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“Cuento policial”, Marco Denevi

Camino a la tienda donde trabajaba como vendedor, un joven pasaba todos los días por delante de
una casa en cuyo balcón una mujer bellísima leía un libro. La mujer jamás le dedicó una mirada.
Cierta vez el joven oyó en la tienda a dos clientes que hablaban de aquella mujer. Decían que vivía
sola, que era muy adinerada y que guardaba grandes sumas de dinero en su casa, aparte de las joyas
y de la platería. Una noche el joven, armado de ganzúa y de una linterna sorda, se introdujo
sigilosamente en la casa de la mujer. La mujer despertó, empezó a gritar y el joven se vio en la
penosa necesidad de matarla. Huyó sin haber podido robar ni un alfiler, pero con el consuelo de que
la policía no descubriría al autor del crimen. A la mañana siguiente, al entrar en la tienda, la policía
lo detuvo. Azorado por la increíble sagacidad policial, confesó todo. Después se enteraría de que la
mujer llevaba un diario íntimo en el que había escrito que el joven vendedor de la tienda de la
esquina, buen mozo y de ojos verdes, era su amante y que esa noche la visitaría.

“Cuento policial”, Marco Denevi

Camino a la tienda donde trabajaba como vendedor, un joven pasaba todos los días por delante de
una casa en cuyo balcón una mujer bellísima leía un libro. La mujer jamás le dedicó una mirada.
Cierta vez el joven oyó en la tienda a dos clientes que hablaban de aquella mujer. Decían que vivía
sola, que era muy adinerada y que guardaba grandes sumas de dinero en su casa, aparte de las joyas
y de la platería. Una noche el joven, armado de ganzúa y de una linterna sorda, se introdujo
sigilosamente en la casa de la mujer. La mujer despertó, empezó a gritar y el joven se vio en la
penosa necesidad de matarla. Huyó sin haber podido robar ni un alfiler, pero con el consuelo de que
la policía no descubriría al autor del crimen. A la mañana siguiente, al entrar en la tienda, la policía
lo detuvo. Azorado por la increíble sagacidad policial, confesó todo. Después se enteraría de que la
mujer llevaba un diario íntimo en el que había escrito que el joven vendedor de la tienda de la
esquina, buen mozo y de ojos verdes, era su amante y que esa noche la visitaría.

“Cuento policial”, Marco Denevi

Camino a la tienda donde trabajaba como vendedor, un joven pasaba todos los días por delante de
una casa en cuyo balcón una mujer bellísima leía un libro. La mujer jamás le dedicó una mirada.
Cierta vez el joven oyó en la tienda a dos clientes que hablaban de aquella mujer. Decían que vivía
sola, que era muy adinerada y que guardaba grandes sumas de dinero en su casa, aparte de las joyas
y de la platería. Una noche el joven, armado de ganzúa y de una linterna sorda, se introdujo
sigilosamente en la casa de la mujer. La mujer despertó, empezó a gritar y el joven se vio en la
penosa necesidad de matarla. Huyó sin haber podido robar ni un alfiler, pero con el consuelo de que
la policía no descubriría al autor del crimen. A la mañana siguiente, al entrar en la tienda, la policía
lo detuvo. Azorado por la increíble sagacidad policial, confesó todo. Después se enteraría de que la
mujer llevaba un diario íntimo en el que había escrito que el joven vendedor de la tienda de la
esquina, buen mozo y de ojos verdes, era su amante y que esa noche la visitaría.

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