indicado por una gran cantidad de recipientes
cerámicos quebrados, pesos de huso y fragmentos de arcilla quemada, encontrados
en el pozo de sondeo. Todo esto señala que, igual como en la zona del Río Mamore
en la parte central de Llanos de Mojos, también en la zona del Río Beni vivían
tribus que enterraban a sus muertos en los mismos sitios donde vivían.
Uauauno fue poblado por tribus que pertenecían a la cultura arqueológica del
Río Beni (Portugal 1978), que por su parte estaba ligada a las culturas de Mojos.
Los datos C-14 indican que el cementerio funcionaba desde el siglo VI d.C. La
última ocupación del sitio puede indicar la presencia del “estilo de serpiente” en
el ajuar de las tumbas localizadas en los niveles más altos, así como la fecha más
tardía de C-14 del siglo XIV d.C. El “estilo de serpiente” fue detectado también
en materiales del sitio Las Piedras – una fortaleza inca.
Concluyendo, el sitio de Uauauno funcionaba como un gran cementerio,
y tal vez también como un área de asentamiento humano. Todo esto permite con-
siderar este hallazgo como un sitio de potenciales descubrimientos, y un enorme
tesoro para futuras investigaciones, lo cual puede ser una gran contribución para
el conocimiento de la historia de la zona.
Investigaciones arqueológicas del sitio Uauauno, Departamento del Beni, Bolivia `

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`¤ Andrzej C. Karwowski
La Cueva de Jesús en Pampacolca, Departamento de Arequipa `¡

TOMASZ KOŁOMAŃSKI1

LA CUEVA DE JESÚS EN PAMPACOLCA, DEPARTAMENTO DE


AREQUIPA – PERÚ: ¿UN CHASQUI HUASI?
CUEVA DE JESUS IN PAMPACOLCA, DEPARTMENT
OF AREQUIPA – PERU: A CHASQUI HUASI?

Abstract
The survey of the northern margin of the Chilincay River (Auyau), executed in august 2003
by the members of the Condesuyos Project, has permitted the discovery and registration of a cave
structure, associated to an old route. This route leads from Pampacolca valley to Mauca Molino
sites and then continues to Viraco village, joining one of the main Inca’s roads in the region that
communicated the Kuntisuyu with the empire’s capital. This special location of the discovered
structure suggests that it was fulfilling the function of chasqui huasi.

Keywords:
Chasqui huasi. Inca’s road system. South of Peru.

En agosto del 2003 la Universidad Católica de Santa María de Arequipa


y la Misión Arqueológica Andina de la Universidad de Varsovia realizaron con-
juntamente – dentro del Proyecto Condesuyos, bajo la dirección del Prof. Dr.
Mariusz Ziółkowski – investigaciones arqueológicas en las provincias de Castilla
y Condesuyos. Las excavaciones en el sitio Mauca Molino no 2 en Pampacolca
– dirigidas por Dr. Krzysztof Tunia2 – permitieron descubrir y documentar una
estructura bien conservada en forma de cueva (una construcción que aprovecha
roca natural y está completada con piedras de forma intencional). El recinto está
situado cerca de un camino usado en los tiempos incaicos. Esta ruta sigue en
uso hasta la fecha. Durante los trabajos arqueológicos se sacó escombros y hizo

1
Pracownia Archeologiczno-Konserwatorska, e-mail: archeolog@kolomanski.pl
2
K. Tunia, “Informe preliminar de las prospecciónes de superficie y excavaciónes en la zona
de Antipampa, en distrito de Pampacolca, departamento de Arequipa, Perú”, Andes. Boletín de la
Misión Arqueológica Andina (Universidad de Varsovia), tomo 6, pp. 369-384.
`` Tomasz Kołomański

limpieza da la parte interna de la estructura. En las investigaciones participó el


autor del texto. A la estructura descubierta la denominamos Cueva de Jesús (este
nombre proviene del nombre del guía quien ayudaba al equipo durante prospec-
ciones en el área investigada).
La Cueva de Jesús está localizada a una altitud de 2999 m s.n.m. (coordenadas
UTM: 18 L 0759424; 8262551). Se sitúa en el margen norte del río Chilincay
(Auyau), en la parte noroeste de Antinpampa (Fig. 1). La construcción descubierta
está ubicada en una estrecha terraza de cultivo que mide aproximadamente 1,50
m de altura y 2,50 m de ancho. El espacio entre la pared de la cueva y el margen
de la terraza tiene 1,50 m. La estructura se encuentra a 3,50 metros al Oeste
del camino. La cueva parece tener rasgos de refugio construido de roca natural
y piedras. Al edificarla se aprovechó la topografía del terreno (Fig. 2). En la parte
oeste las paredes constan de muros, empleando para su construcción aparte de
roca natural también piedras irregulares. Las piedras están unidas con argamasa de
barro, actualmente poco conservado. En el lado noreste el espacio está delimitado
por peñas naturales, erosivas en la parte interior. En el punto de unión del suelo y
de las paredes se notó la presencia de pequeñas piedras que fueron colocadas para
consolidar y dar una forma obtusa a toda la parte interior de la estructura (Fig. 4).
La entrada se encuentra en la parte sur y mide 0,60 m de ancho. Se pueden observar

Fig. 1. Área de Pampacolca. Ubicación del sitio Cueva de Jesús (▲)


Fig. 1. Pampacolca area. Cueva de Jesús site location (▲)
La Cueva de Jesús en Pampacolca, Departamento de Arequipa `^

Fig. 2. Pampacolca, el sitio de Cueva


de Jesús. Vista general desde el Sur
(Foto T. Kołomański)
Fig. 2. Pampacolca, Cueva de Jesús site.
General view from the south
(Photo T. Komański)

dos muros que constan de dos hiladas, cada una hecha de piedras grandes con cara
externa trabajada o canteada (Fig. 3). La hilada oeste de la entrada está compuesta
de tres piedras grandes y unas piedras más pequeñas estabilizadas. La hilada este
del acceso está compuesta de cuatro piedras grandes y unas piedras más pequeñas
consolidadas. Ambas hiladas de piedras están unidas con argamasa de barro que
se encuentra poco conservado a consecuencia de lluvia y viento. La entrada de la
cueva está a una altura de unos 0,40 m del suelo actual de la terraza, y esto hace
suponer una protección contra la lluvia. La cobertura o tipo de techo está creada
por una imponente roca de 6,50 m de largo y de 4 m de ancho. La altura máxima
de la parte interna de la cueva sube a 1,50 m, siendo las dimensiones horizontales:
3,20 m de largo y por 2,50 m de ancho (Fig. 4).
En la parte este de la cueva se ubica una pieza grande de roca que podría
haber servido como mesa o silla de 1,20 m de largo, 0,90 m de ancho y 0,30 m
de alto. La superficie de esta piedra fue pulida. Cerca de ella se encontró otra más
pequeña, bien pulida (silla) que midió 0,15 x 0,15x 0,15 m (Fig. 4).
` Tomasz Kołomański

Fig. 3. Pampacolca, el sitio de Cueva


de Jesús. Entrada de la cueva. Vista desde
el Sur (Foto T. Kołomański)
Fig. 3. Pampacolca, Cueva de Jesús site. Cave
entrance. View from the south
(Photo T. Komański)

El relleno de un espesor de 0,20 m estuvo constituido por un frágil escombro


mezclado con restos orgánicos (hojas, palitos, pajas de hierbas secas). Debajo del
relleno se encontró una capa estéril de tierra muy compacta mezclada con escom-
bros. Al explorar el interior de la cueva se extrajó unos tiestos contemporáneos
y no se observó otros hallazgos arqueológicos.
Hoy en día la Cueva de Jesús sirve como refugio a la gente durante el mal
tiempo. La ubicación de la cueva cerca del camino, así como el tipo de construcción
que aprovecha forma natural de la roca, marca que la cueva pudo haber tenido
una función importante siendo usada con frecuencia por las personas que viajaron
por la ruta. Lo que llama la atención es la presencia en el interior de la cueva de
la gran piedra pulida, que como se ha señalado anteriormente pudo haber servido
como mesa, cama o lugar para descansar. Al lado de esta piedra posiblemente en
el estado original de la cueva existieron otras, de una menor dimensión, usadas
como sillas, lo que podría estar confirmado por la presencia de la pequeña piedra
regular encontrada cerca de la grande (Fig. 4). Tanto la localización, como las
La Cueva de Jesús en Pampacolca, Departamento de Arequipa `œ

Fig. 4. Pampacolca, el sitio de Cueva de Jesús. Parte interna – plano de planta:


a – piedra grande (mesa o cama); b – piedra pequeña (silla); c – roca natural
Fig. 4. Pampacolca, Cueva de Jesús site. Interior – ground plan:
a – big stone (table or bed); b – small stone (chair); c – natural rock

características de construcción mencionadas hacen pensar que la Cueva de Jesús


fue usada como lugar de descanso o como refugio, desde el mismo momento de
la construcción del camino.
En las escarpadas laderas de Antinpampa – que bajan hacia el valle de río
Chilincay (Auyau) y la ciudad de Pampacolca – cubiertas por antiguas terrazas
de cultivo – hay dos caminos prehispánicos que van desde el valle de Pampacolca
hacia la cima de Antinpampa – una ancha divisoria de cuencas de los ríos Chilincay
y Llato. Uno de estos caminos conduce hacia los sitios Mauca Molino, otro – hacia
el sitio Antinpampa 6, la cueva se encuentra cerca del primero de ellos. Vale la
pena recordar que este camino baja a la quebrada de Llato y después sube por la
`U Tomasz Kołomański

ladera izquierda de la misma para continuar hacia el pueblo de Viraco, uniéndose


aparentemente con una de las principales vías incas en la región, que comunica-
ban el Kuntisuyu con la capital del imperio. Considerando esta localización tan
especial de la estructura llamada Cueva de Jesús, parece justificado atribuirle,
por supuesto a título tentativo, la función de un chasqui huasi. Por otra parte no
se descarta la posibilidad de que ésta fue originalmente una tumba, reutilizada
como refugio. Sin embargo quisiera hacer resaltar, que durante la prospección
y sondeos no se ha evidenciado ningún fragmento oseo, lo que parece contradecir
a una función funeraria de la estructura investigada.
Finalizando, quiero expresar mis agradecimientos al director del Proyecto
“Condesuyos” y jefe del Centro de Estudios Precolombinos de la Universidad
de Varsovia Prof. Dr. Mariusz S. Ziółkowski por su permiso de publicar estos
materiales de campo, así como por su apoyo en la elaboración del presente texto.
Quisiera también dar las gracias al Dr. Krzysztof Tunia por sus consejos y apoyo
que me brindó durante los trabajos de excavación y en la preparación del artículo.
Por último agradezo a Lcdo. Maciej Sobczyk por haberme facilitado los datos
GPS del sitio investigado.
El sitio precerámico Kilkata, departamento de Tacna `z

RICHARD MANUEL OCHOA PEÑA1

EL SITIO PRECERÁMICO KILKATA,


DEPARTAMENTO DE TACNA
KILKATA PRECERAMIC SITE, DEPARTMENT OF TACNA

Abstract
Rock paintings from Kilkata (Tacalaya community, department of Tacna) are the first ones
registered in this zone. The figures of camelids, cervids, felines and birds were painted in various
styles and colors, bichrome images draw a special attention. The character and location of the
site provide new and important data concerning the subsistence economy, human movements and
religious symbology of South Peru. Comparison with other similar contexts from the region (To-
quepala, Caru) suggests that we are dealing with the long cultural tradition, from the Early Archaic
to the Colonial period.

Keywords:
Rock paintings. Rock shelter. South of Peru.

Las pinturas rupestres de Kilkata (comunidad de Tacalaya, departamento de


Tacna) son las primeras registradas en esta zona. El registro se realizó gracias al
apoyo de la empresa minera Southern Peru Copper Corporation, el Instituto Na-
cional de Cultura – Tacna y la comunidad de Tacalaya, sobre todo su líder, Vidal
Umire, y sus comuneros quienes son las personas responsables de que la visita al
sitio se haya podido efectuar.
Las imágenes de este sitio representan un conjunto de diseños que revelan
concepciones complejas del antiguo mundo andino. Están plasmadas en diferentes
colores. Su carácter y ubicación entrega nuevos datos importantes, relacionados
con economía de subsistencia y simbólica religiosa difundida en el sur del Perú.

1
Arqueólogo Consultor, Arequipa – Perú; e-mail: rnatomanuel@hotmail.com
^° Richard Manuel Ochoa Peña

INTRODUCCIÓN
En el departamento de Tacna las investigaciones sobre el arte rupestre se
iniciaron ya en el año 1960 con los trabajos de R. Lage y E. Gonzáles García en
la cueva con pintura rupestre en Toquepala. Los resultados se publicaron el 26
de febrero 1964 en el periódico “El Mensajero”2. En 1963 el arqueólogo Jorge
C. Muelle en el mismo sitio llevó a cabo las primeras excavaciones sistemáticas,
identificando en la cueva tres niveles culturales con el material arqueológico
correspondiente. En el estrato más profundo se documentó también el material
orgánico (carbón vegetal de un fogón), el cual fue analizado por el laboratorio de
la Universidad de Yale (Y-1372). Los resultados del análisis entregaron la fecha
9490+/-BP. La calibración confirma la edad de la prueba entre 9000 – 8300 a.C. (cf.
Ziółkowski et al. 1994). El mismo investigador realizó también la documentación
y el análisis de las pinturas rupestres de Toquepala (Muelle 1971).
En 1967 R. Ravines efectuó investigaciones en el abrigo cercano (Toquepala
2) e identificó en el sitio cinco niveles culturales, con abundante material arqueo-
lógico, el cual relacionó con tres periodos históricos. Basándose en los materiales
de Toquepala 2 y los resultados de los trabajos en los abrigos rocosos A y B de
Caru3, el autor mencionado presentó la clasificación estratigráfica de las puntas
de proyectil del sur del Perú (Ravines 1967, 1972).
En el año 2006 el Instituto Nacional de Cultura, en el marco del programa
Qhapaq Ñan, inició investigaciones “Inventario sistemático del área altoandina de
la cuenca del río Caplina”. El resultado de estos trabajos ha sido el descubrimiento,
a lo largo de las quebradas de Palca, Vila Vilani y Charipujo, de una treintena de
abrigos rocosos con rastros de pintura rupestre (Díaz y Suárez 2006).

METODOLOGÍA
El estudio del sitio Kilkata se basó en un reconocimiento superficial mediante
el método de la prospección arqueológica sistemática de la zona de estudio. El
método comparativo lo empleamos para analizar las distintas pinturas rupestres
registradas en el departamento de Tacna y el sur del Perú.
El análisis de las pictografías comprende una detallada descripción y se tomó
en consideración el estudio de las grafías, en forma individual y grupal, todo ello
relacionado al medio ambiente natural y cultural. Además, mediante el análisis de
las pictografías se ha tratado de verificar las representaciones naturalistas, semi
naturalistas, esquemáticas, abstractas, geométricas y otras.

2
De las excavaciones de 1960, financiadas por Southern Peru Copper Corporation, proviene
también el primer fechado C 14 (9580+/-160BP), hecho en el laboratorio de la Universidad Yale
(Y-1325). A causa del tipo del material orgánico (guano de los pájaros) y ausencia de los contextos
culturales en este estrato, el fechado no es aceptado por la mayoría de los investigadores.
3
El análisis del material orgánico del Caru B (Hv-1083) arrojó una fecha 8190+/-130 BP, la
fecha calibrada 7500 – 7000 a.C.
El sitio precerámico Kilkata, departamento de Tacna ^

En base de las representaciones se trata de realizar generalizaciones teóricas,


determinar la función del abrigo rocoso y las relaciones con otros lugares adya-
centes, cercanos o lejanos, así como aproximar la ubicación cronológica a base
de las evidencias culturales y el análisis comparativo de las pictografías con otras
procedentes de los sitios fechados.

CONDICIONES GEOGRÁFICAS Y CLIMÁTICAS


Kilkata está ubicada en la margen izquierda del río Tacalaya, en los dominios
de la comunidad de Tacalaya, distrito de Camilaca, provincia de Candarave (Fig.
1). A la zona se puede acceder por la carretera asfaltada Tacna – Toquepala, luego
se prosigue por una trocha carrozable hasta el anexo de Tacalaya. Otra manera de
acceder es por la vía Tacna – Candarave y luego se prosigue por una trocha hasta
acceder a la comunidad de Tacalaya.
El relieve de la región está formado por estrechos valles de las quebradas
con flujo periódico de agua y por las zonas ligeramente ondulantes (pampas). Los
deshielos del volcán Tutupaca, la cordillera ubicada al noroeste de Tacalaya y las
filtraciones de la laguna de Huaytire permiten un permanente curso de agua por
la quebrada de Tacalaya. Así mismo, en distintos sitios se observa el afloramiento

Fig. 1. Vista panorámica de la región


Fig. 1. Panoramic view of the region
^¤ Richard Manuel Ochoa Peña

de aguas termales. En la región se distingue también zonas abruptas y empinadas


donde sobresalen muros escarpados, desfiladeros rocosos y cumbres afiladas.
En los alrededores de Kilkata se observan grandes planicies que se forman al
pie del volcán Tutupaca y evidencian huellas de fuertes escorrentías de agua que
han dejado un terreno marcado. En la formación de caja de río e ingresando en la
quebrada de Tacalaya, existen afloramientos de grandes bloques líticos, así como
también se nota la presencia de un drenaje interno de agua cuyo cause confluye
con este de la quebrada Copapujo para finalmente formar el río Cotaña.
La vegetación de la zona es típica de regiones semidesérticas y está consti-
tuida de gramíneas y arbustos, como la Yareta, el Ichu, la Taya-taya, el Quishuar
y la cantuta – flor sagrada de los Incas. Según la clasificación de Pulgar Vidal
toda la región estaría ubicada en la región Suni y viene a ser el límite superior de
la actividad agrícola, constituyéndose como la zona de cultivo de la papa, ceba-
da, quinua, olluco y la mashua (especie de papa amarga). El zorro y la vizcacha
constituyen la fauna más característica.
El clima es templado-frío con una mayor oscilación entre el día y la noche,
y entre el sol y la sombra. Se acentúan también las heladas que afectan sin medi-
da a los cultivos cada vez más escasos. La temperatura media anual es de 11°C.
Las temperaturas mínimas se registran en la temporada entre mayo y junio. Las
mayores precipitaciones tienen lugar entre enero y abril.

EL SITIO KILKATA4
El farallón de Kilkata se desplaza en dirección Norte a Sur, paralelo al río
Tacalaya y tiene altura de 10 a 15 m, su extensión aproximada es de 300 m. En
la parte norte del sitio el farallón es cortado por una quebrada.
En la margen izquierda de la quebrada emerge una roca vertical, que forma una
pared aproximadamente de 3.50 metros de altura. Hacia al Sur el afloramiento de
roca se confunde con una superficie relativamente ondulada que desciende hacia
el fondo de la quebrada. En la parte baja de la roca, hasta 2.50 metros de altura,
se encuentran los conjuntos de pictografías (Fig. 2).
En la parte baja del farallón se encuentran algunos pequeños abrigos o refugios
naturales. La ladera, que se forma en la base de la formación de roca se orienta
hacia el Oeste y se distancia del fondo de la quebrada en aproximadamente 40 m,
presenta una inclinación moderada hacia la quebrada, en algunos sectores pequeños
la pendiente ha sido cortada por el curso del río.. Adicionalmente se pudo notar
la presencia de posibles ojos de agua que probablemente afloraron en la base de
la pared de este farallón y que actualmente no presentan cursos de agua pero se
encuentran bastante húmedos y aún es posible observar las huellas del cause del
agua y las depresiones formadas en la pared rocosa.

4
Palabra del idioma aymará que según los pobladores del lugar indica lugar de pinturas.
El sitio precerámico Kilkata, departamento de Tacna ^¡

Fig. 2. El sitio Kilkata


Fig. 2. The Kilkata site

Las pictografías se encuentran a lo largo de todo el farallón, el mismo que


se encuentra dividido por algunas grietas naturales formadas en la roca, zonas
húmedas y pequeñas quebradillas. Un examen detallado del sitio permitió la
sectorización de los paneles con concentraciones de pictografías. Los principales
sectores son:

SECTOR 1
En este sector destaca un diseño de dos seres zoomorfos, ubicados en medio
de una formación plana, vertical de roca cortada por pequeñas grietas naturales.
Las pinturas se encuentran bastante desgastadas, posiblemente a causa de facto-
res naturales, como la humedad y la exposición solar durante el día. Se observan
también sectores en donde la roca está exfoliándose en forma de láminas.
Ambas representaciones están hechas en pintura roja. Representan dos camé-
lidos de perfil que se desplazan en direcciones distintas, de una forma muy natural,
sobre dos paralelos imaginarios. Sus medidas son aproximadamente de 14 cm.
Presentan cuatro extremidades, cola y cabeza, con una expresión de dinamismo
y movimiento (Fig. 3).
^` Richard Manuel Ochoa Peña

Fig. 3. Sector 1. Dos camélidos


Fig. 3. Sector 1. Two camelids

SECTOR 2
Corresponde a otro conjunto de diseños zoomorfos ubicados sobre una
superficie plana de la pared rocosa, muy cerca de una depresión de la cual en
temporadas de lluvia afloran pequeños manantiales de agua. La superficie de la
roca presenta grietas y exfoliaciones a causa de la humedad, fuertes cambios de
temperatura e intemperismo, es decir la radiación solar durante el día y el frío
extremo durante la noche.
La forma de los diseños difiere de los del primer sector. Las pictografías
presentan diseños mas esquematizados, casi del tipo lineal y sin expresión de
movimiento. Las representaciones generalmente corresponden a camélidos,
aunque no descartamos la presencia de un felino. En la parte baja del panel, adi-
cionalmente en este sector se agrega al rojo el color naranja en la elaboración de
los diseños, incluso dos de las figuras presentan diseños con colores compuestos
(rojo y naranja). En la primera de las imágenes parece que el color rojo se super-
pone con unas líneas toscas al diseño de un camélido en naranja. En la segunda,
se constata el uso del color naranja en la elaboración de la cabeza y cuello, las
extremidades delanteras y posteriores del camélido, y el uso del color rojo en la
parte del dorso. Todas las representaciones de los camélidos presentan cuatro
El sitio precerámico Kilkata, departamento de Tacna ^^

Fig. 4. Sector 2. Camélidos. Nótese la superposición de rojo sobre naranja


Fig. 4. Sector. 2. Camelids. Note the superimposition of red on orange

extremidades y cuello ligeramente alargado, en algunos diseños puede notarse


aun la cabeza con sus dos orejas (Fig. 4)
La representación del felino también es esquematizada con cuatro extremi-
dades y cola alargada y recta, el cuerpo alargado, desplazándose de perfil por
debajo de la línea sobre la cual se ubican los camélidos, dando la impresión de
estar al acecho de estos.

SECTOR 3
Las pictografías están ubicadas sobre una superficie plana de la pared rocosa
que ha sido cortada por grietas naturales verticales, horizontales y oblicuas, en
determinados sectores presenta exfoliaciones laminares en la superficie. En la base
crecen plantas como el Ichu y algunas gramíneas en suelo bastante húmedo.
Se trata de representaciones de camélidos muy bien elaborados con un trazo
fino cuyo resultado final denota en la naturalidad de los diseños. Al parecer, las
figuras de los camélidos corresponden a vicuñas, con sus cuatro extremidades
alargadas muy bien representadas, torso y cuello alargados, cabeza con dos orejas
levantadas y con una pequeña cola elevada y doblada en la parte posterior.
En este sector destaca un conjunto de figuras de camélidos que difieren de
los conocidos hasta ahora en el departamento de Tacna, éstos fueron elaborados
^ Richard Manuel Ochoa Peña

combinando el uso de dos colores (rojo con blanco y naranja con rojo), a diferencia
de otros que fueron pintados tanto en color rojo, como en color blanco (Fig. 5).
Todas las representaciones corresponden a figuras zoomorfas, sólo una de ellas
que parece ser tardía, da la impresión de corresponder a un jinete en su caballo.
En este sector se identificó también un diseño naturalista de un camélido
solitario elaborado con pintura blanca. Probablemente es más antiguo que todo el
conjunto de camélidos que componen este panel, según la clasificación de Hostnig
correspondería al tipo 1b (Hostnig 2003). La representación se encuentra en mal
estado de conservación. Presenta las cuatro extremidades inferiores muy bien
proporcionadas y separadas dando la impresión de estar caminando. El cuerpo es
esbelto y alargado, con el vientre ligeramente prominente (Fig. 6). No es posible
observar el cuello ni la cabeza del animal.
Entre los camélidos con colores compuestos predominan los que se combinan
en rojo y blanco. Generalmente se utiliza el color rojo en el trazo de la cabeza, el
cuello y el torso del animal. Se completa la figura utilizando la pintura blanca, es
decir las cuatro extremidades inferiores, el vientre, la parte delantera del cuello
y algunas veces también la cabeza. Las imágenes tienen orejas muy bien repre-
sentadas. Todos los animales se desplazan en una dirección (viendo de frente el
farallón hacia el lado izquierdo, o cuesta arriba de la quebrada).

Fig. 5. Sector 3. Camélidos bicolores. Obsérvese representaciones de animales con sus crías
Fig. 5. Sector 3. Bichrome camelids. Observe representations of animals with their youngs
El sitio precerámico Kilkata, departamento de Tacna ^œ

Fig. 6. Sector 3. Diseño naturalista de un camélido solitario


Fig. 6. Sector 3. Naturalist image of a solitary camelid

Es posible identificar rebaños que se desplazan de manera bastante natural


con sus pequeñas crías. Estas figuras se combinan con otras que se desplazan en
la misma dirección y que fueron elaboradas en color rojo y naranja, así como las
figuras en las que se combinan estos dos colores de forma similar a los descritos
para los colores compuestos blanco y rojo. Parece que en algunos casos estos úl-
timos han sido repasados con tiza blanca alterando su contexto original (Fig. 5).
En el mismo panel hemos identificado otro elemento zoomorfo que plantea
ciertas dudas con respecto a su representación. Se trata del diseño de dos probables
felinos, en mal estado de conservación. Uno de ellos se ubica en la parte superior
del panel y se puede notar todo el cuerpo con parte del cuello sin cabeza. El animal
posee cuatro extremidades separadas y cuerpo alargado con una representación
semi naturalista, el color no se conserva en buen estado y se aprecia borroso. La
segunda figura, que parece representar a un felino, se ubica unos centímetros más
abajo desplazándose en la misma dirección que la anterior. Para su elaboración
se ha hecho uso de pintura blanca y roja en todo el sector que corresponde al
cuerpo, cuello, cola y parte de las cuatro extremidades inferiores. El color rojo
se ha utilizado en la zona de la cabeza, y la parte final de las patas. El zoomorfo
presenta una cabeza con dos orejas pequeñas, el cuerpo alargado con una ligera
curvatura en el vientre, las extremidades inferiores separadas y una cola que cae
^U Richard Manuel Ochoa Peña

Fig. 7. Sector 3. Camélidos y dos posibles felinos


Fig. 7. Sector 3. Camelids and two possible felines

hasta la altura de las patas traseras, dando la sensación de un caminar pausado.


Además, es evidente una mayor proporción de tamaño con respecto a los diseños
de camélidos que se encuentran en la parte inferior (Fig. 7).
Un tercer diseño, de características similares al primer felino descrito, se ubica
en la parte superior del panel, pero en muy mal estado a causa de las filtraciones
de agua que descienden de la parte superior del farallón.
Figuras similares a éstas, pero mejor conservadas, se han identificado en el
sector 5 y parecen corresponder a representaciones tardías de ganado vacuno tal,
como lo describiremos líneas adelante.

SECTOR 4
Corresponde a un pequeño panel sobre la superficie plana de la roca, deli-
mitado por grietas y una formación irregular en el farallón. En él puede notarse
una superposición de diseños contemporáneos, posiblemente de la Colonia, sobre
diseños Arcaicos. Proliferan los colores rojos en varias tonalidades, naranja, crema,
blanco, negro y amarillo.
Con respecto a los diseños arcaicos, éstos prácticamente han sido borrados
por los tardíos. Sin embargo, se ha logrado identificar la figura de camélidos
El sitio precerámico Kilkata, departamento de Tacna ^z

y cérvidos elaborados con pintura color crema, y algunos diseños geométricos


en color rojo ocre.
Un cérvido se encuentra reprensado en la parte superior del panel. No se
puede definir de manera clara la parte posterior del cuerpo, sin embargo, está bien
conservada la parte que corresponde a la cabeza con sus cuernos y posiblemente
orejas, cuello y las extremidades delanteras. La representación da la sensación de
movimiento, el animal parece correr despavorido. Posiblemente tenga que ver con
el diseño en pintura roja de un posible cerco que describiremos líneas abajo.
Un camélido que se ubica hacia la parte posterior del cérvido es de menor
tamaño y también corre en la misma dirección. Éste posee las cuatro extremidades
flexionadas, cuello alargado y estirado hacia adelante, una cabeza con las dos
orejas, el cuerpo perfectamente delineado con el vientre ligeramente prominente
y una cola pequeña en la parte posterior. Da la misma sensación de una animal
que corre despavorido.
Este último ha sido afectado por la superposición de un diseño antropomorfo mo-
derno de un personaje de chaqueta negra y pantalón y sombrero amarillo (Fig. 8).
Con respecto al cerco, éste se ubica en el extremo izquierdo del farallón y se
identificó pequeños trazos dispuestos en forma vertical. El dibujo fue elaborado

Fig. 8. Sector 4. Diseño antropomorfo moderno superpuesto a la representación de un camélido


Fig. 8. Sector 4. Modern anthropomorphic image overlapping a camelid’s representation
° Richard Manuel Ochoa Peña

con pintura rojo ocre y presenta un diseño escaleriforme. Hacia la parte central del
panel es posible observar aún algunas líneas verticales que posiblemente estén
representando un corral u otro tipo de cerco.
Las figuras tardías corresponden al diseño de tres personajes antropomorfos,
claramente definidos y alineados de manera vertical, en distintas posturas: perfil
derecho, izquierdo y de frente. Viéndolos de arriba hacia abajo, el primero de
ellos corresponde a un individuo con el cuerpo de frente y el rostro de perfil con
ambas extremidades inferiores separadas afirmándose sobre sus pies que están
hechas en color amarillo ocre. El rostro, vientre y las extremidades superiores se
representan en color negro, el brazo derecho se encuentra semi extendido con el
codo flexionado hacia arriba, la mano izquierda parece estar sujetando la cintura,
sobre la cabeza se agregó un sombrero en color amarillo.
El segundo personaje se encuentra en mal estado de conservación y se ha
logrado identificar una posición de perfil en sentido opuesto al anterior, con el
brazo izquierdo extendido y flexionado hacia arriba y el derecho, sujetando la
cintura. La cabeza es poco perceptible y no es posible observar las extremidades
inferiores. Fue elaborado con pintura roja.
El tercer personaje, que se ubica en la parte inferior del panel, corresponde
a un individuo cuya representación tiene características similares al primero que se
describió, con la salvedad que este último presenta un trazo más tosco. El personaje
es regordete y fue elaborado desde la cintura hacia la parte superior con pintura color
naranja y hacia la parte inferior se utilizó el rojo. Las demás figuras presentes en el
panel no se definen de manera clara, por el mal estado en el que se encuentran.

SECTOR 5
Este último sector corresponde al panel con mayor cantidad de figuras plas-
madas sobre un gran panel plano que se forma en la superficie del farallón. La
pared es vertical y tiene un largo aproximado de 10 metros por 2 de alto sobre
cuya superficie plana vertical se han plasmado los diseños que corresponden
a distintos periodos de ocupación, desde el Arcaico hasta la Colonia.
En la parte baja de este panel principal se ubica un abrigo que posee una
pequeña plataforma en la parte delantera, afirmada con piedras irregulares, for-
mando una terraza en media luna con vista hacia el valle. Actualmente el abrigo
está cubierto por la maleza y tierra, producto de los procesos de sedimentación
por las lluvias. En la cámara interior, en el sector que corresponde al techo, se
observa restos de hollín.
Los elementos culturales relacionados corresponden a fragmentos óseos
humanos y óseos animales quemados y dispersos sobre la superficie, esto proba-
blemente a causa de la excavación clandestina de algunos entierros y parte del
contexto superficial. En la misma superficie se encontró algunos fragmentos de
cerámica de acabado burdo probablemente relacionados a la Época Formativa.
El sitio precerámico Kilkata, departamento de Tacna 

En la esquina superior izquierda se identificó una bella representación de


camélidos ligeramente afectados por la filtración del agua que desciende por este
sector. La imagen corresponde a una escena naturalista de hasta ocho camélidos
que se desplazan todos en la misma dirección y en distintas actitudes. El color
utilizado es el rojo ocre. Algunos de los animales caminan, otros parecen estar
estáticos o emprenden carrera feroz como si se vieran sorprendidos. Las figuras
presentan el cuello alargado y la cabeza finamente elaborada con el cuidado en la
representación de ambas orejas. Las extremidades inferiores son cortas y delgadas
y siempre son perceptibles las cuatro patas. El cuerpo es alargado con una ligera
curvatura que por comparación correspondería al tipo 1C definido por Hostnig.
Todo el resto del panel presenta una superposición de figuras que hace muy
difícil describirlas, sin embargo tomaremos algunos de los elementos más repre-
sentativos.
a) Representaciones zoomorfas
Los camélidos se han identificando en colores negro, naranja, blanco y rojo.
Existen grupos de figuras bastante naturalistas, como también hay unas que son
bastante esquematizadas, casi del tipo lineal, con cuerpos definidos mediante líneas
gruesas, orejas, cuatro patas, cuellos cortos y colas levantadas (Fig. 9, 10).
Se registró el diseño de un Suri en color negro, de cuerpo casi globular, las
patas ligeramente flexionadas, cuello largo extendido y ligeramente curveado
hacia arriba. No es posible establecer la asociación con otras figuras.
En el mismo panel hemos identificado también la representación de ganado
vacuno, parece corresponder a toros de cuerpos alargados, el vientre con una ligera
prominencia, cabeza corta, cornamentas y una cola que cae en la parte trasera.
Estos diseños se han identificado en colores blanco y negro (Fig. 11).
b) Diseños geométricos
Se ha identificado una gran variedad de diseños geométricos desde simples
líneas aisladas hasta representaciones mucho más complejas, de triángulos ali-
neados, rectángulos, la representación de la “S” recostada y en algunos casos con
un punto en la parte central de los círculos, círculos concéntricos, círculos con un
punto central, líneas onduladas, cruces cristianas, rectángulos delineados en color
amarillo y con relleno blanco, triángulos cortados, líneas irregulares, rombos y
otras formas irregulares (Fig. 9-13).
c) Representaciones antropomorfas
Son varios los personajes identificados en este panel y describiremos bre-
vemente los más representativos:
– El primero corresponde a un personaje solitario de cuerpo irregular deli-
neado en color negro y relleno blanco. Las extremidades inferiores se encuentran
separadas, vientre ligeramente abultado, brazos abiertos y flexionados hacia arriba,
con la representación de tres dedos en cada una de las manos, cuello alargado, con
un posible tocado en la cabeza que parece terminar en dos grandes plumas que se
¤ Richard Manuel Ochoa Peña

Fig. 9. Sector 5. Bella representación de camélidos


Fig. 9. Sector 5. Beautiful representation of camelids

Fig. 10. Sector 5. Camélidos esquematizados


Fig. 10. Sector 5. Schematic camelids
El sitio precerámico Kilkata, departamento de Tacna ¡

Fig. 11. Sector 5. Ganado vacuno, Suri y antropomorfo


Fig. 11. Sector 5. Cattle, American Ostrich and anthropomorph

elevan hacia la parte superior de la cabeza. En la parte superior de este personaje


se ha superpuesto el diseño de una cruz cristiana (Fig.12).
– El segundo personaje corresponde a otro de trazo irregular, hecho con
pintura roja. En él se puede notar una superposición de figuras que posiblemente
correspondan a distintos periodos. Presenta brazos cortos y delgados abiertos
hacia la parte baja, extremidades inferiores rectas, delgadas y separadas, cuerpo
rectangular que da la apariencia de vestido y la cabeza con un tocado circular del
cual emergen varias líneas cortas (Fig. 11).
– La tercera figura corresponde a otra bella escena hecha con pintura verde,
en la que se representa a dos personajes con grandes tocados en la cabeza, en una
actitud en la que se percibe gran movimiento y plasticidad.
Ambos individuos se encuentran de perfil y están enfrentados. Presentan
ambas extremidades inferiores flexionadas que le dan al diseño una gran natura-
lidad y sensación de movimiento. Uno de los personajes (el mejor preservado)
presenta en el brazo izquierdo un báculo o cetro. Las máscaras presentan ojos
circulares bastante grandes, boca abierta con dientes felínicos, tanto en la parte
superior como en la inferior y una pequeña prominencia puntiaguda que sale de
la parte posterior de la cabeza (Fig. 13).
` Richard Manuel Ochoa Peña

Fig. 12. Sector 5. Obsérvese una cruz cristiana en el centro, superpuesta


a la cabeza de una figura humana
Fig. 12. Sector 5. Observe a Christian cross in the center, overlapping the head of a human figure

Existe otro diseño similar, bastante deteriorado, de un solo personaje hecho


con pintura roja.
- El cuarto grupo lo conforma un conjunto de personajes que se representan
en distintos sectores del panel y corresponden a grupos de danzarines alineados
en una línea imaginaria horizontal, algunos cazadores con arco y flecha en las
manos, personajes con chaqueta negra y pantalón amarillo con los brazos a la
cintura similares a los descritos en el sector 4 y otros bastante esquematizados.

RESULTADOS
1. Las observaciones hechas a los gráficos plasmados en la pared de roca
que se forma en el sector de Tacalaya, denotan un intenso aprovechamiento de
los recursos naturales que proporciona la naturaleza en este sector y zonas cer-
canas. La fauna representada corresponde generalmente a la que se desarrolla en
ambientes por encima de los 3500 metros de altura sobre el nivel del mar, como
los cérvidos, camélidos, felinos y aves, como el suri.
La ubicación estratégica, en la que se encuentra el abrigo, en el borde de una
terraza natural cortada por el río Tacalaya naciente de los deshielos que se con-
centran en la ladera sur del volcán Tutupaca y las filtraciones de las numerosas
El sitio precerámico Kilkata, departamento de Tacna ^

Fig. 13. Sector 5. Dos personajes con grandes tocados en la cabeza


Fig. 13. Sector 5. Two persons with big headdresses

lagunas que se forman en su entorno, incluyendo la más cercana conocida como la


Laguna de Huaytire (ladera noroeste), constituye un corredor natural que permite
el acceso a los recursos naturales que provee el Altiplano, así como a los valles
interandinos y la costa Tacneña. La abundancia de recursos que proporciona el
sector de Tacalaya permite el fácil acceso a los recursos naturales que debieron
de ser aprovechados en distintas épocas por cazadores temporales y viajeros que
utilizaron este corredor natural.
Esto podría explicar la variedad de diseños identificados en los paneles
registrados en los distintos sectores de Tacalaya, los cuales corresponden crono-
lógicamente desde el Arcaico Tardío hasta después de la Colonia.
Es muy sabido por estos sectores que durante la Colonia se utilizaron mu-
cho estos corredores naturales para el traslado de grandes cantidades de ganado
vacuno desde las pampas argentinas y haciendas puneñas hasta las lomas donde
eran engordados para su consumo y comercialización.
El uso de estos corredores se ha registrado también en los abrigos de Toquepala
y Caru en los que se registra para el Arcaico Tardío el traslado y aprovechamiento
de los recursos propios de la costa.
2. En el departamento de Tacna los únicos testimonios de sitios con arte ru-
pestre mayormente estudiados corresponden a los de Toquepala y Caru. El análisis
 Richard Manuel Ochoa Peña

comparativo de las figuras registradas en Tacalaya denota una superposición de


diseños que corresponden a distintos periodos de tiempo, destacando la presencia
de algunos elementos que, por las técnicas de dibujo, diseño y uso de los colores,
poseen características similares a los registrados en estos dos sitios.
El mismo análisis de las pictografías ha permitido identificar representaciones
que han sido elaboradas utilizando distintas técnicas que probablemente obedezcan
también al espacio de tiempo en el que fueron elaboradas. Aún no se ha hecho
un análisis contextual estratigráfico que permita relacionar cronológicamente
las distintas técnicas aplicadas en la elaboración de las pinturas rupestres a un
determinado periodo de tiempo.
3. Llaman la atención las representaciones de elementos zoomorfos en los
que se han utilizado dos colores en su composición. El único registro que nosotros
tenemos es la referencia que hace Hosting a pinturas “similares” registradas en
la zona de Macusani – Puno.
4. Se ha identificado pinturas que por su naturaleza se han clasificado en
naturalistas, semi naturalistas, esquemáticas, abstractas y otras.
5. Finalmente, de acuerdo a las observaciones preliminares de las pictogra-
fías, los materiales culturales relacionados y la comparación con los contextos
culturales similares cercanos y fechados, podemos señalar que en este sector se
ha desarrollado una larga tradición cultural que debió de iniciarse en el Arcaico
Temprano y continuó siendo utilizado en distintos lapsos de tiempo hasta después
de la Colonia.

BIBLIOGRAFÍA:

Díaz, L.; Suárez, M.


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del río Caplina, llevado a cabo en el Marco del Programa Qhapaq Ñan del INC – Perú.
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baya, Boletín Nº 17 de la SIARB, Puno.
Lizarraga, Y.
2004 Vizcachani y el precerámico de Bolivia, Tomo 1, Tesis para obtener el grado de doctor
de Prehistoria de la facultad de Filosofía de la Universidad de Colonia, La Paz.
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1969 Las Cuevas y Pinturas de Toquepala. En mesa redonda de Ciencias Prehistóricas
y Antropológicas, PUCP, Instituto Riva Agüero, Seminario de Antropología, T. II, pp.
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Perú, „Ñaupa Pacha”, Vol. 5 pp. 39-57, Berkeley, California.
El tamaño de la bóveda craneal como manifestación de la variabilidad antropológica œ

KAROL PIASECKI1

EL TAMAÑO DE LA BÓVEDA CRANEAL COMO


MANIFESTACIÓN DE LA VARIABILIDAD ANTROPOLÓGICA
EN EL PERÚ PREHISPÁNICO
THE CRANIAL VAULT SIZE AS A MANIFESTATION
OF THE ANTHROPOLOGICAL VARIABILITY IN THE PREHISPANIC PERU

Abstract
Intentional skull deformations essentially influence cranium’s form and dimensions. For
this reason many anthropologists don’t use cranial measurements in their studies of Indian skulls.
However, as Wiercinski has demonstrated, if the classical methods of Amerindians’ morphological
variability analysis are applied, the measurements of artificially deformed skulls can also be used.
Unfortunately, currently only those features that aren’t affected by deformation are in use. The
present paper illustrates the possibility of classical anthropometric methods application using the
indirect cranium capacity estimation. There exists a correlation between cranial size and climate
(geographic latitude) which creates the possibility of simple parameters’ application to calculate
human mobility (sedentarism).
To estimate the size of cranium, usually damaged when provided by excavation, vertical (g-op
+ eu-eu)/2 and voluminal (g-op + eu-eu + b-ba)/3 modules were applied, because, as the author has
demonstrated, they do not change with deformation. Data from Central Andes were used (29 mascu-
line skull series dated between the Superior Formative and the Late Inca Period). This has allowed
to distinguish, in the Central Andes, a few transversal divisions negating the hypothetical scheme of
distribution from the smallest (on the north, closer to the Equator) to the biggest ones (on the south,
farer from the Equator). Longitudinal scheme is also broken by small enclaves and criss-crossing zones
distribution on the north. This means that Andean populations are a result of much more complicated
demographic processes than a simple climatic adaptation. Moreover, all models, that traditionally
divides pre-Columbian societies into mountaineers (serranos) and inhabitants of the coast (costeños),
from the anthropological point of view are lacking foundation. Some anomalies can be linked to the
late Moche’s and Inca’s states or communication routes leading across the mountains.

Keywords:
Skull deformation. Cranial size. Anthropological variability. Prehispanic Peru.

1
Instituto de Etnología y Antropología Cultural, Universidad de Szczecin.
U Karol Piasecki

1.
Según la mayoría de las hipótesis, la población autóctona de América tiene
origen asiático. Su gran variabilidad antropológica es, sin embargo, efecto de la
superposición complicada de procesos de adaptación y migraciones repetidas
(Birdsell 1949) cuya parte podía venir desde direcciones diferentes que Beringia
(Piasecki 1994, 2008). Es absolutamente inaceptable el concepto según el cual la
estructura antropológica de la América prehispánica es resultado de la evolución de
una pequeña población “fundadora”. Las pruebas de explicar su variabilidad como
efecto del drift genético o la gran diversificación del primer grupo de migrantes
tampoco parecen justificadas, ya que se observa varias convergencias morfológicas
y genéticas de amerindios con algunos grupos de la población asiática (diferentes
desde el punto de vista del tiempo de rasogénesis).
Uno de los más grandes problemas de la craneología peruana lo constituyen
las deformaciones intencionales del cráneo. Éstas son frecuentes en toda la América
precolombina y su variabilidad es enorme (Weiss 1958, 1969, Piasecki 1999b).
En algunos casos unas poblaciones enteras fueron sometidas a está práctica. Las
deformaciones cambian significativamente las dimensiones y la forma de la bóveda
craneal. Además, aunque no siempre, modifican también el tamaño y volumen (peso)
de la parte faciocraneal (splanchnocranium). En el caso de algunos tipos de defor-
maciones (p. ej.: tabula obliqua o deformación circular que alargan al neurocráneo
hacia atrás) se origina una proliferación del tejido óseo de la mandibula y maxilla,
así como aumentan sus dimensiones longitudinales, lo que sirve de compensación
de perturbaciones de la estática de la parte cervical de la columna vertebral. Razón
por la cual la mayoría de los antropólogos no usan medidas de la bóveda craneal
para las comparaciones entre las series craneales prehispánicas.
Por supuesto, las deformaciones afectan sobre todo las dimensiones de la
bóveda craneal, su longitud, anchura y altura. Sin embargo, no pueden modificar
su capacidad, porque eso causaría cambios en la presión del líquido intercerebral.
Como es sabido, el aumento de esta presión origina enfermedades graves que
frecuentemente conducen a la muerte. Es posible que una parte de los individuos
no sobrevivían a tratamientos relacionados con las deformaciones intencionales,
pero la alta tasa de mortalidad de los niños nos impide inferir algo más sobre el
asunto. El hecho de que en la mayoría de los casos dispongamos exclusivamente
de las series de cráneos deformados (mientras las culturas arqueológicas con
estas costumbres funcionaban por centenarios) demuestra que estas operaciones
no ocasionaban grandes resultados negativos.
Valiéndose de los métodos clásicos del análisis de la variabilidad morfológica
de los amerindios se puede resolver algunos importantes problemas de la medición
de las dimensiones alteradas por la deformación (Wierciński 1972a,b, 1975),
mientras tanto los métodos modernos del examen del espacio multidimensional
de la variabilidad no son aplicables. Por lo tanto, actualmente se usa en general
El tamaño de la bóveda craneal como manifestación de la variabilidad antropológica z

estos rasgos que no cambian con la deformación, p.ej.: odontológicos. Por otro
lado, la mayoría de los conjuntos de los rasgos usados hoy en día (denominados:
no métricos, discretos o epigenéticos2, y tan gustosamente aprovechados para el
cálculo de las distancias multidimensionales entre las poblaciones, no pueden
utilizarse a causa de las influencias de las deformaciones craneales en los rasgos
epigéneticos vinculados con las suturas craneales.
Todo esto podría significar que estamos ante el problema invadeable: ¿Cómo
analizar las series craneales prehispánicas? ¿Esperar el desarrollo de los métodos
genéticos, cuya aplicación al material fósil es actualmente restringida, o construir
el modelo de la estructura antropológica del poblamiento autóctono americano
basándonos en la extrapolación de los datos actuales? Con el ejemplo presentado
a continuación queremos demostrar que la situación no es tan desahuciada como
puede parecer.

2.
Uno de los métodos de la descripción de la variabilidad de nuestra especie
es el análisis de la diferenciación geográfica de los rasgos físicos escogidos. Nos
suelen llamar la atención éstos cuya variabilidad parece tener carácter gradual.
Por eso en los manuales de antropología física encontramos numerosos ejem-
plos de la variabilidad lineal/clinal (mejor dicho – gradiental) de los rasgos. El
tamaño de la cabeza, por lo general estimado como la capacidad de la bóveda
craneal, es uno de estos rasgos y a menudo está indicado como ejemplo de este
fenómeno.
Por lo tanto, Reinhold, McFarland y Beals (1985) publican el mapa (Fig. 1)
que demuestra una vinculación evidente entre la latitud geográfica y la capacidad
de la bóveda craneal. No tiene ningún sentido discutir sobre la razón de este tipo
de generalización. Desde hace tiempo es sabido que los cráneos esquimales per-
tenecen a los mayores del mundo, mientras que los de australoides o pigmeos son
los menores. Para explicar esta diferenciación se usa en general la hipótesis de la
adaptación al clima (termorregulación). Se nota que los autores mencionados (Fig.
2a) no entienden totalmente el problema entero, ya que, cuando cambiamos el
orden de los climas en la lámina presentada, la vinculación matemática propuesta
por ellos se aclara y se hace más lógica. Es ahora, con la disposición cambiada,
cuando la capacidad de la bóveda craneal se ve claramente vinculada (correlada)
con la termorregulación – cada uno que conoce las condiciones climáticas ex-
tremas sabe que el enfriamiento o el sobrecalentamiento depende de la humedad
del aire (Fig. 2b).

2
Estas palabras, muy frecuentemente usadas como sinónimos, no son equivalentes, lo que
aún más complica la discusión.
œ° Karol Piasecki

Fig. 1. Valores promedios de la variabilidad geográfica del tamaño/módulo craneal (m2).


Isolíneas para cada 20, a partir de 146; zonas abajo de este valor fueron dejadas
en blanco (Reinbold et al. 1985)
Fig. 1. Mean values of the cranial module/size (m2) geographic variability.
Isolines for every 20, starting from 146; zones below this value marked
with white (Reinbold et al. 1985)

Si los cambios de la bóveda craneal, como creemos, son efecto de la adapta-


ción, no pueden ser demasiado rápidos, puesto que la microevolución o adaptación
son procesos relativamente lentos. De ahí resultaría que, cuando observamos la
correlación entre la capacidad de la bóveda craneal y el clima (lo que en el nivel
global es vinculado con la latitud geográfica), podemos tratar las poblaciones
analizadas como suficientemente sedentarias, asociadas a una región (o un clima)
por lo menos por varios siglos o milenios. En caso contrario, cuando constatamos
ausencia de la misma correlación, podemos analizar las poblaciones como el re-
sultado de migraciones bastante recientes. Así que, basándonos en unos simples
parámetros, podemos estimar la movilidad (sedentarismo) de una población.

3.
La capacidad de la bóveda craneal la podemos medir aplicando métodos más
o menos sofisticados, los cuales sin embargo siempre se reducen a una simple,
aunque muy trabajosa, medición del volumen (tamaño) del interior del cráneo.
En práctica eso requiere el material óseo bien conservado (o sólo un poco altera-
do). Como es sabido, los restos arqueológicos normalmente no cumplen con esta
condición, si bien en la mayoría de los casos es posible tomar todas las medidas
necesarias. Eso significaría que un material craneal, en general valioso, puede
resultar inútil para el análisis comparativo del tamaño de la cabeza (la bóveda
craneal).
El tamaño de la bóveda craneal como manifestación de la variabilidad antropológica œ

Fig. 2. a – Relación entre clima y valor promedio del tamaño/módulo craneal


(Reinbold et al. 1985); b – dibujo precedente reordenado según las propiedades enfriantes
de los climas; se nota la relación funcional que supuestamente tiene carácter logístico
Fig. 2. a – Relation between climate and mean value of cranial module/size
(Reinbold et al. 1985); b – preceding drawing reorganized according to the cooling properties
of the climates; the functional relation, of a possibly logistic nature, is visible
œ¤ Karol Piasecki

Veamos los módulos craneales usados en craneología3. El contorno del neu-


rocráneo lo determinamos con tres parámetros: g-op, eu-eu, y b-ba. Todos otros
conceptos no tienen valor significativo (sin embargo desde el punto de vista de la
problemática de la geometría craneal no podemos despreciarlos). Así que, desde
el enfoque bidimensional, el neurocráneo puede ser representado por un módulo
vertical aditivo4: (g-op + eu-eu)/2 o un módulo lateral: (g-op + b-ba)/2. El último,
prácticamente no usado, toma en cuenta más bien la forma que el tamaño, de ahí
su ausencia en la craneología. Al módulo vertical nos referiremos más adelante
como a m2, usando la minúscula para distinguirlo de los símbolos del sistema de
Rudolfo Martin5.
El módulo de volumen: (g-op + eu-eu + b-ba)/3, que en realidad es módulo
seudovoluminal, puede ser por supuesto reemplazado por el módulo de producto:
(g-op x eu-eu x g-op), pero este producto exige el uso de unos coeficientes com-
plicados. Desde nuestro punto de vista, con todas las restricciones acerca de las
deformaciones craneales, parece más justificado usar el módulo voluminal – m3,
que el vertical6.
Los módulos computados a partir de dos o tres medidas máximas no dependen
de las deformaciones craneales. Los análisis de varias muestras indican que las
diferencias entre los promedios de los módulos craneales de cráneos deformados
y no deformados no son estadísticamente significativas (Piasecki 1999a). Esto
quiere decir que podemos usar los módulos craneales como rasgos suficientemente
buenos para resolver los problemas antropológicos determinados.
Efectivamente, cuando comparamos los promedios del tamaño de la bóveda
craneal de las series craneales norteamericanas y andinas (ambas precolombinas)
(Fig. 3), las diferencias son muy grandes y estadísticamente significativas (Piasecki
1999a). Si es así, en situaciones excepcionales, suponiendo que el tamaño de la
bóveda craneal se adapta al clima, podemos estimar el autoctonismo (sedentaris-

3
Discusiones a quién y cuándo se le vino la idea del uso de los módulos craneales las dejamos
a los historiadores de la ciencia. El concepto es tan evidente que el empeño en determinar quien
descubrió la idea de añadir A y B no tiene mayor sentido.
4
Ni aquí, ni en adelante, usamos módulo de producto (multiplicativo), porque en la práctica
craneológica se supone una congruencia de las medidas tomadas en “mm” e índices computados en
“%”. La congruencia facilita utilización de los métodos de la computación. Sin embargo, desde el
punto de vista de la metodología, las medidas, los índices y sus relaciones son incomparables (lo
que, según la teoría de las medidas en el espacio multidimensional, no es significativo).
5
En este sistema las medidas se marcan como M1, M2 etc.
6
Por supuesto es posible usar un radical o su función para “acercar” el módulo así computado
al área del contorno vertical del cráneo. Sin embargo, a causa del valor real del área del contorno
vertical, dependiente sobre todo de la forma de este contorno, los métodos más complicados no
tienen sentido. Además es sabido que existe una gran variabilidad de la forma del contorno vertical
del cráneo (Martin, Saller 1957; Piasecki 1992).
El tamaño de la bóveda craneal como manifestación de la variabilidad antropológica œ¡

Fig. 3. Valores del tamaño/módulo craneal m2 para las series de América del Norte (AN) y de la
región andina (AD), m – cráneos masculinos, f – cráneos femeninos (Piasecki 1999a)
Fig. 3. Cranial size/module m2 values for the North America (AN) and Andean region (AD)
series, m – masculine crania, f – feminine crania (Piasecki 1999a)

mo) de las poblaciones analizadas. Esto significa que es posible aplicar el módulo
craneal computado como un método suficientemente bueno para resolver algunos
problemas antropológicos.

4.
Veamos entonces como se presentan los valores del módulo craneal para las
series del Perú Prehispánico (Fig. 4). Nos hemos restringido a los cráneos mas-
culinos de la región centroandina (Piasecki 1999a), aplicando un método doble
que consiste en el análisis simultáneo de la variabilidad del módulo vertical (m2)
y del módulo voluminal (m3).
El modelo bidimensional lo hemos elegido por dos causas. Primero: para
liberarse totalmente de las dependencias vinculadas a las deformaciones de la
bóveda craneal y su forma; segundo: para demostrar el sentido de la aplicación
del modelo sintético en lugar del analítico. El espacio de la variabilidad lo hemos
dividido aprovechando los valores de los promedios aritméticos y la derivación
estándar (SD). Lo que facilitó no sólo la observación de las relaciones entre m2
y m3, sino también la división de las series andinas (29 en total, fechadas desde
el Formativo Superior hasta la Época Incaica Tardía).
œ` Karol Piasecki

Fig. 4. Ubicación de los sitios arqueológicos andinos. La localización de los sitios


con cráneos investigados por el autor (Piasecki 1999a) está marcada con puntos
Fig. 4. Andean archaeological sites situation. Location of the sites with skulls investigated
by the author (Piasecki 1999a) is marked with points
El tamaño de la bóveda craneal como manifestación de la variabilidad antropológica œ^

Para obtener una división más detallada hemos usado la mitad de SD. El
volumen de la bóveda craneal aumenta según los números de los grupos así deter-
minados (Fig. 5). La distribución geográfica de las series (con una generalización)
la hemos demostrado en la figura 6. Como vemos, la región andina en cuestión la
podemos dividir en dos zonas: litoral y cordillera. Además en los Andes Centra-
les alcanzamos discriminar algunas divisiones transversales, que contradicen la
disposición hipotética desde los cráneos menores (en el Norte, cerca del Ecuador)
hasta los más grandes (en el Sur, lejos del Ecuador). El esquema meridional está
roto también por pequeños enclaves y zonas cruzadas en el Norte.

Fig. 5. Variabilidad de los tamaños/ módulos craneales de las series andinas (m2 y m3);
sólo cráneos masculinos. Correlación aproximada de ambos módulos y división
de la serie en grupos (marcados con cifras romanas) están señaladas
Fig. 5. Andean series cranial size/module variability(m2 y m3); only masculine skulls.
The approximated correlation of the modules and division of the series in groups
(marked with roman numbers) are indicated
œ Karol Piasecki

Fig. 6. Distribución geográfica de la variabilidad del tamaño/módulo de cráneos andinos.


Los grupos de la fig. 5, para mayor claridad, unidas por dos.
Los límites de las zonas son esquemáticos
Fig. 6. Geographic distribution of the Andean cranial size/module variability.
Groups from fig. 5, for the major clarity, combined by two.
The limits of the zones are schematic
El tamaño de la bóveda craneal como manifestación de la variabilidad antropológica œœ

5.

Obviamente, el resulto obtenido lo debemos tratar como preliminar. No obs-


tante, se nota fácilmente que la suposición acerca del modelo de la correlación
entre el tamaño de la bóveda craneal y el clima (longitud geográfica) significa
para el Perú Prehispánico la posibilidad de obtener las conclusiones importantes
para su etnogénesis. Primero: las poblaciones andinas son resultado de los proce-
sos demográficos más complicados que la simple adaptación al clima; segundo:
todos los modelos, que tradicionalmente dividen a los precolombinos en serranos
y costeños, desde el punto de vista de la antropología física no están suficiente-
mente justificados; tercero: notamos que algunas anomalías observadas pueden
ser vinculadas con centros estatales tardíos, como los de los Moche o Incas, o con
unas vías de comunicación que atravesaban la sierra. Para obtener resultados más
detallados necesitamos aplicar métodos más complicados y, sobre todo, acumu-
lar un material craneal más amplio. Esto podría ayudar a evitar la diacronía del
análisis y amplificar el área de investigación a otras partes del territorio andino
(y Amazonas). Sin embargo, debemos consentir que con el método presentado
es posible obtener la imagen de la variabilidad de la estructura antropológica en
la situación cuando los métodos clásicos fallan.

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Arqueología de Churajón, sur del Perú œz

JÓZEF SZYKULSKI1

ARQUEOLOGÍA DE CHURAJÓN, SUR DEL PERÚ


ARCHAEOLOGY OF CHURAJÓN, SOUTH OF PERU

Abstract
Churajón (dep. Arequipa), the biggest prehispanic complex of southern Peru (Fig. 3), was
investigated from 1993 to 2002 by the Catholic University “Santa María” of Arequipa and archae-
ologists from Poland.
This account presents the results (Proyecto Churajón) of the season 1997-1999 in which the
sectors 1 and 5 of the administrative-residential center (the Sahuaca eminence) of Churajón and
in Corabaya/Tasata Valley were investigated. On the eminence Sahuaca, besides the architectural
remains from the Late Intermediate Period and the Late Horizon, ceramics and “megalithic” field
(Fig. 10, 11) were found, probably the old origin. In the Corobaya and Tasata Valley the archaeologi-
cal material was found (Fig. 5, 6), probably from the Andean Preceramic Period.

Keywords:
Churajón. Prehispanic complex. Early colonial church. South of Peru.

En la temporada 1993-2002 la Universidad Católica “Santa María” de Are-


quipa, con el apoyo de Alemania y Polonia, estaba llevando a cabo un proyecto
arqueológico en el sur del Perú denominado Proyecto Churajón (Szykulski, Belan
1996, 1998; Szykulski 1996, 1998, 1998a, 1999, 2000, 2000a; Neira 1998; Ramos,
Díaz 1998; Szykulski, Cárdenas Sumida 1998; Szykulski, Díaz, Ramos 2000).
Los trabajos de investigación – realizados bajo la responsabilidad del autor-
se concentraron en el conjunto prehispánico Churajón, localizado al sureste de
Arequipa (Fig. 1). Uno de los objetivos principales de la investigación fue elaborar
una secuencia cronológica de la zona.
El director del Proyecto Churajón y miembros de su equipo agradecen
a todas las instituciones y personas particulares, las cuales apoyaron la realización
del proyecto. Aprovechamos la oportunidad para expresar nuestra gratitud muy

1
Universidad de Wroclaw, Instituto de Arqueología, ul. Szewska 48, 50-139 Wroclaw, Polonia;
e-mail: jszykulski@hotmail.com
U° Józef Szykulski

Fig. 1. Localización del conjunto arqueológico de Churajón, dentro del Extremo Sur del Perú
Fig. 1. Churajón archaeological complex localization, in the extreme south of Peru

particular a los ilustrísimos señores Rectores de la Universidad Católica “Santa


María” de Arequipa Dr. Luis Carpio Ascuña y Dr. Julio Paredes Nuños, así como
también a todos los miembros del cuerpo científico, egresados y estudiantes de
Alma Mater arequipeña.
Así mismo expresamos nuestro agradecimiento a todos los responsables del
Instituto Nacional de Cultura (Lima) y a los representantes del INC en Arequipa,
por su apoyo y la rápida gestión de los trámites de autorización de los trabajos
del campo. Por el apoyo quieremos agradecer también al Servicio Alemán de
Intercambio Académico (DAAD), la Mancomunidad Alemana para la Investiga-
ción Científica (DFG), el Instituto de Arqueología de la Universidad de Wroclaw
y a la Municipalidad de Arequipa.

LA ZONA DE INVESTIGACIONES
El conjunto arqueológico de Churajón está localizado aproximadamente
a 60 kilómetros al sureste de Arequipa (Fig. 1), en el Distrito de Polobaya, Pro-
Arqueología de Churajón, sur del Perú U

vincia y Departamento de Arequipa (Latitud Sur 16o32’/16o45’, Longitud Oeste


71o15’/71o22; UTM Norte 81-48/81-64, Oeste 2-50/2-58; Carta Geográfica Na-
cional, No. 34-t “Puquina“). Su límite norte lo forman las ruinas de Maucallacta,
cerca de Polobaya. En la dirección sur las evidencias arqueológicas tipo Churajón
desaparecen aproximadamente a la altura de la quebrada Amarcanqui, 4 kilóme-
tros al sur de Santuario de Chapi. Como límite occidental de la zona esta definido
camino a la mina Cuprita (dirección al Santuario de Chapi). Límite oriental define
el pendiente sur-este de la cadena de cerros, los cuales delimitan del lado este el
valle de la quebrada Corabaya–Tasata.
Churajón se encuentra a una altura entre los 2700 y 3400 metros sobre el
nivel del mar. La topografía del terreno está formada por profundos valles de las
quebradas con flujo periódico de agua2. La vegetación en la zona es típica de re-
giones semidesérticas y está constituida por yareta y diferentes tipos de cactáceas.
Toda la zona se caracteriza por una fuerte actividad sísmica y vulcanismo.
Los estudios geológicos, arqueológicos y documentos históricos confirman
que en el pasado las erupciones de los volcanes afectaban en forma drástica las
condiciones de la vida humana (Barriga 1951; Chávez Chávez 1993). El con-
junto arqueológico de Churajón, como también otros sitios de la región, tales
como Coporaque, Omate, Valle de Victor, Uchumayo o Kasapatak en Arequipa,
presentan hasta hoy día las huellas de la destrucción causada por la erupción del
volcán Huaynaputina en el año 1600 (Echevarría y Morales 1600; Barriga 1951;
Szykulski 1996, 1998). En algunos casos la ceniza volcánica forma un estrato de
más que 1 metro de espesor (Fig. 2).
El conjunto arqueológico de Churajón -el más grande en el Sur de Perú- abar-
ca miles de hectáreas de terreno cubierto por antiguas ruinas y terrazas agrícolas
(Fig. 3). Las terrazas y los muros de las estructuras, por el peso del relleno, pre-
sentan deformaciones en la dirección del desmonte. La parte principal de la zona
arqueológica está conformada por los centros habitacionales: Torre Ccasa, Gentilar,
Mollebaya, Parasca, Wratislavia3 y Administrativo-Residencial4, localizados sobre
los cerros, a ambos lados de las quebradas Segache y Corabaya/Tasata5. Dentro de
los centros habitacionales constatamos la presencia de rampas, edificios de plan-
tas trapezoidales o rectangulares, patios y otras estructuras de piedras canteadas
y cimentadas con greda o de adobe (Fig. 4). Algunas estructuras están conserva-
das hasta una altura de 3-4 m. Debajo de los centros –sobre las plataformas allí

2
En la región el periodo de las lluvias dura desde la mitad de diciembre hasta fin de marzo.
3
Se trata de otra cumbre, sin nombre, del mismo cerro Sahuaca. Para facilitar los trabajos de
documentación hemos denominado el pico Cerro Wratislavia. El nombre proviene de la ciudad
Wratislavia (Wrocław) en Polonia.
4
La denominación nativa del Centro Administrativo-Residencial es Pueblo Viejo.
5
A la altura del pueblo Tasata la quebrada Corabaya cambia el nombre por la quebrada de
Tasata.
U¤ Józef Szykulski

Fig. 2. Cuenca del río Tambo. Ceniza volcánica de la erupción del Huaynaputina en 1600
Fig. 2. Tambo River valley. Volcanic ashes from the 1600 Huaynaputina eruption

Fig. 3. Andenería prehispánica en el Valle de Segache.


En el fondo Cerro Torre Ccasa con un centro defensivo en la cumbre
Fig. 3. Prehispanic system of terraces in Segache Valley.
Torre Ccasa Eminence with a defensive center on its summit
Arqueología de Churajón, sur del Perú U¡

Fig. 4. Centro Administrativo-Residencial, Estructura 105.


Edificio de piedra canteada y cimentada con greda, característico de Churajón
Fig. 4. Administrative-residential center, Structure 105.
Construction of hewed stone cemented with fuller’s earth, characteristic of Churajón

localizadas – se encuentran necrópolis formadas por tumbas subterráneas en forma


de pozos y por torres sepulcrales (chullpas) de piedra o de adobe. Los trabajos
arqueológicos confirman que el patrón arquitectónico de Churajón es propio del
período Intermedio Tardío, proyectándose hasta el Horizonte Tardío (Bernedo
Málaga 1949, Lumbreras 1974, Szykulski 1996, 1998, 1998a, 1999, 2000, 2000a;
cf. también Gasparini, Margolies 1980).
Sin duda, las actividades humanas realizadas en estas dos últimas épocas
prehispánicas, cambiaron en forma drástica la antigua topografía del terreno. Los
trabajos de nivelación, la construcción de las terrazas y del sistema de irrigación
influyeron en las condiciones microclimáticas de la zona, como también borraron
la mayoría de los vestigios de ocupación anterior. Por eso, la reconstrucción de
las evidencias culturales anteriores al período intermedio tardío se basa en los
escasos vestigios culturales conservados sobre eminencias de los cerros y en las
partes bajas de las quebradas, donde no se realizaron trabajos de construcción.

HISTORIA DEL DESCUBRIMIENTO E INVESTIGACIONES


El documento más antiguo acerca de la región donde se encuentran las ruinas
de Churajón es, procedente del siglo XVI, la “Visita a la provincia de Chucuito”
U` Józef Szykulski

de Garcí Diez de San Miguel (Diez de San Miguel 1567 [1964])6. En el trabajo,
que se refiere a Moquegua y el norte de Tacna no aparece ninguna información
sobre las ruinas en esta zona, tampoco se menciona el nombre Churajón.
El texto donde encontramos la primera información sobre las ruinas al sureste
de Arequipa procede del siglo XVIII. Se trata de un recurso presentado por los
fundadores del pueblo de Yarabamba, a la sazón, Carlos y Anastasio de Málaga,
al Señor General don Mariano de Oribe, Corregidor y Justicia Mayor de la Villa
de Moquegua, en 1780, pidiéndole la concesión (..mande darle posesión..) de las
estancias de Candabaya, Chalsando, Corralaque, Paca y Nawam. En el trámite de
deslinde aparece una información importante, a saber “...están inmediatamente al
antiguo pueblo de La Huaca...” (Bernedo Málaga 1949: 61).
Un reporte similar lo encontramos también en un documento de 1795, de don
Francisco Gámez, Agrimensor Público de Su Majestad y Teniente de Cosmógrafo
Mayor para todo el Reino. En su documento de particiones y tasaciones de unos
terrenos en Valle de Chapi se puede leer: “...Los terrenos eriazos se regaban
antigüamente con la superbundancia de aguas de los campos de La Huaca...”
(Bernedo Málaga 1949: 61). Probablemente “La Huaca” mencionada en ambos
textos corresponde a las ruinas de Churajón.
El mismo nombre Churajón aparece por la primera vez en una anotación
manuscrita encontrada al margen de la publicación de Joseph Porras “Gobierno
de los Reguladores de América”, por el sacerdote arequipeño y pionero de la
arqueología en esta zona Monseñor Leonidas Bernedo Málaga.

En la anotación se lee:
“..Pueblos que existían Antiguos Puluguayas. El Churajón llama-
do hoy “la Huaca” por los españoles. El Puluguaya que está frente
a este pueblo. El Uactalacta cerca de Pocsi. Todos estos pueblos fueron
gobernados por el gran cacique de Churajón. El último cacique de este
pueblo fue Sacrun, el cual fue vencido por los indios venidos del Titicaca.
La pelea tuvo lugar en Nawam, hoy Uzuna. Después el imperio quedo
en ruinas. Polobaya, Marzo 1861. Juan Huaranca..”7
(Bernedo Málaga 1949; foto en: Linares Málaga 1987: 196, 197).

Esta relativamente tardía información ayudó a localizar Churajón, el que fue


descubierto para la ciencia en abril de 1931. En 1933 Monseñor Bernedo Málaga
realizó en el conjunto algunas excavaciones. Las evidencias arqueológicas que

6
La región de Arequipa pertenecía en esta fecha a la provincia Chuquito.
7
No se conocen referencias acerca del autor de este texto, ni tampoco es conocida la fuente
de sus informaciones, pero el castellano moderno usado por el autor, como también las toponimias
geográficas que proceden del siglo XVIII-XIX, descartan la posibilidad que se trate de la trans-
cripción de algún texto antiguo.
Arqueología de Churajón, sur del Perú U^

encontró las denominó “Cultura Puquina”. Posteriormente los investigadores


le rebautizaron “Cultura Churajón”, respetando el nombre propio del conjunto
prehistórico, tal como lo describió el autor del texto de 18618.
Desde las investigaciones de Bernedo Málaga hasta 1994 en Churajón no
se realizó ninguna excavación. En este período, en las ruinas se llevaron a cabo
solamente algunas prospecciones breves (Valcárcel, Vescelius, Neira, Linares
Málaga). La prospección de 1958, realizada por la misión arqueológica de la
Universidad de Tokio, dirigida por Seiichi Izumi y Luis G. Lumbreras, permitió
obtener la primera fecha 14C (GaK-108= 540+/-70) para este conjunto (Kigoshi,
Tomikura, Endo 1962). Otra fecha 14C (Gd-10153= 570+/-100) proviene ya de las
excavaciones realizadas en 1994 por el Proyecto Churajón (Szykulski 1996).
Hasta 1994 aparecieron algunas publicaciones sobre materiales tipo Chura-
jón, sustentadas en los materiales tanto de las antiguas excavaciones de Bernedo
Málaga, como también los descubiertos en numerosos sitios, como por ejemplo:
Kasapatak/Casapatak (Bernedo Málaga 1949), Tres Cruces (Morante 1941, 1942),
Challapampa (Huanqui Hurtado 1970), Colegio Nacional de la Independencia
Americana (Belan 1981) u otros (Szykulski, Belan 1998).
En 1944 Kroeber publicó la cerámica de los estilos Churajón, Chuquibamba
y Chiribaya denominándola “Churajón” (Kroeber 1944). La primera clasifica-
ción tipológica de la cerámica fue realizada por Neira Avendaño (1966). En su
publicación la cerámica Churajón fue definida como un material derivado de
Tiawanaku, desarrollado por los migrantes altiplánicos. Algunos años después
Luis G. Lumbreras (1974), en el trabajo “Los Reinos Post-Tiawanaku en el Área
Altiplánica”, planteó una serie de hipótesis sobre la cronología interna del estilo
Churajón (Churajón Temprano, y Churajón Tardío; Lumbreras 1974: 72) y su
vinculación con el área altiplánica, ante todo con los estilos Mollo (Bolivia, Pro-
vincia Muñecas) y Allita Amaya (Perú, Departamento Puno).
A partir de 1994 la Universidad Católica “Santa María” de Arequipa inició
las investigaciones en el conjunto arqueológico de Churajón. Los trabajos de ex-
cavación se concentraron en el Centro Administrativo-Residencial y directamente
al norte de él, en los montículos sepulcrales 2, 3 y 4, como también en el centro
habitacional Parasca. Aparte de las excavaciones, se realizó el levantamiento
topográfico del Centro Administrativo-Residencial y prospecciones. Las pros-
pecciones se llevaron a cabo a lo largo del valle de la quebrada Corabaya/Tasata
y del valle de la quebrada Segache.
Los trabajos mencionados han permitido constatar que el área estudiada
presenta una larga ocupación, desde el Período Formativo hasta el inicio de la
Época Colonial (Período de Transición). Esto contradice algunos resultados de
los estudios anteriores.
8
En la publicación de Bernedo Málaga, como también en posteriores publicaciones de otros
autores, Juan Huaranca aparece, probablemente por su apellido, como indio Juan Huaranca.
U Józef Szykulski

ARTE RUPESTRE Y EL PROBLEMA DE LA ÉPOCA PRECERÁMICA

Durante los trabajos realizados en la zona de Churajón se documentaron


multiples evidencias de arte rupestre: petroglifos y pintura. Los petroglifos
y pinturas aparecen sobre las rocas y en los abrigos, en las partes bajas de los
valles de las quebradas Segache y Corabaya-Tasata. Este tipo de hallazgos se
registraron también sobre algunas rocas grandes que se encuentran dentro de los
centros habitacionales: Administrativo-Residencial, Torre Ccasa y Parasca.
Sobre las piedras se observan motivos de círculos (del sol), así como también
representaciones antropo- y zoomorfas, en su mayoría camélidos. Las diferencias
estilísticas y tecnológicas indican que los hallazgos podrían proceder de diferentes
épocas históricas. A esto pueden indicar no sólo las diferencias estilísticas, sino
también el diferente tipo de pátina, documentada dentro de los grabados, proce-
dentes algunas veces de rocas vecinas. En varios casos se constata analogías con
evidencias de este tipo, conocidas de otras regiones del sur del Perú.
La mayoría de los petroglifos y pinturas rupestres, documentados en la zona
arqueológica de Churajón, hay que relacionarlos con el período Intermedio Tar-
dío y el Horizonte Tardío. Cabe indicar que por ejemplo las pinturas de una roca
grande del sitio Ts.-2, en el valle de la quebrada Corabaya, presentan motivos
propios a la decoración de la cerámica del estilo Churajón9.
En el transcurso de los trabajos arqueológicos realizados en la zona de
Churajón, en el fondo del valle de Tasata, se constató también la presencia de
instrumentos líticos (puntas de proyectil, raspadores) y desechos de talla. Aparte
de esto se encontró, única en el sur peruano, punta de proyectil tipo cola de pes-
cado (cf. Publicación Luís Díaz Rodriguez en el mismo volumen). Se trata de un
hallazgo superficial. En la misma zona se documentó abrigos (Abrigos III y IV)
con pintura rupestre, procedentes de la Época Precerámica.
Las mejor conservadas proceden del Abrigo III (sitio Ts.-3), localizado en
el margen derecho del valle de la quebrada de Tasata10. En este sitio aparecen las
representaciones antropo- y zoomorfas de color ocre y rojo sangre seca (Fig. 5). En
su expresión artística, las pinturas presentan algunas analogías con las evidencias
de la Época Precerámica publicadas por Neira Avendaño (Neira 1990, 1998).
Los sondeos realizados en el Abrigo III confirmaron que en el período In-
termedio Tardío o en la Época Incaica este sitio se utilizó para enterramientos.
La misma situación se documentó en el Abrigo IV. Se trata del entierro de varias
personas (hombres) en un gran pozo el cual abarcaba la mayor parte del abrigo.
Los cadáveres fueron enterrados sin ningún orden. Tal vez se trate de guerreros

9
En los sondeos practicados al lado de la roca se obtuvieron fragmentos de cerámica Churajón
e Inca.
10
El Abrigo IV está localizado a 300 m al norte del Abrigo III, a la margen izquierda de la
misma quebrada.
Arqueología de Churajón, sur del Perú Uœ

Fig. 5. Churajón, Valle Corobaya-Tasata. Pintura rupestre del Abrigo III


Fig. 5. Churajón, Corobaya-Tasata Valley. Rock painting from the Shelter III

que perecieron en algún combate. La misma situación observamos en el Abrigo I


(sitio Ts.-1), localizado 1500 m más al norte, en el valle de la quebrada Corabaya,
donde también se excavaron entierros de cinco hombres.
En el Abrigo III, el pozo sepulcral alcanzaba hasta la roca matriz, destruyendo
por completo las evidencias de la ocupación más temprana. Únicamente en el fondo
del abrigo, a su lado suroccidental, en la zona entre la pared y la roca matriz se
conservaron restos de un antiguo estrato cultural. En el estrato se documentó tres
raspadores (Fig. 6) y un magnifico ejemplo de la plástica (escultura). Se trata de
un fragmento de hueso, probablemente de llama, transformado intencionalmente
en una cabeza de zorro o perro (Fig. 7). Antes de ser tallado, el hueso fue colocado
en el fuego, probablemente para endurecer el material. La escultura tiene forma
alargada de 74 mm. Tenía fosas dentales hechas intencionalmente con los dientes
de yeso. De los dientes se conservó un ejemplar.
El problema de la cronología de la escultura mencionada está abierto. La de-
vastación del sitio por los entierros relacionados con el período Intermedio Tardío/
Horizonte Tardío no permitió documentar una clara secuencia estratigráfica. Tampoco
es seguro que los instrumentos líticos (raspadores) se puedan relacionar directamen-
te con la figurita. Sin duda, la cabeza del hueso encontrada en el Abrigo III da una
impresión de una antigua procedencia. Es difícil hablar sobre algunas analogías.
Aceptando la procedencia muy arcaica del hallazgo, hay que constatar que se trata de
única evidencia de este tipo. Se presentan algunos paralelos con el famoso hueso de
Tequixquiac (hueso de la llama fósil Palaeuchenia Mexicana, transformado en una
UU Józef Szykulski

Fig. 6. Artefactos líticos del Abrigo III en Churajón


Fig. 6. Lithic artifacts from Shelter III in Churajón

Fig. 7. Cabecita de hueso descubierta en el estrato inferior del Abrigo III


Fig. 7. Bone head sculpture discovered in the lower strata of the Shelter III
Arqueología de Churajón, sur del Perú Uz

cabeza de zorro o coyote), descubierto en 1870 en México (Bárcena 1882; Gendrop


1970: 5-7). Su cronología es también discutible y únicamente a base de indicaciones,
se incluye este hallazgo en el paleolítico mejicano, paleolítico superior.

FORMATIVO
En Churajón, los hallazgos de la cerámica anterior al período Intermedio Tar-
dío aparecieron ya en la primera temporada de los trabajos (1994). Excavaciones
ejecutadas en el sector 1 del Centro Administrativo-Residencial, localizado en la
parte superior de la pendiente norte del cerro Sahuaca, pusieron en evidencia algunos
fragmentos de cerámica de características muy tempranas (Szykulski 1996, 1999,
2000, 2000a). Todos se encontraron en los estratos secundarios, junto con la cerá-
mica de estilo Churajón y algunos tiestos Huari. Los tiestos de carácter formativo
son de color marrón oscuro o negro con desgrasante de cuarcita de textura mediana
y gruesa. Una de las vasijas tenía dos asas con perforaciones. Entre los hallazgos
se documentaron algunos tiestos con incisiones profundas en forma de triángulos
(Fig. 8). Los fragmentos con las mismas características fueron encontrados también
sobre cerros Parasca y Wratislavia y sobre la Pampa de Condabaya.

Fig. 8. Cerámica Tasata y collares relacionados con ella,


encontrados en la cumbre del cerro Sahuaca
Fig. 8. Tasata pottery and necklaces related to it, found on the Sahuaca Eminence summit
z° Józef Szykulski

Una notable cantidad de los fragmentos con incisiones se documentó en la


parte norteña de la cumbre del cerro Sahuaca, donde sobre la primera terraza
del desmonte norte se localizó una plataforma sepulcral con las tumbas en forma
de pozos circulares. Las tumbas contenían entierros del Horizonte Tardío. De la
superficie de la plataforma se obtuvieron también fragmentos de cerámica con
incisiones profundas y otros, procedentes de ollas globulares sin decoración.
Las excavaciones realizadas debajo del relleno de la plataforma pusieron en
evidencia las huellas de la ocupación anterior al cementerio. Probablemente se
trata de los restos de un basural. El material arqueológico está representado por los
fragmentos de la cerámica incisa de pasta de color: marrón rojizo, marrón y marrón
oscuro (Fig. 9). Sobre uno de los fragmentos se constató engobe de color rojo. En
el material arqueológico aparecen tiestos con incisiones muy finas y superficie
pulida, como también otros con incisiones menos elaboradas, en su mayoría la
superficie no está pulida. Se registraron dos instrumentos líticos de cuarzo y dos
figuritas de cerámica. Una, presenta la cabecita con características muy arcaicas,
otra, es un fragmento de la imagen de llama. No se ha podido documentar ninguna
secuencia estratigráfica entre estos hallazgos.
Los datos arqueológicos presentados permiten llegar a la conclusión que en la
zona arqueológica de Churajón aparecen evidencias de cerámica aún no definida
por los investigadores. La cerámica esta representada por fragmentos proceden-
tes de ollas globulares, cuencos y queros. La pasta está muy bien elaborada y es
de color marrón rojizo, marrón, marrón oscuro hasta negro. Se caracterizan por
el desgrasante de cuarzo adicionalmente mezclado con fragmentos de calcita
o cerámica molida. En uno de los tiestos se observó fragmentos de concha. La
superficie de las vasijas estaba pulida y tenía profundas incisiones en forma de

Fig. 9. Fragmento de la cerámica tipo Tasata


Fig. 9. Tasata type pottery fragment
Arqueología de Churajón, sur del Perú z

cintas horizontales y composiciones de triángulos rellenados con incisiones


verticales. No aparecen incisiones de líneas curvas. Aparte de esto, en la su-
perficie de algunas vasijas se observó huellas de la pintura (o engobe) de color
rojo y esporádicamente incisiones rellenadas con pasta blanca. Entre el material
arqueológico aparecen también fragmentos con incisiones menos elaboradas de
forma horizontal y vertical. En la mayoría de estos fragmentos la superficie no
está pulida (Fig. 8G). Probablemente las diferencias mencionadas presentan dos
variaciones del mismo estilo11. La cerámica fue cocida en atmósfera reducida. El
análisis de las fracturas indica que la reducción del ingreso del oxígeno se realizó
en la última fase de la cocción. Los fragmentos con las características descritas los
hemos denominado como estilo Tasata. El nombre proviene del poblado Tasata
localizado en el valle de la quebrada del mismo nombre.
El material que caracteriza al estilo Tasata (Tasata Inciso), por sus profundas
y anchas incisiones, así como también por la presencia del pigmento rojo y blanco
recuerda las tradiciones más tempranas de la cerámica americana (formativo). La
distribución de la cerámica formativa con estas características se extiende, por
lo menos, desde el sur del Perú hasta Ecuador y Colombia: formativo superior
de San Agustín o cerámica Momil de la región Sinú en Colombia; (Duque 1966;
Duque Gómez, Cubillos 1993; Reichel-Dolmatoff 1997; Szykulski 1991, 1995;
Szykulski, Salamanca 1999)12.
Analogías con el estilo Tasata de Churajón (Tasata Inciso) se encuentran en
el área Sur Andina dentro de los materiales formativos de Chanapata; Chanapata
Incised Black (Rowe 1944) y Qaluyu; Qaluyu Inciso; (Lumbreras, Amat 1968:
79), así como también en la Costa Central; Early Ancón y Early Supe: (Willey,
Corbett 1954) y en el norte del Perú (Izumi, Terada 1972; Strong, Evans 1952;
Shady, Rosas 1970, 1979; Shady 1983, 1987).
Probablemente, al estilo Tasata de Churajón pertenecen también la mayoría
de los tiestos sin decoración (¿cerámica utilitaria?), de color marrón oscuro hasta
negro y a veces con la superficie pulida, denominada como Tasata Marrón/Negro.
Su pasta, respecto al desgrasante y la cocción, tiene características muy parecidas
a la cerámica incisa. La limitada cantidad de fragmentos diagnosticados de este
grupo de hallazgos solamente nos permite constatar que la forma principal era
la olla globular con el borde invertido y el cuenco. A veces, las ollas tenían el

11
La limitada cantidad de los hallazgos no nos permite definir en forma clara los límites entre
ambas variaciones. La definición „incisiones menos elaboradas” sín duda sugiere las diferencias
pero tiene un carácter muy subjetivo.
12
Hay que replantearse la tesis formulada por algunos investigadores sobre la influencia directa
o indirecta de Chavín en la formación de estilos formativos del Perú (Chanapata, Qaluyu, Ancón
etc.). Tal vez los elementos formativos descritos anteriormente tengan un carácter más universal
y no relacionado con un centro concreto. En esta situación, las analogías con Chavín, o directas
influencias de ésta, pueden tener carácter secundario.
z¤ Józef Szykulski

labio ligeramente evertido. Sólo en un caso se constató la presencia de asas con


perforaciones. Respecto a la pasta y elaboración de la superficie de los hallazgos,
a este grupo pertenecen también los fragmentos de las figuritas, encontrados dentro
de la plataforma sepulcral, al límite norteño del Sector 5.
Analizando la cerámica representada por las ollas globulares sin decora-
ción (Tasata Marrón/Negro), no podemos negar que se trata de un material con
características muy tempranas en el área Sur Andina, pero sin duda el material
presentado no es coherente. Es decir, la limitada cantidad de los hallazgos, la falta
de ornamento y los pocos fragmentos con elementos diagnósticos, no permiten
aún definir los criterios (aparte del criterio geográfico), que distinguen estos
fragmentos de otros, procedentes tal vez de la misma época histórica (formativo),
pero de diferentes tiempos o regiones.
Hay que mencionar que en la región de Arequipa han sido documentados
tiestos con las mismas características en la Punta de Islay (Neira Avendaño 1990),
al pie del cementerio de San Francisco cerca de Corire (Szykulski, Cárdenas Su-
mida 1999) y sobre ya mencionada Pampa de Condabaya. Todos estos hallazgos
han sido definidos como formativos, pero sin duda presentan una notable difusión
geográfica y tal vez temporal.

“MEGALITOS” DE LA SAHUACA
Al contrario de otros sectores de la misma zona, sobre la cumbre del cerro
Sahuaca no aparecen las características del conjunto Churajón, es decir edificios
trapezoidales y rectangulares construidos de piedras canteadas. Aparte de algunos
montículos sepulcrales con materiales Churajón e Inca, en el sitio se hallaron
plazas limitadas por muros construidos de grandes piedras superpuestas. Las
construcciones estaban cubiertas por ceniza volcánica.
Los trabajos de excavación realizados en una de las estructuras (estructura
501), localizada al límite sur de la cumbre, pusieron en evidencia una plaza de
forma irregular de 370-380 m2, profundizada en el terreno (Fig 10). Antes de la
excavación, se podía ver en la superficie algunas piedras de gran tamaño, las cua-
les formaban los muros de la estructura. Éstos se conservaron hasta una altura de
1.70 m. Por la acción del agua y el peso del relleno de la terraza, el muro del lado
sur presenta una notable deformación en la dirección del desmonte. Por el mismo
fenómeno algunos bloques del muro norte se derrumbaron sobre la plaza.
La estructura mencionada tenía dos accesos. Uno, del lado noreste (80 cm),
con dos gradas de piedras que permitían subir al terraplén de la cumbre del cerro
Sahuaca. Otro acceso, de 70 cm de ancho, está localizado del lado sureste y per-
mitía bajar a la estructura localizada sobre la siguiente terraza. En el centro de la
plaza se documentó un obelisco de 175 cm de altura. Adosado a su lado norte, se
encontraba un altar de piedra, en parte elaborada. En la superficie de la plaza (en
su parte central) se excavaron hileras de piedras de calcita profundizadas en el
Arqueología de Churajón, sur del Perú z¡

Fig. 10. Churajón, plano de la plaza megalítica del cerro Sahuaca


Fig. 10. Churajón, ground plan of the “megalithic” field on the Sahuaca Eminence

piso de greda. Las hileras formaban rectángulos, como también delimitaban un


camino al norte y sur del obelisco (Fig. 11).
Toda la estructura tenía indudable carácter ceremonial, tal vez astronómico.
Parece que solamente algunas personas elegidas tenían acceso al lugar sagrado. A esto
apuntan los elementos constructivos, ya mencionados, dos accesos muy angostos,
los cuales prácticamente no permiten la circulación de gran cantidad de personas en
el ambiente de la plaza. Tampoco las hileras de piedras de calcita que formaban los
rectángulos habrían podido resistir la circulación de grandes grupos humanos.
Los trabajos de excavación confirman que en el lado norte de la plaza el piso
se encontraba directamente sobre la roca matriz. Siguiendo hacia el sur aparece un
estrato artificial, el cual alcanza 120 cm de espesor, al límite sur de la estructura.
En este lugar el relleno contenía fragmentos de cerámica tardía (período intermedio
tardío, horizonte tardío), así como también algunos fragmentos formativos del
z` Józef Szykulski

Fig. 11. Churajón, cumbre del cerro Sahuaca; plaza megalítica


Fig. 11. Churajón, Sahuaca Eminence summit; “megalithic” field

estilo Tasata. Todos los tiestos tienen carácter intrusivo y fueron llevados por el
agua de la superficie de la cumbre, y se introdujeron en el relleno en el momento
de la deformación de los límites de la terraza.
En la ampliación de las excavaciones, al norte de la plaza se localizaron otros
tres obeliscos, probablemente relacionados con la estructura descrita anteriormente.
El obelisco No. 2, el más grande de todos, se encontraba todavía en su posición
original, directamente al noreste de la estructura 501. Mide 180 cm y más de 70
cm de diámetro. Directamente al sur de éste, debajo de la ceniza volcánica, se
descubrió el obelisco No. 3 y a su lado una piedra plana, muy parecida al „altar”
de la estructura 501 (cf. Fig. 10). Obelisco No. 4, se encontró en la Trinchera I,
al norte de la plaza.
Sobre el mismo cerro, así como también al otro lado de la quebrada Segache,
sobre el desmonte sureste del cerro Mollebaya, fueron encontradas otras lajas (obe-
liscos) probablemente botadas de una de las terrazas localizadas más arriba.
Un problema aparte lo presenta la interpretación de la plaza „megalítica” del
cerro Sahuaca, como también otras evidencias arqueológicas a su alrededor. Ana-
logías con estas construcciones hay que buscarlas en el sitio Queneto del Valle de
Virú (Larco Hoyle 1938: 14-20; Willey, Corbett 1954), donde aparecen plazas con
obeliscos, y también entre las huancas ampliamente conocidas del área andina13.

13
Una plaza “megalítica“ limitada por los muros “ciclópeos“se documentó también en la región
Polobaya (Szykulski, Díaz, Ramos 2000). En el sitio no se realizaron excavaciones.
Arqueología de Churajón, sur del Perú z^

En ambos casos aparece el problema de la cronología de estas construcciones.


Las estructuras de Queneto, clasificadas por Larco Hoyle en el período inicial
(Larco Hoyle 1938), han sido ubicadas por otros investigadores en épocas más
tardías (Willey 1953). Las huancas, como sitios sagrados, formaban uno de los
elementos del ambiente religioso en el tiempo de los incas. Pero sin duda, no se
trata de un elemento propio de la cultura incaica y hay que aceptar la procedencia
más arcaica de diferentes huancas, como lo sugiere la presencia de obeliscos en
los contextos culturales de Chavín, Pucará o Tiawanaku.
En el caso de las estructuras arquitectónicas del carácter “megalítico” de la
cumbre del cerro Sahuaca podemos constatar que estas evidencias presentan un
patrón arquitectónico diferente al de las construcciones conocidas de toda la zona
arqueológica de Churajón. En el sitio podemos observar que las características
para el período Intermedio Tardío de Churajón, estructuras arquitectónicas de
piedra canteada y cimentada con greda desaparecen al límite de la cumbre del
cerro Sahuaca. Sobre la misma cumbre se hallan las estructuras, las cuales, tanto
por su patrón arquitectónico, como también por haber sido visiblemente afectadas
por el tiempo, dan la impresión que proceden de periodos más arcaicos que otras
estructuras de la zona de Churajón relacionadas con el período Intermedio Tardío
y Horizonte Tardío.
La impresión, que las estructuras del Sector 5 son más antiguas que otras de
la zona, está fundamentada también por la evidencia de que las construcciones del
período Intermedio Tardío y Horizonte Tardío (localizadas sobre los pendientes
del cerro Sahuaca), sin duda hechas en una forma menos resistente a la acción del
tiempo que los muros ciclópeos y los obeliscos, están mejor conservadas.
Concluyendo, las excavaciones realizadas dentro de la plaza ceremonial y en
sus alrededores confirman la existencia de la cerámica formativa del estilo Tasata
(Tasata Inciso, Tasata Marrón/Negro) en el sitio. Pero, aparte de algunos indicios,
no se ha podido documentar una clara relación de la cerámica del estilo Tasata
con la plaza. Tal vez los fenómenos naturales (erosión, denudación etc.), así como
también, muy común entre los pueblos del área andina, la adaptación de antiguos
centros de culto en su propia infraestructura religiosa, hubieran borrado las evi-
dencias arqueológicas que podrían permitir definir en forma indudable el momento
de la construcción de la plaza ceremonial de la cumbre del cerro Sahuaca.

TEMPLO DEL SOL


Las excavaciones en el edificio denominado por Bernedo Málaga (1949) Tem-
plo del Sol pusieron en evidencia una iglesia doctrinera tipo Media Cruz (Goslinga
1971), que funcionaba en un edificio prehispánico (Szykulski 1998, 1998a, 1999). El
edificio -de la planta trapezoidal- presenta un patrón arquitectónico propio para toda
la zona arqueológica de Churajón. Los muros, conservados hasta una altura de 3,2
metros, están construidos de piedra canteada y cimentados con greda (Fig. 12).
z Józef Szykulski

Fig. 12. Churajón, Iglesia doctrinera del Templo del Sol


Fig. 12. Churajón, doctrinaire church of the Sun Temple

En el período posterior a la conquista, para que quedara conforme con la


necesidad del culto cristiano, se modificó la estructura prehispánica (Fig. 13). El
edificio estaba dividida por medio de banquetas reclinatorio en la nave central
(la parte norte) y el presbiterio (la parte sur). En el presbiterio fue construida
una plataforma con el Altar Mayor. Otro altar, del tamaño menor, se documentó
en un pequeño recinto que probablemente servía de baptisterio o capilla. En el
muro occidental del presbiterio – directamente al lado del altar – se construyó
una ventana grande, que permitía a la población indígena observar los cánones
de la fe cristiana y familiarizarse con ellos.
A la manera europea, en la nave central de la iglesia se encontraban los
entierros de las personas importantes de la sociedad. Se supone que pertenecían
a caciques indígenas y sus familiares que fueron cristianizados en poco tiempo
después de la conquista. El hecho de que la mayoría de los cráneos demuestre la
deformación practicada en la región andina antes de la llegada de los europeos
confirma su ubicación temporal en los inicios de la época colonial. Los cráneos que
no tenían huellas de deformación pertenecían a individuos relativamente jóvenes,
supuestamente nacidos durante o después de la conquista. Asimismo, fragmentos
de vestimenta y tupus de plata y bronce, encontrados en las sepulturas, confirman
que los individuos enterrados se vestían en la manera tradicional, prehispánica.
El ajuar funerario, en la mayoría de los casos cerámica, depositada debajo de
los cuerpos, del mismo modo demuestra una fuerte atadura de los lugareños al rito
Arqueología de Churajón, sur del Perú zœ

Fig. 13. Templo del Sol, reconstrucción de la iglesia doctrinera


(arquitecta Patricia Fernández, Universidad Central, Bogotá)
Fig. 13. Sun Temple, doctrinaire church reconstruction
(architect Patricia Fernández, Universidad Central, Bogotá)

pagano (Fig. 14). Es de mencionar que en el Templo del Sol, directamente debajo
de las tumbas de la época colonial, fueron localizadas más antiguas sepulturas
paganas, en forma de pozo con un pequeño nicho (Fig. 15). Las lajas de piedra que
encerraban éstas en muchos casos sirvieron de base para los entierros cristianos
en forma de caja de piedra. No se registraron ningunas huellas de la destrucción
de las tumbas anteriores, lo que aparentemente indica que en el periodo posterior
a la conquista los habitantes de Churajón todavía sentían una fuerte relación
emocional con el lugar de descanso de sus ancestros paganos.
zU Józef Szykulski

Fig. 14. Contenido de las tumbas del Templo del Sol. A – tumba 1; B, C – tumba 2;
D, E, F – tumba 3; G, H – tumba 4; I – tumba 10; J – tumba 12; K-O – tumba 12A;
P, R – tumba 13; S-U – tumba 13A (descripción del contenido de las tumbas,
Szykulski 1998: 306-313)
Fig. 14. The Sun Temple tombs’ contents. A – tomb 1; B, C – tomb 2; D, E, F – tomb 3;
G, H – tomb 4; I – tomb 10; J – tomb 12; K-O – tomb 12A; P, R – tomb 13;
S-U – tomb 13A (description of the tombs’ contents, Szykulski 1998: 306-313)
Arqueología de Churajón, sur del Perú zz

Fig. 15. Templo del Sol, localización de la tumba prehispánica (T-12A)


descubierta debajo del entierro cristiano (T-12)
Fig. 15. Sun Temple, localization of the prehispanic tomb (T-12A)
discovered below the Christian burial (T-12)

Los resultados de las investigaciones arqueológicas y las fuentes históricas


permiten precisar el periodo en el que el Templo del Sol funcionaba como iglesia
católica. Sus inicios están vinculados a los años treinta del siglo XVI, cuando
en esta parte del Perú aparecieron primeros españoles, bajo el mando de Diego
de Almagro, futuro conquistador de Chile. Parece que Churajón ejercía función
de centro operativo para la expedición chilena en preparación. De este período
proviene también uno de los pocos hallazgos del carácter europeo (procedencia
española). Se trata de una, acuñada en las Indias Occidentales, moneda de plata,
conocida bajo el nombre macuquina. La moneda mencionada, del valor de 1 Real,
fue encontrada en una de las tumbas del Templo del Sol (Fig. 16).
Los resultados de excavaciones en el Templo del Sol indican que la iglesia
misma, como también toda la región, fueron abandonadas aún antes de la erupción
del volcán Huaynaputina en el año 1600. Los datos históricos permiten señalar el
momento del abandono de Churajón por sus habitantes en el principio del último
cuarto del siglo XVI, lo que podemos asociar con las Reducciones del Virrey Don
Francisco de Toledo.
¤°° Józef Szykulski

Fig. 16. Templo del Sol, macuquina del valor de un real hallada en la tumba 2
Fig. 16. Sun Temple, macuquina of the one real’s value found in the tomb 2

En este contexto hay que suponer que la iglesia ubicada en el Templo del Sol
es uno de los más antiguos templos cristianos no sólo en el sur del Perú sino en toda
la parte sur del continente. Las fuentes históricas apoyan también la hipótesis de
que es en Churajón donde hay que buscar los orígenes del santuario de la Virgen
de Chapi, uno de los más grandes centros del culto religioso en el sur del Perú.

CONCLUSIONES
Los trabajos realizados en el conjunto arqueológico de Churajón nos per-
mitieron recuperar nuevos datos sobre la historia de ocupación humana en esta
importantísima zona arqueológica del sur del Perú.
La lectura de los datos indica que la ocupación más antigua en la zona de
estudio está relacionada con la Época Precerámica (paleoindios). De esta época
proceden algunos petroglifos y pinturas rupestres documentados en el valle de la
quebrada Corabaya/Tasata.
En los sitios arqueológicos de la Época Precerámica de los valles de las que-
bradas Segache y Corabaya/Tasata se documentó también diferentes instrumentos
líticos, en su mayoría raspadores y cuchillos, como también una punta de proyectil
tipo cola de pescado. Aparte de esto, con la presencia paleoindígena en el conjunto
arqueológico de Churajón está relacionada la evidencia plástica procedente del
abrigo con pintura rupestre (Abrigo III). Se trata de una pieza que probablemente
representa la cabeza de zorro o perro. La figurilla está tallada en un hueso, tal vez
del camélido silvestre Lama glana o Lama guanicoe.
La cerámica del estilo Tasata Tasata Inciso, Tasata Marrón/Negro documenta
una ocupación humana durante el período formativo. Los datos arqueológicos
indican que la cerámica del estilo Tasata está relacionada con el área altiplánica.
Las analogías más cercanas se observaron entre la cerámica del estilo Tasata y los
materiales formativos tipo Chanapata y Qaluyu (Rowe 1944; Lumbreras, Amat
1968). Es de mencionar que también los materiales de Ancón, de la Costa Central
(Fig. xx) presentan algunos parentescos con los hallazgos de la zona arqueológica
Arqueología de Churajón, sur del Perú ¤°

de Churajón (Tasata Inciso). Todavía está abierta la cuestión de la posición cro-


nológica de los materiales del tipo Tasata dentro del formativo peruano14.
Durante las investigaciones en Churajón se registraron pocas evidencias ar-
queológicas del Horizonte Medio, pertenecientes a los materiales de Tiawanaku y
Huari (Szykulski 1996, 1998; Szykulski, Belan 1996). La mayoría de las evidencias
obtenidas en la zona arqueológica de Churajón corresponden al período Interme-
dio Tardío y Horizonte Tardío. Las excavaciones confirman que las estructuras
arquitectónicas documentadas en la zona, en su mayoría, están relacionadas con
período Intermedio Tardío. Este patrón arquitectónico, sólo con pequeñas modi-
ficaciones, continuó también en el período de la dominación incaica.
Para el conjunto arqueológico de Churajón se confirmó la ocupación espa-
ñola (Szykulski 1998, 1998a), relacionada con la primera etapa de la dominación
europea en el sur del Perú (período de transición). Considerando la importancia
económica del conjunto Churajón, confirmada por la densidad de la población, no
se puede excluir la posibilidad de que la presencia española en la zona sea anterior
a la del Valle de Arequipa15. Con esta época está relacionada la iglesia doctrinera
del llamado por Bernedo Málaga Templo del Sol y otras estructuras excavadas
en la temporada de 1996 – 1999 (Szykulski 1998, 1999).
Los datos arqueológicos permiten definir el inicio del último cuarto del si-
glo XVI como momento cuando la iglesia doctrinera y todo el conjunto fueron
abandonados. Las excavaciones realizadas en diferentes estructuras del conjunto
arqueológico de Churajón indican que terminus postquem para toda la región es
el año 1600 es decir el evento de la erupción del volcán Huaynaputina.
En el Templo del Sol, así como también en otras estructuras investigadas por
nosotros (Szykulski 1996, 1998, 1999), la ceniza volcánica cubría directamente
los antiguos pisos de las habitaciones. En los edificios, sobre los pisos no apareció
ningún material arqueológico, lo que implica que las estructuras estuvieron ya
abandonadas en el momento de la erupción. La presencia en algunos casos de los
restos de los techos de paja sobre los pisos (debajo de la ceniza), como también la
ausencia entre el piso y la capa de ceniza volcánica de algún estrato relacionado con
el proceso de la denudación y la acción del viento, confirma que entre el abandono
de los edificios y la erupción del volcán pasó relativamente poco tiempo. Este
evento puede ser relacionado con las reducciones del Virrey Francisco de Toledo
(Cook, Málaga Medina, Bouysse Cassagne 1975; Toledo 1867).

14
El autor se inclina por la opinión que la cerámica del estilo Tasata es relativamente tardía
dentro del Formativo (Formativo Tardío).
15
Para el Valle de Arequipa la fecha más antigua es 1537 y está relacionada con la llegada de
las tropas de Diego de Almagro (Málaga Médina et al. 1990).
¤°¤ Józef Szykulski

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¤° Karol Piasecki
Chiribaya en la Región Arequipa ¤°œ

ROCÍO TEJADA LEWIS1

CHIRIBAYA EN LA REGIÓN AREQUIPA


CHIRIBAYA IN THE AREQUIPA REGION

Abstract
The author shortly presents The Pre Inca Chiribaya Museum activities, followed by a charac-
terization of Chiribaya culture and its importance to the civilizing development of southern Peru.

Keywords:
Chiribaya Museum. South of Peru.

El Museo Arqueológico Pre Inca Chiribaya nace por la iniciativa privada de


personas amantes de nuestro maravilloso pasado (Fig. 1).
Los museos dentro del entorno de una localidad suelen ser el mejor mecanis-
mo para proyectar a la comunidad una adecuada transmisión de conocimiento a
través de los objetos que allí se puedan exhibir, los que brindaran una información
veraz y responsable.
El Museo Pre Inca Chiribaya, como custodio de la Colección Eduardo Jiménez
Gómez, trabaja directamente con la protección del patrimonio cultural mueble
a través de su conservación y puesta en valor de cada uno de los objetos que se
exhiben, siendo la motivación principal dar a conocer a la comunidad la existencia
de un grupo humano consolidado y tecnificado como fue la sociedad Chiribaya
El centro de la Cultura Chiribaya se localiza en el Distrito del Algarrobal
Provincia de IIo Región Moquegua, es a través de su expansión hacia el norte
que llega hasta nuestra región, concretamente en el Valle de Tambo Provincia de
Islay, y por el sur hasta el valle de Azapa (Chile), también tuvo estrecha relación
con la Cultura Churajón formando así parte de nuestro desarrollo cultural regional.
Entonces conocer los procesos y actividad de La Cultura Chiribaya es de suma
importancia para poder entender lo que acontecía en el Periodo de los Desarrollos

1
Directora del Museo Arqueológico Pre Inca Chiribaya, Calle La Merced 117, Arequipa, Perú,
e-mail: rctejada22@hotmail.com
¤°U Rocío Tejada Lewis

Fig. 1. Museo Pre Inca Chiribaya, Arequipa


Fig. 1. Pre Inca Museum of Chiribaya, Arequipa

Regionales Tardíos (800 a 1400 d.C.) en el sur del Perú antes de que estos grupos
locales fueran anexados al Tahuantinsuyo.
Los primeros estudios de esta cultura los realiza Humberto Ghersi en el año
1954, posteriormente y en la década de los años 70 La Universidad Católica de
Santa María realiza importantes investigaciones. En los últimos veinte años es
el Programa Contisuyo quien ejecuta importantes trabajos arqueológicos en el
Chiribaya en la Región Arequipa ¤°z

valle bajo del río Osmore, comprendiendo también el área de desarrollo de dicha
cultura. A la actualidad es el Centro Mallqui a través de su investigadora prin-
cipal la Antropóloga Sonia Guillen Oneglio quien viene realizando importantes
investigaciones y descubrimientos en la zona.
Los Chiribaya lograron una sorprendente adaptación al medio ambiente a
través de sus actividades económicas de subsistencia como fueron la agricultura,
caza y pesca, ganadería y comercio.
Elaboraron a través de técnicas especializadas piezas de cerámica bellamente
decoradas con diseños geométricos y con algunos apliques escultóricos, los colores
predominantes son los rojos, ocres, cremas y negros, sus formas predominantes
son los cantaros, ollas pequeñas, jarras, tazas, platos etc. (Fig. 2).
Lograron la confección de maravillosos textiles utilizando fibra de algodón y
fibra de camélido, utilizaron tintes naturales como la cochinilla para la obtención
del color rojo y la planta índigo para el azul y verde entre otras. Con el uso del
instrumentos calificados para el tejer como son la pusca o rueca elaboraron hilos
muy finos, los que luego fueron utilizados en la confección de prendas como
fajas camisas, bolsas o chuspas, pañuelos etc., todos estos confeccionados con el
ancestral telar de cintura.

Fig. 2. Jarra con decoración geométrica


Fig. 2. Jug with geometric decoration
¤° Rocío Tejada Lewis

El tallado en madera fue otra de sus actividades sobresalientes con la ela-


boración de bellos keros con aplicaciones de motivos escultóricos andromorfos
y zoomorfos muchos de estos motivos presentan incrustaciones de turquesas
(Fig. 3), es también común el uso de elementos de uso cotidiano como cucharas,
tazas, jarras y los llamados trompos dispositivos para tapar vasijas pequeñas o
de posible uso lúdico (Fig. 4).

Fig. 3. Keros de madera de Chiribaya Región


Fig. 3. Wooden keros from Chiribaya Region

Fig. 4. Trompos tallados en madera de posible uso lúdico


Fig. 4. Spinning top sculptured in wood, of a possible leisure fuction
Chiribaya en la Región Arequipa ¤

Es imprescindible nombrar el trabajo en piedra y conchas marinas como el


Spondylus para adornos personales como collares, gargantillas y pulseras.
El trabajo de orfebrería está representado en bellos objetos de oro y plata
como son, anillos, brazaletes, narigueras etc., los tocados o cascos también fueron
bellamente decorados con elementos de oro y plata, todos estos objetos fueron
elaborados con la técnica de martillado, laminado repujado y también con la
utilización de moldes (Fig. 5).
Su patrón arquitectónico se caracteriza por la construcción en terrenos planos
y las terrazas bajas de los valles, logran acondicionar las pendientes a través de la
construcción de terraplenes con bases de piedras irregulares unidas con argamasa
de barro sobre las cuales levantaron paredes de quincha.
Los cementerios se ubicaron en sitios elevados o en sectores libres de activi-
dad productiva, se caracterizan por el uso de tumbas tipo cista de planta rectangular
y circular con tapas de piedras planas.
Con todas estas manifestaciones La Cultura Chiribaya logró una consolidación
étnica entre los pueblos costeros de la región sur.
La poca difusión de esta cultura nos crea la necesidad de explorar y conocer
algo más de su valioso aporte cultural a través de estudios a nivel científico tanto
directamente en el trabajo de campo como en futuros trabajos de gabinete a través
del análisis de los objetos que este grupo humano produjo, la calidad excepcional
de cerámica, textiles, madera y otros objetos nos brindaran la suficiente informa-
ción en cuanto a sus técnicas, ya para algunos conocidas, así como los nuevos
elementos que puedan surgir en cada uno de estos objetos (Fig. 6).

Fig. 5. Objetos de oro y plata


Fig. 5. Gold and silver objects
¤¤ Rocío Tejada Lewis

Fig. 6. Casco o tocado con aditamentos de oro


Fig. 6. Helmet or headdress with golden additions

La presencia de sus manifestaciones culturales a lo largo de la zona extremo


sur, nos abre también la posibilidad de conocer aún mas sus reales límites de ex-
pansión y la importancia de sus características de cada uno de los sitios en donde
se ubican estos elementos a manera de un estudio comparativo que puede dar una
seriación en cuanto a su cronología y espacio.
El museo es una parte integral de estas propuestas, como un ente cultural tiene
la posibilidad de entablar la creación de convenios de cooperación científica con
los diferentes organismos ligados o no al aspecto cultural y así lograr una cantidad
considerable de actividades en defensa del Patrimonio Cultural, cumpliendo así
con la principal acción y labor de un museo.

Fig. 1 – Z. Hendel; Fig. 2-6 – T. Kołomański


Algunas características del programa funerario precerámico de Yara ¤¡

ADÁN UMIRE ALVAREZ1

ALGUNAS CARACTERÍSTICAS DEL PROGRAMA FUNERARIO


PRECERÁMICO DE YARA (ILO, SUR DEL PERÚ) Y SU RELACIÓN
CON LA TRADICIÓN CHINCHORRO DEL NORTE DE CHILE
SOME CHARACTERISTICS OF THE PRECERAMIC FUNERAL PROGRAM
FROM YARA (ILO, SOUTH OF PERU) AND ITS RELATION WITH
THE CHINCHORRO TRADITION FROM THE NORTH OF CHILE

Abstract
The typology elaborated for the funeral tradition Chinchorro, one of the tools of work of more
vicinity constitutes to understand the differences that it presents the funeral program Chinchorro in
their central area (Arica and surroundings). However, the importance of the bodies with complicated
artificial mummification makes that the individuals that present only natural mummification, with-
out artificial additions, have a smaller representation inside the general typology of the mummies
and, therefore, in spite of a bigger quantity of bodies for this mummification type is a considerable
absence of recurrences as for the position of the body and their components.
The excavations made in the south of Peru, specifically the area of Ilo (Villa del Mar, Yara,
Kilometro 4), they show individuals basically without artificial mummification neither additions of
complicated preparation; however, two indicators related to the position of one of the hands resting
on the pubis and “rings” of stone around the head, they seem to be an attitude, possibly symbolic
related to the death; being these features characteristic to the type of natural mummification.
The present article is describing, the recurrence of the position of the hands in different ex-
tended funerals of the Peruvian south coast and the presence of “rings” of stone in two funerals of
Yara, both features possibly correspond to a cultural attitude toward the death.

Keywords:
Funeral tradition Chinchorro. Southern Peru. Natural mummies. Disposition of the hands.
“Ring” of stones.

1
Programa de Maestría en Antropología, Universidad de Tarapacá - Universidad Católica del
Norte, Arica – Chile; Instituto Nacional de Cultura, Regional de Tacna-Perú, Av. San Martín Nº
405, adanumire@hotmail.com
¤` Adán Umire Alvarez

Con el término “Arcaico”, se describe un espacio temporal con algunas ca-


racterísticas relevantes como por ejemplo el crecimiento poblacional, inicio del
sedentarismo, abanico de estrategias de subsistencia y la domesticación incipiente
de plantas y animales (Wise 1994:212); la población humana de este período,
asentada en los ambientes marítimos de los Andes Centro-Sur Occidentales, mues-
tra dos rasgos notables, por un lado, la complejidad funeraria (momias naturales
y artificiales) y, por otro, la tradición pesquera que incluye la tecnología adecuada
y los restos de fauna marina obtenidos (Arriaza 2003; Standen 1997; Schiappacase
y Niemeyer 1984; Wise 1997:1).
La complejidad funeraria, denominada también con el término de tradición
funeraria Chinchorro, en general identifica momias de preparación complicada
y a la misma vez alude a restos humanos sin preparación debida, sean por cuestiones
culturales o simplemente de preservación denominadas Momia Natural (Arriaza
1995) o Tipo 1 (Allison et al. 1984); estos cuerpos eran sencillamente secados por
la acción natural del calor y el medioambiente desértico y árido de Atacama.
Más de una tercera parte de los restos humanos recuperados en el sitio epó-
nimo Morro-1 corresponden a momias naturales, mientras que el 29% del total
de cuerpos pertenecientes al tipo de momias Chinchorro no tienen signos de
momificación artificial (Arriaza 1995; Rasmussen 1998:77).
Las prácticas funerarias, después del sétimo milenio antes de nuestra era,
correspondían a entierros extendidos con la inclusión de varios individuos, con
momificación artificial compleja; al final del período Precerámico presentan
ligeras variaciones en cuanto a la disposición formal de los cuerpos, aparecen
cada vez más individuales y aislados, en ligera posición flexionada y de costado
(Wise et al.1994:212).
En este artículo se utilizará el concepto de ‘Tradición Chinchorro’ propuesto
por Standen y Santoro (2004:97), la cual está definida por a) Tecnología marí-
tima especializada (anzuelos, arpones, bolsas redes, puntas lanceoladas bifacia-
les, cuchillos raspadores, raederas); b) Extracción de plantas de uso doméstico
y ceremonial (totorales y juncales para la elaboración de esteras, cobertores, bol-
sas, faldellines, cintillos); y c) patrón funerario con o sin momificación artificial,
inhumados colectivamente sin diferencia de sexo ni edad; en posición extendida
y en decúbito dorsal.
El trato similar de momificación, cuidado y preparación a hombres, mujeres
y niños de todas las edades parece asociado a la complejidad social o a las carac-
terísticas estructurales de la población Chinchorro. Se asume que en sociedades
igualitarias, como la de los cazadores-recolectores marítimos, la complejidad en
el tratamiento mortuorio está restringida usualmente a la edad, sexo y alcance
personal; la presencia de ofrendas en el entierro cumple la función de correla-
cionar la disposición observable del cuerpo y la relación no observable (estatus,
economía, estructura social) (Buikstra 1991:233; Bement 1994:19).
Algunas características del programa funerario precerámico de Yara ¤^

Además de reflejar la estructura interna de una sociedad, las prácticas


mortuorias eran usadas como una exposición de propiedad territorial para el
control de recursos clave (Goldstein cit. por Bement 1994:21). Esta misma
aproximación teórica fue utilizada por Wise (1995) con los cementerios Arcaicos
de las costas de Ilo, vinculando territorialidad con la emergencia de cemente-
rios formalmente delimitados como un medio de control al acceso y derecho
de recursos cruciales.
Del mismo modo, Bloch y Parry (cit. por Brown 1995:7) desarrollaron
proposiciones de inferencia social para argumentar que ciertos grupos sociales
simples no ubican a la muerte como un servicio para crear ideología; que para las
poblaciones sin propiedad, la fuerza de la analogía entre muerte y renacimiento
(regeneración de algo destruido) está enteramente ausente. Si por un lado refleja
la estructura interna de la sociedad, las prácticas mortuorias también han sido
usadas para modelar relaciones intergrupales (Bement 1994:20).
Binford (cit. por Bement 1994:18), además de indicar que los rasgos de orga-
nización social y las diferencias en afiliación grupal resultan de las variaciones en
los ritos mortuorios, dividió éstos en componentes técnicos (costumbres de entierro
para la disposición del cuerpo del difunto) y rituales (ejecución de un número de
actos simbólicos: forma de los símbolos empleados y tipos de referente dados por
el reconocimiento simbólico), por lo que los tipos de entierro presentan diferencias
de acuerdo a las siguientes variables inherentes al difunto (1) edad, (2) sexo, (3)
estatus social dentro de la unidad social y (4) admisión dentro de la sociedad.
Sin embargo, Binford y Saxe (cit. por Buikstra 1991:232) pusieron énfasis
en el rol del tratamiento mortuorio sobre la persona social del muerto, con los
dolientes asumiendo un rol secundario. Actualmente el Postprocesualismo viene
cambiando el peso de la balanza hacia los dolientes, puesto que los que quedan
con vida son los que elaboran las tumbas, preparan los cuerpos y crean breves o
extendidos ritos mortuorios. Con la influencia tradicional de las circunstancias
sociales, políticas y económicas, los que aún quedan vivos (dolientes) construyen
el registro que podrá ser “leído” por las generaciones venideras, distorsionado por
factores relacionados a la preservación arqueológica. Entonces, el reto consiste en
descifrar los mensajes codificados por las personas vivas (dolientes).
La perspectiva de Binford y Saxe respecto al tratamiento de los cementerios
y sus contenidos, esencialmente fueron vistos como medios de información sobre
principios organizativos subyacentes asociados a la comunidad, con enfoques sobre
niveles de complejidad social y estatus hereditario; por tanto, el foco esencial era
dirigido a las comunidades completas antes que al estudio de las prácticas aisladas
(Brown 1995:11). Desde esta perspectiva, los entierros Chinchorro que en su ma-
yoría son secundarios están conformados en múltiples ocasiones por huesos que
no corresponden al individuo inhumado, ello podría reflejar que la colectividad
social está físicamente representado por la mezcla de huesos humanos y partes
¤ Adán Umire Alvarez

de esqueleto de otros individuos; aquí la integridad del individuo está perdida


mostrándose colectiva frente a la muerte.
En el presente artículo se detallan aspectos relacionados al contexto y dispo-
sición de algunos entierros correspondientes a Momias Naturales, especialmente
a los cuerpos que proceden de los sitios arqueológicos del Puerto de Ilo (Villa
del Mar, Yara y Kilómetro 4) (Fig. 1); con énfasis en la posición de las manos
sobre el cuerpo y en el posible “anillo” de piedras alrededor de las cabezas de dos
entierros en Yara. Los sitios arqueológicos mencionados tienen la característica
común de situarse geográficamente a escasos metros de la playa.

Fig. 1. Sitios arqueológicos mencionados en el texto


Fig. 1. Archaeological places mentioned in the text
Algunas características del programa funerario precerámico de Yara ¤œ

INDICADORES ADVERTIDOS EN LOS ENTIERROS DE ILO


A) ENTIERROS CON LAS MANOS SOBRE LA PELVIS
VILLA DEL MAR

La Tumba 5 (1991-2) contiene un hombre adulto, en posición extendida, con


las manos sobre la pelvis y los pies probablemente cruzados, se encuentra envuelto
con capa de plumas sobre el cuello y el hombro, cerca de los brazos y las costillas.
De allí se extrajo una fecha no corregida de C14 (fémur izquierdo), ajustado por
C13 de 6360 ± 60 AP (Beta-71133; hueso humano) (Wise 1995:144).
La Tumba 7 (1992-2) (Fig. 2) contenía los restos de un individuo en posición
extendida; en el hoyo se incluye un aparente bastón de madera, varias conchas
(Concholepas concholepas y Choromytilus chorus) y un artefacto de hueso agu-
zado, fragmentado en tres pedazos (Wise 1995:144-145), además de una aparente
posición de la mano izquierda sobre la pelvis.
Uno de los entierros excavados por Guillén y Carpio (1999) en el terreno
del IPSS, muestra una serie de elementos relacionados a la violencia con la que
fue tratado antes de morir, este individuo presenta cuatro puntas de proyectil que
pudieron haber sido los causantes de su muerte; uno de ellos aún se encuentra
incrustado en la pelvis derecha y tres de ellas entre la cavidad torácica. Este
entierro, al margen de las circunstancias de su muerte, también muestra la mano
izquierda colocada sobre la pelvis y la derecha ligeramente flexionada y paralela
al cuerpo (Fig. 3).

KILÓMETRO 4
La segunda estructura excavada en la misma terraza, hacia el sur del sitio, fue
un entierro doble que contenía los restos de dos individuos, un adulto masculino y
un infante, colocados boca abajo en una fosa simple alargada con el infante hacia
los pies del adulto (Wise 1999:350). A pesar de la posición ventral, es posible
observar la posición de la mano derecha sobre la pelvis (Fig. 4).

Fig. 2. Entierro 7 de Villa del Mar (Wise 1995)


Fig. 2. Burial 7 of Villa del Mar (Wise 1995)
¤U Adán Umire Alvarez

Fig. 3. Entierro excavado en los terrenos del IPSS en Villa del Mar (Guillén y Carpio 1999)
Fig. 3. Burial dug in the lands of the IPSS in Villa del Mar (Guillén and Carpio 1999)

Fig. 4. Entierro 7 (Rasgo 79), excavado en una terraza superior


de la Zona 5 de Kilómetro 4 (Wise 1999)
Fig. 4. Burial 7 (Feature 79), dug in a superior terrace of the Area 5 of Kilometro 4 (Wise 1999)

El tercer cementerio excavado durante la temporada 1996 contiene los restos


de 4 individuos, uno de ellos fue excavado completamente. De posición extendida
en decúbito dorsal y envueltos en múltiples capas de esteras, fijadas con cuerdas de
fibra vegetal (Wise 1999:352-353). La posición de la mano derecha se encuentra
sobre la pelvis y la otra mano está paralela al cuerpo (Fig. 5 y 6).
Algunas características del programa funerario precerámico de Yara ¤z

Fig. 5. Entierro envuelto en múltiples capas de esteras (Wise 1999)


Fig. 5. Burial wrapped in multiple layers of mats (Wise 1999)

Fig. 6. El mismo entierro con los detalles de la posición de las manos (Wise 1999)
Fig. 6.The same burial with the details of the position of the hands (Wise 1999)
¤¤° Adán Umire Alvarez

YARA

Denominado por Rasmussen como “cuerpo 2” en 1994 (ahora es 2007-1).


Tiene una orientación de pies a cabeza de Este a Oeste, en posición extendido
decúbito dorsal con ligera dirección hacia el 85º E. Aún presenta cabello corto
(de 5 a 6 cm) y tiene desgaste en las muelas con piezas dentarias perdidas ante-
mortem. La cabeza está ligeramente flexionada y apoyada hacia el lado derecho.
Tiene una apariencia de momia natural en el que se ha impregnado fuertemente
la arena, debida, posiblemente, a la exudación del cuerpo después de morir. Las
costillas se encuentran fragmentadas sin evidencias de evisceración. La posición
de la mano izquierda se ubica por detrás del ilium, en cambio la derecha reposa
sobre el ilium derecho y el fémur (Fig. 7).
El entierro 2007-2 compuesto por un cuerpo entero extendido en posición
decúbito dorsal, con la falta de los huesos de los pies y la parte frontal del cráneo,
erosionado y cubierto con una capa gruesa de caliche, especialmente en la parte
superior. La cabeza reposa sobre dos huesos embarrilados que corresponden a
huesos de los miembros inferiores del cuerpo de un niño (falta de las epífisis),
precisamente a las tibias, ambas en orden invertido. Estos huesos aún mantienen
el embarrilado con cuerda en fibra animal, y ligeramente cubierta con piel de
camélido. Los miembros superiores se encuentran pegados al cuerpo: el lado
derecho en forma reposada con los dedos semiextendidos ligeramente alejados
del cuerpo; en cambio, el brazo izquierdo, especialmente la mano, descansa sobre
el isquión y el fémur (Fig. 8).

Fig. 7. Entierro 2007-1, momia natural extendida de Yara


Fig. 7. Burial 2007-1, extended natural mummy of Yara
Algunas características del programa funerario precerámico de Yara ¤¤

Fig. 8. Entierro 2007-2, momia natural en posición extendida de Yara


Fig. 8. Burial 2007-2, natural mummy in extended position of Yara

B) ENTIERROS CON UN “COLLAR” DE PIEDRAS


YARA

El entierro 1994-1 se encontraba lado a lado con el entierro 1994-2 (que no


fue excavado), en posición extendida decúbito dorsal, sin evidencias de momifi-
cación artificial. Aparentemente, hacia el Este de la cabeza se han ubicado otros
cráneos (entierros 4, 5 y 6) formando un ligero anillo junto a los bloques de piedras
(Rasmussen 1998) (Fig. 9).
El Entierro 2007-2, de sexo posiblemente masculino, de 30 a 40 años de edad;
no tiene cráneo completo sólo parte de la cara debido a que en algún momento
después del deceso le fue colocado un “collar” de piedras grandes alrededor del
cráneo (Fig. 10), el cual sobresalía hacia la superficie. Posteriormente, toda esta
área retuvo humedad formándose una costra de “caliche” (tierra fina o ceniza,
arena y sal) que incluyó gran parte de los cuerpos y cráneos ubicados a esa al-
tura, que durante su excavación fueron imposibles de trabajar sin ser dañados.
Este caliche comprometió al Entierro 2007-2 hasta la altura de las costillas. La
columna vertebral, especialmente a la altura del dorso se halla fuera de sitio. Sin
embargo, el hombro izquierdo se mantiene intacto, además que allí fue colocado
un molusco grande (Concholepas concholepas) a manera de cubierta. Aún fue
posible recuperar restos de cabello corto (4 a 5 cm), la mandíbula en posición
opuesta a su estado original.
¤¤¤ Adán Umire Alvarez

Fig. 9. Entierro 1994-1 de Yara, muestra la disposición


de las piedras alrededor de la cabeza (Rasmussen 1998)
Fig. 9. Burial 1994-1 of Yara, it shows the disposition
of the stones around the head (Rasmussen 1998)

Fig. 10. Entierro 2007-2 con el anillo de piedras alrededor de la cabeza


Fig. 10. Burial 2007-2 with the ring of stones around the head
Algunas características del programa funerario precerámico de Yara ¤¤¡

DISCUSIÓN

Como se ha podido observar, los entierros de Yara presentan algunos patrones


muy importantes a ser considerados dentro de la tradición funeraria Chinchorro.
Tres son los aspectos que merecen ser discutidos.
En primer lugar, todos los entierros parecen corresponder al tipo de las mo-
mias naturales, pero los entierros 2007-1, 2007-2 presentan una capa de arena
adherida a los huesos que a primera impresión parecería corresponder al tipo de
momias cubiertas con barro, sin embargo la estructura del barro o arena adherida
en la que se ha solidificado una sustancia marrón rojiza junto a la arena de la fosa
parece corresponder a la exudación del cuerpo siendo éste un proceso natural
durante la descomposición del cadáver. Los entierros 2007-1 y 2 presentan este
tipo de sustancia especialmente en el área dorsal con ligeras manchas en el resto
del cuerpo.
En segundo lugar, el “collar” de piedras colocadas especialmente en el entie-
rro 2007-2 es una nueva expresión funeraria que tiene antecedentes en el entierro
1994-1 excavado por Rasmussen (1998), quien indica que las cabezas disociadas
de los entierros 4, 5 y 6 fueron encontradas rodeando la cabeza del Entierro 1994-
1, si este hecho fuese intencional podría sugerir algún signo de estatus raramente
establecido entre las poblaciones de cazadores-recolectores Arcaicos. Por otro
lado, también es posible que por acción de los flujos de barro (eventos de El Niño)
los cráneos hayan adquirido esa posición, sin embargo parece que las evidencias
indican que esto fue intencional debido a que las mandíbulas se encuentran debajo
en los tres casos (Rasmussen 1998:82).
Las piedras estuvieron alrededor de la cabeza del individuo, incluso uno de
los bloques parecía descansar sobre el cráneo del entierro 2007-1. Aparentemente,
parece responder a un motivo relacionado con el cráneo; posiblemente aquí se
advierte el caso contrario a la sugerencia de Guillén (1997:74) quien indica que
la remoción de cabezas para su conservación o su enterramiento en lugares es-
peciales se convirtió en una tradición. Sin embargo, en este lugar la disposición
del anillo de piedras circundando las cabezas parecen proteger los cráneos de los
individuos con mayor influencia o estatus social dentro del grupo, para evitar ser
extraídos de su lugar.
Para culminar, en tercer lugar hay un claro patrón sobre la posición directa
de las manos. En alguna oportunidad Standen (1991) la mencionó como una
característica de los entierros Chinchorro que ocurre en el tipo Natural. En Yara,
se ha podido observar que la posición frecuente de las manos está ubicada sobre
la pelvis, cualquiera de ambas manos descansa en la región pélvica mientras que
el otro se extiende paralelo al cuerpo.
¤¤` Adán Umire Alvarez

AGRADECIMIENTOS

Estoy en deuda con las Dras. Karen Wise y Karen Rasmussen, quienes me
brindaron su apoyo incondicional durante los trabajos de campo relacionados al
período Precerámico, compartiendo sus conocimientos e introduciéndome hacia
los problemas de las poblaciones arcaicas en el sur del Perú. Del mismo modo,
sin la ayuda logística otorgada por el Dr. Charles Stanish (Programa Collasuyo)
al Proyecto de Investigación Arqueológica Yara-2 (2007-8), hubiese sido poco
probable lograr los objetivos trazados. Del mismo modo debo gratitud al Sr.
Modesto Phocco, asistente de campo durante las excavaciones en Yara; hago
extensivo las gracias al Lic. Augusto Cardona, Lic. Erika Simborth y a la Bach.
Liliana Castro y Walter Amézquita por su hospitalidad y ayuda en el Puerto de
Ilo. A todos ellos muchas gracias.

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¤¤ Adán Umire Alvarez
Algunas características del programa funerario precerámico de Yara ¤¤œ

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versidad de Wroclaw-Polonia y la Uniwersidad Católica de Santa María en Are-
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¤¤U Adán Umire Alvarez

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