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Política exterior, número 35, diciembre de 2005.

Un nuevo milenio de
Objetivos de Desarrollo, Enrique Ganuza.

Los Objetivos de Desarrollo del Milenio.

En septiembre de 2000 se firmó la Declaración del Milenio , donde se


pretendían alcanzar una serie de objetivos fundamentales para eliminar las
desigualdades del mundo en el que vivimos. Los 189 países firmantes se
propusieron alcanzar para 2015 una mejora de los siguientes aspectos,
tomando como referencia los índices de 1990:
- La paz.
- La seguridad y el desarme.
- El desarrollo y la erradicación de la pobreza, tratando de eliminar las
lacras del hambre y el analfabetismo.
- La protección del entorno común.
- Los derechos humanos, la igualdad de sexos…
- La democracia y el buen gobierno.

No obstante, podemos observar como en la actualidad es difícil alcanzar


esos objetivos, siendo muy significativos los datos que a continuación
relacionamos:
- Actualmente, 54 países son más pobres que en 1990.
- 800 millones de personas pasan hambre.
- La corrupción, la violencia y los conflictos, lejos de cesar, se han
convertido en elementos cotidianos de los países subdesarrollados.
- Las previsiones indican que la pobreza aumentará en África.
- La obsesión contra el terrorismo ha desviado la atención para hacer
frente a las enormes desigualdades que nos rodean, siendo un punto
de inflexión los acontecimientos de septiembre de 2001.
Si concretamos en un área determinada, como es el caso del África
subsahariana, podemos resaltar lo siguiente:
- El 43% de la población no tiene acceso a la educación.
- Dos de cada diez niños no alcanzan los 5 años de edad.
- La esperanza de vida media era de 52 años en la década de los
noventa del siglo pasado, pasando a los 47 años en la actualidad.
- La mujer es una de las mayores perjudicadas, pues sufre los efectos
de un sistema patriarcal en el que se le niega el acceso a la
educación.

Podríamos plantearnos qué elementos son necesarios para poder atenuar


dicha situación:
- En primer lugar sería necesaria la colaboración y generosidad
externas mediante la cancelación de la deuda. Hemos visto gestos en
esa línea, pero los países pobres vuelven a suscribir préstamos muy
desfavorables.

- Las ayudas de ONGs son importantes, pero no pueden hacer frente a


un cambio estructural de la realidad de estos países. Para ello son
necesarias las inversiones en sanidad y educación, con sistemas
sanitarios y educativos que atiendan las necesidades básicas de esta
población.

Igualmente, podemos ofrecer cifras que nos permiten comprender mejor la


realidad, como la inversión de Estados Unidos en seguridad preventiva
cada año, que asciende a 500.000 millones de dólares, mientras que la
partida destinada al desarrollo en África es de 3.000 millones de dólares.
En el caso de la Unión Europea, la ayuda per cápita anual al desarrollo en
África es de 2 euros, siendo de 2,5 euros para subvencionar el ganado
vacuno.

Con esto no queremos hacer responsables únicos a los países ricos de la


situación de desigualdad acuciante en el mundo, ya que los países
subdesarrollados se caracterizan por la corrupción e inestabilidad internas
(a veces buscada desde países occidentales), con cuentas de millonarios
africanos en paraísos fiscales.

Si reflexionamos, la situación es difícil de solucionar con el panorama


descrito, pero si queremos cambiar las cosas lo que no puede faltar es
voluntad, porque entonces sí que estaríamos condenados a vivir
eternamente en un mundo dual.

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